Malestares e ilusiones (Horizonte 2008-2023)

malestares
Portada del número 158 de Papeles de relaciones ecosociales y cambio global

Jordi Mir, profesor de filosofía moral y política en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona y la Universitat Autònoma de Barcelona, escribe Malestares e ilusiones (Horizonte 2008-2023), para la sección A FONDO del número 158 de Papeles de relaciones ecosociales y cambio global, que gira en torno a los malestares de la sociedad actual.

El autor reflexiona sobre los malestares invisibilizados de forma forzosa, como la pobreza, la precariedad y desigualdades cada vez más clamorosas dentro de sociedades que se empobrecen y se enriquecen al mismo tiempo a tenor de las crisis encadenadas que se suceden en este siglo: la de las hipotecas en 2008, la del COVID-19 en 2020 y la de la energía con la guerra de Ucrania en 2022. Malestares que se vuelven súbitamente visibles en periodo electoral. Sin embargo, el “autismo” de los partidos tradicionales ha llevado a una frustración en parte de la ciudadanía que ha ayudado a alumbrar nuevos proyectos políticos.

Malestares que no se quieren ver. «Yo no lo veo», así se expresaba el portavoz del Gobierno de la Comunidad de Madrid, Enrique Ossorio, ante los resultados del Informe sobre Exclusión y Desarrollo Social en la Comunidad de Madrid de la Fundación FOESSA (Fomento de Estudios Sociales y de la Sociología Aplicada).1 Negaba objetividad al informe y ante el aumento de la pobreza señalado en el informe se preguntaba: «¿Por dónde estarán?». Siempre con buenas palabras sobre los informes y la necesidad de atender a las personas que lo necesitan, Ossorio, como portavoz del gobierno de la Comunidad de Madrid negaba la realidad, negaba el conocimiento y lo existente. Los principales resultados de este informe, que se centra en la Comunidad de Madrid, pero que FOESSA también elabora sobre otras comunidades autónomas y se une sus trabajos sobre el conjunto de España, alertan de que la cohesión social ha sufrido un impacto sin precedentes como consecuencia de las crisis relacionadas con la pandemia del SARS CoV-2.

Este informe se elaboró junto con el informe global Evolución de la cohesión social y consecuencias de la Covid-19 en España,2 y fue desarrollado por 30 investigadores de diez universidades y entidades de investigación. El equipo encargado de la encuestas llamó a más de 90.000 hogares de toda España.

Los resultados negados por el gobierno de la Comunidad de Madrid muestran que un millón y medio de personas en ese territorio se encuentran en situación de exclusión social. Esto supone cinco puntos más que antes de la pandemia (del 17% en 2018 al 22%), es decir, 370.000 personas más en exclusión social. Hay que señalar el aumento del 25% de las situaciones de exclusión severa, alcanza ya a 800.000 personas.

Este informe, como otros de los desarrollados en los últimos años, nos muestran una tendencia constante en nuestra sociedad. Somos una sociedad que se enriquece y se empobrece al mismo tiempo. Los resultados de este último informe indican un aumento de la desigualdad entre los más pobres, que han visto reducidas sus rentas un 22%, que contrasta con el crecimiento del 18% de las rentas de las personas con mayores ingresos. La pobreza aumenta, cada vez afecta a más personas, y se agudiza, mientras la riqueza de las personas más ricas también aumenta.

Cada nueva crisis se encadena con una anterior que está lejos de estar superada. Toda crisis tiene impactos que consolidan precariedad y pobreza

Esta tendencia a la desigualdad, a la pobreza que va a más mientras que la riqueza de pocos también, es una constante de los últimos años y de las últimas crisis. Pero se continúa hablando como si la sociedad fuese una. Se habla de si el país va bien, de si la economía se recupera o está en crisis, y se desconoce, se olvida o se quiere ocultar lo que realmente ocurre. Nuestra sociedad se enriquece y se empobrece a la vez: cada vez hay más personas pobres y con casos de pobreza más severa mientras que podemos encontrar algunos indicadores que se utilizan para señalar lo positivo de nuestra situación económica.

