Intervenciones humanitarias en un Estado neoliberal: Lecciones del huracán Mitch en Nicaragua

La actualidad de Nicaragua en las últimas décadas parece indicar un estado de emergencia permanente, en un país con capacidades muy limitadas para la gestión de crisis recurrentes, políticas o naturales. Es uno de Estados más endeudados del mundo y ha sido sometido desde hace aproximadamente quince años a un programa de ajuste estructural drástico pretendía llevarlo a cumplir con las condiciones de admisión a la categoría, establecida por el Fondo Monetario Internacional (FMI), de los países pobres altamente endeudados”. En el contexto de un Estado deficiente, las políticas de preparación para desastres naturales y la limitación daños no forman parte de las prioridades. Excepto quizá entre las ONG que, después del huracán Mitch, han reorientado sus actividades, en coordinación con las autoridades municipales, hacia la prevención medioambiental (prácticas agroecológicas), la planificación y el desarrollo de capacidades de organización local, con resultados desiguales.
Las rivalidades
y la competencia para la captación de fondos exteriores ocupan gran
parte del tiempo de estas asociaciones, formadas sobre todo por intelectuales
de clase media, pero esto no les impide defender que es responsabilidad
principal del Estado ayudar a los ciudadanos a hacer frente a los desastres
naturales. Precisamente algo que la ideología neoliberal niega. Durante el
Mitch, el Gobierno nicaragüense huyó de estas responsabilidades.