Convirtiendo las catástrofes en oportunidades para la paz

La experiencias de Sri Lanka e Aceh nos aportan una lección: la acción humanitaria después de una catástrofe puede facilitar los medios para afrontar y resolver los contrastes y buscar la vía de la paz. Muchas tragedias siguen mostrando que la pobreza y la pérdida de ecosistemas insustituibles pueden multiplicar el poder destructor de tormentas, inundaciones y terremotos, siendo en muchos casos, el numero de victimas mortales y de desplazados por catástrofe igual o incluso mayor que el provocado por varios años de conflictos violentos. La relación catástrofe–operación de paz supone un reto no sólo para los gobiernos, los grupos rebeldes y la sociedad civil de los países afectados, sino también para diplomáticos, grupos de ayuda humanitaria, administradores de la ayuda al desarrollo, defensores del medio ambiente, etc. Todos tienen una valiosa oportunidad, de hecho una responsabilidad, de mejorar la eficiencia a largo plazo de sus intervenciones tras las catástrofes, aprendiendo de situaciones pasadas, en las que un fenómeno natural ha puesto de manifiesto conflictos y desigualdades regionales o comunitarios, anticipándose al probable aumento de la frecuencia y la gravedad de las catástrofes, y reconociendo las sinergias entre esfuerzo humanitario y pacificación ambiental.