Entrevista a Astrid Agenjo Calderón

MONICA DI DONATO entrevista a Astrid Agenjo Calderón economista feminista extremeña, que forma parte del Grupo de investigación EcoEcoFem Economía Feminista, Ecológica y Desarrollo, en torno a su libro Economía Política Feminista: sostenibilidad de la vida y economía mundial publicado por FUHEM Ecosocial y Catarata dentro de la nueva Colección Economía Inclusiva.

 Monica Di Donato (MDD): Dentro de la economía feminista hay muchas corrientes. ¿Cuáles son las aportaciones críticas más específicas que se realizan desde la economía política feminista y cómo se ponen en diálogo con las demás (no sólo dentro del feminismo)?

Astrid Agenjo Calderón (AAC): Efectivamente la Economía Feminista (EF) es muy diversa y existe una amplia variedad de aproximaciones y niveles de análisis que, considero, varían en función de tres pilares: los diferentes enfoques epistemológicos feministas de los que parten; de la influencia de diferentes corrientes económicas a la hora de aproximarse al objeto de estudio económico; y de los diferentes enfoques políticos feministas sobre el sistema económico capitalista y los horizontes de emancipación.

Si bien, esta diversidad y amplitud de enfoques pivotan en torno a tres cuestiones centrales:

1) En primer lugar, explicitar el papel clave del «género» en la Economía, entendiéndolo como una categoría teórica central (pero ¿desde qué óptica se teorizan las relaciones de poder? ¿Y con qué implicaciones políticas?).

2) En segundo lugar, subrayar los límites de lo que se ha entendido –y se entiende– convencionalmente por «economía», tanto como actividad y como ciencia que la estudia, desvelando los sesgos androcéntricos que la caracterizan (pero ¿nos sigue sirviendo la conceptualización de «lo económico» una vez descubiertos tales sesgos? ¿Nos interesa desvelar otro tipo de sesgos que están también presentes? ¿Nos sirven las herramientas convencionales para acercarnos a los nuevos objetos de estudio?).

3) En tercer lugar, manifestar el compromiso ético-político que toda investigación feminista tiene con la transformación de un orden socioeconómico que se considera inherentemente injusto (pero, citando a Lourdes Benería, ¿consideramos que la EF constituye de una alternativa al sistema económico predominante, una proposición radical en cuanto a la igualdad de género que además propone la superación del capitalismo? ¿O se refiere sobre todo a la eliminación del patriarcado? ¿Representa un feminismo liberal o un feminismo de izquierdas?).

Las diferentes corrientes de la Economía Feminista van a responder a las cuestiones planteadas de diversas formas, lo cual nos permitiría establecer posibles clasificaciones. En este trabajo utilizo como base la diferencia que establece Amaia Pérez Orozco entre una Economía Feminista integradora y una Economía Feminista rupturista. Y la hipótesis de la que parto es que, en los últimos años, se viene observando una convergencia paulatina hacia las visiones más rupturistas en términos metodológicos. De hecho, es dentro de estas visiones rupturistas donde se encuadra la propuesta de la Economía Política Feminista que planteo en el libro.

Las ideas centrales de la Economía Política Feminista serían las siguientes:

  • Entender el género como una categoría teórica central, es decir, como una herramienta para analizar un objeto de estudio distinto a las relaciones de género, aunque siempre construidas en relación al género (imbricadas  a su vez en una intersección de relaciones de poder);
  • Entablar diálogo con otros enfoques económicos heterodoxos que, con vocación inclusiva, tratan de poner las condiciones de vida en el centro de la economía;
  • Un posicionamiento crítico no solo con la ciencia económica convencional, sino con el tipo de sistema económico que ésta apuntala: un sistema que es capitalista, heteropatriarcal y racista y que, en su fase neoliberal, está poniendo en jaque la sostenibilidad de la vida de forma diferenciada, agravando las múltiples dimensiones del conflicto capital-vida. Conflicto que, en última instancia, se conforma como el principal objeto de estudio de la Economía Política Feminista.

 

MDD: ¿Dónde nace, entonces, la necesidad de escribir este libro y qué objetivo persigue? En ese sentido, ¿cuáles son las contribuciones y las miradas más rompedoras y radicales que has podido trabajar en el libro y que deberían guiar su lectura?

AAC: El libro es una adaptación de mi tesis doctoral y de alguna manera, plasma mi propio recorrido en la EF en esta última década. Se centra en dos objetivos generales que sirven a su vez para estructurar las dos partes del libro:

Por un lado, definir la Economía Política Feminista como una sub-corriente en el seno de la Economía Feminista, exponiendo en profundidad cada uno de los rasgos señalados anteriormente. Este objetivo surge de la necesidad de sistematizar una forma específica de entender la Economía Feminista desde un posicionamiento político explícito de cuestionamiento del sistema capitalista y sus conexiones con un sistema de dominación múltiple: heteropatriarcal, racista y colonial.

