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Cerca de 690 millones de personas padecen hambre.

En 2019, 750 millones de personas, o casi una de cada 10 personas en el mundo, se vieron expuestas a niveles graves de inseguridad alimentaria.

2 000 millones de personas en el mundo no disponían de acceso regular a alimentos inocuos, nutritivos y suficientes en 2019.

Si continúan las tendencias recientes, el número de personas afectadas por el hambre superaría los 840 millones para 2030.

La COVID-19 puede añadir entre 83 y 132 millones de personas al número total de personas subalimentadas en el mundo en 2020.

A escala mundial, la carga de la malnutrición en todas sus formas sigue constituyendo un desafío.
Según las estimaciones actuales, en 2019 el 21,3% (144,0 millones) de los niños menores de cinco años
sufría retraso del crecimiento, el 6,9% (47,0 millones) padecía emaciación y el 5,6% (38,3 millones) tenía sobrepeso.

El último informe de FAO El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2020. Transformación de los sistemas alimentarios para que promuevan dietas asequibles y saludables, confirma la tendencia sobre la que se ha informado en ediciones anteriores: el número de personas afectadas por el hambre a nivel mundial ha ido aumentando lentamente desde 2014.

El informe muestra que la carga de la malnutrición en todas sus formas sigue constituyendo un desafío. Se han realizado algunos progresos en relación con el retraso del crecimiento infantil, el bajo peso al nacer y la lactancia materna exclusiva, aunque a un ritmo demasiado lento todavía. En relación con el sobrepeso infantil no se han logrado mejoras y la obesidad en adultos está aumentando en todas las regiones.

En el informe se complementa la evaluación habitual de la seguridad alimentaria y la nutrición con previsiones sobre cómo podría ser el mundo en 2030 si continúan las tendencias del último decenio. Las previsiones muestran que el mundo no está en vías de lograr el objetivo del hambre cero para 2030 y, pese a que se han realizado ciertos progresos, tampoco lleva camino de lograr las metas mundiales sobre nutrición, de acuerdo con la mayoría de los indicadores. Es probable que la seguridad alimentaria y el estado nutricional de los grupos de población más vulnerables se deterioren aún más debido a las repercusiones socioeconómicas y sanitarias de la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19).

El mundo está avanzando, pero no lleva camino de cumplir las metas establecidas para 2025 y 2030 en relación con el retraso del crecimiento infantil y el bajo peso al nacer, y solo va por buen camino de lograr la meta de 2025 relativa a la lactancia materna exclusiva.

La inseguridad alimentaria puede empeorar la calidad de las dietas y, en consecuencia, incrementar el riesgo de diversas formas de malnutrición, lo cual puede conducir a la desnutrición, así como al sobrepeso y la obesidad.

Las dietas saludables son inasequibles para numerosas personas, especialmente la población pobre, en todas las regiones del mundo. Las estimaciones más prudentes indican que más de 3 000 millones de personas en el mundo no se pueden permitir este tipo de dietas. Se estima que, de media, las dietas saludables son cinco veces más costosas que las dietas que solo satisfacen las necesidades energéticas mediante alimentos amiláceos.

El paso a dietas saludables puede contribuir a reducir los costos sanitarios y relacionados con el cambio climático para 2030, pues los costos ocultos de estas dietas saludables son menores que los de los hábitos de consumo actuales. Se prevé que la adopción de dietas saludables dé lugar a una reducción de hasta el 97% de los costos sanitarios directos e indirectos y entre el 41% y el 74% de los costos sociales de las emisiones de gases de efecto invernadero en 2030.

 

En el informe se destaca la calidad de la dieta como vínculo decisivo entre la seguridad alimentaria y la nutrición. El cumplimiento de las metas del ODS 2 solamente será posible si las personas disponen de alimentos suficientes para comer y si lo que comen es nutritivo y asequible.

Se presenta asimismo un nuevo análisis del costo y la asequibilidad de las dietas saludables en todo el mundo, por región y en diferentes contextos de desarrollo. Igualmente se presentan valoraciones de los costos sanitarios y en relación con el cambio climático asociados a los hábitos actuales de consumo de alimentos, así como los posibles ahorros si estos hábitos se modificasen en favor de dietas saludables que incluyan consideraciones de sostenibilidad.

 

El informe concluye con un examen de las políticas y estrategias para transformar los sistemas alimentarios a fin de lograr dietas saludables asequibles, como parte de los esfuerzos necesarios para acabar tanto con el hambre como con todas las formas de malnutrición.

 

Aunque el informe completo está actualmente disponible en inglés, hay un resumen en español.

A continuación ofrecemos un video de presentación del informe en inglés.

Más información sobre el informe y acceso a otros recursos, en la web de la FAO.