Barcelona Inclusiva 2017

 

Saber cuál es el tipo de sociedad que queremos es una pregunta fundamental para entender cuáles deben ser nuestras prácticas educativas. Esta idea vertebraba el II Congreso Internacional de orientación para la Inclusión celebrado el pasado noviembre en Barcelona. Hasta allí nos desplazamos varios representantes de los tres colegios de FUHEM para aprender, compartir miradas y recoger nuevas ideas y experiencias.

Fueron tres días intensos donde la palabra inclusión fue la protagonista de todas las ponencias; estructurando una reflexión colectiva producto de las acciones llevadas a cabo, no exclusivamente en el terreno educativo, sino en otros ámbitos como el cultural, sanitario, urbanístico, laboral, económico, social…

La diversidad es nuestro contexto, es el medio en que nos desenvolvemos como personas, por lo tanto, en la escuela esa diversidad debe estar presente para ir conformando el tipo de sociedad que queremos alcanzar. Hay que alejar conceptos predominantes, pero erróneos, donde el término capacidad se asemeja a la funcionalidad de la mayoría, debemos aspirar a que todas las personas tengan las mismas posibilidades.

FUHEM tuvo una participación brillante en el congreso, representada a través del discurso apasionado de Yayo Herrero y las voces de nuestro alumnado adolescente, traídas de la mano de Víctor Rodríguez, contribuyendo a completar la mirada colectiva que nos debe llevar a luchar contra la desigualdad y no contra la diversidad. Alumnas de Lourdes, aunque podían haber sido de cualquier otro centro, cuyo testimonio podéis ver en este video que proyectamos en el congreso.

Las pequeñas prácticas educativas que se incluyen en el día de día de nuestros centros nos acercan a la idea de sociedad en la que queremos vivir, cercana al otro, respetuosa con la diversidad y valiente contra la injusticia. No podemos educar si no es de forma inclusiva.

El papel de la orientación, que en muchas ocasiones se cuestiona desde la necesidad más inmediata y desde miradas individualistas, es determinante en la construcción de una educación inclusiva. El modelo de orientación que categoriza al alumnado y se basa en el déficit, está alejada de este objetivo. La labor de la orientación debe desarrollarse desde la perspectiva social-educativa y no es una acción que se construya sobre un individuo, sino sobre un escenario, sobre las condiciones.

Los centros educativos tienen el deber de crear un mundo más justo. No podemos olvidar que la escuela es una parte de la sociedad y así debe actuar, interrelacionada con su entorno y donde los valores deben ser el motor de acción de sus prácticas. La educación debe desarrollar un compromiso contra la exclusión, fomentando un ideario que sitúe la vida en el centro y que hable de ecodependencia e interdependencia del ser humano hacia el otro y hacia la naturaleza.

Un mundo más justo debe incluir a todos y a todas; la mirada, la voz, el pensamiento de cada uno suma, no resta; y es necesario para alcanzar un modelo de vida solidario, sostenible, equitativo, que posibilite una convivencia y vivencia feliz de todas las personas.