HIAPPTIA. (C.E.M. Hipatia)

Los teléfonos móviles y su variedad de aplicaciones han transformado nuestra vida cotidiana y la forma en la que nos comunicamos, directa e inmediata.

En un centro escolar, las familias quieren saber qué ocurre y estar al día, y el colegio necesita que así sea. Solo así se puede lograr que la multitud de actividades y proyectos que se realizan sean lo suficientemente conocidos por toda la comunidad escolar.

Hipatia llevaba varios cursos preocupado por mejorar estas cuestiones, y usando distintas herramientas de comunicación: los correos electrónicos masivos para la información general; el sistema llamado “Mensario”, para la comunicación de aspectos de aula; las pantallas en los vestíbulos; la web; la propia agenda escolar…

Pese a estos avances, han querido dar un paso más allá, acercando el centro escolar al teléfono móvil, para que las familias tengan la información del colegio al alcance de la mano, con un acceso rápido, cómodo y sencillo. Con ese fin, se ha creado una aplicación móvil que permite difundir la información más importante del centro y estar al día de todo lo que concierne a la comunidad educativa, y en menor medida, facilitar pequeñas gestiones para agilizar, en la medida de lo posible, la comunicación con secretaría.

El resultado es una app móvil disponible de forma gratuita en el Play Store (para dispositivos Android), y Apple Store (para dispositivos IOS), bajo el nombre de HIAPPTIA.

Para conocer en detalle la justificación, los objetivos, el desarrollo y la evaluación de este proyecto, puedes descargar el resumen del mismo: “HIAPPTIA” (archivo en pdf).


Aprendiendo a cuidarse. (Colegio Montserrat)

Este proyecto, desarrollado en el segundo ciclo de Educación Infantil del Colegio Montserrat, subraya aspectos cruciales para estas edades, como son una buena alimentación, hacer ejercicio físico y tener hábitos de higiene saludables. Dentro de estos, también es fundamental dar a los más pequeños una educación afectivo-sexual, ya que es una de las puertas a través de las cuales se desarrollan la personalidad y las relaciones con la afectividad.

Aunque estos temas están incorporados en el currículo y se trabajan de forma transversal, adquirieron una entidad propia a través de este proyecto con el fin de alcanzar, entre otros, los siguientes objetivos:

- Reflexionar con las familias sobre los hábitos de salud, higiene y alimentación que desarrollan en el día a día.
- Involucrar a todas las familias de Infantil en la reflexión y transformación de los hábitos de alimentación que llevan a cabo y mostrar formas de alimentación más saludables.
- Fomentar en nuestro alumnado la autonomía en su propia higiene y una alimentación más sana.
- Reflexionar con las familias sobre una educación sexual infantil saludable desde una perspectiva de género.
- Concienciar sobre la importancia del medio natural en nuestra salud, cuidarlo y disfrutarlo.
- Realizar juegos y actividades con nuestro alumnado y familias relacionadas con el deporte para que experimenten acciones más saludables y que introduzcan cambios en su día a día.

Para conocer en detalle la justificación, los objetivos, el desarrollo y la evaluación de este proyecto, puedes descargar el resumen del mismo: “Aprendiendo a cuidarse” (archivo en pdf).


Comunidades de aprendizaje en Hipatia. (C.E.M. Hipatia)

Este proyecto, desarrollado en Hipatia, se basa en un conjunto de actuaciones educativas de éxito dirigidas a la transformación social y educativa que incluye la participación de toda la comunidad (alumnado, familias, docentes, personal de Administración y Servicios, instituciones…), a través del diálogo y la cooperación.

Esta experiencia, que comenzó hace cinco cursos escolares, se ha ido enriqueciendo progresivamente. Primero, fueron los grupos interactivos; después, las lecturas compartidas entre alumnado de 2º ciclo de Infantil y de Secundaria; lecturas acompañadas entre tutores y tutoradas en tercer ciclo de Primaria; y tertulias dialógicas con la participación de miembros del Personal de Administración y Servicios (PAS) y con docentes. Por último, se decidió abrir las tertulias dialógicas a la participación de familias y alumnado, incluir las tertulias en la dinámica del aula de algunas asignaturas y diseñar una asignatura optativa para 2º de Bachillerato que tuviera como base el análisis multidisciplinar de textos y su debate a través de tertulias dialógicas.

Con la creación de una comunidad de aprendizaje se busca educar más y mejor, es decir, que el aprendizaje sea asimilado de manera más efectiva por la totalidad de las alumnas y alumnos. Se pretende, además, que ese aprendizaje estimule los valores democráticos, desarrolle la capacidad de diálogo, fomente la cooperación, esté plenamente interrelacionado con el entorno y lo transforme.

Para conocer en detalle la justificación, los objetivos, el desarrollo y la evaluación de este proyecto, puedes descargar el resumen del mismo: “Comunidades de aprendizaje en Hipatia” (archivo en pdf).


De patio a jardín. El espacio como tercer maestro. (Colegio Lourdes)

Este proyecto desarrollado en el Colegio Lourdes reividica el espacio como tercer maestro, en línea con Peny Ristcher: “Hace falta pensar, organizar, articular y equipar el espacio exterior como se hace con el espacio interior”.

El trabajo responde a la demanda de lograr una transformación del patio para que este lugar potenciara un desarrollo evolutivo de la infancia. El proyecto contó con la implicación del equipo docente, la dirección y la gerencia del Centro, así como con la confianza y el apoyo de las familias.

Se trataba de repensar (o “de-construir”) los espacios educativos, los ambientes y las condiciones físicas y humanas del exterior del centro incorporando metodologías activas que fomentasen la autonomía, la cooperación y los aprendizajes significativos desde la perspectiva global del ser humano y que, además, favorecieran la resolución de conflictos.

La transformación del espacio se realizaría pensando en la diversidad y en la multiplicidad de usos de las estructuras; elementos versátiles que fomentasen la inclusión de todo el alumnado.

La mayor parte del material es reutilizado: los troncos del pino del patio talado el curso anterior, palés, palos, cestas, jardineras… Todo pensado para generar un ambiente cálido y natural, con un bajo impacto medioambiental al no introducir elementos de plástico, prefabricados o con costes elevados.

Fruto del diálogo y la participación de toda la comunidad educativa, el cambio metodológico realizado sobre los espacios de juego se ha transmitido y vivido como propio por toda la comunidad educativa, generando un sentimiento de pertenencia al centro mucho más fuerte y un mayor bienestar de toda la comunidad educativa de Infantil.

Para conocer en detalle la justificación, los objetivos, el desarrollo y la evaluación de este proyecto, puedes descargar el resumen del mismo: “De patio a jardín. El espacio como tercer maestro” (archivo en pdf).


Mindfulness en Hipatia. (C.E.M. Hipatia)

Un grupo de profesorado de Hipatia que realizó una formación en Mindfulness decidió ponerlo en práctica en el centro en algunos cursos de Educación Infantil y Primaria.

El proyecto consiste en dotar al alumnado de herramientas que le capaciten, tanto en el ámbito académico como el físico y el afectivo-social. La idea central sostiene que enseñar desde edades tempranas a conocerse a sí mismos para conocer a los demás, calmar la mente y centrar la atención, se convierten en herramientas necesarias para la obtención del bienestar personal y social.

Entre los objetivos del proyecto, se encuentran:

- Dotar al alumnado del conocimiento y la práctica de mindfulness para que puedan aplicarlo en sus propias vidas.
- Formar al profesorado interesado en el proyecto.
- Mejorar la capacidad de atención y el rendimiento académico del alumnado.
- Dotar al alumnado de herramientas para regular las emociones.
- Disminuir la ansiedad, el estrés, la fatiga, los miedos y las inseguridades, tanto de docentes como de alumnos y alumnas.
- Potenciar la empatía, la gratitud y la amabilidad a través de la aceptación verdadera sin juicios de valor.
- Reducir la conflictividad en el colegio.
- Reforzar la autoestima y las habilidades sociales del alumnado.

Para conocer en detalle la justificación, los objetivos, el desarrollo y la evaluación de este proyecto, puedes descargar el resumen del mismo: “Mindfulness en Hipatia” (archivo en pdf).


Comer contra el colapso. Convocatoria de colaboraciones en proyectos MediaLab

En 2019, los talleres Interactivos? y Periodismo de Datos de MediaLab Prado van a trabajar sobre el complejo mundo de la alimentación: ¡ sigue el rastro de la comida !

Analizar, narrar o rediseñar, de forma creativa y radical, el cambio en los modelos alimentarios puede contribuir a aumentar la sensibilidad y la conciencia frente al colapso ambiental.

Paisaje, territorio, uso de recursos, fertilizantes, sistemas de cultivo y cría, logística, distribución, modos de consumo, cultura de la comida, relaciones sociales, residuos, contaminación de los diferentes modelos, etc., son algunas de las perspectivas posibles de análisis.

Taller de Periodismo de Datos 2019: convocatoria de colaboraciones

El taller internacional de periodismo de datos 2019 "Sigue el rastro de la comida" se celebra del 25 al 29 de marzo de 2019, de lunes a viernes, en horario de 10:00 a 20:30h, con una pausa para comida y merienda.

La convocatoria para colaborar en los proyectos del taller finaliza el sábado 16 de marzo. Se seleccionará un número máximo de 6 propuestas.

Acerca de esta convocatoria:

La figura de colaborador/a en alguno de los proyectos es fundamental en el planteamiento y desarrollo de los talleres de Medialab-Prado, pues estos se conciben como espacios de trabajo colaborativo, intercambio de conocimientos y formación teórico-práctica, en un ambiente de relación horizontal entre todo el equipo.

El colaborador/a puede formar parte del equipo de desarrollo de una o más de las propuestas seleccionadas según sus intereses, aportando sus conocimientos e ideas al mismo tiempo que aprenden del resto del grupo y del equipo del taller.

No obstante, es recomendable que se centren en una propuesta para garantizar un mayor compromiso durante todas las fases del taller y sus nombres aparecerán en los créditos del proyecto. Asimismo, Medialab-Prado entregará un documento acreditativo de la participación en el taller a quienes lo soliciten.

Para más información y detalles mirar este enlace.

 


En el taller internacional de prototipado colaborativo Interactivos?’19: Comer contra el colapso, el inevitable fin del modelo alimentario agroindustrial, que cuenta con el apoyo del proyecto H2020 DITOs, se desarrollarán 8 proyectos entre las propuestas que se envíen. El taller se desarrollará desde el 14 de febrero hasta el 2 de marzo de 2019, y mezclará un seminario internacional, el taller de prototipado, la presentación pública de los prototipos desarrollados y la exposición de los mismos.

¿Cómo puedes colaborar en uno de los proyectos que se seleccionen?

Está abierta la convocatoria para colaborar en el taller de desarrollo de proyectos Interactivos?'19: Comer contra el colapso que se celebra del 14 de febrero al 2 de marzo de 2019. Los colaboradores participarán en la producción de los proyectos seleccionados (éstos se publicarán a partir del 15 de Enero en la web de MediaLab).

Se busca alrededor del mundo personas y comunidades que estén ensayando o quieran rediseñar nuevas formas de ver y de abordar, de modo creativo y radical, el cambio en los modelos alimentarios que puedan servir para reducir las probabilidades de colapso ambiental que se anuncian desde la comunidad científica. Todas las personas, ya sean hackers, maestros, artistas, expertos en agroecología o profesionales de la agroindustria, diseñadores, productores, ecólogos, programadores, analistas de datos, aficionados, científicos ciudadano, fanáticos de la tecnología, activistas, ingenieros, amantes del DIY y el DIWO, etc. , están invitadas a participar.

Inscripción gratuita.

Medialab-Prado ofrece alojamiento gratuito en habitaciones compartidas para los colaboradores que lo necesitan durante el taller (plazas limitadas previa petición).

Para tener un contexto más amplio de la temática de la convocatoria, mirar los siguientes enlaces:

Página general: https://www.medialab-prado.es/programas/interactivos19-comer-contra-el-…
Bases de esta convocatoria: https://www.medialab-prado.es/sites/default/files/2018-12/181212_Bases%…

Fechas importantes:

Fecha límite para inscribirse como colaborador y solicitar alojamiento: hasta el 31 de Enero de 2019 a las 23:59

Fecha límite para inscribirse como colaborador (sin alojamiento): hasta el 6 de febrero de 2019 a las 23:59

 


Compartimos nuestros mejores deseos para 2019. Felices vacaciones

Desde el sábado 22 de diciembre hasta el martes 8 de enero de 2019, las oficinas centrales de FUHEM estarán cerradas por vacaciones de Navidad, siguiendo el calendario que tienen los centros escolares, en función de una medida de conciliación laboral que se aprobó hace seis años.

Antes de irnos de vacaciones, compartimos con todos vosotros nuestra tarjeta de felicitación para 2019, en la que volvemos a poner el énfasis en el valor colectivo de FUHEM. La imagen es la de un puzle en el que destacan nuestros tres centros escolares: Hipatia, Lourdes y Montserrat; que se suman a otras tantas piezas que representan nuestros valores y nuestro universo. Un tú singular apela a todas las personas que integran nuestra amplia comunidad y recuerda que: “Todas las piezas hacemos FUHEM”.

Desde las áreas Educativa y Ecosocial de FUHEM y desde nuestros colegios, compartimos con quienes seguís nuestra actividad las sensaciones de esta recta final de año. Tiempo de balance y nostalgia, y también de recuperar la ilusión. No dejemos de mirarnos en los ojos de los más peques de nuestras aulas y que nos sirva de estímulo y guía para lograr un feliz 2019.

La vuelta al cole y a la oficina

Tras el paréntesis vacacional, a partir del 8 de enero de 2019, nos pondremos al día con los correos electrónicos pendientes y con los pedidos que hayan llegado a nuestra librería on-line. Esperamos que esta pausa no os cause inconveniente alguno.

Los pedidos se atenderán hasta el 20 de diciembre de 2018, última fecha para nuestros envíos postales. Si algún paje de Papa Noel o de los Reyes Magos necesita algo urgente y no puede esperar a nuestra vuelta, puede contactar con la librería Traficantes de Sueños donde está disponible buena parte de nuestro catálogo.

Hasta la vuelta... ¡Felices fiestas y feliz 2019!


Formación Agroecológica

Curso internacional de especialización: Agroecología, Soberanía Alimentaria, Agricultura Urbana y Cooperación al Desarrollo Rural (2017-2018)

La sociedad actual tiene al menos cinco grandes problemas por resolver, que ni los avances tecnológicos, ni las conquistas sociales, ni los progresos políticos y económicos, no solo no han sido capaces de solventar, sino que en muchos casos, los han empeorado: el hambre, el deterioro de los recursos naturales, el cambio climático, el crecimiento de la competición geoestratégica y la desigualdad creciente. En ese sentido, la sociedad empieza a percibir que efectivamente el modelo de desarrollo que hemos adoptado provoca unos efectos con los que no habíamos contado, y que los problemas más importantes siguen sin resolverse para la mayoría de los habitantes del planeta.

 


IX Jornadas de Arte, Educación y Ciudadanía: Teatro y Escuela

No hay nadie que a estas alturas desconozca cuáles son los beneficios de la experiencia teatral en las escuelas e institutos. Sin embargo, seguimos relegando el teatro al horario extraescolar, en lugar de defender su posición central en los currículos escolares. Con la práctica teatral se mejoran las capacidades expresivas, de análisis, de escucha. Se aprende historia, lengua, literatura, matemáticas, física, plástica, nuevas tecnologías, música, educación física… Se potencia la tolerancia, la capacidad crítica, la rebeldía, la denuncia, y todo ello, con un trabajo colaborativo como hay pocos. Porque si hay algo cierto, es que el teatro es imposible sin un equipo.

Además, el buen ambiente de trabajo, la responsabilidad de formar parte de un proyecto común y el desarrollo de diversas competencias, proporciona un aumento de la autoestima y la confianza en los participantes.

La vida. La experiencia. La emoción. Las inteligencias múltiples. La palabra. La voz. El cuerpo. La música. El gesto. El grupo. La transformación.
Teatro y Democracia. Teatro y compromiso. Teatro y denuncia. Teatro y emoción. Teatro y aprendizaje.

En estas IX Jornadas de Arte, Educación y Ciudadanía, queremos volver a reflexionar sobre la enorme y potente capacidad del teatro como fuente de aprendizaje global.

Programa:

Jornada de mañana. (Restringido a alumnado de CEM Hipatia)

MADRID ES BURNING. TALLER DE PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA. Taller de teatro a cargo del colectivo Calatea.
Asistirán al taller alumnos y alumnas de CEM Hipatia (FUHEM).

Jornada de tarde. De 18 a 20 horas. (Acceso libre hasta completar aforo)

Jornada abierta a profesionales de la educación, del teatro y a la ciudadanía en general.

La sesión de tarde se estructura en dos partes:
Mesa redonda: ¿Cuál debe ser el papel del teatro en la Escuela? ¿Qué aporta la experiencia teatral? Proyectos y experiencias en torno al teatro y la escuela.
• Y para finalizar… Muestra teatral a cargo de alumnado del Colegio Lourdes (FUHEM), participantes en el proyecto Piel con Piel.

En la mesa redonda, intervendrán:
- Moisés Mato (Teatro de la Escucha). Actor y director, ha fundado y dirigido diversas compañías y salas teatrales. Teatro de la Escucha es el resultado de un investigación sobre el teatro social desarrollada entre 1992 y 2006. Ha publicado libros de literatura infantil, poesía visual, pedagogía teatral, obras de teatro, política y poesía. Actualmente, dirige la Sala Metáforas, un espacio de formación donde teatro y transformación social van de la mano.

- Laura Szwarc (Akántaros). Artista polifacética, ha desarrollado su actividad en torno a lo escénico y lo literario. Desde hace años coordina la “Asociación Cultural Akántaros: arte + educación”, una entidad multicultural y transdisciplinar. Con el grupo performático Las parientas y la editorial del mismo nombre, ha realizado diversas acciones teatrales. Ha publicado libros de poesía, teatro y experiencias por los que ha recibido diversos reconocimientos.

- Inés Cytrynowski (Círculo de Bellas Artes). Licenciada en Pedagogía Teatral por el Conservatorio Nacional de Arte Dramático de Argentina. En el CBA, ha realizado talleres con niños y adolescentes a lo largo de veinte años con un enfoque de juego escénico y protagonismos compartidos, con el fin de lograr la inclusión grupal y el descubrimiento del potencial individual. Concibe el espacio escénico como un lugar “mágico” donde expresar con libertad y plenitud pensamientos y emociones.

- Paula Cueto (integrante del colectivo Calatea). Con el lema “La escena para pensar juntos”, el colectivo Calatea está formado por profesionales de diferentes ámbitos: educación, artes escénicas y filosofía. Performatividad y escena son sus herramientas de reflexión colectiva y de transformación personal y social. Plantean el proceso creativo como una forma de aprender y generar cambio a través de la experiencia y el arte.


FUHEM, galardonada en los Premios Scout 2018

Los Premios Scout 2018 son otorgados por Scouts de España en reconocimiento a la labor de personas, organizaciones públicas o privadas e instituciones, que colaboren o hayan colaborado de manera significativa con esta entidad y trabajen en favor del desarrollo de la infancia y la juventud, fomentado los valores que el escultismo se compromete a promover, entre ellos: la educación para la paz, el voluntariado, los hábitos saludables y la defensa de la naturaleza.

En función de estos criterios, el Jurado del Premio ha decidido conceder este reconocimiento a FUHEM y al Ayuntamiento de Ainsa-Sobrarbe y un áccesit a la Fundación Mar de Niebla.

El acto de entrega de premios tuvo lugar en la Asamblea Scout que se celebró a finales de noviembre en Guadarrama (Madrid). FUHEM estuvo representada por Luis M. Calero, Director Gerente, y Víctor M. Rodríguez Muñoz, Director del Área Educativa de FUHEM que recogieron el premio de manos de Ruth Carrasco, Directora General del Instituto de la Juventud de España. Luis M. Calero y Víctor M. Rodríguez agradecieron el Premio Scout 2018 en nombre de la amplia comunidad escolar de FUHEM, y en especial, de los centros escolares, que han sido base y punto de encuentro para muchos grupos scout a lo largo de décadas.

El jurado de los Premios Scout 2018 motivó el reconocimiento a FUHEM considerando “la histórica relación con diferentes Grupos Scouts a los que ha prestado apoyo continuado, caracterizándose por la cesión de espacios y recursos y el fomento del Escultismo en sus centros educativos, el reconocimiento del valor que aporta el Escultismo a las personas en su crecimiento y los más de 50 años compartiendo la visión de que la educación y la participación son herramientas imprescindibles para la transformación social”.

Las otras entidades reconocidas por los Premio Scout 2018 han sido el ayuntamiento de Ainsa-Sobrarbe, por el apoyo continuado a la labor del Escultismo, los más de 29 años de estrecha relación con Scouts de España y Scouts de Aragón, su indudable compromiso con el Centro Scout Griébal y el apoyo que brinda al crecimiento del Movimiento Scout en nuestro país y su posicionamiento y visibilidad internacional, así como la constante colaboración con cuantos proyectos se le han propuesto. También se reconoció con un accésit a la Fundación por la acción social Mar de Niebla por su apoyo al Movimiento Scout y por la labor de transformación social que realiza en Gijón.


Universidad del Barrio - Curso de Economía 2018/19

Universidad del Barrio - Curso de economía 2018 -2019

Llega una nueva edición del Curso de Economía organizado por FUHEM Ecosocial, Economistas Sin Fronteras y El Salmón Contracorriente, que tendrá lugar en el Teatro del Barrio.

Este año abordaremos, desde una perspectiva económica, distintas cuestiones que afectan al barrio y a nuestras vidas diarias. Se tratará por tanto de problemáticas corrientes que vivimos en nuestro día a día, pero que pueden analizarse desde un análisis económico más profundo y que parta a su vez de una visión más amplia que aquella que abunda en los manuales de economía. Hablaremos de: vivienda, convivencia en la diversidad, la deuda, la movilidad, la precariedad, la era digital o la ludopatía.

A continuación, ofrecemos los videos de las primeras sesiones:

 

 

CURSO DE ECONOMÍA

Barrios cool, viviendas inaccesibles

La primera sesión que tuvo lugar el 22 de octubre de 2018, abordó el problema de la vivienda: burbuja del alquiler, gentrificación, turistización, desahucios y luchas.

Participaron:

China Cabrerizo, Oficina de Urbanismo Social.

Fernando Bardera, Colectivo Lavapiés ¿dónde vas?.

Mercedes Revuelta, Plataforma contra los Fondos Buitre y PAH.

Bajo la moderación de José Bellver, FUHEM Ecosocial

 

 

Casas de apuestas: de tragaperras a tragabarrios

La segunda sesión tuvo lugar el 5 de noviembre de 2018, abordó una realidad que está afectando a nuestros barrios estos últimos años: las casas de apuestas. Lo que antes era la panadería o el economato de toda la vida, ahora son espacios en los que quienes menos tienen acaban enganchados con la esperanza de mejorar sus condiciones económicas, atrapadas por un juego perverso.

¿Cómo ha surgido todo esto? ¿Cuáles son las consecuencias? ¿Qué hacer al respecto?

- María José Garía, de la Asociación vecinal del Puente de Vallecas (FRAVM Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid)

- Rafa Díaz, antropólogo

Moderó: Yago Álvarez

 

Comunes urbanos frente a la ciudad negocio

Tercera Sesión que tuvo lugar el 19 de noviembre de 2018, muestra cómo las ciudades son el punto neurálgico de la economía capitalista, ya que en ellas se encuentran las sedes de los grandes bancos y los fondos de inversión. Sin embargo, las ciudades también son campo de experimentación para nuevas prácticas de iniciativa comunitaria, de colectivización de bienes comunes. Frente a grandes crisis, se practican grandes soluciones que merece la pena ser contadas.

Ponentes:

- César Roa Llamazares (historiador, autor de Historias de la lucha por el común)

- Raúl Sánchez CedilloFundación de los Comunes.

- Paula Ortega Faura - La Ingobernable.

Moderó: Sabina Chamorro - Universidad del Barrio.

  

 


Una mirada sobre la inclusión de la discapacidad en la escuela

En la última tribuna que hemos publicado en El Diario de la Educación, vinculándola a la fecha del 3 de diciembre, Día Internacional de las Personas con Discapacidad, hemos optado por abordar los retos que España tiene aún por resolver en la educación a las personas con discapacidad.

El texto, titulado “Avanzar hacia la inclusión asentando los cimientos”, comienza recordando que hace más de diez años nuestro país firmó la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad y su Protocolo Facultativo, tras haber sido uno de los países promotores e impulsores de esta iniciativa. La Convención dedicó el artículo 24 a la educación, donde reconocía el derecho de las personas con discapacidad a la educación a lo largo de la vida y a “acceder a una educación primaria y secundaria inclusiva, de calidad y gratuita, en igualdad de condiciones con las demás, en la comunidad en la que vivan”.

Víctor M. Rodríguez, Director del Área Educativa de FUHEM, expone en su artículo que si bien “en el ámbito universitario se produjeron de forma rápida algunos avances (…), en las etapas previas a la universidad las cosas no fueron tan rápidas ni sencillas en absoluto”. En esa línea de balance, apunta que en 2014, el Comité sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU inició una investigación sobre el cumplimiento de la Convención en España cuyo resultado fue demoledor, con incumplimientos en casi todos los órdenes y aspectos evaluados.

Entre las recomendaciones del informe –explica Víctor M. Rodríguez- “algunas se refieren a la eliminación de la educación segregada, tanto en los centros ordinarios como en los centros especiales”. Haciendo constar las debidas cautelas que hay que tener ante un proceso del que desconocemos muchos aspectos, el director del Área Educativa cierra el texto subrayando que “el verdadero y perentorio reto que debemos afrontar es el de garantizar unas condiciones de mayor inclusión e igualdad de oportunidades en los centros ordinarios donde todavía son ingentes las barreras y obstáculos para una inclusión efectiva”.

El texto se cierra expresando la confianza en que no nos quedemos en ajustes parciales o estéticos y, sobre todo, en que no empecemos la casa por el tejado: “los cimientos de la inclusión deben ser los centros ordinarios en los que se escolariza, hoy por hoy, la mayor parte del alumnado en riesgo de exclusión. Sólo será posible construir reforzando esos cimientos”, concluye Víctor M. Rodríguez.

Tribunas anteriores publicadas en El Diario de la Educación

En el presente curso escolar 2018/19, hemos publicado ya otras tres colaboraciones en El Diario de la Educación, un medio que nos permite compartir nuestra visión de la educación y nuestras propuestas con una comunidad escolar muy amplia.

Los temas clave de la vuelta al cole

De Víctor M. Rodríguez, director del Área Educativa de FUHEM, y titulado “Buenas noticias y alguna incertidumbre en la vuelta al cole”, este texto que inauguraba el presente curso se centraba en los cambios de gobierno, tanto a nivel estatal como regional y daba un repaso a los temas que marcaban la actualidad educativa tras el periodo estival.

La perspectiva ecosocial

Con el título “La educación como servicio social requiere un enfoque ecosocial”, se publicó un texto en el que Luis González Reyes, coordinador del proyecto educativo ecosocial en FUHEM, explica que la crisis ambiental sigue siendo abordada casi de puntillas en la escuela, a pesar de que el cambio climático es una realidad que va a cambiar radicalmente los entornos en los que vive nuestro alumnado.

Combatir la violencia de género en el ámbito educativo

Firmado por Mara Nieto, técnica del Área Educativa de FUHEM, se titula “Combatir la violencia de género en el ámbito educativo desde una perspectiva feminista” y parte de reconocer que las manifestaciones de la violencia de género, reflejo del sistema patriarcal en el que vivimos, tienen su base en violencias menos visibles que se dan en todos los ámbitos en los que nos desarrollamos como personas, incluida la escuela.


Dossier Crisis Ecosocial, Conflictos y Construcción de Paz

Crisis Ecosocial, Conflictos y Construcción de Paz.

