Restauración participativa de ecosistemas y sus beneficios en la microbiota y salud humana

El Dosier Ecosocial Explorando los vínculos entre la biodiversidad y la calidad de vida incluye un texto de Marcela Bustamante-Sánchez, Nicolás Rivas Mac Kay y Antonia Ortiz Astorga titulado: «Restauración participativa de ecosistemas y sus beneficios en la microbiota y salud humana» que indaga en los efectos beneficiosos que la restauración ecológica participativa ha demostrado tener sobre la salud de las personas que la practican.

Introducción

El ser humano está cada día más expuesto a diferentes estímulos provenientes de la tecnología en las ciudades modernas, los cuales muchas veces son el origen de problemas de salud tanto física como psicológica. Sonidos, luces, pantallas, comida ultra procesada, y entornos construidos artificialmente carentes de estímulos naturales alteran nuestro estado de bienestar y equilibrio.1 Entonces cabe preguntarse: ¿evolutivamente, estamos adaptados para vivir en estos ambientes modernos llenos de estímulos artificiales? Si consideramos esto a grandes rasgos, algunos autores indican que solo hemos pasado el 0,01% de nuestro tiempo en la Tierra en ambientes modernos.2 Es decir, el 99,99% del tiempo estuvimos viviendo y evolucionando en contacto directo con ambientes naturales.

Explorando los vínculos entre la biodiversidad y la calidad de vida

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Sería lógico entonces pensar que es ahí donde nos sentiríamos más cómodos, seguros y en mejor estado de salud y bienestar. Desde la antigüedad se ha conocido o se ha hecho referencia al efecto terapéutico y restaurador de la naturaleza: el médico de la Antigua Grecia Hipócrates hablaba sobre la necesidad del «aire, agua y lugares» para la buena salud física y mental. También en textos romanos se señalaba que había beneficios para la salud en los campos y espacios abiertos.3 En la cultura mapuche, un pueblo originario del sur de Chile, se cree que el cuerpo biológico nunca ha estado separado ni aislado de los otros cuerpos sutiles, ni muchos menos de los elementos de la naturaleza, por lo que para ellos, para poder conocer el secreto de la salud, primero hay que conocer las conexiones y enlaces con los misterios de los árboles y de las plantas.4

Este vínculo humano-naturaleza se hace más tangible con el término propuesto por Erich Fromm, biofilia.5 Este término proviene de las palabras griegas bio (vida) y filia (amor), por lo cual se podría traducir como «amor a la vida». En un principio, Fromm describió la biofilia desde el punto de vista de que el ser humano se siente atraído psicológicamente a todo lo que está vivo y es vital. Más tarde Edward O. Wilson, en su libro Biofilia, ocupó este término para referirse a la adaptación evolutiva que permitió que existiera este vínculo con la naturaleza y la vida.6 Luego, Wilson, junto con Stephen R. Kellert, oficialmente propusieron la conocida hipótesis de la biofilia. Esta fue planteada desde un punto evolutivo y entregando una perspectiva más filogenética del vínculo con la naturaleza, planteando que la atracción y el cómo nos vinculamos con la naturaleza viene de toda evolución del ser humano que tuvo en ella.7

Este vínculo con lo natural día a día está siendo hoy más explorado por diferentes áreas de estudios, habiéndose registrado diversos beneficios en la salud y el bienestar de las personas al estar en contacto con la naturaleza. En el campo de la psicología se tiene registro de que provoca alivio al estrés fisiológico, a la fatiga mental y también posee un efecto restaurador de la atención.8,9 Entre algunos de sus efectos benéficos fisiológicos, el contacto con la naturaleza promueve la relajación cardiovascular, reduce la presión arterial y los niveles de cortisol, además de tener efectos antiinflamatorios en el cuerpo.10, 11, 12 La reciente experiencia que vivimos debido a la pandemia generada por el covid-19 nos dejó de manifiesto lo importante que es el vínculo con la naturaleza. En una investigación realizada en Japón, se encontró que las personas que vivían en lugares con una mayor cobertura forestal presentaban un menor índice de mortalidad por diferentes tipos de cáncer, en comparación con personas que vivían en lugares con una menor cobertura de bosques.13 En Estados Unidos se realizó un estudio para evaluar cómo la exposición a espacios verdes podría influir en la mortalidad por esta enfermedad. Los resultados sugirieron que efectivamente una mayor exposición a espacios verdes, específicamente los bosques, puede disminuir la mortalidad por dicho virus.14

