América Latina en la geopolítica del siglo XXI

La sección A FONDO del número 162 de la revista Papeles de relaciones ecosociales y cambio global incluye un artículo de Fernando Estenssoro, titulado América Latina en la geopolítica del siglo XXI: el riesgo de pasar de “Sur global” a “Sur absoluto”.

Durante la Guerra Fría los países subdesarrollados, al momento de esquematizar la división de poder en el orden internacional, enfatizaron la división Norte-Sur a fin de salirse de la lógica del conflicto dominante entre el bloque capitalista y el bloque comunista o conflicto Este-Oeste y su categorización entre Primer Mundo (capitalismo desarrollado), Segundo Mundo (países comunistas industrializados) y Tercer Mundo (países subdesarrollados).

El objetivo fue poder relevar la urgencia de superar la miseria, el atraso y el subdesarrollo que caracterizaba a sus sociedades y que eran la gran mayoría de la humanidad.

«La idea de «Sur» se construyó esencialmente por oposición al Norte y por diferenciación al conflicto Este y Oeste».1 A mediados de la década de 1970 surgió formalmente el Diálogo Norte-Sur en la Organización de Naciones Unidas (ONU), «vinculado a las demandas de un Nuevo Orden Económico Internacional, formuladas (…) por prácticamente la totalidad de los países subdesarrollados».2 En 1977 el canciller alemán Willy Brandt encabezó una comisión destinada a proponer un Nuevo Orden Internacional para superar las tensiones entre el mundo desarrollado y el mundo subdesarrollado y/o en vías de desarrollo. Tres años después, en1980, se publicó el informe de la Comisión Brandt, Dialogo Norte-Sur, e igualmente se popularizó la “línea Brandt”, que dividía al mundo entre países desarrollados y subdesarrollados y en donde la República Popular China, a raíz de su bajo PIB per cápita quedaba en el mundo no desarrollado (ver imagen 1).3

Y si bien, tras el término de la Guerra Fría, el conflicto Este-Oeste y la categorización del mundo en tres segmentos perdió todo sentido; no ocurrió lo mismo con la división Norte-Sur, dado que las diferencia entre un mundo desarrollado y altamente industrializado y un mundo subdesarrollado y/o en vías de desarrollo no desapareció, por lo cual la línea Brandt siguió vigente.

Tras la Guerra Fría el conflicto Este-Oeste perdió todo sentido; no ocurrió lo mismo con la división Norte-Sur

En este sentido, quienes mantuvieron la vigencia de la división Norte-Sur comenzarán a utilizar los conceptos de Norte global y Sur global para enfatizar ya no solamente diferencias económicas y de riqueza entre países desarrollados y subdesarrollados, sino también las diferencias en las relaciones de poder geopolítico que implicaba esta división:

«Norte-Sur» responde a consideraciones de poder y percepción y no de geografía. En cuanto al primero, es evidente que la división Norte-Sur refleja la distribución de poder en el sistema internacional (…) no se trata de estar en la parte Meridional o Septentrional del planeta, ni de alcanzar determinadas cifras macroeconómicas: la diferencia entre unos y otros radicaría esencialmente en las nociones de poder y percepción (…) La distribución de poder en el sistema internacional determina la división del mundo en esta visión simplificada…4

De la misma forma, buscaban cuestionar las perspectivas que planteaban una creciente homogenización económica, política y cultural del mundo bajo los valores liberales occidentales y que se resumían en el concepto de globalización. Esta era la mirada que buscaba imponer el Norte global, o sea el grupo de poder liderado por Estados Unidos e integrado por el G7,5 más la Unión Europea y Australia, principalmente. Por el contrario, el Sur global reunirá a todos los países que, ya se consideren en vías de desarrollo o subdesarrollados, buscaran alternativas a esta hegemonía globalizadora neoliberal, impuesta por EEUU y sus aliados. Por esta razón se ha señalado que

El término Sur Global funciona como más que una metáfora del subdesarrollo. Hace referencia a toda una historia de colonialismo, neoimperialismo y cambios económicos y sociales diferenciales a través de los cuales se mantienen grandes desigualdades en los niveles de vida, la esperanza de vida y el acceso a los recursos.6