El presente boletín pretende contribuir al análisis de las diferentes formas de violencias contemporáneas en torno a las múltiples manifestaciones de conflictos y crisis sociopolíticas en curso. En ese sentido, planteamos cuatro ejes temáticos:

- las amenazas a las condiciones sociales y naturales sobre las que descansa la existencia de las personas,

- la demora en la puesta en marcha de medidas de mitigación frente a las amenazas climáticas

- las falsas salidas en relación con la gestión de los flujos migratorios

- el camino hacia una verdadera cultura de paz.

Para ello contamos con las aportaciones de especialistas como Santiago Álvarez Cantalapiedra y Nuria del Viso de FUHEM Ecosocial, Jesús Núñez del Instituto sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH) y Carmen Magallón (SIP). Directora de la Fundación Seminario de Investigación para la Paz – SEIPAZ y Presidenta de WILPF España

Por último, y como es costumbre, ECOS 44 ofrece una selección de recursos de la mano de Susana Fernández Herrero, del Centro de Documentación Virtual de FUHEM Ecosocial.

Puedes descargar a continuación el Dossier completo en formato pdf: Crisis Ecosocial, Conflictos y Construcción de Paz, o bien los artículos por separado:

 

Amenazas climáticas, injusticia ambiental y violencia
Santiago Álvarez Cantalapiedra

El calentamiento global está provocando que cada vez más personas vean amenazadas las condiciones sociales y naturales sobre las que descansa su existencia. La aceleración de los desastres climáticos, la disminución de recursos vitales por degradación o agotamiento y una población mundial en incesante aumento, constituyen los elementos de un cóctel explosivo que requiere otra gobernanza para evitar la violencia y garantizar la paz y la seguridad en el planeta.

De los delirios escapistas frente al cambio climático a la búsqueda de respuestas colectivas
Nuria del Viso

Resulta cada vez más evidente que se nos acumulan las décadas de retraso en la aplicación de respuestas verdaderas y efectivas al cambio climático. Nos jugamos mucho dependiendo de qué criterios se utilicen y quién dirija la adaptación al cambio climático porque esto determinará el tipo de respuestas que se apliquen, si tenderán a ser en clave excluyente y con tintes ecofascistas, o bien con criterios de justicia y equidad.

Gestión de flujos migratorios: prueba definitiva para la Unión Europea
Jesus A. Núñez
El proceso de construcción de la Unión Europea está hoy contra las cuerdas y son muchos los problemas que se acumulan en su agenda. En este artículo se habla de la nefasta manera en la que la Unión está respondiendo a lo que se ha denominado como la crisis de los refugiados.


Conflictos Ecosociales y Cultura de Paz

Carmen Magallón
El texto aborda las violencias que subyacen en los conflictos ecosociales, hablando del decaimiento del movimiento por la paz, del concepto y potencialidades de la paz como cultura, y cuestionando la tendencia del poder hegemónico de desplazar la noción de paz por la de seguridad. La autora, a través de un caso de estudio, propone el feminismo pacifista como cauce amplificador de las voces de mujeres que afrontan conflictos ecosociales.

SELECCIÓN DE RECURSOS:

Susana Fernandez Herrero

Desde el Centro de Documentación de FUHEM Ecosocial elaboramos una recopilación de recursos de diferentes formatos para facilitar el acceso a más información en torno a la temática abordada en cada número. En este Boletín contamos con una recopilación de Organizaciones Españolas centros de investigación, institutos universitarios y fundaciones, que desde una perspectiva multidisciplinar trabajan por la eliminación de las distintas formas de violencia, la promoción de la justicia, el respeto de los derechos humanos, el desarrollo y la resolución pacífica de los conflictos, la sostenibilidad, el ejercicio democrático de la ciudadanía. La mayoría de estas organizaciones se encuentran dentro de la Asociación Española de Investigación para la Paz - AIPAZ.

Ofrecemos también una selección de Organizaciones Internacionales, coaliciones y redes de ámbito internacional que trabajan en el ámbito de la prevención y resolución pacífica de conflictos, y el establecimiento de la paz. Trabajan por el control y contra la venta de armas ligeras, así como en negociaciones para que se firme un tratado que prohíba las armas nucleares. Trabajo por el cual algunas de ellas fueron galardonadas con el premio nobel de la paz 2017. Tienen un compromiso con la promoción de la educación y la cultura de la paz, con el fin de la violencia y con la defensa del derecho internacional y los derechos humanos, sobre todo de los más vulnerables. Algunas de estas redes y organizaciones tienen estatus consultivo ante Naciones Unidas.

Recopilación de recursos de diferentes tipos y formatos, donde podemos encontrar: un Centro de documentación perteneciente a un instituto universitarios de investigación, un portal web con múltiples recursos sobre extractivismo, información de un plan de formación sobre Estudios internacionales de Paz, Conflictos y Desarrollo. Interesantes herramientas interactivas (atlas y mapas) con los que interactuar en torno a la justicia ambiental global, y a la relación entre la venta de armamento y los movimientos migratorios. Para acabar con un estupendo material didáctico que nos ayudará a llevar al aula estrategias y buenas prácticas educativas para crear una Cultura de Paz.

Una selección de las Publicaciones de FUHEM Ecosocial como son: la revista Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, un Informe de la Situación del Mundo, un libro de la colección Economía Crítica, Ecologismo Social, y dos publicaciones emblemáticas como son Convivir para perdurar y Cambio Climático S.A.

Para acabar mostramos una Selección de blogs recopilados tanto por su temática: conflictos ecosociales, conflictos, construcción de paz, ecologismo; como por las personas que están detrás de ellos. Eduardo Gudynas, Tica Font, Pere Ortega, Jordi Calvo Rufanges, Juan López de Uralde, Federico Mayor Zaragoza, Lola Hierro, Nazanín Armanian, Jordi Armadans, Josep María Royo, José María Tortosa.

No te pierdas el próximo Boletín ECOS sobre: Derechos Humanos, elaborado en torno al 70 Aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, suscribiéndote de forma gratuita a través de nuestra página web, donde también podrás disfrutar de los contenidos de todos los Boletines publicados.

Dossieres Anteriores:

Gentrificación, privilegios e injusticia alimentaria, Joshua Sbicca, Sara González, Guadalupe Ramos, Ricard Espelt, Susana Fernández Herrero, julio 2018.

Mujeres y mundo rural: nuevos y viejos desafíos, Emma Siliprandi, Ana Sabaté Martínez, Lídia Senra Rodríguez, Fátima Cruzmarzo, Susana Fernández Herrero, marzo 2018.

Contaminación del aire y movilidad en la ciudad, Miguel Ángel Ceballos Ayuso, Alfredo Sánchez Vicente, Alfonso Sanz Alduán,
Elena Isabel Boldó, Pilar Vega Pindado, Susana Fernández Herrero, febrero 2018.

Democracia local: avances, oportunidades y limitaciones, Tomás Rodríguez Villasante, Andrés Boix Palop, Joan Subirats, María Gómez Garrido, Susana Fernández Herrero, noviembre 2017.

Agroecología: un paso más hacia la calidad de vida, Gloria I. Guzmán, David Gallar, Ángel Calle, Daniel López, Humberto Ríos, Susana Fernández Herrero, junio 2017.

Políticas de género y calidad de vida en la ciudad, Gemma Ubasart, Alicia Rius, Christel Keller, Marta Domínguez, Susana Fernández Herrero, marzo 2017.

Calidad de vida, una noción poliédrica, Santiago Álvarez Cantalapiedra, Maria Ángeles Durán, Carolina del Olmo, Mauricio León Guzmán, Susana Fernández Herrero, enero 2017.

Conflictos y alternativas en la ciudad, Luis del Romero Renau, Jacobo Abellán, Alberto Magnaghi, José Bellver, Susana Fernández Herrero, octubre 2016.

Impacto de los modelos alimentarios, Carlos A. González, Nicole Grunewald, Alessandro Galli, Katsunori Iha, Martin Halle, Michel Gressot, Ferran García, Luis González Reyes, Susana Fernández Herrero, junio 2016.

Género y salud, Maria Pilar Sánchez López, Teresa Ruiz Cantero, Lucero Herrera Cairo, Maria Isabel Casado Mora, Vanesa Puig Barrachina, Marisol Ruiz, Mireia Juliá, Emmanuel Calderón, Kayla Smith, Andrés Peralta, Joan Benach, Susana Fernández Herrero, marzo 2016.

Temas clave en el debate del cambio climático, Ferran Puig Vilar, Larry Lohman, L. Urkidi, R. Lago, I. Basurko et al., y David Held y Angus Fane Hervey, Susana Fernández Herrero, enero 2016.

Fracking: hacia las nuevas fronteras del extractivismo fósil, Pedro Prieto, Elisa Moreu, Samuel Martín-Sosa y Elvira Cámara, Susana Fernández Herrero, septiembre 2016.

Desinformación y pseudoinformación, Braulio Gómez Fortes; Rodrigo Fernández Miranda; Beatriz Gimeno; José Bellver, Paul Serrano y Pau Salarich, Susana Fernández Herrero, junio 2015.

Construcción de la desigualdad de género en la educación, Carmen Rodríguez, Gema Martín, Nieves Salobral, Olga Abasolo y Ana del Pozo, Susana Fernández Herrero, marzo 2015.

Estados de excepción y control social, Santiago Alba Rico, Alex Segura, Jean-Pierre Garnier, Tica Font, Lucía Vicent Valverde, Susana Fernández Herrero, enero 2015.

Proyecto europeo: deseos, desvíos y derivas, Antonio Moreno Juste, Éric Toussaint, Antonio Sanabria, Martín Xavier Casals, Andrew Gavin Marshall, Lucía Vicent Valverde, Susana Fernández Herrero, octubre 2014.

La juventud, un estado precario de completa incertidumbre, Luis Enrique Alonso, Jon Bernat, Yassodára Santos, y Alejandro Martínez junto a Francisco Verdes-Montenegro, Lucía Vicent Valverde, Susana Fernández Herrero, junio 2014.

Nuevos retos del debate feminista ante la Gran Involución, Justa Montero, Olga Abasolo, Lucía Vicent, Ana del Pozo, Carlos Martínez, Susana Fernández Herrero, marzo 2014.

La huella del consumismo tecnológico, José Bellver, Juan José Castillo, Daniel López y Fernando Cembranos, Lucía Vicent, Susana Fernández Herrero, diciembre 2013.

Migrantes: entre la crisis y la exclusión, Colectivo Ioé, Producciones Translocales, Michael Renner y Lorenzo Chacón, Carlos Martínez, Lucía Vicent, Susana Fernández Herrero, septiembre 2013.

Desobediencia civil, la estrategia necesaria, Alejandro Martínez Rodríguez, Sabino Ormazabal Elola, Mar Rodríguez Gimena y Jaime Sánchez Barajas, Montserrat Cervera Rodon, Lucía Vicent Valverde, Susana Fernández Herrero, junio 2013.

El desigual impacto de la crisis en las mujeres, Lucía Vicent, Carmen Castro, Astrid Agenjo, Yayo Herrero, Susana Fernández Herrero, marzo 2013.

Respuestas ante la crisis de civilización, Luis González Reyes, Juan del Río, David Rivas y Cecile Andrews, Lucía Vicent, José Bellver,
Susana Fernández Herrero, diciembre 2012.

La educación a debate, Santiago Álvarez Cantalapiedra, Víctor M. Rodríguez, Teresa Maldonado, Jesús Joven, Miguel Recio, Manuel de la Cruz, Susana Fernández Herrero, octubre 2012.

Postextractivismo: alternativas a un modelo agotado, IPPM, Luis Vittor, Hoinathy Remadji, Alberto Acosta, Ernest García, Jesús García-Luengo, Susana Fernández Herrero, julio 2012.

África, la última frontera, Óscar Mateos, Jesús García-Luengos, Mercedes Jiménez, Pedro sanz, José García Botía, Susana Fernández Herrero, junio 2012.

Viviendo en entornos tóxicos, Miguel Jara; Rafael Gadea; Paco Puche; Vicent Boix, Susana Fernández Herrero, abril 2012.

Acaparamiento de tierras, el nuevo expolio, Ben White; Jennifer C. Franco; Javier Sánchez; Nidhi Tandon, Susana Fernández Herrero, enero 2012.

La conflictividad que viene, Josep Lobera; Pedro Arrojo; Marta Rivera; Ernest García, junio 2011.

Feminismos, Violet Eudine Barriteau, Ziba Mir-Hosseini, María Teresa Munguía, Germán Méndez, marzo 2011.

Periodismo con otra mirada, José Manuel Sánchez, José Naranjo, Alejandro Barranquero, Greg Simons, enero 2011.

El papel de la biodiversidad, Theo Oberhuber, Pedro Lomas, Gustavo Duch, María González Reyes, octubre 2010.

Enfoques sobre bienestar humano y buen vivir, Joaquím Sempere, Alberto Acosta, Saamah Abdallah, Mario Ortí, abril 2010.

Debates feministas, Justa Montero, Olga Abasolo, Marta Pascual, Yayo Herrero, Lucy Ferguson, enero 2010.

Cumbre de Copenhague, ¿viaje a ninguna parte?, Carlos Taibo, Jordi Roca, Cristina García Fernández y Antonio Ruiz de Elvira, 2009.

Reflexiones sobre la diversidad(es), Javier de Lucas, Ricard Zapata-Barrero, Máriam Martínez, José Ignacio Pichardo, Soledad Arnau, Rafaél Feito, Susana Fernández Herrero, agosto 2009.

Movimientos sociales hoy: de lo local a lo global, Jaime Pastor, Juan López de Uralde, Jordi Mir, Jaume Botey, Jose
Luis Fernández, Aifrefdo Ramos, Susana Fernández Herrero, junio 2009.

Cambio climático: un reto social inminente, Manuel de Castro, Climent Ramis, Pablo Cotarelo, Jorge Riechmann, Susana Fernández Herrero, noviembre 2008.

Agro(bio)combustibles: ¿por qué no nos salvarán?, Oscar Carpintero, Monica Di Donato, Francoise Houtart, Tom Kucharz, Pedro Lomas, Guillermo Pequero, Daniela Russi y Sergio Sastre, octubre 2008.

Seguridad alimentaria: el derecho de los pueblos a la vida, Enrique de Loma-Ossorio, Esther Vivas, Helen Groome, Danielle Nierenberg, Brian Halweil y Vandana Shiva, octubre 2008.


70 Aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos

Durante las últimas semanas hemos ido recuperando artículos de nuestra revista Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, publicados durante la última década, donde varios expertos, han ido analizando diferentes aspectos relacionados con los Derechos Humanos.

Partimos de la necesidad de que exista Naciones Unidas para asegurar la defensa del multilateralismo, y velar por el cumplimiento del derecho internacional, como afirma Richard Falk en el número 139.

José Manuel Naredo advertía que se produce una brecha entre el enunciado formal de unos derechos que se pretenden universales y la falta de vigencia de los mismos que denota la situación de penuria, marginación y sometimiento de buena parte de los individuos.

Guillermo García en su artículo del núm. 118 abordaba el conjunto de los derechos humanos desde su dimensión y carácter históricos, que reflejaban un grado de conciencia y de consenso logrados en un momento determinado, dando respuesta a una problemática y unas circunstancias históricas concretas, en torno al ideal de justicia social. Pero se planteaba también una importante cuestión: ¿pueden los derechos humanos hacer frente al capitalismo y sus crisis? Más aún: ¿son compatibles dichos derechos con el régimen económico actualmente imperante?

Susana Borrás, por su parte, muestra una de las realidades que nos afecta a nivel global y sobre la que no estamos dando una respuesta adecuada, en su artículo: La migración ambiental: entre el abandono, el refugio y la protección internacional.

Luis Lloredo analiza cómo la crisis que se vive en Europa desde 2008 no es sólo económica, sino que es sobre todo ideológica, y cómo con el pretexto de la crisis se están socavando numerosos principios del Estado social de derecho, con el fin de alumbrar un nuevo “sentido común” según el cual las personas pasamos a ser concebidas como recursos, no como ciudadanos, y según el cual los derechos ya no son algo intangible, sino que se presentan como meras concesiones que pueden suprimirse si se interpreta que las circunstancias así lo requieren.

La selección se completa con dos de los artículos publicados en el número 142 dedicado a los “Derechos Humanos hacia una visión integral”: el primero de ellos es la Introducción de Santiago Álvarez Cantalapiedra que destaca dos aspectos fundamentales de esta Declaración, el primero tiene que ver con el respeto y el cumplimiento efectivo de los derechos proclamados, mientras que el segundo, tiene que ver con los sesgos y las limitaciones que imprimió el momento histórico en que fueron formulados, lo cual exigiría diferentes lecturas y traducciones más pluralistas setenta años después.

El segundo es el artículo de María Eugenia Rodríguez Palop que forma parte del ESPECIAL de este número, que lleva a cabo una revisión de los derechos humanos partiendo desde una perspectiva histórica, y entendiendo, a partir de ella, la posible aparición de nuevos derechos como respuesta a nuevas necesidades.

Otros artículos que completan este ESPECIAL, número 142, están firmados por Itziar Ruiz-Giménez, por Daniel Archigugi, Alice Pease, José Mª Carrascosa, Luis Carlos Nieto y John Knox y aportan luces y sombras sobre la Declaración, abordan la evolución de la Justicia Penal Internacional, las desigualdades y garantías, el derecho humano a la ciencia y a un medio ambiente que visibilice la interdependencia entre los derechos humanos y la naturaleza.

Más información sobre el número 142 de la revista.

 


Alimentando otros modelos

Desde el curso 2013/14, FUHEM ha transformado los comedores escolares de sus tres colegios, Hipatia, Lourdes y Montserrat, gracias a este proyecto de enseñanza-aprendizaje. Apostar por un modelo alimentario justo, sano y sostenible, logra la transformación del conjunto de la comunidad educativa: alumnado, profesorado, personal de sala y cocina, familias e incluso otros actores del barrio donde se localiza el colegio.

Este proyecto, que ha sido pionero en la Comunidad de Madrid, se estructura en tres bloques:
• Convertir el comedor escolar en un comedor ecológico y saludable.
• Crear grupos de consumo agroecológico entre familias, profesorado y personal del colegio.
• Educar a toda la comunidad educativa en un modelo alimentario agroecológico.

El video que ofrecemos a continuación resume los principales hitos del proyecto.

¿Por qué usar la alimentación como vector educativo?

El modelo alimentario es fundamental en una educación emancipadora por, al menos, cuatro razones.
1. El sistema agroalimentario industrial es uno de los principales agentes de la crisis global: su alto impacto ambiental con fuertes consecuencias sociales contrasta con la agroecología que genera mundos rurales vivos.
2. La alimentación permite abordar temas importantes en la formación escolar: se trabaja la psicomotricidad, se potencian los sentidos, las normas de convivencia, etc.
3. La crisis múltiple en curso (energética, material, climática, de biodiversidad, económica, cultural y política), supone un gran cambio civilizatorio: habrá que participar directamente en el sistema alimentario. La educación ha de dotar de herramientas al alumnado para comprender y estar en el mundo, y también para ser un agente de cambio activo.
4. La comida es algo muy importante en nuestra vida. No podemos desperdiciar este potencial que podemos usar con fines didácticos.

Cambiar los ingredientes en un comedor escolar lo cambia todo

En FUHEM, hemos modificado los ingredientes, usando materia prima de cultivo ecológico, de temporada y de cercanía (de origen peninsular), para los productos que no son de origen animal (carnes, pescados, huevos y lácteos), y el pan. Promovemos dietas más saludables mediante la reducción de la ingesta de proteína animal, azúcares y grasas en todos los platos y, además, dos veces al mes el menú carece casi al completo de ingredientes de origen animal. Los mismos cambios los hemos trasladado a los desayunos, almuerzos y meriendas que se realizan en nuestros centros.

Esto ha sido posible gracias al reciclaje de los equipos de cocina y de sala, la reorganización de los menús y a la participación y complicidad de las familias y el alumnado. No ha supuesto problemas con la seguridad del suministro ni incremento de precio sustancial.

Crear sentido en la comunidad educativa

El corazón de la alimentación infantil se encuentra en los hogares. Por ello, hemos facilitado la creación de grupos de consumo en los que profesorado, personal de administración y servicios, y familias puedan hacer su compra. Estos grupos ponen en contacto directo a productores agroecológicos con consumidores para llevar al hogar la misma calidad de productos que se consumen en el colegio a un precio similar al de los alimentos agroindustriales.

Esta iniciativa está generando otros cambios. Los centros escolares cobran más sentido para las familias: se unen los discursos críticos con prácticas coherentes; el colegio y el barrio se conectan; el centro es un espacio de encuentro igualitario entre familias y profesionales; se favorece una herramienta de conciliación familiar, pues se recoge la compra a la vez que se recoge a la prole.

En el centro del aprendizaje escolar: las aulas

Lo que se vive alrededor de los platos se lleva al aula, donde están los aprendizajes que el alumnado percibe como importantes. Al decir aula incluimos huerto, un espacio que permite trabajar muchos contenidos de forma motivadora, significativa, vivencial y desarrollando las inteligencias múltiples. Y mucho mejor si el huerto, en lugar de escolar, es comunitario de barrio pues abre más potencialidades.

¿Qué contenidos estamos abordando? Los impactos socioambientales de la agroindustria, y el valor transformador de la agroecología y sus prácticas concretas.

De cara al futuro

“Alimentando otros modelos” es un proyecto vivo y en constante evolución. Tenemos retos como introducir productos ecológicos de origen animal, aplicar un criterio de compras no solo ambientalmente responsable, sino también con mayores estándares sociales, o aumentar la capacidad educativa del proyecto con el conjunto de la comunidad escolar.

Materiales para avanzar, saber y ser más

Con el fin de facilitar la tarea al profesorado y contribuir a que este modelo se amplíe a otros centros escolares, FUHEM, en colaboración con Garúa, ha desarrollado diversos materiales.
- Díptico informativo del Proyecto “FUHEM: alimentando otros modelos”. (Ir al enlace en pdf).

- Seis carteles sobre agroecología pensados para público escolar titulados: “Agricultura ecológica”, “Los alimentos locales”, “Del campo al plato”, “Alimentos de temporada”, “Alimentos más saludables” y “¿Qué podemos hacer en un colegio?”
(Materiales descargables en: https://tiempodeactuar.es/blog/paneles-sobre-agroecologia/

- Alimentar otros modelos. Propuesta de actividades.

Además hemos editado algunas publicaciones que están a la venta en nuestra librería: Alimentar otros modelos. Guía didáctica y La agricultura ecológica en el currículo de Hostelería de Formación Profesional. Un enfoque transversal.


Un modelo energético que pasa factura

CURSO DE ECONOMÍA 2018 / 2019

Universidad del Barrio.

Un modelo energético que pasa factura.

Un total de 6,8 millones de personas sufren pobreza energética en el año 2018 en España. Además, se contabilizaron 900.000 personas (el 2% de la población) que por dificultades económicas dejaron de disponer de sus fuentes habituales de energía doméstica. Son las cifras de la Asociación de Ciencias Ambientales. ¿Qué implicaciones tiene esta situación para la población? ¿Quién se lucra? ¿Existen alternativas?

Contaremos con la intervención de:

  • Alba del Campo, periodista y asesora en transición energética.
  • Mario Sánchez-Herrero, Ecooo y profesor de economía de la UCM.

Modera: José Bellver. FUHEM Ecosocial

FECHA: Lunes 03 de diciembre.

HORA: 19 h.

LUGAR: Teatro del Barrio.

              C/ Zurita, 20

              28012 Madrid

              Metro Lavapiés.


De los delirios escapistas frente al cambio climático a la búsqueda de respuestas colectivas

De los delirios escapistas frente al cambio climático a la búsqueda de respuestas colectivas
Nuria del Viso
Investigadora de FUHEM Ecosocial

Crisis Ecosocial, Conflictos y Construcción de Paz, Boletín ECOS, núm. 44, septiembre-noviembre 2018.

El artículo aborda las diferentes respuestas que se están desarrollando en el contexto de la crisis climática. Se engloban, básicamente, en dos bloques: las respuestas de autoprotección de las elites, ya sea como negacionismo, mercantilización o securitización; y las respuestas desde la sociedad civil organizada, en concreto, el movimiento de justicia climática y la autoorganización comunitaria. Nos jugamos mucho dependiendo de qué criterios se utilicen y quién dirija la adaptación al cambio climático porque esto determinará el tipo de respuestas que se apliquen, si tenderán a ser en clave excluyente y con tintes ecofascistas, o bien con criterios de justicia y equidad.

Resulta cada vez más evidente que se nos acumulan las décadas de retraso en la aplicación de respuestas verdaderas y efectivas al cambio climático. Respuestas radicales, que vayan a la raíz del problema, y no meros paños calientes que alivien los síntomas o distraigan la atención del meollo del problema, o peor aún, que agraven el calentamiento planetario. Este carácter de urgencia se desprende del informe especial del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC),1 publicado el pasado 8 de octubre, en el que apremia a los decisores políticos a impulsar el recorte de emisiones de CO2 a casi la mitad en un plazo de poco más de una década.

    Desde que John Sawyer sintetizó en su obra Man-made Carbon Dioxide and the “Greenhouse” Effect en 19722 el conocimiento de la ciencia sobre las causas antropogénicas del cambio climático, el problema no ha hecho más que agravarse, con una miríada de ramificaciones y repercusiones que se retroalimentan y escalan. Las medidas aplicadas llegan tarde y son demasiado tímidas. La puesta en marcha de las Cumbres del Clima por parte de la ONU hace ya 24 años ha conseguido detener la carrera hacia el abismo, al contrario: el problema se ha ido complicando con falsas soluciones, como la puesta en marcha del comercio de carbono. Actualmente nos encontramos en una situación de alta complejidad, extrema incertidumbre y elevados riesgos, y se reconoce que es demasiado tarde para las medidas de mitigación; nos queda únicamente la adaptación como respuesta, tal y como confirma el Acuerdo de París de 2015. No obstante, esto no nos exime de la urgencia de actuar. Muy al contrario: de lo que hagamos hoy dependerá el nivel y aceleración y los efectos del fenómeno en el futuro.

Como conocen bien los expertos en comunicación política, resulta determinante cómo se define y enmarca un asunto para definir los márgenes del debate y las posibles respuestas. Pues bien, el pensamiento y tratamiento del cambio climático se ha desarrollado en un clima de expansión del neoliberalismo y con un fuerte militarismo, una desafortunada tríada que el periodista y escritor Christian Parenti califica de «convergencia catastrófica». En ella se cruzan cuestiones de poder, reconocimiento y derechos. El cambio climático es una de las expresiones más extremas de las desigualdades del mundo contemporáneo, como aborda Santiago Álvarez en otro artículo de este Boletín ECOS.3 Así, se están consolidando dos categorías de personas: las que están a salvo y las que están expuestas a la desestabilización del clima; es decir, unos privilegiados y otros desposeídos.

En este contexto, el curso de las políticas que se adopten hoy condicionarán qué tipo de adaptación al cambio climático tendremos en términos de justicia, inclusión y equidad. Este artículo examina un abanico de posiciones, con resultados más o menos esperanzadores que ponen de relieve lo que está en juego.

Negacionistas, escapistas y otras especies (predadoras)

En el escenario de convergencia catastrófica al que se refería Parenti, no resulta sorprendente que el tratamiento político del cambio climático haya tenido que enfrentar un sabotaje sistemático desde las altas esferas gracias a complicidades y alianzas muy poderosas. Desde que se identificó el fenómeno y su relación con las actividades humanas se viene desarrollando una especie de “autismo activo”, es decir, por una parte, absoluto desinterés y falta de compromiso de los principales agentes en abordar sus causas al tiempo que la continuidad del big business as usual, que ha mantenido a ritmo ascendente las actividades que crean el calentamiento global. Repasemos las principales expresiones de esta tendencia.

Negacionismo 2.0

Las posturas negacionistas han constituido una constante que ha acompañado a la crisis climática desde que empezó a identificarse hace ya medio siglo, y ha prosperado con la ayuda interesada de poderosas compañías petroleras, automovilísticas e industrias afines. Desde esta posición han disputado en la arena pública la propia existencia del cambio climático, o bien que, en caso de existir, fuera de origen antropogénico. Negaban así cualquier vínculo con los combustibles fósiles como los principales responsables de la saturación de los gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera.

