Geopolítica del genocidio

Entrevista de Nick Buxton a Rafeef Ziadah

Traducción al español: Nuria del Viso (FUHEM) Ilustración de Shehzil Malik

La alianza inquebrantable entre Occidente e Israel no solo consiste en ejercer presión o influencia, sino que es una alianza estratégica basada en objetivos imperiales comunes. Entender este mapa geopolítico más amplio es fundamental para construir alianzas y elaborar una estrategia eficaz que confronte a los sistemas y actores que sostienen el proyecto de colonial de asentamiento israelí.

Nick Buxton: ¿Qué revela el genocidio en Palestina sobre la situación actual de la geopolítica: quién tiene el poder y cómo se ejerce?

Rafeef Ziadah: El genocidio en Gaza pone al descubierto la cruda realidad de la geopolítica moderna, poniendo de relieve los mecanismos del poder en un mundo moldeado por las ambiciones imperiales y la explotación estratégica de los recursos. En el centro de esta crisis se encuentra la alineación de las estructuras de poder occidentales con el colonialismo de asentamiento y el autoritarismo en Oriente Medio, con el fin de mantener el dominio económico y el control geopolítico.

El apoyo inquebrantable de Estados Unidos y las principales potencias europeas a Israel está profundamente entrelazado con sus intereses imperiales duraderos en la región. Como colonia de asentamiento, Israel sirve de punto de apoyo occidental en Oriente Medio (Hanieh, 2024). Este proyecto colonial no es un fenómeno aislado, sino que forma parte de una arquitectura de control más amplia, que actúa en connivencia con las monarquías petroleras del golfo, como Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, para mantener un sistema regional y mundial que privilegia el poder económico y militar de Occidente.

Acuerdos como los de normalización de relaciones entre Israel y varios países del golfo reflejan una consolidación de fuerzas diseñadas para marginar por completo la liberación palestina y garantizar el statu quo del régimen autoritario y la extracción de recursos a expensas de los pueblos de la región.1 Aunque el genocidio ha puesto en tela de juicio este proyecto, es poco probable que se abandone y es casi seguro que resurja con un nuevo nombre.

También debemos comprender claramente la trayectoria histórica más amplia que está en juego, especialmente el papel de los Acuerdos de Oslo y las promesas vacías de una solución de dos Estados. Los Acuerdos de Oslo pretendían transformar la lucha por la liberación palestina en un proyecto restringido de construcción de un Estado confinado a Cisjordania y Gaza, borrando deliberadamente la realidad colonial más amplia de Israel como Estado colonizador.2

Nick Buxton: ¿Qué podemos concluir, entonces, sobre el imperialismo estadounidense y su trayectoria?

Rafeef Ziadah: Su apoyo inquebrantable a Israel revela mucho sobre la naturaleza y la trayectoria del imperialismo estadounidense. En esencia, esta relación no se basa en una alineación ideológica o en lazos culturales, sino en la importancia estratégica de Israel como colonia de asentamiento para asegurar y proyectar el poder de Estados Unidos.

El proyecto colonial de Israel lo ha convertido en un socio único y firme en la región, cuya supervivencia está indisolublemente ligada al apoyo continuo de Occidente. A diferencia de otros aliados en Oriente Medio, cuyas alianzas con Estados Unidos son a menudo transaccionales o condicionales, la dependencia de Israel del respaldo estadounidense garantiza que actúe como una extensión coherente de los intereses estadounidenses.

Una de las formas más significativas en que Israel facilita los objetivos imperiales de Estados Unidos es ayudando a asegurar el control de los corredores comerciales y los recursos energéticos de importancia crítica en Oriente Medio. No se trata tanto de garantizar el flujo de petróleo hacia Estados Unidos o Europa, que han diversificado sus fuentes de energía, sino más bien de controlar el acceso a estos recursos como arma geopolítica. A medida que China emerge como un posible rival de Estados Unidos, la capacidad de este último para influir en la disponibilidad y el precio del petróleo de Oriente Medio se convierte en una herramienta clave para restringir el crecimiento económico y las opciones estratégicas de China y para evitar otros posibles rivales a su supremacía mundial.

