Consideraciones finales
Vivimos arrastrados por dinámicas sociales que no nos hacen más libres y saludables
El modo de vida imperante no garantiza a todas las personas el acceso a los recursos, fragiliza y disuelve los vínculos comunitarios y nos expropia el tiempo
Este modo de vida amenaza con derrumbar las condiciones para una vida civilizada al socavar las bases sociales y naturales sobre las que descansa la reproducción de la existencia social
Aunque el capitalismo haya logrado un éxito incomparable en términos de opulencia material, incapacita en la misma medida para hacer un uso civilizado de ella
Este informe ha evaluado el modo de vida vigente de la sociedad española en sus aspectos más generales, haciendo explicita la cara oculta que acompaña a la opulencia de nuestra sociedad. Es un modo de vida privatizado y mercantilizado que adquiere forma a partir, básicamente, de tres grandes componentes del gasto que realizan las familias: alimentación, transporte y vivienda. Su despliegue exige intensos intercambios de recursos materiales y energéticos con profundas repercusiones sobre la naturaleza. El modo de producir y consumir esas mercancías absorbe gran cantidad de tiempo y de “energía social”, y eso determina y conforma una manera particular de construir la sociedad.
Este modo de vida, característico de la civilización industrial capitalista, ha redefinido profundamente las relaciones sociales y de género, así como el régimen de intercambios que establece la sociedad con los ecosistemas. Al conformar la sociedad, definiendo las relaciones sociales y los intercambios con la naturaleza, todas las personas participan de él con independencia de su dispar condición. Las diferencias estallan, sin embargo, en una multiplicidad de estilos de vida marcados por las desigualdades de renta, de género, de etnia y por las preferencias culturales e identitarias de personas y grupos sociales. Esos estilos descansan además en una misma estructura de modo de vida. A esa estructura, y no a las diferencias sociales que surgen en su seno, es a lo que hemos dedicado especial atención, para mostrar su carácter insostenible y el alto precio que obliga a pagar en términos de calidad de vida. No obstante, en el momento en el que se realiza esa evaluación, resulta ineludible contemplar cómo las cargas ambientales y los costes sociales recaen de manera desigual, afectando a las oportunidades y a las capacidades de las personas según dónde desenvuelven sus vidas, cuál en su condición y qué posición ocupan en la estructura social y familiar.
En este informe hemos propuesto una hoja de ruta para evaluar los rasgos del modo de vida y las principales tendencias que lo atraviesan preguntándonos cómo afectan a la salud y autonomía de las personas y cómo impactan sobre las condiciones ecológicas en las que desarrollamos nuestra existencia y sobre las condiciones sociales de disponibilidad y acceso a recursos, relaciones, actividades y estructura de tiempos.