Carta abierta a la Comisión Europea sobre juventud y precariedad

Después de reunir en Madrid a finales de octubre a representantes de organizaciones juveniles de Irlanda, Alemania, Dinamarca, Italia, Francia, Eslovenia y España, con más de 150 participantes, la iniciativa "Jóvenes del norte y del sur: propuestas para una nueva Europa", enmarcada en el proyecto Precarity and Youth (PAY), entregó una carta abierta al director de la Representación española de la Comisión Europea en España en la que aborda aspectos claves para el conjunto de la sociedad europea, como son la precariedad y la juventud.

 

CARTA A LA COMISIÓN EUROPEA

25 de octubre de 2014

A la Comisión Europea,

El pasado 24 y 25 de octubre tuvo lugar en Madrid el encuentro internacional Precarity and Youth que reunió a organizaciones juveniles y expertos de ocho países europeos para avanzar en la reflexión y posibles propuestas que respondan a la difícil situación a la que se enfrenta la juventud en Europa. Esta iniciativa se enmarca en un proyecto más amplio financiado por la Comisión a través del programa Juventud en Acción y, es por ello, que quienes participamos queremos manifestarles las siguientes cuestiones:

Una de las consecuencias más graves y visibles de esta crisis ha sido sin duda el de las elevadas tasas de desempleo que se han generalizado por todo el territorio comunitario, aunque de forma especialmente contundente en los países del Sur de Europa. La juventud está siendo hoy uno de los sectores de la población más afectados por el paro, pero también por una precarización cada vez mayor de sus trabajos y de sus vidas. Ambas situaciones están condenando a una parte creciente de la juventud actual al exilio, sin que ello termine de resolver su situación dentro de las fronteras de la soñada pero decepcionante Europa.

A nivel político, el incremento del riesgo de exclusión, el aumento de la precariedad y la desigualdad son, por otra parte, una amenaza directa para la democracia al quebrar la cohesión social que lograba mantenerse en la unión. Todo ello ha sido ignorado en el proceso de construcción europea en el que, frente a la crisis, se ha optado por la austeridad fiscal y el ajuste salarial como única respuesta, y suponiendo esta una vía ineficaz que no ha hecho más que agravar las consecuencias de la misma y los problemas de fondo que arrastrábamos de antes.

Por un lado, las políticas de ajuste salarial en pos de la supuesta competitividad implican una vuelta de tuerca más sobre las ya precarizadas condiciones de nuestros mercados laborales. La falta de ingresos está conllevando un deterioro de nuestras condiciones de vida. Al mismo tiempo, la limitación y restricción de derechos laborales está incrementando la vulnerabilidad e inestabilidad de nuestros empleos. De esta manera, la exclusión y la precarización son los dos rasgos que hoy caracterizan la condición de las y los jóvenes en Europa cuando, paradójicamente, somos la generación mejor formada.

Por otra parte, las políticas de la mal llamada “austeridad”, dictadas por los poderes financieros especulativos, pero en clara connivencia con el poder político, no han hecho más que recrudecer la situación de la sociedad europea en general y de su juventud en particular. Sufrimos de primera mano estas políticas con los sucesivos recortes en servicios públicos tan fundamentales como la educación y la sanidad. Y con ello, las disparidades socioeconómicas están acentuándose tanto dentro de los países europeos como entre ellos, desdibujándose de esta manera cualquier idea de integración subyacente al discurso de la construcción europea.

En consecuencia, el proyecto europeo, junto con las políticas impulsadas por la troika en el continente, no parece estar ofreciendo ningún futuro a sus jóvenes. No debería de resultar extraña, por tanto, la creciente deslegitimación institucional ante la falta de mecanismos de cohesión social y territorial, así como de participación, que hoy resultan a todas luces insuficientes.

Frente a esta situación, las y los jóvenes europeos ya no aceptamos que nuestra problemática se limite a soluciones parciales dado que nuestros problemas son hoy, más que nunca, estructurales: tienen que ver con la orientación seguida por el proyecto de integración europeo, las formas de participación política que se han facilitado, y con la apuesta por unos modelos de producción y consumo concretos.

Exigimos, por tanto, el fin de estas medidas a la vez que reclamamos un nuevo pacto social que sitúe en el centro de la agenda política la cohesión social y la democracia. Reivindicamos también un nuevo marco de relaciones laborales más justo e inclusivo, así como un acceso universal a un sistema educativo que garantice la igualdad de oportunidades. Es el momento, por otra parte, de que propuestas como las anteriores se dirijan hacia modelos de producción y consumo alternativos que se ajusten a los límites de la naturaleza y que dignifiquen todos los trabajos que contribuyen al bienestar social.

Más información sobre el proyecto y las entidades impulsoras en la web de PAY.