Green New Deal

El Green New Deal no debe vincularse al crecimiento económico

Giorgos Kallis

Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, núm. 146, verano 2019, pp. 107-116.

Traducción: José Bellver1

La conjunción de la crisis climática y las problemáticas socioeconómicas (aumento de la pobreza, desigualdades, deuda, austeridad, etc.) han puesto sobre la mesa distintas propuestas políticas que, según la forma en que se planteen, pueden o no ser compatibles.  Una de ellas es la propuesta de un nuevo New Deal verde, cuya idea ha sido mantenida viva en estos años por académicos como el economista Robert Pollin, y que está siendo retomada y formulada como proyecto de ley de Green New Deal (GND) por la parlamentaria demócrata americana Alexandra Ocasio-Cortez en EEUU. En este artículo, Giorgos Kallis, un académico de referencia en la defensa del decrecimiento, discute algunos de los postulados de Pollin, subrayando que el GND no debe ser una agenda diseñada para combatir el cambio climático exclusiva- mente, que de paso permita recuperar el crecimiento económico; sino que debe plantearse como una agenda política para la izquierda verde que permita limpiar la producción, pero también reducir y transformar el consumo, desarrollando en el camino las capacidades para desvincular el bienestar del crecimiento.

El proyecto de ley sobre Green New Deal (GND) es un audaz plan de movilización de 10 años para convertir a los EEUU en una economía de cero emisiones de carbono.2 Si queremos alterar el actual estado de complacencia respecto a la degradación del clima, intervenciones valientes y ambiciosas como esta son necesarias, en los EEUU y en otros muchos lugares. Los académicos, como el economista Robert Pollin, que mantuvieron viva la idea de un GND en los últimos años y proporcionaron estudios para respaldarla, deben ser felicitados por sus esfuerzos.

Desde hace años, Pollin ha propuesto su versión simplificada de un GND, una inversión de entre el 1,5% y el 2% del PIB mundial anual para aumentar la eficiencia energética y expandir la energía limpia y renovable.3 Este sería el momento para que celebrase que su causa ha sido aceptada y contribuyese a resolver los detalles de la misma. Sin embargo, en lugar de eso, elige enfocarse en las diferencias entre su propuesta y una “agenda del decrecimiento”, que encuentra “absolutamente irrealista” –una pérdida de tiempo para la izquierda en el mejor de los casos y peligrosamente antisocial en el peor.4 Mientras que este no es el momento de rizar el rizo, la insistencia de Pollin en el decrecimiento es inadvertidamente productiva. Nos permite ver un punto delicado en la narrativa del GND, y es que corre el riesgo de reproducir –a menos que esté cuidadosamente enmarcado– la ideología hegemónica del crecimiento capitalista, que ha creado el problema del cambio climático en un primer lugar.

Para empezar, Pollin nunca explica por qué el crecimiento es un ingrediente necesario para su propuesta. No está claro por qué tiene que argumentar que un GND sea bueno para el crecimiento en lugar de simplemente abogar por reducir el consumo de carbono al tiempo que satisface las necesidades y fomenta el bienestar. La única razón por la que establece su preferencia por el crecimiento es que «niveles más elevados de PIB significarán de igual modo canalizar un nivel más alto de inversión hacia proyectos de energías limpias».5 Si Pollin realmente quiere decir que comparte «los valores y preocupaciones de los defensores del decrecimiento», entonces simplemente podría ajustar su modelo y llegar a una cantidad fija de inversión (independientemente del PIB) que produjese la misma descarbonización. Unos niveles mayores de PIB no solo conducirán a niveles más altos de inversión “limpia”, sino también a niveles más altos de inversión “sucia” –y de hecho la mayoría de la inversión es “sucia”. Un crecimiento del 1% en el PIB lleva a un aumento de 0,5 a 0,8% en las emisiones de carbono,6 y esta es una relación estadísticamente robusta (la inversión en energía limpia no tiene un efecto estadísticamente significativo en las emisiones, aunque, por supuesto, esto podría y debería cambiar en el futuro). Si seguimos creciendo al 3% al año, para 2043, la economía global será dos veces más grande de lo que es ahora. Es difícil imaginar la creación de una infraestructura de energía renovable para la economía existente en un corto período de tiempo, y mucho menos hacerlo para una economía que es dos veces más grande. Cuanto menor sea nuestra producción económica, más fácil será la transición.