 

Declinación de Estados Unidos y ascenso de China y las “potencias emergentes

Si bien esta división entre Norte global y Sur global se mantuvo relativamente clara hasta la primera década de este siglo XXI, a partir de la segunda década las relaciones de poder vienen experimentado importantes cambios que nos llevan a preguntarnos si es posible seguir utilizando esta división entre Norte global y Sur global y por cuánto tiempo más. Este interrogante se fundamenta en base a dos fenómenos principales: a) la relativa declinación del poder hegemónico de EEUU y b) el surgimiento de las llamadas potencias emergentes asociadas al crecimiento económico de Asia en general y de China en particular.

a. Declinación del poder hegemónico estadounidense. El debate acerca de la declinación hegemónica de Estados Unidos se refleja en las tesis que plantean que el orden mundial se encontraría en una transición desde el unipolarismo en el que quedó el mundo tras el fin la Guerra Fría –cuando los norteamericanos quedaron como la única mega potencia global y sin contrapeso (militar y económico)– hacia un nuevo orden de poder de carácter multipolar. Es creciente el número especialistas que señalan que el imparable aumento de la deuda nacional de EEUU, así como su persistente deterioro social interno, unido al acelerado crecimiento económico de China está generando un inevitable e irreversible cambio de poder lejos de los EEUU y Occidente.7 Por esta razón se afirma que «si se avecina una gran transformación (…) se trata de una transformación estructural de la unipolaridad a la multipolaridad».8 Por cierto, esta declinación hegemónica no significa que EEUU vaya a perder su categoría de gran potencia, sino que ya no podrá dictar a su capricho la diferencia entre el “bien y el mal” en el orden mundial y tendrá que acostumbrarse a compartir el poder con otros. Como dice Fareed Zakaria, el orden mundial que viene es un mundo posamericano donde el poder será más difuso debido a la emergencia de las nuevas potencias, sobre todo las asiáticas, como China e India entre otras, y si bien EEUU seguiría siendo uno de los principales poderes ya no será el único súper poder sin contestación.9 Igualmente, es relativamente consensual señalar que esta declinación hegemónica quedó irremediablemente visible tras la crisis económica (subprime) de 2008, que implicó la superación de las tesis unipolaristas «por las premoniciones de la decadencia y la transformación geopolítica de Estados Unidos», en la medida que dejo en evidencia «el desplazamiento de la riqueza y el poder mundial de Occidente a Oriente», y en donde la principal expresión de este fenómeno será el rápido ascenso «de China al estatus de gran potencia».10

b. China, Asia y las “potencias emergentes”. El otro fenómeno que se instaló en el debate tras la crisis económica de 2008 es el enorme crecimiento económico de Asia en general y de China en particular, así como la aparición de las llamadas “potencias emergentes”.11

El caso de China es quizás el más estudiado y sorprendente de todos, dado el extraordinario crecimiento económico que ha experimentado en un periodo relativamente breve de tiempo. Por ejemplo, en 1991, cuando terminó la Guerra Fría, el PIB de China representaba apenas el 1,4% del PIB mundial mientras que el de EEUU representaba el 26% del PIB mundial; treinta años después, en 2021 el PIB de China representó el 18,4% del PIB Mundial y el de EEUU el 24,2%. Además, en 2010 China se transformó en la segunda mayor economía del planeta y desde esa fecha hasta el presente cada año se acerca más al PIB bruto de EEUU y se espera que en los próximos años lo supere y se transformé definitivamente en la primera economía mundial.12

No se trata únicamente de China y los BRICS; es prácticamente toda Asia la que está creciendo e industrializándose aceleradamente

En relación a las llamadas potencias emergentes, el caso de los BRIC será arquetípico. En 2001 el economista Jim O’Neill popularizó la idea que Brasil, Rusia, India y China, serían los nuevos mercados emergentes que llegarían a dominar el mercado global y los identificó con su acrónimo BRIC. Tras la crisis económica de 2008, estos países, conscientes del peso específico que estaban adquiriendo en la economía global, se constituyeron, en el año 2009, en un grupo específico (similar al G7) para aumentar su influencia en la política internacional y dos años después, en 2011, incorporaron a Sudáfrica por lo que pasaran a ser identificados como BRICS. Entre sus objetivos principales, figuraba (y figura) la promoción de un mundo multipolar y más justo, así como la reforma integral de las Naciones Unidas.13

