Presentación pública del libro de Economía Inclusiva

Economía Inclusiva: conceptos básicos y algunos debates

FUHEM Ecosocial presenta su octava entrega de la Colección Economía Inclusiva:  Economía Inclusiva: conceptos básicos y algunos debates.

Este libro, coordinado por Óscar Carpintero, nace como una reflexión colectiva de diferentes economistas que comparten una visión crítica con el enfoque económico más convencional que domina la enseñanza, las políticas económicas y una buena parte de la investigación en el ámbito de la economía desde hace mucho tiempo.

La presentación tendrá lugar el 1 de diciembre en la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla de la Universidad Complutense de Madrid ( C/ Noviciado, 3.) de 18,30 a 20 horas.

Contará con la presencia de:

    • Carlos Berzosa, coautor y catedrático emérito de la Universidad Complutense.
    • Óscar Carpintero, coordinador y coautor. Catedrático de Economía Aplicada (UVA).
    • Monica Di Donato, coautora. Investigadora del Área Ecosocial de FUHEM.
    • Ángel Martínez González-Tablas, coautor. Ha sido presidente de FUHEM y catedrático de Economía Aplicada (UCM).

El aforo es limitado. No te quedes sin plaza. ¡Inscríbete!


Desplazamiento forzado por causas climáticas en la era de crisis ecosocial

Desplazamiento forzado por causas climáticas en la era de la crisis ecosocial

Evento presencial, que tuvo lugar el 13 de noviembre 2026, en la Universidad Federal de Santa Catarina – USFC, con alumnos de Relaciones Internacionales.

Participaron:

Leticia Alburquerque – USFC

Fernanda Medeiros – Instituto Piracema.

Nuria del Viso – FUHEM Ecosocial.

En esta sesión del ciclo de Seminar Series del Proyecto Speak4Nature, se abordó el tema del Desplazamiento forzado por causas climática en la era de la crisis ecosocial, con una presentación de Nuria del Viso en la que caracterizó este fenómeno, ofreció su cuantificación con los datos disponibles y se expuso la situación de desprotección de estas personas en desplazamiento forzoso en un marco de fronteras cerradas.

A continuación se desarrollo un interesante debate con el estudiantado


Economía, ambiente y alimentación

Economía, ambiente y alimentación

FUHEM Ecosocial participa en un Seminario organizado por  la Universidad Nacional de Entre Ríos – UNER, de la serie de Seminarios del Proyecto Europeo Speak4Nature.

Bajo el título: Economía, ambiente y alimentación el seminario tendrá lugar el día 12 de de noviembre de 2025, en el Auditorio PAFCCO UNER, Paraná, a las 10 hora local.

El Seminario está organizado por:

Instituto de Estudios Sociales (CONICET/UNER)

Doctorado de Ciencias Sociales UNER

Participará Monica Di Donato del equipo de FUHEM Ecosocial con una ponencia titulada Crisis ecosocial y metabolismo alimentario en los hogares, donde se analizará desde la economía ecológica, recursos naturales que se consumen en los hogares y los impactos ambientales que generan.


Papeles 171: El rapto de Europa

Como ocurriera con la princesa fenicia secuestrada por Zeus, de cuyo nombre proviene el del continente, los sueños europeos han sido capturados con malas artes por quien manda e impone las reglas del juego, aunque quepa sospechar en este caso si no habrá sido la propia princesa la que se subió a lomos del toro a sabiendas.

El rapto de Europa es el título del número 171 de la revista Papeles de relaciones internacionales y cambio global que explora la situación actual de la Unión Europea, evocando sus principios fundadores y analizando los principales problemas que ha encontrado después de más de setenta años, el experimento de integración institucional de naciones soberanas más original que se ha realizado hasta ahora.

Abre el número la Introducción de Santiago Álvarez Cantalapiedra, La captura de Europa aborda

A fondo reúne seis ensayos que abordan las principales cuestiones que tiene hoy planteadas la UE. José Antonio Nieto Solís realiza una retrospectiva de la andadura del Unión y lanza una breve mirada al futuro. Joám Evans Pim examina la dependencia de las materias primas minerales de la UE hasta el punto de securitizar su acceso. Tica Font y Pere Ortega revisan el plan de rearme europeo. Andreu Domingo explora el cambio demográfico en Europa, las políticas migratorias y los discursos de involución en la UE. Mónica López sigue indagando en las política de inmigración, pero ahora desde el punto de vista del asilo y el refugio y como ha evolucionado desde la firma del Tratado de Maastrich en 1993. Angelina Giannopoulou cierra la sección con un análisis sobre los aspectos políticos del proceso de integración, su involución institucional que contrasta con los movimientos de solidaridad internacionalistas de la izquierda y de los movimientos de resistencia a escala europea.

Actualidad recoge un análisis de Jordi Mir sobre la larga historia en la reivindicación del derecho a la vivienda. Por su parte, Rodrigo Rogelis explora los derechos de la naturaleza y las nuevas gobernanzas a través del caso de personalidad jurídica del río Atrato, en Colombia, y su consejo de guardianes.

La sección Experiencias nos trae una entrevista de Ana García Juanatey a Pia Hollenstein, fundadora y miembro de KlimaSeniorinnen que protagonizó el sonado caso de condena del Tribunal Europeo de Derechos Humanos al Estado suizo por la desprotección de colectivos vulnerables, como las mujeres mayores, ante el cambio climático.

Ensayo se abre con un texto de Jonatan Palmblad sobre instrumentalidad y personalidad ecológica. Marc Chopplet reflexiona, por su parte, sobre las humanidades y las ciencias sociales ante la inteligencia artificial, y se pregunta sobre su posible extinción.

El número se cierra, como es habitual, con la sección Lecturas.

A continuación, ofrecemos el Sumario de la revista con el acceso al texto de la introducción y al artículo firmado por Angelina Giannopoulou.

SUMARIO

INTRODUCCIÓN

La captura de Europa,  Santiago Álvarez Cantalapiedra

A FONDO

La UE en retrospectiva: ¿vendrán tiempos mejores?,  José Antonio Nieto Solís

La securitización de las materias primas minerales en la UE: porqué Europa no es inmune a la maldición de los recursos, Joám Evans Pim

El rearme militar de Europa, Tica Font y Pere Ortega

Cambio demográfico, políticas migratorias y discurso de la involución en la UE, Andreu Domingo

Política de inmigración y de asilo europea: ¿igualitaria y solidaria?, Mónica López

Desarmados de visión, armados hasta los dientes, o una Europa democrática, verde y social, Angelina Giannopoulou

ACTUALIDAD

Derecho a la vivienda: una la larga disputa, Jordi Mir

Guardianes del río Atrato: derechos de la naturaleza y la construcción de nuevas gobernanzas, Rodrigo Rogelis

EXPERIENCIAS

Entrevista a Pia Hollenstein, fundadora y miembro de KlimaSeniorinnen, Ana García Juanatey

ENSAYO

Instrumentalidad y personalidad ecológica: ¿Con qué finalidad?, Jonatan Palmblad

Inteligencia artificial y humanidades y ciencias sociales, ¿en vías de extinción?, Marc Chopplet

LECTURAS

Dialéctica de la ecología. socialismo y naturaleza, de John Bellamy Foster

Pedro L. Lomas

Ecotopías. Imaginar el futuro para cambiar el presente, VV.AA.

Manuel Casal Lodeiro

Climas de cambio. Las nuevas sociedades del calentamiento global, de José Antonio Cortés Vázquez

Nuria del Viso

Notas de lectura

RESÚMENES

 

Información y compras:

Tel.: +34 914310280

Email: publicaciones@fuhem.es

Puedes adquirir la revista PAPELES en nuestra librería virtual

 

 


La captura de Europa

El proyecto europeo nació de un anhelo de paz. La integración avanzó con la idea de que podría ser un buen camino para evitar la pérdida de peso e influencia de los países del Viejo Continente. Se ha querido presentar además como un modelo cargado de valores y virtudes democráticas que representa un faro para navegar en medio de las procelosas y, con frecuencia, embrutecidas aguas de las relaciones internacionales. Sin embargo, hasta ahora, las cosas parecen haber discurrido por otros derroteros.

El promisorio horizonte de paz en el continente se ha ido disipando. No solo porque en su día fuera incapaz de evitar la sucesión de guerras derivadas de la desintegración de la antigua Yugoslavia o, más recientemente, la destrucción de Ucrania como consecuencia de la invasión rusa, sino porque la UE y algunos de sus miembros fueron responsables, en cierto modo, de la activación y profundización de aquellos procesos.

Santiago Álvarez Cantalapiedra escribe en la Introducción al número 171 de la revista Papeles de relaciones ecosociales y cambio global sobre cómo la irrelevancia europea en el mundo se ha evidenciado de forma clara en las últimas décadas como consecuencia de los efectos paradójicos de una globalización que, impulsada inicialmente por Occidente para su propio beneficio, ha cambiado por completo el mapa geopolítico y el centro de gravedad económico mundial.  Europa pesa cada vez menos en la economía global y, en el plano geopolítico, no está menos subordinada política y militarmente a los EEUU que antaño.

Por último, al histórico déficit democrático de las instituciones europeas se han sumado los procesos actuales de “desdemocratización” de los países y la doble vara de medir con que se abordan los principales conflictos internacionales. La quiebra moral ante el genocidio del pueblo palestino ha dejado a Europa sin alma y, lejos de ser un faro, la acción exterior de la UE contribuye más a la oscuridad que a iluminar las tinieblas. A estas alturas, tampoco parece extrañar ya a nadie el abandono clamoroso del enfoque de los derechos humanos en la gestión de sus fronteras.

Como ocurriera con la princesa fenicia secuestrada por Zeus, de cuyo nombre proviene el del continente, los sueños europeos han sido capturados con malas artes por quien manda e impone las reglas del juego, aunque quepa sospechar en este caso si no habrá sido la propia princesa la que se subió a lomos del toro a sabiendas.

Europa en el mapa mundial

El mundo vive un cambio de época en el cual Europa descubre perpleja que se encuentra más apartada, débil y dividida que nunca. Lo primero se evidencia en cómo Trump y Putin tratan de abordar una salida a la agresión rusa a Ucrania o en cómo Trump y Netanyahu acordaron la retirada parcial de las tropas en Gaza. Europa y, por supuesto, los pueblos palestino y ucraniano, ni siquiera han sido convocados. Su debilidad resulta incuestionable cuando se observa la nueva geografía económica mundial. Las divisiones internas se revelan cada día más claramente en las tensiones entre los países que forman la UE y en las fracturas económicas y territoriales que se siguen profundizando en su seno.

El auge de Asia es uno de los fenómenos económicos más relevantes de comienzos del siglo XXI. Para Europa ha representado el fin de la ventaja excepcional que logró con la implantación del industrialismo alumbrado por el capitalismo naciente. La publicación del libro La gran divergencia de Kenneth Pomeranz hace veinticinco años mostró cómo Europa había logrado una ventaja apabullante sobre China gracias a factores casuales.1 Hasta el siglo XVIII Europa y China —contemplando las regiones más avanzadas de cada área—disfrutaban de un desarrollo con unos niveles de prosperidad y una estructura socioeconómica bastante similares. La protoindustrialización en ambas zonas estuvo basada en la extracción de recursos naturales y el empleo masivo de madera como fuente de energía. Rápidamente el incipiente desarrollo industrial occidental se toparía con las limitaciones naturales de su propio territorio. La forma de sortear esas restricciones ecológicas contribuyó a la gran divergencia con el área asiática. Según Pomeranz, las diferencias tuvieron que ver principalmente (que no únicamente) con varios elementos esenciales: en primer lugar, las limitaciones energéticas impuestas por la deforestación europea pudieron aliviarse gracias al acceso a unos yacimientos de carbón abundantes y próximos, permitiendo la utilización de otras formas de energía distintas de la madera; en segundo lugar, el acceso a los recursos de las Américas, siguiendo un esquema de organización colonial, proporcionó el acceso a un territorio suficiente que, combinado con el uso de mano de obra esclava (gracias al comercio triangular), permitió la obtención de materias primas —como el algodón (pero también madera y azúcar)— que de otro modo habría requerido enormes extensiones en Europa. Finalmente, y no menos importante, las interminables rivalidades entre los países europeos terminaron por alumbrar las capacidades fiscales y militares de los Estados europeos que asentaron su dominio en ultramar. Así pues, las posibilidades de utilización del carbón mineral (con mayor densidad energética que la biomasa), así como el desarrollo temprano de las tecnologías coligadas (como, por ejemplo, la máquina de vapor creada en 1712 por Thomas Newcomen, mejorada sustancialmente décadas después por el escocés James Watt), junto al desempeño de la dominación militar colonial (también con sus correspondientes innovaciones tecnológicas y financieras), resultaron los elementos determinantes que hicieron despuntar a Europa, y particularmente al Reino Unido, convirtiéndola en el centro de la economía mundial. No fueron factores culturales ni institucionales,2 como se enfatiza desde interpretaciones liberales, los que originaron la gran divergencia, sino la fuerza coercitiva del colonialismo y las capacidades tributarias y financieras de los Estado europeos.

Pero volvamos al presente para entender el papel que parece corresponderle a Europa en el momento actual. El 27 de julio de este año es la fecha, para muchos, de la capitulación del proyecto de la UE ante los EEUU. En esa fecha, la UE aceptó sin contrapartidas un arancel del 15% sobre el grueso de sus exportaciones a los EE UU, comprometiéndose además a comprarle energía por valor de 750.000 millones de dólares, realizar inversiones no especificadas por otros 600.000 millones e incrementar la adquisición de armamento estadounidense. Más allá del alcance y de las posibilidades reales de concreción de este “acuerdo”, para Varoufakis lo que resuena en este acontecimiento es lo que aconteció con el tratado de Nanjing de 1842.3 Dicho tratado supuso la gran capitulación de China frente a la potencia europea de la época (el Reino Unido) y el inicio de un “siglo de humillación” que marcaría el declive de Oriente frente a Occidente. Ahora las prácticas imperiales a las que Europa recurrió en el pasado para doblegar la voluntad de otras naciones se revuelven, ironías de la historia, contra el viejo continente. Pero a diferencia de la China de 1842, cuya humillación fue resultado de una derrota militar, la servidumbre europea se presenta ahora como una opción libremente elegida por la propia Unión ante la administración norteamericana.

EEUU tiene claro con qué bazas cuenta para actualizar esa servidumbre voluntaria europea.4 En primer lugar, sabe sacar provecho del vínculo trasatlántico a través de la OTAN, siempre bajo su control. A través de la Alianza Atlántica se da forma al rearme y a la subordinación europea en materia de seguridad exterior.  La exigencia de dedicar el 5% del PIB al gasto militar revela —más allá de la fetichización de un porcentaje5 quién manda realmente sobre los presupuestos de los Estados miembros. Justificados por las autoridades comunitarias como una oportunidad, junto a la transición digital, para robustecer el modelo productivo6 y la autonomía estratégica europea, estos gastos militares son, en realidad, un refuerzo estructural de la dependencia del Viejo Continente al complejo militar estadounidense, al tiempo que responden plenamente a sus designios de seguridad global (centrar la atención en Asia y delegar en Europa responsabilidades de contención de Rusia). En segundo lugar, EEUU sabe de la importancia de desenganchar a Europa de los suministros energéticos rusos y reforzar la dependencia de los suyos, y para tal propósito cualquier medio es válido (sabotaje del gaseoducto Nord Stream, la exigencia de compra de hidrocarburos plasmada en el acuerdo del 27 de julio, etc.).

Con eso basta dado que, en otros campos como el tecnológico, la UE cada vez tiene menos cosas que decir. Un informe reciente del Belfer Center de la Universidad de Harvard ha subrayado que EEUU retiene el liderazgo en sectores fundamentales como la IA, los semiconductores, la tecnología espacial, cuántica y las biotecnologías, mientras que China se encuentra en segundo lugar en las dos últimas. Los países europeos en solitario apenas pintan nada en ninguna y, en conjunto, suman la mitad de las capacidades de las de EE UU y dos tercios de las chinas, con un rezago especialmente significativo en el ámbito de los semiconductores y la tecnología espacial.7

Salir del camino equivocado

El camino de servidumbre elegido por Europa revela, por un lado, sus miedos e impotencias y, por otro, y más fundamental, que su proyecto coincide en lo sustancial con el del Leviatán norteamericano: la defensa del modo de vida occidental. El innegociable american way of life ha representado siempre el punto de encuentro entre Europa y los EEUU más allá de cualquier divergencia o discrepancia coyuntural. Pero seguir por esta senda equivale directamente a negar la existencia de la crisis ecosocial.

Más razonable sería que Europa tratara de responder con sabiduría y humanidad al dilema que plantea Bruno Latour:

¿Qué hacemos entonces? O bien negamos directamente la existencia del problema, o bien buscamos aterrizar. Para cada uno de nosotros, la pregunta significa: “¿Vas a seguir alimentando sueños de evasión o te pondrás en marcha en busca de un territorio habitable para ti y para tus hijos?”. En adelante, esto es lo que divide a la gente, mucho más que saber si uno es de izquierdas o de derechas.8

La Europa que alumbró el industrialismo capitalista gracias al carbón y a la dominación colonial, tiene la oportunidad de reconocer, ahora que le urge desengancharse de los fósiles y no es más que la cola del león, que el modo de vida occidental es un camino sin salida plagado de amenazas que niega el futuro a la humanidad, y que esas amenazas coinciden ya con el momento en que nos vemos obligados a acoger en el continente a millones de seres humanos expulsados de su tierra por el modo de vida que hemos engendrado. Tenemos que aprender a convivir con quienes nunca habíamos compartido tradiciones, costumbres e ideales, con esos prójimos extranjeros con los que, sin embargo, tenemos una cosa en común: vernos privados del suelo que habitamos. Por eso, con esos pueblos en migración compartimos destino: «Nosotros, los antiguos europeos, porque nos falta planeta para tanta globalización y vamos a tener que cambiar por completo nuestros modos de vida; ellos, los futuros europeos, porque han tenido que abandonar su antiguo suelo devastado y aprender a cambiar por completo sus modos de vida. ¿No es un poco exagerado? No, es nuestra única salida: descubrir en común un territorio donde habitar. Es la nueva universalidad. La otra bifurcación de la alternativa es fortificarme detrás de una muralla y hacer como si nada hubiera cambiado, prolongando el sueño con los ojos abiertos del American way of life del que sabemos que nueve mil millones de seres humanos no sacarán ningún provecho».9 Solo así Europa puede liberarse del rapto del que fue objeto, recuperando los anhelos de paz e integración de su proyecto e iluminando las tinieblas que oscurecen un futuro que, si no es compartido, simplemente no existirá.

Santiago Álvarez Cantalapiedra, director de FUHEM Ecosocil y de la revista Papeles de relaciones ecosociales y cambio global. 

 

NOTAS

1 Kenneth Pomeranz, The Great Divergence: China, Europe, and the Making of the Modern World Economy, Pricenton University Press, 2000 [existe una edición reciente en castellano de la editorial Arpa, octubre 2024].

2 Ni el espíritu del capitalismo, asentado en la ética calvinista (Weber), ni las instituciones recomendadas por Adam Smith (propiedad privada, presupuestos equilibrados, mercados, etc.) tienen en la interpretación de Pomeranz un papel protagonista. No se niega esos factores, simplemente son situados en lugar secundario. Piketty ha subrayado, además, la paradoja que supone para las explicaciones liberales el hecho de que las instituciones en la China del siglo XVIII eran más «smithianas» que las del Reino Unido (Thomas Pikkety, Una breve historia de la igualdad, Deusto, 2021).

3 Yanis Varoufakis, «Un siglo de humillación para Europa», Sin Permiso, 22/08/2025, disponible en:  https://sinpermiso.info/textos/un-siglo-de-humillacion-para-europa

4 Thomas Fazi, «Europa, la capitulación permanente», Le Monde Diplomatique en español, septiembre de 2025, pp. 20-21.

5 El establecimiento de fetiches en forma de porcentaje no es nuevo. El neoliberalismo se caracterizó por una visión contable de la actividad económica, de modo que todos los procesos de la integración europea bajo su égida estuvieron marcados por porcentajes con independencia de su necesidad o conveniencia: recuérdense los criterios de convergencia de la Unión Monetaria para los países de la eurozona (1,5% de tasa de inflación, el 3% de déficit público, el 60% del PIB de deuda pública o el 2% en el tipo de interés a largo plazo) o, más recientemente, los requisitos establecidos para las reglas fiscales del Pacto de Estabilidad y Crecimiento.

6 En el juego de eufemismos en el que estamos, el militarismo es presentado en nuestro país como un Plan Industrial y Tecnológico para la Seguridad y la Defensa. https://www.lamoncloa.gob.es/consejodeministros/resumenes/Documents/2025/230425-plan-industrial-y-tecnologico-para-la-seguridad-y-la-defensa.pdf

7 Belfer Center for Science and International Affairs, Critical and Emerging Technologies Index, Harvard Kennedy School, Junio de 2025. El Informe completo y los informes de países (Francia, Italia, Alemania, Japón y Corea del Sur) se pueden consultar y descargar en: https://www.belfercenter.org/critical-emerging-tech-index

8 Bruno Latour, «La Europa refugio», en VVAA: El Gran Retroceso, Seix Barral, Barcelona, 2017, pp. 171-183.

9 Ibidem, pp. 174-175.

Acceso al texto completo del artículo en formato pdf:  La captura de Europa.


Miradas interdisciplinares sobre la naturaleza, alimentación y cuidados

Miradas interdisciplinares sobre la naturaleza, alimentación y cuidados

FUHEM Ecosocial participa en un Seminario organizado por  la Universidad Nacional del Litoral, en el marco de la serie de Seminarios del Proyecto Europeo Speak4Nature.

Bajo el título: Miradas interdisciplinares sobre la naturaleza, alimentación y cuidados, el seminario tendrá lugar el día 6 de noviembre de 2025, en el Consejo Directivo del Edificio Histórico FCJS/UNL, Santa Fe, Argentina, a las 15 hora local.

El Seminario está organizado por:

  • Secretaría de Investigación y Desarrollo de los Recursos Humanos Docentes FCJS/UNL.
  • Pl Meulen III: Los entramados socio-jurídicos sobre la cuestión ecológica desde una perspectiva Latinoamericana.
  • CAID «Seguridad alimentaria y derecho humano a la limentación».
  • Proyecto Speak4Nature (Horizon-MSCA-2021 SE-01) ref. 101086202.

Estará dividido en dos bloques y contará con la presencia de:

Cuestión alimentaria y justicia ecológica

Monica Di Donato – FUHEM

Mariel Wicky – FBCB/UNL

Historias de asistencia, resistencia y cuidados.

Pilar Peralta – LMU

Chiara Bertoldi – UPO

Nicolás Maiarota – FCJS/UNL

En su ponencia Crisis ecosocial y metabolismo alimentario de los hogares: un análisis de las desigualdades en el uso de los recursos naturales y sus impactos ambientales, Monica Di Donato, del equipo de FUHEM ecosocial, abordará cómo las distintas formas de consumo alimentario de los hogares resultantes de nuestro modo de vida son uno de los condicionantes de que se alcance o no el objetivo de la sostenibilidad.

Las métricas monetarias habitualmente usadas no son suficientes para evaluar este aspecto. Por ello se hace necesario complementarlas con métricas biofísicas, a través de aproximaciones como el metabolismo social, en este caso, en su vertiente alimentaria. Entender los distintos flujos del metabolismo alimentario, es decir, de los flujos de materiales que lo constituyen, así como de los impactos ambientales ligados al comportamiento alimentario de los hogares a lo largo de un periodo, es una información fundamental dentro del contexto de emergencia, ligado a la actual crisis ecosocial, y de transición ecológica, caracterizado por niveles de recursos menguantes y un medio crecientemente degradado.

En ese sentido, el diagnostico constituiría una herramienta útil para el decisor de políticas públicas y los aparatos jurídicos para controlar, y resolver desigualdades de injusticia alimentaria y disponer de acciones encaminadas a la realización y garantía a una alimentación justa y sostenible como derecho fundamental.


How do human rights and the rights of nature converge?

How do human rights and the rights of nature converge?

The legal and jurisprudential recognition of the rights of nature and ecological justice (EJ) that has been taking place since the beginning of the 21st century opens up a whole new field of research and practice. In parallel, there is a whole body of previous legislation, with at least eight decades of existence, dedicated to the development of human rights theory and practice.

Leer más

The long shadow of the financialization of nature in the nature conservation law: the case of SBAP Law in Chile.

The long shadow of the financialization of nature in the nature conservation law: the case of SBAP Law in Chile.

After 13 years of negotiation and processing, approval of Ley 21.600 que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP) y el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP) (Law 21.600 for the creation of the Service for Biodiversity and Protected Areas and the National System of Protected Areas) has been a milestone for nature conservation in Chile.

Leer más

Economía Inclusiva: conceptos básicos y algunos debates

Economía Inclusiva: conceptos básicos y algunos debates

La Colección Economía Inclusiva del área Ecosocial de FUHEM publica su entrega número ocho: Economía Inclusiva: conceptos básicos y algunos debates, coordinado por Óscar Carpintero.

Este libro nace como una reflexión colectiva de diferentes economistas (reunidos en torno al Grupo de Economía Inclusiva, impulsado y coordinado por el área ecosocial de FUHEM) que comparten una visión crítica con el enfoque económico más convencional que domina la enseñanza, las políticas económicas y una buena parte de la investigación en el ámbito de la economía desde hace mucho tiempo.

La pregunta detonante de esa reflexión gira alrededor de si es posible abordar una visión más inclusiva de la economía que reconozca los conflictos, desigualdades y límites del sistema actual. En ese sentido, la propuesta y la apuesta de esta publicación es avanzar hacia un enfoque de economía inclusiva desde un pluralismo integrador, capaz de articular distintos enfoques que comparten diagnóstico y críticas al funcionamiento del sistema capitalista.

A diferencia de lo que sostiene el enfoque económico convencional, el libro constata que, el capitalismo está lejos de encontrarse en un equilibrio amable (o tendente a él) y, además, sigue atravesado por conflictos y desigualdades de todo orden: conflicto capital-trabajo, capital-naturaleza, capital-género, etc.

Conflictos que afectan a varias dimensiones (ecológica, social, política), generan desigualdades más o menos estructurales de renta, riqueza, de género y que son, al final, expresión de la diferente distribución del poder económico y político en las sociedades.

A diferencia de lo que sostiene el enfoque económico convencional, el libro constata que, el capitalismo está lejos de encontrarse en un equilibrio amable (o tendente a él) y, además, sigue atravesado por conflictos y desigualdades de todo orden: conflicto capital-trabajo, capital-naturaleza, capital-género, etc. Conflictos que afectan a varias dimensiones (ecológica, social, política), generan desigualdades más o menos estructurales de renta, riqueza, de género y que son, al final, expresión de la diferente distribución del poder económico y político en las sociedades.

Esta es la realidad que buena parte de los estudiantes de economía desearía conocer y analizar y también es la realidad que los economistas críticos tratan de comprender y la economía convencional escatimar. Precisamente estos conflictos son analizados de forma particular, y por separado, por algunos enfoques económicos heterodoxos como la economía feminista, la economía ecológica, postkeynesiana, institucional o marxista. Ahora bien, lo verdaderamente novedoso de este libro reside en el dialogo que establece entre estos enfoques heterodoxos (que muchas veces han estado incomunicados), resaltando lo que tienen en común para lograr una representación más integral e inclusiva del proceso económico con todos sus conflictos y desigualdades.

Y lo hace de dos maneras. Por un lado, señalando aquellos conceptos o categorías que, aunque a veces utilizadas principalmente por un enfoque heterodoxo en concreto, pueden ser planteadas y aceptadas de manera inclusiva e integral para entender el mundo económico. Conceptos como género, límites, sostenibilidad, excedente social, clase social, racionalidad limitada, cuidados, sistemas abiertos, trabajo, metabolismo social, modo de vida y calidad de vida, instituciones, poder y conflicto social, patriarcado o necesidades son, por ejemplo, categorías que pueden y deben utilizarse para profundizar en esa perspectiva inclusiva e integradora de la ciencia económica. Y, por otro lado, el libro suscita debates y propuestas que tienen, precisamente, esa mirada integral e inclusiva, a través del tratamiento de asuntos como el poscrecimiento, los impactos del cambio tecnológico, el imperialismo y el colonialismo verde, o la reducción del tiempo de trabajo.

Por todo lo anterior, el libro podría constituir una fuente de interés tanto para estudiantes y estudiosos de la economía, como para un público general interesado en mirar con gafas distintas de las habituales el funcionamiento del sistema económico y las desigualdades y conflictos sociales y ecológicos que este genera.

Índice

Introducción

Óscar Carpintero.

Capítulo 1. Una mirada inclusiva a la representación de la actividad económica

Santiago Álvarez Cantalapiedra, Alfons Barceló, Óscar Carpintero, Cristina Carrasco, Ángel Martínez González-Tablas, Albert Recio y Jordi Roca.

Capítulo 2. Conceptos y categorías básicas

Ámbito doméstico y cuidados – Paula Rodríguez Modroño.

Ciencia, realismo, racionalidad – Alfons Barceló.

Clase social – Jorge Sola y Julián Panadero.

Los comunes – César Rendueles.

Desigualdad – Jorge Guardiola.

Principio de demanda efectiva – Paloma Villanueva.

Dinero y finanzas – Óscar Carpintero y Eduardo Fernández-Huerga.

La Empresa – José Miguel Rodríguez Fernández.

El Estado – Luis Buendía.

Excedente social – Alfóns Barceló, Carlos Berzosa y Ángel Martínez González-Tablas.

Género y patriarcado – Carmen Castro García.

Incertidumbre – Eduardo Fernández-Huerga y Óscar Carpintero.

Instituciones – Luis Fernando Lobejón y Sherman Farhad.

Límites y sostenibilidad – Óscar Carpintero y Pedro L. Lomas.

Mercados – Eduardo Fernández-Huerga.

Metabolismo social – Óscar Carpintero y Pedro L. Lomas.

Modo de vida y calidad de vida – Santiago Álvarez Cantalapiedra y Monica Di Donato.

Necesidades y consumo – Santiago Álvarez Cantalapiedra.

Poder y conflicto social – Albert Recio y Luis Fernando Lobejón.

Producción (genealogía del concepto) – José Manuel Naredo.

Producción – Ángel Martínez González-Tablas, Cristina Carrasco y Óscar Carpintero.

Sistemas abiertos – Óscar Carpintero y Jaime Nieto.

Sistemas económicos y sistema económico capitalista – Ángel Martínez González-Tablas y Alfons Barceló.

Tecnología y cambio tecnológico – Xavier Vence.

Trabajo – Albert Recio.

Capítulo 3. Debates y propuestas

Cambio demográfico – Jordi Roca Jusmet y Mireia Farré Mallofré.

Crisis económicas – Carlos Berzosa.

Crítica a los indicadores macroeconómicos – Jordi Roca Jusmet.

Impactos del cambio tecnológico – Xavier Vence.

Imperialismo global y colonialismo verde – José Bellver y Pedro L. Lomas.

Inflación – Carlos Berzosa.

Mirada feminista interseccional – Astrid Agenjo-Calderón y Cristina Carrasco.

Pluriversos – Jorge García-Arias y Jorge Guardiola.

Postcrecimiento – Jordi Roca Jusmet.

Reducción del tiempo de trabajo – Verónica Castrillón y Jon Bernat Zubiri.

Transiciones socioecológicas – Óscar Carpintero y Jaime Nieto.

Capítulo 4. Reflexiones finales y algunas propuestas para avanzar

Óscar Carpintero.

Bibliografía
Sobre las autoras y autores.

Información y compras:

Tel.: +34 914310280

Email: publicaciones@fuhem.es

Puedes adquirir el libro en nuestra librería virtual

 

Entrevista

Entrevista a Óscar Carpintero, coordinador y autor del libro.

 

Presentaciones

El pasado 17 de noviembre de 2025 fue presentado el libro Economía inclusiva: conceptos básicos y algunos debates, en el Auditorio de la Facultad de Ciencias Económicos, de la Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, Argentina.

Organizado por:

Cátedras  de Economía Laboral y Desarrollo Económico.

El acto contó con la presencia de:

 Santiago Álvarez Cantalapiedra, director del área Ecosocial de FUHEM.

Monica Di Donato, investigadora de FUHEM.


Del Estado social al Estado ecosocial: desafío y experiencias desde España y Argentina

Del Estado social al Estado ecosocial: desafío y experiencias desde España y Argentina

FUHEM Ecosocial participa en un Seminario organizado por  la Universidad Nacional del Litoral, en el marco de la serie de Seminarios del Proyecto Europeo Speak4Nature.

Bajo el título: Del Estado social al Estado ecosocial: desafío y experiencias desde España y Argentina, el seminario tendrá lugar el día19 de noviembre de 2025, en el Consejo Directivo del Edificio Histórico FCJS/UNL, Santa Fe, Argentina, a las 17 hora local.

El Seminario está organizado por:

  • Secretaría de Investigación y Desarrollo de los Recursos Humanos Docentes FCJS/UNL.
  • Pl Meulen III: Los entramados socio-jurídicos sobre la cuestión ecológica desde una perspectiva Latinoamericana.
  • Proyecto Speak4Nature (Horizon-MSCA-2021 SE-01) ref. 101086202.

Contará con la presencia de:

Santiago Álvarez Cantalapiedra – FUHEM

Daiana Pérez – INES, CONICET, UNER.

Valentina Locher – UNL

Dabel Leandro Franco – UNL

 

Santiago Álvarez Cantalapiedra, director del área Ecosocial de FUHEM hablará de cómo ante las consecuencias de la crisis ecosocial surge la necesidad de regular de otra manera las relaciones sociales y los intercambios con la naturaleza, así como proveer a la gente de la adecuada cobertura protectora frente a los riesgos sociales y ecológicos.

La capacidad para regular las relaciones sociales (suturando las brechas sociales, sea cual sea su origen: de clase, género o étnica) y racionalizar los intercambios con la naturaleza (reduciendo los flujos materiales y el gasto energético minimizando los impactos sobre los ecosistemas) a través de la acción del Estado requiere poner la atención sobre su potencial capacidad para actuar (en todos sus niveles, desde el ámbito local hasta el regional e internacional), al menos, en tres frentes:

1º) en el de la dirección e impulso de las trasformaciones socioeconómicas necesarias

2º) en el de la redistribución y compensación a los sectores y grupos sociales afectados por esas transformaciones y

3º) en el de la protección a los grupos más vulnerables frente a las consecuencias catastróficas más inminentes asociadas a las crisis ecológicas en curso.


Speak4Nature: Seminar Series

El rol de las bibliotecas en épocas de fake news

Nueva sesión de Seminar Series del proyecto de Speak for Nature correspondiente a las estancias en la Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, Argentina.

Bajo el título: El rol de las bibliotecas en épocas de fake news el seminario tendrá lugar el día 13 de noviembre de 2025, en el Aula 25 del Edificio Histórico FCJS/UNL, Santa Fe, Argentina, a las 10 hora local.

En esta ocasión participa Susana Fernández Herrero documentalista de FUHEM Ecosocial.

Coordinan:

Leticia Giménez – Biblioteca Pablo Vrillaud, FCJS – UNL.

María Valeria Berros – UNL

Organizan:

  • Secretaría de Investigación y Desarrollo de los Recursos Humanos Docentes, FCJS – UNL.
  • Biblioteca Pablo Vrillaud, FCJS-UNL
  • PI Meullen III: Los entramados socio-jurídicos obre la cuestión ecológica desde una perspectiva latinoamericana.
  • Proyecto Speak4Nature (HORIZON-MSCA-2021-SE-01 ref. 101086202.

 

Esta ponencia abordará cómo a pesar de vivir en la  época en la que existe el mayor volumen de información disponible de toda la historia, sin embargo, debemos platearnos si estamos bien informados.

Una aproximación al actual ecosistema informativo, al exceso de información y las consecuencias que la infoxicación tiene sobre las personas. A la problemática surgida a partir del desarrollo de la desinformación y las noticias falsas y cómo estas están teniendo un papel clave en nuestra forma de ver e interpretar la realidad.

Se tratarán diferentes estrategias para combatir la desinformación y sobre todo, se destacará el papel que tienen las bibliotecas y sus profesionales en la formación de ciudadanos responsables y críticos que pueden hacer frente a estos fenómenos.


PAPELES: 40 Aniversario

 

Con motivo de su 40 aniversario, la revista Papeles de relaciones ecosociales y cambio global organizó el coloquio TIEMPOS DE INCERTIDUMBRE  para reflexionar y dialogar con la audiencia sobre  los problemas ecosociales que atraviesan nuestro presente.

El acto que tuvo lugar el pasado 9 de octubre de 2025 en la Sala Valle Inclán, Círculo de Bellas Artes, contó con la presencia de:

Ángel Martínez González-Tablas: ex presidente del patronato de la fundación FUHEM, fue el inspirador de la creación de la revista PAPELES.  Ha sido catedrático de Economía Internacional y Desarrollo de la U. Complutense de Madrid, vinculado desde sus orígenes con el movimiento de Economía Crítica.

M. Eugenia Rodríguez Palop: jurista, profesora universitaria, columnista y política española, actual secretaria de política internacional y europea de Sumar. Fue eurodiputada entre 2019 y 2024. Es especialista en Derechos Humanos y Democratización, siendo profesora de ello en varias universidades. Investigadora del Instituto de Estudios de Género y del Instituto de Derechos Humanos Bartolomé de las Casas de la UC3M, del que fue también subdirectora hasta 2018.

Carlos Gómez Gil: doctor en Sociología, profesor titular en el Departamento de Análisis Económico Aplicado de la Universidad de Alicante donde imparte docencia en cooperación al desarrollo. Investigador en el Instituto Universitario de Estudios Sociales de América Latina (IUESAL) de la UA y en la Red de Investigadores y Observatorio de la Solidaridad (RIOS) que preside.

Presentó: Santiago Álvarez Cantalapiedra, director de la revista y del Área Ecosocial de FUHEM.

La conversación corrio en paralelo a los análisis que forman los semimonográficos de los números 169, titulado «Tiempos sombríos. Amenazas a la paz y la democracia», y 170, «Tiempos de incertidumbre. Una mirada desde las últimas décadas».

Cuestiones sobre geopolítica,  imperialismo, crisis ecológica, nuevo ciclo de conflictos, riesgos para la paz, derechos y la democracia, así como una mirada desde la perspectiva histórica sobre las últimas cuatro décadas en el plano económico, político, tecnológico y de los derechos ayudarán a devanar un diálogo iluminador sobre las principales cuestiones de nuestro tiempo de la mano de tres notables pensadores. Junto al análisis habrá lugar para perfilar o, al menos sugerir, propuestas para  salir de los atolladeros actuales.

Celebramos cuatro décadas de análisis de la revista PAPELES, cuatro décadas explorando cuestiones ecosociales, a través de artículos, entrevistas, diálogos, perfiles y testimonios. Y queremos compartirlo contigo.

A continuación ofrecemos el video del acto.

 

 


El riesgo químico: una amenaza invisible en la Unión Europea

La contaminación química es una de las mayores amenazas planetarias de nuestro tiempo, junto con el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Sin embargo, al tratarse de un riesgo invisible, se le presta poca atención en los ámbitos sociales y políticos.

Tatiana Santos, responsable de políticas de sustancias tóxicas en la Oficina Europea de Medio Ambiente (EEB), aborda en esta artículo, como la ciudadanía europea se enfrenta a la exposición continua a sustancias químicas peligrosas, tanto a través del agua, los alimentos y el aire contaminado, como por medio de productos de uso diario, con graves consecuencias para la salud y que, a pesar de los esfuerzos legislativos en Europa, hay una gran preocupación sobre la eficacia de la regulación actual. Este texto profundiza en esta cuestión, evaluando si existe o no un control adecuado y ofreciendo recomendaciones de mejora.

La ciudadanía europea ya está altamente contaminada. La Iniciativa Europea de Biomonitorización Humana,1 un programa de cinco años que involucra a 116 agencias gubernamentales, laboratorios y universidades de toda Europa, ha analizado la presencia de 18 de los grupos de sustancias químicas más problemáticos en muestras de orina y/o sangre de más de 13 000 personas de 28 países europeos. Esta investigación ha descubierto que la población está expuesta a niveles «alarmantemente altos de sustancias químicas peligrosas, especialmente en el caso de niños y niñas», según uno de los coordinadores del programa.2 Los científicos describen a los bebés como nacidos «pre-contaminados».3 Han encontrado PFAS, las sustancias químicas eternas en todos los cordones umbilicales de las casi 30 000 muestras analizadas.4

Los contaminantes químicos están presentes en nuestra agua, alimentos, aire y en una amplia variedad de productos cotidianos, desde juguetes y artículos de cuidado infantil hasta recipientes para alimentos, cosméticos, muebles y textiles. Muchas de estas sustancias comprometen nuestra salud, causando enfermedades,5 infertilidad,6 deterioro cognitivo 7 y muerte prematura, y tienen impactos desproporcionados en mujeres, niños y futuras generaciones. Por ejemplo, los ftalatos, que se encuentran comúnmente en plásticos y productos de cuidado personal, están relacionados con  problemas de salud reproductiva y endocrina al poder interferir con el sistema hormonal humano, causando efectos adversos en la salud.8 La exposición diaria a mezclas de sustancias tóxicas se relaciona con la disminución de las poblaciones de insectos,9aves y mamíferos.10 La contaminación química es una crisis de salud pública profunda que infringe el derecho humano fundamental a un medio ambiente seguro y saludable.