Cada nueva crisis se encadena con una anterior que está lejos de estar superada. Toda crisis que estamos viviendo tiene impactos que consolidan precariedad y pobreza. Negar este conocimiento de la realidad que tenemos es negar la realidad.

Se trata de una realidad que no afecta exclusivamente a una comunidad autónoma, a un país, a un continente. Hace unos años se popularizó la expresión “los perdedores de la globalización”. Se trata de una expresión que puede tener la capacidad de mostrar, de señalar, la dimensión de lo que estamos hablando. Es algo que va más allá de unas fronteras y que, aunque no se quiere ver, acaba emergiendo.

 

Malestares que sí se ven cuando llegan elecciones

En los últimos años se ha recurrido a los malestares existentes para explicar resultados electorales no esperados. La victoria electoral de Donald Trump generó mucha literatura para intentar entender cómo podía ganar la presidencia de los Estados Unidos de América una persona que para un determinado sentido común era inaceptable.3 Lo inconcebible había sucedido. ¿Cómo explicarlo?

Algo parecido ha ocurrido con el crecimiento del proyecto de extrema derecha de Marine Le Pen en Francia. En las dos últimas elecciones presidenciales ha conseguido pasar a la segunda vuelta y disputar a Emmanuel Macron la presidencia. En esta última ocasión también hemos podido leer un gran número de artículos dedicados a los malestares que explicarían estos resultados. Le Pen para un determinado sentido común también era inaceptable. Lo inconcebible había sucedido, aunque en este caso no llegara a la presidencia.

Estas realidades no se limitan a Estados Unidos de América o a Francia, podemos pensar en la evolución de la sociedad española, en el Brexit del Reino Unido, y en tantos otros países. Los malestares conducen a diferentes sectores de la población a opciones de votos que para otros son inconcebibles, inaceptables.

La significativa reducción de apoyos a los partidos políticos tradicionales puede ser vista como señal de su agotamiento, o incapacidad, para dar respuestas a los problemas que vive una parte de sus sociedades. No está escrito en ningún sitio, no obstante, que las nuevas opciones que han ido surgiendo y ocupando su espacio lo lograrán, pero parece evidente que la confianza se ha roto con las tradicionales. Los partidos tradicionales sufren una considerable crisis de representatividad.

Una parte importante de la población ha considerado que los proyectos políticos tradicionales son parte del problema y no puede representar a unos sectores de la ciudadanía que habían confiado en ellos durante décadas. En buena parte de estas sociedades los sistemas de partidos han vivido un significativo vuelco en pocos años.

Las elecciones presidenciales en Estados Unidos de América de 2016 nos mostraron cómo su sólido bipartidismo fue cuestionado por dos opciones que surgían desde la enmienda a sus propios partidos. Es el caso de Trump y Sanders. Bernie Sanders no logró ser designado candidato por el Partido Demócrata, pero ganó una repercusión muy considerable que llevó incluso a comportamientos reconocidos como no honestos durante las primarias por parte de las estructuras del partido. Trump ganó la representación por el Partido Republicano con una gran enmienda al propio partido. Trump acabó imponiéndose a Hillary Clinton, quien era asociada por amplios sectores de la sociedad con los problemas que vivían ellos mismos y su país.

En las elecciones de 2020, pese a todo lo vivido, la victoria de Biden se dio con un gran resultado por parte de Trump. Está por ver la evolución de esa sociedad, incluso tras el episodio del asalto al Capitolio y la afirmación del robo electoral.

Ante malestares en aumento y respuestas en descenso por los partidos tradicionales, una parte significativa de la sociedad ha decidido buscar alternativas políticas

En Francia hemos visto algo comparable durante los últimos años. Emmanuel Macron abandonó el partido socialista en declive para crear rápidamente un nuevo proyecto que le permitió llegar a la presidencia. La propuesta de Le Pen también debe ser vista como un proyecto que ha ido evolucionando con voluntad de convertirse en un partido capaz de ocupar la centralidad de su sociedad.

En el Reino Unido asistimos a la gran recomposición de los partidos tradicionales alrededor del gran acontecimiento que fue el Brexit. De un modo parecido a lo vivido en los Estados Unidos, en el Reino Unido el bipartidismo ha vivido mutaciones relevantes. Si en Estados Unidos llegaba con opciones Sanders en las primarias demócratas, en el Reino Unido fue Jeremy Corbyn quien alcanzó el liderazgo del Partido Laborista. Y algo comparable a lo vivido con Trump se puede ver con Boris Johnson.

