Gentrificación, privilegios e injusticia alimentaria. ARTÍCULOS

 

Recopilación de artículos de revistas especializadas publicadas en español y en inglés, que abordan la definición, origen y desarrollo de conceptos como: la gentrificación alimentaria, la gourmetización de los mercados y los desiertos alimentarios, con el fin de aportar un poco de luz sobre los cambios que se están produciendo en los hábitos alimenticios (unos voluntarios, otros inducidos) y las consecuencias que éstos tiene en la (in)seguridad alimentario de algunos sectores más vulnerables de la población.

ARTÍCULOS

ALONSO GORDÓN, Roberto, “Mercados municipales: reposicionamiento del formato y nuevas estrategias de acción comercial”, Distribución y Consumo, núm. 121, enero-febrero 2012, pp. 5-18, 2012.

ANGUELOVSKI, Isabelle, "Healthy food stores, greenlining and food gentrification: Contesting new forms of privilege, displacement and locally unwanted land uses in racially mixed neighborhoods", International Journal of Urban and Regional Research, núm. 39, núm. 6, 2015, pp. 1209-1230.

CABRERA REBOLLO, Ana Gabriela; ZIZUMBO VILLAREAL, Lilia; HERNANDEZ LARA, Oliver Gabriel; ARRIAGA ÁLVAREZ, Emilio Gerardo, “Repensar la dieta para repensar la vida”, Revista Crítica de Ciências Sociais, núm. 115, mayo 2018, pp. 75-90.

CUMMINS, Steven; MACINTYRE, Sally, “Food deserts –evidence and assumption in health policy making”. BMJ., vol. 325, núm. 7361, 2002, pp. 436-438.

DÍAZ-MÉNDEZ, Cecilia; GARCÍA-ESPEJO, Isabel; OTERO-ESTÉVEZ, Sonia, “Discursos sobre la escasez: estrategias de gestión de la privación alimentaria en tiempos de crisis”, EMPIRIA. Revista de Metodología de Ciencias Sociales, núm. 40 mayo-agosto, 2018, pp. 85-105.

DÍAZ-MÉNDEZ, Cecilia, "Estabilidad y cambio en los hábitos alimentarios de los españoles", Acta Pediátrica Española, vol. 74, núm. 1, 2016.

DÍAZ MÉNDEZ, Cecilia; GARCIA ESPEJO, Isabel, “Eating practice models in Spain and the United Kingdom: A comparative time-use analysis”, International Journal of Comparative Sociology, vol. 55, núm. 1, 2014, pp. 24– 44.

HANSER, Amy; HYDE, Zachary, "Foodies remaking cities," Contexts, vol. 13, núm. 3, verano 2014, pp. 44-49.

HERNÁNDEZ CORDERO, Adrián, “Los mercados públicos: espacios urbanos en disputa”, Iztapalapa. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, núm. 83, julio-diciembre de 2017, pp. 165-186.

HERNÁNDEZ CORDERO, Adrián, “¿Mercados, museos o malls? La gentrificación de los mercados municipales en Barcelona y Madrid”, EntreDiversidades, núm. 6, primavera-verano 2016, pp. 143-173.

HO, Soleil, “Food gentrification and culinary branding of traditional foods”, Bitch Magazine, enero 2014.

MARTÍN CERDEÑO, Víctor J., “Nuevos barrios. Nuevos mercados. Nuevas maneras de vivir”, Distribución y Consumo, núm. 121, enero-febrero 2012, pp. 19-41.

MOLINA SALDARRIAGA, César Augusto; RESTREPO YEPES, Olga Cecilia; GIRALDO RAMÍREZ, Diana P., "Desiertos de alimentos. Aproximaciones conceptuales al estudio jurídico del problema del hambre", Ratio Juris, vol. 9, núm. 19, julio-diciembre 2014, pp. 77-95.

MORGAN, Kevin, “Feeding the City: The Challenge of Urban Food Planning”, International Planning Studies, vol. 14, núm. 4, 2009, pp. 341-348.

PEARSON, Tim; RUSSELL, Jean; CAMPBELL, Michael J.; BARKER, Margo E., “Do ‘food deserts’ influence fruit and vegetable consumption?- a cross-sectional study”, Appetite, vol. 45, núm. 2, 2005, pp. 195-197.

RAMOS TRUCHERO, Guadalupe, "Revisión teórica y limitaciones del concepto de desiertos alimentarios", Revista de Humanidades, núm. 25, mayo-agosto 2015.

REISIG, V.; HOBBISS, A., “Food deserts and how to tackle item: A study of one city’s approach”. Health Education Journal. vol. 59, 2000, pp.137-149.

SALINAS ARREORTÚA, Luis, “Transformación de mercados municipales de Madrid. De espacio de consumo a espacio de esparcimiento, Revista INVI, núm. 85, vol. 31, 179-201, noviembre 2015.

SEQUERA, Jorge, “Mercados turistificados en Madrid”, El País, 14 de junio de 2017.

SULLIVAN, Daniel Monroe, “From food desert to food mirage: race, social class, and food shopping in a gentrifying neighborhood”, Advances in Applied Sociology, vol. 4, núm. 1, enero 2014, pp. 30–35.

VILLAGÓMEZ ORNELAS, Paloma, “Gentrificación alimentaria: qué es y con qué se come”, Sopitas, 22 de agosto 2017.

WALKER, Rene; BUTLER, James; KRISKA, Andrea; KEANE, Christopher; FRYER, Craig S.; BURKE, Jessica G., “How Does Food Security Impact Residents of a Food Desert and a Food Oasis?”, Journal of Hunger & Environmental Nutrition, vol. 5, núm. 4, 2010, pp. 454-470.

REVISTAS

ALTERIDADES

Publicación académica semestral de trabajos originales de investigación, reflexión teórica y reseñas relacionados con temas de antropología social y etnología. Editada desde 1991 por el Departamento de Antropología de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Iztapalapa. Su principal objetivo es servir de vehículo de transmisión de conocimiento a la comunidad científica que realiza su labor de investigación en el área de la antropología social y etnología.

 

La dictadura de los mercados

Alteridades, vol. 26, núm. 51, enero-junio 2016

Presentación, Víctor Delgadillo, 11 págs.

Dossier

León Felipe Téllez Contreras, Los mercados de San Juan: bienes colectivos en transformación, pp. 5-27.

Mónica Lacarrieu, “Mercados tradicionales” en los procesos de gentrificación/recualificación. Consensos, disputas y conflictos, pp. 29-41.

Eva García Pérez, Alejandro Rodríguez Sebastián, Vicenzo Maiello, La transformación de los mercados municipales de Madrid: nuevas fronteras de la gentrificación comercial, pp. 43-56.

Víctor Delgadillo, La disputa por los mercados de La Merced, pp. 57-69.

DISTRIBUCIÓN Y CONSUMO

Revista publicad desde 1991 por Mercasa, con una edición de 5 números anuales y cuyos contenidos son elaborados por un amplio número de colaboradores procedentes de la Universidad, el periodismo y los sectores profesionales e institucionales relacionados con los contenidos de la publicación. Todo el archivo histórico de Distribución y Consumo está accesible en Internet.

Nuevas formas de vivir, nuevas formas de comer

Distribución y Consumo, núm. 97, enero-febrero 2008.

Mabel García, Nuevas maneras de vivir, nuevas maneras de comer, pp. 5-17.

Cristóbal Gómez Benito, Aproximación a la sociología de la alimentación, pp. 18-27.

Cecilia Díaz-Méndez, ¿Qué significa comer bien?, pp. 28-37.

Roberto Alonso Gordón, Mercados minoristas, pp. 54-65.

Javier Casares Ripol, Mercados municipales: un servicio público que aúna tradición y modernidad, pp. 66-68.

Jesús Contreras, ¿Un nuevo orden alimentario?, pp. 68-77.

José Antonio Varela González, Mercados municipales. Factores claves de competitividad, pp. 71-82.

Josep Gutiérrez Jiménez, Mercados y supermercados, pp. 84-87.


POLÍTICA Y SOCIEDAD

Revista de periodicidad cuatrimestral, fundada en 1988, que tiene naturaleza interdisciplinar y que abarca el conjunto de las Ciencias Sociales. Selecciona sus artículos con estrictos criterios de calidad, novedad y relevancia. Contiene una parte monográfica y otra miscelánea.


Herramientas para el estudio de la alimentación contemporánea

Política y sociedad, vol 51, núm. 1, 2014.

Monografía

Cecilia Díaz Méndez, Isabel García Espejo, La mirada sociológica hacia la alimentación: análisis crítico del desarrollo de la investigación en el campo alimentario, pp. 15-49.

Alan Warde, Food studies and the integration of multiple methods, pp. 51-72.

Mabel Gracia-Arnaiz, Comer o no comer ¿es esa la cuestión?: una aproximación antropológica al estudio de los trastornos alimentarios, pp. 72-94.

Elena Espeitx Bernat, Luis Cantarero Abad, F.Xavier Medina Luque, Juanjo Cáceres Nevot, El papel de la información en las cogniciones y percepciones hacia nuevas tecnologías aplicadas a los alimentos, 73-94.

Amparo Novo Vázquez
, “Consumocracia”. El consumo político como forma de participación de la ciudadanía, pp. 95-120.

 

SOBERANÍA ALIMENTARIA

Publicación trimestral de información, debate y reflexión de todo aquello que sabemos condiciona la vida rural, la agricultura y la alimentación. Una revista de pensamiento crítico que quiere ayudar a imaginar y construir nuevas realidades sociales y económicas para dejar atrás el capitalismo.

El debate de la distribución alimentaria

Soberanía Alimentaria, núm. 25, verano 2106

AMASANDO LA REALIDAD

Xavier Montanyès, Una reflexión sobre los vacíos en la distribución alternativa, pp. 5-9.

Revista SABC, Distribución: internet, colmenas e iniciativas de base, pp. 10-13.

Conchi Piñeiro (Altekio, REAS Madrid), Anna Fernández (Xarxa d'Economia Solidària de Catalunya) y la Revista SABC, Levantar la alfombra de la distribución alimentaria, pp. 14-17.

Revista SABC, La experiencia de la asociación Landare, pp. 18-21.

VIENTO SUR

Revista política editada con periodicidad bimestral desde febrero de 1992, que tiene como referencia un marxismo abierto, crítico y autocrítico, que necesita y busca la comunicación y el encuentro con otras corrientes del pensamiento emancipatorio, especialmente aquellas directamente vinculadas con los movimientos sociales.

Agricultura y alimentación S.A.

Viento Sur, núm. 94, noviembre 2007.

Miradas voces

Esther Vivas, Agricultura y alimentación S.A., pp. 35-36.

Marta Soler Montiel, OMC, PAC y globalización alimentaria, pp. 37-45.

Mónica Vargas Collazo, Agrocombustibles. Todavía no somos autómatas..., pp. 46-55.

Esther Vivas, La distribución moderna: la invasión de los supermercados, pp. 55-64.

Joaquim Sempere, El consumo de alimentos: límites e impactos ambientales, pp. 64-71.

Xavier Montagut
, Soberanía alimentaria y consumo responsable como alternativas, pp. 72-80.


Gentrificación, privilegios e injusticia alimentaria. RECURSOS

 

Recopilación de recursos en diferentes formatos, informes, papers, comunicaciones de Congresos, blog, conferencias y materiales didácticos; que abordan distintos aspectos relacionados con la temática central del boletín: cambio modelos alimenticios, de los españoles, la repercusión de las políticas alimentarias en los procesos de gentrificación y desplazamiento, la transformación de los mercados de abastos tradicionales hacia la gourmetización, y cómo acercar al aula otros modelos de alimentación más sostenibles.

INFORMES

 

   Cecilia Díaz Méndez (coord.), Isabel García Espejo, Rodolfo Gutiérrez Palacios, Amparo Novo Vázquez

Hábitos alimentarios de los españoles

Madrid: Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, 2013.

 

 

 

Nevin Cohen
Feeding or Starving Gentrification: The Role of Food Policy

CUNY Urban Food Policy Institute. Policy Brief, Marzo 2018.

 

 

CONGRESO

XII Congreso Español de Sociología Grandes transformaciones sociales, nuevos desafíos para la Sociología
     Organizado por la Federación Española de Sociología (FES)

30 de junio, 1-2 de julio. Gijón. 2016

 

COMUNICACIONES:

Sonia Otero Estévez, Isabel Espejo García, Alimentación en contextos de pobreza: estrategias de supervivencia y gestión de la privación.

Monica Truninger, Cecilia Díaz Méndez, Pobreza e inseguridad alimentaria. redefiniciones y debates.

Amparo Novo Vázquez, y Isabel Espejo García, El mercado como “arena” política. la emergencia del “consumidor consciente”.

PAPERS:

El mercado de los mercados: análisis de los procesos de transformación de los mercados municipales de abastos de Madrid

Vicenzo Maiello (coord.)

Grupo de Trabajo Mercados y Espacios Públicos ASF-Madrid

Contested-Cities Working Papers, 2014, 18 págs.

 Gentrificación comercial y mercados públicos: El Mercado de Santa Caterina, Barcelona

Adrián Hernández

Working Paper Series, Contested_Cities, mayo 2014.

BLOG


     Valentín Comerciante

Noticias, Galerías fotográficas. Historia, artículos y videos sobre los mercados tradicionales.

 

 

 

CONFERENCIA

Los mercados tradicionales: entre el declive y la gentrificación
     Sara González
Organizada por Contested Cities
Madrid: Traficantes de Sueños, Octubre 2013

 

MATERIAL DIDÁCTICO

 

Amigos de la Tierra

Alimentos Kilométricos: las emisiones de CO2 por la importación de alimentos al Estado Español

Madrid: 2012, 48 págs.

 

 

 

Alimentar otros modelos. Guía didáctica sobre Alimentación sostenible

José Luis Fernández Casadevante. Luis González Reyes, Abel Esteban Cabellos, Águeda Ferriz Prieto

Madrid: FUHEM Ecosocial, Garúa, 2017, 100 págs.

 

 

 

 


Gentrificación, privilegios e injusticia alimentaria. RECURSOS ECOSOCIALES.

 

La alimentación es una de las líneas de investigación de interés de FUHEM Ecosocial, y aunque el presente boletín constituye la primera incursión en los aspectos relacionados a los desiertos alimentarios, la gentrificación y la gourmetización de los mercados, sí que hemos abordado en nuestras publicaciones diversas perspectivas y problemáticas en relación con sistema alimentario actual. A continuación ofrecemos una pequeña selección de algunos de nuestros recursos: un número de la revista Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global titulada "La alimentación en disputa", un número de nuestro Boletín ECOS dedicado a la Agroecología, como una forma de acercarnos a la calidad de vida, un Diálogo Ecosocial sobre si comer se convierte en un acto peligroso, con la participación de expertos para hablar de la relación entre lo que comemos y nuestra salud, y algunas entradas del Blog Tiempo de Actuar, con recursos para trabajar en el aula.