Todos estos efectos sugieren que el contacto con la naturaleza a futuro nos podría ayudar a mitigar los diversos problemas de salud que la sociedad padece, y que este vínculo que ha existido por miles de años podría ser la piedra angular para tratarlos. Sin embargo, la conservación de la biodiversidad por sí sola no ha logrado proteger la mayor parte de la superficie terrestre de la Tierra. Según un informe del año 2018 de la Plataforma Intergubernamental Científico-Política sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos, un desgarrador 75% de la superficie terrestre está degradada.15 El rápido ritmo y el alcance de la degradación ambiental han hecho que la restauración de los ecosistemas —el proceso de ayudar a la recuperación de un ecosistema degradado— sea una prioridad global. Las Naciones Unidas declararon que 2021-2030 es el Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de Ecosistemas para reflejar la urgencia y la escala con la que debemos restaurar nuestros ecosistemas dañados. La escala y los desafíos involucrados son inmensos. Una manera de lograrlo es abordar la salud de los ecosistemas y la salud de la población humana en su conjunto, ya que ambas están inexorablemente vinculadas en el mundo actual (superpoblado y dominado por los seres humanos).16, 17 Esto se puede lograr adoptando un enfoque de ecosalud (un enfoque ecosistémico de la salud humana), como modelo y enfoque práctico para ayudar a avanzar en el movimiento hacia la curación de nuestro planeta y de nosotros mismos.18, 19

La discusión en este artículo se enfoca en presentar cómo la restauración de ecosistemas participativa trae beneficios a los ecosistemas y a la salud de las personas que la practican. Para ello, hemos dividido la argumentación en cuatro temas. Esta no es una lista exhaustiva; sin embargo, consideramos que cada tema es relevante para resaltar la relación entre la salud de los ecosistemas, la restauración ecológica y la salud humana.

Los cuatro temas para discutir son los siguientes:

  • La hipótesis de la biodiversidad y la salud de los ecosistemas y de las personas.
  • Restauración recíproca para las personas y los ecosistemas.
  • Restauración de ecosistemas y modulación de la microbiota.
  • Restauración de ecosistemas y efectos en la salud mental.

 

La hipótesis de la biodiversidad y la salud de los ecosistemas y de las personas

La urbanización, los cambios de uso del suelo y la pérdida asociada de biodiversidad, así como el aumento del tiempo que pasamos en el interior de casas, escuelas o áreas de trabajo, han reducido nuestra exposición a la microbiota (comunidades de microorganismos) a la que estamos adaptados. Esta disminución en el tiempo que las personas pasan en ambientes naturales se conoce también como trastorno por déficit de naturaleza20, que plantea que los seres humanos, especialmente las y los niños, pasan menos tiempo al aire libre que en el pasado, lo que resulta en una amplia gama de problemas de conducta. Cuando nos aislamos de esas interacciones ecológicas con otras especies, nuestra salud física y psicológica probablemente se ve comprometida. Esta amistad —una relación simbiótica entre un huésped y miles de millones de organismos microbianos— puede verse alterada por una serie de productos químicos y farmacéuticos sintéticos, incluidos biocidas, desinfectantes, pesticidas y antibióticos, cada uno de los cuales puede reducir la densidad y diversidad de microbiota beneficiosa que se considera necesaria para la salud y la resiliencia humanas.21 La hipótesis de la biodiversidad, una extensión de la hipótesis de la higiene, postula que la baja exposición a una microbiota ambiental más diversa puede estar provocando cambios desfavorables en los microbiomas humanos y, por lo tanto, diversas enfermedades (por ejemplo, trastornos autoinmunes, alergias y asma).22, 23 Los primeros trabajos para respaldar esta hipótesis se basaron en comparaciones de la microbiota de personas que vivían en un gradiente desde condiciones urbanas con menos biodiversidad hasta condiciones rurales más biodiversas.24 Se cree que la salud de las personas mejora gracias al entrenamiento que va adquiriendo su sistema inmunológico al estar en contacto con entornos o ambientes más biodiversos, lo que se ha logrado a través de un proceso de coevolución del ser humano con su microbiota. Por ejemplo, se ha observado que la microbiota de niñas y niños que viven en ambientes rurales difiere de la microbiota de quienes viven en ambientes urbanos, quienes son más susceptibles a presentar asma en comparación con las niñas y niños que viven en granjas.25 Estos estudios han revelado que la exposición a la microbiota del entorno natural es crucial, particularmente para la activación de mecanismos inmunorreguladores,26 y que dichas exposiciones se están reduciendo, mientras que la propia microbiota ambiental está siendo modificada por la actividad humana.27, 28

