INFORME ECOSOCIAL

CALIDAD DE VIDA EN ESPAÑA

Balance, Tendencias y Desafíos

CAPÍTULO 1

Un enfoque ecosocial para la calidad de vida

INFORME ECOSOCIAL Capítulo 1 Un enfoque ecosocial para abordar la calidad de vida

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Los debates actuales sobre la vida buena comparten las críticas radicales a las ideas de desarrollo y progreso orientadas únicamente a incrementar el nivel de ingresos y la riqueza monetaria. Estos debates advierten de la necesidad de incorporar las dimensiones personales, sociales y ambientales. La importancia decisiva en la vida de la gente de los elementos relacionales, culturales, políticos y ecológicos abre la perspectiva hacia otras formas de organización social ajustadas a las particularidades históricas y culturales alternativas a la que ofrece en nuestros días el capitalismo, depredador de la naturaleza, apisonador de las culturas de los pueblos y empobrecedor de las relaciones sociales.

En nuestro mundo convive la ostentación más despilfarradora con la necesidad más apremiante. Mientras esto ocurre, el planeta Tierra se encamina a velocidad de vértigo hacia una degradación de magnitudes incalculables. El ritmo de deterioro ecológico y social que estamos padeciendo a escala planetaria exige que nos preguntemos con urgencia qué entendemos hoy, en nuestro contexto de crisis ecosocial, por una vida buena o de calidad, pues no parece que podamos asumir como bueno el modo de vida que niega a la mayoría un presente y a la humanidad su futuro.

Preguntarse acerca de la vida buena significa, en la práctica, discernir entre los determinantes que amenazan el mantenimiento de la vida y aquellos otros que propician su florecimiento y calidad. Bajo la noción de calidad de vida laten distintas dimensiones. Una de ellas se refiere indudablemente al acceso a una determinada cesta de bienes y servicios que garanticen la cobertura de las más elementales necesidades materiales. Pero la calidad de vida es algo más que eso. Incluye otros factores que influyen en lo que valoramos de la vida. A nadie le extraña que en las respuestas a la pregunta acerca de una vida de calidad la gente incorpore habitualmente alusiones a la salud, a un entorno social y natural seguro, al disfrute del tiempo libre o a la compañía de sus seres queridos. Así pues, la calidad de vida es un concepto multidimensional que incorpora tanto lo que tenemos (dotación de recursos) como lo que hacemos (actividades), sin olvidar dónde y con quién estamos (las circunstancias en las que nos movemos).

Cada una de estas dimensiones entraña, a su vez, aspectos objetivos y subjetivos. Los aspectos objetivos se refieren a las oportunidades que se nos abren en relación con los recursos a los que podemos acceder, las actividades que podemos desarrollar o las circunstancias −sociales y ambientales− en las que nos toca vivir. Los aspectos subjetivos tienen que ver con las valoraciones cognitivas y los sentimientos (positivos y negativos) que suscita todo lo anterior. Una vez resaltadas las dimensiones que abarca la calidad de vida, cabe preguntarse por los aspectos que necesitaríamos cultivar para favorecerla y los obstáculos que deberíamos remover para no entorpecerla. Tal vez pueda ayudar en la respuesta a estos interrogantes la mención de tres aspectos que se encuentran presentes en todas las cosas que logramos hacer y que representan elementos constitutivos del estado de una persona, ya sea estar bien alimentado, gozar de buena salud, evitar enfermedades o participar con autonomía en la vida comunitaria. Esos elementos son los siguientes: los recursos, el tiempo y las relaciones. Recursos, tiempos y relaciones para lograr unos resultados en salud y autonomía sin menoscabo de las condiciones sociales y ecológicas en que se desenvuelve la vida. Solo así estaremos ante una vida digna de ser vivida. Solo así se posibilita el despliegue de las capacidades y libertades en las personas sin imponer servidumbres y sacrificios sobre otros seres humanos y especies, preservando la trama de la vida de la que formamos parte.

Más allá del PIB

Ha sido demasiado habitual considerar el crecimiento económico, estimado a través del PIB, como la medida del éxito de un país o de una sociedad. Sin embargo, desde su adopción a partir de la década de los años treinta del siglo pasado, sabemos que el PIB solo ofrece una aproximación a la medida del tamaño de una economía en términos monetarios, y que en ningún caso fue diseñado para evaluar el bienestar o el avance de una sociedad. Durante todo este tiempo, no han faltado las advertencias sobre los riesgos de fetichizar este indicador.

La medición de la calidad de vida

Muchas veces no vemos lo que está a la vista. Cuidar de los demás, cocinar, limpiar o crear comunidad son tareas diarias esenciales que crean las condiciones para poder disfrutar de una vida buena. Sin embargo, la desigual responsabilidad del trabajo de cuidados, que recae abrumadoramente sobre las mujeres, perpetúa tanto las desigualdades económicas como la desigualdad de género.

No solo las dimensiones ocultas e invisibilizadas del bienestar, sino también la desigualdad en el traslado de cargas y riesgos, la precarización del empleo, la erosión de la vida social, la degradación de la naturaleza o la crisis de cuidados, conducen inevitablemente a la cuestión de si las sociedades están aplicando las estadísticas adecuadas para monitorear y medir adecuadamente el funcionamiento y el bienestar de una sociedad.

La verdadera riqueza de una sociedad se mide por su capacidad para mejorar la vida de la ciudadanía. Sin embargo, el modo de vida y las tendencias que lo atraviesan están exprimiendo un conjunto clave de capacidades sociales que no se están poniendo al servicio de una sociedad que cuida y que debería situar los cuidados como bien público fundamental donde todos los actores fueran corresponsables. Si solo contemplamos un aspecto del bienestar, nuestra visión se vuelve distorsionada. Si, como decía Abraham Maslow, tu única herramienta es un martillo, tiendes a tratar cada problema como si fuera un clavo. Si las métricas son inadecuadas o medimos lo incorrecto, difícilmente lograremos hacer lo más conveniente para un mejor entendimiento de la calidad de vida.

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