 

Revista Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global

 

La alimentación en disputa

Papeles de Relaciones Ecosociales y cambio Global
Núm. 139, otoño 2017

Introducción: Las crisis alimentarias y el fin de la era de los alimentos baratos, Santiago Álvarez Cantalapiedra.

 

ESPECIAL
Reestructuración del sistema agroalimentario globalizado en el capitalismo terminal, Manuel Delgado

Hoy comemos para morir, pero podemos comer para vivir, Patricia Aguirre

Megafusiones en el sistema agroalimentario: el caso de Bayer-Monsanto. ¿Qué riesgos hay en Europa?, Tiziano Gomiero y Monica Di Donato

Modelo alimentario y cambio climático, Carlos González Svatetz

Agroecología y ciudad: Alimentación, ambiente y salud para una agenda urbana sostenible
, Walter Pengue

Enraizar el cambio: gobernanza desde abajo y justicia alimentaria, Owain Hanmer

Desperdicio alimentario, análisis de una problemática poliédrica
, María Mestre Montserrat y Verónica Martínez Sánchez

 Dossier Ecosocial

 

Agroecología: un paso más hacia la calidad de vida
núm. 39 - jun.-ago. 2017

Hablar de agroecología supone hacer referencia a una nueva manera de pensar y concebir la complejidad del sistema agrícola que aborde las cuestiones de sostenibilidad, soberanía alimentaria, estabilidad biológica, conservación de los recursos, equidad, alta adaptabilidad ambiental, por citar solo algunas consideraciones.

La adopción de los principios agroecológicos permite minimizar los impactos de la agricultura en el medio ambiente, respetando los ciclos de los ecosistemas, al tiempo que garantiza el sustento económico a las personas que dependen de la agricultura familiar, responde a la necesidad de satisfacer las necesidades humanas mediante la producción de los alimentos básicos para cubrir el consumo nutricional familiar, y rescata y pone en valor el conocimiento y las técnicas de los campesinos, permitiendo su empoderamiento.

En ese sentido, a través del enfoque agroecológico se garantiza que los sistemas alternativos tengan un efecto positivo no solo en las familias individualmente, sino también en la calidad de vida de toda la comunidad. Este boletín aborda estas cuestiones a través de cuatro análisis de la mano de Gloria Guzmán y colaboradores; David Gallar y Ángel Calle; Daniel López; y Humberto Ríos. Abre el boletín una entrevista publicada anteriormente en nuestra web a Narciso Barrera-Bassols. Este número se complementa con una selección de recursos sobre agroecología, elaborado desde el Centro de Documentación de FUHEM Ecosocial.

Diálogos Ecosociales

V Diálogo Ecosocial: ¿Comer es un acto peligroso?

Entre mitos, verdades y alertas, el cuestionamiento de nuestros modelos alimentarios”, es el título de un acto organizado por FUHEM Ecosocial y moderado por Monica Di Donato, que tuvo lugar en enero de 2016, cuya pretensión fue la de establecer un diálogo entre actores de diferentes ámbitos y esferas para entender cuáles son las consecuencias para la salud y el medio ambiente de determinadas elecciones alimentarias, cuáles son las percepciones y la evolución de las actitudes de los consumidores en la elección de la comida y cuáles son las posibilidades y los problemas en canales de producción alternativos a los convencionales.

El profesor Carlos Alberto González, de la Unidad de Nutrición y Cáncer del Instituto Catalán de Oncología, abrió el diálogo con una reflexión experta sobre el contenido y los datos del famoso y muy polémico Informe de la Agencia internacional para la investigación del cáncer (IARC) de la OMS sobre la cancerosidad de la carne. Descubriendo falsas alertas, perfilando mitos y verdades sobre la inclusión de determinados productos dentro de nuestras dietas y las implicaciones para la salud, y con la pretensión de ir más allá de la demonización de un solo producto. El diálogo se enriqueció con las reflexiones desde la experiencia de Fernando Mantecas, un productor de carne ecológica de la vertiente segoviana de la Sierra de Guadarrama; las aportaciones de Ana Etchenique, de la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU), y de Javier Guzmán, de Veterinarios sin Fronteras - Justicia Alimentaria Global, una asociación muy activa y crítica sobre el papel de la agroindustria y en favor de la soberanía alimentaria.

Este nuevo Diálogo Ecosocial presentó la experiencia de los eco-comedores que FUHEM ha impulsado en sus colegios. Esta intervención corrió a cargo de Luis González Reyes, uno de los coordinadores del Proyecto “FUHEM: Alimentando Otros Modelos”.

 

 

 

 

 

Blog para compartir recursos didácticos para afrontar la crisis de convivencia entre las personas y con el entorno. Las entradas son elaboraciones propias de FUHEM, de profesorado de otros centros, o de recursos y actividades interesantes que vamos conociendo. Así, el blog está abierto a la aportación de experiencias y materiales de distintas/os profesionales de la educación. En el blog aparecen los recursos ordenados por:

• Etapa educativa: Infantil, primaria, secundaria, bachillerato y formación profesional.
• Contenido: Convivir entre géneros, con justicia, con democracia, en paz y con el entorno.
• Tema: La nube de etiquetas son distintos temas transversales a los cinco bloques de contenidos.
• Guías didácticas: En en esta sección recogemos distintas guías didácticas elaboradas por FUHEM.

Recopilación de entradas:

¡Anulemos el desperdicio de alimentos!
Post de Monica di Donato, 31/05/2018
El próximo martes, 5 de junio, se celebra el día internacional del medio ambiente instituido hace ya 44 años por Naciones Unidas. Para esta ocasión, queremos dedicar la entrada de esta semana a un tema muy acuciante y en fuerte aceleración en los últimos años, como es el del desperdicio alimentario. Según la definición del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA) en el marco de la Estrategia ‘Más alimento, menos desperdicio’. Seguir leyendo.

Alimentar otros modelos. Guía didáctica sobre alimentación sostenible
Post de Luis González Reyes, 11/05/2018
Alimentar otros modelos. Guía didáctica sobre alimentación sostenible. Guía – Materiales – Librería Alimentar otros modelos es una guía didáctica para abordar en el aula una alimentación sostenible, justa y saludable. Se trata de una valiosa herramienta para reintroducir la alimentación escolar en el currículo y para acompañar la transición hacia comedores escolares ecológicos. Seguir leyendo.

Día Mundial de la Alimentación
Post de Susana Fernández Herrero, 14/10/2015
El Día Mundial de la Alimentación fue promovido en 1979 por la Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, y proclamado por Naciones Unidas en su Resolución 35-70 de diciembre de 1980, eligiendo el 16 de octubre por ser la fecha en la que se fundó la... Seguir leyendo.

Cambio climático y alimentación
Post de Luis González Reyes, 22/04/2014
A continuación os presentamos una pequeña técnica para trabajar la relación entre el cambio climático y la seguridad alimentaria. Ficha técnica Nivel: Desde el tercer ciclo de primaria hasta bachillerato. Objetivo: Al finalizar la sesión el alumnado conocerá la relación entre el cambio climático y la alimentación y estará más sensibilizado sobre la importancia del.. Seguir leyendo.

Hacia una ecología de la alimentación
Posted on 17/07/2012
“Comer es un acto agrícola y ecológico” – Wendell Berry “Somos lo que comemos” – Ludwig Feuerbach El sistema alimentario repercute no sólo en nuestra salud, sino también afecta a la salud del planeta, ya que, según datos de la FAO, el 30% de las emisiones que inciden sobre el calentamiento global están directamente vinculadas... Seguir leyendo.

tiempodeactuar.es/blog/que-sabemos-de-lo-que-comemos/ ¿Qué sabemos de lo que comemos?
Posted on 10/10/2017 by Luis González Reyes
El próximo 16 de octubre es el Día Mundial de la Alimentación. La efeméride supone una excusa como cualquier otra para iniciar un trabajo en profundidad sobre estos temas centrales en nuestra vida y en los currículos escolares. Para hacerlo, os presentamos dos recursos. El primero solo lo enunciamos, es la guía Alimentar otros modelos. Seguir leyendo.


“Al salir del cole”: puesta en común sobre innovación educativa

Organizada por FUHEM Educación, el pasado 3 de mayo, tuvo lugar la séptima sesión de ”Al salir del cole”, un ciclo de ‘Diálogos y experiencias educativas’ en el que ponemos en común la mirada experta y la visión de profesorado y alumnado de FUHEM. En esta ocasión, el título fue: “Innovación educativa. La construcción de una escuela actual”, y el acto tuvo lugar en las instalaciones del Colegio Montserrat.

Para abordar el tema elegido para esta sesión, hubo una serie de intervenciones iniciales que sirvieron de marco para el debate con el público. Los ponentes fueron: Elena Martín, catedrática de Psicología de la Educación en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro del Consejo Asesor del Área Educativa de FUHEM; Manuel Agudo y Victoria Ruiz, profesores del Colegio Montserrat; Vicente Leal, profesor del Colegio Lourdes; y las alumnas de ESO del Colegio Montserrat: Sofía Martín, Olivia Medino y Daniela Moreno.

Al abordar la innovación educativa, Elena Martín puso el énfasis en dos palabras, "excelencia y equidad", que a su juicio son la clave de la calidad y, lejos de ser una utopía, son metas que se están logrando en muchos ámbitos educativos. También señaló la necesidad de que los procesos de innovación estén acompañados por el alumnado y las familias; y pensar más en los equipos docentes que en el docente a nivel individual. A continuación, intervinieron Manuel Agudo y Victoria Ruiz, de Montserrat, quienes subrayaron que los procesos de innovación que se desarrollan en su centro no son fruto de modas, sino cambios fundamentados, consensuados y reposados. Como ejemplo, explicaron el proyecto “Aulas Activas Sin Muros”, del que ambos son coordinadores. Bitalleres, expertos, rincones rápidos, tardes hippies, mezcla de edades... son algunos de los ejemplos prácticos que surgen en la puesta en práctica del proyecto “Sin muros”, que demuestra la obsesión por un aprendizaje significativo y motivador.

Después, llegó el turno de Vicente Leal, profesor del Colegio Lourdes, quien describió en qué consiste el proyecto "Nuestros espacios, nuestra vida". En su exposición, Vicente Leal destacó que a menudo, en los espacios no estructurados, como el patio del colegio, es donde cristalizan las desigualdades de género, de ahí la necesidad de replantear esos espacios, favoreciendo la convivencia y el respeto entre iguales. Por último, intervinieron tres alumnas de Montserrat para dar testimonio en primera persona, de cómo les afectan los cambios metodológicos que se están produciendo en su centro. “Ahora, cuando entro en clase no sé lo que va a pasar. Es más divertido y motivador”, dijo Sofía Martín, dando voz a sus compañeros de la ESO.

El debate completo en video

Si te ha interesado lo que has leído hasta aquí, y quieres ver el debate completo, bajo estas líneas encontrarás el video de toda la sesión. Recuerda que, en nuestro canal de YouTube ya tenemos recopilados los anteriores actos de "Al salir del cole", y en unas semanas tendremos listo el último de este curso escolar, que con el título “La diversidad es bienvenida”, se celebró en Hipatia, el 31 de mayo.


La ética del amor abnegado en el neoliberalismo

Nieves Salobral Martín
La ética del amor abnegado en el neoliberalismo
Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, núm. 137, primavera 2017, pp. 81-90.

A lo largo de nuestra socialización se realiza todo un trabajo de escultura sobre el cuerpo para que vaya adquiriendo una serie de modulaciones de género, al tiempo que se establecen ataduras cómplices con las exigencias consumistas del capital. Este trabajo previo afianza unas prácticas éticas masculinizadas o feminizadas, que serán inscritas en el cuerpo a través de la fuerza simbólica del dominio, para habitarlos con un conjunto de respuestas auto- matizadas. La ética femenina de los cuidados, en su concepción reaccionaria de darse a los otros por encima de sí mismas, actúa en alianza con el neoliberalismo y hace de la feminidad una subjetividad cómplice con ambos sistemas: capital y heteropatriarcado.

Todo el mundo sabemos, ya sea por una experimentación propia más o menos intensa en algunos momentos, o durante ciertas etapas del ciclo de la vida, o porque se percibe en los otros, que los seres humanos somos vulnerables, a pesar de que se aparente cotidianamente lo contrario. Nuestra vida corpórea, sexuada y hablante, es interdependiente y ecodependiente: es más, se define precaria precisamente por esa necesidad de otros humanos y la naturaleza para su sostenimiento físico y moral. Nacemos abiertos al mundo, sin patrones sobre los sentimientos, ni sus prácticas éticas; por tanto, determinados a interaccionar, no solo para sobrevivir, sino también para obtener un reconocimiento que nos coloque en algún lugar de aceptación en nuestro entorno sociocultural y económico. Y, por este condicionante previo, necesitamos orientarnos socialmente a través de una estructuración moral que nos dirija hacia unos fines éticos. Lo que ocurre es que en nuestras sociedades capitalistas se nos orienta subjetivamente a situarnos, no en un lugar cualquiera de aceptación social, más bien en un lugar individual de privilegio o éxito social.

¿Quién puede ser deseable más acá del “BBVAh”?

El recorrido empieza cuando hay que decidir en la infancia, con suficiente constancia, entre unos juguetes u otros. La publicidad divulga, con mensajes seductores, los juguetes nuevos de última generación, sus novedades electrónicas o sus complejas funciones, o sus brillantes complementos. Y la maquinaria mercantilista del capital espera, además, que niñas y niños respondan con entusiasmo, de manera diferenciada, ante aquellos juguetes que están en el lado rosa o azul de la estantería en el centro comercial.

Mientras los artefactos de la estantería azul representan un conocimiento de la competencia técnica y la competitividad como la construcción, automóviles teledirigidos, helicópteros, o los videojuegos de lucha o fútbol, los juegos de la estantería rosa ensayan los cuida- dos y las tareas domésticas. Todavía hoy, las niñas se familiarizan desde los primeros años con muñecos bebés, cada vez más realistas, junto con sus complementos como biberones, pañales y baberos; y, más tarde, en sentido parecido, con muñecas adultas y sus trajes de fiesta, de princesa, de viaje para ensayar el acicalamiento. Las casitas, los juegos de cocina, y todos sus “cacharritos” ponen el punto definitivo a las primeras tecnologías del género femenino, que nos empiezan a habitar y habilitar en el trabajo de servicios de cuidados y sexuales de seducción en la esfera privada.

