Entrevista a Nick Buxton

Entrevista a Nick Buxton, realizada por Nuria del Viso y Carlos Saavedra, para el número 142 de la revista Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global

«Una seguridad para todos y todas ante el cambio climático debe surgir desde abajo y dirigirse a cambiar el sistema»

Nick Buxton es experto en comunicación y editor de publicaciones para Transnational Institute (TNI), donde coordina anualmente el informe Estado del poder.[1] Como activista, trabaja cuestiones de cambio climático, militarismo y justicia económica. Anteriormente trabajó durante cuatro años en Bolivia para la Fundación Solón como periodista y editor web. Es coautor y coeditor de Cambio climático S.A., editado por FUHEM Ecosocial en 2017 y entre sus anteriores publicaciones figura «Politics of debt», que apareció en el libro Dignity and Defiance: Bolivia’s challenge to globalisation (University of California Press/Merlin Press UK, January 2009).

 Nuria del Viso y Carlos Saavedra (NV-CS): ¿Cuál fue el objetivo de Ben Hayes y tuyo al impulsar y editar el libro Cambio climático S.A.?

Nick Buxton (NB): Nuestro objetivo principal fue examinar las implicaciones que tiene tratar el cambio climático como una cuestión de seguridad, como se está haciendo. La idea surgió al observar que dos de los principales poderes del mundo, los ejércitos y las transnacionales, estaban desplegando esta perspectiva y paradigma de la seguridad con el fin de prepararse para hacer frente a los impactos de cambio climático desde un enfoque excluyente, y quisimos entender sus objetivos y las consecuencias que podrían generar.

NV-CS: ¿Qué están haciendo quienes controlan el poder para atajar las consecuencias del cambio climático?

NB: Los decisores políticos no son de los que niegan la ciencia; saben que el cambio climático va a tener impactos muy graves. Mi amigo Ben Hayes —coautor del libro—, que está muy involucrado en las políticas y entidades de seguridad, me comentó que ellos ya están diseñando sus planes. Descubrimos que hay dos grupos ‒militares y corporaciones‒ que están planificando a largo plazo para afrontar los impactos del calentamiento global, y decidimos analizarlo en profundidad. Reunimos a un colectivo de personas expertas en diferentes áreas como alimentación, agua, energía o migraciones para examinar estos planes y las alternativas que podemos plantear.

NV-CS: ¿En qué consisten esos planes?

NB: En 2003 el Pentágono comenzó a vincular cambio climático y seguridad nacional, y poco a poco integró esta visión en las políticas y estrategias del poder militar en EEUU. La Unión Europea desarrolló su propia estrategia de seguridad, que recogió en un informe[2] en 2008, que seguía la línea iniciada por EEUU; definía el cambio climático como un multiplicador de amenazas y presentaba la desestabilización del clima como un factor que agravaría todas las amenazas de seguridad, incluyendo el terrorismo, los conflictos por recursos y las migraciones, entre otras cuestiones.

Si examinamos los planes de los ejércitos o de las transnacionales vemos que no incluyen nada sobre cómo ayudar a los más vulnerables ante los cambios del clima. Es más, el enfoque consiste en cómo protegerse de los vulnerables, porque son los que menos tienen quienes se convierten en una amenaza, lo que es triplemente inmoral y no lo podemos aceptar.

NV-CS: ¿Y esta tendencia ha calado también en el ámbito de las cumbres internacionales?

NB: El mundo falló a la hora de responder a la crisis climática como la ciencia exige, algo que quedó claro en 2009 en la Cumbre en Copenhague y aún continúa ahora con el Acuerdo de París. Todo quedó claro poco antes de la Cumbre de Copenhague de Naciones Unidas de 2009. Había muchas expectativas de que esta cumbre pudiera realizar propuestas para abordar el cambio climático. Yo estaba trabajando con el equipo de comunicación del Gobierno de Bolivia y podía ver que detrás del escenario los más poderosos no querían hacer nada y estaban evitando cualquier compromiso. Podían firmar algo que no tenía ningún valor, pero no deseaban alcanzar compromisos reales. Mientras, las políticas de seguridad se fueron perfilando para definir el problema climático en clave securitaria.[3]

NV-CS: ¿Qué implicaciones tiene para la ciudadanía la aplicación de este enfoque securitario y el hecho de que el fenómeno se conciba como un “multiplicador de amenazas”?

