INFORME ECOSOCIAL

CALIDAD DE VIDA EN ESPAÑA

Balance, Tendencias y Desafíos

CAPÍTULO 3

Principales tendencias

INFORME ECOSOCIAL: CAPÍTULO 3 Impactos del modo de vida. Principales tendencias

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Las principales tendencias que atraviesan el modo de vida en España se organizan en torno a tres grandes bloques: los desequilibrios territoriales, la insostenibilidad ecológica y las amenazas a la cohesión social por la persistencia de la pobreza, la precariedad y la desigualdad.

IDEAS CLAVE

España desequilibrada

Las dinámicas territoriales propias del capitalismo conllevan implicaciones sociales, demográficas, económicas y culturales que están ahondando en España un profundo desequilibrio geográfico que tiene consecuencias sobre la calidad de vida de las personas.

Media España, en peligro de despoblación

Más del 80% de la población española vive hoy en áreas urbanas, y más de la mitad lo hace en ciudades de más de 50.000 habitantes. Por el contrario, casi la mitad de todos los municipios españoles están actualmente en riesgo de despoblación.

España rural desatendida

En las últimas siete décadas la España más despoblada ha perdido casi la mitad de su peso demográfico, económico y laboral, abocando a las grandes zonas rurales del país a un futuro incierto cuya calidad de vida está cada vez más desatendida.

Zonas rurales despobladas, envejecidas y masculinizadas

Los desequilibrios poblacionales existentes en España están propiciando una profunda desarticulación territorial que tiene en el envejecimiento y en la masculinización del medio rural dos de sus principales expresiones.

Regiones que producen para regiones que consumen

El desequilibrio demográfico español se plasma sobre el mapa a través de unas zonas especializadas en la extracción de recursos y en el vertido de residuos, y otras que han centrado su labor en la acumulación y el consumo.

La realidad de España está marcada por un fuerte desequilibrio poblacional, económico y laboral que está arrinconando en los márgenes del olvido a grupos sociales y grandes zonas rurales del país, las cuales, la mayoría de las veces se ven reducidas a actuar como surtidoras de recursos naturales y fuerza laboral y como sumideros de residuos y contaminación en favor de unas áreas urbanas en creciente expansión que concentran el grueso de la población, la riqueza y el empleo. Este modelo socioeconómico y territorial, cada vez más polarizado social y geográficamente, conlleva una fuerte intensificación de diversas problemáticas ambientales (cambios de uso del suelo, contaminación, sobreexplotación de recursos naturales, cambio climático) y sociales (pobreza material, exclusión social, precarización laboral, desigualdad económica) que están socavando las bases socio-ecológicas que posibilitan una vida digna y de calidad en nuestro país.

Producción y consumo eléctrico en España

Fuente: Red Eléctrica Española.

España tiene una de las concentraciones de población más altas de toda Europa, con el 90% de sus residentes emplazados en el 30% del territorio (fundamentalmente en las grandes ciudades y toda la franja costera mediterránea). El 80% de la población española vive en espacios urbanos, y más de la mitad lo hace en ciudades de más de 50.000 habitantes. En el otro extremo, 5.002 municipios de los 8.131 que existen en España tienen una población menor a los mil habitantes, y casi la mitad de todos los municipios españoles (el 48,4%) tiene actualmente una densidad de población inferior a los 12,5 hab/km², que es el umbral fijado por la UE para identificar territorios en riesgo de despoblación.

Municipios españoles en riesgo de despoblación

Fuente: Comisionado del Gobierno frente al Reto Demográfico.

Gran parte del éxodo poblacional vivido en España en las últimas décadas viene explicado por el movimiento de la población joven, que ha abandonado las zonas urbanas y semiurbanas del interior de la Península en busca de oportunidades laborales y educativas, tanto en las grandes ciudades españolas como en el extranjero. Este fenómeno está acelerando aún más el envejecimiento de las áreas rurales de España al contribuir al descenso de la tasa de fecundidad. Actualmente, 743 municipios tienen más del 30% de su población con una edad de 75 o más años. Con ello, en casi el 25% de los municipios de España la población jubilada supera ya a la de trabajadores en activo. A medida que estas personas fallezcan, se perderá buena parte de los ingresos (en forma de pensiones) que sostenían la pobre actividad económica de estas zonas, contribuyendo a vaciar probablemente aún más el interior del territorio español.