Al mismo tiempo, en la escuela, en el instituto, y bajo unas directrices normativas y educativas de género, la tendencia del sistema es continuar produciendo subjetividades acordes con las necesidades de la mercantilización del trabajo remunerado. Todo está dispuesto para que busquemos un lugar de éxito en la clase, compitiendo por ser el número uno por diferentes motivos: por ejemplo, los chicos en el deporte por excelencia masculino, el fútbol, o en las asignaturas técnicas. Las chicas pasarán a un segundo término de poder subordinado por cuyo motivo buscarán ser las más deseadas y queridas por los poderosos varones. Pero se quedarán relegados al rechazo o el ninguneo quienes no cumplan con esos requerimientos subjetivos dualistas, es decir: los varones más afeminados, las chicas más masculinizadas, incluso quienes se muestran ambiguos en su identidad sexual y, por supuesto, también quienes tienen la tez más oscura. Apoyándose en ese trabajo previo de domesticación moral y corporal, la fuerza simbólica de la dominación patriarcal se inscribe en los cuerpos, y generará que las respuestas de género, moduladas durante la infancia y juventud, se disparen sin apenas trabajo consciente. Así lo afirma Bourdieu:

«En otras palabras, la trenza simbólica, encuentra sus condiciones de realización, y su contrapartida económica (en el sentido amplio de la palabra), en el inmenso trabajo previo que es necesario para operar una transformación duradera de los cuerpos y producir las disposiciones permanentes que desencadena y despierta».1

Durante la juventud se puede mostrar ya claramente una amplia corporización del mandato normativo heterosexual, trabajando en íntima vinculación con el consumo que impone el mercado. Y, ¿con qué fin se modelan y practican una autoformación de sí los cuerpos en el capitalismo neoliberal? En general, como dicen Laval y Dardot en las sociedades capitalistas: «cada participante trata de superar a los otros en una lucha incesante para llegar a ser el líder y seguir siéndolo».2 Ambos sistemas, heteropatriarcado y capitalismo consumista, intersectan en el cuerpo bajo su fuerza simbólica, ideológica, abriendo las puertas de nuestro deseo a las exigencias objetivas de la mercantilización del mundo y las relaciones sociales. Su interacción nos dispondrá a desear activamente un lugar de poder y derecho individual, logrado por la posesión de bienes y objetos, pero nos orientará de manera desigual, según el género.

 

La idea de deseo como posesión de objetos no es nueva; ya la encontramos en el concepto de amor de nuestro pensador católico, San Agustín, que analiza Hannah Arendt en su tesis: «el bien es el objeto del anhelo, es decir, algo útil que el hombre puede hallar en el mundo y puede esperar poseer»,3 cuya definición hace eco literal de una definición del amor en Platón: «el deseo de poseer siempre el bien».4

   El capitalismo ha acogido entre aplausos esta relación social deseosa centrada en la posesión, cuando se ha dispuesto a mercantilizar cualquier cosa, sea útil o no, y nos ha llevado a una continua búsqueda de la felicidad a través de la persecución de objetos. Para ello, nos exhorta a buscar el cierre de esa apertura al mundo implícita en el ser humano, pero con la posesión de objetos nunca alcanzamos la satisfacción, al contrario: provoca un continuo espejismo de plenitud que nos hace buscar otro y otro objeto. Ese será el motivo del triunfo: un eterno consumo. En lo que llevamos de siglo se ha exhibido este goce sin freno, por el que muchas familias de clase media poseen o han poseído en propiedad dos o tres casas, tres o cuatro coches, motos, además de un armario con un montón de ropa, una colección de zapatos, o muebles cubiertos de objetos de ornamento. Todo aquello que los instrumentos financieros nos permitieran conseguir con más o menos dificultad.

Esta perenne mercantilización y acumulación de bienes y objetos dispuestos en el mercado pone también en juego la mercantilización de nuestras relaciones sociales y sexuales, como ya afirmaban Bauer y Marx, desde su concepción heteronormativa: «la misma relación de la especie, la relación entre hombre y mujer, se convierte en un objeto comerciable. La mujer se convierte en objeto de negociación».5 El cuerpo femenino es en sí mismo objeto comerciable, pero no cualquier cuerpo, sino aquel que muestre los rasgos adecuados al grupo clase al que aspiran ascender. En general, se espera de nosotras que, como aquellas muñecas adultas con las que jugábamos de pequeñas, nos mantengamos guapas, nos expresemos cuidadoras y , sobre todo, deseables y dispuestas sexualmente.

   La fatalidad de esa producción subjetiva, por la que modulamos nuestro cuerpo para obtener ese modelo de objeto de amor y cuidados, es que al mismo tiempo que nos hace deseables socialmente, nos produce un goce insaciable. Eso mismo le ocurre a una masculinidad dispuesta a gozar, competiendo para aproximarse a un referente ideal en la cúspide social, que se puede describir de la siguiente manera: raza blanca, burgués o de economía muy saneada, leído como varón, adulto y heterosexual, que abreviamos desde el feminismo como “BBVAh”.

   Si las personas somos objetos de consumo –amables, o deseables, o no– en función del valor de nuestra clase, género, raza, capacidad funcional, etc., para otros u otras con un lugar de más poder, hay que poner urgentemente en análisis y transformación nuestra producción subjetiva y ética junto con el concepto de amor o de afecto. Hemos llegado a un punto en que, según nuestro valor de mercado, somos «vidas lloradas» o no. Así lo analiza Butler6 en su publicación de 2009. O, dicho de otra manera, quienes se alejan más de ese referente ideal del “BBVAh”, se pueden convertir en meras imágenes lejanas y desafecta- das, como las mujeres asesinadas por violencia machista o los muertos en la guerra de Irak o Siria.

De manera que, la feminidad, para lograr valor social, o ser una vida llorada, tiene que mantener todos sus complementos intactos: convertirse en un objeto deseado, conseguir tener una familia nuclear donde proyectar sus cuidados, pase lo que pase, y que su esposo se aproxime lo máximo posible a ese modelo ideal de la cúspide.

¿Cómo una subjetividad feminizada es cómplice con el capital y muere singularmente en el intento?

El capitalismo consumista convoca a competir a las mujeres por ser el sujeto más abnegado, expresando más habilidades de cuidados que nadie en nuestro entorno. Las madres narran, por ejemplo, cómo son capaces de hacer dos cosas a la vez recogiendo, sin pensarlo, todo aquello que dejaron los niños por el suelo, al tiempo que hablan por teléfono. En cambio, los varones saltan por encima de esos mismos juguetes sin sentirse interpelados a recogerlos, aunque no estén ocupados en nada más. Pero sí se sienten con derecho a solicitar que les asciendan sus jefes, o a exigir que la falda de su novias no sea corta cuando salen sin ellos, a controlar lo que “whatssapean” con sus compañeros masculinos del trabajo, e incluso a bromear o ningunear sus opiniones con paternalismo cuando ellas pretenden llevar la razón en un debate entendido como masculino.

Estas manifestaciones de feminidad o masculinidad muestran el gran trabajo práctico de género, realizado sobre sí, de ambas subjetividades a través de una ética diferenciada. Sus fines de género mercantilista suponen todo un continuum de ese dominio de una misma o uno mismo, de modulación corporal, para ajustarnos a cualquiera de las relaciones, sean laborales o amorosas; en concreto, lo describen Christian Laval y Pierre Dardot de la siguiente manera: «un proceso de descubrimiento y aprendizaje que modifica a los sujetos ajustándolos unos con otros».7 Pero no nos vincula en relación con una semejanza previa, sino que el sistema capitalista genera un contexto cambiante que pone en acción mecanismos psicológicos y competencias específicos, para que los sujetos se los apropien voluntariamente.

La subjetividad de género mezclada con el neoliberalismo resulta ser un curso activo de «autoformación del sujeto económico»,8 en el que aprendemos a orientarnos a través de un proceso «auto-educador y auto-disciplinario», por el que adquirimos rasgos morales cuyo fin es un sujeto «emprendedor» o «emprendedora» de sí y, en el caso de la feminidad, haciéndose valer como objeto cuidador. Las supuestas elecciones de novio se rigen en función de la información que ganan sobre el amado; y digo supuestas porque dichas elecciones estarán siempre restringidas a una determinada y próxima clase y campo simbólico.

Actitudes como competencia, alerta y oportunidad son elementos fundamentales en este dispositivo de emprendimiento, que van a acompañar a un sujeto con libertad individual para “pseudoelegir” y auto-transformarse en una subjetividad femenina «de complacencia respecto a las expectativas masculinas, reales o supuestas, especialmente en materia de incremento del ego».9 Hay que buscar la información y aprovechar la oportunidad para informar- se de ese deseo concreto masculino, ya sea para realizarse las operaciones quirúrgicas precisas en el cuerpo y adquirir sus cánones corporales, o modelar las capacidades acordes con dichas expectativas de los varones.

En muchos grupos sociales las mujeres no esperan ser empleadas: se preparan únicamente para encontrar amor y casarse. Ellas son paradas eternas o, mejor, parte de los «in-empleados» estructurales tal y como lo designa Jorge Alemán,10 que esperan que les salve el matrimonio de la pobreza, adquiriendo un lugar de más poder de consumo a través del amor. Pero no solo estas «in-empleadas» estructurales: muchas mujeres de otros grupos sociales más altos que, de una manera más o menos consciente, buscan, por encima de su propia autonomía, una familia a quien cuidar y ejercer sus cuidados.

Cuando las mujeres afirmamos que lo que deseamos nosotras fundamentalmente es cuidar a una pareja y a unos hijos, alabando lo cuidadoras que somos frente a los varones, estamos siendo cómplices del capital y el heteropatriarcado. Cuando ellas dejan el empleo para cuidar a la familia liberando al varón, tenemos que ser conscientes de que esos cuidados son trabajos que el capitalismo invisibiliza y no se tienen en cuenta como tiempos económicos, ni se tendrán en sus derechos sociales. Con esta feminización de los cuidados solo se logra una autoexplotación entre las mujeres, para que el capital extraiga ese tiempo liberado de cuidados a los varones, por el que a su vez ellos serán más explotados por el mercado o tendrán tiempo de ocio.

¿Cuál es el precio del amor en la ética de los cuidados reaccionaria?

La psicóloga y filosofa Carol Gilligan investiga el desarrollo moral de las mujeres, que valora diferenciado de los varones, debido a la socialización de género. Según ella, se distingue por lo siguiente: «[…] los juicios morales de las mujeres difieren de los de los hombres en la mayor medida en que los juicios de las mujeres van unidos a sentimientos de empatía y compasión […]».11 Estos sentimientos no son puramente inocuos, si ellas no se tienen en cuenta a sí mismas en sus propias decisiones morales y prácticas: pueden aliarse con una ética de cuidados reaccionaria, además de expresar complicidad con el capital. Esto ocurre en la medida en que las mujeres, de manera abnegada, se autoinmolan en favor de los cuidados familiares, ya sea para cercenar su autonomía o para olvidar sus propias inquietudes.

Estos sentimientos pueden expresar un amor altamente perjudicial para su salud, como reclamaba una campaña feminista. Asimismo, expresan misoginia cuando se espera esa misma abnegación en la distribución de los cuidados entre mujeres de la familia, o en las mujeres migrantes contratadas. Pero también esos sentimientos abnegados suponen una manera de control sexual, porque se ajustan a la fidelidad absoluta en el matrimonio. Control que es resultado de las normas y mandatos de la heterosexualidad normativa –no es un elemento privativo del sentimiento de amor, como veremos más adelante. Gilligan afirma que las mujeres encuentran una doble experiencia en esta feminización ética: «[...] pueden observar el potencial de la conexión humana tanto para el cuidado como para la opresión».12

    El fin de ese afán femenino de modulación reaccionaria como objeto cuidador y sexual, es lograr tener las mejores habilidades como madres-esposas, hasta llegar a convertirse en su goce principal puesto que, como todo ideal provoca una eterna insatisfacción. Una mujer, realmente mujer, se siente madre abnegada para sus hijos como también para su esposo, luego va a sacrificarse a sí misma para apoyarles en cada momento a ambos (esposo, e hijos e hijas). Lo hará por encima de sí misma y desde la trastienda, pero nunca será suficiente sacrificio, siempre buscará un sacrificio más. Esta ideología de la inmolación la ilustró Esperanza Aguirre hablando de Ana Botella: «Ana ha sido esa gran mujer que está detrás de un gran hombre... Ana ha ayudado en todo momento al Partido Popular, ha ayudado a José María y luego ella, en su propia carrera política».13 Ahora bien, esta feminidad que antepone su familia y esposo desde atrás espera obtener cierto poder procurado por la posición social del esposo. Ese es el precio a cambio de su tiempo de cuidados: apoyo y orientación.

   La complicación para desmontar este amor feminizado, inmerso en la ética reaccionaria, es que los cuidados proporcionan un sentido en la vida de las mujeres, les concede un lugar de gran importancia en el mundo y poder sobre los otros: su cuidado le proporciona conocimiento, control y organización sobre sus vidas, como se expresa en los colectivos de diversidad funcional (con el agravante de que también muchas mujeres buscarán, a través de ese poder sobre su familia, situarse en competición con el resto de mujeres y sus familias para lograr más poder de consumo, más derechos individuales). Dispondrán de lo imposible para que sus hijos e hijas tengan alimentación, vestido, juguetes y les respeten lo que entienden por sus derechos individuales, pero no se harán cargo del resto de las necesidades de la infancia, como narran muchas asociaciones de familiares de alumnado de los centros escolares, ni “llorarán” la muerte de miles de niños y niñas al otro lado de la cámara de Televisión. Y, mucho más, ellas se desentenderán de esas otras identidades no hegemónicas como lesbianas o trans, que son socialmente entendidas como lo abyecto y patológico, en la medida en que no se asimilan a los rigores de un esquema binario heteronormativo: esa norma que exige dos producciones subjetivas (feminizada y masculinizada) encaminadas amorosamente a lograr una familia nuclear heterosexual.

Ese es el foco de consumo del neoliberalismo: un individualismo familista, que se desafecta de lo diferente, y deja a un lado el resto de amores, incluso el de amistad, con el fin de privilegiar los derechos individuales de su familia nuclear “normal”.

El amor romántico es un auténtico mecanismo de control femenino

Durante estos últimos años, esta unión amorosa de carácter burgués se ha venido llamando “amor romántico” o “amor Disney” desde el análisis feminista. Hoy todavía se sigue difundiendo ampliamente en muchas producciones cinematográficas comerciales, como Crepúsculo (2008) o 50 sombras de Grey (2015). Ambas películas representan este arquetipo de amor fusión o complementario entre un varón de clase más alta y una mujer de clase más baja, que se basa en el intercambio de cuidados y sexo y apoyo abnegado a cambio de poder procurado a través del varón. Están condimentadas con una continua exhibición de riqueza y consumo, mucho más en el caso de la segunda película, cuyo protagonista es un alto empresario hecho a sí mismo, todo un “BBVAh”. Representa la virilidad emprendedora y autosuficiente, capaz de encandilar todas las fantasías de sujeto salvador, dispuesto a solventarle la vida a cualquier mujer realmente amorosa. Muchas jóvenes suspiran con sus imágenes de afecto y miradas de ternura varonil, pero también gozan con sus manifestaciones heroicas o los regalos que les ofrecen a sus amadas. Y no pensemos que solamente este tipo de romances interpelan a las jóvenes: otras adultas se enganchan a las telenovelas con alto aderezo amoroso o a los programas del corazón, que ofrecen modelos más realistas pero igualmente idealizados.