 

Restauración recíproca para las personas y los ecosistemas

Los problemas de salud ambiental, como la pérdida de la biodiversidad, la contaminación y la degradación de los ecosistemas, no son independientes de los problemas de salud pública. La conservación de la biodiversidad y la restauración de los ecosistemas no son sólo formas prácticas de compromiso con la naturaleza, sino también prácticas recíprocamente restaurativas: restauradoras tanto para las personas involucradas como para los ecosistemas que reciben acciones reparadoras.29 Esto tiene enormes beneficios socioeconómicos y culturales.30

Una intervención de salud basada en la naturaleza que postula beneficios tangibles y verificables para la salud psíquica, psicológica y fisiológica es involucrar a las personas en equipos de trabajo de proyectos de restauración ecológica31, 32, 33 Este cambio de paradigma promueve una cultura restaurativa que reconoce los vínculos fundamentales entre los ecosistemas y la salud humana, y considera a la biodiversidad como fundamental para el bienestar y la resiliencia personal, comunitaria y cultural.34 La restauración ecológica participativa puede ser considerada como una prescripción verde (green prescription, en inglés),35 es decir, una receta médica para una actividad monitoreable que implica pasar tiempo en entornos naturales en beneficio de la salud y el bienestar humano. Las prescripciones verdes suelen estar diseñadas para pacientes con una necesidad definida y tienen el potencial para complementar los tratamientos médicos ortodoxos, particularmente aquellos que están destinados a abordar enfermedades no transmisibles y problemas de salud mental.36 Se reconoce que los fundamentos de la prescripción verde requieren la interacción de tres fenómenos principales: entornos naturales, un contexto social y actividades significativas.37 Sin embargo, todavía queda una gran cantidad de investigación por realizar para responder a una serie de preguntas fundamentales, como qué tipos de intervenciones basadas en la naturaleza (o elementos de éstas) funcionan mejor para quién, dónde y cuándo.38

Es posible identificar una variedad de beneficios colaterales asociados a las prescripciones verdes que abarcan áreas de la salud, la socioeconomía y el medio ambiente. La creciente evidencia de una amplia gama de estudios que investigan la relación entre la naturaleza y la salud humana respalda esto y, en particular, los beneficios ambientales.39 Sin embargo, a la fecha, casi no hay literatura científica que muestre resultados empíricos de los efectos en la salud humana al participar en actividades de restauración, lo que refleja una brecha importante que debe abordarse. Se ha inferido, desde una serie de estudios, que el contacto frecuente con la más amplia biodiversidad posible en los espacios verdes es lo que genera una amplia gama de beneficios para la salud derivados de las intervenciones basadas en la naturaleza, incluida la reducción del estrés y la mejora de la salud mental. Inicialmente, esto se dedujo de estudios en los que la falta de acceso a hábitats naturales (especialmente aquellos con microbiota y vegetación del suelo diversas) exacerba los problemas de salud. En las siguientes secciones presentaremos algunos efectos positivos desde la perspectiva de la microbiota y la salud mental que han surgido desde estudios que evalúan el efecto de la exposición de las personas al ambiente natural y cuyos resultados podrían vincularse a la participación en actividades de restauración.

 