Las lagunas normativas y la falta de responsabilidad de la industria química han impedido que las regulaciones eviten los riesgos ocasionados por las sustancias peligrosas

La comunidad científica advierte de que la amenaza persistente de la contaminación por sustancias químicas peligrosas ha traspasado ya el límite planetario,11 y presenta un desafío alarmante y sin precedentes que amenaza nuestra supervivencia y la estabilidad de la Tierra. Las agencias Europeas de Sustancias Químicas y de Medio Ambiente han advertido que la producción de las sustancias químicas más dañinas (cancerígenas, mutágenas y tóxicas para la reproducción) sigue aumentando, mientras que «se necesita más trabajo para hacer que las sustancias químicas sean seguras y sostenibles» e indican la necesidad de un cambio de paradigma.12

 

¿Por qué son importantes las regulaciones de sustancias químicas de la Unión Europea?

La Unión Europea (UE) establece las reglas que todos sus países miembros deben seguir. Esto es importante porque asegura que disponemos de una protección similar, independientemente del país de la UE en el que vivamos.

Europa es reconocida como una de las regiones más avanzadas del mundo en la regulación de los riesgos de las sustancias químicas peligrosas. Sin embargo, en la práctica, las lagunas normativas y la falta de responsabilidad de la industria química han impedido que estas regulaciones eviten los riesgos ocasionados por las sustancias peligrosas . No se ha dado suficiente importancia a los costes reales de la exposición química sobre nuestra salud y bienestar, y esto ha desembocado en un problema generalizado de inacción política. Rápidos en aprobar su uso y dolorosamente lentos para ponerse al día con los peligros que estas sustancias entrañan, los responsables políticos se muestran reacios a hacer cumplir la normativa, y necesitan más de una década para regular sustancias que ya se conoce que causan graves daños a las personas y al medio ambiente.13

Según las encuestas, la ciudadanía europea muestra una alta preocupación por la presencia de sustancias peligrosas en los productos cotidianos. El 84% de la ciudadanía europea cree que la legislación ambiental de la UE es esencial y el 92% afirma que las empresas deberían asumir los costes de la limpieza de la contaminación.14 El Pacto Verde de la Comisión Europea, anunciado en diciembre de 2019, reconoció la amenaza y la preocupación pública e incluyó la «ambición de cero contaminación para un entorno libre de tóxicos» y un «juramento verde: no hacer daño».15

La Estrategia de Sustancias Químicas para la Sostenibilidad (CSS por sus siglas en inglés),16 publicada por la Comisión Europea en octubre de 2020 fue un intento encomiable de abordar brechas históricas en las políticas químicas de la UE ya que reconoció la «necesidad urgente de aumentar significativamente las protecciones» legales y prometió «reforzar considerablemente la aplicación de las normas de la UE», lo que incluye la mejora de la información sobre peligros y usos de las sustancias, la introducción de medidas de simplificación regulatoria y el compromiso de prohibir las sustancias químicas más dañinas que todavía se utilizan en los productos de consumo.

Las sustancias químicas tóxicas PFAS, que contaminan progresiva y permanentemente nuestros cuerpos, serían prohibidas en todos los usos, excepto en los «esenciales». Se pondría fin a la práctica poco ética de vender a naciones menos desarrolladas millones de toneladas anuales de sustancias químicas peligrosas prohibidas en la UE. Europa dejaría de intentar «vaciar el mar con una cuchara»17 al regular las sustancias químicas una por una y, en su lugar, pondría fin a familias químicas enteras. Para ello, proponía revisar el Reglamento de Registro, Evaluación, Autorización y Restricción de Sustancias Químicas (REACH) en una regulación.

 

¿Dónde estamos cuatro años después de la estrategia química?

Aunque la CSS demostró ambición para mejorar la protección de las personas y el medio ambiente contra sustancias químicas nocivas, los esfuerzos de los responsables políticos y la efectividad de las medidas adoptadas han resultado insuficientes.

Cuatro años después de su anuncio, aún queda mucho por hacer. De las trece acciones clave prometidas, solo una, la revisión del Reglamento de Clasificación, Etiquetado y Embalaje de sustancias químicas (CLP), se ha implementado con el nivel de ambición previsto. Importantes expedientes siguen pendientes, como la revisión del Reglamento REACH y la implementación de la Hoja de Ruta de Restricciones para eliminar progresivamente las sustancias químicas más dañinas en los productos de consumo. Estas son herramientas esenciales para controlar las sustancias químicas en Europa. Otras medidas no se han implementado en absoluto, como es el caso de la prohibición de las exportaciones tóxicas. La mayoría de las otras acciones solo han visto una implementación parcial o mínima. En general, existe un preocupante y escandaloso bajo nivel de cumplimiento de las promesas de la CSS, que muestra la falta de determinación entre los responsables políticos para tomar medidas esenciales para salvaguardar la salud pública y el medio ambiente de sustancias químicas peligrosas.

Por otro lado, se han perdido oportunidades para alinear la CSS con otras legislaciones, como las de clima, biodiversidad y economía circular, así como para incentivar la sustitución, lo que subraya la necesidad de un enfoque más integral para asegurar la sostenibilidad química dentro del marco regulatorio de la UE.

Desafortunadamente, la transformación dramática que nos prometió el Pacto Verde parece poco probable, al menos por ahora.

 

Los costes de la inacción

La Comisión Europea retrasa de manera generalizada las decisiones de prohibición de tóxicos, a menudo incumpliendo los plazos legales y pasando por alto el impacto más amplio de las sustancias químicas peligrosas, que incluye el coste de la inacción18 para la salud y el bienestar. Esto causó una gran preocupación el año pasado al Defensor del Pueblo Europeo.19

Los costes de la inacción y los retrasos en la respuesta regulatoria son financieramente onerosos y perjudiciales para la salud pública

Es importante recordar que los funcionarios son responsables de la seguridad pública y ambiental. Cada día de retraso significa miles de bebés que nacen en Europa pre-contaminados por sustancias químicas no reguladas, personas que enferman y muertes prematuras causadas por la contaminación química. Es un asunto muy serio. Incluso cuando los riesgos son claros, la Comisión Europea y los gobiernos tardan años en responder. Esto refleja una falta de sentido del deber público y exacerba los riesgos de las sustancias químicas peligrosas. Por ejemplo, un ftalato considerado como sustancia altamente peligrosa, el DEHP, sigue utilizándose desde hace una década debido a una autorización de facto debida a la ausencia de una decisión de la Comisión Europea sobre si debe ser autorizado o no. A la UE le tomó once años prohibir un PFAS, el PFOA, una sustancia química detectada en la sangre humana ya en los años cincuenta, cuarenta años después de que los científicos comenzaran a expresar preocupaciones sobre sus efectos dañinos. Esto ilustra que los costes de la inacción y los retrasos en la respuesta regulatoria son financieramente onerosos y perjudiciales para la salud pública .

Este tipo de inacción es una forma de mala administración, lo que genera altos costes públicos y pone en peligro vidas.

 

Principales deficiencias

¿Cuáles son los principales cuellos de botella que actualmente dificultan el control efectivo de las sustancias químicas en Europa? Esta pregunta podría contestarse explorando las lagunas políticas y obstáculos que llevaron a la contaminación generalizada con sustancias químicas eternas per- y polifluoroalquiladas (PFAS) en toda Europa.

Fuente: Forever Pollution Project

Se puede acceder al mapa original en: https://foreverpollution.eu/maps-and-data/maps/

Los PFAS son una familia de químicos fabricados por el hombre que abarca más de 10 000 sustancias diferentes. Son conocidos como los químicos eternos (forever chemicals), como consecuencia de su extremada persistencia en el medioambiente, al permanecer en el entorno natural sin apenas degradarse. Es posible encontrar PFAS en el medioambiente de prácticamente cualquier país del mundo y también podemos detectarlos en nuestra sangre.

Deficiencias en el conocimiento y la implementación: reguladores dando palos de ciego. Uno de los principales obstáculos del control químico es que persiste la falta de conocimiento por parte de las autoridades de los peligros, usos y exposición a las sustancias. El incumplimiento generalizado de las obligaciones de información del reglamento REACH por parte de las empresas, junto con la comunicación ineficaz a lo largo de la cadena de suministro, han llevado a usos no reportados de sustancias químicas peligrosas y un control limitado sobre los usos industriales y las emisiones. El principio de «sin datos, no hay mercado» que rige la norma REACH, se elude rutinariamente, lo que empeora el problema al permitir el uso de sustancias sin una supervisión adecuada y sin consecuencias para las empresas que incumplen la ley.

Normativa impotente a industria irresponsable. El control de sustancias químicas en Europa es notablemente lento. El sistema normativo obliga a las autoridades a autorizar la comercialización de sustancias químicas en no más de tres semanas, sin revisar adecuadamente los datos de seguridad química de la industria. Sin embargo, la regulación de una sustancia preocupante puede tomar una década o más. La ausencia de consecuencias para las empresas por la presentación de datos inadecuados perpetúa la cultura del incumplimiento y compromete la efectividad de las regulaciones. La falta de responsabilidad de la industria, junto con la ingenuidad de REACH y su dependencia del cumplimiento voluntario por parte de las empresas, plantean desafíos sustanciales para una regulación efectiva. La ausencia de mecanismos de aplicación estrictos permite a las empresas evitar proporcionar información crítica. Además, el fracaso en implementar efectivamente el principio de precaución contribuye aún más a niveles sin precedentes de contaminación.

Enfoque sustancia por sustancia: vaciar el mar con una cuchara. Las ineficiencias del enfoque actual de regular sustancias una a una, enfatizan los retrasos en abordar la contaminación de manera integral. Algunas sustancias químicas pertenecen a grupos de sustancias similares, de la misma familia, de miles de distintos compuestos químicos, como es el caso de los PFAS. Regular este y otros grupos, analizado cada sustancia individualmente, supondría un siglo de esfuerzo y recursos ingentes de los gobiernos.

 Un modelo de industria química insostenible. Abordar y revertir los daños causados por la contaminación química es prohibitivamente caro. El modelo tradicional de la industria química es insostenible e inasequible. Solo limpiar la contaminación por PFAS se estima que costará más que el PIB global y, aun así, estas sustancias se siguen produciendo y liberándose en el medio ambiente.

Inacción y falta de responsabilidad por parte de las autoridades. La preocupante falta de responsabilidad de las autoridades, particularmente la Comisión Europea, agrava aún más los desafíos regulatorios. Esto se debe principalmente a la falta de plazos legalmente vinculantes para que la Comisión presente sus propuestas normativas. La tendencia de la Comisión Europea hacia la inacción, a menudo influenciados por las partes interesadas de la industria, la insuficiente consideración de la evidencia científica, el desprecio por los costes de la inacción, junto con la falta generalizada de aplicación del principio de precaución, comprometen el control de las sustancias químicas peligrosas.

Insuficiente empoderamiento de la ciudadanía europea: las víctimas olvidadas de la contaminación química. Finalmente, el insuficiente empoderamiento de la ciudadanía europea para proteger sus derechos frente a los peligros químicos es una barrera significativa para un control efectivo de sus riesgos . Esto incluye el derecho a conocer las sustancias químicas peligrosas presentes en los productos cotidianos, la capacidad para exigir acción preventiva pública o para recibir compensación por parte de los contaminadores. La falta de mecanismos para la participación ciudadana y acceso a la justicia debilita la capacidad del marco regulatorio para abordar de manera efectiva las preocupaciones de salud y medioambientales de los individuos y comunidades afectadas.

Foto de la gran manifestación (8 de octubre de 2017, Lonigo) en la que participaron 11 000 personas y gracias a la que la Región del Veneto rebajó los límites de PFAS en el agua potable.

Fuente: Mamme No PFAS

En una decisión histórica, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos falló a favor de un grupo de más de 2 000 mujeres suizas de 75 años y más que argumentaron que las políticas climáticas inadecuadas del Gobierno suizo violaban sus derechos humanos. El tribunal europeo reconoció los impactos climáticos como graves e irreversibles y estableció un precedente legal que reconoce que los gobiernos son responsables por su inacción climática, y que el cambio climático representa una amenaza directa a los derechos humanos. La decisión también llamó a los gobiernos a una acción más decidida para proteger a sus ciudadanos y el medio ambiente. Una victoria para la justicia intergeneracional y una llamada a los gobiernos para que actúen con mayor firmeza y urgencia para proteger la salud pública y el medio ambiente que pronto podría trasladarse al campo de la contaminación química.

 

Recomendaciones

 En respuesta a estos hallazgos, la Oficina Europea de Medio Ambiente, el EEB por sus siglas en inglés, propone una serie de recomendaciones para mejorar las políticas de control de sustancias químicas.

 Acelerar la regulación de sustancias químicas peligrosas. Es crucial utilizar la información científica disponible para agilizar la regulación de sustancias químicas peligrosas. Para el año 2030, debemos lograr que los productos de consumo estén libres de sustancias tóxicas. Para ello, se deben prohibir las sustancias más dañinas en usos de consumo, profesionales e industriales no esenciales.

Las sustancias químicas más dañinas, como los disruptores endocrinos y sustancias persistentes, identificados ya el siglo pasado como «amenazas emergentes»,20 nunca deberían haber sido permitidas en productos de uso cotidiano. Las personas esperan que los productos a los que tienen acceso sean seguros, lo cual debe ser una prioridad.

 Fortalecer la aplicación de REACH y la responsabilidad de la industria. Para que el Reglamento REACH sea verdaderamente efectivo, es fundamental introducir sanciones armonizadas y disuasorias en todos los países europeos. Esto significa que las sanciones deben ser consistentes y lo suficientemente fuertes como para desincentivar cualquier incumplimiento. Además, es esencial incorporar un mecanismo que permita retirar del mercado aquellos productos que no cumplan con los requisitos de seguridad, bajo el principio de «sin datos, no hay mercado».

Las empresas químicas deben ser responsables del daño que sus productos puedan causar. Esto implica que deben asumir la responsabilidad financiera para cubrir los costes de monitoreo, compensación a los afectados y remediación del daño ambiental. Es crucial incorporar en la legislación el principio de «quien contamina paga», asegurando así que las empresas que causan daños sean las que se encarguen de reparar y mitigar esos impactos. Este enfoque no solo incentivará a las empresas a ser más cuidadosas, sino que también aliviará a los ciudadanos y a los gobiernos de los costes asociados a la contaminación.

Cumplir con las promesas pendientes de la Estrategia de Sustancias Químicas para la Sostenibilidad. Es crucial implementar rápidamente las acciones pendientes de la Estrategia de Sustancias Químicas. Esto incluye prohibir sin demora las sustancias más peligrosas en productos de consumo. Adoptar el concepto de «uso esencial» es fundamental; esto significa que solo se debe permitir el uso de sustancias peligrosas, si son realmente necesarias para garantizar la salud, la seguridad o el buen funcionamiento de la sociedad, y solo cuando no existan alternativas más seguras.

Además, debemos detener la exportación de sustancias químicas prohibidas en Europa para garantizar que no afecten a otras regiones del mundo.

Mejorar la responsabilidad de las autoridades. Es fundamental fortalecer los mecanismos de responsabilidad de la Comisión Europea y las autoridades nacionales encargadas del control de sustancias químicas. Debemos empoderar a estas autoridades y exigirles que tomen acciones decisivas para abordar los riesgos químicos emergentes.

Solo mediante una mayor responsabilidad y acciones efectivas por parte de las autoridades podremos garantizar un control adecuado de las sustancias químicas y proteger tanto la salud pública como el medio ambiente.

Empoderar a la ciudadanía y establecer mecanismos de compensación. Empoderar a la ciudadanía y asegurar la justicia es esencial para un entorno más seguro y saludable. Para ello, es crucial proporcionar información accesible sobre los riesgos químicos y permitir la participación de ciudadanas y ciudadanos en los procesos de toma de decisiones. Además, debemos establecer acceso a la justicia y mecanismos de compensación para las víctimas de la contaminación química. Esto asegura que los individuos y comunidades afectadas tengan vías claras para obtener reparación y remediación.

Integrar químicos, materiales y productos intrínsecamente seguros y sostenibles, y promover la sustitución. Los productos químicos, materiales y productos deberían ser intrínsecamente seguros y sostenibles en todos los sectores de la industria y la vida cotidiana. Para lograrlo, debemos implementar políticas e instrumentos económicos que incentiven el uso de estas alternativas, y promover estrategias de sustitución. Además, se necesita establecer un centro de apoyo a la sustitución a nivel de la UE, que facilite la transición hacia opciones más seguras y sostenibles.

Cerrar la brecha de datos. No podemos vivir en la ignorancia y seguir dando palos a ciegas.  Hay que priorizar los esfuerzos para solucionar la falta de datos sobre sustancias químicas, asegurando que las empresas proporcionen información completa sobre peligros, usos y exposición. Además, debemos mejorar la accesibilidad de esta información para las autoridades y partes interesadas a lo largo de las cadenas de suministro. Esto incrementará la transparencia y la trazabilidad de las sustancias químicas en materiales, productos y residuos.

Conclusiones

 Aunque la Estrategia de Sustancias Químicas para la Sostenibilidad representa un paso encomiable hacia la gestión sostenible de sustancias químicas, su implementación ha encontrado desafíos significativos, como lo demuestra el escándalo de la contaminación por PFAS en toda la UE. Sin una aplicación estricta, la contaminación de hoy se convierte en el legado de mañana, sin justicia ni reparaciones por el daño causado .

Para romper este ciclo, debemos hacer asumir responsabilidades, poniendo fin a la impunidad con la que operan los contaminadores químicos.

Debemos actuar ahora para combatir la contaminación tóxica. El cambio es un imperativo atrasado. Ignorar el problema no hará que desaparezca. No podemos permitirnos esperar décadas para solucionar lo que sabemos que ya está roto.

Al abordar estos problemas y adoptar las recomendaciones aquí expuestas, los responsables políticos pueden mejorar la efectividad de la CSS, prevenir futuras catástrofes similares a la de los PFAS y asegurar un paisaje químico más seguro y sostenible para Europa.

Es nuestro deber generacional salvaguardar el futuro, construir resiliencia, apoyar la innovación y asegurar que dejemos un entorno saludable para quienes nos sucedan.

NOTAS

1 Iniciativa Europea de Biomonitorización Humana, disponible en: https://www.hbm4eu.eu/wp-content/uploads/2017/03/Spanish-1.pdf

2 «All Europeans are exposed to chemical substances», Vito, 2 de mayo de 2022, disponible en: https://vito.be/en/news/all-europeans-are-exposed-chemical-substances

3 Kyle Bagenstose, «'Polluted' babies, millions dead: Scientists sound alarm on global pollution», Phys Org, 18 de mayo de 2022, disponible en: https://phys.org/news/2022-05-polluted-babies-millions-dead-scientists.html

4 Tom Perkins, «‘Forever chemicals’ detected in all umbilical cord blood in 40 studies»,  The Guardian, 23 de septiembre de 2022,  disponible en: https://www.theguardian.com/environment/2022/sep/23/forever-chemicals-found-umbilical-cord-blood-samples-studies

5 Organización Mundial de la Salud, The public health impact of chemicals: knowns and unknowns, OMS, Ginebra, 2016, disponible en: https://www.who.int/publications/i/item/WHO-FWC-PHE-EPE-16.01-eng

6 Joseph Pizzorno, , «Environmental Toxins and Infertility», Integr Med (Encinitas), abril de 2018, 17(2), pp. 8-11, disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6396757/

7 Philippe Grandjean y Philippe J. Landrigan, «Neurobehavioural effects of developmental toxicity», The Lancet Neurology, marzo de 2014, 13(3), pp. 330-338, disponible en: https://www.thelancet.com/journals/laneur/article/PIIS1474-4422(13)70278-3/fulltext

8 Iniciativa Europea de Biomonitorización Humana, Factsheet -  Phthalates, s/f,  disponible en: https://www.hbm4eu.eu/factsheets/phthalates/

9 Damian Carrington,  «Warning of 'ecological Armageddon' after dramatic plunge in insect numbers», The Guardian, 18 de octubre de 2017, disponible en: https://www.theguardian.com/environment/2017/oct/18/warning-of-ecological-armageddon-after-dramatic-plunge-in-insect-numbers

10 Damian Carrington, «Orca 'apocalypse': half of killer whales doomed to die from pollution», The Guardian, 27 de septiembre de 2018, disponible en: https://www.theguardian.com/environment/2018/sep/27/orca-apocalypse-half-of-killer-whales-doomed-to-die-from-pollution

11 Damian Carrington, «Chemical pollution has passed safe limit for humanity, say scientists», The Guardian, 18 de enero de 2022, disponible en: https://www.theguardian.com/environment/2022/jan/18/chemical-pollution-has-passed-safe-limit-for-humanity-say-scientists

12 ECHA y EEA, «EU Agencies: more work needed to make chemicals safe and sustainable», 17 de abril de 2024, disponible en: https://echa.europa.eu/-/eu-agencies-more-work-needed-to-make-chemicals-safe-and-sustainable

13 Tatiana Santos, Vito Buosante, Hélène Loonen y Geraldine Borja, «Need for Speed – Why it takes the EU a decade to control harmful chemicals and how to secure more rapid protections», European Environmental Bureau (EEB), julio de 2022, disponible en: https://eeb.org/library/the-need-for-speed-why-it-takes-the-eu-a-decade-to-control-harmful-chemicals-and-how-to-secure-more-rapid-protections/

14 Eurobarómetro de la Comisión Europea, disponible en: https://europa.eu/eurobarometer/surveys/detail/3173

15 Comisión Europea, Pacto Verde Europeo, 2019, disponible en: https://commission.europa.eu/strategy-and-policy/priorities-2019-2024/european-green-deal_es

16 Comisión Europea, Estrategia de sostenibilidad para las sustancias químicas, 2020, disponible en: https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/HTML/?uri=CELEX:52020DC0667&from=DE

17 EEB, «From Risk to Resilience: Navigating Towards a Toxic-Free Future», 2024, disponible en: https://eeb.org/library/from-risk-to-resilience-navigating-towards-a-toxic-free-future/

18 El coste de la inacción se refiere a las consecuencias negativas y costos que resultan de no tomar medidas para evitar problemas.

19 Defensor del Pueblo Europeo, «The risk management of dangerous chemical substances by the European Commission», 2023, disponible en: https://www.ombudsman.europa.eu/en/opening-summary/en/170893

20 Comisión Europea, Estrategia comunitaria en materia de alteradores endocrinos, 1999, disponible en: https://eur-lex.europa.eu/LexUriServ/LexUriServ.do?uri=COM:1999:0706:FIN:Es:PDF

Acceso al texto del artículo en formato pdf: El riesgo químico: una amenaza invisible en la Unión europea. 

 


Por muy verde que nos lo pinten

El 22 de noviembre del año 2023 no fue un día cualquiera para la salud de la población y el medio ambiente europeo. Fue uno de los días más tristes y vergonzosos (y ha habido muchos) que se recuerdan en el Parlamento Europeo. Se votaba un reglamento que proponía una reducción significativa del uso de los pesticidas más tóxicos que inundan cada día los ecosistemas y que provocan graves problemas de salud a las poblaciones humanas y, contra todo pronóstico, se rechazó en medio la euforia descontrolada (literalmente) del lobby agroquímico, junto con la algarabía de la derecha, ultraderecha liberales y parte del grupo socialista europeo.

No era un reglamento cualquiera, era el primer intento serio de limitar el derecho a contaminar que se ha auto otorgado la industria pesticida y el modelo agrícola enganchado a los agrotóxicos. Un primer rayo de luz para intentar construir una Europa más saludable para nosotros y las generaciones venideras. Kaputt.

Javier Guzmán director de Justicia Alimentaria escribe «Por muy verde que nos lo pinten» en el número 166 de Papeles de relaciones ecosociales y cambio global dedicado a los Contaminantes químicos.

El rechazo del Parlamento Europeo del 22 de noviembre de 2023 a un reglamento que proponía una reducción significativa del uso de los pesticidas más tóxicos sirve al autor como punto de partida para analizar los sinsentidos y peligrosidad del actual modelo alimentario global, y de la UE en particular.

Un largo proceso

Este reglamento no fue un invento que se redactó una mañana en un despacho de una organización ambientalista. Fue uno de los textos más trabajados y con más consenso social y académico que se recuerdan. Las voces que pedían una reforma del uso de pesticidas provenían tanto de la propia Comisión Europea, como de distintas comisiones del Parlamento Europeo, el Tribunal de Cuentas Europeo, la comunidad científica independiente (con una carta de más de 7 000 personas científicas), la ciudadanía europea (Eurobarómetro), asociaciones médicas, ambientalistas, ONG y un largo etcétera. Pero de nada ha servido el clamor popular, científico y europeo. Después de dos años de arduo trabajo intentando revocar una normativa obsoleta e ineficaz para proteger a la ciudadanía europea y al medio ambiente de la inaceptable toxicidad que producen décadas de uso descontrolado e intensivo de pesticidas altamente peligrosos, todo voló por los aires con ese voto en favor de la toxicidad. Ese día entramos en modo suicida.

El primer paso hacia el desastre, y que ya empezaba a insinuar el golpe que se avecinaba, se registró con la autorización durante diez años más del glifosato, una sustancia altamente peligrosa que podrá seguir contaminando nuestros cuerpos y medio ambiente hasta el año 2034. Es la segunda prórroga que se le concede a esta substancia fabricada por Bayer de la que no hay ninguna duda, ninguna, de que es ultra tóxica.

Lo que se aprobó ese 22 de noviembre fue decir que no a la reducción del uso de sustancias catalogadas como altamente peligrosas, decir no a dejar de utilizar pesticidas peligrosos en zonas sensibles (zonas de alta biodiversidad, zonas cerca de personas vulnerables, escuelas, centros sanitarios), decir no al paquete de ayudas para la transición hacia una agricultura libre de pesticidas, decir no a las ayudas a la gestión integrada de plagas y sistemas de gestión agrícola sin pesticidas y decir no a las acciones destinadas a potenciar el uso de pesticidas de bajo riesgo frente a los más peligrosos.

Finalmente, y para cerrar el debate y tirar las llaves al fondo del mar, en una maniobra totalmente inédita, se impidió que el texto rechazado pudiera volver a la Comisión de Medio Ambiente para reajustarlo e intentar una segunda votación de consenso.

Esto demuestra que el único objetivo por parte de la derecha, ultraderecha y el socialismo europeo más conservador era el detener frontalmente la reforma y aniquilar cualquiera normativa que afectara los intereses económicos dictados por los lobbies de la agroindustria.

 

Un sistema agroalimentario suicida

El golpe del 22 de noviembre del año 2023 esconde el problema de fondo. Vivimos en una contradicción suicida que deberíamos resolver, pero el sistema alimentario actual no puede. Por un lado, los pesticidas se han convertido en la piedra angular de los sistemas agrícolas predominantes y, puesto que el sistema agroalimentario se ha construido en base a ellos, ahora resulta extremadamente difícil quitarlos porque la estructura se tambalearía y amenazaría con derrumbarse. Es un modelo productivo dependiente de los agrotóxicos y esto es un grave problema.

Por otro lado, estos mismos pesticidas son una de las mayores amenazas para nuestra salud y medioambiente. Hoy en día respiramos, comemos, bebemos y tocamos sustancias que nos enferman y matan silenciosamente. A nosotros y a nuestro entorno.

Esta contradicción es irresoluble. O cambiamos de modelo productivo (y de sistema alimentario) o vamos a seguir enfermándonos y enfermando al planeta. No hay término medio, ni consensos ni terceras vías. De ahí los nervios descomunales de todo el agronegocio cada vez que se toca el tema de los pesticidas; de ahí la absoluta necesidad de seguir intentándolo. Es su piedra angular, como cuando juegas al juego de los barquitos y te das cuenta de que has tocado al portaaviones.

Vivimos en una contradicción suicida, pero el sistema alimentario actual no puede resolverlo porque es un modelo productivo dependiente de los agrotóxicos

El Estado español no es un actor secundario en toda esta problemática, al contrario. Somos el rey absoluto en el uso de pesticidas en Europa. Nuestros suelos agrarios reciben, anualmente, más de 76 000 toneladas de pesticidas y eso es así, en semejantes cantidades, desde hace una decena de años como mínimo. Año tras año. En esta «Eurocopa de la toxicidad» ganamos claramente a Francia (69 000 ton.), a Turquía (52 000 ton.), a Italia (50 000 ton.), y goleamos claramente a Alemania (48 000 ton.). Si lo calculamos por habitante, Italia, Francia y Portugal rondan el kilo de biocidas por persona; el Estado español alcanza 1,6 kg.

Por lo que respecta al negocio, las empresas de pesticidas han comercializado sus substancias tóxicas en el Estado por un valor de 1 000 millones de euros.

¿Cómo se puede llegar a justificar semejante avalancha tóxica? En parte gracias a un complejo entramado legal y “científico” que lo permite y avala. Un punto clave para entender de lo que estamos hablando es pensar que la aprobación, uso y control de los pesticidas esta «controlado». La realidad es que, cuando se miran bien los datos y las normativas, nos daremos cuenta que ese entramado es de cartón piedra y que estamos confiando en un sistema con más grietas y agujeros que la Acrópolis, y mucho menos bonito. Por un lado, el sistema de aprobación se ha diseñado basándose en todo un entramado a medida de la industria, divide los pesticidas en tres grandes categorías: autorizados, no autorizados y prohibidos. En teoría, las prohibidas y las no autorizadas tienen un grado de toxicidad del todo inasumible, mientras que las autorizadas van desde las muy tóxicas a las menos tóxicas. ¿Una sustancia prohibida no es lo mismo que una no autorizada? A nivel de toxicidad es prácticamente lo mismo, pero no a nivel «usuario». Básicamente las no autorizadas son sustancias altamente tóxicas pero que se pueden utilizar bajo determinados supuestos. La normativa concede autorizaciones excepcionales de 120 días para el uso de estas sustancias altamente tóxicas y la concesión es tan sencilla que asusta. Solamente en el año 2019, el Estado español dio su visto bueno a 33 solicitudes de excepción. La mayoría de ellas (76 %) fue para usos para los que no existe autorización; el resto (24 %) fue para permitir usar sustancias prohibidas. En 2022 y hasta abril de 2023, el Estado español concedió 58 autorizaciones excepcionales y es el Estado que más excepciones utiliza.

España es el rey absoluto en el uso de pesticidas en Europa: nuestros suelos agrarios reciben, anualmente, más de 76 000 toneladas de pesticidas

Y aquí viene uno de los grandes problemas de este sistema y es que es esencial determinar con certeza qué sustancia es tóxica y cuál no y, sobre todo, cuánto de tóxica es y dónde ponemos el límite entre la toxicidad aceptable y la que no lo es. La ineficacia del sistema actual de autorización para proteger adecuadamente la salud humana y medioambiental reside en que el sistema vigente no tiene en cuenta, a la hora de las evaluaciones de riesgo, el ciclo de vida del pesticida, como tampoco sus efectos a largo plazo y acumulativos, ni la actividad de disrupción endocrina, ni el efecto combinado o cóctel que aparece cuando actúen diferentes sustancias activas tóxicas al mismo tiempo, ni tampoco los patrones dosis-respuesta no estándares que siguen muchas sustancias.

No estamos hablando de cuatro sustancias. Aunque las cifras se actualizan periódicamente, en la actualidad existen unas 480 sustancias activas autorizadas, unas 890 sustancias no autorizadas, unas 45 prohibidas y unas 15 pendientes de autorización. Pero recordemos que una cosa son las sustancias activas y otra los pesticidas. Estos pueden contener diversas sustancias. De hecho, el número de pesticidas autorizados asciende a más de 2 000, pero se pueden combinar de muchas más maneras. Cada una de estas sustancias y combinaciones se deben evaluar en términos de toxicidad aguda, toxicidad crónica, toxicidad acumulada, toxicidad por efecto cóctel, posible efecto hormonal; en términos también de toxicidad para el medio ambiente (todo el medio ambiente, y metamos en esta categoría todo lo imaginable). Está demostrado que hemos sobrepasado el límite humano de análisis y control de las sustancias químicas. Entender que hay un límite físico a lo que podemos evaluar y que superarlo supone de facto, no evaluar, es importante en el caso de los pesticidas. La no evaluación de un producto tóxico y su dispersión a gran escala es una irresponsabilidad mayúscula y con graves efectos para la especie humana, presentes y futuros.

La toxicidad de esta galaxia de sustancias es, literalmente, invaluable. Y no solo es que el sistema esté sobrepasado por lo que tiene que controlar y sus efectos, sino que además cuenta con un sistema de control pobre y en nuestra opinión, poco riguroso. Para controlar los pesticidas existentes, los países de la Unión Europea están obligados a publicar anualmente el número de muestras de alimentos, qué pesticidas y en qué cantidad se han encontrado. Los últimos datos disponibles para el Estado español hacen referencia a los resultados del programa de vigilancia y control de residuos de plaguicidas en alimentos para el año 2020. Se tomaron 1 543 muestras. Para hacernos una idea de si eso es mucho o poco, en el año 2014 se tomaron prácticamente el doble. A nivel de muestras per cápita, son seis muestras por cada 100 000 habitantes. En Alemania se toman 23 por cada 100 000, en Francia 12 o en Italia 18. Siendo más claros: el Estado español es el país de la UE que menos muestras analiza per cápita.

Otro tema preocupante es qué tipo de pesticidas se analizan en las muestras. Los criterios de selección de qué se debe analizar no están claros, ya que no se evalúan todas las sustancias utilizadas en la práctica agrícola del país. De hecho, de los 50 pesticidas más utilizados en el Estado español, no se evaluaron algunos de los productos de mayor consumo, dejando a más del 62% de los pesticidas disponibles sin supervisar. Es decir, el Estado español mira poco y mal, cada vez permite más pesticidas en las frutas y verduras y estos son cada vez más combinados y peligrosos.

 

Exportar toxicidad

Si quieren continuar viendo la absoluta ficción de control en la que vivimos, la cosa toma un aspecto todavía más inexplicable cuando comprobamos que los países la UE estamos exportando toxicidad a países vulnerables.

Se ha constatado que cada vez se fabricaban y comercializaban más pesticidas peligrosos en el mundo y que la mayor parte de países que los recibían no tenían la capacidad para evaluarlos correctamente. Se trata de sustancias cuyo uso está prohibido en territorio europeo, pero no su fabricación. Ello permite que las empresas situadas en el Estado español y en la UE sigan fabricando sustancias prohibidas y las exporten a terceros países. Las administraciones involucradas no solamente lo permiten, sino que lo facilitan a través de la creación y mantenimiento de un sistema normativo ad hoc.

Según datos de la Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA), en 2020 se exportaron unas 667 000 toneladas de productos químicos peligrosos prohibidos o severamente restringidos en la UE. El mecanismo básico que facilita a las empresas producir pesticidas que están prohibidos en la UE y exportarlos a otros países se denomina Consentimiento Previo Informado (PIC, por sus siglas en inglés). Lo único que tienen que hacer, pues, es informar al país importador. Poniendo números a la barbarie, 4 400 millones de euros de los más de 12 000 millones en ventas de pesticidas realizadas por las cinco principales empresas del sector provienen de las ventas de pesticidas muy peligrosos.

La UE exporta pesticidas altamente peligrosos y prohibidos aquí, externalizando la toxicidad sobre las personas y los países más vulnerables

La irracionalidad de este sistema de exportación tóxica se constata cuando se entiende que quienes más utiliza estas sustancias son los países agroexportadores, y que la utilizan para fumigar sus monocultivos, y que el destino de esos alimentos no es otro que la UE. Es decir, te vendo un tóxico peligroso, lo utilizas en las plantaciones de frutas y verduras, y luego te las compro. Un buen negocio para las corporaciones, pero malas noticias para la población de aquí y de allí. Este «efecto bumerán», por tanto, viene de lejos y es que este regreso de los pesticidas prohibidos a través de la importación de alimentos contaminados es una realidad antigua e innegable.

En el caso del Estado español, ¿existe este efecto bumerán? Hemos visto que los dos mayores países receptores de las exportaciones tóxicas de nuestro Estado son Marruecos y Brasil. Una de las aplicaciones más utilizadas de estas sustancias es para los monocultivos de frutas y hortalizas. ¿Cuál es el país del que importamos más fruta? Efectivamente, de Marruecos. El segundo es Costa Rica. ¿Y el tercero? Brasil. Más del 15% de toda la fruta que importamos viene de Marruecos y Brasil. En lo que se refiere a las hortalizas, el principal país del que importamos es Francia, pero el segundo es, de nuevo, Marruecos.

Exportar tóxicos a Marruecos para que se utilicen masivamente en alimentos que vamos a importar en grandes cantidades no parece un modelo ejemplar de protección de la salud de la población española. Pero, ¿los alimentos importados de países a los que vendemos pesticidas aquí prohibidos tienen residuos de los mismos? Hay indicios que apuntan hacia una misma dirección que sirve para denunciar que una gran parte de las frutas y verduras que consumimos tienen residuos de pesticidas no autorizados. La UE tiene la denominada Red de Alerta Rápida para los Productos Alimenticios y Piensos (RASFF), que intenta detectar los riesgos para la población europea de los alimentos que entran en la UE. Si miramos cuántas alertas se han generado por presencia ilegal de residuos de pesticidas en alimentos importados veremos que son más de 3 000 en dos años y medio (desde enero de 2020 hasta mediados de 2022). Es decir, 3,5 alertas cada día. En el caso del Estado español, durante este mismo período se han detectado noventa casos, uno cada semana, y de estos, la mitad es por causas de «grave riesgo››.

Los Estados europeos (incluido el español) dan luz verde al efecto bumerán autorizando la exportación de pesticidas prohibidos o no aprobados a pesar de saber que estas sustancias dañan gravemente la salud humana y el medio ambiente en los Estados importadores. A pesar de la parálisis de las autoridades europeas, algunos gobiernos han empezado a mover ficha. El caso más destacable es Francia, que desde el 1 de enero de 2022 prohibió la exportación de pesticidas que están prohibidos en la UE por razones de salud o protección del medio ambiente.

Ahora que tenemos claro el diagnóstico, se ve con claridad lo que movimientos sociales y científicos venimos denunciando hace años. No hay otra salida que abandonar de manera urgente el uso de pesticidas, y para ello es necesario apostar por una transformación del actual sistema alimentario, de base agroecológica y descentralizada que priorice el derecho a la alimentación, y la buena noticia es que es posible, es viable y se puede hacer.

Viendo que el sistema es irreformable, que el negocio de los pesticidas es mayúsculo y que el modelo agrícola actual es totalmente dependiente de estas substancias, quizás se entienda mejor lo que pasó el 22 de noviembre del año 2023 en el Parlamente Europeo. Con lo que no contábamos, seguramente, era con que la barra libre a la toxicidad pesticida era el primer paso para la demolición exprés del incipiente edificio de política de transición alimentaria y agraria europea, y descarbonización de la misma.

Un derribo que es la expresión de la victoria de la movilización agraria que hemos vivido los últimos meses. Movilización iniciada y creada por las grandes patronales agrarias europeas cuyos intereses y gobierno están muy cerca, por decir algo moderado, de las grandes empresas agroquímicas europeas. El guion estaba escrito: se trataba de hacer descarrilar el pacto verde europeo y la incipiente transición ecológica de la agricultura europea. O al menos ganar tiempo hasta la llegada de las elecciones parlamentarias europeas de 2024 en las que todos los expertos auguran un aumento del peso y poder de los partidos conservadores y de extrema derecha.

Para realizar esta operación, estaba claro que nadie en su sano juicio podría plantear un choque frontal contra las medidas del Pacto Verde, en medio de la crisis climática y meses después de la cumbre de Dubái en la que la agricultura jugó un papel protagonista en el diagnóstico de nuevas políticas frente a la crisis climática.

Así que había que sacar a los agricultores a la calle, y para ello utilizaron los elementos reales e indiscutibles que están afectando al modelo de agricultura familiar europea. Factores como la subida de precio de insumos, como el petróleo, el gas, los fertilizantes, el abuso en la imposición de márgenes de las grandes distribuidoras de alimentos o el exceso de burocracia y dificultad, cuando no imposibilidad para aplicar las medidas “verdes” derivadas de la última PAC, que suponía un auténtico calvario para los agricultores debido a un exceso de burocratización, y a medidas que en absoluto estaban pensada para la mediana y pequeña agricultura. Todo esto mezclado con problemas estructurales no resueltos, como es la concentración de la propiedad de la tierra cada vez mayor, la falta de relevo generacional, etc.., creaba las condiciones necesarias para incendiar las capitales europeas, que, si bien ya habían comenzado en Holanda y Alemania, toman su mayor vuelo e importancia cuando irrumpen en el país de mayor poder en la política agraria europea como es Francia, impulsada por la patronal conservadora agraria más importante, la FSNA. Una movilización que en nuestro país coincide paradójicamente, con uno de los mejores años de renta del sector agrario, con aumento de márgenes que no hacía prever una movilización de tal magnitud, y que si prendió fue por la habilidad de la extrema derecha que consiguió sacar colectivos y grupos a la calle, con la inestimable colaboración de  unos medios de comunicación ávidos de imágenes similares a las francesas, y que acabó arrastrando a todo el movimiento sindical agrario, nadie podía quedarse en casa y regalar ese espacio a la extrema derecha.

