Transición energética sin crisis ecosocial
El próximo 26 de abril de 2022 tendrá lugar una nueva sesión del Ciclo Debates para un Pensamiento Inclusivo organizado por la Revista Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global de FUHEM Ecosocial con la Casa Encendida de Fundación Montemadrid,
Debates para un Pensamiento Inclusivo es un Ciclo de encuentros para reflexionar y debatir sobre las grandes tendencias y cuestiones que atañen a nuestro tiempo, y que definen el funcionamiento y los objetivos del sistema socioeconómico en el que vivimos, para imaginarnos entre todos y todas, alternativas justas, inclusivas y sostenibles.
Cada sesión cuenta con la presencia de los y las autoras de algunos artículos destacados de la revista, según la temática elegida para cada edición y se pondrá a disposición de los asistentes materiales como artículos y resúmenes de cada número, para facilitar la reflexión y la puesta en común.
En esta ocasión abordaremos cómo el modelo energético dominante resulta inviable si queremos preservar las condiciones que facilitan una vida digna en el planeta.
Esta contradicción exige alejarnos de un modelo de acumulación basado en requerimientos crecientes de materiales y energía, y perfilar horizontes emancipatorios con nuevos fines (sociales, económicos y políticos), y medios menos intensivos en recursos.
Pensar la transición hacia una nueva base energética requiere algo más que una aceleración del desarrollo tecnológico y sustituir las fuentes energéticas de origen fósil por otras de naturaleza renovable.
La interiorización de la existencia de los límites naturales debería situar, como ejes centrales en una estrategia de transición, dos cuestiones. La primera, ser conscientes de que la senda por la que transitaremos será descendente en términos energéticos, dada la existencia de límites (materiales, territoriales, de eficiencia tecnológica, etc.). La segunda, asumir que el camino hacia la descarbonización de la economía va a estar condicionado necesariamente por lo anterior.
Existen, además, otros planos que no es posible obviar dentro de este mismo debate. El primero tiene que ver con la denominada descarbonización mediante electrificación de todos los procesos que hasta ahora se encuentran alimentados con recursos fósiles, y que en adelante obtendrían los suministros de un sistema eléctrico basado en flujos renovables. Esta vía, sin pensar en cambios profundos en el modo de vida hegemónico, además de los ya citados límites biofísicos, no está exenta de su propia problemática, particularmente derivada de la singularidad que presenta la electricidad como producto.
Otro plano ineludible que añade complejidad a la transición es la presencia en el sector energético de instituciones, actores y relaciones de poder que, de no tomarse en consideración, marcarán las posibilidades de que aquella pueda llegar a ser justa además de sostenible.
En ese sentido, la crisis energética difícilmente puede abordarse con el nivel de complejidad y seriedad que requiere si no nos pone frente al espejo de la situación de extralimitación en la que nos encontramos, y no se encaran las dificultades específicas que presenta un sistema energético que, además de gobernado por estructuras oligopólicas que condicionan el funcionamiento de los mercados y la fijación de los precios, rezuma fuertes tensiones geopolíticas.
Para que la transformación de la matriz energética no desemboque en una tragedia ecosocial sin precedentes, hay que perfilar horizontes emancipatorios que tengan otros fines y partan de otros medios.
Contaremos con la presencia de:
- Óscar Carpintero, autor invitado en el número 156 de la revista Papeles y profesor en la Universidad de Valladolid.
- Tica Font, autora invitada en el número 156 de la revista Papeles y miembro del Centre Delàs d'Estudis per la Pau.
- Rafael Fernández Sánchez, autor invitado en el número 156 de la revista Papeles y profesor en la Universidad Complutense de Madrid.
Modera: Mónica Di Donato, revista Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global de FUHEM Ecosocial.
Coordina: revista Papeles de FUHEM Ecosocial.
La actividad se desarrolla en una sala Zoom que requiere inscripción previa.
Una vez realizada la inscripción, y antes de cada sesión, se enviará un correo electrónico de confirmación con los datos de acceso al encuentro.
RECUERDA:
FECHA: 26 abril 2022
Actividad online
Precio: Gratuito, previo registro
Acceso a las sesiones anteriores del ciclo.
Necesidad de verdad, conflicto y generosidad
El texto «Necesidad de verdad, conflicto y generosidad. Más allá de la crítica a la cancelación» de Jordi Mir pertenece a la sección A FONDO del número 152 de la revista Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, dedicado a la Polarización, fracturas, crispación y posverdad.
Es necesaria una lectura crítica de la cultura de la cancelación con el fin de profundizar en algunos de los grandes desafíos que es urgente abordar para hacer posible la convivencia y la democracia. El artículo apunta cómo la gestión de los conflictos debe de partir de la creación de democracia, no de su destrucción, y sin rechazo al debate plural y al reconocimiento de las verdades de los hechos y la diversidad de las valoraciones.
«La restricción del debate, sea a manos de un gobierno represivo o de una sociedad intolerante, daña invariablemente a aquellos que carecen de poder y hace a todos menos capaces de la participación democrática».[1]
¿Quién puede estar en contra de esta afirmación?
Pertenece a «Una carta sobre justicia y debate abierto», también conocida como «Harper's Letter», un texto publicado por Harper's Magazine el 7 de julio de 2020 respaldado por más de un centenar de firmas de personas con presencia pública dedicadas a la escritura, la docencia, el periodismo… Un conjunto de firmas diverso y plural que ha ayudado a esta declaración para ser considerada como una aportación transversal, creada y participada por personas de diferentes posiciones políticas, de Francis Fukuyama a Noam Chomsky, por citar dos autores que es posible que no acostumbren a coincidir en la firma de declaraciones, manifiestos, peticiones u otro tipo de textos.
¿Quién puede estar en contra del debate abierto? ¿Quién está en contra hoy de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres? ¿Quién está en contra hoy de la sostenibilidad?
Hay determinadas ideas que los últimos años han ido ganando centralidad. Han surgido de los márgenes para ser compartidas en la centralidad. Han ganado la hegemonía discursiva: buena parte de la sociedad, de los medios, de los partidos políticos dicen defenderlas. Otra cosa es la hegemonía efectiva, que se cumplan. A este texto le pasa algo parecido, una cosa es lo que se dice y otra es lo que se hace. La defensa del debate abierto por parte de quien no debate de manera abierta resulta problemática. De acuerdo, debate abierto, pero...
¿Quién establece qué es el debate abierto? ¿De qué manera las personas firmantes y quienes apoyan esta declaración lo practican? ¿Cómo podemos concretar un poco más para profundizar en los problemas que tenemos como sociedad buscando solucionarlos?
Las siguientes páginas se acercarán críticamente a la crítica de la cultura de la cancelación para profundizar en algunos de los grandes desafíos que es urgente abordar para hacer posible la convivencia y la democracia. Vivimos en sociedades que esconden sus conflictos o que tienen muchas dificultades para gestionarlos creando democracia y no destruyéndola. Sociedades enfrentadas a partir de grandes dosis de partidismo, con gran rechazo al debate plural y al reconocimiento de las verdades de los hechos y la diversidad de las valoraciones.
Monumentos racistas defendidos en nombre de la libertad
«Una carta sobre justicia y debate abierto» se ha convertido en un referente de la llamada crítica a la cultura de la cancelación y este es su planteamiento inicial:
Nuestras instituciones culturales afrontan un momento decisivo. Poderosas protestas por la justicia racial y social conducen a demandas largamente esperadas de reforma policial, junto a llamamientos más amplios en pos de mayor igualdad e inclusión en nuestra sociedad, y también en la educación superior, el periodismo, la filantropía y las artes. Pero esta revisión necesaria también ha intensificado un nuevo conjunto de actitudes morales y compromisos políticos que tienden a debilitar nuestras normas de debate abierto y tolerancia de las diferencias en favor de la conformidad ideológica.
El texto empieza haciendo referencia a las movilizaciones sociales que tuvieron lugar después del asesinato de George Floyd mientras estaba detenido por la policía el 25 de mayo en Mineápolis, Minesota (EEUU). «Los disturbios son el lenguaje de la gente no escuchada», son palabras de Martin Luther King expresadas en 1966 que fueron muy recordadas durante los días posteriores a la muerte de Floyd y en el inicio de las movilizaciones. Estos actos de contestación surgidos en EEUU, pero llegados a otras muchas partes del mundo, generaron un nuevo capítulo de un movimiento social que los últimos años se ha presentado bajo el lema Black Lives Matter. Es un movimiento que viene de lejos, que conecta con el movimiento por la abolición de la esclavitud, con el movimiento por los derechos civiles…
La conexión de esta movilización con una historia de opresión se vio de manera muy clara en los episodios de destrucción de estatuas. Algunas fueron derribadas, otras tiradas al mar, alguna decapitada... Hubo administraciones que reaccionaron rápidamente para retirar las que estaban en riesgo. También vimos casos de protección de estatuas y disturbios a su alrededor. La historia y la memoria como lucha del presente. No es una novedad. Pero ha sido un episodio muy relevante por la cantidad de casos y la diversidad de lugares donde han sucedido.
Esta voluntad de cuestionar la historia aprendida, la memoria oficial, no se ha quedado en las estatuas. Llegó hasta el cine cuando HBO anunció que retiraba temporalmente de su catálogo la película Lo que el viento se llevó con voluntad de volverla a incorporar con algún texto contextualizador de su racismo. Las acciones movilizadoras y las respuestas como la de HBO no han tardado en generar críticas. Dani Gascón, director de Letras Libres, revista que publicó la traducción castellana del texto de Harper’s, en un artículo en El País titulado «La nueva censura es la vieja censura» escribe: «Asociamos la censura a fuerzas conservadoras, pero, si la censura se hace siempre en nombre de las buenas intenciones, tampoco es nuevo que se justifique con ideas de izquierda».[2]
Enric Juliana, periodista en La Vanguardia, escribía en un tuit:[3] «Estatuas de Colón derribadas, el monumento a Churchill protegido en Londres, “Lo que el viento se llevó” en cuarentena... Una ola de estupidez recorre el mundo, sí. Tiempos bárbaros. Esa ola se aceleró el día que Calígula accedió a la presidencia de los Estados Unidos». Oliver Stone ha criticado la cultura de la cancelación que sufre Lo que el viento se llevó, al ser cuestionada por racista, y su mismo cine. Es el caso de Comandante, criticada en este caso, según sus palabras, por “extremistas de derechas cubanos”[4]… Gente diversa ha defendido estas ideas y argumentos, que pueden ser vinculados, identificados, con la llamada crítica a la cultura de la cancelación.
Quizás convendría intentar aclarar conceptos. No parece que en ningún caso se haya planteado desde la movilización social o desde HBO censurar, ni cancelar, nada. Hemos asistido a actos, que alguien podría calificar de vandálicos, para denunciar que la memoria dominante en nuestras sociedades, la memoria oficial, que se hace presente en las estatuas no se ha preocupado de otras memorias. Podemos no compartir las maneras de hacerlo, pero no debería pasar por alto la causa, la denuncia, el asunto que hay que debatir y buscar cómo tratar.
En nuestras sociedades hay muchas memorias. Los procesos de construcción de lo que queremos recordar, que queremos compartir, que queremos que perviva, son diversos y plurales. Hay memorias que no están en nuestras calles, en nuestras plazas, nuestros museos, en nuestras escuelas, en nuestras universidades... Hay memorias que han sido despreciadas durante siglos y lo siguen siendo ahora. Memorias que siempre están, pero que no son atendidas, que son invisibilizadas, que incluso son estigmatizadas o criminalizadas.
¿Dónde está la memoria del sufrimiento provocado por la esclavitud? ¿Dónde está la memoria del movimiento por la abolición de la esclavitud? ¿Dónde está la memoria del sufrimiento provocado por el racismo, por el patriarcado, por toda dominación? ¿Dónde está la memoria de quien ha actuado para acabar con estos padecimientos?
Una sociedad que se quiere democrática debería ser consciente de estas opresiones, de estas discriminaciones, de estas desigualdades, y buscar las maneras de ponerles remedio. Estas maneras no deberían pasar por derribar estatuas, tirarlas al mar o decapitarlas. Pero el objetivo debería ser claro y compartido: las memorias despreciadas, silenciadas, estigmatizadas, criminalizadas, deben dejar de serlo. Para ello debe haber una voluntad clara, los debates necesarios y prácticas concretas.
Las memorias oficiales tienen estatuas, las despreciadas tienen disturbios. Cuando las memorias despreciadas tengan sus estatuas quizás las cosas serán diferentes. Cuando las diferentes memorias y la historia se expliquen otra manera quizás las cosas serán diferentes. Debemos poder abrir procesos que nos permitan entender y explicar por qué existen estas desigualdades, discriminaciones, entre memorias y realidades de nuestro presente. No basta con defender la libertad de expresión y criticar la cultura de la cancelación. La libertad de expresión ha podido hablar de aquello de lo que ha decidido libremente callar, cuando no desinformar o criminalizar.
La aceptación del conflicto
Sin la aceptación del conflicto no puede haber convivencia. Puede parecer una contradicción, pero donde no hay conflicto sólo encontraremos la paz de los cementerios o de la imposición. En toda relación humana, en toda sociedad, hay conflictos. La cuestión es si los vemos, si los reconocemos, si los intentamos resolver.
Las memorias oficiales tienen estatuas, las despreciadas tienen disturbios
Convendría ponerse de acuerdo en qué es la convivencia. Hay quien definiría la convivencia como el interactuar con otras personas desde el reconocimiento de su dignidad, de sus derechos y de sus deberes. Aquí hay un punto de encuentro claro y fundamental con las críticas a la cultura de la cancelación, pero necesitamos ir más allá. Algunas de las críticas a la cultura de la cancelación parecen querer evitar o negar el conflicto. No aceptan la cancelación, pero tampoco otros tipos de conflictos.
No podemos negar los conflictos. Es necesario analizarlos, buscar las maneras de resolverlos y aprovechar para aprender con ellos. Los conflictos no pueden quedar en silencio. Hay que conseguir que todas las partes puedan expresar sus conflictos, sus malestares. No nos podemos quedar en la enunciación de la libertad de expresión. Es necesario que esta libertad pueda ser usada y garantizada. La libertad de expresión debería contribuir a hacer emerger estos conflictos, pero no es suficiente.
Para hacer posible la convivencia es necesario pensar conjuntamente qué normas debemos tener y por qué razones. No podemos imponer normas sin más. La participación del conjunto de la sociedad es fundamental. Una política para poder convivir debería comenzar con un debate sobre cómo entendemos la convivencia para hablar de derechos, dignidades, reconocimientos, deberes... Esta política debería ocuparse de hacer emerger los conflictos que existen en nuestra sociedad y no negarlos u ocultarlos, no olvidemos que hay muchas más opresiones de las que seguramente sufrimos y vemos. A partir de ahí, tratar los conflictos y buscar las maneras de resolverlos desde la participación.
Una participación en la que no hay lugar para la violencia. Cuando hay conflicto y discrepancia, hay que distinguir entre hacer frente decididamente a los problemas y hacer daño a las personas implicadas. La discrepancia es necesaria, pero los ataques personales no. Una política para la convivencia debe saber que, en el conflicto, en la discrepancia, podemos tener ideas y comportamientos muy diferentes, incluso enfrentadas, pero eso no debería llevar a los ataques personales, a las descalificaciones, ni a las cancelaciones, ni a las criminalizaciones. La violencia, de cualquier tipo, destruye la convivencia. Es tan importante lo que hacemos como la manera de hacerlo.
Podemos pensar en una manera de entender el conflictos diferente a la mayoritaria actualmente, que no recurra a la cancelación, que tampoco niegue aquellos conflictos existentes
Nada de lo que se dice aquí es fácil de hacer. La convivencia honesta y sincera no es fácil de conseguir, se llega reconociendo diversidades, pluralidades, conflictos, acordando qué principios deben regular nuestra sociedad, hablando, discutiendo, cambiando de ideas... De la misma manera que hablamos de una cultura de la cancelación podemos pensar en una cultura del conflicto de la que formaría parte o no la cancelación. Podemos pensar en una manera de entender el conflicto diferente a la mayoritaria actualmente, que no recurra a la cancelación, que tampoco niegue aquellos conflictos existentes. Nélida Zaitegi (1946), maestra y pedagoga, tiene interesantes aportaciones sobre el conflicto y la convivencia que podrían ayudar a la gente pequeña y a la mayor en nuestras sociedades.
Polarizar para convencer o para odiar
Polarización es una palabra, un concepto, muy presente en los últimos años en los análisis de nuestras sociedades. La polarización es un elemento clave en muchos de los conflictos que vivimos. Se trata de una palabra que puede ser usada de diferentes maneras, pensado en tipos de actuación incluso contradictorios. Podemos atender a una polarización pensada para convencer, llegar a acuerdos, o una polarización pensada para odiar, enfrentarse e imponerse. La polarización puede tener mucho que ver con la cultura de la cancelación, pero también con su superación a partir de una gestión del conflicto que busque el acuerdo.
«Si los catalanes desean ganar, deben polarizar mucho más, presionar mucho más y aceptar altos niveles de sacrificios».[5] Este titular de una entrevista a Paul Engler, autor de Manual de desobediencia civil (Saldonar Edicions), generó mucha polémica a finales de 2019. Una parte importante de esta polémica se generó al ser el presidente de la Generalitat en aquel momento, Quim Torra, quien se hizo eco de estas palabras y las divulgó en Twitter.
Las respuestas y críticas se acabaron centrado en el hecho de que a la hora de pedir polarizar mucho más y aceptar altos niveles de sacrificios se estaría haciendo referencia a confrontación, violencia, fuego e, incluso, muertos. No hablaré ni por Torra ni por Engler. Torra hizo un tuit diciendo que eran «unas reflexiones que todo el independentismo debería escuchar atentamente», le podemos pedir explicaciones si lo consideramos oportuno. En el caso de Engler, más allá del libro, en diferentes ocasiones ha expresado públicamente su posición sobre la polarización y los sacrificios. «Todos los movimientos sociales deben involucrarse en la polarización. Deben hacer cosas que muevan la opinión. Hacer que la gente que es neutral pase a ser pasivamente favorable y luego activamente favorable. Hasta el punto de salir a la calle. Y sabiendo que pasará lo contrario: alguna gente será mucho más contraria a la causa. Esto es la polarización». Así define Engler la polarización en la entrevista recomendada por el presidente Torra. Nada de incendios, de violencias, de muertos.
Engler cuando habla de polarizar piensa en hacer visible un conflicto y que esto lleve a la ciudadanía a tomar una posición. Lo que se busca es el apoyo y explica claramente cómo se debe polarizar. Habla de diferentes casos históricos de polarización. Por ejemplo, considera que Gandhi acertó polarizando a partir de los impuestos y no sobre la independencia.
La polarización que nos propone Engler es la que ha aprendido de movimientos sociales que, desde los márgenes, han sido capaces de poner en el centro del debate cuestiones que han evidenciado conflictos existentes en sus sociedades. A partir de la polarización han crecido. Han hecho evidente el conflicto y han obtenido unos soportes inexistentes antes. Pero no se debe confundir esta polarización con violencias, muertes...
Polarizar tiene que ver con convencer, con persuadir, con ganar apoyos... Por eso Engler no tiene claro que esto se consiga cortando carreteras. Y cuando habla de sacrificios piensa en la cárcel y la represión que sufren los movimientos sociales. Piensa y mucho en el movimiento por los derechos civiles contra la segregación racial. Este movimiento logró cambios legales a favor de la igualdad de derechos. También el feminismo y otros. Y lo consiguieron polarizando, haciendo que la población se posicionara a favor de la igualdad, que defendían, o de la discriminación existente. Son luchas que continúan.
Estas reflexiones que aquí planteo nada tienen que ver con estar a favor de la independencia de Catalunya, en contra, o con la posición que se quiera. Este intento de aclaración sobre un concepto como el de polarización busca poder tener un diálogo, un debate, riguroso. También hay una segunda voluntad. Necesitamos que aquello vinculado a la movilización social no sea utilizado instrumentalmente, partidistamente, por quien está a favor o en contra de una determinada opción. La movilización social es demasiado importante para el conjunto de una sociedad para sufrir estos intereses de parte.
Engler, a partir de la publicación del libro, fue entrevistado por medios más o menos afines a la propuesta independentista. No apareció en aquellos que no la comparten, ni más ni menos. En mi opinión, Engler merece ser entrevistado pensando, por ejemplo, en qué papel tiene la movilización social y la desobediencia en la historia, y en el presente de nuestras sociedades. No hay que estar a favor o en contra de la independencia de Catalunya para hacerlo. Quizás estaría bien no destacar tanto las cosas que Engler dice sobre Cataluña, cuando ya ha dicho en diferentes ocasiones que es una realidad que conoce poco, y ver qué podemos aprender de lo que más conoce.
La movilización social, la desobediencia civil, la no violencia... son realidades que en los últimos años han pasado de los márgenes al centro del debate en Catalunya. Algo parecido pasó con las movilizaciones del 15M. Son formas de actuar y pensar que han pasado de ser silenciadas, olvidadas, criminalizadas por los poderes a ser utilizadas en beneficio propio por algunos de estos mismos poderes. Una vez en el centro del debate, estas realidades, pueden vivir la difusión de grandes altavoces, pero no necesariamente se tratan con el rigor que merecerían y corremos el riesgo de que mueran de éxito por la apropiación y la utilización partidista. Cuando a diferentes poderes les deje de interesar la movilización social quien siempre la ha practicado desde los márgenes la seguirá necesitando.
Es posible que el concepto de polarización más utilizado hoy no sea al que se refiere Engler. Hoy se está hablando de polarización pensado en la división de la sociedad, en su enfrentamiento, incluso en la generación de odio. Convendría distinguir y clarificar los usos para no generar confusiones innecesarias. Buena parte de las movilizaciones que han buscado ampliar y profundizar derechos han polarizado para hacer visible su posición y convencer de la necesidad de cambio. El feminismo polarizó y polariza para mostrar el patriarcado buscando mostrar sus opresiones y convenciendo para obtener mayores apoyos para su transformación. El movimiento ecologista también, y el obrero y el vecinal, y el LGTBI, y el que defiende el derecho a la vivienda… Se puede polarizar sin cancelar, sin generar odio… Y también se puede polarizar cancelando, generando odio… Conviene tener presente que toda actuación para polarizar puede tener como resultado el aumento de la democracia o su reducción. Hay polarización que es capaz de crear democracia y otra que es capaz de destruirla. Necesitamos poder distinguir.
La necesidad de verdad
Sin verdad no podemos ser libres y no puede haber democracia. Mucho podemos dialogar sobre la verdad. ¿Qué es la verdad? ¿Existe la verdad? No es lo mismo la verdad sobre hechos que han ocurrido, o no, que la verdad sobre valores, que podemos considerar de maneras muy diferentes. ¿Quién es de verdad el mejor jugador de fútbol? Hay debates que nunca terminarán y otros que deberíamos poder resolver de acuerdo con las evidencias, los datos, lo que sabemos que ha ocurrido. La verdad, como lo bueno, en según qué ámbitos depende de los gustos de cada cual, pero en otros depende de los hechos. Decir la verdad es el primer objetivo de la organización Rebelión o Extinción, que trabaja para hacer frente a la crisis ecológica. Denuncian la falta de verdad, la mentira, consistente en no explicar al conjunto de la ciudadanía la gravedad de la situación y actuar en consecuencia.
Se ha desencadenado una guerra contra la verdad. Así se está haciendo política en muchas partes del mundo, nuestra sociedad no es una excepción. Lo importante no es decir la verdad o mostrar que otras opciones mienten. El objetivo es colocar nuestra verdad, que se crea nuestra verdad. No importa si lo es o no lo es. No importa si los datos y las evidencias nos dan la razón o no. Se trata de conseguir que la gente crea aquello que decimos y para ello hay que acabar con la misma noción de verdad. La sociedad entera pierde cuando esto ocurre.
Hoy nos lo explica Jason Stanley desde EEUU, como se puede leer en su obra Facha. Cómo funciona el fascismo y cómo ha entrado en tu vida (Blackie Books, 2019). También Marcia Tiburi desde Brasil y se puede leer en Cómo conversar con un fascista. Reflexiones sobre el autoritarismo de la vida cotidiana (Akal,2018). Podríamos pensar que esta guerra contra la verdad solo es cosa de fascistas, pero me parece que conviene reflexionar sobre a qué y a quién se presenta como fascismo. Necesitamos pensar que todo ataque a la verdad, incluso en nombre de nuestra mejor causa, es un ataque a la libertad de las personas y a la posible vida en democracia.
Noam Chomsky nos dice: «No paras de decir mentiras y lo que ocurre es que el concepto verdad simplemente desaparece».[6] Así se expresaba Chomsky en una entrevista hace pocos días con Amy Goodman. Lo decía pensando en la creación de mentiras en los EEUU en esta crisis del nuevo coronavirus. La verdad desaparece cuando no se puede distinguir mentira y verdad. Hay quien persigue este objetivo. No se trata sólo de colocar una mentira, de convencer de una realidad que no lo es. Lo que se persigue es que la ciudadanía ya no pueda distinguir una verdad de una mentira, que no tenga los instrumentos para hacerlo. Si no somos capaces de saber que es verdad y que no lo es, si no tenemos los instrumentos para poder hacerlo, si incluso llegamos a pensar que no existe nada que pueda ser considerado verdad, lo que queda es seguir a quien marca el camino. Se levanta la mano, el tuit, el discurso, el relato y se quiere que sigamos un determinado camino. La cancelación puede tener mucho que ver que esta imposición de la propia verdad. La verdad muere en esta cotidiana construcción de mentiras al servicio de imponer una verdad.
«La necesidad de verdad es la más sagrada de todas. Sin embargo, nunca se habla de ella». Así se expresaba Simone Weil (1909-1943) cuando, durante la Segunda Guerra Mundial, reflexionaba sobre las necesidades humanas y cómo se tenían que poder satisfacer. Deberíamos pensar y hablar más de la verdad, de la necesidad de verdad que tenemos. Tenemos que pensar y hablar sobre qué destruye la verdad. La verdad está muriendo desde los relatos surgidos de la comunicación de partidos, medios o empresas que nos presentan mentiras como si fueran verdades.
A Weil le preocupa como la mentira puede ser todo y como una parte mayoritaria de la sociedad no tiene tiempo y recursos para buscarla: «Hombres que trabajan ocho horas diarias hacen el gran esfuerzo de leer por la noche para instruirse. Como que no pueden ir a las grandes bibliotecas verificar lo que han leído, creen todo lo que figura en los libros. No hay derecho a que se les dé a comer algo falso». En esta cita de una de sus obras más conocidas, Echar raíces, habla de libros, pero también tiene en cuenta los medios de comunicación, los partidos políticos... La necesidad de verdad exige que no se ejerza más el dominio del pensamiento que proceda de una preocupación que no sea exclusivamente la de la verdad.
Francisco Fernández Buey (1943-2012), lector de Weil, de quien en 2019 publicó Sobre Simone Weil. El compromiso con los desdichados (El Viejo Topo, 2020), a veces hacía la siguiente pregunta en sus clases: ¿de qué dicho nos podemos sentir más cerca: del verso convertido en dicho «nada hay verdad ni mentira: / todo es según el color / del cristal con que se mira», de Ramón de Campoamor, o de «la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero», escrito por Antonio Machado para su Juan de Mairena. Hay que ser conscientes de cuando estamos ante hechos que podemos saber si son verdad y cuando estamos ante valoraciones, opiniones, donde tanta verdad puede tener una posición como otra. Él estaba con Machado. La verdad es la verdad, la diga una persona muy reconocida o desconocida. La verdad es la verdad, la digan desde nuestro bando o desde el contrario. Cuando no podamos hablar de verdades porque estamos en una esfera de opiniones no convertimos nuestra en verdad. Hay que asumir la diversidad y pluralidad que hay en nuestras sociedades. Este reconocimiento de la verdad nos permite superar la cancelación, la polarización que crea odio; nos permite tener debates y diálogos honestos. Componentes claves para una sociedad que se quiera democrática.
Superar el partidismo y pensar con la propia cabeza
Simone Weil, durante esos años hizo otra gran aportación, su crítica al partidismo. Weil estaba profundamente preocupada por el hecho que la operación de tomar posición a favor o en contra había sustituido a la obligación de pensar. Y tenía dudas de que se pudiera remediar esta situación sin suprimir los partidos políticos.
El análisis de Weil sobre los partidos políticos es claro y alarmante. Nos presenta tres características esenciales de estas organizaciones. Un partido político es una máquina de fabricar pasión colectiva. Un partido político es una organización construida de tal modo que ejerce una presión colectiva sobre el pensamiento de cada uno de los seres humanos que son sus miembros. La primera finalidad y, en última instancia, la única finalidad de todo partido político es su propio crecimiento, y eso sin límite.
Cuando Simone Weil escribió «Notas sobre la supresión general de los partidos políticos»[8] quiso plantear una reflexión sobre un gran mal para las personas y las sociedades. Un gran mal que hoy deberíamos continuar pensando y buscando las maneras de resolver. Comportamientos habituales en algunos de nuestros partidos políticos entiendo que así lo evidencian.
Al final de este texto Weil escribe:
Incluso en las escuelas, ya no se sabe estimular de otra manera el pensamiento de los niños si no es invitándoles a tomar partido a favor o en contra. Se les cita una frase de un gran autor y se les dice: “¿Estáis de acuerdo o no? Desarrollad vuestros argumentos”. En el examen, los desgraciados, puesto que tienen que haber terminado la disertación al cabo de tres horas, no pueden pasar más de cinco minutos preguntándose si están de acuerdo. Y sería tan sencillo decirles: “Meditad este texto y expresad las reflexiones que se os ocurran”.
«Notas sobre la supresión general de los partidos políticos» está dedicado a los partidos políticos, pero va mucho más allá. El problema del partidismo no es un problema sólo de los partidos políticos. Tiene que ver con la necesidad constante de posicionarse a favor o en contra, con el estar con nosotros o contra nosotros.
El relato es una palabra clave de la comunicación de los últimos años. Hay que construir un relato. Hay que explicar de manera clara, sencilla, nuestra posición. Lo que hacemos, lo que defendemos, lo que queremos, lo que criticamos. No debería ser nada negativo que haya preocupación por comunicar y hacerlo bien. Quizás el problema está en saber qué significa hacerlo bien.
¿Convencer? ¿Imponer? ¿Ofrecer informaciones y argumentos que puedan formar parte de un debate?
Hoy, desgraciadamente, parece que lo que se acostumbra a perseguir es que la gente piense lo dicho, lo que se quiere.
En los relatos que se construyen no es difícil encontrar la negación de quien se considera enemigo o contrario. Se busca negar su posición e imponer la propia. No se busca la verdad, de lo que se pueda alcanzar, o asumir que no hay una verdad y que necesitamos discutir las diferentes opciones posibles. Seguro que tenemos muchos ejemplos de relatos de estas características. Siempre es más fácil que identifiquemos estos relatos negativos cuando quienes los hacen no somos nosotros, pero es imprescindible ser conscientes de que también nuestras opciones, sean las que sean, pueden caer en estas prácticas.
El problema del partidismo no es un problema solo de los partidos políticos. Tiene que ver con la necesidad constante de posicionarse a favor o en contra, con el estar con nosotros o contra nosotros
Estar con una parte o con otra pasa por encima del pensar, se impone al pensar. En demasiadas ocasiones se confunde la parte con el todo. Lo hacen los partidos políticos, pero no solo. La diversidad y la pluralidad de nuestras sociedades representan una extraordinaria riqueza. Necesitamos tener presente que más allá de nuestra parte, de nuestra posición, hay ideas, propuestas y argumentos que pueden ser necesarios y deseables. Hablemos de lo que hablemos, discutamos de lo que discutamos. Necesitamos tomar partido contra el partidismo para poder pensar con la propia cabeza.
Principio de generosidad
Vivimos un modo de hacer política, dentro y fuera de las instituciones, que tiene como uno de sus fundamentos el ataque. Un ataque con razones o sin ellas. Este problema no es propio de un único partido, podíamos decir que es un mal de los partidos políticos, de la manera de hacer partidista.
Habría que defender y promover lo que podemos llamar principio de generosidad, también hay quien habla de principio de caridad. En el ámbito de la filosofía, de la lógica, se presenta de diferentes maneras este principio. Por lo que aquí nos ocupa y nos preocupa podemos definirlo así: el principio de generosidad plantea que toda afirmación o acción debería ser interpretada desde el reconocimiento de la racionalidad de quien la hace y en caso de que nos genere dudas habría que resolverlas antes de responder, criticar o atacar.
El principio de generosidad tiene objetivos claros, busca contribuir a la convivencia, al diálogo, a la discusión, a la comprensión. No se trata de negar las diferencias, ni los conflictos. Esta generosidad busca que podamos debatir, confrontar si es necesario, nuestras diferencias desde el juego limpio. El juego sucio no aporta nada a una manera democrática de entender el conflicto. Hacer decir a la otra parte lo que no dice es juego sucio. Atribuir a la otra parte acciones que no ha hecho es juego sucio. Lo que nos separa, que nos diferencia, incluso que nos enfrenta, necesitamos poderlo tratar constructivamente.
Para poder hacer efectivo un principio de generosidad hay que tener claro que todas las formas de ganar no son válidas; que una sociedad se debilita cuando una mentira pasa por verdad, aunque ello convenga a nuestra opción; que una sociedad se fortalece cuando hacemos pasar la verdad de los hechos por delante de nuestros intereses partidistas. El principio de generosidad, para poder existir, necesita un reconocimiento de las otras opciones que no son nuestras, que no compartimos, que no aceptamos. Pero hay que tener claro que sin esta generosidad no habrá fortalecimiento de todo lo que contribuye a una sociedad de convivencia, democrática, diversa y plural.
