Entrevista a Roberta Sonnino
Esta entrevista a Roberta Sonnino ha sido realizada por Monica Di Donato y Jose Luis Fernández Casadevante – Kois, en el marco de unas jornadas sobre comedores escolares saludables y sostenibles y nuevas políticas urbanas en materia de alimentación, Alimentar el Cambio, organizadas el pasado mes de junio en la Casa Encendida en colaboración con FUHEM y Garúa. A lo largo del coloquio, se reflexiona sobre la importancia estratégica de abordar la transición de los sistemas alimentarios urbanos y el papel que puede jugar la compra pública en ese proceso, el rol de la agricultura urbana dentro de las agendas públicas, las relaciones campo ciudad, entre otras cosas. También aporta datos y ejemplos, como la experiencia de la ciudad de Roma, uno de los procesos más complejos y ambiciosos impulsado desde un gobierno local durante 12 años.
Roberta Sonnino es catedrática de política y planificación ambiental en la Universidad de Cardiff, donde también directora de impacto y compromiso de la escuela de geografía y planificación de la misma universidad. Tiene un historial distinguido e internacionalmente reconocido de investigación en torno a las geografías alimentarias. Su investigación se centra particularmente en los sistemas alimentarios locales, la adquisición pública de alimentos, la gobernanza de los alimentos urbanos y la seguridad alimentaria. Es también directora del centro de investigación para sistemas alimentarios urbanos y regionales (SURF, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Cardiff.
MDD y JLC: Usted es docente de la Universidad de Cardiff (Gales) desde hace años. En el grupo de investigación en el que usted trabaja, tratan sobre la cuestión de la Geografía Alimentaria. Quizás convendría comenzar aclarando, ¿cuál es el ámbito de estudio concreto de la Geografía Alimentaria? ¿Cuáles son los puntos clave de esta disciplina?
RS: La Geografía Alimentaria es un término muy amplio que tiene que ver con las relaciones entre ser humano, espacio y, lo que en inglés se denomina place (lugar). Mientras que el espacio tiene valores, sobre todo económicos (se habla de espacio alimentario, por ejemplo, en relación con el desarrollo y la economía), el lugar alimentario es un contexto construido sobre valores y prioridades de las comunidades locales, es decir, tiene una acepción más emotiva, si quieres.
MDD: Cultural, incluso ….
RS: Sí, cultural, muy lleno de significado. Y uno de los últimos artículos que he escrito es justamente un intento de entender cómo se puede desarrollar lo que en inglés se denomina place-based approach en el tópico alimentario. Es decir, hacer que cada municipio desarrolle una estrategia y una aproximación que tenga en consideración el tipo de recursos que tienen a su disposición, los significados que se dan a la comida, que habitualmente son múltiples dentro de cada comunidad, así como, aspecto importantísimo este, la historia, las tradiciones y las prioridades locales, que cambian lógicamente de lugar en lugar. Y para terminar de responder a vuestra pregunta, la Geografía Alimentaria tiene una dimensión económica, social, cultural y también una dimensión política. Digamos que yo me ocupo sobre todo de la parte política, de la gobernanza del sistema alimentario.
MDD y JLC: Esto se relaciona con la siguiente pregunta que nos gustaría hacerte. En los últimos años, y especialmente después del gran evento de la Expo de Milán, el tema alimentario se ha convertido en la temática por excelencia. En este sentido, ¿qué elementos explicarían, bajo tu punto de vista, que la alimentación de los entornos urbanos se haya convertido en una cuestión emergente? Y ¿qué se entiende por gobernanza alimentaria y cuáles son los aspectos principales de los que no se puede prescindir para escribir una agenda urbana de desarrollo alimentario?