 

Revolución verde 4.0

Pues bien, después de la absoluta victoria y entierro del Pacto Verde, después de recogidos los restos de la fiesta que se vivió en los mejores salones de Europa, la pregunta que nos hacemos es: ¿y ahora qué? ¿Volvemos a lo de antes? ¿Todo está resuelto? ¿La agricultura familiar ya es viable? ¿Nos cargamos los objetivos del cambio climático? ¿Los pesticidas ya no serán reducidos?  En mi opinión la respuesta no es sencilla, pero si conocemos las líneas maestras de lo que viene, de lo que llevan las grandes empresas del agro business diseñando hace algunos años. El primer objetivo no es nuevo, de hecho, es el de siempre, el gran pilar de la política neoliberal europea y que se ha expresado de una manera clara y transparente, se trata de seguir avanzando sin cortapisa en el desarrollo del modelo industrial agroexportador a través de la expansión de los tratados de libre comercio. Como muestra de ello, los dos últimos acuerdos con Chile y Nueva Zelanda este mismo año. Avanzando sí, pero no como antes, y aquí vienen las novedades que marcarán sin duda el tablero de juego los próximos años, y es que las grandes empresas del agronegocio se dieron cuenta hace un tiempo que no podían seguir siendo los malos de la película, los que contaminan el campo y los alimentos, y dejar por otro lado que la agroecología y la soberanía alimentaria siguiera su expansión y su configuración como única salida a la crisis alimentaria y climática. Si ese modelo basado en sistemas alimentarios locales, descentralizados y sociales se convirtieran en hegemónicos, se acaba el negocio y control de las grandes corporaciones químicas y del agro. El cambio climático no pueda dar lugar a un cambio en las políticas, actores, y modelos, el cambio climático tiene que dar lugar a la profundización del actual modelo y para ello van a activar todas las palancas necesarias, y en esto están.

Lo que viene, por tanto, es una nueva Revolución verde. En unos meses vamos a empezar a escuchar por todos lados y a ver planes, estrategias, productos, normativas, reglamentación con palabras como agricultura de precisión, inteligente, de alta tecnología, adaptada, regenerativa, climática, big data alimentaria, Revolución verde 4.0 o neutra en emisiones. A esta revolución se le está llamando de diferentes formas, todas con nombres que desprenden atributos concebidos como positivos por la sociedad, pero no se pierdan, ya que se trata del mismo modelo de la Revolución verde 1, 2 y 3. Ya no sabemos ni cuantas llevamos. Mismos actores, mismos efectos. Un modelo basado en el uso ingente de tecnología, sensores, robots, drones, inteligencia artificial, nuevos regadíos, datos algoritmos, satélites, fertilizantes y pesticidas de nueva generación, nuevos transgénicos, cultivos intensivos de regeneración, etc. Y esta vez, con una reducción de la mano de obra como no podemos ni imaginar. Un modelo que sigue la consigna industrial, grandes monocultivos “verdes” y la sustitución de mano de obra, que en este momento es uno de los mayores costes asociados a la vez que genera un mayor consenso en los países del norte debido a la sensibilidad creciente contra la explotación laboral. No es el foco principal de este texto, pero, como se decía antiguamente, manténganse a la escucha porque frente a los innegables impactos negativos del modelo alimentario capitalista actual, impactos sociales, ambientales, climáticos, territoriales, culturales y de salud, el nuevo juguete del agronegocio se va a basar en la tecnología inteligente con la promesa de usar el pesticida justo, en el momento justo, en el lugar justo. De usar el agua justa y precisa, de usar el fertilizante sintético justo, de usar la energía justa en el lugar justo. Ahora será todo preciso, inteligente, limpio y smart.

El nuevo juguete del agronegocio se basa en la tecnología inteligente que promete usar el pesticida justo, en el momento justo, en el lugar justo

Esto es el paquete que está impulsando el gran lobby del agronegocio, y una vez derribado el edificio del Pacto Verde, los gobiernos estatales y también el europeo ya están allanando el camino para este desembarco, no solo en nuevas regulaciones sino directamente en la inversión de dinero público. Hace unos pocos días el Ministerio de Agricultura anunciaba una nueva política de modernización de regadíos, con la inversión más ambiciosa de la historia superior a los 2 400 millones de euros. O si quieren, vean la cantidad ingente de fundaciones, investigaciones, jornadas, seminarios y publicaciones “verdes” financiadas por las grandes empresas agroquímicas y tecnológicas.

Se trata del mayor trampantojo de la historia, o si lo prefieren, de la tormenta perfecta de greenwashing, perpetrado por las grandes corporaciones, que en un momento fueron conscientes del avance de las propuestas campesinas a nivel global como única respuesta necesaria frente a la crisis climática, y decidieron disputar y ocupar ese espacio tan preciado de la sostenibilidad. Una sostenibilidad agroexportadora tan falsa como cara. Tan falsa, porque como pueden entender, muchas de estas tecnologías suplemente son espejismos, no sirven y ya se ha demostrado su falta de eficacia y adaptación al mundo agrario. Se trata en realidad de una patada hacia adelante, profundizado en el sistema que nos ha traído hasta aquí, empresas exportadoras cada vez más grandes, más recursos, más monocultivos, más concentración de tierras, más integrado, más vertical y, claro está, más caro. La tecnología no es barata ya saben, mejores tractores, drones, cosechadoras, etc. Un paraíso al que la pequeña y mediana producción no serán llamados, porque simplemente no se lo podrán pagar, esta vez ni siquiera endeudándose.

En este momento de bruma y confusión es imprescindible distinguir bien, y no equivocarnos como la paloma, por muy verde que nos lo piten. Hace falta reivindicar con más fuerza que nunca la soberanía alimentaria como nuestra última línea de defensa y esperanza. No se trata de una batalla contra la tecnología en sí, sino por el control de la misma y su adaptación. No es igual que los datos sean públicos y accesibles para todos los agricultores y agriculturas que solo en manos de grandes empresas privadas, y no es igual una tecnología pensada en grandes monocultivos intensivos que en pequeñas y medianas explotaciones. La disputa es política, no solo tecnológica. Las preguntas son las de siempre: ¿quién ha de producir los alimentos? ¿Para quién? ¿Cómo se producen y dónde? De como respondamos dependerá nuestro futuro.

Javier Guzmán es director de Justicia Alimentaria.

Acceso al artículo en formapo pdf: Por muy verde que nos lo pinten

 


PAPELES 170, Tiempos de incertidumbre

La revista PAPELES cumple 40 años, por ello este número culmina estas cuatro décadas de análisis sobre las tendencias de fondo que atraviesan nuestro tiempo.

Los textos recogidos componen un collage con el que hemos tratado,  si no de hacer un balance completo, al menos sí ofrecer una reflexión ilustrativa de los cambios vividos en estos cuarenta años.

Si bien algunas dinámicas –la demográfica o la superación de los límites naturales– se podían vislumbrar allá por 1985, otros procesos han resultado más sorpresivos, tanto en los ámbitos de la economía y la geopolítica como en los de la tecnología y las dinámicas culturales.

Resulta imposible encapsular la realidad y sus múltiples manifestaciones en unas pocas páginas. Lo que sí está claro es que a medida que avanza la crisis ecosocial, se cierra una ventana de oportunidad con todo un abanico de caminos posibles. Nuestras opciones se reducen, y actualmente se decantan en determinadas direcciones, con ciertos factores estructurantes realimentándose entre sí. A pesar de movernos en un contexto tan complejo, el futuro –hoy como siempre– no está escrito y, más que nunca, es tiempo de reflexión y acción.

En la Intoducción, «Un mundo cambiante y convulso», Santiago Álvarez Cantalapiedra esboza las principales transformaciones que han marcado estas cuatro décadas.

En A Fondo, Ángel Martínez González-Tablas traza las líneas maestras que han tenido lugar en el ámbito económico, mientras que Jaime Pastor dirige su mirada al ámbito de la geopolítica y las relaciones internacionales. Itziar Ruiz-Giménez y Rebeca Giménez abordan la emergencia de los ecofeminismos, que aportan herramientas de análisis y praxis para transitar la realidad. Antonio Ortega centra su análisis en el plano de la ecología y, en concreto de las agroecologías políticas. Montserrat Galcerán aborda el debate sobre clase y diversidad, y su evolución en las últimas décadas. Juan Carlos Velasco explora una de las cuestiones actuales que concentra más atención y distorsión: las migraciones, contrastando percepciones y hechos. Ricardo Castaño dirige su mirada a la ciencia y la tecnología. Carlos Gómez Gil sopesa la accidentada vida de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y su permanente dilación. Por su parte, Jordi Armadans reflexiona sobre cómo construir paz en un mundo fragmentado.

En Actualidad, Monica Di Donato conversa con el experto en cuestiones energéticas Jesús Ramos sobre el «Gran apagón» en la península ibérica del 28 de abril pasado, y Nick Buxton entrevista a la activista sindical Rafeef Ziadah sobre el genocidio en Palestina y su trasfondo del colonialismo de asentamiento de Israel, bendecido por EEUU.

La sección Miradas desde la literatura, específica para este número especial, recoge dos análisis. Victor Hugo Pérez Gallo analiza, a través de las obras Fortuna y Maniac, la evolución deshumanizadora del capitalismo contemporáneo, mientras que Manuel Casal Lodeiro reflexiona críticamente sobre el libro El ministerio del futuro, de Kim Stanley Robinson, y valora su utilidad de cara a hallar respuestas ante la crisis del clima.

El número se cierra con la sección Lecturas.

A continuación, ofrecemos el Sumario de la revista y dos artículos en abierto: la Introducción de Santiago Álvarez Cantalpiedra y el artículo de la sección A Fondo firmado por Ángel Martínez González-Tablas.

Sumario

INTRODUCCIÓN

Un mundo cambiante y convulso. Cuarenta años de transformaciones de la mano de Papeles, Santiago Álvarez Cantalapiedra

A FONDO

Balance general en el plano económico de los últimos cuarenta años, Ángel Martínez González-Tablas

Del viejo orden neoliberal al caos sistémico, Jaime Pastor

Ecofeminismos ante el (des)orden global: herramientas para pensar y habitar un presente en disputa, Itziar Ruiz-Giménez Arrieta y Rebeca Giménez González

Construir pazes ambientales desde las agroecologías políticas, realidades, retos y reexistencias, Antonio Ortega

Clase y diversidad en las sociedades capitalistas contemporáneas, Montserrat Galcerán Huguet

La creciente y paradójica centralidad de las migraciones en la esfera pública, Juan Carlos Velasco

Ciencia, tecnología y sociedad. Un poquito de historia, un poquito de geografía y un poquito de ética, Ricardo Castaño Tamara

Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en tiempos de policrisis: del negacionismo a la Agenda 2050, Carlos Gómez Gil

Construir paz en un mundo fragmentado, Jordi Armadans

ACTUALIDAD

Entrevista a Jesús Ramos sobre el «Gran Apagón» y sus implicaciones, Monica Di Donato

Entrevista a Rafeef Ziadah sobre el genocidio en Palestina, Nick Buxton

MIRADAS DESDE LA LITERATURA

Fortuna y Maniac: dos rutas literarias hacia el capitalism posmoderno y la deshumanización progresiva, Víctor Hugo Pérez Gallo

El Ministerio del Futuro no es la novela que necesitamos (contra el cambio climático), Manuel Casal Lodeiro

LECTURAS

Huertopías. Ecourbanismo, cooperación social y agricultura, José Luis Fernández Casadevante, Kois                              

Monica Di Donato

Utopías cotidianas. Lo que dos mil años de experimentos pueden enseñarnos sobre vivir bien, Kristen R. Ghodsee

José Luis Fernández Casadevante, Kois

Capitalismo caníbal. Qué hacer con este sistema que devora la democracia y el planeta, y hasta pone en peligro su propia existencia, Nancy Fraser

José Bellver

Breviario de ecología libertaria, Carlos Taibo

Lucía Andrinal y Estefanía Sánchez

Notas de lectura

RESÚMENES

 

Información y compras:

Tel.: +34 914310280

Email: publicaciones@fuhem.es

Puedes adquirir la revista PAPELES en nuestra librería virtual.

 


Un mundo cambiante y convulso. Cuarenta años de transformaciones de la mano de Papeles

La revista Papeles cumple cuatro décadas de existencia. Cuarenta años dan para mucho, especialmente en estos tiempos acelerados. Lejos quedan las épocas en las que todo parecía trascurrir con una tranquilidad pasmosa.

El futuro no se veía como una amenaza, más bien todo lo contrario, pues gracias a una fe inquebrantable e ingenua tanto en el progreso como en la ciencia y la tecnología (que venían a ser casi la misma cosa), cabía contemplar el porvenir como un horizonte liberador de las miserias del presente. Ahora las tornas han cambiado. Hemos hecho del presente un instante eterno para no afrontar los riesgos del futuro. Pero con independencia de cómo nos situemos ante el tiempo, lo cierto es que las últimas cuatro décadas han sido pródigas en acontecimientos. El más relevante es sin duda, por la magnitud que ha alcanzado, la crisis ecosocial. No solo hemos llenado el planeta, sino que lo hemos desbordado, conduciéndonos a una situación de extralimitación que nos arroja, a toda velocidad y sin frenos, hacia el colapso ecológico.

Se habla sin parar de sostenibilidad, de transiciones y pactos verdes, de innovaciones circulares y de planes renovables, pero sin modificar ni un ápice el régimen sociometabólico que nos empuja hacia el abismo. Podemos engañarnos tanto como queramos, pero estamos ante un capitalismo que huye a la desesperada, cada vez más belicoso y dispuesto a exprimir el planeta hasta las últimas consecuencias.

No se ha llegado hasta aquí por casualidad. Algunas tendencias ‒como la dinámica demográfica o los límites naturales‒ empezaban a vislumbrarse con claridad en las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado. Sin embargo, otras fuerzas estructurantes del presente apenas despuntaban hace cuarenta años. En el transcurso de este periodo, hemos asistido a importantes acontecimientos económicos, geopolíticos, demográficos, tecnológicos y culturales. La realidad ha cambiado tanto que quien piense que le valen los diagnósticos, las preguntas y las respuestas de hace apenas unos pocos años, es que simplemente no sabe en qué mundo vive.

Cambios económicos y geopolíticos profundos

En el plano económico, las últimas cuatro décadas han estado marcadas por la globalización y la financiarización. El orden neoliberal surgido de la crisis y reestructuración del capitalismo de finales de la década de los setenta del siglo pasado ha dejado un reguero interminable de crisis (la crisis financiera asiática de los años 1997-98, la crisis de las punto.com al inicio del nuevo siglo, la Gran Recesión de 2008-09, la posterior crisis de la deuda europea) además de unas sociedades extremadamente fragmentadas y desiguales.

Las transformaciones cualitativas de la economía mundial han sido tan profundas que, tras el vertiginoso ascenso económico de China y su integración en los circuitos del capital junto al resto de economías emergentes (BRICS), se ha implantado una geopolítica muy diferente de la que supuso la caída del Muro de Berlín y el colapso de la URSS. De las tensiones de la Guerra Fría, derivadas de la confrontación ideológica entre dos grandes potencias con sistemas económicos diferentes, hemos pasado ‒después de un periodo relativamente breve con los EEUU como única superpotencia global‒ a las tensiones entre dos tipos de capitalismo en pugna: por un lado, un capitalismo corporativo, representado por los EEUU; por el otro, un capitalismo dirigido por el Estado, simbolizado en la República Popular China. Este nuevo escenario no solo implica un reequilibrio del poder económico entre los viejos centros capitalistas y los nuevos países emergentes, sino también algo más profundo que ya apuntábamos en el número anterior de la revista: el declive de eso que hemos dado en llamar «Occidente».1

Un declive que viene acompañado de violencia. Hay en la actualidad cincuenta y seis conflictos armados activos, el mayor número desde la Segunda Guerra Mundial, con noventa y dos países involucrados fuera de sus fronteras. Sea cual sea el indicador al que apelemos (número de conflictos, de desplazados forzosos, tendencias al rearme o muertes en guerras) vivimos en el peor escenario desde la Guerra Fría. Durante las últimas cuatro décadas hemos asistido a la primera Guerra del Golfo, al genocidio de Ruanda, a las guerras de los Balcanes, a las llamadas «guerras contra el terrorismo» en Afganistán, Irak, Libia o Siria, a la invasión rusa de Ucrania, al genocidio que aún sigue consumándose contra el pueblo palestino en Gaza y a las acciones bélicas israelíes sobre Hezbolá en el Líbano y sobre Irán con la anuencia e inestimable ayuda de los EEUU. Por no hablar de otros conflictos olvidados e innumerables guerras civiles (principalmente en África: Sudán, República Democrática del Congo, Níger, etc.).

Un escenario muy preocupante que coincide con un periodo de retroceso del multilateralismo y la legalidad internacional, acompañado del auge del nacionalismo autoritario y el debilitamiento democrático. Así pues, no solo hay una disputa entre dos modelos de capitalismo, sino que en uno de ellos ‒autoproclamado liberal y democrático‒ las pulsiones belicistas y autoritarias parecen imponerse, como se puede comprobar en el Estado de Israel, en la América de Trump o en el seno de la Vieja Europa. El ardor guerrero que se vive en Occidente lleva a secundar acríticamente la visión de Netanyahu de que la paz únicamente se consigue a través de la fuerza. Los planes de rearme no solo responden a esa lógica belicista, sino que han encontrado también su conexión con la industria armamentística como nueva fuente lucrativa de negocios apoyada en un renacido keynesianismo militar.2

Otros cambios igualmente profundos

Los cambios demográficos experimentados en las últimas cuatro décadas han sido también profundos y marcarán lo que queda de siglo. Tres dinámicas poblacionales merecen especial atención: en primer lugar, el proceso urbanizador global; en segundo, el envejecimiento de la población mundial y, finalmente, la creciente relevancia de los flujos migratorios.

Efectivamente, no solo asistimos al «gran éxodo rural» que ha conducido a la «urbanización masiva» (hasta 2009 vivían más personas en el campo que en la ciudad, pero en la actualidad más del 55% de la población mundial ya es urbana y se prevé que la tendencia se acentúe hasta alcanzar el 70% en 2050), sino también al hecho de que más del 60% de la población mundial vive en países con una tasa total de fecundidad inferior al nivel de reemplazo. Esta circunstancia, junto con el incremento de la esperanza de vida, está provocando que la mayoría de los países del mundo ‒con la excepción de los países de África subsahariana‒ estén experimentando un aumento en el número y la proporción de personas mayores (aquellas de 60 años o más). Parece así culminarse un proceso de transición demográfica que sitúa hoy la población mundial por encima de los 8000 millones y con unos desequilibrios, en cuanto a su distribución geográfica y socioeconómica, cada vez más pronunciados.  Los movimientos migratorios mundiales son una expresión y una consecuencia de estos grandes desequilibrios, destacando en su seno el peso cada vez mayor de los desplazamientos forzados por motivos ambientales. Todos estos cambios demográficos no solo están reconfigurando la composición de las sociedades, sino que están también redefiniendo las prioridades políticas y económicas de los gobiernos (con el fin de adaptar los sistemas de salud, educación, trabajo y protección social, reequilibrio territorial, etc.).

Pero si hay un campo donde las transformaciones se han percibido de forma más evidente y con un alcance mayor es en el tecnológico, especialmente con el auge de las tecnologías de la información y la digitalización. Lo que conocemos como internet comenzó a finales de los sesenta cuando dos universidades norteamericanas de la costa oeste lograron conectar sus computadoras en el marco de un programa desarrollado por el Departamento de Defensa. Veinte años más tarde, Tim Berners-Lee creó una serie de protocolos y lenguajes que conectaban esa información en una telaraña de hipertextos, la World Wide Web. La generalización en el acceso a la información en la web ha terminado por cambiarlo todo: el mundo del trabajo (con la irrupción de las economías de plataforma, la gig economy, el teletrabajo y el trabajo en remoto), el de la educación (con las competencias digitales, el aprendizaje en línea y la educación virtual), el del consumo (con cualquier cosa a cualquier hora a la puerta de casa), el cómo nos entretenemos (a través de un caudal inagotable ofrecido en streaming) y el cómo nos relacionamos (mediante redes sociales de todo tipo), sin olvidar los nuevos códigos de comunicación política y los efectos sobre la vida y calidad de las democracias. La factura ecológica de mantener en funcionamiento todo el tinglado digital, la concentración del sector en un puñado de big techs y el giro securitario que ha propiciado el asentamiento de un nuevo capitalismo de vigilancia (comercial, policial y militar), son temas frecuentemente elididos de las conversaciones sobre las maravillas de las sociedades de la información. Todo ello ha conducido a que el paradigma tecnológico de nuestra época sea el de la llamada «inteligencia artificial» y que esta, junto y en combinación con la biología sintética, sean contempladas como los vectores disruptivos de mayor potencialidad.

Con semejantes cambios económicos, demográficos y tecnológicos redefiniendo las relaciones humanas, así como las que establecemos con el resto de los seres vivos mediante la apropiación depredadora de la naturaleza, no debería resultar extraño que las transformaciones culturales hayan sido también intensas y radicales. La cultura de la inmediatez, la conectividad permanente y la viralidad han acelerado las pulsiones consumistas y han sumergido a sociedades ‒cada vez más anómicas y obsesionadas por la identidad‒ en polémicas interminables, muchas de ellas amplificadas por unas tecnologías digitales de uso masivo que han acabado por fragmentar las comunidades en tribus, polarizando las posiciones de sus miembros y disolviendo las certezas en la sopa de la posverdad y los hechos alternativos.

En este contexto no es fácil promover una cultura política alternativa. Lo señalábamos recientemente en uno de los últimos números de la revista, esa posibilidad se enfrenta a demasiados obstáculos materiales e ideológicos difíciles de sortear. A lo más que parece que se puede aspirar ahora es a disputar alguna que otra de las llamadas “batallas culturales”, que no son más que las manifestaciones habituales de la pérdida de los consensos políticos y que por eso renacen con fuerza en esta etapa posneoliberal.  Sin embargo, no hay que desdeñar la importancia de los giros epistémicos y la irrupción de nuevas visiones en la forma de entendernos como habitantes de este planeta de la mano del pensamiento y la praxis de movimientos alternativos, feministas, ecologistas y decoloniales. Es también una novedad de las últimas décadas y significa una profunda mutación en nuestra relación con el mundo.

El siglo XX terminó despeñado por el abismo de la limpieza étnica en Bosnia (1992-95) y el genocidio de Ruanda (1994), después de haberse vivido en Europa una guerra interminable entre 1914 y 1945 y una desolación colonial en muchas regiones del planeta. Pero fue inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial cuando se fundó la Sociedad de las Naciones y se impulsaron ciertos acuerdos internacionales (como los primeros Convenios de Ginebra), y fue al concluir la Segunda cuando la Asamblea General de las Naciones aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Fue también después de los crímenes de Ruanda y la antigua Yugoslavia cuando se dieron los primeros pasos para crear el Tribunal Penal Internacional y empezaron a cobrar vida las ideas sobre la justicia internacional en el ámbito del derecho penal. Parece mentira, pero el principio de jurisdicción universal (que permite perseguir los crímenes de lesa humanidad y genocidio sin importar dónde se cometieron y quién fue el autor) es un asunto relativamente novedoso que la detención en Londres de un dictador como Pinochet en octubre de 1998 puso de manifiesto.3 Putin y Netanyahu saben perfectamente qué países pueden visitar y cuáles no. Más reciente aún es la idea de justicia ecológica que se abre paso con el pie firmemente apoyado en culturas, religiones y cosmovisiones ancestrales que resaltan la importancia de la identidad relacional frente a los procesos de individualización extrema de la modernidad capitalista y la tarea insoslayable del cuidado de la vida.

Han sido cuarenta años de existencia de una revista que ha sabido dar cuenta de cuanto acontecía en un mundo cambiante y convulso que parece empeñado en negar el futuro a la trama de vida que hospeda. Es posible que estemos inaugurando una nueva etapa sombría de imperios en disputa y competencia feroz por los recursos estratégicos necesarios para lograr la supremacía tecnológica y el dominio territorial. Pero también es posible que no nos resignemos y que surjan nuevos amaneceres de las luchas y los raptos de lucidez y bondad que suelen acompañar a los humanos cuando se asoman al fondo de sus abismos.

Santiago Álvarez Cantalapiedra, director de FUHEM Ecosocial y de la revista Papeles de relaciones ecosociales y cambio global.

Acceso al artículo completo en formato pdf: Un mundo cambiante y convulso. Cuarenta años de transformaciones de la mano de Papeles

NOTAS:

1 Véase, en el Papeles de relaciones ecosociales y cambio global núm. 169 (primavera 2025), tanto la introducción «Orden imperial y amenazas para la paz y la democracia» (pp. 5-11) como el artículo de Augusto Zamora «Multipolaridad y cambio sistémico: el mundo del siglo XXI» (pp. 27-37).

2  Se ha puesto de manifiesto con la apuesta de la Comisión Europea por un rearme dotado de 800 000 euros, que busca facilitar la industrialización además de la relevancia estratégica del Viejo Continente.

3 Acontecimiento reflejado magistralmente en el libro Philippe Sands, Calle Londres 38, Anagrama, Barcelona, 2025.


Entrevista a Jesús Ramos sobre el «Gran Apagón» y sus implicaciones

La sección ACTUALIDAD del número 170 de Papeles de relaciones ecosociales y cambio global incluye una entrevista a Jesús Ramos, doctor en ciencias ambientales, profesor en el departamento de Economía e Historia Económica de la Universidad Autónoma de Barcelona y experto en cuestiones energéticas y en la evolución de los sistemas económicos desde un punto de vista biofísico, además de miembro del consejo de redacción de esta revista. La conversación dirigida por Monica Di Donato, del equipo de FUHEM Ecosocial, se centra en el apagón eléctrico del 28 de abril en la península ibérica.

Monica Di Donato (MDD): Empezaría con una foto de diagnóstico sobre el suceso. Han transcurrido ya varias semanas desde el día del denominado «Gran Apagón» en España y Portugal ¿Qué podemos decir a un mes de lo ocurrido (fecha de esta entrevista)? ¿Qué es lo que se sabe realmente y cuánto queda por esclarecer?

Jesús Ramos (JR): El pasado 28 de abril sufrimos un evento excepcional que puso de manifiesto la gran fragilidad de las economías modernas, altamente dependientes de la energía eléctrica y de los servicios que dependen de ella, como las comunicaciones o los sistemas de control. En ecología es bien conocido que los sistemas son más frágiles a medida que aumenta su complejidad (mayor número de agentes y de interconexiones entre ellos).

En realidad, a pesar del tiempo transcurrido, no tenemos certeza de lo que sucedió realmente y las propias autoridades nos dicen que la respuesta tardará tiempo en llegar. Lo que parece claro es que el lunes 28 de abril de 2025, entre las 12:32 y las 12:33, la red eléctrica de la península ibérica sufrió una oscilación de frecuencia muy intensa que desembocó, en apenas cinco segundos, en la desconexión de unos 15 000 MW de generación –cerca del 60% de la producción española en ese momento– y en el aislamiento completo del sistema ibérico del resto de Europa. Curiosamente, momentos antes, España exportaba electricidad a Marruecos, Portugal y Francia, e incluso estaba utilizando gran cantidad de energía para bombear agua desde las partes bajas de las cuencas hacia los embalses, que es la única forma práctica de almacenar energía a gran escala.

Se han descartado ciberataques, sabotajes y fenómenos meteorológicos extremos como causa directa del apagón, sin embargo, se desconoce el porqué de la oscilación previa de la red continental en la zona del Báltico, y que parecería estar en el origen del evento.

Según Red Eléctrica de España (REE), el desencadenante fue una pérdida de generación en la zona suroeste peninsular seguida de varias protecciones automáticas que, al actuar en cascada, agrandaron el desequilibrio entre oferta y demanda, llevando al sistema a una situación de sobretensión. A las 12:33, la desconexión automática de las interconexiones con Francia y Portugal impidió cualquier apoyo externo, precipitando el colapso total del sistema ibérico.

Parece claro, eso sí, que el nivel bajo de interconexión de las redes de la península con el resto de Europa, de un 2,8% de la capacidad, frente a un 10-15% recomendado, provocó la desconexión con Francia para evitar trasladar la incidencia al resto del continente. También parece que hubo una incapacidad por parte de los sistemas de control para aislar la incidencia en regiones concretas, de ahí la caída en cascada.

La incógnita principal es, por tanto, por qué el sistema de gestión y control, y sus mecanismos de seguridad, no pudieron asimilar la anomalía del Báltico, y por qué no pudieron aislar el fenómeno a zonas geográficas concretas con una mayor coordinación.

MDD: Según lo que se va sabiendo, y teniendo en cuenta el tiempo de recuperación relativamente corto para la magnitud del suceso, parece que ciertas cosas se hicieron bien y otras no tanto. Si tuvieses que destacar los tres elementos que mejor han funcionado en la gestión de esta crisis y los tres que peor lo han hecho, ¿cuáles serían los que señalarías y por qué?

JR: Entre los aspectos positivos, destacaría en primer lugar la rapidez en el restablecimiento del servicio. Los sistemas insulares no se vieron afectados y las zonas cercanas a la frontera con Francia solo sufrieron cortes breves. El resto del sistema se recuperó en menos de 24 horas en el 99% del territorio peninsular. Esto creo que refleja una buena preparación en protocolos de arranque en isla y una coordinación eficaz entre operadores como REE y REN, con el apoyo de centrales hidroeléctricas, ciclos combinados e importaciones desde Francia y Marruecos.

En segundo lugar, las protecciones automáticas funcionaron correctamente para evitar daños mayores por sobretensiones. Aunque estas mismas protecciones contribuyeron al aislamiento de la red ibérica, actuaron según lo previsto para evitar que la perturbación se propagara al resto de Europa, priorizando la integridad de los equipos.

También funcionaron los planes de contingencia en infraestructuras críticas como hospitales y aeropuertos, que siguieron operando con normalidad.

En cuanto a lo que no funcionó, lo más preocupante fue la programación de la generación, que dio lugar a una elevada proporción de generación no síncrona en el sistema –sin inercia física–, lo que parece que redujo su capacidad para amortiguar perturbaciones de frecuencia. Este problema se debe al modelo implantado por la liberalización del sector eléctrico, que responde únicamente a decisiones de mercado, activando unas fuentes de generación u otras en función de variables económicas, y no necesariamente de seguridad de suministro. La desconexión masiva de MW solares en segundos, precisamente por motivos de seguridad, evidencia también la falta de regulación que obligue a dotar a estas instalaciones de inercia sintética u otros sistemas de estabilización. Esta tecnología ya existe, pero su implantación ha sido frenada por las grandes empresas eléctricas por razones de rentabilidad, para ahorrar costes, lo cual requiere una intervención urgente del regulador y del legislador.

En segundo lugar, la escasa interconexión con Europa, apenas del 2,8% de la capacidad, impidió recibir soporte externo en un momento crítico. Esta carencia, conocida desde hace años, no ha sido abordada ni bilateralmente con Francia ni por las instituciones europeas, revelando una falta de compromiso con la planificación energética. Según el regulador europeo ACER las interconexiones con Francia y Portugal tendrán un coste de unos 8000 millones de euros y estarían listas en diciembre de 2028 la del Golfo de Vizcaya, en 2036 la de Navarra y en 2041 la de Aragón.

Finalmente, el modelo actual de mercado basado en precios marginales no ofrece la robustez que necesita un sistema tan complejo y descentralizado. Urge repensar este modelo hacia uno basado en costes de generación más un margen razonable, que asegure una operación más estable y una mejor gestión ante picos de demanda.

MDD: Los primeros momentos de la emergencia estuvieron protagonizados por bulos y teorías de la conspiración (como viene siendo ya costumbre en situaciones parecidas), y más tarde el debate (también bastante tendencioso) comenzó a girar alrededor del papel de las renovables dentro de los vectores energéticos usados para la generación eléctrica, la falta de robustez de los sistemas, la calidad de la conexión con la red europea y, cómo no, lo supuestamente imprescindible que resultaba la energía nuclear. ¿Qué consideraciones te merece este aspecto del debate de cara a evitar situaciones parecidas para el futuro (dónde habría que hacer hincapié realmente)? Y ¿cuánto crees que puede llegar a instrumentalizarse en ese sentido, tanto en relación con las renovables, que son un apuesta política y económica clara del Estado, como de los grupos de presión pro-nucleares u otros grupos de interés?

JR: Es una cuestión clave. Las crisis técnicas como la del 28 de abril generan un terreno fértil para la desinformación, y esta no fue la excepción. En los primeros minutos, y mientras duraron las comunicaciones por teléfono y móviles, las redes sociales se llenaron de teorías infundadas: desde ciberataques rusos hasta pulsos electromagnéticos o sabotajes internos. Luego, el debate giró hacia la supuesta fragilidad de las renovables y la defensa de tecnologías como la nuclear.

Esto revela tres dinámicas preocupantes.

Primero, el ruido informativo y la instrumentalización mediática. Las primeras horas tras una crisis energética son críticas. La ausencia de información técnica clara favorece explicaciones simplistas o conspirativas, muchas veces impulsadas por intereses ideológicos o económicos. Para contrarrestarlo, es esencial mejorar la alfabetización energética de la población, establecer canales institucionales de información en tiempo real y activar protocolos de comunicación desde Protección Civil. El apagón en las comunicaciones afectó mucho más a la población en el corto plazo que la propia ausencia de electricidad, y es algo que no debería haber ocurrido.

Segundo, la polarización del debate. Se ha planteado una dicotomía artificial: o las renovables son culpables por su volatilidad, o la solución es un regreso masivo a la energía nuclear. Esto ignora que la solidez de un sistema eléctrico no depende únicamente del tipo de generación, sino de su arquitectura: flexibilidad, almacenamiento, redes malladas, respuesta rápida e inercia eléctrica. De hecho, las nucleares se desconectaron por seguridad al inicio del incidente y tardaron más que otras fuentes en reintegrarse. Un sistema 100% renovable mal diseñado es frágil, pero lo mismo ocurriría con uno 100% nuclear sin adaptabilidad. El debate debe enfocarse en cómo se diseñan y acoplan los distintos vectores energéticos.

Tercero, ciertos lobbies han aprovechado la situación para cuestionar la transición energética. La defensa de la nuclear ignora sus limitaciones económicas, de seguridad y la socialización de sus costes a largo plazo, especialmente por la gestión de residuos. También es engañosa la narrativa de que las renovables provocaron el colapso, pues carece de fundamento técnico en este caso.

El verdadero desafío es reforzar la infraestructura del sistema: redes inteligentes, almacenamiento, gestión de demanda, digitalización y mayor interconexión. Solo con esa base puede construirse una matriz energética renovable y resiliente. La transición energética no será solo tecnológica; será también política, cultural e informativa. Y para ser estable, debe apoyarse en el consenso técnico, no en una guerra de relatos.

MDD: En relación con la pregunta anterior, ¿cuál es la de capacidad de control, exigencia, etc. por parte del Estado del sistema eléctrico español? (me refiero, sobre todo, a en qué medida el Estado puede exigir, controlar, intervenir a las grandes empresas eléctricas).

JR: El apagón del 28 de abril ha evidenciado una vulnerabilidad estructural largamente advertida por expertos: la dependencia total de la electricidad en la vida moderna contrasta con el hecho de que el sistema eléctrico español está mayoritariamente en manos privadas. Esta situación es crítica, ya que hablamos de una infraestructura esencial –al nivel del agua o la seguridad– cuya operación escapa al control directo del Estado.

Desde la liberalización del sector en los años noventa, la generación, comercialización y gran parte de la distribución eléctrica han quedado en manos de grandes empresas privadas. El Estado conserva funciones estratégicas –planificación, regulación y participación en Red Eléctrica de España (REE)– pero su capacidad de intervención directa en las decisiones clave del sistema es limitada.

En la práctica, decisiones sobre qué tecnologías se desarrollan, cómo se gestionan los picos de demanda o dónde se invierte se toman según criterios de rentabilidad empresarial, no de interés público. Esto genera una asimetría preocupante: cuando ocurre una disrupción como la del 28 de abril, es el Estado quien debe asumir la responsabilidad política y garantizar la recuperación del sistema, sin tener las herramientas operativas necesarias para prevenir o gestionar eficazmente estas crisis.

Este modelo plantea un dilema estructural: si la electricidad es una infraestructura crítica sin la cual no puede funcionar la sociedad, ¿tiene sentido que su control esté guiado por lógicas corporativas orientadas al beneficio privado? La respuesta no implica necesariamente renacionalizar, aunque algunos defendamos esta posición por motivos ideológicos y de justicia distributiva, sino repensar la gobernanza del sistema para garantizar que los intereses estratégicos colectivos estén protegidos frente a fallos, decisiones unilaterales o insuficiente inversión en resiliencia.

En este sentido, el apagón no fue solo una advertencia técnica, sino también política. Ha revelado los límites de un modelo basado en la externalización de un bien esencial a actores privados, y la necesidad de una revisión profunda. No (solo) por razones ideológicas, sino por principios de seguridad, cohesión social y sostenibilidad a largo plazo.

MDD: Ahora mismo el debate está centrado en su práctica totalidad, también en el ámbito de la transición energética, en general, en lado de la oferta, es decir, en la producción (y recordemos que cualquier tipo de producción requiere explotación de recursos a diferentes escalas), pero se habla poco del lado de la demanda. Las dos cosas están claramente relacionadas, ¿qué elementos fundamentales destacarías que han de ser tenidos en cuenta en ese sentido y que quizás ahora mismo están un poco apartados del debate?

JR: El debate energético actual está claramente desequilibrado hacia el lado de la oferta. Se discute cómo producir más energía –qué tecnologías usar, de qué fuentes, y con qué grado de autonomía–, pero se presta muy poca atención al lado de la demanda: cuánto consumo es realmente necesario y cómo debe orientarse según criterios sociales, ecológicos y económicos.

Esta omisión refleja una visión productivista que da por hecho que el crecimiento de la demanda es inevitable y deseable. Sin embargo, una transición energética sostenible y justa debe incluir con urgencia un debate sobre la reducción planificada de la demanda o, al menos, la priorización de usos consciente. No se trata de frenar la innovación ni de empobrecer, sino de asumir que toda forma de generación –incluso la renovable– conlleva impactos materiales, territoriales y ecológicos. Disminuir estructuralmente el consumo alivia la presión por seguir instalando capacidad sin fin, especialmente cuando existen límites físicos y conflictos sociales por el uso del territorio.

Esto implica repensar la eficiencia energética no solo como una mejora tecnológica (hacer lo mismo con menos energía), sino como un principio de organización social: hacer solo lo necesario, con el menor consumo posible, priorizando usos estratégicos frente a los prescindibles. ¿Debe una familia vulnerable tener el mismo trato que un centro comercial con climatización constante? ¿Debemos expandir sin límite industrias eléctricamente intensivas como los centros de datos o el turismo masivo que duplica el consumo de la población local en términos per cápita?

También es clave avanzar en mecanismos de gestión flexible de la demanda –tarificación dinámica, respuesta activa al consumo, hábitos culturales más racionales– para adaptar el consumo a la disponibilidad real de energía renovable y evitar el sobredimensionamiento del sistema.

En resumen, no basta con descarbonizar la oferta energética: hay que redefinir para qué, para quién y con qué límites producimos y consumimos. Incorporar el debate sobre el decrecimiento y la priorización energética no es una opción ideológica, sino una condición material para construir un sistema energético resiliente, justo y verdaderamente transformador, incluso si llega a ser 100% renovable.

MDD: En el futuro no es descartable que vuelvan a suceder hechos como el acaecido a finales de abril de 2025. ¿Qué tipo de escenarios dominarán la transición energética en España y cómo de vulnerable seguirá siendo el sistema eléctrico en relación con estos? ¿Un mayor volumen de autoproducción eléctrica y mejor organizada podría ser una solución de transición para emergencias similares? ¿Será el gas, como se suele decir? ¿Otras fuentes?

JR: Es probable que en el futuro se repitan episodios críticos como el apagón de abril de 2025. Factores como la creciente complejidad del sistema, la digitalización, la variabilidad climática, las tensiones geopolíticas y la electrificación generalizada incrementan la vulnerabilidad estructural del sistema eléctrico español. La transición energética representa una oportunidad, pero también introduce nuevos riesgos que exigen una gobernanza más robusta, ágil y democrática.

El futuro del sistema estará marcado por tres tendencias principales: mayor penetración de renovables variables (solar, eólica), electrificación de sectores clave (movilidad, climatización, industria), e integración más profunda en el sistema europeo. A esto se suma la digitalización y el crecimiento de productores-consumidores activos. Este escenario dificulta el control del sistema, pero permite construir resiliencia si se gestiona adecuadamente.

La autoproducción eléctrica distribuida (residencial, cooperativa, municipal) puede desempeñar un rol clave como complemento flexible al sistema centralizado. No obstante, es esencial que esta generación esté correctamente registrada e integrada en los sistemas de gestión del operador para evitar inestabilidad y problemas de calidad en el suministro.

