Groenlandia, un futuro en blanco y negro. Transformaciones del sistema regional y nuevos desafíos geoestratégicos

El objeto de este estudio es, en realidad, un sujeto, una colectividad de sujetos, un pueblo. Un pueblo situado a las puertas de uno de los cambios más importantes de toda su historia. La reciente reforma del Estatuto de Autonomía de Groenlandia, el grado de dependencia establecido entre la isla y su metrópoli, la ardua batalla por la sostenibilidad económica, el control sobre la soberanía de los recursos naturales o el impacto del cambio climático, serán algunos de los temas abordados a lo largo de estas páginas con el objetivo de perfilar un retrato vital del despertar de un pueblo silenciado desde la noche de los tiempos.

La tremenda riqueza natural de Groenlandia resulta incuestionable. Con al menos 500 tipos distintos de minerales dentro de su territorio, de los aproximadamente 4.000 conocidos en el mundo, entre los que destacan importantes yacimientos de diamantes, oro, zinc, plomo y uranio, además de otros preciados metales como el tantalio o el niobio, frecuentemente empleados para la fabricación de dispositivos electrónicos compactos y de maquinaria industrial de alta presión, respectivamente; y con un volumen de reservas de petróleo equivalentes a la mitad del crudo que encierra el Mar del Norte o la propia Arabia Saudí, las potenciales posibilidades de crecimiento de Groenlandia en el campo de la producción y la exportación de estas materias primas resultan poco menos que evidentes.

Se estima que la región ártica, en su totalidad, acumula el 22% de las reservas de gas
y petróleo que aún restan por descubrir

El vasto territorio groenlandés, situado en el punto de intersección de dos océanos –el océano Atlántico y el océano Glacial Ártico– y que actúa de gélida barrera de contención entre dos continentes –el europeo y el americano– ha sido considerado desde siempre un enclave estratégico privilegiado.

Groenlandia se ha convertido en un lugar de paso obligado en las nuevas rutas marítimas transoceánicas y en un sujeto activo dentro del escenario regional ártico. Su estatuto excepcional de territorio de ultramar en su relación con la Unión Europea, y su controvertida situación geográfica, a medio camino entre los territorios de los dos grandes polos de poder del siglo XX, hacen ineludible el concurso de Groenlandia en la configuración del nuevo orden regional.