Tal como se apuntaba más arriba, sin conflicto no puede haber convivencia. Podríamos hablar del principio del conflicto. No hay conflicto que contribuya a la convivencia si no incorpora el principio de generosidad. Nuestra sociedad estará más lejos de poder ser democrática si no consigue superar la cancelación, el odio, el partidismo y consolidar el reconocimiento de la verdad, de los conflictos y la generosidad.
Jordi Mir es profesor del departamento de Humanidades de la Universitad Pompeu Fabra y en la de Ciencias Políticas y de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona. Es miembro del Centre d’Estudis sobre Moviments Socials (UPF).
NOTAS
[1] Véase: https://www.letraslibres.com/espana-mexico/cultura/una-carta-sobre-la-justicia-y-el-debate-abierto.
[2] Daniel Gascón, «La nueva censura es la vieja censura», El País, 13 de junio de 2020.
[3] Véase: https://twitter.com/EnricJuliana/status/1271731975515246593
[4] Ed Rampell, «Entrevista a Oliver Stone. El cineasta habla con Jacobin de su vida y de la política», Viento Sur, 28 de septiembre de 2020.
[5] Redacción de La Vanguardia, «Torra pide al independentismo escuchar a un autor que insta a “polarizar más” y a “aceptar sacrificios”», La Vanguardia, 28 de noviembre de 2019.
[6] Amy Goodman, «Noam Chomsky: “Si no paras de decir mentiras, el concepto de verdad simplemente desaparece”», ctxt, 19 de abril de 2020.
[7] Simone Weil, Echar raíces, Trotta, Madrid, 2014, p. 48.
[8] Publicado en Escritos de Londres y últimas cartas, Trotta, Madrid, 2000.
[9] Simone Weil, «Notas sobre la supresión general de los partidos políticos», en Escritos de Londres y últimas cartas, Trotta, Madrid, 2000, p. 116.
Acceso al artículo en formato pdf: Necesidad de verdad, conflicto y generosidad. Más allá de la crítica a la cancelación
Entrevista a Nick Buxton
Entrevista a Nick Buxton, realizada por Nuria del Viso y Carlos Saavedra, para el número 142 de la revista Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global
«Una seguridad para todos y todas ante el cambio climático debe surgir desde abajo y dirigirse a cambiar el sistema»
Nick Buxton es experto en comunicación y editor de publicaciones para Transnational Institute (TNI), donde coordina anualmente el informe Estado del poder.[1] Como activista, trabaja cuestiones de cambio climático, militarismo y justicia económica. Anteriormente trabajó durante cuatro años en Bolivia para la Fundación Solón como periodista y editor web. Es coautor y coeditor de Cambio climático S.A., editado por FUHEM Ecosocial en 2017 y entre sus anteriores publicaciones figura «Politics of debt», que apareció en el libro Dignity and Defiance: Bolivia’s challenge to globalisation (University of California Press/Merlin Press UK, January 2009).
Nuria del Viso y Carlos Saavedra (NV-CS): ¿Cuál fue el objetivo de Ben Hayes y tuyo al impulsar y editar el libro Cambio climático S.A.?
Nick Buxton (NB): Nuestro objetivo principal fue examinar las implicaciones que tiene tratar el cambio climático como una cuestión de seguridad, como se está haciendo. La idea surgió al observar que dos de los principales poderes del mundo, los ejércitos y las transnacionales, estaban desplegando esta perspectiva y paradigma de la seguridad con el fin de prepararse para hacer frente a los impactos de cambio climático desde un enfoque excluyente, y quisimos entender sus objetivos y las consecuencias que podrían generar.
NV-CS: ¿Qué están haciendo quienes controlan el poder para atajar las consecuencias del cambio climático?
NB: Los decisores políticos no son de los que niegan la ciencia; saben que el cambio climático va a tener impactos muy graves. Mi amigo Ben Hayes —coautor del libro—, que está muy involucrado en las políticas y entidades de seguridad, me comentó que ellos ya están diseñando sus planes. Descubrimos que hay dos grupos ‒militares y corporaciones‒ que están planificando a largo plazo para afrontar los impactos del calentamiento global, y decidimos analizarlo en profundidad. Reunimos a un colectivo de personas expertas en diferentes áreas como alimentación, agua, energía o migraciones para examinar estos planes y las alternativas que podemos plantear.
NV-CS: ¿En qué consisten esos planes?
NB: En 2003 el Pentágono comenzó a vincular cambio climático y seguridad nacional, y poco a poco integró esta visión en las políticas y estrategias del poder militar en EEUU. La Unión Europea desarrolló su propia estrategia de seguridad, que recogió en un informe[2] en 2008, que seguía la línea iniciada por EEUU; definía el cambio climático como un multiplicador de amenazas y presentaba la desestabilización del clima como un factor que agravaría todas las amenazas de seguridad, incluyendo el terrorismo, los conflictos por recursos y las migraciones, entre otras cuestiones.
Si examinamos los planes de los ejércitos o de las transnacionales vemos que no incluyen nada sobre cómo ayudar a los más vulnerables ante los cambios del clima. Es más, el enfoque consiste en cómo protegerse de los vulnerables, porque son los que menos tienen quienes se convierten en una amenaza, lo que es triplemente inmoral y no lo podemos aceptar.
NV-CS: ¿Y esta tendencia ha calado también en el ámbito de las cumbres internacionales?
NB: El mundo falló a la hora de responder a la crisis climática como la ciencia exige, algo que quedó claro en 2009 en la Cumbre en Copenhague y aún continúa ahora con el Acuerdo de París. Todo quedó claro poco antes de la Cumbre de Copenhague de Naciones Unidas de 2009. Había muchas expectativas de que esta cumbre pudiera realizar propuestas para abordar el cambio climático. Yo estaba trabajando con el equipo de comunicación del Gobierno de Bolivia y podía ver que detrás del escenario los más poderosos no querían hacer nada y estaban evitando cualquier compromiso. Podían firmar algo que no tenía ningún valor, pero no deseaban alcanzar compromisos reales. Mientras, las políticas de seguridad se fueron perfilando para definir el problema climático en clave securitaria.[3]
NV-CS: ¿Qué implicaciones tiene para la ciudadanía la aplicación de este enfoque securitario y el hecho de que el fenómeno se conciba como un “multiplicador de amenazas”?
NB: La palabra seguridad es muy peligrosa. Al escucharla de un decisor político es necesario preguntarse: ¿la seguridad de quién?, ¿contra quién? y ¿a qué coste?. Se asegura lo que hay, es decir, lo que tenemos ahora, que es un sistema muy injusto donde el poder económico, pero también político, está concentrado en muy pocas manos. De modo que asegurar lo que tenemos es asegurar un mundo con graves injusticias que además están en la raíz de la crisis climática. Porque es obvio que el cambio climático va a tener consecuencias, ya lo estamos viendo en forma de tormentas cada vez más fuertes, en sequías e inundaciones más severas por todo el mundo, en la desaparición de islas, etcétera, y sabemos que estas situaciones van a empeorar si seguimos aplicando medidas insuficientes para atajar las causas sistémicas del cambio climático.
NV-CS: La desestabilización del clima se plantea como el principal conflicto socioecológico de nuestro tiempo y presenta elevadas dosis de injusticia ambiental. ¿Quiénes son los ganadores y los perdedores de este proceso? ¿Quién gana y quien pierde con el cambio climático?
NB: Primero, quisiera dar unos datos: 90 corporaciones han causado el 63% de las emisiones de gases de efecto invernadero mundiales. Todos tenemos nuestra parte de responsabilidad en el calentamiento global, pero hay unos que tienen más responsabilidad que otros. Si no se han producido cambios importantes es porque esos sectores figuran entre los más poderos del mundo y son los que controlan la política. Actualmente, en Estados Unidos los que defienden el uso de combustibles fósiles han entrado en el gabinete de gobierno.
El Pentágono es la organización que más petróleo utiliza en todo el mundo. Estados Unidos gasta en armamento lo mismo que los siguientes 10 países juntos, y lo gasta principalmente en sus bases militares.
En el fondo, el cambio climático no es una cuestión de medioambiente, sino una cuestión de nuestro sistema socioeconómico, que se enfrenta a una crisis; es un sistema que ha creado una inmensa desigualdad, alienación y aislamiento de muchas personas por la destrucción de los lazos sociales y comunitarios, lo cual profundiza la crisis ambiental. En este sentido, los perdedores son los que están excluidos o desposeídos, y con los impactos de cambio climático serán más vulnerables todavía.
Un caso patente son aquellos que se desplazan debido al cambio climático. El cambio de los patrones de lluvia, las tormentas y otros fenómenos extremos vinculados al cambio climático están forzando a la gente a abandonar sus hábitats. Los planes de preparación de los ejércitos para hacer frente a los impactos del cambio climático se centran mucho en el peligro de las migraciones. La implicación de las estrategias militares es que tenemos que defendernos de estos migrantes. Todo ello da mucho impulso a los políticos que ahora hablan de la necesidad de invertir en muros, tecnologías de control y expulsión de inmigrantes.
Si queremos realmente una seguridad para todos y todas tenemos que cambiar el sistema y pensar en soluciones que surjan desde abajo, y no desde arriba, que es donde están los principales responsables de la generación de la crisis climática.
NV-CS: ¿Y cuál es el papel de las corporaciones transnacionales? ¿En qué momento llegaron a adquirir tanto poder?
NB: Las empresas transnacionales han asumido cada vez más poder en las últimas décadas en que ha triunfado la ideología neoliberal. Han adquirido poder económico ‒ahora empresas como Shell son más grandes que la mayoría de las economías de los países‒; poder jurídico, a través de los tratados de libre comercio, que sitúa su derecho a las ganancias por encima de los derechos humanos; poder político, por su injerencia en las políticas del Estado; y tienen gran capacidad de influencia en la educación y en la sociedad. Han creado un “sentido común” que nos hace creer que lo que beneficia a las empresas beneficia a toda la ciudadanía. Disponen de un poder desproporcionado sobre el futuro, exactamente en el momento en que la humanidad enfrenta la crisis más grave en su historia como es la crisis climática.
Las transnacionales tratan el tema del cambio climático mayoritariamente como un riesgo –un riesgo de su reputación si se percibe que no lo abordan, un riesgo a sus operaciones (por ejemplo las inundaciones que pueden cerrar sus fábricas o canales de comercialización), y un riesgo a sus ganancias en el futuro (por ejemplo, a través de legislación que restrinja sus actividades). También como manera de diversificar sus posibles beneficios. Hay muchos fondos de inversión que están invirtiendo más en recursos hídricos sabiendo que si hay más escasez en el futuro, entonces habrá también más ganancias.
NV-CS: Agricultura, agua, energía… son bienes básicos para la vida cuyo acceso podría considerarse parte del bien común. ¿Cómo está afectando a estos bienes el proceso de mercantilización que se está produciendo en torno al cambio climático? ¿Algún ejemplo?
NB: En la área de agricultura, vemos que la agroindustria –que han crecido increíblemente en poder hasta el punto en que ahora cuatro empresas controlan la mayoría de las semillas– afirman que solamente ellos pueden garantizar la alimentación del mundo en el futuro. Están entrando en países empobrecidos como Etiopia o Myanmar, desalojando a campesinos y expandiendo plantaciones de lo que llaman “Agricultura Climáticamente Inteligente” (Climate Smart Agriculture) con la ayuda de la cooperación internacional. Sin embargo, no todo lo que cae bajo esa etiqueta es necesariamente malo –es importante investigar cómo podemos mejorar nuestra adaptación al cambio climático–, pero controlada por las grandes empresas como está, cuyo objetivo principal es vender alimentos y maximizar sus ganancias, no proveer alimentos a los que no tienen, resulta preocupante. Ya hay suficiente comida en el mundo; el problema es el control de las agroindustrias que distribuyen la comida, que determinan la producción según las exigencias de sus accionistas, y no de los malnutridos. El cambio climático va a empeorar la vulnerabilidad de los más pobres; por ello, necesitamos urgentemente un nuevo modelo alimentario que no esté en manos de un puñado de transnacionales.
NV- CS: ¿Cambia de alguna manera el enfoque centrado en la seguridad ahora que el Gobierno de EEUU está en manos de un negacionista del cambio climático como Donald Trump y su círculo próximo?
NB: Donald Trump es el resultado de esta tendencia dirigida a evitar cambios que son necesarios para nuestro sistema económico si queremos frenar el cambio climático, y lo hacen manejando la retórica de la seguridad. Han manipulado una política del miedo para pintar la situación como una emergencia de seguridad que tenemos que controlar. Echan la culpa de estos procesos a las víctimas (inmigrantes, musulmanes, comunidades afroamericanas), en lugar de culpar a los que han causado la crisis económica y social en los EEUU. Se puede observar fácilmente que detrás del espectáculo Trump hay dos poderes muy claros en su gobierno: los ejércitos y las transnacionales. El Gabinete de Trump es el gobierno con más ejecutivos de transnacionales y más generales de la historia. Están haciendo todo lo que pueden por aumentar los ingresos del complejo industrial-militar, bajar los impuestos a las transnacionales y eliminar muchas regulaciones que protegen el interés público. Y mientras ellos abandonan del Acuerdo de París y socavan cualquier intento de reducir las emisiones, siguen planificando y preparándose para hacer frente a los impactos de cambio climático desde un enfoque excluyente, siguen invirtiendo en protección de las bases militares (contra el aumento del nivel del mar) y preparando sus operaciones en tiempos de cambio climático. Continúan poniendo en primer lugar las prácticas de imponer seguridad, en lugar de dar prioridad a tratar las causas de cambio climático.
NV-CS: Adaptación, mitigación, resiliencia… son conceptos de moda que se han asentado en el debate sobre el cambio climático y sus impactos. ¿En qué medida el enfoque de las elites sobre la crisis climática puede contaminar (o está contaminando) el discurso crítico?
NB: La misma pregunta es relevante cuando hablamos de seguridad climática: ¿de quién? La adaptación, ¿de quién?, la mitigación, ¿para quién?, resiliencia, ¿de quién? El problema con todos estos términos es que suenan muy positivos. ¿Quién puede estar en contra de la seguridad o de la adaptación? Pero cuando enfrentamos una crisis sistémica, la seguridad o la adaptación o la resiliencia protegen en muchos casos a quienes ya tienen protección y, de hecho, muchas veces se produce a costa de la inseguridad y la desposesión de los vulnerables.
NV-CS: Frente a un panorama ciertamente grave, el libro se aleja de reforzar visiones distópicas como inevitables y recoge experiencias esperanzadoras. ¿Cómo podemos desde la ciudadanía y la sociedad civil organizada actuar para evitar que se sigan aplicando los planes de los poderosos, preocupados solo por ellos mismos? ¿Qué experiencias inspiradoras se están desarrollando?
NB: Tenemos que buscar alternativas fuera de este paradigma de seguridad. Si queremos sociedad resilientes y fuertes podemos tomar como ejemplo a muchas comunidades que están llevando a cabo una multiplicidad de proyectos.
En los capítulos del libro que examinaron los temas de alimentación, agua y energía, vemos que a pesar de la crisis, hay movimientos muy fuertes y comunidades por todo el mundo avanzando alternativas para manejar estos recursos en tiempos de cambio climático a través de metodologías participativas, democráticas y que respetan los limites ecológicos. Estas soluciones, en muchos casos, no solamente son más resilientes al cambio climático, sino que también limitan el impacto del cambio climático. En agricultura sabemos que los sistemas agroecológicos, practicados por muchas comunidades en todo el mundo e impulsados por movimientos como La Vía Campesina, son más resilientes a las tormentas o las sequías que los monocultivos de la agricultura industrial. Por ejemplo, en Honduras, después del huracán Mitch los campesinos que empleaban métodos agroecológicos se recuperaron mucho antes de los efectos que las plantaciones de monocultivos. También sabemos que estas prácticas producen menos emisiones de gases de efecto invernadero y en algunos casos también absorben dióxido de carbono de la atmósfera. Y sabemos que una sociedad más igualitaria, más sana y más ecológica es mucho más fuerte. De modo que necesitamos fortalecer esas relaciones dentro de las comunidades para afrontar los tiempos difíciles que nos está planteando ya el cambio climático.
NV- CS: Se hacen muchas proyecciones de los efectos y posible evolución del cambio climático, pero la raíz de los problemas que podrían acentuarse con la desestabilización climática lo tenemos ya aquí ante nuestros ojos: profundas desigualdades, exclusión, racismo, precariedad, grave crisis climática y ambiental… De seguir profundizándose estos procesos, ¿cuál sería el escenario dentro de 50 años?
NB: Creo que cada vez hay más conciencia que de seguir adelante sin cambios profundos nos llevará a un mundo en cual no queramos vivir, protegidos o no. Y de verdad no creo que llegaremos a esta situación porque existe cada vez un convencimiento mayor de que la única solución real al cambio climático y a las crisis económicas y sociales es un cambio en el sistema neoliberal, que no puede sobrevivir porque no ofrece soluciones a estas crisis. En este momento, que parece muy oscuro, estamos viviendo la turbulencia de un sistema que, en palabras de Gramsci, está a punto de morir y donde el nuevo mundo todavía no ha nacido. Pero poco a poco están apareciendo las soluciones y los movimientos, y formando el mundo que queremos. No vamos a llegar a una utopía, los procesos de cambio son siempre complejos y contradictorios, con victorias y retrocesos, pero hay buenas razones para la esperanza y, sobre todo, para luchar.
[1] La versión en castellano del Estado del poder es editada y publicada conjuntamente por TNI y FUHEM Ecosocial. La edición de 2018 está dedicada al Contrapoder.
[2] Alto Representante de Política Exterior de la UE, El cambio climático y la seguridad internacional, Comisión de Relaciones Exteriores de la UE, S113/08, 14 de marzo de 2008.
[3] El concepto de securitización alude al tratamiento de un problema que es básicamente político a través de herramientas militares y de seguridad.
Nuria del Viso es miembro de FUHEM Ecosocial.
Carlos Saavedra pertenece al departamento de Comunicación de FUHEM.
Acceso a la entrevista en formato pdf: Entrevista a Nick Buxton
Espacio público digital y dinámicas polarizadoras
El texto de Víctor Sampedro, Espacio público digital y dinámicas polarizadoras[1]pertenece a la sección A FONDO del número 152 de nuestra revista Papeles de Relaciones Internacionales y Cambio Global, dedicado a la Polarización.
El artículo aborda cómo determinadas dinámicas políticas y digitales polarizan el espacio público. En condiciones de creciente desigualdad social, dificultan o pervierten el debate democrático. Este último favorece consensos inclusivos, de composición variable y respetuosos con las minorías.
La polarización, en cambio, faccionaliza el debate público y favorece que una mayoría ficticia lo monopolice, imponiendo una pseudorealidad que estigmatiza la discrepancia y la disidencia.
A continuación ofrecemos el texto completo al final del cual incluimos un enlace para la descarga en formato pdf.
Trump es un imbécil, pero ha conseguido una cosa: que la mitad del país no soporte a los progres. Y solo por eso bien merece un respeto.
[Sobre la reforma educativa...] ahora les van cerrando la educación concertada… ¡Claro! Y os cerrarán las iglesias, y os las quemarán, y harán puticlubs en ellas. Payasos, si es lo que os merecéis. No creen en nada.
P. Usted se siente muy cómodo teniendo enemigos
R. No, lo que pasa es que si no tienes, eres un farsante.
P. Dicen de usted: «Es el Freddy Krugger del periodismo español porque convierte las pesadillas de sus víctimas en realidad».
R. Ojalá [sonríe]. Me encantaría. Te hacía una crisis de gobierno ya mismo.
Son palabras de Federico Jiménez Losantos, promocionando su último libro en El Confidencial (2-12-2020). Condensan el discurso arquetípico del destropopulismo: merece respeto quien polariza, en nombre de unas creencias firmes y un pasado de confrontación que se perpetúa fabricando “enemigos”. Estos corroboran la autenticidad y sinceridad de un personaje pesadillesco que, en última instancia, aspira a provocar una permanente crisis de gobierno.
Hacía ya tiempo (29/01/2012) que ese mismo diario me había permitido calificar con ironía a Losantos como «representante del pensador español [...] que encaja bien dentro de ese segmento de incorrección política que buscan los militant media». Me refería a los nuevos medios que en EEUU acabarían, junto con Donald Trump, calificando a la prensa de referencia como fake media. Casi una década después, el diario digital de centro-derecha publicitaba al militante más señero de la (ultra)derecha patria y patriótica.
Esa es la victoria a la que aspiran los Todos los Santos destropopulistas, demonizadores de credos contrarios, herejes y fariseos que «no creen en nada». Más presentes y cohesionados que sus émulos de izquierda,[2] pretenden colonizar el espacio conservador y el centro ideológico, marcando la agenda pública y desterrando la posibilidad de establecer debates públicos razonables; es decir, asentados en evidencias contrastadas y argumentados con lógica. Como prerrequisito, los adversarios se transforman en enemigos a batir. Y quienes no se suman a la cruzada son considerados “payasos” o “farsantes”. El éxito se alcanza cuando el oponente adopta también una estrategia polarizante y retroalimenta la estrategia antagonista.
En la entrevista mencionada, Losantos alardeaba: «Estuve una tarde entera en la Moncloa con Iván Redondo y, menos hacer el amor, hicimos de todo». Estremece recordar que quien dirige la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia de País a Largo Plazo —más propagandística que prospectiva— forjó su carrera de spin doctor convirtiendo al “popular” García Albiol en alcalde con el slogan de «vamos a limpiar Badalona». De inmigrantes, se supone. Alarma saber que Pablo Iglesias considera a Redondo «culto, rápido y sensible». Y aún más que el vicepresidente del Gobierno se lamente: «es una pena que casi siempre haya trabajado para nuestros adversarios».[3]
La espiral polarizadora gira con ondas expansivas que amplían su alcance. Hiela la sangre leer que hoy –11 de diciembre de 2020–, cuando rescribo esto, han muerto calcinados al menos tres migrantes en una nave industrial que se incendió en Badalona. Había habido ya un precedente en 2019. Allí vivían desde hacía doce años entre 100 y 200 personas. El alcalde Albiol intentó eximirse y criminalizar a las víctimas: «Es evidente que se trata de una okupación […] es inaceptable tener vecinos con miedo y que la administración no pueda actuar porque la ley defiende a los okupas». La presencia policial casi fue equiparable a la del cuerpo de bomberos. Los servicios sociales acogieron a una ínfima parte de los afectados. La mayoría «se esfumó». Y la “okupación” siguió siendo un ariete antigubernamental en la agenda de bulos de la (ultra)derecha, cuando su incidencia real es ínfima.[4]
La polarización faccionaliza el debate y permite que una falsa mayoría lo monopolice, dictando una pseudorealidad ficticia y estigmatizadora del disidente y el opositor
En las líneas que siguen abordaré las dinámicas de carácter político-ideológico, las mediático-digitales y las condiciones sociales que han polarizado la esfera pública, en ocasiones inhabilitándola como espacio de debate democrático. La democracia promueve consensos inclusivos entre diferentes sectores sociales que mudan y que respetan los derechos de las minorías. La polarización, en cambio, faccionaliza el debate y permite que una falsa mayoría lo monopolice, dictando una pseudorealidad ficticia y estigmatizadora del disidente y el opositor .
Polarización política
La polarización es un engendro concebido en la cama redonda donde se ayuntan liderazgos políticos e “intelectuales” fogosos. En excitación mutua, les mueven tres presupuestos y otros tantos referentes.
1. Según Carl Schmitt[5] –el teórico nazifascista, cobijado por el franquismo– la política requiere construir un antagonista colectivo: “ellos” vs. “nosotros”.
2. Niklas Luhmann[6] –el sociólogo antagonista de Jünger Habermas—, añade que la eficacia de un sistema comunicativo reside en su capacidad para plantear disyuntivas que simplifiquen la realidad y la competición política. Un sistema mediático eficaz fija la atención pública en dos opciones. No cabe aspirar a elevar el conocimiento y la capacidad dialógica de la ciudadanía, que se presuponen mínimos o nulos. Más aún, se asume como inevitable que la deliberación mediática no guarda relación con la realidad. El valor político de un líder se cifra, como los precios del mercado, en la atención y la valoración pública que recaban.
. 3 Jeffrey Alexander[7] sostiene que la tarea política conlleva –y a veces se limita a– realizar performances, “postureos” y puestas en escena. Ninguna más cautivadora que la que recurre a la retórica y los símbolos antagonistas.
Estos presupuestos conducen a la bipolarización que divide el campo político en sendas trincheras. La dialéctica del fuego cruzado se justifica, de nuevo, por tres lógicas propias de un sistema político que fomenta –y se alimenta de– los extremismos. Los genera para disimular (1) el vaciamiento de los programas de gestión y gobierno de lo público, indistinguibles excepto en la retórica electoral. Se agotan en el momento de formularlos. Y, alcanzado el poder, desaparecen las diferencias antes exaltadas en una campaña permanente que abarca los 364/5 días del año y las 24 horas del día y de la noche.
En consecuencia, (2) la propaganda política se limita a expresar quién no se es, atacando y difamando al adversario. Se le pretende expulsar de la esfera de debate legítimo, negándole legitimidad para ejercer la función representativa si se trata de cargos electos. Y, si son “muertos de hambre”, privándoles de los derechos humanos más elementales. La aplicación más aberrante y reciente de esto último afecta a los refugiados y exiliados, etiquetados de (potenciales) terroristas... y okupas. Quienes les asisten son denigrados con la etiqueta de “buenistas” o criminalizados como “traficantes de seres humanos” y “mafias de la inmigración”.
Un sistema mediático eficaz fija la atención pública en dos opciones. No cabe aspirar a elevar el conocimiento y la capacidad dialógica de la ciudadanía
(3) Alcanzar el estadio anterior –que, como vimos, ya es nuestro presente–, requiere haber convertido la “bonhomía” en objeto de mofa o escarnio; y la solidaridad, en empresa lucrativa y delictiva. Los marcos discursivos de la política, el debate de la polis, se empobrecen, reduciéndose a su dimensión más rudimentaria: la condena moral y/o legal del disidente y del enemigo ficticio. Esta es la estrategia más eficaz y efectiva para apelar y recabar la atención del público; que está saturado por el bombardeo incesante de acusaciones cruzadas del tú más y acostumbrado al todo vale.
En este pandemonium, la ciudadanía se sabe incapaz de juzgar la competencia gestora o la coherencia ideológica de quienes se postulan como sus representantes. Siendo imposible evaluar sus trayectorias previas o el ejercicio de sus funciones, resulta más simple y fácil enaltecerles o denigrarles. Participar como espectador que aplaude o abuchea, presupone obviar lo que se da por supuesto: el fingimiento y el maniqueísmo. Suspender el juicio racional es, entonces, un requisito para seguir el espectáculo político-mediático. Dictar sentencias morales y expresar adhesiones o repulsa emocional son las vías de disfrute. Algo que resulta adecuado en el deporte espectáculo, tiene consecuencias nefastas cuando se traslada al espacio público donde se fraguan las identidades sociales y el destino colectivo.
En realidad, la respuesta ciudadana más extendida tiende a ser el cinismo –nada es real, todos son iguales– o el nihilismo –que se vayan todos y todo al infierno–. En cualquier caso, lo que en un principio era desafección institucional debida en gran parte al negativismo mediático se transforma en indiferencia individualista y luego en manifiesta desafección democrática. Se expresa en la pérdida de credibilidad y la consecuente crisis de la representación política y de la mediación periodística. Ambas ocupaciones se conciben, no sin razón, como “castas” indistinguibles e intercambiables. Iván Redondo y tantos otros spin doctors traspasan diariamente las puertas giratorias transitando entre despachos oficiales, redacciones y agencias de mercadotecnia. Allí se diseñan las marcas políticas, equiparadas y equiparables a las de consumo.
Polarización mediática y digital
Cuando no se ofrecen políticas alternativas o se tachan de inviables, cuando la disidencia y la diversidad se demonizan, los medios privilegian dos roles públicos: el victimismo y el matonismo. Son los polos más extremos de una relación humana: víctima y verdugo se sitúan tan alejados la una del otro, que resulta imposible que establezcan una comunicación entre ellos. Requeriría de un reconocimiento mutuo que el sistema político-informativo no promueve. Y no lo hace porque los miedos, las redes y las plataformas digitales anteponen rentabilidad y la eficacia económica.
La cuantificación del público en audiencias y la mercantilización de los mensajes mediáticos se remontan a tiempos de Randolf Hearst: el Ciudadano Kane de Orson Wells, revisitado en la reciente Mank de David Fincher. Un apresurado repaso histórico señala que la prensa sensacionalista del siglo XX nació en EEUU vinculada a la propaganda bélica que, en concreto, provocaría la guerra hispano-estadounidense de 1898. Hearst y Joseph Pullitzer –el mismo que da nombre al prestigioso galardón periodístico– enviaron corresponsales a Cuba que inventaron crónicas y bulos para justificar la intervención y la anexión estadounidenses de las colonias españolas. La supuesta prensa de prestigio, representada por los medios corporativos, remató el siglo XX avalando la invención de las armas de destrucción masiva que “motivaron” la invasión de Irak.
Ya en 1925, Edward McKernon había publicado Fake news and the public. Un libro que llevaba el significativo título de Cómo la prensa combate el rumor, al mercader y al propagandista. Tampoco el término post-verdad es una novedad de Oxford Dictionaries tras la victoria del Brexit y de Donald Trump, tal como se cita a menudo. Steve Tesich acuñó post-truth en 1992. Tras la primera guerra del Golfo escribió con sorna: «Nosotros, como pueblo libre, hemos decidido libremente que queremos vivir en un mundo de post-verdad». Se refería a que la ciudadanía, reducida a espectadora-consumidora, elegía la versión de la realidad que avalaba sus sesgos y prejuicios.
La capacidad de generar noticias a la carta y polarización aumenta con las tecnologías digitales, que amplían la emisión y difusión de mensajes antagonistas. Lo que no implica que esas posibilidades se democraticen. Los internautas se creyeron liberados del control de la agenda pública que hasta entonces gestionaban los periodistas, en intercambios simbióticos con las fuentes institucionales y de mayor poder. Pero el tiempo ha desvelado que la ciudadanía actúa bajo las mismas lógicas de mercantilización comunicativa que imperaban en los medios tradicionales y que los algoritmos llevan al extremo incorporando la inteligencia artificial.
La capacidad de generar noticias a la carta y polarización aumenta con las tecnologías digitales, que amplían la emisión y difusión de mensajes antagonistas
El mito de la “desintermediación digital”, una comunicación autónoma y soberana, sin intermediarios profesionales, es desmentido por el proceso de datificación. Representa el intento de reducir todos los planos de la realidad –la individual y la colectiva, la física y la psíquica– a datos. Culmina, por el momento, la racionalización burocrática de la esfera pública que arrancó en la Modernidad.[8] Permite el registro masivo y tiempo real de los macrodatos de todas nuestras comunicaciones e interacciones digitales. Y hace posible analizarlos de forma automatizada con inteligencia artificial. De modo, que los algoritmos “aprenden” y aumentan de eficacia cuantos más datos procesen, actúan como los nuevos gatekeepers, los porteros que dan acceso a la esfera pública. Y, lejos de rebajarlos, exacerban los sesgos que contribuyen a una desigualdad acumulativa en el plano comunicativo.
La economía política de la industria de datos exige un engagement constante de los usuarios con los dispositivos y los flujos digitales. El empantallamiento continuo y la interacción incesante en las redes y plataformas genera más macrodatos. Y esto requiere viralizar con algoritmos los mensajes más extremos y polarizados. Se testan para incrementar su eficacia. Y se adaptan al perfil del internauta con un elevado nivel de segmentación y personalización.
El usuario digital fue bautizado entre loas como prosumidor. Pero no ha adquirido mayor autonomía ni soberanía comunicativas que el consumidor de medios tradicionales. En todo caso y ese plano, ha salido perdiendo. Participa de modo subordinado en todas las fases de producción de contenidos y flujos comunicativos: desde los estudios de mercado a la elaboración y la promoción del mensaje. Su autonomía dependerá de factores que no podemos abordar aquí. Apenas cabe apuntar que su libre albedrío peligra, si opera de modo compulsivo, intentando capitalizar y rentabilizar su marca digital en plataformas centralizadas, de código cerrado y privativo.[9]
De ahí, el fenómeno de las “cámaras de eco” donde se fraguan unas supuestas “comunidades digitales”. En realidad son “granjas de datos”, que generan mensajes –y macrodatos– para el auto-consumo cada vez más extremos.[10] Exacerbados los contenidos emocionales, el paso de las conexiones digitales a las afectivas desemboca con frecuencia en discursos del odio, basados en conexiones coactivas, represivas o incluso eugenésicas.
Condiciones sociales de la (falsa) polarización
La polarización de las condiciones socioeconómicas abona las dinámicas comunicativas antes apuntadas. «En una sociedad que es injusta, debido a desigualdades injustas entre personas, las formas de racionalizar privilegios inmerecidos se osifican en esquemas rígidos y creencias inmutables. Estas creencias son barreras para la racionalidad del pensamiento y la empatía que explota la propaganda».[11]
La pseudoinformación –la desinformación de las mal llamadas fake news– encubre su intención propagandística en el formato de noticias. Así incrementan el impacto persuasivo, porque se les presupone una veracidad de la que carecen. Construida, según el lenguaje trumpiano con “hipérboles verdaderas”, exageraciones no acordes con la realidad, pero con un anclaje real, aunque sea mínimo, y con “hechos alternativos” que no son ciertos, pero que podrían llegar a serlo, la pseudoinformación es el formato comunicativo hegemónico en la pseudocracia: el régimen donde gobierna quien mejor miente, convirtiéndonos en propagandistas de la demagogia que socava la democracia.[12]
Construida con “hipérboles verdaderas”, exageraciones y “hechos alternativos”, la pseudoinformación es el formato comunicativo hegemónico en la pseudocracia
«La propaganda es parte característica del mecanismo por el cual las personas son engañadas sobre la mejor manera de lograr sus objetivos y, por lo tanto, engañados para ver lo que es mejor para sus propios intereses».[13] Y la propaganda mina la democracia invocando ideales democráticos pero con el fin de subvertirlos. Su preeminencia, como señala Jason Stanley, obedece a que «en una sociedad de gestión [y añadimos, algorítmica del espacio público], el mayor bien es la eficiencia. En una sociedad democrática, en cambio, el mayor bien es la libertad o la autonomía».[14]
De modo que la pseudoinformación, presentada como una contribución al discurso público que encarna un digno ideal político, económico o racional, en realidad, está al servicio de una meta que socava ese ideal. Y los grupos menos privilegiados acaban suscribiendo o incluso asumiendo como propias ideologías dominantes que defienden los intereses de las élites. Aplicado a Donald Trump. «Mi dinero y mi ego primero» es el auténtico sentido del America First.