RS: La emergencia de las ciudades como actores políticos, actores de gobernanza alimentaria, es una clara señal de décadas de gobernanza equivocada, años en los que se pensaba que se podían resolver los problemas alimentarios en el mundo interviniendo simplemente sobre la producción agrícola. Después, a partir de los trabajos de Amartya Sen, se ha generado toda una escuela de pensamiento que ha establecido que la pobreza alimentaria no es solamente un problema de cantidad, sino que hay que actuar sobre un problema de acceso a la comida. Lo que está sucediendo en las ciudades, que hace que estén en la vanguardia de todo este discurso, es el hecho de que en las ciudades es más que evidente que el acceso a una buena alimentación saludable y sostenible es un problema no sólo económico sino también físico. Utilizando un ejemplo banal, un mendigo que vive en el campo, con frecuencia, forma parte de la cadena de producción de alimentos o, como mínimo, tiene una relación de proximidad con los centros de producción de alimentos, mientras que, en la ciudad, estamos hablando de millones si no miles de millones de personas, si hablamos a nivel global, que no tienen acceso a alimentos de calidad, ni físicamente ni mucho menos desde un punto de vista económico. En la ciudad, los pobres dependen del dinero en efectivo para poder adquirir los productos que necesitan. Así que, el primer desafío que tiene que plantearse un gobierno municipal es un desafío relativo al acceso a la alimentación, que implica volver a conectar la producción con el consumo. Es frecuente que los gobiernos a nivel municipal no tengan competencias sobre aspectos de gestión de áreas rurales, por lo que no se puede esperar que por sí solo, un gobierno ciudadano pueda cambiar los flujos de producción. Para empezar, el gobierno ciudadano tiene que entender cuáles son las barreras específicas que impiden el acceso de la población, sobre todo de algunos segmentos de la población, a una alimentación saludable, apropiada y de calidad, y poner en marcha algunas medidas que faciliten este acceso. Para después, en una segunda fase, desde mi punto de vista, conectarse con otros actores de gobernanza fuera del contexto propiamente urbano, tales como las áreas peri-urbanas o las áreas rurales, buscando sinergias. Los famosos rural-urban linkages, la conexión entre lo urbano y lo rural. Porque el gran desafío hoy en la resolución del problema de la pobreza y la seguridad alimentaria es el de volver a conectar las ciudades con el campo.
MDD y JLC: Y ¿cómo se resuelve esta relación entre la ciudad y el mundo rural? Porque actualmente parece que las ciudades se limiten simplemente a la extracción…
RS: Eso es… Se resuelve afrontando el problema de la subordinación. En la gobernanza errónea de hace una década, se planteaba la ciudad como centro de consumo y el campo como centro de producción de alimentos, lo que ha conducido inevitablemente a toda una serie de dualismos, de oposiciones, tales como producción y consumo, oferta y demanda, etc. La primera cosa que hay que hacer es tratar de concebir la ciudad como centro de producción y consumo, porque hoy día las ciudades se están transformando en importantes centros de producción de alimentos y, análogamente, mirar a las áreas rurales del mismo modo, no sólo como centros de producción sino también de consumo. Es decir, que tenemos que ver las relaciones urbano-rurales en términos de reciprocidad, lo que el campo da a la ciudad, y lo que la ciudad da al campo. Volviendo al discurso sobre el acceso a la alimentación de calidad, es importante que el habitante de la ciudad tenga acceso a los mejores alimentos producidos en el campo, también es importante que los gobiernos municipales faciliten a los agricultores el acceso al espacio urbano, por ejemplo, a través de mercados campesinos, comedores públicos, no sólo escolares, sino también en los hospitales, en las residencias, etc. Es una cuestión de pensar la relación urbano-rural en términos de flujos y de reciprocidad, de sinergias: es decir ¿qué se puede hacer para recrear esta conexión de manera, por tanto, recíproca?
MDD y JLC: En este discurso se hace referencia a la importancia en la relación urbano-rural de la agricultura urbana, también en términos cuantitativos, el volumen que alcanza ….
