Reconsiderando la vida buena

En un mundo que se encamina a velocidad de vértigo hacia un abismo de degradación y de daños a los bosques, a los océanos, a la biodiversidad y a otros recursos naturales en todo el planeta, hace tiempo que debiéramos haber empezado a replantearnos en qué consiste «la vida buena». Los individuos, las comunidades y los gobiernos pueden dedicarse a proporcionar a las personas lo que más ansían, redefiniendo el término prosperidad para incidir en la calidad de vida en vez de acumulación de bienes. Efectivamente, la vida buena puede impregnarse de nuevo significado en términos no de riqueza sino de bienestar: la satisfacción de las necesidades básicas para la supervivencia, así como de los anhelos de libertad, salud, seguridad y unas relaciones sociales gratificantes.