Debate sobre la educación pública y concertada de calidad

El debate educativo volvió a Espacio Abierto FUHEM en el marco de las reflexiones organizadas en torno al Libro Blanco de la Educación en los centros de FUHEM con una sesión que tuvo lugar el pasado 13 de febrero, bajo el título “Educación pública y concertada de calidad”.

En la mesa, las intervenciones corrieron a cargo de Fernando Fernández Blanco, Presidente de UCETAM, que ejerció de moderador; y como ponentes: Ángel Martínez González-Tablas, Presidente de FUHEM y Catedrático de Economía de la Universidad Complutense de Madrid (UCM); y Mariano Fernández Enguita, Catedrático de Sociología de la misma Universidad.

El preámbulo: cuestiones sin resolver y el ejemplo de Hipatia

Para enmarcar el debate que iba a tener lugar, Fernando Fernández Blanco, Presidente de UCETAM, planteó que el tema de la calidad educativa sigue siendo el tema pendiente en la educación española. No sólo porque cada forma de entender la educación lo hace desde una óptica propia, sino también porque a pesar de las numerosas leyes orgánicas en los años de democracia no se han conseguido resolver los principales problemas educativos del país. Partiendo de las conclusiones de la neurología actual, que considera la “anticipación” como un factor de inteligencia, el Presidente de UCETAM confesó que le parecía que España carece de esa visión anticipatoria y está llegando a tarde a las grandes transformaciones, incluida la educativa. Recordando el valor del artículo 27 de la Constitución Española, puso la Ciudad Educativa Municipal Hipatia como ejemplo de un modelo en el que una corporación de izquierdas como la de Rivas Vaciamadrid, concede la gestión de una dotación municipal a una Fundación como FUHEM y, a partir de ahí, se da una colaboración entre entidades que ponen la educación en primer término.

La visión de FUHEM: educación pública concertada

A continuación, tomó la palabra Ángel Martínez González-Tablas, Presidente de FUHEM y Catedrático de Economía de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), quien compartió con los presentes la visión que tiene FUHEM de la educación. Un modelo que se define como “escuela pública concertada de calidad” a pesar de que la expresión sea vista como incorrecta por parte de algunos y que, sin embargo, el Presidente de FUHEM defendió como la mejor forma que hemos encontrado de definir nuestro proyecto en función de la experiencia y de la labor desarrollada.

Dado que el artículo titulado Reflexión sobre el carácter público y concertado del proyecto educativo de FUHEM, en el que expone la visión institucional del modelo de escuela que defiende FUHEM, se encuentra en el blog del Libro Blanco,
Ángel Martínez González-Tablas invitó a su lectura y, en lugar de repetir lo referido en el citado texto, puso los énfasis en argumentar las principales tesis incluidas en ese documento.

La primera de ellas consistió en explicar qué entiende FUHEM por educación pública. Caracterizada por tres rasgos, ésta debe ser: una educación que garantice la accesibilidad y no ponga barreras de ningún tipo a los alumnos que quieren acceder a ella; con una gestión y un funcionamiento transparente y participativo, y con ausencia de ánimo de lucro. En esta línea, explicó que la titularidad del centro no es lo sustantivo y, por tanto, no debe ser lo que define a una escuela.

En segundo lugar, Ángel Martínez González-Tablas desmontó uno de los argumentos con los que se viene atacando a lo público: “Decir que la gestión privada es superior a la pública no tiene ningún fundamento. La calidad educativa es un derecho de los ciudadanos y, en este sentido, una educación pública que no fuera de calidad, estaría incurriendo en una contradicción interna”. Ampliando esta cuestión, explicó que la escuela concertada no siempre depende de sí misma, puesto que no decide los fondos que recibe de la Administración y que, mientras las asignaciones públicas no cubran las necesidades y el coste real, será necesario contar con las aportaciones de las familias. “Defender el discurso de la gratuidad y no cubrir los costes es una hipocresía estructural, -señaló el Presidente de FUHEM-, puesto que esa situación nos llevaría a cerrar”. En ese sentido, lo que FUHEM defiende es un control riguroso sobre los recursos públicos, que han de ser los suficientes para ofrecer una educación de calidad y auditados con criterios escrupulosos.