RS: Yo pienso que no hay que cometer el error de pensar que la agricultura urbana resolverá el problema de la inseguridad alimentaria, porque no es así ya que la agricultura urbana no se promueve en términos de producción sino más bien desde otros puntos de vista, reconectar al ciudadano con la agricultura, con la alimentación, etc., sobre todo desde una vertiente cultural. En nuestras ciudades viven millones de niños que no saben cómo se produce, por ejemplo, una patata, no tienen ni idea de lo que quiere decir estacionalidad, cuáles son los ciclos estacionales de la tierra. Así que, antes de otras funciones, la agricultura urbana sirve desde un punto de vista cultural y educativo. En este sentido, he realizado un estudio junto a un estudiante de doctorado el pasado año académico, en el que analizábamos el papel de la agricultura urbana en el combate contra la pobreza en términos amplios. Mostramos aquí como la agricultura urbana crea espacios de inclusión para los colectivos marginados (inmigrantes, mujeres, pobres) que, a través de los huertos urbanos encuentran espacios de socialización, buenos alimentos y fuentes de empleo en un momento en el cual la situación económica global no es la mejor. Un ejemplo que viene del Tercer Mundo, en un país en vías de desarrollo, sería el de la ciudad de Arusha, en Tanzania. Se trata de una pequeña ciudad que ha creado 200 huertos urbanos en la zona más deprimida de la ciudad, en los cuales los pobres se reúnen, socializan, interaccionan y crean una comunidad. Entre los múltiples efectos que ha tenido esta iniciativa, 30 mujeres de esta zona pobre que no tenían trabajo ni dinero han creado una cooperativa que vende su producción a un restaurante que está en el centro de la ciudad. Este es un ejemplo típico de ciclos virtuosos que hay que poner en marcha. Y la agricultura urbana es uno de los resortes fundamentales en este sentido.
MDD y JLC: Un aspecto que resulta especialmente interesante en su trabajo es que cuando habla de derecho a la alimentación, usted señala que hay que hacer un esfuerzo por ir más allá del modelo asistencialista, el modelo de beneficencia, de los bancos de alimentos.
RS: Yo vivo en un país donde los bancos de alimentos han crecido exponencialmente en los últimos años porque el número de pobres ha aumentado, y por tanto, respeto el papel de estos bancos de alimentos en un momento de emergencia, pero surgen dos problemas: (1) el tipo de alimentos que se distribuye en un banco de alimentos es un alimento normalmente procesado, no fresco, no saludable; (2) existe la tendencia por parte de los gobiernos neoliberales, como pueden ser los gobiernos del Reino Unido o de los EEUU, a delegar a los bancos de alimentos el problema de la seguridad alimentaria, interviniendo sobre los síntomas no sobre las causas. Y lo que hay que hacer es tratar de convertir estos bancos de alimentos en un centro de actividad de múltiples iniciativas. Por ejemplo, organizar el banco de alimentos de tal modo que a este llegue la fruta y la verdura producida por la agricultura urbana en lugar de los alimentos en polvo o de baja calidad. Hay que hacer que estos puntos de referencia amplíen su papel, tratando de actuar no sólo sobre los síntomas, relativamente fáciles de resolver, sino también sobre las causas. La enfermedad no se cura sólo interviniendo sobre los síntomas. Conectarse a estos huertos urbanos, como está sucediendo en Reino Unido, donde los “clientes” de los bancos de alimentos, por así llamar a las personas que utilizan estos bancos de alimentos, vienen redirigidos a otras actividades, otros espacios, otras alternativas, que tienen a su disposición para sentirse más empoderados. No es, por tanto, el asistencialismo lo que resolverá, efectivamente, el problema de la inseguridad alimentaria.
MDD y JLC: Hay que mencionar también que en países como Italia, por ejemplo, se están llevando a cabo iniciativas como la de “Last Minute Market”, para reducir el desperdicio alimentario, de tal modo que alimentos que están en buen estado todavía puedan entrar dentro de estos circuitos, bajando el desperdicio. Siguen todavía y en muchos países restricciones legales relacionadas con este tema. El desperdicio alimentario se está convirtiendo en otro gran problema dentro del modelo alimentario.