El gas seguirá siendo necesario a corto y medio plazo como respaldo flexible y de arranque rápido. Sin embargo, su uso debe estar regulado para no frenar la inversión en tecnologías limpias ni aumentar la dependencia de mercados volátiles.

Un reto crucial será reformar el modelo retributivo de la generación eléctrica. El actual sistema marginalista –que paga toda la energía al precio de la última unidad necesaria– distorsiona el mercado, sobre todo cuando el coste marginal de las renovables es cercano a cero. Se requiere una reforma que introduzca un sistema de remuneración que reconozca los costes fijos y operativos y garantice una rentabilidad mínima, pero que permita a su vez conocer qué fuentes son las que van a generar en cada momento, sin depender del precio marginal. Este nuevo marco debe permitir al Estado y a los operadores públicos anticipar y coordinar mejor el despliegue de recursos, tanto centralizados como distribuidos.

En definitiva, construir un sistema eléctrico más resiliente para los escenarios futuros exige no solo innovación tecnológica, sino también una transformación profunda del marco institucional, regulatorio, económico y cultural que lo sostiene. De lo contrario, la vulnerabilidad persistirá, aunque adopte nuevas formas.

MDD: Finalmente, ¿cómo valoras la respuesta social a la gestión de la crisis? Cada vez más se está perfilando como una dimensión imprescindible en las gestiones de situación de emergencia.

JR: La reacción social ante el apagón de abril de 2025 reflejó dos tendencias contrapuestas: una notable capacidad ciudadana de autoorganización y solidaridad, y una preocupante debilidad en los canales institucionales de información y coordinación. Mientras se desconocían las causas del fallo eléctrico y proliferaban las teorías –algunas conspirativas–, muchas personas se organizaron espontáneamente para ayudar a los más vulnerables, compartir recursos y difundir información útil en redes sociales, o simplemente compartir la información que recibían en su transistor.

Esta respuesta comunitaria, aunque desordenada, evidenció un tejido social activo y resiliente. Sin embargo, la falta de una comunicación institucional clara y oportuna minó la eficacia de la gestión pública. La ausencia de un relato oficial inmediato favoreció la desinformación y complicó la toma de decisiones tanto individuales como colectivas. Si la incidencia hubiese durado más tiempo, no sabemos cómo habría evolucionado esa capacidad de autoorganización de la población.

La crisis puso de relieve que la gestión técnica de una emergencia no es suficiente: es igualmente esencial una gestión social que incluya comunicación pedagógica, participación ciudadana y escucha activa. La confianza pública se construye con transparencia, coordinación interinstitucional y liderazgo en momentos críticos.

Otro aspecto clave fue la desigualdad en la capacidad de respuesta. Las personas mayores, los hogares sin acceso digital o sin un simple aparato de radio, quienes dependen de dispositivos médicos eléctricos o quienes viven en zonas mal conectadas, fueron los más afectados. Aunque la solidaridad social fue destacable, no puede sustituir a políticas públicas orientadas a proteger a los más vulnerables.

En definitiva, la dimensión social de la crisis fue tan crítica como la técnica. No basta con tener protocolos para la recuperación del suministro eléctrico: se necesitan también planes de resiliencia comunitaria, marcos de cooperación entre Estado y sociedad civil, y estrategias de comunicación que refuercen la cohesión social.

España dispone de una base social sólida, pero aún frágil, que debe integrarse activamente en las estrategias de transición y seguridad energética. En un contexto de creciente complejidad e incertidumbre, la fortaleza de las infraestructuras debe ir acompañada de la fortaleza del tejido social y democrático.

Monica Di Donato es doctora en Economía, especialista en economía ecológica y en cuestiones de alimentación e investigadora del área Ecosocial de FUHEM.

Acceso al texto completo en fomato pdf: Entrevista a Jesús Ramos sobre el «Gran Apagón» y sus implicaciones.

 


Balance general en el plano económico de los últimos cuarenta años

Balance general en el plano económico de los últimos cuarenta años

El número 170 de la revista Papeles de relaciones ecosociales y  cambio global celebra sus cuarenta años y expertos y expertas analizan los cambios acaecidos en estas cuatro décadas.

Ángel Martínez González-Tablas aborda en la dimensión económica los profundos cambios que han tenido lugar, y que son muestra de una realidad compleja de la que es importante captar su estructura profunda, porque solo si lo hacemos podrá la economía afrontar los desafíos y descubrir lo que en ellos hay también de oportunidad.

La economía en el período de vida de Papeles     

Tomar conciencia de la evolución de la realidad económica a lo largo de los últimos cuarenta años −de las principales problemáticas, del pensamiento económico o de las políticas practicadas− nos ayuda a entender el presente y las dinámicas en curso.

Al nacer Papeles −a sus espaldas los años «gloriosos» que siguieron al fin de la Segunda Guerra Mundial− estábamos instalados en la fase neoliberal, que a lo largo de cuatro décadas iba a inspirar el comportamiento de la economía mundial, antes de dar paso a la actual patada al tablero del orden nacido de a partir de 1945, en cuyo seno, se han desarrollado fenómenos tan distintos como el fordismo y el neoliberalismo.

Desde sus inicios, la economía puso el foco en la riqueza de las naciones (Adam Smith) y en el crecimiento, pero desde mediados del siglo XX hubo voces que reclamaron que lo que nos debía ocupar era la montaña del hambre (José Luis Sampedro), a la vez que se señalaba que el crecimiento no era lo mismo que el desarrollo y que este y no aquel debería ser el objetivo.

Mientras la cooperación al desarrollo pugnaba por asentarse, la problemática del subdesarrollo fue evolucionando con tratamientos dispares: el Consenso de Washington marcó la visión de la ortodoxia, la propuesta de la teoría de la dependencia fue radicalmente diferente y la experiencia de los nuevos países industrializados del sudeste asiático, junto al ascenso de China mostraron otras posibilidades, antes de que en algunos recodos del Sur global empezara a intuirse que la colonialidad no había terminado con el colonialismo.

Una década antes de que Papeles iniciara su andadura, ya había estallado en la política y en círculos académicos la denuncia ecologista y la afirmación de los límites al crecimiento −de la mano de la conferencia de Estocolmo y del informe del Club de Roma− trastocando los términos en los que se planteaban los debates.

A la vez, en apenas unos años, pasamos de ocuparnos de los modelos de construcción del socialismo −tradicional soviético, revolución cultural de Mao, nuevo pragmatismo de Deng− a enfrentarnos con el derrumbe de la URSS, el fin de la Guerra Fría, el espejismo del fin de la historia y la oportunidad −perdida− de construir unas nuevas relaciones internacionales basadas en la cooperación pacífica.

En Europa, la UE vivía la ampliación de sus miembros y el desgarro del Brexit, sin que se produjera una modificación funcional de su dinámica institucional, en un contexto que lo pedía a gritos, oscilando entre referencia mundial de proyecto exitoso y ejemplo de rígidas políticas de austeridad.

En conjunto, estos cuarenta años han estado marcados por un relativo estancamiento económico y por una sucesión de crisis, manifestación de una crisis multidimensional de gran calado. En ella, se dispara la desigualdad interna y decrece la existente entre países, como consecuencia del mayor crecimiento de algunas grandes economías procedentes del subdesarrollo. Por su parte, la ONU ha tratado de que la comunidad internacional ensanchara la mirada y se comprometiera con los Objetivos del Milenio.

El recorrido se cierra con el encadenamiento siniestro de la pandemia del COVID-19, la guerra de Ucrania, el genocidio de Gaza (ante la pasividad de la comunidad internacional), el ascenso de la ultraderecha, la erosión de la democracia y la segunda presidencia de Trump.

En el terreno del pensamiento y las políticas económicas, el predominio de la síntesis neoclásica supuso el vaciamiento de la potencialidad exploratoria del keynesianismo y propició un pensamiento único, altamente formalizado, pero de contenido empobrecido, al que se fue añadiendo cierta dimensión institucional.

En este contexto, asciende la presencia de las problemáticas desveladas por las perspectivas ecologista y feminista. En la economía ortodoxa, tales perspectivas han aportado aspectos puntuales de sus planteamientos, sin incorporar su fondo ni cuestionar las bases de su propio paradigma. En la economía crítica, se ha tratado de asumir la visión radicalmente diferente que subyace en esos enfoques.

Estos cuarenta años han estado marcados por un relativo estancamiento económico y por una sucesión de crisis, manifestación de una crisis multidimensional de gran calado.

En paralelo, a partir de unos antecedentes complejos y densos, que no tiene sentido entrar a detallar, lo que devendría la globalización neoliberal se inicia con las decisiones de Nixon de suspender la convertibilidad del dólar y de entreabrir la puerta a los movimientos internacionales de capital, mientras que su variante interna viene de la mano de las políticas de Thatcher y Reagan, con una amplia variedad de concreciones.

En España, el régimen de 1978 −nacido de los cambios imprescindibles para que la transición fuera viable, pero sin plantear los que hubieran modificado la estructura del poder y las características del sistema socioeconómico− hizo posible liberalizar la economía en la línea de las de nuestro entorno, abordar la configuración territorial de las autonomías y sentar las bases de un cierto Estado del bienestar. En paralelo, se desarrollaba el proceso de integración del país en el entramado capitalista occidental con la conversión del ambiguo «OTAN de entrada no» en un inequívoco «pero luego sí», seguido de la incorporación a la naciente Unión Europea y la posterior adopción del euro.

En el entorno más próximo de Papeles destacan dos aspectos. En primer lugar, el Centro de Investigación para la Paz (CIP), que incorpora la problemática ecológica, los temas suscitados por el feminismo, la profundización de la democracia y una mirada crítica de la economía, en lo que en el fondo era un planteamiento ecosocial, mucho antes de que se popularizara este nombre. De otro lado, el reconocimiento, en las Jornadas de Economía Crítica, de la necesidad de un enfoque que acoja problemáticas que la ortodoxia ignora o trata como cuestiones colaterales, pero sin cuya comprensión no es posible ni entender la realidad, ni dar respuesta a los problemas reales que ya se manifestaban como cruciales en la segunda mitad del siglo XX.

Visión estructural de la economía actual

La situación actual proviene de los antecedentes que acabamos de comentar, está atravesada por unos ejes que la estructuran y desemboca en la segunda presidencia de Trump, que cobra sentido al situarla en este proceso.

Fuerzas estructurantes de la economía mundial actual. No es posible entender lo que está sucediendo en la economía mundial solo a la luz de alguna de las fuerzas estructurantes que actúan en su seno. Ninguna de las seis que postulamos puede explicar por sí sola la complejidad que tenemos ante nuestros ojos, porque todas actúan y la resultante es fruto de su entrecruzamiento.1 Estas fuerzas conformadoras de las grandes problemáticas estructurales de nuestro tiempo son las siguientes:

1) la transgresión de los límites biofísicos del planeta Tierra,

2) la profundización de la digitalización,

3) la evolución hacia un imperialismo globalizado,

4) la permanencia de unas finanzas a la vez protagonistas y disfuncionales,

5) los cambios demográficos y la nueva perspectiva que proporciona la visibilidad de la reproducción de la vida y

6) la incertidumbre acerca de qué paradigma terminará imponiéndose.

No es exagerado afirmar que nuestro tiempo está marcado por la dimensión ecológica, porque el fin de la época de los combustibles fósiles, el cambio climático y la transgresión de límites biofísicos básicos hacen insostenible el modelo de producción y consumo imperante.

También es cierto que la revolución digital en curso trastoca los fundamentos sobre los que descansaba el mundo que conocíamos, modifica el libre albedrío de las personas, libera fuerzas productivas impensables, y proporciona medios de conformación y control del funcionamiento social, con efectos sobre el poder, el trabajo y la economía en su conjunto.

Tampoco puede negarse que el desarrollo desigual y la evolución de la globalización neoliberal hacia un imperialismo globalizado van a afectar al funcionamiento de la economía, a las empresas, al empleo, a los países, a las áreas geográficas y a la pugna por la hegemonía, dejando tras de sí un reguero de ganadores y perdedores.

Por su parte, el susbsistema financiero no cumple de forma satisfactoria las funciones que tiene atribuidas en el sistema económico capitalista (SEC), perturbando la articulación con los demás momentos de la actividad económica y erosionando la cohesión social.

El que la población total apunte hacia el estancamiento y el descenso supone un cambio cualitativo que nos coloca objetivamente en una fase desconocida, mientras, en el otro extremo, la visibilización del espacio doméstico y el reconocimiento del papel de la mujer en la vida social obligan a repensar los términos del funcionamiento y la medición de lo que debe ser considerado actividad económica.

El hecho de que el neoliberalismo esté en retroceso no aclara los rasgos del eventual paradigma dominante, menos aún a la vista de la segunda presidencia de Trump, que confirma que las posibilidades evolutivas no solo son diversas sino incluso antagónicas.

Significado e implicaciones de la segunda presidencia de Trump (T2). Los argumentos y cálculos utilizados por Trump son, con frecuencia, ridículos, pero lo que subyace es un retorno al proteccionismo, en un contexto de imperialismo globalizado, tras años de multilateralidad, en los que se han creado relaciones económicas y estructuras productivas (cadenas de valor) que no se pueden cambiar de la noche a la mañana. Ello se produce en un entorno marcado por la ausencia de bloques sistémicos, pero con una fuerte pugna por la hegemonía entre el poder decadente de EEUU y una multipolaridad emergente, en la que sobresale la República Popular China, pero en la que no puede ignorarse a la UE, India, BRICS y a una Rusia, débil económicamente, pero fuerte militarmente.

Lo que subyace en la segunda presidencia de Trump es un retorno al proteccionismo en un contexto de imperialismo globalizado, tras años de multilateralidad

Su irrupción procede y, a la vez, añade matices al contexto geopolítico mundial, a las fuerzas estructurantes que hemos caracterizado y a los distintos momentos de la actividad económica. Nada volverá a ser lo mismo, aunque sus primeras expresiones se vean modificadas por una cadena de rectificaciones y por lo que resulte de negociaciones bilaterales.2

T2 es una patada en el tablero de las relaciones internacionales vigentes desde la Segunda Guerra Mundial, cuya legalidad y entramado institucional, imperfectos, tanto en su concepción como en su práctica, tenían una vigencia efectiva que los partícipes no se saltaban a su antojo, aunque en ocasiones se ejerciera con cinismo y crudeza, erosionando de forma progresiva su legitimidad.

La pauta se desplaza ahora a poder duro y relaciones bilaterales, sin que esté claro el papel que les queda a los organismos económicos internacionales de inspiración multilateral imperfecta (OMC, FMI, Banco Mundial), que creían haber establecido unas reglas de juego de obligado cumplimiento. Por su parte, el ámbito de seguridad y defensa se orienta hacia una reactivación del militarismo, con el consiguiente aumento de los gastos de armamento, sin que haya atisbos de adaptación a los nuevos tiempos ni de Naciones Unidas, ni de la OTAN, ni tampoco asentamiento de un poder judicial de rango mundial. La negación de lo que se abandona no viene acompañada de ninguna propuesta creíble, con lo que la sensación de vacío aumenta la incertidumbre.

La negación de lo que se abandona no viene acompañada de ninguna propuesta creíble, con lo que la sensación de vacío aumenta la incertidumbre

También incide en las fuerzas estructurantes para la problemática ecológica −en la que el tiempo cuenta y la urgencia es apremiante− el negacionismo, la falta de cooperación y el obstruccionismo, que pueden tener efectos irreparables. Tampoco nada hace pensar que vaya a facilitar el control público de los procesos básicos de la revolución digital y de las grandes tecnológicas, con lo que aumentan las amenazas más inquietantes que conllevan. Es de temer que impulse una versión alejada de la búsqueda de una cooperación pacífica en el regreso de los estados que subyace en el imperialismo globalizado y dista de estar claro hasta qué punto o en qué planos puede incluso impulsar una cierta desglobalización. No es probable que esté dispuesto a enfrentarse con los capitales que protagonizan la financiarización, apoyando las medidas que permitirían poner el subsistema financiero al servicio del buen funcionamiento del sistema económico. Así mismo, es de temer que ante las grandes dinámicas demográficas mundiales profundice la represión y la xenofobia sin actuar sobre las causas profundas y sin explorar con pragmatismo y espíritu de cooperación otras posibilidades, al igual que todo apunta a que continuará ignorando el espacio doméstico, los cuidados y la visión feminista de la vida. Finalmente, es difícil que de su planteamiento pueda surgir un paradigma que propicie un modelo de desarrollo legitimado que favorezca las articulaciones y oriente los comportamientos, superando el orden social de facto que ha existido, con pobres resultados, en las décadas de dominio del neoliberalismo. Las reglas de juego de la economía mundial vigentes en las últimas décadas −entre la gran potencia, aunque sea decadente, que es EEUU  y el resto del mundo− es previsible que se vean modificadas, sin que surjan otras de similar rango y seguridad. Es cuestión aparte las que adopte el resto del mundo para relacionarse entre sí, al margen de EEUU; es difícil formular un pronóstico; el multilateralismo puede mantenerse, profundizarse, quedar a lo que resulte de relaciones bilaterales o entrar en un proceso generalizado de proteccionismo.

Si ponemos el foco en los momentos de la actividad económica capitalista los resultados no dejan de ser preocupantes. En el comercio, el efecto inmediato va a ser disminuir las relaciones comerciales entre EEUU y el resto del mundo, lo que obligará a reorientar, con otra distribución espacial, esos flujos comerciales.

Las multinacionales que hayan construido sus cadenas de valor adaptándose a los criterios hasta ahora imperantes tendrán que readaptarlas, con lo que comportará de período transitorio, reorganización, coste y riesgo; las de EEUU tendrán ante sí la cuadratura del círculo si quieren ser estrictamente norteamericanas y, a la vez, comportarse con la lógica propia de una empresa multinacional.

Muchos consumidores de importaciones en EEUU y en otros países verán encarecerse las de procedencia recíproca, con el consiguiente efecto sobre el nivel de vida y sobre la inflación.

Tampoco será nada fácil que el actual funcionamiento del sistema financiero internacional no se vea afectado, porque al cambiar el papel del dólar, lo harán también los flujos internacionales de capital que financiaban los déficits, con lo que la cotización de las divisas se verá sometida a presiones contradictorias.

 Oportunidades y necesidad de una economía que sea capaz de cumplir su función   

El hecho de que domine lo negativo no debe llevar a no detectar las oportunidades que también afloran; una potencialidad que, si se la identifica y trata adecuadamente, nos ayudará a construir la economía que necesitamos.

El mundo emergente, además de desafíos trae consigo oportunidades. Se trata de detectar cambios que abren posibilidades. Algunos de naturaleza objetiva, mientras que otros, como reacción frente a los excesos, nacen del interior de amenazas.

El desprecio a la legalidad y al entramado institucional regulador de carácter internacional, actualmente plasmado en la ONU y en el entorno de organizaciones y acuerdos derivados, crea un nivel de incertidumbre difícilmente soportable por los actores y la opinión pública, propiciando un clima en el que se pueda plantear la disminución de la dependencia estructural de EEUU, la coincidencia con China en la defensa y fomento de la multilateralidad, así como la exploración de un replanteamiento profundo de las relaciones europeas con Rusia, que recupere, en beneficio mutuo, las posibilidades descartadas en las décadas que siguieron a la caída del muro y el fin de la Guerra Fría.

La OTAN postula el ascenso del más crudo militarismo, sin replantear las versiones heredadas de seguridad, defensa y militar, propone aumentar el gasto del 2% al 5%, cuando en Europa el problema es de concepción, coordinación y funcionamiento y para nada de cuantía del gasto de defensa agregado, que solo beneficiaría a la industria armamentista. La disuasión no necesita acumulación de capacidad de exterminio, vale con que sea efectiva. Una nueva concepción de la seguridad y la defensa aconsejaría, en el contexto de los conflictos de Gaza y Ucrania, reincorporar todo lo que concierne a la investigación para la paz a las preocupaciones del enfoque ecosocial y no el aumento del gasto que se pretende.

Una nueva concepción de la seguridad y la defensa aconsejaría e incorporar lo relativo a la investigación para la paz a las preocupaciones del enfoque ecosocial. 

Objetivamente, el paso de globalización neoliberal a imperialismo globalizado favorece la proximidad y penaliza los flujos económicos espacialmente distanciados, desactivando tendencias perjudiciales para la dimensión ecológica que han predominado durante décadas.

De la misma manera, el imperialismo globalizado favorece la recuperación de la simetría entre los planos económico y político, en torno al espacio de los estados, facilitando la regulación consciente pública (RCP), que se había hecho cada vez más difícil en la fase de globalización neoliberal al desarrollarse la actividad económica en espacios en los que no existía una capacidad reguladora fuerte de los poderes públicos.

En ese proceso, junto a cierto regreso de los estados, el ascenso de la bilateralidad y el retroceso de la multilateralidad de ámbito mundial, propician la formación de áreas institucionalizadas que tengan cohesión, masa crítica y actitud proactiva en las relaciones internacionales. Áreas que, sin caer en ningún señuelo hegemónico, promuevan su autonomía y la soberanía substancial, convirtiéndose en referencia y fermento de democracia, cooperación internacional y multilateralidad alejada de la versión neoliberal. La UE es, quizá, el ejemplo más relevante, aunque para convertirse en realidad necesite reformar tratados y políticas, sin rehuir la versatilidad que le proporcionaría el manejo de varias velocidades.

El conjunto de los excesos, inherentes al T2, pueden propiciar reacciones que abran posibilidades. Es el caso del aumento de la desigualdad interna, la pérdida de cohesión social, la prepotencia oligárquica y el asalto de la plutocracia en la primera fase del mandato de Trump. Al combinarse, pueden provocar un rechazo del orden existente, canalizable tanto hacia propuestas emancipadoras como como hacia populismos no democráticos.

El tratamiento de las migraciones es un terreno crítico que tiene mucho de amenaza y algo de oportunidad. La forma de abordarlas descansa en una percepción sesgada tanto de sus causas como de sus efectos, ignorando la historia de los países receptores y conculcando los más elementales derechos humanos. Los países tienen límites en su capacidad para recibir e integrar inmigración, pero esta realidad no se puede tratar con represión y xenofobia. No somos ajenos a sus causas profundas, su maltrato puede infectar la convivencia básica de las sociedades receptoras y una cooperación al desarrollo de orientación y cuantía creíbles podría permitir regulaciones que hoy no son realistas.

No hay duda sobre la negatividad de los escenarios de catástrofes y colapsos, que hay que tratar de evitar con todos los medios que estén a nuestro alcance, pero terminemos con una pregunta ¿en qué medida puede haber algo de oportunidad si llegan a materializarse, si, a pesar de nuestros esfuerzos, no conseguimos evitarlos y la vida de la especie humana en el planeta Tierra puede continuar sobre otros fundamentos? ¿Tiene algún sentido recordar la metáfora del Arca de Noe?

La economía que necesitamos. No podemos dar por supuestas en la economía cuestiones que otras ciencias consideran obvias, al existir en torno a ellas un amplio consenso, que no existe en nuestro caso; tampoco nos basta con dotarnos de metodología científica y de rigor lógico, porque además tienen que darse unas condiciones materiales para que el propósito de la economía pueda convertirse en acción efectiva; finalmente, tenemos que dotarnos de los medios que, bien aplicados, tienen capacidad para conseguir lo que se pretende.

Hay campos en los que no es necesario plantear cuestiones previas relativas al contenido, la trayectoria histórica o las tareas de su especialidad científica. No es nuestro caso. Nosotros, como comunidad, necesitamos hacerlo.3

Empecemos por lo más elemental: la función de la actividad económica es suministrar, en un entorno sistémico complejo, los bienes y servicios que requiere la vida social y su reproducción sostenible. Una función objetivo que no se puede concretar de forma satisfactoria al margen de las necesidades, posibilidades, satisfactores y calidad de vida de cada momento histórico.

Por ello, es esencial un buen conocimiento de la historia de la actividad económica (como proceso fáctico con diversidad de plasmaciones: algunas puntuales, otras sistémicas, con articulaciones múltiples de las que se puede aprender y que en la fase actual permiten hablar de capitalismos, dada la multiplicidad de sus variantes).

También es importante conocer la evolución del pensamiento económico, pero sin que al hacerlo las propuestas actuales queden constreñidas, subordinadas y como mero apéndice de la trayectoria de ese pensamiento, en lugar de volar libres y autónomas, irrigadas por su conocimiento.4

A partir de aquí, las tareas que le corresponden a la economía como ciencia son comprender, representar y medir la estructura y el funcionamiento del sistema económico, desarrollando medios que le permitan a la sociedad intervenir con criterio y eficacia. No podrá hacerlo sin el conocimiento y la comprensión de otras perspectivas científicas que inciden en la actividad económica y en las tareas de la economía −como pueden ser la física, la ecología, la información, la comunicación, la sociología, la política−, sin por ello diluir su función y responsabilidad específicas, porque tanto endogámica y encerrada sobre sí misma, como prisionera de una transversalidad superficial, no podrá ni diagnosticar, ni entender, ni proporcionar los análisis y medios que necesitan las sociedades para movilizarse e intervenir en la economía.

Una vez clarificadas estas cuestiones epistemológicas previas, hay que insistir en que para poder avanzar y para que los planteamientos teóricos puedan convertirse en práctica son imprescindibles determinadas condiciones, porque sin base social, sin una ubicación espacial bien delimitada y sin suficiente poder efectivo los diseños más consistentes devienen entelequias. Tan importante como dotarse de fundamentos propios es identificar, resistir y combatir los que sustentan el ascenso de la ultraderecha, utilizando las posibilidades que abre la recuperación de la proximidad, el papel de estados que solo si son conscientes de sus posibilidades y limitaciones podrán ser un factor de progreso y con áreas institucionalizadas democráticamente que proporcionen masa crítica en determinados campos, sin tampoco despreciar la potencialidad que late en una mundialización construida con otros criterios.

Llegados a este punto, hay que concretar los medios capaces de proporcionar una lógica reproductiva adaptada a las posibilidades y desafíos de los tiempos, una lógica en la que tienen que intervenir en la proporción adecuada las variantes del sistema económico capitalista (SEC), los mercados y la RCP.

El pragmatismo más ambicioso aconseja asumir la existencia y necesidad de variantes del SEC cuyo itinerario y grado de subordinación estén abiertos a la experimentación, articulables con una lógica reproductiva emancipadora, que no puede ser la actual, pero que no estamos en condiciones de predeterminar con precisión, sin creer que la proporciona el discurso esterilizante del poscapitalismo.5

En su seno, los mercados deben reunir los rasgos que precisan para ser funcionales, rasgos que en el mundo real demasiadas veces no se cumplen porque el creciente grado de monopolio lo impide. Los mercados son instituciones cuya aportación no hay que desdeñar, sabiendo que no sirven para cualquier propósito y que no tiene sentido utilizarlos en campos en los que no pueden desarrollar su potencialidad.

El pragmatismo aconseja asumir la existencia y necesidad de variantes del sistema económico capitalista cuyo itinerario y grado de subordinación estén abiertos a la experimentación

Como colofón, en el mundo actual y sobre estos fundamentos, la componente crítica es la consecución de una difícil RCP, que no cabe esperar que vaya a ser de logro generalizado. Sin ella, ni las oportunidades se aprovecharán, ni llegará a arraigar la economía que necesitamos. La triada que forman la sociedad, el sistema político y la Administración pública tiene indudables riesgos, pero innegables posibilidades, si además aprenden a utilizar una planificación renovada por la experiencia histórica y lo que puede aportar la inteligencia artificial.

Con estos mimbres, la economía que postulamos tiene ante sí la tarea de conseguir una buena resolución de la dimensión temporal, que haga posible gestionar el presente y construir el futuro, sabiendo que un escenario de poscrecimiento es tan inevitable y necesario como no inmediato, dada la correlación de fuerzas. El fin de los combustibles fósiles, la transgresión de los límites biofísicos y la tendencia demográfica al estancamiento y descenso de la población total nos colocan objetivamente en ese escenario, pero asumir desde el punto de vista teórico y operativo que el crecimiento deja de ser un objetivo, es un desafío monumental que exige construir otro, sin que el que se abandona desaparezca fruto de un consenso espontáneo.

Reflexiones finales

El período de vida de Papeles nos muestra la complejidad del mundo económico y su mutabilidad.

Sin una comprensión profunda e integral de la economía actual −atravesada por fuerzas estructurantes y sometida al impacto que se deriva de la nueva era Trump− difícilmente podremos afrontar el presente y avanzar hacia un futuro digno y sostenible.

En el horizonte predominan las amenazas y los riesgos, pero de esta acumulación de excesos y transgresiones también surgen oportunidades que es fundamental identificar y aprovechar.

No lo conseguiremos si no somos capaces de construir otra economía, si no sabemos pasar del papel a la práctica recreando las condiciones necesarias para intentarlo, si no nos dotamos de los medios imprescindibles para construir otra lógica reproductiva y si no aprendemos a movernos en el eje temporal en un escenario desconocido de poscrecimiento.

 

Ángel Martínez González-Tablas ha sido catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid y ha presidido el patronato de FUHEM.

NOTAS             

1. Angel Martínez González-Tablas, «Visión estructural de la economía mundial en un entorno incierto: entre la desolación y el desafío de la posibilidad», Revista de economía mundial, 2025 (en prensa), asume la complejidad, profundiza en el cuadro en el que nos movemos y proporciona orientación a la necesidad de intervención.

2. Andrea Rizzi proporciona en su libro La era de la revancha, Editorial Anagrama, (2025), una presentación informada y accesible de la complejidad del contexto geopolítico mundial.

3. En este contexto cobra todo su sentido el libro colectivo, coordinado por Óscar Carpintero, Economía Inclusiva. Conceptos básicos y algunos debates, Colección de Economía Inclusiva, FUHEM y Catarata, Madrid, 2025 (en prensa).

4. Probablemente, la larga trayectoria de José Manuel Naredo sea, entre nosotros, la aportación crítica más valiosa a la historia del pensamiento económico, pero, a la vez, una muestra significativa de la dificultad de hacerlo compatible con una formulación de la actividad económica y de las funciones de la economía como ciencia social, enunciadas de forma directa y positiva en el contexto actual.

5. Angel Martínez González-Tablas subraya en «Capitalismos, desarrollo alternativo y transiciones», Papeles de relaciones ecosociales y cambio global, núm. 162, 2023, pp. 85-94, la diversidad de variantes del capitalismo y los riesgos a que conduce una utilización imprecisa de poscapitalismo en el tratamiento de las transiciones.

Acceso al texto completo del artículo en formato pdf: Balance general en el plano económico de los últimos cuarenta años


Entrevista a la RE de la ONU sobre la Promoción y Protección de los Derechos Humanos en el contexto del Cambio Climático, Elisa Morgera

Es fundamental considerar las experiencias de los grupos vulnerables sobre el clima al mismo nivel que los conocimientos técnicos

El número 169 de Papeles de relaciones ecosociales y cambio global recoge en su sección ACTUALIDAD una entrevista realizada por Nuria del Viso a la Relatora Especial de la ONU sobre la Promoción y Protección de los Derechos Humanos en el contexto del Cambio Climático, Elisa Morgera.

Elisa Morgera es catedrática de Derecho Ambiental Global en la Universidad de Strathclyde, Glasgow (Reino Unido) y profesora adjunta de Derecho Ambiental Internacional y de la Unión Europea en la Universidad de Finlandia Oriental. Anteriormente, trabajó con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación en Italia y con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en Barbados; y siguió colaborando con las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales como consultora y experta independiente. Ha asesorado a gobiernos y a la sociedad civil en África, Asia, Europa, América Latina, el Caribe y el Pacífico Sur. De 2019 a 2024, Elisa Morgera dirigió One Ocean Hub, una colaboración de investigación global Norte/Sur sobre los derechos humanos y el océano.

Morgera es licenciada en Derecho por la Universidad de Trieste (Italia), tiene un máster en Derecho Medioambiental por el University College de Londres y un máster de investigación y un doctorado en Derecho Internacional por el Instituto Universitario Europeo (Italia). Ha publicado extensamente sobre los derechos humanos y el medio ambiente, el derecho humano a la ciencia, así como los derechos humanos de los pescadores artesanales, los pueblos indígenas y los niños, en el nexo clima-biodiversidad y clima-océano. También ha publicado sobre la responsabilidad de las empresas de respetar los derechos humanos.

Desde abril de 2024 es la nueva Relatora Especial de la ONU sobre la Promoción y Protección de los Derechos Humanos en el contexto del Cambio Climático. En esta entrevista, conversamos sobre las prioridades ambientales que impone el cambio climático con relación a los derechos humanos y de los objetivos de su mandato.

Nuria del Viso (NV): El cambio climático es una de las mayores amenazas para la humanidad, con una multiplicidad de impactos cada vez más virulentos y visibles en todo el planeta. De las cuestiones que entrelazan el cambio climático y los derechos humanos, ¿cuál le parece más preocupante?

Elisa Morgera (EM): Todos los impactos son extremadamente preocupantes, ya que están profundamente entrelazados y se están agravando. Lo que quizá sea más grave, tanto para las personas que llevan más de una década soportando los efectos del cambio climático en algunas regiones como para las que han tenido el privilegio de experimentar solo efectos limitados del cambio climático hasta ahora, son los efectos sobre la salud humana, especialmente para las mujeres, los niños, las personas con discapacidad y las personas mayores. Por ejemplo, el aumento de la salinidad de las fuentes de agua dulce en las zonas costeras debido a la subida del nivel del mar se ha relacionado con un aumento de la hipertensión en las mujeres embarazadas, con un incremento de los abortos espontáneos. Las repercusiones sobre nuestra salud mental también son amplias y aún se subestiman.1

NV: Su predecesor, el Sr. Ian Fry, completó la revisión de varias de las prioridades de su mandato, quedando pendientes las siguientes: la responsabilidad corporativa en el contexto de los derechos humanos y el cambio climático; la protección de los derechos humanos a través de una transición justa para los trabajadores de las industrias que contribuyen al cambio climático; y la exploración de los impactos sobre los derechos humanos de las nuevas tecnologías asociadas a la mitigación del cambio climático. ¿Cuáles son las prioridades y los retos de su mandato en estos tres ámbitos?

EM: Me propongo abordar la responsabilidad de las empresas de respetar los derechos humanos en el contexto del cambio climático como una cuestión transversal en todos mis informes temáticos. He decidido abordar la transición justa −no solo para los trabajadores, sino para todas las comunidades afectadas− sector por sector y a través de una perspectiva global y transformadora. Este año me estoy centrando en la energía, con dos informes sobre la economía basada en los combustibles fósiles y sobre las energías renovables y los minerales críticos. En un futuro próximo, también me gustaría dedicar un informe temático completo a las tecnologías climáticas. Para ver todas mis prioridades (y las principales conclusiones de las consultas que realicé el año pasado de las que extraje estas prioridades) pueden consultar el documento que  se publicó en diciembre pasado.2

NV: Sobre el derecho a una información precisa y asequible sobre el cambio climático, en general, y teniendo en cuenta el problema de la ausencia de datos históricos en algunas regiones, ¿en qué medida proporcionan los Estados a la ciudadanía información correcta y suficiente sobre los riesgos climáticos, incluidas las personas desplazadas forzosamente de su territorio por condiciones climáticas adversas? ¿Cómo podría aplicarse el derecho humano a la ciencia −como usted ha sugerido− para mejorar esta información y vincular todas las fuentes?

EM: Creo que es un reto para todos los Estados, incluso para los que cuentan con más recursos y buenos datos históricos, colmar las lagunas y conectar las fuentes de información entre los distintos sectores y niveles de gobierno, así como entre la sociedad civil, la comunidad investigadora y las organizaciones internacionales. Se necesita información sobre las fuentes y los efectos del cambio climático, en particular sobre la biodiversidad y los servicios ecosistémicos, los patrones meteorológicos y de catástrofes naturales, así como sobre las repercusiones en la salud humana, la movilidad, el trabajo, los derechos sociales, económicos y culturales, y el derecho a un medio ambiente limpio, sano y sostenible. Y esa información integrada debe abarcar los impactos interrelacionados en los contextos terrestre, marino y de agua dulce.

NV: Uno de los grandes problemas pendientes en la mitigación del cambio climático es que las emisiones militares no se tienen suficientemente en cuenta, lo que sesga significativamente los cálculos. ¿Qué podría hacerse al respecto a nivel nacional y supranacional?

EM: Como he comentado brevemente en mi informe sobre el acceso a la información, durante los conflictos armados solo se dispone de datos indirectos y de teledetección. Es más difícil hacer un seguimiento de todos los impactos climáticos debido a la complejidad de las cadenas de suministro y al secreto de la información en el contexto de las operaciones militares. Los conjuntos de datos globales son, por tanto, deficientes. A ello se suma el hecho de que la presentación de informes a escala internacional sobre las emisiones militares sigue siendo voluntaria.

NV: La velocidad a la que avanza la crisis climática no parece corresponderse con la acción de los gobiernos, y ya existen numerosas situaciones de vulnerabilidad social ante fenómenos meteorológicos extremos en el Norte y el Sur global, lo que introduce un componente de desigualdad que perjudica los derechos humanos. Desde su visión, ¿cuáles son los colectivos más amenazados y/o afectados? ¿Cómo avanzar en una acción más acorde con las nuevas necesidades de protección que impone el cambio climático, tanto desde el ámbito multilateral como desde los Estados y la sociedad civil?

EM: Cada vez hay más pruebas de impactos negativos graves y desproporcionados sobre los derechos humanos de las mujeres y las niñas, los niños, los jóvenes, las personas mayores, las personas con discapacidad, los pueblos indígenas, los campesinos y los pescadores artesanales, así como las personas de ascendencia africana, las personas con albinismo, las personas en situación de pobreza y las comunidades de primera línea de los pequeños Estados insulares en desarrollo, los desplazados internos y los migrantes, y otras personas vulnerables al cambio climático.

Por lo tanto, es fundamental, para la eficacia de toda acción climática, considerar las experiencias vividas y los conocimientos distintivos de los titulares de derechos humanos en situación de vulnerabilidad al mismo nivel que los conocimientos técnicos sobre el clima. Y para ello, es necesario comprometerse respetuosa y genuinamente con los titulares de derechos humanos más afectados por el cambio climático, reconociéndolos como agentes de cambio.

NV: Junto a la omnipresencia de la crisis climática, preocupa el auge de voces negacionistas, reaccionarias o, simplemente, indiferentes al fenómeno, así como las campañas de desinformación orquestadas por partes interesadas. ¿Cómo podemos responder a este desafío? ¿Qué ocurre cuando estas actitudes o campañas proceden directamente de un gobierno?

EM: Como también han subrayado otros Relatores Especiales, las industrias de los combustibles fósiles, química, minera, nuclear, del plástico y de los residuos están promoviendo soluciones climáticas falsas o engañosas y difundiendo desinformación sobre las tecnologías climáticas, al tiempo que restan importancia a sus efectos adversos sobre los derechos humanos y el clima.

Los Estados deben proteger al público contra las campañas de desinformación y la información engañosa debida a los intereses creados del sector empresarial, y garantizar que el público pueda beneficiarse de expertos técnicos independientes para la realización de los derechos de acceso a la información y participación.

Además, los Estados deben financiar y apoyar la investigación participativa y las prácticas de recopilación de información por parte de organizaciones locales de base y redes de comunidades de primera línea. Los Estados también deben proteger a los activistas climáticos, científicos y periodistas como defensores de los derechos humanos ambientales, ya que contribuyen en gran medida a garantizar que se proporcione al público información precisa y oportuna sobre el cambio climático, y sobre la inacción climática o la acción ineficaz.

NV: Usted ha trabajado extensamente sobre los aspectos jurídicos de los océanos y las costas. ¿Hasta qué punto existe un vínculo entre la salud de los océanos y los derechos humanos? ¿Podrían las leyes del mar ser un modelo de colaboración en la crisis climática?

EM: El océano ha absorbido más del 90% del exceso de calor causado por el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero desde 1955. El océano también actúa como sumidero de alrededor de ¼ de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Así pues, desempeña un papel crucial en la regulación del clima mundial, además de producir la mitad del oxígeno que respiramos y contribuir al ciclo global del agua. Los derechos humanos de todos dependen de un océano sano.3

Aún queda mucho por hacer en la protección de los derechos humanos en el contexto de las decisiones sobre el océano (véase también el último informe del Relator Especial de la ONU sobre el Derecho Humano a un Medio Ambiente Sano).4 De forma crucial, la Opinión Consultiva de 2024 del Tribunal Internacional del Derecho del Mar sobre las obligaciones de los Estados en materia de cambio climático proporciona ciertamente aclaraciones pioneras para garantizar una acción climática más eficaz, como las obligaciones estrictas de proteger el medio marino de los impactos del cambio climático y la acidificación de los océanos, y conservar y restaurar la biodiversidad marina con fines de mitigación y adaptación al cambio climático.5

NV: Para terminar, ¿qué logro le haría sentirse especialmente satisfecha al final de su mandato?

EM: El logro más importante de mi mandato es hacer más visibles y relacionables las historias y experiencias de individuos y grupos que ya han estado soportando el peso del cambio climático: poblaciones de pequeños estados insulares en desarrollo, niños y mujeres, pueblos indígenas, agricultores familiares, pastores y pescadores a pequeña escala. Y sobre esa base, mostrar, científica y jurídicamente, dónde tenemos que cambiar de dirección en nuestros esfuerzos por garantizar un clima seguro para la humanidad: si podemos proteger a los que se encuentran en situaciones más vulnerables, entonces todos estaremos efectivamente protegidos contra el cambio climático.