Restauración de ecosistemas y modulación de la microbiota

La exposición ambiental permite la interacción humana con todo un ecosistema de microbios, y cada vez hay más pruebas de que la diversidad de microbios en ese ecosistema puede influir en la composición de la microbiota humana, con consecuencias para la función inmune y los consecuentes resultados en la salud.40 La exposición a la microbiota ambiental, tanto de ambientes interiores como exteriores, ocurre constantemente a lo largo de la vida y, por lo tanto, es importante apreciar su papel potencial. La base de evidencia que respalda dicha relación está en sus inicios: el primer estudio en esta área se publicó tan sólo hace cinco años.41 Actualmente, hay varios estudios que han mostrado que la interacción con el entorno natural (por ejemplo, tocar el suelo y la materia vegetal) influye en la microbiota de las personas (de la piel, la boca, la nariz y el intestino).42 Con respecto a la microbiota de la piel, un estudio reciente encontró que los jardines verticales interiores en los espacios de oficina pueden aumentar su diversidad después de 14 días de exposición, y dichos cambios se asociaron con la expresión del ARN mensajero del factor de crecimiento beta transformante de citoquinas,43 lo que indica un potencial papel de la microbiota ambiental en la función inmune. Como no hubo contacto directo con el jardín vertical, estos hallazgos sugieren que la microbiota de la piel y la función inmune pueden estar relacionados con la exposición al aero-bioma (presente en el polvo) asociado con los jardines verticales. Sin embargo, en este estudio no se realizó ninguna evaluación del aero-bioma. Esta idea sobre los efectos en la salud debido a la exposición al aero-bioma cuenta con el apoyo de un estudio reciente realizado con ratones.44 En este estudio se introdujeron ratones en cajas de malla abiertas que permitían el paso del polvo (aero-bioma) proveniente del suelo ubicado al lado de las cajas. Un grupo de ratones fue expuesto a un aero-bioma generado en una condición sin suelo (es decir, una condición control sin exposición al aero-bioma), otro grupo se expuso a un aero-bioma generado desde una condición de suelo de baja diversidad, y un tercer grupo a un aero-bioma de suelo de alta diversidad. Después de siete semanas de exposición, hubo diferencias significativas entre los grupos experimentales en la composición comunitaria del microbioma fecal y cecal. Los ratones expuestos al aero-bioma de suelo de alta diversidad presentaron una mayor presencia de una bacteria que produce butirato (Kineothrix alysoides), lo que se asoció con una reducción de comportamientos de ansiedad en los ratones. Estos resultados apoyan la hipótesis de la biodiversidad, ya que los suelos biodiversos pueden suministrar microorganismos productores de butirato al microbioma intestinal de los mamíferos con posibles implicaciones para la regulación del comportamiento.

También se han realizado intervenciones para observar los efectos en la microbiota intestinal, la evidencia más convincente aquí proviene de estudios con grupos de comparación, e incluye poblaciones tanto de niños como de adultos.45, 46, 47, 48 Las intervenciones examinadas por su impacto en la microbiota intestinal y/o la función inmune incluyeron la exposición directa con una mezcla de abono y tierra,49 jardines verticales interiores,50 exposición a espacios verdes al aire libre51 y jugar en un arenero enriquecido con microbios (incluyendo materia vegetal y suelos de jardinería comercial).52 En dos de estos estudios no se encontraron diferencias significativas entre los grupos de intervención y control a los 14 día,53, 54 a los 21 días 55 y después del cese de la intervención. Estos hallazgos indican que puede ser necesaria una exposición continua, o que las intervenciones no tuvieron una duración suficiente para impulsar cambios a largo plazo en la microbiota intestinal.

La evidencia preliminar publicada hasta la fecha sugiere que la exposición a la microbiota ambiental puede influir en la microbiota del huésped, la función inmune y, finalmente, en los resultados de salud; sin embargo, se necesita más evidencia y con menos sesgos potenciales. Un estudio publicado en el año 2023 por Jessica Stanhope y Philip Weinstein analizó los trabajos recién presentados.56 Hasta la fecha, hay relativamente pocos estudios en humanos que incluyan grupos de comparación, e incluso estos estudios tienen una variedad de posibles sesgos metodológicos, como por ejemplo el sesgo de asignación en dos de los estudios, o el no aislar la exposición al microbioma de otros elementos de las intervenciones (por ejemplo, ver elementos naturales, la naturaleza relativamente a corto plazo de las intervenciones y períodos de seguimiento tras el cese de la intervención). Los tamaños de muestra en todos los estudios también fueron relativamente pequeños. También se requieren evaluaciones más completas de la función inmune. La generalización de los hallazgos también debe considerarse al determinar cómo estos hallazgos pueden aplicarse más allá de los escenarios investigados. Por ejemplo, todos los estudios en humanos con grupos de comparación se han realizado en Finlandia, por lo que es urgente ampliar el espectro biogeográfico y cultural de los estudios para identificar patrones de resultados comunes entre diferentes regiones. La investigación en esta área está en sus inicios y se requiere investigación adicional para comprender mejor los tipos y dosis de exposición, la generalización de los hallazgos entre poblaciones, y garantizar la seguridad de tales intervenciones.