Es posible que Pollin haya optado por enfatizar el crecimiento porque los new deals tienen que ver con el crecimiento. Pero un GND no tiene que ser como el viejo New Deal. Pollin no sugiere que su programa de inversiones deba financiarse con gastos deficitarios, ni que sea un estímulo de corta duración, reembolsado vía crecimiento. Una inversión a un nivel del 2% del PIB no necesita gastos deficitarios; si se asume la voluntad política para tal programa, podría financiarse reemplazando inversiones sucias o socialmente inútiles (y hay muchas, empezando por el armamento). Si no hay gasto extra y deuda, entonces no hay necesidad de estimular el crecimiento para devolverlo.

Ahora bien, en algunos puntos de su artículo para la New Left Review, Pollin parece sugerir que el crecimiento es un resultado de su propuesta, no una meta o condición previa.7 Afirma que «en términos contables», el crecimiento de las inversiones en energía renovable «contribuirá a incrementar el PIB». Pero incluso en términos contables, sin gasto deficitario, no hay razón para que un programa de inversiones limpias de lugar a un crecimiento del PIB, dado que el 2% que vaya a energías renovables hubiera ido si no a alguna otra inversión en su lugar.

Además, la economía no es una convención contable. Podríamos también imaginarnos un gasto presupuestario elevado en cavar y rellenar agujeros –esto podría servir como un estímulo temporal en un período de baja liquidez y baja demanda, pero obviamente no es una receta para el crecimiento sostenido. Pollin escribe en su texto que «construir una economía verde implica actividades más intensivas en mano de obra» y que el sector privado no invierta en energías renovables porque tienen bajos márgenes de beneficio. Cambiar los recursos financieros de los sectores de alta productividad y alta rentabilidad a los de baja productividad no es una receta para el crecimiento. La productividad energética de las energías renovables también es menor que la de los combustibles fósiles.8 Es poco probable que una economía de baja productividad, bajas tasas de ganancia y bajos rendimientos de energía sea una economía de mayor tamaño y que crezca. Y eso está bien, ya que nuestra prioridad en este momento debería ser descarbonizar, no hacer crecer la economía. Pero Pollin vincula innecesariamente lo primero con lo segundo.

Tal vez Pollin tenga razón, y yo me equivoco. Tal vez un programa masivo de energía limpia terminaría estimulando el crecimiento. Sin embargo, sería un error vender un programa para estabilizar el clima con la promesa del crecimiento. ¿Qué pasa si no produce crecimiento? ¿Abandonamos la descarbonización? Y dado que el cambio climático no es el único problema con el crecimiento, hay buenos motivos por los que no podemos permitirnos un mayor crecimiento, incluso aunque este fuera impulsado por la energía solar.

Los economistas tienden típicamente a justificar el crecimiento en términos de lucha contra la pobreza o en favor de la estabilidad. Pollin innova aquí al justificarlo en nombre del cambio climático. Y esto viene de alguien que ve la irracionalidad del crecimiento perpetuo.

La narrativa del Green New Deal se arriesga a reproducir la ideología hegemónica del crecimiento capitalista, que ha creado el problema del cambio climático en primer lugar.

El crecimiento compuesto es lo que el académico marxista David Harvey llama un “mal infinito”.9 Para Harvey, el requisito del crecimiento compuesto por parte del capitalismo es la más letal de sus contradicciones.10 Harvey señala la irracionalidad de esperar que la demanda, la inversión y las ganancias se dupliquen cada 24 años (esto es a lo que equivale un crecimiento del 3% anual), se cuadruplica cada 48, crece ocho veces más cada 72, ad infinitum y ad absurdum.