Este punto se cerró explicando que las reivindicaciones de defensa de la educación pública no debe hacerse dividiendo entre pública y concertada, sino defendiendo que los recursos públicos sean los suficientes para garantizar la educación de calidad de todos y que para ello, hará falta actuar con transparencia, pragmatismo, solidaridad de toda la red pública, apoyo de las familias y los trabajadores, y fortalecer la escuela pública, dentro de la cual, ha de tener cabida la escuela pública concertada de calidad a la que FUHEM aspira.

Defender la pública estatal frente a diversas amenazas

Mariano Fernández Enguita, Catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su intervención mostrándose partidario de la escuela pública estatal que actualmente da cobertura a dos tercios del alumnado en España.

Reconociendo el trasvase que se produce entre alumnos de red pública y la red privada, Fernández Enguita defendió que toda escuela es pública porque se apoya en el derecho a la educación, su carácter obligatorio y el hecho de que es la responsable de conceder los títulos oficiales; y manifestó que, en su opinión, el mayor problema de la privada en España es su carácter confesional.

En su defensa de la escuela pública, coincidió con Ángel Martínez González-Tablas en que la titularidad no es la clave, sino lo que hace la escuela. Y en ese sentido, señaló los valores irrenunciables de la escuela pública: el ser accesible a todos; la participación como clave de la eficacia, y la necesidad de transparencia.

A partir de ahí, alertó del peligro que supone que la escuela deje de ser pública, algo que se produce cuando los intereses privados se apropian de lo común. En este sentido, Fernández Enguita ofreció varios ejemplos de apropiación de lo público. En el caso de Estados Unidos, todas las escuelas son de financiación pública, pero existe una gran diferencia entre ellas debido a que las distintas administraciones locales no garantizan una dotación homogénea, lo que tiene como resultado escuelas muy precarias o muy bien dotadas en función de los recursos que la administración aporta. En segundo lugar, puso el ejemplo de la apropiación de recursos comunes para dirigirlos a una etapa o centro concretos: estos serían el caso de Brasil, cuyos niveles universitarios contrastan con una precaria red en los niveles elementales del sistema educativo; o bien, el caso de los liceos de mayor prestigio en Francia que, siendo públicos, reciben un trato específico y seleccionan a los alumnos. Por último, citó el caso de un servicio público que, en lugar de considerar a los alumnos como su prioridad, pasa a defender intereses corporativos, una situación que se da en entornos de cultura democrática e instituciones débiles y un funcionariado fuerte.

Fernández Enguita explicó que la escuela es un sistema natural y abierto que, como tal, es propicio para que surjan conflictos de intereses. En este sentido, recordó que a lo largo de los últimos años, la escuela española ha estado dominada por conflictos de diversa índole que, no obstante, se pueden reducir a cuestiones ideológicas (la religión o la asignatura de educación para la ciudadanía), o laborales (el calendario, el número de horas lectivas, el cuidado del recreos, la jubilación anticipada, etc.).

Desde este punto de vista, Fernández Enguita reconoció que la escuela concertada tiene ventajas a la hora de mediar en los conflictos de intereses, reconociendo e incentivando a los buenos profesores y apartando de la docencia a aquellos que no son competentes. Por último, cerró su intervención destacando que al margen de las expectativas de las familias y los intereses corporativos, el derecho a la educación es de los alumnos y la mejor vía para mejorar la escuela debería ser el profesorado, entendido éste como un grupo fuerte, ágil, atento a las demandas sociales y con una fuerte deontología profesional.