Si bien falta mucho por estudiar y afinar aún, estos resultados preliminares son alentadores y permiten pensar en intervenciones que se podrían realizar para mejorar la exposición de las personas a una microbiota ambiental más diversa. Estos enfoques pueden incluir cambios de comportamiento (por ejemplo, frotar el suelo, trabajar en el jardín y pasar más tiempo al aire libre en espacios verdes), u optimizar la microbiota ambiental en los espacios donde las personas pasan su tiempo. Desde la restauración ecológica se puede contribuir a modular la microbiota de las personas desde dos aproximaciones: restaurando los ecosistemas donde las personas pasan la mayor parte del tiempo, como en las ciudades, y motivando a las personas a participar activamente en actividades de restauración.57 La restauración ecológica urbana incluye proteger y ampliar los espacios verdes urbanos, lo que puede promover la vegetación nativa,58 mejorar la biodiversidad del suelo59 e impactar positivamente en el microbioma humano.60, 61, 62 La restauración ecológica urbana también puede impartir una sensación de bienestar y una mejor salud mental a quienes utilizan los espacios verdes. La regulación del microclima puede ser otro resultado de la restauración ecológica. Se ha demostrado que el aumento de las copas de los árboles reduce las temperaturas de la superficie terrestre, lo que en última instancia tiene un impacto en las enfermedades humanas inducidas por el calor. 65, 66  Las prácticas de agricultura regenerativa en áreas urbanas y periurbanas también tienen un lugar en el marco de las actividades restaurativas, que pueden tener impactos significativos en la salud y el bienestar: mejoran la seguridad alimentaria, la biodiversidad del suelo y la protección contra inundaciones.67

 

Restauración de ecosistemas y efectos en la salud mental

Como se mencionó anteriormente, son muchos los problemas de salud que afectan hoy en día a las personas, y éstos se ven altamente potenciados en ambientes urbanizados. Tanto es así, que gran parte de la población recurre a tratamientos médicos y medicamentos para sopesar el «síndrome de la modernización urbana», el estrés. Este síndrome, como base de muchas enfermedades cardíacas, mentales (como depresión y esquizofrenia), e incluso fisiológicas (como el cáncer), es considerado un factor de morbilidad.68 El incremento de la urbanización ha tenido por consecuencia una desconexión con la naturaleza, ya que son cada vez menos los ecosistemas que persisten, y el acceso a ellos es cada vez más complejo (distancias más largas, donde no cualquier persona tiene las facilidades económicas para acceder a ellos).

Desde la psicología y otras disciplinas sociales se han realizado estudios cualitativos y cuantitativos para poder conocer la relación entre las personas con su ambiente. Sea natural o urbanizado, se busca, a través de la introspección de las personas, su propia percepción física, emocional, espiritual y mental sobre el entorno en el cual están inmersos. Además, recientemente ha quedado claro que la microbiota humana desempeña un papel no sólo en la salud física, sino también en la salud mental. Dependiendo de la diversidad y la composición comunitaria de la microbiota humana, la microbiota puede contribuir a resultados negativos de salud mental o promover la resiliencia al estrés. Una revisión sistemática de estudios científicos realizada en el año 2010 encontró un impacto beneficioso de la exposición al ambiente natural sobre las emociones negativas (ira y tristeza) en personas adultas.69, 70, 71, 72 Además, se sabe que vivir cerca de los bosques tiene efectos en la amígdala,73 un área del cerebro que regula el miedo y la ansiedad. Un trabajo pionero publicado el año 2020 demostró el impacto de una intervención relacionada con la naturaleza en la microbiota intestinal, la serotonina fecal y el comportamiento psicosocial de infantes en edad preescolar, lo que sugiere una vía potencial para resaltar el beneficio de la conexión con la naturaleza.74 Los resultados muestran que jugar al aire libre en parques una vez a la semana por diez semanas mejora significativamente el estrés percibido (particularmente la frecuencia de la ira) y el comportamiento prosocial de las y los participantes, lo que sugiere un vínculo entre estos comportamientos y la carga bacteriana encontrada en los participantes.

 

Conclusión

Existe una creciente preocupación de que la falta de acceso a hábitats naturales exacerbe los problemas de salud de las personas. Para detener y revertir la degradación ecológica y el deterioro de la salud pública, debemos aumentar la comprensión de los efectos de la restauración de los ecosistemas en la salud humana. La participación en actividades de restauración ecológica es una intervención basada en la naturaleza que puede mejorar la salud humana. Como se ha mostrado, la restauración ecológica puede contribuir a modular la microbiota de las personas y la salud psicológica, con consecuencias en el sistema inmune. La restauración ecológica se puede recetar como una prescripción verde, y se puede llevar a cabo a través de dos aproximaciones: restaurando los ecosistemas donde las personas pasan la mayor parte del tiempo, como las ciudades, y motivando a las personas a participar activamente en actividades de restauración.

