Barómetro Social: España suspende en bienestar social

El Barómetro Social de España es una herramienta interactiva on line compuesta por indicadores empíricos que sirven de base para elaborar índices sintéticos de las principales dimensiones sociales: desde la distribución de la renta y el patrimonio hasta las condiciones de trabajo y las políticas sociales, pasando por la contaminación ambiental, la participación ciudadana, las relaciones internacionales y la igualdad de género.

Tras esta actualización, es posible empezar ya a utilizar esta herramienta en el estudio de los efectos de la actual crisis socioeconómica. Los datos que muestra el Barómetro indican que la a crisis de los últimos años presenta efectos paradójicos desde el punto de vista social: por un lado, ha provocado una fuerte destrucción de empleo, con sus efectos colaterales de pobreza y pesimismo político y económico; por otro, el decrecimiento forzoso derivado de la recesión ha puesto freno al deterioro de algunos indicadores ambientales. El pinchazo de las burbujas inmobiliaria y financiera ha supuesto, en términos relativos, un mayor peso de la masa salarial y una bajada limitada de los precios de la vivienda, pero son varios los indicadores que apuntan a una salida regresiva de la crisis, con más desigualdad social y políticas sociales menguantes. Sin embargo, dado que la actualización del Barómetro sólo llega hasta 2009, habrá que esperar a las siguientes ediciones para que los efectos sociales de la crisis se muestren con toda su contundencia y alcance.

España suspende en bienestar social

Los datos reflejan la paradoja de la evolución de los últimos 16 años: mientras los indicadores monetarios han marcado una tendencia al alza (PIB, activos financieros e inmobiliarios), el bienestar social de la población apenas mejora, y los ciudadanos se muestran convencidos de que viven en una sociedad injusta y con instituciones políticas poco fiables.

El Barómetro Social de España permite evaluar la evolución económica, social y ambiental de nuestro país en estos 16 años. La inclusión de los datos de 2009 ponen en evidencia los efectos de la actual crisis socioeconómica. Como novedades, a la edición digital del Barómetro social de España, se han incorporado nueve indicadores y una nueva dimensión dedicada a la fiscalidad, además de haber introducido una nueva metodología para la normalización de las series, que trata de captar no sólo la evolución de los índices sino también su nivel de calidad en relación al contexto europeo.

Además de este índice de bienestar global, los autores han agrupado distintos indicadores que les permiten sacar conclusiones en tres aspectos. En cuanto a las condiciones económicas y ecológicas del bienestar social, aumentan la desigualdad y la pobreza; mientras que a raíz de la crisis, se derrumba el empleo y se reduce la contaminación y la dependencia energética. En políticas sociales, mejoran los indicadores de salud, (el ámbito social más valorado por la población); se gasta más en educación sin que mejoren los resultados escolares; el acceso a la vivienda se hace más difícil y se disparan los embargos y desahucios; y se da una mejora relativa de la protección social con un bajo nivel de gasto público.

Por último, en relación a las condiciones de bienestar en el plano colectivo, baja la delincuencia aunque se saturan los juzgados y prisiones; crece la desconfianza en las instituciones políticas; la deuda externa de los países pobres pierde peso, pero aumenta su rentabilidad para los acreedores. En el plano internacional, España se consolida entre los países ricos; caen las remesas y se estanca la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD).

La actualización del Barómetro se acompaña de un informe documental y gráfico que recoge, entre otros, los puntos siguientes:

–   Efectos sociales de la crisis. La crisis de los últimos años presenta efectos paradójicos desde el punto de vista social: por un lado, ha provocado una notable recesión económica y una fuerte destrucción de empleo, con sus efectos colaterales de pobreza, pesimismo económico y pérdida de confianza en las instituciones políticas; por otro, el decrecimiento forzoso y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria han puesto freno al intenso deterioro ambiental (emisiones de CO2 y consumo energético), y a la carrera desbocada de los precios de la vivienda del período anterior.

Aumentan la desigualdad y la pobreza. La tradicional desigualdad en la distribución de la renta y el patrimonio se ha polarizado todavía más a raíz de la crisis, dando lugar a la mayor tasa de hogares pobres (20,8% por debajo del 60% de la renta media), y a una creciente brecha en el reparto de la riqueza: la ratio de desigualdad entre el 25% de hogares más ricos y más pobres se ha intensificado en un 28% entre 2005 y 2009. Mientras los mercados financieros se globalizan y producen ingente rentabilidad para una minoría (con un crecimiento interanual del 5,4% entre 1994 y 2009), apenas mejora el poder adquisitivo de la mayoría de la población que percibe rentas salariales (la variación interanual del salario medio fue del 0,3%).

Política fiscal. En cuanto a la recaudación fiscal, que venía mejorando ligeramente en los años anteriores a la crisis, experimentó una reducción del 18% en el bienio 2008-2009 a consecuencia de la recesión, a la vez que se incrementaba el gasto público en un 19%, sobre todo en políticas sociales para abordar los efectos de la crisis, dando lugar a un déficit fiscal del Estado del 11,2% en 2009 que el gobierno trata de resolver por la vía de reducir el gasto público (salarios, pensiones, inversiones…), en lugar de luchar contra el fraude fiscal e incrementar los impuestos sobre el capital y las grandes empresas, principales beneficiarios de las plusvalías de años anteriores.

Valoración de la política. Los índices de confianza en las instituciones políticas han empeorado bruscamente en los últimos años: el 58% no se fía del Parlamento y el 77% muestra poca o ninguna confianza en los partidos políticos. Se han reducido las tasas de afiliación sindical y partidaria pero han aumentado de forma significativa las asociaciones de orientación cívico-política reivindicativa.

–  Seguridad y justicia. Otro indicador de malestar social son los litigios ingresados en los juzgados, que han superado por primera vez la barrera de los 9 millones en 2008 y 2009, incrementando la congestión judicial. Aunque la tasa de delincuencia existente en España es una de las más bajas de la Unión Europea y se redujo un 21% entre 2002 y 2009, el número de las personas en prisión se ha incrementado un 35% en ese mismo período, en estrecha relación con el endurecimiento del Código Penal, encabezando con Gran Bretaña la tasa de personas presas.

Valoración internacional. En el plano internacional, España ha consolidado su posición entre los países ricos, en el seno de la Unión Europea. En un mundo económica y políticamente jerarquizado, la rentabilidad para los acreedores del capital invertido en los países de menos renta ha crecido tres veces más deprisa en los últimos quince años (126%) que el monto de la deuda pendiente (44%), lo que supone que cada seis años se paga toda la deuda, pero ésta sigue creciendo.
Como indicadores positivos en el caso de España hay que destacar la Ayuda Oficial al Desarrollo que en los últimos años ha llegado triplicar la media mundial de los países de renta alta (0,17 del PIB, frente al 0,44% por parte de España), aunque se ha estancado en 2009, y el crecimiento de las remesas de los inmigrantes con destino a sus países de origen, que llegó a 8.000 millones de euros en 2007, para reducirse un 12% a raíz de la crisis.

Acceso al Informe-Resumen para la evaluación del bienestar social de España para el período 1994-2009.

Acceso al Barómetro Social de España

También disponible en la página del Colectivo Ioé www.barometrosocial.es