Turno de palabra: aportaciones diversas y comprometidas con la educación

El intenso debate que se produjo tras las aportaciones de la mesa puso de manifiesto el interés y la controversia que suscita el tema abordado. Entra las muchas y variadas aportaciones, resumimos algunas de ellas:

– Tras la Constitución de 1978, no se deberían haber otorgado fondos públicos a nuevos centros concertados sino mantener sólo a los centros concertados que ya existían.
– A la pregunta de cómo fortalecer al profesor, Fernández Enguita respondió que la profesión tiene mucha fuerza al margen de que haya una administración educativa, vendedores de libros, inspectores, un director, un consejo escolar, etc… “El profesorado –explicó- tiene un público cautivo e infantil. Y debe aprovechar mejor su centralidad en el proceso educativo. Hasta ahora no ha sabido dar prestigio a su profesión como colectivo, sino que se valora más al individuo.
– El estado tiene que garantizar la educación a través de una red de centros públicos. El hecho de que ahora exista una doble red, privada y pública, con la versión híbrida de la concertada no significa que esa situación no pueda cambiar. Y lo que no es de recibo es cerrar unidades y centros públicos cuando, simultáneamente, se extienden los conciertos.
– La concertada podrá seguir siempre que cumpla con determinados rasgos: cumplir los requisitos de la pública en cuanto a las admisiones de todos y la promoción de igualdad de oportunidades; y controlar la gestión de los fondos públicos que recibe.
– Sería necesario abrir un proceso de negociación con la red concertada para que se integrara en la red pública.
– El modelo de Hipatia no es un ejemplo de un gobierno de izquierdas que elige la fórmula del concierto, sino que lo hace así porque la Comunidad de Madrid se lo impone.
– No creo que el profesor sea el centro del proceso educativo. Si lo fuera, no serían como son ahora los contenidos ni el currículo escolar. Quienes deciden los contenidos curriculares y mueven las cuerdas no han pisado un aula en su vida.
– La situación del país y del momento que vivimos es única. En este contexto, lo primero es defender la escuela pública por encima de todo; en segundo lugar, que esa defensa incluya planteamientos de mejora y sea consciente y responda a la crisis sistémica y el cambio de época a los que asistimos. En cuanto a la calidad, existe una calidad de básicos, relativa a las materias y las destrezas, y es importante pensar también con anticipación porque necesitamos ciudadanos con sentido crítico, libres y responsables, que sepan posicionarse ante el cambio histórico que vivimos.
– Una sociedad compleja como la nuestra debe mantener las tres redes que hay hoy: pública, concertada y privada. Pero debe ser muy exigente con todos los recursos públicos que se invierten. La concertada tiene sentido si aporta un servicio de mayor valor añadido al país, aprovechando que puede ser más ágil que la pública en la mejora de los procesos y aprendizajes.
– Tras todo lo escuchado, las preguntas que me parecen más urgentes serían: ¿cómo mejorar la conciencia del profesorado? Y ¿Cómo establecer puentes de comunicación entre los que defienden la educación pública de calidad y la pública concertada de calidad?
– Suscribo que los poderes públicos tengan que garantizar el derecho a la educación, pero de ahí no se deriva la necesidad de titularidad pública y gestión pública.
– Ante el debate y la confrontación que se manifestó entre defensores de la pública y la concertada, Fernández Enguita se pronunció a favor de suprimir la privada: “Me asombra que la privada no moleste a nadie, aunque sepamos que es la que concentra la mayor selección, la exclusividad y la ideologización del alumnado”.
– Nos debe preocupar que haya gente que huye de la escuela pública y de la escuela en general, y que aumenta la escolarización en casa. Ya no es una tendencia de las sectas o los ultra-conservadores, sino de personas que quieren para sus hijos una educación crítica, creativa y responsable que la escuela no les da.
– En el debate de la pública y la concertada, hay un modelo que pocas veces se cita que es el de las “ikastolas” del País Vasco. Se trata de una escuela garante del derecho a la educación y de algunas cuestiones identitarias como el euskera; escuelas que no son de titularidad pública y que, sin embargo, no se cuestionan.

Una vez concluida la sesión, confiamos que el debate en torno a este tema de la educación pública y concertada, así como sobre el resto de cuestiones planteadas continúen en el Blog del Libro Blanco y en las siguientes sesiones de debate.