Marcela Bustamante-Sánchez es profesora asistente en la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Concepción, Chile.

Nicolás Rivas Mac Kay es ingeniero en Biotecnología Vegetal de la Universidad de Concepción, Chile.

Antonia Ortiz Astorga es estudiante de cuarto año de la carrera de Ingeniería en Conservación de Recursos Naturales de la Universidad de Concepción, Chile.

 

NOTAS:

1 Yeray Rodríguez-Redondo et al., «Bibliometric Analysis of Nature-Based Therapy Research», Healthcare, vol. 11, núm. 9, 2023.

2 Chorong Song, Harumi Ikei y Yoshifumi Miyazaki, «Physiological Effects of Nature Therapy: A Review of the Research in Japan», International Journal of Environmental Research and Public Health, vol. 13, núm. 8, 2016.

3 Lara S. Franco, Danielle F. Shanahan y Richard A. Fuller, «A Review of the Benefits of Nature Experiences: More Than Meets the Eye», International Journal of Environmental Research and Public Health, vol. 14, núm. 8, 2017.

4 Ziley Mora, El arte de sanar de la medicina mapuche, Uqbar Editores, Santiago, 2012.

5 Erich Fromm, The Heart of Man: Its Genius for Good and Evil, Harper and Row, New York, 1964

6 Edward O. Wilson, Biophilia, Harvard University Press, Cambridge, 1984.

7 Stephen S. Kellert y Edward O. Wilson, The biophilia hypothesis, Island Press, Washington DC, 1993.

8 Gregory N. Bratman, J. Paul Hamilton y Gretchen C. Daily, «The impacts of nature experience on human cognitive function and mental health», Annals of the New York Academy of Sciences, vol. 1249, núm. 1, 2012, pp. 118-136.

9 Howard Frumkin et al., «Nature Contact and Human Health: A Research Agenda» Environmental Health Perspectives, vol. 125, núm. 7, 2017.

10 Lucy Keniger et al., «What are the Benefits of Interacting with Nature?», International Journal of Environmental Research and Public Health, vol. 10, núm. 3, 2013, pp. 913-935.

11 Juyoung Lee et al. «Influence of Forest Therapy on Cardiovascular Relaxation in Young Adults», Evidence-Based Complementary and Alternative Medicine, vol. 2014, 2014, pp. 1-7.

12 Liisa Andersen, Sus Sola Corazon y Ulrika Karlsson Stigsdotter, «Nature Exposure and Its Effects on Immune System Functioning: A Systematic Review», International Journal of Environmental Research and Public Health, vol. 18, núm. 4, 2021.

13 Qing Li, Maiko Kobayashi y Tomoyuki Kawada. «Relationships Between Percentage of Forest Coverage and Standardized Mortality Ratios (SMR) of Cancers in all Prefectures in Japan», The Open Public Health Journal, vol. 1, núm. 1, 2008, pp. 1-7.

14 Yuwen Yang, Yi Lu y Bin Jiang, «Population-weighted exposure to green spaces tied to lower COVID-19 mortality rates: A nationwide dose-response study in the USA», Science of the Total Environment, vol. 851, 2022.

15 Robert Scholes et al., Summary for Policymakers of the Assessment Report on Land Degradation and Restoration of the Intergovernmental Science- Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem, Services IPBES secretariat, Bonn, Alemania, 2018, p. 44.

16 Adam T. Cross et al.,  «Time for a paradigm shift towards a restorative culture», Restoration Ecology, vol. 27, núm. 5, 2019, pp. 924–928.

17 James Aronson et al., «A world of possibilities: six restoration strategies to support the United Nation’s Decade on Ecosystem Restoration», Restoration Ecology, vol. 28, núm. 4, 2020, pp: 730–736.

18 Keith Bradby et al., «Four Islands EcoHealth Network: An Australasian Initiative Building Synergies between the Restoration of Ecosystems and Human Health», Restoration Ecology, vol. 29, núm. 4, 2021, pp. 1–9.

