Cuentos para el Día de la Paz

En el Colegio Lourdes convivimos diferentes colectivos: alumnos, profesores, personal de administración, etc. A todos nos une la común tarea de llevar a buen fin la travesía educativa desde que llegan los más pequeñitos al Colegio hasta que nos dejan los de segundo de bachillerato. Los niños más pequeños suelen ver a los mayores con una mezcla de sensaciones; por un lado, intuyen que son como ellos, van juntos a clase, tienen profesores, tienen recreo, a veces van con libros… Y por otra parte, los ven muy grandes, entran y salen con independencia y disfrutan de mayor libertad de movimientos.

Pero mayores y pequeños no se relacionan. Para los pequeños, los mayores son los mayores y punto. No obstante, unos van a acabar recorriendo el camino que los otros están a punto de culminar y no les viene mal un poco más de contacto. Todo lo que esos mayores hacen, dicen, comentan, suele tener un ascendente fuerte sobre los pequeños (en definitiva, son ellos mismos dentro de unos años). Pero no se trata de juntarlos en el patio. Lo que podemos hacer es aprovechar esa influencia, ese ascendente, esa mezcla de lejanía y cercanía, de admiración y de desdén, para incorporar nuevos modelos de intervención educativa.

Comenzamos animando a algunos mayores a entrar en las aulas de los pequeños para que, mediante alguna actividad, la distancia de edad se diluyera y se pudiera crear un clima en el que enseñanza y aprendizaje fuesen compartidos.

Y aquí apareció el recurso didáctico del cuento: cuentos infantiles modernos contados por chicos mayores. Buscaríamos afinidad en las emociones que pudieran experimentarse, unos, desde el recuerdo y otros, por primera y maravillosa vez… pero todos participando de la magia de la narración oral. La temática de estos sería una historia de la que extraerían una enseñanza relacionada, unos con la no violencia: no pegar a otros niños, no romper las cosas cuando nos enfadamos; otros, ensalzando valores como el compañerismo, el altruismo. Incluso cuentos para mamás y papás perezosos a la hora de leer un cuento antes de acostarse.

¿Por qué el cuento? Porque es un medio sencillo y eficaz de establecer una corriente de afecto entre el narrador y su auditorio. Aunque el ideal hubiera sido “contar” y no leer, en esta primera experiencia los cuentos fueron leídos. El cuento porque inicia la sensibilidad hacia la belleza y permite a los más pequeños traducir sus fantasías en palabras. El cuento porque se introduce en los conflictos psicológicos de los niños y da salida a angustias y miedos que son exorcizados por la acción de los personajes. El cuento porque invita a mantener la atención y la concentración, a empatizar con diversas situaciones y a valorar las consecuencias de nuestros actos.

Si seguimos creyendo que aprender a ser persona, a pensar y a convivir, son los pilares básicos de una educación para el futuro, el hecho de que los adolescentes puedan participar en la consolidación de esos pilares en los más pequeños, es una oportunidad que no debemos desaprovechar, sea a través de los cuentos o de otras iniciativas educativas.