Dada la extensa literatura a favor y en contra del negacionismo, no me exteneré en este punto. Solo decir que la modalidad negacionista parecía que enfrentaba su pronta extinción en el siglo XXI a la vista de las cada vez más patentes muestras del calentamiento global y la apabullante evidencia científica recogida en los informes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), pero ha resurgido con fuerza con la llegada de Trump a la Casa Blanca. Desde finales del agosto pasado, otro negacionista, Scott Morrison, ocupa la presidencia de Australia. Así, esta corriente, instalada en los sectores próximos a los combustibles fósiles, se instala ahora también en poderosos gobiernos desde donde tienen la capacidad para promover proyectos con alto impacto socioecológico, como la explotación de hidrocarburos en Alaska, o para confundir a los menos informados.

Nuevas respuestas en clave securitaria

Esta posición empezó a fraguarse a principios de este siglo cuando empezó a concebirse el calentamiento global principalmente como una amenaza y un problema de seguridad. A partir de 2007-2008 comenzaron a aparecer documentos4 de distintas instituciones internacionales y organismos de seguridad de países ricos que definían el calentamiento global como un «multiplicador de amenazas» y un factor que agravaría las tensiones derivadas de la pobreza, la crisis ambiental o la inestabilidad política. Según sus argumentos, estas circunstancias nos abocan inexorablemente, a un mundo inestable y plagado de conflictos. Así, el cambio climático se redefinió eminentemente en términos securitarios, es decir, aplicando enfoques militares y de fuerza a problemas que son básicamente políticos, institucionales y sociales.

Además, desplazan el foco de atención a los efectos –la amenaza de un mundo convulso– en lugar de abordar las causas del fenómeno –un modelo económico insostenible–. Así, han conseguido diluir su responsabilidad en la generación del problema y transferirla a otros agentes, ya sea la vilipendiada China o el empobrecido Sur global, a base de problematizar y prácticamente criminalizar la pobreza, el maldesarrollo, las crisis políticas, y los flujos de personas. Los argumentos son variados: a) ser fuente de desestabilización e inseguridad global (incluido ser germen de terrorismo); b) activar la “bomba” demográfica, que agravará el cambio climático; c) acelerar la temida escasez con su creciente población; d) ser emisores de migrantes y desplazados.5

En paralelo, el ejército y organismos de seguridad estadounidenses pretenden gestionar la crisis del clima en clave securitaria y de control.6,7 Este enfoque ofrece una visión de la ciudadanía desempoderada y fragmentada, que concuerda con el clima de anomia social que el neoliberalismo se ha esforzado en cultivar.

En círculos políticos y mediáticos reciben gran atención los potenciales desplazamientos masivos de personas a causa de la desestabilización del clima, los llamados «refugiados climáticos». Si bien hasta principios de los 2000 las operaciones del Norte en materia de migración eran básicamente de rescate, las políticas han basculado drásticamente hacia el control y la represión. Actualmente, el objetivo principal es impedir la llegada de desplazados al territorio del mundo rico o, en su caso, el internamiento de los desplazados o rápida devolución. Las medidas se estructuran en torno a tres ejes: la securitización de la política migratoria; la militarización de las fronteras; y la externalización de la gestión a terceros países, México en el caso de EEUU y los países del norte de África y Sahel en el de Europa.

Este mapa muestran las 54 vallas fronterizas fortificadas que existen actualmente en el mundo. Entre ellas, las de Ceuta y Melilla figuran entre las más inexpugnables del planeta. De hecho, la política española de finales de los noventa y principios de 2000 marcó la pauta para las posteriores políticas migratorias comunitarias.8

Figura 1. Mapa de las 54 vallas de seguridad fronteriza en el mundo

Fuente: B. Hayes, S. Wright y A. Humble, 2017

   La externalización de fronteras convierte hoy amplias franjas del mundo en limbos donde los derechos quedan en suspenso. Sin embargo, el cierre de fronteras no opera igual para todos: son porosas para las elites y cupos de mano de obra barata, pero casi infranqueables para el resto. Fortificar las fronteras tampoco sufre de constricciones presupuestarias, como otras partidas estatales, y representa un negocio pujante para muchas empresas de equipamiento, servicios de vigilancia y control, personal, pero también para estados periféricos y ONG locales e internacionales.10 La solución securitaria oscurece totalmente las causas de por qué se desplazan quienes se desplazan: guerras creadas o apoyadas por países ricos, destrucción de hábitats y medios de vida por el cambio climático y los negocios corporativos.

    La actuación de la UE en su frontera exterior ofrece pistas preocupantes sobre las tendencias en marcha. Se está construyendo un discurso alarmista, determinista y distópico, de caos y conflictos en torno a la crisis del clima que puede generar miedo, impotencia, y potencialmente, desesperanza y desmovilización social. A cambio, crea condiciones favorables para que la gente ceda voluntariamente derechos y libertades a cambio de seguridad. Todo ello podría agudizarse en condiciones de presión como el cambio climático. Pero no solo es securitizado el perímetro exterior; los mismos supuestos de control se aplican hacia dentro. Somos testigos del endurecimiento de las leyes de control social y la represión de la resistencia en todo el mundo, mientras la vigilancia masiva alcanza nuevas cotas gracias a las tecnologías de la información y el big data, que hace posible predecir «futuras amenazas, ya sean ataques terroristas, disturbios por el precio de los alimentos o levantamientos populares».11

Mercantilizar el cambio climático, o cómo agudizar los comportamientos que han generado el problema

Esta corriente comparte con el negacionismo el imperativo de la continuidad del big business as usual, que ha mantenido a ritmo acelerado las actividades causantes del calentamiento global. Sin embargo, a diferencia de aquel, la mercantilización reconoce la desestabilización del clima como problema global, pero lejos de ir a las causas, se enfoca en las consecuencias, que permiten abrir nuevos nichos de negocio ligados a la crisis climática. Para sectores como el de seguros y el de seguridad, el calentamiento global no puede suponer un escenario de negocio más optimista. La mercantilización y la securitización son, a su vez, procesos simbióticos cuyos intereses confluyen.

En la mercanilización del cambio climático se observan varios procesos. Por un lado, la securitización alimenta la expansión del sector de seguridad. Junto a las empresas de seguridad tradicionales está surgiendo una nueva generación de compañías que cubren el amplio espectro de la seguridad: servicios de vigilancia y control, cuerpos paramilitares, equipos y personal de seguridad fronteriza, construcción y gestión de instalaciones de reclusión privadas, consultoría antiterrorista, logística militar y policial, planificación, y entrenamiento y personal de seguridad, entre otras funciones. De hecho, desde 2008 la industria de la seguridad ha crecido un 5% anual, a pesar de la crisis económica y la recesión mundial.12

Otras soluciones pasan por el acaparamiento selectivo y excluyente de recursos, mientras se exportan al Sur global los procesos productivos contaminantes y residuos. La desestabilización del clima se ha asociado a proyecciones de escasez de recursos básicos. Tres sectores de negocio resultan clave: la alimentación, donde se está implementando la llamada «agricultura inteligente»;13 el agua, donde se privatizan los derechos de acceso; y la energía, cuyos negocios se amplían con los combustibles fósiles no convencionales (fracking, arenas bituminosas, extracción en aguas profundas, etc.), junto la producción de los agrocombustibles, todo ello con graves repercusiones ecológicas y sociales.

El tercer bloque de respuestas abre la vía a proyectos basados en un tecnoptimismo ilimitado. Uno de los ámbitos que está recibiendo más atención es la geoingeniería, tecnología que engloba dos ramas: la disminución del calentamiento del planeta, por ejemplo, lanzando millones de partículas de sulfato a la estratosfera para que actúen de parasoles; y la reducción de la concentración de GEI en la atmósfera, por ejemplo, mediante el secuestro de carbono y su enterramiento, o “fertilizando” los océanos con nanopartículas de hierro para que el plancton capture carbono. Hoy se presentan como panacea toda una serie de soluciones técnicas “verdes” sin el necesario respaldo científico, algo que bien pudieran llevarnos a agravar la desestabilización del clima.

El tecnooptimismo y la mercantilización de la crisis climática confluyen con los planes de las elites para emigrar a otros planetas cuando este quede agotado e inhabitable. Quien pueda costearse un viaje interestelar, claro está. En un artículo singular, Rushkoff describe los proyectos de las elites para hacer frente a los futuros distópicos que tanto están contribuyendo a crear: encerrarse en búnkeres protegidos por cuerpos de seguridad, subir sus mentes a superordenadores, o migrar a otros planetas, dejando a sus espaldas caos y destrucción.

Pero hay otras respuestas

El artículo mencionado no deja duda de que las elites han desahuciado a la gran mayoría de la humanidad en sus “soluciones” a la crisis climática. Ante ello, la gente se está organizando y construyendo alternativas que se alejan de las respuestas top-down de las elites. Me detengo en dos de las principales expresiones: el movimiento por la justicia climática y la autoorganización comunitaria frente al cambio climático.

Movimiento por la justicia climática

El activismo climático tiene como precedente al de justicia ambiental, surgido en EEUU en los ochenta ligado al “racismo ambiental”. Los principios de justicia social, participación, transparencia en la toma de decisiones y condiciones de sostenibilidad ecológica que estaban presentes en ese movimiento han calado en el discurso de justicia climática. Como aquel, el movimiento de justicia climática es también local y global.

El término de justicia climática fue introducido por Weiss en la literatura académica en 1989.15 Entre los primeros en plantear las cuestiones de las desigualdades climáticas figuran Agarwal y Narain a principios de los noventa.16 Más recientemente, Oxfam, entre otras organizaciones, ha retomado esta cuestión en un informe.17 El huracán Katrina y su vergonzosa gestión influyó en el tránsito del concepto de justicia ambiental al de justicia climática, y puso sobre la mesa las desigualdades presentes en el cambio climático. En 2002 los movimientos sociales reunidos en Bali hicieron públicos los Principios de Bali por la Justicia Climática,18 que se desarrollan dos años después en el marco del Grupo de Durban para la Justicia Climática. En 2007 surge Climate Justice Now! en la COP13 y en 2009 Climate Justice Action. Un hito importante del movimiento fue la Conferencia de los Pueblos sobre Cambio Climático, organizada por el Gobierno de Bolivia en 2010, que añadió otro peldaño al señalar al sistema capitalista y las grandes transnacionales como principales responsables de la desestabilización del clima.

Las reivindicaciones del movimiento se han refinado progresivamente y los argumentos se han reducido básicamente a cuatro: dejar los combustibles fósiles en el suelo; cubrir la deuda ecológica del Sur con transferencias financieras del Norte; soberanía alimentaria y de la tierra; y una crítica de las políticas basadas en el mercado para gestionar el cambio climático. En general, supone, con diferentes acentos según los grupos, entender la adaptación como oportunidad transformadora, transitar a un modelo post-carbono, cubrir el daño social y ecológico, dar voz y soberanía a los más vulnerables, e interpretar la seguridad en clave de seguridad humana.19

Si en los primeros años el movimiento trató de influir con sus propuestas en las Cumbres internacionales de Cambio Climático, a medida que las COP mostraron sus limitaciones, la estrategia del movimiento se reorientó a la acción directa a escala global, como la Jornada global por la justicia climática del pasado 8 de septiembre. Además, han establecido lazos con otras luchas, como la de soberanía alimentaria o por el cambio de modelo energético. El feminismo, y concretamente el ecofeminismo, ha entrado también en diálogo con las demandas de justicia climática. Entre otras autoras, Di Chiro introduce el concepto marxista de reproducción social, clave para identificar conexiones en las luchas por los derechos de las mujeres y las de justicia ambiental y climática.20 Esta autora aboga ?como lo hace en nuestra geografía Yayo Herrero? por un enfoque corporizado de la política climática, trayendo a lo cotidiano los problemas globales, y estableciendo vínculos entre escalas.

El movimiento por la justicia climática, creado fuera de la academia, ha contribuido, sin embargo, a desarrollar conceptos, como el de «deuda climática», y argumentos que sustentan un discurso que comienza a calar más allá del activismo.

Autoprotección comunitaria

A medida que los efectos de la crisis del clima se hacen más patentes surgen organizaciones comunitarias21 orientadas a elaborar propuestas para contrarrestarlos. A menudo, estas agrupaciones están enraizadas en estructuras previas.

En el marco de la ayuda al desarrollo en el Sur, estas organizaciones comenzaron a suscitar el interés de investigadores, ONG y donantes a principios de este siglo como posibles agentes para enfrentar eficazmente la desestabilización del clima. Existe un nutrido cuerpo de investigación que muestra los éxitos y potencialidades de comunidades activas y cohesionadas ante los desastres.22

Si en los primeros años de estos estudios, se idealizó la noción de comunidad como panacea, posteriormente se han ido identificando que existe una gran heterogeneidad en las comunidades, a menudo sostenidas en estructuras de poder injustas, lo que ha dado paso a enfoques más críticos y realistas de los procesos basados en la comunidad. Con todo, se ha demostrado que el fortalecimiento de los lazos comunitarios y la existencia de “capital social” contribuyen a generar una verdadera resiliencia ante los desastres. Baldwin y King han estudiado23 en entornos urbanos de todo el mundo la influencia positiva de lo que denominan «comportamientos pro-comunidad» ?tales como compartir información fiable en reuniones; métodos de resolución de conflictos; ayuda mutua; y sistemas de alerta temprana? a la hora de enfrentar y recuperarse de desastres. Estas autoras muestran en su investigación que:

La resiliencia comunitaria está influenciada por la fortaleza de las redes vecinales y la cohesión, dos rasgos que determinan la sostenibilidad social comunitaria. Las redes que funcionan en tiempos de normalidad pueden actuar de forma resiliente en tiempos de crisis, contribuyendo a la salud, bienestar y calidad de vida cotidiana y capacidad colectiva para afrontar y adaptarse a los desastres.24

Así, estos estudios apuntan a que la adaptación al cambio climático desde la escala comunitaria puede proporcionar una oportunidad de oro para una transformación profunda del sistema sociopolítico.

En paralelo a los estudios de investigadores y donantes sobre las capacidades comunitarias, las organizaciones de las propias comunidades consideran la adaptación como oportunidad para abordar otras vulnerabilidades, como la pobreza y la falta de servicios básicos, lo que sirve a la vez para combatir injusticias sociales históricas y adaptarse al fenómeno climático. Por ejemplo, en el Norte, Asian Communities for Reproductive Justice,25 una organización de base de ciudadanos de origen asiático y de las islas del Pacífico en Oakland (California), combina la preocupación por el calentamiento global con otras injusticias sociales derivadas de la raza, la clase y el género. El resultado es un activismo climático mucho más transversal, como trasciende de su documento Looking Both Ways,26 que desarrolla originales estrategias para mitigar el cambio climático al tiempo que abordan los derechos de salud reproductiva, la salud ambiental y las necesidades reproductivas de la sociedad.

Otro ejemplo es la Comisión Huairou, una organización global de movimientos de base de mujeres que ha recopilado experiencias de todo el mundo diseñadas por comunidades rurales y urbanas y han elaborado una caja de herramientas para afrontar y reducir la vulnerabilidad ante los desastres.27 Pese a su posición desfavorecida, las comunidades de base han demostrado que disponen del compromiso y los mecanismos para enfrentar los desastres y salir relativamente bien paradas.

Comentarios finales

Como se hace cada vez es más patente, las elites no están actuando a la altura de sus responsabilidades ante un problema de la envergadura del cambio climático. Sus respuestas priorizan su autoprotección y beneficio, y excluyen a la mayoría de la humanidad. A su vez, sectores cada vez más amplios de esa humanidad olvidada están reconectando con sus propias capacidades para ayudarse a sí mismas. Progresivamente, son más consciente de que la “seguridad” de las elites no les atañe; en todo caso, es otro peligro del que protegerse, ya que se han convertido en objetivo de esas estrategias.

En esta coyuntura crucial nos jugamos mucho dependiendo de qué criterios se utilicen y quién dirija la adaptación al cambio climático. Resulta claro que los actores que han propiciado la crisis y que están agravando el problema con sus respuestas ?negacionismo, mercantilización y securitización? no parecen los más indicados para repararla.

El enfoque y gestión de calentamiento global se plantea ya como conflicto. Un conflicto entre quienes pretenden lucrarse con la crisis mientras se aíslan de sus consecuencias, frente a aquellos que abogan por situar la justicia, la inclusión y la autoorganización en primer plano a la hora de elaborar las medidas. Hasta ahora, este conflicto se dirime sobre todo a escala dialéctica, pero nada impide que pueda escalar y pasar a otros planos en condiciones de creciente presión.

La desestabilización del clima se ha enmarcado primordialmente como una cuestión técnica y de seguridad, obviando las aristas más políticas y sociales. Así, se ha escamoteado un debate público esencial. Es necesario como sociedad abordar ese debate y establecer desde qué bases y con qué agentes aspiramos a afrontar el mayor reto que tiene planteado la humanidad, si desde las injustas propuestas de las elites, o con criterios de justicia y equidad para todos y todas; y si deben encabezarlo los ejércitos y corporaciones, o bien instituciones civiles y democráticas que respondan ante la ciudadanía.

El camino para enfrentar la crisis del clima no debería estar trazado de antemano. Más bien, debería ser un proceso participado de avance y corrección constantes, sin otras directrices que una serie de criterios acordados y compartidos en los que no pueden faltar valores éticos.

Aunque quienes continúan contaminando el planeta quieran viajar a Marte ?parafraseando a Jorge Riechmann?,28 es de esperar que allí donde lleguen no les apliquen las restricciones de entrada que las elites imponen aquí a los que se desplazan. Mientras tanto, más y más personas de las abandonadas terrícolas seguiremos trenzando respuestas colectivas.

NOTAS:

1. Special Report on Global Warming of 1.5 °C (SR15), IPCC, octubre de 2018, disponible en: http://ipcc.ch/index.htm

2. J. Sawyer, «Man-made Carbon Dioxide and the “Greenhouse” Effect», Nature, núm. 239, 1972, pp. 23-26.

3. S. Álvarez, «Amenazas climáticas, injusticia ambiental y violencia», Boletín ECOS, núm. 44, 2018.

4. Entre los informes que promovieron estas ideas se encuentran Age of Consequences: The Foreign Policy and National Security Implications of Global Climate Change, elaborado en 2007 por dos influyentes think tanks de EE.UU., CNA y GACGC; Climate Change and International Security, Alto Representante de Política Exterior y Política de Seguridad de la UE y la Comisión de Relaciones Exteriores, 2008; Estrategia Europea de Seguridad –o Informe Solana– de 2003 y su revisión de 2008. Puede profundizarse en estas cuestiones en B. Hayes, «Colonizar el futuro: cambio climático y estrategias de seguridad internacional», en N. Buxton y B. Hayes (eds.), Cambio climático SA, FUHEM Ecosocial, Madrid, 2017.

5. Para un desarrollo de los puntos b) y c), véase N. del Viso, «El cambio climático como problema de seguridad nacional: algunas críticas», Instituto Catalán Internacional para la Paz (ICIP), (pendiente de publicación).

6. Hayes muestra cómo después de que el Grupo II del IPCC publicara su informe sobre «Impactos, adaptación y vulnerabilidad» (AR5) en 2014, enfocado en la seguridad y defensa nacional frente a conflictos climáticos, el Governor’s Military Affairs Coordinating Committee (GMACC) en su “traducción” del informe apareció una línea que no figuraba en el informe original que aseguraba que las amenazas descritas «afectaban directamente… al ejército». B. Hayes, Op. cit., 2017, p.77.

7. El ejército de EE.UU., que aspira a gestionar el cambio climático, es la institución que más petróleo consume del mundo. Quema al día tanto petróleo como toda Suecia. El consumo per cápita del Departamento de Defensa de EE.UU. es 10 veces superior al de China y 30 veces al de todo el continente africano. Además, destina el 30% de su presupuesto anual a acciones militares en todo el mundo para asegurar su acceso a las reservas de hidrocarburos. Fuentes: O. E. Cano, «Capitaloceno y adaptación elitista», Ecología política, núm. 53, 2017, pp. 8-11; N. Buxton y B. Hayes, (eds.), Op. cit.; y B. Hartmann y E. Barajas-Roman, «The Population Bomb Is Back With A Global Warming Twist», Women in Action, núm. 2, 2009, p. 77.

8. R. Andersson, Illegality Inc. Clandestine migration and the business of bordering Europe, University of California Press, Oakland, 2014.

9. B. Hayes, S. Wright y A. Humble, «De la protección a los refugiados a la exclusión militarizada: ¿qué futuro existe para los “refugiados climáticos”?», en N. Buxton y B. Hayes, Cambio climático S.A., FUHEM Ecosocial, Madrid, 2017.

10. Ibídem.

11. B. Hayes, Op. cit., 2017, p. 79.

12. Ch. Parenti, «La convergencia catastrófica: militarismo, neoliberalismo y cambio climático», en N. Buxton y B. Hayes (eds.), Op. cit.

13. La agricultura climáticamente inteligente (CSA, por sus siglas en inglés) pretende reorientar los sistemas agrícolas para apoyar el desarrollo y garantizar la seguridad alimentaria en el contexto de un clima cambiante. Tiene tres objetivos: el aumento sostenible de la productividad y los ingresos agrícolas, la adaptación y la creación de resiliencia ante el cambio climático y la reducción y/o absorción de gases de efecto invernadero. Fuente: FAO, http://www.fao.org/climate-smart-agriculture/es/. La FAO publicó en 2017 el Manual sobre la agricultura climáticamente inteligente, en el que se detallan las acciones para transformar el sector agrícola en “inteligente”. Un resumen está disponible en: http://www.fao.org/climatechange/37495-0edc2355c27f19ee5cee068a90496add9.pdf.

14. D. Rushkoff, «La supervivencia de los más ricos y cómo traman abandonar el barco», Contexto, 1 de agosto de 2018, disponible en: https://ctxt.es/es/20180801/Politica/21062/tecnologia-futuro-ricos-pobres-economia-Douglas-Rushkoff.htm.

15. E. B. Weiss, In Fairness to Future Generations, Transnational Publishers, Ardsley (Nueva York), 1989.

16. A. Agarwal y S. Narain, Global warming in an unequal world, Centre for Science and Environment, Nueva Delhi, 1991.

17. Oxfam Internacional, La desigualdad extrema de las emisiones de carbono, Oxfam Internacional, Barcelona, 2015, disponible en: www.oxfam.org/es/informes/la-desigualdad-extrema-de-las-emisiones-de-carbono.

18. Entre ellos figura la drástica reducción de los GEI; la transferencia de financiación del Norte al Sur; dejar los combustibles fósiles en el suelo y avanzar a modelo de energías renovables; la conservación de recursos con el reconocimiento de los derechos de pueblos indígenas; y la soberanía alimentaria, disponibles en: https://www.ejnet.org/ej/bali.pdf.

19. D. Schlosberg y L. B. Collins, «From environmental to climate justice: climate change and de discourse of environmental justice», WIREs Clim Change, 2014.

20. G. Di Chiro, «Acting Globally: Cultivating a thousand community solutions for climate justice», Development, 54(2), 2011, pp. 232-236.

21. Por comunidad me refiero a agrupaciones sociales que, por lo general, comparten un espacio geográfico y un curso procesual común. Pueden ser de diferentes escalas, desde vecindarios a supraestatal. También pueden estar unidas por otro tipo de vínculo, como las comunidades de interés o afinidad, e incluso ser comunidades virtuales deslocalizadas.

22. Una interesante revisión puede encontrarse en K. E. McNamara y L. Buggy, «Community-based climate change adaptation: a review of academic literature», Local Environment, 22(4), 2017, pp. 443-460.

23. C. Baldwin y R. King, What about the people?, Georgetown University, Washington, D.C., 2017.

24. Ibídem, resumen ejecutivo p. 1. Traducción propia.

25. Véase http://reproductivejustice.org/.

26. A. Rojas-Cheatham et al., Looking Both Ways, Asian Communities for Reproductive Justice, Oakland (California), 2009, disponible en: https://www.reimaginerpe.org/files/ACRJ_Looking_Both_Ways.pdf.

27. N. Mosaddeq Ahmed, B. Hayes y N. Buxton, «Un estado de excepción permanente: contingencias civiles, gestión del riesgo y derechos humanos», en N. Buxton y B. Hayes (eds.), Op. cit., p. 143.

28. J. Riechmann, Gente que no quiere viajar a Marte, La Catarata, Madrid, 2004.

Acceso al artículo en formato pdf: De los delirios escapistas frente al cambio climático a la búsqueda de respuestas colectivas.

 

 


Entrevista a Javier de Lucas

Susana Fernández Herrero

FUHEM Ecosocial

 

Revisar los Derechos Humanos en clave Ecosocial

 

Susana Fernández (SF): La Declaración de 1948 fue fruto de un contexto geopolítico, económico, social e histórico concreto con una componente cultural marcada por el dominio de los valores occidentales, pero, sin embargo, se le dio carácter de universalidad. ¿Puede esta Declaración mantener esa universalidad en la actualidad?

Javier de Lucas (JL): Como no soy partidario de la tendencia actual al presentismo, que permite descalificar a Julio César, a Colón, a Newton y a quien haga falta, por no ajustarse al  patrón de lo politically correct aquí y ahora, soy de los que insisto en valorar esta Declaración como un enorme logro, teniendo en cuenta el contexto mundial de 1948. Pensémoslo: un mundo traumatizado por dos guerras mundiales, dividido en bloques absolutamente antagónicos, con una gran parte del planeta aún en situación colonial, con una desigualdad brutal, comenzando por la situación de «subordiscriminación» (por utilizar un término que tomo de la crítica formulada desde el feminismo jurídico) en la que vivían la inmensa mayoría de las mujeres… Y aún así, se consiguió aprobar esta Declaración universal de derechos humanos. Propongo a la legión de exigentes críticos realistas que la minusvaloran hoy, que hagan el ejercicio de preguntarse si algo parecido se podría obtener en 2018… y lo dudo.  Eso no quiere decir que la Declaración sea un documento inmejorable, que no esté lastrada por déficits que menoscaban su loable propuesta, porque no olvidemos que la Declaración es sobre todo la proclamación de unos principios en los que creen sus promotores, de un programa de actuación que se comprometen a poner en práctica, etc. En otras palabras, es cierto que acá y allí asoman en la Declaración elementos que revelan un lastre cultural y aun ideológico. Por ejemplo, la insistencia en una libertad de movimiento entendida sobre todo como libertad para salir del propio país (donde es fácil advertir la crítica al cierre practicado por el bloque del Este en relación con la libertad deambulatoria de sus propios ciudadanos). Por no hablar de una concepción del ser humano que parece tener en no poca medida los rasgos del «individualismo posesivo» denunciado por MacPherson, y que supone en cierta medida anclar la concepción de los derechos únicamente en un modelo muy poco matizable de liberalismo de mercado, desde un presupuesto no escrito que implica en buena medida la cultura, la mirada que podríamos denominar occidental. Dicho esto, me parece evidente que la clave está en cómo entendamos la noción de universalidad. Defiendo que esta Declaración tiene la ambición universal, en la medida en que es universalizable, porque universal es su apuesta básica y tremendamente ambiciosa por la igual libertad de todos los seres humanos. Y así es como yo entiendo ese adjetivo: igual libertad de todos los sujetos, de todos aquellos a quienes se reconoce como titulares iguales de todos los derechos, desde la inmensa diversidad de su condición concreta (hombres, mujeres, niños, ancianos, de esta o aquella identidad etnocultural, nacional, lingüística, religiosa, de esta o aquella opción sexual… todos y cada uno de los seres humanos que son únicos como individuos), al tiempo que enlazados por la condición común de sujetos de la humanidad, que permite entenderlos simultáneamente como seres sociales y, aún más, como pasajeros de una misma nave, habitantes de un mismo planeta que hay que tratar de legar en mejores condiciones a las generaciones futuras. En ese sentido, diría que hoy debemos aspirar a una mayor universalidad que en 1948. Porque hoy somos mucho más conscientes de aquello que nos iguala y nos hace comunes. Hablo de la toma de conciencia hoy de nuestra condición de mutuo reconocimiento e interdependencia, no sólo con los demás seres humanos, sino con la vida misma, en todas sus manifestaciones. Lo que hace potencialmente más universal la Declaración es la lectura que hoy podemos hacer de la misma en clave de la vinculación entre derechos humanos, democracia y desarrollo sostenible, en una clave que no puede no ser ecológica, para superar el mayor riesgo al que nos enfrentamos, esto es, que se haga real el terrible diagnóstico del Antropoceno. Pero no quiero dar pábulo a la crítica fácil de los supuestos “realistas” que presentan la Declaración como papel mojado, como vaga retórica ajena a la realidad de la mayor parte de los seres humanos. Este 70 aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos debe ser abordado, a mi juicio, lejos de dos extremos: ni autocomplacencia, ni ocasión para la frustración o el cinismo, sino para la esperanza. Es el momento de reconocer la capacidad de quienes trabajaron para hacer posible la Declaración, como Eleanore Rooselvelt, John P. Humphrey o René Cassin, y mujeres como la india Hansa Metha, la pakistaní Begum Shaista Ikramullah o la dominicana Minerva Bernardino, a quienes ha querido rendir homenaje el Secretario General ONU.1 Todos ellos eran perfectamente conscientes de que la mayoría de esos derechos que querían proclamar, para la gran mayoría de los seres humanos, eran poco más que utopía en ese momento, en la mitad de un siglo XX que apenas salía de lo que quizá haya sido la página más sombría de la historia de la Humanidad. Entre las cenizas de la guerra y en un mundo enfrentado en dos bloques, podrían haber dicho que no se daban las condiciones, pero todos ellos tenían la convicción y la decidida voluntad política de proclamar como imprescindibles esos principios, esa encarnación histórica del ideal de justicia que son los derechos humanos, y dejar así claro que ningún régimen político, ningún orden jurídico podría aspirar a presentarse como legítimo sin reconocerlos, primero, y sin tratar de garantizarlos a continuación. Y tenían el compromiso, la voluntad, de trabajar por lo que siempre será una tarea inacabada. Porque nunca podremos declararnos satisfechos con el estado de los derechos, aunque eso no nos impida reconocer los progresos conseguidos en estos 70 años.