19 Martin F. Breed et al., «Ecosystem Restoration: A Public Health Intervention», Ecohealth, vol. 18, núm. 3, 2021, pp. 269–271.

20 Richard Louv, Last child in the woods: Saving our children from nature-deficit disorder, Algonquin Books, Estados Unidos, 2005.

21 Michael Gillings, Ian Paulsen y Sasha Tetu, «Ecology and evolution of the human microbiota: Fire, farming and antibiotics», Genes, vol. 6, núm. 3, 2015, pp. 841–857.

22 Leena von Hertzen, Ilkka Hanski y Tari Haahtela, «Natural immunity. Biodiversity loss and inflammatory diseases are two global megatrends that might be related», EMBO report, vol. 12, núm. 11, 2011, pp. 1089-1093.

23 Tari Haahtela et al., «Immunological Resilience and Biodiversity for Prevention of Allergic Diseases and Asthma», Allergy Eur J Allergy Clin Immunol, vol. 76, núm. 12, 2021, pp. 3613–3626.

24 Ibidem.

25 Ilkka Hanski et al., «Environmental biodiversity, human microbiota, and allergy are interrelated», Proceedings of the National Academy of Sciences, vol. 109, núm. 21, 2012, pp. 334–8339.

26 Erika von Mutius, «From observing children in traditional upbringing to concepts of health», en Graham A. W. Rook, Cristhopher A. Lowry (eds), Biodiversity, evolutionary old friends and a reassessment of the hygiene hypothesis, Springer, Alemania, 2021.

27 Aki Sinkkonen, «From observing children in traditional upbringing to concepts of health», en Graham A. W. Rook, Cristhopher A. Lowry (eds), Biodiversity, evolutionary old friends and a reassessment of the hygiene hypothesis, Springer, Alemania, 2021.

28 Jessica Stanhope, Martin F Breed y Philip Weinstein, «Evolution, Biodiversity and a Reassessment of the Hygiene Hypothesis» en Graham A. W. Rook, Cristhopher A. Lowry (eds),  Biodiversity, Microbiomes, and Human Health, Suiza, 2022.

29 Gary P. Nabhan et al., «Hands-On Ecological Restoration as a Nature-Based Health Intervention: Reciprocal Restoration for People and Ecosystems», Ecopsychology, vol. 12, núm. 3, 2020, pp. 195–202.

30 James Aronson et al., «A world of possibilities: six restoration strategies to support the United Nation’s Decade on Ecosystem Restoration», Restoration Ecology, vol. 28, núm. 4, 2020, pp: 730–736.

31 Keith Bradby et al., «Four Islands EcoHealth Network: An Australasian Initiative Building Synergies between the Restoration of Ecosystems and Human Health», Restoration Ecology, vol. 29, núm. 4, 2021, pp. 1–9.

32 Peter C. Speldewinde, David Slaney y Philip Weinstein, «Is restoring an ecosystem good for your health?», Science of the Total Environment, vol. 502, 2015, pp. 276–279.

33 Jacob G. Mills et al., «Urban habitat restoration provides a human health benefit through microbiome rewilding: The Microbiome Rewilding Hypothesis», Restoration Ecology, vol. 25, núm. 6, 2017, pp. 866–872.

34 Adam T. Cross, 2019, op.cit.

35 Jake Robinson y Martin Breed, «Green Prescriptions and Their Co-Benefits: Integrative Strategies for Public and Environmental Health», Challenges, vol. 10, núm. 1: 2019.

36 Rachel Bragg y Chris Leck, Good Practice in Social Prescribing for Mental Health: The Role of Nature-Based Interventions, Natural England Commissioned Reports, England, 2017.

37 Ibidem.

38 Jake Robinson, 2019. op. cit.

39 Ibidem.

40 Jessica Stanhope, Martin F. Breed y Philip Weinstein, 2022, op. cit.

41 Noora Nurminen et al., «Nature-Derived Microbiota Exposure as a Novel Immunomodulatory Approach», Future Microbiology, vol. 13, núm. 7, 2018, pp. 737–744.

42 Ibidem.

43 Marja I. Roslund et al., «Long-Term Biodiversity Intervention Shapes Health-Associated Commensal Microbiota among Urban Day-Care Children», Environment International, vol. 157, 2021.

44 Craig Liddicoat et al., «Naturally-Diverse Airborne Environmental Microbial Exposures Modulate the Gut Microbiome and May Provide Anxiolytic Benefits in Mice», Science of The Total Environment, vol. 701, 2020, pp. 134684.