Pero cuidado con polarizar las responsabilidades y eximirnos de ellas. Recordemos que la polarización necesita retroalimentarse. Los discursos de la heteronormatividad o la racialización que las elites blancas progresistas esgrimen en EEUU, y las de aquí copiamos, también funcionan como símbolo de estatus y superioridad. Según el politólogo Michael Lind, «[l]a cada vez más poderosa e intolerante clase identitaria nacional justifica su iconoclastia cultural en nombre de las minorías oprimidas [...] Pero esta es solo una excusa para un programa jerárquico de imperialismo cultural por parte de gestores mayoritariamente blancos y acaudalados, licenciados, profesionales y rentistas».[15]
Un estudio reciente, de octubre de 2020, sobre la polarización en España[16] señala que la ideología y las identidades más presentes en el espacio público funcionan como pantallas para evitar ocuparnos de los asuntos socioeconómicos. Y se confirma que las identidades que proyectan los medios y por las que percibimos el mundo, nos separan más que las políticas públicas concretas.[17] Cuando hablamos de medidas políticas, manifestamos un consenso que no encuentra portavoces, tiempos ni espacios en las instituciones ni en los medios; de modo que podemos responsabilizarlos de la creciente incomunicación antipolítica.[18]
Hace años que crece la polarización afectiva e ideológica. Los partidos políticos españoles cada vez se alejan más en sus posiciones ideológicas y territoriales. De modo que los sentimientos de los votantes de un partido hacia el resto se encuentran entre los más negativos del mundo. Nos referimos a cómo valoramos a los miembros de otros grupos, por ejemplo, los votantes o simpatizantes de ciertos partidos, y a nuestras actitudes hacia ellos por el mero hecho de su pertenencia a un grupo ideológicamente similar o distinto al nuestro.
Según el estudio antes citado, en España la polarización ideológica y territorial duplica o triplica la polarización sobre los impuestos y la inmigración. Multiplica por seis veces la polarización en torno a la sanidad pública y por quince la inexistente polarización sobre los servicios públicos. En la misma línea, sorprende constatar que, respecto a las medidas para frenar los contagios del coronavirus, las preferencias respecto a las políticas más efectivas para combatir la pandemia no difieren entre distintos grupos ideológicos.
Queda claro, pues, que para mejorar el debate público deberiamos hablar de políticas concretas, precisamente aquello que los partidos políticos no pueden rentabilizar en votos, ni los medios en clicks por ser objeto de consenso. De ahí que proliferen las trampas de la identidad y las trampa de clicks –click baits–. Son cepos eficaces en la economía de la atención que da lugar a la pseudocracia.
Un último apunte de actualidad “ilumina” las tesis aquí expuestas. Las luces navideñas de 2020 en Madrid siguieron el patrón del escándalo polarizador preprogramado. Mientras las zonas del sur de la ciudad protestaban contra los cortes de energía eléctrica que sufrían las barriadas más desfavorecidas, el Ayuntamiento invirtió, en plena pandemia, 3,17 millones de euros, superando la partida del año anterior. Entre tamaño despliegue lumínico destacaron las bandas con los colores de la bandera española. Con una longitud de entre 350 y 480 metros cuadrados, se emplazaron en varios tramos de la ciudad. Otra de 760 metros de longitud recorrió la distancia entre las plazas de Neptuno y Colón. En resumen: la bandera, usada una vez más como tapadera, esta vez de la pobreza energética. Y que esgrimida como adorno navideño –“normalizado”, según el Consistorio – pretendía polarizar a la oposición como “antiespañola”.
Víctor Sampedro Blanco. Catedrático de Comunicación política. www.victorsampedro.com
NOTAS:
[1] Este trabajo se inscribe dentro del Proyecto PGC2018-095123-B-I00, del Plan Nacional I+D.
[2] Yohai Benkler y otros, Partisanship, Propaganda, & Disinformation, Harvard University, 2016, disponible en: https://dash.harvard.edu/bitstream/handle/1/33759251/2017-08_electionReport_0.pdf?sequence=9
[3] Manuel Jabois, «Iván Redondo sale a que le dé la luz», El País, 17 de octubre de 2018, disponible en: https://elpais.com/politica/2018/10/16/actualidad/1539688589_105637.html. Ver también Otra Vuelta de Tuerka, Pablo Iglesias con Iván Redondo, disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=qIv20bm21to
[4] Martín Cúneo, «El fantasma de la okupación, agítese antes de usar», El salto, 28 de agosto de 2020, disponible en: https://www.elsaltodiario.com/especulacion-urbanistica/vivienda-desahucio-pah-mentiras-bulos-fantasma-okupacion-agitese-antes-usar
[5] Carl Schmitt, El concepto de lo político, Alianza, Madrid, 1991.
[6] Niklas Luhmann, La realidad de los medios de masas, Anthropos, Barcelona, 1991.
[7] Jeffrey Alexander y otros, Social Performance: Symbolic Action, Cultural Pragmatics, and Ritual, Cambridge University Press, Cambridge, 2006. Ver la excelente síntesis de Schmitt, Luhmann y Alexander que ofrece la tesis doctoral de Jaime Andrés Wilches Tinjacá, Del narcotraficante ilegal al narcopopulismo legitimado, Universitat Pompeu Fabra, Barcelona, 2020.
[8] Víctor Sampedro, Comunicación y sociedad: opinión pública y poder, UOC, Barcelona, 2021.
[9] Víctor Sampedro, Dietética digital para adelgazar al Gran Hermano, Icaria, Barcelona, 2018; en concreto «Códigos, protocolos y redes para la libertad», disponible en: https://dieteticadigital.net/codigos-protocolos-y-redes-para-la-libertad/
[10] Víctor Sampedro, op. cit., 2018; en concreto: «Un mundo feliz: del Big Brother al Big Data», disponible en: https://dieteticadigital.net/un-mundo-feliz-del-big-brother-al-big-data/
[11] Jason Stanley, How Propaganda Works, Princeton Univ. Press, 2015, p.26.
[12] Víctor Sampedro, op. cit., 2018; en concreto «Pseudocracia», disponible en: https://dieteticadigital.net/pseudocracia/
[13] Jason Stanley, op. cit., p. 34.
[14] Ibídem, p. 46.
[15] Michael Lind, «The Revenge of the Yankees», Tablet, 16 de noviembre de 2020, disponible en: https://www.tabletmag.com/sections/news/articles/revenge-of-the-yankees
[16] Luis Miller, Polarización en España: más divididos por ideología e identidad que por políticas públicas, 15 Octubre 2020, disponible en: https://dobetter.esade.edu/es/polarizacion-espana?_wrapper_format=html
[17] Víctor Sampedro, La pantalla de las identidades: Medios de comunicación, política y mercados de identidad, Icaria, Barcelona, 2003, disponible en: https://victorsampedro.com/libros/la-pantalla-de-las-identidades
[18] Víctor Sampedro, «Trump y la incomunicación anti-política», Público, 11 de noviembre de 2020, disponible en https://blogs.publico.es/dominiopublico/35192/trump-y-la-incomunicacion-anti-politica/
Acceso al texto completo del artículo en formato pdf: Espacio público digital y dinámicas polarizadoras
Agenda Ecosocial
La Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales y la ETS de Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad de Granada ponen en marcha la primera edición del Ciclo de Presentación de libros «Destino ODS», que se desarrollará en el segundo cuatrimestre del curso 2021-2022.
En este ciclo se presentarán obras de divulgación científica y ensayos cuyos contenidos pertenezcan a las áreas temáticas relevantes de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Esta actividad tiene como objetivo acercar la cultura científica y tecnológica, y transmitir el conocimiento y los valores que representan los ODS y su carácter interdisciplinar. De esta forma, se ponen en diálogo disciplinas diversas, de cuyo trabajo en común depende el futuro del planeta.
Una actividad gratuita y abierta a toda la comunidad universitaria y al público en general, que abre la posibilidad de imaginar y construir ideas colectivamente, mediante las miradas de personas expertas sobre conceptos y realidades que, de otra forma, serían ajenos a la mayoría del público.
Dentro de este ciclo, el próximo 1 de Marzo, tendrá lugar la presentación del libro de Astrid Agenjo Calderón: Economía Política Feminista, publicado dentro de la Colección de Economía Inclusiva publicada por FUHEM Ecosocial y Catarata, en 2021.
El acto tendrá lugar en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, UGR, Campo de la Cartuja s/n., a las 12.30 h.
Contará con la presencia de:
Margarita Sánchez Romero, Vicerrectora de Igualdad, Inclusión y Sostenibilidad.
Jorge Guardiola, Catedrático de Economía Aplicada y Subdirector del Instituto de la Paz y los Conflictos de la UGR.
Marina Checa Olivas, Profesora de Economía Aplicada de la UGR.
Eva Mariscal, Editora.
Astrid Asenjo Calderón, Profesora de Economía de la Universidad Pablo Olavide y autora del libro.
Transición energética y escenarios postcrecimiento
Artículo perteneciente a la sección A FONDO del número 156 de Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, dedicado a la Crisis energética y de materiales.
«Transición energética y escenarios postcrecimiento» , de Óscar Carpintero y Jaime Nieto,1 es un detallado diagnóstico de dónde nos encontramos en términos de energía desde un análisis de la economía ecológica.
Los autores muestran por qué las denominadas energías renovables, pese a sus beneficios, no pueden considerarse una tabla de salvación sin hacer cambios más profundos en el sistema de producción y consumo.
Finalmente, examinan los distintos escenarios para las transiciones que emergen de la aplicación del modelo MEDEAS, desarrollado por la Universidad de Valladolid.
A continuación, ofrecemos el texto completo del artículo, al final del cual, encontrará un acceso a la descarga libre y gratuita.
En la actualidad nos encontramos en un contexto donde afloran con fuerza los límites físicos y de recursos naturales, y las situaciones de extralimitación (overshoot) en relación con la expansión del modelo de producción y consumo hegemónico.2 Un ejemplo notable es el que tiene que ver con la energía. Parece claro que la doble crisis energética que padecemos nos sitúa en una complicada encrucijada. Desde el punto de vista de los sumideros, es evidente la aceleración del cambio climático inducido por el funcionamiento socioeconómico de una especie humana que se apoya básicamente en la quema de combustibles fósiles.3 Por el lado de las fuentes, la aparición del cénit del petróleo convencional (peak oil)4 es un hecho ya reconocido incluso por organismos internacionales5 y supone el inicio de la fase descendente en las extracciones de crudo a nivel mundial. Esta circunstancia pone a las sociedades ante el espejo de la escasez energética futura y viene a refrendar el principio del fin de una era económica caracterizada por la energía barata. Como se ve, solo esta transición entraña ya transformaciones socioeconómicas de gran envergadura.
De acuerdo con el sexto informe del IPCC,6 de seguir con la trayectoria de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) actual, se estima como muy probable un aumento de entre 2,8 y 4,6ºC para 2100 (en comparación con la era preindustrial). Es improbable que semejantes incrementos puedan ser soportados por la especie humana, pero lo que es seguro es que la gran mayoría de los cultivos y sistemas agrarios de los que depende su alimentación no resistirían tal aumento. Se comprende, entonces, que los trabajos científicos mejor documentados llegaran hace tiempo a la conclusión de que el ritmo de disminución de las emisiones de GEI debía ser del 6% anual durante cuatro décadas, comenzando en 2013.7 Así pues, sin necesidad de plantear problemas futuros con el acceso a los combustibles fósiles, el cambio climático nos enfrenta ya con crudeza a la necesidad de una reducción del consumo. El dilema es evidente: si pensamos que la utilización de la mitad de los hidrocarburos disponibles ha conllevado un calentamiento global como el actual, ¿dónde nos llevaría quemar la otra mitad de los combustibles fósiles?
Cambio climático y transición energética. ¿Aún estamos a tiempo?
El IPCC en su informe de 2018 relativo a las condiciones para el cumplimiento del Acuerdo de Paris8 llamaba la atención sobre la trayectoria vertiginosa de reducción de las emisiones de GEI que deberíamos acometer en los próximos años para cumplir el objetivo de no incrementar la temperatura media del planeta en más de 1,5ºC.
Sin embargo, las perspectivas sobre las posibilidades de lograrlo no son muy halagüeñas. Si tenemos en cuenta los planes que presentaron los países para contribuir al cumplimiento del Acuerdo de París (2015), se llega a una conclusión paradójica: tal y como hemos mostrado en una investigación reciente,9 si todos los países cumplieran con los objetivos declarados en los planes, su compromiso respecto a sus emisiones en 2030, lejos de reducirse, se incrementarían un 19,3%, llevando el incremento de temperatura a los 3-4 ºC. Aunque los países tuvieron la oportunidad de actualizar sus compromisos 2020, tan solo 22 (incluyendo la Unión Europea) han mejorado su compromiso. Como consecuencia, de acuerdo a la propia UNFCCC, las emisiones en 2030 serían un 15,9% superiores10 en vez de 19,3%. Aparte de que, en general, no se suelen cumplir estos compromisos, este paradójico resultado indica la forma en que se han llevado a cabo las negociaciones y la seriedad para afrontar el problema. Por un lado, se trataba de compromisos voluntarios (es decir, sin penalización en caso de incumplimiento). En otros casos, se plantearon objetivos de reducción relativos (con respecto al PIB), pero no de reducción absoluta de las emisiones (que es lo que importa para el cambio climático); y, por último, no hubo ninguna preocupación por saber si los distintos planes presentados eran compatibles con el objetivo general perseguido (como desgraciadamente se ha demostrado). Dado que la única forma de reducir las emisiones, de manera que estas no se concentren y no se incremente la temperatura media, es reducir las extracciones, ¿cómo deberíamos enfrentar internacionalmente este problema si nos lo tomáramos en serio?
En un estudio muy revelador recientemente publicado se pone de manifiesto que, para evitar el aumento de la temperatura por encima del objetivo de 1,5 ºC en 2050, esto implicaría dejar en el subsuelo sin extraer (y por tanto sin quemar y emitir) el 60% de las reservas de gas y petróleo y el 90 por 100 de las reservas de carbón.11 Una parte de estas reservas está en manos de estados y otra parte en manos de empresas transnacionales (ETN) que quieren obtener la rentabilidad correspondiente por su explotación, lo que supone una dificultad notable para cualquier estrategia que intente enfrentar el cambio climático. Si se quisiera atajar el problema más allá de la retórica y la inacción, seguramente la negociación en París debería haber sido doble:
1) Discutir con los propietarios de esas reservas (estados y ETN) las compensaciones por dejar sin explotar en el subsuelo esos activos.12
2) Pensar en serio las modificaciones importantes y urgentes que deberíamos acometer para seguir produciendo y consumiendo bienes y servicios que satisfagan las necesidades de la población con unas disponibilidades de recursos decrecientes.
Este es el gran desafío y todo lo que no sea enfrentar el problema, al menos, desde estas dos dimensiones, probablemente seguirá abonando la vertiente “ceremonial” de las negociaciones climáticas internacionales.
No parece, sin embargo, que la mayoría de los discursos económicos, políticos y sociales partan de este reconocimiento tan evidente. Más bien al contrario. En vez de poner de relieve la importancia de la idea de límite, y promover estrategias de autolimitación colectiva y de contracción de emergencia de la escala económica (sobre todo en los países ricos), que nos permitan reducir el deterioro ecológico y mantener la Tierra como un lugar habitable, se buscan medios con los que hacer perdurar, con otros nombres, la fe de que es posible continuar con el crecimiento del modelo de producción y consumo que ha causado el problema.
Green New Deal y crecimiento verde: ¿Basta con sustituir los combustibles fósiles por fuentes energéticas renovables?
En este contexto, desde hace una década, las propuestas para enfrentar los problemas ambientales globales se han enmarcado en los programas de transición ecológica, transición energética y descarbonización de las economías. Bajo este paraguas se ha propuesto la estrategia del crecimiento verde (green growth), surgida al calor de varias iniciativas de organismos internacionales como la OCDE13 y el Banco Mundial.14 Se promete el mantenimiento del crecimiento económico y la expansión de la producción de bienes y servicios (PIB), pero utilizando fuentes energéticas renovables y, gracias al desarrollo tecnológico, reduciendo el uso de recursos naturales y la contaminación. La viabilidad de este modelo, cuya vocación subyace bajo los planes de transición reportados para cumplir el Acuerdo de París, ha sido fuertemente contestada en diversos trabajos académicos recientemente.15
No obstante, inspirados en esta narrativa, varios países ricos han sugerido desde 2019 “pactos verdes” como el Green New Deal (Estados Unidos) que ahora se está incorporando, pero descafeinado, a la Administración Biden; el Green Deal (Unión Europea) que está aprobado e implementándose, o la propuesta de un Green New Deal global.16
El problema de la estrategia del crecimiento verde es que para lograrse exige alcanzar un proceso de desmaterialización absoluta de la producción de bienes y servicios (que aumente la producción y, simultáneamente, disminuya el uso de recursos y la contaminación), lo que, por desgracia, no ha sido el caso debido a la gran dependencia de los recursos naturales por parte del sistema económico. Estamos hablando de un modelo de producción y consumo que ha triplicado, a escala global, la extracción de recursos naturales desde 197017 y que, según algunas estimaciones, espera doblar su uso de energía y materiales para 2060.18 La evidencia sobre los problemas del crecimiento verde y el incumplimiento de la desmaterialización absoluta cada vez son más abrumadores en la literatura científica.19 También sabemos que la digitalización de los procesos de producción y consumo y el progreso tecnológico no reducen esta dependencia ni los impactos, sino que suelen exacerbarlos gracias, entre otros, a mecanismos como el “efecto rebote”, tal y como se viene comprobando desde hace más de dos décadas.20
La evidencia sobre los problemas del crecimiento verde y el incumplimiento de la desmaterialización absoluta cada vez son más abrumadores en la literatura científica
Sin embargo, a pesar de este despliegue, desde hace unos años crece la sensación de que llegamos tarde. De que las recientes medidas planteadas dentro de las estrategias de transición ecológica y energética que, en muchos casos, fueron ya sugeridas desde hace cuatro décadas por diversos científicos, investigadores y movimientos sociales debieron comenzar a llevarse a cabo precisamente entonces, o incluso antes.21 Eran excelentes ideas para ponerlas en práctica en los años setenta, ochenta o, incluso, hasta comienzos de los noventa del siglo XX. Pero ahora, para cada vez más personas, comienza a ser tarde. La razón es que una transformación socioeconómica de semejante envergadura requiere, a su vez, de varios decenios para poder llevarse a cabo y ese tiempo es, precisamente, el que la mayoría de los análisis sugiere que no tenemos, y el que la urgencia del cambio climático y el deterioro ecológico global nos ha robado.
Muchas de esas dudas aparecen no tanto porque las estrategias de sustitución de los combustibles fósiles por fuentes renovables sean, en principio, algo perjudicial. Todo lo contrario, tal y como desde la década de los setenta se ha venido sistemáticamente defendiendo. No hay nada equivocado en pretender sustituir el uso de petróleo, carbón y gas natural por energía eólica o solar. El problema tiene que ver con: 1) la aspiración a mantener el mismo nivel de consumo energético (pero ahora apoyado en fuentes renovables) sin tener en cuenta los límites físicos de esa estrategia; 2) el momento en que se quiere llevar a cabo esa transformación (tercer decenio del siglo XXI) con un horizonte temporal muy estrecho para resolver el deterioro ecológico global; y 3) los costes ambientales a los que se enfrenta la generalización de las tecnologías renovables y la electrificación basada en ellas.
Durante los últimos años han aparecido investigaciones que llevan a dudar de las posibilidades de mantener el mismo nivel de consumo energético que en la actualidad, pero con fuentes renovables. Por un lado, se suele olvidar que las tecnologías renovables se centran sobre todo en la electricidad, que suele ser el 20% del consumo energético final. Esto quiere decir que el 80% restante son combustibles líquidos procedentes mayoritariamente de los combustibles fósiles para usos energéticos y no energéticos para los que no hay alternativas sencillas. Una parte de ese consumo tiene que ver con el transporte, y dentro del transporte se ha puesto una especial esperanza en la generalización del coche eléctrico privado.
Sin embargo, el coche eléctrico sigue siendo un bien muy dependiente de los combustibles fósiles y los recursos no renovables: el grueso de la electricidad se sigue generando con combustibles fósiles (en España dos tercios del total y a escala mundial casi tres cuartas partes), lo que hace que el ahorro de emisiones de CO2 sea relativo, y exige la utilización de seis veces más inputs materiales y minerales que un coche convencional.22 Debido en parte a lo anterior, en análisis de ciclo de vida completo se utiliza un 67% más energía que en la fabricación de un coche convencional.23 Y todo ello sin contar las exigencias para el sistema eléctrico que dicha generalización tendría en términos de recarga del mismo número de vehículos convencionales que en la actualidad.24 Eso explica que, lejos de ayudar en los procesos de descarbonización, la plena sustitución a escala mundial de la flota de vehículos convencionales por eléctricos esté siendo tan lenta y no resuelva los problemas de cambio climático, sino que, fruto del efecto rebote, tienda a agravarlos.25
Si la electrificación masiva del transporte privado sin modificar el número de vehículos y desplazamientos resulta problemática, lo que no tiene alternativa eléctrica es el transporte pesado y de mercancías por carretera (camiones) o por barco (que representa el grueso del comercio internacional de mercancías). Por motivos termodinámicos, no es posible colocar baterías en ese tipo de vehículos pues sus dimensiones las harían inviables y, además, como recuerda Vaclav Smil, «las mejores baterías de litio son de 260 Wh por kilogramo. Para un coche puede ser suficiente, pero para el transporte marítimo y por carretera necesitamos 12.600 Wh por kilogramo. Y más aún el queroseno de avión».26 Es decir, el transporte pesado de aquellas mercancías que se precisan para el funcionamiento del sistema económico no tienen alternativa eléctrica (ni renovable) con facilidad.
Una solución alternativa que se propone en esta faceta es la utilización, como vector energético, del hidrógeno, que tendría la virtud compartida con el petróleo al que pretende sustituir de poder acumularse y transportarse fácilmente. Esta tecnología promete sostener una economía millonaria en las próximas décadas, pero arrojando, sin embargo, numerosas dudas con respecto a su sostenibilidad (procedencia de las fuentes primarias para la electrólisis, consumo de agua, etc.) y rentabilidad energética (la energía obtenida por unidad de energía invertida en el proceso, arrojaría un saldo más bien exiguo).
El coche eléctrico exige utilizar seis veces más inputs materiales y minerales que un coche convencional
Por otra parte, la construcción de las propias tecnologías renovables (eólica y solar) es tributaria del consumo de combustibles fósiles ya que la fabricación de placas solares, turbinas y baterías implica alcanzar altas temperaturas en la industria (entre 1.480 y 1.980 ºC para los paneles fotovoltaicos y entre 980 y 1.700 ºC para el cemento y acero de molinos eólicos) que solo son posibles con el uso de combustibles de alta densidad como el petróleo, el gas o el carbón. La mayoría de las tecnologías renovables solo pueden lograr temperaturas en procesos industriales de calor en la franja baja (menos de 400 ºC),27 por lo que no es posible fabricar tecnologías renovables con el uso de electricidad procedente de las propias fuentes renovables, teniendo así que acudir al consumo de combustibles fósiles. Por desgracia, las renovables no poseen autonomía que las haga independientes de los combustibles fósiles.
Si tenemos en cuenta esta dependencia y que, además, estamos en un contexto de peak-oil en el que las disponibilidades futuras de combustibles fósiles serán menguantes, la actual civilización se enfrenta a lo que se ha denominado la “trampa de la energía”,28 esto es: el despliegue de las fuentes e infraestructuras renovables requiere de un uso masivo de combustibles fósiles (mayor cuanto más rápido se quiera plantear el proceso de transición) y, a la vez, eso supondrá, durante los primeros años, mayores emisiones de GEI que agravarán el problema de cambio climático en un escenario donde también el tiempo es escaso y donde, además, con vidas útiles de las instalaciones de 20-30 años, en tres décadas estaríamos abocados a procesos de renovación de una intensidad energética similar (y para los que habría dificultades en encontrar recursos fósiles disponibles).
Por desgracia, las renovables no poseen autonomía que las haga independientes de los combustibles fósiles
Por si esto fuera poco, el despliegue masivo de las renovables tiene unas consecuencias notables en términos de extracción y uso de minerales no renovables que es preciso evaluar y tener en cuenta.29 Tal y como ha llamado la atención la Agencia Internacional de la Energía, en un escenario en el que se cumplieran los objetivos del Acuerdo de París, la demanda de minerales para las tecnologías renovables incrementaría el consumo mundial de minerales durante dos décadas en un 40% para el cobre y tierras raras, un 60-70% para el níquel y el cobalto y casi un 90% para el litio, dejando apenas espacio para la utilización de estos minerales para otros usos actuales.30 Ya se recordó anteriormente que el coche eléctrico requería seis veces más minerales que un coche convencional, lo que explica que la electrificación generalizada del transporte privado generaría una demanda tan alta que llevaría, según estimaciones para diferentes escenarios, al agotamiento de las reservas disponibles de aluminio, cobre, cobalto, litio, manganeso y níquel, no dejando recursos disponibles para otros usos industriales.31
Sin embargo, a todos estos obstáculos hay que sumar, tal vez, uno de mayor relevancia. La mayoría de las estrategias de transición energética suelen hacer abstracción del limitado potencial (por razones termodinámicas) que poseen realmente las tecnologías renovables y que impiden sustituir al 100% los niveles de consumo energético que se realizan con cargo a los combustibles fósiles. Eso es lo que detectaron De Castro, Mediavilla, Miguel y Frechoso32 en el caso de la energía eólica, al ver que el potencial renovable con energía eólica estaría aproximadamente en 1 TW, lo que supondría únicamente el equivalente al 6% del consumo energético primario total mundial. Y lo mismo en el caso de la energía solar,33 habida cuenta de que la mayoría de las estimaciones realizadas no suelen tener presentes los límites en la densidad energética fotovoltaica y la competencia que su generalización supone para otros usos de la tierra y de los minerales. En este caso, la estimación de un despliegue sostenible de la energía solar a escala mundial permitiría abastecer solo hasta un 25% del consumo energético primario actual, lo que supone un porcentaje nada despreciable, pero lejos de los planteamientos 100% renovables realizados habitualmente.
Todo ello compromete en gran medida el cumplimiento de otros dos criterios exigibles a una fuente energética exitosa en la actual situación: sostenibilidad y viabilidad. Aunque sean renovables, hay dificultad para considerar sostenible su producción a gran escala para satisfacer los actuales niveles de consumo energético a la vista del coste ambiental que generan y porque son tributarias de los combustibles fósiles. Esto hace que su viabilidad como fuentes energéticas para la sociedad sea limitada dado que no son capaces de reproducirse a sí mismas con la misma fuente y, a la vez, dadas sus bajas tasas de retorno energético, tienen problemas para generar un excedente energético amplio con el que alimentar al resto de actividades de la sociedad.34
Las anteriores consideraciones no tratan de menospreciar las fuentes energéticas renovables ni las ventajas de utilizar este tipo de tecnologías en la producción y consumo de bienes y servicios en comparación con el uso masivo de combustibles fósiles. Nada de eso. Se han conseguido logros importantes que conviene tener en cuenta. De lo que se trata, más bien, es de acotar las esperanzas en su generalización como forma de enfrentar una crisis energética y de emergencia climática en la tercera década del siglo XXI, y de mostrar las limitaciones de su adopción a gran escala para sustituir el consumo energético que nos proporcionan ahora mismo el petróleo, el gas y el carbón. No parece posible (ni deseable) seguir alimentando la ilusión de una transición indolora desde el punto de vista del consumo energético, cuando lo recomendable sería, a la vista de los datos y la evidencia científica, poner todos los medios y esfuerzos para reducir nuestra producción y consumo acomodándolo a las posibilidades reales que nos ofrecen, precisamente, estas fuentes energéticas renovables.
En definitiva, si no se pueden adecuar los medios a los objetivos (crecimiento) hay que rebajar sustancialmente los objetivos para hacerlos coincidir con los medios disponibles. Se necesita, pues, pensar y poner en marcha escenarios de contracción urgente de la actividad económica y social donde quepa la reducción en el uso de recursos naturales, las emisiones y contaminación, y donde se haga frente a la desigualdad social.
Reducir la escala y poner en marcha escenarios de post crecimiento35
Estas preguntas y desafíos han formado parte de las preocupaciones y reflexiones que, desde el Grupo de Energía, Economía y Dinámica de Sistemas (GEEDS) de la Universidad de Valladolid, hemos realizado en torno a las consecuencias para la economía de diferentes escenarios futuros de transición energética. Para ello hemos elaborado el modelo MEDEAS,36 que es un modelo de evaluación integrada (IAM, por sus siglas en inglés) de energía, economía y cambio climático, con un enfoque de macroeconomía ecológica centrado en la economía mundial y europea, y para el que se está realizando también una extensión al caso de la economía española.
Se trata de un modelo de simulación y evaluación que, metodológicamente, integra de manera novedosa dos técnicas potentes como son la dinámica de sistemas y el análisis input-output, y que tiene en cuenta, entre otros, el contexto internacional y europeo respecto a las restricciones físicas sobre la disponibilidad de recursos energéticos no renovables (peak-oil), las limitaciones a las emisiones de GEI, el potencial técnico y sostenible de las energías renovables, y la demanda de energía por parte de los diferentes sectores. Se estructura en diferentes módulos (económico, energético, climático, usos del suelo, minerales, etc.) cada uno de ellos interrelacionado con el resto y formando conjuntamente un sistema integrado. En este sentido, la clave es tener en cuenta no solo los consumos energéticos directos e indirectos insertados en el módulo económico, sino también las realimentaciones que se producen con otros ámbitos y módulos y que impulsan también el consumo y las emisiones.
No parece posible (ni deseable) seguir alimentando la ilusión de una transición indolora desde el punto de vista del consumo energético
Con estos mimbres, se han evaluado, por ejemplo, diferentes escenarios de transición hacia una economía mundial y europea37 baja en carbono en el horizonte 2030-2050 con resultados muy reveladores.38
Los tres escenarios considerados son:
1) continuación de las tendencias actuales (BAU, business as usual),
2) crecimiento verde (Green growth) que supone una apuesta importante por la tecnología, la eficiencia energética y la transición a renovables (electrificación, eólica, fotovoltaica, bioenergía, etc.), con un alto crecimiento de las rentas medias y bajas y un crecimiento medio de las rentas altas,
3) Post crecimiento (Post-growth), que suma a las políticas de eficiencia energética y renovabilidad anteriores, una ligera reducción anual del PIB per cápita, medidas de reducción de la desigualdad, así como de reparto del tiempo de trabajo y, finalmente, una política económica de promoción potente de servicios públicos en detrimento de sectores económicos intensivos en el uso de recursos naturales.
En todos los casos, se plantea la doble variante de suponer qué pasaría con la existencia de límites energéticos y la de suponer qué ocurriría con ausencia de esos límites, y así ver las consecuencias que tienen las diferentes estrategias en términos de evolución de las emisiones de GEI, PIB, empleo, etc. Se trata de determinar, por ejemplo, con qué escenario se garantizaría no sobrepasar los 2 ºC de incremento de la temperatura en 2050 (tomando como base la media de emisiones del período 2005-2015, esto supondría reducciones de más del 40% en 2050 respecto de la media 2005-2015). Pues bien, lo que se obtiene de la simulación de los tres escenarios es lo siguiente.
En el caso del BAU, las emisiones mundiales se incrementarían en 2030 y 2050 entre un 25 (2030) y un 8% (2050) (con el supuesto de limitaciones energéticas), o entre un 57 (2030) y un 210% (2050) (si se supone ausencia de limitaciones energéticas). En el escenario green growth, y sin limitaciones energéticas, las emisiones se incrementarían entre un 51 (2030) y un 14% (2050). Con la presencia de límites el incremento en 2030, el incremento sería del 14%, y en 2050 se daría una reducción del 16% en las emisiones GEI (al haber comenzado los efectos del despliegue de las renovables, pero lejos todavía del objetivo climático). Por último, en el escenario post-growth, por su propia naturaleza, los resultados no se ven apenas influidos por la ausencia o no de limitaciones energéticas, y se producirían unas reducciones de las emisiones del 13% en 2030 y del 57% en 2050, lo que permitiría mantener el incremento de la temperatura por debajo de los 2 ºC y cumplir el objetivo del Acuerdo de París.39
Cabe añadir que los resultados de la simulación realizados para el caso de la UE-28 (teniendo en cuenta las diferentes perspectivas de consumo energético planteadas por la propia Comisión Europea en su Energy Roadmap 2050) muestran también que el escenario post-growth es el único capaz de satisfacer simultánea- mente el despliegue de las renovables con una reducción sustancial del consumo energético y de las emisiones (del 70%), lo que permitiría a la UE cumplir con sus compromisos climáticos. A la vez, las políticas laborales de reducción y reparto del tiempo de trabajo asociadas al escenario post-growth servirían para mantener el nivel de empleo.40
Con sus limitaciones, estos resultados muestran claramente que, cuando se incorporan las restricciones biofísicas y el estrecho intervalo temporal que tenemos para actuar, en los escenarios BAU y green growth el conflicto entre crecimiento económico, políticas para luchar contra el cambio climático y sostenibilidad ambiental está servido. Por otro lado, los escenarios también sugieren que es mejor hacer algo que no hacer nada, aunque se pone de manifiesto que el crecimiento económico general no es un modelo alcanzable en un contexto de restricciones energéticas y climáticas, por lo que la modelización macroeconómica no debe estar al margen de este resultado y debería incorporar las restricciones biofísicas en sus análisis.
