Sesión de debate sobre “Educación en valores”

En el marco de las reflexiones que se vienen organizando a lo largo del curso en torno al Libro Blanco de la Educación en los centros de FUHEM, el pasado sábado 11 de mayo tuvo lugar una nueva convocatoria dedicada a “La Educación en valores”. En esta ocasión, los ponentes encargados de hacer las aportaciones iniciales fueron: Miquel Martínez Martín, Doctor en Pedagogía, Catedrático de Teoría de la Educación en la Universidad de Barcelona; y Teresa Maldonado Barahona, Licenciada en Filosofía, Profesora de Filosofía y Ética en Educación Secundaria en un Instituto del País Vasco. La jornada fue moderada por María González Reyes, profesora del Colegio Santa Cristina de FUHEM.

El objetivo de esta sesión fue favorecer la reflexión sobre el sentido de la educación en valores en el contexto escolar en general y en los centros de FUHEM, en particular. Para nuestra Fundación, la educación en valores constituye una de sus principales señas de identidad. De ahí la importancia de centrar la misión de la escuela en este ámbito, y de reflexionar y debatir en torno al enfoque que se debe adoptar e incluso sobre las formas concretas en las que desarrollar nuestro trabajo.

A continuación, ofrecemos un resumen de las intervenciones de los ponentes, así como del debate posterior, que también se pueden ver en el video que recoge la sesión y se encuentra en el canal de FUHEM Educación en Youtube.

Teresa Maldonado: Respetar los valores compartidos por todos para formar ciudadanos críticos y responsables, y evitar el adoctrinamiento

La profesora de Filosofía y Ética, Teresa Maldonado inició su exposición con una caracterización de las sociedades actuales como sociedades plurales y también como sociedades de mercado. Estas dos dimensiones fueron las que organizaron el posterior discurso sobre la ética, los valores y su presencia en el mundo educativo.

Para Teresa Maldonado, el hecho de que nuestras sociedades sean plurales y las aceptemos como tal es una circunstancia relativamente nueva en el pensamiento occidental, muy ligada a las aportaciones “liberales” (en el mejor sentido de un término ahora desvirtuado). La gran pregunta que se deriva de esta constatación es: ¿cómo podemos organizar la convivencia común con ideas discrepantes? La respuesta es hacerlo desde el respeto, más horizontal y recíproco que la “tolerancia”. Para ello es necesario distinguir, de la manera más fina posible, los máximos morales privados de los mínimos comunes (o socialmente) compartidos. La educación en valores debería centrarse en estos últimos, teniendo en cuenta además que estos consensos pueden ser cambiantes, ya que los valores compartidos están por lo general sometidos a una constante revisión. El Estado, lejos de ser completamente neutral, como pueden sostener algunas corrientes más liberales, debería vigilar que en el sistema educativo se trabajen estos mínimos compartidos, sin entrar en el ámbito de los máximos morales privados. De no producirse esta diferenciación, la educación en valores sería más bien adoctrinamiento.

Pero el hecho de que, en nuestras sociedades capitalistas existan una serie de valores que de forma recurrente están siendo trasladados a nuestros niños y niñas, sin un mínimo consenso social, como la eficiencia, la búsqueda del beneficio o el no cuestionamiento de los fines sociales; hace que resulte muy difícil asumir una neutralidad de la escuela que no permite enfrentar o relativizar los mensajes que la ciudadanía viene recibiendo por otros medios (medios de comunicación, redes sociales, publicidad, etc.).

Para resolver este dilema, argumentó la ponente, tal vez quepa pensar que el sistema educativo debe plantearse, por encima de todo, formar ciudadanos críticos y responsables; no adoctrinar, pero tampoco ponerse al servicio de los intereses del mercado. Hay que educar a los jóvenes en democracia y, en consecuencia, dotarles de herramientas que les permitan enjuiciar críticamente las tentaciones de minusvalorarla o desvirtuarla.

Miquel Martínez: el valor de las prácticas educativas para trasmitir valores e ilusión

Para Miquel Martínez, Doctor en Pedagogía y Catedrático de Teoría de la Educación en la Universidad de Barcelona, la educación debe dar al alumnado herramientas para entender un mundo cada vez más complejo y cambiante. En un momento en el que tendemos a interpretar el mundo con unas claves colectivas y en el que el pensamiento y la toma de postura individual no están bien vistos, la educación debe ser capaz de generar ilusión y confianza en las posibilidades de cada uno. La educación en valores puede hacerse a través de contenidos diseñados al efecto, pero lo que verdaderamente educa al alumnado en unos determinados valores son las prácticas educativas, la forma de hacer las cosas.

La primera tarea de la escuela debe ser la de crear las condiciones para que sea posible educar en valores. La segunda tiene que ver con habilitar procesos de construcción compartida de los valores, sin caer en el adoctrinamiento pero tampoco en el relativismo moral. Y la tercera, tener claros algunos mínimos irrenunciables: hay que educar para la autonomía de las personas, en el diálogo como valor y en el respeto a la diversidad, entendida como riqueza. Cuando cualquier apuesta de educación en valores renuncia a alguno de estos tres principios no puede considerarse legítima.

Continuó su intervención Miquel Martínez, exponiendo que educar en valores es, parafraseando a Zubiri, educar la razón, el sentimiento y la voluntad. Para ello, la escuela no es un contexto más, sino un espacio privilegiado en el que asumimos una responsabilidad con la sociedad, con los alumnos y alumnas y las familias que nos los confían.