Este producto amoroso viene investido de una serie de requerimientos, unos compromisos concretos que le harán verdadero a ojos de la sociedad, que claramente los señala Mari Luz Esteban: «monogamia, procreación, fidelidad y cohabitación».14 Añado, además, vinculo eterno. Si no se logran estos requisitos no hay tal amor verdadero. Lo más curioso es que, a pesar de estos compromisos y de las anteriores cualidades dignas de cuentos de príncipes y princesas, se le llama amor puro, sin ideología. La realidad es que este esquema amoroso se muestra, tarde o temprano, como un espejismo para muchas mujeres, porque no logran mantener el vínculo eterno, tampoco la fidelidad, y este último es motivo de un alto número de separaciones; pero también en otros muchos casos, a pesar de que el amor ya no exista, terminan representando un simulacro de familia feliz. Por supuesto, el ideal de virilidad todopoderosa se les muestra como lo que es, una mala y dura representación teatral, o como analiza Bourdieu sobre la novela Al faro de Virginia Woolf:

«En efecto, es posible descubrir, en el trasfondo de ese relato, una evocación incomparablemente lúcida de la mirada femenina, a su vez especialmente lúcida sobre ese tipo de esfuerzo desesperado, y bastante patética en su inconsciencia triunfante, que todo hombre debe hacer para estar a la altura de su idea infantil del hombre».15

A pesar de las relaciones nefastas, incluso violentas, que mantienen muchas mujeres buscando ese ideal, continúan disparando flechas de amor en cuanto identifican ese modelo viril soberano en el espacio público. Se reflejan feminizadas, como nunca antes en su virilidad, activando inconscientemente todos los relatos del amor romántico, mostrando claramente el férreo destino que se les ha designado socialmente. Incluso reproducen una y otra vez relaciones de violencia, emprendiendo continuos vínculos con el mismo perfil: varonil dominador, empresario de sí, o proveedor y competitivo. Esperan lograr ese ideal amoroso, complementario al fin ético reaccionario, para dar ese falso cierre feminizado a nuestra apertura constitutiva. Una y otra vez nos sometemos al mismo sino esperando felicidad donde solo hay dominio patriarcal. Así lo recuerda Mari Luz Esteban: «[...] los análisis feministas que ya desde el siglo XIX rechazaron la visión de que el amor romántico es un vehículo de libertad y satisfacción, y retrata a éste más bien como el camino hacia la servidumbre […]».16

Los pequeños cambios que se han producido en la práctica paternal de algunos grupos sociales no son suficientes: de fondo, los varones leídos como tales, esperan todavía alcanzar ese ideal de “BBVAh”, liberado incluso de sus propios cuidados, y procurando una servidumbre amorosa femenina para lograrlo. Y esto se consigue a través de la violencia simbólica de la dominación, que atraviesa el reconocimiento y los sentimientos femeninos. No hay necesidad de golpes: solamente es suficiente la exhibición de una virilidad privilegiada, para que las mujeres confundan la erótica de la dominación y el poder con afecto, y así se sometan de manera voluntaria a su tiranía. La misma servidumbre que Etienne de la Boétie describe entre el pueblo y el tirano: «la libertad de actuar, hablar y de pensar les está casi totalmente vetada con el tirano y permanecen aislados por completo en sus fantasías».17 Asimismo, se puede describir la relación de muchas mujeres en calidad de servidumbre feliz y consentidora hacia el tirano viril, en la que el amor romántico actúa como dispositivo ético de control.

La subjetividad femenina heteronormativa está tan íntimamente orientada a dichas fantasías románticas, que sus prácticas éticas reaccionarias convierten este amor en un destino seductor, sometido al poder, que toda mujer debe cumplir para ser tal mujer. El amor romántico funciona como mecanismo de control y servidumbre femenina, que sacrifica la singularidad de cada una en favor de poder procurado por el varón, porque si una mujer no tiene marido y no tiene hijos a quienes cuidar con abnegación ha perdido su rumbo.

Ya es hora de romper con el amor romántico, como destino, y aceptar el amor como lo que es: una emoción excepcional, que igual que puede aparecer en un incierto momento, puede desaparecer con esa misma lógica.

Nieves Salobral es doctoranda de la Facultad de Filosofía de UCM.

Acceso al artículo en formato pdf: La ética del amor abnegado en el neoliberalismo

NOTAS:

1 P. Bourdieu, La dominación masculina, Anagrama, Barcelona, 2000, p. 54.

2 C. Laval y P. Dardot, La nueva razón del mundo, Gedisa, Barcelona, 2013, p. 148.

3 H. Arendt, El concepto de amor en San Agustín, Encuentro, Madrid, 2011, p. 28.

4 Platón, El Banquete, Gredos, Madrid, 2014, p. 105.

5 B. Bauer y K. Marx, La cuestión judía, Antropos, Barcelona, 2009, pp. 160-161.

6 J. Butler, Marcos de guerra. Vidas Lloradas, Paidós, Madrid, 2009.

7 C. Laval y P. Dardot, op. cit. p. 140.

8 Ibídem, p. 140.

9 P. Bourdieu, op. cit. p. 86.

10 J. Alemán, Horizontes neoliberales en la subjetividad, Grama, Buenos Aires, 2016, p.112.

11 C. Gilligan, La moral y la teoría: psicología del desarrollo femenino, Fondo de Cultura Económica, México, 1986, p. 120.

12 Ibídem, p. 272.

13 EFE, «Aguirre dice sobre Botella que “ha sido esa gran mujer detrás de un gran hombre», eldiario.es [en línea], 18 de Mayo de 2015.

14 M. L. Esteban, Critica del pensamiento amoroso, Bellaterra, Barcelona, 2001, p. 159.

15 P. Bourdieu, op. cit. p. 90.


Violencia sexual en conflictos armados

María Villellas , Ana Villellas , Pamela Urrutia y Josep M. Royo

Violencia sexual en conflictos armados

Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, núm. 137, primavera 2017, pp. 57-70.

La violencia sexual en los conflictos armados ha sido un fenómeno invisibilizado e ignorado a lo largo de la historia. No fue hasta la década de los noventa del siglo XX, con los conflictos en la región de los Balcanes y el genocidio en Ruanda, que adquirió notoriedad y atención, a pesar de haber sido documentado en un gran número de conflictos armados a lo largo de la historia. Recientemente, la comunidad internacional ha mostrado una preocupación mayor por este tipo de violencia, presente en un importante número de conflictos armados activos, y ha empezado a poner en marcha algunas iniciativas para dar respuesta a esta grave violación de los derechos humanos. El presente artículo presenta una panorámica general del fenómeno, abordando sus causas, los problemas de cuantificación de esta violencia, la cuestión de las víctimas y los perpetradores y el reconocimiento de esta problemática en el derecho internacional.1

La violencia sexual es una grave violación de los derechos humanos que tiene lugar tanto en contextos de paz como de conflicto armado, si bien es cierto que la existencia de un conflicto armado puede contribuir a su incremento. La violencia sexual afecta a mujeres, hombres, niñas y niños, es perpetrada mayoritariamente por hombres –aunque ocasionalmente también hay mujeres perpetradoras– y las víctimas son mayoritariamente mujeres, aunque también hay hombres que resultan afectados. En los contextos de conflicto armado, además de ser una violación de los derechos humanos, también constituye una violación del derecho internacional humanitario (DIH). Naciones Unidas considera violencia sexual relacionada con los conflictos los

«incidentes o pautas de violencia sexual […], es decir, la violación, la esclavitud sexual, la prostitución forzada, los embarazos forzados, la esterilización forzada o cualquier otra forma de violencia sexual de gravedad comparable que se cometa contra las mujeres, los hombres, los niños o las niñas. Estos incidentes o pautas de comportamiento se producen en situaciones de conflicto o posteriores a los conflictos o en otras situaciones motivo de preocupación (por ejemplo, durante un enfrentamiento político). Además, guardan una relación directa o indirecta con el propio conflicto o enfrentamiento político, es decir, una relación temporal, geográfica o causal. Aparte del carácter internacional de los supuestos crímenes, que, dependiendo de las circunstancias, constituyen crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad, actos de genocidio u otras violaciones manifiestas de los derechos humanos, la relación con el conflicto puede ser evidente teniendo en cuenta el perfil y las motivaciones del autor, el perfil de la víctima, el clima de impunidad o la situación de colapso en que se encuentre el Estado en cuestión, las dimensiones transfronterizas o el hecho de que violen lo dispuesto en un acuerdo de cesación del fuego».2

Autoras como Elisabeth Jean Wood consideran que la violencia sexual es una categoría amplia que incluye la violación, la tortura y la mutilación sexual, la esclavitud sexual, la prostitución forzada, la esterilización forzada y el embarazo forzado, y define específicamente la violación señalando que se trata de la penetración del ano o la vagina con cualquier objeto o parte del cuerpo o la penetración de cualquier parte del cuerpo de la víctima o del perpetrador con un órgano sexual, por la fuerza o amenaza de la fuerza o coerción, o aprovechándose de un ambiente coercitivo, o contra una persona incapaz de dar consentimiento genuino.3

Panorama global

La violencia sexual en los conflictos armados se ha documentado ampliamente a lo largo de la historia, con episodios que forman parte del imaginario colectivo como la leyenda del rapto de las sabinas en los orígenes de la Roma antigua, hasta acontecimientos documentados como las violaciones masivas de mujeres alemanas por parte del Ejército soviético – entre 100.000 y un millón de mujeres alemanas pudieron haber sido víctimas de esta violencia–, o el fenómeno de las “mujeres confort”, esclavas sexuales al servicio del ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial. Entre 80.000 y 200.000 mujeres, la inmensa mayoría de ellas coreanas, fueron víctimas de la violencia sexual en los burdeles militares japoneses extendidos por toda Asia antes, y durante, la Segunda Guerra Mundial y establecidos para elevar la moral de las tropas y evitar que la violencia sexual se produjera de manera descontrolada en los territorios ocupados por el Ejército japonés, tras la experiencia de la masacre de Nankín en 1937, durante la cual decenas de miles de mujeres fueron violadas a manos de las tropas niponas.4 Unas 70.000 mujeres pudieron ser víctimas de la violencia sexual durante la partición del subcontinente que dio lugar a la creación de India y Pakistán como estados independientes en 1947.5 Asimismo, se estima que entre 200.000 y 400.000 mujeres fueron víctimas de la violencia sexual durante el conflicto que dio lugar a la creación de Bangladesh como Estado independiente en 1971.6 Así pues, aunque no es hasta la década de los noventa con las guerras de los Balcanes y el genocidio de Ruanda que la violencia sexual en el marco de los conflictos armados recibe una mayor atención internacional, las estudiosas coinciden en apuntar que, a lo largo de la historia, ha sido un fenómeno presente en muchos conflictos armados.

Las guerras de los Balcanes y, en concreto, la guerra en Bosnia (1992-1995) marcaron un punto de inflexión en la manera de conceptualizar el uso de la violencia sexual en los conflictos armados. La guerra en Bosnia fue escenario de la utilización generalizada y sistemática de la violencia sexual y de su uso como parte integral de la limpieza étnica, según ha quedado ampliamente documentado. No hay cifras definitivas. Las estimaciones sobre el número de mujeres que fueron violadas oscilan entre las 20.000 y 60.000, según las fuentes.7 Autoras como Cynthia Cockburn han destacado los dilemas que se derivan de las cifras de las que se dispone y que dan cuenta de la complejidad desde la que debe abordarse el análisis. ¿Cuántas mujeres que murieron también habían sido violadas? ¿Cómo contabilizar las violaciones repetidas? ¿Y las violaciones en grupo? ¿Podría contarse como violación la prostitución forzada? ¿Cómo estimar la violencia sexual no denunciada? ¿Y los casos de quienes sí buscaron ayuda, pero no quedaron registrados?8

 

 

 

 

 

  La violencia sexual afectó fundamentalmente a mujeres e incluyó no solo violaciones (a menudo repetidas y en grupo) sino también tortura sexual, embarazos forzados, presencia forzosa en violaciones a otras mujeres (incluyendo a sus madres, hijas o vecinas) y otras agresiones sexuales. Entre las estrategias de violencia sexual se denunció el uso de los llamados “campos de violación” (rape camps, por su término en inglés), en referencia al uso de edificios como escuelas, fábricas, restaurantes o burdeles, entre otros, como centros en que se mantenía retenidas y se violaba a mujeres. Algunos estudios señalan que los agresores eran mayoritariamente serbios (soldados del ejército yugoslavo, milicias serbias...) y que todas las mujeres sufrieron violencia sexual, aunque de manera más específica las mujeres bosniacas.9 Mientras otros estudios enfatizan que todos los bandos armados cometieron violaciones y que hubo “campos de violación” en los tres bandos: en el campo serbio, croata y bosniaco. La violencia sexual contra hombres y niños también fue frecuente, aun- que en menor número que contra las mujeres, e incluyó prácticas como violación, tortura sexual, mutilación en los órganos sexuales, entre otras agresiones, por parte de hombres de las comunidades “enemigas”.

   La visibilización y documentación masiva del uso de la violencia sexual como arma de guerra en Bosnia estuvo vinculada en gran parte, según señalan diversas autoras, a la proximidad de Bosnia a la realidad occidental. Es decir, la guerra en Bosnia fue un conflicto en territorio europeo y entre europeos, lo que facilitó una disposición internacional a escuchar, creer y movilizarse ante lo que ocurría en Bosnia.10 Los procesos judiciales derivados de Bosnia sentaron las bases para la judicialización de la violencia sexual como arma de guerra. No obstante, la violencia sexual en Bosnia tuvo un impacto en la salud física y mental de las mujeres (y hombres) de Bosnia que aún perdura, así como en el propio tejido social, a los que se unen el conjunto de impactos directos e indirectos causados por el cúmulo de violencia generada en la guerra.

La violencia sexual en Bosnia en la guerra estuvo muy vinculada a las interacciones entre la exacerbación de relaciones y de roles de género desiguales y patriarcales en el contexto previo a la guerra y el peso de esas relaciones de género en la movilización de los proyectos nacionalistas en el contexto anterior a la guerra (y durante la guerra). No obstante, a pesar del peso del género (como uno de los elementos identificados por expertas y actores de base en el origen y movilización de la violencia en la guerra en Bosnia) los acuerdos de Dayton y sus promotores y firmantes (mediadores internacionales y élites enfrentadas) permanecieron indiferentes a las dinámicas de género de la guerra, perdiéndose la oportunidad de sentar las bases para una transformación de relaciones de género en la etapa posbélica, como han denunciado feministas internacionales y locales.

Más recientemente se ha documentado la utilización de la violencia sexual en diferentes contextos de conflicto armado activos y también en el marco de graves crisis políticas. Algunos ejemplos relevantes son los de Siria, República Democrática del Congo (RDC), Myanmar, Sudán, Sudán del Sur, Colombia o República Centroafricana, entre otros.

