Construir los BRICS

Retos y oportunidades de la colaboración Sur-Sur en un mundo multipolar

Ana Saggioro García

Traducción al español: Nuria del Viso 

El bloque de los países BRICS plantea un desafío estratégico a la
hegemonía occidental, pero para entender su potencial como contrapoder es preciso examinar más de cerca las complejas relaciones dentro del bloque y entre sus miembros y otros países del Sur Global.

Introducción

La formación del BRICS es uno de los principales rasgos de la globalización del siglo XXI. Formado originalmente por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, el grupo se ha convertido en una plataforma política y económica desde finales de la década de la primera década del siglo XXI. El auge de los BRICS reforzó el arraigado imaginario de la “modernización” y el “desarrollo” en el Sur global,1 que dio lugar a un cierto optimismo sobre la capacidad de estos países para convertirse en una alternativa a la hegemonía occidental. Casi 20 años después, los BRICS siguen respondiendo a este ideal, ya que las tensiones geopolíticas han aumentado y más de 20 países han solicitado su adhesión al grupo (BBC, 2024). Entre ellos figuran países ricos productores y exportadores de petróleo como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Egipto e Irán, además de Etiopía. Esto ha llevado a algunos a afirmar que los BRICS podrían desplazar el centro de gravedad del mundo (The Tricontinental, 2023).

En este ensayo, presento tres formas de analizar el BRICS: una perspectiva geopolítica descendente, una visión horizontal de las relaciones dentro del BRICS y un examen ascendente de las asimetrías de poder y la explotación entre los actuales miembros del BRICS y otros países y regiones del Sur global.2 Dada la compleja coyuntura internacional, la geopolítica atraviesa nuestras realidades cotidianas, aunque, por supuesto, el análisis geopolítico no proporciona por sí solo el panorama completo del capitalismo global contemporáneo. Aquí introduzco otros elementos que podrían ayudar a reposicionar el debate y superar las viejas dicotomías Norte-Sur y Occidente-Oriente.

 

Los BRICS y el poder internacional

El grupo BRICS se formó gradualmente durante la primera década del siglo XX, a partir de un acrónimo acuñado por Goldman Sachs (2023)  para identificar mercados prometedores para la inversión económica y financiera. En 2003, se creó el Foro de Diálogo de la Iniciativa India-Brasil-Sudáfrica (IBSA) como una coalición entre esos países, con el objetivo de fomentar la cooperación Sur-Sur. En 2006, Brasil, China, India y Rusia comenzaron a reunirse al margen de la Asamblea General de las Naciones Unidas, lo que puso de manifiesto su creciente alineamiento. La primera cumbre oficial del BRICS se celebró en 2009 en Rusia, inaugurando una serie de reuniones anuales que ampliaron progresivamente el alcance del bloque más allá de su concepción inicial orientada al mercado. Por supuesto que no se trató de la primera alineación de este tipo entre países del Sur global. Algunas coaliciones anteriores incluyen el Movimiento de Países No Alineados, la coalición de las Naciones Unidas para un Nuevo Orden Económico Internacional, así como proyectos de integración regional, como el ALBA y UNASUR en América Latina.4

El primer análisis, y el más común, de los países BRICS es la visión descendente que considera el sistema internacional como un conjunto de Estados que buscan mantener o aumentar su poder en un entorno de competencia entre ellos. Desde esta perspectiva, los BRICS buscan acumular capacidades económicas, políticas y militares frente a Estados Unidos y Europa, principalmente la Unión Europea.

En el contexto de la crisis financiera mundial de 2008, los BRICS trataron de actuar de manera coordinada en los foros multilaterales para exigir la reforma de las instituciones de gobernanza mundial. Esto ha sido un punto de tensión, ya que algunas potencias occidentales y de otras regiones han tratado de aplazar o incluso impedir esas reformas en las instituciones multilaterales y financieras creadas en el período de posguerra, lo que ha suscitado expectativas sobre el potencial “contrahegemónico” de los BRICS. Radka Desai señaló con un tono optimista que

“desde el Movimiento de Países No Alineados y el llamamiento a un nuevo orden económico en la década del setenta, el mundo no había visto una oposición tan coordinada a la hegemonía occidental en la economía mundial por parte de los países en desarrollo”.