Pero no se trata únicamente de China y los BRICS; es prácticamente toda Asia la que está creciendo e industrializándose aceleradamente.  Importantes estudios proyectan que el PIB del continente asiático subirá de 17 trillones de dólares en 2010 a 174 trillones en 2050, lo que equivaldría al 50% del PIB mundial. Este crecimiento estaría liderado por siete economías principales: China, India, Japón, Corea del Sur, Indonesia, Tailandia y Malasia.14 Según el World Economic Forum, en 2030 Asia representará el 60% del crecimiento económico mundial y será el mayor mercado de consumo al contener a la clase media más numerosa del planeta, lo que transformara a este continente en el motor de una economía global liderada por China.15

Por esta razón, Zbigniew Brzezinski señaló que con la crisis económica de 2008 quedó en evidencia una «nueva realidad geopolítica: el cambio en el centro de gravedad del poder global y del dinamismo económico del Atlántico hacia el Pacífico, del Oeste hacia el Este».16

 

¿Modificaciones en la línea Brandt?

Desde el punto de vista de las relaciones de poder, el crecimiento de China y el hecho de que esté planteando a EEUU y al resto de la comunidad internacional la urgente necesidad de institucionalizar esta “nueva realidad multipolar” sugiere que la línea Brandt, que en 1991 dividía al mundo desarrollado del mundo no desarrollado, estaría modificándose o prontamente lo hará.

Hasta el momento, el debate se centra en la situación de China y los intentos de Estados Unidos para que la Organización Mundial de Comercio (OMC) y otros organismos internacionales dejen de considerarla como país en vías de desarrollo y entre la categoría de país desarrollado.17 Cuando en 2001 China ingreso a la OMC se calificó como país en vías de desarrollo y EEUU acepto esta calificación sin objeciones. Sin embargo, veinte años después la situación había cambiado radicalmente. El 27 de enero de 2023, la Cámara de Representantes aprobó por unanimidad un proyecto de ley para privar a China de su calidad de país en vías de desarrollo, acción que China rechazo casi inmediatamente catalogándola como «otro truco de Washington para contener y reprimir el desarrollo de la nación».18

El crecimiento de toda Asia tendrá, indudablemente, repercusiones en las relaciones de poder, como tempranamente advirtió el National Bureau of Asian Research (organismo estadounidense dedicado a orientar estratégicamente a sus tomadores de decisiones respecto del continente asiático), cuando señaló:

El poder en el sistema internacional continúa pasando a Asia desde Occidente, impulsado por el crecimiento superior de las principales economías de Asia (…) El crecimiento económico ha permitido a los estados asiáticos invertir más en capacidades militares modernas, lo que podría amenazar la hegemonía estadounidense y la estabilidad regional.19

Por lo tanto, son cada vez más comunes planteamientos tales como: «China ya no es un país subdesarrollado periférico, sino que comienza a rivalizar con EEUU», a lo que se debe agregar que «India se está poniendo al día rápidamente».20

 

El peligro de América Latina de transformarse en “Sur absoluto”

De aquí entonces, la emergencia de un nuevo orden de característica multipolar –proceso que puede ser bastante prolongado y “accidentado”–, lleva a que, si intentamos un ejercicio proyectivo, por ejemplo hacia 2045 o mediados de este siglo, nos preguntemos ¿quiénes se sentaran en la mesa del poder de este nuevo orden multipolar una vez que se haya consolidado?, y ¿cuál será la situación de América Latina en este nuevo orden?