La estrategia de Estados Unidos también ha consistido en fomentar un proceso de normalización entre los Estados del Golfo e Israel, lo que refleja un esfuerzo calculado por reafirmar su primacía en una región en la que su influencia ha experimentado un relativo declive en los últimos años. Estos acuerdos patrocinados por Estados Unidos buscan reforzar el papel de Israel como pilar central del poder estadounidense en la región y vincular más estrechamente a los Estados del Golfo a la influencia estadounidense. En esencia, la normalización no es solo una cuestión de diplomacia, sino una medida estratégica para gestionar el cambiante equilibrio de poder en la región.

Sin embargo, esta estrategia tiene costos significativos, sobre todo porque las acciones cada vez más genocidas de Israel provocan inestabilidad regional y erosionan aún más la posición de Estados Unidos en la opinión pública internacional. Se corre el riesgo de socavar el sistema más amplio de alianzas en el que se basa Estados Unidos. Mientras que los Estados del Golfo, como los Emiratos Árabes Unidos, han normalizado sus relaciones con Israel, las poblaciones de la región siguen profundamente opuestas a las acciones israelíes, lo que crea una tensión que podría desestabilizar a varios regímenes y, por añadidura, la estrategia regional de Estados Unidos.

Nick Buxton: ¿Por qué es importante que los movimientos sociales comprendan este panorama geopolítico?

Rafeef Ziadah: El genocidio en Gaza ha desencadenado una ola de solidaridad mundial sin precedentes, como parte de la cual millones de personas salieron a la calle, estudiantes acamparon en campus universitarios y activistas bloquearon puertos y fábricas de armas. Este aumento de las protestas se opone no solo las acciones de Israel, sino también a los sistemas mundiales que las hacen posibles. Sin embargo, aunque esto ha dado visibilidad a la causa palestina, la forma en que se suele enmarcar Palestina puede ocultar la verdadera naturaleza de la lucha. Con demasiada frecuencia, los debates se limitan a las violaciones inmediatas de los derechos humanos por parte de Israel —asesinatos, detenciones y robo de tierras— sin abordar los sistemas de poder subyacentes que hacen posibles estas violaciones. Enmarcar la cuestión únicamente desde la perspectiva de los derechos humanos despolitiza la lucha palestina, reduciéndola a violaciones aisladas en lugar de una campaña sistemática de colonialismo de asentamientos respaldada por el imperialismo occidental.

En esencia, este genocidio ha sido patrocinado por Estados Unidos y la Unión Europea (UE), en particular por algunos Estados miembros de la UE, que han dado luz verde a Israel en todo momento para que continúe con sus ataques y sus políticas de hambre, al tiempo que lo protegen diplomáticamente y arman a su ejército. Los debates sobre la política israelí suelen centrarse exclusivamente en las acciones de los primeros ministros, en particular de Benjamin Netanyahu, como si ellos solos determinaran la trayectoria del Estado. Si bien estas figuras son importantes, debemos ampliar nuestra perspectiva para comprender la dinámica más profunda y a largo plazo que sustenta las políticas de Israel. Para ello es necesario analizar las fuerzas estructurales e históricas que impulsan su proyecto colonial y su papel más amplio en el mantenimiento de la hegemonía occidental.

A este problema se suma la narrativa persistente que atribuye el apoyo occidental a Israel únicamente a la influencia de un «lobby proisraelí». Se trata de una visión peligrosamente simplista que malinterpreta la relación geopolítica más profunda. La alianza inquebrantable entre Occidente e Israel no es solo una cuestión de presión o influencia, sino una asociación estratégica arraigada en objetivos imperiales comunes.

Comprender el panorama geopolítico más amplio es esencial para construir alianzas eficaces y elaborar una estrategia que vaya más allá de la solidaridad reactiva. Nos permite identificar y confrontar los sistemas y actores que sostienen el proyecto colonial israelí de asentamientos, mientras que evita caer en la trampa de considerar a los regímenes autoritarios de la región como aliados en la lucha por la liberación palestina. Estos regímenes tienen sus propios intereses, a menudo basados en la preservación del poder o la obtención de beneficios económicos y militares, y alinearse con ellos sin adoptar una postura crítica puede socavar los objetivos más amplios de justicia y liberación.