NV: Muchas gracias por sus respuestas y por su tiempo.

Nuria del Viso Pabón es editora de la revista Papeles y miembro del Área Ecosocial de FUHEM.

NOTAS:

1 Véase: Elisa Morgera: Policy Brief: Climate Change, Mental Health and Human Rights, Oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU, Oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU, Procedimientos Especiales, 16 de diciembre de 2024, disponible en: https://www.ohchr.org/sites/default/files/documents/issues/climatechange/policy-brief-climate-change-mental-health-1-en.pdf

2 Elisa Morgera, Summary of the consultations on the priorities for the future thematic reports of the UN Special Rapporteur on the promotion and protection of human rights in the context of climate change, Oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU, Procedimientos Especiales,  12 de diciembre de 2024, disponible en: https://www.ohchr.org/sites/default/files/documents/issues/climatechange/activities/consultations-2024-executive-summary-for-page.pdf

3 Nathan J. Bennett, Elisa Morgera y David Boyd, «The human right to a clean, healthy and sustainable ocean», npj Ocean Sustain 3, 19 (2024), https://doi.org/10.1038/s44183-024-00057-7

4 Astrid Puentes Riaño, A/HRC/58/59: The ocean and human rights - Report of the Special Rapporteur on the human right to a clean, healthy and sustainable environment, Oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU, Procedimientos Especiales, 31 de diciembre de 2024, disponible en: https://www.ohchr.org/en/documents/thematic-reports/ahrc5859-ocean-and-human-rights-report-special-rapporteur-human-right

5 «Law of the sea tribunal’s judgment on marine environment and climate change underscores obligations, say UN experts», Oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU, Procedimientos Especiales, 23 de mayo de 2024, disponible en: https://www.ohchr.org/en/press-releases/2024/05/law-sea-tribunals-judgment-marine-environment-and-climate-change-underscores

Acceso a la entrevista completa en formato pdf: Entrevista a la RE de la ONU sobre la Promoción y Protección de los Derechos Humanos en el contexto del Cambio Climático, Elisa Morgera.


Monografía. II Informe sobre la Calidad de Vida

La situación actual genera un escenario de creciente preocupación debido a contradicciones cada vez más evidentes entre el modo de vida y la transgresión por parte de este del espacio de seguridad humana (entendido en sentido amplio), una dinámica impulsada por factores socioeconómicos que moldean los procesos y estructuras causantes de la crisis ecosocial.

El II Informe sobre la Calidad de Vida de FUHEM Ecosocial recoge un Monográfico dedicado a la Seguridad alimentaria.

En este informe se aborda cómo el escenario actual y los acontecimientos específicos de los últimos meses están mostrando con toda evidencia cómo las tensiones, fracturas y contradicciones se muestran con evidencia exacerbante para el sistema alimentario (ya que juegan e intervienen muchos factores), tanto que podrían poner seriamente en jaque el sostenimiento y sobre todo y paradójicamente la seguridad (en sentido amplio) a futuro de unos de los sistemas fundamentales para nuestra vida: la alimentación, precisamente. Y esto generaría un impacto difícil de predecir sobre la salud de las personas y sobre su seguridad y autonomía.

Inestabilidad política y económica ligadas a la coyuntura actual (inestabilidad en los precios de bienes básicos, tratados comerciales, menor disponibilidad de recursos, falta de acceso garantizado a una cesta básica alimentaria, etc. ), un entorno natural amenazado y amenazante (superación limites planetarios, pérdida de biodiversidad, perdida de nutrientes en el suelo, eventos climáticos extremos, sequias prolongas, disponibilidad y contaminación del agua, etc.) pandemias de origen zoonótico, inseguridad alimentaria para muchos estratos de la población al mismo tiempo que adquiere más relevancia el fenómeno de la perdida y desperdicio alimentario, problemas de salud ligados a la perdida de patrones dietéticos más saludables (ej. dieta mediterránea), aumento significativo (también en población infantil y estratos sociales desfavorecidos) de los niveles de obesidad y enfermedad a cargo del aparato digestivo, trastornos del comportamiento y emocionales ligados a los patrones alimentarios, etc.

Todas estas variables hacen evidente cómo es cada vez más relevante analizar la seguridad (acceso, disponibilidad, “safety”, etc.) de nuestro sistema alimentario y en qué medida es capaz de contribuir a asegurar un nivel de calidad de vida idónea para las personas a través de una alimentación que sea adecuada, sana, culturalmente viable y sostenible. De ese modo será también posible explorar o diseñar rutas alternativas que intenten lidiar con las lagunas y los problemas detectados.

El objetivo general de esta monografía sería entonces el de radiografiar el estado de salud del Sistema Alimentario en España y sus principales contribuciones a la Calidad de vida (riesgos y desafíos), respondiendo a esta pregunta marco:

¿Está garantizada la Seguridad Alimentaria (en todas sus dimensiones) a medio plazo?
ÍNDICE

CAPÍTULO 1
Evaluación de la producción del sistema agroalimentario en España

CAPÍTULO 2
Cambios en los hábitos alimentarios de los hogares españoles ¿hacia una alimentación saludable?

CAPÍTULO 3
El sistema alimentario español en la transgresión de los límites planetarios

CAPÍTULO 4
Análisis de las repercusiones sobre la salud de las personas

CAPÍTULO 5
Análisis de las alternativas

 


Principales amenazas en salud asociadas al cambio climático y aspectos clave para la adaptación

El cambio climático afecta a la salud humana y tiene graves efectos asociados, algunos de ellos poco conocidos. 

Julio Díaz y Cristina Linares que pertenecen a la Unidad de Referencia en Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano del Instituto de Salud Carlos III de Madrid, escriben para el número 164 de Papeles de relacione ecosociales y cambio global sobre las «Principales amenazas en salud asociadas al cambio climático y aspectos clave para la adaptación»

Los meses de verano de 2023 trajeron una gran cantidad de fenómenos meteorológicos extremos como los devastadores incendios forestales en Canadá o las inundaciones ocurridas en la costa este de Estados Unidos. Un "comienzo inusualmente temprano y agresivo" de la temporada de huracanes en el Atlántico. Un devastador incendio forestal en la isla hawaiana de Maui, alimentado por el calor y los vientos ciclónicos, que prácticamente destruyó una ciudad histórica. En Grecia, las olas de calor, la sequía, los incendios forestales demoledores y unas históricas inundaciones mortales han dejado el país devastado.1 En Libia, las muertes por las inundaciones producidas por el ciclón Daniel arrojan un balance provisional de más de 11.000 muertes y se teme por brotes de enfermedades infecciosas que podrían hacer aumentar esta cifra. En España, una Depresión Aislada en Niveles Altos de la atmósfera (DANA) ha provocado grandes daños en la zona central y varias muertes.

Según el Servicio de Cambio Climático Copernicus, los meses junio-julio-agosto de 2023 la temperatura en el planeta fue de 16,77 °C, lo que supone un 0,66 °C por encima de la media. En Europa, los datos son un poco peores: 19,63 °C de temperatura media, con un 0,83 °C de aumento.

Un nuevo análisis de la organización sin ánimo de lucro Climate Central ha trazado una línea directa entre esas temperaturas y el cambio climático, argumentando que casi la mitad de la población mundial –3.900 millones de personas– experimentó 30 o más días entre junio y agosto con temperaturas que se hicieron al menos tres veces más probables por el cambio climático.

En España, el verano de 2023 ha sido el tercero más cálido desde que hay registros, solo superado por los de 2022 y 2003. En su transcurso, se registraron cuatro olas de calor, con un total de 24 días en esa situación. La temperatura media del verano en España fue de 1,3 ºC superior al promedio norma.2 Evidentemente, estas anomalías tienen una consecuencia directa en la salud como recuerda la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por ejemplo, las altas temperaturas que se registraron en Europa en el verano de 2022 conllevaron asociada una mortalidad atribuible a la temperatura de 61.000 personas, de las cuales 11.000 se produjeron en España. El verano de 2023 ha dejado una mortalidad atribuible a las olas de calor en España de 1.834 muertes.

En este punto quizá haya que remarcar que cuando se producen temperaturas extremas en España,3 en particular en la zona centro, suele deberse a dos situaciones meteorológicas claramente definidas. Una de ellas, es una situación de bloqueo anticiclónico que impide los movimientos verticales y horizontales del aire, lo que conlleva a un calentamiento progresivo debido a la alta insolación. En esa situación meteorológica, se produce un incremento importante en los niveles de ozono troposférico. La segunda situación meteorológica que puede estar presente en una ola de calor es la advección de polvo cálido y seco procedente del Sahara. En este caso, además de subir la temperatura también lo hacen las concentraciones de contaminantes como las partículas (PM10), el dióxido de nitrógeno (NO2) y el ozono (O3). En algunas causas específicas de mortalidad como son las muertes por causas circulatorias y respiratorias el efecto de la contaminación es superior al de la propia temperatura. Por tanto, la atribución exclusiva a la temperatura del aumento de mortalidad en olas de calor debe de analizarse en mayor detalle, tanto desde un punto de vista cuantitativo como cualitativamente a la hora de introducir la contaminación atmosférica como otro elemento básico en los planes de prevención ante altas temperaturas. Hay que recordar que la contaminación atmosférica se relaciona en España a corto plazo con 10.000 muertes al año.4

Las sequías aumentan la morbimortalidad a corto plazo por causas circulatorias, respiratorias, renales e incluso enfermedades mentales, además de las enfermedades de transmisión hídrica

Por otra parte, las mismas situaciones meteorológicas que provocan esas altas temperaturas han incidido en la exacerbación de una sequía en nuestro país como no se recordaba desde 1995, condiciones que han conducido a nuestros pantanos a contar con un volumen embalsado de tan solo el 36,8% de su capacidad total, según datos de 18 de septiembre 2023. Lo que es menos conocido es que las sequías, además de sus evidentes impactos directos en el sistema agrícola y ganadero, también tienen consecuencias a corto plazo sobre la salud. Las sequias aumentan la morbimortalidad a corto plazo por causas circulatorias, respiratorias, renales e incluso enfermedades mentales aumentando también las enfermedades de transmisión hídrica, originadas por la falta de agua y su menor calidad.5

Los dos fenómenos anteriores, altas temperaturas y sequía, sin duda, han contribuido de forma relevante a los incendios forestales incontrolables que hemos sufrido durante este verano especialmente en el sur de Europa, como se citaba anteriormente. En España, con 254.000 hectáreas de territorio arrasadas en el año 2022 –el peor dato del decenio–, la superficie quemada multiplica casi 5 veces a la superficie del récord registrado en 2012.6 En 2023 esta cifra ha bajado cerca de 88.000 hectáreas quemadas. Al igual que ocurría con la sequía, los incendios forestales también tienen un efecto en la salud a corto plazo hasta ahora no monitorizado adecuadamente por la vigilancia en salud pública. Investigaciones realizadas en nuestro país indican que los incendios forestales inciden en la mortalidad por causas cardiovasculares y respiratorias, en los partos prematuros y en el bajo peso al nacer en lugares alejados hasta cientos de kilómetros del foco del incendio.7

Por otro lado, y no solo en verano, el cambio climático modifica las condiciones ambientales de humedad y temperatura que hacen que se redistribuyan e incrementen enfermedades como son dengue, chikunguya, zika o virus del Nilo transmitidas por vectores como mosquitos (Aedes aegypti, Aedes Albopictus, Culex spp), o de enfermedades vinculadas a las garrapatas como la enfermedad de Lyme y el virus hemorrágico Crimea-Congo.

Los cambios a nivel climático están modificando también los procesos de polinización, alterando sus estacionalidades y concentraciones con el consiguiente impacto sobre los procesos alérgicos. Las enfermedades alérgicas son sensibles al clima: condiciones más cálidas favorecen la producción y liberación de alérgenos transportados por el aire (pólenes, esporas, etc.) que tienen efecto sobre las enfermedades respiratorias alérgicas y que pueden inducir asma, dolencia que ya afecta a unos 300 millones de personas a nivel mundial.

Por si esto fuera poco, a nivel global, el número de desastres naturales relacionados con la meteorología se ha más que triplicado desde los años sesenta del siglo XX. Cada año, estos fenómenos causan más de 60.000 muertes, sobre todo en los países en desarrollo. El aumento del nivel del mar y unos eventos meteorológicos cada vez más intensos y/o frecuentes destruyen hogares, servicios médicos y otros servicios esenciales. Más de la mitad de la población mundial vive a menos de 60 km del mar y, en España, la población residente en municipios costeros supera los 15 millones de personas, en torno a un tercio del total lo que supone que muchas personas pueden verse obligadas a desplazarse, acentuando a su vez el riesgo de efectos en salud, desde trastornos mentales hasta enfermedades transmisibles.8

También están aumentando la frecuencia y la intensidad de las inundaciones y se prevé que siga incrementándose la frecuencia y la intensidad de precipitaciones extremas a lo largo de este siglo. La creciente variabilidad de las precipitaciones afectará probablemente al suministro de agua dulce, y la escasez de esta puede poner en peligro la higiene y aumentar el riesgo de enfermedades diarreicas (cada año provocan a nivel mundial aproximadamente 760.000 defunciones de menores de cinco años). En los casos extremos, la escasez de agua causa sequías y hambrunas. En 2020, hasta un 19% de la superficie terrestre mundial se vio afectada por sequías extremas.9

La incidencia del cambio climático en la producción de alimentos y en las enfermedades que se transmiten por esta vía10 es un tema importante en los países desarrollados, pero es vital en los países menos favorecidos. La sinergia entre todos estos factores, especialmente en los países o zonas geográficas más desfavorecidas, está provocando la aparición de los migrantes climáticos, más de 2 millones en la actualidad, de los que cerca de 900.000 son desplazados dentro de los propios países. Se estima que en el año 2050 habrá cerca de 200 millones de desplazados a nivel global.

 

Mitigación, proyecciones y adaptación

Desde el punto de vista de la reducción de emisiones, parece que los compromisos actuales de mitigación serán insuficientes para lograr el objetivo del Acuerdo de París de mantener la temperatura media del planeta por debajo de un incremento de 1,5 ºC en relación al periodo preindustrial. Los datos actuales indican que en los próximos cinco años (2023-2027), se prevé que la temperatura media global en superficie sea entre 1,44 y 1,55 ºC más alta que la de los niveles preindustriales, según las modelizaciones realizadas por el centro Barcelona Supercomputing Center y que los 2 ºC se alcanzarán en la década de 2050. Según la Agencia Europea Copernicus, al ritmo actual de emisiones llegaremos a un escenario en el que se alcanzará un incremento de 3 ºC en la temperatura media global en el horizonte del 2100.

Parece evidente, por tanto, que además de redoblar los esfuerzos en la mitigación –los impactos asociados a una subida de 2 ºC no son los mismos que a 3 ºC– hay que efectuar políticas encaminadas hacia la adaptación a la nueva realidad asociada al cambio climático si queremos minimizar la vulnerabilidad de las personas a los impactos anteriormente descritos.

Un ejemplo exitoso de estos procesos de adaptación lo tenemos en el caso de las olas de calor y puede servir de ejemplo de cómo, aunque aumente la temperatura, los impactos en salud no tiene que incrementarse al mismo ritmo, como se expone a continuación.

En España, en el periodo 1983-2018 la temperatura máxima diaria ha subido, de media, 1,4 ºC , es decir, a un ritmo de 0,41 ºC por década. En un escenario desfavorable de emisiones (RCP8.5) este ritmo de aumento de temperatura en el periodo 2051-2100 será de 0,66 ºC por década. Por lo tanto, las olas de calor aumentarán tanto en frecuencia como en intensidad y, consecuentemente, la mortalidad asociada a las olas de calor también lo hará. En concreto, se pasará de las 428 olas de calor al año (definiendo ola de calor desde el punto de vista de su impacto en salud y sumando todas las que se producen a nivel provincial en España) registradas en el periodo 2000-2009 a unas 557 olas de calor al año en el periodo 2021-2050 y a 2.269 olas de calor al año en el periodo 2051-2100. La mortalidad atribuible a las olas de calor pasará entonces de 1.310 muertes/año que se produjeron en el periodo 2000-2009  a cerca de 13.000 muertes/año en el periodo 2051-2100.11

Los datos anteriormente descritos se han obtenido suponiendo que el impacto que tiene el calor sobre la mortalidad diaria se ha mantenido constante en el tiempo. Pero a través de diferentes investigaciones epidemiológicas se conoce que esto no es así. Diversos estudios realizados en España y en otros países, indican que el impacto del calor está disminuyendo de forma clara . En nuestro país, de un incremento de la mortalidad atribuible a las olas de calor cercano al 14% por cada ºC en el que se superaba la temperatura de definición de ola de calor para el periodo 1983-2003 se ha pasado a un impacto de menos del 2% en el periodo 2004-2013.12 Esto indica que, si el impacto del calor ha disminuido sobre la población, se está produciendo un proceso de adaptación al calor, aunque para justificar con mayor rigor esta afirmación, hay que aclarar previamente varios conceptos.

Diversos estudios realizados en España y en otros países, indican que el impacto del calor en la mortalidad está disminuyendo

En primer lugar, indicar que la mortalidad atribuible a las olas de calor muy pocas veces se debe al denominado golpe de calor, sino que al igual que ocurre con la contaminación atmosférica o el ruido, el efecto de las altas temperaturas es, principalmente, agravar patologías previamente existentes. Es decir, personas con enfermedades respiratorias, cardiovasculares, renales, neurológicas o endocrinas de base que, frente a una ola de calor, ven agravados sus síntomas de manera importante e ingresan en un hospital o si la descompensación no es controlada, fallecen. Un ejemplo, en el año 2003 en España en los primeros quince días de agosto se registró un exceso de mortalidad atribuible a una ola de calor muy intensa de 6.600 personas, de estas solo 141 fallecieron por golpe de calor.

Otro concepto es el referente a lo que se denomina temperatura de mínima mortalidad (TMM). Si se representa en un sistema de ejes X-Y la relación existente entre la temperatura y la mortalidad, en el eje Y se registra la mortalidad diaria que se produce en un determinado lugar en un tiempo fijo y en el eje X se representa la temperatura máxima diaria a la que se produce esa mortalidad, esta relación tiene una forma de “V” de forma universal. La rama izquierda de la “V” es más alargada que la rama derecha. El vértice de esa “V” es el valor que indica la temperatura a la cual la mortalidad analizada tiene su valor mínimo. Ese punto es lo que se denomina TMM. La mortalidad que queda representada a la izquierda de la TMM es la mortalidad atribuible al frío, a la derecha de TMM se representa la mortalidad atribuible al calor.  Esta TMM es variables de un lugar a otro, por ejemplo, en Madrid está en torno a los 30 ºC, en Barcelona a los 26 ºC o en Córdoba a los 32 ºC.

Más a la derecha de esa TMM, hay otra temperatura clave que es aquella a partir de la cual la mortalidad registrada atribuible al calor se dispara de forma brusca, a esta temperatura se le denomina temperatura umbral de definición de ola de calor (Tumbral); es a partir de esa temperatura cuando se define una ola de calor desde el punto de vista de la salud. Por supuesto, esta Tumbral también varía de unos lugares a otros y en tiempo, es 36 ºC para la provincia de Madrid, 31 ºC para Barcelona o en 41,5 ºC para Córdoba.

 

¿En qué consiste la adaptación al calor? ¿Está ocurriendo?

 Tanto la TMM como la Tumbral además de ser diferente de unos lugares a otros, ambas también varían o evolucionan en el tiempo de forma más o menos simétrica. Si la Tumbral o la TMM son cada vez mayores (se incrementan), significa que cada vez hacen falta temperaturas más altas para que aumente la mortalidad por calor, es decir, la variación de la TMM o la Tumbral constituiría un indicador de la adaptación poblacional al calor. Si la TMM o la Tumbral se incrementan más rápido del ritmo al que suben las temperaturas por el calentamiento global podremos decir que nos estamos adaptando al calor desde el punto de vista del impacto en salud. Teniendo en cuanta este proceso de adaptación, en el periodo 2050-2100 no habrá 13.000 muertes atribuibles al calor, sino que estaremos en valores próximos a las 1.000 muertes/año, valores incluso inferiores a las 1.300 muertes/año del periodo 2000-2009.

Para responder a si esta adaptación está ocurriendo realmente se ha de comparar si las temperaturas máximas diarias en un determinado lugar están incrementándose a un ritmo más o menos rápido que lo está haciendo la TMM. Si suben más rápido que las TMM no habrá adaptación, si crecen de forma más lenta que las TMM entonces sí hablaremos de un proceso de adaptación.

A nivel global, las temperaturas máximas diarias en España en el periodo 1983-2018 han subido a un ritmo de 0,41 ºC/década, mientras que la TMM lo ha hecho a un ritmo de 0,64 ºC/década por lo que de forma general podemos decir que España se está adaptando al calor. Si examinamos las provincias de forma individual, hay provincias que se están adaptando muy bien, con un crecimiento de TMM a un ritmo de casi 1,5 ºC/década, como es el caso de Córdoba, Huelva o Lugo, mientras que, en otras, esta TMM no está incrementándose, sino que está decreciendo como puede ser el caso de Ciudad Real o Valladolid.

Es clave conocer qué factores posibilitan la adaptación para poder modificar aquellos en los que se puede intervenir

Los factores que pueden explicar estas heterogeneidades geográficas se está investigando en la actualidad. Parece ser que el carácter predominantemente urbano o rural de la provincia juega un papel importante, así como que en ese lugar se den altas temperaturas de forma habitual; también influyen otros factores como el nivel de renta, la pirámide de población, el estado de las viviendas. con objeto de conseguir esta adaptación al calor y, por tanto, disminuir la vulnerabilidad de la población a las temperaturas extremadamente altas.

Según la OMS, los estudios sobre la vulnerabilidad a las olas de calor deben de realizarse a escala local ya que son los factores locales los que hacen que unas poblaciones sean más vulnerables al calor que a otras. Por ejemplo, un estudio realizado en los diferentes distritos de Madrid13concluye que el nivel de renta, la existencia o no de aire acondicionado y el porcentaje de población mayor de 65 años puede explicar por qué unos distritos son más vulnerables al calor que otros, y entre estos el que resulta más importante respecto al riesgo atribuible es el nivel de renta. Por tanto, son los distritos más pobres los que más sufren las consecuencias de las olas de calor. En la misma línea de estudios de carácter local, otro estudio realizado en España concluye que las provincias urbanas son hasta seis veces más vulnerables al calor que las rurales .14 Entre las variables que influyen en esa vulnerabilidad se encuentra como factores de riesgo, el índice de pobreza, el porcentaje de personas mayores de 65 años y como factores de protección aparecen significativos el número de licencias de rehabilitación y la calidad de la edificación. También es un factor de protección la habituación al calor, es decir, que en ese lugar ocurran olas de calor de forma frecuente.

 

Aspectos para la adaptación

Aunque ya se ha citado anteriormente que la calidad de la vivienda y su rehabilitación, así como la posibilidad de acceso al aire acondicionado, o la disminución de la pobreza energética son factores que influyen en una menor vulnerabilidad al calor y una mejor adaptación, factores de carácter urbanístico también pueden contribuir, una mayor proporción de construcciones bioclimáticas con cubiertas y muros vegetales y un mejor aislamiento en paredes y ventanas. Se trata de medidas que han de implementarse a nivel local, determinando con anterioridad cuáles son más eficientes en cada zona geográfica.

Desde el urbanismo de la ciudad se recomienda plantar árboles y construir parques y fuentes, así como reducir en lo posible el asfalto y materiales no permeables. Todos estos factores disminuirían en el efecto de isla térmica que en las ciudades costeras especialmente influye en la mortalidad y en los ingresos hospitalarios que se producen en olas de calor.15También desde la ciudad se contribuye mediante el transporte de forma importante a las emisiones de gases de efecto invernadero, por tanto, una movilidad sostenible es otro factor clave que puede contribuir a una disminución del problema y, por tanto, a una mejor adaptación.

Otro factor que ha resultado ser muy relevante en los procesos de adaptación al calor es la existencia de planes de prevención ante las altas temperaturas. Desde el año 2004 de junio a septiembre cada verano se ponen en funcionamiento estos planes de prevención que han resultado tener un importante efecto en la disminución del impacto al calor especialmente en el grupo de mayores de 65 años.16 Una medida clave sería mejorar esos planes de prevención detectando grupos especialmente vulnerables (trabajadores al aire libre, personas con enfermedades renales, neurológicas, respiratorias, circulatorias) y articular protocolos de actuación para estos grupos. Esto conduce a mejorar la gestión de los riesgos derivados del calor y, por tanto, a una disminución de los impactos en salud. Estos planes han de diseñarse a nivel local como ya se ha comentado, teniendo en cuenta las características socioeconómicas, urbanísticas, sanitarias y demográficas de cada lugar.

Por último, tener en cuenta que el cambio climático no solo se reduce a la mayor exposición a las altas temperaturas, sino que se relaciona con un aumento de la contaminación atmosférica, la exacerbación de los procesos de sequías, una mayor frecuencia de incendios forestales, una mayor probabilidad de enfermedades trasmitidas por el agua y los alimentos, el aumento de enfermedades transmitidas por vectores como mosquitos y garrapatas. Lo ideal sería poder diseñar planes que integren todos estos factores.17 De esta forma se daría respuesta a un problema global como es el de los impactos en salud derivados del cambio climático.

Como conclusión, parece claro que ante el panorama actual y futuro que nos presenta los riesgos en salud derivados del cambio climático, las actuaciones no deben dirigirse únicamente hacia la mitigación de emisiones. Es necesario un esfuerzo mayor en adaptación que minimice la vulnerabilidad de las personas. Son necesarios sistemas de alerta temprana y vigilancia epidemiológica centrados en salud ambiental y en especial aquellos que permitan gestionar los riesgos asociados al cambio climático. Mitigación, adaptación y gestión del riesgo son las herramientas en salud pública para afrontar el mayor reto ambiental y social al que se enfrenta la humanidad.

 

Julio Díaz Jiménez es profesor de investigación y codirector de la Unidad de Referencia en Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano, Instituto de Salud Carlos III, Madrid.

Cristina Linares Gil es científica titular y codirectora de la Unidad de Referencia en Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano, Instituto de Salud Carlos III, Madrid.

Acceso al artículo en formato pdf: Principales amenazas en salud asociadas al cambio climático y aspectos clave para la adaptación

NOTAS

[1] Kieran Mulvaney, «El histórico clima extremo de este verano podría ser una señal de lo que está por venir», 11 de septiembre de 2023, National Geographic, disponible en: https://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/2023/09/clima-extremo-verano-historico-senal-futuro-viene

[2] El verano de 2023 fue el tercero más cálido desde que hay registros, Ministerio de Transición Ecológica y el reto Demográfico,14 de septiembre de 2023, disponible en: https://www.miteco.gob.es/es/prensa/ultimas-noticias/2023/09/el-verano-de-2023-fue-el-tercero-mas-calido-desde-que-hay-regist.html

[3] Ruiz-Páez et al., «Does the meteorological origin of heat waves influence their impact on health? A 6-year morbidity and mortality study in Madrid (Spain)», Science of the Total Environment, vol. 855, 2023, 158900.

[4] Manuel Ansede, «La contaminación ha matado a 93.000 personas en España en una década», El País, 22 de junio 2018, disponible en: https://elpais.com/elpais/2018/06/21/ciencia/1529592814_225910.html

[5] Coral Salvador, «Implicaciones de la sequía en la salud», aemetblog, 19 marzo de 2022, disponible en: https://aemetblog.es/2022/03/19/implicaciones-de-la-sequia-en-la-salud/

[6] Europa Press, «Los incendios forestales arrasan más 250.000 hectáreas en 2022, el peor de la década con diferencia», Europa Press, 17 Septiembre 2022, disponible en: https://www.europapress.es/sociedad/medio-ambiente-00647/noticia-incendios-foresrales-arrasan-mas-250000-hectareas-2022-peor-decada-diferencia-20220917114449.html

[7] Cristina Linares et al., «Impact on mortality of biomass combustion from wildfires in Spain: A regional analysis», Science of the Total Environment, vol. 622-623, 2018, pp.547-555.

[8] Katie Hayes y Blake Poland, «Addressing Mental Health in a Changing Climate: Incorporating Mental Health Indicators into Climate Change and Health Vulnerability and Adaptation Assessments», Int J Environ Res Public Health, 2018, 15 (9), 1806.

[9] Marina Romanello et al., «The 2021 report of the Lancet Countdown on health and climate change: code red for a healthy future», The Lancet, vol 398, 2021, pp.1619-1662.

[10] Isidro Juan Mirón et al., «The influence of climate change on food production and food safety. Environmental Research», 216, 2023, 114674.

[11] Julio Díaz et al., «Mortality attributable to high temperatures over the 2021–2050 and 2051–2100 time horizons in Spain: Adaptation and economic estimate», Environmental Research, 172, 2019, pp.475-485.

[12] Julio Díaz et al., «Time trend in the impact of heat waves on daily mortality in Spain for a period of over thirty years (1983–2013)», Environment International, 116, 2018, pp. 10-17.

[13]José Antonio López-Bueno et al., «Analysis of the impact of heat waves on daily mortality in urban and rural areas in Madrid», Environmental Research, 195, 2021, 110892.

[14] José Antonio López-Bueno et al., «Analysis of vulnerability to heat in rural and urban areas in Spain: What factors explain Heat’s geographic behavior?», Environmental Research, 207, 2022, 112213.

[15] Teresa Cuerdo-Vilches et al., «Impact of urban heat islands on morbidity and mortality in heat waves: Observational time series analysis of Spain's five cities», Science of the Total Environment, 890, 2023, 164412.

[16] Miguel Ángel Navas-Martín et al., «Heat Adaptation among the Elderly in Spain (1983–2018)», International Journal of Environmental Research and Public Health, 20, 2023, 1314.

[17] Crinstina Linares et al., «A new integrative perspective on early warning systems for health in the context of climate change», Environmental Research, 187, 2020, 109623.

 

 


Conceptos y debates sobre Economía Inclusiva

FUHEM Ecosocial, publica este libro que ofrece un marco epistemológico para una Economía Inclusiva que permita integrar las dimensiones necesarias para las transformaciones socioecológicas con el objetivo procurar un bienestar social sostenible con un reparto justo de cargas y pasivos ambientales.

Recopila las contribuciones de más de 35 autores y autoras especialistas en la materia, principalmente preocupadas por fomentar e impulsar los debates acerca de la innovación social para una adaptación inclusiva de la economía antes el contexto de crisis ecosocial que vivimos.

Este libro ofrece importantes claves fundamentales a través de los conceptos y debates más relevantes de una ciencia económica crítica.

Se compone de cuatro capítulos, el primero de los cuales es una introducción al enfoque de la Economía Inclusiva. El segundo desarrolla los conceptos y las categorías básicas. En el tercero se ofrecen debates y propuestas, mientras que el último incluye una serie de consideraciones finales y una agenda de investigación.

El libro termina con una completa bibliografía sobre los temas abordados.

Índice
CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN AL ENFOQUE DE LA ECONOMÍA INCLUSIVA

La representación de la actividad económica desde una perspectiva inclusiva

CAPÍTULO 2. CONCEPTOS Y CATEGORÍAS BÁSICAS

Límites y sostenibilidad, Óscar Carpintero y Pedro L. Lomas
Sistemas abiertos, Óscar Carpintero y Jaime Nieto
Metabolismo social, Óscar Carpintero y Pedro L. Lomas
Producción, Ángel Martínez González Tablas, Cristina Carrasco y Óscar Carpintero
Excedente social, Alfons Barceló, Carlos Berzosa y Ángel Martínez González-Tablas
Trabajo, Albert Recio Andreu
El principio de demanda efectiva, Paloma Villanueva
Instituciones, Luis Fernando Lobejón y Sherman Farhad
La empresa, José Miguel Rodríguez Fernández
Los comunes, César Rendueles
Mercados, Eduardo Fernández-Huerga
Poder y conflicto social, Albert Recio y Luis Fernando Lobejón
Desigualdad, Jorge Guardiola
Tecnología y cambio tecnológico, Xavier Vence
Necesidades, Santiago Álvarez Cantalapiedra
Estado, Luis Buendía
Incertidumbre, Eduardo Fernández Huerga y Óscar Carpintero
Ámbito doméstico y cuidados, Paula Rodríguez Modroño

CAPÍTULO 3. DEBATES Y PROPUESTAS

Pluriverso, Jorge Garcia-Arias y Jorge Guardiola
Poscrecimiento, Jordi Roca Jusmet
Críticas a los indicadores macroeconómicos, Jordi Roca Jusmet
Modo de vida y calidad de vida, Santiago Álvarez Cantalapiedra y Monica Di Donato
Inflación, Carlos Berzosa
Cambio demográfico,  Jordi Roca Jusmet y Mireia Farré Mallofré
Crisis económicas, Carlos Berzosa
Hacia la Reducción del Tiempo de Trabajo sustancial y generalizada, Verónica Castrillón y Jon Bernat Zubiri
Impactos del cambio tecnológico, Xavier Vence
Imperialismo global y colonialismo verde, José Bellver y Pedro L. Lomas
Transiciones socioecológicas, Óscar Carpintero y Jaime Nieto

CAPÍTULO 4. CONSIDERACIONES FINALES Y AGENDA DE INVESTIGACIÓN
BIBLIOGRAFÍA

Acceso al libro en formato Conceptos y debates sobre Economía Inclusiva

 

Esta publicación ha sido realizada con el apoyo financiero del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD)El contenido de la misma es responsabilidad exclusiva de FUHEM y no refleja necesariamente la opinión del MITERD.


La Calidad de Vida: Un Marco Interpretativo

 

El concepto de «modo de vida» remite a los patrones de producción, distribución y consumo, así como al imaginario cultural y a las subjetividades fuertemente arraigadas en las prácticas cotidianas de la mayoría de la población. En este sentido, se trata de un modo de vida hegemónico, es decir, aceptado socialmente y arraigado política e institucionalmente con una influencia abrumadora en las prácticas ordinarias de las personas.

 

El primer Capítulo del 2 Informe sobre Calidad de Vida en España, elaborado por FUHEM Ecosocial, ofrece una caracterización del modo de vida de la sociedad española y un marco de interpretación del mismo desde la perspectiva de la calidad de vida.

Introducción

Hace ya más de una década que Johan Rockström y colaboradores1 publicaron su investigación sobre los límites planetarios. Rápidamente se convirtió en una referencia en la literatura sobre la sostenibilidad. Junto con la narrativa de la Gran Aceleración2 y al concepto de Antropoceno,3 el concepto de límites planetarios amplió el vocabulario científico y ayudó a evaluar, mediante variables de control, si la humanidad se mantiene en un umbral de seguridad, evitando la desestabilización de los ciclos biogeoquímicos de la Tierra y los riesgos asociados. La transgresión de este espacio de seguridad humana se ha visto impulsado por factores socioeconómicos que moldean los procesos y estructuras causantes de la crisis ecosocial subyacente.4 En el trasfondo se encuentra la civilización industrial capitalista, con sus estructuras, instituciones, actores y relaciones de poder que impulsan unos flujos de materia y energía en constante expansión que resultan necesarios para su funcionamiento y reproducción social, definiendo el tipo de intercambios -el metabolismo social- que establecemos con la naturaleza.

La vida en las sociedades del capitalismo central resultaría difícil de explicar sin atender a la manera en que se organizan e insertan en la economía global las sociedades periféricas. Cualquier aspecto característico de nuestro modo de vida contiene trabajo y materias primas que provienen de la periferia. Esas condiciones sociales y ecológicas, normalmente invisibilizadas, permiten que estos productos puedan ser comprados y consumidos tan fácilmente. Estas prácticas cotidianas, así como las relaciones de poder sociales e internacionales subyacentes, generan y perpetúan el dominio de unas personas sobre otras y la explotación de la naturaleza, impulsando de ese modo la destrucción de ecosistemas, tensiones geopolíticas, desequilibrios territoriales, polarización social o empobrecimiento y destrucción de economías locales. Nos encontramos ante un modo de vida convertido en un bien posicional, exclusivo y excluyente, cuyas consecuencias se reflejan en forma de altos costes sociales y ecológicos desigualmente repercutidos.5

Se ofrece a continuación una caracterización del modo de vida de la sociedad española  y un marco de interpretación del mismo desde la perspectiva de la calidad de vida.

  1. Modo de vida

El concepto de «modo de vida» remite a los patrones de producción, distribución y consumo, así como al imaginario cultural y a las subjetividades fuertemente arraigadas en las prácticas cotidianas de la mayoría de la población. En este sentido, se trata de un modo de vida hegemónico, es decir, aceptado socialmente y arraigado política e institucionalmente con una influencia abrumadora en las prácticas ordinarias de las personas. Prácticas y comportamientos que se generalizan en el conjunto de la sociedad y que forman parte de la cotidianeidad (por ejemplo, en la manera de alimentarse, vestirse, moverse y asentarse sobre el territorio), pero que se materializan de forma desigual y diversa en función de la posición que cada persona y grupo ocupa en la jerarquía social y las posibilidades de que dispone.

Esas diferencias estallan en una multiplicidad de «estilos de vida» marcados por las desigualdades de renta, de género, de etnia y por las preferencias culturales e identitarias de personas y grupos sociales. La cuestión relevante es que esta multiplicidad de «estilos de vida» que observamos en la actualidad descansa en última instancia en la estructura de un mismo modo de vida que las engloba.

Se podría añadir que, además de hegemónico y desigual, ese modo de vida es también imperial si existen fuertes vínculos entre esas prácticas cotidianas hegemónicas y desiguales con los intereses y estrategias empresariales y la geopolítica internacional, implicando un acceso a los recursos, al espacio, a las capacidades laborales y a los sumideros de todo el planeta a través de reglas económicas aseguradas mediante determinadas políticas, leyes y ejercicios de poder (tanto en la faceta violenta de fuerza coercitiva dura como en la meramente persuasiva), (véase la entrada “Imperialismo y colonialismo verde”). El modo de vida característico de las sociedades opulentas ha venido asociado históricamente a la producción sistemática de malas condiciones de trabajo, relaciones políticas autoritarias, condiciones de vida precarias y destrucción ecológica en otros lugares diferentes de donde se asienta, siendo un aspecto central de su constitución y vigencia los mecanismos de transferencia o externalización de costes sociales y ecológicos hacia otros territorios (Brand y Wissen, 2021). Para los centros capitalistas resulta decisiva la manera en que quedan organizadas las periferias, especialmente en el Sur global, y cómo configuran su relación con la naturaleza.

María Mies y Vandana Shiva (2015) sostienen que esas “otras partes” sobre las que descansa el modo de vida imperial no son únicamente zonas geográficas, sino también realidades biopolíticas, de manera que la noción de colonia trasciende a la de un territorio administrado por una potencia extranjera e incluye a las mujeres y a la naturaleza (y no solo a los países periféricos) como las colonias actuales del modo de vida del capitalismo patriarcal global.

  1. Una categoría controvertida, pero necesaria para la economía inclusiva

De lo dicho podemos concluir que el modo de vida no remite tanto a una realidad social uniforme como a otra marcada por la hegemonía, las desigualdades y las relaciones de dominación en un sentido plural y amplio. Es una forma de caracterizar de manera sintética una realidad dinámica de carácter estructural que contempla -además de las normas que organizan la producción, circulación y desigual acceso a las mercancías- el eventual deterioro ecológico y social, así como la transferencia -en el espacio y en el tiempo- de riesgos y costes a terceros.

Así, desde la perspectiva de la economía inclusiva el concepto de modo de vida sirve para integrar en los análisis diferentes dimensiones (políticas, ecológicas y de género) normalmente eludidas en los enfoques ortodoxos y permitir entender muchos comportamientos como efectos de unos mecanismos sociales de los que no son más que un engranaje, sin descuidar sus costes y consecuencias (sincrónicas y diacrónicas, cuantitativas y cualitativas) sobre colectivos sociales, espacios y totalidades. Es una noción compatible con la introducción de la perspectiva de la economía como un sistema abierto (véase la entrada “Sistemas abiertos”) y estimula la capacidad de hacer aflorar dimensiones ocultas que intervienen en el funcionamiento y reproducción de una sociedad (FUHEM, 2023).

Al mismo tiempo, esta noción presenta limitaciones evidentes cuando se queda en un plano meramente estructural e ignora los efectos que se desprenden de las actuaciones de las instituciones y de las políticas presentes en cualquier formación social histórica.

  1. Calidad de vida

La reflexión sobre la calidad de vida implica adentrarse en un terreno en el que se encuentran y entrecruzan las preocupaciones de filósofos y científicos sociales. Abordada a lo largo de la historia desde diferentes esferas del conocimiento, siendo mayoritariamente tratada desde el ámbito de la ética y la moral, en el fondo no es más que la reflexión sobre «lo que somos y lo que deseamos ser», cuestión que define la intersección entre el campo del análisis de los resultados obtenidos por una sociedad y el campo normativo que define lo que es una sociedad justa y sostenible.