Existen muchas vías y estrategias que la escuela puede poner en marcha al afrontar la educación moral de su alumnado. En la selección de competencias y contenidos a trabajar deberíamos inclinarnos por los que promuevan un mayor nivel de reflexión e incluso que permitan más controversia. Pero también debemos tomar decisiones organizativas y metodológicas que reproduzcan y transmitan los valores que queremos trasladar al alumnado: difícilmente podemos educar para la gestión participativa o la convivencia en entornos rígidos, jerarquizados y autoritarios. El profesorado ha de ser coherente con los valores en los que se quiere educar y es preciso incorporar una dimensión comunitaria al quehacer de nuestros colegios, creando estructuras reales de participación para todos los integrantes de la comunidad educativa. Se han de cuidar la relaciones interpersonales creando vínculos afectivamente ricos, en los que predomine la aceptación incondicional del otro, aunque deban estar sujetos a normas, a ser posible acordadas.

La escuela no puede ser neutral frente a los valores que algunos sectores sociales pretenden inculcar por distintas vías al alumnado. Puede plantearse incluso una educación en valores que vaya más allá de los mínimos sociales compartidos (tan difíciles de delimitar, por otro lado), y que apueste por unas determinadas opciones morales. El requisito esencial es que esta apuesta se haga explícita y que el trabajo se base en la persuasión y en la dialéctica, que los valores no puedan imponerse y que, además, puedan discutirse para ser construidos de forma colectiva.

María González Reyes: Una escuela que mire el mundo incluyendo la perspectiva ecosocial

Antes de dar paso a las intervenciones de los asistentes, María González Reyes, profesora del Colegio Santa Cristina de FUHEM, quiso compartir una reflexión sobre la necesidad de un cambio en la forma de ver el mundo por parte de la escuela. A menudo aceptamos, de forma muy poco crítica, una manera de entender el mundo muy condicionada por una visión del desarrollo y de nuestra relación con el medio casi suicida, sin plantearnos y hacer que nuestros alumnos y alumnas se cuestionen muchas de las supuestas “verdades” que forman parte del pensamiento dominante y que pueden ser transmitidas de formas sutiles. Por el contrario, nuestras escuelas deberían ser y hacer consciente al alumnado el hecho de que vivimos en un mundo eco-dependiente y también que existen muchos trabajos que, siendo indispensables para la vida, resultan invisibles o son ignorados por los mercados y por las ideologías y el pensamiento dominantes. María González Reyes se refirió a las crisis diversas que estamos padeciendo por mirar para otro lado y a la necesidad de que la escuela empiece a cambiar de paradigma para que los valores ecosociales estén en el centro.

Concluyó su intervención afirmando que la educación no puede ser neutral y que una educación para la sostenibilidad debe desarrollar una crítica al modelo económico actual y trabajar las alternativas.

Intervenciones de los asistentes: consensos y márgenes para discrepar

Buena parte de las intervenciones pusieron de manifiesto el gran interés que habían suscitado los distintos temas planteados por la mesa. En general, los asistentes defendieron la necesidad de una mayor beligerancia por parte de nuestras escuelas en el trabajo de valores. Por una parte, se hizo notar la dificultad de establecer cuáles son esos mínimos consensuados (no están siempre claros, no es fácil saber quién decide qué está consensuado y qué no, y también pueden prestarse a manipulaciones varias), por lo cual no cabe quedarse sólo ahí y es posible trabajar sobre aspectos que, sin ser necesariamente valores compartidos por todos, están muy relacionados con nuestra forma particular de ver las cosas. Para poder hacerlo sin caer en el adoctrinamiento, se acepta en primer lugar la idea de que los valores que trabajamos en los centros de FUHEM han de ser muy explícitos (para el profesorado, el alumnado y las familias), y tienen que trabajarse en un marco de promoción de una conciencia crítica por parte de los alumnos y alumnas: no se trata de que acepten de manera acrítica los valores que trabajamos, sino que sean capaces de analizarlos, discutirlos y definir sus propias posturas personales.

También se puso de manifiesto que las actitudes de neutralidad o beligerancia dependen mucho de cada momento y de cuáles sean los condicionantes sociales, que pueden obligarnos a ser más combativos para contrarrestar mensajes inadecuados, insistentes y también muy agresivos de determinados sectores.

Hubo un interesante intercambio de ideas respecto a la necesidad de consenso que muchas personas anteponen como un valor supremo. Se defendió el valor del disenso, de la discrepancia y de la duda y también se argumentó que el profesorado, aunque ha de ser coherente con los valores que intenta trasladar, también puede permitirse no aspirar siempre a la coherencia absoluta. En la escuela puede trabajarse sobre valores en algunos planos más racionales pero también en el de las ideas y creencias más profundas, más arraigadas y, por ende, más implícitas.

El debate continúa en el Blog del Libro Blanco

Una vez concluida la sesión, el debate continúa en el Blog del Libro Blanco donde se encuentran, junto a otros, algunos textos escritor por los participantes en la mesa dedicada a la educación en valores: el artículo de Teresa Maldonado (2012): “Sobre el (sin)sentido de educar en valores”, publicado en el Boletín ECOS del Área Ecosocial de FUHEM; y varios textos de Miquel Martínez: “Educación y Ciudadanía Activa”; “La educación moral: una necesidad en las sociedades plurales y democráticas”; y “Educación y ciudadanía en sociedades democráticas: hacia una ciudadanía colaborativa”.
El blog del Libro Blanco sigue esperando la colaboración de todos para enriquecer el debate. No dejéis de participar en el blog: http://libroblanco.fuhem.es/