Además, este análisis nos permite identificar a las empresas e industrias que se benefician y sostienen la violencia colonial de Israel. Los fabricantes de armas, las empresas de tecnología de la información y las empresas multinacionales desempeñan un papel fundamental en la viabilidad del proyecto colonial israelí, y denunciar su complicidad es fundamental para desarticular las redes de beneficios que sustentan la opresión. Identificar a estos actores y sus conexiones nos permite diseñar mejores estrategias y dirigir intervenciones que derriben los cimientos económicos de la dominación colonialista.

Por último, una comprensión más profunda del panorama general prepara a los movimientos para el largo plazo. Nos garantiza que nos mantengamos centrados y estratégicos, especialmente cuando nos enfrentamos a iniciativas como los debates sobre la condición de Estado de Palestina o los acuerdos diplomáticos que no cambian la situación sobre el terreno. Al mantener la claridad sobre las realidades de la ocupación y el despojo, podemos evitar dejarnos llevar por un progreso superficial o gestos simbólicos. En cambio, seguimos denunciando la violencia en curso del proyecto colonial de asentamientos y forjando un futuro verdaderamente anticolonial.

Nick Buxton: ¿Cambiará esta dinámica tras la caída del régimen en Siria?

Rafeef Ziadah: Es demasiado pronto para predecir exactamente lo que sucederá en Siria, ya que hay muchos actores involucrados, cada uno con sus propios intereses y agendas. Debemos permanecer atentos a la economía política de la situación, incluyendo los oleoductos propuestos, las rutas de transporte y las iniciativas de reconstrucción. En la región, la “reconstrucción” se ha utilizado para encubrir el control empresarial, la profundización de las divisiones y la consolidación del poder por parte de actores externos.

Por ahora, Israel parece estar centrado en controlar la situación: ha invadido más territorio, ha atacado al ejército sirio y parece preferir una Siria federada en la que pueda ejercer influencia. Este enfoque se ajusta a sus objetivos generales como Estado colonial que busca expandir su territorio y forjar un futuro que lo favorezca. Sin embargo, los planes de Israel dependerán en gran medida de las acciones y los intereses de otros actores clave.

El régimen de Assad es responsable de haber dejado el Estado sirio sumido en el caos. El régimen débil y sostenido por fuerzas externas, sin un apoyo interno genuino, dependía de Rusia e Irán para mantener a Assad en el poder, y dejó el terreno fértil para que ocurriera una fragmentación. Esta fragilidad ha creado oportunidades para que actores rivales persigan sus intereses en Siria, tanto potencias regionales como actores globales. Al igual que Israel, Turquía, por ejemplo, está profundamente interesada en ampliar su control y, al mismo tiempo, reprimir los movimientos kurdos.

Como suele ocurrir en estas constelaciones geopolíticas, los regímenes y los actores externos implicados no se preocupan por la libertad o la democracia de los sirios de a pie. Más bien persiguen sus propios intereses estratégicos y económicos. En última instancia, será el pueblo sirio el que decida su propio destino, aunque será una tarea increíblemente difícil dada la configuración actual de los actores locales y quienes los respaldan.

Nick Buxton: ¿Por qué, salvo algunas voces discretas como las de Bélgica, Irlanda, Italia y España, la Unión Europea ha sido tan cómplice del genocidio de Gaza y tan reacia a impulsar una posición independiente de Estados Unidos?