Ante malestares en aumento y respuestas en descenso por parte de los partidos políticos tradicionales una parte significativa de sus sociedades, viviendo una crisis de representatividad, ha decidido buscar alternativas. Trump era una alternativa al poder tradicional de Washington, demócrata o republicano. El Brexit era una alternativa al poder tradicional del bipartidismo. Macron era una alternativa a los partidos tradicionales… pero a las alternativas también les acaba llegando su caducidad.

En España se ha vivido un proceso parecido alrededor de las movilizaciones del 15M de 2011 y la ola democratizadora que impulsaron.4 El Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español están siendo capaces de mantener sus posiciones dominantes, pero fueron cuestionadas seriamente por nuevos proyectos como Ciudadanos y Podemos. Ciudadanos y Podemos estuvieron a punto de descabalgar al Partido Popular y al Partido Socialista Obrero Español de sus posiciones dominantes en el centro-derecha y el centro-izquierda.

El bipartidismo sólidamente asentado en el Congreso de los diputados estuvo en disputa. Y durante los últimos años hemos vivido la lucha de los partidos tradicionales para volver a sus posiciones de dominio, pero han quedado alteradas.

En España el gran cambio electoral se dio en las elecciones municipales de 2015. Lo vivimos en mayo de ese año. Cómo explicar que en ciudades como Barcelona y Madrid (y podemos ampliar la lista con Iruña, A Coruña, Santiago de Compostela, Cádiz, Zaragoza…) llegaran a gobernar proyectos políticos que representaban una significativa novedad frente a la tradición. Proyectos políticos que a pesar de confluir con opciones políticas preexistentes tenían muy poco tiempo de vida.

Este cambio en los gobiernos municipales no se puede explicar sin las movilizaciones sociales vividas entre 2008 y 2014, aproximadamente. Si nos centramos con más detalle en el ámbito catalán también habría que incorporar el proceso independentista como respuesta a los malestares y atender a la severa alteración del mapa de partidos.

Hubo quien rápidamente intentó explicar lo que empezaba a ocurrir recurriendo a un concepto que hizo fortuna: el populismo. Hubo quien no perdió ocasión de presentar como iguales todas estas novedades con unos argumentos muy cuestionables. Se ha querido poner en el mismo saco a Le Pen y Jean-Luc Melénchon en Francia, a VOX y Unidas Podemos en España… Lo que está claro es que estos proyectos han significado una novedad, que ha contribuido a mostrar malestares, y diferentes maneras de abordarlos.

Estos proyectos tienen concepciones de la democracia bastante antagónicas en algunos casos. Mientras unas surgen desde la reivindicación de más y mejor democracia, otras parecen hacer hincapié en el control y las restricciones que hay que establecer en la democracia. Algunos de estos proyectos han nacido de la voluntad de ampliar la democracia y dotarla de mayor calidad y otros buscan redefinirla limitando su alcance a determinados sectores de nuestra sociedad sin incorporar la preocupación por su calidad y su profundización. Tienen diferentes conceptos de lo que es la democracia y de cómo hacerla vivir.

 

Relatos y concreciones

Estos nuevos proyectos políticos surgidos de diferentes malestares existentes, no reconocidos, negados, invisibilizados han llegado a gobernar en diferentes lugares, dentro y fuera de España. Pero no siempre han querido o podido entrar a solucionar los malestares existentes. En ocasiones, su apelación a esos malestares ha formado parte de relatos para la captación de apoyos que no se han concretado. En ocasiones, su llegada al gobierno se ha concretado en cambios más o menos profundos limitados por los apoyos necesarios para hacer efectivas las políticas que querrían implementar.

Tenemos pendiente un gran trabajo de análisis de los impactos que han podido generar estos nuevos proyectos desde su aparición y desde su obra de gobierno. Por ejemplo, pensando en el caso español, ¿qué diferencias podemos encontrar en las políticas públicas que se han desarrollado o se están desarrollando para actuar ante las crisis vinculadas a la pandemia y las aplicadas en las crisis iniciadas en 2008?

