Minorías que engrandecen
Este texto da cuenta del encuentro que tuvo lugar en Hipatia con familias que viven en la Cañada Real Galiana, algunos de cuyos hijos e hijas estudian en nuestro centro. Conocerse y aprender del otro, de la riqueza de la diversidad. Esa es la premisa de un camino que no ha hecho más que empezar.
Autora: Lourdes Delicado Losa. Coordinadora de Primaria. Hipatia
La necesidad de incorporar a las familias como tarea conjunta y vivenciada desde la significatividad ha sido siempre imprescindible por parte de las personas que integramos el Proyecto de Hipatia. Si esa incorporación, además, nace del compromiso de este nuevo equipo directivo hacia una escuela que acoge, que incluye y que integra desde las peculiaridades personales, sociales o étnicas, cualquier situación de intercambio es vivida como oportunidad de crecimiento conjunto.
Una de esas oportunidades fue generada el pasado día 14 de noviembre con la reunión celebrada junto a las familias de la Cañada Real Galiana, una antigua vía pecuaria en desuso desde los años 50 y en la que se han asentado viviendas e infraviviendas que acogen a la minoría del alumnado magrebí matriculado en nuestro centro. El encuentro recorrió desde los aspectos relacionados con las ayudas y la gestión administrativa de las mismas, al establecimiento de un espacio compartido en el que definir y construir conjuntamente cuestiones relativas a los métodos de aprendizaje que acerquen valores, a la gestión de los canales de participación y al intercambio real de aspectos de su propia cultura para su incorporación en las dinámicas cotidianas de nuestro Centro.
José Mª Fernández Batanero, doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla, menciona en algunos de sus escritos que educar colectivamente a gentes de diferentes culturas implica: “trabajar para conseguir un espacio cultural común, que no suponga pérdidas de identidad, sino enriquecimiento de ésta y apertura mental y vital a lo diferente”.
Desde el equipo que conformamos en Hipatia, pensamos que esta apertura quizá podría traducirse en no perder de vista al individuo, a la persona, a los valores de la propia identidad que quedan concentrados en espacios comunes, dotados de la propia riqueza que imprime cada una de esas identidades por sí mismas. Esa es la riqueza que en Hipatia queremos identificar: los espacios comunes de personas, por y para las personas. Lugares compartidos desde el encuentro, el diálogo, la participación y la emoción. Minorías que nos engrandecen.
Caminar desde Hipatia hacia la construcción constante de estos espacios se ha iniciado con este encuentro, al que seguirán otros, fruto del propio reclamo que ofrece el vínculo construido. Continuaremos esta andadura avanzando en la definición de líneas de trabajo que acerquen valores y que respondan a diferentes intereses y motivaciones, constituyendo una oportunidad real de aprendizaje para todos y todas.
“No existe ningún libro que pueda sustituir a la persona. Ni tampoco existe lectura que pueda sustituir la relación humana que comunica una vivencia, una experiencia. Para crecer educativamente hace falta crear relaciones, perder el tiempo, comunicar con los gestos, con las palabras y con las miradas, percibir el humor, los sabores, los olores, las emociones, utilizar las manos, la sonrisa, el corazón, el tiempo…”. Gianfranco Zavalloni (La Pedagogía del Caracol).
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