Rafeef Ziadah: La complicidad de la Unión Europea en el genocidio de Palestina no refleja tanto una subordinación a Estados Unidos, sino que es más bien una convergencia de intereses (Ní Bhriain y Akkerman, 2024). Aunque la Unión Europea suele proyectar una imagen de adhesión a un marco diferente –alegando que da prioridad al derecho internacional, los derechos humanos y el multilateralismo–, en última instancia se beneficia y se alinea con el proyecto imperial más amplio que sustenta el dominio occidental en Oriente Medio. Las políticas y las relaciones de la Unión Europea con Israel, incluidos los acuerdos de libre comercio, los contratos militares y las asociaciones estratégicas, demuestran que sus intereses están profundamente entrelazados con el mantenimiento del statu quo.

La Unión Europea desempeña un papel estratégico al dar una imagen menos agresiva que Estados Unidos. Incluso dentro de este marco, no ha adoptado medidas significativas para presionar a Israel, como suspender los privilegios comerciales o la cooperación militar, lo que pone de manifiesto su falta de compromiso con una verdadera rendición de cuentas.

Los acuerdos de libre comercio entre la Unión Europea e Israel, como el Acuerdo de Asociación UE-Israel, facilitan la cooperación económica y proporcionan a Israel un acceso fundamental a los mercados europeos. Estos acuerdos persisten a pesar de las claras violaciones de Israel. Los contratos y las asociaciones militares consolidan aún más esta relación, ya que algunos Estados miembros de la UE participan en la venta de armas y el intercambio de tecnología que apoyan directamente al complejo militar-industrial israelí. Estas actividades ponen de relieve el interés material de la Unión Europea en los sistemas que sostienen la agresión israelí.

Gráfico 1. Exportaciones de armas de los estados miembro de la UE a Israel (2018-2022) con licencias de exportación concedidas, en millones de euros

Fuente: Ní Bhriain y Akkerman (2024)

En Europa, existe una división entre países como Alemania y el Reino Unido, que prestan un apoyo abierto a Israel, y otros como Bélgica, Irlanda y España, que abogan por una postura más crítica, a menudo enmarcada en la solución de dos Estados. Sin embargo, incluso este último grupo opera dentro de límites estrechos, centrándose en críticas más ligeras y evitando acciones que puedan poner en tela de juicio los lazos del bloque con Israel.

La alineación de la Unión Europea con Estados Unidos e Israel también sirve a los propios intereses estratégicos del bloque en Oriente Medio. Al apoyar a Israel, la Unión Europea contribuye a mantener un orden regional que garantiza las rutas comerciales, estabiliza el suministro energético y reprime los movimientos antiimperialistas. Al igual que Estados Unidos, la Unión Europea tiene interés en contener a las potencias rivales, especialmente en el contexto de la competencia mundial con Rusia y China. El papel de Israel como garante regional complementa estos objetivos, lo que lo convierte en un valioso aliado para los Estados europeos.

En esencia, el enfoque de la Unión Europea con respecto a Palestina no es una alternativa a la política estadounidense, sino que más bien la complementa. Su doble función de alineamiento y diferenciación permite a la UE mantener los beneficios económicos y estratégicos de la relación, mientras proyecta una imagen de neutralidad o moderación.

Nick Buxton: ¿Qué ha hecho China en respuesta al genocidio? ¿Qué dice esto sobre su papel como actor político global?

Rafeef Ziadah: La respuesta de China al genocidio en Gaza ha sido notablemente moderada, caracterizada por llamamientos al alto el fuego y a la ayuda humanitaria, pero carente de medidas contundentes. Aunque ha expresado su apoyo a la libre determinación de Palestina en las Naciones Unidas, no ha asumido un papel de liderazgo en la oposición directa a Israel ni ha prestado un apoyo material sustancial a la causa palestina. Este enfoque moderado refleja la política exterior general de China, que da prioridad a la no intervención y al mantenimiento de las relaciones con una amplia gama de actores, incluido Israel, por razones económicas y estratégicas.

Las acciones de China revelan que prioriza los intereses económicos sobre la alineación ideológica con los movimientos antiimperialistas. Aunque se posiciona como una alternativa a la hegemonía estadounidense, su enfoque a menudo refleja el cálculo pragmático de las potencias tradicionales. Su creciente interdependencia con las monarquías del Golfo y los corredores comerciales más amplios entre Asia Oriental y Oriente Medio sugieren un enfoque centrado en la integración económica más que un cuestionamiento directo a la influencia estadounidense en la región. Esto hace que China parezca evasiva en momentos de crisis aguda.