Walden Bello también considera que el papel de los BRICS es positivo para el Sur global, ya que proporciona un contrapeso en las negociaciones con los países e instituciones occidentales.5 Por el contrario, Ray Kiely sostiene que el auge de los BRICS ha supuesto una mayor integración en la globalización, y no al revés: “El auge de estos países no obedece tanto a las desviaciones del capitalismo de Estado respecto a las recetas neoliberales originadas en Occidente, sino más bien a la adopción de políticas favorables a la globalización”. (Kiely, 2015, pp.2-3).

Tras la crisis financiera mundial, la agenda común de los BRICS era reformar las instituciones de Bretton Woods, en particular el Fondo Monetario Internacional (FMI). Sin embargo, junto con Patrick Bond, he argumentado que la posición de los BRICS no era de confrontación ni de reclamo del fin de la globalización neoliberal, sino más bien de exigir un “puesto en la mesa” para tener más voz y participación en las instituciones existentes. (Bond y García, 2015). En un artículo publicado a principios de 2013, Vijay Prashad argumenta que los BRICS representan un intento conservador de las potencias del Sur (y de Oriente) de ocupar un lugar acorde con su importancia económica mundial. En otras palabras, los países BRICS han tratado de demostrar que existe una contradicción entre su potencial económico y su papel político. Si bien la agenda reformista ha creado tensiones, hasta la fecha está lejos de suponer un contrapeso geopolítico a Occidente.

La ocupación de Crimea por parte de Rusia en 2014 marcó un punto de inflexión para la alianza BRICS, que pasó de centrarse en la reforma económica a ser considerada cada vez más como un contrapeso geopolítico. Las sanciones de la Unión Europea contra Rusia son anteriores a 2022, y las tensiones geopolíticas posteriores entre los países del BRICS y Occidente han seguido aumentando. Tras la elección de Donald Trump en 2016, Estados Unidos se centró cada vez más en contener la expansión tecnológica de China. A principios de 2022 (Glodman Sachs, 2003), con la invasión de Ucrania por parte de Rusia, en ocasiones se presentó al mundo como “Occidente contra Oriente”. A medida que el BRICS dejó de ser un bloque económico para convertirse en una alianza cada vez más geopolítica, la agenda prioritaria común ya no consiste solo en reformar las instituciones financieras internacionales, sino construir nuevas alianzas y crear nuevas instituciones que puedan lograr un “mundo multipolar” (Xinhua, 2024). Así, el grupo BRICS se ha convertido en un imán para los países que no encajan en las estructuras del orden internacional dominado por Estados Unidos.

Dos cuestiones han definido el momento geopolítico de los BRICS: su expansión para incluir nuevos miembros y la reducción de la dependencia del dólar estadounidense. La expansión siempre ha estado en la agenda china, que promovió la inclusión de Sudáfrica en el BRICS en 2011, pero desde entonces se ha visto reforzada por Rusia. En 2023, se invitó a seis países a unirse: Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. (BRICS – U. Of Toronto, 2023). Cabe destacar la inclusión de Arabia Saudita, un aliado histórico de Estados Unidos en Oriente Medio, y de su enemigo acérrimo, Irán, que sigue bajo sanciones estadounidenses; y que China ha actuado recientemente como mediador para resolver las tensiones entre ambos países. (Al Jazeera, 2023). En la Cumbre de Kazán de 2024, Turquía, que es miembro de la OTAN, se unió al BRICS como socio estratégico, junto con Argelia, Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Indonesia, Malasia, Kazajistán, Nigeria, Uganda, Uzbekistán, Tailandia y Vietnam.<sup>6</sup>

La decisión de Brasil de incluir a Argentina (con el objetivo de equilibrar la composición latinoamericana del BRICS) era arriesgada, ya que el país se enfrentaba a elecciones y el candidato de extrema derecha, ahora presidente, Javier Milei, es hostil a China y cercano a Trump, por lo que rechazó la invitación a unirse al grupo. Al mismo tiempo, Argentina sigue dependiendo enormemente del apoyo financiero chino para superar los bloqueos impuestos por los mercados financieros y acceder a crédito y recursos que no se calculan en dólares estadounidenses. En este sentido, a pesar de la retórica, Milei ha renovado los acuerdos establecidos por los anteriores Gobiernos peronistas para intercambios en renminbi y pesos.7

Esto nos lleva a la segunda cuestión que marca el momento geopolítico: reducir la dependencia del dólar estadounidense y crear mecanismos comerciales y crediticios en monedas locales. Youfen Li ha señalado que

“la India ha comenzado a comprar petróleo ruso en renminbi, moneda saudita y rublos. Rusia y China han comercializado petróleo, carbón y metales rusos en renminbi. Rusia y un grupo de países africanos han iniciado conversaciones para establecer acuerdos en monedas nacionales, eliminando tanto el dólar estadounidense como el euro”.