En el escenario español tenemos un caso especialmente útil para acercarnos a estas posibilidades y limitaciones. El lunes 18 de octubre de 2021 el grupo parlamentario de Unidas Podemos organizaba en el Congreso unas jornadas dedicadas a la ley estatal de la vivienda que está impulsando (18 y 19 de octubre). En la presentación de las jornadas Ley Estatal de Vivienda: un nuevo paradigma estaba la ministra Yolanda Díaz, la alcaldesa de Barcelona Ada Colau, Ione Belarra, secretaria general de Podemos, y Alejandra Jacinto, secretaria de Derecho en la Vivienda de Podemos.

No se puede entender a Podemos sin la Plataforma de Afectadas por la Hipoteca y las movilizaciones del 15M. Podemos surge de esas movilizaciones, de los malestares que allí se expresaron. Esto no quiere decir que Podemos sea su traducción en la política institucional, pero las movilizaciones surgidas hace una década hicieron posible la construcción de un proyecto político que ahora gobierna en España, en un gobierno de colación con el PSOE, partido que ya gobernaba cuando tuvieron lugar estas movilizaciones.

La PAH nació en 2009 para reivindicar el derecho a la vivienda en un momento en el que la situación económica empezaba a afectar a personas que se habían endeudado durante un período de alto crecimiento económico y alza de los precios de las viviendas que compraron. La situación en 2009 había cambiado y empezaban a emerger las graves dificultades para pagar las deudas. A la crisis de las hipotecas después se sumó el impago de alquileres. Alrededor de la PAH creció el movimiento por el derecho a la vivienda, pero también nacieron nuevos espacios como los Sindicatos de inquilinas, las Asambleas de vivienda o se reactivaron otros ya existentes. El movimiento por el derecho a la vivienda es diverso. La PAH en 2009 era una movilización pequeña que creció y creció a partir de las movilizaciones del 15M de 2011. Casi podríamos decir que el mapa de las acampadas del 15M en 2011 en 2012 se sustituyó por el de las diferentes PAH que iban naciendo. Llegarían a ser más de 200 en el conjunto de España.

Estas organizaciones siempre han tenido como objetivo el derecho a la vivienda, reconocido en la Constitución española, pero no garantizado. La PAH no ha logrado el cambio legal para hacer posible este objetivo, pero son múltiples los logros y los aprendizajes que ha generado.5

Ante las limitaciones de la movilización y el escenario que se había abierto para entrar en la política institucional hubo gente que quiso intentarlo. En Unidas Podemos encontramos a diferentes personas que han surgido de la movilización de la PAH. En Barcelona en Comú también. Ada Colau, Lucía Martin forman parte del gobierno del Ayuntamiento de Barcelona hoy y vienen de la PAH de Barcelona, ​​la primera en constituirse. En el Gobierno español, por la parte de Unidas Podemos también encontraremos diferentes personas que han hecho este recorrido. Y más allá de estas figuras públicas encontraríamos más. Y la PAH continúa con su trabajo y empujando al gobierno.

El derecho a la vivienda no se ha garantizado nunca en España, y no entramos ahora en la grave situación que esto supone en buena parte del planeta.  Si hoy en España se está un poco menos lejos de hacerlo posible es gracias al movimiento por el derecho a la vivienda y a Unidas Podemos. ¿Se conseguirá? No parece fácil. Nunca lo ha sido y hay una mayoría de partidos que no parecen estar trabajando en ese objetivo. ¿Se adelantará al establecer medidas que contribuyan a ello? Lo han hecho en ayuntamientos donde gobiernan y lo han llevado a gobiernos autonómicos. Estas reivindicaciones han ganado un apoyo social que no tenían hace unos años y cuesta negarlas o enfrentarse a ellas; sin embargo, una parte importante de los partidos encuentran la manera de conseguir que no avancen.

La movilización social ha logrado conectar calles y parlamentos para abordar un elemento clave de nuestro sistema social: el derecho a la vivienda. Está por ver qué transformaciones se conseguirán. Pero conviene reconocer esos cambios que estamos viviendo. Hay una cierta tendencia a menospreciar estos cambios impulsados ​​por la movilización o a camuflarlos, hacerlos pasar por propios de los partidos. Sin la movilización social, que es expresión de malestares e ilusiones, no estaría pasando.