NB: La palabra seguridad es muy peligrosa. Al escucharla de un decisor político es necesario preguntarse: ¿la seguridad de quién?, ¿contra quién? y ¿a qué coste?. Se asegura lo que hay, es decir, lo que tenemos ahora, que es un sistema muy injusto donde el poder económico, pero también político, está concentrado en muy pocas manos. De modo que asegurar lo que tenemos es asegurar un mundo con graves injusticias que además están en la raíz de la crisis climática. Porque es obvio que el cambio climático va a tener consecuencias, ya lo estamos viendo en forma de tormentas cada vez más fuertes, en sequías e inundaciones más severas por todo el mundo, en la desaparición de islas, etcétera, y sabemos que estas situaciones van a empeorar si seguimos aplicando medidas insuficientes para atajar las causas sistémicas del cambio climático.

NV-CS: La desestabilización del clima se plantea como el principal conflicto socioecológico de nuestro tiempo y presenta elevadas dosis de injusticia ambiental. ¿Quiénes son los ganadores y los perdedores de este proceso? ¿Quién gana y quien pierde con el cambio climático?

NB: Primero, quisiera dar unos datos: 90 corporaciones han causado el 63% de las emisiones de gases de efecto invernadero mundiales. Todos tenemos nuestra parte de responsabilidad en el calentamiento global, pero hay unos que tienen más responsabilidad que otros. Si no se han producido cambios importantes es porque esos sectores figuran entre los más poderos del mundo y son los que controlan la política. Actualmente, en Estados Unidos los que defienden el uso de combustibles fósiles han entrado en el gabinete de gobierno.

El Pentágono es la organización que más petróleo utiliza en todo el mundo. Estados Unidos gasta en armamento lo mismo que los siguientes 10 países juntos, y lo gasta principalmente en sus bases militares.

En el fondo, el cambio climático no es una cuestión de medioambiente, sino una cuestión de nuestro sistema socioeconómico, que se enfrenta a una crisis; es un sistema que ha creado una inmensa desigualdad, alienación y aislamiento de muchas personas por la destrucción de los lazos sociales y comunitarios, lo cual profundiza la crisis ambiental. En este sentido, los perdedores son los que están excluidos o desposeídos, y con los impactos de cambio climático serán más vulnerables todavía.

Un caso patente son aquellos que se desplazan debido al cambio climático. El cambio de los patrones de lluvia, las tormentas y otros fenómenos extremos vinculados al cambio climático están forzando a la gente a abandonar sus hábitats.  Los planes de preparación de los ejércitos para hacer frente a los impactos del cambio climático se centran mucho en el peligro de las migraciones. La implicación de las estrategias militares es que tenemos que defendernos de estos migrantes. Todo ello da mucho impulso a los políticos que ahora hablan de la necesidad de invertir en muros, tecnologías de control y expulsión de inmigrantes.

Si queremos realmente una seguridad para todos y todas tenemos que cambiar el sistema y pensar en soluciones que surjan desde abajo, y no desde arriba, que es donde están los principales responsables de la generación de la crisis climática.

NV-CS: ¿Y cuál es el papel de las corporaciones transnacionales? ¿En qué momento llegaron a adquirir tanto poder?

NB: Las empresas transnacionales han asumido cada vez más poder en las últimas décadas en que ha triunfado la ideología neoliberal. Han adquirido poder económico ‒ahora empresas como Shell son más grandes que la mayoría de las economías de los países‒; poder jurídico, a través de los tratados de libre comercio, que sitúa su derecho a las ganancias por encima de los derechos humanos; poder político, por su injerencia en las políticas del Estado; y tienen gran capacidad de influencia en la educación y en la sociedad. Han creado un “sentido común” que nos hace creer que lo que beneficia a las empresas beneficia a toda la ciudadanía. Disponen de un poder desproporcionado sobre el futuro, exactamente en el momento en que la humanidad enfrenta la crisis más grave en su historia como es la crisis climática.