Y, por si fuera poco, además de envejecido, el ámbito rural español se encuentra fuertemente masculinizado. Hoy en día, en el 85% de los municipios menores de 1.000 habitantes hay más hombres que mujeres, y en los municipios de menos de 100 habitantes el 71% de las personas que deciden irse son mujeres; que son precisamente quienes en mayor medida sufren la falta de oportunidades ligadas a la España vaciada.

IDEAS CLAVE

Crecimiento artificial e insostenible

Entre finales de los años 80 y el estallido de la crisis de 2008 las superficies artificiales han crecido en algo más del 3 % anual, a costa de espacios agrarios periurbanos, y en competencia por los recursos con ecosistemas y especies.

Nos movemos en ciudades contaminadas

La hipermovilidad y las industrias en áreas urbanas han generado un gran problema de contaminación del aire en muchos entornos urbanos, sobre todo de emisiones de óxidos de nitrógeno y partículas, ruido y contaminación lumínica.

España comienza a padecer la cara más dura del cambio climático

Los efectos del cambio climático comienzan a sentirse ya en España en forma de aumento en la prevalencia de eventos meteorológicos extremos, aumentos en el nivel del mar, incremento de los incendios y alteración de los ecosistemas.

El regadío español es insostenible

El aumento del regadío en un 12 % en las dos últimas décadas, y la ganadería industrial, con un incremento del 51 % en la carga de nitratos del agua entre 2016 y 2019, están detrás del 79 % de los usos consuntivos del agua en España.

Un tercio de España, en riesgo de desertificación

El 29 % de los suelos de España sufren procesos erosivos medio-altos y el 37 % de la superficie del país está en riesgo de desertificación.

El modo de vida español es insostenible

Las dinámicas de producción y consumo que caracterizan nuestro modo de vida contribuyen a las tendencias locales, regionales y globales de insostenibilidad a través del choque con los límites ecológicos en las distintas escalas en que estos se manifiestan.

Artificialización e intensificación de usos del territorio

Cambios en los usos de suelo en España

Fuente: Elaboración propia  a partir de Corine Land Cover.

El modo de vida de los españoles se ha vuelto cada vez más urbano al ritmo de la expansión de nuevas zonas y modelos residenciales en las áreas metropolitanas del interior y del litoral. Esto ha hecho que las superficies artificiales en España se hayan incrementado desde finales de los años 80 hasta el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008 en algo más del 3 % anual, a costa principalmente de espacios agrarios periurbanos, afectando a la salud y variedad de los ecosistemas y en abierta competencia con otras especies, cuya situación es cada vez más precaria (en el año 2020 ya había más de 960 especies dentro del Catálogo Español de Especies Amenazadas frente a las cerca de 600 que había en el año 2000). Las áreas forestales han crecido por distintas dinámicas, entre las cuales destaca el abandono rural, con una transición forestal marcada por el desplazamiento de los cultivos a otras partes del planeta y el avance de plantaciones forestales con fines comerciales.

Contaminación del aire

El empeoramiento de la calidad del aire es uno de los fenómenos relacionados con las emisiones puntuales o difusas de los sectores productivos y las actividades de consumo. Aunque se ha producido una reducción de ciertos contaminantes de la mano de la aparición de nueva normativa (es el caso de los óxidos de azufre, por ejemplo), la hipermovilidad motorizada y ciertas industrias han generado un gran problema de contaminación del aire en muchos entornos urbanos, sobre todo de emisiones de óxidos de nitrógeno y partículas, causa por la que España ha sufrido reiterados avisos de las autoridades de la UE. Además, a la contaminación química del aire hay que añadir los altos niveles de ruido que soportan más de 9,4 millones de personas en nuestro país, especialmente en las aglomeraciones urbanas, donde también se encuentran niveles importantes de contaminación lumínica.

Personas afectadas por el ruido según nivel y localización de la fuente en España, 2021

Fuente: Elaboración propia a partir de MITECO, Sistema de información sobre contaminación acústica.

Contribución al cambio climático

El conjunto de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) derivados del modo de vida actual (especialmente el transporte y la producción de energía y vectores energéticos) constituyen una notable contribución al problema global del cambio climático.

En España, las emisiones de GEI han venido creciendo secularmente, con una aceleración clara a partir de los años 50-60 del pasado siglo XX, que solo se han frenado recientemente debido a la disminución de la actividad económica derivada de la Gran Recesión del año 2008. A partir del año 2014, con el inicio de la recuperación de la actividad económica, se vienen produciendo ciclos de aumento-disminución de las emisiones, con una clara caída debida a la reducción en el uso de carbón en la generación eléctrica y su sustitución por energías renovables, pero también a la disminución de la actividad económica en el año 2020 como consecuencia de los confinamientos debidos a la pandemia de la Covid-19, que produjo una reducción de un 6,4% respecto a 1990 (y un 38,6% respecto al año 2005).  Todo ello es ilustrativo del gran acoplamiento existente entre el tamaño de la economía y las emisiones de GEI.

