Una nueva gobernanza económica de inspiración liberal

La crisis que estalla en 2007 no solo es financiera sino que es estructural en la medida en que refleja el agotamiento de un modelo de acumulación que ha impulsado una moderación salarial compensada por un endeudamiento generalizado de los agentes privados. Evitar la quiebra del sistema ha obligado a los gobiernos a practicar un keynesianismo conservador que ha desequilibrado las finanzas públicas. La eurozona, cuyo entramado inicial ya adolecía de grandes debilidades, va a responder a dicha crisis imponiendo las recetas liberales más radicales. Está configurando una nueva gobernanza restrictiva y antidemocrática que es la negación del necesario gobierno económico europeo basado en principios cooperativos.

Según el autor, los gobiernos van a pretender romper el círculo déficit/deuda imponiendo una mayor degradación de las condiciones laborales, salariales y sociales. Se tiende a asentar una nueva gobernanza económica cuyos componentes centrales están acordados por unos mercados financieros y unos bancos centrales liberados de la tutela estatal. Cuando los dirigentes alemanes se refieren a la necesidad de impulsar un gobierno económico europeo, no aluden a una federalización de la política económica que recogiera los intereses de los diversos Estados y creara mecanismos de solidaridad, sino a la imposición de unas nuevas reglas de gobernanza que incrementan el poder de los mercados respecto del Estado.

Otra enseñanza de la gestión de la crisis europea es que constituye un grave error no
compatibilizar consolidación fiscal a medio y largo plazo con políticas de crecimiento y de empleo a corto plazo y la consolidación presupuestaria debería haber sido coordinada y diferenciada según los países.
La integración europea es utilizada como coartada para emprender unos ajustes socioeconómicos regresivos y, pese a haber fracasado las políticas “austeritarias”, se mantienen debido a que forman parte de una estrategia destinada a desbaratar el Estado de bienestar.