SF: Tanto en el preámbulo como en los primeros artículos, la Declaración habla de libertad, justicia, paz, dignidad, derecho a la vida, a la seguridad y a no sufrir tortura o tratos crueles, inhumanos y degradantes, mientras que hacia el final menciona el derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en ella se hagan plenamente efectivos. ¿Crees que el actual orden social e internacional es el adecuado para garantizar y vigilar el cumplimiento de estos derechos?

JL: Las relaciones internacionales, hoy, no se caracterizan precisamente por la referencia a un “orden” desaparecido, ni tampoco por la propuesta de multilateralidad que daba potencialmente más protagonismo a potencias emergentes y a actuaciones regionales, sino más bien por el incremento de la fragmentación y la incertidumbre a una escala global. La multilateralidad, por cierto, no significa necesariamente ni fragmentación ni incertidumbre, pero es que estamos muy lejos del proyecto multilateral. La acción disruptiva de la administración Trump, empeñada en deshacer todos los pasos que dio la administración Obama en pos de esa multilateralidad como vía más adecuada de reforzar la legalidad y legitimidad del modelo onusiano, unida a la habilidad de la Rusia conducida por Putin para aprovechar en su interés todas las líneas de crisis y la ausencia de sinergias en el bloque occidental, dificulta enormemente ese proyecto de multilateralidad. Por no hablar de la creciente influencia de China y su capitalismo de Estado, particularmente depredador de las reservas de energía y muy poco preocupada por el modelo de un desarrollo sostenible. Si a ello sumamos que las relaciones internacionales están en buena medida mediadas por grandes empresas transnacionales, la conclusión es que el deseable modelo de multilateralidad y el reconocimiento del protagonismo de los agentes no estatales representantes de la sociedad civil y de los intereses y necesidades reales de los seres humanos de a pie, parece alejarse considerablemente. La garantía eficaz de los derechos exige concertación de todos los agentes, institucionales o no y a todos los niveles y requiere, por ejemplo, la voluntad política de poner en marcha las piezas básicas de una justicia universal que no tenga como objetivo únicamente a líderes de países menores, caídos en desgracia. Sin embargo, estamos viviendo el incremento de dos elementos que reequilibran ese déficit, tanto en lo que se refiere a la garantía como, sobre todo, en la vigilancia de los derechos. Me refiero en primer lugar al papel de ONG, de organizaciones elementales de ciudadanos y aun de individuos particulares a los que las nuevas tecnologías y, en concreto, las redes sociales dan la posibilidad de vigilar y denunciar las violaciones de derechos, conseguir llamar la atención de la opinión pública sobre ello. De otra parte, se multiplican las instancias de control dentro de la arquitectura institucional y convencional del sistema de las Naciones Unidas y también de organizaciones internacionales de carácter regional, particularmente en el ámbito americano y en el europeo.

SF: La Declaración Universal de Derechos Humanos incluye el derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y creencia, la libertad de opinión y expresión, así como el derecho a no ser molestado a causas de estas opiniones. Sin embargo, vivimos una ola de involución que parece estar cercenando estos derechos y libertades, ¿qué opinión te merece esta represión y cómo está afectando al estado de salud de la democracia?

JL: Sabemos por experiencia hasta qué punto la calidad y diría incluso la pervivencia del sistema democrático están vinculadas a esas libertades. En realidad, la democracia existe como sistema de garantía de la igual libertad de los ciudadanos respecto al disfrute de esos que son bienes jurídicos de primera necesidad. El ideal de autonomía y emancipación de todos y cada uno de los seres humanos es imposible de conseguir si no se dan dos condiciones: la ausencia de interferencias del poder (del poder de cualquier tipo) para pensar libremente con la propia cabeza, por parafrasear el lema kantiano, para comunicarlo, para debatirlo con los otros. La libertad de expresión es condición sine qua non de ese requisito y al mismo tiempo garantía de la existencia de un foro público en el que todos puedan participar libremente. Pero no nos engañemos: ese ideal es inviable no sólo cuando la presión de los poderes públicos limita, coarta o ahoga esa libertad, sino también cuando no actúa de salvaguarda, de barrera y límite frente a la acción de interferencia y manipulación guiada por los intereses corporativos de los grandes agentes del mercado. En otras palabras, el peligro para estas libertades no reside sólo en el riesgo de Estados autoritarios, en la deriva reaccionaria de no pocos gobiernos, como vemos hoy en EEUU, en la UE, en América y en el todo el mundo, sino también en la manipulación del espacio público, por parte de los grupos que controlan la información y la «industria del entretenimiento» en régimen casi de oligopolios. La salud de las democracias depende de la posibilidad de una ciudadanía educada y activa y ese objetivo es imposible sin un alto standard de libertad de pensamiento y expresión.

SF: En tu artículo para el número 132 de nuestra revista PAPELES de relaciones ecosociales y cambio global, cuyo Especial está dedicado a las migraciones forzadas, abordabas las respuestas que se están dando ante la mal llamada “crisis de refugiados”. Respuestas que no garantizan la protección jurídica vinculante derivadas del Derecho Internacional, y que tampoco se están poniendo los medios materiales y personales para hacer efectivo los derechos de los refugiados. Un derecho de asilo recogido en la Declaración pero que vulneramos de forma sistemática mediante la securitización de las fronteras, levantando muros y colocando concertinas sobre las vallas ya existentes. ¿Qué medidas habría que adoptar para proteger a las personas que huyen de situaciones de guerra, conflicto, distintos tipos de violencias o persecución, o de las consecuencias de las catástrofes naturales y otros efectos producidos por el cambio climático?

JL: Me he sumado en distintas ocasiones a campañas impulsadas por el ACNUR y sobre todo por ONG especializadas, como CEAR, respecto a la necesidad básica del establecimiento de vías legales, seguras y accesibles para que las personas que tienen necesidad de la protección en la que consiste el derecho de asilo y la protección internacional subsidiaria puedan plantear su demanda sin riesgo para sus vidas. Hay un error común acerca de los que llamamos refugiados, y es que la inmensa mayoría no llegan a serlo porque ni siquiera les dejamos plantear la demanda de asilo. No es ya que sean reconocidos como refugiados y obtengan la protección en que consiste el ser titulares del derecho de asilo, sino que puedan llegar a plantearlo, esto es, que puedan ser en efecto demandantes de refugio, asylum seekers, porque la realidad es que una parte importante de las personas a las que llamamos refugiados no lo son, porque encuentran todas las dificultades imaginables para conseguir plantear su petición. Me parece, a este respecto, que la definición de «refugiados» que ofreció el anterior Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU, el jordano Zeid Ra’ad Al Hussein, sigue siendo absolutamente gráfica: «These are people with death at their back and a wall in their face». Los refugiados son personas que huyen de todo tipo de persecuciones que ponen en peligro su vida, sus derechos y frente a las cuales no les protegen las autoridades de su propio Estado o, peor aun, son esas autoridades las que les persiguen. Nosotros no nos ocupamos de evitar esas guerras, esos conflictos que les obligan a huir de sus países para evitar la muerte. Y encima, les ponemos muros, vallas, obstáculos cada vez más difíciles de salvar, para llegar a plantearnos su petición. Les obligamos a arriesgar sus vidas para llegar hasta nuestras fronteras y una vez que están allí, endurecemos los requisitos para concederles protección. O, lo que es peor, violando la primera necesidad de todo refugiado, que es lo que el derecho internacional de refugiados conoce como principio de non refoulement, les devolvemos a ese peligro del que huyen, como estamos haciendo ahora mismo con quienes quieren llegar a Europa desde Libia y a los que los guardacostas libios, formados y protegidos por Italia y la UE, devuelven al infierno de los campos que gestionan mafias de explotación y tráfico de personas y en los que viven hacinados, esclavizados, sometidos a las peores violaciones de derechos humanos. Esto es así en los EEUU, en Australia y, desde luego, para nuestra vergüenza, también en el caso de los Estados miembros de la UE, en el caso del supuesto Sistema Europeo Común de Asilo (SECA) en el que basta pensar en el efecto perverso del sistema del reglamento de Dublín, que obliga a plantear el asilo al llegar a territorio de un país de la UE y luego vincula todo el sistema de asilo a ese país al que se llegó. Esto refleja la falta de solidaridad entre los propios Estados miembros, como se vio en el fracaso del tímido intento de la Comisión Europea para establecer cuotas obligatorias de reubicación de los refugiados llegados a Italia y Grecia en 2015 es elocuente. La solución, en el caso de la respuesta europea ante la existencia de centenares de miles de personas que intentan obtener refugio en nuestros países (una gota, comparada con el numero de los que lo plantean en los países mas próximos a los suyos: Pakistán, Jordania, Líbano, Siria, Turquía, Uganda, etc.) pasa por un verdadero sistema común, coordinado, con estándares homogéneos de protección y con cuotas obligatorias, solidarias, de reparto de esos refugiados. Pero el desafío es aún mayor respecto a lo que se nos viene encima: los refugiados o desplazados (algunos se empeñan en llamarlos migrantes) climáticos, las millones de personas que cada vez de forma más significativa se verán obligados a huir de sus países, devastados por las consecuencias del cambio climático.

SF: El derecho humano a disfrutar de un medio ambiente saludable y no degradado no ha sido recogido como derecho hasta la tercera generación, y aunque en las sucesivas Cumbres y Conferencias de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente se han aprobado distintos documentos, estrategias y declaraciones, estas medidas resultan insuficientes. ¿Cómo podemos proteger la salud ambiental frente al negacionismo sobre el cambio climático de los países que más contribuyen al deterioro ambiental, y cómo defender los derechos de los más vulnerables, de aquellos que menos han contribuido al problema?

JL: Lo cierto es que el fracaso de las sucesivas cumbres en las que se ha tratado de afrontar la enorme amenaza del cambio climático, el riesgo para el desarrollo sostenible que cada vez está más presente, hace muy difícil responder a esa cuestión e incluso llegar a atisbar cómo frenar la degradación propia de lo que algunos llaman el Antropoceno. Me parece que necesitamos un enorme esfuerzo educativo y de comunicación y no sólo acciones políticas, sin duda urgentes. Lo que sucede es que, desde la cumbre sobre el clima y el cambio climático celebrada en Paris en junio de 2016, no hemos dejado los pasos de tortuga, en lugar de las verdaderas decisiones necesarias. Lo acabamos de comprobar en estos días de diciembre en la COP24 de 2018, la cumbre del clima en Katowice que debía servir para desarrollar el acuerdo de París en la década de los 20, cuando se aborda el momento decisivo de aplicación. Insisto: necesitamos un enorme esfuerzo educativo para entender que vivimos un desafío civilizatorio, y para comprender también que no sólo se trata de decisiones políticas globales (para las que no existe consenso ni voluntad política suficientes), sino también que desde nuestra vida cotidiana está a nuestro alcance adoptar decisiones relativamente sencillas que pueden ayudar a revertir ese horizonte cada vez más próximo. Ese esfuerzo está bien formulado en los objetivos de la Agenda 2030 pero no puedo extenderme ahora en glosar ese programa que debiera constituir la prioridad en la agenda de derechos humanos de cualquier gobierno.

SF: El artículo 25 de la Declaración habla del derecho a un nivel de vida adecuado que asegure la salud y la asistencia médica, el bienestar, la alimentación, el vestido, la vivienda y la protección a la maternidad y a la infancia. Derecho que vuelve a ser recogido en el artículo 11 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. ¿Cómo podemos proteger jurídicamente un “nivel de vida digno” en un contexto de crisis ecosocial como el actual? ¿qué sugerirías?

JL: Vasta cuestión… Las posibles sugerencias chocan con una primera dificultad evidente: la ausencia de voluntad para tomar en serio los derechos económicos, sociales y culturales, que son la respuesta a la satisfacción de las necesidades primarias sin las que la noción de vida digna carece de sentido. Vivimos en un mundo dominado por la ideología neoliberal de mercado global: «Es el mercado, amigos, no los derechos», podemos escuchar en alguna grosera versión del certero dictamen de Adam Ferguson en su Ensayo sobre la historia de la sociedad civil (1767) en el que apuntó la línea de colisión entre la lógica del mercado y la lógica de lo público, la que estaría guiada por la democracia, por los derechos. Lo que son los derechos vinculados a las necesidades básicas se quieren convertir, se han convertido ya en buena medida en mercancías sujetas a la capacidad adquisitiva, no en bienes comunes que los Estados deben garantizar por encima de los intereses que guían los mercados. En consecuencia, mi primera propuesta es trabajar en una cultura de los derechos que nos haga conscientes de cuáles son las prioridades a garantizar. Y ahí, sin duda, lo primero es la satisfacción de esas necesidades básicas, comenzando por la defensa de la vida, de lo que nos da vida, que es el primer imperativo: nuestro planeta. Afrontar también el reto de que ya no podemos seguir pensando en el trabajo como núcleo del vínculo social, en un mundo en el que la noción de trabajo estable, la misma categoría de jornada de trabajo y de trabajador, deja de tener sentido ante la transformación tecnológica. Creo que el programa global de la Agenda 2030, con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, que se complementa con 169 metas asociadas a ellos y que arrancan de la prioridad de prioridades, la defensa de la vida, es hoy una buena agenda de prioridades en eso que podemos llamar la inacabable lucha por los derechos.

 

Nota:

1 Véase el siguiente enlace: https://www.un.org/sg/en/content/sg/statement/2018-12-06/un-secretary-generals-remarks-opening-exhibit-70th-anniversary.

 

Acceso a la entrevista (PDF)

Entrevistas anteriores:

Entrevista a Tica Font, por Susana Fernández Herrero, 2018.

Entrevista a Bernd Röttger, por Elisa Schwis, 2018.

Entrevista a Cecilia Díaz-Méndez, por Monica Di Donato, 2018.

Entrevista a Juliet Schor, por José Bellver, 2018.

Entevista a Guy Standing, por Lucía Vicent, 2018

Entrevista a Ganaderas en Red, por Monica Di Donato, 2018.

Entrevista a Stuart Wallis, por Allen White (traducido por Nuria del Viso), 2018. 

Entrevista a Juan Bárcena, por Monica Di Donato, 2018.

Entrevista a Roberta Sonnino, por Monica Di Donato y José Luis López Casadevante, 2017.

Entrevista a Rafael Díaz Salazar, por Salvador López Arnal (2017).

Entrevista a Randall Wrey, por Lucía Vicent y José Bellver (2017).

Entrevista a José Luis Moreno Pestaña, por Monica Di Donato (2017).

Entrevista a Mª Eugenia Rodríguez Palop, por Nuria del Viso (2017).

Entrevista a Ada Colau, por Nuria del Viso (2017).

Entrevista a Joaquim Sempere, por Nuria del Viso (2017).

Entrevista a Albert Sanfeliu, por Clara Senent y Carlos Saavedra (2016).

Entrevista a Alfredo Caro-Maldonado, por Salvador López Arnal (2016).

Entrevista a Miguel Ángel Soto, por Monica Di Donato (2016).

Entrevista a Jesús Núñez Villaverde, por Nuria del Viso (2016).

Entrevista a Carme Valls Llobet, por Nuria del Viso (2016).

Entrevista a Miguel Candel, por Salvador López Arnal (2015).

Entrevista a Bill McKibben, por José Bellver (2015).

Entrevista a Yanis Varoufakis, por Nick Buxton (2015).

Entrevista a Mario Espinoza Pino, por Salvador López Arnal (2015).

Entrevista a Richard Heinberg, por Luis González Reyes (2015).

Entrevista a Renzo Llorente, por Salvador López Arnal (2015).

Entrevista a Eduardo Garzón, por Salvador López Arnal (2015).

Entrevista a Fefa Vila y Begoña Pernas, por FUHEM Ecosocial (2015).

Entrevista a Marina Subirats, por Nuria del Viso (2015).

Entrevista a Javier de Lucas, por Nuria del Viso (2014).

Entrevista a Cristina Carrasco, por Olga Abasolo y Lucía Vicent (2014).

Entrevista a Gérard Duménil y Dominique Lévy, por Bruno Tinel (2014).

Conversación con Manfred Max-Neef, por Santiago Álvarez Cantalapiedra (2014).

Entrevista a Michael Löwy, por Rafael Díaz Salazar (2014).

Entrevista a Antonio Elizalde Hevia, por José Luis Fernández Casadevante (2014).

Entrevista a Silvia Federici, por Tesa Echeverria y Andrew Sernatinguer (2014).

Entrevista a Marta Antonelli y Francesca Greco, por Monica Di Donato (2013).

Entrevista a Alberto Magnaghi, por José Luis Fernández Casadevante y Nerea Morán Alonso (2013).

Entrevista a Igor Sádaba, por Olga Abasolo (2013).

Entrevista a Giuseppe De Marzo, por Nuria del Viso (2013).

Entrevista a Rafaela Pimentel, por Lucía Vicent (2013).

Entrevista a Mar Nuñez, por Olga Abasolo (2013).

Entrevista a Daouda Thiam. Con testimonio de Sini Sarry, por Nuria del Viso (2013).

Entrevista a Rafael Poch-de-Feliu, por Salvador López Arnal (2013).

Entrevista a Endika Zulueta, por Equipo FUHEM Ecosocial (2013).

Entrevista a Sabino Ormazabal, por José Luis Fernández Casadevante (2013).

Entrevista a Susan George, por Nuria del Viso (2013).

Entrevista a Jorge Riechmann, por Salvador López Arnal (2012).

Entrevista a Antonio Turiel, por Santiago Álvarez Cantalapiedra (2012).

Entrevista a Raúl Zibechi, por José Luis Fernández Casadevante (2012).

Entrevista a Carlo Petrini, por Monica Di Donato (2012).

Entrevista a Rafael Feito, por Santiago Álvarez Cantalapiedra (2012).

Entrevista a Eduardo Gudynas, por Nuria del Viso (2012).

Entrevista a Mbuyi Kabunda, por Nuria del Viso (2012).

Entrevista a Rafael Poch-de-Feliu, por Salvador López Arnal (2012).

Entrevista a Carlos Martín Beristain, por Nuria del Viso (2012).

Entrevista a Chatherine W. de Wenden, por Antonio Izquierdo (2012).

Entrevista a Eduard Rodríguez Farré, por Salvador López Arnal (2012).

Entrevista a Saturnino "Jun" Borras, por Nuria del Viso (2011).

Entrevista a Harald Welzer, por Nuria del Viso (2011).

Entrevista a Loretta Napoleoni, por Nuria del Viso (2011).

Entrevista a Bonnie Campbell, por Nuria del Viso (2011).

Entrevista a Samuel Ruiz, por Cristina Ávila-Zesatti (2011).

Entrevista a Danielle Nierenberg, por Monica Di Donato (2011).

Entrevista a Antonio Ruiz de Elvira, por Monica Di Donato (2011).

Entrevista a Karen Marón, por Santiago Álvarez Cantalapiedra (2011).

Entrevista a Víctor M. Toledo, por Monica Di Donato (2010).

Entrevista a Narciso Barrera-Bassols, por Monica Di Donato (2010).

Entrevista a Juan Carlos Gimeno, por Monica Di Donato (2010).

Entrevista a Juan Gutiérrez, por Amador Fernández-Savater (2010).

Entrevista a Pepe Beunza, por José Luis Fernández Casadevante y Alfredo Ramos (2010).

Entrevista a Emilio Lledó, por Olga Abasolo (2010).

Entrevista a Juan Andrade, por Salvador López Arnal (2010).

Entrevista a Miguel Manzanera Salavert, por Salvador López Arnal (2010).

Entrevista a Eduard Rodríguez Farré, por Salvador López Arnal (2010).

Entrevista a Silvia L. Gil, por Salvador López Arnal (2010).

Entrevista a Miguel Ángel Rodríguez Arias, por Salvador López Arnal (2010).

Entrevista a Pablo de Greiff, por José Luis F. Casadevante y Alfredo Ramos (2010).

Entrevista a Serge Latouche, por Monica Di Donato (2009).

Entrevista a Alberto Acosta, por Matthieu Le Quang (2009).

Entrevista a Gerardo Pisarello, por Salvador López Arnal (2009).

Entrevista a José Luis Gordillo, por Salvador López Arnal (2009).

Entrevista a Francisco Fernández Buey, por Nuria del Viso (2009).

Entrevista a Paul Nicholson, por Nuria del Viso (2009).

Entrevista a Alfredo Embid, por Salvador López Arnal (2009).

Entrevista a Miquel Porta Serra, por Salvador López Arnal (2009).

Entrevista a Rafael Feito, por Salvador López Arnal (2009).

Entrevista a Ignacio Perrotini Hernández, por Salvador López Arnal (2009).

Entrevista a Joan Martínez Alier, por Monica Di Donato (2009).

Entrevista a Federico Aguilera Klink, por Salvador López Arnal ( 2008).

Entrevista a Sergio Ulgiati, por Monica Di Donato (2008).

Entrevista a Arcadi Oliveres, por Nuria del Viso (2008).

Entrevista a Ramón Fernández Durán, por Nuria del Viso (2008).

Entrevista a Antonio Elizalde, por Nuria del Viso (2008).

Entrevista a Jorge Riechmann, por Nuria del Viso (2008).

Entrevista a Rodolfo Stavenhagen, por Nieves Zúñiga (2008).

Entrevista a Saskia Sassen, por Nieves Zúñiga (2007).

 

 

 

 


Luces y sombras del régimen internacional de los derechos humanos

En el 70 Aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, este artículo plantea seis grandes desafíos que afronta la doctrina de los derechos humanos para ser realmente un “instrumento de justicia” y no, como ha sido durante mucho tiempo, un instrumento de “civilización” promovido por las elites capitalistas, occidentales, (neo)liberales.

https://www.fuhem.es/papeles_articulo/luces-y-sombras-del-regimen-internacional-de-los-derechos-humanos-setenta-anos-de-luchas-por-expandir-sus-significados/


Derechos humanos y buen vivir. Sobre la necesidad de concebir los derechos desde una visión relacional

El buen vivir exige una deliberación moral narrativa en la que los bienes comunes y relacionales, la solidaridad y las responsabilidades compartidas (y graduadas) ocupen un lugar central, por lo que no se armoniza fácilmente con la conceptualización proto-liberal de los derechos humanos que hemos heredado de la Modernidad.

Derechos humanos y buen vivir. Sobre la necesidad de concebir los derechos desde una visión relacional


El auge del imperialismo de fronteras

El auge del imperialismo de fronteras
Nick Buxton y Mark Akkerman

Original disponible en la web del Transnational Institute en: https://www.tni.org/en/article/the-rise-of-border-imperialism

Ilustración: Zoran Svilar

 

Más de un siglo después del reparto de África, los dirigentes europeos imponen nuevos tipos de colonialismo en el continente, en forma de controles fronterizos militarizados. Este artículo publicado originalmente en ROAR Magazine, ha sido traducido por Christine Lewis Carrol para TNI y FUHEM Ecosocial.

En 1891, el economista francés Paul Leroy Beaulieu defendió apasionadamente el colonialismo europeo en África con la siguiente frase: «El estado del mundo implica que las personas civilizadas gozan del derecho de intervención… en los asuntos [de las tribus bárbaras o los salvajes]».

Estas palabras de Beaulieu llegaban en plena repartición europea del continente africano, basada en el Acuerdo de Berlín de 1885. Como hace ya cinco décadas que la mayoría de los movimientos africanos de liberación consiguió la independencia, podría sorprender leer las palabras de un embajador europeo al declarar, en mayo de 2018, que «Níger es ahora la frontera sur de Europa». Más de 3000 kilómetros al este, un agente de fronteras sudanés, el teniente Salih Omar, se hacía eco de los comentarios del embajador en una entrevista realizada por el New York Times, al referirse a la frontera entre Sudán y Eritrea como «la frontera sur de Europa».

   Hace tiempo que se planteó el argumento -articulado de manera notoria por el luchador por la libertad Kwame Nkrumah- de que el control que mantiene Europa sobre el destino de África no terminó con el colonialismo. Estos contundentes argumentos se han centrado, en gran parte, en la manera en que la deuda, el comercio y la ayuda al desarrollo se han utilizado para construir la dependencia continuada de Europa por parte de los Estados africanos independizados. Sin embargo, el hecho de que un embajador europeo y un agente de fronteras sudanés coincidan en que la frontera de Europa no está en el Mediterráneo, sino en los lejanos Sudán y Níger, sugiere que el control territorial europeo de África tampoco ha terminado.

El control migratorio: pieza clave de la política exterior de la UE

La razón de este interés renovado en el territorio africano ?que no solo el dominio político y económico? por parte de Europa se ha debido en gran medida a un solo factor: el deseo de controlar la migración. El aumento del número de personas refugiadas que huyen hacia Europa, sobre todo después de la guerra civil en Siria, situó la migración en la lista de prioridades de la agenda política, haciendo que se liberaran importantes recursos para el control fronterizo. Los fondos asignados a la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas, Frontex, han experimentado un aumento espectacular, del 5.233 %, desde 2005 (de 6 millones de euros a 320 en 2018). Se han militarizado las fronteras en el este de Europa y se han desplegado guardias de fronteras en toda Europa, desde Calais a Lesbos.

   Lo que no se conoce tanto es que esto ha contribuido también a que la Unión Europea (UE) sitúe el control migratorio en el centro de sus políticas internacionales y sus relaciones con terceros países, buscando acuerdos con más de 35 países vecinos sobre el control de la migración, algo que, en la jerga de la Comisión Europea, se denomina “externalización de fronteras”. Estos acuerdos exigen que los países firmantes acojan a las personas migrantes deportadas desde Europa, que incrementen los controles y el personal en las fronteras, que introduzcan nuevos sistemas de pasaporte e identidad biométrica para monitorizar a las personas migrantes y que construyan campos de detención para internar a las personas refugiadas.

   La razón dada por la UE es que esto evitará la muerte de las personas refugiadas, pero la razón más probable es que quiere asegurarse de que las personas refugiadas sean retenidas mucho antes de llegar a las costas europeas. Esto aplaca tanto a los hostiles políticos racistas en Europa como a los políticos aparentemente más liberales ?pero no dispuestos a enfrentarse a las opiniones contra la inmigración?, que no quieren que la crisis se vea ni se sienta. Por ejemplo, Alemania, un país con una trayectoria relativamente progresista de acogida de personas refugiadas (al menos en el verano de 2015), es también uno de los principales financiadores de la externalización de fronteras y no tiene reparos en firmar acuerdos con dictadores, como Al-Sisi en Egipto, con el fin de impedir que las personas refugiadas se dirijan a Europa.