La discusión sobre qué cabe entender por una vida buena y de calidad ha despertado un creciente interés en la medida en que empieza a ser evidente el deterioro social y ecológico que provoca el funcionamiento ordinario de la economía. Por ello, cada vez más instituciones internacionales, gobiernos nacionales y entidades locales vienen sugiriendo el empleo de diversas estimaciones de bienestar y calidad de vida con el fin de evaluar el progreso social real de sus países y regiones y así poder mejorar con esa evaluación sus políticas públicas.

Aunque las reflexiones en este ámbito han evolucionado con los años, incorporando en su análisis condiciones económicas, sociales y políticas, lo cierto es que la noción aún dominante de bienestar sigue estando ligada al convencimiento de que los ingresos y las propiedades materiales son la base de una vida buena. Sobre esta presunción se construye la idea que asocia el progreso con un incremento cuantitativo, esquivando consideraciones sobre su contenido cualitativo. El bienestar social queda así reducido a la prosperidad material, al aumento de la capacidad de compra y al aumento del consumo y, en definitiva, a lo que se entiende estadísticamente como nivel de vida.

Sin embargo, el bienestar es un concepto más amplio que el de «nivel de vida», pues incluye todos aquellos factores que influyen en lo que valoramos en nuestra existencia más allá de los aspectos adquisitivos. Reducirlo al nivel de vida es incorrecto por varias razones. Primera, porque los recursos económicos (bien sea el ingreso o el nivel y la estructura del consumo mercantil) son medios que se transforman en bienestar de formas diferentes según las personas; así, individuos que poseen mayor capacidad para disfrutar o más habilidades para el éxito en ámbitos valiosos de la vida pueden estar mejor incluso si manejan menos recursos económicos (Stiglitz, Sen y Fitoussi, 2013). En segundo lugar, porque muchos recursos que contribuyen al bienestar no proceden del mercado, sino de otros ámbitos no mercantiles ni monetarizados, tal y como recuerda la economía feminista. Y finalmente, porque la mayor parte de los determinantes del bienestar son circunstancias que no pueden ser reducidas a la tenencia o posesión de rentas o mercancías, sino que tienen que ver con actividades y relaciones sociales. De ahí que las medidas convencionales de esta visión reduccionista del bienestar suelan ignorar los trabajos domésticos y de cuidados, individuales o colectivos, que proporcionan una destacada contribución al bienestar de las comunidades y a la calidad de vida de las personas, y que tampoco logran capturar en modo alguno los muchos efectos negativos de las actividades económicas, como la contaminación y otros costes sociales y ambientales.

La expresión calidad de vida pretende corregir esa deriva reduccionista en la que incurrió la visión convencional y economicista del bienestar. Y lo hace abrazando un concepto multidimensional del bienestar que depende tanto de factores personales y sociales como de elementos objetivos y subjetivos. Además, la expresión calidad de vida incorpora dos consideraciones de especial interés. La primera tiene que ver con los logros o resultados obtenidos; la segunda con la importancia del entorno natural como condición prioritaria para el desarrollo de la vida humana y del entorno social como ámbito de oportunidades para que las personas puedan desarrollar sus capacidades y libertades (Nussbaum y Sen, 1996).

Una de las ideas fundamentales del enfoque de las capacidades es que cada persona debe tener la oportunidad de desarrollar sus capacidades hasta su máximo potencial. Nussbaum (2002) identifica, en ese sentido, toda una serie de capacidades centrales que considera esenciales para una vida digna, como por ejemplo:

1. Vida (ser capaz de vivir una vida humana de duración normal hasta su fin, sin una muerte prematura evitable o antes de que la propia vida quede reducida a algo que ya no merece vivirse);

2. Salud física (tener buena salud, incluyendo la salud reproductiva, nutrición y techo adecuados);

3. Integridad corporal (ser capaz de moverse libremente y estar seguro frente a potenciales agresiones);

4. Sentidos (ser capaz de imaginar, sentir y pensar de forma cultivada a través de una adecuada educación entendida en un sentido amplio);

5. Emociones (ser capaz de amar, vincularse y cuidar);

6. Razón práctica (para poder plasmar una concepción del bien y reflexionar críticamente sobre la propia vida);

7. Afiliación (poder vivir con y hacia los demás, reconocer y mostrar preocupación y respeto por otras personas y otras especies);

8. Ocio y juego (en el sentido de poder disfrutar de actividades recreativas);

9. Control sobre el entorno (tener derechos políticos y materiales, y poder participar en decisiones políticas que afecten la propia vida).

  1. Una propuesta inclusiva: el enfoque ecosocial sobre la calidad de vida

En el contexto de la actual crisis ecosocial la definición de la calidad de vida no es una cuestión meramente técnica, sino que requiere la adopción de un enfoque capaz de establecer prioridades, visualizar conflictos y relaciones de poder e integrar relaciones sociales y valores de igualdad y justicia. Además, debe permitir evaluar el modo de vida de la civilización industrial y hacer aflorar con claridad cómo las sociedades capitalistas entran en contradicción con otros sistemas al erosionar las bases sociales y naturales de los que depende para su funcionamiento y reproducción, provocando con ello una crisis que ha de ser entendida sobre todo como una crisis ecológica y de cuidados.

Preguntarse acerca de la vida buena en este contexto significa, en la práctica, discernir entre los determinantes que amenazan el mantenimiento de la vida y aquellos otros que propician su florecimiento y calidad. Esto representa el trasfondo y apuesta metodológica que ha guiado la elaboración del I Informe Ecosocial sobre la Calidad de Vida en España elaborado por FUHEM (2023).

El enfoque ecosocial sobre la calidad de vida orienta la mirada hacia los logros o resultados obtenidos por una sociedad. Desde un punto de vista centrado en las personas, una vida buena es una vida sana y autónoma. La posibilidad de obtener esos logros dependerá de si se garantiza:

1) un acceso adecuado y suficiente a los bienes socialmente necesarios,

2) unas relaciones -sociales e interpersonales- significativas y gratificantes

3) la capacidad de las personas para organizar su tiempo en

4) unos entornos —sociales y naturales— saludables.

La atención a las instituciones económicas, políticas y culturales que permitan el acceso universal y equitativo a una cesta de bienes y servicios que garanticen la cobertura óptima de las necesidades humanas ha de contemplarse como condición sine qua non para la materialización de los logros que dan sentido a la expresión calidad de vida. Una taxonomía de los bienes presentes en las distintas formas de consumo (privado mercantil, no mercantil, sociales y públicos), acompañada de la genealogía de los procesos mediante los que esos bienes finales son obtenidos y las consecuencias sociales y ambientales que se pudieran derivar de cómo son usados y desechados, es considerada útil para la elección —individual y colectiva— de los satisfactores más convenientes ante los problemas de falta de cobertura social e insostenibilidad ambiental (véase la entrada “Necesidades”).

Pero la calidad de vida es algo más que garantizar una canasta de consumo, incluye otros factores que van más allá de este aspecto material y que influyen en lo que valoramos de la vida. Como ya hemos mencionado, la calidad de vida es un concepto multidimensional que incorpora tanto lo que tenemos (dotación de recursos) como lo que hacemos (actividades), sin olvidar dónde y con quién estamos (las circunstancias en las que nos movemos). Así pues, se debe complementar la condición necesaria de acceso universal y equitativo a los bienes y servicios esenciales con las valoraciones referidas al uso del tiempo y las relaciones que desplegamos para lograr los resultados en salud y autonomía sin menoscabo de las condiciones sociales y ecológicas en las que se desenvuelve la vida.

De todo lo anterior podemos concluir que los factores clave para que una sociedad prospere tendrán que ver con la dotación de recursos, la organización de los tiempos y el grado de gratificación de las relaciones —sociales e interpersonales— necesarias para lograr unos resultados en salud y autonomía sin menoscabo de las condiciones sociales y ecológicas en las que se desenvuelve la existencia. Solo así estaremos ante una vida digna de ser vivida. Solo así se posibilita el despliegue de las capacidades y las libertades en las personas sin imponer servidumbres y sacrificios sobre otros seres humanos y especies, preservando la trama de la vida de la que formamos parte.

Este marco de comprensión de la calidad de vida exige otros criterios de medición diferentes de los habituales para valorar cómo evoluciona aquello que contribuye o entorpece al bienestar. Hay que evitar la tentación de querer sintetizar todo en un único indicador. Tal pretensión suele derivar en una especie de fetichismo estadístico. El problema se agrava si, además de usar un único marcador, el elegido es además claramente inadecuado para reflejar los vínculos del modo de vida con la calidad de vida (véase la entrada “Crítica a los indicadores macroeconómicos”). Los propósitos de los sistemas estadísticos son múltiples, y una medida diseñada para un propósito puede no funcionar para otro. De ahí que quepa preguntarse: ¿una única medida o un cuadro de mando de indicadores? Con un solo indicador no podemos reflejar algo tan complejo como nuestra sociedad y el bienestar que en ella se genera. En cambio, con un cuadro de indicadores a modo de panel es posible evaluar la amplia gama de factores físicos y de naturaleza socioeconómica implicados en la calidad de vida. El panel se puede organizar en un conjunto de ámbitos o dimensiones según su nivel de contribución al bienestar. El objetivo fundamental de ese conjunto de indicadores es ofrecer algo así como un barómetro que mida el grado de presión hacia una mejor calidad de vida para todos en el presente y para las generaciones venideras.

  1. Evaluación del modo de vida desde un enfoque ecosocial centrado en la calidad de vida

Evaluar el modo de vida actual desde la perspectiva de la calidad de vida no solo sirve para corregir la deriva reduccionista que asimila bienestar a nivel de ingreso y consumo, sino que permite además desvelar el precio que hemos de pagar por seguir manteniendo un modelo basado en el crecimiento económico indefinido dentro de un planeta finito. Para proceder a esa evaluación hay que analizar en primer lugar las estructuras de producción y consumo, así como las dinámicas que atraviesan ese modo de vida en una sociedad concreta (tendencias que pueden ser agrupadas en tres grandes bloques: desequilibrios territoriales, insostenibilidad ecológica y amenazas a la cohesión social por la persistencia de la pobreza, la precariedad y la desigualdad). Surge entonces, en segundo lugar, la pregunta de si ese modo de vida previamente caracterizado contribuye o no a una vida buena o de calidad.

Desde el enfoque ecosocial de la calidad de vida esa cuestión se reformulará de la siguiente manera: ¿Cómo afecta el modo de vida imperante a los objetivos de salud y autonomía que persiguen las personas y a los aspectos que consideramos básicos ‒acceso suficiente y universal a los recursos, relaciones significativas y tiempos para la autonomía personal en un entorno social y natural seguro‒ para conseguir aquellos logros?  La siguiente figura sintetiza un posible recorrido para responder a esa pregunta.

 

Figura1: Evaluación de la calidad de vida desde una perspectiva ecosocial

Fuente: FUHEM, 2023

  1. Conclusiones

El balance que cabe hacer es que el modo de vida imperante, aunque ha logrado grandes cuotas de éxito en términos de opulencia material para algunos grupos en determinadas sociedades, no garantiza en la misma medida la autonomía y la salud (física, mental y emocional) de todos sus miembros, y constituye una seria amenaza global al derrumbar las condiciones para una vida civilizada, socavando las bases sociales y naturales sobre las que descansa la reproducción de la existencia social.

Todo esto plantea un escenario de creciente preocupación debido a las contradicciones entre los modos de vida y la transgresión del espacio de seguridad humana sostenible, una dinámica impulsada por factores socioeconómicos que moldean procesos y estructuras causantes de la crisis ecosocial. La propuesta aquí reflejada ofrece el marco para una agenda de investigación que, adoptando un enfoque integrador, ayude a impulsar el debate sobre lo que significa, en un contexto de profunda crisis civilizatoria, una vida de calidad digna de ser vivida.

BIBLIOGRAFÍA

Álvarez Cantalapiedra, S. (2019). La gran encrucijada. Crisis ecosocial y cambio de paradigma, Madrid: HOAC.

Brand, U. (2023). Crisis del modo de vida y transiciones ecosociales, Madrid: FUHEM Ecosocial y La Catarata.

Brand, U. y Wissen, M.  (2021). Modo de vida imperial. Vida cotidiana y crisis ecológica del capitalis­mo, Buenos Aires: Tinta Limón.

Mies, M. y Shiva, V. (2015): Ecofeminismo (teoría, crítica y perspectivas), Barcelona: Icaria.

FUHEM (2023). Informe Ecosocial sobre calidad de vida en España: balance, tendencias y desafíos, Madrid, FUHEM: https://www.fuhem.es/informe-ecosocial/

Kahneman, D., Krueger, A., Schkade, D., Schwarz, N. y Stone, A. (2004): A Survey Method for Characterizing Daily Life. Experience: The Day Reconstruction Method», Science, núm. 306, 1776.

Nussbaum, M. (2002). Las mujeres y el desarrollo humano, Herder.

Nussbaum, M. y Sen, A. (comp.) (1996): La calidad de vida, México: Fondo de Cultura Económica.

Stiglitz, J., Sen, A. y Fitoussi, J. (2013): Medir nuestras vidas, Barcelona: RBA.

NOTAS:

1 Rockström, J., W. Steffen, K. Noone, Å. Persson, F.S. Chapin, E.F. Lambin, T.M. Lenton, et al. 2009a. A safe operating space for humanity. Nature 461(7263): 472-475;

Rockström, J., W. Steffen, K. Noone, Å. Persson, I. F. S. Chapin, E. Lambin, T.M. Lenton, et al. 2009b. Planetary Boundaries : Exploring the safe operating space for humanity. Ecology and Society 14(2): 32.

2 Steffen, W., W. Broadgate, L. Deutsch, O. Gaffney, y C. Ludwig. 2015. The trajectory of the Anthropocene: The Great Acceleration. The Anthropocene Review 2(1): 81-98;

Steffen, W.L., R.A. Sanderson, P.D. Tyson, J. Jäger, P.A. Matson, B. Moore III, F. Oldfield, et al. 2004. Global change and the earth system: a planet under pressure. Springer.

3 Crutzen, P.J. y E.F. Stoermer. 2000. The Anthropocene. IGBP Newsletter 41: 17-18.

4 Ulrich Brand, Barbara Muraca, Éric Pineault, Marlyne Sahakian, Anke Schaffartzik, Andreas Novy, Christoph Streissler, Helmut Haberl, Viviana Asara, Kristina Dietz, Miriam Lang, Ashish Kothari, Tone Smith, Clive Spash, Alina Brad, Melanie Pichler, Christina Plank, Giorgos Velegrakis, Thomas Jahn, Angela Carter, Qingzhi Huan, Giorgos Kallis, Joan Martínez Alier, Gabriel Riva, Vishwas Satgar, Emiliano Teran Mantovani, Michelle Williams, Markus Wissen & Christoph Görg (2021) From planetary to societal boundaries: an argument for collectively defined self-limitation, Sustainability: Science, Practice and Policy, 17:1, 264-291, DOI: 10.1080/15487733.2021.1940754

5 Santiago Álvarez Cantalapiedra y Monica Di Donato, «Consumo y crisis ecosocial global», en Luis Enrique Alonso Benito (ed. lit.), Carlos Jesús Fernández Rodríguez (ed. lit.), Rafael Ibáñez Rojo (ed. lit.), Estudios sociales sobre el consumo, CIS, 2020, pp. 533-553.

Descargar el Capítulo completo en formato pdf: La Calidad de Vida: Un Marco Interpretativo.


Riesgos Ecosociales: Fenómenos Meteorológicos Extremos

Saberes y redes de protección, cohesión y justicia sociales para la transición ecológica justa

Con la colaboración de: 


Crisis Ecosocial y Riesgo de Inseguridad Alimentaria

Saberes y redes de protección, cohesión y justicia sociales para la transición ecológica justa

Con la colaboración de:


Riesgos Ecosociales: Pandemias y Zoonosis

Saberes y redes de protección, cohesión y justicia sociales para la transición ecológica justa

Con la colaboración de:


Entrevista a David R. Boyd

En Papeles de relaciones ecosociales y cambio global núm. 165, entrevistamos a David R. Boyd, Relator Especial de la ONU sobre Derechos Humanos y Medio Ambiente.

La entrevista realizada por Nuria del Viso, del equipo de FUHEM Ecosocial, aborda algunos de los principales retos que enfrenta su departamento y hace balance de su labor desde 2018.  

«La crisis climática y medioambiental planetaria es una crisis de derechos humanos»

A continuación ofrecemos el texto íntegro e la entrevista.

Nuria del Viso (NV): Como es bien sabido, estamos viviendo una grave crisis ecológica. ¿Cómo afecta a los derechos humanos y qué grupos son los más perjudicados?

David Boyd (DB): La crisis climática y medioambiental planetaria es una crisis de derechos humanos. Esto está claramente establecido desde hace muchos años. El cambio climático, la contaminación tóxica, la escasez de agua, la pérdida de biodiversidad y la propagación de enfermedades zoonóticas tienen efectos devastadores sobre los derechos humanos a la vida, la salud, a la alimentación, al agua, a un nivel de vida adecuado y, por supuesto, al derecho a un medio ambiente limpio, sano y sostenible. Estos terribles efectos afectan de manera desproporcionada a las personas en situación de vulnerabilidad y marginación, como los pueblos indígenas, las personas con discapacidad, las mujeres, los niños, las personas mayores, los migrantes, los refugiados y las personas que viven en la pobreza. He sido testigo de estos impactos en misiones a países. Por ejemplo, en Fiyi visité Vunidogaloa, una de las primeras comunidades del mundo que tuvo que ser reubicada debido a la crisis climática. La subida del nivel del mar, las mareas de tempestad y la contaminación por agua salada de su agua potable y sus tierras de cultivo no les dejaron otra opción. Se reubicaron varios kilómetros tierra adentro, cortando sus estrechos lazos con el océano. En Portugal conocí a supervivientes de mortíferos incendios forestales que sufren estrés postraumático. En Chile me encontré con personas que luchan para hacer frente a una gran sequía que ha privado a comunidades enteras del acceso al agua. En Botsuana conocí a personas indígenas para quienes el calor se está volviendo insoportable, y está provocando escasez de agua, inseguridad alimentaria y conflictos entre seres humanos y fauna salvaje. Vimos una larga cola de mujeres y niñas esperando para llenar contenedores de agua en uno de los dos únicos grifos de una comunidad de 1.300 habitantes.

 

NV: Muchas de las violaciones de derechos humanos en relación con la destrucción de la naturaleza se están produciendo por la intensificación de las actividades extractivas, algunas estrechamente relacionadas con la transición verde, casi todas con el modo de vida de las sociedades más ricas, que están generando miles de conflictos socioecológicos en todo el mundo. ¿Qué vías considera más prometedoras para abordar y resolver estos conflictos y hacer valer los derechos humanos? ¿Qué herramientas se están desarrollando, en particular desde el ámbito de los derechos humanos?

 DB: Creo que los enfoques basados en los derechos humanos son la forma más prometedora de abordar estos conflictos y, en particular, el derecho humano a un medio ambiente limpio, sano y sostenible. Este derecho fue reconocido por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en 2021 (resolución 48/13) y por la Asamblea General de la ONU en 2022 (resolución 76/300). Un enfoque basado en los derechos humanos garantiza que las personas más directamente afectadas tengan acceso a la información, la oportunidad de participar significativamente en la toma de decisiones y el acceso a la justicia con recursos efectivos si sus derechos se ven amenazados o vulnerados. El derecho a un medio ambiente sano abarca los elementos anteriores, así como aire limpio, agua salubre y suficiente, alimentos sanos y producidos de forma sostenible, entornos no tóxicos, ecosistemas y biodiversidad sanos y un clima seguro. El derecho a un medio ambiente sano se ha utilizado con éxito para exigir la limpieza de la contaminación industrial, impedir la construcción de nuevas centrales eléctricas de carbón, bloquear el uso de pesticidas que matan a las abejas, impedir proyectos mineros destructivos y mucho más. Este derecho es un catalizador de los cambios necesarios para lograr un futuro justo y sostenible, porque convierte las decisiones correctas en obligaciones para los Estados, en lugar de opciones.

 

NV: Uno de los impactos más extremos es la expulsión de grupos y comunidades enteras que tienen que abandonar su hábitat y se convierten en desplazados forzosos. ¿Qué resoluciones y herramientas específicas está desarrollando y aplicando el Comité de Derechos Humanos?

DB: Para que quede claro, hay una distinción importante entre el Comité de Derechos Humanos y el Consejo de Derechos Humanos. El Comité es un grupo de 18 expertos independientes que resuelven denuncias, examinan el cumplimiento del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos por parte de los Estados y publican Observaciones Generales para proporcionar orientación autorizada sobre dicho Pacto. El Consejo está compuesto por 47 Estados miembros y es el principal órgano de derechos humanos de la ONU.

En mi trabajo, los desplazamientos forzosos se producen en dos circunstancias principales: el desarrollo de grandes proyectos industriales, como presas hidroeléctricas, y el establecimiento de parques nacionales u otras zonas protegidas. En mi opinión, el desplazamiento forzoso viola los derechos humanos y debe condenarse. Los Estados tienen la obligación legal de obtener el consentimiento libre, previo e informado de los pueblos indígenas, que son las principales víctimas de los desplazamientos forzosos. Sin consentimiento, no deben permitirse ni las actividades industriales ni los parques.

 

NV: El agua es un tema en el que se aprecia bien el cruce entre las cuestiones medioambientales y los derechos humanos. ¿Cómo caracterizaría esta crisis mundial del agua y cuáles son los problemas más acuciantes?

DB: El mundo se enfrenta a una crisis del agua cada vez más grave. Más de 2 000 millones de personas carecen de acceso a agua potable gestionada de forma segura (accesible en las instalaciones, disponible cuando se necesita y libre de contaminación). Más de 4 000 millones de personas −la mitad de la población mundia− carecen de acceso a un saneamiento gestionado de forma segura, lo que significa que sus excrementos no se tratan, amenazando la salud humana y de los ecosistemas. Aproximadamente el 80% de las aguas residuales se vierten al medio ambiente sin tratar, contaminando las aguas superficiales, las aguas subterráneas, el suelo y los océanos. Las aguas residuales incluyen los efluentes de la industria, la agricultura, los hogares y las instituciones, así como la escorrentía urbana. Las enfermedades transmitidas por el agua causan casi dos millones de muertes evitables al año en todo el mundo, y la mayor carga recae sobre los niños menores de cinco años. Para más detalles, véase mi informe sobre el agua A/HRC/46/28.

 

NV: Una cuestión candente es la degradación de los ecosistemas y su estrecha relación con las zoonosis y las pandemias. En el seminario que usted convocó en 2022, se mencionó un enfoque basado en los derechos humanos como una forma más eficaz y equitativa de prevenir las pandemias. ¿Podría explicar en qué consiste este enfoque?

DB: En lugar de tratar a la Tierra −este hogar único, sustento de la vida e irremplazable− con cuidado, respeto y reverencia, los seres humanos están infligiendo daños catastróficos a los ecosistemas y la biodiversidad, socavando las extraordinarias contribuciones de la naturaleza al bienestar y la prosperidad humanas. Las pruebas son inquietantes: las poblaciones de fauna y flora silvestres (incluidos anfibios, aves, peces y mamíferos) han caído en picado una media del 60% desde 1970; el ritmo de extinción es cientos de veces superior a la media de los últimos diez millones de años y se está acelerando, con un millón de especies en peligro; casi tres cuartas partes de la superficie terrestre de la Tierra han sufrido alteraciones significativas; y dos tercios de la vida marina están experimentando impactos adversos, además de la acidificación, la desoxigenación y la pérdida de hielo marino.

El rápido declive de la salud de los ecosistemas y de la diversidad biológica está causado por los cambios en el uso de la tierra y del mar (por ejemplo, la conversión de bosques a la agricultura), la explotación directa de las especies (por ejemplo, la pesca, la caza, la caza furtiva, el comercio ilegal de especies silvestres), el cambio climático, la contaminación y las especies invasoras. Las causas profundas incluyen los modelos de producción y consumo, el crecimiento demográfico, el comercio, las innovaciones tecnológicas y los valores sociales. En los últimos cincuenta años, la población humana se ha duplicado, la economía mundial se ha cuadruplicado y el comercio mundial se ha multiplicado por diez, lo que ha disparado la demanda de energía y materiales. Las personas ricas son desproporcionadamente responsables del consumo excesivo y de la presión sobre la naturaleza.

En 2022, los Estados acordaron el Marco Mundial para la Biodiversidad de Kunming-Montreal, comprometiéndose a emplear enfoques basados en los derechos para abordar el angustioso declive de la diversidad de la vida en la Tierra. Entre los compromisos específicos que deben cumplirse para 2030 figuran la protección del 30% de todas las tierras y aguas, la restauración del 30% de las tierras degradadas y la supresión de 500 000 millones de dólares anuales en subvenciones que perjudican a la naturaleza. El Marco reconoce específicamente la importancia del derecho a un medio ambiente limpio, sano y sostenible.

La transformación de la sociedad para lograr una buena calidad de vida para todos en armonía con la naturaleza requiere aumentar la conservación de la biodiversidad, la restauración a gran escala de los ecosistemas degradados, una rápida transición a la energía limpia, el cambio a una economía circular, la disminución del consumo de energía y materiales por parte de las personas ricas y la reforma de las cadenas de suministro para reducir el impacto ambiental.

Necesitamos enfoques basados en los derechos para todos los aspectos de la conservación, protección, restauración, uso y beneficio de los ecosistemas sanos y la biodiversidad. La aplicación de un enfoque basado en los derechos aclara las obligaciones de los Estados y las empresas; cataliza acciones ambiciosas; pone de relieve la difícil situación de los más pobres y vulnerables; y capacita a las personas para que participen en el diseño y la aplicación de soluciones. Las acciones necesarias incluyen:

(a) supervisar e informar sobre el estado de la biodiversidad y las amenazas que pesan sobre ella;

(b) adoptar y aplicar planes nacionales de biodiversidad;

(c) integrar la biodiversidad en otros ámbitos políticos (por ejemplo, sanidad y finanzas);

(d) la creación de áreas protegidas y el establecimiento de otras medidas eficaces de conservación;

(e) el establecimiento de normas que garanticen el uso sostenible de la biodiversidad;

(f) promulgar leyes para proteger las especies amenazadas;

(g) restaurar los ecosistemas degradados;

(h) prevenir la propagación de especies invasoras; y

(i) proporcionar incentivos para la conservación y el uso sostenible.

 

NV: En ese seminario también se mencionó el proyecto de elaboración de un instrumento internacional para la prevención de pandemias. ¿Cuál es su situación?

DB: Se están llevando a cabo negociaciones en la Asamblea Mundial de la Salud, con la intención de finalizar un nuevo tratado a finales de 2024.

 

NV: Hablábamos antes de los colectivos afectados y uno de ellos es el de los defensores y defensoras de la tierra. ¿Cómo valora su situación actual?

 DB: Los defensores y defensoras de la tierra son héroes para sus comunidades y para el medio ambiente. Lamentablemente, siguen siendo acosados, amenazados, atacados, demandados, criminalizados e incluso asesinados por alzar su voz para defender la tierra, el agua, la naturaleza y los derechos humanos. Se trata de una situación trágica, y los Estados tienen la obligación de proteger a estas personas, investigar los delitos cometidos contra ellas y castigar a los autores. Todos deberíamos honrar y celebrar la labor de los y las defensoras de los derechos humanos medioambientales.

 

NV: Si he entendido bien, su trabajo como Relator Especial tiene que navegar entre las obligaciones de los Estados de proteger el medio ambiente y los derechos humanos, y la rapacidad de algunas poderosas empresas, que casi siempre cuentan con el respaldo de los mismos Estados. ¿Cuáles son las principales dificultades que encuentra? ¿De qué instrumentos disponen para garantizar los derechos humanos y el medio ambiente? ¿Sería necesario algún otro instrumento?

DB: Muchas grandes empresas abusan del derecho a un medio ambiente limpio, sano y sostenible contaminando el aire, el agua y el suelo, provocando y agravando la crisis climática, devastando la biodiversidad y los ecosistemas, produciendo y comercializando alimentos insalubres e insostenibles y liberando sustancias tóxicas que envenenan a los seres humanos, la fauna y los ecosistemas. Transformar el papel de las empresas es uno de los principales retos para avanzar hacia un futuro justo y sostenible.

Los paradigmas económicos y empresariales actuales se basan en la explotación de las personas y la naturaleza. Entre los defectos de estos paradigmas están el pensamiento a corto plazo, la creencia en un crecimiento ilimitado, un enfoque estrecho en la maximización de los beneficios para los accionistas y la externalización de los costes sociales, sanitarios y medioambientales a la sociedad. Por ejemplo, las empresas de combustibles fósiles obtienen beneficios de cientos de miles de millones de dólares mientras sus productos matan a millones de personas y agravan la emergencia climática. Las empresas transnacionales de la alimentación disfrutan de beneficios récord mientras los precios de los alimentos, el hambre y la malnutrición se disparan.

Para abordar los efectos sustanciales de las empresas sobre los derechos humanos han surgido varios marcos normativos, como los Principios Rectores de la ONU sobre las Empresas y los Derechos Humanos, las Líneas Directrices de la OCDE para Empresas Multinacionales y otros. A pesar de estos marcos, son pocas las empresas que aplican las medidas necesarias para respetar los derechos humanos, en gran medida porque estos marcos no son jurídicamente vinculantes.

Todas las empresas tienen la responsabilidad de respetar todos los derechos humanos reconocidos internacionalmente, incluido el derecho a un medio ambiente limpio, saludable y sostenible, a lo largo de sus cadenas de valor. Esta responsabilidad está por encima del cumplimiento de las leyes y normativas nacionales.

Sin embargo, muchas grandes empresas son delincuentes medioambientales. La aplicación de la ley se produce en contadas ocasiones. Incluso cuando son investigadas, procesadas y condenadas, las penas son insuficientes. Las mayores multas y sanciones medioambientales de la historia, 35 000 millones de dólares contra Volkswagen por su escándalo del diésel sucio y 65 000 millones contra BP por su mortífero vertido de petróleo en Deepwater Horizon, no tuvieron un impacto significativo a largo plazo en el precio de las acciones.

Por desgracia, los Estados son cómplices de la crisis planetaria. Fomentan, permiten y subvencionan actividades empresariales destructivas. Los Estados tienen el deber de proteger los derechos humanos de los daños reales y potenciales que puedan causar las empresas dentro de su territorio, jurisdicción o control.

Los Estados deben establecer leyes, reglamentos, normas y políticas sólidas en materia de clima, medio ambiente y derechos humanos, incluida una legislación exhaustiva sobre derechos humanos y diligencia debida medioambiental. La supervisión y el cumplimiento efectivos son esenciales, y requieren instituciones con la autoridad, el personal y los recursos necesarios para prevenir, investigar, castigar y reparar los impactos climáticos y medioambientales sobre los derechos humanos. Las instituciones nacionales de derechos humanos, las cortes y los tribunales tienen un papel supervisor vital.

La humanidad necesita reducir su huella ecológica colectiva y, sin embargo, miles de millones de personas del Sur global necesitan ampliar su huella energética y material para alcanzar un nivel de vida confortable y disfrutar plenamente de sus derechos humanos. La sociedad debe enfrentarse a esta paradoja. Los Estados ricos deben liderar la reducción de sus huellas y financiar el crecimiento verde en el Sur global.

 

NV: Concretamente, el mecanismo de solución de diferencias que permite a los inversores demandar a los Estados suscitó un informe por su parte que menciona las consecuencias catastróficas de este mecanismo, especialmente en el contexto de la emergencia climática. ¿Qué medidas podrían adoptar los Estados para evitar futuras demandas? ¿Se ha avanzado algo en este sentido?

DB: Ante una crisis planetaria climática, medioambiental y de derechos humanos, es sencillamente una locura contar con un mecanismo que permita a los inversores extranjeros anteponer los beneficios y los intereses privados a los derechos humanos, la salud humana, el medio ambiente y la capacidad de los Estados para hacer frente a la crisis. Los Estados pueden y deben (debido a sus obligaciones internacionales en materia de derechos humanos) resolver este problema. Pueden hacerlo retirando el consentimiento al arbitraje (un acto unilateral) y renegociando los acuerdos comerciales y de inversión que no incluyan mecanismos de solución de controversias entre inversores y Estados. Resulta alentador que diez Estados europeos ya se hayan retirado o hayan indicado sus planes de retirarse del Tratado sobre la Carta de la Energía (entre ellos, España). También es alentador que en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, Canadá y EEUU hayan eliminado intencionadamente el mecanismo de solución de diferencias entre inversores y Estados, tal y como se les aplicaba a ellos.

 

NV: Por último, ¿qué logros de su oficina destacaría en materia de medio ambiente y derechos humanos?

DB: Lo más destacado de mis seis años como Relator Especial ha sido lo siguiente:

  1. El reconocimiento histórico del derecho a un medio ambiente limpio, saludable y sostenible por parte del Consejo de Derechos Humanos de la ONU (2021), la Asamblea General de la ONU (2022) y el Comité de los Derechos del Niño de la ONU (2023), que marca un punto de inflexión vital en la evolución de los derechos humanos.
  2. Las numerosas acciones que se están llevando a cabo para que el derecho a un medio ambiente limpio, sano y sostenible sea una realidad para más personas. Este derecho se está incorporando a la gobernanza medioambiental multilateral. Se incorporó en los documentos finales de la COP27 y la COP28, en el Marco Mundial de la Biodiversidad de Kunming Montreal y en la Declaración de Bonn por un Planeta Libre de Daños Causados por las Sustancias Químicas y los Residuos. El Comité de los Derechos del Niño reconoció por primera vez el derecho de los niños a un medio ambiente sano, situándolo en el centro de la Observación General 26. El Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el Comité para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer han integrado el derecho a un medio ambiente sano en sus trabajos. Más Estados han reconocido el derecho a un medio ambiente saludable en la legislación, entre ellos Antigua y Barbuda, Belice, Canadá, Granada y Santa Lucía, lo que eleva el total a 161 Estados miembros. Desde la resolución del Consejo de Derechos Humanos de 2021, el derecho ha sido reconocido en leyes subnacionales como la Constitución del Estado de Nueva York y la Ley de Cambio Climático (Futuro Neto Cero) de Nueva Gales del Sur, en Australia. La legislación de Nueva Gales del Sur establece claramente que «Las medidas para hacer frente al cambio climático deben ser coherentes con el derecho a un medio ambiente limpio, saludable y sostenible». Está en proceso de añadirse a la legislación sobre derechos humanos del Territorio de la Capital Australiana. Las resoluciones de la ONU que reconocen el derecho, a pesar de su estatus de ley blanda, también han influido en una serie de decisiones judiciales relacionadas con la protección de especies en peligro de extinción, la necesidad de una acción climática ambiciosa basada en los derechos, la importancia de prevenir/rehabilitar las zonas de sacrificio, y los peligros tanto para el medio ambiente como para los derechos humanos que plantea la minería a cielo abierto. Otra línea realmente fascinante de decisiones judiciales relacionadas con el derecho a un medio ambiente sano ha sido el resultado de los desafíos empresariales e industriales a las medidas estatales que refuerzan las leyes climáticas y medioambientales. Algunos ejemplos son la regulación de las bolsas de plástico (Kenia, México y Uganda), una ley de protección de los ecosistemas glaciares (Argentina) y las restricciones a la importación de vehículos de motor más antiguos y contaminantes (Perú). En cada uno de estos cinco casos, el gobierno argumentó que sus acciones estaban justificadas por su obligación de proteger el derecho a un medio ambiente sano, y en cada caso, el tribunal estuvo de acuerdo.
  1. Las personas extraordinarias que he conocido a lo largo de este viaje, de todas las naciones, de todas las profesiones y condiciones sociales, todos dedicados a hacer del mundo un lugar más limpio, más verde, más sano y más feliz para las generaciones presentes y futuras. Hay tantas personas increíbles e inspiradoras y ha sido un honor conocerlas, trabajar con ellas y aprender de ellas.

 

Espero que estas respuestas sean útiles.

NV: Sin duda. Muchas gracias.

 

Acceso al texto completo en formato pdf: Entrevista con David R. Boyd, Relator Especial de la ONU sobre Derechos Humanos y Medio Ambiente

 


Consideraciones sobre el impacto económico de la inteligencia artificial

La inteligencia artificial es una tecnología de vanguardia y de propósito general. Por su carácter genérico, plantea la posibilidad de reconfigurar el conjunto de las actividades económicas y, de esa manera, de relanzar la acumulación en un capitalismo aquejado por la baja rentabilidad y el poco dinamismo. Sin embargo, debido a las condiciones de su adopción –que es jerárquica, concentrada y fragmentaria– esa posibilidad queda actualmente anulada y su potencial tecnológico se ve refrenado.

Cristóbal Reyes Núñez escribe en la sección A FONDO del número 164 de Papeles de relaciones ecosociales y cambio global sobre el impacto económico de la inteligencia artificial. 

La inteligencia artificial es una de las fronteras del desarrollo tecnológico en la sociedad contemporánea. Durante la década más reciente ha sido una de las áreas de desarrollo tecnológico más dinámicas. Año tras año, las grandes empresas tecnológicas realizan cuantiosas inversiones relacionadas con esta tecnología. Según el AI Index Report 2023,1 en 2021 la inversión corporativa global en inteligencia artificial fue de 276.000 millones de dólares. Para tener un referente de esta magnitud, considérese que la inversión corporativa mundial en inteligencia artificial fue similar a la formación bruta de capital total de países enteros en 2021, como Turquía (257.000 millones de dólares), México (281.000 millones) o España (312.000 millones).2 En 2013, la inversión en inteligencia artificial fue de 14.500 millones de dólares; en apenas ocho años la inversión corporativa en esta tecnología se multiplicó casi veinte veces. El acelerado crecimiento de las inversiones orientadas a la inteligencia artificial da cuenta del creciente interés y expectativas de rentabilidad por parte de las grandes corporaciones en torno a esta tecnología transformadora. En el periodo 2013-2022, los países que concentran las mayores inversiones privadas en esta tecnología son Estados Unidos y China, seguidos a la distancia por Reino Unido, Israel, India y Corea del Sur.

Por otra parte, un estudio reciente de McKinsey & Company3 prevé que la inteligencia artificial generativa –el tipo de inteligencia artificial más dinámico en la actualidad, presente en servicios como ChatGPT y DALL-E de OpenAI, Gemini de Google, entre otros– tiene el potencial  de generar ganancias corporativas de entre 2,6 y 4,4 billones (trillion, en notación inglesa) de dólares anuales, cifra similar al producto interno bruto de Francia, Reino Unido o Alemania en 2022.4 En el mismo estudio se estima que solo el uso de la inteligencia artificial generativa puede traer consigo incrementos en la productividad laboral de hasta 0,6% anual durante las décadas de 2020 y 2030; en su combinación con otras tecnologías, la inteligencia artificial generativa podría añadir hasta 3,3% puntos porcentuales al crecimiento de la productividad.

Como se puede deducir de la información proporcionada, hay grandes expectativas en torno a la inteligencia artificial por parte de las corporaciones. Considerando este optimismo corporativo, cabe preguntarse, ¿Cuáles son las características de esta tecnología? ¿Qué circunstancias tendrían que darse para que se cumplan estos pronósticos? ¿Qué nos dice al respecto la evidencia sobre las condiciones actuales de su adopción?

 

Inteligencia artificial: qué es y cuáles son sus principales capacidades

 Actualmente, la inteligencia artificial se entiende como «la capacidad de un sistema [computacional] para interpretar datos externos correctamente, aprender de dichos datos y usar esos aprendizajes para lograr metas y tareas específicas a través de la adaptación flexible».5 Las definiciones contemporáneas destacan tres características de los sistemas de inteligencia artificial:

  • Aprendizaje: la capacidad de incorporar informaciones sobre entornos físicos y virtuales para mejorar su desempeño.
  • Adaptación flexible: la capacidad de modificar adaptativamente su funcionamiento ante los nuevos y cambiantes datos que el sistema recibe de su entorno.
  • Autonomía: entendida como la capacidad de ejecutar un conjunto de tareas sin intervención humana o con mínima intervención.

Los sistemas de inteligencia artificial representan un cambio cualitativo en la historia de la tecnología, pues se trata de los primeros sistemas tecnológicos cuyo funcionamiento mejora de manera automática y adaptativa por encima de sus capacidades iniciales. La capacidad de auto-mejoramiento adaptativo es una de las mayores novedades de los sistemas de inteligencia artificial en términos técnicos.

La capacidad de automejoramiento adaptativo es una de las mayores novedades de los sistemas de inteligencia artificial en términos técnicos

Pese a la enorme complejidad técnica implícita en los sistemas de inteligencia artificial (su ejecución requiere del procesamiento paralelo y distribuido de ingentes cantidades de información en centros de datos con millones de chips especializados de apenas cuatro nanómetros), la idea subyacente a su funcionamiento es relativamente simple: se usan métodos estadísticos y probabilísticos para identificar correlaciones en grandes series de datos con el objetivo de hacer predicciones y tomar decisiones de manera automatizada. Por ello, Agrawal, Gans y Goldfarb han caracterizado a los sistemas de inteligencia artificial como «máquinas predictivas».6

 

La inteligencia artificial: la próxima tecnología de propósito general

La importancia económica de la inteligencia artificial radica en medida importante en que es simultáneamente:

1) una tecnología de vanguardia –con lo cual redefine las fronteras del capital, así como sus capacidades de subsunción y apropiación–,

2) una tecnología de propósito general, es decir, susceptible de ser aplicada potencialmente en todas las actividades del quehacer humano.7

A continuación, se abunda en la segunda característica mencionada y en algunas de sus implicaciones.

