Diversidad y política pública

Las sociedades actuales son multiculturales. La presencia de la inmigración conlleva la
representación de rasgos de otras culturas, lenguas, costumbres y religiones, que acompañadas de una intensificación en la circulación de ideas, imágenes e iconos a través de unos medios de comunicación e información cada vez más omnipresentes, componen la visión de una sociedad diversa. Nos encontramos ante uno de los retos más importantes para la vida en democracia.
En pocos años hemos pasado de un modelo de sociedad monocultural, donde lo diverso era interpretado en términos de anomalía o patología, a otro donde la diversidad forma parte constitutiva de la sociedad y se convierte en su cultura. Es un contexto en el que, sin embargo, no faltan conflictos debidos a las diferencias. De ahí la necesidad de construir políticas públicas de reconocimiento de la identidad sociocultural para que se pueda articular de manera satisfactoria la convivencia.
El autor considera que las políticas públicas, no deben ser unidimensionales, sino que tienen que tener en cuenta que los bienes que distribuyen (salud, educación, seguridad, cultura, etc.) tienen como receptor a un público cada vez más heterogéneo. A partir de esta premisa, las políticas públicas deben orientarse a lograr la coexistencia de diferentes culturas y tradiciones en una esfera pública inicialmente ocupada por una cultura dominante, y ser capaces de gestionar la diversidad, que se ha convertido en sí misma en una forma de cultura.