   Las pruebas sugieren que estos argumentos podrían haber servido al propósito último de la UE de reducir el número de personas que lleguen a Europa, pero no ha mejorado en absoluto la seguridad de las personas refugiadas. La mayoría de los estudios realizados muestra que se ha obligado a las personas refugiadas a buscar rutas cada vez más peligrosas y a depender de traficantes sin escrúpulos. La proporción de muertes registradas con respecto a las llegadas a Europa por las rutas mediterráneas fue cinco veces más en 2017 que en 2015, y eso teniendo en cuenta que muchas otras muertes que se producen en el mar y los desiertos del norte de África nunca llegan a registrarse.

   Como revela un nuevo informe del Transnational Institute y Stop Wapenhandel, esta política ha llevado a la UE a abrazar regímenes autoritarios ?y lo que es peor, a proporcionar equipos y financiación a las fuerzas policiales y de seguridad represivas?, a la vez que desvía unas inversiones muy necesarias en sanidad, educación y empleo.

Tratos sucios con dictadores

Níger, uno de los principales países de tránsito de las personas refugiadas, se ha convertido en el mayor receptor por cápita del mundo de la ayuda al desarrollo de la UE. Esto se debe, en parte, a que es uno de los países más pobres del mundo, pero se prioriza también porque es la puerta de entrada de muchas personas refugiadas que se dirigen a Europa. No parece haber límites a los recursos disponibles para la infraestructura fronteriza, mientras que el Programa Mundial de Alimentos, que sostiene a casi una décima parte de la población de Níger, solo ha recibido el 34 % de la financiación que necesita para 2018. Mientras tanto, bajo presión europea, el fortalecimiento de la seguridad en las fronteras ha destruido la economía basada en la migración de la región de Agadez, poniendo en peligro la frágil estabilidad interna del país.

   La dependencia de la UE de la cooperación con el Gobierno de Níger ha envalentonado también a los dirigentes autocráticos del país. Por ejemplo, una protesta celebrada por los habitantes de Níger en marzo de 2018 contra el aumento del precio de los alimentos dio lugar a la detención de sus principales organizadores. Las personas refugiadas que cruzan Níger informan de un incremento en la vulneración de los derechos humanos y de que deben asumir más riesgos para migrar. En junio de 2016 se produjo un caso espeluznante: se hallaron los cadáveres de 34 refugiados, 20 de ellos niños, en el desierto del Sáhara, al parecer abandonados por los traficantes para que murieran de sed.

   En lo que respecta a Sudán, siguiendo una línea parecida, la UE sostiene que apoya las sanciones internacionales contra el régimen de Al-Bashir, tristemente célebre por sus crímenes de guerra y represión, pero no ha vacilado en firmar acuerdos de control de fronteras con organismos gubernamentales de Sudán, que incluyen el entrenamiento y equipamiento de los agentes de policía fronteriza, aunque las fronteras de Sudán están patrulladas principalmente por las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), integradas por excombatientes de la milicia Yanyauid, utilizada para luchar contra la disidencia interna bajo el mando operativo del Servicio Nacional de Seguridad e Inteligencia (NISS). Human Rights Watch «ha determinado que las RSF cometieron un gran número de abusos espantosos, entre los cuales… tortura, asesinatos extrajudiciales y violaciones en masa». La agencia del Gobierno alemán para el desarrollo, la GIZ, afirma que es consciente de los riesgos de esta cooperación, pero considera “necesario” incluirla en las acciones destinadas al desarrollo.

   La implicación de Europa en Sudán y Níger pone de relieve el argumento de la autora y activista Harsha Walia en su libro Undoing Border Imperialism, donde apunta que las medidas de control de fronteras constituyen una forma de imperialismo, ya que abarcan desplazamiento, criminalización, jerarquías racializadas y explotación de las personas. Es de señalar, en términos de los ecos históricos del imperialismo fronterizo de la UE, que mientras que el reparto de África fue defendido por sus artífices coloniales por su potencial para civilizar a los “bárbaros” a las puertas de Europa, esta vez parece que el interés se limita a parecer impedir que los “bárbaros” crucen dichas puertas.

   En lo que representa un paralelismo histórico aún más inquietante, observamos con espanto que, mientras que el Acuerdo de Berlín de 1885 estipulaba que África «no debe servir como mercado o medio de tránsito para el comercio de esclavos, independientemente de su raza», la colaboración de la UE con milicias libias ha conducido en realidad al resurgimiento del comercio de esclavos, y se está vendiendo a personas refugiadas como esclavas, una situación que la CNN grabó a finales de 2017.

Las fronteras generan violencia

En el fondo, no deberíamos sorprendernos. Como ha señalado la periodista Dawn Paley, «lejos de impedir la violencia, la frontera es, de hecho, la razón de su existencia». Las fronteras son muros que buscan tapar la flagrante desigualdad entre África y Europa, construida durante el colonialismo y perpetuada por las políticas económicas y políticas europeas de hoy. Al fin y al cabo, esta violencia se siente en el cuerpo, ya que la frontera marca sus cicatrices en la carne de las personas. Se siente en la piel desgarrada de las personas que intentan diariamente cruzar las vallas fortificadas de Ceuta y Melilla en Marruecos. Se siente en los cuerpos quebrantados de las mujeres violadas y vejadas por los traficantes y los guardias de fronteras. Está presente en los muchos esqueletos no encontrados en los desiertos del norte de África y el mar Mediterráneo.

   Este imperialismo de fronteras no es un fenómeno exclusivamente europeo. Se encuentra en el Programa Frontera Sur de México, iniciado en 2014 bajo la presión de los Estados Unidos para fortalecer la seguridad fronteriza con Guatemala. Como sus equivalentes europeos, ha provocado también más represión y violencia contra las personas refugiadas, ha aumentado las detenciones y deportaciones, y ha obligado a las personas refugiadas a tomar rutas migratorias más peligrosas, en manos de redes de tráfico delictivas.

   Puede que el ejemplo más conocido de externalización de fronteras sean los centros de internamiento extraterritoriales de Australia en las islas de Nauru y, hasta que se ilegalizaron el año pasado, Manus (Papúa Nueva Guinea). Todas las personas migrantes que intentan llegar a Australia por mar son trasladadas a estos centros, gestionados por contratistas privados, en los que son retenidas durante largos períodos. Si a los refugiados detenidos se les concede el estatus de asilado, son reasentados en terceros países. Esta política va acompañada de la Operación Fronteras Soberanas, una operación militar marítima para conducir o remolcar las barcas de refugiados hacia aguas internacionales.

   Se han constatado muchos casos de violación de los derechos humanos en los centros de internamiento extraterritoriales de Australia. Sin embargo, muchos dirigentes europeos han abrazado el modelo australiano, instando cada vez más a la UE a que traslade a las personas refugiadas a “centros de tramitación” en los países del norte de África, basándose en la actual política de convertir a sus vecinos de Europa en nuevos guardias fronterizos. Europa adopta con entusiasmo el enfoque australiano de construir campos en lugares remotos que sirvan, como señala Daniel Webb, el abogado especializado en derechos humanos, «para ocultar lo que no quieren que vea el público, es decir, una crueldad deliberada infligida contra seres humanos inocentes».

Las empresas que ganan

Aunque las similitudes entre estos ejemplos de externalización de fronteras son innegables, solo en Europa se conectan explícitamente las políticas con las viejas relaciones coloniales. Cuando, en junio de 2016, se inauguró el Marco de Asociación en materia de Migración, el marco general de cooperación en torno a la migración, la Comisión Europea observó que «las relaciones especiales que tienen los Estados miembros con terceros países, que reflejan vínculos políticos, históricos y culturales forjados durante décadas de contactos, deben explotarse también al máximo en beneficio de la UE». La Comisión también elogió inequívocamente la oportunidad que proporcionaba el acuerdo para las grandes empresas en Europa, señalando que «los inversores privados que buscan nuevas oportunidades de actividad en los mercados emergentes» debían desempeñar un papel más destacado, en lugar de «los modelos de cooperación tradicionales».

   Esto nos lleva a señalar los intereses privados que se benefician de estas políticas de externalización de fronteras: las industrias militares y de seguridad que proporcionan equipos y servicios para desplegar las actividades de seguridad y control fronterizos, reforzadas y militarizadas en terceros países. Un sinnúmero de empresas ha prosperado en este mercado en expansión, pero destacan gigantes armamentísticos europeos como Airbus (paneuropeo), Thales (Francia) y Leonardo (anteriormente Finmeccanica, Italia).

   Estas empresas no son solo las beneficiadas accidentales de las políticas de la UE: son también la fuerza que las impulsa. Han marcado tanto el discurso general ?que enmarca la migración como una amenaza para la seguridad que se debe combatir por medios militarizados? como las propuestas concretas, como la creación del “sistema de sistemas” de vigilancia EUROSUR y la expansión de Frontex, que, gracias al empeño de los grupos de presión, se han convertido en políticas oficiales y nuevas instituciones de la UE.

   Estas empresas cosechan los frutos de promocionar sus propios servicios y productos, algo que se aseguran por medio de una interacción constante con los legisladores de la UE. Esto entraña, entre otras cosas, reuniones periódicas con funcionarios de la Comisión Europea y Frontex, la participación en órganos consultivos oficiales, la difusión de influyentes documentos consultivos, la participación en ferias y conferencias de seguridad, y muchas más. Aunque el principal centro de atención ha sido la militarización de las fronteras externas de la UE, las compañías también se interesan cada vez más en el mercado de la seguridad fronteriza en África. Por ese motivo, también están presionando para que la UE financie la compra de bienes y servicios de seguridad por parte de terceros países.

   Esta estrategia ha tenido su magnífica compensación. El fortalecimiento de la competitividad global de la industria militar y de seguridad europea se ha convertido ya en un objetivo declarado de la UE. Los planes de la Comisión para el próximo Marco Financiero Plurianual (MFP), el presupuesto de la UE para 2021-2027, proponen casi triplicar el gasto en control migratorio. Frontex, los Estados miembros de la UE y terceros países recibirán más dinero para fortalecer la seguridad en las fronteras, incluida la compra de equipos y servicios militares y de seguridad.

Visibilizar la resistencia

Aunque algunas situaciones espantosas concretas ?como los mercados de esclavos migrantes en Libia o las personas ahogadas en el Mediterráneo? causan a veces indignación y condena, es difícil ver un cambio en el enfoque general europeo de “reducir el número” de las personas dispuestas a iniciar la travesía. Esto constituye un desafío aún mayor cuando se externaliza y, por tanto, se invisibiliza en gran medida la militarización de las fronteras de la UE en países lejos de Europa.

   Las políticas comunitarias deben combatirse a diferentes niveles, tanto dentro de la UE como en terceros países. Esto significa que no solo debamos movilizarnos contra las manifestaciones más obvias de estas políticas ?en cuanto al control fronterizo y la detención y deportación de las personas refugiadas?, sino también los intereses privados detrás de estas políticas. Tenemos que desenmascarar las fuerzas comerciales e industriales que se benefician en la actualidad del imperialismo de fronteras de Europa, además de los medios de comunicación y los partidos políticos que han manipulado a la opinión pública al poner en la diana a las personas refugiadas como cabeza de turco por las consecuencias de las políticas de austeridad.

   A escala sistémica, confrontar el colonialismo de fronteras requiere abordar la responsabilidad de Occidente en general, con el fin de acabar con las razones por las que las personas se vean obligadas a huir, y resistir las políticas y los actores interesados que desde países occidentales las originan: el apoyo de la UE a los gobernantes autoritarios, las compañías que provocan el cambio climático, las relaciones comerciales injustas, la impunidad de las grandes empresas, las intervenciones militares temerarias y el comercio de armas. Y significa una descolonización verdadera, poniendo fin al constante control que ejerce Europa sobre sus antiguas colonias y trabajando por que se produzca un giro fundamental en el orden internacional. Esto será aún más importante en el contexto del empeoramiento del cambio climático, cuando la migración, aunque sea principalmente interna, será una forma necesaria de adaptación. Requerirá también una mayor solidaridad y cooperación con los movimientos y las organizaciones en los terceros países afectados, con formas horizontales de colaboración.

   Esto podría incluir el apoyo a los movimientos dirigidos por personas migrantes que están surgiendo en muchos países, a las comunidades que acogen a muchas personas refugiadas, a las acciones humanitarias directas -como las misiones de búsqueda y rescate en el Mediterráneo- y también a las organizaciones que defienden los derechos humanos de las personas migrantes. Pero también podría incluir a los grupos y movimientos que luchan por la democratización -contra los regímenes autoritarios y las industrias extractivas- y que buscan el sustento de todas las personas, contra la violencia y la dominación occidental.

   Desarmar el legado de la violencia colonialista no será fácil. Aunque la UE está dividida en torno a muchos asuntos, el consenso sobre la seguridad fronteriza es sólido. El gran pensador decolonial Frantz Fanon reparó en cómo se colonializó no solo el territorio y el cuerpo, sino también el imaginario, como escribió en Piel negra, máscaras blancas:

“Para poner fin a esta situación neurótica en la que estoy obligado a elegir una solución malsana, conflictiva, nutrida de fantasmas, antagonista, inhumana, en fin, no me queda otra solución que sobrevalorar este drama absurdo que los otros han montado a mi alrededor, descartar los dos términos que son parejamente inaceptables y, a través de un particular humano, tender hacia lo universal.”

Se trata de un anhelo de humanidad universal que se refleja en el lema “ningún ser humano es ilegal”, el único fundamento verdadero para poner fin a la violencia del imperialismo de fronteras.

Este artículo se publicó originalmente en el número ocho de ROAR Magazine.

Traducción al español: Christine Lewis Carroll.

 

 

 

 


Ciclo de conferencias ¡Por otra Europa!

CICLO DE CONFERENCIAS: ¡POR OTRA EUROPA!

!Por otra Europa! es un ciclo de conferencias y debates para hablar de un modelo de Europa alternativo al actual. Está organizado por Fernando Luengo (Economista y miembro de la Secretaría de Europa de Podemos) y celebrará todas las sesiones (entre enero y mayo) en la Oficina Europarlamentaria de PODEMOS de la calle Embajadores 35 de Madrid

La primera sesión "Euro y Soberanía" corre a cargo de Carlos Sánchez Mato. ¿Qué podemos esperar de la Unión Europea (UE)? ¿Puede reformarse para que lleve una política de colaboración entre los distintos pueblos de Europa? ¿La solución está en salir del Euro?  Estas son sólo algunas de las preguntas alrededor de las cuales se desarrollará la intervención del responsable de economía de Izquierda Unida. En este enlace está disponible un avance de su intervención.

Para las siguientes sesiones, se propone un interesante secuencia de temas y ponentes.

 

 

 


Dos artículos relacionados con nuestras últimas publicaciones

En el marco de colaboración entre El Diario de la Educación y el Área Educativa de FUHEM, hemos publicado dos nuevas tribunas que enlazan muy bien con el trabajo que se desarrolla en nuestras aulas y con las dos últimas publicaciones editadas por FUHEM Educación: 'Educar para la transformación ecosocial' y '71 propuestas para educar con perspectiva de género". 

La perspectiva ecosocial

Con el título “La educación como servicio social requiere un enfoque ecosocial”, se publicó un texto en el que Luis González Reyes, coordinador del proyecto educativo ecosocial en FUHEM, explica que la crisis ambiental sigue siendo abordada casi de puntillas en la escuela, a pesar de que el cambio climático es una realidad que va a cambiar radicalmente los entornos en los que vive nuestro alumnado.

A partir de ahí, el artículo plantea que la educación, como servicio individual y social, tiene que contribuir a mejorar las condiciones del conjunto de la población. “Desde estas dos perspectivas, la individual y la colectiva, la crisis ambiental en curso y las maneras de abordarla deben ser temas centrales en los currículos, ya que lo son en el devenir de nuestras vidas”, argumenta Luis González.

El texto sostiene que para trabajar los temas ecosociales con profundidad y rigor hace falta programarlos adecuadamente, igual que se hace en matemáticas, con un desarrollo vertical en el que, curso a curso, se construyen nuevos conocimientos y una mirada horizontal que permita relacionar este campo con el resto de áreas de conocimiento escolares.

El artículo se cierra aportando la experiencia desarrollada en FUHEM con el fin de facilitar esta tarea al personal docente. Se trata del libro titulado Educar para la transformación ecosocial, fruto del trabajo realizado a lo largo de cuatro cursos por un equipo multidisciplinar de profesorado de todas las etapas y áreas de conocimiento, y personas expertas en distintos temas ecosociales. El resultado propone cómo realizar una transformación integral de un centro educativo desde la perspectiva ecosocial pero, sobre todo, se realiza una propuesta exhaustiva de los objetivos ecosociales a cubrir, los contenidos, los métodos y algunas líneas sobre la evaluación. Es decir, se describe un currículo ecosocial que además, se entrelaza con el currículo de la LOMCE.

Combatir la violencia de género en el ámbito educativo

El otro artículo, firmado por Mara Nieto, técnica del Área Educativa de FUHEM, se titula “Combatir la violencia de género en el ámbito educativo desde una perspectiva feminista” y parte de reconocer que las manifestaciones de la violencia de género, reflejo del sistema patriarcal en el que vivimos, tienen su base en violencias menos visibles que se dan en todos los ámbitos en los que nos desarrollamos como personas, incluida la escuela.

“Si tenemos en cuenta que la escuela es uno de los contextos de socialización más importante y a través de las dinámicas que tienen lugar en ella podemos estar transmitiendo y repitiendo esas pequeñas violencias más sutiles, es necesario tomar conciencia de cómo ocurre eso para poder cambiarlo”, sostiene Mara Nieto en su tribuna.

La autora reconoce que si bien cada año aumentan las denuncias de menores que ejercen violencia de distintos tipos contra sus parejas, exparejas o compañeras, también cabe interpretar estos datos como un indicador de que el problema es cada vez más visible y se está incrementando la toma de conciencia que conduce a la detección y la denuncia.

En este contexto, Mara Nieto defiende la necesidad de contar con estrategias concretas para facilitar la concienciación propia y del entorno. Para finalizar, el artículo recomienda algunas de las numerosas guías y recursos que ayudan a detectar y prevenir situaciones de violencia y educar para la igualdad desde una perspectiva de género. Muchas de estas implican directamente al profesorado como agentes educadores imprescindibles en esta labor. Entre las obras citadas, destaca la guía “71 propuestas para educar con perspectiva de género”, elaborada por el grupo de género de FUHEM, que recoge varias estrategias que podemos poner en marcha en los centros educativos en todos los niveles. Otras iniciativas interesantes son la “Guía de buen trato y prevención de la violencia de género. Protocolo de actuación en el ámbito educativo”, elaborada por la Junta de Andalucía; o el material para profesionales del ámbito educativo de la campaña “Hay salida” para la prevención de la violencia de género en la adolescencia, desarrollado por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.

 


70 Aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos VII

La crisis y el desmantelamiento del Estado de derecho: de derechos a privilegios

Lluis Lloredo Alix

Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, núm. 124, invierno 2013-2014, pp. 37-51.

   La crisis que se vive en Europa desde 2008 no es sólo económica, sino sobre todo ideológica: con el pretexto de la crisis se están socavando numerosos principios del Estado social de derecho, con el fin de alumbrar un nuevo “sentido común” según el cual las personas pasamos a ser concebidas como recursos, no como ciudadanos, y según el cual los derechos ya no son algo intangible, sino que se presentan como meras concesiones que pueden suprimirse si se interpreta que las circunstancias así lo requieren. En este artículo se intentan criticar algunas de las trampas ideológicas que, desde la política, los medios de comunicación y la academia, de forma más o menos consciente, están contribuyendo a este proceso.

 Los humanos somos seres protésicos. No somos ni naturaleza ni cultura, sino más bien ciborgs, entes híbridos e indeterminados, orgánicos y técnicos a un mismo tiempo, que vivimos a través de todo tipo de prótesis.1 Llevamos vestidos, pendientes, gafas, anillos, relojes, perfumes, teléfonos móviles y un sinfín de artefactos que, lejos de ser elementos ajenos y externos a nosotros mismos, son constitutivos de nuestra identidad. No se trata de meros accesorios, sino de ingredientes esenciales de nuestra personalidad, prolongaciones sin las que apenas podríamos concebirnos. En definitiva, no creo que exista un núcleo humano prístino e inmaculado, libre de apéndices o puramente natural. Lo humano es, por definición, un espacio que se encuentra siempre en la frontera y que no se deja aprehender mediante el alineamiento categórico en los polos de dicotomías tan manidas como la de naturaleza y cultura o la de cuerpo y mente, entre tantas otras que jalonan la historia del pensamiento occidental.2

   Ahora bien, nuestras prótesis no son únicamente materiales, ni las utilizamos para subsanar alguna clase de déficit de construcción o de dotación natural: no son un medio para remediar nuestra supuesta vulnerabilidad congénita, como adherencias que alivian la indefensión original con la que supuestamente venimos al mundo, sino que ellas mismas constituyen nuestra naturaleza, configurándonos y modelando nuestro horizonte de posibilidades, aportándonos ventajas adaptativas, pero también, y a la vez, abriendo nuevas brechas y fragilidades. De hecho, la primera prótesis a tener en cuenta, la más radical, es el propio lenguaje, un sorprendente artificio que nos envuelve como una matriz, y cuyas propiedades y transformaciones determinan la forma de nuestro mundo, nuestro modo de pensar y de actuar en él.3 En este sentido, podría decirse que, además de las prótesis materiales que se han citado antes a modo de ejemplo, nuestra existencia se alimenta de numerosas prótesis culturales que a veces ni atisbamos, pero sin las que la vida sería impensable.

Una de estas prótesis es el Derecho. Aunque muchas veces pensamos en él como un recurso técnico, manejado por un gremio de profesionales especializados que tienden a aislarlo del resto de la sociedad y que lo convierten en una práctica tremendamente alejada de la experiencia común –con los correlativos problemas para la democracia– lo cierto es que el derecho es un pedazo más de la cultura, del mismo modo que lo son el arte, la literatura, la ciencia o la política. Por eso, ha evolucionado al mismo compás que la historia general, asumiendo influencias de múltiples esferas y convirtiéndose, a su vez, en otro repetidor más de entre todos los que se dota la cultura para difundirse e infiltrarse en las prácticas y las actividades humanas. De ahí que nuestro imaginario colectivo esté repleto de imágenes, símbolos e ideas preconcebidas sobre el Derecho, la justicia o los abogados, y de ahí que todos ellos sean objeto de tratamiento en la literatura, el cine o las artes plásticas en general.4

Un momento estelar de esta historia es el de la aparición de los derechos subjetivos, cuando el fenómeno jurídico dejó de concebirse en términos de orden, de deberes o de conjunto de obligaciones –como derecho objetivo–, para pasar a verse como una retícula de derechos, como una especie de artilugio mecánico destinado a engranar los derechos que corresponden a todas y cada una de las personas consideradas individualmente. Se trata de un complejo periodo que solemos denominar tránsito a la Modernidad, que se fue gestando poco a poco, desde el Renacimiento hasta el estallido de las revoluciones liberales –la inglesa, la estadounidense y la francesa– y que dio a luz a una forma de ver el mundo que llevamos inscrita en nuestro ADN cultural: la percepción de que somos seres rodeados de derechos, una suerte de pequeñas burbujas –como las mónadas de Leibniz, que no por casualidad escribe en el epicentro de dicho proceso, en pleno siglo XVII– de las que emana una miríada de facultades, potestades o inmunidades frente a nuestros conciudadanos o frente al Estado. Esta idea se instala con tanta fuerza en el imaginario colectivo, que casi todos los textos normativos que se promulgan a resultas de las revoluciones se asientan en la creencia de que no estaban constituyendo derechos, sino sólo declarándolos, es decir, haciendo visibles verdades que ya eran evidentes en sí mismas. Por eso, la declaración de independencia de Estados Unidos, antes de enumerar los derechos y los principios de legitimidad del Gobierno, afirmaba: «sostenemos por evidentes, por sí mismas, estas verdades».5

Esta idea de la autoevidencia, que ha sido justamente resaltada por Lynn Hunt,6 es interesante por dos razones. Primero, porque ilustra a la perfección uno de los atributos más característicos de las prótesis humanas: que las asumimos como naturales, pese a su origen político-social, y se convierten así en nuestro modo de ser y estar en el mundo, cambiando por completo nuestro horizonte de posibilidades. De ahí se deriva que las formulaciones de las declaraciones originales hablen de “derechos naturales”, y no de derechos humanos o fundamentales, como solemos hacer hoy en día. Y segundo, porque explica también la forma en que nosotros percibimos los derechos, como algo obvio con lo que nos socializamos desde la infancia. Por eso, muchos habrán vivido más de una situación cómica en la que una niña o un niño reivindica ante sus padres su “derecho” a acostarse más tarde, a jugar un rato más o a comer tarta, y por eso algunos psicólogos conductistas incitan a sus pacientes a reclamar sus «derechos personales».7 Se trata de escenas cotidianas, aparentemente banales que, sin embargo, reflejan una cosmovisión profunda, enraizada en un proceso que ya cuenta con siglos de historia y que tiene que ver con esa idea de los derechos como prótesis: nos autopercibimos, de manera tácita e inconsciente, como seres acreedores de derechos.

No recorte, sino vulneración de derechos

Lo que me gustaría destacar de todo lo anterior es que, desde ese punto de vista, los derechos no son meros aditamentos que puedan darse o retirarse en función de las diferentes situaciones políticas y económicas por las que atraviesa una comunidad, del mismo modo que se devalúa la moneda o que se propone una subida de impuestos. Los derechos son algo antropológicamente más profundo, mucho más serio y nuclear y que, por tanto, no puede hacerse depender de crisis coyunturales. Así se explica que uno de los filósofos del derecho contemporáneos más influyentes, el recientemente fallecido Ronald Dworkin, hablara de los derechos como «triunfos» de la baraja,8 como ese poder o reivindicación que las personas podemos hacer valer en cualquier momento y frente a cualquier autoridad, independientemente de la fase de la partida o de las circunstancias concretas en las que estemos. Con esto no se trata de apostar por una idea religiosa o absoluta de lo humano y de los derechos fundamentales –en el viejo sentido del derecho natural– pero sí de subrayar que la constitución del mundo, desde la Modernidad hasta nuestros días, se había fundado en un pacto implícito respecto a la sacralidad de los derechos, respecto a su centralidad y su irresistibilidad. De ahí se deriva que la mayoría de las constituciones y documentos en materia de derechos incluyan una cláusula aludiendo a su “intangibilidad”.

Así las cosas, creo que es un grave error hablar de “recorte de derechos”, como se suele escuchar últimamente en el ámbito político y mediático. Se trata de una de esas trampas lingüísticas que, pese a su aparente inocuidad, nacen marcadas por un enfoque ideológico reaccionario y siembran el terreno para inculcar un nuevo “sentido común” al servicio de las élites dominantes. En efecto, desde el planteamiento que he tratado de delinear en el epígrafe precedente, no es posible “recortar”, “limitar” o “rebajar” los derechos en función de situaciones de facto, como si estos pudieran contraerse sin por ello dejar de existir. Porque los derechos, sencillamente, se hacen valer o se vulneran, se defienden o se conculcan. Y lo que está ocurriendo en el contexto de la crisis actual, en España en particular, es que estamos asistiendo a una violación masiva de un buen número de derechos que, bajo el pretexto de un “recorte” de los mismos en aras de una mayor estabilidad económica, de la seguridad o de un estado de necesidad, han dejado de ser intangibles. Se han convertido, por lo tanto, en objetos maleables y ponderables, lo cual violenta de forma radical el propio concepto de derecho.