Nick Buxton: Muchas personas han celebrado que Sudáfrica haya denunciado a Israel ante la Corte Internacional de Justicia como una señal del auge del Sur global en oposición al imperialismo y el sionismo. ¿Qué opina usted al respecto?

Rafeef Ziadah: La decisión de Sudáfrica de llevar a Israel ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) tiene un profundo impacto, sobre todo teniendo en cuenta su propia historia de apartheid y su solidaridad con la lucha palestina. Que Israel sea acusado oficialmente de genocidio a nivel internacional es un paso importante, que pone de relieve la gravedad de sus acciones y refuerza el discurso contra su proyecto colonial.

Sin embargo, hay que reconocer las limitaciones y contradicciones del derecho internacional. Los procesos judiciales como los de la CIJ son largos, a menudo duran años, y el listón para demostrar delitos como el genocidio es muy alto. Incluso cuando las sentencias favorecen la justicia, su cumplimiento depende de la voluntad política de los Estados e instituciones poderosos. Países como Estados Unidos y sus aliados, que protegen a Israel diplomática y militarmente, pueden socavar o ignorar por completo las sentencias de la CIJ, convirtiendo el derecho en una herramienta de justicia selectiva en lugar de responsabilidad universal.

Esta medida también debe entenderse en el contexto más amplio de la dinámica política interna de Sudáfrica. Si bien el Congreso Nacional Africano (ANC) se ha posicionado históricamente como defensor del antiimperialismo y la solidaridad con Palestina, su trayectoria actual está plagada de contradicciones. El ANC se enfrenta a retos internos, como fallas en la gobernanza y la promoción de políticas económicas neoliberales, así como a una creciente desconexión con los movimientos de base.

Al mismo tiempo, debemos estar atentos a las voces de los enérgicos movimientos sociales de Sudáfrica, que llevan mucho tiempo reclamando que el país rompa sus lazos con Israel. Estos movimientos han liderado la demanda de medidas concretas, como el fin de las relaciones diplomáticas y la aplicación de boicots, desinversiones y sanciones (BDS). Si bien el caso de la CIJ tiene un gran poder simbólico, es la presión popular la que garantiza que estos gestos simbólicos se traduzcan en cambios significativos.

Nick Buxton: ¿Dónde encaja el poder empresarial en todo esto? ¿Qué empresas apoyan el genocidio y de dónde provienen?

Rafeef Ziadah: Lamentablemente, numerosas empresas de una amplia gama de sectores apoyan las acciones de Israel y se benefician de ellas, desde los productores de bienes de consumo hasta las empresas de informática  que proporcionan infraestructura de vigilancia (No Tech For Apartheid, 2025). Si bien las empresas de armas y energía desempeñan un papel fundamental en la facilitación del genocidio y han sido, con razón, foco de atención de los sindicatos y organizadores palestinos, resulta más eficaz que los individuos y los grupos cuestionen la complicidad dentro de sus propios sectores. Este enfoque amplio garantiza que el movimiento se dirija a todo el ámbito de la participación empresarial, reforzando la campaña en favor de la rendición de cuentas y la justicia.

El 16 de octubre de 2023, sindicatos y asociaciones profesionales palestinos lanzaron un poderoso llamamiento a los sindicatos internacionales, para instarles a «dejar de armar a Israel» (Workers in Palestine, 2023). Este llamamiento puso de relieve la enorme magnitud del apoyo militar y diplomático prestado a Israel, en particular por Estados Unidos y la Unión Europea. Las cifras son abrumadoras. En virtud del actual acuerdo con Estados Unidos, vigente de 2019 a 2028, se proporcionan anualmente 3.800 millones de dólares en ayuda militar a Israel. En respuesta a la última agresión de Israel contra Gaza, Estados Unidos aprobó 14.500 millones de dólares adicionales en ayuda militar como parte de un paquete de seguridad nacional de 106 mil millones de dólares.

