CAPÍTULO 4
Evaluación desde una perspectiva ecosocial
INFORME ECOSOCIAL Capítulo 4: Evaluación
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Desde el punto de vista del sujeto, una vida sana y provechosa es una vida buena. ¿Cómo afectan el modo de vida y las tendencias analizadas a la salud y autonomía de las personas? la calidad en la vida de una persona es entendida como aquella capaz de garantizar bienes necesarios, relaciones significativas y tiempo para la autonomía personal en un entorno social y natural seguro.
IDEAS CLAVE
La dieta mediterránea, cada vez más deteriorada
El modelo alimentario español tiene importantes repercusiones sobre los ecosistemas y presenta importantes fallas en relación con la salud de las personas ligadas al deterioro de la dieta mediterránea como consecuencia del avance de un entorno obesogénico impulsado, en gran medida, por las políticas agrarias, industriales y comerciales dominantes.
El acceso a una vivienda digna imposibilita la calidad de vida
El problema de acceso a una vivienda y el estado y condiciones de habitabilidad de muchas de ellas constituye un serio problema para la salud y autonomía de la población española. Adicionalmente, el impacto ambiental del modelo inmobiliario español es uno de los más elevados del mundo.
La insostenibilidad del coche es cada vez más evidente
El modelo de movilidad protagonizado por el vehículo privado a motor es altamente ineficiente por los altos costes ambientales y sociales que conlleva, así como por su alta siniestralidad.
Los rasgos del modo de producción y consumo en relación con el bienestar
Los principales componentes de la estructura de consumo de las familias -alimentación, movilidad, vivienda y urbanismo- proporcionan unos satisfactores problemáticos (cuando no inadecuados), tanto porque no logran los fines perseguidos (garantizar una alimentación adecuada, permitir el acceso de todas las personas a una vivienda digna o a una movilidad segura y sostenible) como porque crean problemas añadidos (una dieta desequilibrada, obesidad, atascos, contaminación lumínica, acústica, pérdida de calidad del aire, etc.) que terminan por afectan a la salud y calidad de vida de las personas.
ALIMENTACIÓN
Hemos construido un sistema alimentario insostenible que nos enferma: la huella del consumo de la alimentación representa el 52,1% del total y somos uno de los países europeos donde la obesidad se ha incrementado más en los últimos años, especialmente entre aquellos colectivos y grupos sociales que sufren un menoscabo sustancial de sus condiciones materiales y derechos sociales.
VIVIENDA
Existe un grave problema en relación con el acceso a la vivienda. En 1988 se necesitaban de media 2,8 años de renta para comprar una vivienda, en la actualidad son necesarios más de 7 años. Pese a que se considera que el alquiler de la vivienda no debe superar el 30% de los ingresos, el porcentaje del salario que se destinó de media en España al alquiler en 2019 se situó en torno al 40% (6 puntos por encima que en 2018 y 12 puntos por encima que en 2014). El 19,7% de la población española vivía en viviendas en condiciones inadecuadas (porcentaje que asciende por encima del 30% para el quintil de la población de menores ingresos): el insuficiente aislamiento acústico permite la filtración de ruidos molestos precedentes del exterior, un problema muy ligado a la alteración del sueño, la fatiga y la dificultad de concentración (en 2017 este problema afectaba aún al 27,9% de las viviendas españolas); la contaminación del aire exterior afectaba en 2017 al 22,1% de los hogares españoles; el 14,3% de la población no puede permitirse mantener su vivienda a una temperatura adecuada en invierno (cifra que se sitúa 7,4 puntos por encima de la media de la UE), lo que se traduce en más de 6,7 millones de personas afectadas.
MOVILIDAD
El modelo de transporte motorizado español, centrado en la carretera y el vehículo privado, tiene un alto coste social en términos de siniestros. En la vida urbana, los atascos roban horas a nuestra vida, y las zonas congestionadas por el tráfico y contaminadas por los humos y los ruidos contribuyen al deterioro de nuestra salud. Las infraestructuras viarias que dan soporte al transporte compartimentan el territorio y tienen un gran impacto sobre los ecosistemas.
ENERGÍA, MATERIALES Y TIEMPOS
A su vez, los requerimientos de energía, materiales y tiempos que exige este modo de vida son excesivos (y con gran impacto sobre el entorno y la vida de las personas) para los logros que provee. Estamos soportando un enorme esfuerzo personal, social y económico para mantener un modo de vida que degrada y destruye el medio natural y social, con importantes implicaciones sobre la calidad de vida de las personas.
