Slow: pararse para recuperar nuestro tiempo
MOVIMIENTO SLOW
¿Qué es?
Fruto de una protesta originada por la apertura de un establecimiento de comida rápida en Roma –en el año 1986– se prende la llama de lo que sería el detonante que daría lugar a la creación de un movimiento social que se mantiene en la actualidad y que se conoce como movimiento Slow. Sus integrantes se articulan en distintas redes cuyo aspecto diferenciador es el ámbito de actuación de los distintos grupos pero que comparten una idea común: debemos frenar los exacerbados ritmos de nuestras vidas y recuperar el control de nuestro tiempo a través de la ralentización de nuestras actividades habituales. El eje principal de la articulación del movimiento en sus inicios fueron los alimentos (Slow Food) y, con el tiempo, las dimensiones y ámbitos en los que se denunciaba una excesiva celeridad se extendieron a las ciudades (Slow Cities), al trabajo (Slow Work), a la enseñanza (Slow School), etc.
¿Dónde encontrarlo?
El Slow Food mantiene un gran número de personas activas en más de un centenar de países que participan en esta iniciativa. A través de varias páginas que sirven de red (como www.slowfood.com o www.slowfoodfoundation.com) convergen los interesados desde 1989. Slow Food es un colectivo internacional que cuenta también con redes en el ámbito nacional o local en cada uno de los países en los que tiene presencia. Algunos ejemplos pueden encontrarse en www.slowmadrid.com y slowfoodmadrid.wordpress.com, en lo que respecta a la dimensión alimenticia, y otros, como www.slowpeople.org, www.mundoslow.com o www.slowmovement.com, que integran la ralentización desde un enfoque más generalizado. Paralelamente, surgieron espacios en los que se abogaba, entre otras cosas, por producir los alimentos de forma más lenta, moverse o desplazarse más despacio, es decir, muchos ámbitos de actuación conjunta que debían ser incorporados y que lo hicieron bajo la forma de las ciudades lentas (en España) o Slow Cities.
Además de estas redes, y con la misma finalidad de difundir el ideario, son muchos los portales donde se pueden encontrar recursos (bibliografía, filmografía, experiencias, etc.) que nos acerquen a este movimiento. La página sloyu.com/blog puede facilitarnos mucho la tarea al igual que la publicación The Idler, fundada por Tom Hodgkinson y Gavin Pretor-Pinney en 1993 de intención provocadora y lectura radical.
¿Qué hacen?
Al consolidarse como movimiento social, las propuestas Slow buscan ser cada vez más conocidas entre la población mundial y, con tal fin, promueven campañas e iniciativas que no dejan indiferente incluso al más escéptico. Internacionalmente y bajo el nombre de Convivia (o Convivium) se articulan un gran número de asociaciones locales con interés compartido por la dimensión alimentaria que expresan en los numerosos encuentros que realizan año tras año. Otras muchas actividades pueden encontrarse en slowfoodaraba.es/links, donde se ofrece además multitud de recopilaciones disponibles acerca del movimiento. Otras iniciativas que desde hace tiempo se están realizando son el “Arca del gusto”, un censo de productos locales amenazados de extinción con el fin de revertir esta tendencia, y “40 días en la cama”, en la que dos jóvenes pasaron ese tiempo reivindicando el derecho a una vida más pausada.
Acceso a la Ficha en versión ampliada (pdf)
Noticias relacionadas
5 septiembre, 2016
Recuperar la ciudad: de la mercancía al espacio común
La “destrucción creativa” del paisaje…