Brasil y China han anunciado la creación de una cámara de compensación para permitir transacciones comerciales y préstamos en renminbi /Sanches,2023). Como parte de las sanciones contra Rusia, Estados Unidos ha congelado sus reservas internacionales, lo que ha provocado un aumento de la cuota del renminbi en el comercio entre China y Rusia.

La presidencia de Rusia del BRICS en 2024 impulsó esta agenda. La Declaración de Kazán (BRICS, 2024) anunció varias iniciativas nuevas, en particular la creación de nuevas infraestructuras para las transacciones financieras en monedas locales, entre ellas, el Mecanismo de Cooperación Interbancaria del BRICS para facilitar enfoques financieros innovadores, incluida la exploración de mecanismos de financiación en moneda local; la Iniciativa de Pagos Transfronterizos del BRICS, una iniciativa voluntaria y no vinculante destinada a reforzar las redes de corresponsalía bancaria entre los países BRICS y permitir las liquidaciones en monedas locales; BRICS Clear, diseñada para proporcionar una compensación y liquidación transfronteriza independiente, complementando la infraestructura financiera existente; y la capacidad de reaseguro independiente del BRICS, incluida la Compañía de (Rea)Seguro del BRICS, con participación voluntaria.

Su Estrategia General 2022-2026 establece que el Nuevo Banco de Desarrollo del BRICS tiene como objetivo que el 30% de su financiación se realice en las monedas locales de sus miembros para 2026 (NDB, 2022). Su informe anual de 2021 indicaba que, a finales de ese año, el 23 % de los préstamos acumulados aprobados se habían concedido en moneda local, y que en China habían alcanzado el 70% en el mismo año. (Nuevo Banco de Desarrollo, 2021).

 

Relaciones intra BRICS

Una segunda forma de analizar el BRICS es desde una perspectiva horizontal (o “lateral”), analizando las relaciones dentro del bloque e identificando sus convergencias y asimetrías. En los últimos 15 años, el BRICS ha creado nuevas instituciones y ampliado el alcance de la cooperación dentro del bloque (Ramos et al., 2018). Algunos ejemplos son las reuniones anuales de ministros de Asuntos Exteriores al margen de la Asamblea General de las Naciones Unidas; las reuniones periódicas de grupos de trabajo sectoriales, como el de salud; las reuniones de ministros de Finanzas y presidentes de bancos centrales en el G20; y la creación del Nuevo Banco de Desarrollo8 y el Acuerdo de Contingencia de Reservas. Este bloque también reconoce a otros organismos no gubernamentales, como el Consejo Empresarial del BRICS, el Consejo de Grupos de Estudios del BRICS y el Foro Académico,9 el Consejo Civil de los BRICS y el “BRICS desde abajo” (Bond y Gasrcía, 2021).

Sin embargo, mi investigación realizada para el Instituto PACS y ActionAid Brasil (Saggioro García, 2018) sobre la inversión china en Brasil, India y Sudáfrica reveló la persistencia de asimetrías económicas entre los países del BRICS, debido principalmente al dominio económico de China. Los datos del Trade Map  destacan aún más estas disparidades.10

Tres países del BRICS, Brasil, Rusia y Sudáfrica, mantienen superávits comerciales con China, aunque sus exportaciones son en gran medida materias primas agrícolas y minerales. Por ejemplo, entre 2013 y 2023, las tres principales exportaciones de Brasil a China −semillas oleaginosas, minerales y combustibles minerales− representaron el 80,72% del total de sus exportaciones. Del mismo modo, el 63,78% del comercio de Sudáfrica con China correspondió a perlas naturales o cultivadas, piedras preciosas y semipreciosas, metales preciosos, minerales, escorias, cenizas, hierro y acero. Las exportaciones de Rusia a China también dependieron en gran medida de las materias primas, ya que el petróleo crudo, el petróleo refinado, el gas natural y el carbón representaron el 67% de su comercio durante el mismo período. La India es el único país del BRICS que mantiene un déficit comercial con China y, a pesar de que sus exportaciones se centran principalmente en productos primarios, están más diversificadas. Entre 2013 y 2023, los minerales, el pescado y los crustáceos y los productos químicos orgánicos representaron el 35,6% de sus exportaciones totales a China.11