45 Marja I. Roslund et al., «Biodiversity Intervention Enhances Immune Regulation and Health-Associated Commensal Microbiota among Daycare Children», Science Advances, vol. 6, núm. 42, 2020, pp. 1–11.

46 Marja I. Roslund et al., «A Placebo-Controlled Double-Blinded Test of the Biodiversity Hypothesis of Immune-Mediated Diseases: Environmental Microbial Diversity Elicits Changes in Cytokines and Increase in T Regulatory Cells in Young Children», Ecotoxicology and Environmental Safety, vol. 242, 2022.

47 Laura Soininen et al., «Indoor Green Wall Affects Health-Associated Commensal Skin Microbiota and Enhances Immune Regulation: A Randomized Trial among Urban Office Workers», Scientific Reports, vol, 1, núm. 1, 2022, pp. 1–9.

48 Noora Nurminen, 2018, op. cit., Marja I. Roslund, 2021, op. cit.

49 Noora Nurminen, op. cit.

50 Marja I. Roslund, 2021, op. cit.

51 Marja I. Roslund 2020, op. cit.

52 Marja I. Roslund 2022, op. cit.

53 Ibidem.

54 Noora Nurminen, 2018, op. cit.

55 Ibidem

56 Jessica Stanhope y Philip Weinstein, «Exposure to Environmental Microbiota May Modulate Gut Microbial Ecology and the Immune System», Mucosal Immunology, vol. 16, núm. 2, 2023, pp. 99–103.

57 Jacob G. Mills, 2017, op. cit.

58 Kiri Joy Wallace, Daniel C. Laughlin y, Bruce D. Clarkson, «Exotic weeds and fluctuating microclimate can constrain native plant regeneration in urban forest restoration», Ecological Applications, vol. 27, núm. 4, 2017, pp. 1268–1279.

59 Elizabeth M. Bach et al., «Soil Biodiversity Integrates Solutions for a Sustainable Future», Sustainability, vol. 12, núm. 7, 2020, pp. 2662.

60 Martin F. Breed et al., «Ecosystem Restoration: A Public Health Intervention», Ecohealth, vol. 18, núm. 3, 2021, pp. 269–271.

61 Emily J. Flies et al., «Biodiverse green spaces: A prescription for global urban health», Frontiers in Ecology and the Environment, vol. 15, núm.9, 2017, pp. 510–516.

62 Jacob G. Mills, 2017, op. cit.

63 Gary P. Nabhan, 2020, op. cit.

64 Emily J. Flies, 2017, op. cit.

65 Thomas Elmqvist et al., «Benefits of restoring ecosystem services in urban areas», Current Opinion in Environmental Sustainability, vol. 14, 2015, pp. 101–108.

66 Jeremy S. Hoffman, Vivek Shandas y Nicholas Pendleton, «The Effects of Historical Housing Policies on Resident Exposure to Intra-Urban Heat: A Study of 108 US Urban Areas», Climate, vol. 8, núm. 1, 2020.

67 Steven N. Handel, «Greens and Greening: Agriculture and Restoration Ecology in the City», Ecological Restoration, vol. 34, núm. 1, 2016, pp. 1–2.

68 Joel Martínez-Soto, Lena M. Montero-López y Ana Córdova, «Restauración psicológica y naturaleza urbana: algunas implicaciones para la salud mental», Salud mental, vol. 37, núm. 3, 2014, pp. 217-224.

69 Timothy R. Sampson y Sarkis K. Mazmanian, «Control of brain development, function, and behavior by the microbiome», Cell Host & Microbe, vol. 17, núm. 5, 2015, pp. 565–576.

70 Diana E. Bowler et al., «A systematic review of evidence for the added benefits to health of exposure to natural environments», BMC Public Health, vol. 10, núm. 1, 2010, pp. 456–456.

71 Noora Nurminen, 2018, op. cit.

72 Marja I. Roslund, 2021, op. cit.

73 Simone Küne et al., «In search of features that constitute an “enriched environment” in humans: Associations between geographical properties and brain structure», Scientific Reports, vol. 7, núm. 1, 2017.

74 Tanja Sobko et al., «Impact of Outdoor Nature-Related Activities on Gut Microbiota, Fecal Serotonin, and Perceived Stress in Preschool Children: The Play&Grow Randomized Controlled Trial», Scientific Reports, vol. 10, núm. 1, 2020.