Evolución de las emisiones de los principales contaminantes y gases de efecto invernadero en España

Elaboración propia a partir de MITECO, inventario de emisiones 2021.

Dada la posición geográfica de nuestro país, los efectos del cambio climático comienzan a sentirse ya en forma de aumento de eventos climáticos extremos (olas de calor, períodos recurrentes de sequía, tormentas explosivas, etc.), aumentos en el nivel del mar (un incremento de 16 cm en el Mediterráneo desde que hay registros) o alteración de los ecosistemas (por ejemplo, pérdida de glaciares, que en Pirineos han reducido su extensión en una quinta parte desde 2011).

Sobreexplotación y contaminación del agua

El aumento de la urbanización del territorio y la intensificación de la explotación del campo están detrás la mayoría de los problemas de sobreexplotación y contaminación del agua en España. No en vano, se atribuye al sector agrario cerca del 80% de los usos consuntivos del agua en España. Esta circunstancia está teniendo relevantes repercusiones: por un lado, contribuye a la artificialización de los ecosistemas acuáticos (canalización, embalses, etc.) y a una mayor competencia por la disponibilidad del agua a través del aumento del regadío en un 12 % en las dos últimas décadas; por otro lado, debido a la industrialización e intensificación de la ganadería (especialmente la ganadería porcina), también está contribuyendo notablemente al incremento en un 51% en la carga de nitratos del agua entre los años 2016 y 2019.

Evaluación del estado de las masas de agua superficiales y subterráneas

Fuente: Elaboración propia a partir de MITECO. Perfil Ambiental de España

Sobreexplotación y contaminación del suelo

La intensificación de los usos agrarios, junto con la actividad minera, industrial y el vertido de residuos están teniendo impactos negativos sobre los suelos. Por una parte, un 29 % de los suelos sufren procesos erosivos medios, altos o muy altos y el 37 % de la superficie del país se considera en riesgo de desertificación. Por otro lado, el vertido incontrolado de residuos, así como el uso incorrecto de pesticidas y fertilizantes, han originado miles de puntos de contaminación del suelo (en 1994 se contabilizaban al menos 4.532 puntos, actualmente se están elaborando los inventarios autonómicos para generar el inventario nacional de suelos contaminados), incluyendo seis áreas de contaminación radiactiva, recientemente reconocidas.

Zonas contaminadas por radioactividad en España

Fuente: Elaboración propia.

IDEAS CLAVE

España empobrecida

El 27% de la población española se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión social, cinco puntos por encima de la media europea.

Pobreza afecta al 33% de la infancia 

La pobreza infantil afecta en nuestro país a uno de cada tres niños menores de 16 años, y casi uno de cada cuatro vive en hogares que no pueden mantener la vivienda a una temperatura adecuada.

El empleo no saca de la pobreza

En torno al 15% de toda la población ocupada de España se corresponde con personas que, pese a tener trabajo, están en riesgo de pobreza o exclusión social.

Una concentración de riqueza cada vez mayor

Sólo entre 2012 y 2019 la participación en la renta nacional del 1% más rico de la población se incrementó en casi cuatro puntos porcentuales, superando en 2019 en 2,7 puntos los ingresos salariales del 50% de la población con menor renta.

Sin redistribución no habrá salida a la crisis ecosocial

A menos que se emprendan con urgencia acciones contundentes de protección social basadas en políticas redistributivas justas, es previsible que tanto la pobreza como la desigualdad continúen aumentando en nuestro país en los próximos años.

Con más del 27% de su población en riesgo de pobreza o exclusión social, España se encuentra actualmente entre los países de cabeza de toda la UE-27, situándose más de cinco puntos por encima de la media europea.

Tras las mejorías experimentadas a partir de 2014 —después de varios años empeorando fruto de la crisis económica y financiera de 2008— la población en riesgo de pobreza y exclusión social en España volvió a repuntar en 2020, a consecuencia, muy probablemente, de la crisis originada por la pandemia de COVID-19. Así, y pese a los altibajos experimentados, en los años transcurridos desde 2008, el porcentaje de personas que viven en riesgo de pobreza o exclusión social en España se ha incrementado en un 16,0%, superando en 2021 el umbral de los trece millones de personas afectadas.