IDEAS CLAVE
La igualdad de oportunidades en España, en peligro
El fuerte desequilibrio territorial español condiciona las oportunidades educativas, laborales y culturales de muchas personas, y tiene graves implicaciones socioeconómicas y ambientales.
Un modo de vida que nos hace más vulnerables
La insostenibilidad del modo de vida imperante en España presenta una elevada factura en términos de deterioro de las condiciones naturales e incremento de las amenazas ambientales que contribuye a una mayor vulnerabilidad de las personas ante los riesgos de catástrofes climáticas y amenazas asociadas a la expansión de enfermedades infecciosas o al incremento de la inseguridad alimentaria.
Precarización y pobreza, principales barreras para la calidad de vida
La pobreza y la precarización del mercado de trabajo son algunas de las principales barreras que impiden lograr una vida buena en España. La alta tasa de siniestrabilidad laboral tiene que ver tanto con el modelo productivo español como con los elevados niveles de precarización.
La desigualdad profundiza en el deterioro del tejido social
Las desigualdades no solo atentan contra la igualdad de oportunidades, sino que también corroen la cohesión social siendo una fuente importante de malestar. También agudizan los problemas sociosanitarios y deterioran la salud de la sociedad, al tiempo que profundizan en la insostenibilidad al impulsar pautas de consumo ostentosas y dinámicas de emulación que asientan el imaginario consumista.
Las tendencias señaladas amenazan y deterioran la calidad de vida
POLARIZACIÓN TERRITORIAL
El desequilibrio demográfico se encuentra fuertemente asociado a la desarticulación del territorio, que tiene en el envejecimiento y en la masculinización del medio rural dos de sus principales expresiones y da lugar a una geografía socioeconómica crecientemente desigual y a dos velocidades con importantes repercusiones en oportunidades laborales y en la prestación de servicios básicos de calidad. Esta dinámica no sólo tiene consecuencias sociales y económicas, también graves implicaciones ecológicas. Se observa un dualismo que consolida dos tipos de regiones: unas especializadas en la extracción de recursos y el vertido de residuos, y otras que han centrado su labor en la acumulación y el consumo. Esto provoca, a su vez, una concentración de costes y conflictos ecosociales en las zonas vaciadas a medida que se llenan con megaproyectos extractivistas, energéticos y de monocultivo agrario y forestal con fuerte impacto ambiental (minería asociada a la transición energética, agricultura intensiva y ganadería industrial ligada a las macrogranjas, huertos solares y parques eólicos, etc.).
INSOSTENIBILIDAD
El cambio climático está provocando que los eventos meteorológicos extremos sean cada vez más frecuentes e intensos. Así, en lo que llevamos de siglo XXI, las tormentas, inundaciones, sequías, olas calor, etc., vienen intensificándose en todo el territorio, aumentando los problemas de salud y los fallecimientos. Entre 1975 y 2021, en España se han registrado 105 de estos fenómenos. De estos, 37 (el 35%) se han producido en la última década, entre 2011 y 2021. No solo se han duplicado este tipo de fenómenos, sino que también se ha multiplicado por dos el número de días en que se han manifestado tales acontecimientos (20 días en la última década frente a 10 en las tres décadas anteriores). Desde el año 1961 hasta la actualidad se han producido en torno a ocho grandes episodios de sequía meteorológica (aquella producida por la escasez de precipitaciones), habiéndose producido también un aumento de la duración media.
Por otro lado, se incrementan las amenazas de fenómenos catastróficos asociados a grandes incendios e inundaciones. Los incendios forestales tienen a ser más rápidos e intensos, generando también fenómenos como las tormentas de fuego. Desde 1971 se han registrado 642.000 incendios, afectando a 8,3 millones de hectáreas. Desde 1950 se han producido un total de 38 grandes inundaciones en España (22 en las últimas dos décadas, 5 en el año 2019). Las inundaciones suponen algo más de un cuarto de los fallecimientos por desastres atmosféricos registrados desde 1995, en concreto, 392 muertes. Hay que destacar que un tercio de estos fallecimientos se han producido en la última década (2010-2020).
POBREZA, PRECARIZACIÓN Y DESIGUALDAD
La pobreza tiene profundas repercusiones sobre la salud de las personas. La falta de equidad intergeneracional y la trampa de la pobreza siguen siendo dos enormes problemas para el bienestar en España que lastran la autonomía y capacidad de independencia funcional y vital de las personas.