RS: Sí, de hecho, se trata de un ejemplo paradigmático de lo que hemos hablado al inicio, el error de gobernanza que se basa en la idea de que resolveremos el problema de la pobreza alimentaria interviniendo sobre la producción. En las decenas de debates que he llevado a cabo por todo el mundo alrededor del tema de la pobreza alimentaria y la alimentación en las ciudades, he encontrado también rivales académicos, provenientes habitualmente de las ciencias naturales, que son partidarios de lo que llaman la intensificación sostenible, que me dicen que la población está aumentando y que no se puede resolver el problema si no se produce más. Mi respuesta es siempre la misma pregunta, ¿cómo hacemos para saber cuánto tenemos que producir de más si tiramos más de un tercio de lo que actualmente producimos? Comencemos a tratar de preservar de modo adecuado lo que producimos ahora, y una vez que eliminemos este terrible problema del desperdicio y las pérdidas alimentarias, entonces será el momento de preguntarnos si necesitamos producir más o no y si la solución pasa por otra vía.
MDD y JLC: De hecho, es bastante habitual encontrar a los defensores del sistema en una defensa a ultranza del argumento malthusiano, incluida la propia FAO, que lleva décadas con el mismo discurso del aumento de la producción, introduciendo ahora el adjetivo sostenible. Pero siempre manteniendo el mismo discurso. El problema de la inseguridad alimentaria se resuelve aumentando la oferta.
RS: Sí, de hecho, la propia FAO nos ha contratado para llevar a cabo un proyecto dentro de su marco para la agenda de la alimentación urbana. Finalmente la propia FAO se ha dado cuenta de que hay un problema específico en las ciudades del mundo, y que la aproximación al problema que tradicionalmente venían usando no es suficiente para resolverlo, por eso me han pedido que escriba el marco que guiará sus intervenciones durante los próximos diez años.
MDD Y JLC: Quisiéramos también acerca del tema de las centrales de compra pública de alimentos, que es un ámbito al cual ha dedicado mucho tiempo de su investigación, especialmente en Roma. La primera pregunta tiene que ver con la importancia de estas centrales de compra pública, en el sentido de la relevancia, peso y potencialidades que un actor público puede alcanzar con esta práctica.
RS: Como decíamos, un gobierno municipal inicialmente tiene que entender los problemas de acceso a los alimentos. En la segunda fase, cuando se han detectado las principales barreras, los gobiernos municipales tienen dos instrumentos principales para cambiar el sistema alimentario: (1) la planificación y (2) el abastecimiento público. Se trata de dos instrumentos que forman parte de sus competencias en gran parte del mundo, por lo que, en términos de puesta en marcha de políticas alimentarias urbanas, la compra pública de alimentos es fundamental, siempre bajo la idea de volver a conectar producción y consumo. Lo es por múltiples razones, entre ellas, y sobre todo, porque estimula los mercados para los productores de alimentos de calidad, porque hay que señalar que el mercado público no es un mercado muy lucrativo para los agricultores, pero sí que es un mercado con poca incertidumbre ya que el agricultor firma un contrato para tres o cuatro años, lo que para un agricultor, en general, es poco menos que un sueño. Además, es el Estado el que interviene estimulando el mercado y no viceversa, lo que creo que es algo de gran importancia, puesto que es el Estado el que regula el mercado y no se deja arrastrar por las dinámicas voraces de este. También está la cuestión educativa, porque cuando los niños aprenden qué es la estacionalidad, el valor del bizcocho frente a la bollería industrial, el daño ambiental derivado de la industria de la comida rápida, esos niños se convierten en unos mensajeros de gran importancia dentro de la familia, adquiriendo la capacidad de cambiar los hábitos alimentarios de la familia cuando se empeña en que estas cosas no las quiere comer más. Se trata de una señal que el Estado manda a la ciudadanía en relación con su compromiso con la sostenibilidad, que tiene que ver no sólo con la alimentación sino también con los materiales que usamos, las bombillas, la energía, etc. Se trata de entender qué mercados son los que quieres estimular, cómo y qué se está haciendo para ayudar a los productores, porque además no es un mercado simple para ellos, es decir, es un mercado poco lucrativo, y no es simple, aunque sea estable, ya que requiere de una normativa de regularización y unas cantidades de producción concretas, por lo que los productores necesitan ayuda, un diálogo con las instituciones públicas, para poder responder adecuadamente, que es lo que en su momento llevó a cabo por ejemplo la ciudad de Roma.