El concepto de «tecnología de propósito general» se usa para referirse a tecnologías que son aplicables a todas las actividades humanas y que, en consecuencia, tienen un impacto generalizado en las economías y sociedades. Ejemplos relevantes de tecnologías de propósito general son la máquina de vapor, la electricidad y las computadoras, entre otras. El carácter genérico de la inteligencia artificial se suele tomar como un punto de partida para estudiar su impacto económico potencial y su relevancia para el conjunto de la sociedad. Debido a su uso transversal, apunta a reconfigurar el conjunto de los procesos económicos, políticos, sociales y culturales. Por esa razón, es común que se afirme que la inteligencia artificial es la «nueva electricidad»: de manera análoga a lo que sucedió a inicios del siglo XX con la electricidad, se prevé que en los próximos años la inteligencia artificial modificará sustancialmente la manera en que se llevan a cabo la mayoría de las actividades económicas y las prácticas sociales.8 Es esta característica la que hace que la inteligencia artificial se perfile como una de las tecnologías más importantes en las décadas por venir, mediante la cual se busca inyectar dinamismo a una economía capitalista aquejada por la baja rentabilidad y el lento crecimiento.

Pese a que históricamente las tecnologías de propósito general han funcionado como “motores de crecimiento” económico, sus repercusiones en la economía no son automáticas ni inmediatas. Por el contrario, la realización de su potencial económico requiere un mejoramiento continuo mediante innovaciones complementarias en productos, servicios, procesos y modelos de negocios.9 Por otra parte, aunque la atención académica y mediática se suele centrar en el proceso de innovación, para que una tecnología tenga un impacto sobre la dinámica económica no basta con que haya invenciones: es necesario que las tecnologías se apliquen ampliamente y alcancen un alto grado de difusión entre empresas y actividades económicas. Un ejemplo ilustrativo de que las innovaciones no necesariamente repercuten en la economía nos lo brinda la historia de la propia inteligencia artificial: pese a que en décadas previas hubo importantes innovaciones en el área –por ejemplo, los sistemas expertos en la década de 1980–, su impacto económico fue prácticamente nulo porque tuvieron escasas aplicaciones industriales o comerciales y se mantuvieron como un tema de investigación en los laboratorios universitarios.

Las investigaciones sobre tecnologías de propósito general previas sugieren que el impacto de la inteligencia artificial en la productividad, la rentabilidad y la acumulación solo se volverá palpable una vez que haya importantes innovaciones complementarias y –sobre todo– cuando su uso alcance una amplia difusión. ¿Cuál es la situación actual de la inteligencia artificial en estos aspectos?

 

Avances en las innovaciones complementarias

Comencemos con lo relacionado con las innovaciones complementarias. Mucho se ha discutido sobre las razones por las cuales la adopción de la inteligencia artificial no se ha traducido hasta ahora en aumentos de la productividad en el conjunto de la economía . En un texto de 2019, Brynjolfsson, Rock y Syverson afirmaron que el bajo impacto de la inteligencia artificial sobre la productividad agregada se debía a rezagos en su implementación por falta de innovaciones complementarias que llevaran a nuevas formas de organizar los procesos, nuevos productos, nuevos servicios, etc.10 Un hito reciente en el desarrollo de la inteligencia artificial parece modificar esta situación al ampliar y diversificar sus usos comerciales.

La expresión más conocida de estas innovaciones que permiten múltiples aplicaciones concretas de la inteligencia artificial fue el lanzamiento de ChatGPT por OpenAI en noviembre de 2022. La presencia de este chatbot de inteligencia artificial generativa en el debate público ha sido tan persistente que el semanario británico The Economist consideró que la palabra más importante del año 2023 fue precisamente ChatGPT.11 Sin embargo, el chatbot de OpenAI es solo el rostro más visible de un proceso más amplio: el desarrollo de los foundation models, o modelos fundacionales. El concepto de foundation models fue acuñado por el Stanford Institute for Human-Centered AI para referirse a un «paradigma emergente» en el diseño y producción de modelos de inteligencia artificial que sirven como base para el desarrollo de una amplia gama de aplicaciones complementarias y más específicas mediante «ajustes finos» (fine-tuning).12

A diferencia de los sistemas de inteligencia artificial previos, que eran rígidos en cuanto a sus capacidades y podían realizar solo una tarea específica y claramente delimitada para la que fueron diseñados (por ejemplo, identificar rostros en imágenes), los foundation models cuentan con mayor amplitud, adaptabilidad y capacidad para integrarse con otros sistemas de inteligencia artificial, lo que abre la posibilidad de que un mismo sistema sirva como base para el desarrollo de múltiples aplicaciones y para desempeñar diversas tareas.

Hasta ahora, los modelos fundacionales más importantes y conocidos se han desarrollado en el área de los grandes modelos de lenguaje, como el ya mencionado ChatGPT, Gemini de Google o LlaMA de Meta. No obstante, por su adaptabilidad y generalidad, los modelos fundacionales no funcionarán solo con texto sino que serán multimodales (es decir, funcionarán con texto, imágenes, sonido, video, etc.). El objetivo de las empresas tecnológicas es que los foundation models se puedan integrar con todo tipo de software, aplicaciones y hardware, para desempeñar las más diversas funciones en todos los ámbitos.

Los modelos fundacionales son un avance significativo en la generación de nuevos productos y servicios que permiten expandir el rango de tareas para las cuales se puede usar la inteligencia artificial.13 Además, representan un paso adelante en su implementación, pues ofrecen posibilidades de aplicación rentable de esta tecnología y ofrecen mayor flexibilidad para su adaptación, lo que puede contribuir a la ampliación de su uso.

Aun reconociendo los modelos fundacionales son un adelanto que facilita el uso de la inteligencia artificial, es preciso señalar que estas innovaciones se dan de manera altamente concentrada. En general, las grandes corporaciones tecnológicas –Alphabet, Amazon, Meta, Microsoft– definen las líneas generales del desarrollo de la tecnología y también llevan a cabo las innovaciones complementarias más importantes para su implementación; por su parte, los startups hacen mejoras incrementales que toman como base los avances y estándares establecidos por las big tech. En los casos en que empresas pequeñas logran avances significativos en el proceso de innovación y pueden representar una amenaza para los grandes capitales, entran en acción fuerzas centrípetas en beneficio de los gigantes tecnológicos, que refuerzan la disparidad existente; entre esas fuerzas centralizadoras se encuentran:

a) la adquisición de empresas

b) el establecimiento de alianzas estratégicas.

En el primer caso, un ejemplo destacado es la adquisición de DeepMind por Alphabet, la matriz de Google, en 2014; algunos de los sistemas de inteligencia artificial más importantes de Alphabet –como AlphaGo y AlphaFold– han sido desarrollados por DeepMind. En el segundo caso, un ejemplo de gran relevancia es la asociación entre Microsoft y OpenAI. Mediante esta alianza estratégica, OpenAI ha recibido inversiones por miles de millones de dólares por parte de Microsoft y tiene a su disposición una enorme capacidad de procesamiento en la nube para entrenar sus sistemas de inteligencia artificial. Esto ha permitido a OpenAI desarrollar sistemas que de otra manera sería difícil financiar, por los enormes costos de procesamiento requeridos. Por su parte, la alianza con OpenAI ha permitido a Microsoft ubicarse a la vanguardia de la disputa por el liderazgo en inteligencia artificial e incorporar aplicaciones de esta tecnología en sus servicios –como en el buscador Bing, en sus servicios de cómputo en la nube para empresas en Azure, entre otros. En los hechos, esta “alianza” implica la subordinación de OpenAI a Microsoft.

Concentración y centralización son el sello distintivo del proceso de innovación en inteligencia artificial, y conduce a que los beneficios resultantes se distribuyan de manera desigual.

 

Condiciones actuales de adopción de la inteligencia artificial: ¿hacia una mayor polarización?

Consideremos ahora las condiciones de adopción de la inteligencia artificial. Como hemos apuntado, para que la inteligencia artificial sirva como fuerza impulsora de la dinámica general de la acumulación, su uso debería alcanzar un alto grado de difusión. De lo contrario, si su aplicación y difusión son acotadas, sus repercusiones en la acumulación también lo serán. Dicho de otro modo, si su adopción se mantiene altamente concentrada en un conjunto reducido de empresas, permitirá la apropiación de ganancias extraordinarias, pero tendrá repercusiones limitadas sobre la dinámica general. Ahora bien, ¿cuáles son las condiciones actuales de su adopción?

En una investigación con información de la Annual Business Survey de Estados Unidos, Zolas y coautores encontraron que aun cuando las formas simples de la digitalización están ampliamente difundidas entre las empresas estadounidenses, el uso de tecnologías avanzadas –entre las que incluyen robótica, computación en la nube e inteligencia artificial– es sumamente concentrado y dispar:

la adopción de tecnologías avanzadas es poco frecuente y, por lo general, está sesgada hacia las empresas más grandes y antiguas. Los patrones de adopción son consistentes con una jerarquía de creciente sofisticación tecnológica.14

Por otra parte, un estudio reciente de la Oficina Nacional de Investigación Económica de Estados Unidos (NBER, por sus siglas en inglés) que trata específicamente sobre adopción de la inteligencia artificial mostró que menos de 6% de las empresas estadounidenses usan esta tecnología o están en periodo de prueba.15 Este estudio, el «más extenso y detallado» a la fecha,16 documenta que la adopción de la inteligencia artificial sigue un patrón jerárquico, pues aun cuando en promedio es muy baja se concentra de manera desproporcionada en determinados sectores y en un número reducido de empresas “muy grandes” (con más de 5.000 trabajadores). Adicionalmente, se señala que los sectores, empresas y regiones que hacen un uso más intenso de esta tecnología tienen un crecimiento de ingresos más acelerado, tasas de ganancia más altas y productividad dinámica, en contraste con los rezagados. Un informe de la consultora McKinsey & Company coincide en esta importante cuestión: hay un reducido grupo de empresas que lideran la adopción de la inteligencia artificial cuyos ingresos y ganancias aumentan a un ritmo más acelerado que el de sus competidoras.17 Al dar cuenta de las disparidades provocadas por su adopción, los autores del estudio de la NBER advierten sobre el riesgo de que se genere una «brecha de inteligencia artificial» [«AI divide»] entre empresas, industrias y regiones si esos patrones asimétricos persisten.

Las investigaciones referidas coinciden en que en Estados Unidos –país núcleo de las tecnologías digitales y sede de las mayores empresas del sector– tiende a conformarse una estructura productiva polarizada, compuesta por una vasta proporción de empresas con poca complejidad tecnológica frente a un núcleo reducido pero dinámico de grandes empresas con alta sofisticación tecnológica, dinamismo y mayor rentabilidad. Dadas las condiciones actuales de su adopción, la inteligencia artificial no tiene capacidad de totalización para arrastrar al conjunto de la economía, sino que genera una dinámica de polarización y desarrollo desigual.

Concurrentemente, Rivera, Araujo, García y Lujano han investigado las razones de la limitada adopción de las tecnologías digitales –de las cuales la inteligencia artificial es la forma más avanzada– entre empresas y sectores en Estados Unidos. En su análisis, ello se explica por un desacople entre el patrón tecnoeconómico digital y los factores socioinstitucionales vigentes en décadas recientes –durante el periodo que se suele denominar neoliberal–, que han fomentado y consolidado estructuras de mercado oligopólicas que dificultan la difusión tecnológica.18 Al respecto, los autores señalan que:

la falta de un adecuado marco socioinstitucional ha exacerbado los efectos polarizadores no deseados de concentración y expulsión entre "los que tienen" y "los que tienen más" activos digitales, así como las capacidades para obtener mayores ventajas de los cambios disruptivos».19

Sobre esa base, los autores consideran que el pasaje hacia la inteligencia artificial estará condicionado por factores económicos, sociales e institucionales que durante décadas han favorecido la monopolización de las tecnologías digitales.

Concentración y centralización son el sello distintivo del proceso de innovación en IA, lo que consolida las disparidades existentes entre empresas

Por último, cabe añadir que hay importantes disparidades entre empresas en la adopción y uso de la inteligencia artificial, además de las ya mencionadas en la innovación. En general las empresas usuarias de la inteligencia artificial no controlan las capacidades tecnológicas que permiten su uso, pues estas están concentradas en un reducido grupo de gigantes corporativos. Así, aun cuando su uso pueda alcanzar cierta amplitud, hay una marcada jerarquía entre las empresas productoras o proveedoras de inteligencia artificial –de manera destacada, Amazon Web Services, Google Cloud y Microsoft Azure–, que controlan monopólicamente las condiciones para su implementación, y aquellas que simplemente son usuarias. Adicionalmente, hay heterogeneidad entre empresas según la complejidad de su uso de esta tecnología: existe una brecha significativa entre una armadora automotriz que usa robótica avanzada con inteligencia artificial y una empresa que paga por publicidad personalizada. Estas disparidades involucran capacidades tecnológicas disímiles y desigualdad en la apropiación de ganancias entre empresas.

 

Consideraciones finales

Reconociendo que aún nos encontramos en una etapa temprana de la adopción de la inteligencia artificial y que el despliegue de las tecnologías de propósito general es un proceso complejo y demorado, en este texto se llamó la atención sobre una situación que es ostensible: las circunstancias actuales de su adopción, caracterizadas por un patrón jerárquico y concentrado, pueden condicionar su trayectoria y tienen importantes implicaciones en el corto y mediano plazo.

Como se mostró, la evidencia disponible muestra que la adopción de la inteligencia artificial es heterogénea, concentrada, polarizada y jerárquica.  Dadas estas características, su implementación tiende a reforzar las brechas de productividad existentes entre industrias y empresas, así como a generar las condiciones para la apropiación de ganancias extraordinarias y “rentas tecnológicas” por las empresas líderes. Dicho en otros términos, su adopción concentrada y fragmentaria tiende a conformar archipiélagos de alta productividad y apropiación de ganancias extraordinarias en medio de un mar de empresas y actividades poco productivas, con bajo dinamismo y exigua rentabilidad. En su conjunto, estas características de la inteligencia artificial tienden a consolidar la posición de las grandes corporaciones y sirven como una poderosa palanca para la centralización del capital.

Lo anterior se expresa en una paradoja: el enorme potencial tecnológico y económico de la inteligencia artificial, que probablemente es la tecnología más sofisticada desarrollada por el capital, se ve refrenado por las condiciones sociales de su adopción, que resultan de las propias contradicciones del capitalismo contemporáneo.

Cristóbal Reyes Núñez es economista y latinoamericanista por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), doctorante en el Programa de Posgrado en Estudios Latinoamericanos de la misma Universidad y profesor en la Escuela Superior de Economía del Instituto Politécnico Nacional (México).

NOTAS

1 Nestor Maslej et al., The AI Index 2023 Annual Report, Institute for Human-Centered AI – Stanford University, Stanford (CA), abril de 2023, disponible en: https://aiindex.stanford.edu/wp-content/uploads/2023/04/HAI_AI-Index-Report_2023.pdf. El AI Index Report, coordinado por el Human-Centered AI Institute de la Universidad de Stanford, es el esfuerzo más importante en la actualidad por recolectar y hacer disponible públicamente la información existente sobre esta tecnología. Entre las entidades participantes y financiadoras en su elaboración se encuentran la Universidad de Stanford, Google, OpenAI, la Fundación Nacional de Ciencia de Estados Unidos y McKinsey & Company.

2 Los datos sobre la formación bruta de capital se obtuvieron del Banco Mundial, serie «Gross capital formation (current US$)», disponible en: https://data.worldbank.org/indicator/NE.GDI.TOTL.CD?view=chart; consultado el 12 de diciembre de 2023.

3 McKinsey & Company, The economic potential of generative AI: the next productivity frontier,  junio de 2023, disponible en: https://www.mckinsey.com/capabilities/mckinsey-digital/our-insights/the-economic-potential-of-generative-ai-the-next-productivity-frontier#/.

4 Según datos del Banco Mundial, serie «GDP (current US$)», disponible en: https://data.worldbank.org/indicator/NY.GDP.MKTP.CD?view=chart.

5 «Specifically, we define AI as a system’s ability to interpret external data correctly, to learn from such data, and to use those learnings to achieve specific goals and tasks through flexible adaptation» (Andreas Kaplan y Michael Haenlein, «Siri, Siri, in my hand: Who’s the fairest in the land? On the interpretations, illustrations, and implications of artificial intelligence», Business Horizons, núm. 62, 2019, p. 17, disponible en: https://doi.org/10.1016/j.bushor.2018.08.004).

6  Ajay Agrawal, Joshua Gans y Avi Goldfarb, Prediction Machines: The Simple Economics of Artificial Intelligence, Harvard Business Review Press, Cambridge (MA), 2018.

7 Manuel Trajtenberg, «Artificial Intelligence as the Next GPT: A Political-Economy Perspective», en Ajay Agrawal, Joshua Gans y Avi Goldfarb (eds.), The Economics of Artificial Intelligence. An Agenda, The University of Chicago Press, Chicago, 2019.

8 Shana Lynch, «Andrew Ng: Why AI Is the New Electricity», Stanford Graduate School of Business, 11 de marzo de 2017, disponible en: https://www.gsb.stanford.edu/insights/andrew-ng-why-ai-new-electricity.

9 Timothy F. Bresnahan y Manuel Trajtenberg, «General purpose technologies ‘Engines of growth’?», Journal of Econometrics, vol. 65(1), enero de 1995, pp. 83-108; Tyna Eloundou, Sam Manning, Pamela Mishkin y Daniel Rock, «GPTs are GPTs: An Early Look at the Labor Market Impact Potential of Large Language Models», arxiv, agosto de 2023, disponible en: https://arxiv.org/abs/2303.10130.

10 Erik Brynjolfsson, Daniel Rock y Chad Syverson, «Artificial Intelligence and the Modern Productivity Paradox: A Clash of Expectations and Statistics», en Ajay Agrawal, Joshua Gans y Avi Goldfarb (eds.), The Economics of Artificial Intelligence. An Agenda, The University of Chicago Press, Chicago, 2019.

11The Economist, «Our word of the year 2023», The Economist, 7 de diciembre de 2023, disponible en: https://www.economist.com/culture/2023/12/07/our-word-of-the-year-for-2023.

12 Center for Research on Foundation Models, «On the Opportunities and Risks of Foundation Models», Stanford Institute for Human-Centered Artificial Intelligence (HAI), 2021, disponible en: https://crfm.stanford.edu/report.html.

13 «The world that Bert built. Huge ‘foundation models’ are turbo-charging AI progress», The Economist, 11 de junio de 2022, disponible en: https://www.economist.com/interactive/briefing/2022/06/11/huge-foundation-models-are-turbo-charging-ai-progress.

14 «Advanced technology adoption is rare and generally skewed towards larger and older firms. Adoption patterns are consistent with a hierarchy of increasing technological sophistication» (Nikolas Zolas, Zachary Kroff, Erik Brynjolfsson, Kristina McElheran, David N. Beede, Cathy Buffington, Nathan Goldschlag, Lucia Foster & Emin Dinlersoz, «Advanced Technologies Adoption and Use by U.S. Firms: Evidence from the Annual Business Survey», NBER Working Paper Series, Working Paper 28290, Cambridge (MA), diciembre de 2020, disponible en: https://www.nber.org/papers/w28290).

15 Kristina McElheran et al., «AI Adoption in America: Who, What, and Where», NBER Working Paper Series, Working Paper 31788, Cambridge (MA), octubre de 2023, disponible en: https://www.nber.org/papers/w31788.

16 Ibidem, p. 3.

17 McKinsey & Company, The state of AI in 2022—and a half decade in review, diciembre de 2022, disponible en: https://www.mckinsey.com/capabilities/quantumblack/our-insights/the-state-of-ai-in-2022-and-a-half-decade-in-review.

18 Miguel A. Rivera Ríos, Óscar D. Araujo Loredo, Josué García Veiga y J. Benjamín Lujano López, El capitalismo del quinto Kondratiev. Acumulación de capital, tecnología digital y procesos socioinstitucionales, Fondo de Cultura Económica, México, 2023.

19 Ibidem, p. 192.

Acceso al texto completo en formato pdf: Consideraciones sobre el impacto económico de la inteligencia artificial: ¿hacia una mayor polarización productiva?

 


Lectura Recomendada: Biorregiones. De la Globalización imposible a las redes territoriales ecosostenibles

BIORREGIONES. DE LA GLOBALIZACIÓN IMPOSIBLE A LAS REDES TERRITORIALES ECOSOSTENIBLES

Nerea Morán, Jose Luis Fernández-Casadevante (“Kois”), Fernando Prats y Agustín Hernández (eds.)

Icaria, Madrid, 2023

276 págs..

Biorregiones es una obra coral que aborda una definición general de lo que serían las biorregiones, miradas concretas a algunas de sus principales características y algunos ejemplos y estudios de caso. Esta reseña es un resumen, con reelaboraciones propias, del libro. La he realizado entresacando las ideas que me han resultado más interesantes de sus distintas partes.

Las propuestas que lanza el libro parten de un contexto de creciente escasez de energía y materiales, cambio climático y pérdida de biodiversidad. Todo ello, imprime a las sociedades humanas una dinámica de colapso. Pero esta crisis no impide todavía la continuación de las lógicas de deslocalización y desterritorialización que caracterizan a la ciudad actual, la pérdida de vínculos humanos con la trama de la vida o un diseño de las lógicas globales sobre las locales con una mirada homogeneizadora.

Ante eso, surgen las biorregiones. Vamos a repasar alguna de sus características. Una primera es que una biorregión es la unidad de complejidad mínima necesaria para abordar la reterritorialización de la economía, la cultura y la política. O, dicho de otra forma, el territorio que permite la vida digna de todos los seres que lo habitan (no solo los humanos).

Esta primera característica tiene varias implicaciones. Una es que una biorregión no debe confundirse con un ecosistema, pues requiere estar compuesto por una diversidad de ellos. Solo así se pueden satisfacer las variadas necesidades humanas, empezando por las alimentarias.

Si de lo que se trata es de satisfacer las necesidades humanas y no humanas en el tiempo, los conceptos de espacio de seguridad vital o el de rosquilla de Raworth surgen como elementos centrales de la gestión de las biorregiones: conseguir altos niveles de bienestar universal sin transgredir los límites biofísicos. Para conseguirlo, hacen falta múltiples herramientas, entre las que se encuentran una mirada a largo plazo, un foco importante en la conservación ambiental y una modificación de los indicadores económicos para darle relevancia a los propios de la economía ecológica.

En esta satisfacción de las necesidades humanas, la persecución de la autonomía energética, material y alimentaria es central. Esto no está reñido con que existan intercambios con otras regiones para adquirir lo que no se pueda conseguir dentro. Es más, este intercambio permite una mirada solidaria y no de construcción de identidades excluyentes.

Esta construcción de autonomía tiene distintas implicaciones sobre el tipo de economía posible en una biorregión: requiere avanzar hacia la circularidad, aproximar la producción y el consumo, decrecimiento en el consumo de materia y energía, o articular un tejido productivo complejo y diverso.

La autonomía se debe construir en distintos campos, pero uno central e imprescindible es la alimentación. Por eso, el concepto de biorregión viene acompañado del de agroecología. También de una mirada sobre la alimentación que va más allá de la nutrición, comprendiendo que los distintos modelos alimentarios implican una forma de relación con el territorio, de cultura, de cuidado de la salud, de uso de recursos, de gestión de residuos, o de acceso a alimentos por los individuos. En todo caso, también es necesario la fabricación de manufacturas, para lo cual el libro apuesta por una reindustrialización verde, concepto que merecería en sí mismo otro libro, pues bajo él se pueden recoger procesos productivos muy distintos, algunos de ellos problemáticos.

Si la primera característica de la biorregión es la reterritorialización, la segunda tiene que ver con los límites que la conforman. Estos los marcan características geográficas humanamente reconocibles, pero también «fronteras» dibujadas por el devenir histórico y la construcción de identidades culturales.

Estos límites serían necesariamente porosos, en forma de membrana, para permitir los intercambios económicos que complementen la autosuficiencia, pero también culturales que limiten el crecimiento de identidades excluyentes. Es decir, unos límites traspasados por redes cooperativas y solidarias.

La tercera característica de una biorregión es la gestión democrática del territorio, pues en cómo se toman las decisiones está otra de las piedras de toque básicas de una propuesta de carácter ecosocial, no solo en la justicia y en la sostenibilidad, que se han nombrado ya. La apuesta es por mecanismos híbridos que conjuguen la representación, la participación y la deliberación.

Esta gestión debe partir desde el conocimiento situado ecosistémico, pero también cultural y político. Por lo tanto, no hay recetas únicas para todas las biorregiones, sino que tendrán que ser diversas y articuladas bajo el principio de subsidiariedad.

Pero, más allá de esta diversidad, hay elementos que se proponen como transversales, como serían el empoderamiento comunitario y el municipalismo. Y que ambos ámbitos de gestión sean quienes controlen los bienes.

En cuarto lugar, las biorregiones deben superar los sistemas de dominación contemporáneos. Sobre dos de ellos se hace referencia en el libro. Uno es del patriarcado, cuando se apuesta por una valoración social de los cuidados y su territorialización. El otro es el capitalismo, para lo que se afirma la necesidad de pasar de sociedades «de mercado» a sociedades «con mercados». También cuando se coloca en el centro de la actividad social la satisfacción de las necesidades humanas y no la reproducción del capital.

La quinta característica que define una biorregión sería la ordenación del territorio y, más en concreto, de los espacios de vida humana. La apuesta es por núcleos poblacionales que conformen una red policéntrica. Ciudades y pueblos que tengan una escala humana, sean compactos, resilientes y estén integrados con el mundo rural, es más, que contengan la ruralidad también dentro, llenándolos de prácticas agrícolas.

Finalmente, la biorregión construye una nueva cultura y, a su vez, requiere de una reconceptualización en ese plano. Implica la articulación de una identidad de lugar y concebir la naturaleza como algo orgánico de lo que formamos parte y no como objeto a dominar.

En conclusión, la biorregión está llamada a ser una de las piedras angulares de la construcción de sociedades ecomunitarias.

Reseña elaborada por Luis González Reyes, Departamento de Educación Ecosocial de FUHEM, para el número 165 de la revista Papeles de relaciones ecosociales y cambio global, núm. 165,


PAPELES 169: Tiempos sombríos: amenazas a la paz y la democracia

Ningún tiempo en la historia ha sido fácil, pero el momento actual parece reunir desafíos insuperables

El ascenso de la geopolítica y de la fuerza como moneda de cambio en las relaciones internacionales están perfilando un mundo más conflictivo y tensionado, con peligro, incluso, de un −aparentemente olvidado− enfrentamiento nuclear. Como corolario, el internacionalismo y las organizaciones supranacionales van quedando arrinconadas, y los presupuestos de defensa se disparan.

La democracia liberal vive horas bajas, con una profunda crisis de representación: mientras aumenta la desconfianza de la ciudadanía en la clase política, en distintos países las instituciones han sido capturadas por un populismo autoritario bajo la forma de una democracia vaciada de contenido. El segundo mandato de Donald Trump en EEUU sería epítome de esta situación.

En este complejo escenario, las tradicionales alianzas se están reconfigurando con rapidez. La brecha surgida entre Europa y EEUU ejemplifica esta situación.

Resulta muy preocupante que las políticas en marcha solo permiten augurar una agudización de la crisis ecosocial, con consecuencias nefastas e impredecibles. Sin duda, condiciones para un brave new world.

El número 169 de la revista Papeles de relaciones ecosociales y cambio global se abre con una reflexión de Santiago Álvarez Cantalapiedra en la Introducción sobre el alcance y significado sobre los actuales retos sobre la paz y la democracia.

La seccón A Fondo reúne sendos análisis sobre geopolítica de Rafael Poch-de-Feliu y Augusto Zamora, dos artículos sobre los retos a la paz, el militarismo y el peligro nuclear de Pere Ortega y Carlos Umaña; Ruth Ferrero-Turrón reflexiona sobre las amenazas a la democracia y la emergencia de un autoritarismo competitivo; José Luis Gordillo recuerda la relevancia de la crisis ecosocial en este contexto y la necesidad de un ecopacifismo; Nuria del Viso conversa con Elisa Morgera, Relatora Especial de la ONU sobre la Promoción y Protección de los Derechos Humanos en el contexto del Cambio Climático; y Carlos Berzosa calibra las tendencias imperialista en la economía.

La sección Actualidad trae con una entrevista de Pedro Lomas y Nuria del Viso al activista y político congoleño Roland Mimi Ngoy sobre la situación en República Democrática del Congo.

Ensayo incluye un artículo de Jesús Ojeda sobre Roman Roland y Gandhi

Experiencias recoge una crónica de Nuria del Viso y Susana Fernández sobre la visita al colegio Lourdes-FUHEM de una delegación de activistas contra las armas nucleares.

Referentes está dedicado esta vez a Francisco Fernández Buey y su maestro, Manuel Sacristán, presentado con un texto de Salvador López Arnal.

El número se cierra con la sección Lecturas.

A continuación, ofrecemos el sumario de la revista y el acceso a texto completo de la Introducción del número a cargo del director de la revista, Santiago Alvarez Cantalapiedra y el artículo de Rafael Poch-de-Feliu. sobre el conflicto de Ucrania.

SUMARIO

INTRODUCCIÓN

Orden imperial y amenazas a la paz y la democracia, Santiago Álvarez Cantalapiedra.

A FONDO

El conflicto de Ucrania y las incertidumbres de Trump, Rafael Poch-de-Feliu.

Multipolaridad y cambio sistémico: el mundo del siglo XXI, Augusto Zamora R.

Las tendencias actuales de las fuerzas imperialistas, Carlos Berzosa.

Democracias en crisis en un mundo en cambio, Ruth Ferrero-Turrión.

El problema ecológico más grave, José Luis Gordillo.

Donald Trump, geopolítica, militarismo y neofascismo, Pere Ortega.

El desarme nuclear: un imperativo apremiante en tiempos efervescentes, Carlos Umaña.

Entrevista a la RE de la ONU sobre la Promoción y Protección de los Derechos Humanos en el contexto del Cambio Climático, Elisa Morgera, Nuria del Viso.

ACTUALIDAD

Entrevista a Roland Mimi Ngoy sobre la situación actual en la República Democrática del Congo, Pedro L. Lomas y Nuria del Viso.

ENSAYO

El conocimiento de Mahatma Gandhi en Occidente. A cien años de la biografía Gandhi de Romain Rolland, 1924-2024, Jesús Ojeda Guerrero.

EXPERIENCIAS

El Nobel de la Paz, asociaciones activistas contra las armas nucleares y un colegio. Crónica de una jornada singular, Nuria del Viso y Susana Fernández Herrero

REFERENTES

Presentación del texto de Francisco Fernández Buey sobre Manuel Sacristán, Salvador López Arnal.

Un maestro que visitaba talleres de imprenta, Francisco Fernández Buey.

LECTURAS

Anatomía de la frontera, Juan Carlos Velasco.

Francisco Fernández-Jardón

El mito de la ciudadanía, Irene Ortiz

Clàudia Sánchez Vidal

La estigmatización de los pobres. Eugenismo y darwinismo social, Michel Husson

Santiago Álvarez Cantalapiedra

Notas de lectura

Negociar la paz en tiempos de guerra, Vicenç Fisas

Malestamos, Javier Padilla y Marta Carmona

RESÚMENES

 

Información y compras:

Tel.: +34 914310280

Email: publicaciones@fuhem.es

Puedes adquirir la revista PAPELES en nuestra librería virtual.


El conflicto de Ucrania y las incertidumbres de Trump

Vivimos una época convulsa. El drama de los cambios a los que asistimos reside en su profunda desconexión y contradicción con las necesidades de la humanidad. Cuando urge una concertación de las grandes potencias para afrontar cuestiones planetarias existenciales e inaplazables como la del cambio climático, asistimos a todo lo contrario: el escenario bélico de los imperios combatientes.

Rafael Poch-de-Feliu, corresponsal durante 35 años para La Vanguardia, escribe sobre el conflicto de Ucrania y las incertidumbres de Trump para la sección A Fondo del número 69 de la revista Papeles de relaciones ecosociales y cambio global. 

El artículo se centra en la génesis del conflicto de Ucrania, tan mal explicado por nuestros medios de comunicación, y en las nuevas incertidumbres que aporta la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos.

El lector interesado en un punto de vista más general sobre el momento de las relaciones internacionales, puede consultar este texto del año pasado publicado por la Universidad Pompeu Fabra.>1

Respecto a la posición del autor, vaya por delante que su simpatía está con las víctimas de esta guerra, con los cientos de miles de soldados muertos y mutilados, con sus viudas y huérfanos. También con los encarcelados y represaliados por antibelicismo: en Rusia unos 800 a los que hay que sumar varios miles de multados; en Ucrania entre 10 000 y 15 000 condenados, por “traición”, “colaboracionismo” o “simpatías con la agresión rusa”, sin olvidar a los centenares de miles de desertores que en ambos países huyen de la perspectiva de morir por la patria.

 

La «garantía de seguridad» de Ucrania es su neutralidad

Desde los años noventa la estrategia occidental, mayormente de Estados Unidos, tuvo como objetivo integrar a Ucrania en su esfera de influencia y alinearla militarmente en su campo para zanjar la debilidad de Rusia, privarla de su acceso al mar Negro e impedir su reconstitución como potencia euroasiática. Todo esto está perfectamente documentado y acreditado en infinidad de informes oficiales en materia de política militar y exterior, declaraciones de responsables, así como en las propias acciones que se llevaron a cabo desde entonces. Tal estrategia se deducía de la premisa de que Estados Unidos había vencido en la Guerra Fría. De ello se derivaba que Washington podía ignorar los intereses rusos sin consecuencias. Se desestimaba la posibilidad de que Rusia recompusiera su tradicional y secular potencia. Eran los tiempos del «fin de la historia» y Rusia se había hecho irrelevante. Fue así que se dio vía libre a una seguridad europea, primero sin Rusia y luego contra Rusia.2

Aprovechando el caos postsoviético, en primer lugar, la mala política rusa>3y la corrupción estructural de la política ucraniana, con su universo de oligarcas, Occidente fue forzando el alineamiento occidentalista de sectores políticos y sociales de la elite ucraniana. Vía la financiación de sus organizaciones no gubernamentales, se compró y colonizó Kíev, creando efectivas redes de dependencia clientelar en la política y los medios de comunicación. Fue un proceso dilatado a lo largo de unos veinte años. Moscú se mostró incapaz de contrarrestarlo, en primer lugar, porque su elite estaba concentrada en el asalto a la propiedad pública: el latrocinio de los ingentes recursos naturales rusos mediante el que realizaba su reconversión social desde su condición de casta administrativa socializante en el antiguo régimen a clase propietaria en línea con el estándar capitalista. En segundo lugar, porque el régimen ruso, ni reconoce ni apenas entiende la autonomía social, por lo que su acción para impedir ese tipo de procesos se limitó a operar con intereses elitarios sin anclajes con la sociedad. En tercer lugar, porque para una gran parte de la sociedad ucraniana el sistema autocrático ruso no inspiraba simpatías ni era visto como modelo deseable. Fue así como Moscú asistió impotente a la erosión y barrido de su íntimo vínculo con Ucrania.

En medio de ese tumultuoso contexto, la política ucraniana mantuvo su pluralismo interno, con fuerzas predominantemente rusofilas u occidentalistas que se alternaban en el poder. En 2014 ese equilibrio se rompió definitivamente cuando la elite occidentalista ucraniana, apoyada por el movimiento social hostil a Rusia mayoritario en Ucrania occidental, tomó el poder en una rebelión apoyada por Washington y la Unión Europea, que derribó al gobierno legítimo. Se rompió así el equilibrio fundamental sobre el que reposaba el pluralismo, la soberanía e integridad territorial del país. El nuevo gobierno estaba decidido a adoptar el programa occidental por el que porfiaban desde hacía años sus padrinos de Washington y Bruselas, desalojando a la marina rusa de sus bases de Crimea, reprimiendo militarmente la oposición popular y elitaria adversa al cambio de régimen en las regiones del Este y Sur del país, e ingresando en la OTAN, esto último contra la voluntad mayoritaria de la ciudadanía expresada en multitud de encuestas de opinión y elecciones que demuestran que la neutralidad seguía siendo la primera opción de los ucranianos.

Abandonando paulatinamente –definitivamente en 2014– su estatuto de neutralidad y la promesa de no alineamiento en bloques, los gobiernos de Ucrania rompieron el pilar básico de su independencia de la URSS proclamada en 1991. Consagrada en los documentos fundamentales de su constitución como Estado, esa neutralidad era apoyada por la inmensa mayoría de la población y no solo era condición de una relación armónica con Rusia, sino también, y sobre todo, base y fundamento de la estabilidad interna de un país con una identidad nacional, geográfica y etnopolíticamente diversa. Esa diversidad incluía diferencias fundamentales en cómo cada región contemplaba su historia, el papel de la URSS, la memoria de la Segunda Guerra Mundial, el lugar de la lengua y la cultura rusas, la tradición religiosa, entre otras cuestiones El papel de puente entre Rusia y la Unión Europea, con las regiones orientales y meridionales mayoritariamente rusofilas y las occidentales, occidentalista/europeístas, era condición del consenso interno entre regiones, y, por tanto, de la soberanía e integridad territorial del país.4

Abandonando paulatinamente su estatuto de neutralidad y no alineamiento, los gobiernos de Ucrania rompieron el pilar de su independencia de la URSS proclamada en 1991. 

Habiendo perdido Ucrania, el Kremlin intentó salvar por lo menos su posición en el mar Negro, anexionándose la península de Crimea en marzo de 2014, en una operación militar incruenta con el apoyo de la población local, pero sin decidirse a implicarse abiertamente en la rebelión popular armada de la población y las elites del Donbas.5;  Se inició un proceso de negociación diplomática (Minsk), en el que las potencias europeas (Alemania y Francia) decían actuar como mediadoras cuando la realidad es que sus dirigentes, el presidente francés, François Hollande, y la canciller Angela Merkel, reconocieron más tarde haber actuado en complicidad con el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, no para llegar a un acuerdo negociado, sino para ganar tiempo a fin de fortalecer al ejército ucraniano. Desde 2014  –y esto también está detalladamente documentado– la OTAN se volcó en la preparación, modernización y armamento del ejército ucraniano. Ucrania no estaba en la OTAN, pero la OTAN estaba en Ucrania.6

En febrero de 2019, la Constitución ucraniana fue enmendada de su estatuto de neutralidad y no alineamiento en bloques y lo transformó declarando la adhesión a la OTAN como un objetivo irrenunciable del gobierno. Tres meses después, Volodimir Zelenski, un rusoparnte, ganó las elecciones por una mayoría del 70% con un programa de pacificación, restablecimiento de los derechos linguísticos y culturales de la mayoría rusoparlante del país, y la potenciación de la negociación de paz en el conflicto armado del Donbas en el que, tras muchas dudas y vacilaciones, Rusia terminó por implicarse lo justo para impedir que las fuerzas rusófilas fueran arrolladas por la “operación antiterrorista” del ejército ucraniano. Las presiones de la ultraderecha ucraniana, electoralmente minoritaria pero muy fuerte en el ejército, con amenazas directas al presidente si negociaba, y de la OTAN animando al enfrentamiento con Rusia, anularon por completo las promesas de Zelenski. En marzo de 2021 el presidente adoptó un programa para recuperar Crimea por todos los medios, incluidos los militares (Plataforma de Crimea). En julio, 32 países de la OTAN participaron en las maniobras Defender 21 junto a la frontera rusa, pese a que una inmensa mayoría de ucranianos se declaraba en contra de tales maniobras.7 En agosto del mismo año, Estados Unidos firmó con Ucrania un acuerdo de defensa estratégica, seguido unos meses después de una Carta de asociación estratégica en la que se establecía el «apoyo inquebrantable» de Washington a la recuperación de Crimea. A finales de 2021, Rusia denunció que la mitad del ejército ucraniano estaba desplegado en la zona del Donbas.8

Las potencias occidentales provocaron la guerra, rechazaron la posibilidad de negociar para evitarla, y una vez iniciada se opusieron a cualquier negociación de paz. 