Considérese lo siguiente: 65% de las emisiones antropogénicas provienen de combustibles fósiles.11 El 35% restante proviene de cosas como los cambios en los usos del suelo, el agotamiento del suelo, los vertederos, la ganadería industrial, la producción de cemento y de plástico. Incluso si el mix energético estuviera compuesto al 100% por energía limpia y continuáramos duplicando el tamaño de la economía cada 24 años, volveríamos a nuestros niveles de emisiones existentes en poco tiempo. Así de irracional es la búsqueda del crecimiento compuesto.

La crisis climática amenaza ahora con poner fin a este absurdo. Pero no se trata solo del clima; la pérdida de biodiversidad a través de la extinción masiva, el cambio en el uso de la tierra y la extracción de recursos están directamente relacionados con el crecimiento económico. A pesar de que afirma lo contrario, no hay perspectivas de lo que Pollin llama “desacoplamiento absoluto” o una reducción de estos impactos mientras la economía crece.12

Es fantasioso pensar que hay un tipo de crecimiento neoliberal que es malo y otro tipo de crecimiento que podría ser inclusivo, progresista, limpio, etc. El crecimiento es un proceso integrado, y no importa lo que afirmen los ideólogos del crecimiento, no es una prueba de que podamos hacer crecer la economía al hacer crecer selectivamente los “bienes” al tiempo que disminuimos los “males”. El armamento, la publicidad, los combustibles fósiles, la obsolescencia programada y los residuos de todo tipo forman parte integral del crecimiento capitalista. Desde sus inicios en la Gran Bretaña colonial, el crecimiento se ha visto impulsado por el intercambio desigual de mano de obra y recursos entre los centros imperiales y las periferias internas y externas.13 El crecimiento requiere la inversión de excedentes para la creación de más excedentes. Y este excedente se crea explotando al trabajo asalariado y apropiándose del trabajo no remunerado de las mujeres, el trabajado migrante y la naturaleza.14 El desplazamiento de los costes en el espacio y el tiempo también ha sido central. El acceso a mano de obra y recursos de bajo coste es vital para el crecimiento económico; si los insumos se vuelven caros, la economía se ralentiza.

Pollin afirma que el crecimiento se estancó porque el neoliberalismo dio prioridad a los intereses de los ricos. Los recortes brutales de las políticas de ajuste estructural y la austeridad neoliberal, sin embargo, siempre se hicieron en nombre del crecimiento. La promesa del crecimiento permitió comprar la paz social que necesitaba el proyecto neoliberal. Incluso si el resultado real fue la concentración de la riqueza en medio de unas tasas de crecimiento anémico, esto nos dice algo útil acerca de los peligros de una “política de crecimiento”.

Pollin sostiene también que no podemos permitirnos el lujo de soñar con que otro mundo es posible, no ahora, porque el cambio climático es urgente y «no podemos darnos el lujo de desperdiciar tiempo en enormes esfuerzos mundiales para luchar por objetivos inalcanzables». Se nos pide que aceptemos que la única alternativa posible es el capitalismo, y que cuestionar el capitalismo y su destructiva búsqueda del crecimiento es una lujosa pérdida de tiempo. ¿Si no es ahora, entonces cuándo?, cabría preguntarse.

Erik Swyngedouw ha advertido contra la tendencia despolitizante del reduccionismo del carbono, es decir, reducir toda la política a una cuestión de su efecto sobre las emisiones de carbono, especialmente cuando se combina con reclamos de urgencia.15 Por supuesto, el cambio climático es un gran problema, pero no es el único problema en cuyo servicio debemos detener otras aspiraciones. Y el cambio climático no es un problema independiente con una solución técnica; es un síntoma del sistema más amplio que lo produce. La reducción del cambio climático a una cuestión de buscar una solución de inversión que hace Pollin es atractiva porque hace que el problema parezca manejable; pero el cambio climático no es un problema técnico. El cambio climático es un problema político, en el sentido real de la palabra política, esto es un problema que involucra visiones que compiten con el mundo en el que queremos vivir.

El cambio climático es un problema político, es decir, un problema que involucra visiones en conflicto acerca de la clase de mundo en el que queremos vivir.