En primer lugar, porque, conforme a la visión de los derechos como prótesis que se ha propuesto, éstos no pueden concebirse en términos objetuales, como si fueran algo separado de la persona que se hace acreedora de ellos, sino que se encuentran en una zona indiscernible entre sujeto y objeto; en una zona que, de hecho, hace inservible la tradicional distinción cartesiana entre ambas esferas.9 Desde este punto de vista, atacar o vulnerar un derecho es tanto como agredir a la persona portadora de ese derecho, y no a un apéndice accesorio de la misma.10 En segundo lugar, porque la sugerencia de que los derechos son ponderables (en el sentido de adaptables o reducibles) favorece que estos dejen de ser esos “triunfos” intangibles de los que hablábamos antes, para convertirse en meras concesiones sometidas a la gracia y arbitrio del Gobierno de turno: dejan así de ser atributos esenciales de la personalidad y elementos nucleares de la comunidad, para pasar a ser una regalía, una merced propia de épocas de bonanza y dispendio –como si los bienes protegidos por los derechos fueran equiparables a artículos suntuarios–, pero prescindible en tiempos de escasez. Así es como, poco a poco, el concepto de derecho se está vaciando de significado y se está produciendo un cambio de rumbo que tiene visos de sellar una ruptura histórica radical: volvemos a un mundo neo-medieval11 en el que la pieza fundamental del orden social no es el derecho, sino el privilegio.

Los derechos no son meros aditamentos que puedan darse o retirarse en función de las diferentes situaciones políticas y económicas

Por todo ello, creo que expresar este proceso como un mero “recorte” de derechos es indulgente, ingenuo y engañoso respecto a lo que verdaderamente está ocurriendo, y que dicha formulación enmascara una realidad mucho más preocupante de lo que se da a entender con ella. Por supuesto, como siempre ocurre con la ideología, esto se produce de forma inconsciente y soterrada –de hecho, el eslogan del “recorte” ha sido empleado mayoritariamente por la izquierda y no por la derecha–, pero conviene recalcar que el lenguaje no es neutral, sino que traduce modos de pensar y contribuye a apuntalarlos. Por eso, creo que no se trata de un simple prurito semántico, sino que conviene llamar a las cosas por su nombre y afirmar, con contundencia, que no se pueden “recortar” derechos; que lo que está teniendo lugar, lisa y llanamente, es una amputación masiva de las garantías que se habían ido conquistando desde el inicio de la Modernidad hasta nuestros días. En este sentido, vale la pena traer a colación las reflexiones de Giorgio Agamben sobre la naturaleza de lo sagrado: sagrado es, paradójicamente, aquello que no puede ser sacrificado (destruido ritualmente, como ofrenda para algo), pero que sí puede ser matado sin incurrir en delito, puesto que las cosas sagradas se hallan en una relación de excepción respecto a las reglas de la comunidad.12 Por eso, si los derechos habían sido definidos como sagrados –intangibles en la jerga jurídica–, no tiene sentido decir que se están sacrificando por un bien mayor –la estabilidad presupuestaria, verbigracia–. Lo que ocurre, simplemente, es que se están aniquilando.

La ideología del desmantelamiento de los derechos

Como todo proceso en el que se pugna por alumbrar un nuevo “sentido común” –en este caso el de la conculcación de los derechos–, las cosas no suceden de la noche a la mañana, ni tampoco se hacen a plena luz del día. Tienen lugar de manera paulatina y de la forma más subrepticia posible, con el objetivo de reconfigurar las mentalidades que sirven de soporte a las instituciones –antes de cambiar las propias instituciones– y de hacernos ver como natural, lógico e inevitable lo que no es sino una contingencia entre muchas otras posibles. Por eso, me parece necesario entender cuáles son las estrategias que se han utilizado para preparar el terreno a la destrucción impune de derechos que se está acometiendo en la actualidad. Trazar un mapa exhaustivo de este proceso ideológico es algo que excede de las posibilidades de este artículo, por lo que tan sólo esbozaré, de forma telegráfica, una serie de consideraciones históricas y teóricas que nos permitan hacernos una idea general.

La primera consideración tiene que ver con los orígenes de la crisis. Según una opinión bastante generalizada, el comienzo de la crisis debe situarse en 2008, a raíz del estallido de la burbuja inmobiliaria estadounidense y de su repercusión en la economía global. Sin embargo, ésta es una percepción parcial e ideológicamente perversa, ya que se centra en el mero detonante, ignora la larga deriva de un modelo económico-político muy problemático en el que se inscribe la crisis y, con ello, da por buenas las reglas de un sistema que, podría decirse, únicamente habría tenido un fallo puntual y subsanable. Sólo si el crack bursátil de 2008 se incardina en una perspectiva de mayor alcance, puede articularse un discurso crítico que denuncie la violencia estructural del sistema y no sólo sus efectos inmediatos.

En este sentido se ha pronunciado el historiador Josep Fontana, que sitúa el origen de este modelo, caracterizado por la sospecha frente al ámbito de lo público y lo común, por el primado de la eficiencia económica y por la supresión de los lazos de solidaridad construidos al calor de los Estados sociales de posguerra, en la década de los setenta del siglo XX: es la época del realineamiento de las fuerzas conservadoras, ejemplificado en las presidencias de Margaret Thatcher en Gran Bretaña o Ronald Reagan en Estados Unidos, y rematado por el papel de Karol Wojtyla en el Vaticano.13 A partir de entonces, en efecto, se empieza a redefinir el pacto que parecía haberse instalado como irrevocable tras el constitucionalismo social de la segunda posguerra mundial.14 De acuerdo con otros autores, como Christian Laval, habría que retrotraerse incluso a los años cuarenta, cuando algunos economistas y filósofos como Friedrich Hayek o Milton Friedman comenzaron a articular el corpus teórico neoliberal, que más tarde encontraría asiento en las políticas privatizadoras de finales de los setenta y tras la caída del Muro de Berlín.15 En cualquiera de los casos, de lo que se trata es de ubicar el fenómeno de destrucción de derechos como una pieza más de un largo proceso que arranca de antiguo. Por lo tanto, la conculcación de derechos a la que hoy asistimos no debe verse como una eventualidad impuesta por una necesidad contingente que tarde o temprano desaparecerá, sino como un paso más hacia el apuntalamiento de un modelo político y social diseñado desde hace varias décadas.

La segunda consideración tiene que ver con la naturaleza de ese modelo que está tratando de imponerse. Una de las características más sobresalientes de este, que incluso forma parte del imaginario colectivo y que se refleja en el modo a través del cual se configuran los Gobiernos y se diseñan las políticas públicas, es la primacía de la economía sobre la política: planes que se presentan como imposibles de realizar por imperativo de las circunstancias económicas, decisiones que se sustraen de la soberanía estatal y se entregan a organismos o agencias de regulación financieros, injerencia de las grandes empresas transnacionales en la política interna de los Estados y privatización y delegación de las políticas públicas en entes privados. Todo parece apuntar a una subordinación de lo político respecto a lo económico como seña distintiva de nuestro tiempo. Creo que, de nuevo, se trata de una mala formulación, que no debería plantearse como oposición entre política y economía, sino más bien como subordinación de la democracia al capital, como un encuentro conflictivo –más bien un desencuentro– entre las exigencias de la democracia y las reglas del capitalismo. De otro modo, estaríamos dando por hecho que la economía existe con independencia de la política, de manera autónoma y natural –tal y como pretende la ortodoxia neoclásica– cuando en realidad lo económico no es sino una faz de lo político.

Este choque entre capitalismo y democracia se manifiesta de muy diversas formas, pero una de ellas atañe de modo directo a los derechos. Me refiero a la prelación que se establece entre el funcionamiento del libre mercado y la preservación de los derechos, a favor del primero, o entre el imperativo de la productividad y el cuidado de los derechos, también en beneficio del primero. Esto lleva siendo así desde finales de los setenta: si echamos un vistazo a la estructura de la Constitución española, veremos que una serie de derechos se relega al capítulo de «principios rectores de la política social y económica» (los derechos a la salud, al trabajo, a la vivienda, al acceso a la cultura), que apenas cuentan con mecanismos de protección. El significado histórico-político de esta ubicación se vuelve evidente si lo cotejamos con la Constitución italiana de 1947, promulgada en un contexto ideológico bien distinto, que arrancaba con la siguiente proclama: «Italia es una República democrática, fundada en el trabajo». Podemos ir más lejos aún, y sin necesidad de salir de nuestras propias fronteras, si extendemos la comparación hasta la Constitución española de 1931, que comenzaba señalando que «España es una República democrática de trabajadores de toda clase». Esta preeminencia del trabajo como fuente de la vida social contrasta amargamente con la situación de desempleo y de precariedad estructural de nuestro tiempo, que no sólo afecta a la vida material de los ciudadanos y de la comunidad –como el reduccionismo economicista parece dar a entender– sino que está provocando una mutación radical de las identidades, de las mentalidades y de las formas de vida.16

La conculcación de derechos a la que hoy asistimos no debe verse como una eventualidad impuesta por una necesidad contingente que tarde o temprano desaparecerá, sino como un paso más hacia el apuntalamiento de un modelo político y social diseñado desde hace varias décadas.

Ahora bien, esta deriva se ha fortalecido con los años. Desde el punto de vista político, la reciente reforma de la Constitución española obliga a priorizar el pago de la deuda por encima de cualquier otra apreciación, incluida la satisfacción de los derechos, y desde el punto de vista filosófico se han propuesto teorías que, a veces de forma inconsciente, han labrado un terreno fértil para este desmantelamiento. Esto es lo que ocurre con la teoría “trialista” de Gregorio Peces-Barba, que corrigió su antigua visión de los derechos como instrumentos a la vez jurídicos y morales, para incluir una mirada “social” de los mismos: según esto, sólo puede hablarse de derechos cuando existe una pretensión moral justificada, un mecanismo jurídico de tutela y unas condiciones sociales para hacerlos efectivos. Como corolario, extraía Peces-Barba, no quedaba más remedio que “desfundamentalizar” un derecho clásico como el del trabajo.17 Con ello, de forma involuntaria, se ha facilitado un vaciamiento de significado de los derechos, que se hacen depender de la coyuntura económica y, por ende, se convierten en anexos prescindibles en contextos de escasez.18

Si la escasez fuera un dato natural e irrefutable, el enfoque anterior sería aceptable, pero resulta que, a diferencia de lo que pretenden las teorías neoliberales, la escasez se construye en función de criterios ideológicos. Hay determinadas situaciones en las que directa- mente producimos escasez, como consecuencia de las prácticas industriales y de las políticas económicas que se ponen en marcha, mientras que, en otras ocasiones, lo que hacemos es elaborar marcos mentales que nos mueven a percibir escasez donde en realidad no la hay. Esto puede resultar chocante para la educación económica que hemos recibido, pero es esencial replantear las cosas. Se produce escasez hídrica, por ejemplo, cuando se llevan a cabo deforestaciones masivas, que desertizan el territorio y que, por añadidura, terminan desencadenando escasez de alimentos. Se genera escasez de trabajo, por ejemplo, cuando establecemos jornadas laborales demasiado largas y así impedimos distribuir el empleo de manera más equitativa entre toda la población: en un contexto en el que la técnica se ha desarrollado hasta el punto de que numerosas tareas pueden ser realizadas por máquinas, carece de sentido mantener jornadas laborales tan largas como las de antaño. Y se produce escasez alimentaria, por poner un último ejemplo, cuando se especula en bolsa con nutrientes básicos como el maíz, el trigo, el arroz o la soja, y se desincentiva así la continuación de los cultivos. Esta última es una práctica monstruosa, por cierto, que lleva dándose de manera intensiva desde hace al menos una década, y en la que incurren grandes corporaciones internacionales como Deutsche Bank, Barclays, Paribas, Allianz o AXA, entre muchas otras.19

La tercera y última consideración que me gustaría hacer tiene que ver con otro de los aspectos medulares de la teoría de los derechos. Dentro del amplio catálogo de los derechos humanos, es habitual distinguir entre varias generaciones y entre varias clases de derechos, atendiendo a diversos criterios. La mayoría de estas distinciones se suele presentar como tipologías que obedecen a una elaboración científica libre de ideología. Y sin embargo, nada más lejos de la realidad. Una de las más comunes, por ejemplo, es la que distingue entre derechos caros y baratos, donde los primeros serían los conocidos como derechos sociales (a la salud, a la vivienda, a la educación, al trabajo, etc.) y donde los segundos serían los derechos civiles y políticos: la libertad de expresión, el derecho de sufragio activo y pasivo, las garantías procesales, el derecho a la intimidad, etcétera. Se trata de una clasificación que no resiste un análisis mínimamente riguroso. En efecto, si bien es cierto que los sistemas nacionales de salud o de educación implican un alto coste en términos de personal médico y docente, de infraestructuras escolares u hospitalarias y un largo etcétera que no es el momento de enumerar aquí, piénsese en los elevadísimos desembolsos que supone el derecho al sufragio: organización de elecciones nacionales, autonómicas, municipales y europeas con una periodicidad aproximada de cuatro años, establecimiento de un sistema de partidos políticos con financiación pública, mantenimiento de un gigantesco entramado institucional –con su personal, sus sedes, sus oficinas, etc.– que va desde los ayuntamientos y las diputaciones provinciales hasta el Congreso de los Diputados y el Senado, pasando por las asambleas autonómicas, el Tribunal de Cuentas, el Consejo de Estado y una interminable retahíla de instituciones que haría imposible su desglose pormenorizado. Por no hablar, en fin, de las garantías procesales, que requieren un complejo sistema jurisdiccional integrado por juzgados de primera instancia e instrucción, juzgados mercantiles y sociales, audiencias provinciales, tribunales superiores de justicia, el tribunal supremo, el tribunal constitucional, escuelas judiciales y colegios de fiscales y abogados. En suma, si nos paramos a pensar, es difícil determinar qué derechos son más caros y cuáles más baratos.

Pero las clasificaciones son múltiples. Otra de las más clásicas, emparentada con esta última, distingue entre los derechos de abstención –aquellos que no exigen ninguna acción por parte del Estado, como el derecho a la vida, la inviolabilidad del domicilio o el secreto de comunicaciones– y los de prestación, aquellos que, por el contrario, hacen necesaria la existencia de un poderoso aparato burocrático, como el derecho a la salud, a la educación o a la prestación por desempleo. Se trata, de nuevo, de una diferenciación ideológica que suele enarbolar el pensamiento neoliberal como ariete para censurar los peligros de autoritarismo o totalitarismo que subyacen al Estado intervencionista propio del modelo social.20 Pero tampoco esta clasificación se sostiene cuando la sometemos a un análisis medianamente serio. La salvaguardia del derecho a la vida, por ejemplo, no sólo requiere una omisión (no dañar), sino el establecimiento y mantenimiento de fuerzas y cuerpos de seguridad que velen por la paz social y persigan los delitos, un sistema judicial que contribuya a la misma función, etc.21 Es más, la presentación del derecho a la vida como una garantía que únicamente requiere un deber de omisión por parte del Estado contribuye a enmascarar el inquietante hecho de que la política moderna se constituyó, desde la raíz, en clave de biopolítica, es decir, como control exhaustivo e intensivo de la vida de los cuerpos: a través de la medicina, la biométrica, el derecho, la escuela, la planificación urbanística y un colosal aparato simbólico que se despliega en la publicidad, el cine, la literatura y la cultura en sentido amplio, la política moderna no ha cesado de intervenir activa y violentamente sobre la vida, pese a que estemos tan habituados que ni siquiera nos damos cuenta.22 No por casualidad, como vio Agamben con acierto, el primer gran documento de derechos de la Modernidad se denominó Acta de Habeas Corpus, una expresión que hoy hemos interiorizado como natural, pero que es enormemente reveladora: la alusión a la posesión del propio cuerpo como garantía frente a los abusos del poder se explica sólo si asumimos que este se configuró desde el inicio en tanto que biopoder.23

Podría seguir pasando revista a muchas otras tipologías que se suelen utilizar en la teoría de los derechos humanos, pero la enumeración y su análisis rebasarían los límites de este trabajo. Por eso, me centraré únicamente en una variante de las que se acaban de enunciar, que abunda en el discurso filosófico y político de nuestro tiempo y que, en cierto modo, engloba a las anteriores. Me refiero a la oposición entre derechos políticos y derechos sociales. Dedicaré el último apartado a comentarla y criticarla brevemente, para intentar ver qué alternativas tenemos, si es que las hay, frente al panorama que se ha intentado delinear hasta ahora.

Repolitizar el Derecho y los derechos

Como acaba de anunciarse, una de las dicotomías que nos encontramos con más frecuencia al debatir sobre los derechos es la que enfrenta a los derechos políticos con los socia- les. Por un lado, estarían los derechos políticos, usualmente calificados como de primera o de segunda generación –según los autores24–, cuya fuerza se derivaría del valor de la libertad y cuya intangibilidad, por ende, estaría fuera de duda. De acuerdo con el ideal liberal, en efecto, es injustificable limitar los derechos políticos –entendidos en términos humildes, a saber, como derecho al sufragio activo y pasivo en el contexto de una democracia no deliberativa– sobre la base de cualquier otra consideración. Por otro lado, estarían los derechos sociales, cuyo fundamento se desprendería del valor de la igualdad y cuya fuerza suele ser relativizada por la intelligentsia política, económica y mediática de nuestro tiempo, al inscribirse esta en un marco fundamentalmente liberal, tanto si pensamos en tendencias social- demócratas, social-liberales o liberal-igualitarias, como en tesis abiertamente neoliberales. De hecho, el tándem de libertad vs. igualdad, siempre inclinado a favor de la primera, es la pauta constrictiva en la que suelen quedar atrapados tanto el pensamiento conservador como el progresista. En este sentido, nótese que incluso la teoría de la justicia de John Rawls, abanderada del liberalismo social y principal inspiradora de las corrientes socialdemócratas desde los años setenta del siglo XX, se debatía procelosamente en la atenazadora disyuntiva de libertad e igualdad, para terminar privilegiando la primera.25

Sin embargo, a mi modo de ver, la dicotomía entre ambas clases de derechos es mala por dos razones fundamentales:

La primera podría ser argüida por el pensamiento marxista, socialista o comunista, y la hemos escuchado cientos de veces en el contexto de la guerra fría y de la crítica al paradigma liberal occidental: ¿de qué nos sirve tener derechos políticos si no contamos con unas mínimas condiciones de salud, alimentación, vestido, etcétera, que nos permitan ejercer tales derechos con auténtica libertad? O dicho de otra manera: ¿acaso no es una hipocresía hablar de derechos políticos en aquellas situaciones de pobreza donde sólo un porcentaje ínfimo de la población está lo suficientemente libre de miseria como para poder participar en política? Se trata de un viejo argumento que, no obstante, sigue siendo atendible. El problema que encierra es que, de la constatación verdadera de la que parte, se han solido predicar consecuencias no muy halagüeñas. Así es como muchas experiencias históricas –tanto teóricas como prácticas– en las que se ha defendido la prioridad de los derechos sociales, han concluido negando la necesidad o la utilidad de la participación política. Baste pensar en la antigua Unión Soviética o en las diversas variantes de Estado social corporativo, al estilo de la Alemania bismarckiana de finales del siglo XIX. Lo relevante es que, con ese tipo de priorización-negación –apoyada en una dualidad tajante entre derechos políticos y sociales–, se dilapida la esencia de estos últimos, que dejan de ser derechos para convertirse en mera concesión, en gracia, en un otorgamiento al albur del poder político de turno.

La segunda razón parte de esta última constatación y podría adjudicarse a ciertas modalidades del republicanismo o, en todo caso, a la célebre frase de Hannah Arendt, para quien la ciudadanía significaba «derecho a tener derechos».26 Y es que, en efecto, la presencia de determinadas políticas de seguridad social no equivale a la existencia de derechos sociales. Hace falta poder participar, ser sujeto activo, crítico y deliberante en relación con dichas políticas, para que los resultados y beneficios proporcionados por el sistema –prestaciones económicas, servicios, sistemas asistenciales, etcétera– puedan ser considerados como derechos. De otro modo, se trata únicamente de prebendas o de privilegios que se reciben en razón de la benevolencia en épocas de abundancia o, peor aún, en razón del mero arbitrio del gobernante. Pero no por imperativo de la justicia. El peligro de desconectar los derechos sociales y los políticos se está comprobando en los últimos años de forma meridiana, especialmente en relación con la población inmigrante, que ha sido desposeída de sus derechos sanitarios de un plumazo, precisamente por el hecho de no contar con derechos políticos con anterioridad. Al no poder participar en el proceso político y no poder influir o desautorizar a los gobernantes, aquello que tenía la apariencia de ser un derecho se ha revelado como puro papel mojado. Es sólo cuestión de tiempo que esa dinámica se generalice y afecte a todos los estratos de la población, con independencia de si se trata de extranjeros o nacionales.

En consecuencia, el nexo entre derechos políticos y sociales no es unidireccional, sino de ida y vuelta: es necesario tener satisfechas determinadas necesidades básicas para poder participar en política, pero a la vez es imprescindible participar para que dichas garantías sociales no sean ficticias ni pasajeras, sino que sean auténticamente derechos. Por eso, no me parece conveniente asumir un posicionamiento republicano que ahonde en la importancia de la participación y la deliberación democrática, sin a la vez suscribir un punto de vista social fuerte, ni tampoco es recomendable subrayar la prioridad de un Estado social a toda costa, sin a la vez fortalecer los cauces de participación democrática. De hecho, ésta es la razón de que no sólo se esté orquestando un ataque contra derechos económicos y sociales como la salud o la educación pública, sino que, cada vez más, asistamos a un proceso de destrucción de libertades que considerábamos intocables: pensemos así en el incremento de los casos de censura, en las limitaciones a los derechos de manifestación o huelga y en la criminalización de la protesta en general –tal y como se puede constatar en el proyecto de ley de seguridad ciudadana propuesto por el ministro Gallardón, en la estela del autoritarismo puro y duro– o en las restricciones al derecho al voto que se imponen a los inmigrantes. En resumen: por la misma razón por la que los derechos políticos y los sociales son inescindibles y se enriquecen recíprocamente, su actual proceso de liquidación es coherente en conculcarlos de forma simultánea y concomitante.

Creo necesario reivindicar una politización de lo jurídico y de los derechos,y una socialización de la mal llamada política institucional.

Así las cosas, me parece esencial hacer una reivindicación fuerte de la política. Pero no de ésta en el sentido institucional en que solemos concebirla, es decir, no reduciéndola al dominio del Estado. Uno de los presupuestos filosóficos que más daño está haciendo a la vida democrática, y que contribuye a sostener la separación entre derechos políticos y sociales, es el de la distinción entre política y sociedad, o entre Estado y sociedad civil. Se trata de una de las dicotomías más y mejor cristalizadas del pensamiento contemporáneo, al menos desde Hegel en adelante. Y sin embargo, es una dualidad envenenada por tres razones fundamentales. Primero, porque demarca una esfera de intangibilidad, la de la política institucional, que se coloca en un escalafón de superioridad frente a la sociedad –razón frente a irracionalidad, estabilidad frente a volatilidad, seguridad frente a anarquía– y contribuye así a neutralizar cualquier movimiento contestatario que ponga en solfa los principios del sistema. Segundo, porque, dentro de la lógica asfixiante de lo público y lo privado, la sociedad termina haciéndose coincidir con el mundo de la empresa –como sucede en la Filosofía del derecho de Hegel27– y se obliga inconscientemente a modelar la vida social conforme a la horma privatista del capitalismo contemporáneo, sustituyendo a la ciudadanía por la clientela. Y tercero, porque consagra la idea de la “autonomía de la política”, que se lleva a término mediante la profesionalización y la tecnificación de la misma. La autonomía de la política equivale, así, a la expropiación de la política respecto de la ciudadanía. Por todo ello, me parece importante cuestionar la separación habitual entre política y sociedad: la política no es sólo el mundo de los partidos y las instituciones del Estado, sino también, y sobre todo, ese amplio campo que llamamos “social”, desde la familia hasta las organizaciones no gubernamentales, entre muchos otros actores. Insistir en la división de ambos mundos contribuye, entre otras cosas, a seguir considerando los derechos sociales como concesiones derivadas de la beneficencia e independientes de la participación y de los procesos de decisión políticos.

Desde ese punto de vista, creo que hay que reclamar una política transformadora que no se distinga de lo que abstractamente tendemos a considerar como “social”. Como ha dicho Antonio Negri, «si en Spinoza, lo político no es un médium de lo social, es porque, por el contrario, es su germen permanente, porque representa su ruptura consecutiva relanzada sin cesar».28 Es decir, que lo social es político y lo político es social. Creo que uno de los principales malentendidos al interpretar el movimiento 15-M ha radicado precisamente en esto. Cuando se decía que era necesario que las protestas se articulasen de forma más política e institucional, dando cabida a los partidos políticos, se estaba presuponiendo que el movimiento era puramente “social” y que necesitaba dar el salto a la “política”. Pero se trata de un craso error, porque todo lo que se hizo y se sigue haciendo al calor del 15-M es directa y absolutamente político. Desde luego, no político en ese sentido de lo estatal en que estamos habituados a entenderlo, pero sí en un sentido más amplio y, por cierto, más vivificante. Por eso, una de las claves del 15-M fue también la demanda paralela de reivindicaciones institucionales –reforma de la ley electoral, una mayor transparencia de la Administración, etc.– y de reclamaciones sociales: derecho a la vivienda a través de las plataformas contra los desahucios, reflote de la sanidad pública, etc. Esta doble faz del movimiento, que no distinguía entre lo político y lo social, se explica desde ese punto de vista que aúna ambas esferas o, mejor dicho, que tiende a desdibujar su distinción. Desde dicho enfoque, los derechos a la salud, a la educación o a la vivienda no serían derechos sociales –a modo de concesiones que se ofrecen en aras de la filantropía– sino derechos políticos en sentido fuerte.

El peligro de la tecnificación-profesionalización atañe también al ámbito jurídico, que se ha desconectado de la política desde la misma constitución del Derecho occidental, allá por el derecho romano, y que ha ahondado en dicha separación desde el siglo XIX hasta la fecha. La autonomía de lo jurídico –o aislamiento del Derecho29– coadyuva, junto con la autonomía de la política, a una alienación muy grave del derecho y la ciudadanía, y a un déficit estructural de democracia respecto de los asuntos jurídicos. En relación con los derechos humanos, ambas separaciones han actuado de consuno, aunque no siempre de manera plenamente consciente, para preparar el terreno al desmantelamiento actual al que estamos asistiendo. Así pues, frente a esta perniciosa deriva, insisto, creo necesario reivindicar una politización de lo jurídico y de los derechos, y una socialización de la mal llamada política institucional.

La expresión de “politización del Derecho” goza de mala prensa, porque se entiende lo político en ese sentido reduccionista que lo circunscribe de manera sofocante al Estado y a los partidos. Pero existen otras formas de articular el reino de lo político y de pensar sobre él. En este sentido, vale la pena subrayar una distinción primordial entre lo público y lo común: desde el siglo XVIII hasta la fecha, se nos ha enseñado que existe una brecha radical entre lo público –el Estado y sus instituciones– y lo privado –el mundo de la libre iniciativa empresarial. Sin embargo, desde los mismos comienzos del Estado moderno, este viene operando como una gran empresa que compra y vende propiedades, y que obedece a la misma dinámica de acumulación en la que se desenvuelven las empresas. En las últimas décadas se ha intensificado este proceso, hasta el punto de que se está desposeyendo a la ciudadanía de espacios, competencias y tareas que antiguamente poseía y gestionaba en exclusiva el Estado: privatización del suelo de las ciudades, privatización del agua, venta de espacios y patrimonio nacional a empresas particulares, etc. En este marco, la categoría de lo común es fundamental para ofrecer una alternativa a la asfixiante dicotomía de lo público y lo privado, que al final se ha revelado como mucho menos tajante de lo que parecía. Lo común sería ese dominio que se sustrae a las reglas del comercio, que no se compra ni se vende bajo ningún concepto y que es gestionado y disfrutado por todos y para todos.