Por el contrario, las exportaciones de China dentro del BRICS se concentran en productos industriales avanzados, como maquinaria y equipo eléctrico, aparatos de grabación y reproducción de audio y televisión, piezas y accesorios para estos productos, así como reactores nucleares, calderas y otros aparatos mecánicos. Esta asimetría pone de relieve la diversidad de la dinámica comercial entre los países del BRICS, ya que China suministra productos manufacturados de mayor valor, mientras que los demás dependen de la exportación de materias primas y productos mínimamente procesados. Estos patrones comerciales reflejan la tradicional división internacional del trabajo, centrada en China, y se reflejan además en el flujo de inversión extranjera directa entre los países del BRICS, lo que refuerza los desequilibrios económicos dentro del bloque.

Otras investigaciones recientes del BRICS Policy Center (García et al., 2023b) han profundizado el análisis y la comparación con la inversión extranjera directa china en Brasil y Sudáfrica. China es el principal socio comercial de ambos países desde 2009 y una de las fuentes más importantes de préstamos e inversión extranjera directa. En el ámbito político, Brasil y Sudáfrica son ahora socios importantes de China en sus respectivas regiones, así como en el BRICS y otros foros multilaterales, como el Foro de Cooperación China-África (FOCAC) y el Foro China-Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

Desde una perspectiva histórica, los países de América Latina y el Caribe y África necesitan apoyar la diversificación de asociaciones económicas que podrían contrarrestar la omnipresencia de los Estados Unidos y la Unión Europea en estas regiones. ¿En qué medida las inversiones Sur-Sur podrían crear nuevas oportunidades para un desarrollo socioambiental más equitativo y sostenible? ¿Y en qué medida estas inversiones reproducen la división tradicional del trabajo a nivel internacional, generan la explotación de la mano de obra y los recursos naturales, y crean nuevas asimetrías?

Sobre la base de estudios de caso del Parque Industrial de Manaos (García et al., 2023a) en la Amazonia brasileña, y de la Zona Económica Especial de Musina-Makhado, en la provincia de Limpopo, en Sudáfrica (Thompson, 2023), mis colegas y yo hemos demostrado que, dentro del modo de producción capitalista, las inversiones Sur-Sur no ofrecen una alternativa económica positiva para los trabajadores, las comunidades y el medio ambiente locales (García. Thompson y Brito, 2024). Por ejemplo, en nuestra investigación sobre cuatro fábricas chinas en el Parque Industrial de Manaos, en Brasil, los trabajadores denunciaron un empeoramiento de las condiciones laborales, ya que las empresas chinas pagan salarios más bajos y ofrecen menos prestaciones e incentivos que otras empresas mundiales comparables del sector manufacturero. Además, las fábricas tienden a centralizar en la sede la toma de decisiones sobre la contratación de personal, lo que deja poca autonomía o capacidad creativa a los trabajadores locales.

 

Los BRICS y la acumulación de capital en el Sur global

Esto nos lleva a un tercer enfoque para analizar los BRICS, centrado en sus relaciones con otros países y regiones en desarrollo de África, Asia y América Latina. Esta perspectiva adopta un enfoque ascendente, que considera la forma en que cada país miembro del BRICS funciona como potencia regional, esforzándose por influir y acumular poder económico sobre los países más pobres. Desentraña las jerarquías dentro del Sur global y también abarca los antagonismos y conflictos que involucran a las fuerzas sociales que se resisten a los megaproyectos extractivos impulsados por las empresas multinacionales, así como por las instituciones financieras de los países del BRICS.