Ahora bien, Pollin tiene una preocupación válida en cuanto a que una agenda de decrecimiento implicaría una reducción del PIB, lo que implica muchos problemas, entre otros, el aumento de la pobreza, la desigualdad, las deudas, la austeridad, etc. Seríamos tontos si ignoráramos esos riesgos. En una economía capitalista, destinada a crecer o colapsar, el crecimiento es fundamental para la estabilidad del sistema. Pero el crecimiento también es explotador y autodestructivo. ¿Deberíamos apoyar el capitalismo para siempre, solo porque un capitalismo en colapso es peor para los trabajadores que un capitalismo al que le va bien?

Aquellos de nosotros que escribimos sobre decrecimiento no abogamos por una reducción intencional del PIB (somos los primeros en criticar el PIB, ya que mezcla “bienes” con “males” y no contabiliza el trabajo no remunerado). Tal vez Pollin esté confundido porque afirmamos que hacer las cosas bien, ecológica y socialmente, probablemente ralentizará la economía según lo medido por el PIB. O porque argumentamos que ciertos sectores de la economía actual que son fundamentales para su expansión (armamento, publicidad, bienes de consumo innecesarios, finanzas especulativas, etc.) deberían contraerse. Dado lo unida que está la economía capitalista al crecimiento, esto plantea la pregunta de cómo, o bajo qué condiciones, podemos asegurar el bienestar humano y la igualdad sin crecimiento. Esta es una gran pregunta de investigación, que involucra modelos económicos, estudios históricos y etnográficos, y una evaluación de posibles reformas institucionales, como el reparto del trabajo, una renta básica garantizada o un impuesto sobre la renta máxima. También constituye una agenda política para la izquierda, para desarrollar las capacidades para desvincular el bienestar del crecimiento.

Pollin afirma que aquellos que escriben sobre el decrecimiento no ofrecen un programa específico para combatir el cambio climático. Hablando por mí mismo, no creo que tenga que agregar más a las excelentes propuestas que ya han hecho el propio Pollin, Naomi Klein y muchos, muchos más. El problema con el cambio climático no es que nos falten ideas sobre lo que debe hacerse. El problema es que no lo estamos haciendo. Lo que ofrecemos desde una perspectiva de decrecimiento es un diagnóstico diferente de por qué no lo estamos haciendo. Argumentamos que esto se debe a que existe un choque fundamental entre la búsqueda del crecimiento y la mitigación climática por parte del capitalismo. Las buenas políticas climáticas no se adoptan debido a su potencial impacto sobre el crecimiento, al tiempo que el crecimiento está superando los avances logrados por la energía renovable. Nuestra contribución es abrir el debate sobre las alternativas al crecimiento.

En la comunidad climática, las personas tienen sus ideas favoritas. Algunos quieren un impuesto al carbono16 y otros quieren un dividendo del carbono17 (un impuesto que se devuelve como renta básica). Algunos quieren bonos verdes,18 otros un Green New Deal.19 Es seguro decir que, si queremos descarbonizar la economía a una tasa requerida sin precedentes, todas estas ideas serán necesarias. Pero la descarbonización no es solo una cuestión de agregar energía solar y eólica al mix energético, sino también de eliminar la energía fósil. Esto requiere legislación y compromiso político junto con la lucha para detener los proyectos de extracción de combustibles fósiles y las minas de carbón, y desinvertir en las compañías petroleras.

Pollin sugiere que una inversión del 2% del PIB en energía limpia y eficiencia será suficiente por sí sola,20 pero hay razones para ser escépticos sobre tal afirmación. Me encantaría que Pollin tuviese razón, pero he leído a otros científicos e ingenieros del clima con buena reputación que son mucho más reservados que Pollin sobre la posibilidad de un 100% de fuentes renovables.21 Están los problemas con la intermitencia de la energía solar y eólica,22 y sus enormes necesidades de almacenamiento (una de las principales soluciones contempladas, el almacenamiento como energía hidroeléctrica, requiere una represa dramática de los ríos restantes: una pesadilla ambiental).23 Existen las emisiones involucra- das en los combustibles utilizados durante una transición a la energía renovable, que podría ser suficiente por sí sola para superar el presupuesto de carbono restante. Está la cuestión de los minerales de tierras raras necesarios para la construcción de paneles solares y baterías, minerales que son escasos y que se extraen de áreas y comunidades que ya padecen nuestra insaciable hambre de materias primas.24 Está la cuestión del uso de la tierra y el impacto en los paisajes. Como es común en estos debates técnicos, Pollin prefiere los datos favorables a su argumento. Pero estaría de acuerdo, creo, en que la imagen es muy complicada e incierta, cuanto menos.