El escenario post-growth es el único que satisface simultáneamente el despliegue de las renovables con una reducción sustancial del consumo energético y de las emisiones
Afortunadamente, cada vez más se va abriendo paso la necesidad de incorporar estos escenarios de reducción de la escala económica en los análisis y prospectiva. Así lo han visto de igual manera otros investigadores que han propuesto planteamientos similares en trabajos relevantes recientemente publicados también en importantes revistas científicas internacionales.41 Se hace, pues, preciso complementar las soluciones tecnológicas (eficiencia, renovables, etc.) con cambios socioeconómicos importantes que inicien pautas de reducción de los consumos, de la movilidad motorizada, con políticas de redistribución de renta riqueza y tiempos, políticas económicas fuertes de gestión de la demanda, de promoción de consumos colectivos, servicios públicos potentes, agricultura ecológica, etc. A pesar de todo, conviene no engañarse. En gran medida, algunas de las políticas asociadas a este escenario de postcrecimiento, y otras relativas al sistema financiero y fiscal que hemos detallado en otros lugares42 resultan claramente a contracorriente, cuestionan fuertes intereses, afectan a diferentes ámbitos de actuación (internacional, europeo, nacional o, incluso, local), y por eso será preciso afinar mucho en cada nivel de aplicación.
A modo de conclusión
El cambio climático es un claro ejemplo de que existen límites a la expansión de la actividad económica y que hemos sobrepasado la capacidad de la biosfera de absorber los GEI sin incrementar la temperatura medida del planeta. También sabemos que cuanto mayor sea la escala del sistema económico, mayores serán también las exigencias de energía y materiales y, consecuentemente, de residuos generados. Urge pensar escenarios que vayan en el sentido contrario en términos de exigencias de recursos naturales y contaminación, de consumo y de producción materiales. Una economía que contrae su consumo energético rápidamente –y debe hacerlo muy rápidamente–, difícilmente puede abordar este descenso tan solo a través de la eficiencia (especialmente si se descuenta el efecto rebote). Necesitamos recursos materiales y sociales que permitan avanzar en diseñar estos escenarios y en plantear con rigor políticas económicas y prácticas sociales que los puedan llevar a cabo.
Óscar Carpintero Redondo y Jaime Nieto Vega forman parte del Grupo de Energía, Economía y Dinámica de Sistemas (GEEDS) y del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Valladolid
NOTAS
1 Los autores agradecen la ayuda recibida a través del proyecto de investigación: “Modelización y simulación de escenarios hacia una economía baja en carbono: el caso español (ECO2017-85110-R)”, financiado por el Ministerio de Economía e Innovación.
2 Véase, por ejemplo, Donella Meadows, Dennis Meadows, Jorgen Randers, Los límites del crecimiento 30 años después, Galaxia Gutemberg-Círculo de Lectores, Madrid, 2002. O también WWF, Living Planet Report 2020, Gland, Suiza, 2020.
3 IPCC, Climate Change 2021: The Physical Science Basis, Cambridge University Press, 2021. También, IPCC, Global warming of 1.5º, Ginebra, 2018.
4 Roberto Bermejo, Un futuro sin petróleo, Los Libros de la Catarata, Fuhem-Ecosocial, Madrid, 2007. Y más recientemente, Antonio Turiel, Petrocalipsis, Alfabeto, Madrid, 2020.
5 IEA, World Energy Outlook, París.
6 IPCC, op. cit., 2021.
7 James Hansen, Pushker Kharecha, Makiko Sato, Valerie Masson-Delmotte, Frank Ackerman, et al., «Assessing “dangerous climate change”: Required reduction of carbon emissions to protect young people, future generations and nature», PLoS ONE, 8, 2013.
8 IPCC, op.cit., 2018,
9 Jaime Nieto, Óscar Carpintero, Luis Javier Miguel, «Less than 2º: An Economic-Environmental Evaluation of the Paris Agreement», Ecological Economics, 146, 2018, pp. 69-84.
10 NDC Synthesis Report, Convenio Marco sobre el Cambio Climático, Naciones Unidas, 2021.
11 Daniel Welsby, James Price, Steve Pye, Paul Ekins, «Unextractable fossil fuels in a 1.5 °C world», Nature 597, 2021, pp. 230–234, .
12 Son entendibles los reparos a negociar compensaciones precisamente a aquellos agentes económicos que han estado en el origen del problema y, en muchos casos, presentan historiales de agresiones y deterioro ecológico de los bienes comunes muy importantes. Sin embargo, dado que el bien mayor que se lograría sería superior a los costes en que incurriríamos, el resultado seguramente merecería la pena.
13 OCDE, Towards green growth, OCDE, París, 2011.
14 Banco Mundial, Inclusive green growth: the Pathway to sustainable development, Banco Mundial, Washington, DC, 2012.
15 Iñigo Capellán-Pérez, Ignacio de Blas, Jaime Nieto, Carlos de Castro, Luis Javier Miguel, Óscar Carpintero, Margarita Mediavilla, Luis Francisco Lobejón et al., «MEDEAS: a new modeling framework integrating global biophysical and socioeconomic constraints», Energy Environmental Science, núm. 13, 2020, pp. 986–1017. También el trabajo de Simone D’Alessandro, André Cieplinski, Tiziano Distefano, Kristofer Dittmer, «Feasible alternatives to green growth», Nature Sustainability núm. 3, 2020, pp. 329–335.
16 Jeremy Rifkin, El Green New Deal Global, Paidós, Madrid, 2019.
17 Helmut Haberl, Dominik Wiedenhofer, Doris Virág, Gerald Kalt, et al., «A Systematic Review of the Evidence on Decoupling of GDP, Resource Use and GHG Emissions, Part II: Synthesizing the Insights», Environmental Research Letters, vol. 15, núm. 6, doi: 10.1088/1748-9326/ab842a, 2020.
18 OCDE, Global Material Resources Outlook to 2060: Economic Drivers and Environmental Consequences. OCDE, París, 2019.
19 Jason Hickel, y Giorgos Kallis, «Is Green Growth Possible?», New Political Economy 25 (4), 2020, pp. 469–486. También: Helmut Haberl, et al., op.cit. 2020.
20 Óscar Carpintero, «Los costes ambientales del sector servicios y la nueva economía: Entre la “desmaterialización y el “efecto rebote”», Economía Industrial, núm. 352, 2003, pp. 59-76.
21 Jorge Riechmann, Otro fin del mundo es posible, decían los compañeros, Mra ediciones, Madrid, 2019.
22 IEA, The Role of Critical Minerals in Clean Energy Transitions, IEA, París, 2021.
23 Pedro Prieto, «Consideraciones sobre la electrificación de los vehículos privados en España», 15/15/15, 2020.
24 Un simple ejemplo propuesto por Antonio Turiel, (op.cit, p. 145) nos puede ayudar: «Millones de coches duermen en la calle en nuestro país. Para poder recargar esos coches durante la noche haría falta poner un poste eléctrico cada cinco metros de acera aproximadamente. Si fueran postes de 22 KW, como los que quiere instalar el gobierno en las gasolineras, en ciento veinticinco metros de calle habría que tender un cableado junto con los postes para poder suministrar más de un megavatio (MW) de potencia. Una ciudad como Madrid, con más de mil kilómetros de calles, necesitaría cableados, subestaciones eléctricas y sistemas de control para disponer de unos 8GW de potencia (es decir, como todas las centrales nucleares de España). Si extrapolamos estos datos para el resto de España, estaríamos hablando de más de 100GW (igual que la capacidad eléctrica máxima de España)».
25 Ignacio de Blas, Margarita Mediavilla, Iñigo Capellán-Pérez, Carmen Duce, «The limits of transport decarbonization under the current growth paradigm», Energy Strategy Reviews, 32, 2020.
26 Vaclav Smil, «Vivimos en un sistema irracional y la Tierra no puede soportarlo. Entrevista», El Correo, 27 de agosto de 2021.
27 Megan K. Siebert y William E. Rees, «Through the Eye of a Needle: An Eco-Heterodox Perspective on the Renewable Energy Transition», Energies, 14(15):4508, 2021.
28 Eric Zencey, «La energía, el recurso maestro», en: Worldwatch Institute, La situación del mundo 2013, Icaria-FUHEM Ecosocial, Barcelona-Madrid, 2013, pp. 125-140.
29 Alicia Valero, Antonio Valero y Giomar Calvo. Thanatia. Límites materiales de la transición energética, Prensas de la Universidad de Zaragoza, Zaragoza, 2021.
30 La propia Agencia recuerda que la construcción de una planta eólica exige nueve veces más recursos minerales que una planta de gas. IEA, op.cit, 2021, p. 5.
31 Daniel Pulido Sánchez, Iñigo Capellán-Pérez, Margarita Mediavilla, Carlos de Castro, Fernando Frechoso, «Analysis of the material requirements of global electrical mobility», DYNA, Vol. 96, 2021, pp. 207 – 213.
32 Carlos de Castro, Margarita Mediavilla, Luis Javier Miguel, Fernando Frechoso, «Global wind power potential: Physical and technological limits», Energy Policy, núm. 39, 2011, pp. 6677–6682.
33 Carlos de Castro, Margarita Mediavilla, Luis Javier Miguel, Fernando Frechoso, «Global solar electric potential: A review of their technical and sustainable limits», Renewable and Sustainable Energy Reviews, núm. 28, 2013, pp. 824–835.
34 Nicholas Georgescu-Roegen, Ensayos bioeconómicos, Los libros de la Catarata (2ª edición), Madrid, 2021. Pedro Prieto, y Charles Hall, Spain’s Photovoltaic Revolution. The Energy Return on Investment. Springer Verlag, Nueva York, 2013. Megan K. Siebert y William E. Rees, op.cit.
35 Hemos optado por la etiqueta de post crecimiento pues, más allá de polémicas legítimas, podría englobar diversas estrategias que intentan ir más allá del crecimiento (sea convencional o verde). Aquí estarían, las que entran dentro de la categoría del decrecimiento (degrowth), los planteamientos de low-growth o de bajo crecimiento, las de aquellos que opinan que es preciso distinguir según el país del que estemos hablando respecto de la necesidad o no de aumentar la producción de bienes y servicios, o las de aquellos que consideran que en el futuro habrá actividades que tendrán que aumentar y otras que deberán reducirse radicalmente y, por tanto, el resultado de estas estrategias en términos de crecimiento o decrecimiento del PIB no debería ser lo fundamental.
36 Iñigo Capellán-Pérez et al., op.cit, 2020.
37 Los primeros resultados provisionales obtenidos para el caso de la economía española con el modelo MO- DESLOW (aplicación de MEDEAS a España) apuntan en la misma dirección.
38 Jaime Nieto, Óscar Carpintero, Luis Fernando Lobejón, Luis Javier Miguel, «An ecological macroeconomics model: The energy transition in the EU», Energy Policy, 145, 111726, 2020. Jaime Nieto, Óscar Carpintero, Luis Javier Miguel, Ignacio de Blas, «Macroeconomic modelling under energy constraints: Global low carbon transition scenarios», Energy Policy, 137, 11090, 2020.
39 Jaime Nieto et al., op.cit, 2020.
40 Jaime Nieto, Óscar Carpintero, Luis Fernando Lobejón, Luis Javier Miguel, «An ecological macroeconomics model: The energy transition in the EU», Energy Policy, 145, 111726, 2020.
41 Simone D’Alessandro et al., op.cit. Véase también: Lorenz Keyβer y Manfred Lenzen, «1.5º C Degrowth Scenarios Suggest the Need for New Mitigation Pathways», Nature Communications, 12: 2676, 2021.
42 Óscar Carpintero y Jorge Riechmann, «Pensar la transición: enseñanzas y estrategias económico-ecológicas», Revista de Economía Crítica, núm. 16, 2013, pp. 45-107.
Acceso al texto del artículo completo en formato pdf: Transición energética y escenarios postcrecimiento
Papeles 156: Crisis energética y de materiales
Papeles 156: Crisis energética y de materiales
El sueño de los combustibles fósiles se agota. Los hidrocarburos han permitido en los últimos dos siglos una mejora de las condiciones de vida y confort sin precedentes. Pero esta excepcionalidad llega a su fin, tanto por el lado de la extracción –así lo muestra el pico del petróleo y de otras sustancias y materiales–, como, sobre todo, por el lado de las emisiones –el continuado despliegue del cambio climático y sus impactos condiciona la realidad actual–. Estos hechos amenazan con convertir el sueño en pesadilla.
Son muchos los interrogantes sobre qué vendrá y cómo incorporarlo. La esperanza de las energías renovables e hipertecnológicas a la que aspira la Transición Verde impulsada por las instituciones para “cambiar sin que nada cambie” presenta no pocas brechas, pero dos son suficientes para cuestionar el modelo: una, la tasa de retorno energético (TRE) de las renovables no puede sostener ni remotamente el tamaño del sistema económico actual; y dos, estas tecnologías, además de ser demandantes de energías fósiles en su proceso de fabricación, requieren numerosos minerales y elementos cuyo pico de extracción se contempla alcanzar a lo largo del siglo XXI.
Ningún resultado.
La electricidad por sí misma tampoco es un sustituto directo de los fósiles, a lo que se une el carácter oligopólico de los mercado de suministros energéticos –aunque no solo ellos– en España. Como asegura Santiago Álvarez Cantalapiedra en la INTRODUCCIÓN del número:
«La necesidad de cambiar el marco institucional en el que operan los actores implicados en la producción, el comercio y el consumo de la energía emerge como la conditio sine qua non para poder definir democráticamente el rumbo de la transición energética».
El debate sobre la insoslayable transición energética debe realizarse entre las constricciones que imponen los límites naturales y los apremios temporales. Todo ello anuncia la magnitud y carácter de las dificultades a las que nos enfrentamos ante una crisis de energía y materiales.
Todas estas cuestiones son abordadas en profundidad en la sección A FONDO del número 156 de la revista Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, dedicada a la crisis energética y de materiales.
Además, en la sección ACTUALIDAD se evalúa la pertinencia de los Objetivos de Desarrollo del Milenio – ODS en la época del Antropoceno; abordamos la crisis ecosocial; y escarbamos en las tensiones de los mercados de gas y electricidad en España.
ENSAYO recoge una reflexión crítica de la vuelta al campo elitista de ciertos profesionales y cartografiamos el personaje de Ali Jinnah, clave en la separación de India y Pakistán.
Cerramos el número con una selección de reseñas en LECTURAS.
A continuación, ofrecemos el Sumario de la revista y el acceso en abierto y gratuito de los textos de Santiago Álvarez Cantalapiedra y de Óscar Carpintero y Jaime Nieto sobre la transición energética y los escenarios poscrecimiento.
Sumario
INTRODUCCIÓN
Los planos del debate de la crisis energética, Santiago Álvarez Cantalapiedra.
A FONDO
Autolimitarnos para que pueda existir el otro. Sobre energía y transiciones ecosociales, Jorge Riechmann.
Thanatia. Límites minerales de la transición energética, Alicia Valero, Guiomar Calvo y Antonio Valero.
Economía política del mercado mundial de petróleo: flujos, actores y precios, Rafael Fernández Sánchez.
China, geopolítica y materiales estratégicos, Tica Font.
Crisis energética, Luis González Reyes.
Descenso energético: escenarios, estrategias y redistribución, Martín Lallana.
Transición energética y escenarios postcrecimiento, Óscar Carpintero y Jaime Nieto.
ACTUALIDAD
Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en crisis: del Antropoceno a su recalibración, Carlos Gómez Gil.
Mejor hablar de crisis ecosocial, Alejandro Quecedo del Val.
Tensiones en mercados y precios de gas y electricidad, Francisco Javier Gutiérrez Hurtado.
ENSAYO
La pseudo revolución posturbana, Jean-Pierre Garnier.
Jinnah, el que pudo ser el primer ministro de la India independiente en un potencial comunitarismo de convivencia, Jesús Ojeda Guerrero.
LECTURAS
Técnica y tecnología. Cómo conversar con un tecnolófilo, de Adrián Almazán
Pablo Alonso López
Economía política feminista. Sostenibilidad de la vida y economía mundial, de Astrid Agenjo Calderón
Oriol Navarro e Irene Gómez-Olano
Cuaderno de notas
RESÚMENES
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Esta publicación ha sido realizada con el apoyo financiero del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD). El contenido de la misma es responsabilidad exclusiva de FUHEM y no refleja necesariamente la opinión del MITERD.

Los planos del debate de la crisis energética
Santiago Álvarez Cantalapiedra escribe en el texto introductorio del número 156 de la revista Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, titulado «Los planos del debate de la crisis energética», que es en el escenario de la crisis energética-climática donde se revelan con mayor claridad los límites biofísicos de la civilización industrial capitalista.
Construida sobre la base energética de los recursos fósiles, la intensificación y expansión del industrialismo a lo largo de los dos últimos siglos ha mostrado la existencia de límites en la disponibilidad de los recursos (debido al agotamiento de unos stocks que se extraen de la corteza terrestre a un ritmo que no se corresponde con los largos periodos geológicos que los forman) y la presencia, aún más apremiante, de límites en la capacidad de asimilación de los residuos.
La contaminación del aire, de las aguas y de la tierra con todo tipo de residuos (sólidos, líquidos y gaseosos) no solo ha hecho del planeta un inmenso vertedero, sino que además ha conseguido alterar el clima en la troposfera y modificar la estructura de la atmósfera.
Ambas circunstancias ofrecen suficientes evidencias para concluir que el modelo energético imperante resulta inviable si queremos preservar las condiciones naturales que facilitan una vida civilizada en el planeta. La contradicción derivada de un modo civilizatorio que no civiliza nos exige renunciar a un modelo de acumulación basado en requerimientos crecientes de materiales y energía y a perfilar horizontes con nuevos fines (sociales, económicos y políticos) y medios que hagan un uso menos intensivo de los recursos.
Este debería ser el insoslayable punto de arranque de cualquier discusión sobre el sistema energético. De ser así, no podrá obviarse que la rápida transición hacia una nueva base energética requiere algo más que una aceleración del desarrollo tecnológico y la sustitución de unas fuentes energéticas insostenibles por otras renovables. La cuestión tiene mayor enjundia, y la interiorización de la existencia de los límites naturales (cuando se cumple el quincuagésimo aniversario de la publicación del informe al Club de Roma de los esposos Meadows) debería situar, como ejes centrales en una estrategia de transición, dos cuestiones: la primera, que la senda por la que transitaremos será descendente en términos energéticos dada la existencia de límites (materiales, territoriales, de eficiencia tecnológica, etc.); y la segunda, que el camino hacia la descarbonización de la economía para sortear las peores consecuencias del cambio climático va a estar condicionado por lo anterior.
Otros planos del debate
Aunque nuestras sociedades fueran más conscientes de lo que muestran en relación con la existencia de los límites naturales, el problema de la transición energética no se resuelve sin la introducción de otros planos en el debate. El primero tiene que ver con el propósito de descarbonizar electrificando todos los procesos que hasta ahora se encuentran alimentados con recursos fósiles y que en adelante obtendrían los suministros de un sistema eléctrico basado en flujos renovables. Esta vía de «descarbonizar electrificando» sin cambios profundos en el modo de vida hegemónico, además de los consabidos límites ya aludidos, no está exenta de su propia problemática, particularmente derivada de la singularidad que presenta la electricidad como producto. Otro plano ineludible que añade complejidad a la transición es la presencia en el sector energético de instituciones, actores y relaciones de poder que, de no tomarse en consideración, marcarán las posibilidades de que aquella pueda llegar a ser justa además de sostenible.
En resumen, que la crisis energética difícilmente se abordará con seriedad si no nos pone frente al espejo de la situación de extralimitación en la que nos encontramos y no se encaran las dificultades específicas que presenta un sistema energético que, además de gobernado por estructuras oligopólicas que condicionan el funcionamiento de los mercados y la fijación de los precios, rezuma fuertes tensiones geopolíticas.
La electrificación del sistema energético
Si la transición energética es la clave de bóveda de la transición ecosocial, la eléctrica se presenta a su vez como la condición necesaria de la primera. Sin embargo, la electrificación del sistema energético es un desafío realmente complicado. Para empezar, hay que recordar el estadio en que estamos, donde la electricidad apenas representa el 20% del consumo energético final sin ser, ni mucho menos, toda de origen renovable. A esa dificultad de partida se suman otras consideraciones en absoluto menores.
En primer lugar, aunque la electricidad se encuentra presente en la naturaleza, los seres humanos no somos capaces de aprovechar directamente ese potencial, por lo que precisamos de tecnologías e infraestructuras -que han de ser fabricadas e instaladas a partir del empleo de un ingente caudal de recursos materiales y energéticos- para ser capaces de transformar los flujos renovables en energía eléctrica y, como señalan en su artículo Carpintero y Nieto,1 esta circunstancia nos sitúa ante la denominada trampa de la energía, es decir, ante el hecho de que el despliegue de esas infraestructuras de captación de las fuentes renovables pueda significar, si no propiciamos cambios radicales en el resto de usos en que se emplean esos recursos requeridos, un agravamiento de los problemas relacionados con los límites de disponibilidad de recursos y desbordamiento de sumideros a los ya hemos hecho referencia.
En segundo lugar, no todas las actividades se pueden electrificar con las tecnologías actualmente disponibles (basta con pensar en el transporte nacional e internacional de mercancías o en la industria química), y cuando empiecen a estar a nuestra disposición las alternativas, la matriz de renovables no parece que pueda garantizar la afluencia energética con la que cubrir los desmesurados niveles de consumo a los que nos hemos acostumbrado en la era de la energía fósil.
La transformación hacia un modelo 100% renovable sin considerar, de nuevo, cambios profundos en las estructuras y dinámicas sociales, es una ilusión que queda -en los plazos de urgencia en los que nos movemos- sencillamente fuera de nuestro alcance.
Finalmente, la electrificación del sistema energético se encuentra con problemas asociados a las peculiaridades de la electricidad, en concreto, las dificultades para su almacenamiento a gran escala y para conjugar la oferta con la demanda derivada de la intermitencia en la generación a partir de fuentes renovables como el sol y el viento. A pesar de las esperanzas depositadas en el hidrógeno como vector energético que facilite una alternativa viable de almacenamiento cuando la generación eléctrica de origen renovable exceda a la demanda, los avances en los esfuerzos encaminados en esta dirección no han proporcionado hasta el momento más que avances muy modestos sin lograr siquiera las condiciones económicas y ecológicas que pudieran hacerlo viable en un corto plazo.2 Tampoco los resultados obtenidos de la conversión mecánica en las centrales hidráulicas por bombeo o en acumuladores de conversión química o electromagnética parece que sean suficientemente significativos como para pensar que el problema está resuelto.
Por otro lado, la conjugación permanente de la oferta con la demanda requiere dotar al sistema eléctrico de los atributos de estabilidad y flexibilidad, algo difícil de lograr dado el carácter discontinuo de las fuentes renovables. Obviamente se trata de un asunto estrechamente relacionado con las posibilidades de almacenamiento a gran escala, aunque no únicamente. Requiere también resolver de forma adecuada la integración de las diferentes secuencias que conforman el sistema eléctrico, desde la generación hasta la utilización final de la electricidad pasando por el transporte a través de redes de alta tensión y la distribución comercial. Para ello se confía en una digitalización a gran escala que haga posible lo que se denomina “energía conectada”. Así pues, la electrificación del sistema energético queda íntimamente ligada a la intensificación de la digitalización de la sociedad, con todas las potencialidades, pero también con todos los problemas y riesgos que comporta. No es el momento (y tampoco hay espacio) para desarrollar este aspecto, pero sí convendría observar cómo se viene construyendo un discurso tecnologicista en el que se habla alegremente de “prosumidores” (actores que desempeñan simultáneamente el papel de productores y consumidores), de redes concebidas como plataformas digitales de servicios, de descentralización gobernada por organizaciones vecinales y comunitarias, etc., sin alusión alguna a cómo se organiza y funciona realmente el sector: con estructuras oligopólicas y una invariable connivencia de los diferentes gobiernos con las grandes empresas para su mayor beneficio y menor atención a los intereses generales de la población.
Las estructuras e instituciones de poder
La integración de las fuentes renovables en un sistema descentralizado y digitalizado basado en redes dinámicas bidireccionales en las que millones de usuarios pudieran gestionar su consumo eléctrico y verter los excedentes a la red es un proyecto que tropieza con las estructuras e instituciones de poder tanto nacionales como internacionales.
La necesidad de cambiar el marco institucional en el que operan los actores implicados en la producción, el comercio y el consumo de la energía emerge como la conditio sine qua non para poder definir democráticamente el rumbo de la transición energética. Se trata de una cuestión crucial de un debate eminentemente político que no puede ser hurtado a la ciudadanía, pero que requiere, para mayor complicación, de un conocimiento riguroso del funcionamiento, las prioridades y los actores decisivos que condicionan la marcha de un sistema energético.3
Por si esto fuera poco, cabe añadir la dimensión internacional en que se desarrolla el sistema energético actual, marcado a su vez por profundas asimetrías y desigualdades. El orden fosilista ha estado acompañado permanentemente de una geopolítica que ha hecho y desecho alianzas internacionales y esferas de influencia, en la mayoría de los casos con consecuencias bélicas para los países que han osado desafiar el orden establecido con el propósito de mejorar su participación en el pastel o garantizar, al menos, su cuota de mercado. Pocos ámbitos han estado tan marcados en la historia reciente por las estrategias de seguridad nacional de las grandes potencias y demasiados han sido los pueblos que les ha tocado sufrir las calamidades que esas estrategias han ocasionado. No es una historia exclusiva del sector energético, aunque tal vez sí uno de los ejemplos más significativos.
Un solo dato puede ser indicativo de la magnitud que va a adquirir esta dimensión geopolítica. En el año 1990, el mundo obtenía el 87% de su energía primaria de fuentes fósiles; en el 2020, representa el 83%, con una reducción de apenas cuatro puntos porcentuales en tres décadas. ¿Cómo será posible moverse desde el 83% al cero en los próximos 30 años, periodo que se contempla para culminar el proceso de descarbonización, sin una recomposición radical de las fuerzas y actores en juego?
Pensar imaginativamente otros fines y medios
Para que no desemboque la tan anhelada transformación de la matriz energética en una tragedia ecosocial sin precedentes o en el apartheid de gran parte de la humanidad, no queda otra que perfilar horizontes nuevos con otros fines y medios. No existe como tal una transición energética en marcha, sino un espacio de disputa que podrá salvarnos de –o encaminarnos sin remedio hacia– los peores escenarios de la crisis ecosocial.
Mientras se disputa y se hacen valer las capacidades políticas y técnicas para resolver los problemas y dificultades concretas en los planos antes mencionados, resulta igualmente necesario y urgente subvertir los objetivos, prioridades y valores que nos han conducido a esta crisis energética que desvela un rango civilizatorio a poco que se escarbe. El capitalismo ha construido un entorno social y cultural que favorece el consumo desenfrenado, creando unos consumidores agitados por el ansia de alcanzar todos sus deseos. Y no lo hace de forma homogénea y continua, sino generando abismales desigualdades y provocando crisis continuas en medio de un despilfarro generalizado. Se antoja imposible construir una sociedad autocontenida y guiada por principios igualitarios en escenarios de escasez sin un cuestionamiento y una radical redefinición de las nociones de bienestar y calidad de vida en las sociedades contemporáneas. La lucha contra la desigualdad y el despilfarro consustanciales a la dinámica capitalista ofrecen cierto margen que, aunque se vaya estrechando, permite aún imaginar sociedades civilizadas con propósitos que no se reduzcan a los de la mera supervivencia.
Santiago Álvarez Cantalapiedra
NOTAS
1. Óscar Carpintero y Jaime Nieto, «Transición energética y escenarios post-crecimiento», Papeles de relaciones ecosociales y cambio global, núm. 156, invierno 2021, FUHEM Ecosocial, Madrid, pp 93-106.
2. Véase en esta misma revista Antonio Serrano, «hidrógeno verde y transición energética», Papeles de rela- ciones ecosociales y cambio global, núm. 1153, primavera 2021, FUHEM Ecosocial, Madrid, pp. 83-92.
3. De la complejidad y cuestiones más relevantes del sistema eléctrico español, dominado por un oligopolio formado por un número muy reducido de compañías que poseen casi toda la capacidad instalada y el control de la mayoría de las redes de distribución y comercialización, ejerciendo una influencia decisiva sobre el marco institucional y enormes posibilidades de captura del regulador, da buena cuenta Enrique Palazuelos en un libro imprescindible para quien desee aventurarse, con conocimiento de causa, en la discusión sobre la viabilidad, características y consecuencias de la transición energética: El oligopolio que domina el sistema eléctrico. Consecuencias para la transición energética, Akal, Madrid, 2019.
Acceso al pdf completo y gratuito del artículo: «Los planos del debate de la crisis energética»
Entrevista a Joan-Ramon Laporte
En esta entrevista publicada en el número 154 de la revista Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, Nuria del Viso conversa con Joan-Ramon Laporte, profesor emérito de Farmacología de la Universidad autónoma de Barcelona, sobre cómo la distribución excluyente de las vacunas refleja las tremendas diferencias entre los países ricos y pobres, agravadas por la dictadura de las patentes.
La “sorpresa” anunciada que representó la irrupción de la COVID-19 pilló fuera de juego a los gobiernos de casi todo el mundo, nóveles en el tratamiento de epidemias y con pocas herramientas para poner coto a un virus pertinaz que solo ha dado muestras de contención con medidas drásticas como el confinamiento estricto.
Así, las vacunas –desarrolladas en un tiempo récord y después de importantes inversiones de fondos privados y públicos– se convirtieron en la gran esperanza.
Su “rodaje” está revelando en la práctica ciertas limitaciones debido a su acelerado desarrollo. Pero, además, el proceso de vacunación, con el acaparamiento de dosis por parte de los países ricos, está exponiendo una crisis más profunda de desigualdad, esta vez en cuestiones decisivas de salud pública. Algunas voces reclaman ya que se suspendan las patentes para las vacunas de la COVID-19.
Nuria del Viso (NdV): ¿Están justificadas las precauciones ante los problemas de trombos que ha presentado la vacuna de AstraZeneca y más recientemente la de Janssen? ¿Qué hay del resto de las vacunas? ¿Son más seguras? Incluidas otras aún no aprobadas por la Agencia Europea de Medicamentos (AEM).
Joan-Ramon Laporte (JRL): Los resultados de los ensayos clínicos sobre las vacunas, así como la experiencia posterior con su empleo en la práctica, indican que las vacunas actualmente disponibles contra la COVID-19 son eficaces para prevenir la enfermedad grave, y efectivas para reducir la mortalidad y los ingresos hospitalarios.
Era esperable que surgieran lo que llamamos señales de farmacovigilancia, es decir, sospechas de efectos indeseados que no han sido identificados en los ensayos clínicos anteriores a la comercialización. Estas señales se generan a través de un sistema de notificación de sospechas de efectos indeseados al centro de farmacovigilancia de cada región o país, y son reunidos en una base de datos europea común, llamada Eudravigilance y gestionada por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA). La posibilidad de que la vacuna de AstraZeneca diera lugar a raros casos de trombosis fue anunciada el 7 de marzo.
Los datos disponibles hasta el momento no indican que las vacunas de Pfizer/BNT y de Moderna incrementen el riesgo de trombosis, pero no sabemos si incrementan el riesgo de otros efectos indeseados. En los próximos meses, a medida que avance la vacunación con todas las vacunas disponibles en el mundo, se irán conociendo mejor sus ventajas y desventajas respectivas en términos de seguridad y de preferencias según la edad y el sexo de las personas vacunadas.
NdV: A pesar de tratarse de una pandemia global, asistimos a un acceso a las vacunas vinculado al poder de compra de los estados, dejando a muchos países –especialmente en África– con un acceso muy reducido. ¿Cuál es su percepción sobre este modo excluyente de gestión en base al poder adquisitivo de los países?
JRL: Me parece un egoísmo suicida. Los virus no tienen fronteras, y si el vecino no está vacunado, la enfermedad vuelve, posiblemente traída por una nueva variante del virus más contagiosa que dé lugar a una enfermedad más grave. Es el reflejo de las tremendas diferencias entre países ricos y pobres, diferencias que en los últimos años han sido agravadas por la dictadura de las patentes (sobre tecnologías, sobre medicamentos, etc.) impuesta por los países ricos a través de la Organización Mundial del Comercio y sus acuerdos ADPIC sobre protección de la propiedad intelectual. Quizá sea bueno recordar que mientras hablamos de vacunas contra la COVID-19, parece que olvidemos que en el mundo fallecen cada año 800.000 menores de 5 años de neumonía para las que se dispone de tratamientos efectivos. Neumonías que hasta ahora no han sido causada por el coronavirus.
NdV: Sudáfrica e India han expresado su disposición a fabricar millones de dosis para los países pobres. ¿Qué obstáculos encuentra esta propuesta?
¿Existen casos justificados, según la OMC, en que las patentes puedan desbloquearse?
JRL: Las materias primas necesarias para fabricar una vacuna son más complejas que las necesarias para fabricar un medicamento convencional. La fabricación de una vacuna necesita una compleja cadena de procedimientos variados. La vacuna de Pfizer, por ejemplo, comienza en una fábrica en Missouri donde se producen plásmidos de ADN que contienen un gen de coronavirus, se cultivan estos plásmidos en bacterias E. coli modificadas para producir ADN purificado, siguen en otra fábrica en Massachusetts donde unos enzimas transcriben el ADN en ARN mensajero (mRNA), que son enviados a otra factoría en Michigan, donde las partículas de ARN mensajero son envueltas en una capa de una mezcla de varios lípidos que las protegen y facilitan su penetración en las células de la persona vacunada. Este proceso, funcionando a toda máquina, necesita 60 días.