En concreto, hay un interés específico en estudiar el enfoque de la Sostenibilidad de la Vida como un ejemplo de esta sub-corriente. Dicho estudio se hace aportando un punto de vista sistémico y estructural, tratando de continuar los estudios que buscan dibujar un esquema ampliado del capitalismo a partir de relaciones económicas a nivel macro (relaciones entre el sistema ecológico-social-económico); a nivel meso (relaciones entre esferas de actividad: mercado-estado-hogares-redes sociales y comunitarias); y a nivel micro (relaciones entre sujetos concretos: subjetividades-cuerpos-identidades).

El interés en estudiar este enfoque y ampliarlo desde un punto de vista sistémico, radica en tres cuestiones centrales: en primer lugar, considero que este enfoque plantea un punto de vista estratégico desde el que dialogar con otras corrientes económicas heterodoxas, no solo en relación con una redefinición de la actividad económica, sino también respecto a la representación ampliada del Sistema Económico Capitalista y el conflicto capital-vida que lo estructura. En segundo lugar, el interés radica también en que es una propuesta que se viene desarrollando específicamente en el contexto hispanohablante de las últimas dos décadas, y considero fundamental visibilizar a las autoras que lo vienen trabajando tanto dentro como fuera de la academia.

En tercer lugar, se trata de un enfoque rupturista y crítico que permite abordar el contexto de crisis sistémica y civilizatoria que atravesamos de forma diferenciada, recuperando el interés feminista por las cuestiones de redistribución económica en el actual contexto de encrucijada global.

Surge la necesidad de sistematizar una forma específica de entender la Economía Feminista desde un posicionamiento político explícito de cuestionamiento del sistema capitalista y sus conexiones con un sistema de dominación múltiple: heteropatriarcal, racista y colonial.

Y ello se vincula con el segundo objetivo del libro: explorar las posibilidades del enfoque sistémico de la sostenibilidad de la vida para estudiar un conjunto de tendencias de la economía mundial, tratando de desvelar distintas dimensiones del conflicto capital-vida que subyacen en cada una de ellas:

1) la exigencia imperativa del colapso ecológico;

2) el paso de la 5ª a la 6ª revolución tecnológica;

3) el proceso de globalización económica realmente existente;

4) la expansión y crisis de la financiarización de la economía;

5) la emergencia de la economía global del cuidado;

6) la globalización política y la reestructuración del sistema internacional. Considero que de la combinación de estas fuerzas surge el mundo que nos rodea y las principales contradicciones que lo atraviesan.

Su estudio permite visibilizar las múltiples dinámicas de dominio, explotación y expolio que subyacen bajo el buen funcionamiento de los circuitos globales de acumulación, obstaculizando el establecimiento de las condiciones de posibilidad de una vida digna para las mayorías sociales, y fomentando un redimensionamiento reaccionario de la desigualdad de género a escala global.

Por último, el enfoque de la sostenibilidad de la vida también permite dibujar nuevas estrategias de resistencia y lucha feminista posibles, planteando posibles horizontes emancipatorios hacia los que dirigirnos y en los que la vida, digna y sostenible esté, por fin, en el centro de la práctica política.

 

MDD: Desde tu punto de vista, y empleando una perspectiva crítica ¿en qué momento se encuentran ahora el feminismo y la economía política feminista?, ¿cuáles son los debates centrales que se están abordando ahora (en el sentido de recibir más espacio dentro de las reflexiones)? y, al mismo tiempo, ¿cuáles son las tareas y desafíos que quedan pendientes?

AAC: Considero que los feminismos se encuentran en un nuevo momento histórico que es definido por muchas autoras como una Cuarta Ola. En el libro utilizo de hecho esta nomenclatura, entendiendo, no obstante, que se trata de una visión parcial y eurocéntrica que no reconoce toda la genealogía del movimiento a escala planetaria. Si bien, ello me sirve para contextualizar la emergencia en el Norte global de un «feminismo del 99%» (en términos de Arruzza, Bhattacharya y Fraser) más popular, comunitario e interseccional.

Un feminismo que se articula sobre el «conflicto capital-vida» y que estaría sirviendo de altavoz y fomentando las alianzas globales de mujeres con una situación vital, demandas y necesidades adicionales a las establecidas por la cultura y el discurso dominante. Temas centrales estarían siendo por supuesto el medio ambiente y los cuidados, pero también los derechos de las empleadas de hogar, de las trabajadoras sexuales, la despatologización trans, el colonialismo, las políticas migratorias o el sindicalismo feminista, entre muchas otras.

Considero que el mayor interés de estos feminismos por las cuestiones redistributivas también ha ayudado a la expansión y visibilidad de la Economía Política Feminista, con los rasgos que señalaba en la pregunta anterior. De hecho, se trata de un feminismo que ha emergido en un contexto de crisis sistémica y civilizatoria con dos puntos de inflexión cruciales, la Gran Recesión y la actual pandemia global, todo ello en el marco de un colapso ecológico cada vez más evidente.

El feminismo tiene un reto de enorme calado, a la hora de establecer alianzas con otros movimientos emancipatorios que traten de poner la sostenibilidad de la vida en el centro.