No me gusta ser un escéptico en el contexto político actual donde las energías renovables enfrentan una batalla cuesta arriba contra los lobbies de los combustibles fósiles y la energía nuclear. Desearía que un futuro 100% renovable fuera posible y fuera tan inofensivo como piensa Pollin; pero nuestra experiencia con las soluciones tecnológicas anteriores sugiere que debemos estar del lado de la precaución, tanto por las promesas incumplidas como porque siempre hay efectos secundarios y costes imprevistos. Incluso si los costes ambientales y sociales de la energía renovable no son tan altos como algunos escépticos piensan, tampoco son insignificantes, y con un crecimiento compuesto, incluso un impacto insignificante crece rápidamente hacia infinito. Cuanto más bajo sea el nivel de uso de energía y cuanto menor el tamaño de la economía, más fácil será descarbonizarla, y menores serán los impactos causados en el camino. No hay razón para que alguien preocupado por el clima y el medio ambiente promueva el crecimiento económico.

Además, Pollin no proporciona evidencia de que la escala de inversión que él propone cumplirá su función. Por supuesto, no ha habido una inversión así de masiva en el pasado, por lo que es difícil evaluar su efecto potencial. En la campaña electoral, el candidato Obama prometió 150.000 millones de dólares en un período de 10 años.25 En 2009, la Ley de recuperación y reinversión de los EEUU proporcionó un estímulo económico de 90.000 millones de dólares en inversiones estratégicas de energía limpia e incentivos fiscales para promover la creación de empleos y el despliegue de tecnologías de baja emisión de carbono, prometiendo apalancar aproximadamente 150.000 millones de dólares en fondos de capital privados y otros fondos no federales para inversiones en energía limpia. Las emisiones de combustibles fósiles disminuyeron un 11% entre 2007 y 2013,26 pero esto no fue un resultado del crecimiento de las energías renovables (a pesar de una triplicación de la energía eólica y un aumento de 30 veces en la energía solar durante la presidencia de Obama),27 sino principalmente un efecto secundario de la recesión, los altos precios de la gasolina y, en menor medida, un cambio del carbón al gas natural.28

Cuanto más bajo sea el nivel de uso de energía y cuanto menor el tamaño de la economía, más fácil será descarbonizarla, y menores serán los impactos causados en el camino

En 2009, Corea del Sur anunció un plan de creación de empleos tipo Green New Deal de 381.000 millones de dólares invertidos durante un período de cuatro años, dedicados a proyectos ambientales para estimular el menguante crecimiento económico y crear un millón de empleos.29 Las emisiones de Corea fueron un 15% más altas en 2014 que en 2008. Pollin se refiere a Alemania como «la economía avanzada más exitosa en el desarrollo de su economía de energía limpia». Las emisiones alemanas en 2014 casi no han cambiado desde 2009. Han caído un 20% desde 1992, y tras el colapso de la industria en Alemania del Este. Y aun así, en términos per cápita, son un 80% más altas que el promedio mundial. Si todo el mundo consumiera tanto como el “exitoso” caso de Alemania, las emisiones globales de carbono sería casi el doble.