El Derecho sería uno de esos aspectos que deberían ir más allá de la lógica de lo público y lo privado –de los operadores estatales, los funcionarios, y de los privados, los abogados– y constituirse en un espacio común, accesible a todos y sujeto a la deliberación ciudadana. En ese sentido es en el que hablaba hace un momento de politización del Derecho, y con mucha más razón si nos referimos a esa faceta de lo jurídico que son los derechos, esas piezas inescindibles de nuestro cuerpo: las prótesis de las que hablaba en la primera parte del artículo. Vivimos en un mundo poblado por expertos de toda clase y condición: técnicos de la política, técnicos del Derecho, técnicos de la economía, etc., que ejercen su autoridad profesional para socavar silenciosamente la soberanía popular y para desposeer a la ciudadanía de parcelas de deliberación democrática. Hasta ahora, se ha tratado de poner freno a esta deriva a través de las éticas y las deontologías profesionales, intentando moralizar la actividad aparentemente técnica de todos estos expertos, es decir, tratando de fomentar expertos más virtuosos. Tales iniciativas están bien, pero creo que son insuficientes en el contexto de crisis del sistema en que nos encontramos. Frente a ello, me parece, ha llegado el momento de ofrecer respuestas fuertes, que no solamente tiendan a moralizar, sino a politizar, es decir, a crear instituciones, a producir espacios de decisión y a erigir barreras de control público contra las decisiones antidemocráticas que se están produciendo en una escalada vertiginosa. Se trata, en otras palabras, de construir de nuevo el ámbito de lo común.

Luis Lloredo Alix es doctor en Filosofía del Derecho, Universidad Carlos III de Madrid.

NOTAS:

1 Véase D. Haraway, «Manifiesto para cyborgs: ciencia, tecnología y feminismo socialista a finales del siglo XX» [1985], en Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza [trad. de M. Talens; pról. de J. Arditi, F. García Selgas y J. Orr], Cátedra, Madrid, 1995, pp. 251-312.

2 Véase F. Broncano, La melancolía del ciborg, Herder, Barcelona, 2009, pp. 16-37.

3 Ibídem.

4 Véase por ejemplo, entre la bibliografía más reciente, J. Calvo, El escudo de Perseo. La cultura literaria del derecho, Comares, Granada, 2012; J. Vergès, Justicia y literatura [trad. de Loles Oliván], Península, Barcelona, 2013.

5 Véase G. Peces-Barba, L. Hierro, S. Íñiguez de Onzoño y Á. Llamas, Derecho positivo de los derechos humanos, Debate, Madrid, 1987, p. 107.

6 L. Hunt, La invención de los derechos humanos [trad. de Jordi Beltrán; pról. de Amartya Sen], Tusquets, Barcelona, 2009.

7 P. Jakubowski y A. J. Lange, The Assertive Opinion. Your rights and Responsibilities, Research Press, Champaign, 1978.

8 R. Dworkin, Los derechos en serio, trad. de Marta Guastavino, pról. de Albert Calsamiglia, Ariel, Barcelona, 1984.

9 Para una crítica de la distinción sujeto-objeto desde el punto de vista jurídico, véase U. Mattei, Bienes comunes. Un manifiesto [trad. de G. Pisarello], Trotta, Madrid, 2013, pp. 61-74.

10 Para una hermosa visión de los derechos en estos términos, véase R. von Jhering, La lucha por el derecho [trad. de A.
Posada; pról. de Leopoldo Alas y L. Díez Picazo], Civitas, Madrid, 1985.

11 Véase U. Eco, F. Colombo, Fr. Alberoni y G. Sacco, La nueva edad media [trad. de Carlos Manzano], Alianza, Madrid, 2004; Ugo Mattei, op. cit., 2013, pp. 23-42.

12 G. Agamben, Homo sacer. Il potere sovrano e la nuda vita, Einaudi, Turín, 1995, pp. 79-96.

13 J. Fontana, El futuro es un país extraño. Una reflexión sobre la crisis social de comienzos del siglo XXI, Pasado & Presente, Barcelona, 2013, pp. 18-20.

14 Véase G. Pisarello, Un largo Termidor. La ofensiva del constitucionalismo antidemocrático, Trotta, Madrid, 2011, pp. 169 ss.

15 C. Laval, «Pensar el neoliberalismo», en AAVV, Pensar desde la izquierda. Mapa del pensamiento crítico para un tiempo en crisis, Errata Naturae, Madrid, 2012, pp. 13-24.

16 M. Hardt, «Siempre ha habido alternativas», en AAVV, Pensar desde la izquierda, pp. 177-178.

17 G. Peces-Barba, «El socialismo y el derecho al trabajo», Sistema, núm. 97, julio de 1990, pp. 3-10.

18 Véase R. García Manrique, «Socialismo y derechos fundamentales», en AAVV, Estudios en homenaje al profesor Peces- Barba, vol. 3, Dykinson, Madrid, 2008, pp. 589-614.

19 Véase J. Fontana, El futuro es un país extraño, op. cit., pp. 75-76.

20 Sobre el uso interesadamente abusivo del concepto de totalitarismo, véase el incisivo ensayo de S. Žižek, ¿Quién dijo tota- litarismo? Cinco intervenciones sobre el (mal) uso de una noción [trad. y notas de Antonio Gimeno Cuspinera], Pre-textos, Valencia, 2002.

21 Véase J. Ansuátegui Roig, «Argumentos para una teoría de los derechos sociales», Revista de Derecho del Estado, núm. 24, julio de 2010, pp. 45-64; L. Hierro, «Los derechos económico-sociales y el principio de igualdad en la teoría de los derechos de Robert Alexy», Doxa, núm. 30, 2007, pp. 249-271.

22 Véase M. Foucault, Seguridad, territorio, población. Curso del Collège de France (1977-1978) [ed. de Michel Senellart, François Ewald y Alessandro Fontana; trad. de Horacio Pons], Akal, Madrid, 2008.

23 G. Agamben, Homo sacer, op. cit., 1995, p. 136.

24 Véase por ejemplo M. E. Rodríguez Palop, La nueva generación de derechos humanos. Origen y justificación, 2ª ed., Dykinson, Madrid, 2010.

25 John Rawls, A Theory of Justice (Original edition), Library of Congress, Washington, 2005, pp. 60 y ss.

26 H. Arendt, «The rights of Man: What Are They?», Modern Review, núm. 3/1, 1949, pp. 24-36.

27 G. W. Friedrich Hegel, Grundlinien der Philosohie des Rechts (oder Naturrecht und Staatswissenschaft im Grundrisse, Suhrkamp, Francfort del Meno, 1970, pp. 339 y ss.

28 A. Negri, «Spinoza: una herejía de la inmanencia y de la democracia», en Spinoza y nosotros [trad. de Judith Revel], Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, p. 60.

29 Véase Fritz Schulz, Principios del derecho romano [2ª ed. revisada y corregida, trad. de Manuel Abellán Velasco], Civitas, Madrid, 2000, pp. 39-59.

Acceso al texto completo del artículo: La crisis y el desmantelamiento del Estado de derecho: de derechos a privilegios.


Los colegios de FUHEM contra las violencias machistas

El día 25 de noviembre, los colegios de FUHEM se sumaron al Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer con una serie de actividades destinadas a sensibilizar a la comunidad educativa de los tres centros educativos.

Collages, murales, microrrelatos o recetas de cuidados se pueden encontrar por los pasillos de los centros educativos. Desde Educación Infantil a Formación Profesional, el alumnado de los colegios Montserrat, Lourdes e Hipatia empleó su creatividad en unos trabajos que pueden consultarse en este álbum de fotos.

Desde Infantil a 4º de Primaria

La actividad de aula titulada "Recetas para cuidarnos” llevó al alumnado a reflexionar sobre cómo nos cuidamos a través de collages con recetas de cuidados que sirven para identificar aquellas conductas que nos ayudan a cuidarnos y a gestionar los conflictos desde la no violencia.

Desde 5º de Primaria a 4º de ESO

La actividad de aula "Microrrelatos contra la violencia de género" busca, a partir de la creación literaria, concienciar a la comunidad educativa en contra de la violencia machista.

Bachillerato y Formación Profesional

En los cursos de Bachillerato y Formación Profesinal se realizaron las siguientes actividades:

- Microrrelatos, acompañados de una imagen de denuncia.
- Imágenes/vídeos contrapublicitarios, que dan la vuelta a los roles de género en anuncios publicitarios o que denuncien la violencia machista en distintos ámbitos de la vida cotidiana.

El objetivo es concienciar al alumnado y a la comunidad educativa en general en contra de la violencia machista, favoreciendo la reflexión sobre la vida cotidiana.

La violencia de género que sufren las mujeres se da en múltiples formatos, desde la invisibilización cultural hasta la máxima expresión del asesinato. En España, se han producido 92 asesinatos de mujeres en los primeros 11 meses de 2018, cifra que se eleva a 1.000 muertes desde el año 2003.


Extractivismo, poder y violencia

Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, núm. 143, otoño 2018.

Extractivismo, poder y violencia aborda la nueva forma de definir las dinámicas extractivas contemporáneas, caracterizadas por los elevados volúmenes extraídos y su intensidad; su escaso procesamiento en el lugar de extracción; y su destino mayoritario a los mercados globales y que tiene graves consecuencias económicas, ecológicas, sociales y políticas sobre los territorios por los que se expande.

Pese al espejismo de la desmaterialización, uno de los pilares que sostiene el capitalismo tardío es la creciente extracción de materias primas para alimentar la gran factoría global del sistema de producción y consumo planetario, por ello, el extractivismo presenta una clara vinculación a la globalización, aunque sus impactos sean locales.

Este fenómeno se desarrolla mayoritariamente en los países del Sur global y adquiere tintes neocoloniales. Tiene lugar bajo muy diversos regímenes de propiedad y acceso, y en toda la gama de regímenes políticos.

Junto a los nada despreciables impactos socioecológicos que se produce en ambos extremos del proceso, el extractivismo, va acompañado de elevados niveles de desposesión con violencia, conflictividad y corrupción.

En la INTRODUCCIÓN, Santiago Álvarez Cantalapiedra, director de la revista, define el concepto de extractivismo, señala como éste hunde sus raíces en el capitalismo y en un nuevo colonialismo con diferentes formas de dominación, basadas ahora en reglas y relaciones económicas, comerciales, productivas y financieras, entre países formalmente independientes y soberanos, pero sumidos en un nuevo orden internacional poscolonial.

En este nuevo orden las olas globalizadores, la transnacionalización de las corporaciones empresariales y el imperialismo cultural, propician las alianzas entre élites internas y foráneas que posibilitan la apropiación e incorporación de la riqueza y de los recursos locales a los circuitos transnacionales.

El extractivismo despliega un amplio abanico de consecuencias sobre los territorios:

  • Económicas: profundiza el subdesarrollo y la condición periférica de los países por los que se expande.
  • Ecológicas: no contempla la naturaleza como un entramado de vida, sino como un stock de recursos que se pueden extraer, incorporar a los mercados y valorar monetariamente; por ello, se produce la destrucción de funciones y servicios ambientales cruciales para la vida y hace colapsar a los ecosistemas.
  • Sociales: la apropiación privada de los recursos naturales conduce a la expropiación de las condiciones materiales y culturales, de aquellos pueblos y comunidades cuya existencia depende de los ecosistemas que los albergan.
  • Políticas: las empresas transnacionales adquieren gra protagonismo debido a su posición dominante en la economía del país, determinando los ingresos públicos y los equilibrios en la balanza de pagos. Esto hace que su influencia en la política sea enorme, debilitando la vida democrática, capturando las instituciones del Estado y fomentando la corrupción y el clientelismo.

El monográfico del número 143 de Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global examina cuestiones relacionadas con el poder y las múltiples violencias generadas por el extractivismo a través, de los artículos de Mariana Walter y Eduardo Gudynas, sobre el papel que las empresas tienen en la defensa de los derechos humanos en el artículo de Ben Leather, los procesos de financiarización de los recursos mineros y de la propia naturaleza de la mano de Óscar Carpintero y Jose Manuel Naredo y algunos ejemplos situados en América Latina y China con textos de Elena Pérez Lagüela , José Luis Palacios, entre otros.

La sección ENSAYO incluye una reflexión de Fernando Oliván sobre los derechos humanos y un texto de Jean-Pierre Garnier sobre las ciencias sociales en perspectiva postcapitalista. Además, recoge una entrevista de José Bellver y Nuria del Viso con Michael T. Klare, experto en la geopolítica de los recursos naturales, y una entrevista a Manuel Martínez Llaneza, experto en teoría marxista, realizada por Salvador López Arnal.

PERISCOPIO incluye una experiencia sobre alternativas a la minería en Ecuador, de José Astudillo. El número se cierra con las reseñas incluidas en la sección LIBROS.

A continuacón, ofrecemos el Sumario del número completo, así como el acceso al texto completo de la INTRODUCCIÓN y al artículo destacado, que en este caso es el firmado por Eduardo Gudynas.

 SUMARIO

INTRODUCCIÓN
Extractivismos, modo de vida imperial y violencia, Santiago Álvarez Cantalapiedra.

ENSAYO
El complejo origen de la doctrina de los derechos humanos, Fernando Oliván.

Las ciencias sociales desde una perspectiva postcapitalista: ¿una puerta abierta a la ciencia-ficción?, Jean-Pierre Garnier.

ESPECIAL: EXTRACTIVISMOS, PODER Y VIOLENCIA

Extractivismo, violencia y poder, Mariana Walter.

Extractivismos: el concepto, sus expresiones y sus múltiples violencias
, Eduardo Gudynas.

Es hora de que las empresas reconozcan su papel fundamental en la defensa de los derechos humanos, Ben Leather.

Pueblos y comunidades frente a la encrucijada extractivista. El caso ecuatoriano, Patricio Carpio Benálcazar.

Sobre financiarización y neoextractivismo
, Óscar Carpintero y José Manuel Naredo.

El rol de la minería de América Latina en una sociedad descarbonizada, José-Luis Palacios, Guiomar Calvo, Alicia Valero, Antonio Valero y Abel Ortego.

Desarrollismo y tierras raras: orígenes y causas del extractivismo en China, Elena Pérez Lagüela.

PERISCOPIO

Propuestas alternativas a la minería en Río Blanco, Ecuador, José Astudíllo Banegas.

ENTREVISTA

Entrevista a Michael T.Klare
«La combinación de sequía extrema, escasez de agua, inseguridad alimentaria y desempleo rural agravarán las tensiones étnicas y estimularán las migraciones masivas», José Bellver y Nuria del Viso.

Entrevista a Manuel Martínez Llaneza
«No hay que tomar la obra económica de Marx como algo cerrado y acabado», Salvador López Arnal.

LIBROS

 

Información y compras:

Tel.: +34 914310280

Email: publicaciones@fuhem.es

Puedes adquirir la revista PAPELES en nuestra librería virtual, o bien en tu librería habitual.


Presentación del libro 'Ciudades en movimiento' en Conama 2018

La nueva publicación del Foro de Transiciones, titulada Ciudades en movimiento analiza más de doscientas políticas municipalistas de siete ciudades (Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Málaga, Vitoria y Coruña), ofreciendo un balance riguroso de su impacto desde la óptica de las transiciones ecosociales. Un trabajo que sistematiza las transformaciones que están sucediendo en las agendas políticas, los procedimientos, las alianzas, los conflictos, los relatos… mostrando los avances en cuestiones sociales y de participación ciudadana, así como las debilidades en temáticas ecológicas clave. Una forma de reflejar los cambios positivos y de llamar la atención sobre la postergada agenda ecosocial, de forma que decisores políticos, personal técnico y ciudadanía sean conscientes de las transformaciones que quedan pendientes, ya sea para protagonizarlas o padecerlas.

El libro está a la venta en varias librerías y en nuestra librería on-line, también se puede descargar en la página web del Foro de Transiciones.

La presentación de la publicación se realizó en la mañana del jueves, 29 de noviembre de 2018, desde las 9 a las 11.30 horas, en la Sala Bruselas del Palacio de Congresos de Madrid dentro del programa de Conama 2018:

Políticas urbanas en el Antropoceno, ¿paso corto y mirada larga?

Introduce y modera: Yayo Herrero. Cofundadora del Foro de Transiciones.

De 9 a 10 horas. Presentación. Las ciudades ante el Antropoceno.

  • Fernando Prats Palazuelo. Cofundador. Foro de Transiciones.

Presentación del informe 'Ciudades en movimiento. Avances y contradicciones de las políticas municipalistas ante las transiciones ecosociales'.

  • José Luis Fernández Casadevante. Foro de Transiciones.
  •  Nerea Morán Alonso. Foro de Transiciones.

De 10 a 11.30 horas. Debate: ¿Cómo están abordando las ciudades las transiciones ecosociales?

  • Agustín Hernández Aja. Grupo de Investigación en Arquitectura, Urbanismo y Sostenibilidad – GIAU+S. ETS de Arquitectura. Universidad Politécnica de Madrid.
  • Bárbara Pons Giner. Arquitecta. Departamento de Estrategia Urbana de la Agencia de Desarrollo Urbano. Barcelona Regional.
  • Isabela Velázquez Valoria. Directora de Proyectos. GEA 21-Grupo de Estudios y Alternativas.
  • Pablo Martínez Osés. Director General. Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas (UCCI).

El Foro de Transiciones, un “think tank” de corte ecológico y de composición transdisciplinar, es una iniciativa impulsada por las Fundaciones CONAMA y FUHEM desde finales de 2013 con el objetivo de elaborar, debatir y divulgar, desde la pluralidad, contenidos en torno al cambio de época, la amenaza real de colapso de los recursos, ecosistemas y ciclos naturales que sustentan la vida en el planeta y las propuestas para transitar hacia un estadio en el que los límites de biocapacidad del planeta puedan convivir con niveles de bienestar suficientes en una sociedad más justa y democrática.


70 Aniversario de los Derechos Humanos: hacia una visión integral

El pasado 10 de diciembre se conmemoró el 70 aniversario de la adopción por parte de la Asamblea General de la ONU de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, por eso desde FUHEM Ecosocial hemos dedicado el número 142 de la revista PAPELES de Relaciones Ecosociales y Cambio Global titulado “Derechos Humanos: hacia una visión integral”, a analizar la situación actual de los derechos humanos en el mundo, y hemos realizado un video promocional conmemorativo que podrás ver en su totalidad en nuestro canal de youtube y a través de esta noticia.

"Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros". -Art 1. Declaración Universal de Derechos Humanos.

Documfy ha elaborado para FUHEM Ecosocial un video promocional en torno al número de PAPELES dedicado a la evolución y situación actual de los Derechos Humanos.

 

 

Documfy es un equipo de profesionales de la comunicación que abarca todos los ámbitos: guión, cámaras, realización, edición y postproducción. Además, presta servicios a empresas para mejorar su presencia online con servicios de marketing y social media.


Deudocracia local, la troika en tu portal

Universidad del Barrio

Curso de Economía 2018/2019

Deudocracia local, la troika en tu portal

Llega una nueva sesión del Curso de Economía organizado por Teatro del Barrio, FUHEM Ecosocial, Economistas Sin Fronteras (EsF) y el Salmon Contracorriente, que tendrá lugar hoy a las 19 h.  

Este año abordamos, desde una perspectiva económica, distintas cuestiones que afectan al barrio y a nuestras vidas diarias. Se tratará por tanto de problemáticas corrientes que vivimos en nuestro día a día, pero que pueden analizarse desde un análisis económico más profundo y que parta a su vez de una visión más amplia que aquella que abunda en los manuales de economía.

Esta tarde hablaremos de cómo nos afectan las decisiones de la Troika (Banco Central Europeo, Comisión Europea y Fondo Monetario Internacional) y de cómo la tiranía de la limitación del déficit, la crisis de la deuda, y las políticas austericidas que se están llevando a cabo a nivel local impactan en nuestra vida diaria.

FECHA: lunes, 14 de enero.

HORA: 19 h.

LUGAR: Teatro del Barrio
C/ Zurita, 20, Madrid 28012

Contaremos con la presencia de:

Nuria Alonso Gallo, Profesora de Economía de la Universidad Rey Juan Carlos - URJC.

Carlos Sánchez Mato, Economista, Concejal del Ayuntamiento de Madrid

Modera:

Mario Rísquez, Investigador de Economistas sin Fronteras.

 

¡No te lo pierdas!


El alumnado de FUHEM protagoniza la transformación ecosocial

Una seña de identidad de los colegios de FUHEM es la apuesta por la educación ecosocial que se aborda de forma muy diferente: con actividades dentro y fuera de las aulas, la convivencia en el patio escolar, el modelo de alimentación en el comedor, la puesta en marcha de grupos de consumo... Y también, dada su importancia, la adaptación del currículo escolar. En este marco, destacan los proyectos protagonizados por el alumnado, encaminados a transformar nuestras sociedades en comunidades justas, democráticas y sostenibles.

El pasado mes de octubre tuvo lugar un encuentro de las chicas y chicos de ESO y Bachillerato que el curso anterior estuvieron impulsando algunos de esos proyectos. El encuentro congregó a unas 90 personas de Hipatia, Lourdes y Montserrat que intercambiaron sus experiencias distribuidas por temáticas.

Mejorar el medio ambiente

Entre los proyectos que persiguen la mejora ambiental, tuvimos la oportunidad de conocer la campaña “Residuo Cero” de Hipatia en la que, mediante juegos muy entretenidos, el grupo “Ecolegas” sensibiliza al conjunto del centro sobre la importancia del reciclaje.

Por su parte, un grupo de 4º de ESO del Colegio Montserrat nos explicó el proyecto “Un pueblo con una economía sostenible”. Se trata de un proyecto a través del cual el alumnado ha estudiado detalladamente todo lo que necesitaría un pueblo concreto de Valencia para ser sostenible. Además, han hecho incluso la investigación de lo que costarían las inversiones.

Los almuerzos en Hipatia se han modificado profundamente gracias a “Biopack. Desayunos saludables, sostenibles e inclusivos”. Ahora, todo el alumnado tiene disponible un tentempié saludable, ecológico y barato. Está siendo un exitazo en los recreos. La explicación teórica se convirtió en una experiencia práctica cuando, en el descanso de la sesión, el alumnado degustó algunos alimentos cocinados con esos criterios y elaborados por los compañeros de Grado Medio de Restauración.

Experiencias solidarias: lejanas y próximas

La segunda de las temáticas giró alrededor de iniciativas que se solidarizan con experiencias lejanas. El Colegio Lourdes presentó un proyecto muy consolidado, en el que llevan trabajando tres cursos, de solidaridad con los refugiados sirios del que ya dimos cuenta en el Boletín Intercentros. Un proyecto que están empezando a extender a otros territorios, como el Sahara Occidental.

Desde Montserrat, "La Marcha Reto” volvió a mostrar cómo es posible conjugar la educación física, el disfrute de la naturaleza y el apoyo a un proyecto escogido por el alumnado. Esta marcha, que se hace desde hace muchos años por la Sierra de Guadarrama, recauda gracias a las caminatas del alumnado una importante suma que se destina a distintos proyectos solidarios.

El alumnado que el curso pasado estuvo en 1º de Bachillerato en Montserrat organizó su viaje de fin de curso a Cádiz. Allí conocieron de primera mano el trabajo de Algeciras Acoge y se sensibilizaron sobre las condiciones y motivaciones de las personas migrantes. Todo ello les sirvió para reflexionar sobre la calidad de nuestro sistema democrático.

La solidaridad no es solo con lo lejano, sino también con las personas más cercanas. En este sentido, el Colegio Lourdes presentó su proyecto de voluntariado de apoyo escolar, a través del cual, el alumnado de los cursos de la ESO ayuda al de primaria en sus tareas escolares. La iniciativa, que se realiza por las tardes en el propio centro, no solo se ha generado aprendizajes entre el personal más menudo, sino que también los mayores han repasado muchos contenidos algo olvidados y han valorado las dificultades de enseñar.

Tanto en Hipatia como en Lourdes están funcionando programas de mediación escolar en los que el alumnado es el protagonista. Primero se forma sobre cómo prevenir conflictos, mediar en ellos y acoger a sus compañeras y compañeros. Después, se ponen en práctica esos aprendizajes y se convierten en referente.

En Hipatia se han reconceptualizado los viajes de fin de curso de 1º, 2º y 3º de ESO para convertirse en viajes de aprendizaje y servicio. Así, el curso pasado los viajes a Galicia, Cantabria y La Rioja fueron el escenario para limpiar playas y ayudar en la repoblación de terrenos quemados. Estos aprendizajes los han enlazado con el currículo formal. El resultado han sido viajes más placenteros, significativos y… baratos.

Transformar los espacios del Colegio

El cuarto bloque fue el de transformación de espacios, porque los espacios también educan, y mucho. En Lourdes han modificado el patio de infantil, primaria y secundaria para convertirlo en un espacio polifuncional que se adapta mejor a la diversidad del alumnado. Y lo han hecho contando con su participación activa, desde el diseño del nuevo espapcio hasta la ejecución.

Además de los patios, también ha revivido el huerto escolar. Ahora es un espacio de aprendizaje no solo de técnicas agronómicas, sino de los contenidos correspondientes a muchas asignaturas. El huerto se ha convertido en un aula viva de matemáticas, geografía o lengua en un proyecto muy similar al que se está desarrollando en Montserrat.

Iniciativas de lucha feminista

El último área que se abordó fue la de feminismo, que resultó ser el que más interés despertó entre el alumnado, con un aula abarrotada de personas deseando aportar y escuchar. Se explicó el trabajo del grupo “Atenea” de Montserrat y también del intenso trabajo alrededor del 8 de Marzo y la huelga de mujeres de ese día en Lourdes.


Comunes urbanos frente a la ciudad negocio

CURSO DE ECONOMÍA 2018 / 2019

Universidad del Barrio.

Comunes urbanos frente a la ciudad negocio.

Las ciudades son el punto neurálgico de la economía capitalista. En ellas se encuentran las sedes de los grandes bancos y los fondos de inversión. Sin embargo, las ciudades también son campo de experimentación para nuevas prácticas de iniciativa comunitaria, de colectivización de bienes comunes.

Frente a grandes crisis, se practican grandes soluciones que merece la pena ser contadas.

Contaremos con la intervención de:

  • César Roa, ensayista.

Modera: Genoveva López.

FECHA: Lunes 19 de noviembre.

HORA: 19 h.

LUGAR: Teatro del Barrio.

              C/ Zurita, 20

              28012 Madrid

              Metro Lavapiés.


Amenazas climáticas, injusticia ambiental y violencia

Amenazas climáticas, injusticia ambiental y violencia
Santiago Álvarez Cantalapiedra
Director de FUHEM Ecosocial
Boletín ECOS, núm. 44, sept.-nov. 2018

Aunque el cambio climático no sea más que una de las vertientes de la gran crisis ecosocial, es sin duda la que mejor ilustra la gravedad de la situación en que nos encontramos. Los impactos de los fenómenos climáticos extremos, el incremento de la superficie anegada por la elevación del nivel del mar y la degradación paulatina de los ecosistemas como consecuencia de las alteraciones atmosféricas y edafológicas amenazan con tensionar las sociedades. El calentamiento global está provocando que cada vez más personas vean amenazadas las condiciones sociales y naturales sobre las que descansa su existencia. Se estima que en la última década entre 200 y 300 millones de personas han resultado damnificadas cada año por desastres naturales o accidentes tecnológicos. La aceleración de los desastres climáticos, la disminución de recursos vitales por degradación o agotamiento y una población mundial en incesante aumento, constituyen los elementos de un cóctel explosivo que requiere otra gobernanza para evitar la violencia y garantizar la paz y la seguridad en el planeta.