Patrick Bond considera a los BRICS como potencias subimperiales, caracterizadas por la superexplotación de la mano de obra y la colaboración (aunque con tensiones) con las potencias imperiales.[11] Bond se basa en la idea de David Harvey de nuevos centros de acumulación de capital en desarrollo que necesitan soluciones temporales y espaciales para deshacerse de su capital excedente. Harvey había argumentado que un gran volumen de inversión extranjera directa china fluye a través de África y América Latina, lo cual sitúa a las empresas chinas (e indias) en el centro de las cadenas de productos básicos minerales y agrícolas, el extractivismo y el acaparamiento de tierras. Algunos ejemplos son las acciones de la empresa minera brasileña Vale en Mozambique, que han provocado el desplazamiento de comunidades, la degradación del medio ambiente y violaciones de los derechos laborales (Marshall, 2015); los impactos de las empresas petroleras y mineras chinas en Ecuador (Bonilla Martínez, 2014), Perú (Rodríguez y Bazán Seminario, 2023) y países de diferentes partes de África (Lee, 2017); y las empresas mineras rusas en Zimbabwe (Amsi et al., 2015). Los proyectos de infraestructura, como los oleoductos, han afectado a los territorios comunitarios, como es el caso del oleoducto de crudo de África Oriental (EACOP) entre Tanzania y Uganda (HRW, 2023), en el que participan la empresa francesa Total y la empresa china CNOOC. Representantes comunitarios y movimientos de solidaridad se movilizaron en toda África en contra del proyecto y participaron en las protestas durante la Cumbre del BRICS en Johannesburgo en agosto de 2023, como parte de la reunión informativa BRICS desde abajo.12

Pradraig Carmody (2015) sostiene que el capital sudafricano y chino suelen colaborar para explotar los recursos naturales y dominar el continente africano. En América Latina, muchos intelectuales de izquierda, como Atilio Borón, consideran que las relaciones con China son una alternativa al imperialismo estadounidense, que podría fomentar espacios políticos más autónomos para iniciativas de integración regional e instituciones regionales libres de la injerencia estadounidense (cit. en Svampa y Slipak, 2015). Otros, sin embargo, analizan la relación con China como desigual y dependiente del comercio y la inversión, que sirve para garantizar el suministro de materias primas y facilitar la apertura de mercados para los productos y servicios de alta tecnología de las empresas chinas (García, Misra y Lannes, 2023).

Más recientemente, he profundizado en la cuestión de los acuerdos de facilitación y protección de las inversiones entre países del Sur global, analizando más detenidamente los acuerdos de inversión de los BRICS con países africanos y latinoamericanos (Saggioro García y Curty Pererira, 2023; García y Rodríguez, 2024). Un tratado bilateral de inversión es un instrumento jurídico que protege las inversiones y a los inversores en el territorio de la otra parte contra la nacionalización, la expropiación y otras medidas similares sin proporcionar una indemnización adecuada. Según Juan Hernández Zubizarreta, estos acuerdos son una expresión del poder corporativo en el capitalismo global que representa una nueva Lex Mercatoria (Hernández Zubizarreta y Ramiro, 2016). Además, opina que generan una asimetría normativa (Hernández Zubizarreta, 2015) al garantizar que las empresas transnacionales obtengan derechos comerciales, frente a los cuales el derecho internacional de los derechos humanos es frágil. En toda la región de América Latina y el Caribe, los movimientos sociales han desempeñado un papel importante en el debate y el compromiso crítico sobre los acuerdos de inversión y de libre comercio (TLC), liderando importantes campañas de resistencia a lo largo de los años noventa y 2000 (América Latina en Movimiento, 2013).

Aunque los tratados bilaterales de inversión (TBI) se caracterizan por acuerdos asimétricos entre países más ricos y más pobres, el número de tratados firmados por estos últimos ha aumentado desde la década de 2000. Por ejemplo, de los TBI firmados por países del BRICS, China es ahora el líder mundial: 145 TBI firmados y 124 en vigor (UNCTAD, 2024). En la región de América Latina y el Caribe, China tiene 15 TBI y cuatro TLC, así como 34 TBI en África.

En una investigación que realicé en 2023 sobre los acuerdos del BRICS con países africanos y latinoamericanos,13 concluí que, aunque algunos países BRICS han impulsado de diversas maneras reformas del régimen internacional de inversiones, con la excepción de Brasil, todos ellos utilizan el modelo tradicional de TBI. Sudáfrica y la India han rescindido los tratados de la antigua generación: Sudáfrica ha elaborado una nueva ley nacional para sustituir los TBI, y la India ha desarrollado un nuevo modelo restrictivo; Rusia también ha publicado nuevas directrices para la negociación de TBI. Brasil es el que ha ido más lejos, al desarrollar un modelo totalmente nuevo que no incluye la solución de controversias entre inversores y Estados (ISDS). Por el contrario, China ha aprovechado los acuerdos existentes y no ha desarrollado un modelo de TBI reformado o alternativo, adaptando el modelo actual a cada país con el que negocia.