MDD y JLC: En este sentido, y ya que lo menciona, Roma ha sido pionera teniendo en cuenta las dimensiones de las que hablaba. ¿Nos puede hablar un poco de su experiencia en Roma en relación con los comedores escolares, y si conoce otras experiencias dentro del contexto europeo, como por ejemplo el caso escocés, que mencionaba en un artículo reciente con Kevin Morgan? Y finalmente, nos gustaría saber si piensa que la tendencia a este respecto dentro de Europa es la adecuada o si en cambio cree que actualmente no se mueve por esos derroteros.
RS: El caso de Roma es un caso particular, porque desde el gobierno municipal se ha entendido que la sostenibilidad es un camino y no una meta. Por eso no se han conformado nunca con lo que han llevado a cabo. Durante 12 años, cada 4 años, cuando terminaba el contrato se planteaban qué podían hacer para mejorar el sistema. Esta ha sido la clave. Al inicio han comenzado, por una cuestión de salud, por la opción ecológica. Posteriormente, han comenzado a pensar en la inclusión social. Después se han concentrado en las cadenas cortas de producción y consumo. Este ha sido el secreto fundamental. Por tantas cosas, incluida la razón económica, ya que estos mercados son estimulados o incluso creados, son más caros con respecto a los mercados convencionales, por lo que está claro que, si se trata de producir un producto de calidad para los comedores, es habitual que haya que subvencionarlo. Y por eso, respondiendo a la segunda parte de vuestra pregunta, dado el momento de crisis económica terrible que estamos viviendo, con fuertes recortes de fondos en el sector público, encontrar hoy ejemplos de ciudades comparables al de la ciudad de Roma, es prácticamente imposible. Para que pudiesen existir necesitaríamos que nuestras instituciones se diesen cuenta de que se trata de una inversión y no un coste. Necesitaríamos, , estudios que evaluasen los impactos reales de este tipo de iniciativas desde el punto de vista de la investigación, se trata de un vacío importantísimo. La misma ciudad de Roma, nunca ha hecho estudios para entender las implicaciones sociales, ambientales, beneficios, problemas, etc., a pesar de que ha invertido millones de euros en este sistema de comedores escolares, y ha sido famosa en el mundo entero, con gente que viajaba a la ciudad para conocer de primera mano este ejemplo.
Existe también el pequeño ejemplo de Escocia, que mencionabais, donde la tarea era mucho más sencilla con respecto a Roma, donde se trataba de gestionar 27 millones de comidas escolares al año. Mientras que en Escocia estamos hablando de centenares de miles. Sin embargo, Escocia, con respecto a Roma, ha tenido la precaución de hacer un seguimiento de sus resultados. Se trata de un gesto que es importante, no sólo para la justificación de la inversión, sino también como modo de conquistar a la sociedad civil, cuando se puede demostrar que se ha reducido la contaminación, que a los niños les gusta lo que comen, que prestan mayor atención, que se produce una mejora en el rendimiento escolar, porque también estamos hablando de esto, de la mejora en las capacidades cognitivas, en la capacidad de concentración, etc.