India y otros países pueden manufacturar vacunas, pero no disponen de todas las materias primas necesarias. Existen planes de varias compañías que tienen vacunas contra la COVID-19, de Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y China, para montar plantas en otros países, y así aumentar la capacidad de producción.
NdV: ¿Por qué Europa no reclama la suspensión de las patentes, máxime cuando ya financió el desarrollo de algunas vacunas?
JRL: El Acuerdo ADPIC (TRIPS en inglés) prevé que si declara una emergencia sanitaria, cualquier estado puede ordenar una licencia obligatoria, es decir, la producción del fármaco o vacuna necesario a un fabricante de versiones genéricas, a pesar de que el original esté patentado. Estados Unidos y todos los países de la Unión Europea se opusieron a esta cláusula (que, de hecho, es una modificación de 2001 del tratado original de 1995). La cláusula no entró en vigor hasta 2017, cuando dos tercios de los estados integrantes de la OMC habían firmado la modificación del acuerdo ADPIC. Pero cuando entró en vigor la modificación, los países de la Unión Europea, España entre ellos, renunciaron a usarla. Una parte importante de las principales compañías farmacéuticas transnacionales es europea. La élite global del capitalismo impone sus normas, lo que ocurre con las patentes de medicamentos es paralelo a lo que ocurre con las semillas modificadas genéticamente y patentadas, con el pago de la deuda por los países pobres o con las guerras concentradas en las regiones donde hay minerales útiles para los países ricos.
NdV: Finalmente, ¿cómo interpreta el anuncio de Joe Biden de plantear en la OMC la suspensión de patentes, propuesta que ha encontrado eco en la UE?
JRL: En mi opinión es un paso importante que el presidente de EEUU y su gobierno declaren que van a hacer una propuesta en la OMC, y que la UE diga lo mismo. Es una manera de quedar bien con el ala izquierda del Partido Demócrata Sanders, Ocampo y demás, quienes vienen haciendo propuestas sobre las patentes de medicamentos en general desde hace años, desde luego desde antes de la pandemia. La misma secretaria de Estado de Comercio ha dicho que las negociaciones pueden durar meses, que nadie se haga ilusiones. EEUU y la UE eran los que más se opusieron a cualquier liberación de patentes en el seno de la OMC, como la contemplada en la cláusula aprobada en Doha si no recuerdo mal en 2001. Para que el nuevo tratado ADPIC –que prevé que no hace falta ser un país pobre de solemnidad para tener “derecho” a emitir una licencia obligatoria– entrara en vigor, hacía falta que lo aprobaran y lo firmaran dos tercios de los estados miembros. Y esto no ocurrió hasta 2017. Inmediatamente, varios países, entre ellos EEUU y los de la UE, renunciaron formalmente a usar nunca esta cláusula.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que cada vacuna tiene un montón de patentes, usa tecnologías “únicas”, y un personal especialmente entrenado. No es lo mismo montar una fábrica de medicamentos convencionales que una de vacunas, y más si hablamos de las de mRNA. No solo es necesario liberar patentes, sino también transferir tecnologías.
Rusia y China están distribuyendo la mitad de las vacunas que las que distribuye el Covax, el mecanismo de los países ricos, como ilustraba recientemente un gráfico en The Economist.1 Estos anuncios de EEUU y la UE también pueden ser interpretados como una reacción para intentar detener la visión de un mundo en el que los países autodenominados democráticos muestran un egoísmo atroz con las vacunas, mientras Rusia y China suministran vacunas. La secretaria de Estado de EEUU citó a India –obligado en estos días– y a América Latina, donde, como es sabido, las vacunas que llegan son hasta ahora rusas y chinas.
A pesar de todo, que el presidente de EEUU y la CE se hayan visto obligados a decir lo que han dicho –que lo estudiarán, que lo propondrán, que lo negociarán, que es muy complejo– es ya un paso, incluso puede animar el debate global.
Nuria del Viso Pabón es miembro de FUHEM Ecosocial y forma parte del consejo de redacción de la revista PAPELES.
Día Internacional de las Personas Migrantes. Selección de Recursos
En diciembre de 2000, la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó el Día Internacional del Migrante (A/RES/55/93) que se celebra cada año el 18 de diciembre. El tema para 2021: Aprovechar el potencial de la movilidad humana
La Organización Internacional para las migraciones (OIM) fue creada hace 70 años, con el propósito de trasladar a los europeos desplazados por la segunda Guerra Mundial, y desde entonces ha prestado asistencia a millones de inmigrantes en el mundo, y actualmente sigue encabezando las labores orientadas a promover una gestión humana y ordenada de la migración para beneficio de todos, incluidas las comunidades de origen, tránsito y destino.
Según la OIM existen diversos factores que inciden en los movimientos de población. Dichos movimientos, que pueden ser voluntarios o forzosos, son el resultado de desastres, crisis económicas y situaciones de pobreza extrema o conflicto, cuya magnitud y frecuencia no dejan de aumentar. En 2020, había unos 281 millones migrantes internacionales, lo que corresponde al 3,6% de la población mundial.
Todos estos factores tendrán repercusiones de calado en las características y el alcance de la migración en el futuro, y determinarán las estrategias y políticas que los países deberán implementar para aprovechar el potencial de la migración, sin dejar de lado la protección de los derechos humanos fundamentales de los migrantes.
Desde el Centro de Documentación Virtual de FUHEM Ecosocial ofrecemos una selección de recursos publicados en nuestra revista Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, que abordan el tema de las migraciones desde diferentes perspectivas: los derechos humanos de las personas migrantes, los procesos de militarización y securitización de las fronteras, las políticas europeas, las migraciones ambientales y los desplazamientos forzados.
Repatriaciones de menores sin garantía en Ceuta, Luis Carlos Nieto
Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, núm. 155, otoño 2021, pp. 80-83.
Análisis crítico de las repatriaciones de menores extranjeros de la ciudad de Ceuta realizadas por el Ministerio del Interior en agosto de 2021, caracterizadas por la vulneración de diversos instrumentos legales nacionales e internacionales sancionados por España.
Alternativas a la funesta manía de erigir muros, Juan Carlos Velasco Arroyo
Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, núm. 153, primavera 2021, pp. 101-112.
Las migraciones se han convertido no solo en un factor estructural de primer orden en un mundo cada vez más interconectado e interdependiente, sino en un complejo y permanente reto que requiere respuestas políticas que las sociedades contemporáneas no siempre están en condiciones de proporcionar.
Refugiados en la Unión Europea: desde el alarmismo de emergencia a la gestión común, Daniele Archibugui, Marco Cellini y Mattia Vitiello
Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, núm. 149, primavera 2020, pp. 77-96.
Los flujos de refugiados han encendido el debate político europeo. El artículo analiza cómo el número de solicitantes de asilo no justifica hablar de una “crisis de refugiados”, y sostiene que las instituciones y los procedimientos de la Unión Europea son insuficientes para gestionar con éxito el ingreso de refugiados y las solicitudes de asilo. El texto proporciona claves radicales para una política y una gestión de refugiados y solicitantes de asilo centrada en la UE.
Construir la «Europa fortaleza»: militarizar las fronteras, securitizar la migración, Ainhoa Ruiz Benedicto
Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, núm. 145, primavera 2019, pp. 85-94.
La caída del muro de Berlín en 1989 prometió la entrada en un mundo globalizado que fuese acompañado de una apertura de fronteras. Esta narrativa liberal poco ha tenido que ver con la realidad del escenario que se ha desarrollado en la Unión Europea respecto a las políticas fronterizas.
Las políticas europeas de migración. Un enfoque desde Marruecos, Lucile Daumas
Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, núm. 145, primavera 2019, pp. 95-105.
Las políticas europeas de cierre de fronteras confinan en sus territorios a los ciudadanos marroquíes y africanos. Marruecos y África se están convirtiendo en ollas exprés, entre dictaduras, conflictos, represión, miseria y falta de perspectivas.
Entrevista a Michael T.Klare, José Bellver y Nuria del Viso
Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, núm. 143, otoño 2018, pp. 155-161.
La combinación de sequía extrema, escasez de agua, inseguridad alimentaria y desempleo rural agravarán las tensiones étnicas y estimularán las migraciones masivas.
Migraciones Forzadas
Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, núm. 132, invierno 2015-2016.
Desplazamientos forzados: causas, responsabilidades y
respuesta, Santiago Álvarez Cantalapiedra, pp. 5-10.
ESPECIAL
Proliferación de fronteras y «derecho de fuga», Sandro Mezzadra, pp.13-26
Refugiados: preguntas y respuestas ante una crisis que no es
coyuntural, Javier de Lucas, pp. 27-20.
La migración ambiental: entre el abandono, el refugio y la protección internacional, Susana Borrás, pp. 31-49.
Distinción, discreción, discriminación: las nuevas y, es de esperar, últimas fronteras para las solicitudes de asilo relacionadas con el género, Alice Edwards, pp. 51-64.
De cómo una revolución fue ahogada en el Mediterráneo, Naomí Ramírez Díaz, pp. 65-76.
Desde Aylan hasta París: recorrido por un drama humanitario sin precedentes , Estrella Galán, pp. 77-86.
Cambio Climático y Seguridad Humana
Los efectos del Cambio Climáticos sobre la Seguridad Humana repensar el bienestar y la calidad de vida en términos sostenibles.
FUHEM Ecosocial
Noviembre 2021
El presente documento, que pertenece a la Colección Dosieres Ecosociales, recoge textos publicados por FUHEM Ecosocial que abordan los efectos y consecuencias del cambio climático sobre la seguridad humana, el bienestar y la calidad de vida.
Dividido en tres partes, la primera aborda cómo los impactos de los fenómenos climáticos extremos provocan que cada vez más personas vean amenazadas las condiciones sociales y naturales sobre la que descansa su existencia. Fenómenos que afectan, sobre todo, a las poblaciones más pobres y vulnerables con consecuencias en el aumento de las personas que tienen que migrar por cuestiones ambientales y en los cambios en las estrategias de seguridad internacional.
La segunda parte incluye cuatro textos en torno a la necesidad de repensar el concepto de seguridad, la economía y la sostenibilidad para asegurar el bienestar y la calidad de vida de las personas.
La tercera parte incluye una recopilación de recursos elaborada desde el Centro de Documentación Virtual de FUHEM Ecosocial, sobre las diferentes temáticas abordadas en el dosier.
Índice
Introducción
PARTE I: RIESGOS Y AMENAZAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO
Amenazas climáticas, injusticia ambiental y violencia, Santiago Álvarez Cantalapiedra.
La migración ambiental: entre el abandono, el refugio y la protección internacional, Susana Borrás.
Colonizar el futuro: cambio climático y estrategias de seguridad internacional, Ben Hayes.
PARTE II: REPENSAR EL BIENESTAR Y LA CALIDAD DE VIDA
Ampliar el concepto de seguridad, Michael Renner.
La necesidad de repensar el bienestar en un mundo cambiante, Mateo Aguado, Diana Calvo, Jorge Riechmann, José A. González y Carlos Montes.
Construir una economía sostenible y deseable, integrada en la sociedad y en la naturaleza, Robert Costanza, Gar Alperovitz, Herman Daly, Joshua Farley, Carol Franco; Tim Jakson, Ida Kubiszewski, Juliet Schor y Peter Victor.
El debate sobre el buen vivir y los problemas-caminos para medir los avances en la calidad de vida y la sustentabilidad, Tomás R. Villasante.
Parte III RECURSOS
Selección de recursos, Susana Fernández Herrero.
Acceso al Dosier completo en formato pdf: Los efectos del cambio climático sobre la seguridad humana.
Esta publicación ha sido realizada con el apoyo financiero del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD). El contenido de la misma es responsabilidad exclusiva de FUHEM y no refleja necesariamente la opinión del MITERD.
Tipos de Contaminación en España y su Impacto en la Calidad de Vida
Diferentes tipos de Contaminación e Impactos sobre la Calidad de Vida de la Población Española
FUHEM Ecosocial
Noviembre 2021
El metabolismo socioecológico asociado al modo de vida de la sociedad española genera una gran cantidad de residuos (sólidos, líquidos o gaseosos) que terminan contaminando el medio natural, afectando a la salud de los ecosistemas. La toxicidad de los residuos puede acarrear también efectos directos sobre la salud de las personas. Así pues, directa o indirectamente, la contaminación por residuos tiene efectos sobre la salud pública y, en consecuencia, efectos sobre la calidad de vida de una población. Aunque al hablar de contaminación lo habitual sea pensar en el deterioro de la calidad del aire, la actividad socioeconómica y los
estilos de vida actuales generan residuos de distinto tipo que afectan de diferente manera a los ecosistemas.
Desde el punto de vista de la calidad de vida de las personas, tan importante es la contaminación química
como la acústica, la polínica, la térmica, lumínica o electromagnética.
En este proyecto se aborda el impacto que tiene sobre la calidad de vida de la población española tres tipos de procesos contaminantes:
1) La contaminación del aire.
2) La contaminación de las aguas (superficiales y subterráneas)
3) La contaminación de los suelos.
Se estudia tanto los efectos indirectos (a través de la afectación de los ecosistemas) como los directos sobre la salud de las personas.
Índice
Introducción
PARTE I: Una panorámica general
Los regímenes metabólicos y los residuos
Los residuos: un problema global
PARTE II: Una panorámica de España
Contaminación del aire y sus impactos sobre la calidad de vida
Contaminación del agua y sus impactos sobre la calidad de vida
Contaminación del suelo y sus impactos sobre la calidad de vida
Otras formas de Contaminación y sus impactos sobre la calidad de vida
Conclusiones y consideraciones finales
Relación de cuadros, gráficos y figuras
Acceso al Dosier completo en formato pdf: Diferentes tipos de Contaminación e Impactos sobre la Calidad de Vida de la Población Española
Esta publicación ha sido realizada con el apoyo financiero del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD). El contenido de la misma es responsabilidad exclusiva de FUHEM y no refleja necesariamente la opinión del MITERD.
Cambio climático. Análisis Documental
Cambio climático.
Selección de Recursos
INFORMES
Centro Complutense de Estudios e Información Medioambiental – CCEIM
Cambio Global España 2020/50. Cambio Climático y Salud
Asturias: ISTAS, SESA, CCEIM, 2012, 369 págs.
Disponible en.
http://www.fundacionconama.org/wp-content/uploads/2019/08/Informe-Salud-y-Cambio-Climatico.pdf
Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (CEDEX)
Evaluación del impacto del cambio climático en los recursos hídricos y sequías en España. Informe Técnico para Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente Secretaría de Estado de Medio Ambiente Oficina Española de Cambio Climático.
Madrid: Centro de Estudios Hidrográficos, julio 2017, 346, págs.
Disponible en:
DO Ó, A. y SEIZ R.
Efectos del cambio climático en la península ibérica. Menos lluvia y más incertidumbre para los ríos.
ANP/WWF y WWF España, 2021, 18 págs.
Disponible en:
Ecologistas en Acción
Caminar sobre el abismo de los límites Políticas ante la crisis ecológica, social y económica
Madrid: Ecologistas en Acción, 2019, 36 págs.
Disponible en:
https://www.ecologistasenaccion.org/wp-content/uploads/adjuntos-spip/pdf/informe-abismo-limites.pdf
IPCC – Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático
Calentamiento Global de 1,5 ° C. Informe especial del IPCC sobre los impactos del calentamiento global de 1,5 ºC con respecto a los niveles preindustriales y las trayectorias correspondientes que deberían seguir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, en el contexto del reforzamiento de la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático, el desarrollo sostenible y los esfuerzos por erradicar la pobreza GT I GT II GT III Resumen para responsables de políticas.
Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, 2019, 32 págs.
Disponible en:
https://www.ipcc.ch/site/assets/uploads/sites/2/2019/09/IPCC-Special-Report-1.5-SPM_es.pdf
IPCC – Intergovernmental Panel of Climate Change
Climate Change 2021: The Physical Science Basis. Contribution of Working Group I to the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change.
Cambridge: Cambridge University Press. In Press, 2021, 3949 págs.
Disponible en:
https://www.ipcc.ch/report/ar6/wg1/downloads/report/IPCC_AR6_WGI_Full_Report.pdf
LUMBRERAS, Julio (coord.)
Cambio climático. Bases científicas y cuestiones a debate
Madrid: Fundación Naturgy, 2020, 99 págs.
Disponible en:
https://www.miteco.gob.es/es/ceneam/recursos/pag-web/cambio-climatico-bases-cientificas.aspx
Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico
Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático 2021-2030
Madrid: Ministerio para la transición Ecológica y el Reto Demográfico, 2020, 246 págs.
Disponible en:
Organización Meteorológica Mundial
Estado del clima mundial en 2020.
Organización Meteorológica Mundial, 2021
Ginebra: Organización Meteorológica Mundial, 2021, 57 págs.
Disponible en:
https://library.wmo.int/doc_num.php?explnum_id=10891
SÁNCHEZ-LAULHÉ OLLERO, José María et al.
Informe sobre el Estado el Clima de España, 2019
Madrid: Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Agencia Estatal de Meteorología, 2020, 88 págs.
Disponible en:
SANZ, M.J.; GALÁN, E. (eds.)
Impactos y riesgos derivados del cambio climático en España.
Madrid: Oficina Española de Cambio Climático, Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD), 2021, 213 págs.
Disponible en:
World Meteorological Organization (WMO), United Nations Environment Programme, Intergovernmental Panel on Climate Change, United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization (UNESCO), Intergovernmental Oceanographic Commission (IOC), Global Carbon Project
United in Science 2020: A multi-organization high-level compilation of the latest climate science information.
World Meteorological Organization (WMO), 2020, 28 págs.
Disponible en:
https://library.wmo.int/doc_num.php?explnum_id=10361
LIBROS
BENNETT, Jeffrey
Calentamiento global : ¿qué nos dice la ciencia?, ¿qué consecuencias tiene?, ¿qué soluciones existen?
Bilbao: Mensajero, 2018. 107 págs.
CAMARGO, João
Manual de lucha contra el cambio climático: nada volverá a ser como antes, ni el clima ni la sociedad
Madrid : Libros en Acción, D.L. 2019. 285 págs.
CAMPILLO ÁLVAREZ, José Enrique
Homo climaticus : el clima nos hizo humanos
Barcelona : Crítica, 2018. 398 p.
CASTILLO, Jesús M.
Los negocios del cambio climático
Barcelona: Virus, 2017, 186 págs.
CERRILLO, Antonio
Emergencia climática: escenarios del calentamiento y sus efectos en España
Barcelona: Libros de Vanguardia, 2020. 223 págs.
COTARELO ÁLVAREZ, Pablo
Los conflictos sociales del cambio climático
Madrid: Ecologistas en Acción, 2011, 120 págs.
DUARTE QUESADA, Carlos Manuel
Cambio climático
Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas; Catarata 2001, 104 págs
ESCRIVÀ, Andreu
Aún no es tarde: claves para entender y frenar el cambio climático.
Valencia : Publicacions de la Universitat de València, 2018. 243 págs.
ESCRIVÀ, Andreu
Y ahora yo qué hago: cómo evitar la culpa climática y pasar a la acción
Madrid : Capitán Swing, D.L. 2020. 158 págs.
FIGUERES, Christiana; RIVETT-CARNAC, Tom
El futuro por decidir: cómo sobrevivir a la crisis climática
Madrid: Debate, 2021. 224 págs.
GONZÁLEZ SVATETZ, Carlos A.
Emergencia climática, alimentación y vida saludable
Barcelona: Icaria, 2020. 204 págs.
HERRERO LÓPEZ; Yayo; GONZÁLEZ, María; PÁRAMO PINO, Berta
Cambio climático
Valencia: Litera, 2019, 55 págs.
NEALE, Jonathan
Cómo detener el calentamiento global y cambiar el mundo
Barcelona: el Viejo Topo, 2012, 363 págs.
NORDHAUS, William
El casino del clima: por qué no tomar medidas contra el cambio climático conlleva riesgo y genera incertidumbre
Barcelona: Deusto, 2019. 446 págs.
PAJARES, Miguel
Refugiados climáticos: un gran reto del siglo XXI
Barcelona: Editorial Rayo Verde, 2021, 280 págs.
ROCA TRESCENTS, Josep
Crisis climática: la colisión actual entre ecologismo y capitalismo
Barcelona : Octaedro, 2019. 277 págs.
SCRANTON, Roy
Aprender a vivir y a morir en el Antropoceno. Reflexiones sobre el cambio climático y el fin de una civilización
Madrid: Errata Naturae, 2021, 168 págs.
TARDIVO, Giuliano; BARBEITO, Roberto; DÍAZ CANO, Eduardo (coord..)
Cuestiones Sobre Cambio Climático
Valencia: Tirant lo Blanch, 2020. 184 págs.
TEJERO, Héctor
¿Qué hacer en caso de incendio? Manifiesto por el Green New Deal
Madrid: Capitán Swing, 2019. 248 p.
WAINWRIGHT, John
Leviatán climático : una teoría sobre nuestro futuro planetario
Madrid: Biblioteca Nueva, 2018. 347 p.
WALLACE-WELLS, David
El planeta inhóspito
Barcelona: Debate, 2019, 352 págs.
Publicaciones FUHEM Ecosocial
Percepciones sobre el Cambio Climático
Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global. núm. 136, invierno 2016/2017
El cambio climático: una realidad difícil de asumir, Santiago Álvarez Cantalapiedra
https://www.fuhem.es/wp-content/uploads/2018/12/Cambio-climatico_Introduccion_136_S.Alvarez.pdf
ESPECIAL
Cuando lo importante no es relevante. La sociedad española ante el cambio climático
Francisco Heras Hernández, Pablo Ángel Meira Cartea
De la realidad ontológica a la percepción social del cambio climático: el papel de la comunidad científica en la dilución de la realidad, Ferran Puig Vilar
https://www.fuhem.es/wp-content/uploads/2018/12/Papel_de_comunidad_cientifica_F.Puig_.pdf
La opinión crítica de los investigadores sobre la comunicación mediática del cambio climático, Gemma Teso Alonso
https://www.fuhem.es/wp-content/uploads/2018/12/Opinion_critica_investigadores_G.Teso_.pdf
Cambio climático y publicidad: desintoxicación cultural para responder al monólogon
Isidro Jiménez Gómez, Mariola Olcina Alvarado
https://www.fuhem.es/wp-content/uploads/2018/12/Cambio_climatico_y_publicidad_I.Jimenez_M.Olcina.pdf
Resistencias psicológicas en la percepción del cambio climático, Cristina Huertas, José Antonio Corraliza
Terminar la ESO sin conocer el cambio climático. Algunas reflexiones y herramientas para que esto no ocurra, María González Reyes
El debate electoral sobre el cambio climático, Javier Gutiérrez Hurtado
https://www.fuhem.es/wp-content/uploads/2018/12/Debate_electoral_cambio_climatico_J.Gutierrez.pdf
Otros artículos de Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global:
“Costes y restricciones ecológicas al capitalismo digital”, José Bellver, Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, núm. 144, invierno 2018/2019, pp.59-77.
“Respuestas ante el negacionismo climático”, Francisco Heras Hernández, Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, núm. 140, invierno 2017/2018, pp.119-130.
https://www.fuhem.es/wp-content/uploads/2018/12/Respuestas-al-negacionismo-climatico-F.Heras_.pdf
“Modelo alimentario y cambio climático”, Carlos González Svatetz, Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, núm. 139, otoño 2017, pp.55-62.
https://www.fuhem.es/wp-content/uploads/2018/12/Modelo-alimentario-y-cambio-climatico_C_GONZALEZ.pdf
“Centrales nucleares, emisiones de CO2 y cambio climático”, Xavier Bohigas, Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, núm. 138, otoño 2017, pp.109-121.
“Tecno-optimismo climático: el escapismo tecnológico, frente al calentamiento
global”, Samuel Martín-Sosa Rodríguez, Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, núm. 134, verano 2016, pp. 25-38.
https://www.fuhem.es/wp-content/uploads/2018/12/Tecno-optimismo_climatico_S.Martin-Sosa.pdf
“La migración ambiental: entre el abandono, el refugio y la protección internacional”, Susana Borrás, Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, núm. 132, invierno 2015/2016, pp. 31-49.
https://www.fuhem.es/wp-content/uploads/2018/12/Migracion_ambiental_S.Borras.pdf
La Situación del Mundo
GEMENNE, François
“Las migraciones como estrategias de adaptación al clima”
En:
GARDNER, Gary; PRUGH, Tom; RENNER, Michael (dirs.),
Un mundo frágil: hacer frente a las amenazas a la sostenibilidad. La Situación del Mundo 2015. Informe Anual del Worldwhatch Institute.
Barcelona: FUHEM Ecosocial, Icaria,pp. 173-185, 259-261.
Disponible en:
RENNER, Michael
“Cambio climático y los desplazamientos”
En:
ASSADOURIAN, Erik; RENNER, Michael (dirs.)
¿Es aún posible logara la Sostenibilidad? La Situación del Mundo 2013. Informe Anual del Worldwhatch Institute.
Barcelona: FUHEM Ecosocial, Icaria, 2013, pp. 503-516, 645-647.
Disponible en:
ENGELMAN, Robert; RENNER, Michael; SAWIN, Janet (dirs.)
El mundo ante el calentamiento global. La Situación del Mundo 2009. Informe Anual del Worldwhatch Institute.
Barcelona: FUHEM Ecosocial, Icaria, 2009.
Conexiones de clima
“Un futuro energético duradero”, Janet L. Sawin y William R. Moomaw, pp.
Disponible en:
https://www.fuhem.es/wp-content/uploads/2021/12/un-futuro-energetico-duradero.pdf
“Generar resiliencia”, David Dodman, Jessica Ayers y Saleemul Huq.
Disponible en:
https://www.fuhem.es/wp-content/uploads/2021/12/Generar-resiliencia.pdf
“Guía y Glosario sobre Cambio Climático”, Alice McKeown; Gary Gardner, pp. 299-321, 401-402.
Disponible en:
https://www.fuhem.es/wp-content/uploads/2021/12/Guia-y-glosario-sobre-cambio-climatico.pdf
Apéndice
“Cambio climático en España: Problemas y soluciones”, Antonio Ruiz de Elvira, pp. 319-347.
Disponible en:
https://www.fuhem.es/wp-content/uploads/2019/08/Ruiz_-de_-Elvira_cambio_climatico.pdf
Dosieres Ecosociales
Rubén Gutiérrez Cabrera
Los discursos en torno a la emergencia climática
Dosieres Ecosociales, mayo 2020.
Disponible en:
Cristina Contreras Jiménez
Un estudio para la participación ambiental, la ciudadanía activa y las redes vecinales ante la emergencia climática
Dosieres Ecosociales, abril 2020.
Disponible en:
“Amenazas climáticas, injusticia ambiental y violencia”, Santiago Álvarez Cantalapiedra.
“De los delirios escapistas frente al cambio climático a la búsqueda de respuestas colectivas”, Nuria del Viso.
Crisis Ecosocial, Conflictos y Construcción de Paz.
Dosieres Ecosociales, diciembre 2018.
Disponible en:
https://www.fuhem.es/wp-content/uploads/2020/04/Dossier-Crisis-Ecosocial.pdf
Temas clave en el debate climático
Dosieres Ecosociales, enero 2016.
Disponible en:
Cambio climático: un reto social inminente
Dosieres Ecosociales, 2005.
Disponible en:
https://www.fuhem.es/wp-content/uploads/2019/08/DOSSIER_CAMBIO_CLIMATICO.pdf
Otras publicaciones Fuhem Ecosocial
ROCA JUSMET, Jordi (coord..); ALCÁNTARA, Vicent; ARTO, Iñaki; PADILLA, Emilio; SERRANO, Mónica
La responsabilidad de la economía española en el calentamiento global
Madrid: Catarata, 2013, 159 págs.
BUXTON, Nick; HAYES, Ben (eds.)
Cambio climático S.A.: cómo el poder (corporativo y militar) está moldeando un mundo de privilegiados y desposeídos ante la crisis climática.
Madrid: FUHEM Ecosocial, 2017, 301 págs.
Impacto del Cambio Climático en los Sistemas Litorales Españoles
Impacto del Cambio Climático en los Sistemas Litorales Españoles y Repercusiones sobre la Calidad de Vida
Acceso a la infografía en formato pdf: Impacto del Cambio Climático en los Ecosistemas Litorales
Esta infografía ha sido realizada con el apoyo financiero del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD).
Basura, contaminación y efectos sobre el entorno
Basura, contaminación y efectos sobre el entorno
Acceso a la infografía en formato pdf: Basura, contaminación y efectos sobre el entorno
Esta infografía ha sido realizada con el apoyo financiero del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD).
Cambio climático e Impactos sobre la Calidad de Vida
Cambio climático e Impactos sobre la Calidad de Vida
Acceso al mapa conceptual en formato pdf: Cambio climático e Impactos sobre la Calidad de Vida
Este mapa conceptual ha sido realizado con el apoyo financiero del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD).
Impacto del Cambio Climático sobre los Ecosistemas
Impacto del Cambio Climático sobre los Ecosistemas
Acceso a la infografía en formato pdf: Impacto del Cambio Climático sobre los Ecosistemas
Esta infografía ha sido realizada con el apoyo financiero del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD).
Efectos de la Contaminación sobre la Salud de las Personas
Efectos de la Contaminación sobre la Salud de las Personas
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Efectos de la contaminación sobre el Entorno y los Ecosistemas
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Sistema Biosfera - Sistema Industrial
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Lectura Recomendada: Perdiendo la tierra
Nathaniel Rich, Perdiendo la tierra. la década en que podríamos haber detenido el cambio climático, Madrid: Capitán Swing, 2020, 191 págs.
Reseña elaborada por Nuria del Viso del equipo de FUHEM Ecosocial y publicada en el número 155 de la revista Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global.
El cambio climático se presenta como una controversia científica pública, algo común en la ciencia, si bien no constituye el tipo de controversia que cabríamos esperar, derivada de visiones científicas distintas o de un desacuerdo genuino sobre los datos. En este caso se trata más bien de una controversia pública calculadamente fabricada, como queda claro después de la lectura de Perdiendo la Tierra, una exhaustiva –aunque sintética– investigación de un periodo histórico cercano –de 1979 a 1989–, cuando estuvimos muy cerca de un acuerdo internacional sobre el cambio climático.
Existen evidencias del cambio climático al menos desde el siglo XIX, y desde 1979 la ciencia climática ya estaba asentada y ha permanecido prácticamente invariable desde entonces. El libro se abre con una frase impactante en este sentido:
«Casi todo lo que sabemos en la actualidad del calentamiento global ya lo sabíamos en 1979» (p. 13).
Desde los ochenta hay un amplísimo consenso científico en torno a los principales hallazgos de la ciencia climática. Entonces, ¿por qué en las últimas tres décadas apenas se ha avanzado en atajar la desestabilización del clima? Rich nos acerca a las respuestas a esta inquietante pregunta.
El cambio climático es un caso paradigmático de agnotología. El término fue desarrollado por Robert Proctor, historiador científico de la Universidad de Stanford, que en 1979 se topó con un memorando secreto elaborado diez años antes por la compañía tabaquera Brown & Williamson donde se exponían las tácticas empleadas por el sector para combatir las medidas antitabaco. A partir de este hallazgo, Proctor comenzó a investigar este tipo de casos. Como la empresa afirmaba en aquel comunicado, «La duda es nuestro producto. [La duda] es la mejor manera de competir con el volumen de información que existe en la mente del público en general. También es el medio para crear controversia», según recoge una noticia de la BBC (Georgina Kenyon, «Agnotología: la ciencia de sembrar el engaño para vender», BBC, 17 de enero de 2016). Como subrayaba Philip Mirowski en una conferencia en 2012, los negacionistas «no pretenden cambiar la ciencia climática, sino nublar la mente de la gente común.
El objetivo principal es obstaculizar cualquier acción de reducción de emisiones, comprar tiempo para formular otros componentes y desarrollarlos como opción política» (Conferencia inaugural del congreso «Life and Debt: Living through the Financialisation of the Biosphere», Universidad Tecnológica de Sidney).
La agnotología, ya con medio siglo de historia a sus espaldas, alcanza hoy nuevas cotas en un contexto de explosión de las redes sociales que multiplican sus efectos. Bruno Latour en Dónde aterrizar resalta la situación de “delirio epistemológico” en la que nos encontramos, especialmente desde la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, algo de lo que se hace eco Jorge Riechmann en otro artículo de esta misma revista.
Podría parecer que la inacción ha dominado siempre nuestra aproximación al calentamiento global. Pero, como recuerda Rich, hubo un tiempo no tan lejano en que «había un consenso general sobre el hecho de que se tenía que pasar a la acción de inmediato» (p. 17), y «un amplio consenso internacional acordó poner en marcha un mecanismo para conseguir un tratado global vinculante» (p. 17).
De la mano de Rich descubrimos una década que ahora parece asombrosa, cuando el cambio climático no generaba en EEUU posturas partidistas automáticas, cuando las corporaciones petroleras investigaban el cambio climático –incluso un presidente de Exxon, Edward David hijo, llegó a afirmar en 1982 la adhesión de la petrolera a la transformación integral de las políticas energéticas globales (p. 89)–, y cuando congresistas y senadores preocupados por el fenómeno podían organizar sesiones sobre el asunto con el testimonio de científicos, o cuando un grupo de 24 senadores de ambos partidos pidieron al presidente Bush padre –era 1989– un compromiso de reducción de emisiones, y el cambio climático llegó a ser la ter- cera preocupación de los estadounidenses (p. 127).