La información actualmente disponible es, por tanto, concluyente: toda esta escalada se hizo contra la voluntad manifiesta de la población ucraniana. El 17 de diciembre de 2021, dos meses antes de la invasión, Rusia envió propuestas en materia de garantías de seguridad a Washington y a la OTAN. Pedía poner fin a la expansión de la OTAN, restablecer la neutralidad de Ucrania y restringir el despliegue de tropas y armas occidentales en Europa del Este, amenazando en caso contrario con adoptar «medidas tecnico-militares apropiadas». Las propuestas de Moscú fueron tajantemente rechazadas por Washington.>9

Occidente declaró desde el principio como “agresión no provocada” la invasión rusa iniciada el 24 de febrero de 2022, y rechazó toda relación de esta con su propia actividad a lo largo de más de veinte años. La realidad es que las potencias occidentales provocaron la guerra, rechazaron la posibilidad de negociar para evitarla, y una vez iniciada se opusieron a cualquier negociación de paz , rompiendo el proceso iniciado pocos días después de la invasión, con reuniones primero en Minsk (marzo) y luego en Estambul (abril). Sin eludir las responsabilidades rusas en la carnicería que siguió, y mucho menos justificándola, la simple realidad es que con una Ucrania neutral, no alineada en bloques y sin expansión de la OTAN hacia el Este, nunca habría habido elementos de guerra civil en Ucrania. Y sin ambas circunstancias, difícilmente habría habido invasión rusa. En una declaración del 9 de julio de 2023, el secretario general de la OTAN Jens Stoltenberg contradijo por primera vez la afirmación general de la propaganda occidental («agresión no provocada») al decir que la invasión fue la consecuencia de que la OTAN no aceptara las propuestas rusas presentadas en diciembre de 2021.10

 

Conflicto de intereses oligárquicos

 En Occidente se invocan “valores europeos”, la defensa del “mundo libre” y la dialéctica de «democracia contra autocracia». En Rusia se habla de «amenaza existencial a la soberanía rusa», de «lucha contra el nazismo» e incluso de nueva «guerra patriótica» a la par con los ataques de Napoleón y Hitler. Con este arrullo, centenares de miles han perdido su vida y se ha vuelto a crear todo un ejército de viudas, húerfanos y mutilados en Europa. Pero si hablamos en serio, toda esa cronología, digamos militar o geopolítica, que hemos expuesto, es consecuencia de un conflicto superior de intereses entre elites capitalistas.

Una de las diferencias del sistema ruso con el occidental, es el carácter político de su oligarquía. Los “oligarcas” rusos están subordinados al Estado ruso, como la nobleza rusa lo estaba a la autocracia zarista. Es un rasgo de la historia secular de ese país. Si en Occidente una oligarquía económica domina lo político, en Rusia el poder económico se deriva del control del Estado. Los oligarcas son estatales o están subordinados al Estado. Tras la privatización de los años noventa, los dirigentes rusos estaban convencidos de su homologación internacional. Estaban convencidos de que Occidente les iba a dejar entrar en la globalización capitalista como socios «libres e iguales». Desconocían el mundo al que accedían. Habían olvidado todo aquello por lo que sus abuelos hicieron la revolución en busca de una solución al problema del desigual desarrollo capitalista que empujaba al Imperio Ruso de principios del siglo XX a convertirse en una especie de gran potencia colonizada. Consideraban que con la URSS su país se había apartado de la “civilización” a la que ahora regresaban. Moscú quería ser Nueva York, París o Londres, pero lo que la globalización capitalista les ofrecía era un estatuto subalterno y dependiente en el que la «Tercera Roma» (Moscú en la ideología secular imperial abrazada en el siglo XVI) debía renunciar a su identidad y realidad de gran potencia, con su nueva oligarquía en el papel de mera intermediaria en el comercio transnacional de materias primas. Ese papel la élite rusa no lo aceptó. Con Putin la elite rusa cayó del caballo y se dio cuenta de la cruda realidad. Si el capital occidental hubiera tenido libre acceso al control de los recursos energ , y si en ese negocio la élite rusa se hubiera conformado con un papel subalterno y solícito hacia los intereses extranjeros, no habría habido ampliación de la OTAN ni se hubiera excluido a Rusia ni demonizado al régimen de Putin. El conflicto “geopolítico” es, por tanto, consecuencia de ese choque fundamental de intereses.11

Si el capital occidental hubiera tenido libre acceso a los recursos energéticos y minerales de Rusia, no habría habido ampliación de la OTAN. 

El ejército ruso entró en Ucrania en febrero de hace tres años sin un plan concreto, pero con la idea de que cuanto más se demorara la operación más peligrosa se haría. El Kremlin creía que, en el mejor de los casos, el gobierno huiría de Kíev a Lviv, y que los generales del ejército ucraniano llegarían a algún acuerdo con sus ex compañeros de la Academia militar Frunze de Moscú, donde se formaron como oficiales soviéticos. Confrontada a una acción militar rusa corta y exitosa, la reacción occidental no superaría ciertos límites. Los americanos no iban a entrar en guerra por Ucrania, y la Unión Europea bajo liderazgo alemán tenía demasiados intereses energéticos y comerciales en la región como para ir mas lejos de la protesta y el griterío. Los reveses iniciales que la resistencia militar y popular ucraniana, y la asistencia de inteligencia militar brindada por la CIA y el Pentágono, complicaron el escenario y convirtieron lo que para Moscú debía ser una corta «Operación Militar Especial» en una larga guerra por procuración entre la OTAN y Rusia, con Ucrania como víctima propiciatoria. Inmediatamente el objetivo occidental quedó establecido: infringir una «derrota estratégica» a Rusia, «arruinar» su economía con las sanciones más radicales decididas hasta la fecha por Estados Unidos y la UE, y, en última instancia un cambio de régimen en Rusia. Alrededor de esos objetivos, los gobernantes europeos mayormente desprestigiados desde la crisis del casino de 2008 y la propia OTAN conocieron cierta consolidación, con la incorporación de Suecia y Finlandia y el fin de los restos de neutralidad en Austria y Suiza. Confrontada a tales objetivos de parte de un adversario económica y militarmente mucho más poderoso que ella, Rusia recordó y tomó medidas para hacer valer su condición de gran superpotencia nuclear, enmendando su doctrina en la materia para compensar el desequilibrio y conjurar lo que consideró «amenaza existencial». Fue así como la guerra por procuración se convirtió en un conflicto potencialmente global, enormemente peligroso para el conjunto de la humanidad y sin precedentes desde la crisis de los misiles de Cuba de 1962.

Para el verano de 2023 la derrota de Ucrania estaba mucho más clara que el significado de una victoria rusa en el conflicto.12 Rusia había resistido las sanciones, diversificado su comercio y convertido su industria militar en motor de un keynesianismo de guerra. Mientras en la Unión Europea la economía alemana rozaba la recesión al haber renunciado unilateralmente a la energía rusa, la economía rusa crecía. El aislamiento de Moscú en Occidente había sido compensado por sus apoyos en Asia y en el Sur global, donde sin justificar la invasión rusa comprendían las responsabilidades compartidas del conflicto. La actitud occidental en Ucrania pudo compararse y leerse en el contexto de las masacres israelís en Palestina, entre las ruinas de Gaza y Líbano, consolidando la secesión del Sur global expresada en diversos vectores, con cambios de actitud en África, dinamización de los BRICS y medidas para independizarse del dólar en el comercio internacional. En ese contexto tuvo lugar el cambio de administración en Washington.

 

La anomalía Trump

 En enero de 2025 inició su segundo mandato en Washington un presidente anómalo que declaró querer cambiar las prioridades de Estados Unidos. Donald Trump anunció castigos comerciales a sus principales proveedores, tanto socios como adversarios, proyectos expansionistas hacia Groenlandia, iniciativas inmobiliario-genocidas en Gaza y la sugerencia de querer economizar esfuerzos en Europa para concentrarse en China, lo que pasa por un rápido acuerdo de paz con Rusia. Trump declaró también no querer empezar nuevas guerras e incluso habló de un acuerdo de desarme radical a negociar con China y Rusia. A siete semanas de su inicio –cuando se escriben estas líneas– y en medio de una desconcertante y a veces contradictoria sucesión de declaraciones y anuncios, apenas hay perspectiva para pronósticos y conclusiones. Es difícil imaginar que se realice, por ejemplo, lo que dice el ayudante presidencial Elon Musk de que Estados Unidos se vaya de esa OTAN que el secretario de Defensa, Pete Hegseth, quiere «más fuerte y letal». Aún más que abandone Europa, pieza fundamental de la proyección del poder americano en el mundo. Sin embargo, el mero hecho de que el primero en la cadena de mando de la guerra entre la OTAN y Rusia que se libra en Ucrania exprese comprensión hacia los intereses rusos e insista en acabar la guerra ha quebrado la narrativa occidental sobre el conflicto y crea una enorme confusión en las filas europeas unidas en su hostilidad a Rusia, lo que abre una ventana de oportunidad a Moscú.

En el Kremlin deben preguntarse hasta qué punto es firme esa oportunidad. Tras décadas de deslocalización y desindustrialización en busca del máximo beneficio cortoplacista, la dependencia de la economía de Estados Unidos de sus suministradores es grande. Los castigos arancelarios anunciados pueden crear rupturas y carestías. El mundo ya conoció, en la Rusia de Boris Yeltsin de los años noventa, grandes promesas de «volver a hacer grande» el país saldadas con un fenomenal desbarajuste. En los inicios de Trump, el presidente que sufrió dos atentados durante la campaña electoral, tiene a su favor la inercia del shock que provoca el anuncio de su política entre sus adversarios en Estados Unidos y en Europa, pero su posición está lejos de ser firme. Su mayoría en el Congreso es exigua, de solo tres votos. En el dossier ucraniano, todo el partido demócrata y parte del republicano no sintonizan con el giro hacia un acuerdo con Rusia. En el probable caso de que la economía se le tuerza, Trump perderá en dos años la mayoría en las elecciones de midterm y recibirá la suma de la energía opositora que ya se está gestando contra él. Desconocemos también cuanto durará la unidad en su bizarro equipo, formado por criterios de fidelidad. Esa es la principal incertidumbre. Respecto a Ucrania, la tragedia parece servida.

El propio Zelenski reconoce que sin la ayuda militar americana, «las posibilidades de supervivencia de Ucrania son muy reducidas». El posible colapso del frente y del ejército comportará el colapso del régimen. Del mero seguimiento de la prensa ucraniana se desprenden desde hace meses evidentes tensiones y rivalidades entre dirigentes. El jefe de la inteligencia militar, Kiril Budanov, un hombre de la CIA, está enfrentado con el jefe de la administración presidencial y mano derecha de Zelenski, Andri Yermak. Hay rumores de destitución de Budanov, que en enero dijo en una reunión parlamentaria a puerta cerrada que si no habían negociaciones de paz pronto el país se iría al garete. El jefe del grupo parlamentario del partido del presidente, David Arajamiya, también está peleado con la administración presidencial que le quiere relevar del cargo. Arajamiya fue quien confirmó que en las negociaciones de marzo/abril de 2022 en Estambul había un acuerdo de paz ya preparado que fue echado para atrás por la presión occidental. El ex jefe del ejército Valeri Zaluzhni, al que Zelenski destituyó y envió de embajador a Londres por ser más popular que él, tiene ambiciones y mantiene contacto con el ex presidente Petró Poroshenko, otro rival de Zelenski al que este ha represaliado. La negativa actitud de Trump hacia Zelenski y sus sugerencias directas de que el presidente no es capaz de negociar la paz, no hacen más que reavivar estas tensiones y disputas por el poder en el interior del régimen de Kiev. ¿Sobreviría la integridad territorial de lo que quede de Ucrania a ese posible colapso del régimen? La pregunta es razonable.

 

Peligrosa ineptitud europea

En términos históricos, parece que el hegemonismo occidental se está desmoronando en el mundo. La conducta de los que van a menos en el actual tránsito está plagada de peligros. Eso incluye a Rusia, pero en el ámbito de los objetivos, los de Moscú están claros:

1. restablecer la neutralidad de Ucrania y evitar el despliegue allí de bases y armas de la OTAN

2. restablecer los derechos de la población rusófila de la región

3. renegociar un sistema de seguridad europeo integrado en el que los intereses de Rusia sean tenidos en cuenta.

Los objetivos americanos están menos claros, aunque entre todo lo declarado, se extrae una lógica de economía de recursos para poder seguir dominando el mundo. En el caso de Europa, no hay objetivos definidos. Hay un partido de la guerra, con gran peso de bálticos, polacos y nórdicos, que arrastra al resto y que podría degenerar en la transformación del conflicto de Ucrania y su ampliación con una guerra del norte en el área del mar Báltico. ¿Cómo se ha llegado a esto? Desde luego no de repente.

El papel de la Unión europea no es el de «una gran Suiza», como se desprende de su propia retórica cada vez más orwelliana. Desde hace veinte años está militarmente presente en el mundo. Ha realizado más de cuarenta operaciones en Europa, África y Asia, diez de ellas militarmente activas hoy. Revestidas de «promoción de la paz y la seguridad» y financiadas frecuentemente por el “Fondo Europeo por la Paz” sin apenas control parlamentario, estas operaciones sirven en realidad para promover intereses europeos, coherentes con el pasado colonial de las principales potencias del continente. La UE ha suministrado armas a zonas de guerra, ha agravado conflictos en Somalia y el Sahel, donde está siendo rechazada por los regímenes locales, y mantiene un mortífero régimen de fronteras y de internamiento en países de su entorno mediterráneo responsable de la muerte de decenas de miles de personas. La UE considera rutinariamente a los Balcanes como su patio trasero y de vez en cuando sus barcos de guerra participan en el acoso a China e Irán. El cambio de administración en Washington no ha creado todo esto. Solo lo ha acelerado.13

El papel de la Unión europea no es el de «una gran Suiza», como se desprende de su propia retórica cada vez más orwelliana

La elite política europea está caracterizada por la ineptitud. En casi su totalidad se trata de gente que durante décadas externalizó a Estados Unidos la función de pensar políticamente, adoptando el infantilismo político, el narcisismo y la arrogancia de unos “principios y valores” que, desde luego, la Unión Europea no encarna –como ha quedado meridianamente patente en Gaza– practicando una política basada en la imagen, y creyéndose su propia propaganda mediática sobre el motivo y origen del conflicto de Ucrania, a saber: el deseo de un malvado dictador de ampliar su imperio y recrear una especie de URSS.

La Unión Europea no puede resolver un conflicto cuyos motivos no entiende. Es incapaz, por tanto, de negociar, porque desconoce sus propios intereses: no los ha formulado, limitándose a seguir los de Estados Unidos, que ahora gira y la deja en la estacada.

Europa no quiere acabar la guerra de Ucrania, porque su burocracia oligárquica ha encontrado en la confrontación con Rusia la fórmula para consolidar su poder, su razón de ser. Este cúmulo de circunstancias explica su actual despropósito: pretender ganar sin Estados Unidos una guerra, que en su actual estado ha perdido con Estados Unidos. ¿De dónde van a salir los 800.000 millones anunciados para el rearme? Alemania su principal potencia está en puertas de otro año de recesión. ¿De dónde saldrán los hombres dispuestos a morir en la enésima cruzada de la historia europea contra Rusia? Sus principales potencias militares, Inglaterra, Alemania y Francia, disponen cada una de ellas de menos de una decena de sistemas de defensa antiaérea y antimisiles, pero para cubrir mínimamente el espacio ucraniano (ciudades e industrias clave) en la época soviética se disponían allí de centenares de ellos. Es solo un ejemplo. Es verdad que los presupuestos de Defensa combinados de los Estados europeos suman cifras enormes, bien superiores a las de Rusia, pero eso no cambia la realidad de un mosaico operativamente incoherente de retazos de diferentes sistemas de armas, como ha demostrado la estrategia militar occidental en Ucrania. Respecto a la invocada “invasión rusa de Europa” es una fantasía. Choca con la propia realidad del lento y penoso avance militar ruso en Ucrania y con la propia narrativa europea. Durante años, la UE ha mantenido que la inclusión de Ucrania en la OTAN es la garantía de seguridad, porque Rusia no se atrevería a atacar a la OTAN, pero al mismo tiempo se afirma esa posibilidad al agitar el «que vienen los rusos». Lo que deberían hacer los políticos europeos es abrir su propia negociación con Rusia en lugar de mendigar un puesto en la mesa de Trump . Antes deberían reconocer que la única «garantía de seguridad» de Ucrania es su neutralidad. Seguramente es pedirles demasiado… Sea como sea, nadie puede garantizar que el siguiente presidente de Estados Unidos no vaya a parecerse más a Joe Biden que a Donald Trump. Ese escenario de “paréntesis anómalo” en Washington, puede ser la esperanza de futuro de los ineptos dirigentes europeos que buscan en la continuidad de la guerra una loca salida a su debacle. ¿Podría coordinarse ese belicismo europeo con la oposición a Trump en el establishment de la seguridad de Estados Unidos –que seguramente irá en aumento– y en el Partido Demócrata para hacer fracasar el vector de una negociación en Ucrania? Por supuesto, el propio Trump parece consciente de tal peligro. En sus recepciones en la Casa Blanca maltrató a Zelenski, pero se cuidó mucho de hacer lo mismo con Macron y Starmer, gente que, aliada con sus enemigos en Estados Unidos, puede ser peligrosa.

Desde una perspectiva geográfica, en ningún lugar como en el mar Báltico hay mayor probabilidad de que el rumbo europeo hacia la continuación y profundización de la confrontación con Rusia conduzca no al fin, sino a la transformación de la guerra de Ucrania en un conflicto más amplio que implique, por ejemplo, a tropas finlandesas, bálticas y polacas a lo largo de la frontera norte de la OTAN. Podría no ser una guerra de toda la OTAN ni de toda la UE, pero sí de parte de ellas y con el apoyo del resto. La suma de este frente con el ucraniano, supondría un estrés y una amenaza considerable incluso para una Rusia revigorizada y podría convertir la histeria sobre una “invasión rusa” en esa zona en profecía autocumplida.

Mientras todo eso se cuece, es indudable que se ha abierto una ventana de oportunidad para la distensión entre Estados Unidos y Rusia, en la que Moscú podría retirar sus tropas de Bielorrusia a cambio de una retirada de tropas americanas de Europa del Este, así como una retirada mutua de misiles de medio alcance de ambos espacios. El planeta tiene otras prioridades urgentes perfectamente claras y definidas, y Europa debe dejar de ser la vanguardia del despropósito.

Rafael Poch-de-Feliu ha sido corresponsal internacional para diferentes medios.

NOTAS

1 Rafael Poch-de-Feliu, El año 2024: Gaza, Ucrania y Eurasia en la crisis del declive occidental, Public Policy Center, núm. 2, Universidad Pompeu Fabra, 2024, disponible en: https://repositori-api.upf.edu/api/core/bitstreams/acf681b4-3bee-4807-8f2f-d2d719c2f698/content

2 El 28 de enero de 1992, el presidente George Bush declaró ante el Congreso la victoria en la Guerra Fría: «Por la gracia de Dios, América ha ganado la Guerra Fría. No es que haya acabado, es que la hemos ganado (…) Somos los Estados Unidos de América, el líder de Occidente que se ha convertido en el líder del mundo».

3 Recordemos que el desbarajuste ruso de los noventa incluyó tres golpes de Estado, el fallido de agosto de 1991 contra las reformas de Gorbachov, la propia disolución conspirativa de la URSS de diciembre del mismo año a cargo de los dirigentes de sus tres grandes repúblicas europeas, y el de octubre de 1993 con el cual Boris Yeltsin reinstauró la última versión del tradicional sistema autocrático moscovita actualmente vigente, pasando por una caótica reforma de mercado/privatización que hundió la economía de la mayoría y enriqueció a una minoría, y una guerra contra varios miles de guerrilleros que en Chechenia evidenció la debilidad militar rusa.

4 La neutralidad se inscribió en los documentos fundacionales del Estado ucraniano moderno. La Declaración de Soberanía, adoptada el 16 de julio de 1990, decía que Ucrania sería «un Estado permanentemente neutral que no participará en bloques militares». Mas tarde, la Constitución sería enmendada, primero para omitir ese compromiso y luego para incluir en ella el objetivo de ingreso en la OTAN. Cuando Ucrania firmó en 1994 el Memorándum de Budapest (retirada a Rusia de las armas nucleares soviéticas estacionadas en su territorio con compromiso de los firmantes, Rusia, Estados Unidos y Reino Unido, de respetar la soberanía e integridad territorial ucraniana), lo hizo como un país permanentemente comprometido con la neutralidad y el no alineamiento en bloques. El compromiso hacia el respeto a su soberanía era tanto más importante porque Ucrania carecía de una alianza militar de defensa debido a su posición neutral. La declaración de la cumbre de la OTAN de 2008 en Bucarest, en la que se nombraba a Ucrania como miembro potencial, violentaba directamente las disposiciones del Memorándum de Budapest y los consensos internos fundamentales de la Ucrania postsoviética. Cinco días antes de la invasión rusa, en su discurso en la Conferencia de Seguridad de Munich, Zelenski amenazó con salirse del Memorándum de Budapest y retomar el arma nuclear. Con su invasión militar, Rusia violó, ciertamente, su compromiso de 1994, pero lo hizo después de que Occidente lo hiciera. Según Moscú, la implicación de los países occidentales en una toma de poder inconstitucional en 2014, violó la soberanía de Ucrania. En su entrevista con Tucker Carlson del 8 de febrero de 2014, Putin se refirió a ese contexto general cuando observó: «habíamos acordado las fronteras de Rusia en 1991, pero nunca acordamos la expansión de la OTAN ni que Ucrania fuera parte de la OTAN». Por supuesto, por más que el ingreso en la OTAN no sea una cuestión de opción de la población implicada, sino más bien de los intereses de Estados Unidos, una sociedad tiene derecho a optar por la integración en un bloque militar. La cuestión es que los ucranianos no estaban a favor sino en contra de tal ingreso. En diciembre de 2007, en vísperas de la cumbre de Bucarest que estableció que Ucrania y Georgia «serán miembros de la OTAN», menos del 20% de los ciudadanos ucranianos apoyaron unirse a la Alianza. La mayoría de los ucranianos se dividieron entre el apoyo a una alianza militar con Rusia o la retención del estatus neutral de no integrarse en ningún bloque. La entrada en la OTAN siguió siendo el objetivo de solo una pequeña minoría dentro de la sociedad ucraniana hasta los tumultuosos eventos de 2014. Como resultado de la anexión de Crimea por parte de Rusia y el comienzo de la guerra en el Donbas, el apoyo a la entrada en la OTAN aumentó hasta alrededor del 40%, pero las encuestas ya no incluían para entonces a los ciudadanos ucranianos más prorrusos de los territorios que no están bajo el control del gobierno ucraniano: Crimea y Donbas. Millones de ciudadanos ucranianos. Y ni aún así el apoyo al ingreso tenía el apoyo de la mayoría. Nada de todo esto justifica la invasión militar rusa, pero le da un contexto mucho más complejo y matizado de lo que sugiere la propaganda occidental. El atropello de la voluntad popular fue general, como lo es ahora la opción de continuar la guerra cuando todas las encuestas, en la Unión Europea, en Rusia y en Ucrania, arrojan mayorías a favor de una negociación.

5 Pese a que se ha repetido hasta la saciedad que hubo una presencia militar rusa directa desde el principio de la rebelión armada del Donbas contra el nuevo Gobierno occidentalista de Kíev, la realidad es que, en verano de 2014, el Estado mayor ucraniano informó que en la región solo había 56 voluntarios rusos combatiendo al ejército ucraniano, según informó el  Kyiv Post. El mejor testimonio directo sobre la evolución de la actitud rusa y las reticencias del Kremlin a implicarse en el Donbas, se encuentra en el libro de Anna Arutunyan, Hybrid Warriors. Proxies, Freelancers and Moscow´s Struggle for Ukraine. (2022). Aruntunyan reside en Estados Unidos y es una clara opositora de Putin.

6 El 14 de febrero de 2023 el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, lo reconoció explícitamente al declarar: «la guerra no empezó en febrero del año pasado (2022). La guerra empezó en 2014. Y desde 2014 los aliados de la OTAN han dado apoyo a Ucrania, con entrenamiento y material de tal forma que las fuerzas armadas ucranianas eran mucho más fuertes en 2022 que en 2020 o 2014». Richard Clarke, jefe del Special Operations Command de Estados Unidos declaró el 28 de agosto de 2022 a David Ignatius del Washington Post: «Lo que hicimos a partir de 2014, fue crear las condiciones. Cuando los rusos invadieron en febrero, llevábamos siete años trabajando con las fuerzas especiales ucranianas».

7 En total, 21% a favor, 53% en contra, 26% no sabe. La oposición a las maniobras ganaba en todas las regiones del país, pero en el oeste el 39% estaba a favor, cinco veces más que en el este y sur (7,1% y 8,3%, respectivamente). Ver Washington Post, 19 de enero de 2022.

8 Vease «“Now or Never”: The Immediate Origins of Putin´s Preventative War on Ukraine», Geoffrey Roberts, en Journal of Military and Strategic Studies, Volume 22, issue 2.

9 El documento de propuestas rusas del 17 de diciembre de 2021 dirigido a la OTAN, en: «Agreement on measures to ensure the security of The Russian Federation and member States of the North Atlantic Treaty Organization – Министерство иностранных дел Российской Федерации, Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, disponible en: https://www.mid.ru/ru/foreign_policy/rso/nato/1790803/?lang=en

10 Vease el video: «Not About Nato» | «Never About NATO» | «Nothing to Do With NATO» | UKRAINE WAR, disponible en:

https://www.youtube.com/watch?v=Zf5xEBwBhds

11 Desarrollo más este y otros aspectos en Poch-de-Feliu, 2024, op. cit., nota 1.

12 Rafael Poch-de-Feliu, «Ucrania está perdiendo la guerra, pero Rusia no la está ganando», blog de Rafael Poch de Feliu, 19 de julio de 2023, disponible en: https://rafaelpoch.com/2023/07/19/ucrania-esta-perdiendo-la-guerra-pero-rusia-no-la-esta-ganando/ 

13 Sobre las “misiones de paz” de la UE, ver:  Under the Radar: Twenty years of EU military missions, Transnational Institute, 8 de mayo de 2024, disponible en: https://www.tni.org/en/publication/under-the-radar

Acceso al texto completo del artículo en formato pdf: El conflicto de Ucrania y las incertidumbres de Trump.


Orden imperial y amenazas a la paz y la democracia

El retorno de Trump a la Casa Blanca coincidiendo con el inicio del nuevo año ha acelerado el desarrollo de unos acontecimientos que se venían fraguando a fuego lento durante décadas.

Ya nadie discute que el orden social neoliberal que reinó desde principios de los ochenta del siglo anterior no haya pasado a mejor vida y que sucesos tan traumáticos como la crisis financiera-inmobiliaria del año 2007 o la posterior pandemia del 2020 representaron su definitiva carta de defunción. Si por un «orden social» entendemos una determinada configuración de poder definida por juegos de dominación y compromiso entre sectores sociales y fracciones de clase, tanto en el plano interno de los estados como en las relaciones –económicas, políticas y militares–que establecen entre ellos, hace tiempo que asistimos a la caída de aquel viejo orden neoliberal y a la emergencia de un orden social nuevo (¿posneoliberal, nacional populista, imperialista?), cuyos contornos se empiezan a identificar con cierta claridad en la actualidad. En este sentido, Trump no representa una anomalía, es simplemente la consecuencia de la crisis y los miedos de los últimos tiempos.

Así pues, ¡bienvenidos al nuevo orden mundial!

Así comienza el texto introductorio al número 169 de la revista Papeles de relaciones ecosociales y cambio global, escrito por su director Santiago Álvarez Cantalapiedra, bajo el título: Orden imperial y amenazas a la paz y la democracia.

Pero, ¿qué rasgos presenta el nuevo orden mundial?

Dejando al margen cómo se concreta en cada país, en el plano internacional el orden que va emergiendo de las ruinas de décadas de globalización neoliberal presenta ya algunos rasgos incontrovertibles. En primer lugar, se caracteriza por la rudeza y el abandono de la diplomacia y el cumplimiento de las normas. El embrutecimiento de las relaciones internacionales no es nada nuevo, pero al menos antes se guardaban algo más las formas. Ahora se desdeñan valores que encarnan instituciones como el Tribunal Penal Internacional o la Organización Mundial de la Salud y se admira la franqueza de quienes emplean sin tapujos el lenguaje de la fuerza.

Lo anterior no es sino la manifestación de un cambio más profundo en la manera de manejar las relaciones internacionales: la imposición de la lógica imperial y el regreso a las zonas de influencia. Para caracterizar este segundo rasgo parece oportuno utilizar la expresión imperialismo globalizado,1 resaltando que nos encontramos ante la evolución de un proceso que es a la vez mundializado e imperialista, esto es, que comporta no tanto la cancelación de la globalización como su transformación profunda2 de la mano del fortalecimiento del poder de los estados y el regreso de la geopolítica.

En tercer lugar, el mayor peso de la acción estatal se produce en un contexto involutivo que conduce hacia nuevas modalidades autoritarias. Las democracias se ven asediadas por la alianza entre el poder político y tecnológico, y el gasto social, que daba cierto contenido real a esas democracias más allá de sus aspectos formales, se encuentra seriamente comprometido por el rearme militar.

 

El contexto

Para comprender bien el tránsito hacia este nuevo orden mundial, que se desarrolla sobre la reafirmación de los intereses nacionales y a partir de una diplomacia coercitiva, alejado del clásico orden basado en reglas y asentado no en el antagonismo entre sistemas económicos ideológicamente opuestos (como ocurrió en algún momento del pasado) sino en la confrontación entre potencias que encarnan diferentes tipos de capitalismo con intereses globales en pugna, no hay que perder de vista en ningún momento el contexto, marcado fundamentalmente por el cambio climático y la transición energética, la multipolaridad en un mundo de geografía económica cambiante y la relevancia que adquiere el poder tecnológico asociado al mundo digital.

En primer lugar, cada vez son más relevantes los efectos que tanto el cambio climático como la transición energética tienen en el tensionamiento de la geopolítica actual. Sirva un botón de muestra: los efectos del calentamiento global sobre el deshielo del Ártico están abriendo enormes posibilidades tanto de explotación minera como de apertura de nuevas rutas marítimas. La temperatura media en el Ártico ha sufrido un aumento de 2, 5 ºC en las últimas décadas, un incremento considerablemente mayor que la media mundial. De mantenerse esta tendencia, próximamente se podrá navegar por el Ártico durante varios meses seguidos, especialmente en la costa rusa. Ya se asistió el año pasado a un acontecimiento inédito: en septiembre dos navíos portacontenedores chinos se cruzaron a la altura de la isla de Novaya Zemlya sin la ayuda de buques rompehielos. Solo hay que mirar el mapa del Ártico para comprobar que la mayor parte de las fronteras marítimas de la zona están bajo control ruso, noruego, danés (Groenlandia) o canadiense. Así se comprende mejor el interés de Trump sobre Groenlandia y su manifestado deseo de integrar a Canadá como Estado número cincuenta y uno de la Unión.3

A su vez, la transición energética que persigue la descarbonización tiene claras implicaciones sobre la geopolítica fosilista (toda la historia del capitalismo contemporáneo tiene que ver con el petróleo) y, más relevante aún, aumenta la dependencia de los minerales que hacen posible la incorporación de las renovables al mix energético. Recientemente ha quedado en evidencia que detrás de los procesos de negociación para tratar de conseguir el cese de la guerra en Ucrania pesa, y mucho, la disputa global por el control de recursos estratégicos. La ofensiva neocolonial de Trump sobre Ucrania, reclamando una parte sustancial de sus minerales como compensación por la ayuda militar prestada, pero sobre todo las concesiones políticas a Rusia (como el reconocimiento de la soberanía rusa sobre Crimea y del control de las regiones ocupadas de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia), ponen de manifiesto que detrás de las buenas relaciones con Putin está la pretensión de EEUU de poder acceder también a los minerales estratégicos de Siberia (particularmente a los yacimientos de Tomtor y Zashikhinskoye) con los que garantizar la seguridad en el suministro de materiales críticos y tierras raras. Por otro lado, no hace falta recordar que China controla el procesamiento del litio, el cobalto y las tierras raras, lo que le otorga una posición dominante sobre insumos claves en la transición energética y digital y en la industria militar, que constituyen los ejes que articulan hoy las transformaciones productivas en Occidente.

En segundo lugar, el mundo es cada vez más multipolar a medida que el centro de gravedad económica se desplaza hacia Asia oriental. La pugna de los EEUU con China por liderar la economía mundial será una de las principales claves en la comprensión de los próximos tiempos. Ahora bien, en este contexto, Trump no solo es exponente del declive de los EEUU, sino también en cierto modo de la creciente pérdida de protagonismo de eso que, como conjunto o sistema, se ha dado en llamar “Occidente”.

Las creencias de la modernidad europea que se diseminaron mediante la expansión colonial del capitalismo por todo el orbe (la mentalidad materialista y tecnocrática, exclusivamente orientada por la razón instrumental, basada en una fe ciega en el mercado y la tecnología, obsesionada por dominar la naturaleza y la acumulación de la riqueza y el poder, dando lugar a la ilusión del crecimiento económico indefinido y a una visión unilateral del progreso) hace aguas por todos los lados. Afectados como estamos de un eurocentrismo y un atlantismo sin cura, no nos damos cuenta de que el mundo, y las miradas para interpretarlo, están cambiando. Eso nos impide comprender que el mundo “no occidental” no se siente concernido en esa batalla que Europa se trae frente Rusia o que EEUU tiene emprendida contra China. La mayoría de esos países no entienden los argumentos morales para situarse en contra de Putin ni ignoran que la irresponsable estrategia de la OTAN de llevar su alcance hasta la misma frontera rusa fue una terrible provocación. Y tampoco ven en las relaciones con China la arrogancia y el desprecio que siempre han sentido al relacionarse con Occidente.

Finalmente, el campo tecnológico se presenta como uno de los principales frentes de batalla para quienes están impulsando este nuevo orden. Los tecnoligarcas han financiado la campaña de Trump y, a cambio, se va a dejar libres de regulaciones a sus empresas (sobre todo en actividades como la inteligencia artificial). También va a ser más evidente la fusión entre el poder económico y político. Las grandes tecnológicas es posible que terminen asumiendo funciones propias del Estado, particularmente en lo que se refiere a los sistemas educativos administrados por plataformas de aprendizaje automático, en los sistemas de salud gestionados por algoritmos predictivos, en tribunales digitales con bases de datos jurisprudenciales que, ayudadas de la inteligencia artificial, permitan resolver litigios en tiempo real, o asumiendo capacidades en los capítulos de defensa y seguridad nacional (Musk ya ha mostrado su influencia al desplegar su red de comunicaciones por satélites  Starlink en Ucrania).4

Acemoglu y Johnson mencionan el momento crítico que vivimos en cuanto a las relaciones de la tecnología con la democracia.[5] El poder de las grandes tecnológicas no tiene precedentes, ni siquiera comparándolas con lo que pudieron representar en su día la Compañía de las Indias Orientales u otras poderosas empresas de la historia más reciente como las grandes corporaciones petroleras: «Lo sorprendente de los gigantes tecnológicos actuales, especialmente Facebook, Google y, hasta cierto punto, Apple, Amazon y Microsoft, es que no solo son enormes y multinacionales, sino que además controlan las fibras mismas de la sociedad. Dan forma a la información, están integrados en todos los aspectos de la vida cotidiana e influyen en la opinión pública. Nunca hemos tenido empresas tan poderosas como las grandes tecnológicas».6

 

rdida de hegemonía y reafirmación imperial

En este contexto, el orden emergente presenta rasgos preocupantes en cuanto que parece encaminado, más que a afrontar los desafíos que tenemos planteados (el incremento de los riesgos ecosociales o de los conflictos y los desplazamientos forzados), a cerrar las vías del multilateralismo y la democracia, deslizándose hacia formas de imposición unilateral y autoritarias tanto en el interior de cada sociedad como en el plano internacional. Algunos lo ven como el tránsito hacia un «orden iliberal», otros como la plasmación de un «electoralismo autoritario» en la medida en que sin prescindir del sufragio universal cuestiona radicalmente lo que representa el Estado de derecho.

En cualquier caso, lo que en estos momentos se puede observar con relativa claridad es la imposición del lenguaje de la fuerza, por un lado, y la voluntad de sustituir el welfare por el warfare como consecuencia lógica de lo anterior. Ambas tendencias reflejan el renacimiento de las rivalidades geopolíticas en la era del imperialismo global.

Los primeros pasos del segundo gobierno Trump profundizan en esa dirección dada la incapacidad de los EEUU de mantener su hegemonía mundial. El dominio internacional de una potencia suele tener como componentes el unilateralismo y la hegemonía. El unilateralismo encarna la facultad de configurar las reglas del juego en las relaciones internacionales en función de los propios intereses, pero la hegemonía significa además tener la capacidad de hacerlo sin recurrir a la fuerza, por mera presión política. Ahora el unilateralismo norteamericano parece que ha dejado de sostenerse sobre la hegemonía y, sin ella, el uso del lenguaje y la lógica de la fuerza se ha convertido en el principal recurso político.7

Todo lo que ha venido manifestando y haciendo la Administración Trump hasta este momento destila formas y maneras impositivas, coercitivas y desdeñosas: ha humillado a Volodímir Zelenski en el Despacho Oval, ha impuesto aranceles motivado más por el tipo de relaciones que mantiene con los países que por la tipología de los productos sujetos a gravamen, muestra una preferencia indisimulada por el bilateralismo frente al multilateralismo y apuesta por abrir un escenario que no parece regirse por reglas sino por tratos. Mentalidad de un emperador que ya no busca la hegemonía. Dos acontecimientos resultan emblemáticos de este tránsito al poder duro: el primero, el cierre de la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID); el segundo, la apelación constante al rearme.

Desde sus comienzos, la USAID ha sido una de las principales herramientas de la política exterior injerencista de los EEUU. Para ello se utilizaban los instrumentos habituales de la cooperación oficial al desarrollo: los créditos, los fondos de ayuda humanitaria para situaciones de emergencia, la asistencia técnica y, nunca ausente, el apoyo militar y las actividades de espionaje y contrainteligencia. La cooperación permite al Estado donante recabar valiosa información desde un punto de vista estratégico, la ayuda humanitaria sirve para deshacerse de los excedentes agrícolas y los préstamos se condicionan habitualmente a compras que favorezcan a las empresas propias. La cooperación se ha entendido como beneficio mutuo: el país receptor se beneficia de unos fondos y de una asistencia que le permite atender necesidades no cubiertas, mientras que el país donante la utiliza como freno a la inmigración, lucha contra el narcotráfico o el terrorismo internacional, para prevenir enfermedades globales y pandemias o, simplemente, como manera de mantener al país receptor en su zona de influencia alejado del influjo de su rival geopolítico. Las agencias de cooperación internacional han sido habitualmente herramientas de soft power al servicio de los intereses y la seguridad nacional. Sin embargo, los imperios no cooperan, se imponen, solo utilizan herramientas hard power y desdeñan de lo que suena soft, pues llega un momento en el que perciben que lograr la hegemonía les reporta más costes que ventajas.

Esta percepción se encuentra detrás de la constante apelación al rearme europeo. Los EEUU consideran que Europa –justificándose en su apuesta por el poder blando y sus supuestos valores ilustrados– se ha beneficiado durante demasiado tiempo de la cobertura militar que le ha proporcionado. Ya es hora de que el resto de Occidente pague su propia factura de defensa, máxime cuando su atención se desplaza hacia Oriente y observa a los europeos comportándose deslealmente, pues al tiempo que se han aprovechado de su cobertura militar también se han beneficiado durante décadas de la energía abundante procedente de Rusia y de los productos baratos demandados a China. La visión mercantilista de Trump, combinada con la mentalidad imperial de quien cree que puede apropiarse de todo aquello que está a su alcance e imponer su voluntad, produce un precipitado de difícil digestión en un mundo cada vez más multipolar, diverso y necesitado de acuerdos urgentes para afrontar los grandes desafíos globales. Lejos de ello, el imperialismo global que abandera en estos instantes Trump se ha convertido en la principal fuente de amenazas para la democracia y la paz, y Europa con su plan armamentístico (justificado en la retórica de la autonomía estratégica) se apresta a responder obedientemente a los mandatos.

 

Santiago Álvarez Cantalapiedra

Director del área Ecosocial de FUHEM y de la revista Papeles de relaciones ecosociales y cambio global.

NOTAS

1 Ángel Martínez González-Tablas, «2024: trayectoria y visión integral de la globalización», Revista de Economía Crítica núm. 37, 2024, pp. 65-82.

2 Continúa profundizándose la mundialización en aspectos sociales, culturales y comunicativos; también en distintos eslabones del proceso económico, como la pugna por la extracción de los recursos o la hegemonía de las finanzas, aunque se observa cierto retroceso relativo en el plano del comercio mundial por el impulso arancelario y en la transnacionalización productiva debido a los planes de relocalización industrial de los países occidentales.

3 Enric Juliana, «El mapa que lo explica todo», La Vanguardia, 14 de enero de 2025, disponible en:  https://www.lavanguardia.com/politica/20250114/10271614/mapa-explica.html

4 En este sentido, el papel de Musk al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) va más allá de los recortes en áreas sociales o ámbitos que considera que están colonizados por el “pensamiento woke”, y lo fundamental es la reestructuración que está acometiendo para alinear las instituciones y los recursos del Estado con los intereses de las principales empresas tecnológicas.

5 Daron Acemoglu y Simon Johnson, Poder y progreso, Editorial Deusto, Barcelona, 2023.

[6 Entrevista de Óscar Granados al Nobel de Economía Daron Acemoglu: «Nunca hemos tenido empresas tan poderosas como las grandes tecnológicas», Ethic, 20 de febrero de 2025, disponible en: https://ethic.es/entrevistas/entrevista-daron-acemoglu

7 Boaventura de Sousa Santos, «Trump: ¿la astucia del tigre de papel?», Other News, 25 de enero de 2025, disponible en: https://www.other-news.info/noticias/trump-la-astucia-del-tigre-de-papel/ 

Acceso al texto completo del artículo en formato pdf: Orden imperial y amenazas a la paz y la democracia