Sororidad, feminismos y sociedad joven

 

Actualmente, la igualdad de género y la lucha contra la violencia de género están empezando a recibir la importancia que merecen, y esto no es gracias a otra cosa que no sea el feminismo.

Pero espera… ¿Qué es el feminismo?

El feminismo es el conjunto de movimientos, corrientes culturales, políticas, económicas y sociales que buscan y luchan por la liberación de la mujer, su empoderamiento y la reivindicación de sus derechos.

Esta corriente se ve presente desde la Edad Media, con casos aislados y mujeres guerreras; sobre el año 1792, Mary Wollstonecraft convierte estas ideas en un libro que reivindica los derechos de la mujer. De ahí hasta ahora el feminismo ha dado grandes pasos y ha avanzado muchísimo, claro está que no nos lo han puesto fácil, pero la pregunta crucial y verdaderamente importante es: ¿cómo ven lxs jóvenes de hoy en día este movimiento?

Cada vez somos más las niñas que alimentamos nuestras mentes con conceptos feministas, libros, blogs… etc. Incluso muchas influencias de Internet hacen que nos interesemos por el tema. Cada vez somos más las niñas que nos cuestionamos por qué son más o menos respetadas según el tamaño de su falda, cada vez somos más las niñas que nos cuestionamos por qué llaman puta a su amiga por maquillarse, cada vez somos más las niñas que ayudamos a nuestras compañeras en los baños de discotecas o nos acompañamos por la calle cuando es de noche. Esto se debe a un arma que nos hemos otorgado a nosotras mismas, este arma se llama Sororidad.

La sororidad, del latín, soror, sororis, hermana, hermandad, es el hermanamiento femenino, la solidaridad entre mujeres en el contexto patriarcal. He de aclarar que, el patriarcado es un sistema cultural, económico, político y social que coloca al hombre por encima de la mujer en todos estos aspectos; por ejemplo nuestra sociedad está regida por un sistema patriarcal. Imaginaos que una mujer se vea asesinada por su ex marido por “celos” NO es un caso aislado, es el patriarcado que nos coloca en una posición inferior. La diferencia de salarios, el acoso callejero, los micromachismos y las relaciones tóxicas, ¿os suenan? Absolutamente todo esto es el patriarcado.

La sororidad nos ha ayudado a luchar contra el patriarcado, porque estamos cansadas de tener que discutir entre nosotras por un hombre, estamos cansadas de caminar con miedo por la calle y tener que soportar “piropos” que en ningún momento hemos pedido. Y esto nos ha ayudado a abrir los ojos, a quitarnos la venda, desde las personas más mayores hasta las adolescentes actuales, y ahora que estamos despiertas y de la mano, nos toca luchar.

Pasito a pasito todas las edades van impregnándose de feminismos y equidades, sobre todo las mujeres. Pero esto no vale de nada si no actúa la raíz del problema: el patriarcado.

La cosa en los institutos no ha cambiado, siempre están los que llaman guarra o puta a una chica por hacer lo que quiere con su propio cuerpo, por ponerse la falda más corta, por pintarse los labios de un rojo más fuerte que sus propios miedos. Sin embargo, estas personas suelen ser el perfil de hombres babosos que se mueren por este tipo de chicas fuertes, independientes y de faldas menos cortas que los cerebros de los mismos que se arrastran tras de ellas.

También están los típicos que acallan nuestras ideas y nos tachan de histéricas, que no nos dejan jugar al futbol con la justificación de que somos malas cuando realmente quieren decir que es porque somos chicas. Claro que como hagas algo mejor que ellos, se sentirán atacados y se pondrán a la defensiva, por no hablar de las pullitas que se mandarán entre ellos con frases como “pero si te ha ganado una chica”.

No podía terminar este artículo sin nombrar a la clase de hombres que por cualquier reivindicación feminista o si saltas a defender a una compañera porque la han tachado de guarra o loca te llamará: FEMINAZI.

A mí personalmente me lo llamarán una vez al día o así, y es verdad que al principio te sientes dolida, porque sabes que lo que haces está bien, pero no entiendes por qué te juzgan o por qué te tratan así. Finalmente, cuando te acostumbras a esa palabra “feminazi, feminazi, feminazi, feminazi, feminazi…” te causa gracia, al escucharla tantas veces sin ninguna justificación posterior, termina pareciéndote ridículo que comparen un holocausto de hace 60 años en el que mataron a millones de personas inocentes con una chica que exige que la respeten por hacer lo que quiere con su propio cuerpo, que para algo es suyo. En este grupo también están los que dicen que eres feminista por moda, y que las feministas de antes sí que luchaban por cosas; esto es fácil de llevar con que menciones que las feministas de antes quemaban edificios, con que menciones que la cantidad de feminicidios en España este año ha sido de 681 mujeres asesinadas a manos de crueldad e ignorancia y, cómo no, del patriarcado.

Por último, están los chicos que comprenden que existe una desigualdad entre hombres y mujeres, pero que “no es para tanto” y que poco a poco irán abriendo los ojos. Estos chicos son los hombres que quieren ser feministas, y está bien, pero no terminan de comprender que no necesitan tener espacio en el feminismo. Necesitan tomar el espacio que tienen en la sociedad y hacerlo feminista.

Lo que la mayoría de los chicos de mi edad (13, 14 años), no comprenden es que el feminismo lucha por nosotras, pero no se dan cuenta de que a ellos también les beneficia. Gracias al feminismo, ellos podrán llorar sin ser llamados “maricones”; gracias al feminismo, ellos no tendrán por qué sentirse el sostén de la familia; gracias al feminismo, ellos podrán trabajar en lo que quieran y no solo en trabajos “para machos”, gracias al feminismo, ellos podrán vestirse como les dé la gana sin buscar una masculinidad inexistente; gracias al feminismo, ellos no tendrán que sentir vergüenza si una mujer les invita a cenar; y gracias al feminismo, podrán dejar de sentirse cargados de prejuicios y expectativas masculinas y de súper héroes.

Todo esto se conseguirá cuando los constructos sociales de la masculinidad y la feminidad se desmonten. Porque estoy segura de que los chicos están hartos de tener que ser fuertes, valientes, desafiantes; y al vivirlo en mi misma piel, las chicas estamos cansadas de tener que ser delicadas, tener un lenguaje correcto, vestir bien y arreglarnos.

Las chicas de mi edad también queremos liberarnos de constructos sociales y que la gente se dé cuenta de que tenemos poder sobre nuestro propio cuerpo: que si te depilas, es porque tú quieres y si no lo haces, porque no te da la gana; que si te maquillas es porque quieres hacerlo por ti, no por nadie más.

Y finalmente, lo único que va a lograr que todas nosotras nos desatemos de las cadenas, es el amor propio, y saber una cosa crucial en la vida, sin importar tu aspecto, tu talla, tu raza, tu edad: “Nadie me sabe querer como yo me quiero”.