En los años noventa Kissinger proyectó que «el relativo poderío militar de EEUU declinará paulatinamente» y que el sistema internacional se caracterizaría por un multipolarismo similar al equilibrio europeo del siglo XIX, en donde el orden será determinado por «al menos seis grandes potencias –EEUU, Europa, China, Japón, Rusia y probablemente la India–».21 Años más tarde, Brzezinski señaló que las mega potencias que compartirían el poder global en el siglo XXI, junto a EEUU y China, serían «Rusia, Japón e India, así como a los líderes informales de la UE: Gran Bretaña, Alemania y Francia».22 Por nuestra parte, podemos plantear, con todo lo reduccionista que resultan proyecciones como estas, que si cruzamos solo cuatro grandes variables geopolíticas que definen a una superpotencia tales como, territorio de tamaño continental, alto número de habitantes, grandes economías (industrializadas y tecnologizadas) y armas nucleares o estratégicas, nos aparecen inmediatamente cinco grandes candidatos: Estados Unidos, China, Unión Europea, India y Rusia.

En el nuevo orden global América Latina y África corren el riesgo de transformarse en “Sur absoluto”, en permanente estado de “en vías de desarrollo”

Evidentemente, América Latina y el Caribe no aparecen en ninguna de estas proyecciones y lo mismo ocurre con África. O sea, América del Norte, Europa y Asia seguirán siendo los continentes que continuaran alojando a las mega potencias globales, ergo desarrolladas, ya sean tradicionales o “nuevas”. Por lo tanto, el mapa geopolítico del poder global no se habrá movido un centímetro del Norte geográfico; solo mostrará modificaciones en cuanto a la relativización del poder hegemónico estadounidense, al verse obligado a compartir el poder con las “nuevas” potencias asiáticas. O sea, “Occidente” se verá obligado a compartir el poder con “Oriente”.

Lo anterior, significa que el Norte global, según se ha entendido hasta el momento, habrá perdido sentido, en la medida que la línea Brandt se habrá desplazado de este a oeste (ver imagen 2) y, en esta nueva esquematización,  América Latina y África corren el riesgo de transformarse de “Sur global” en “Sur absoluto”, o sea en permanente estado de “en vías de desarrollo”.

Recordemos que el poder político proviene del poder económico y que la categoría de “desarrollados”, con todo lo polémica y reduccionista que puede resultar, se sustenta en sociedades altamente industrializadas según se demuestra históricamente, dado que el estatus de “desarrollados” solo lo consiguieron aquellos países que lograron sostener en el tiempo un permanente proceso de industrialización. Este proceso es lo que ha hecho China, y está haciendo la India, así como prácticamente todo el resto del vasto continente asiático.

Sin embargo, por lo menos para el caso de América Latina , está ocurriendo el proceso inverso. En las últimas tres décadas décadas, bajo las directrices neoliberales ordenadas por el Consenso de Washington y la aplicación de la teoría de las “ventajas comparativas”, esta región del mundo ha vivido un proceso de desindustrialización y reprimarización de su economía, como bien han demostrado diversos estudios.23 O sea, ha vuelto depender para su “crecimiento” económico casi exclusivamente de las exportaciones de recursos naturales y commodities de escaso valor agregado, fenómeno que se ha visto acentuado por el acelerado crecimiento chino y su creciente demanda de recursos. Incluso grandes economías como el caso de Brasil y México no han podido salir de esta tendencia. Y todo indica que esta situación se acrecentará. Por eso se denuncia que la región no ha sido capaz de superar el modelo extractivista, o sea la explotación irracional de sus recursos naturales orientados al mercado externo, lo que solo genera y perpetúa su condición de región subdesarrollada, con sociedades altamente desiguales y en permanente conflicto sociopolítico. O sea, permanece en un estado de dependencia, subordinación y atraso, frente a los principales centros de poder (político y económico) del mundo. Esta situación se generó con el propio proceso de conquista y colonización de este continente desde el siglo XVI en adelante y que se ha mantenido hasta el presente.

Fuente: Elaboración propia

 

Reflexión final

Es sabido que esta región del mundo es riquísima en recursos naturales de todo tipo, razón por la cual fue subordinada por sus elites gobernantes –primero europeas, luego criollas– a ser una región surtidora de estos recursos para los centros imperiales. En la actualidad esta situación se ve aún más acentuada, frente a los desafíos del cambio climático y la crisis ambiental en general, ya que posee grandes reservas de recursos que se comienzan a considera estratégicos y escasos por las grandes potencias, tales como el agua dulce, o el litio, entre otros. Esto significa que, frente al creciente interés de las grandes economías industriales por estos recursos cada vez más escasos, la presión por la reprimarización de su economía puede ser aún mayor en la medida que la crisis ambiental se agudiza. Por otra parte, esta región posee ecosistemas que se consideran vitales para conservar la “salud del planeta”, como es el caso de la Amazonia.

