¡Yo no voy a permitir eso!

Las clases de Ética han servido para que el alumnado de 4º de ESO hayan conocido de la mano de la Fundación Lydia Cacho, a través del Proyecto “Entre Colegas”, la dura y vergonzante realidad diaria de la esclavitud sexual encubierta como prostitución. Un negocio y una tragedia inaceptable en una sociedad que se pretende respetuosa y cumplidora de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Ana Noguerol (experta de la Fundación), Paula Cueto y Olga Palafox (dinamizadoras de las sesiones), Mabel Lozano (cineasta) y Tomás Rosón (camarógrafo) trabajaron durante tres sesiones con el alumnado de 4º de ESO. Al término de las sesiones nos expresaron su positiva percepción del trabajo desarrollado en las aulas y en el taller de dramatización.

Damos ahora la palabra a nuestras alumnas y alumnos para conocer esta experiencia:

En cuanto al programa, esto es su valoración: “Me parece muy bien que la primera sesión fuera sobre qué sabemos, de qué partimos. La segunda fue para aumentar los conocimientos, que nunca viene mal. La que más me gusto fue la tercera, que fue más lúdica y divertida”.

Resaltan el desconocimiento previo respecto al asunto: “Hasta ahora no me había planteado tan seriamente este problema. Nos han abierto la mente a pensar en este tema tabú de la sociedad. Antes de estas clases no sabía que había tantas prostitutas obligadas, pensaba que eran más voluntarias las que trabajaban de eso”. También valoraban la forma en la que se llevó a cabo las sesiones: “Se ha hablado sin tapujos y en estrecha colaboración con el alumno, teniendo en cuenta su punto de vista y conocimiento sobre el tema”.

Respecto a las reacciones de los y las alumnas al recibir esta información, decían: “Estas sesiones, en mi caso, han hecho que abra los ojos. Agradezco las charlas y espero que convenzan a muchas más personas. Vivimos en una sociedad en la que muchos temas no se saben, ignoramos o no les damos importancia. Todo lo que nos han contado me ha parecido indignante, que las propias familias vendan a sus hijos; que el proxeneta tenga la sangre fría de amenazarlas y maltratarlas y, por último, que la gente contrate los servicios “.

Y así tomaron conciencia: “Ahora que ya estamos informados puede que cuando veamos a estas personas no apartemos la vista ni aceleremos el paso, sino que les veamos con otros ojos. Podemos intentar concienciar a la gente sobre la gravedad del asunto y de esta forma que la situación cambie. Me gustaría que este conflicto y problema acabara no solo en mi sociedad sino en todas las sociedades del mundo. La mejor manera de acabar con esto es evitar el consumo ya que mientras siga dando dinero, la situación no va a parar. Como bien dijeron las personas que nos dieron estos talleres, las prostitutas no votan. No podemos seguir dando la espalda a algo tan cruel que en nuestro país se desarrolla cada vez más”.

Y, lo más importante, todos y todas expresaron su compromiso: “Yo no voy a permitir eso; nadie lo debería permitir”.