Ciudadanía activa y emergencia climática

Un estudio para la participación ambiental, la ciudadanía activa y las redes vecinales ante la emergencia climática

Cristina Contreras Jiménez

Dosieres Ecosociales, octubre 2022.

Nos encontramos en un momento histórico marcado por una profunda crisis múltiple, que abarca desde problemas económicos hasta políticos y de cuidados, así como una crisis ecológica que pone en jaque a la humanidad. Si bien aquellas son graves y urgentes, ésta marca un horizonte que no debe ser traspasado para asegurar la supervivencia de nuestra especie.

En cualquier caso, deben ser abordadas en su conjunto para asegurar la justicia social al tiempo que la sostenibilidad.

La educación ambiental y la participación son herramientas de cambio. Barrios por el clima es un proceso de participación ambiental que busca la transformación desde el compromiso, la implicación y la corresponsabilidad. En definitiva, pretende educar para la acción.

Este texto es el resultado de una investigación que parte de la hipótesis de que la participación en Barrios por el clima genera cambios hacia una mayor conciencia ambiental, que son impulsores de la transformación social, a tres niveles: personal (micro), colectivo (meso) y ciudad (macro).

Introducción

A esta crisis ecológica sin igual se suman diversas crisis sociales (económica, democrática, de cuidados, …), que se interseccionan en numerosos puntos, retroalimentándose unas a otras. A todo esto debemos dar respuesta de manera urgente desde diferentes ámbitos.

Nuestra especie siempre ha estado influenciada por el medio, pero también lo ha adaptado a sus necesidades (Novo, 1985) o, incluso, a sus deseos. El ritmo de modificación actual es tal que los ecosistemas se desequilibran. Muestra de ello es el cambio climático (en adelante, CC). Sin embargo, ni todas las comunidades o personas tienen la misma responsabilidad ante esto, ni sufren de igual manera sus efectos. Por lo que actuar es tanto una cuestión de supervivencia, como de justicia social y de ética ambiental. Es urgente, sensato, justo y ético.

La educación ambiental es una herramienta con mucho potencial, por su naturaleza política (Meira, 2006), su visión de conjunto y su praxis crítica, para hacer frente a esta situación. Y para ello debe considerar las numerosas dificultades y barreras psicosociales y de comunicación existentes, como pueden ser el coste percibido del cambio o la baja posición del CC en la jerarquía de necesidades (Meira, 2009).

La posición que ocupa esta cuestión en la jerarquía de necesidades se explica, en parte, con las crisis sociales mencionadas, que generan otras urgencias percibidas como más inmediatas. Por ello, es importante atender lo que Raworth (2013) llama «el espacio seguro y justo para la humanidad», que se encuentra entre el techo ambiental y el suelo social. Esto daría pie al debate sobre qué vidas merecen la pena ser vividas (Pérez, 2014).

El coste percibido del cambio se aborda mejor si se hace de manera colectiva.

El acompañamiento a la hora de realizar cambios en nuestras vidas ayuda a superar las dificultades emocionales (CALA, 2017), refuerza la puesta en práctica de cambios de hábitos y genera un espacio de complicidad en el que poder compartir información, experiencias e inquietudes. Es también el espacio en el que tomar decisiones que transciendan la acción individual. Y debe ir acompañado del aporte de información por quienes tienen mayor conocimiento en la materia, para ayudar a encauzar las acciones y demandas.

Todo este conjunto es transformador y encamina hacia la acción.

Desde hace tiempo, tanto la sociedad civil como las administraciones públicas han desarrollado campañas para fomentar una mejor relación del ser humano con el medio ambiente. Estas buscan concienciar para paliar los problemas generados por el propio ser humano debido a un sistema de extracción, producción y consumo que no respeta los límites de la naturaleza.

A pesar de ello, el problema se está agudizando, de lo cual no sólo la ciudadanía es responsable. La dimensión del problema puede revelarse como inabarcable cuando tratamos de hacerle frente individualmente, se enfoca en el problema en lugar de en las salidas o no se comprende y conoce correctamente.

Recientemente, Ecologistas en Acción de Córdoba ha impulsado la campaña Barrios por el clima, con el fin de llevar a cabo procesos participativos en la toma de decisiones con diferentes barrios de la ciudad para mitigar el CC y adaptarnos a las consecuencias que ya están ocurriendo.

El proyecto que abre paso al presente estudio muestra, desde el inicio, una tendencia positiva para empujar hacia la acción de sus participantes. La mayor parte de las asociaciones contactadas mostraron buena disposición para trabajar este proceso participativo para tomar medidas de adaptación y mitigación del CC; y el compromiso es constante.

Esto despierta mi interés en comprobar hasta qué punto dicho proyecto, Barrios por el clima (en adelante, BxC), despierta el compromiso para la acción; y si tiene capacidad para generar aprendizaje con esa visión de conjunto que permite hilar la justicia, la ética, la sensatez y la urgencia…

Si quieres leer el texto completo del Dosier Ecosocial, aquí tienes el acceso en formato pdf: Un estudio para la participación ambiental, la ciudadanía activa y las redes vecinales ante la emergencia climática.

Cristina Contreras Jiménez es educadora social. Dinamizadora de Barrios por el clima, coordinadora de Ecologistas en Acción Córdoba y co-coordinadora del Área de Educación de Ecologistas en Acción.

Si quieres consultar nuestros anteriores Dosieres Ecosociales.

 

Esta publicación ha sido realizada con el apoyo financiero del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD). El contenido de la misma es responsabilidad exclusiva de FUHEM y no refleja necesariamente la opinión del MITERD.