 Gráfico 2:

Nota: Primera columna, IAI ELTA (subsidiaria de IAI). Tercera columna, THALES (posteriormente, la empresa conjunta fue adquirida por Rumania); MBDA (surge de la fusión de Airbus, BAE Systems y Leonardo).
Fuente: Ní Bhriain y Akkerman (2024).

Los Estados miembros de la Unión Europea también desempeñan un papel importante. Alemania, por ejemplo, ha concedido 218 licencias de exportación de armas a Israel en 2023, el 85% de ellas después del 7 de octubre de 2023. Mientras tanto, los fabricantes de armas han obtenido ganancias enormes. El valor accionario de las cinco principales empresas armamentísticas estadounidenses −Boeing, General Dynamics, Lockheed Martin, Northrop Grumman y Raytheon− se ha disparado en 24.700 millones de dólares desde que comenzó el ataque. Estas cifras ponen de relieve la complicidad directa de la industria armamentista en el genocidio y destacan el potencial de los sindicatos y las campañas populares para interrumpir estas cadenas de suministro y detener el comercio de armas.

La industria mundial de los combustibles fósiles también desempeña un papel crucial en el mantenimiento de la campaña genocida de Israel. La energía, en forma de carbón, petróleo crudo, combustible para aviones y gas, alimenta la maquinaria militar utilizada en el ataque contra los palestinos. Dado que Israel también funciona como un nodo crítico en las redes energéticas regionales, denunciar el transporte de suministros energéticos es un modo de alinear las luchas por la liberación palestina y la justicia climática, y exponer cómo el capitalismo fósil alimenta tanto el genocidio como los sistemas de explotación más amplios.

Por ejemplo, un acontecimiento importante en la estrategia de gas de Israel han sido los acuerdos energéticos con los Emiratos Árabes Unidos, formalizados tras los Acuerdos de Abraham en 2020. Estos acuerdos sobre el gas reflejan la profundización de los lazos económicos entre Israel y los Estados del golfo y tienen importantes repercusiones geopolíticas. En 2021, la empresa emiratí Mubadala Petroleum adquirió una participación de 1000 millones de dólares en el yacimiento de gas de Tamar, en Israel, lo que pone de manifiesto el interés estratégico de los Emiratos en las reservas de gas natural de Israel. Estos acuerdos permiten a Israel posicionarse como centro energético regional, proyectando su poder en toda la región y profundizando sus alianzas con los Estados del Golfo respaldados por Occidente. Al mismo tiempo, la extracción y exportación de gas, a menudo procedente de aguas palestinas, refuerza el dominio colonial y el robo de recursos por parte de Israel, lo que agrava el despojo de los palestinos. Se han firmado acuerdos similares de normalización sobre el gas con Jordania y Egipto. Estas alianzas refuerzan la influencia regional de Israel, ya que las exportaciones de gas fluyen a través de gasoductos y rutas marítimas fuertemente protegidas y militarizadas.

Perturbar estas industrias, ya sea mediante el bloqueo de envíos de armas, la denuncia de los flujos de combustibles fósiles o la oposición a los financiadores de la militarización, ofrece una vía tangible para socavar y desmantelar la infraestructura del colonialismo y el genocidio.

Sin embargo, rastrear estos envíos de armas y flujos de energía es una tarea muy difícil. Estas cadenas de suministro son intencionalmente opacas y las empresas suelen recurrir a redes complejas y ocultas para eludir su responsabilidad. Esto también genera tensiones. Es urgente actuar con rapidez para detener el genocidio en curso, pero las intervenciones significativas y estratégicas suelen requerir una investigación exhaustiva, organización y la creación de coaliciones.

Nich Buxton: El genocidio, sumado al imperialismo estadounidense, ha abierto los ojos de una nueva generación a los horrores de la violencia del colonialismo de asentamiento. ¿Cómo podemos mantener este movimiento? ¿Cuáles son las vías más estratégicas para la resistencia y la solidaridad?