El negacionismo climático surgió de las propias empresas y se materializó con la captura de un grupo de científicos –especialistas en física atómica y otras ramas de la ciencia distintas a la climática– contratados al servicio de los intereses corporativos. Rich deja claro la responsabilidad de la petroleras, que conocían el problema del cambio climático desde los años cincuenta, y la industria automovilística desde los setenta, igual que las eléctricas. Las empresas implicadas han invertido cifras astronómicas para desacreditar y poner en duda el conocimiento de la ciencia climática, sembrando la confusión y el escepticismo. Esta estrategia ha sido desplegada en distintas controversias públicas, antes y después del cambio climático, y es ya conocida como la “estrategia del tabaco”, por ser el primer sector industrial que la utilizó como constató Proctor y tal como recogen Oreskes y Conway en su libro Mercaderes de la duda.
Si Rich se centra en una década particular para mostrar la deriva del asunto climático y a sus protagonistas, Oreskes y Conway se enfocan en Mercaderes de la duda en explorar precisamente esta estrategia, dedicando el capítulo 6 al cambio climático. Aunque con acentos, estilos y periodos históricos diferentes (Oreskes y Conway analizan hasta 1997), ambos libros resultan complementarios.
Perdiendo la Tierra se compone de tres partes –«Gritos en la calle (1979-1982)»; «Ciencia ficción de mala calidad (1983-1988)»; y «Veréis cosas que deberéis creer (1988-1989)»– y 21 capítulos, además de una introducción y un epílogo. Cada capítulo va encabezado por un título y un periodo histórico.
En la primera parte del libro, Rich retrata cómo el cambio climático se abría paso entre la ciencia, el activismo y las instituciones políticas oficiales –Gobierno, Congreso y Senado– con notable consenso, incluso en las filas de ambos partidos. En la segunda parte cubre el periodo de 1983 a 1988 y explora cómo fuerzas contrarias en torno al cambio climático pugnaron por prevalecer. En la tercera parte, de 1988 a 1989, el autor narra el proceso de retirada de apoyo de EEUU al acuerdo internacional y su descarrilamiento final mientras se desplegaba el negacionismo a toda potencia.
Rich adopta un enfoque histórico bien documentado a través de numerosas entrevistas con los protagonistas de los hechos y desarrolla su argumento de forma ágil a través de capítulos breves. El libro mantiene la tensión, aunque la proliferación de nombres puede despistar en más de un momento. El hilo del relato, sin embargo, se mantiene gracias a dos personajes principales que guían la narración: un activista ecologista, Rafe Pomerance, y un científico climático, James Hansen, en torno a quienes pululan no pocos actores. Apuntar que quizá la historia de héroes, villanos y víctimas que presenta Rich resulte algo simplista.
El autor narra la historia –o la intrahistoria– de un fracaso no anunciado de la deriva climática y cómo se fueron cerrando las posibilidades de un acuerdo. Un par de años después de las entusiastas declaraciones de David hijo, Exxon había reconsiderado su postura y vuelto a los combustibles fósiles convencionales. Para 1988, el Instituto Americano del Petróleo (conocido como API) «empezó a prestar atención a los argumentos políticos relacionados con el negocio» (p. 135) y se fortaleció el contraataque: los departamentos de investigación corporativos se cerraron y en su lugar se invirtieron millones de dólares para desacreditar las certezas que iba señalando la investigación climática y, en su lugar, sembrando la duda, con una alta efectividad que condujo al consenso de inacción a partir de 1989. Como afirma Rich, «Esa era la nueva tendencia: no solo la expresión de indiferencia o precaución, sino del advenimiento de una fuerza antagonista, nihilista» (p. 112). Para 1992, el presidente Bush padre había pasado de declararse “medioambientalista” (p. 128) a principios de los ochenta a ofrecer una postura más que tibia en la Cumbre de la Tierra en Río.
En contrapartida a la “guerra sucia” del negacionismo, la controversia sobre el cambio climático implica cada vez más cuestiones morales, como remarca Rich en el epílogo, donde la voz del autor se hace más nítida. Estas razones están ganando peso progresivamente en la crisis del clima, tanto aquellas sobre la relación inversa existente entre responsabilidad de las emisiones y gravedad de los impactos como las referidas a la responsabilidad con las generaciones futuras y otros seres vivos. Los argumentos que esgrimen tanto Greta Thunberg como el papa Francisco en su encíclica Laudato Si van en esa dirección.
En su conjunto, el libro es exponente de cómo los entramados sociotécnicos, tal como sostienen los estudios de ciencia y tecnología (Science and Technology Stu- dies, o STS por sus siglas en inglés), constituyen ensamblajes fuertemente cohesionados; no hay separación posible entre elementos sociales, o políticos, y elementos científicos o técnicos, sino que estos componentes se entrelazan en un todo que se co-produce procesualmente y co-evoluciona, tal como defiende Bijter, dando lugar a un latouriano tejido sin costuras de elementos tecno-científicos- socio-político-económicos, tal como sostiene el enfoque constructivista de los STS. Un ejemplo en este sentido que recoge el libro se refiere a la necesidad que activistas, científicos y políticos concienciados con el cambio climático y a las puertas de una importante reunión en Toronto en 1988 para impulsar un acuerdo internacional similar al del ozono, buscaban una cifra “mágica” que movilizara las voluntades políticas, pero, lejos de proporcionarlo el conocimiento científico, fue el activista Rafe Pomerance el que dio con una cifra con gancho: reducir el 20% de emisiones para el año 2000 (posteriormente, 2005), una muestra más de cómo consideraciones científicas se entretejen con las políticas y las sociales en un conjunto sociotécnico sin fisuras ni costuras.
El autor muestra cómo el relato, la imagen y el lema de un hecho científico tiene mucho que ver con que se adopten o no medidas para ponerle remedio, como se hizo evidente en el caso del “agujero” de la capa de ozono donde un buen framing y una imagen potente ayudaron a lograr un acuerdo internacional, el Protocolo de Montreal.
Quizá uno de los problemas que ha enfrentado el cambio climático es que no haya logrado encontrar una imagen poderosa y un relato que interpele a la gente –como logró el agujero de la capa de ozono–, que genere sensación de urgencia y movilice a la ciudadanía.
Por otra parte, Rich afirma que el relato climático no ha cambiado sustancialmente desde 1989, punto del que cuesta no disentir dado que en las últimas tres décadas se ha desarrollado la potente maquinaria del negacionismo climático y actualmente el relato dominante es radicalmente distinto, y mucho más nocivo, que en 1989.
En esta absorbente investigación de una década crucial para las políticas del cambio climático sorprenderá encontrar nombres de políticos/as muy conocidos sosteniendo posturas que hoy se tacharían de “radicales”. La distancia de estas posturas a las que hoy sostiene el Partido Republicano en EEUU, el Partido Conservador en Reino Unido o sus homólogos en España da cuenta del retroceso que hemos sufrido en las últimas tres décadas en materia de políticas climáticas, que solo se han puesto en cuestión tras el “terremoto” juvenil inspirado por Greta Thunberg y las urgencias puestas de manifiesto por la crisis de la COVID-19.
Perdiendo la Tierra investiga la intrahistoria de lo que pudo ser y no fue, y de cómo se marchitaron los avances logrados a lo largo de una década. Como afirma Rich,
«Si los Estados Unidos hubieran respaldado una propuesta ampliamente apoyada a finales de los ochenta –la congelación de las emisiones de carbono, junto a una reducción del 20% en 2005– el calentamiento podría haberse limitado a menos de 1,5ºC» (p. 17).
Esta es nuestra pérdida y de ahí la importancia del libro para arrojar luz sobre ella. La revitalización de la memoria es importante para reconstruir los hechos y saber dónde nos encontramos y por qué.
Pandemias en la era de la Sexta Gran Extinción
Pandemias en la era de la Sexta Gran Extinción
FUHEM Ecosocial
Dosieres Ecosociales, noviembre 2021
La pérdida de la integralidad en la biosfera está provocando pandemias recurrentes. En la actualidad acontecen dos hechos relacionados. Por un lado, asistimos a lo que se ha denominado la Sexta Gran Extinción, un periodo en el que la tasa de extinción de especies es cien veces superior a la tasa normal de un periodo geológico.
El Antropoceno ha iniciado un proceso de extinción masiva.
Por otro lado, aún estamos padeciendo las consecuencias de la primera pandemia zoonótica global (strictu sensu) detectada a finales de 2019. Ambos acontecimientos están relacionados y exigen cambios sustanciales en los modos de vida contemporáneos. Sin embargo, aún no se ha logrado el conocimiento y la consciencia suficiente para que esos cambios se puedan suscitar.
El presente documento, que pertenece a la Colección Dosieres Ecosociales, muestra una lectura de la pandemia desde la perspectiva de la erosión a la que está siendo sometida la biodiversidad mundial. Aborda los vínculos entre la pérdida de integralidad de la biosfera resultante de la acción antrópica y las pandemias zoonóticas. Ofrece una perspectiva de la COVID-19 que trascienda la realizada en términos estrictamente sanitarios y que engarce con la crisis ecosocial en curso, con el fin de sensibilizar a la opinión pública sobre la necesidad de la defensa de la biodiversidad como la mejor forma de prevenir futuras pandemias.
Dividido en tres partes, el dosier incluye en la primera de ellas, el texto de las dos declaraciones realizadas desde FUHEM Ecosocial sobre la COVID-19, las señales y las respuestas. La segunda parte recopila una serie de textos publicados por FUHEM Ecosocial significativos sobre la materia que ayudan a abordarla desde diferentes perpectivas. La tercera parte ofrece una selección de recursos, en torno a la temática tratada en el dosier, elaborada desde el Centro de Documentación Virtual de FUHEM Ecosocial.
Esperamos que este dosier pueda aportar una mirada multidimensional que sirva para comprender que si se quieren evitar nuevos episodios de pandemias con origen en la zoonosis, hay que defender y preservar los ecosistemas atendiendo a los factores más relevantes que influyen en su transformación, degradación o destrucción.
ÍNDICE:
Introducción
PARTE I. DECLARACIONES
COVID-19: una pandemia en medio de la crisis ecosocial, Santiago Álvarez Cantalapiedra.
Señales y respuestas: las enseñanzas no atendidas de la pandemia, Santiago Álvarez Cantalapiedra.
PARTE II. TEXTOS
Pandemia, crisis ecosocial y capitalismo global, Santiago Álvarez Cantalapiedra.
Pandemia posnormal: las múltiples voces del conocimiento, Silvio Funtowicz y Cecilia Hidalgo.
Raíces socioecológicas de una pandemia prevista, Colectivo FRACTAL.
La ciencia es la mejor herramienta para luchar contra las pandemias que vendrán, Raquel Pérez Gómez.
Biodiversidad: combatir la sexta extinción masiva, Bo Normander.
PARTE III. RECURSOS
Selección de Recursos, Susana Fernández Herrero.
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Esta publicación ha sido realizada con el apoyo financiero del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD). El contenido de la misma es responsabilidad exclusiva de FUHEM y no refleja necesariamente la opinión del MITERD.
Las Macrogranjas: Impactos sobre el Territorio y la Calidad de Vida
Las Macrogranjas: Impactos sobre el Territorio y la Calidad de Vida
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Impactos del Cambio Climático en los sistemas Litorales Españoles
Impactos del Cambio Climático en los sistemas Litorales Españoles y repercusiones sobre la Calidad de Vida
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Calidad del Aire y Efectos de la Contaminación sobre la Salud de las Personas
Calidad del Aire y Efectos de la Contaminación sobre la Salud de las Personas
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Efectos del Cambio Climático sobre los ecosistemas e Impactos sobre la Calidad de Vida
Efectos del Cambio Climático sobre los ecosistemas e Impactos sobre la Calidad de Vida
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Perdida de biodiversidad y pandemias
Perdida de biodiversidad y pandemias
La presión humana provoca una degradación ambiental sin precedentes que conduce, entre otras cosas, a una pérdida importante de biodiversidad que nos hace más vulnerables. Esto significa que la salud de los ecosistemas de los que nosotros y todas las demás especies dependen está deteriorándose más rápidamente que nunca. Nosotros estamos erosionando los principales fundamentos de nuestras economías, sociedades, seguridad alimentaria, salud y calidad de vida en todo el mundo. No podemos seguir ignorando el riesgo de pandemias derivadas de los cambios ambientales generados por las políticas que no tienen en cuenta la biodiversidad.
Canción: Knowpe
Artista: Noir Et Blanc Vie
Álbum: Knowpe
Con licencia cedida a YouTube por: YouTube Audio Library
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Pandemias en la Era de la Sexta Gran Extinción. Análisis Documental
Pandemias en la Era de la Sexta Gran Extinción
Selección de Recursos
Desde el Centro de documentación Virtual de FUHEM Ecosocial hemos elaborado una selección de recursos que hablan sobre la pérdida de biodiversidad, el desarrollo de pandemias, la estrecha relación que hay entre ambas y cómo prevenir futuras pandemias.
La selección recoge Informes elaborados por prestigiosas instituciones y organizaciones , como: Convenio sobre la Diversidad Biológica – CDB, la Comisión Europea, Ecologistas en Acción, Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático – IPCC, The Intergovernmental Science Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services – IPBES, Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente – PNUMA, el Banco Mundial, la Organización Mundial de la Salud y World Wildlife Fund – WWF.
Todos los informes pueden descargarse a texto completo y son una herramienta muy útil para comprender que la salud del medioambiente y la salud humana están unidas, por lo que frenar la destrucción de los ambientes naturales y disminuir la pérdida de biodiversidad redundará en ecosistemas saludables que contribuirán la nuestra propia supervivencia.
Ofrecemos también una recopilación de libros de especialistas que ofrecerán diferentes perspectivas sobre la materia: Mike Davis, Ramón Fernández Durán, Sandra Hempel, Roger Lewin, Richard Leakey, Salvador Macip, Andreas Malm, David Quammen, Sara Shah, Rob Wallace, David Wallace-Wells, Edward O. Wilson.
INFORMES
Convention on Biological Diversity – CBD
Guidance on integrating biodiversity consideration into One Health approaches. CBD/SBSTTA/21/9
Montreal, Canadá, CBD, 2017, 17 págs.
Disponible en: https://www.cbd.int/doc/c/501c/4df1/369d06630c901cd02d4f99c7/sbstta-21-09-en.pdf
Convenio sobre la Diversidad Biológica - CDB
Perspectiva Mundial sobre la Diversidad Biológica 5
Montreal, Canadá: Secretaría del Convenio sobre la Diversidad Biológica, 2020, 212 págs.
Disponible en: https://www.cbd.int/gbo/gbo5/publication/gbo-5-es.pdf
Comisión Europea
Estrategia de la UE sobre la biodiversidad de aquí a 2030. Reintegrar la naturaleza en nuestras vidas
Bruselas, Bélgica: Comisión Europea, 2020, 27 págs.
Disponible en: https://eur-lex.europa.eu/resource.html?uri=cellar:a3c806a6-9ab3-11ea-9d2d-01aa75ed71a1.0007.02/DOC_1&format=PDF
Ecologistas en Acción
Las relaciones entre biodiversidad y cambio climático en 2020: retrospectiva y horizonte (desde Kunming y Glasgow)
Madrid: Ecologistas en acción, 2020, 48 págs.
Disponible en: https://www.ecologistasenaccion.org/wp-content/uploads/2020/12/Informe-biodiversidad-y-cambio-climatico.pdf
Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático
Cambio Climático y Biodiversidad. Documento Técnico V del IPCC.
Ginebra, Suiza: Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, 2002, 93 págs.
Disponible en: https://archive.ipcc.ch/pdf/technical-papers/climate-changes-biodiversity-sp.pdf
IPBES - The Intergovernmental Science Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services
IPBES Workshop on Diversity and Pandemics
Bonn, Alemania: Secretaría IPBES, 2020, 108 págs.
Disponible en: https://ipbes.net/sites/default/files/2020-12/IPBES%20Workshop%20on%20Biodiversity%20and%20Pandemics%20Report_0.pdf
Excecutive Summary disponible en: https://ipbes.net/sites/default/files/2020-12/IPBES%20Workshop%20on%20Biodiversity%20and%20Pandemics%20Report_0.pdf
IPBES - The Intergovernmental Science Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services
El Informe de Evaluación Mundial sobre la diversidad biológica y los servicios de los ecosistemas. Resumen para los encargados de la formulación de políticas
Bonn, Alemania: Secretaría IPBES, 2019, 60 págs.
Disponible en: https://ipbes.net/sites/default/files/2020-02/ipbes_global_assessment_report_summary_for_policymakers_es.pdf
PNUMA – Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Instituto Internacional de Investigación en Ganadería
Prevenir la próxima pandemia: zoonosis y cómo romper la cadena de transmisión
Nairobi, Kenya: PNUMA, 2020, 82 págs.
Disponible en:
https://wedocs.unep.org/xmlui/bitstream/handle/20.500.11822/32316/ZP_SP.pdf
TRAFFIC
Wildlife Trade, COVID 19, and Zoonotic Disease Risks
Cambridge, UK: Trafic, 2020, 10 págs.
Disponible en:
https://www.traffic.org/site/assets/files/12764/covid-19-briefing-vfinal.pdf
World Bank
People, pathogens and our planet: The economics of one health
Washington DC: The World Bank, 2012, 65 págs.
Disponible en: https://openknowledge.worldbank.org/handle/10986/11892
WHO - World Health Organization; CBD - Secretariat of the Convention on Biological Diversity
Connecting global priorities: Biodiversity and human health – A state of knowledge review.
Geneva and Montreal: WHO y CBD, 2015, 364 págs.
Disponible en: https://www.cbd.int/health/SOK-biodiversity-en.pdf
World Wildlife Fund – WWF
Pérdida de naturaleza y pandemias: un planeta sano por la salud de la humanidad. Segunda edición.
Madrid: WWW España, 2020, 16 págs.
Disponible en: https://wwfes.awsassets.panda.org/downloads/informe_perdida_de_naturaleza_y_pandemias__actualizacion_junio_de_2020.pdf
World Wildlife Fund - WWF
Planeta vivo 2020: revertir la curva de la pérdida de biodiversidad. Resumen
Grand, Suiza: WWF, 2020, 25 págs.
Disponible en: https://wwfes.awsassets.panda.org/downloads/infomeplanetavivo_2020_resumen_1.pdf
Informe completo en inglés:
LIBROS
DAVIS, Mike
Llega el monstruo: COVID-19, gripe aviar y las plagas del capitalismo
Madrid: Capitán Swing, 2020, 226 págs.
FERNÁNDEZ DURÁN, Ramón
El antropoceno: la expansión del capitalismo global choca con la biosfera
Barcelona: Virus, 2011,105 p.
HEMPEL, Sandra
Atlas de las epidemias
Madrid: Librero, 2020, 224 págs.
LEWIN, Roger; LEAKEY, Richard
La sexta extinción: el futuro de la vida y de la humanidad
Barcelona: Tusquets Editores, 1997, 312 págs
MACIP. Salvador
Las grandes epidemias modernas: la lucha de la humanidad contra los enemigos invisibles
Barcelona: Planeta, 2020, 384 págs.
MALM, Andreas
El murciélago y el capital: coronavirus, cambio climático y guerra social
Madrid: Errata Naturae, 2020, 256 págs.
QUAMMEN, David
Contagio: la evolución de las pandemias
Barcelona: Debate, 2020, 624 págs.
SHAH, Sara
Pandemia: mapa del contagio de a enfermedades más contagiosas del planeta
Madrid: Capitán Swing, 2020, 336 págs.
WALLACE, Rob
Grandes granjas, grandes gripes. agroindustria y enfermedades infecciosas
Madrid: Capitán Swing, 2020, 536 págs.
WALLACE-WELLS, David
El planeta inhóspito: la vida después del calentamiento
Barcelona: Debate, 2019, 352 págs.
WILSON, Edward O.
Medio planeta: la lucha por las tierras salvajes en la era de la sexta extinción
Madrid: Errata Naturae, 2017, 320 págs.
Publicaciones de FUHEM Ecosocial
Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global
Pandemia y crisis ecosocial
Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, núm 154, 2021.
ÁLVAREZ CANTALAPIEDRA, Santiago, Pandemia, crisis ecosocial y capitalismo global, pp. 5-10.
COLECTIVO FRACTAL, Raíces socioecológicas de una pandemia prevista, pp. 11-21.
https://www.fuhem.es/papeles_articulo/raices-socioecologicas-de-una-pandemia-prevista/
CAMPILLO, Antonio, La pandemia, un episodio del Antropoceno, pp. 23-31.
https://www.fuhem.es/papeles_articulo/la-pandemia-un-episodio-del-antropoceno/
PÉREZ GÓMEZ, Raquel, La ciencia es la mejor herramienta para luchar contra las pandemias que vendrán., pp. 81-90.
FUNTOWICZ, Silvio; HIDALGO, Cecilia, Pandemia posnormal: las múltiples voces del conocimiento., pp. 109-122.
https://www.fuhem.es/papeles_articulo/pandemia-posnormal-las-multiples-voces-del-conocimiento/
La Situación del Mundo
BOADA JUNCÀ, Martí; MANEJA ZARAGOZA, Roser; KNOBEL GUELAR, Pablo
“El papel vital de la biodiversidad en la sostenibilidad urbana.”
GARDNER, Gary; PRUGH, Tom; RENNER, Michael (dirs.), Ciudades sostenibles. Del sueño a la acción. La Situación del Mundo 2016. Informe Anual del WorldWatch Institute.
Barcelona: FUHEM Ecosocial, Icaria, 2016, pp. 275-291, 373-376.
Disponible en: https://www.fuhem.es/wp-content/uploads/2021/11/El-papel-vital-biodiversidad-SitMundo-2016.pdf
MACHALABA, Catherine C.; LOH, Elisabeth H.; DASZAK, Peter; KARESH, William B.
“Enfermedades emergentes de origen animal.”
GARDNER, Gary; PRUGH, Tom; RENNER, Michael (dirs.), Un mundo frágil: hacer frente a las amenazas a la sostenibilidad. La Situación del Mundo 2015. Informe Anual del Worldwhatch Institute.
Barcelona: FUHEM Ecosocial, Icaria, 2015, pp. 155-171, 256-259.
Disponible en: https://www.fuhem.es/wp-content/uploads/2021/11/Enfermedades-emergentes-origen-animal-SitMundo-2015.pdf
BROWN, Peter G.; SCHMIDTT, Jeremy J.
“La vida en el Antropoceno: ¿un escenario tendencial o una retirada compasiva?”
PRUGH, Tom; RENNER, Michael (dirs.)
Gobernar para la Sostenibilidad. La Situación del Mundo 2014. Informe Anual del Worldwhatch Institute.
Barcelona: FUHEM Ecosocial, Icaria, 2014, pp. 109-120, 396-400.
Disponible en: https://www.fuhem.es/wp-content/uploads/2021/11/La-vida-en-Antropoceno-SitMundo-2014.pdf
FOLKE, Carl
“Respetar los límites del planeta y recuperar la conexión con la biosfera.”
ASSADOURIAN, Erik; RENNER, Michael (dirs.)
¿Es aún posible logara la Sostenibilidad? La Situación del Mundo 2013. Informe Anual del Worldwhatch Institute.
Barcelona: FUHEM Ecosocial, Icaria, 2013, pp. 51-62, 585-586.
Disponible en: https://www.fuhem.es/wp-content/uploads/2021/11/Respetar-limites-planeta-SitMundo-2013.pdf
NORMANDER, Bo
“Biodiversidad: combatir la Sexta Extinción Masiva.”
ASSADOURIAN, Erik; RENNER, Michael (dirs.)
Hacia una prosperidad sostenible. La Situación del Mundo 2012. Informe Anual del Worldwhatch Institute.
Barcelona: FUHEM Ecosocial, Icaria, 2012, pp. 311-323, 410-412.
Disponible en: https://www.fuhem.es/wp-content/uploads/2021/11/Biodiversidad-combatir-sexta-extincion-SitMundo-2012.pdf
LOVEJOY, Thomas
“Impactos del cambio climático sobre la biodiversidad.”
ENGELMAN, Robert; RENNER, Michael; SAWIN, Janet (dirs.)
El mundo ante el calentamiento global. La Situación del Mundo 2009. Informe Anual del Worldwhatch Institute.
Barcelona: FUHEM Ecosocial, Icaria, 2009, pp. 125-129.
Disponible en: https://www.fuhem.es/wp-content/uploads/2021/11/Impactos-cambio-climatico-biodiversidad-SiMundo-2009.pdf
Dosieres Ecosociales
El papel de la biodiversidad
OBERHUBER, Theo, LOMAS, Pedro L.; DUCH, Gustavo; GONZÁLEZ REYES, María
Madrid: FUHEM Ecosocial, 2010, 36 págs.
Disponible en: https://www.fuhem.es/wp-content/uploads/2019/08/Dossier_El_papel_de_la_biodiversidad.pdf
BLOG Tiempo de Actuar
Tiempo de Actuar, un blog de FUHEM educación+ecosocial para compartir recursos didácticos que nos ayuden a afrontar la crisis de convivencia entre las personas y con el entorno.
NIETO GONZÁLEZ, Mara, ¿Cómo nos afecta la pérdida de biodiversidad?, 06-05-2021
https://tiempodeactuar.es/blog/como-nos-afecta-la-perdida-de-biodiversidad/
DI DONATO, Monica, Pérdida de biodiversidad y pandemias: un nexo oscuro y peligroso, 18-03-2020.
https://tiempodeactuar.es/blog/perdida-de-biodiversidad-y-pandemias-un-nexo-oscuro-y-peligroso/
DI DONATO, Monica La larga sombra de las granjas que nos enferman, 16-06-2021
https://tiempodeactuar.es/blog/la-larga-sombra-de-las-granjas-que-nos-enferma/
GONZÁLEZ REYES, Luis, Ideas (aquí no extendemos “recetas”) para trabajar la problemática del coronavirus desde la educación ecosocial. #EA26, 01-04-2020.
VISO, Nuria del, Un virus, la humanidad y la Tierra, 13-05-2020.
https://tiempodeactuar.es/blog/un-virus-la-humanidad-y-la-tierra/
GONZÁLEZ REYES, Luis, Veo, siento, pienso, me pregunto. Coronavirus, medio ambiente y sistema inmune, 22-04-2020.
Susana Fernández Herrero
Centro de Documentación Virtual
FUHEM Ecosocial
Noviembre 2021
Esta publicación ha sido realizada con el apoyo financiero del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD).
Biodiversidad: combatir la sexta extinción masiva
Biodiversidad: combatir la sexta extinción masiva
Bo Normander
En la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992, los dirigentes mundiales contrajeron un compromiso colectivo para preservar los recursos biológicos de la Tierra, acordando el Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB). Sin embargo, una mayoría de los políticos ha incumplido su responsabilidad de proteger la naturaleza, y el planeta ha padecido una pérdida dramática y constante de su biodiversidad. No solo han desaparecido mamíferos excepcionales como el rinoceronte negro de África occidental, el tigre del Caspio y el bucardo de los Pirineos, sino que un número alarmante de animales, insectos y plantas está actualmente al borde de extinción. Es posible que especies emblemáticas como el oso panda, el tigre o el delfín fluvial chino desaparezcan en un futuro próximo en estado salvaje, sobreviviendo únicamente en los zoológicos mediante costosos programas de cría en cautividad.[1]
La Lista Roja de Especies Amenazadas, elaborada por la Unión Inter- nacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), establece siete categorías de riesgo de extinción, que evidencian la tendencia alarmante de la evolución de la biodiversidad. De las casi 35.000 especies de vertebrados estudiadas hasta la fecha cerca del 20% están clasificadas como «amenazadas», oscilando desde el 13% en las aves hasta el 41% en los anfibios (véase el gráfico 15-1). Desde 1980 a 2008, una media de 52 especies ha avanzado cada año hacia una categoría más próxima a la extinción. De todos los grupos estudiados, la mayor proporción de especies amenazadas se encuentra entre las cicadas (Cycadophyta) y los esturiones (Acipenseridae), con un 64 y un 85% respectivamente. Las cicadas, plantas con aspecto de palmeras, se distribuyen por muchas zonas tropicales y subtropicales y son los vegetales con semillas más antiguos del mundo. Las principales amenazas que les afectan son el deterioro y pérdida de su hábitat debido al proceso urbanizador, así como la extracción ilegal de ejemplares por recolectores. Los esturiones también son especies muy primitivas, encontrándose entre las familias de peces más antiguas del mundo. El esturión beluga del mar Caspio produce huevas que pueden alcanzar un precio de 10.000 dólares el kilo por su venta como caviar negro. La demanda de caviar ha provocado una grave sobreexplotación de las poblaciones de esturión en toda Europa y Asia.[2]
Un segundo indicador que revela la pérdida de biodiversidad es el Índice Planeta Vivo, basado en el seguimiento de las poblaciones de más de 2.500 especies de vertebrados. Este indicador refleja una tendencia negativa similar, con un declive de la biodiversidad desde 1992 del 12% a escala mundial y del 30% en las regiones tropicales (véase el gráfico 15-2). Se estima por tanto que el ritmo actual de extinción de las especies es unas 1.000 veces superior al de la época pre-industrial. Los científicos han calificado este declive como la sexta extinción masiva de la historia de la Tierra, y la única provocada por una criatura viviente: el ser humano. Las otras cinco extinciones masivas sucedieron hace mucho tiempo, siendo la última y más conocida la ocurrida a finales del Cretácico, hace 65 millones de años, y que exterminó a los dinosaurios.[3]
¿Cuál es la causa de esta tragedia biológica? La respuesta es, sencillamente, la intervención humana. Los cinco factores principales que están conduciendo a esta pérdida de biodiversidad, según la Secretaría del CDB, son: la transformación de los hábitats, la sobreexplotación, la contaminación, la invasión de especies exóticas y el cambio climático. En particular, el crecimiento desenfrenado de negocios digitales altamente lucrativos, como las top deutsche Casino-Seiten, incrementa indirectamente la demanda energética y de recursos naturales, acelerando aún más la transformación ambiental. La humanidad ha alterado los ecosistemas durante las últimas décadas hasta un grado nunca visto con anterioridad. Para sostener el crecimiento económico y satisfacer la demanda creciente de alimentos, recursos y territorio, gran parte de las zonas naturales del planeta ha sido convertida en áreas edificadas o destinadas a la agricultura y las plantaciones.
La Evaluación de los Ecosistemas del Milenio calculó en 2005 que 15 de los 24 «servicios ecosistémicos» están en declive, incluyendo el suministro de agua dulce, las poblaciones de peces marinos y el acceso a un aire y a un agua sin contaminar (véase el capítulo 16).[4]
Por qué es importante la biodiversidad
Cada vez es mayor el cúmulo de evidencias, y el mensaje está claro: esta- mos perdiendo biodiversidad a todos los niveles. Pero, ¿por qué debemos preocuparnos por la biodiversidad? Mientras el mundo pueda producir bastantes alimentos y podamos obtener suficiente madera, combustible y otros recursos de los bosques, las tierras agrícolas y los océanos ¿qué nos importan unos cuantos miles de especies raras, de las que nadie ha oído hablar? Muchas personas se plantean esta importante cuestión. No comprenden del todo ni valoran la importancia de la biodiversidad, o incluso ignoran el significado de este término. En una encuesta realizada en 2010 en Europa, las dos terceras partes de las personas entrevistadas afirmaron haber oído hablar de la biodiversidad, pero solo el 38% fue capaz de explicar su significado. Sin embargo, una vez informados el 85% consideró que la pérdida de biodiversidad constituye un problema bastante o muy grave.[5]
Utilizando una definición sencilla de libro de texto, la diversidad biológica puede definirse como la variedad de la vida a todos los niveles de organización biológica. La definición más aceptada probablemente sea la formulada en 1992 por el CDB: biodiversidad es «la variabilidad de organismos vivos de cualquier fuente, incluidos, entre otras cosas, los ecosistemas terrestres y marinos y otros ecosistemas acuáticos y los complejos ecológicos de los que forman parte; comprende la diversidad dentro de cada especie, entre las especies y de los ecosistemas».[6]
La definición del CDB es muy amplia, en el sentido de que contempla no solo la diversidad de todos los organismos vivos sino también la diversidad de los sistemas ecológicos de los que estos forman parte. La conservación de la biodiversidad, por tanto, no consiste únicamente en luchar contra la caza de ballenas, como se desprendería de la película de Liberad a Willy, o en salvar el oso panda, símbolo de las campañas del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). Consiste en conservar la vida en todas sus formas.
Para comprender mejor la importancia de la biodiversidad de un determinado hábitat o ecosistema, podríamos imaginarnos la diversidad biológica como un gigantesco edificio construido a base de naipes, cada uno de los cuales representa una especie o una función ecosistémica.
Podríamos retirar unas cuantas cartas sin graves consecuencias para el edificio, pero si retiramos un naipe equivocado, todo el edificio se desplomará. La biodiversidad es un sistema extremadamente complejo formado literalmente por millones de especies diferentes —desde microorganismos diminutos hasta los depredadores que ocupan la cúspide de la jerarquía de la vida— interrelacionados a través de cadenas alimentarias, polinización, predación, simbiosis, antibiosis y muchas otras interacciones químicas y biológicas, gran parte de las cuales ni siquiera conocemos. Dañar a una de estas partes —exterminando por ejemplo a unas pocas especies claves— puede provocar el colapso de todo el sistema.
Por ejemplo, la intensa deforestación de la isla de Pascua, que se remonta a los siglos XV y XVI, provocó la extinción de árboles, plantas, insectos y de todas las especies nativas de aves, generando la devastación irreversible del ecosistema y los actuales problemas que padece de grave erosión del suelo y sequía. Igualmente, la introducción de especies exóticas puede resultar fatal para los ecosistemas, como evidencia en Australia el caso famoso del conejo.