En su momento hubo algunos pequeños municipios que intentaron trabajar sobre el sistema alimentario. Hay algunos ejemplos como Greenwich, dentro del área de Londres, la ciudad de Nueva York, y ahora mismo hay algunas ciudades estadounidenses que están comenzando a utilizar el mandato de compromiso de reforma del sistema alimentario, pero justo en este momento no es un momento fácil, ya que no hay dinero, la inversión es difícil, y hay otras prioridades. También hay un debilitamiento de los gobiernos municipales en muchos países del mundo, por ejemplo en Gran Bretaña. Cuando yo llegué a Gran Bretaña, hace 15 años, había regiones-ciudad que tenían un poder administrativo y de gobernanza local. Esto es importante para el sistema alimentario, por lo que le decía al principio, porque tiene que existir un control sobre los recursos locales y la capacidad de decidir. Sin embargo, se ha producido un desmantelamiento, por ejemplo, del sistema de las regiones, por lo que se centraliza, y el gobierno tiene otras prioridades. Prioridades, para las que ningún político me ha respondido nunca a la pregunta sobre por qué no renuncian a los misiles nucleares para reformar el sistema de los comedores escolares, ¿no será más importante lo que dais de comer a vuestros hijos que la construcción de los misiles nucleares? En Gales, bastaría renunciar a un misil nuclear al año para mejorar la calidad de todo el sistema de alimentación escolar.
MDD y JLC: El problema económico sale una vez más a la palestra. En FUHEM, como experiencia pionera en Madrid, las escuelas han comenzado a incluir la línea ecológica dentro de los comedores, involucrando al personal de cocina del centro, trabajando sobre la calidad, etc. Pero, y ya hablando en general y pensando este modelo como extensible, el gran problema que muchas veces hay que sortear es el económico, puesto que este tipo de modelos a veces se traducen en un aumento de las cuotas, y las familias no siempre quieren o pueden sostener ese coste añadido.
RS: Pero es que no tendrían que pagar las familias. La semana pasada el Ministro de Agricultura italiano ha anunciado una inversión de 40 millones de euros en comedores ecológicos, generando una expectación y una admiración general. Se trata de una inversión como la que uno hace en la educación de sus hijos. Si el libro de texto comienza a costar más, tienen que ser las instituciones las que sostengan la situación, no pueden ser las familias las que lo hagan. Porque, además, como el caso de Roma demuestra, frecuentemente las familias no tienen los medios para entender el valor de lo que están pagando. Esta crisis, es muchas veces usada como excusa para no invertir más en una reforma que, yo creo, tendría que ser prioritaria porque de todos estos gobiernos que se declaran comprometidos por el desarrollo sostenible, yo me pregunto ¿qué prioridad puede ser mayor que la de dar de comer algo sano a los niños, a la nueva generación? El desarrollo sostenible invita a mirar el desarrollo en clave intergeneracional, así que la principal prioridad tendría que ser la de salvaguardar a las generaciones el futuro.
MDD y JLC: Estamos hablando sobre todo de comedores escolares, pero tal y como ha esbozado previamente, ¿se podría extender este modelo a los hospitales, comedores públicos en general, etc.? Estos saltos de escala, ¿qué impactos ambientales podrían tener sobre la producción local?
RS: Por esta razón yo no hablo habitualmente de comedores escolares, sino más bien de abastecimiento público de alimentos, porque hablamos de un sector que tiene que salvaguardar los intereses de los elementos más débiles de la población: los niños en las escuelas, los enfermos en los hospitales y los ancianos en las residencias. La pregunta no es tanto si se podría, sino más bien se debería extender la reforma a todos los comedores públicos, de tal modo que todos los segmentos más débiles de la población puedan utilizarla. Hay ejemplos de hospitales que están llevando a cabo mejoras, y sobre los hospitales llevé a cabo un estudio junto a una estudiante mía, pero el problema es que se trata de reformas complejas. El problema con los hospitales es la enorme cantidad de desperdicio alimentario debido a múltiples factores, por ejemplo, al hecho de que para un hospital es difícil planificar cuantos servicios llevará a cabo en un día, puesto que no se sabe bien cuántos enfermos habrá, también hay cuestiones logísticas, etc. Sería necesaria una inversión sobre la infraestructura, porque la gran ventaja de países como Italia, frente a países del norte de Europa, es que afortunadamente los italianos tienen las cocinas dentro de las escuelas y los hospitales, todavía. Y este es un elemento fundamental para evitar la centralización del sistema que después lleva a alimentos procesados, congelados, etc.