Rafeef Ziadah: La solidaridad internacional con Palestina ha alcanzado un nivel de apoyo extraordinario en los últimos meses, con protestas masivas en ciudades de todo el mundo, lo que demuestra un creciente reconocimiento global de la urgencia de la lucha palestina por la justicia, la liberación y el retorno. Sin embargo, aunque estas manifestaciones han sido poderosas, el reto ahora es canalizar esta indignación y solidaridad generalizadas hacia una acción organizada y sostenida que pueda generar un cambio real y duradero para Palestina. Para ello, debemos ir más allá de la ola de manifestaciones masivas (que son importantes en sí mismas) y centrarnos en construir una infraestructura para una organización estratégica a largo plazo. Una forma de profundizar este movimiento es centrarse en la solidaridad de la fuerza laboral, en particular, mediante la organización en los lugares de trabajo para garantizar que todos los espacios pongan fin a toda forma de complicidad con Israel.

En recientes llamamientos de los sindicatos palestinos, se ha instado a los trabajadores a que dejen de armar a Israel negándose a manipular mercancías y equipo militar destinados al régimen israelí. Este reclamo representa un punto de inflexión clave en el movimiento de solidaridad, en el que la lucha por la liberación palestina se vincula directamente al poder de los trabajadores para desbaratar los sistemas de opresión. Los sindicatos internacionales ya han comenzado a tomar medidas, desde los trabajadores portuarios de Barcelona e Italia que han bloquean los envíos de armas, hasta el cierre de fábricas de armas en Canadá y el Reino Unido (Ziadah y Fox-Hodress, 2023). Estas acciones demuestran que, cuando los trabajadores se posicionan, pueden desafiar de manera significativa a las industrias que alimentan el proyecto colonialista israelí.

Este enfoque liderado por los trabajadores también conlleva el potencial de revitalizar los propios sindicatos, alejándolos de acciones meramente simbólicas. Por ejemplo, aunque las mociones aprobadas en los sindicatos en apoyo a Palestina son importantes, rara vez van acompañadas de reclamos concretos. Para construir realmente poder, estas mociones deben evolucionar hacia la organización comunitaria, la educación y la divulgación, que puedan llevar a los trabajadores a bloquear envíos, interrumpir líneas de producción o participar en boicots más amplios contra las empresas cómplices del genocidio israelí. Es necesario pasar de los gestos simbólicos a la adopción de medidas concretas para detener los sistemas que apoyan la violencia de Israel.

El fortalecimiento del poder de los trabajadores requiere un enfoque profundo y estratégico, centrado en la educación y la solidaridad a largo plazo. Los sindicatos palestinos han destacado la importancia de involucrar a los trabajadores de base en la educación política, ayudándoles a comprender la conexión entre su trabajo y los sistemas de opresión que perpetúan la violencia en Gaza. Muchos sindicalistas son nuevos en la lucha palestina y no todos los activistas conocen bien la historia del colonialismo israelí. Por lo tanto, es fundamental crear espacios de educación y solidaridad que se centren en el aquí y ahora, pero también en cómo construir movimientos sostenibles, liderados por los trabajadores, que puedan seguir luchando por la justicia más allá del momento inmediato.

La historia del internacionalismo obrero ofrece un marco valioso en este sentido. Al igual que los trabajadores de todo el mundo desempeñaron un papel decisivo en la lucha contra el apartheid en Sudáfrica o en el apoyo a los movimientos de liberación en Chile y Etiopía, el movimiento sindical mundial tiene la oportunidad de construir un legado similar de solidaridad con Palestina. Los trabajadores siempre han estado al frente de la lucha contra el imperialismo, y está claro que pueden desempeñar un papel transformador en esta lucha. La historia de las luchas exitosas lideradas por los trabajadores nos enseña que construir una solidaridad duradera lleva tiempo, pero también tiene el potencial de cambiar fundamentalmente el equilibrio de poder, no solo para poner fin a la ocupación militar de Israel, sino también a los sistemas de opresión más amplios que la sostienen.

Traducción: Nuria del Viso (FUHEM).