Desde su introducción en 1859 por los colonos europeos, el conejo ha tenido un impacto devastador para la ecología australiana, siendo responsable del importante declive y la extinción de muchos mamíferos y plantas nativas. Su proliferación también ha provocado graves problemas de erosión, pues al devorar las plantas nativas desprotege la superficie del suelo, muy vulnerable a los agentes erosivos.[7]
Más allá de las graves consecuencias negativas derivadas de la pérdida de biodiversidad, desde un punto de vista ético el ser humano no tiene derecho a decidir ni a juzgar qué especies deben sobrevivir y cuáles no. Todas las especies son igualmente importantes y los humanos no tenemos derecho a eliminar a millares de organismos. Conservar la biodiversidad también es vital desde un punto de vista más antropocéntrico: no se trata únicamente de una aspiración humana a disfrutar de una naturaleza diversa y apasionante, sino de la capacidad que tienen los ecosistemas intactos de satisfacer las necesidades humanas básicas, en lo que se refiere a alimentos, agua limpia, medicinas, combustibles, material biológico, etc.
El valor de la biodiversidad es incalculable y es imposible medirlo ciertamente en términos monetarios. No obstante, un estudio reciente del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha intentado hacer una valoración económica de una característica predeterminada de la biodiversidad. Sus conclusiones indican que una inversión de solo el 0,5% del producto mundial bruto para hacer más respetuosos con el medio ambiente los sectores relacionados con el capital natural (agricultura, actividades forestales, pesquerías y gestión del agua dulce) ayudaría a crear nuevos empleos y más riqueza económica, mitigando al tiempo los riesgos del cambio climático, del aumento de la escasez de agua y de la pérdida de servicios de los ecosistemas. Dicho de otro modo, conservar la diversidad biológica constituye un paso fundamental para lograr la prosperidad económica.[8]
Objetivos incumplidos
A pesar de la evidencia de que conservar la biodiversidad es fundamental para la riqueza humana, aún no se han realizado verdaderos esfuerzos políticos en este sentido. Las Partes firmantes del CDB se comprometieron en 2002 «a conseguir una reducción significativa del actual ritmo de pérdida de biodiversidad para 2010». Ocho años más tarde las mismas Partes se reunieron en Nagoya (Japón), concluyendo que dicha meta no se había cumplido ni a nivel mundial, ni nacional, ni regional. En consecuencia, se renovó la meta, adoptándose un Plan Estratégico para la Biodiversidad 2011-2020, con 20 nuevos objetivos —denominados las Metas de Aichi— y comprometiéndose los estados a «adoptar medidas efectivas y urgentes para detener la pérdida de di- versidad biológica a fin de asegurar que, para 2020, los ecosistemas sean resilientes y sigan suministrando servicios esenciales».[9]
Algunas de las Metas de Aichi son bastante ambiciosas, otras son me- nos rigurosas y algunas cuestiones ni siquiera se abordan. Por ejemplo, se ha pasado completamente por alto la biodiversidad urbana (véase el cuadro 15-1). Pero en conjunto el Plan Estratégico refleja una acepta- ción internacional creciente de la importancia de la biodiversidad. Es necesario, sin embargo, que este acuerdo mundial origine planes de acción nacionales concretos y ambiciosos, así como una integración verdadera del valor de la biodiversidad en todas las políticas, sectores sociales y contabilidades nacionales relevantes. Este será el principal reto de los gobiernos en los próximos años, pero en el pasado hemos asistido lamentablemente a grandes fracasos en este campo. El hecho de que casi todos los países incumpliesen las metas establecidas para 2010, sin asumir ninguna crítica y sin ningún tipo de consecuencias, refleja la falta absoluta de voluntad política para actuar con urgencia con el fin de salvar la biodiversidad.[10]
La pérdida de biodiversidad frente al cambio climático
La conciencia generalizada sobre los peligros del cambio climático surgió hace menos de una década y culminó en 2007 con la concesión del Premio Nobel de la Paz conjuntamente al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) y al exvicepresidente de EEUU, Al Gore, por su contribución a este tema. Sin embargo, la pérdida de biodiversidad no ha logrado captar todavía tanta atención como el cambio climático, a pesar de que sus consecuencias son igual- mente nefastas. En un estudio de 2009 publicado por la revista Nature, la biodiversidad figura como «el límite planetario» transgredido por la humanidad en mayor medida, subrayando la urgencia de combatir su pérdida. Esta cuestión dista bastante, sin embargo, de contar con tanto nivel de conocimiento científico y de consenso como las relativas a las fuentes energéticas y al cambio climático.[11]
A principios de 2011, los gobiernos decidieron crear la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES). Como el IPCC, que fue creado en 1988, el IPBES debería ser la interfaz entre la comunidad científica y los responsables políticos. Pero para que el IPBES pueda adquirir tanta importancia como el IPCC, será necesario destinar muchos más recursos a este organismo, un objetivo evidente en junio de 2012 para los participantes en la Conferencia de Río+20. El IPBES debería reunir a los expertos y científicos más destacados para disponer de la información científica, técnica y socioeconómica más reciente, ayudando a que sean factibles y alcanzables las metas de conservación de la biodiversidad para 2020, promoviendo un mayor interés mundial sobre el problema de la pérdida de diversidad biológica.[12]
Cuadro 15-1. La agricultura urbana puede reducir la pérdida de biodiversidad
La protección de la biodiversidad en las zonas urbanas cada vez tiene mayor importancia. Esto se debe en parte al rápido proceso de urbanización. Por primera vez en la historia, más de la mitad de la población mundial vivía en 2009 en zonas urbanas. Se prevé que el crecimiento urbano se mantenga durante las próximas décadas, si bien a un ritmo decreciente. Merece especial atención, por tanto, que aspiremos a hacer la vida en las ciudades más sostenible ambientalmente.
En general, el proceso urbanizador tiene un impacto negativo sobre la biodiversidad, especialmente sobre la flora y la fauna autóctonas de las zonas sometidas al crecimiento urbano. Pero no todas las especies se ven afectadas negativamente por las construcciones y la abundancia y diversidad de especies en algunos espacios urbanos, especialmente en la periferia de las ciudades, puede llegar a ser más elevada que la existente en las zonas rurales circundantes, aunque muy diferente. Un estudio realizado en Dinamarca reveló que la zona urbana de Copenhague alberga una gran variedad de especies en sus parques, bosques, lagos, playas, refugios de vida silvestre y otros espacios verdes, constituyendo de hecho uno de los lugares más ricos del país en términos de biodiversidad. Más del 60% de la superficie terrestre de Dinamarca se cultiva de forma intensiva, dejando muy poco espacio para la biodiversidad, mientras que en varias zonas semi-urbanas existen reductos con gran riqueza natural.
La naturaleza ha sido expulsada durante décadas de las ciudades. Ni siquiera el Plan Estratégico 2020 para la Biodiversidad aborda el tema de la biodiversidad urbana. Para contrarrestar este olvido, en los últimos años han surgido una serie de iniciativas ciudadanas y municipales, como las asociaciones urbanas de apicultores, el cultivo en balcones y azoteas y los proyectos de huertos verticales en Ámsterdam, Singapur y la ciudad de Nueva York, así como en un número creciente de otras ciudades. Estas iniciativas pueden invertir la pérdida de biodiversidad y fomentar la agricultura y las zonas verdes urbanas, al tiempo que ofrecen vías para mejorar la calidad de vida, la alimentación y la integración de la naturaleza en las ciudades. Otro ejemplo de este tipo de experiencias es el cultivo en las ventanas. En un caso, más de 13.000 personas en todo el mundo descargaron durante un año instrucciones sobre cómo construir un huerto, sembrando sus propias frutas y verduras, como fresas, tomates y pimientos, aprovechando sus ventanas.
Los cultivos y huertos urbanos ayudan a detener la destrucción ambiental y la pérdida de biodiversidad. Como ha señalado Jac Smit, fundador y antiguo presidente de la Red de Agricultura Urbana, la agricultura urbana «crea espacios verdes, recicla los residuos, reduce el transporte, proporciona empleo, sustituye productos caros de importación, evita la erosión y es beneficiosa para el microclima». Actualmente existen muchos terrenos urbanos baldíos, que pueden transformarse en espacios verdes. Debería comenzarse por obligar a las autoridades locales a que proporcionen información sobre los usos del suelo en zonas urbanas, y a que aprueben una planificación urbanística que favorezca la creación de nuevas zonas verdes y espacios diversos.
Fuente: véase nota al final nº 10.
Un inconveniente importante de las Metas de Aichi es que las obligaciones jurídicas que conllevan son relativamente débiles, o inexistentes. El Protocolo de Kioto sobre cambio climático constituye por el contrario un acuerdo contractual que implica responsabilidades legales para los países signatarios. Establece además unas metas nacionales concretas y medibles, como por ejemplo los objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Las metas para evitar la pérdida de biodiversidad son mucho más imprecisas, vagas y difíciles de valorar.
Sin embargo, pese a sus buenas intenciones el Protocolo de Kioto parece abocado al fracaso en lo que se refiere a lograr sus metas de reducción de emisiones. El IPBES debería actuar con premura para adoptar un enfoque sencillo y accesible de información, con el fin de establecer metas nacionales para la protección de la biodiversidad. No existe evidentemente ningún indicador concebible capaz de reflejar con exactitud los cambios de biodiversidad de los diferentes ecosistemas a distintas escalas espaciales y temporales, debido a la complejidad inherente de los hábitats dentro de los ecosistemas. Pero el IPBES sí debiera definir un subconjunto de indicadores capaces de reflejar una evaluación nacional equilibrada de las tendencias de la biodiversidad, de manera eficaz y medible, para evitar que los países sigan eludiendo sus responsabilidades.[13]
Detener la pérdida de hábitats naturales
Conservar los bosques y los hábitats naturales del mundo requiere actuaciones tanto a nivel local y nacional como global. Lamentablemente, estas áreas están experimentando un rápido deterioro. Desde 1990 a 2010 la superficie forestal mundial disminuyó un 3,4% (1,4 millones de kilómetros cuadrados) de 1990 a 2010, aproximadamente el equivalente al tamaño de México. La deforestación sigue avanzando imparablemente en muchos países, principalmente para la transformación de bosques en zonas agrícolas. Por otra parte, la expansión de zonas edificadas y de las redes de transporte sigue siendo un motor importante para el cambio de los usos del suelo en todo el mundo. A nivel regional, África y Sudamérica han experimentado las mayores pérdidas netas de superficie forestal desde el año 2000, con una reducción anual del 0,5% en ambos continentes.[14]
La Meta 5 del Plan Estratégico para la Diversidad Biológica establece que «Para 2020, el ritmo de pérdida de todos los hábitats naturales, incluidos los bosques, se reducirá por lo menos a la mitad, y hasta un valor cercano a cero donde sea factible». Esta meta no es muy ambiciosa y resulta relativamente imprecisa, por lo que debiera reforzarse, exigiendo que se ponga fin a la deforestación y a la pérdida de hábitats naturales. Ello implica que todos los países deberán empezar a enfrentarse a los intereses que subyacen a la utilización de una superficie creciente de tierras para la producción de madera, alimentos, piensos y, más recientemente, biocombustibles. Requiere asimismo una modificación de las políticas y subvenciones que favorecen la deforestación para adaptarlas a una economía de deforestación cero.
Por ejemplo, los trabajadores de la industria maderera ilegal deberían ser destinados a proteger los ecosistemas forestales en vez de a destruirlos. Este tipo de enfoque ha sido utilizado para resolver otros problemas similares. Por ejemplo, el programa de conservación de las tortugas marinas en Brasil contrata a los antiguos furtivos, remunerándoles para proteger en vez de para explotar la población de tortugas. La iniciativa TAMAR favorece actualmente a docenas de comunidades costeras del nordeste de Brasil, proporcionando empleo y otros beneficios públicos a los habitantes locales.
Un análisis reciente del PNUMA indica que con una inversión de tan solo 40.000 millones de dólares anuales en programas de reforestación y pagos a los propietarios de tierras por conservar los bosques, el valor añadido en la industria forestal podría aumentar un 20% desde 2010 a 2050.[15]
En 2011 había al menos 160.000 espacios protegidos en todo el mundo, que representan alrededor del 13% de la superficie terrestre, equivalente al tamaño de Rusia. Sin embargo, las zonas marinas protegidas solo abarcan aproximadamente el 7% de las aguas costeras y un 1,4% de los océanos. La meta del Plan Estratégico para la Diversidad Biológica establece proteger el 17% de las zonas terrestres y aguas continentales y el 10% de las zonas marinas y costeras. Estas metas son muy poco ambiciosas, y el Plan carece además de un marco para garantizar la conservación real de las zonas protegidas.[16]
En teoría, los espacios protegidos, como las reservas y los parques nacionales, son útiles porque permiten una extracción mínima o nula de recursos y porque minimizan o prohíben su urbanización. En la práctica, sin embargo, la realidad es muy distinta. En Indonesia, por ejemplo, se supone que unos 12 millones de hectáreas de bosque tropical están protegidas, pero la realidad sobre el terreno es bien distinta, pues se siguen talando y quemando los bosques. La declaración de espacios protegidos está resultando una defensa inadecuada frente a la tala ilegal, el avance de la agricultura y la caza furtiva. La información por satélite indica que unos 1,3 millones de hectáreas de bosques de difícil acceso se encuentran simultáneamente en espacios protegidos y en concesiones madereras, lo que evidencia la incapacidad del gobierno para hacer respetar las políticas conservacionistas.[17]
La situación de los océanos también es alarmante. La mayoría de los arrecifes de coral del mundo se encuentran en grave peligro debido al impacto del cambio climático y a unas prácticas pesqueras insostenibles (véase el cuadro 15-2). Se estima que la capacidad de captura de la flota pesquera mundial supera hasta 2,5 veces el nivel de pesca sostenible. La pesquería industrial practicada mediante grandes buques arrastreros es especialmente dañina para el buen estado del océano y la diversidad de especies. Reducir el volumen de capturas hasta niveles sostenibles requiere medidas contundentes. Las subvenciones de la Unión Europea y de otros estados a la pesca industrial deberían ser eliminadas progresivamente, o reorientadas hacia prácticas sostenibles que contribuyan a mejorar el medio ambiente y reporten beneficios a las comunidades locales.[18]
La conservación de la biodiversidad marina requiere nuevos acuerdos mundiales en el marco de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, tanto dentro de las zonas marinas bajo jurisdicción nacional como fuera de ellas, dado que siguen careciendo actualmente de protección y de regulación. Debería establecerse asimismo una red mundial de reservas marinas para incrementar la proporción protegida de los océanos, ahora tan reducida. En la Conferencia Río+20, o en un plazo breve inmediatamente después, debería acordarse proteger al menos el 20% de los océanos —incluyendo todos los principales puntos calientes de biodiversidad marina, como los arrecifes de coral y las montañas submarinas.
El estudio del PNUMA sobre la economía verde señalaba que mejorar la protección de los recursos marinos y hacer que las pesquerías mundiales sean más respetuosas con el medio ambiente podría incrementar las rentas de los recursos mundiales desde unos 26.000 millones de dólares hasta 45.000 millones, contribuyendo así a aumentar la prosperidad económica.[19]
Cuadro 15-2. Arrecifes de coral amenazados
Es frecuente referirse a los arrecifes de coral como «las selvas del océano» por su enorme biodiversidad. Dierentes especies de coral crean estructuras de distintas formas y tamaños, originando una excepcional variedad y complejidad en el ecosistema del arrecife, proporcionando hábitat y refugio a gran diversidad de organismos marinos.
Sin embargo, los arrecifes de coral evidencian cada vez más indicios de estrés, sobre todo si están próximos a urbanizaciones costeras. Aproximadamente un 20% de los arrecifes de coral del mundo se han perdido ya o están gravemente dañados, mientras otro 35% podría perderse entre los próximos 10 y 40 años. Muchas de las actuales amenazas a los arrecifes de coral pueden relacionarse con la actividad humana, incluyendo la sobrepesca y unas artes pesqueras muy destructivas. Las repercusiones del cambio climático constituyen una de las amenazas más graves para los arrecifes de coral. A medida que aumente la temperatura, es probable que se hagan más frecuentes los episodios de blanqueo masivo y los brotes de enfermedades infecciosas. Por otra parte, el incremento de los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera altera la composición química del agua de mar, provocando su acidificación. A medida que el agua de mar se vuelve más ácida, los organismos cuyo esqueleto está formado por carbonato cálcico, como los pólipos que construyen el coral, tendrán más difícil desarrollarse. En casos extremos su esqueleto o concha podría incluso empezar a disolverse.
Todavía es muy limitado el conocimiento científico sobre las consecuencias biológicas que tendría la acidificación de los océanos. Hasta ahora, la única manera eficaz de evitar su acidificación es impedir la acumulación de más dióxido de carbono en la atmósfera, reduciendo las emisiones de combustibles fósiles. Salvar los arrecifes de coral no solo requiere, por tanto, una mejor regulación que les proteja de prácticas pesqueras destructivas, sino prestar también una mayor atención al problema del cambio climático.
Eirini Glyky y Bo Normander
Fuente: véase nota al final nº 18.
Son necesarios verdaderos cambios
Para lograr proteger con éxito la biodiversidad terrestre y marina es absolutamente crucial mejorar la defensa de los espacios protegidos ya declarados, así como de los nuevos que sean creados, y que las autoridades locales y nacionales asignen recursos y medios suficientes a la protección de la tierra y del mar. Para muchos países se trata de una cuestión política, por la que hay que luchar tanto a nivel nacional como mundial. Pero aunque es importante proteger los hábitats naturales y aplicar metas ambiciosas para conservar la biodiversidad, reducir la insostenible tasa de consumo por persona, especialmente en los países industrializados, resulta igualmente crucial. Actualmente la sociedad mide el éxito en términos de crecimiento económico, y el crecimiento se mide en términos de incremento del consumo (véase el capítulo 11). El modelo actual de sociedad de consumo está destruyendo el planeta y sus recursos, por lo que debe cambiarse si queremos conservar el planeta para las generaciones futuras.
Evitar la sexta extinción masiva requerirá una serie de medidas con- cretas, como las esbozadas en este capítulo, para proteger la riqueza biológica común del mundo. Requerirá también cambios fundamentales en las pautas actuales de consumo de los recursos naturales. Exigirá por último que los políticos empiecen a adoptar de una vez decisiones reales que contribuyan a proteger la naturaleza y la biodiversidad y que constituyan el detonante para generar una prosperidad sostenible.
La Conferencia Río+20 de junio de 2012 constituye una gran oportunidad para que los dirigentes políticos del mundo se reúnan, y adopten las medidas necesarias para que el debate bien intencionado sobre economía verde y desarrollo sostenible se transforme verdaderamente en las medidas que ayuden a mantener la prosperidad y a salvar el planeta.
Bo Normander es director del Worldwatch Institute en Europa.
Este texto fue publicado en: ASSADOURIAN, Erik; RENNER, Michael (dirs.), Hacia una prosperidad sostenible. La Situación del Mundo 2012. Informe Anual del Worldwhatch Institute, Barcelona: FUHEM Ecosocial, Icaria, 2012, pp. 311-323, 410-412.
NOTAS:
[1] Convenio de las Naciones Unidas sobre diversidad biológica (CDB), en www.cbd.int/history; International Union for Conservation of Nature (IUCN), The IUCN Red List of Threatened Species 2011.2, Summary Statistics, en www.iucnredlist.org/about/summary-statistics.
[2] Gráfico 15–1 y datos del texto, de IUCN, op. cit., nota 1; M. Hoffmann et al., «The Impact of Conservation on the Status of the World’s Vertebrates», Science, 10 de diciembre de 2010, pp. 1503–09; Jean-Cristophe Vié, Craig Hilton-Taylor y Simon N. Stuart (eds.), Wildlife in a Changing World: An Analysis of the 2008 IUCN Red List of Threatened Species (Gland, Suiza: IUCN, 2009); IUCN Species Survival Commission, «Sturgeon More Critically Endangered than Any Other Group of Species», nota de prensa (Gland, Suiza: 18 de marzo de 2010).
[3] Gráfico 15–2 y datos del texto, de WWF, ZSL, y GFN, Informe Planeta Vivo 2010 (Gland, Suiza: IUCN, 2010); Evaluación de los Ecosistemas del Milenio (EEM), Ecosistemas y Bienestar Humano: Síntesis de Biodiversidad (Washington, DC: World Resources Institute, 2005); R. Leakey y R. Lewin, The Sixth Extinction: Patterns of Life and the Future of Humankind (Nueva York: Bantam Dell Publishing Group, 1995); A. D. Barnosky et al., «Has the Earth’s Sixth Mass Extinction Already Arrived?» Nature, 3 de marzo de 2011, pp. 51–57.
[4] Secretariat of the Convention on Biological Diversity, Global Biodiversity Outlook 3 (Montreal: 2010); EEM, op. cit., nota 3.
[5] Gallup Organisation, Hungría, Attitudes of Europeans towards the Issue of Biodiversity: Analytical Report, Wave 2, Flash Eurobarometer 290, realizado para la Comisión Europea (2010).
[6] Kevin J. Gaston y John I. Spicer, Biodiversity: An Introduction, 2ª ed. (Hoboken, NJ: Wiley-Blackwell, 2004); CDB, op. cit., nota 1.
[7] J. Diamond, «Easter Island’s End», Discover Magazine, agosto de 1995; Australian Government, «European Wild Rabbit (Oryctolagus cuniculus)», Invasive Species Fact Sheet, Department of Sustainability, Environment, Water, Population and Communities, 2011.
[8] U.N. Environment Programme (UNEP), Towards a Green Economy: Pathways to Sustainable Development and Poverty Eradication (Nairobi: 2011).
[9] UNEP, Report of the Sixth Meeting of the Conference of the Parties to the Convention on Biological Diversity, Annex I, Decision VI/26, 2002; UNEP, Report of the Tenth Meeting of the Conference of the Parties to the Convention on Biological Diversity, 2010.
[10] Cuadro 15–1 de los siguientes: UNEP, Keeping Track of Our Changing Environment. From Rio to Rio+20 (1992–2012) (Nairobi: 2011), p. 4; J. Lyytimäki et al., «Nature as a Nuisance? Ecosystem Services and Disservices to Urban Lifestyle», Journal of Integrative Environmental Sciences, septiembre de 2008, pp. 161–72; A. H. Petersen et al., «Natural Assets in Danish National Parks» (en danés), Universidad de Copenhague, 2005; B. Normander et al., «State of the Environment 2009—Part A: Denmark’s Environment under Global Challenges», National Environmental Research Institute, Universidad de Aarhus, 2009; Brian McCallum y Alison Benjamin, Bees in the City: The Urban Beekeepers’ Handbook (York, Reino Unido: Guardian Books, 2011); HoneyLove Urban Beekeepers, en honeylove.org; Eagle Street Rooftop Farm, en rooftopfarms.org; base de datos de los proyectos Greenroof & Greenwall, en www.greenroofs.com; Windowfarms, «A Vertical, Hydroponic Garden for Growing Food in Your Window», en www.windowfarms.org; Fred Pearce y Orjan Furubjelke, «Cultivating the Urban Scene», en Paul Harrison y Fred Pearce (eds.), AAAS Atlas of Population and Environment (Washington, DC y Berkeley, California: American Association for the Advancement of Science y University of California Press, 2000).
[11] J. Rockström et al., «A Safe Operating Space for Humanity», Nature, 24 de septiembre de 2009, pp. 472–75.
[12] Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas, en www.ipbes.net/about-ipbes.html.
[13] B. Normander et al., «Indicator Framework for Measuring Quantity and Quality of Biodiversity—Exemplified in the Nordic Countries», Ecological Indicators, febrero de 2012, pp. 104–16.
[14] U.N. Food and Agriculture Organization, Global Forest Resources Assessment 2010 (Roma: 2010).
[15] Guy Marcovaldi, Neca Marcovaldi y Joca Thomé, «Retail Sales Help Communities and Sea Turtles in Brazil», en The State of the World’s Sea Turtles: SWOT Report Volume IV (Arlington, VA: 2009), p. 35; «Forests—Investing in Natural Capital», en UNEP, op. cit., nota 8.
[16] IUCN/UNEP, The World Database on Protected Areas (WDPA), en www.protectedplanet.net; UNEP, op. cit., nota 10.
[17] Forest Watch Indonesia y Global Forest Watch, The State of the Forest: Indonesia (Bogor, Indonesia y Washington, DC: 2002).
[18] Cuadro 15–2 de Clive Wilkinson (ed.), Status of Coral Reefs of the World: 2008 (Townsville, Australia: Global Coral Reef Monitoring Network, 2008); Alice McKeown, «One-Fifth of Coral Reefs Lost, Rest Threatened by Climate Change and Human Activities», Vital Signs Online, mayo de 2009; O. Hoegh-Guldberg et al., «Coral Reefs Under Rapid Climate Change and Ocean Acidification», Science, 14 de diciembre de 2007, pp. 1737–42.
[19] D. Pauly et al., «Towards Sustainability in World Fisheries», Nature, 8 de agosto de 2002, pp. 685–95; «Fisheries—Investing in Natural Capital», en UNEP, op. cit., nota 8.
La ciencia es la mejor herramienta para luchar contra las pandemias que vendrán
La ciencia es la mejor herramienta para luchar contra las pandemias que vendrán
Raquel Pérez Gómez
El comienzo de 2020 nos sorprendió con la noticia de la aparición en la lejana ciudad china de Wuhan, de un patógeno llamado SARS-CoV-2 (Severe acute respiratory syndrome coronavirus 2, en inglés) que, como su nombre indica, provocaba un síndrome agudo respiratorio. Se le asignó el número dos por su parecido y cercanía con el SARS-CoV-1, un virus de la misma familia que apareció también en China allá por el año 2002. Occidente dormía tranquilo sin sospechar siquiera que el SARS-CoV-2 podía suponer una amenaza. Pocos meses después, la OMS declaraba la COVID-19 (la enfermedad provocada por este virus) como una epidemia a nivel mundial. Hacia mediados de año había alcanzado prácticamente todos los continentes. Un año después los fallecidos se cuentan por millones.
Este es un relato con el que ya estamos familiarizados, pero ¿por qué el SARS-CoV-2 ha conseguido llegar convertirse tan rápido en una amenaza global?, ¿qué es exactamente lo que ha hecho que este virus sea tan peligroso?
Causas de la alta peligrosidad del SARS-CoV-2
La COVID-19 es un caso claro de zoonosis; es decir, una enfermedad infecciosa producida por un patógeno animal que ha adquirido la capacidad de infectar al ser humano. Los procesos de transferencia de patógenos entre especies ocurren muy rápido en términos evolutivos, sin dar tiempo a que las defensas del nuevo hospedador se habitúen a protegerse de ellos. Al acceder a un organismo sin memoria inmunológica contra él, un virus puede hacer verdaderos estragos. Aun así, el SARS-CoV-2 no puede considerarse demasiado letal comparado con algunos de sus parientes, como el SARS-CoV-1 y el MERS (síndrome respiratorio de Oriente Medio). De hecho, una alta letalidad no es un carácter muy adaptativo para un virus, ya que provoca la muerte rápida del hospedador y rompe la cadena de contagio. El SARS-CoV-2, en cambio, se ha dispersado con facilidad, probablemente ayudado de su largo período de incubación. Esto significa que pasa bastante tiempo desde que una persona se contagia hasta que comienzan a aparecer los primeros síntomas, con lo cual el patógeno tiene tiempo de saltar a otros hospedadores antes de que haya evidencias de contagio. Se favorece así un efecto en cadena que hace complicado el rastreo de infectados. Asociado a este problema está el hecho de que este coronavirus puede provocar una infección asintomática. Es decir, el hospedador puede no presentar síntoma alguno de contagio en todo el proceso. Sin embargo, sí es capaz de transmitir el virus. La cadena de transmisión del virus es descubierta cuando aparece un caso con síntomas, o bien no se descubre nunca.
Uno de los motivos que ha propiciado la rápida expansión de este virus es que ha adquirido un sistema muy sofisticado para infectar células humanas
Su propagación por vía aérea complica la situación, ya que un virus respiratorio tiene facilísimo acceder a nuevos hospedadores y puede moverse rápidamente por la población, a diferencia de uno que se transmita por sangre o vía venérea, por ejemplo. Hoy en día sabemos que permanecer unos minutos en contacto con aerosoles generados por una persona contagiada en un lugar sin ventilación es suficiente para resultar infectado.
Otro de los motivos fundamentales que ha propiciado la rá Su proteína de espícula (o Spike, en inglés), aquella que usa para acceder a las células de un hospedador, actúa como una ganzúa capaz de unirse con enorme afinidad a los receptores ACE2 (Angiotensin-converting enzyme, en inglés) presentes en las células humanas.[1] Este receptor es especialmente abundante en las vías respiratorias y los pulmones; por ello es ahí donde su ataque es más potente, y por ello provoca el desarrollo de una afección respiratoria grave. Su afinidad con el receptor ACE2 humano es tan fuerte que provoca una rápida proliferación del virus y el subsecuente deterioro del tejido y la función respiratoria, acompañada de una fuerte respuesta inflamatoria capaz de agravar, aún más si cabe, los síntomas de la enfermedad. Probablemente, alguna mutación accidental de la proteína Spike, sumada a la permanente cercanía de poblaciones humanas con la especie de origen, supuso un factor crucial que propició que alguna variante del virus pudiera saltar a las personas.
Por último, otro de los factores fundamentales que han alimentado esta pandemia está relacionado con la alta disponibilidad de hospedadores para el virus que supone la sobrepoblación humana, con una alta concentración en los núcleos urbanos. A lo que se añade la enorme movilidad de las personas, que pueden cruzar de un continente a otro en apenas unas horas. Para cualquier virus nuestra civilización representa un objetivo suculento.
La lucha contra el SARS-CoV-2 está teniendo éxito
No podemos hablar estrictamente de éxito en la lucha contra un virus que ya ha dejado más de tres millones de fallecidos por todo el planeta. No existe en este momento ningún otro patógeno que provoque tantas muertes a nivel mundial. Sin embargo, hemos de ser conscientes de que la situación podría haber sido aún peor. Las medidas de profilaxis contra la enfermedad, sobre todo el uso de mascarilla y el distanciamiento social, son afortunadamente efectivas. Pero además, hay una serie de factores críticos que han contribuido a que podamos combatir eficientemente al patógeno.
El diagnóstico supuso un primer reto: desarrollar, comercializar e implementar sobre la marcha métodos fiables de detección del virus a gran escala. Hoy en día tenemos test de diagnóstico rápidos, eficientes y diversos (PCR, antígenos, anticuerpos…). Puede que en su momento esta fuera la tarea más sencilla de llevar a cabo, pero nos supuso un tiempo precioso ponerlo a punto.
Al tratarse de un virus relativamente desconocido, nos enfrentábamos a él sin un tratamiento efectivo. Tampoco estaban claros los protocolos médicos de actuación. Así que los países con sistemas sanitarios más fuertes soportaron mejor el embate de la enfermedad al poder trabajar más holgadamente con grandes cifras de enfermos críticos en los hospitales. Mientras que países y ciudades con sistemas sanitarios más precarios, o con gobiernos que se han desentendido de la pandemia, han tenido un enorme impacto sobre su población; lo que lamentablemente se ha traducido en miles de vidas perdidas.
Uno de los factores que ha tenido más relevancia en la lucha contra la COVID-19, ha sido la disponibilidad de mucha información previa respecto a la familia de los coronavirus. Dada la existencia de numerosos estudios precedentes sobre el SARS-CoV-1 y el MERS, y abundante investigación referente a los coronavirus en general, no se partió de cero en el análisis del SARS-CoV-2. Había ya grupos con una larga trayectoria en el estudio de esta clase de virus, como el que dirige el Dr. Enjuanes, en el Centro Nacional de Biotecnología del CSIC, en Madrid. Este es un claro ejemplo de lo importante que es invertir en investigación básica, aquella que no parece tener una aplicación inmediata. En primer lugar porque, como ya hemos comprobado, el conocimiento generado puede volverse vital en un momento crítico como este. En segundo lugar, porque tener centros de investigación fuertes establecidos en nuestro territorio facilita que los grupos de científicos se pongan a trabajar en asuntos sensibles de actualidad en tiempo record. También los estudios sobre el desarrollo de las vacunas de ARN mensajero llevaban más de veinte años en marcha. Ha hecho falta una emergencia mundial para darles el empujón final que necesitaban, y han resultado sorprendentemente efectivas. Probablemente esto sea un hito en el diseño de vacunas que ayudará a la lucha contra numerosos patógenos.
En un año hemos conseguido un buen puñado de vacunas muy efectivas. Probablemente sea un hito en el diseño de vacunas que ayudará contra otros patógenos
La ciencia y la tecnología han demostrado numerosas veces que son la mejor herramienta para enfrentarse a los retos que afronta la humanidad. Cientos de laboratorios de todo el mundo se pusieron a trabajar a todo vapor para determinar cómo se transmitía este nuevo virus, cómo bloquearlo, cómo realizar un diagnóstico fiable y temprano, cómo diseñar pruebas rápidas para dicho diagnóstico, cómo se desarrolla la enfermedad y cómo tratar a los pacientes para maximizar la supervivencia y minimizar el daño. En un tiempo record se determinó la secuencia de 30.000 nucleótidos del ARN del virus, que contiene información para producir unas pocas proteínas, necesarias para generar virus nuevos. Se ha dado con la clave de su infectividad, el hecho de que una de esas proteínas, conocida como Spike, se adapta como un guante al receptor ACE2 humano. Decenas de laboratorios de todo el mundo se han puesto manos a la obra para desarrollar una vacuna que prevenga el contagio y el desarrollo de una enfermedad grave utilizando precisamente esa proteína como objetivo. Todo esto a una velocidad de vértigo. En cuestión de un año hemos conseguido un buen puñado de vacunas distintas que ya están funcionando y administrándose en multitud de países. Otras tantas están en vías de desarrollo y llegarán pronto. Vacunas que son muy seguras, efectivas y, gracias al esfuerzo conjunto de todos los organismos implicados, que vienen con todas las garantías.[2]
Estas vacunas, si bien no pueden prevenir completamente el contagio y la transmisión del virus, sí que previenen en un porcentaje altísimo el desenlace fatal de la enfermedad. Hay además, en este momento, tres vacunas que se están desarrollando en nuestro país. La más prometedora quizá sea la del equipo de Luis Enjuanes, que promete tener un efecto esterilizante; es decir, evitará el contagio y la transmisión de la enfermedad, además de la aparición de síntomas. Es la única manera definitiva de impedir el avance del virus. Esta vacuna promete estar lista para su uso a principios del año que viene.[3] Hay que señalar, sin embargo, que pese a estar realizando un trabajo excelente, los equipos españoles que trabajan en el desarrollo de estas vacunas lo hacen en condiciones precarias, con unas plantillas reducidas y unos medios y una financiación muy limitados. Quizás con un mayor esfuerzo económico por parte de las instituciones podríamos haber conseguido tener lista nuestra vacuna antes de esa fecha.