La precariedad y alta tasa de siniestralidad laboral van de la mano. El nivel de siniestralidad laboral está estrechamente asociado al ciclo económico y a las elevadas tasas de precariedad de la población ocupada. La influencia del ciclo económico se observa con claridad en las estadísticas de accidentes de trabajo (que incluyen tanto los que se producen dentro de la jornada laboral como durante el desplazamiento al centro de trabajo). Desde principios de siglo hasta la Gran Recesión de 2008, la siniestrabilidad asociada a una baja laboral rondaba el millón de accidentes totales. A partir de entonces, disminuye considerablemente, incluso a una tasa superior a la de la contracción de la actividad económica. La razón es doble: por un lado, el pinchazo de la burbuja inmobiliaria rebajó el peso de la construcción, sector donde la incidencia de accidentes es más alta; por otro lado, los ajustes laborales afectaron de manera inmediata a los trabajadores temporales, lo más vulnerables ante un riesgo de accidente por las condiciones de precariedad en la que desempeñan su trabajo y su falta de experiencia. A partir del momento en que empieza a ser evidente la recuperación económica, vuelve a incrementarse la siniestrabilidad en nuestro país, solo interrumpida en el año 2020 con la pandemia debido, entre otras razones, a la ralentización de la actividad económica, los ERTEs o la extensión del teletrabajo, traduciéndose en un espectacular descenso de los índices de incidencia: -19% en jornada y -33% in itinere.
También las desigualdades afectan a las capacidades y oportunidades de las personas; asientan importantes brechas sociales vinculadas al género o a la etnia, amplían las divergencias intergeneracionales, así como las divisiones geográficas y culturales; marcan un acceso desigual a los recursos naturales y diferencias en la exposición a los riesgos ambientales. Las personas con menos ingresos sufren a lo largo de su infancia y trayectoria laboral unas condiciones de vida peores, se encuentran sometidas a mayores riesgos y a un nivel más elevado de estrés, además de mantener hábitos alimentarios más perjudiciales y vivir en un entorno menos saludable. Todas estas manifestaciones de la desigualdad se encuentran intrincadas y se refuerzan mutuamente. Reflejan divergencias profundas en la suerte y condiciones de vida de la gente y alimentan un grave malestar y una intensa desconfianza hacia las elites y las instituciones, acentuando el descontento social y la crispación política.
IDEAS CLAVE
Un modo de vida contra la salud de las personas
El modo predominante en España de producir y consumir ha puesto la vida bajo la tiranía de la eficiencia. Las pulsiones sociales terminan por socavar la soberanía temporal, menoscabando la autonomía y la salud de las personas.
Una sociedad cada vez más cansada
Entre los síntomas de esta sociedad del rendimiento se encuentran el cansancio y el padecimiento de numerosos malestares sociales (ausencia de las condiciones adecuadas para un buen descanso, ansiedades, depresiones, etc.).
Un país que sobrevive medicalizado
España se encuentra entre los países con un mayor nivel de consumo de tranquilizantes y antidepresivos; una tendencia que se muestra imparable en las dos últimas décadas. El 10,7% de la población española consume tranquilizantes, relajantes o pastillas para dormir, mientras que el 5,6% consume antidepresivos o estimulantes.
El individualismo arrasa a la sociedad a la española
La forma y ritmos de vida también están afectando a los vínculos sociales, aislando y fragilizando a las personas, de manera que está aumentando la soledad y el aislamiento social.
La tasa de suicidio crece peligrosamente en España
Se observa una creciente desconexión con el futuro entre la sociedad española, siendo su manifestación más extrema la evolución creciente de las tasas de suicidio en las últimas seis décadas.
Un modo de vida que poco contribuye a la calidad de vida
El modo de vida analizado a través de sus rasgos y tendencias provoca un deterioro social y ecológico que, además de erosionar las bases sociales y naturales sobre las que descansa, ocasiona graves consecuencias sobre la salud física, emocional y mental de las personas.
CANSANCIO Y AFECCIONES
Entre los síntomas de este menoscabo de la vida saludable de las personas se encuentran el cansancio. Es una consecuencia de la sociedad del rendimiento que da lugar a este modo de vida. El binomio rendimiento/cansancio nos sume en una fatiga permanente que nos acompaña a todas horas y cuyas manifestaciones se dejan ver por todas partes en forma de múltiples malestares.