América Latina ha vivido un proceso de desindustrialización y reprimarización de su economía, y vuelve a depender de las exportaciones de recursos naturales

Por estas razones, se ha planteado que la situación de América Latina se torna en extremo peligrosa frente a la geopolítica ambiental de este siglo XXI, y que ya tiene enfrentados a EEUU y China en la región, como quedo absolutamente claro con las declaraciones de la comandante del Comando Sur de EEUU (USSOUTHCOM), la general Laura Jane Richardson, quién ante el Congreso estadounidense expuso la importancia de América Latina para EEUU y por qué era necesario terminar con la creciente presencia de China:

América Latina y el Caribe (ALC) enfrentan inseguridad e inestabilidad exacerbadas por el COVID-19, la crisis climática y la República Popular China (RPC). La República Popular China continúa su marcha implacable para expandir su influencia económica, diplomática, tecnológica, informativa y militar en ALC y desafía la influencia de EEUU en todas estas áreas (…) La región representa 740.000 millones de dólares en comercio anual con los EEUU; contiene el 60% del litio del mundo y el 31% del agua dulce del mundo; tiene las mayores reservas de petróleo del mundo; y es el hogar de la selva amazónica ambientalmente crucial.24

De aquí entonces, en la geopolítica del presente siglo XXI y en los conflictos y componendas de poder que surjan entre las potencias globales, ya sean nuevas o tradicionales, América Latina y el Caribe se enfrenta a un futuro incierto y nada prometedor. Mientras siga “atada” a un modelo económico primarizado continuará en su histórica senda de subdesarrollo y por lo tanto subordinada y dependiente. Más aún, la conflictividad que comienza a surgir a raíz de la crisis ambiental puede escalar al punto que esta región del mundo se transforme en el teatro de operaciones de enfrentamientos entre las mega potencias por el acceso a sus recursos.

Este escenario poco halagador, propio de este “Sur absoluto” que proyectamos, solo será posible de evitar y superar con un proceso real de integración regional que aumente su capacidad relativa de negociación en un mundo multipolar y, además, se oriente a ir superando el extractivismo por un modelo de industrialización, sustentable e inteligente.

Fernando Estenssoro es doctor en Estudios Americanos, profesor titular de la Universidad de Santiago de Chile, USACH, y director del Doctorado en Estudios Americanos de la USACH.

Acceso al texto completo en formato pdf: América Latina en la geopolítica del siglo XXI: el riesgo de pasar de «Sur global» a «Sur absoluto».

NOTAS

1 Alejandra Kern E., Lara Weisstaub, «El debate sobre la Cooperación Sur-Sur y su lugar en la política exterior de la Argentina», Revista Española de Desarrollo y Cooperación, núm. 27, 2011, p. 87.

2 Luis De Sebastián, «El Dialogo Norte-Sur», Anuario Internacional CIDOB, 1989, p. 152, disponible en: https://raco.cat/index.php/AnuarioCIDOB/article/view/33224

3 Informe de la Comisión Brandt, Dialogo Norte-Sur. Nueva Sociedad. México D.F., 1981.

4 Josefina Del Prado, «La división norte-sur en las relaciones internacionales», Agenda Internacional, núm.5 (8), 1998, p. 23.

5  El G7 está integrado por EEUU, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón y Reino Unido.

6 Nour Dados y Raewyn Connell, «The Global South», Contexts, núm. 11, 2012, pp. 12-13.

7 Simon Serfaty, «Moving into a Post-Western World», The Washington Quarterly, núm.34 (2), 2011, pp. 7-23.

8 Randall Schweller y Xiaoyu Pu, «After Unipolarity. China’s Visions of nternational Order in an Era of U.S. Decline», International Security,  núm. 36 (1), 2011, p. 42.