Personas en riesgo de pobreza o exclusión social en España y en la UE-27, 2008-2020 (como % total de la población)

Fuente: Elaboración propia a partir de datos del INE (Encuesta de condiciones de vida).

La pobreza en España no se distribuye homogéneamente entre el conjunto de la población española, sino que registra variaciones importantes en función de variables como el sexo, la edad o el tipo de hogar. Así, y según datos del Instituto Nacional de Estadística, el porcentaje de personas en riesgo de pobreza y/o exclusión social en 2021 en España fue sensiblemente mayor entre las mujeres (28,3%) que entre los hombres (27,0%). Por su parte, los grupos de edad que más padecieron la pobreza fueron claramente los más jóvenes, afectando al 32,5% de los menores de 16 años y al 33,5% de los adultos jóvenes de entre 16 y 29 años.

El porcentaje de trabajadores pobres respecto al total de trabajadores (por cuenta ajena y propia) no solo no se ha logrado frenar en la última década, sino que se ha incrementado, tanto en el conjunto de la UE como en España. Así, según la Encuesta de Condiciones de Vida del INE, el 14,8% de toda la población ocupada de España en 2020 se correspondía con trabajadores en riesgo de pobreza o exclusión social. Tanto es así que, en 2018, el 36,2% de los hogares cuyo sustentador principal estaba empleado se han visto obligados a reducir gastos en vestimenta, alimentación o suministros, y un 17,1% de los mismos han tenido que recurrir a ayudas económicas externas, ya sean de familiares o de instituciones.

Precariedad y precariedad extrema en España (% sobre total de personas empleadas, 2020)

Fuente: elaboración propia a partir de datos de la UGT.

No cabe duda de que las dinámicas propias del capitalismo español han impulsado un proceso de precarización que ha ido degradando las condiciones de trabajo de gran parte de la fuerza laboral de nuestro país. El modelo laboral español se ha caracterizado por un elevado desempleo crónico que ha coexistido con una precarización creciente basada en elevados índices de temporalidad y rotación, contrataciones parciales y otras nuevas formas de contratación (como los falsos autónomos o las contrataciones formativas o de prácticas) que han reducido los derechos laborales. En los últimos años se ha asistido también, como fenómeno emergente, al regreso del pluriempleo y a la persistencia de las horas extraordinarias no pagadas.

Por añadidura, el tiempo de trabajo en España está muy mal distribuido, con un elevado porcentaje de trabajadores (el 65%) que dedican 40 horas semanales o más al trabajo remunerado, y unas tasas de desempleo muy elevadas que, independientemente del ciclo económico, superan a las de la Unión Europea.

Por otro lado, la idea del empleo como base del desarrollo social no parece estar funcionando. El arraigo de esta medida ha hecho que, en casi todos los países de la UE, las políticas de lucha contra la pobreza hayan estado centradas, en gran medida, en el objetivo de permitir la incorporación al mercado laboral de las personas en riesgo de exclusión social. Sin embargo, lo cierto es que el porcentaje de trabajadores pobres respecto al total de trabajadores (por cuenta ajena y propia) no solo no se ha logrado frenar en la última década, sino que se ha incrementado, tanto en el conjunto de la UE como en España. Así, según la Encuesta de Condiciones de Vida del INE, el 14,8% de toda la población ocupada de España en 2020 se correspondía con trabajadores en riesgo de pobreza o exclusión social. Bajo el actual modelo económico parece que disponer de un empleo ni siquiera asegura hoy en día poder eludir la pobreza y la exclusión social al no garantizar los ingresos suficientes con los que cubrir las necesidades más elementales. Tanto es así que, en 2018, y según datos del Informe FOESSA sobre el empleo pobre, el 36,2% de los hogares cuyo sustentador principal estaba empleado se han visto obligados a reducir gastos en vestimenta, alimentación o suministros, y un 17,1% de los mismos han tenido que recurrir a ayudas económicas externas, ya sean de familiares o de instituciones.

El subempleo ligado a las contrataciones parciales (las cuales suponen una retribución y unos derechos laborales por debajo de los de las personas contratadas a tiempo completo) ha experimentado en España una tendencia creciente desde los años 90. Las reformas laborales de 2010 y 2012 promovieron una precarización generalizada en el empleo que no solo hizo aumentar la temporalidad y el peso de los contratos de duración muy reducida, sino que aumentó el subempleo con la proliferación del contrato a tiempo parcial involuntario. Las diferencias existentes entre sexos muestran además una clara concentración de la parcialidad laboral en las mujeres, cuya incidencia fue en 2020 del 22,8%, frente al 6,7% de los hombres. Uno de los puntos débiles de la última reforma laboral aprobada en diciembre de 2021 es que, aunque ha logrado un aumento sustancial de la contratación indefinida, ese aumento ha venido acompañado —la mayoría de las veces— de una mayor parcialidad no deseada.