En cuanto a los impactos, se trata de un asunto central, ya que hay que ser cautos, no demasiado optimistas. Cuando Roma comenzó su “revolución”, Roma sabía que Italia es el principal productor de productos ecológicos de Europa, así que lo primero que hizo fue pedir fruta y verdura ecológica en los comedores. Pero se ofreció a las empresas de catering puntos en los concursos a cambio de mayor oferta ecológica aparte de la de la fruta y la verdura. Porque cuando los productores y las empresas de catering supieron que Roma quería realizar esta “revolución ecológica” en seguida dijeron «no existe semejante mercado», «no existe», «no es posible», mientras que la ciudad elaboró su propio estudio y descubrió que el mercado para la fruta y la verdura existía, y que también podría existir para el queso, la carne, los huevos, etc., pero dejaron al mercado la capacidad de responder. Cuando las empresas de catering, que claramente se peleaban por abastecer a una ciudad como Roma, entre otras cosas por la visibilidad que les daría algo así, supieron que si además de la fruta y la verdura, si ofrecían otros productos como el queso parmesano, les daban unos puntos más que sus competidores directos, rápidamente, fíjate qué casualidad, cada año aparecieron más productos. Al final de la reforma, Roma había logrado llegar a alrededor de un 75% de productos ecológicos. Lo ha logrado en unos doce años. ¿Qué pasaba? Que en cada renovación de contrato después de cuatro años, los productos que las empresas habían ofrecido anteriormente como añadidos a los obligatorios, quedaban como obligatorios ahora, y se relanzaba el estímulo solicitando la posibilidad de nuevos productos añadidos. La cuestión no es lo que el mercado puede ofrecer ahora, sino lo que podrían ofrecer si las instituciones públicas lo estimulasen.
Se trata de un porcentaje enorme. Un ejemplo. Tenían dos productos provenientes del comercio justo, ya que había determinados productos que no podrían ser producidos en Italia: los plátanos y pequeñas tabletas de chocolate. Sólo con este movimiento han estimulado el sector del comercio justo y se ha producido un aumento del 20%.
MDD y JLC: Para terminar: ¿cuáles son los pasos claves que identificaría claramente para encaminarnos hacia un modelo de restauración pública colectiva sostenible?
RS: En realidad se trata de repensar los servicios públicos alimentarios como un servicio a la salud y al bienestar y no como un negocio. Se requiere un cambio cultural, que permita también entender que no se trata de un coste sino de una inversión. Otro aspecto importante es el de servir de inspiración a otras administraciones que jamás habían pensado en todo esto, dándoles ejemplos de buenas prácticas, porque no podemos quedarnos simplemente en la crítica. Yo, como académica, otros como sociedad civil, no podemos continuar simplemente criticando. Hay que dar ejemplos concretos. Hay que decirle al gobierno municipal de Madrid que si Roma lo ha hecho, ¿cómo no va a poder Madrid? Explicarles cómo lo ha hecho Roma y qué ha hecho. Finalmente, es necesaria una visión a largo plazo. Y este es un problema mayor, ya que el político no tiene esta visión. El político piensa sólo en su re-elección. Por eso resulta fundamental hacer partícipe a la sociedad civil.
MDD y JLC: Está implícito a lo largo de toda la entrevista la idea de que estamos acostumbrados a hacer recaer el peso de la responsabilidad sobre el consumidor, y como ha dicho anteriormente el peso no tendría que recaer sobre las familias, sino que tendrían que ser las administraciones a distintos niveles las que se hiciesen responsables, estimulasen los mercados e hiciesen entender a los distintos actores que ese es el camino correcto. Primeramente, a través del propio ejemplo y la coherencia.
RS: En una democracia, si uno tiene que pensar a un actor que se tenga que tomar esta responsabilidad, uno tiene claramente que pensar en el gobierno, ya sea nacional, regional, local o a todos juntos. Los políticos han sido elegidos para pensar en el bien común, y no se pueden resolver problemas de esta magnitud a nivel individual, incluso deseando hacerlo, incluso aunque si la familia estuviese de acuerdo. El origen de todo esto no puede ser otro más que el del gobierno que está ahí, teóricamente, para pensar en el bien común.
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