Sin embargo, a pesar del enfoque reformista en sus relaciones con América Latina y el Caribe, así como con los países africanos, el uso por parte de los BRICS del modelo tradicional de TBI −con la excepción de Brasil− refuerza las normas y principios que garantizan los derechos de los inversores extranjeros a expensas del derecho soberano de los Estados de regular en aras del interés público en cuestiones como el medio ambiente, la salud, los derechos laborales y la estabilidad macroeconómica. Como se ha destacado, existen varios casos de ISDS que involucran a empresas multinacionales con sede en países del BRICS contra países de África y América Latina.14

 

Rumbo futuro

Estas tres dimensiones del análisis del BRICS son complementarias, ya que, aunque cada una destaca una realidad específica y ninguna ofrece por sí sola una visión completa de los cambios y coyunturas actuales del capitalismo global. Sin embargo, juntas reposicionan el debate más allá de las trilladas dicotomías “Norte-Sur” y “Occidente-Oriente”.

En este sentido, Walter Mignolo (2011) destaca el auge del Sur Global en medio de las crecientes tensiones entre dos trayectorias: la “reoccidentalización” y la “desoccidentalización”, ambas sustentadas por economías capitalistas. Mignolo hace hincapié en la lucha entre Oriente y Occidente por el control de la “matriz colonial del poder”, que abarca el conocimiento, la subjetividad, el género, la sexualidad, la economía y la autoridad, y tiene como ejes transversales el racismo y el patriarcado. En lugar de ofrecer una alternativa a la opresión capitalista, ambos operan dentro de marcos capitalistas moldeados por sus distintas historias locales.

Del mismo modo, es necesario reflexionar más profundamente sobre el significado del “Sur global” y sus diferentes usos. Como sugiere Aude Darnal (2023), el Sur global no es simplemente una categoría geográfica, económica o de desarrollo, sino que abarca diversos Estados que buscan promover la descentralización y la multipolaridad en la economía política global y reducir el dominio de los Estados Unidos y la Unión Europea.

Por lo tanto, aunque el Sur global es una categoría que ayuda a promover determinadas políticas en el ámbito internacional, no siempre es necesariamente positiva en términos de avances socioambientales y derechos humanos. Si bien el discurso actual del Sur global sirve para fomentar un sentido de identidad común entre los países de bajos ingresos o periféricos, es necesario examinarlo con detenimiento para lograr una agenda Sur-Sur más equitativa y mutuamente beneficiosa. Esto significa mejorar la calidad de la cooperación Sur-Sur. Por ejemplo, es necesario mejorar las relaciones entre Brasil y Sudáfrica mediante intercambios y el desarrollo de estrategias conjuntas basadas en programas de desarrollo que antepongan las necesidades de las personas a los beneficios económicos. La transferencia de tecnología Sur-Sur y la cooperación eficaz en ámbitos como la salud, el medio ambiente, la agricultura y la energía son fundamentales para lograr mejores condiciones sociales y laborales para la mayoría: las mujeres, los pueblos indígenas, las poblaciones negras, los pequeños agricultores, los trabajadores, etcétera. El BRICS podrían convertirse en un espacio multilateral para que las fuerzas sociales progresistas impulsen estas agendas, pero aún queda un largo camino por recorrer.

Traducción: Nuria del Viso (FUHEM)

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NOTAS

1 Los BRICS se consideran en gran medida una coalición del Sur global, sin que haya mucho debate sobre esta categoría, cómo definirla y cuáles son sus implicaciones políticas. Waisbich, Roychoudhury y Haug (2021) han avanzado algo sobre este tema en un número especial de Third World Quarterly. Sin embargo, se necesita mucho más debate, como se señala al final del presente ensayo.