En el caso de Siria el uso de la violencia sexual también ha sido un rasgo característico del conflicto armado. Diversos informes de la ONU y de organizaciones de derechos humanos han alertado que la violencia sexual ha sido utilizada como mecanismo de tortura, humillación y degradación contra mujeres, hombres y menores de edad. Informes de organizaciones de derechos humanos han recopilado denuncias y testimonios de violaciones, des- nudos prolongados, electroshocks en genitales, tocamientos, amenazas de agresión a familiares y observación forzosa de los abusos a otras personas detenidas. En 2013, las estimaciones de la organización de derechos humanos siria Syrian Network for Human Rights apuntaban a que unas 6.000 había padecido violaciones en el marco del conflicto, en muchos casos con embarazados no deseados como consecuencia de estas violaciones.11 Los esfuerzos por documentar este tipo de violencia, sin embargo, se ven dificultados porque se trata de un fenómeno infra-denunciado. Debido a las normas tradicionales que imperan en el país, estas mujeres se ven afectadas por el estigma social y muchas han debido enfrentar además el repudio de sus parejas y sus familias, lo que las ha llevado en algunos casos a considerar o cometer suicidio.12

   Las fuerzas de seguridad sirias y milicias progubernamentales han sido acusadas de hacer uso de la violencia sexual en cárceles de todo el país. Paralelamente, se han registrado múltiples abusos de carácter sexual, incluidas violaciones en grupo, contra niñas y mujeres en puestos de control o durante redadas llevadas a cabo por las fuerzas del régimen en zonas consideradas como favorables a la oposición.13 Grupos armados de la oposición siria también han sido acusados de practicar violencia sexual contra mujeres y niñas en diversas áreas del país, incluyendo los territorios que han pasado a estar bajo control de grupos radicales como ISIS, acusado de llevar a cabo matrimonios forzados de mujeres y niñas sirias con sus combatientes, de lapidar a mujeres acusadas de adulterio, y de someter a mujeres a situaciones de esclavitud sexual, entre otras prácticas. Sucesivos informes del secretario general de la ONU sobre la violencia sexual en los conflictos armados han concluido que la violencia sexual ha sido una “característica persistente” de la guerra en Siria y han subrayado que el temor a sufrir una violación también ha motivado la huida de numerosas familias. De hecho, personas refugiadas en los países vecinos a Siria han reconocido que este miedo ha sido una de las principales causas para abandonar el país. Sin embargo, mujeres y niñas sirias en situación de desplazamiento forzado siguen quedando especial- mente vulnerables y expuestas a sufrir episodios de violencia o explotación sexual y a ser víctimas de matrimonios forzados, precoces, o como forma de “reparación” en caso de haber padecido violaciones.

   En el caso de la RDC, este país ha sido considerado por algunas organizaciones humanitarias como uno de los peores lugares del mundo en los que ser niña o mujer. Naciones Unidas y diversas ONG estiman que centenares de miles de mujeres y niñas han sido víctimas de violencia sexual desde el inicio de las hostilidades en 1996. Concretamente, se han registrado al menos 200.000 casos de violencia sexual desde ese año, según el propio secretario general de la ONU, aunque como la mayor parte de los casos no se denuncian y algunas de las víctimas no sobreviven, esta cifra se considera una estimación moderada y conservadora del total de casos, que otros estudios elevan a medio millón. A esta cifra se deberían añadir las violaciones que se cometieron durante el genocidio que padeció Ruanda en 1994, ya que estos hechos fueron la antesala de la violencia que ha sufrido la RDC desde entonces y han tenido una gran influencia en la evolución de la situación de la RDC. Se calcula que entre 250.000 y medio millón de mujeres fueron víctimas de violaciones durante el genocidio de 1994 en Ruanda.

   Todos los actores armados que operan en RDC, tanto los grupos armados como las Fuerzas Armadas y otros cuerpos de seguridad gubernamentales, son responsables de violaciones y de otros actos de violencia sexual y utilizan la violencia sexual como arma de guerra. Naciones Unidas señala que en el este del país los abusos de esa índole tienen carácter generalizado y sistemático. La labor y credibilidad de la ONU en el país también se ha visto empañada a raíz de diversas denuncias que documentaron al menos 150 casos de abusos, de violaciones y de explotación sexual cometidos por personal militar y civil de la Misión de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUC) que se hicieron públicas en el año 2004. La investigación interna de la ONU determinó que el problema de la explotación sexual y los abusos de mujeres y menores por parte de la MONUC era una cuestión grave y extendida, que se producía con regularidad, y normalmente a cambio de comida o dinero. Desde entonces la organización ha intentado corregir esta situación en el seno de la misión.

Causas

El estudio de las causas sobre la violencia sexual en el marco de los conflictos armados reviste una gran complejidad, aunque en ocasiones se han llevado a cabo aproximaciones que han simplificado estas motivaciones. Pamela DeLargy hace un listado de las principales explicaciones que se han aportado desde distintos enfoques, señalando que la violencia sexual es un fenómeno multicausal, y que aunque desde determinadas aproximaciones se ha pues- to el énfasis en aspectos concretos, ninguna causa explica por sí sola que se haga uso de la violencia sexual en los conflictos armados, sino que los diferentes factores se complementan y ofrecen explicaciones sobre aspectos parciales de este fenómeno tan complejo.

Esta autora alude a factores como el patriarcado, la militarización, al hecho de que la violación pueda ser una estrategia de guerra o a la utilización de la violación como una forma de “limpieza étnica”. También cabe destacar que más allá del uso específico que los actores armados en un conflicto hacen de la violencia sexual como arma de guerra, la violencia contra las mujeres en tiempos de paz y en tiempos de guerra tiene lugar fundamentalmente en el ámbito doméstico, en el marco de las relaciones íntimas afectivas.14

Con respecto a la biología, tanto DeLargy como otras muchas autoras, descartan la relevancia de este factor en la explicación de por qué hay violencia sexual en las guerras: aun- que la mayoría de perpetradores de violencia sexual son hombres, la mayoría de los hombres no llevan a cabo actos de violencia sexual incluso en situaciones en las que no serían castigados por ello. Además, la violencia sexual varía enormemente de unos conflictos armados a otros, tanto cuantitativa como cualitativamente. Así pues, es necesario evitar caer en el determinismo biológico que clasifica a los hombres como agresores y a las mujeres como víctimas, y resaltar por el contrario otros factores que den cuenta de la variabilidad de esta violencia en los diferentes contextos históricos, geográficos, culturales y sociales en los que tienen lugar los conflictos armados. Una de las explicaciones a la que se alude con mayor frecuencia es el patriarcado, sistema social caracterizado por la misoginia y en el que la violencia sexual tiene lugar porque las mujeres son consideradas como una “propiedad” de los hombres.

Patriarcado y militarización van estrechamente de la mano, ya que a lo largo de la historia la violencia sexual ha formado parte del repertorio de acciones y de comportamientos en el que se socializa a los soldados para llevar a cabo la guerra –aunque no todos los soldados cometan violencia sexual–. También representa una forma de humillar simbólicamente al enemigo, al agredir a las mujeres que son percibidas como posesiones masculinas, transmitiendo el mensaje de que no ha sido capaz de proteger a “sus” mujeres. Además, la socialización tradicional en la cultura militar conlleva la creación de una “camaradería” masculina que excluye otras identidades sexuales que no sean la masculina heterosexual. Algunas autoras hablan de cómo en estos procesos se crean identidades “híper-masculinas” que priman aspectos como la agresividad, la competitividad, la misógina, la violencia y la dominación. En esta socialización militar un aspecto esencial es la construcción de estrechos vínculos de grupo para mantener la cohesión y la lealtad, y la presión del grupo puede llevar a determinados individuos a cometer actos de violencia, como violaciones. DeLargy sostiene que aspectos de la militarización como la redefinición de la violencia como algo aceptable o deseable, la deshumanización del enemigo o el establecimiento de fuertes vínculos de grupo, suceden a través de procesos de género que pueden derivar en violencia sexual si se dan las circunstancias adecuadas.

 

 

   Por otra parte, mediante prácticas como los embarazos forzados, algunos ejércitos y grupos armados han buscado acabar con la “pureza” de los grupos étnicos, como sucedió de manera muy extendida en la guerra de los Balcanes o durante el genocidio de Ruanda. Además, en muchas culturas las mujeres son consideradas las depositarias de los valores y de las tradiciones de una determinada cultura. En ocasiones las mujeres desempeñan funciones de representación simbólica de la nación (“madre patria”’) y roles como reproductoras biológicas de la nación, reproductoras de las fronteras de grupos étnicos o nacionales, transmisoras de la cultura y agentes de la reproducción ideológica, significadoras de las diferencias nacionales, y participantes de luchas nacionales, económicas y militares,15 por lo que atacándolas se busca no solo el destruir o dañar a la mujer individual sino también el sentido de pureza étnica de una comunidad dada construido en torno a la noción del honor de la mujer.16

Cuantificación de la violencia sexual en conflictos armados

La violencia sexual es un fenómeno extendido en muchos conflictos armados. Sin embargo, algunas autoras han desmentido la idea de que esté presente en todos los conflictos armados y señalan que existen grandes variaciones entre unos y otros y que incluso durante el transcurso de un conflicto puede haber oscilaciones. Así, durante algunas fases de un mismo conflicto pueden registrarse elevados niveles de violencia sexual mientras que en otros momentos puede suceder que esta violencia no se utilice. Se trata por tanto de un fenómeno que está ampliamente extendido en algunos conflictos, en los que se han registrado elevados niveles de violencia sexual (RDC o Darfur, por ejemplo), mientras que en otros apenas existe constancia de su utilización por parte de los actores armados.17

La base de datos sobre violencia sexual en conflictos armados (SVAC dataset) señala que de los 129 conflictos armados activos que tuvieron lugar entre 1989 y 2009 incluidos en esta base de datos, 14% registraron los niveles más elevados de violencia sexual, mientras que en el 43% no se constataron denuncias de violencia sexual.18 En el caso específico de los conflictos armados africanos, un estudio llevado a cabo en 2011 sobre 20 países en los que había o había habido recientemente conflicto armado reveló que un 42% de los actores armados habían sido denunciados por haber cometido actos de violencia sexual.19 No obstante, es importante apuntar que no todos los casos de violencia sexual se denuncian y que se desconocen las cifras reales de cuántas son las víctimas de la violencia sexual. Además, gran parte de la violencia sexual que tiene lugar en los conflictos sucede en el ámbito doméstico, lo que incrementa las dificultades para documentarla, cuantificarla y establecer hasta qué punto está relacionada con las dinámicas del conflicto armado.

Además, se constata una enorme variación entre actores armados, puesto que en un mismo conflicto armado hay actores que perpetran violencia sexual y otros que no. En este sentido, también es importante señalar que, aunque hay una visión extendida de que la violencia sexual es fundamentalmente llevada a cabo por grupos rebeldes indisciplinados, de hecho, son las Fuerzas Armadas estatales las principales responsables de la violencia sexual en muchos conflictos. Según la SVAC dataset el 42% de los actores armados estatales fueron denunciados como perpetradores de violencia sexual, frente al 24% de los grupos rebeldes y el 17% de las milicias. En el caso de las milicias, se constata que en ocasiones cometen violencia sexual porque las Fuerzas Armadas delegan en ellas esta tarea.20 En el caso de África, por ejemplo, el 59% de los actores gubernamentales habían sido denunciados por violencia sexual.

La cuantificación del impacto de la violencia sexual en el marco de los conflictos armados es una tarea extraordinariamente compleja, dadas las dificultades para disponer de cifras fiables al respecto. En general, el impacto de la violencia sexual suele ser subestimado, ya que es un delito infra-denunciado. Las enormes dificultades de las víctimas para acceder a los sistemas de justicia, así como el temor al estigma social e incluso a las represalias por parte de los perpetradores, son solo algunos de los obstáculos a los que se debe hacer frente para poder conocer el impacto real de esta violencia.

Mujeres, hombres, víctimas, perpetradores...

Las mujeres constituyen la gran mayoría de las víctimas de violencia sexual en el marco de conflictos armados y de violencia política, aunque los hombres también padecen este tipo de violencia. Algunas investigaciones han apuntado que la violencia sexual contra los hombres podría haber sido subestimada con frecuencia, y que no ha sido abordada adecuada- mente desde una perspectiva de derechos humanos, instrumentos legales, asistencia médica y psicológica y cobertura en los medios de comunicación, entre otros ámbitos. A excepción de algunos casos especialmente mediáticos que han repercutido en la opinión pública internacional, como por ejemplo los abusos de tropas estadounidenses contra prisioneros en la cárcel de Abu Ghraib en Irak, muchos otros casos han quedado invisibilizados. La literatura ha tendido a centrar la atención en los hombres como perpetradores –y en las mujeres como víctimas–, pese a que también existen indicios del uso de la violencia sexual contra hombres en diversos conflictos y en todo el mundo, desde la época de la antigua Persia, pasando por las Cruzadas o la guerra sino-japonesa.21 Algunos estudios específicos han documentado violencia sexual en casos como Chile, Croacia, El Salvador, Grecia, Irán, Kuwait, Sri Lanka, RDC y las antiguas URSS y Yugoslavia.22

La diversidad de agresiones sexuales de las que son objeto los hombres en contextos de conflicto es muy amplia, tal y como sucede en el caso de las mujeres, e incluye principalmente casos de violación –por parte de los propios perpetradores o con objetos, o situaciones en las que se obliga a una víctima a violar a otra (“violación forzada”)–, casos de mutilación o castración, además de torturas en los genitales, desnudos forzados y masturbaciones forzadas, entre otras prácticas.23 En el caso de la RDC, por ejemplo, un estudio de 2010 reveló que un 39,7% de las mujeres y un 23,6% de los hombres de la zona este del país –en concreto de las regiones de Ituri, Kivu Norte y Kivu Sur– habían estado expuestos a situaciones de violencia sexual a lo largo de su vida.24 En la ex Yugoslavia, la brutal violencia sexual ejercida durante el conflicto también se materializó en castraciones y mutilaciones a hombres, felaciones forzadas a guardias o captores y hombres obligados a violar a otros. Según un estudio realizado entre 6.000 prisioneros en un campo de concentración de Sarajevo, 80% de los hombres detenidos denunció haber padecido una violación.25 En los años ochenta, en El Salvador, un 76% de los presos políticos denunció haber sido víctima de torturas sexuales en al menos una ocasión. En el caso de Sri Lanka, un 21% de los hombres que recibía atención en un centro de salud en Londres para rehabilitar a víctimas de la tortura admitió haber sido objeto de abusos sexuales durante su período de encarcelamiento. Más recientemente, en Siria, diversos informes de organizaciones de derechos humanos han alertado sobre el uso de la violencia sexual como arma de guerra y sobre los abusos cometidos contra mujeres, hombres y menores de edad. Cabe destacar que los hombres también sufren consecuencias psicológicas específicas cuando se les obliga a presenciar agresiones sexuales contra sus madres, esposas e hijas, una práctica habitual en contextos de conflicto con el fin de degradar y humillar al adversario.