Hoy todavía no sabemos qué saldrá de este intento por conseguir garantizar de forma efectiva el derecho a la vivienda. Lo que sí sabemos es que los debates están abiertos, alguien ha logrado que se abran y convendría que no se cerraran en falso. Hay quien nunca le ha interesado hablar del derecho a la vivienda, ni de la pobreza, ni de la emergencia climática, ni del patriarcado, ni de las distintas opresiones que se viven en nuestra sociedad.

Hoy, tras años de movilizaciones, la hegemonía discursiva ha cambiado. Costará encontrar un partido que no hable en nombre del derecho a la vivienda, nadie lo negará. Y lo mismo ocurrirá con los demás asuntos que la movilización social ha logrado introducir en los parlamentos… Pero no es suficiente con el relato, con ganar la hegemonía discursiva, hay que conseguir la concreción, la hegemonía efectiva que concrete y garantice el derecho.

«España es una democracia plena» es un lema que se repite con insistencia para responder al cuestionamiento del funcionamiento de nuestra sociedad. En los últimos meses, por ejemplo, como respuesta a los espionajes que se han conocido, pero también contra otras reivindicaciones. Hoy España no es una “democracia plena”, como mínimo a ojos del índice de The Economist que la rebajaba a “democracia con defectos”. Más allá de los criterios de The Economist, justo hace 11 años se popularizaba otro lema: «Democracia real ya». Un grito presente en las manifestaciones del 15M. Un grito que daba nombre a uno de los colectivos convocantes. Un grito que no nacía de la nada, daba continuidad a un canto clásico de las movilizaciones de décadas anteriores: «Le llaman democracia y no lo es».

Las sociedades que se quieren democráticas acostumbran a profundizar en ella si están dispuestas a criticar y cuestionar lo existente. Más allá de la discusión nominal sobre si son democracias o no, lo relevante acostumbra a ser la exigencia que se decide tener. Lo que conocemos como 15M fue una movilización de exigencia democrática, una nueva ola de democratización en una sociedad con carencias significativas. La exigencia de «democracia real ya» surgía de las condiciones materiales de vida, de la crisis de representación política, de una legalidad que se consideraba favorecedora de los poderes existentes, de las corrupciones…

¿Es democrática una sociedad en la que no se garantiza el derecho a la vivienda? ¿Es democrática una sociedad en la que existe una parte tan amplia de la población en riesgo de pobreza o en precariedad laboral y vital? La idea de democracia nació en las sociedades modernas como ideal revolucionario. Hoy, en demasiadas ocasiones, se defiende como justificación de lo existente. Hoy comparten gobierno en España, y en el Ayuntamiento de Barcelona, quien insiste en que España es una democracia plena y quien llegó allí reivindicando democracia real ya.

La pandemia nos muestra aquello que es esencial, que no funciona en nuestra sociedad y ha contribuido al desencadenamiento de este enorme malestar

Se hace política con quien se puede y no siempre con quien se quiere. Y más allá de las dinámicas partidistas y de los gobiernos de coalición, convendría recordar el apoyo mayoritario a la democratización que consiguió el 15M, y cómo en tiempos de grandes malestares y crisis la respuesta mayoritaria en nuestras sociedades continúa siendo la de la profundización de la democracia. Pero no tenemos suficiente con relatos y discursos, necesitamos poder afrontar los graves problemas que tenemos como sociedad. Necesitamos concreciones. Necesitamos concreciones que den respuestas a los malestares existentes y que contribuyan a hacer posibles las ilusiones necesarias.