 NOTAS: 

1 Los Acuerdos de Oslo, firmados en 1993 y 1995, y conocidos oficialmente como Declaración de Principios sobre las Disposiciones relacionadas con un Gobierno Autónomo Provisional, fueron un conjunto de acuerdos entre Israel y la Organización de Liberación de Palestina. Mediante estos acuerdos se estableció la Autoridad Palestina para que se encargara de administrar partes de Cisjordania y Gaza, y se estableció un enfoque por etapas para lograr una solución de dos Estados. En la práctica, los Acuerdos de Oslo afianzaron el control israelí mediante la fragmentación de los territorios palestinos, la profundización de la dependencia económica y el aplazamiento de cuestiones clave, como el derecho de retorno de los refugiados palestinos, las fronteras y los asentamientos ilegales a una negociación de “condición definitiva” indefinida. Los Acuerdos de Oslo funcionaron básicamente como un mecanismo para gestionar  a la población palestina mediante la delegación a la Autoridad Palestina de la seguridad y las responsabilidades administrativas cotidianas. Este acuerdo permitió a Israel mantener control de aspectos fundamentales  de la vida palestina, como las fronteras, la seguridad y los recursos, mientras elude todo reconocimiento significativo de los derechos o la libre determinación de la población palestina.

2 Los Acuerdos de Abraham, formalizados en 2020, son una serie de acuerdos de normalización –alcanzados con la intermediación de Estados Unidos– entre Israel y varios Estados árabes, entre ellos los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Marruecos y, posteriormente, Sudán. Los acuerdos, publicitados como un paso hacia la paz regional, intentan incluir a Israel en los marcos políticos y económicos de Oriente Medio, mientras que dejan de lado a la causa palestina. Al priorizar la cooperación económica y las alianzas de seguridad ––especialmente contra los países percibidos como adversarios regionales, como Irán––, los acuerdos representan una configuración geopolítica que legitima el proyecto de Israel como colonia de asentamientos. Asimismo, consolidan los sistemas de dominación mediante la normalización de la ocupación de Israel y la eliminación de los derechos palestinos de la agenda regional.

Bibliografía:

Hanieh, Adam (13 de junio de 2024). Framing Palestine. Israel, the Gulf states, and American power in the Middle East. TNI.
https://www.tni.org/en/article/framing-palestine

Ní Bhriain, Niamh y Akkerman, Mark (4 de junio de 2024). Partners in Crime – EU complicity in Israel’s genocide in Gaza. TNI.
https://www.tni.org/en/publication/partners-in-crime-EU-complicity-Israel-genocide-Gaza

No Tech For Apartheid (2025). No Tech For Apartheid es una campaña liderada por trabajadores de Google y Amazon en contra del contrato de computación en la nube de estas empresas con el Gobierno y ejército israelíes, denominado proyecto Nimbus, por un valor de mil millones de dólares. http://www.notechforapartheid.com/

Workers in Palestine (16 de octubre de 2023). An urgent call from Palestinian trade unions: end all complicity, stop arming Israel. https://www.workersinpalestine.org/the-calls-languages/english

Ziadah, Rafeef y Fox-Hodess, Katy (13 de diciembre de 2023). Unionists Around the World Block Weapons Bound for Israel. Labornotes. https://labornotes.org/2023/12/unionists-around-worldblock-weapons-bound-israel

Nick Buxton es coordinador del centro de conocimientos del TNI
y consultor de comunicaciones, investigador y editor de publicaciones. Entre numerosos artículos e informes, ha coeditado, junto con Ben Hayes, el libro Cambio climático, S.A. (Madrid: FUHEM, 2017).

Rafeef Ziadah colabora con el sindicato Trabajadores en Palestina y es activista sindical, profesora y poeta. Trabaja como profesora de Política y políticas públicas en el Departamento de Desarrollo Internacional del King’s College de Londres. Entre sus performances político-literarias se destacan “Nosotros enseñamos vida, señor” (2008) y “Hadeel” (2009). https://www.youtube.com/watch?v=qyra1CWvw-U