Las transnacionales tratan el tema del cambio climático mayoritariamente como un riesgo –un riesgo de su reputación si se percibe que no lo abordan, un riesgo a sus operaciones (por ejemplo las inundaciones que pueden cerrar sus fábricas o canales de comercialización), y un riesgo a sus ganancias en el futuro (por ejemplo, a través de legislación que restrinja sus actividades). También como manera de diversificar sus posibles beneficios. Hay muchos fondos de inversión que están invirtiendo más en recursos hídricos sabiendo que si hay más escasez en el futuro, entonces habrá también más ganancias.

NV-CS: Agricultura, agua, energía… son bienes básicos para la vida cuyo acceso podría considerarse parte del bien común. ¿Cómo está afectando a estos bienes el proceso de mercantilización que se está produciendo en torno al cambio climático? ¿Algún ejemplo?

NB: En la área de agricultura, vemos que la agroindustria –que han crecido increíblemente en poder hasta el punto en que ahora cuatro empresas controlan la mayoría de las semillas– afirman que solamente ellos pueden garantizar la alimentación del mundo en el futuro. Están entrando en países empobrecidos como Etiopia o Myanmar, desalojando a campesinos y expandiendo plantaciones de lo que llaman “Agricultura Climáticamente Inteligente” (Climate Smart Agriculture) con la ayuda de la cooperación internacional. Sin embargo, no todo lo que cae bajo esa etiqueta es necesariamente malo –es importante investigar cómo podemos mejorar nuestra adaptación al cambio climático–, pero controlada por las grandes empresas como está, cuyo objetivo principal es vender alimentos y maximizar sus ganancias, no proveer alimentos a los que no tienen, resulta preocupante. Ya hay suficiente comida en el mundo; el problema es el control de las agroindustrias que distribuyen la comida, que determinan la producción según las exigencias de sus accionistas, y no de los malnutridos. El cambio climático va a empeorar la vulnerabilidad de los más pobres; por ello, necesitamos urgentemente un nuevo modelo alimentario que no esté en manos de un puñado de transnacionales.

NV- CS: ¿Cambia de alguna manera el enfoque centrado en la seguridad ahora que el Gobierno de EEUU está en manos de un negacionista del cambio climático como Donald Trump y su círculo próximo?

NB: Donald Trump es el resultado de esta tendencia dirigida a evitar cambios que son necesarios para nuestro sistema económico si queremos frenar el cambio climático, y lo hacen manejando la retórica de la seguridad. Han manipulado una política del miedo para pintar la situación como una emergencia de seguridad que tenemos que controlar. Echan la culpa de estos procesos a las víctimas (inmigrantes, musulmanes, comunidades afroamericanas), en lugar de culpar a los que han causado la crisis económica y social en los EEUU. Se puede observar fácilmente que detrás del espectáculo Trump hay dos poderes muy claros en su gobierno: los ejércitos y las transnacionales. El Gabinete de Trump es el gobierno con más ejecutivos de transnacionales y más generales de la historia. Están haciendo todo lo que pueden por aumentar los ingresos del complejo industrial-militar, bajar los impuestos a las transnacionales y eliminar muchas regulaciones que protegen el interés público. Y mientras ellos abandonan del Acuerdo de París y socavan cualquier intento de reducir las emisiones, siguen planificando y preparándose para hacer frente a los impactos de cambio climático desde un enfoque excluyente, siguen invirtiendo en protección de las bases militares (contra el aumento del nivel del mar) y preparando sus operaciones en tiempos de cambio climático. Continúan poniendo en primer lugar las prácticas de imponer seguridad, en lugar de dar prioridad a tratar las causas de cambio climático.

NV-CS: Adaptación, mitigación, resiliencia… son conceptos de moda que se han asentado en el debate sobre el cambio climático y sus impactos. ¿En qué medida el enfoque de las elites sobre la crisis climática puede contaminar (o está contaminando) el discurso crítico?