   En el archipiélago noruego de Salbard, en el océano Glacial Ártico, se encuentran la Bóveda Global de Semillas y el Archivo Mundial del Ártico. La Bóveda, que se empezó a construir a finales del año 2006, está excavada bajo el permafrost y rodeada de una gruesa capa de roca que mantiene la temperatura ambiente a un nivel de congelación sin necesidad de recurrir a sistemas eléctricos. Allí se albergan cientos de millones de semillas con el propósito de preservar la biodiversidad del planeta del desastre que ya ha comenzado con la expansión mundial del sistema agroalimentario industrial y los efectos del cambio climático. En marzo del año 2017 se inauguró oficialmente el Archivo del Ártico. Emulando al banco mundial de semillas, ofrece un lugar seguro para datos y conocimientos relevantes de la humanidad ante la amenaza de un desastre global. Al igual que la Bóveda, el Archivo está preparado para resistir catástrofes naturales, conflictos armados y ciberataques puesto que la información almacenada no se encuentra en red. Los documentos se guardan en un formato de película que puede resistir más de 500 años sin corromperse, una tecnología desarrollada por la compañía noruega Piql. En la página web de esta empresa se revela la intención con que ha sido construido este peculiar archivo: «para asegurar que nuestra memoria digital esté disponible para las generaciones futuras, en un mundo donde pocos lugares están a salvo de desastres, ya sean naturales o provocados por el ser humano».1

    No muy lejos de ahí, en la pequeña ciudad noruega de Ballangen, en el condado de Nordland, se va a alojar el centro de datos más grande del mundo. Kolos,2 la empresa de capital noruego y estadounidense que promueve este proyecto, ofrece un data center invulnerable ante eventuales amenazas en el suministro eléctrico. El almacenamiento y procesamiento de datos requiere grandes cantidades de energía. ¿De qué forma se puede garantizar una potencia de procesamiento de más de 1.000 MW en el contexto de una crisis energético-climática como la actual? El proyecto de la empresa Kolos pretende ser la respuesta. La ubicación no es casual: la planta de Ballangen, de 600.000 metros cuadrados y rodeada de aguas gélidas en tres de sus frentes, está bien conectada debido al cable de fibra desplegado en el pasado aprovechando las líneas del ferrocarril presentes en esta región de tradición minera; las bajas temperaturas del ambiente y de las aguas refrigerarán sus servidores con un consumo energético mínimo y la disponibilidad de abundante energía hidroeléctrica en la zona permitirá ?según Mark Robinson, CEO de Kolos? escalar en un futuro hasta dos gigavatios de energía renovable consumible.

Allá donde se mire se encuentran razones para la alarma. No sólo hemos hecho del planeta un inmenso vertedero, también la basura humana se acumula en las órbitas terrestres representando una amenaza que los ministerios de defensa contemplan con verdadera preocupación. España ya ha puesto en marcha el embrión del futuro Centro de Operaciones de Vigilancia Espacial (COVE).3 Aparte de los 4.700 satélites orbitando alrededor de la Tierra (de los que solo 1.419 están operativos), hay también pululando por el espacio ?según la Agencia Espacial Europea? otros 29.000 objetos de más de 10 centímetros, 750.000 de un tamaño comprendido entre 1 y 10 centímetros y 166 millones con unas dimensiones que oscilan entre un milímetro y un centímetro. Este conjunto de chatarra ha convertido la exosfera en un vertedero espacial. Un objeto del tamaño de una canica que viaja a una velocidad superior a los 29.000 km/h se convierte en un proyectil de consecuencias devastadoras. El impacto contra un satélite o una estación espacial puede causar daños muy graves en su estructura, provocando un efecto de colisiones en cadena que se conoce como el «síndrome de Kessler». El riesgo, por tanto, no está en que un trozo de satélite caiga sobre nuestras cabezas, sino en las colisiones que pueden producirse, dañando los satélites y colapsando las comunicaciones en la Tierra. En consecuencia, la amenaza que justifica a esta nueva unidad del ejército no es un ataque deliberado del enemigo contra los sistemas espaciales, ni siquiera una de esas invasiones extraterrestres a las que nos tiene acostumbrados Hollywood, la preocupación real es la basura espacial, esa nube de más de 8.100 toneladas de material orbitando alrededor de la Tierra que implica un riesgo para el funcionamiento de una sociedad que cada día depende más de los sistemas de comunicación por satélite.

Estos ejemplos ilustran hasta qué punto las sociedades actuales, con sus largas cadenas de acción y sus interdependencias complejas, resultan cada vez más vulnerables a fallos o quiebras en algunos de sus componentes sistémicos. Interrupciones en las telecomunicaciones, problemas en el abastecimiento energético, intensas olas de calor, recurrentes sequías o inundaciones resultantes de lluvias torrenciales disparan el riesgo de colapso en un sistema social en el que los principios de organización que lo regulan se caracterizan por ofrecer bajos rangos de resiliencia.

Las amenazas de la crisis ecológica global y la «era de las consecuencias»

Siendo tan vulnerables nuestras sociedades, resulta sorprendente la poca preocupación que mostramos ante la dimensión –sin parangón– de las amenazas de la actual crisis ecológica. Es una crisis global y de carácter multidimensional en la que sus diferentes facetas se combinan y refuerzan. Nos encontramos en un escenario inédito para el que apenas estamos preparados, y que se caracteriza por la convergencia catastrófica de una creciente escasez de recursos estratégicos con una pérdida vital de biodiversidad y una desestabilización abrupta del clima como consecuencia del desborde de la capacidad del planeta para absorber los gases de efecto invernadero que genera la actividad económica.

La magnitud que ha alcanzado la actividad económica en relación con la biosfera y el tipo de metabolismo socioeconómico que la civilización industrial capitalista ha ido extendiendo por todo el planeta, particularmente a partir de la última ola globalizadora, proyectan enormes riesgos sobre el bienestar social de la humanidad y amenazan las condiciones más fundamentales para la existencia de centenares de millones de personas. No debemos olvidar en qué situación nos encontramos: la huella ecológica conjunta de la humanidad superó la biocapacidad del planeta a mediados de los años ochenta del siglo pasado, y frente a esta situación de extralimitación, lejos de reestructurar y redimensionar el orden socioeconómico, el camino que se emprendió en aquel momento –con la llegada al poder del neoliberalismo– fue el de una globalización cuyos efectos no han servido más que para agravar los problemas ecosociales y preservar los privilegios de una elite y los estilos de vida de una clase consumidora cada vez más transnacional. El modelo de desarrollo occidental que ha colonizado los imaginarios y los deseos de gran parte de la población del mundo deviene en bien posicional de imposible universalización. La forma en que ha cristalizado la actual civilización industrial jamás podrá funcionar como principio universal. Una economía así sólo puede sostenerse si el poder se acumula en una parte del mundo y se aplica en la otra. La apropiación de la riqueza por unos pocos implica la desposesión de la mayoría. Acierta el Papa Francisco cuando afirma en la encíclica Laudato si’ que «no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socioambiental» [nº 139]. En el contexto de esta única y compleja crisis ecosocial, la lógica económica que la provoca se convierte también en fuente de tensiones y conflictos que abren la puerta a la violencia.

Convergencia catastrófica es la expresión que utiliza Christian Parenti4 para señalar cómo los impactos de la crisis ecológica se combinan con los de otras crisis preexistentes ligadas a la pobreza y a la desigualdad, multiplicando y amplificando los conflictos allí donde se da esa convergencia. Las más afectadas se sitúan en la franja comprendida entre el Trópico de Cáncer y el de Capricornio, donde se ubica lo que el propio Parenti denomina el ‘Trópico del caos’, formado por un cinturón de estados poscoloniales, económica y políticamente maltratados que se extiende en torno al ecuador del planeta y donde el cambio climático comienza a golpear más fuerte por su importante dependencia de la agricultura y la pesca y, por tanto, por su mayor vulnerabilidad a los cambios en los patrones climáticos. En esa banda situada entre los dos trópicos se sitúan 46 países con una población de 2.700 millones de personas, en los que los efectos de la interacción entre cambio climático y problemas económicos, sociales y políticos incrementarán el riesgo de conflictos violentos.5

Hemos entrado en la Era de las consecuencias, un periodo en el que debemos convivir de forma inevitable con las consecuencias de la crisis ecológica y, en particular, con las del cambio climático. Aunque el cambio climático no sea más que una de las vertientes que genera tensiones y amenazas,6 las asociadas a la desestabilización del clima son quizá las que mejor ilustran la gravedad de la situación en la que estamos: los impactos de los fenómenos climáticos extremos, el incremento de la superficie anegada por la elevación del nivel del mar y la degradación paulatina de los ecosistemas como consecuencia de las alteraciones atmosféricas y edafológicas, amenazan con tensionar cada vez más las sociedades. El calentamiento global es, sin duda, la principal amenaza existencial de nuestros días.

Las amenazas climáticas

La desestabilización del clima es un fenómeno en curso que se advierte con contundencia en la actualidad. Frente a este proceso, podemos concertar acciones para mitigar sus efectos, pero ya es demasiado tarde para revertirlo por completo o eliminarlo. Esto significa que independientemente de lo que hagamos seguiremos viviendo en un mundo de cambio climático.

Sólo tenemos que contemplar los daños que provocaron los huracanes Harvey, Irma y María en el Golfo de México durante el año 2017 para hacernos una idea de lo que implica el calentamiento global. El tifón Haiyán, el más potente de los registrados hasta el momento, arrasó literalmente grandes áreas de Filipinas en el año 2013. Con motivo de la inusual ola de calor que padecieron los países nórdicos y Siberia en los meses de junio y julio del año 2018, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) emitió un comunicado7 en el que se señalaba que «una climatológica extrema que incluye temperaturas muy elevadas, sequía y precipitaciones catastróficas, ha marcado la primera parte del verano en el hemisferio norte», provocando grandes incendios, cortes de energía eléctrica, alteraciones en los transportes y en otros servicios públicos (como los hospitalarios, por el número de personas afectadas). La excepcionalidad se está convirtiendo en la norma si atendemos a lo que la propia OMM lleva tiempo señalando: cada año la temperatura media del planeta registra un nuevo máximo, siendo la última década la más cálida desde que en 1850 empezaran a efectuarse los primeros registros.

En el período que transcurre desde la Revolución Industrial a nuestros días, la temperatura media mundial se ha elevado un grado centígrado. Este incremento ha sido suficiente para potenciar muchos de los fenómenos climáticos que se observan en la actualidad: olas de calor cada vez más frecuentes e intensas, sequías, tormentas y ciclones que arrasan cultivos, ocasionan incendios de magnitudes calóricas muy superiores a una bomba atómica8 e inundaciones catastróficas que causan cientos de muertes y miles de damnificados. Estos fenómenos, cada vez más extremos y menos excepcionales, provocan, además de altos costes económicos, un agravamiento del hambre y la pobreza en las zonas afectadas, actuando como catalizadores en guerras y conflictos.9 Todo ello con el incremento de un solo grado. Con las tendencias que marcan las dinámicas e inercias socioeconómicas actuales, llegaremos en el mejor de los escenarios a un incremento de dos grados en los próximos decenios hagamos lo que hagamos. Las consecuencias las percibimos ya en el presente, pero son impredecibles para el futuro más inminente.

Con el cambio climático los fenómenos meteorológicos extremos se están incrementando en frecuencia e intensidad y, en consecuencia, también el riesgo de los desastres sociales vinculados con el clima.10 El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo Humano advierte de este aumento a lo largo del último siglo: si entre 1901 y 1910 se tuvo constancia de 82, entre 2003 y 2012 se registraron más de 4000.11 Y el proceso se está acelerando peligrosamente en los últimos años. La Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNISDR, en sus siglas en inglés), encargada de estudiar los impactos y costes de los fenómenos extremos que provoca la desestabilización del clima, señala que la media de 335 desastres anuales registrados en los últimos diez años (entre 2005 y 2015) representan un 14% más que en la década anterior y más del doble de los acontecidos en los ochenta. La incidencia es mayor en los países de renta media y baja, donde la población sufre de forma desproporcionada los efectos de fenómenos climáticos extremos (sequías, inundaciones y tormentas). El número de desastres en esos países se ha duplicado desde el principio de la década de 1990.



La amenaza de la elevación del nivel del mar

El número de desastres vinculados al clima se ha incrementado en todos los continentes en las últimas tres décadas, pero no es esta la única amenaza. También el nivel del mar se está elevando y amplias zonas del litoral corren el riesgo de verse anegadas. El proceso se ha acelerado en las últimas décadas: «Desde 1870 hasta el año 2000 el mar se elevó casi 20 cm. Pero en sólo 24 años, de 1993 a 2017, se ha elevado 8,8 cm, una cantidad mucho mayor».15

Un porcentaje significativo de la población mundial se encuentra amenazada por esta subida del nivel de las aguas: hasta 650 millones de personas viven en zonas que serán completamente cubiertas por el mar o que sufrirán niveles de inundación crónica de continuar las tendencias actuales (véase tabla anterior). Para los 51 pequeños estados insulares en desarrollo, esta circunstancia representa una auténtica amenaza existencial. Gran parte del territorio de estos países apenas se eleva unos centímetros sobre el mar y se encuentran localizados, en su gran mayoría, en zonas donde son frecuentes los ciclones tropicales. Sin haber contribuido al problema del cambio climático, son los que sufrirán con mayor crudeza las consecuencias del calentamiento global.

Las personas afectadas no tienen muchas más alternativas que emigrar o pedir refugio, sin que aún exista en este último caso una figura jurídica consensuada para proteger a estos grupos de desplazados por motivos ambientales. Con todo, resulta cada vez más difícil clasificar los desplazados según las causas. Las condiciones socioeconómicas están cada vez más relacionadas con los problemas ecológico-ambientales, por lo que resultan complicadas distinciones que antaño parecían claras entre desplazamientos forzados y migraciones voluntarias.

Degradación de los ecosistemas e inseguridad humana

Los impactos del calentamiento global no se reducen a los desastres generados por los fenómenos climáticos extremos o la elevación del nivel del mar. La modificación de los patrones del clima está generando también otras muchas alteraciones, como cambios en los regímenes de lluvias, en el grado de humedad de las tierras de cultivo y en los ritmos de erosión del suelo; también está incrementando el estrés hídrico de muchas zonas y provocando alteraciones en la flora y en la fauna.

La degradación de los suelos y la desertificación se encuentran sin duda entre las principales amenazas, y sintetizan como ninguna los bucles con que se retroalimentan los cambios socioecológicos en que estamos inmersos. Esa degradación es consecuencia de la combinación de las alteraciones climáticas con los cambios en los usos del suelo y en las prácticas de gestión, asociados ambos a la agricultura industrial y, en menor medida, a los procesos de urbanización y construcción de infraestructuras.17 Pero si la pérdida de biodiversidad y el cambio climático contribuyen a poner en peligro la salud y la productividad de los suelos, a su vez la propia degradación de los suelos ayuda a acelerar el cambio climático y la hecatombe de la biodiversidad, incrementando la vulnerabilidad de miles de millones de personas.18 En general, la desestabilización del clima está creando unas condiciones ambientales mucho más adversas que, al afectar a la producción de alimentos, al suministro de agua o a la salud pública, provocan crecientes situaciones de inseguridad humana por hambrunas, pandemias o desplazamientos forzados de población.

Los últimos informes de la FAO sobre la seguridad alimentaria advierten de un cambio de tendencia en la lucha contra el hambre en el mundo.19 Después de tres lustros de avances, se ha revertido el proceso en los últimos años de manera que en 2017 había la misma cantidad de hambrientos que en 2010. Otros indicadores del estado nutricional también se han degradado, como por ejemplo, la prevalencia de anemia en mujeres en edad reproductiva, que se ha incrementando en los últimos años pasando del 30,3% en 2012 al 32,8% en el año 2016. La FAO señala tres factores como principales responsables de este cambio de tendencia: los conflictos armados, el cambio climático y las crisis económicas.

Son factores que además se relacionan entre sí. El informe del año 2017 puso su atención en el nexo entre los conflictos violentos y hambre, resaltando cómo la violencia atenta contra la seguridad alimentaria de las poblaciones afectadas y este deterioro contribuye, a su vez, al agravamiento del propio conflicto en un terrible círculo vicioso. El 60% de los hambrientos del mundo vive en países en guerra o con graves conflictos violentos, y esos conflictos se han visto agravados –en los casos de Siria, Sudán del Sur, Somalia o Yemen– por perturbaciones relacionadas con el clima. En el informe correspondiente al año 2018 se señala que la propia variabilidad climática y los eventos extremos son responsables en gran medida tanto del reciente despunte del hambre en el mundo como de las principales crisis alimentarias que se han vivido en los últimos años en numerosos países. Las graves sequías vinculadas a la intensidad del fenómeno El Niño de 2015 y 2016 aparecen como principales culpables.

Catástrofes sociales e injusticia ambiental

Los fenómenos climáticos extremos y los impactos que sobre los ecosistemas tienen los cambios en las temperaturas y las precipitaciones, hacen que cada vez más personas vean amenazadas las condiciones naturales y sociales sobre las que descansa su existencia. Entre todos los colectivos amenazados, los pobres son los más vulnerables.

El cambio climático pasa la factura más gravosa a los pobres, que por otro lado son quienes menos han contribuido a su creación. El calentamiento global lleva en su seno la injusticia socioambiental. La población menos responsable de generar el problema es la más vulnerable ante sus consecuencias. Es así por varias razones: 1) por su mayor grado de exposición: viven en zonas especialmente sensibles a los estragos de la catástrofe y a los vertidos de contaminantes de la actividad económica (habitan edificaciones precarias en suburbios situados en laderas frágiles o en asentamientos con alto riesgo de inundaciones); 2) gozan de menor protección que el resto de la población en materia de instituciones e infraestructuras: sufren en mayor medida las instituciones gubernamentales poco fiables; viven donde los sistemas de alarma y prevención suelen ser inexistentes, las infraestructuras protectoras –diques, barreras, motores de bombeo, etc.– insuficientes y las instalaciones de emergencia sanitarias y de transporte inadecuadas; 3) carecen de los recursos necesarios para manejar los riesgos, mitigar los efectos y emprender la reconstrucción; y, 4) no hay que olvidar el impacto clasista y racista de las operaciones de salvamento y ayuda durante los desastres (como ya sabíamos por el Titanic y han demostrado con crudeza los casos del huracán Katrina que asoló Nueva Orleans en 2005 y del huracán María que devastó Puerto Rico en 2017).

El ejemplo del Katrina

Los desastres sociales asociados a los eventos climáticos extremos son una oportunidad magnífica para diseccionar la sociedad que los sufre.20 El huracán Katrina dejó al descubierto muchos aspectos que en situaciones normales suelen pasar desapercibidos.

Antes, durante y después de la catástrofe, la desigualdad fue la verdadera protagonista. Los especialistas habían anticipado lo que finalmente ocurrió. Ya se sabía entonces lo que todo el mundo sabe hoy: que como consecuencia del calentamiento global la fuerza de los huracanes se había acrecentado, que el nivel del mar se está elevando y que las barreras naturales que protegen la costa del Estado de Luisiana de las mareas ciclónicas se estaban degradando a pasos agigantados por causa de las explotaciones petrolíferas de la zona. También era sabido que los diques de Nueva Orleans no aguantarían la fuerza de un Huracán como el Katrina y que los que se encontraban en peor estado eran aquellos que protegían a los barrios más humildes, habitados principalmente por afroamericanos. A pesar de ello, se recortaron las partidas para su mantenimiento al mismo tiempo que el gobierno norteamericano incrementaba los recursos destinados a la guerra de Irak y a reforzar la frontera con México.21 La mayoría de los planes de evacuación se diseñaron sobre el supuesto de que la gente tenía sus propios medios de transporte, aunque era sabido que los ancianos, los pobres y la gente sin hogar no disponían de coche. Había suficientes autobuses escolares para facilitar una evacuación rápida a miles de personas, pero finalmente esos vehículos no se utilizaron quedando anegados en sus cocheras. Los planes de evacuación y de choque ante el huracán no sólo revelaron incompetencia, sino también ?como denunció Mike Davis? el grado de «negligencia criminal» y de «darwinismo social» con que la administración Bush gestionó el suceso, una muestra más de que, en la historia de aquel país, «las catástrofes han sido siempre el escenario de la lucha de clases y de las luchas raciales».22

La violencia es una opción

La escasez, la penuria o los desplazamientos forzados y masivos que padecen los damnificados por los desastres socioambientales no tienen por qué conducir a la violencia. Pero hay que tener presente que la violencia siempre constituye una opción cuando no se dan otras respuestas. La cuestión es: ¿cómo reaccionamos las personas y las instituciones ante las amenazas? Las conductas personales varían mucho en medio de los conflictos y el caos generado por los desastres naturales. Suele aflorar lo mejor y lo peor. El ser humano está atravesado de miedos y egoísmo, pero también de audacia, generosidad y compasión. Esta variabilidad en la conducta humana deberá tenerse en cuenta a la hora de anticipar los efectos de una crisis climática.23 Como deberá tenerse en cuenta qué respuestas se ofrecen desde las instituciones obligadas a prestar auxilio. Con el Katrina (al igual que ha ocurrido recientemente en Puerto Rico con el huracán María), la gente que quedó atrapada en la ciudad se sintió abandonada. El rescate no se produjo y los auxilios prometidos no llegaron nunca. Cuando a la gente se la abandona a su suerte, «¿quién puede creer que quienes lo han perdido todo puedan mirar pasivamente los almacenes cerrados donde se pudren los alimentos en frigoríficos sin suministro eléctrico?».24 Parece que los únicos capaces de mantener esas creencias son los mandatarios que, cuando observan que la gente empieza a organizarse para recolectar los alimentos que necesitan, interpretan esos hechos como actos vandálicos que deben ser reprimidos. En Nueva Orleans, la policía y la Guardia Nacional recibieron órdenes de interrumpir sus labores de rescate y empezar a defender la propiedad privada mediante el uso de una violencia que hasta entonces no se había manifestado.

Las catástrofes sociales vinculadas a los sucesos climáticos reflejan desigualdades en las oportunidades de vivir y sobrevivir, descubren deficiencias y sesgos graves en los procedimientos y mecanismos de protección y auxilio a las víctimas y «demuestran que la violencia es siempre una opción de la actuación disponible».25 Es una opción para las víctimas cuando se sienten abandonadas y criminalizadas por quienes les niegan el auxilio, y es una opción para quienes ven en la catástrofe una magnífica ocasión para proseguir y acentuar la guerra que ya tenían declarada a los pobres.

Disponible el artículo en formato pdf: Amenazas climáticas, injusticia ambiental y violencia.

NOTAS:

1 https://www.piql.com/arctic-world-archive/

2 http://kolos.com/

3 M. González, «El Ejército del Aire crea un centro de vigilancia de la amenaza espacial», El País, 16 de agosto de 2018, disponible en: https://elpais.com/politica/2018/08/15/actualidad/1534358276_285238.html.

4 C. Parenti, Tropic of Chaos, Nation books, Nueva York, 2011, y también el capítulo «La convergencia catastrófica: militarismo, neoliberalismo y cambio climático», en N. Buxton y B. Hayes (eds.), Cambio Climático S.A., FUHEM Ecosocial, Madrid, 2017, pp. 49-65.

5 C. Parenti, Op. cit, p. 52.

6 También la apropiación, el control y escasez de recursos estratégicos han provocado históricamente pulsiones imperialistas y tensiones geopolíticas entre los países. Tampoco se puede olvidar que las actividades de extracción, procesamiento y comercialización de los recursos provocan siempre una miríada de conflictos ecosociales relacionados con la desigual distribución de costes y riesgos socioambientales.

7 https://public.wmo.int/en/media/news/july-sees-extreme-precipitation-and-heat.

8 M. Castellnou y A. García, «Incendios como bombas atómicas», El País, 24 de julio de 2018, disponible en: https://elpais.com/elpais/2018/07/24/opinion/1532457837_710821.html. El artículo comienza con estas palabras: «Es sabido que los incendios forestales son cada vez más grandes, más veloces y más intensos. Aún así, lo que la comunidad científica observó atónita en 2017 en diversos puntos del planeta es algo escalofriante hasta para los especialistas en la materia. Los incendios forestales del 2017 pusieron más cenizas en la atmósfera que respiramos que diez años de erupciones volcánicas. Las intensidades caloríficas emitidas por los incendios de junio y octubre en Portugal fueron respectivamente de 68 y 142 veces la de la bomba atómica de Hiroshima».

9 Lo viene advirtiendo con especial insistencia la FAO en sus últimos informes (SOFI 2017 Y 2018); volveremos sobre ello más adelante.

10 Esta información se obtiene de la Base Internacional sobre Desastres (EM-DAT), de la que son responsables la Oficina de Asistencia de Desastres en el Extranjero y el Centro de Investigación sobre la Epidemiología de los Desastres (OFDA/CRED) de la Universidad Católica de Lovaina en Bruselas (Bélgica). Según dicha base, los desastres ahí registrados pueden ser de origen climático o geológico, y se considera que un desastre es un evento que cumple uno de los siguientes criterios: 1) ha causado diez o más muertes; 2) 100 o más personas han resultado afectadas; 3) se ha declarado el estado de emergencia; o 4) se ha hecho una petición de ayuda. Atendiendo al origen, queda claro que las crisis y perturbaciones económicas, cuyos impactos sobre la vida de la gente son en ocasiones superiores a los de estos desastres, quedan excluidos. Los detalles de la metodología de EM-DAT y las organizaciones asociadas se pueden encontrar en la web www.emdat.be.

11 PNUD, Informe de desarrollo humano 2014, Nueva York, 2014, p. 55.

12 UNISDR, The Human Cost of Weather-Related Disasters 1995-2015, United Nations General Assembly Resolutions, Ginebra, 2015, disponible en: https://www.unisdr.org/2015/docs/climatechange/COP21_WeatherDisastersReport_2015_FINAL.pdf.

13 O. D. Bello, «Desastres, crecimiento económico y respuesta fiscal en los países de América Latina y el Caribe, 1972-2010», Revista de la CEPAL, núm. 121, abril de 2017, p. 10.

14 FAO, FIDA, UNICEF, PMA, OMS, El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo. Fomentando la resiliencia climática en aras de la seguridad alimentaria y la nutrición, Roma, 2018, p. 41.

15 B. Celis y C. Laorden, «El cambio climático», El estado del planeta, núm. 2, FAO/El País, 2018, p. 36.

16 Climate Central, «New Analysis Shows Global Exposure to Sea Level Rise», 23 de septiembre de 2014, disponible en: http://www.climatecentral.org/news/new-analysis-global-exposure-to-sea-level-rise-flooding-18066.

17 Otra manifestación de los cambios en los usos del suelo es la deforestación. En los primeros tres lustros del presente siglo se ha producido una pérdida permanente de superficie forestal equivalente a la de España y Alemania juntas: unos 50.000 km² cada año. Véase P. Curtis, C. M. Slay et al., «Classifying drivers of global forest loss», Science, Vol. 361, núm. 6407, 14 de septiembre de 2018, pp. 1108-1111, disponible en: http://science.sciencemag.org/content/361/6407/1108.

18 UNCCD, Perspectiva global de la tierra, Secretaría de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, Alemania, 2017. Véase también el World Atlas of Desertification (WAD) [La versión más reciente apareció el 21 de junio del 2018, y se puede descargar en: https://wad.jrc.ec.europa.eu/download.

19 En concreto los dos últimos, correspondientes a los años 2017 y 2018, cuyos títulos son, respectivamente, los siguientes: El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2017. Fomentando la resiliencia en aras de la paz y la seguridad alimentaria, FAO, Roma, 2017, disponible en: http://www.fao.org/3/a-I7695s.pdf; y El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2018. Fomentando la resiliencia climática en aras de la seguridad alimentaria y la nutrición, FAO, Roma, 2018, disponible en: http://www.fao.org/3/I9553ES/i9553es.pdf.

20 J. Macle Cruz, «El huracán como instrumento de análisis de la sociedad», Sin Permiso, 12 de septiembre de 2017, disponible en: http://www.sinpermiso.info/textos/el-huracan-como-instrumento-de-analisis-de-la-sociedad.

21 Ante estas prioridades en el gasto, Mike Davis señaló con amarga ironía que, si los diques que protegían Nueva Orleans hubieran sido tan altos como el triple muro construido entre San Diego y Tijuana para evitar la inmigración, las aguas no habrían asolado la ciudad (Entrevista con Mike Davis, en P. Le Tréhondat y P. Silberstein, Katrina, el desastre anunciado, El Viejo Topo, Barcelona, 2005, pp. 119-129).

22 M. Davis, ibídem, p. 123.

23 P. Green, «Conformar las respuestas comunitarias frente a la catástrofe», La situación del mundo 2013: ¿Es aún posible lograr la sostenibilidad?, The Worldwacth Institute, FUHEM Ecosocial/ Icaria, Madrid/ Barcelona, 2013, pp. 531-545.

24 Le Tréhondat y P. Silberstein, op. cit., p.61.

25 H. Welzer, Guerras climáticas, Katz Editores, Buenos Aires, 2010, p. 50.