9 Fareed Zakaria, The Post Amercian World. Release 2.0., W. W. Norton & Company, Nueva York y Londres, 2011.

10 Christopher Layne, «This Time It’s Real: The End of Unipolarity and the Pax Americana», International Studies Quarterly, núm. 56, 2012, p. 203.

11  Se utiliza el concepto de potencias emergentes para describir a «países que se cree que están en proceso de aumentar su poder económico (y político) más rápido que el resto» y, además son países que necesitan ser relativamente grandes en extensión geográfica y población, «y más pobre per cápita que los países industrializados». Oliver Stuenkel, «Emerging Powers and BRICS», Oxford Bibliographies, 2020, disponible en: https://www.oxfordbibliographies.com/display/document/obo-9780199743292/obo-9780199743292-0187.xml

12 Banco Mundial, disponible en: https://data.worldbank.org/

13 Alejandra Cabello, Edgar Ortiz, Miriam Sosa, «Creciente importancia de los BRICS en la gobernanza financiera y economía globales», Oikos Polis, núm. 6, 2021, pp. 135-184.

14 Asian Development Bank, Asia 2050: Realizing the Asian Century, 2011, disponible en: https://www.adb.org/sites/default/files/publication/28608/asia2050-executive-summary.pdf

15 Praneeth Ynendamuri, Zara Ingilizian, «En 2020, Asia registrará el mayor PIB mundial. ¿Qué significa eso?», World Economic Forum, 9 de enero de 2020, disponible en: https://es.weforum.org/agenda/2020/01/en-2020-asia-registrara-el-mayor-pib-mundial-que-significa-eso/

16 Zbigniew Brzezinski, Strategic Vision. American and the crisis of the global power, Basic Book, Nueva York, 2013, p. 15.

17 «China ingresó en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001 autodefiniéndose como economía emergente, un estatus que otorga ventajas dentro de la organización, como períodos más largos para cumplir acuerdos, asistencia técnica y eliminación o reducción de aranceles». Ana Montes, «¿Por qué se considera a China un país en desarrollo?», EOM, 18 de junio 2021, disponible en: https://elordenmundial.com/por-que-considera-china-pais-desarrollo/

18 Sebastián Seibt, «EE.UU.quiere elevar a China al estatus de ‘país desarrollado’; Pekín no está de acuerdo», France 24, 5 de abril de 2023, disponible en: https://www.france24.com/en/asia-pacific/20230405-the-us-wants-to-elevate-china-to-developed-country-status-beijing-disagrees

19 Ashley Tellis, «Strategic Asia: Continuing Success with Continuing Risks», en Strategic Asia en Asia’s Rising Power and America’s Continued Purpose,  Ashley Tellis; Andew Marble y Travis Tanner (eds), The National Bureau of Asian Research, 2010, p. 2, disponible en: https://carnegieendowment.org/files/SA1001_Overview.pdf

20 Matthew D. Stephen, «Emerging Powers and Emerging Trends in Global Governance», Global Governance, núm. 23, (3), 2017, p. 486.

21  Henry Kissinger, La diplomacia, Fondo de Cultura Económica, México, 2017, pp. 17,18.

22 Brzezinski, op. cit, p. 23.

23 Al respecto ver: Néstor Santana Suárez, «¿Reprimarización en América Latina?: Efectos de la demanda china sobre el patrón exportador latinoamericano y las estructuras económicas internas (1995-2016)». Papeles de Europa, vol. 31 (2), 2018, pp. 149-173. Sebastián Herreros y José Durán, Reprimarización y Desindustrialización en América Latina, dos caras de la misma moneda, CEPAL, 7 de noviembre de 2011, disponible en:  https://www.cepal.org/sites/default/files/events/files/presentacion_sebastian_herreros_y_jose_duran.pdf

24 Laura Richardson, Statement of General Laura J. Richardson Commander, United States Southern Command before the 117th Congress House Armed Services Committee, 8 de marzo de 2022, pp. 3-7, disponible en: https://www.congress.gov/117/meeting/house/114486/witnesses/HHRG-117-AS00-Wstate-RichardsonL-20220308.pdf