Las mutaciones de los coronavirus
Hay virus de ADN y ARN, de cadena simple y cadena doble. El SARS-CoV-2 es un virus de ARN de cadena simple, y por tanto muy inestable gen y, como veremos, un genoma inestable hace que un virus sea más peligroso. Por fortuna, los coronavirus tienen lo que se conoce como sistema de corrección de la copia (proofreading en inglés); esto significa que corrigen si encuentra algún error al generar las nuevas cadenas de ARN y reducen de forma importante la generación de mutaciones, sin llegar a evitarlas totalmente. En términos numéricos, esto se traduce en que de cada aproximadamente 10-20 copias del SARS-CoV-2 que se generan, en una de ellas hay un cambio de una letra de las 30.000 que componen su ARN. Este cambio ocurre al azar y en general tiene un efecto deletéreo sobre el patógeno, con lo que mayoritariamente estas mutaciones se pierden. O bien es un cambio sinónimo y no tiene ningún efecto. Es extremadamente raro que el simple azar provoque la aparición de una mutación que mejore las funciones del virus. Así que las mutaciones no parecen un gran problema a priori; pero se convierten en un problema si pensamos que cada individuo infectado produce millones de copias del virus en un solo día, y que hay millones de infectados por todo el planeta. Los números muy bajos se compensan con números muy altos. Esta es la razón por la que están apareciendo variantes del virus, sobre todo en países donde la incidencia de la enfermedad es muy alta, porque a más copias del virus, mayor probabilidad hay de que surjan variantes peligrosas.[4]
El SARS-CoV-2 es un virus de ARN de cadena simple, muy inestable genéticamente. Es decir, tiene una alta tendencia a mutar
Cuando aparece una variante del virus que no solo no muere, sino que tiene cierto éxito en su proliferación o dispersión, automáticamente se extenderá por la población como la pólvora. Es lo que ha ocurrido con la variante británica, una versión del virus que contiene la mutación N501Y, que parece ser capaz de reproducirse con mayor eficiencia que la variante previa y se dispersa con mayor facilidad. Por esta razón, está desplazando de la población a otras versiones del virus. Las mutaciones más relevantes en el virus parecen estar ocurriendo en la proteína Spike que, ya hemos mencionado, propicia el acceso del virus a las células como si se tratara de una llave. La versión con la mutación N501Y se ajusta de forma mejorada a la cerradura (receptor ACE2), con lo cual el proceso entero de acceso a la célula y por tanto de reproducción del virus se ven mejorados. La consecuencia es que al proliferar más fácilmente también genera más carga viral en los contagiados, por tanto provoca infecciones más severas y con peor pronóstico, resultando finalmente más mortífera.
Cuando nuestro cuerpo entra en contacto con el virus, o con la vacuna, nuestro sistema inmune reacciona generando anticuerpos específicos contra él; o más bien contra distintas partes de él, conocidas como antígenos (cualquier fragmento del virus que resulte ajeno al organismo). Si las nuevas mutaciones modifican suficientemente el antígeno que nuestro cuerpo ya reconoce, el virus podría escapar parcialmente del efecto de nuestras defensas. A estas mutaciones se las conoce como mutaciones de escape (escape mutations, en inglés), que son muy ventajosas para el virus. A este cambio morfológico del virus producido por acumulación de mutaciones se le conoce como deriva antigénica (antigenic drift, en inglés). La mutación E484K, que ha aparecido de forma recurrente en las variantes brasileña, sudafricana y californiana, y una muy parecida en la variante india (E484Q), parecen capaces de evitar, al menos en parte, el ataque de los anticuerpos. Estas mutaciones preocupan a los especialistas porque podrían poner en peligro el programa de vacunación. Las vacunas siguen siendo eficaces, pero su efectividad se puede ver comprometida a medida que surjan variantes capaces de escapar a nuestras defensas. Las vacunas no pueden evitar este proceso. La .[5] Esto se puede lograr combinando la administración masiva y rápida de vacunas con el mantenimiento de medidas profilácticas, al menos hasta que podamos tener el virus bajo control, y podamos rastrear con claridad las cadenas de infectados y las variantes que hay en circulación. Las nuevas variantes son el resultado de unas tasas de infección altísimas en países con una protección sanitaria deficiente, como Brasil o la India, y es la consecuencia del descuido en las medidas de prevención de contagios.
Una de las supuestas ventajas frente al coronavirus parecía ser que no existía la posibilidad de que distintas variantes pudieran recombinar para producir una nueva versión del virus más peligrosa. Este fenómeno, típico del virus de la gripe, se conoce como cambio antigénico (antigenic shift, en inglés), y es lo que hace que una vacuna tenga que ser renovada cada año. Se descartó inicialmente que este proceso pudiera ocurrir con el SARS-CoV-2, pero a medida que aumenta el número de variantes aumentan las sospechas de que pueda ocurrir. De hecho, ya hay evidencias de que se han podido dar los primeros casos en EEUU.
La única estrategia viable para impedir la aparición de mutaciones es reducir al máximo la reproducción del virus, es decir, de personas infectadas
Estos fenómenos de evolución del virus preocupan a los expertos, que insisten en hacer un seguimiento intensivo de nuevas variantes mediante el método de secuenciación (que consiste en la lectura del ARN), para identificar mutaciones presentes en los virus.[6] Los países ricos están implementando sus servicios de control pandémico, pero los países menos afortunados no cuentan con los medios para poder hacer esto; y es en estos países con alta incidencia donde el virus podría dar alguna mala sorpresa, como es el hecho de que surja una variante capaz de evadir nuestras defensas e ignorar el efecto protector de las vacunas. Esto nos pondría de nuevo en la casilla de salida, una nueva versión del virus que sería de nuevo capaz de matar, de infectar masivamente y que podría conducirnos otra vez al confinamiento masivo, y a un colapso sanitario y económico. En este caso habría que preparar nuevas vacunas y administrar de nuevo a toda la población dosis de refuerzo. Los científicos saben cómo hacerlo y están preparados para ello, pero producir y administrar millones de dosis de vacuna volvería a llevarnos muchos meses.
Las pandemias que vendrán
La ciencia ha demostrado que puede enfrentarse a situaciones de emergencia, que la tecnología puede poner todo su empeño y el ser humano lo mejor de su ingenio para luchar contra una crisis de estas características. Sin embargo, en ciencia también se sabe que la naturaleza encuentra vías de escape, con lo cual no se puede descartar totalmente que el virus pueda adquirir una forma de minar la eficacia de las vacunas.
La humanidad va a necesitar años para tener bajo control al SARS-CoV-2, y no podemos descartar que se convierta en un mal endémico, una especie de gripe de nuevo nivel. Tampoco podemos descartar que nuevos patógenos salten de la naturaleza a las poblaciones humanas, especialmente en un mundo en el que la destrucción de hábitats amenaza con dar vía libre a virus que nunca deberían salir de sus hospedadores habituales en selvas profundas. En ese caso, la ciencia y el conocimiento saldrán de nuevo a dar lo máximo de su parte; pero no tenemos ninguna garantía de que un nuevo virus tenga las mismas características que este. Es decir, no sabemos si seremos capaces de hacer una lucha tan eficiente como se ha hecho contra el SARS-CoV-2. Probablemente los métodos de diagnóstico se desarrollarían rápidamente; puede que más, dada la experiencia adquirida en este aspecto durante la pandemia. Sin embargo, un nuevo virus podría también tener un sistema de contagio aun más eficiente, con un período de incubación más dilatado y capaz de provocar infecciones asintomáticas; con lo cual podría dispersarse rápidamente por las poblaciones. Un nuevo virus que podría ser más letal, o tener una letalidad tardía, teniendo tiempo de contagiar a muchas personas antes de acabar con el hospedador. Podría provocar secuelas permanentes, tal como está ocurriendo con la COVID persistente, e incluso incurables, con gravísimas consecuencias para nuestros sistemas sanitarios. Podría tratarse de un tipo distinto de virus, que mute con facilidad, que no tenga sistema de proofreading y además sea capaz de recombinar con otras variantes, algo así como un virus de la gripe muy agresivo. Podría darse el caso de que fuera un virus de una familia desconocida, de la que no tenemos información preexistente como para ponernos a trabajar inmediatamente. Podría tratarse de un virus de ADN o incluso un retrovirus, como el VIH; y no hay evidencias de que las vacunas de ARN sirvan en estos casos. Podría ser, y esto es quizá lo más peligroso, que las vacunas no funcionaran con suficiente eficacia. Hemos tenido una suerte extraordinaria de que la COVID-19 sea una enfermedad susceptible a la vacunación, porque hay enfermedades para las que se busca vacuna durante décadas y aun así no se consigue; tal es el caso de la malaria, que causa cientos de miles de muertos todos los años. ¿ ¿Y si la dificultad hiciera que se tardara el triple de tiempo en conseguir un remedio eficiente? Estaríamos hablando del triple de muertos, de una pandemia el triple de larga, con un impacto sobre nuestra salud, nuestras vidas y nuestra economía difícil de calcular.
Pase lo que pase en un futuro, la ciencia se pondrá al servicio de la humanidad, como ha hecho siempre, y la experiencia con el coronavirus será muy útil para organizar los esfuerzos de luchar contra una nueva pandemia. Pero tratándose de amenazas naturales estaremos siempre jugando a una lotería peligrosa, una ruleta rusa que no deberíamos permitirnos. Ahora ya sabemos que el aislamiento temprano de un posible nuevo patógeno y de las personas infectadas es prioritario en este tipo de casos y no deberíamos tener miedo de tomar decisiones drásticas llegado el momento, aunque sean impopulares.
Mientras tanto, bien podemos cuidarnos en salud y luchar por unos sistemas sanitarios fuertes y bien aprovisionados, y reforzar la investigación de nuestros países. Necesitaremos mucha información de base, grupos de trabajo potentes y científicos dispuestos a luchar por nuestras vidas en caso de que sea necesario.
Raquel Pérez Gómez es licenciada en Biología, especialista en genética y doctora por la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid
Artículo publicado en: Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, núm. 154, 2021, p.p. 81-90.
[1] Miguel Ángel Rodríguez-Gironés, Raquel Pérez Gómez, Luis Santamaría, «El virus SARS-CoV-2 imita una proteína humana y aumenta así su patogenicidad e infectividad», Eldiario, 22 de junio de 2020, disponible en:
[2] Raquel Pérez Gómez, Miguel Ángel Rodríguez-Gironés, Joaquín Hortal y Fernando Valladares,
«Las revolucionarias y seguras vacunas de ARN», Eldiario, 20 de diciembre de 2020, disponible en: https://www.eldiario.es/cienciacritica/revolucionarias-seguras-vacunas-arn_132_6516806.html
[3] Mónica Lara del Vigo, Luis Enjuanes: «Vamos a por una vacuna intranasal y de una sola dosis muy potente», Eldiario, 23 de marzo de 2021, disponible en:
https://www.eldiario.es/sociedad/luis-enjuanes-vacuna-intranasal-sola-dosis-potente_128_7336766.html
[4] Raquel Pérez Gómez, Miguel Ángel Rodríguez Gironés, Luis Santamaría y Fernando Valladares, «La importancia evolutiva de aplanar la curva de la COVID-19», Eldiario, 30 de enero de 2021, disponible en:
https://www.eldiario.es/cienciacritica/importancia-evolutiva-aplanar-curva-covid-19_132_7177079.html
[5] Raquel Pérez Gómez, Luis Santamaría, Fernando Valladares, «Contagios astronómicos y comportamientos irresponsables amenazan la efectividad de las vacunas de la COVID-19», Eldiario, 25 de febrero de 2021, disponible en:
[6] Raquel Pérez Gómez, Adrián Escudero, Luis Santamaría, Fernando Valladares, «El control de variantes del SARS-CoV-2 es imprescindible en la lucha contra la COVID-19», El diario, 12 de marzo de 2021, disponible en:
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COVID-19: una pandemia en medio de la crisis ecosocial
COVID-19: una pandemia en medio de la crisis ecosocial
Santiago Álvarez Cantalapiedra
Director FUHEM Ecosocial
Sabíamos que podía ocurrir. Las pandemias han sido recurrentes en la historia de la humanidad. Sin alejarnos demasiado en el tiempo, cabe recordar que durante el último medio siglo hemos visto, entre otros virus, el sida, el ébola, el SARS, la H1N1, el MERS y la gripe aviar. Los virólogos y epidemiólogos sabían que un nuevo virus podía causar una pandemia y la probabilidad con que podía acontecer. Los científicos llevan más de una década señalando que esas infecciones serán probablemente zoonóticas, es decir, transmisiones de virus de animales salvajes o domésticos a humanos. En septiembre del año pasado, apenas un mes antes de que se conociera el primer brote de coronavirus en la ciudad de Wuhan, un equipo de 14 científicos y expertos de un programa de la OMS y el Banco Mundial hicieron público el informe Un mundo en peligro. Informe anual sobre preparación mundial para las emergencias sanitarias.[1] Ahí ya se señalaba que el planeta debía prepararse para hacer frente a una inminente pandemia provocada por un patógeno respiratorio que podría matar a millones de personas y perturbar profundamente la economía mundial. Las advertencias de los autores del informe cayeron en saco roto. Podemos hablar de la criminal irresponsabilidad y mala fe de muchos dirigentes, pero nadie podrá decir que no se sabía que una pandemia de este tipo estaba acechando en el horizonte.
Ahora que no queda otra que plantar cara a esta pandemia, nadie ignora que estamos ante una crisis que no sólo es sanitaria. La pandemia se ha revelado también como un fenómeno que permite comprender qué rasgos tiene y cómo funciona la sociedad actual. A un acontecimiento que admite tantas aproximaciones como aristas muestra (sanitarias, sociales, económicas o políticas), a un fenómeno de estas características, en ciencias sociales se le llama hecho social total, al afectar al conjunto de los componentes y relaciones fundamentales de una sociedad. También es posible contemplar esta pandemia como un ensayo general de las amenazas globales que se desprenden de la crisis ecosocial y que, al proyectarse sobre el conjunto de la humanidad, adquieren una dimensión existencial. Asimismo, esta experiencia nos ha introducido en un gigantesco experimento natural. Este acontecimiento se ha convertido en un campo de estudio inestimable para cualquier investigador. Al afectar a toda la humanidad en un periodo temporal perfectamente acotado permite aislar comportamientos e impactos comparándolos con los de periodos precedentes a la pandemia.
Así pues, no estamos únicamente ante una trágica perturbación, también estamos delante de una oportunidad para conocernos mejor y extraer enseñanzas. Si esta situación exige una ciudadanía activa capaz de responder solidariamente a la emergencia social y sanitaria, en el plano intelectual exige una tarea no menos importante para quienes buscan y promueven el bien común: la voluntad de comprender a través del análisis crítico. El carácter de hecho social total, de ensayo general y de experimento natural que tiene esta pandemia nos pone ante una oportunidad inédita para confirmar, rectificar y ampliar durante los años venideros buena parte del saber acumulado en torno a la naturaleza de la crisis ecosocial y sus consecuencias.
La pandemia del COVID-19 ha irrumpido paralizando y trastocando nuestras vidas. Debemos subrayar que ni estamos en condiciones ni pretendemos hacer una interpretación ambiciosa e integral de lo que significa la crisis en la que estamos inmersos, pero sí podemos indicar algunos problemas con los que necesariamente tendremos que enfrentarnos.
En los últimos años hemos reclamado sin descanso, desde la mirada ecosocial propia de esta Fundación, una mayor atención a la crisis ecológica, a la pérdida de cohesión de nuestras sociedades, una respuesta más humana al problema de los desplazados y una defensa más decidida de la democracia como proceso que se construye a partir de la deliberación y la participación de toda la ciudadanía, sin exclusiones. En el contexto de estos afanes, el COVID-19 nos ha traído la evidencia de una profunda crisis de cuidados, un sistema de salud público formado por magníficos profesionales pero infradotado y dañado por los ajustes de las últimas décadas, y un menoscabo de derechos y libertades por la urgente necesidad de decretar el estado de alarma para hacer frente a la emergencia sanitaria. La pandemia está poniendo de manifiesto la importancia que tienen las condiciones sociales y ambientales para la salud y la calidad de vida de pueblos y personas. Las sociedades con mayores y mejores dotaciones de bienes y servicios públicos, con ecosistemas más sanos y variados y con un tejido social más cohesionado están en mejores condiciones de afrontar este tipo de amenazas. Así pues, contra las pandemias se necesita: ecología y servicios públicos de calidad, solidaridad y cuidado mutuo, más democracia y mucha ciencia (con conciencia).
Son muchas las enseñanzas y reflexiones que esta pandemia está suscitando a la sociedad. Anticipamos sólo algunas de ellas:
- La primera es que detrás de esta pandemia está la acción humana sobre la naturaleza. La alteración de los hábitats y la pérdida de biodiversidad en los ecosistemas derrumban barrerasen la expansión de los patógenos, al mismo tiempo que nuestros estilos de vida tienden puentes muy efectivos para su propagación. Las implicaciones de los actuales modos de vida sobre la salud de las personas y el planeta son evidentes y exigen un replanteamiento colectivo.
- De ahí que también esté poniendo de manifiesto la necesidad de replantear fines, medios y prioridades. La crisis ha de servirnos para no confundir la calidad de vida con el nivel de vida y para repensar qué es lo importante para las personas y las sociedades y, en consecuencia, cuáles han de ser las prioridades de las políticas públicas y, particularmente, de las políticas económicas.
- Si esta pandemia reclama, al igual que la crisis ecosocial, un replanteamiento profundo y sin más demora del modo de vida imperante, y al mismo tiempo es una oportunidad para discernir acerca de lo que es verdaderamente importante, la pregunta acerca de qué entendemos por buena vida en el contexto de las crisis que padecemos se convierte en la pregunta crucial de nuestros días.
- También muestra cómo la desigualdad amplifica el dolor y la penuria. El virus y las medidas de contención que se están aplicando afectan a los diferentes sectores de la población de una manera radicalmente distinta. Vemos que el confinamiento es diferente según las condiciones y el tipo de vivienda, que está excluyendo de la educación a 500.000 niños de nuestro país que viven en casas sin ordenador o que los servicios sociosanitarios de atención a los mayores son un pilar básico del Estado de Bienestar que aún falta por asentar. No estaremos seguros hasta que no lo estén los demás. Por eso la desigualdad y la falta de cohesión social se convierten en los principales obstáculos que hay que remover para superar esta u otras crisis venideras.
- Esta pandemia ha revelado el importante papel que deben jugar las instituciones públicas y, en particular, el Estado en una sociedad moderna. No puede retraerse de su responsabilidad y debe garantizar suficientes infraestructuras y servicios públicos de calidad en los ámbitos de la salud, la investigación, la educación y los cuidados.
- Finalmente, acontecimientos como el que vivimos debe alertarnos de que sucumbir a la tentación autoritaria siempre es una posibilidad. Si flaquean las convicciones y los valores democráticos de la ciudadanía, en nombre de la defensa de la salud pública puede surgir una ‘sociedad vigilada’ donde la securitización y el control social se conviertan en rasgos dominantes del nuevo orden social emergente.
¿Qué futuro deparará esta pandemia? Nadie lo sabe, pero la historia nos enseña que tras una profunda perturbación las sociedades cambian. Las estructuras, las instituciones y las mentalidades se transforman y, en consecuencia, también lo hacen las conductas individuales y colectivas. El mundo de entreguerras poco se parecía al que existía con anterioridad a la primera gran conflagración y el que surgió de la Segunda Guerra Mundial fue un mundo radicalmente diferente del de entreguerras. Todavía hoy apenas nos damos cuenta de lo mucho que han cambiado nuestras sociedades después de la crisis financiera del año 2008. Hemos asistido durante este tiempo, casi de forma imperceptible, a la emergencia de un nuevo orden social, tanto en el plano interno como en el internacional. Incurriremos, pues, en un profundo error si pensamos que tras la pandemia todo va a seguir igual. No se trata de un paréntesis. Se están produciendo cambios sustanciales en los comportamientos individuales, en la funcionalidad de las instituciones sociales y en la dinámica estructural de la economía. Detectar esos cambios adquiere una importancia crucial a la hora de construir las respuestas adecuadas.
Lo más inmediato son las consecuencias sociales de esta pandemia, que ya se empiezan a mostrar en toda su gravedad. La fuerte temporalidad de la economía española ha enviado al paro en pocos días a cientos de miles de trabajadores y trabajadoras cuyos empleos no se han renovado. Una fracción significativa de la población vulnerada[2] se va a quedar fuera de la protección que debería brindar el llamado escudo social. Buena muestra de ello es que se están extendiendo las colas ante las puertas de parroquias y bancos de alimentos. Debería haber sido el momento de poner en marcha una renta básica universal que evitara estas lagunas de cobertura y el desborde de unos servicios sociales que ni tienen medios ni están preparados para evaluar, comprobar y gestionar las distintas ayudas con que afrontar una variedad casi inabarcable de situaciones de necesidad.
No debemos engañarnos, la existencia de una oportunidad para nada prejuzga la forma en la que vaya a resolverse. También 2008 traía consigo una oportunidad y algunos de sus principales valedores no dudaron en afirmar que si el capitalismo quería sobrevivir tenía que reformarse profundamente. Sin embargo, la oportunidad pasó y los que salieron fortalecidos fueron los intereses causantes de la crisis. Aprendamos la lección. Si no queremos que ahora vuelva a pasar lo mismo tenemos que poner los medios para que no suceda. No tenemos la solución que abriría las puertas a un futuro sostenible, más justo y democrático, pero en el análisis precedente se apuntan las líneas en las que tenemos que trabajar para hacerlo posible: en red con otros similares y sin perder un tiempo del que no disponemos.
[1] The Global Preparedness Monitoring Board (GPMB). Se puede consultar el informe íntegro en castellano en: https://apps.who.int/gpmb/assets/annual_report/GPMB_Annual_Report_Spanish.pdf
2 Desde la perspectiva de los derechos humanos y la justicia social parece más propio hablar de población vulnerada que de población vulnerable, que es la expresión que ha hecho fortuna. La población que soporta las lacras del desempleo, la pobreza o la marginación social se encuentra en esa situación porque no tiene suficientemente reconocidos y garantizados sus derechos y, por consiguiente, quien padece esa situación no es porque sea vulnerable sino porque está siendo vulnerado en sus derechos.
Texto publicado en CTXT el 25 de mayo de 2020. Disponible en: https://ctxt.es/es/20200501/Firmas/32235/Fuhem-covid-pandemia-crisis-ecosocial-sostenibilidad-alternativas.htm
Señales y respuestas: las enseñanzas no atendidas de la pandemia
Señales y respuestas: las enseñanzas no atendidas de la pandemia
Santiago Álvarez Cantalapiedra
Director de FUHEM Ecosocial
La crisis ecosocial lleva decenios lanzando señales inequívocas que obstinadamente desatendemos. La crisis ecosocial es una crisis sistémica que no se reduce a la crisis ecológica global que hoy padecemos, ni muchos menos a su dimensión climática. Es una crisis pluridimensional y multiescalar que afecta a todos los planos de la realidad: el biofísico, el productivo y el reproductivo. Sus consecuencias principales se traducen en la erosión de las bases sociales y naturales que sostienen la vida humana y en la destrucción sistemática de otras especies. Muchos de los acontecimientos que vivimos -como la pandemia, el cambio climático, las desigualdades o las distintas formas de violencia estructural- son manifestaciones de esta crisis general que incluye vectores ecológicos, económicos y políticos que se entrecruzan y exacerban mutuamente. Son exponentes de cómo la actividad humana está reduciendo la capacidad de la Tierra para albergar la vida y la resiliencia para sobreponerse a la presión que sobre ella ejercemos, hechos que en ningún caso son ajenos a la manera en que el capitalismo se estructura y organiza a escala global.
Una crisis que es sistémica viene acompañada irremediablemente de múltiples señales. El cambio climático, por ejemplo, hace tiempo que nos avisa de que eventos hasta hace poco excepcionalmente raros y peligrosos se están volviendo cada vez más frecuentes. La desestabilización del clima ha pasado de ser una advertencia abstracta de la comunidad científica a una catástrofe cotidiana retransmitida en directo. Los impactos de los fenómenos climáticos extremos, el incremento de la superficie anegada por la elevación del nivel del mar y la degradación paulatina de los ecosistemas como consecuencia de alteraciones atmosféricas y edafológicas tensionan las sociedades, generan innumerables conflictos socioecológicos y desplazan de manera forzada a millones de personas. En este escenario de deterioro progresivo de las condiciones ecológicas y climáticas arrancó en noviembre del año 2019 la pandemia de la COVID-19. La pandemia no es sino la enésima señal de alarma del alcance y envergadura de la crisis ecosocial en todas sus dimensiones.
La pandemia: una señal más que ignoramos
Esta pandemia no ha sido fruto del infortunio, pues no es un fenómeno natural ajeno a la actividad humana. Irrumpió como una consecuencia más de cómo tratamos a la naturaleza. Estamos degradando criminalmente la biosfera. Lo sabemos porque nos lo dice la ciencia y porque lo ven nuestros ojos cada día, pero actuamos como si lo ignoráramos o no nos lo creyésemos del todo.
La comunidad científica llevaba más de una década señalando el riesgo de nuevas infecciones zoonóticas que podían adquirir una dimensión global. Meses antes de la aparición del primer brote en Wuhan, el Informe anual sobre la preparación mundial ante emergencias sanitarias se publicó con el significativo título de «Un mundo en peligro», centrándose en esa ocasión en los riesgos biológicos que se manifiestan como epidemias y advirtiendo de la inminencia de una próxima pandemia.
Autores como Mikes Davis ya habían denunciado reiteradamente que la destrucción de la naturaleza por el capitalismo creaba las condiciones para pandemias como la que estamos sufriendo. Davis publicó en 2005 The Monster at our Door. The global Threat of Avian Flu [en castellano en El Viejo Topo, 2006]; en el año 2020, con la ampliación y revisión del libro anterior bajo un nuevo título -The Monster Enters: COVID-19, Avian Flu and the Plagues of Capitalism [en castellano en Capitán Swing, 2020]-, Davis quiso enfatizar que la amenaza que años antes llamaba a nuestra puerta ya estaba dentro. La COVID-19 hay que entenderla desde ese contexto de catástrofes virales anticipadas y finalmente concretadas en los últimos años. Rod Wallace ha escrito recientemente Grandes granjas, grandes gripes. Agroindustria y enfermedades infecciosas [Capitán Swing, 2020], donde señala que cualquiera que pretenda comprender por qué los virus se están volviendo tan peligrosos en la actualidad se topará irremediablemente con el sistema agroindustrial y, en concreto, con la producción ganadera de carácter intensivo. Los procesos actuales de apropiación humana de la biomasa terrestre y de destrucción de la integridad de la biosfera asociados al modo de vida característico de la civilización industrial capitalista no encuentran parangón en la historia. La presión de la economía sobre los ecosistemas está erosionando la biodiversidad y las barreras naturales que nos protegen de los agentes patógenos, al tiempo que los estilos de vida globalizados favorecen su expansión por todo el planeta. De esta manera la pandemia, la crisis ecosocial y el capitalismo global aparecen como elementos íntimamente relacionados.
La respuesta a la pandemia
Tras tantas advertencias desoídas no resulta extraño que la amenaza terminara por materializarse. Una vez concretada, la respuesta inmediata, como no podía ser de otro modo, fue básicamente terapéutica. La urgencia ante los ritmos de las tasas de contagio requería cortar la transmisión con confinamientos, distanciamientos físicos, reducciones en la movilidad y en la interacción social, a lo que se unió posteriormente el empleo generalizado de mascarillas y el acomodo del sistema de la seguridad social a la nueva situación de emergencia sanitaria. Una respuesta adaptativa a las circunstancias que tuvo como apuesta fuerte la búsqueda de vacunas. Una apuesta que salió relativamente bien por la rapidez y eficacia con la que se lograron desarrollar las vacunas e implementar a gran escala los procesos de vacunación. Sin embargo, los avances terapéuticos nos han sumergido en un ilusionismo tecnológico que distrae de las causas al concentrar la atención solo en los efectos.
Este enfoque sanitario ha conseguido desplazar casi por completo cualquier posible aproximación centrada en el origen de las pandemias. Las causas inmediatas de la propagación de infecciones zoonóticas tienen mucho que ver con la pérdida de biodiversidad. Los virus se encuentran aislados de nosotros de forma natural gracias a los ecosistemas. Estos ecosistemas constituyen verdaderos espacios de amortiguación frente a la virulencia de los patógenos. Los expertos señalan que las áreas con mayor cobertura vegetal y diversidad de aves muestran tasas más bajas de infección porque los mosquitos -que sirven de vector de infección- se diluyen en el entorno y disponen de menores probabilidades para encontrar el huésped adecuado. Existe una relación clara entre el advenimiento de epidemias y la deforestación. La tala de los bosques provoca, por ejemplo, que las especies de murciélagos que los habitan terminen posándose en los árboles de los hábitats humanos, aumentando con ello la probabilidad de interacción con las personas y, por consiguiente, incrementando el riesgo de transmisión de los virus.
En la misma medida en que se ha ido ganando la batalla a través de la vacunación, se han ido obviando estas causas inmediatas que originan las pandemias. También las condiciones sociales de salubridad y hacinamiento. Y, por último, se han terminado por oscurecer las “causas de las causas” que provocan estas dinámicas: los acelerados ritmos de los cambios en los usos del suelo debidos a la urbanización y, sobre todo, a la expansión de la agricultura intensiva, que ha provocado que solo en los últimos cincuenta años se haya transformado un tercio de la superficie terrestre. Cambios recientes en el uso de la tierra que, según los últimos estudios, son responsables de más del 50% de las enfermedades infecciosas zoonóticas que han afectado a la especie humana desde 1940.[1] El abandono de esta mirada preventiva a resultas del éxito obtenido con la respuesta terapéutica paradójicamente nos está desarmando frente al riesgo de nuevas pandemias que, al no atajarse las causas en origen, están resultando cada vez más frecuentes. Un estudio de la Universidad de Brown ha estimado que entre la década de los ochenta del siglo pasado y la primera del nuevo siglo el número de brotes epidémicos de enfermedades infecciosas se ha multiplicado por tres.[2]
Las enseñanzas de la pandemia
La conclusión que deberíamos extraer de todo ello es que frente a las pandemias necesitamos, tanto o más que respuestas sanitarias, acciones decididas para salvaguardar la salud de los ecosistemas cambiando radicalmente los modos de vida que los están transformando y destruyendo. La recurrencia de nuevas pandemias, combinadas con otras problemáticas como la desigualdad o la inseguridad alimentaria a modo de sindemias, serán inevitables mientras no revirtamos los procesos actuales de apropiación desmesurada de la biomasa terrestre que monopolizamos los seres humanos.
No atender al hecho de que las zoonosis dependen de un delicado equilibrio entre seres humanos, patógenos y biodiversidad, impide comprender que cuando nuestros comportamientos y actividades económicas presionan o alteran la integralidad de un ecosistema la salud humana y, por consiguiente, también nuestra calidad de vida, se resienten con ello. Es un error concebir la salud humana a partir de las respuestas terapéuticas y las instituciones sanitarias que inciden únicamente en las manifestaciones de las enfermedades una vez que se han producido. Existen determinantes sociales y ecológicos de la salud que no podemos ignorar y sobre los que debemos actuar si se aspira a alcanzar sociedades saludables con parámetros razonables de calidad de vida. Eso se traduce en que tenemos que replantearnos urgentemente las prioridades y delimitar colectivamente a qué cosas concedemos valor. La principal enseñanza que deberíamos haber extraído de la experiencia traumática de esta pandemia es que la mentalidad materialista y tecnocrática basada en una fe ciega en el mercado y la tecnología, y obsesionada por dominar la naturaleza y la acumulación de la riqueza y el poder, es un auténtico dislate que nos conduce al peor de los escenarios posibles. Tras una apariencia de prosperidad material sin término, genera una vorágine extractivista y consumista que provoca un deterioro ecológico y social que solo beneficia a unos estrechos círculos de intereses económicos en detrimento de una vida buena para los seres humanos, sus descendientes y el resto de las especies con las que compartimos casa común.
[1] Yewande Alimi, Aaron Bernstein, Jonathan Epstein, Marcos Espinal, Manish Kakkar, Deborah Kochevar y Guilherme Werneck, Report of the Scientific Task Force on Preventing Pandemics, Harvard Global Health Institute, Agosto 2021 [se puede consultar en: https://cdn1.sph.harvard.edu/wp-content/uploads/sites/2343/2021/08/PreventingPandemicsAug2021.pdf]
[2] Katherine F. Smith, Michael Goldberg, Samantha Rosenthal, Lynn Carlson, Jane Chen, Cici Chen y Sohini Ramachandran, «Global rise in human infectious disease outbreaks», Journal of The Royal Society Interface, Volume 11, Issue 101, 6 de diciembre de 2014 [https://doi.org/10.1098/rsif.2014.0950]
Texto publicado en CTXT el 24 de noviembre de 2021. Disponible en: https://ctxt.es/es/20211101/Firmas/37835/covid19-pandemia-zoonosis-biodiversidad.htm