 

Ilusiones necesarias

«Saben inventar mundos futuros que nos pueden ayudar a identificar sorpresas estratégicas, nuevas amenazas y nuevos conflictos en 2060»7 declaraba Emmanuel Chiva, director de la Agencia de Innovación para la Defensa (AID) del Ministerio de las Fuerzas Armadas de Francia, al presentar el proyecto Red Team. Se trata de un grupo de personas creadoras de ciencia ficción que han recibido el encargo de imaginar futuros para preparar al ejército francés ante riesgos que ahora no pueden prever, no importa que no sean realistas. La población no veía como realista la pandemia de la COVID-19. Hay que prepararse para todo lo que pueda llegar en los próximos años. Lo que no deja de llamar la atención es que se dediquen recursos a posibles males no imaginados y no seamos capaces de ver los malestares ya existentes hoy. Nuestros gobiernos no suelen hacer el encargo de imaginar utopías; han preferido imaginar desastres, amenazas, que necesiten una respuesta militar.

La pandemia nos está mostrando aquello que es esencial, aquello que no funciona en nuestra sociedad y ha contribuido al desencadenamiento de este enorme malestar. Hemos visto cómo nuestra deforestación planetaria nos acerca a enfermedades para las que la selva antes actuaba como vacuna. Hemos visto cómo disponer de un sistema sanitario insuficiente, tensionado, colapsado en determinados momentos del año sin necesidad de añadir ninguna circunstancia excepcional, tiene múltiples efectos negativos. Hemos visto cómo una pandemia nos puede igualar ante la enfermedad, pero las características de nuestra sociedad nos hacen vivir grandes desigualdades que se suman a las que ya se han convertido en estructurales. En nuestras sociedades hay graves problemas relacionados con el acceso a la vivienda, al trabajo, a suministros básicos…

No son problemas nuevos, vienen de lejos y se agudizan con cada nueva crisis: la crisis de las hipotecas basura de 2008, la crisis de la pandemia, las crisis de la guerra de Ucrania, la crisis de la inflación… Todo son crisis. Cada una con sus características, sus causas y sus efectos, pero todas teniendo un fuerte impacto en el conjunto de la ciudadanía y permitiendo que una pequeña parte de nuestras sociedades se enriquezca. Es una constante. Nuestras sociedades se enriquecen y empobrecen a la vez, todo depende de qué parte de nuestra sociedad observemos.

En las últimas elecciones de Francia o en las de Andalucía hemos vuelto a ver la ausencia en las urnas de distintos sectores de la sociedad. Las personas jóvenes, las personas con menos recursos… Personas que parecen necesitar de la ilusión por ir a votar. Lo hemos visto en otras convocatorias electorales. Lo hemos visto en distintas sociedades. Hemos visto también qué ocurre cuando hay alguna ilusión que se extiende por una sociedad: de repente sectores que hacía tiempo que no votaban lo hacen y se pueden producir cambios. No parece haber nada más poderoso que una ilusión. Y también hemos visto algunas respuestas ante esto: si tu proyecto no puede ser el de la ilusión el objetivo será acabar con el que lo pueda ser.

Vivimos tiempos de falta de ilusiones, incluso podíamos decir que son tiempos de resignación y desesperación. Cuando más falta nos hacen las ilusiones más se echan de menos. La pandemia debía servirnos para pensar en qué nos había llevado hasta ella para evitarlo y salir mejor. No lo había logrado hacer la emergencia climática que sufrimos. La guerra ha llevado a hablar de mayor inversión militar, de nuevos frentes de batalla, de enemigos a vencer, y de pasar página rápidamente de todas aquellas necesidades sociales que la pandemia había contribuido a situar en primer plano. Nos vuelven a hablar de la OTAN como futuro, como solución a problemas que están causados ​​por el propio militarismo8/ que esta organización impulsa.

Nuestras sociedades se enriquecen y empobrecen a la vez, todo depende de qué parte de nuestra sociedad observemos

El «No hay alternativa» de Margaret Thatcher –TINA: There is no alternative– siempre hay quien lo recupera. Lo hace de forma explícita o implícita, nos lo demuestra con palabras y hechos o solo con hechos y utilizando palabras que escondan la realidad. No hay alternativa a la guerra. No hay alternativa a la OTAN. No hay alternativa a las fronteras donde matamos a quien quiere entrar en nuestro país. No hay alternativa a los desahucios. No hay alternativa a los precios de los alquileres que nos hacen marchar de nuestras localidades. No existe alternativa a la precariedad laboral. No existe alternativa a la crisis ecológica. No existe alternativa a las violencias y opresiones que vivimos. No hay alternativa a que no te hagamos caso… Este es otro de nuestros malestares, el pensar que no hay alternativas posibles.