Los excesos de ruido, iluminación o calor son formas de contaminación y, por consiguiente, despliegan unos efectos perniciosos sobre la salud. No sorprende en este sentido que sea precisamente en las áreas más urbanas (que tienden a ser más ruidosas, iluminadas y calientes) en donde más afloran este tipo de efectos perniciosos.
La contaminación acústica altera el sistema nervioso, y aunque podamos acostumbrarnos al ruido, no así lo hace nuestra actividad cardiaca, que nunca llega a adaptarse, superados determinados umbrales. La contaminación lumínica afecta a la salud humana al alterar el ritmo circadiano (un conjunto de relojes biológicos cuyos ciclos están determinados por la sucesión del día y de la noche); esta alteración provoca diversas afecciones sobre la presión arterial, el apetito, da lugar a una mayor irritabilidad, estrés, fatiga o falta de atención. El exceso de calor trastoca el sueño (se sabe que la temperatura óptima para dormir ronda los 17º-18ºC) y provoca fatiga física, falta de concentración, irritabilidad o trastornos gastrointestinales. Las consecuencias sobre nuestra salud (física y emocional) y, por ende, sobre el bienestar social y la calidad de la vida son cada día más evidentes.
CADA VEZ MÁS MEDICADOS
Se ha construido un modo de vida que exige por el día un alto consumo de estimulantes para seguir el ritmo trepidante de la jornada y que, luego, por la noche, debe ser debidamente contrarrestado con otras sustancias que permitan descansar y conciliar el sueño. En las últimas dos décadas, el consumo de tranquilizantes y antidepresivos ha crecido imparable en España. Así, en 2021 los españoles consumían unas 93 dosis diarias de tranquilizantes por cada 1.000 habitantes, un 2,7% más que el año 2020, un 13% más que en el año 2010 y un 64% más que hace dos décadas. El caso de los antidepresivos es aún más llamativo, con un consumo diario de 86 dosis por cada 1.000 habitantes en 2020, con un incremento del de cerca del 206% en las últimas dos décadas.
SALUD MENTAL
Los trastornos de salud mental son un buen indicar del grado de bienestar/malestar subjetivo de una población. Los datos para España muestran un problema del que aún no se ha tomado la debida consciencia y que muestra una evolución para nada halagüeña. Según algunas estimaciones podría llegar a afectar al 25% de la población española en el año 2030, convirtiéndose en la principal causa de discapacidad entre la población activa. Los trastornos depresivos y de ansiedad son los principales contribuyentes al deterioro de la salud mental. La depresión es la principal causa de suicidio y afecta profundamente a la vida diaria al dificultar la capacidad para trabajar, dormir, estudiar, comer o disfrutar. En España, se estima que estos fenómenos afectan al 4,7% de los hombres y al 7% de las mujeres. Aún son más frecuentes los trastornos de ansiedad generalizada, afectando al 6,7% de población (8,8% en mujeres, 4,5% en hombres). La pandemia de la COVID-19 no ha hecho sino agravar esta situación elevando los casos de depresión en un 28%, especialmente entre las clases sociales más desfavorecidas y los grupos sociales en riesgo de exclusión.
UN MODO DE VIDA QUE FRAGILIZA Y AÍSLA
La autonomía personal, al igual que la salud, también se ve afectada por el modo de vida. La forma y ritmos de vida predominantes aíslan y fragilizan a las personas. Entre los síntomas de este menoscabo de la capacidad autónoma de las personas por debilitamiento de los vínculos sociales se encuentra el aumento de la soledad y el aislamiento social y las tendencias reseñadas de pobreza, precariedad y desigualdad. El miedo a ser abandonado, excluido o desalojado es bastante real. Asistimos a una auténtica epidemia de soledad. Los estudios muestran que un 43,6% de las personas encuestadas están en riesgo de aislamiento social o se sienten solas y un 11,8% está en las dos situaciones a la vez.
LA DESCONEXIÓN DEL FUTURO Y LA TENTACIÓN DEL SUICIDIO
En un plano individual, el caso más extremo de pérdida de confianza en el futuro es el suicidio. En España se quitan la vida una media de once personas al día. El suicidio es la principal causa de muerte no natural en nuestro país: multiplicando por 2,7 las provocadas por accidentes de tráfico, por 14 los homicidios y por 85 la violencia de género. Atendiendo a la evolución en las últimas seis décadas, se puede observar que las tasas de suicidio se incrementan de forma ostensible coincidiendo con los cambios que provocan las políticas neoliberales y la globalización en la sociedad española a partir de los años ochenta del siglo pasado, sin dejar de crecer con la entrada en el nuevo siglo.