  Desde la academia, organismos de la ONU y organizaciones que trabajan con hombres víctimas de violencia sexual se ha alertado de que este fenómeno está silenciado. Esta situación se ve favorecida por las dificultades de los hombres para reconocer que han sido víctimas de este tipo de abusos, en buena parte por los estereotipos de género que les impiden admitir los hechos sin que su “hombría” sea cuestionada. Junto a la vergüenza, el miedo y el temor a la estigmatización, pesa el hecho de que la condición de “víctima” no parece compatible con la idea de “masculinidad”, en especial en contextos en los que se sanciona socialmente que los hombres expresen o compartan sus emociones. Según estos cánones, el hombre víctima de abusos sexuales debería haber sido capaz de prevenir el ataque y, tras haberlo sufrido, debe lidiar con el asunto «como un hombre».26 Eso lleva a que muchas veces las agresiones sexuales contra hombres se identifiquen como “abusos” o “torturas”, de una manera más genérica. En 2010, un estudio de la UNFPA advertía que los efectos de la violencia de género sobre hombres y niños en contextos de conflicto armado se veían agravados por esta invisibilización y la falta de acciones específicas para combatir sus secuelas.

   Ante esta realidad, diversas reflexiones han llamado la atención sobre las consecuencias, tanto para hombres como para mujeres, de la persistencia de los estereotipos de género en lo referente a la violencia sexual. Estos enfoques que refuerzan la imagen de mujeres solo como víctimas y de hombres solo como agresores debilitan la percepción sobre las posibilidades de agencia que tienen las mujeres, mientras subrayan las expectativas de la supuesta invulnerabilidad masculina.27 En este contexto, se ha planteado la necesidad de que los esfuerzos para abordar la violencia sexual se hagan desde una perspectiva inclusiva, que las conceptualizaciones de violación y otros abusos sexuales dejen un margen para considerar a las víctimas masculinas, y que se dedique especial atención a la situación de hombres homosexuales, considerados débiles o afeminados según los códigos patriarcales, ya que conforman un grupo especialmente vulnerable a este tipo de abusos.28

La violencia sexual en el derecho internacional

El derecho internacional, y específicamente el Derecho Internacional Humanitario (DIH), ha reconocido la existencia de la violencia sexual en el marco de los conflictos armados en diferentes textos jurídicos a lo largo de la historia. Desde el siglo XIX, el derecho internacional había recogido alusiones a la violencia sexual en textos como el Código Lieber de 1863, la II Convención de la Haya de 1899 o la IV Convención de la Haya de 1907. Tras la II Guerra Mundial se intensifican los esfuerzos para prohibir la violación y otras agresiones sexuales, lo que queda recogido en los Convenios de Ginebra de 1948. Sin embargo, es a partir de la década de los noventa cuando la inclusión de la violencia sexual en el marco de los conflictos armados cobra una mayor relevancia jurídica.

El Estatuto de Roma de 1998 que da lugar a la creación de la Corte Penal Internacional supone un avance muy importante en el reconocimiento de la violencia sexual como un crimen internacional. La violencia sexual aparece específicamente recogida dentro de la categoría de crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra, y también se reconoce la posibilidad de que pueda constituir un crimen de genocidio. De manera específica, dentro del artículo 7.1.g) se reconocen como crímenes contra la humanidad la «violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, esterilización forzada u otros abusos sexuales de gravedad comparada». El artículo 8.2.b) considera crímenes de guerra la «violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado definido en el apartado f) del párrafo 2 de artículo 7, esterilización forzada y cualquier otra forma de violencia sexual que constituya una violación grave de los Convenios de Ginebra».29

Así pues, los actos de violencia sexual pueden constituir crímenes de guerra si se cometen en el contexto de un conflicto armado y están asociados a este, y crímenes contra la humanidad si forman parte de un ataque generalizado o sistemático dirigido contra la población civil, y el perpetrador tiene conocimiento de que dicha conducta formaba parte de manera relevante del ataque. La violencia sexual también puede constituir un crimen contra la humanidad cuando forma parte de la política de un gobierno o de atrocidades cometidas, toleradas o condonadas por un gobierno, una autoridad de facto o un grupo armado organizado. Es importante también apuntar que los crímenes contra la humanidad no necesaria- mente han de estar ligados a un conflicto armado, ya que en ocasiones la violencia sexual tiene lugar en el marco de situaciones de grave crisis sociopolítica. Con respecto al genocidio, la violencia sexual puede ser integrada dentro de esta categoría cuando forma parte del proceso de destrucción de un grupo con el objetivo de modificar la composición demográfica territorial, particularmente durante conflictos de carácter etnopolítico.30 El reconocimiento de la violencia sexual que hace la Corte Penal Internacional es fruto también de los esfuerzos llevados a cabo por el Tribunal Penal Internacional para la ex-Yugoslavia (TPIY) y el Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR), que con su jurisprudencia sentaron las bases para un mejor procesamiento de estos crímenes.

 

 

   Por otra parte, el Consejo de Seguridad también se ha implicado en la cuestión de la violencia sexual aprobando diferentes resoluciones sobre esta materia. En el año 2000, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la Resolución 1325 dando inicio a lo que posteriormente se ha conocido como agenda sobre mujeres, paz y seguridad. En el año 2008, se aprobó la Resolución 1820, específicamente centrada en la violencia sexual en los conflictos. La Resolución 1820 reconoce que la población civil es la principal víctima de los conflictos armados y que las mujeres y las niñas resultan particularmente afectadas por la violencia sexual, que puede llegar a ser una táctica de guerra, persistiendo incluso después del cese de las hostilidades. La resolución señala que la utilización de la violencia sexual puede contribuir a exacerbar los conflictos armados y por tanto, exige a todas las partes enfrentadas que pongan fin sin dilación a su uso y que adopten con celeridad medidas para proteger a la población civil, en particular a las mujeres y las niñas. Además, se pide que esta violencia quede excluida de las disposiciones de amnistía en los procesos de paz y se insta a los países que participan en las misiones de mantenimiento de la paz a que aumenten el nivel de formación de sus contingentes para dar respuesta a esta violencia.

    Con posterioridad, el Consejo de Seguridad ha aprobado tres resoluciones más específicamente centradas en violencia sexual en los conflictos, 1888 (2009), 1960 (2010) y 2016 (2013), que han ampliado los mecanismos de Naciones Unidas para prevenir la utilización de la violencia sexual, mejorar las investigaciones y luchar contra la impunidad. En este sentido, cabe destacar la creación de la figura de la Representante Especial del Secretario General de la ONU para la violencia sexual en los conflictos.

Conclusiones

La violencia sexual en el contexto de los conflictos armados ha adquirido una importancia notoria en la agenda internacional sobre paz y seguridad en los últimos años, fundamental- mente gracias al esfuerzo de las organizaciones de mujeres y de las supervivientes de esta violencia y a la centralidad que ha ocupado en la agenda sobre mujeres, paz y seguridad desarrollada a partir de la aprobación de la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de la ONU. Este impulso ha llevado a que la violencia sexual tenga una mayor visibilidad, a que se conozcan mejor las causas, las dinámicas y las consecuencias sobre las poblaciones que la sufren y a que se hayan mejorado los mecanismos de respuesta, incluyendo los jurídicos. No obstante, la impunidad continúa siendo generalizada y son muy pocos los casos que han sido juzgados y castigados.

La violencia sexual debe ser entendida en un marco más amplio de violencias contra las mujeres, que en contextos de conflicto armado y de violencia política se exacerban como consecuencia de las desiguales relaciones de género entre hombres y mujeres, así como de las estructuras sociales patriarcales que sustentan la discriminación y exclusión de las mujeres. La violencia sexual también se inscribe como un factor importante en las dinámicas económicas que se desarrollan en torno a los conflictos armados, como un mecanismo que permite la generación de beneficios económicos a través de las redes ilegales de explotación de recursos. Así pues es necesario abordar el análisis de la violencia sexual en los conflictos teniendo en cuenta la complejidad del fenómeno y apuntando a la importancia de que sea tenida en cuenta en todas las fases del conflicto, incluyendo en los procesos de construcción de paz.

María Villellas Ariño, Ana Villellas Ariño, Pamela Urrutia Arestizábal y Josep María Royo Aspa son investigadores de la Escola de Cultura de Pau, Universitat Autònoma de Barcelona (UAB)

Disponible el artículo en formato pdf: Violencia sexual en los conflictos armados

NOTAS:

1 Este artículo está basado en el Quaderns de Construcció de Pau Nº27: «Violencia sexual en conflictos armados», publicado por la Escola de Cultura de Pau en junio de 2016.

2 UN Action Against Sexual Violence In Conflict, Marco analítico y conceptual de la violencia sexual en los conflictos, noviembre 2012.

3 E. J. Wood, «Armed groups and sexual violence: When is Wartime Rape Rare», Politics and Society, vol. 31, núm. 1, 2009.

4 H. Chung y C. Sarah Soh, «The Comfort Women: Sexual Violence and Postcolonial Memory in Korea and Japan», American
Anthropologist
, vol. 112, núm. 2, 2010, pp. 337-338.

5 R. Menon y K. Bhasin, Borders & Boundaries: Women in India’s Partition. NJ: Rutgers University Press, Piscataway, 1998.

6 Y. Saikia, «Beyond the archive of silence: Narratives of violence of the 1971 liberation war of Bangladesh», History Workshop
Journal
, vol. 58, núm. 1, 2004, pp. 275-87.

7 I. Skjelsbaek, The Elephant in the Room: An Overview of How Sexual Violence came to be Seen as a Weapon of War, PRIO, Oslo, 2010.

8 C. Cockburn, «War, women and gender: the case of Bosnia-Herzegovina and the wars of the former Yugoslavia», Lecture and seminar for Chevening Scholars Postwar Reconstruction Unit, University of York, 2008.

9 M. Bastick, K. Grimm, y R. Kunz, Sexual Violence in Armed Conflict, DCAF, Ginebra, 2007; I. Skjelsbaek, op.cit., 2010.

10 I. Skjelsbaek, op.cit.

11 S. Nasar, Violence against Women, Bleeding Wound in the Syrian Conflict, Euro-Mediterranean Human Rights Network, noviembre de 2013.

12 FIDH, Violence against Women in Syria: Breaking the Silence, International Federation for Human Rights, París, 2013.

13 Secretario General de la ONU, Informe del secretario general de la ONU sobre la violencia sexual en los conflictos, S/2014/181, 13 de marzo de 2014.

14 P. Delargy, «Sexual Violence and Women’s Health in War» en C. Cohn (ed.) Women and Wars, Polity, Cambridge, 2013.
15 D. Kandiyoti, «Guest Editor’s introduction. The awkward relationship: gender and nationalism», en Nations and Nationalism, vol. 6, núm. 4, 2000, pp. 491-99.

16 R. Coomaraswamy, «A question of honour: women, ethnicity and armed conflict», Conferencia en la Third Minority Rights
Lecture
, Hotel Intercontinental, Ginebra, 25 de mayo de 1999.

17 D. K. Cohen, A. Hoover Green y E. J. Wood, Wartime sexual violence misconceptions, implications, and ways forward, United States Institute of Peace, Special Report 323, 2013.

18 D. K. Cohen y R. Nordås, «Sexual violence in armed conflict: Introducing the SVAC dataset, 1989–2009», Journal of Peace
Research
, vol. 51, núm. 3, 2014, pp. 418–428.

19 R. Nordås, «Sexual Violence in African Conflicts», Policy Brief 01, CSCW/PRIO, 2011.

20 D. K. Cohen y R. Nordås, op.cit., 2014.

21 S. Sivakumaran, «Sexual Violence Against Men in Armed Conflict», The European Journal of International Law, vol. 18, núm. 2, 2007.

22 L. Stemple, «Male Rape and Human Rights», Hastings Law Journal, vol.60, 2009, pp. 605-646.

23 S. Sivakumaran, op.cit., 2007.

24 K. Johnson, et al, «Association of sexual violence and human rights violations with physical and mental health in territories of the Eastern Democratic Republic of Congo», JAMA, vol. 304, núm. 5, 2010, pp. 553-562.

25 W. Storr, «The rape of men», The Observer, 17 de julio de 2011.

26 S. Sivakumaran, op.cit., 2007.

27 W. Storr, op.cit. 2011.

28 L. Stemple, op.cit., 2009.

29 M. Martín e I. Lirola, Los crímenes de naturaleza sexual en el derecho internacional humanitario, ICIP, 2013.

30 UN Action Against Sexual Violence in Conflict, op.cit., 2012.


Plazas disponibles para cursar Bachillerato en Lourdes e Hipatia

Dado su carácter de etapa post-obligatoria, la de Bachillerato cuenta con un período de matriculación más tardío, y es un momento de dudas y decisiones importantes, tanto para el alumnado como para sus familias.

Dos de los centros de FUHEM, el Colegio Lourdes, ubicado en la zona de Batán, e Hipatia, en Rivas Vaciamadrid, cuentan con plazas disponibles para cursar Bachillerato en todas sus modalidades el curso escolar 2018/19. En ambos casos, el Bachillerato se ofrece en régimen concertado, siguiendo las líneas establecidas en el Proyecto Educativo de FUHEM.

Como todo el alumnado de los centros de FUHEM, los alumnos de esta etapa reciben asesoramiento del servicio de Orientación y el Gabinete Psicopedagógico, especialmente preocupados para guiarles en lo que concierne a futuros estudios y salidas profesionales. Los dos cursos de Bachillerato se desarrollan en el marco de un Proyecto Educativo innovador, inclusivo, preocupado por cuestiones ecosociales, que promueve la participación del alumnado y las familias, y en constante interacción con su entorno.

Si quieres ampliar esta información, tanto en Lourdes como en Hipatia, puedes resolver las dudas que te surjan. Contacta con el centro que más te interese y te informarán sobre las opciones de Bachillerato, profesorado, optativas y todo lo necesario para ayudarte en tu decisión.

Bachillerato de Artes: el menos conocido

Frente a Ciencias, Humanidades y Ciencias Sociales, tal vez el Bachillerato de Artes sea la modalidad menos conocida de todas las posibles de esta etapa no obligatoria. Hipatia y Lourdes son los dos colegios de FUHEM que ofrecen estos estudios.

Como el resto de modalidades de Bachillerato, el de Artes consta de dos cursos y tiene asignaturas troncales y otras específicas. Dado que es una modalidad de Bachillerato oficial, una vez aprobado, permite realizar las pruebas de acceso a la Universidad y proporciona acceso directo a los Ciclos Formativos de Grado Superior en la modalidad de artes sin necesidad de hacer la prueba específica que sí deben hacer los estudiantes de otras modalidades.

Salidas profesionales y académicas del Bachillerato de Artes

Los diferentes formatos de la imagen y el sonido cada vez más complejos se comienzan a estudiar en profundidad en esta modalidad de Bachillerato. Los conocimientos y destrezas en el manejo del lenguaje audiovisual y plástico son una competencia muy bien valorada en la actualidad, donde crece la demanda de personas capaces de analizar, proyectar y desarrollar proyectos que aúnen las capacidades plásticas con las nuevas tecnologías.