Una parte de estas personas que ya no van a votar lo hacen asumiendo o resignándose al «no hay alternativa» o, dicho de forma más cercana, «es lo que hay». El crecimiento de la extrema derecha debe entenderse también en este escenario.8 La extrema derecha aporta ilusiones cuando otras ilusiones parecen haberse apagado, cuando otras opciones ya se han probado y la extrema derecha intenta convencer de que su tiempo ha llegado… Las ilusiones pueden comportar desilusiones. Necesitamos someter las ilusiones a la crítica y la autocrítica. No caer en engaños y tampoco tirar a la criatura con el agua sucia. Hay que valorar lo que se consigue en cada ola ilusionada que logra producir cambios.

Francisco Fernández Buey, que dedicó mucho más que una obra9 a las ilusiones y las utopías, decía que era necesario distinguir entre tener ilusiones y hacerse ilusiones. Necesitamos tener ilusiones, que es necesario fundamentar bien y que no dejaremos de trabajar. Ilusiones que mucha gente nos dirá que son irrealizables, utopías… Estas ilusiones serán utopías, no en el sentido negativo que se ha ido imponiendo para hablar de realidades imposibles. Estas ilusiones serán utopías en el sentido de lo que todavía no es, pero que mejorará nuestra sociedad cuando sea. Estas ilusiones serán utopías como lo fueron antes de que existieran derechos y libertades que ahora tenemos. Aquellos derechos y aquellas libertades que mucha gente dijo que jamás serían, que nunca podrían ser. Las libertades y los derechos de hoy fueron utopías ayer y las ilusiones de hoy, las utopías de hoy, serán las libertades y los derechos de mañana.

Acceso al texto completo en formato pdf: Malestares e ilusiones (Horizonte 2008-2023).

NOTAS:

[1] El informe completo se puede leer aquí: https://www.foessa.es/main-files/uploads/sites/16/2022/03/Informes-Territoriales-2022_MADRID.pdf

[2] El informe completo se puede leer aquí https://www.caritas.es/producto/evolucion-de-la-cohesion-social-y-consecuencias-de-la-covid-19-en-espana/

[3] Una lectura interesante desde la perspectiva de los malestares y las ilusiones puede ser Extraños en su propia tierra. Réquiem por la derecha estadounidense,  de la socióloga Arlie Hochschild, Capitan Swing, 2018.

[4] Para profundizar en lo que el autor ha trabajado sobre el 15M, véase: Ola 15M 10 años de movilización y cambio, Bellaterra edicions, Barcelona, 2021.

[5] Para profundizar sobre la PAH se puede destacar la reciente obra de João França La PAH. Manual de uso, Rosa-Luxemburg-Stiftung, 2022. Disponible en: https://www.rosalux.eu/es/article/2025.la-pah.html

[6] «Cuando el ejército se une a la ciencia ficción para imaginar lo peor», publicado en Radio France Internationale, 9 de julio de 2021. Disponible en: https://www.rfi.fr/es/francia/20210709-cuando-el-ej%C3%A9rcito-se-une-a-la-ciencia-ficci%C3%B3n-para-imaginar-lo-peor

[7] Para profundizar en el militarismo es muy recomendable el número 157 de esta revista. Disponible en: https://www.fuhem.es/2022/05/04/papeles-157-militarismo/

[8] Puede ser interesante aproximarse a las actuaciones de una referencia para la extrema derecha como es Steve Bannon para entender sus ideas y sus comportamientos. Véase Jordi Mir, «Steve Bannon: Fogonazos en los diagnósticos, oscuridad tenebrosa en las respuestas», Papeles de relaciones ecosociales y cambio global, núm. 155, 2021 (ejemplar dedicado a: Ritmos autoritarios), págs. 119-125, disponible en: https://www.fuhem.es/papeles_articulo/steve-bannon-fogonazos-en-los-diagnosticos-oscuridad-tenebrosa-en-las-respuestas/ 

[9] Francisco Fernández Buey, Utopías e ilusiones naturales, El Viejo Topo, Barcelona, 2007.