Naomi Klein escribió que el cambio climático “lo cambia todo”. Pollin nos dice que no tiene que cambiar nada, excepto el 2% del PIB. Seguiremos volando, comiendo carne, conduciendo coches a hogares suburbanos, volando helicópteros y jets, con la única diferencia de que todo esto estará alimentado por electricidad limpia. No volveré a debatir los hechos y la viabilidad de esta visión, así que en lugar de eso simplemente señalaré que intuitivamente esto no tiene sentido para la gente, y no lo tiene porque no hay que ser científico para entender lo mucho que nuestro estilo de vida actual depende de los combustibles fósiles. Los que niegan el cambio climático lo saben y los que luchan por la justicia climática también lo saben. Para detener el cambio climático, no solo necesitamos limpiar la producción, sino también reducir y transformar el consumo. Necesitamos transporte público gratuito, nuevas dietas, modos de vida más densos, viviendas asequibles cerca de donde se encuentran los empleos, alimentos cultivados más cerca de donde se consumen, reducción del tiempo de trabajo y los desplazamientos, formas de vida y de satisfacción de bajo consumo, restricciones sobre los ingresos excesivos y sobre el consumo ostentoso. No es que el GND sea una agenda diseñada para combatir el cambio climático solo; es una agenda de la izquierda verde que deberíamos seguir, aunque no hubiera cambio climático. Y debemos perseguirlo independientemente de si es o no “bueno para la economía”, porque ponemos a las personas antes que a la economía.

Para detener el cambio climático, no solo necesitamos limpiar la producción, sino también reducir y transformar el consumo.

El proyecto de ley del Green New Deal va en la dirección correcta y sus diferencias con la propuesta más restringida de Pollin son informativas y mucho más cercanas a lo que estoy discutiendo aquí. El proyecto de ley no solo compromete fondos para energías renovables, sino también para infraestructuras sanitarias, de vivienda y medioambientales. Cuenta con disposiciones para la seguridad económica, similares a los planes de empleo garantizado y renta básica, disposiciones que serán vitales si queremos asegurar el bienestar sin crecimiento. Por supuesto, el proyecto de ley no habla explícitamente sobre postcrecimiento o decrecimiento, y no cuestiona los patrones de consumo predominantes tanto como a alguien como yo –en su posición académica y no involucrado en políticas parlamentarias– le hubiera gustado; pero el consumo seguramente también cambiaría si los servicios públicos se ampliaran en la medida prevista en el proyecto de ley. Es importante destacar que, a diferencia de Pollin, el proyecto de ley no enfatiza el crecimiento ni justifica el plan en términos de crecimiento.

La insistencia de Pollin, entonces, en acentuar las diferencias entre el decrecimiento y el GND es obsoleta e innecesaria. El artículo de Pollin se tituló “Decrecimiento vs Nuevo New Deal Verde”. Tal vez sea el momento de dejar de inventar más “versus” internos y hacer el arduo trabajo de construir algunos “y” nuevos. ¿Qué tal decrecimiento y Green New Deal? El oponente es formidable y lo que necesitamos son alianzas, no divisiones.

Giorgos Kallis es profesor ICREA de Ecología Política y Economía Ecológica en el Instituto de Ciencias Ambientales y Tecnología de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA- UAB).

 

NOTAS:

1 Texto original: G. Kallis, «A Green New Deal Must Not Be Tied to Economic Growth», Truthout.org, 10 de marzo de 2019, disponible en https://truthout.org/articles/a-green-new-deal-must-not-be-tied-to-economic-growth/ (Reimpreso con el permiso de Truthout.org). El autor agradece a Jason Hickel y David Ravensbergen por sus comentarios y sugerencias a un borrador anterior de este ensayo.

2 D. Roberts, «The Green New Deal, explained», Vox, 30 de marzo de 2019, disponible en: https://www.vox.com/energy-and-environment/2018/12/21/18144138/green-new-deal-alexandria-ocasio-cortez.

3 R. Pollin, «Global Green Growth for Human Development», 2016 UNDP Human Development Report THINK PIECE, disponible en: https://www.peri.umass.edu/publication/item/977-global-green-growth-for-human-development.

4 R. Pollin, «Think We Can’t Stabilize the Climate While Fostering Growth? Think Again», The Nation, 27 de octubre de 2015, disponible en: https://www.thenation.com/article/think-we-cant-stabilize-the-climate-while-fostering-growth-think-again/.

5 R. Pollin, «Decrecimiento vs nuevo New Deal VBerde», New Left Review (ed. en español), núm. 112, sep-oct, 2018, disponible en: https://newleftreview.es/issues/112/articles/robert-pollin-decrecimiento-vs-nuevo-em-new-deal-em-verde.pdf.

