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El mundo avanza hacia un “punto de inflexión” que podría atrapar a los países más pobres y a sus ciudadanos más vulnerables en condiciones de desventaja cada vez peores y dejar a millones de personas enfrentadas a la malnutrición, a la escasez de agua, a amenazas ecológicas y a pérdidas en sus medios de sustento.

El informe advierte que las desigualdades en la capacidad para hacer frente al cambio climático se vislumbran como una fuerza cada vez más poderosa que sigue profundizando las inequidades entre los países y dentro de cada uno de ellos. En este sentido, los países desarrollados tienen la responsabilidad de promover alianzas internacionales en la adaptación al cambio climático para reducir la pobreza.

Los autores advierten que las fuerzas que se desencadenen como resultado del calentamiento global podrían paralizar y luego revertir los avances conseguidos durante generaciones. Algunas de las amenazas al desarrollo humano identificadas por el informe son las siguientes:

• El desplome de los sistemas agrícolas como resultado de la creciente exposición a sequías, altas temperaturas y patrones irregulares de precipitaciones, situación que dejará a otros 600 millones de personas en riesgo de desnutrición.

• De aquí a 2080, la escasez de agua afectará a unos 1.800 millones de personas y grandes zonas de Asia meridional y el norte de China enfrentarán una grave crisis ecológica como resultado del repliegue de los glaciares y los cambios en los patrones de precipitaciones.

• El desplazamiento de alrededor de 332 millones de personas desde zonas costeras y bajas, producto de las inundaciones y las tormentas tropicales. 

• Riesgos emergentes para la salud, con otros 400 millones de personas en peligro de contraer paludismo.

El informe advierte, al mismo tiempo, que la falta de acción para abordar el problema del cambio climático podría poner en riesgo a las futuras generaciones de sufrir una catástrofe ecológica. Entre las amenazas sistémicas que enfrenta la humanidad, el informe destaca el posible colapso de la capa de hielo de la Antártida occidental, el repliegue de los glaciares y la presión sobre los ecosistemas marinos.

Identifica una serie de políticas públicas necesarias para estrechar la brecha entre las declaraciones sobre seguridad climática y las políticas energéticas que permitirían evitar el peligroso cambio climático. Entre las más importantes están las siguientes:  

• Fijar precios a las emisiones de carbono y aprobar normas reglamentarias más exigentes. El informe convoca a los gobiernos a aplicar y exigir normas más estrictas en materia de emisiones de vehículos, construcciones y electrodomésticos.

• Apoyar el desarrollo de suministro de energía con bajos niveles de emisiones de arbono.

• Cooperación internacional en transferencias financieras y tecnológicas.

Concluye que “una de las lecciones más duras que nos enseña el cambio climático es la insostenibilidad ecológica del patrón histórico de crecimiento con altas emisiones de carbono y el despilfarro en el consumo de las naciones ricas que viene con él”. No obstante, los autores argumentan, “si adoptamos las reformas adecuadas, no es demasiado tarde para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a niveles sostenibles sin poner en riesgo el crecimiento económico: más prosperidad y seguridad climática no son objetivos contradictorios”. 

El informe puede consultarse a texto completo en:
hdr.undp.org/en/reports/global/hdr2007-2008/chapters/spanish/