2 Una versión anterior de este ensayo fue presentada y publicada en el programa ‘Caminos desde el Neoliberalismo: voces desde NEMA’ en la American University de El Cairo. Véase https://gapp.aucegypt.edu/research-hub/pathways-beyond-neoliberalism-voices-from-mena . Patrick Bond y yo hemos utilizado en los últimos años una división de posiciones ideológicas sobre el BRICS que denominamos “BRICS desde arriba”, “BRICS desde el centro” y “BRICS desde abajo”. Estas divisiones indican alianzas políticas y puntos de vista ideológicos sobre el BRICS. Lo que presentaré a continuación es una metodología para analizar el BRICS desde distintos niveles de análisis, que son complementarios entre sí.

3 Véase https://www.ibsa-trilateral.org/

4 Véanse https://nam.go.ug/history y https://www.albatcp.org/en/

5 En el momento en que Bello escribió el artículo, los BRICS todavía se consideraban una coalición del Sur Global, sin que hubiera mucho debate sobre esta categoría, cómo definirla y cuáles eran sus implicaciones políticas. Se ha debatido sobre este tema
en “Beyond the single story: Global South polyphonies” (Waisbich, Roychoudhury y Haug, 2021). Este es el último artículo de un número especial sobre ‘El Sur Global en el estudio de la política mundial’. Habrá que debatir mucho más sobre este tema, como
ya se ha indicado al final de este ensayo.

6 Véase https://roscongress.org/

7 El primer acuerdo de swap entre Argentina y China se produjo en 2009 y sigue vigente desde entonces. Véase https://www.globaltimes.cn/page/2023

8 Véase https://www.ndb.int/

9 Véanse https://sabricsbusinesscouncil.co.za/ y https://bricsthinktankscouncil.org/

10 Véase https://www.trademap.org/Index.aspx

11 Quisiera agradecer a mis ayudantes de investigación, Luma Gaspar, Bruno Peixoto y Camilla Souza, estudiantes de Relaciones Internacionales en la UFRRJ, por su apoyo en la investigación de los datos de intercambio comercial entre los países del grupo BRICS.

12 Véanse https://www.stopeacop.net/ y https://www.bricsfrombelow.org/

13 He escrito otro artículo sobre el modelo brasileño de Acuerdos de Cooperación y Facilitación de Inversiones con países africanos. Véase Garcia y Torres (2021).

14 Como ya he comentado en otro lugar, China es un caso interesante porque es el país que cuenta actualmente con el mayor número de TBI (124) del mundo, que reproducen el modelo tradicional de normas de protección de las inversiones. Sin embargo, a pesar de tener el mayor número de esos tratados, tiene relativamente pocos casos de procedimientos de solución de controversias entre inversores y Estados [ISDS] (29 en total, incluidos 20 casos como Estado demandante). Las multinacionales chinas han iniciado cinco casos contra países de América Latina y el Caribe, y cuatro en África. Esto representa un doble enfoque: por un lado, China se integra en los regímenes de tratados de inversión y en las disposiciones liberales de arbitraje entre inversor y Estado, y, al mismo tiempo, utiliza las configuraciones institucionales nacionales para evitar participar en el arbitraje internacional de inversiones. Lin (2024) llama a esto un “desequilibrio” en la solución de controversias entre inversores y Estados que puede explicarse por la adopción instrumental y selectiva por parte de China de las normas internacionales y el orden neoliberal. He analizado los tratados de inversión entre China y lo países de América Latina en un libro de CLACSO de próxima publicación, que es el resultado del grupo de trabajo Lex Mercatoria, Poder Corporativo y Derechos Humanos, que coordino con Luciana Ghiotto.

Ana Saggioro Garcia es profesora asociada de Relaciones Internacionales y del Programa de Posgrado en Ciencias Sociales de la Universidad Federal Rural de Río de Janeiro y del Programa de Posgrado en Relaciones Internacionales de la PUC-Rio, Brasil. Junto con Luciana Ghiotto, coordina el grupo de trabajo de CLACSO “Lex Mercatoria, poder corporativo y derechos humanos”. Fue directora del BRICS Policy Center entre 2021 y 2023. Es miembro del consejo editorial del Socialist Register (Canadá) y fue investigadora en el Instituto de Políticas Alternativas para el Cono Sur [PACS], en Río de Janeiro. Es autora de publicaciones sobre economía política internacional, teoría crítica, Gramsci, hegemonía, imperialismo, empresas multinacionales y relaciones Sur-Sur.