Incidencia de horas irregulares y/o socialmente desfavorable entre el total de personas trabajadoras (%)

Fuente: Encuesta de Fuerzas de trabajo de la UE, Eurostat.

La temporalidad constituye otra forma de degradación laboral tradicionalmente presente en la economía española, con una incidencia superior a la del resto de países comunitarios. Esta inestabilidad laboral, que hace décadas era típica de sectores estacionales como la agricultura o el turismo, se ha extendido en los últimos años al resto de los sectores, afectando especialmente a los grupos sociales más vulnerables: fundamentalmente jóvenes, mujeres y migrantes. De los 1,2 millones de trabajadores temporales que había en España a finales de los años 80, se ha ido ascendiendo hasta alcanzar los 4,3 millones en 2018. Además, la duración media de los contratos temporales ha retrocedido un mes en la última década: de los 79,3 días de 2007 a los 49,9 días de 2019.

Parcialidad y parcialidad involuntaria (%)

Fuente. Encuesta de Fuerzas de trabajo de la Unión Europea, Eurostat.

A pesar de que no existe un índice de precariedad laboral como tal que nos permita estimar la importancia que esta problemática adquiere en cada contexto, sí que se han desarrollado algunos intentos de cuantificación. Una de estos consiste en la combinación de las situaciones de temporalidad y parcialidad involuntaria, de cuya unión surge lo que se ha venido a llamar el índice de precariedad extrema, una realidad muy extendida en España, sobre todo entre las mujeres y las personas de origen extranjero.

Sigue siendo muy difícil conciliar los trabajos remunerados con los reproductivos vinculados a la vida personal, familiar y social. Muestra de ello es la incidencia que tiene la realización de horas de trabajo remunerado conocidas como horas irregulares y/o socialmente desfavorables.

También ha aumentado la desigualdad económica, tanto la referida a la renta como a la riqueza. Esta desigualdad tiene implicaciones importantes sobre la calidad de vida de las personas a través de las consecuencias que despliega sobre la cohesión social, la democracia y la sostenibilidad. La desigualdad de renta en España, medida por el índice de Gini, ha experimentado una ligera tendencia al alza desde inicios del presente siglo, con un máximo alcanzado en torno a 2014. Desde este momento, y coincidiendo con la última fase de nuestra economía impulsada por un cambio en las políticas económicas, la desigualdad experimentó un significativo descenso hasta 2020, momento a partir del cual, y fruto probablemente de la pandemia, volvió a repuntar para alcanzar los 33 puntos en 2021, dos puntos por encima de los mejores registros logrados antes de la crisis económica de 2008. La desigualdad en nuestro país se sitúa todavía dos puntos por encima de la media europea. España es aún hoy uno de los países más desiguales de toda la Unión Europea.

Evolución del índice de Gini en España y en la UE

Fuente: Eurostat

Distribución de la renta nacional en España del 50% más pobre y del 1% más rico, (1999-2019)

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del informe «Desigualdad de la Renta y Redistribución en España: Nueva Evidencia a partir de la metodología del World Inequality Lab»

El aumento de la desigualdad en España muestra cómo los estratos más pobres concentraron pérdidas relativas de sus rentas mucho más acusadas que la población de mayores ingresos (la cual, en muchos casos, siguió aumentando sus rentas a pesar de la crisis). Así, tal y como muestra la siguiente figura, el crecimiento de la renta del 1% más rico del país se ha producido en los últimos años a costa de la renta de las clases populares que constituyen el 50% con menos ingresos. La distribución funcional de la renta en España muestra por tanto un aumento de las rentas del capital a expensas de la caída de las rentas del trabajo. La participación en la renta nacional del 1% más rico pasó del 13% en 2007 al 17% en 2019. Además, el sistema de impuestos y trasferencias, orientado a reducir parte de las desigualdades de ingresos existentes en nuestro país, no parece estar funcionando. Los patrones de desigualdad no están variando sustancialmente fruto de las acciones redistributivas del Estado. Y es que la progresividad del sistema fiscal ha caído desde la crisis financiera de 2008, acelerando las tendencias de desigualdad analizadas en beneficios de los más ricos.

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