Posteriormente, el alumnado puede optar por estudios universitarios como Bellas Artes, Cine o distintas especialidades de diseño: videojuegos, imagen, moda, interiores, multimedia y gráfica, etc. Mientras que la FP Superior ofrece ciclos en diseño, pintura, escultura, escenografía, artes gráficas, cerámica y alfarería, joyería y orfebrería, imagen y sonido, animaciones 3D, juegos y entornos interactivos…

Lourdes e Hipatia: experiencia y trayectoria en Artes

La experiencia de ambos centros en Bachillerato de Artes les ha consolidado como centros de referencia de esta modalidad en sus zonas de influencia. En Lourdes se ofrece el Bachillerato de Artes desde el curso 2000/01 y en Hipatia desde su apertura, en 2010. Gracias a la trayectoria desarrollada, ambos centros cuentan con un profesorado muy experimentado y cualificado, y aulas especializadas para Artes. Además, se favorece tanto la experiencia de salir del centro (a talleres, visitas, conferencias, museos, etc.), como la apertura de las aulas a artistas cuya experiencia permite un trabajo de creación y reflexión estimulante para el alumnado.

Una imagen mejor que mil palabras. ¿Quieres ver una muestra de lo que hacemos?

Hazte una idea del trabajo que se hace en el Colegio Lourdes, a través de su cuenta de Lourdes Artes en Instagram.

Conoce el proyecto "Esto NO es grafiti", desarrollado en Hipatia. No se trata de decorar el colegio, sino de incorporar, a través de las intervenciones artísticas, mensajes que inviten a la reflexión de la comunidad escolar.

 


31 mayo: “Al salir del cole”, debatimos sobre diversidad en Hipatia

Organizada por FUHEM Educación, el próximo jueves 31 de mayo, a las 17 horas, tendrá lugar la octava sesión de ”Al salir del cole”, un ciclo de ‘Diálogos y experiencias educativas’ donde debatimos a partir de la mirada experta y la visión de profesorado, familias y alumnado de FUHEM. En esta ocasión, el título elegido para el debate es: “La diversidad es bienvenida”.

La sesión se celebrará en las instalaciones de uno de nuestros colegios, esta vez en Hipatia, concretamente, en el Aula de Claustros del “Edificio Verde”, situado en la avenida Ocho de Marzo, n º 1, de Rivas Vaciamadrid. La cita se celebrarán a las 17 horas, con el fin de facilitar la presencia de alumnado, familias y profesorado. En esta misma línea, habrá servicio de cuidados para atender a los/as niños/as, de modo que sus familiares puedan asistir al acto.

Para abordar el tema elegido para esta sesión, contaremos con varias intervenciones iniciales que servirán de marco para el debate con el público. Los ponentes serán:

Gerardo Echeita, profesor de Psicología de la Educación en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), miembro del Consejo Asesor del Área Educativa de FUHEM.
Marta Sánchez, orientadora, y Vanesa Senín, profesora de Pedagogía Terapéutica, Hipatia.
José Cabrera y Ekaitz Urkiza, profesores del aula PMAR, Colegio Montserrat.
Belén Vázquez, madre de dos alumnos de Hipatia.
Alumnado de Hipatia, de 6º de Primaria y cursos de Secundaria Obligatoria (ESO).

Síguelo en nuestras redes sociales

Hemos creado un evento en Facebook desde el que puedes invitar a tus amigos y compartir esta actividad. Además, seguiremos el acto en directo a través de Twitter con el hastag #AlSalirDelCole, y lo grabaremos para que, si no puedes venir, puedas ver el debate más adelante, en nuestro canal de YouTube donde tenemos recopilados los actos anteriores.

No lo olvidéis, anotad en vuestra agenda la sesión de “Al salir del cole” del próximo jueves, 31 de mayo en la Ciudad Educativa Muncipal Hipatia. ¡Os esperamos!


Contra el acoso escolar, también en El Diario de la Educación

En nuestra última entrega publicada en El Diario de la Educación, coincidiendo con el 2 de mayo, Día contra el Acoso Escolar, hemos optado por proponer una tribuna que aborda esta cuestión y subraya una cuestión específica, como es el maltrato que puede sufrir un alumno discapacitado.

Con el título “La respuesta educativa ante el maltrato entre iguales hacia el discapacitado”, el artículo de José Antonio Luengo, psicólogo experto en prevención del acoso escolar y miembro del Consejo Asesor del Área Educativa de FUHEM, plantea que tras años de alimentar experiencias e iniciativas dirigidas a la erradicación o, cuando menos, la disminución sensible del denominado acoso escolar o maltrato entre iguales, “estamos más cerca de la solución en el momento actual”. Aunque después matiza ese optimismo: “seguimos encontrando rincones oscuros a los que no llegamos con facilidad. Uno de ellos, de manera singular, es el acoso entre iguales ejercido sobre niños con necesidades educativas especiales, en el contexto de la discapacidad”.

El texto propone tres acciones imprescindibles para la mejora en materia de atención a las situaciones de acoso y maltrato entre iguales; con carácter general, pero especialmente pertinentes en aquellas en las que niños y adolescentes con discapacidad puedan verse afectados. José Antonio Luengo concluye insistiendo en que la atención a la discapacidad requiere una mirada permanente, una evaluación continua y, de modo especial, un perfil de exquisita sensibilidad.

Tribunas anteriores publicadas por FUHEM en El Diario de la Educación

Tiempos oscuros: La necesidad de la educación artística
Raúl D. Toledano, profesor del Colegio Lourdes, destaca la importancia del arte a lo largo de la historia, llegando a la conclusión de que este nos hace humanos. Precisamente por ello, la educación artística es algo esencial.

Educar con mirada de género desde la escuela infantil
Ana Benito, profesora de Infantil en el Colegio Lourdes, explica la importancia de incluir una mirada de género en la educación desde las edades más tempranas. El texto aporta ejemplos de buenas prácticas y líneas de mejora para erradicar estereotipos que todavía se dan en los centros educativos.

Necesitamos una educación centrada en una vida digna
Yayo Herrero, Directora General de FUHEM, defiende que la escuela no puede permanecer ajena a las grandes fracturas ecosociales de nuestro tiempo: el cambio climático, el empobrecimiento y la expulsión de amplios sectores sociales, las violencias machistas, la corrupción, la pérdida de calidad de nuestras democracias o el aumento de la represión.

No desperdiciemos el potencial educativo de los comedores escolares
Luis González Reyes, coordinador del proyecto educativo ecosocial de FUHEM, explica el papel de los comedores escolares como un espacio y un momento ideales para aprender ciertos contenidos del currículo o aspectos de convivencia, y también para reflexionar sobre la industria agroalimentaria y sus alternativas.

Repensar la escuela en un entorno social inclusivo
Víctor Manuel Rodríguez, director del Área Educativa de FUHEM, insiste en la educación inclusiva con la mirada puesta en el Congreso de Barcelona Inclusiva, celebrado en noviembre de 2017.

Dudas y temores sobre la inclusión educativa
Víctor Manuel Rodríguez, director del Área Educativa de FUHEM, analiza algunos aspectos que se deben replantear en el debate en torno a la educación inclusiva.

Cómo educar frente a la crisis ecológica y social
Luis González Reyes, coordinador del proyecto educativo ecosocial de FUHEM, escribe sobre la necesidad de revisar las metodologías y los contenidos con el objetivo de no perder el contacto con la naturaleza.


DEBATE: Contrapoder y Resistencia. Estado del poder 2018

Modera: Nuria del Viso

Si no puedes venir, no te lo pierdas en directo y por streaming.

 

Debate

Eje 1

Luchas actuales más activas en el Estado español

• Huelga Feminista 2018: paramos para cambiarlo todo

Inés Gutiérrez Cueli

• El hundimiento del Estado de bienestar. La movilización por el futuro de las pensiones.

Paca Tricio

 

Eje 2

Resistencias de largo recorrido en el Norte y en el Sur global

• La agricultura urbana como contestación a la austeridad neoliberal en la ciudad

José Luis Fernández Casadevante, Kois

• Territorio y vida como eje de las luchas por los bienes naturales en el Sur

Raúl Zibechi

Debate con el público


COLOQUIO: Alimentación Sostenible

ALIMENTACIÓN SOSTENIBLE: DE LA TEORÍA AL AULA

FUHEM, a partir de varias publicaciones recientemente editadas y de su experiencia de comedores escolares agroecológicos, organiza un debate para plantear qué papel puede jugar la educación para cambiar nuestra dieta, haciéndola más sostenible y justa, dentro y fuera del colegio.

Titulado “Alimentación sostenible: de la teoría al aula”, abordaremos la alimentación como un aspecto crucial de nuestros estilos de vida que conecta cuestiones como el poder corporativo global, la salud, las injusticias sociales, las desigualdades territoriales y el cambio climático.

La alimentación también es un ámbito en el que se están produciendo diversas iniciativas ciudadanas en clave transformadora: agroecología, grupos de consumo, huertos…

Estas dos visiones contrapuestas, sumadas a la visión educativa, son las que proponen los títulos en torno a los que dialogaremos:

- La Alimentación en disputa, Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, núm. 139, de FUHEM Ecosocial.

- Alimentando otros modelos, FUHEM Educación.

- La agroecología el currículum de hostería de formación profesional: un enfoque transversal, FUHEM Educación.

FECHA: 10 de mayo de 2018

HORA: 19.00 h.

LUGAR: Espacio ECOOO
C/ Escuadra 11, 28011 Madrid

PARTICIPAN:

- Monica Di Donato, investigadora de FUHEM Ecosocial.

- Luis González Reyes, coordinador del proyecto educativo ecosocial de FUHEM.


Estado del Poder 2018

 Estado del Poder 2018

Presentamos la séptima edición del informe Estado del poder publicada en español por el Transnational Institute y Fuhem Ecosocial.

Contrapoderes examina los movimientos sociales actuales, su potencial para generar contrapoderes y cómo podemos organizarnos para luchar contra la injusticia y, a la vez, sentar las bases para una transformación a largo plazo.

El informe, que reúne dos entrevistas a destacados activistas y nueve análisis, indaga cómo los movimientos populares prosperan en todo el mundo, mientras nos enfrentamos a una impunidad cada vez mayor por parte de las grandes empresas y una creciente violencia estatal.

La versión original en inglés está disponible en la web del TNI.

 

  ENTREVISTA INTRODUCTORIA

 

 

 

Marchando Adelante
Mujeres, resistencias y contrapoderes

Entrevista con Bertha Zúñiga Cáceres, Medha Patkar y Nonhle      Mbuthuma

Mientras que cientos de miles de mujeres se preparan para unirse a más de 250 marchas en todo EEUU y el mundo, tres inspiradoras lideresas de movimientos sociales de Honduras, India y Sudáfrica comparten sus perspectivas sobre cómo construir movimientos populares duraderos y efectivos.

 

 

 

 

 

 ENSAYOS

 

   ‘Bajo los adoquines, la playa...’ ¿O el remolino? Las enseñanzas de   1968 para la construcción del contrapoder

  Hilary Wainwright

El legado de las revoluciones de 1968 es ambivalente: por un lado, regeneraron el capitalismo, pero por otro experimentaron con formas de participación y poder transformador que inspiran a los movimientos sociales actuales.

 

 

 

 

 

 

Pensar la libertad: conseguir lo imposible de manera colectiva

Entrevista con Michael Neocosmos

 La verdadera emancipación emerge del pensamiento universalista que emana de la lucha colectiva y no debe confundirse con la política de representación, ya sea procedente de los partidos o de los Estados.

 

 

De los movimientos de protesta a la política transformativa
 Luciana Castellina

Los movimientos no bastan para construir el contrapoder. Se necesita un nuevo tipo de partido que sea capaz de mediar entre distintas bases organizadas y reconstruir el tejido conectivo que une la sociedad y la política.

 

 

 Construyendo contrapoder desde la locura
Laura Flanders

¿Cómo pueden los movimientos en los Estados Unidos construir un contrapoder a partir de la locura Trumpiana? Contra viento y marea, está surgiendo una nueva visión que busca unir una crítica sistémica con una práctica incorporada basada en la toma de decisiones compartida, economía solidaria y enfoques basados en la comunidad para la prosperidad y la seguridad.

 

 

 

 

 

 

 

¡Sin traducción, no hay revolución!
La importancia de la interpretación, la traducción y la justicia lingüística en la construcción de contrapoder mundial

Eline Müller y Alice Froidevaux

Construir una resistencia internacional implica converger desde diferentes luchas: para lograr que una voz colectiva se haga oír en el escenario político mundial es necesario atravesar fronteras y culturas y, por consiguiente, coordinar y comunicar en diferentes idiomas.

 

 

 

 

La construcción del contrapoder feminista ha llegado para quedarse
Nina Power

Hay una nueva militancia feminista en las calles, en el planeta y en el aire. Los movimientos sociales deberían aprovechar esta oportunidad para dar un salto en la socialización de chicas y chicos y superar los estereotipos de género.

 

 

 

 

Un movimiento fluido: construyendo un buen gobierno del agua en México
Gerardo Alatorre Frenk

La decision del Gobierno de México de reconocer el acceso al agua como un derecho humano ha conducido a una respuesta masiva de la sociedad civil que incluye 99 foros públicos con el fin de definir cuáles son los contornos de una buena gobernanza del agua. ¿Qué podemos aprender de la experiencia?

 

 

 

Donde los contrapoderes de barrio echan raíces: huertos comunitarios de Madrid
José Luis Fernández Casadevante Kois, Nerea Morán y Nuria del Viso

 

¿Qué tal si, en lugar de la barricada, pensáramos el contrapoder en términos de un espacio como un huerto comunitario?

 

 

 

 

 

 

 

 

Los pueblos en defensa de la vida y el territorio: Contrapoder y autodefensa en América Latina
Raúl Zibechi

Con la violencia estatal y corporative como telón de fondo que amenaza las vidas de los más pobres, muchas comunidades en América Latina han creado grupos de autodefensa y fuerzas de policía comunitaria. ¿En qué se diferencias estas estructuras de contrapoder de las del Estado?
             

 

 

 

 

Luchando por la sanidad pública: La batalla de una comunidad rural en Suecia contra los recortes neoliberales en el servicio de salud
Desirée Enlund

Las comunidades rurales de la provincia de Västernorrland, en el norte de Suecia, no están acostumbradas a ser protagonistas de la actualidad mediática, pero, en 2017, su lucha por acabar con los recortes en la atención de la maternidad y las urgencias médicas ocupó muchos titulares de la prensa nacional. ¿Qué lecciones pueden extraer de esta experiencia quienes luchan por construir contrapoderes en las áreas rurales del Norte Global?

 

 

DISEÑO E ILUSTRACIONES

 

 

 El aclamado artista egipcio Ammar Abo Bakr creó las ilustraciones para los ensayos, apoyado por el diseñador gráfico Adam Shalaan.

 

 

 

Informes del Estado del Poder anteriores:

 

 

 

Estado del Poder 2017.

 

 

 

 

 

 

 

 

Estado del Poder 2016.


