Tendencias y alternativas urbanas

Este artículo constituye la Introducción al número 111: “Tendencias y alternativas urbanas” El espacio urbano no puede entenderse sino inserto en el proceso histórico de las estructuras social, política y económica. La distribución del espacio reproduce las exigencias del sistema productivo pero es también donde la acción social se vincula a las prácticas políticas, nacidas de diferentes proyectos sociales alternativos, que pretenden transformarlo. Es un escenario social en el que se cruzan y vinculan la realidad urbana y la vida cotidiana, donde se producen las relaciones sociales y lugar central para la reproducción social.

Las políticas desarrolladas en los nuevos espacios metropolitanos, alejadas del interés general, han abonado el individualismo y la apatía cívica. En tales espacios se produce el «bloqueo de lo político», en el sentido de que se interrumpe el desarrollo político, se limita la expansión de derechos sociales y se extiende la desmovilización. La democracia representativa occidental –que se pone a sí misma como límite y, a la vez, culminación del progreso político– potencia ese agotamiento de lo posible pragmático-conformista, neutralizador de las acciones políticas transformadoras que se muestran incapaces de volver a convertir la ciudad en el motor del proceso democrático.
Por todo ello, parece necesario hoy revisitar el concepto del «derecho a la ciudad» –que otorga protagonismo a los sujetos en las redes y circuitos de comunicación, información e intercambio–, y de «centralidad». La realidad urbana tiende a forjarse en torno a un centro donde se produce el agrupamiento de lo que puede nacer y producirse en el espacio. El derecho a la ciudad trasciende el acceso a lo ya existente y avanza hacia el derecho a cambiarlo a partir de profundos anhelos.