Es conveniente señalar que la primera de estas crisis llevó a un recrudecimiento del neoliberalismo bajo formaciones simbólico/culturales cada vez más reaccionarias y antidemocráticas, justificando con criterios de mercado el discurso del sálvese quien pueda, la precarización, la polarización social y la desigualdad, y animando a una forma de comportamiento individualizada, despolitizada, fragmentada y basada en el constante análisis coste-beneficio en cada una de las dimensiones de la vida cotidiana.

Una crisis que, a su vez, ha hecho emerger en el Norte global una crisis de reproducción social de gran magnitud y que ha puesto sobre la mesa los problemas de una crisis de cuidados irresuelta durante décadas y absorbida por el trabajo de muchas mujeres en los hogares. Y es en semejante contexto en el que ha estallado la actual pandemia global, la cual nos empuja a un nuevo escenario global de incertidumbre e inestabilidad, en el que, citando a Nancy Fraser, emergerán nuevos paisajes de explotación, expropiación y dominación y nuevas fracturas sociales. Y aquí de nuevo el feminismo tiene un reto de enorme calado, a la hora de establecer alianzas con otros movimientos emancipatorios que traten de poner la sostenibilidad de la vida en el centro.

En este sentido, a mi juicio sería clave reforzar el interés por desentrañar las lógicas macroeconómicas venideras desde las miradas feministas, profundizando en mayor medida sobre el reacomodo de las cadenas globales de suministro, la financiarización, los tratados de libre comercio, la mercantilización o el consumo global entre muchas otras dinámicas que se producirán.

 

MDD: La tesis que defiendes al final del libro es que hay que ir hacia horizontes emancipatorios en los que la prioridad sea la sostenibilidad (en un sentido amplio y complejo) de la vida. ¿Cómo te imaginas esos horizontes?

 AAC: Imaginar esos horizontes en un escenario histórico tan incierto y cambiante como el actual es realmente complejo. El escenario actual puede ser leído como un paso más en la huida hacia delante en la distopía del capitalismo, pero también como una posibilidad de avanzar hacia una «gran transformación» de la sociedad con criterios de justicia social. En el libro se recogen algunas reflexiones de autoras/es que dibujan esa transformación teóricamente, pero también aspectos propositivos que pueden darse en el corto y medio plazo, y que podrían sembrar la semilla del cambio en el largo plazo.

Es evidente que hay urgencias que hay que resolver y, en mi opinión, es importante trascender la retórica sobre la «pérdida de futuro» y pasar a la acción. La más importante, porque nos va la vida en ello, es el colapso ecológico. Y aquí la propuesta del capitalismo verde es una falacia absoluta. En lo que nos debemos centrar es en transformar el modelo productivo y los patrones de consumo, reduciendo drásticamente la extracción de materiales y el consumo de energía, priorizando la redistribución frente al crecimiento. Otra urgencia clave a mi juicio es la recuperación de derechos laborales, la lucha contra las formas de discriminación directa e indirecta en el mercado laboral, y los derechos de conciliación de la vida laboral, personal y familiar, que cuestionen la idea del trabajador libre de cuidados.

Se trata de entender el empleo y el salario no como un fin, sino como un medio, un instrumento para empezar la reivindicación colectiva partiendo de unas condiciones de vida dignas, lejos de la (auto)explotación y del cautiverio del sálvese quien pueda.

Otra urgencia clave en este sentido es el derecho universal a cuidados dignos, y aquí la política pública tiene un papel crucial, no solo con políticas sectoriales de atención a la infancia, a la dependencia, etc., sino situando el cuidado de forma transversal en el conjunto de la política económica. Ello pasa también por el fortalecimiento de la articulación entre el estado y las redes comunitarias, fomentando diferentes formas institucionales de «bien común» de base social colectivistas, mutualistas o cooperativistas que generan beneficio colectivo.

Se trata de entender el empleo y el salario no como un fin, sino como un medio, un instrumento para empezar la reivindicación colectiva partiendo de unas condiciones de vida dignas,

Si bien, un problema al que nos enfrentamos en este sentido -y recojo aquí las reflexiones de la profesora Lucía Gómez- es la disputa cultural y la confrontación con los parámetros hegemónicos. Desde esta óptica es crucial desplazar la idea de sujeto autosuficiente que ha dado forma a nuestros deseos, aspiraciones, motivaciones y placeres en la etapa neoliberal y que ha tenido un efecto paralizador y anestesiante. Por ello me parece clave que, desde la óptica de la sostenibilidad de la vida no solo se politice la consecución de bienestar común, sino también politizar el malestar, releyendo colectivamente aquellos discursos y prácticas que nos hacen daño a nivel personal en el día a día, que nos enferman, nos generan ansiedad, estrés, sentimientos de vacío, frustraciones, nihilismo, desapego…

Creo que ello es clave para dibujar objetivos creadores que pasen por el cuerpo, la resistencia y por modelos de subjetividad alternativos, construyendo un horizonte con posibilidades de transformación, no solo teóricamente sino con concreciones en la realidad social.

Monica Di Donato

FUHEM Ecosocial

Marzo 2021