NB: La misma pregunta es relevante cuando hablamos de seguridad climática: ¿de quién? La adaptación, ¿de quién?, la mitigación, ¿para quién?, resiliencia, ¿de quién? El problema con todos estos términos es que suenan muy positivos. ¿Quién puede estar en contra de la seguridad o de la adaptación? Pero cuando enfrentamos una crisis sistémica, la seguridad o la adaptación o la resiliencia protegen en muchos casos a quienes ya tienen protección y, de hecho, muchas veces se produce a costa de la inseguridad y la desposesión de los vulnerables.

NV-CS: Frente a un panorama ciertamente grave, el libro se aleja de reforzar visiones distópicas como inevitables y recoge experiencias esperanzadoras. ¿Cómo podemos desde la ciudadanía y la sociedad civil organizada actuar para evitar que se sigan aplicando los planes de los poderosos, preocupados solo por ellos mismos? ¿Qué experiencias inspiradoras se están desarrollando?

NB: Tenemos que buscar alternativas fuera de este paradigma de seguridad. Si queremos sociedad resilientes y fuertes podemos tomar como ejemplo a muchas comunidades que están llevando a cabo una multiplicidad de proyectos.

En los capítulos del libro que examinaron los temas de alimentación, agua y energía, vemos que a pesar de la crisis, hay movimientos muy fuertes y comunidades por todo el mundo avanzando alternativas para manejar estos recursos en tiempos de cambio climático a través de metodologías participativas, democráticas y que respetan los limites ecológicos. Estas soluciones, en muchos casos, no solamente son más resilientes al cambio climático, sino que también limitan el impacto del cambio climático. En agricultura sabemos que los sistemas agroecológicos, practicados por muchas comunidades en todo el mundo e impulsados por movimientos como La Vía Campesina, son más resilientes a las tormentas o las sequías que los monocultivos de la agricultura industrial. Por ejemplo, en Honduras, después del huracán Mitch los campesinos que empleaban métodos agroecológicos se recuperaron mucho antes de los efectos que las plantaciones de monocultivos. También sabemos que estas prácticas producen menos emisiones de gases de efecto invernadero y en algunos casos también absorben dióxido de carbono de la atmósfera. Y sabemos que una sociedad más igualitaria, más sana y más ecológica es mucho más fuerte. De modo que necesitamos fortalecer esas relaciones dentro de las comunidades para afrontar los tiempos difíciles que nos está planteando ya el cambio climático.

NV- CS: Se hacen muchas proyecciones de los efectos y posible evolución del cambio climático, pero la raíz de los problemas que podrían acentuarse con la desestabilización climática lo tenemos ya aquí ante nuestros ojos: profundas desigualdades, exclusión, racismo, precariedad, grave crisis climática y ambiental… De seguir profundizándose estos procesos, ¿cuál sería el escenario dentro de 50 años?

NB: Creo que cada vez hay más conciencia que de seguir adelante sin cambios profundos nos llevará a un mundo en cual no queramos vivir, protegidos o no. Y de verdad no creo que llegaremos a esta situación porque existe cada vez un convencimiento mayor de que la única solución real al cambio climático y a las crisis económicas y sociales es un cambio en el sistema neoliberal, que no puede sobrevivir porque no ofrece soluciones a estas crisis. En este momento, que parece muy oscuro, estamos viviendo la turbulencia de un sistema que, en palabras de Gramsci, está a punto de morir y donde el nuevo mundo todavía no ha nacido. Pero poco a poco están apareciendo las soluciones y los movimientos, y formando el mundo que queremos. No vamos a llegar a una utopía, los procesos de cambio son siempre complejos y contradictorios, con victorias y retrocesos, pero hay buenas razones para la esperanza y, sobre todo, para luchar.

[1] La versión en castellano del Estado del poder es editada y publicada conjuntamente por TNI y FUHEM Ecosocial. La edición de 2018 está dedicada al Contrapoder.

[2] Alto Representante de Política Exterior de la UE, El cambio climático y la seguridad internacional, Comisión de Relaciones Exteriores de la UE, S113/08, 14 de marzo de 2008.

[3] El concepto de securitización alude al tratamiento de un problema que es básicamente político a través de herramientas militares y de seguridad.

Nuria del Viso es miembro de FUHEM Ecosocial.

Carlos Saavedra pertenece al departamento de Comunicación de FUHEM.

Acceso a la entrevista en formato pdf: Entrevista a Nick Buxton