Por una Economía Inclusiva

Por una economía inclusiva. Hacia un paradigma sistémico, artículo escrito por Santiago Álvarez Cantalapiedra, Alfons Barceló, Óscar Carpintero Redondo, Cristina Carrasco Bengoa, Ángel Martínez González-Tablas, Albert Recio Andreu y Jordi Roca Jusmet, para la Revista de Economía Crítica, núm. 14, segundo semestre 2012, pp. 277-301.

Jamás en la historia habían existido tantas escuelas, facultades y academias de economía, ni tantos profesores, alumnos y licenciados en esta disciplina. Jamás se habían publicado tantos libros, artículos, informes buscando capturar los rasgos esenciales y corregir los presuntos defectos (reales o ilusorios) del sistema capitalista (o de las “economías de libre mercado”, si se prefiere una expresión embellecedora). Jamás se había producido tal torrente de estadísticas y de modelos matemáticos sobre cualquier ocurrencia o menudencia que encajara aceptablemente (de grado o por fuerza) con los postulados de partida.

Y, sin embargo, llevamos algunos años padeciendo una colosal crisis económica que ha devaluado en grado considerable un buen número de patrimonios, ha destruido un enorme caudal de confianza en el sistema monetario y en las instituciones reguladoras de los mercados financieros, ha conducido al paro a millones de trabajadores y trabajadoras (lo que representa una enorme cantidad de riqueza potencial evaporada inexorablemente), ha propiciado el despliegue de maniobras tendentes a recortar derechos y a debilitar las redes protectoras del estado del bienestar. Un objetivo intermedio que ha favorecido este retroceso en el plano de la protección social ha consistido en recortar servicios y ayudas de carácter público, bajo el lema de “abaratar el funcionamiento del estado moderno”. Aquí el cuento de la lechera consistía en imaginar un mercado perfecto e instantáneo gracias al cual uno podía asimismo imaginar que dejando campo libre al interés privado se conseguirían maravillosos resultados de armonías económicas y se recuperaría la senda de un mítico crecimiento benefactor en provecho de todos. Por otro lado, los científicos naturales llevan años avisando de los peligros que para la humanidad genera el actual ritmo de deterioro ambiental, sin que ello se haya traducido en un cambio sustancial en la forma de enfocar los problemas ni en una acción decidida para resolverlos.

En suma, padecemos una situación escandalosa y grotesca. La inmensa mayoría de presuntos expertos, las grandes instituciones de seguimiento de la coyuntura, de evaluación de riesgos, de prospectiva mundial no vieron (o no quisieron ver) la que se les caía encima.

Pero no sólo no se vio ni entendió bien el desencadenamiento y evolución de la crisis, sino que a la hora de sugerir parches y remedios, no se ha producido una confluencia de propuestas por parte de los expertos, ni se adivina en el horizonte un proceso de convergencia hacia salidas razonables.

Esta desastrosa situación es debida, en parte, a un problema ideológico (a saber, los objetivos del beneficio y del crecimiento se consideran irrenunciables), pero también a la estrechez de miras de los economistas y políticos que a menudo solo tienen en cuenta la economía de mercado capitalista. En este contexto —y hoy más que nunca— es necesario y urgente construir enfoques alternativos de interpretación de la realidad social y económica que permitan ofrecer respuestas y propuestas para terminar con los padecimientos y el despilfarro que está produciendo la crisis y avanzar hacia una sociedad humana y sostenible.

Lo que sigue a continuación aspira a ser una aportación al proceso de construcción de un marco general de representación de la actividad económica desde el que poder articular distintos enfoques —en particular, los de la economía ecológica, economía feminista y economía política y su crítica— que comparten diagnóstico y críticas al funcionamiento del sistema capitalista y a los desarrollos teóricos de la economía convencional. Hasta ahora los intentos de dotarse del conocimiento y las interrelaciones que pueden propiciar la fertilización recíproca y el avance acumulativo que precisa el pensamiento económico crítico han sido frágiles e insuficientes. Se trata simplemente de bosquejar una representación pertinente y útil de cómo funciona realmente la economía, sin entrar en el diseño de un eventual sistema alternativo.

Conviene hacer hincapié en la insuficiencia de la economía convencional para afrontar la complejidad de nuestro tiempo. A pesar de su hegemonía institucional y política, no es capaz de plasmar una representación satisfactoria de los procesos económicos, son escasos sus logros y notoria su impotencia ante los problemas, no llega a formular un diagnóstico consistente de lo que sucede y sus propuestas combinan cortedad de aliento y ceguera de horizonte, propiciando una frustración en la vida de millones de seres humanos, un empobrecimiento y, en el límite, un riesgo de suicidio colectivo. Desde luego conviene asimismo recalcar que la tendencia histórica del pensamiento económico ha sido proclive a la ocultación, en la matriz epistemológica básica, de dimensiones esenciales para una representación comprensiva de la actividad económica (entorno físico, espacio doméstico, dimensión social de los procesos), centrándose básicamente en la producción mercantil.

En este trabajo se pretende lo contrario: asumir la condición sistémica de la economía y defender una perspectiva teórica que considere todas las dimensiones que realmente intervienen de forma determinante en la actividad socio-económica. La diferencia entre una y otra actitud acarrea importantes consecuencias, tanto en el plano del conocimiento como de la acción; tiene, además, efectos de largo alcance, y también a corto plazo.

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