6 P.J. Burke, M. Shahiduzzaman y D.I. Stern, «Carbon dioxide emissions in the short run: The rate and sources of economic growth matter», Global Environmental Change, núm. 33, julio 2015, pp. 109-121.

7 R. Pollin, op.cit., 2018.

8 D.J. Murphy y C.A.S. Hall, «Year in review—EROI or energy return on (energy) invested», Annals of the New York Academy of Sciences, núm. 1185, vol. 1, 29 de enero de 2010.

9 D. Denvlr, «Why Marx’s Capital Still Matters. An interview with David Harvey», Jacobin, 7 de diciembre de 2018, disponible en: https://www.jacobinmag.com/2018/07/karl-marx-capital-david-harvey.

10 D. Harvey, Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo, Traficantes de sueños, Madrid, 2014.

11 Véase: https://www.epa.gov/ghgemissions/global-greenhouse-gas-emissions-data.

12 J. Hickel,  «Why Growth Can’t Be Green», Foreign Policy, septiembre de 2018, disponible en: https://foreignpolicy.com/2018/09/12/why-growth-cant-be-green/.

13 A. Hornborg, «Towards  an  ecological  theory  of  unequal  exchange:  articulating world system  theory  and  ecological economics», Ecological Economics, núm. 25, 1998, pp.127-136.

14 J.W. Moore, Capitalism in the Web of Life. Ecology and the Accumulation of Capital, Verso, Londres, 2015.

15 E. Swyngedouw, «Apocalypse Forever?», Theory Culture & Society, núm. 27, vol. 2, pp. 213-232, disponible en: https://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1177/0263276409358728.

16 Véase: https://www.carbontax.org/.

17 Véase: https://citizensclimatelobby.org/basics-carbon-fee-dividend/.

18 Véase: https://www.climatebonds.net/market/explaining-green-bonds.

19 Véase: https://www.congress.gov/bill/116th-congress/house-resolution/109.

20 R. Pollin, op.cit., 2018.

21 C.T.M. Clack, S.A. Qvist, J. Apt et al., «Evaluation of a proposal for reliable low-cost grid power with 100% wind, water, and solar», PNAS, núm. 114, vol. 26, 2017, disponible en: https://www.pnas.org/content/114/26/6722.

22 O. Zehner, The Dirty  Secrets of Clean Energy and the Future of Environmentalism, University of Nebraska Press, 2012.

23 T. Casey, «Unpacking All The Bad News About Renewable Energy & Energy Storage», Clean Technica, 30 de abril de 2018, disponible en: https://cleantechnica.com/2018/04/30/unpacking-all-the-bad-news-about-renewable-energy-energy-storage/.

24 Kawama, «Can the world produce enough cobalt for electric vehicles?», The Economist, 1 de diciembre de 2018.

25 D.  Roberts,  «The  details  on  Obama’s  just-released  energy  plan»,  Grist,  9  de  octubre  de  2007,  disponible  en: https://grist.org/article/obama-energy-fact-sheet/.

26 E. Adams, «U.S. Carbon Dioxide Emissions Down 11 Percent Since 2007», treehugger.com, 2 de octubre de 2013, disponible en: https://www.treehugger.com/fossil-fuels/us-carbon-dioxide-emissions-down-11-percent-2007.html.

27 D. Utech, «A Big Win for Clean Energy and Climate Change», 17 de diciembre de 2015, blog de la presidencia de Obama en la Casa Blanca, disponible en: https://obamawhitehouse.archives.gov/blog/2015/12/17/big-win-clean-energy-and-climate-change.

28 K. Feng, S.J. Davis, L. Sun y K. Hubacek,, «Drivers of the US CO2 emissions 1997–2013», Nature Communications, núm. 6, julio de 2015.

29 «South  Korea  announces  ‘green  new  deal’  for  jobs»,  Mail&Guardian,  6  de  enero  de  2009,  disponible  en: https://mg.co.za/article/2009-01-06-south-korea-announces-green-new-deal-for-jobs.

 

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