Santa Cristina se cierra, pero no desaparece

El viernes recorrimos por última vez las aulas del “Santa”, el comedor, el gimnasio, los muros del patio…

Cientos de personas, antiguos alumnos, profesores y padres acudimos a la última cita. La cita de la despedida. Pero una despedida que nos trajo el sabor de los buenos recuerdos y de las mejores experiencias. Cuántas vidas, esperanzas y futuros se han ido construyendo entre esos pasillos…

Recuerdo la primera vez que visité el Santa, allá por el año 2004. Aunque me lo habían recomendado, entonces el colegio no me pareció nada del otro mundo, es más, pensé que sus instalaciones eran bastante deficitarias, las aulas poco luminosas, el gimnasio pequeño y oscuro, el patio rodeado de viviendas y, para colmo, una iglesia pegada al costado. Sin embargo, ya en los primeros contactos con los profesores y con el ambiente escolar, se podía percibir una atmósfera especial que más tarde tuve la oportunidad de experimentar ampliamente y que compensó con creces cualquier otra carencia material.

Durante todos estos años, también de participación en el AMPA y en el Consejo Escolar, pude compartir y colaborar en la vida cotidiana del colegio. He podido vivir en primera persona el esfuerzo permanente del equipo docente y la dirección, incansables, creativos y dedicados, que siempre han demostrado un interés genuino por el bienestar y el aprendizaje de los alumnos, de cada alumno. Y no me refiero solo a la enseñanza académica, sino sobre todo al aprendizaje de la vida. El esfuerzo de muchos alumnos que han trabajado para mejorar el colegio, que se han involucrado en la lucha por la educación pública y han velado por los más pequeños y también por los más mayores. El trabajo voluntario de tantos padres, que amorosamente han ejercido de monitores, decoradores, sastres, camareros y acompañantes para sus hijos y para otros hijos, y el quehacer diario del personal no docente del centro, que siempre ha atendido las necesidades de todos nosotros con la mayor paciencia.

Visitas, salidas al campo, talleres, viajes, fiestas, Cross, asambleas, foros, son actividades que hemos vivido en “el Santa” año tras año como algo habitual pero cuya realización ha supuesto una gran dedicación y esfuerzo extra por parte de muchas personas. Actividades que han servido para mantener vivo en la comunidad educativa el espíritu de conjunto, la colaboración, el trabajo en equipo, la crítica constructiva, la autonomía, el aporte desinteresado, la solidaridad. En definitiva, aprendizajes que van mucho más allá del puro conocimiento y que son fundamentales si queremos construirnos como personas despiertas, conscientes y libres.

En tantos años no todo ha sido perfecto, claro que no. Porque entre acierto y error hemos ido aprendiendo y porque en las relaciones humanas también hay dificultades y desencuentros. Pero aun en los momentos más difíciles, como durante todo el proceso de cierre, entre todos pudimos encontrar un camino de acercamiento que dentro de las circunstancias permitió el cierre del colegio con el mayor cuidado posible.

Así que después de este largo recorrido, al menos por mi parte, solo me queda agradecer. Agradezco profundamente la dedicación y la entrega de tantos alumnos, educadores, padres, madres y personal del centro, porque gracias al trabajo de todos, nuestros hijos han crecido como personas y eso también nos mejora a nosotros.

El Santa Cristina se cierra, pero su mejor esencia continúa en cada uno de nosotros porque ya forma parte de nuestra historia, y ojalá podamos seguir desarrollándola allá donde nos encontremos.

Gracias a todos, siempre gracias.