Europa: una deriva liberal que prolonga la crisis, cuestiona los principios democráticos y banaliza el mal

Las autoridades nacionales y europeas están llevando a cabo una gestión de la crisis que contribuye a agravar las debilidades de las economías europeas y que resulta contraproducente para reducir los niveles de déficit y de deuda, suponiendo que esto sea el objetivo realmente perseguido. La gestión de esta crisis parece más bien ir encaminada a imponer un nuevo modelo competitivo basado en una mayor restricción salarial y un desmantelamiento de los elementos centrales del acervo social europeo. Unas políticas económicas que banalizan y legitiman el mal, a la vez que erosionan los principios democráticos.

El autor aborda, en primer lugar, las consecuencias acarreadas por la crisis definitiva de la relación salarial fordista y el creciente cuestionamiento de los pilares constitutivos del Estado del bienestar. En la actualidad, la crisis y la dinámica perversa deuda-deficit son reinterpretadas con el objetivo de imponer una política “austeritaria” que supone un cuestionamiento sin precedentes de los derechos laborales, salariales y sociales que se habían ido asentando desde la posguerra.
En segundo lugar, analiza las razones por las cuales la política de devaluación salarial interna es contraproducente y prolonga la situación de crisis. Para finalizar, centra su atención sobre lo que considera es el debilitamiento del propio sustrato democrático sobre el que se asentaban las sociedades europeas hasta el estallido de la crisis.
El autor destaca como las nuevas reglas de la “buena gobernanza” europea conllevan una reducción del papel del Estado como regulador de la economía y el asentamiento de instituciones a-democráticas.