¡Sin traducción, no hay revolución!

¡Sin traducción, no hay revolución!
La importancia de la interpretación, la traducción y la justicia lingüística en la construcción de contrapoder mundial

Eline Müller y Alice Froidevaux

Construir una resistencia internacional implica converger desde diferentes luchas: para lograr que una voz colectiva se haga oír en el escenario político mundial es necesario atravesar fronteras y culturas y, por consiguiente, coordinar y comunicar en diferentes idiomas.

   En julio de 2017 más de 450 campesinos de casi 70 países de todo el mundo se reunieron en Derio, en el País Vasco, en el marco de la 7a Conferencia del Movimiento Campesino Internacional La Vía Campesina (LVC). La conferencia se pudo realizar gracias a la colaboración de alrededor de 50 traductores e intérpretes voluntarios de aproximadamente 17 idiomas, según cada sesión: árabe, bahasa, vasco, bimbi, chino, inglés, francés, japonés, coreano, polaco, portugués, ruso, español, tamil, tailandés, turco y vietnamita.
La traducción y la interpretación son actividades imprescindibles para los movimientos comunitarios/de base trasnacionales. Su importancia va mucho más allá de una cuestión técnica; como subrayó un activista campesino coreano: "La interpretación es un asunto político. Está directamente relacionada con el problema de cómo comunicamos y compartimos nuestras opiniones en el ámbito mundial". En otras palabras, si hablamos de idioma (y, por lo tanto, de traducción y de interpretación), hablamos de acceso, de participación, de poder.

   Si hablamos de idioma ?y, por lo tanto, de traducción y de interpretación?, hablamos de acceso, de participación, de poder.

El artículo describe los desafíos lingüísticos con los que se encuentran los movimientos comunitarios trasnacionales y sus estrategias para enfrentarlos. ¿Qué iniciativas harían que los movimientos sociales fueran lingüísticamente más diversos e inclusivos? ¿Cuáles son los principales obstáculos para lograr un acceso lingüístico más equitativo dentro del activismo trasnacional? El artículo se basa en fuentes online sobre los movimientos y las organizaciones implicadas, en una serie de conversaciones en persona, vía Skype y correo electrónico con miembros de LVC, personal regional y técnicos e intérpretes voluntarios de diferentes partes del mundo y en una breve encuesta online con intérpretes voluntarios.1

El auge de los movimientos comunitarios transnacionales

A partir de la década de 1990 ha surgido una serie de nuevos movimientos sociales trasnacionales, redes y organizaciones que intentan promover un orden mundial más justo y equitativo. Podemos identificar tres catalizadores principales de este hecho. En primer lugar, la influencia de organizaciones intergubernamentales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco mundial, y el poder de las corporaciones trasnacionales sobre políticas nacionales específicas que se profundizó de la mano de la globalización financiera. Por eso, para erigir un contrapoder mundial, los movimientos sociales también se vieron en la necesidad de generar coaliciones a nivel mundial.2

   En segundo lugar, otras organizaciones intergubernamentales y sus áreas de incumbencia política, como Naciones Unidas (ONU) con sus distintos foros y mecanismos, brindaron nuevas oportunidades y espacios para los ciudadanos y para la participación comunitaria a nivel internacional. Y tercero, las mismas tecnologías que avanzan vertiginosamente y que potenciaron la expansión de una economía global facilitaron, asimismo, la movilización y las actividades transfronterizas. El costo relativamente accesible de los viajes, el acceso ampliado a internet y a la telefonía, los medios de comunicación globalizados y las plataformas de redes sociales permiten que personas de las más diversas geografías compartan información y cultiven sus relaciones sorteando grandes distancias.3

   En este contexto, el empoderamiento de movimientos comunitarios trasnacionales, de aquellos más directamente afectados por las políticas globales y los vaivenes económicos, reviste un interés especial. Estos movimientos están cuestionando las jerarquías de la denominada ’sociedad civil mundial’, lo que ha implicado cuestionar la dominación de ONG estadounidenses y europeas dentro de las redes de apoyo trasnacionales y la legitimidad de estos actores ajenos a las bases comunitarias de presentarse como sus representantes y líderes. Con el clarísimo mensaje de "Aquí estamos y podemos hablar por nosotros mismos" están reclamando una voz propia y un lugar en la política mundial.4

   LVC es un ejemplo paradigmático de este tipo de movimiento comunitario trasnacional. Su mayor motivación fue la certeza de que los movimientos campesinos han estado ausentes de los debates internacionales sobre políticas agrarias durante demasiado tiempo. Son los campesinos y nadie más que ellos los que deben estar en el centro de las políticas rurales y alimenticias en desarrollo que afectan directamente a las comunidades rurales. Por lo tanto, la razón de ser de LVC es ser la "verdadera voz" del campesinado en los debates mundiales sobre políticas agrarias y alimenticias.5

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La Vía Campesina
La Vía Campesina (LVC) reúne a millones de campesinos, pequeños y medianos agricultores, gente sin tierra, jóvenes y mujeres de zonas rurales, pueblos indígenas, migrantes y trabajadores agrícolas de todo el mundo.

Construida sobre una sólida base de unidad y solidaridad, defiende la agricultura campesina por la soberanía alimentaria como una forma de promover la justicia social y la dignidad, y se opone firmemente a la agroindustria que destruye las relaciones sociales y la naturaleza. Las mujeres desempeñan un papel crucial en LVC, por ejemplo, como guardianas principales de semillas tradicionales. LVC defiende además los derechos de las mujeres y la igualdad de género. Los agricultores jóvenes también constituyen una fuerza inspiradora.

Hoy en día, LVC cuenta con 182 organizaciones locales y nacionales en 81 países de África, Asia, Europa y las Américas, representando a más de 200 millones de agricultores.6

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     Reivindicarse como la ‘verdadera voz’ de un grupo social implica una gran responsabilidad en cuanto a representatividad. Por eso, LVC hace un gran esfuerzo por mantener sus estructuras horizontales y descentralizadas y fortalece la participación directa en la toma de decisiones. Sin embargo, para un movimiento comunitario trasnacional con una amplia base de miembros cultural y lingüísticamente heterogénea, los procesos de deliberación y consenso son sumamente complejos y desafiantes e implican superar las barreras de comunicación.

El idioma como poder en el activismo trasnacional

A pesar de las oportunidades generadas por las nuevas tecnologías de comunicación y de los precios accesibles del transporte, los problemas de coordinación y de comunicación a los que se enfrentan los movimientos trasnacionales siguen siendo enormes. Es particularmente el caso de los movimientos comunitarios, que tienen recursos financieros muy limitados y cuyos líderes en general no son profesionales. Un desafío clave para los movimientos comunitarios es el idioma y las barreras de participación y el desequilibrio de poder que estas originan.

   La política internacional está dominada por un puñado de idiomas coloniales, principalmente inglés, francés y español. Por eso, los delegados de los movimientos trasnacionales necesitan contar con ciertas competencias lingüísticas para poder participar plenamente de los ámbitos de política internacional. Aquellos que no hablan alguno de los idiomas dominantes se enfrentan a enormes barreras de participación. Aunque, por ejemplo, la ONU proporciona servicios de interpretación al y del árabe, chino, inglés, francés, ruso y español en las sesiones plenarias, las reuniones y las negociaciones más pequeñas suelen realizarse únicamente en inglés. Los movimientos comunitarios no pueden permitirse traer a sus propios intérpretes, lo que significa que las voces del Sur global siguen estando parcialmente excluidas de los debates políticos internacionales.

   Para respetar su propio compromiso con los principios democráticos (deliberación y consenso) los movimientos trasnacionales deben oír las diferentes voces de sus miembros.

Una cuestión relacionada a la anterior es qué pueden hacer los movimientos comunitarios trasnacionales para superar esta dinámica entre poder e idioma a nivel interno. Para respetar su propio compromiso con los principios democráticos (deliberación y consenso) los movimientos trasnacionales deben oír las diferentes voces de sus miembros. "Por eso, uno de los objetivos de los fundadores de LVC fue el de dar voz a quienes no la tienen. Algo que puede lograrse únicamente si la gente puede expresarse. En un movimiento desde abajo y horizontal como LVC, es sumamente importante que todas y cada una de las personas pueda expresarse", como señaló un miembro del Comité de Coordinación Internacional de LVC.

   Por razones prácticas y financieras, LVC ha hecho del inglés, francés y español sus ‘idiomas de trabajo’ y para las reuniones ofrece interpretación de y a estos idiomas además de al idioma local (si la reunión se celebra en Turquía, se añadirá turco, o portugués si se realiza en Mozambique). Para otros idiomas que se consideran ’regionales’, cada región debe organizar la interpretación en caso de que sus delegados no hablen alguno de los tres ‘idiomas de trabajo’. Es por ello que los eventos suelen estar dominados, aunque involuntariamente, por hablantes nativos de uno de estos idiomas. Según un líder campesino coreano, esto se debe a "la historia colonial, [que hace que] las personas de algunos lugares tiendan a tener mayor facilidad para dirigir el discurso que otras".
En la misma línea, un intérprete con experiencia observó: "Algunos líderes campesinos son increíbles oradores en su lengua materna […], pero cuando vienen a las reuniones internacionales de LVC y tienen que intervenir en inglés... se ven muy limitados para expresarse, y eso genera un impacto muy grande en el mensaje que quieren transmitir […] e incluso en la seriedad con la que se recibe ese mensaje".

   La 7a Conferencia Internacional de LVC constituyó un hito en cuanto a dar más espacio a idiomas ‘no dominantes’ o ‘no coloniales’. Según uno de los coordinadores del equipo de traducción: "Cuando las delegaciones se dieron cuenta de que había interpretación para tantos idiomas, comenzaron a cambiar sus oradores y eso resultó en que se hicieran oír voces nuevas y diferentes". Con esto se demuestra que el aumento del número de idiomas interpretados puede cambiar el equilibrio político –un mensaje reforzado por un miembro del equipo europeo de LVC que expresó que "ahora todo el mundo puede sentir la diferencia que se crea dentro del movimiento".

Un movimiento dentro del movimiento: intérpretes solidarios y tecnologías de interpretación alternativas

Más allá de la voluntad política, hay dos elementos que han sido indispensables en la promoción de la justicia lingüística en el activismo trasnacional en general y en LVC en particular: el compromiso de intérpretes voluntarios y el apoyo de colectivos técnicos que diseñan y proporcionan tecnologías de interpretación a costos accesibles para los movimientos populares.

   Los movimientos populares trasnacionales dependen de la interpretación. Los intérpretes son facilitadores esenciales para la construcción y el mantenimiento de esos movimientos. Sin la interpretación, la construcción de un contrapoder mundial se estancaría como lo hizo la Torre de Babel. Dados los costos de los servicios profesionales de interpretación, la dedicación de intérpretes voluntarios y de una red de intérpretes activistas que comparten sus creencias y convicciones se ha vuelto de una importancia crucial para los movimientos populares trasnacionales.

   Un intérprete experimentado nos contó sobre su motivación como voluntario en LVC: "La representatividad es el elemento clave del movimiento. Uno no cobra por su trabajo pero sabe que con su salario de cuatro días traerán a dos campesinos de Mali al encuentro, donde se empoderarán, y cuando vuelvan a su hogar tendrán un impacto positivo sobre sus organizaciones y comunidades. O que podrán constituir un grupo de presión más fuerte frente a sus gobiernos".

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Los Babels y la historia de la interpretación solidaria
El mayor impulso para formar una red trasnacional de intérpretes solidarios fue la emergencia del Foro Social Mundial (FSM). Este espacio global en el que las organizaciones de la sociedad civil (OSC) se enfrentan a la globalización neoliberal se desarrolló como continuación de las protestas contra la cumbre de la OMC de 1999 en Seattle. Muy pronto se volvió evidente que el proceso de construcción de un mundo diferente no podría hacerse solo en inglés.

Según sus principios de inclusividad y diversidad, el Foro Social básicamente no podría existir sin traducción ni interpretación. Por eso, de la misma forma en que se organizaron los activistas contrahegemónicos de todo el mundo, también lo hicieron los traductores e intérpretes, a menudo profesionales, con preocupaciones similares. La red se consolidó con el nombre de Babels, y se suponía que tendría una estructuración desde abajo e inclusiva como las organizaciones con las que estaban trabajando. Una idea clave detrás de Babels fue la de reflexionar sobre la condición política del idioma.

Las acciones más visibles de Babels, sin embargo, son parte del pasado; sus actividades coordinadas se detuvieron cuando los Foros Sociales se institucionalizaron y fracasaron en su principio original de inclusión. No obstante, el grupo de Facebook de exBabelistas todavía tiene más de 3.000 miembros, con muchos intérpretes que se organizan según sus propios ámbitos de interés.

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El que los movimientos sociales trasnacionales tengan ahora un grupo de intérpretes activistas voluntarios supone el riesgo de que los servicios de interpretación se den por hechos, incluso subestimando, en cierto modo, las dificultades propias del trabajo de los lingüistas. La interpretación es una tarea muy compleja y requiere de un alto grado de concentración y energía. Los intérpretes tienen que recibir, comprender, gestionar y reproducir la información a gran velocidad; también tienen que memorizar y utilizar un vocabulario amplio y preciso. A diferencia de un traductor, el intérprete no tiene tiempo para consultar documentos escritos, por lo que la preparación previa a cada trabajo resulta esencial.

   Para desempeñarse de la mejor manera posible, los intérpretes necesitan de un entorno de trabajo adecuado, que no está necesariamente garantizado en los grandes encuentros internacionales de los movimientos populares. En una encuesta, los intérpretes voluntarios mencionaron una serie de problemas con los que suelen encontrarse en las reuniones activistas internacionales: falta de descansos, organización deficiente del alojamiento, acceso limitado a alimento y bebida y falta de preparación (por no recibir suficiente material escrito con antelación).

   Otra dimensión a tener en cuenta para el buen desempeño de la interpretación es la disciplina tanto del público como de los ponentes. Los intérpretes necesitan ver el rostro de los oradores y la pantalla si hay presentaciones en PowerPoint o similares. Los organizadores deben reiterar las indicaciones de hablar claro y pausado, de utilizar el micrófono y de no interrumpir. La contaminación acústica creada por una sala repleta o una audiencia desordenada puede ser estresante para los intérpretes, que necesitan poder concentrarse.9

   Las personas que respondieron nuestra entrevista y nuestra encuesta resaltaron que las condiciones laborales y la organización deficientes responden a que "no hay intérpretes involucrados [en la organización del evento]". Sin embargo, también reconocieron que los organizadores "están siempre agradecidos de tenernos, que todos hacen lo que está dentro de sus posibilidades", y todo suele funcionar bien "siempre y cuando los participantes tengan una mínima consciencia del importantísimo rol que juegan los intérpretes para que el programa se cumpla".

   Si prestar atención a los comentarios de los intérpretes es en sí mismo un gran paso, involucrarlos en la organización del evento sería uno gigante. Un intérprete de Francia escribió: "He estado involucrado en proyectos en los que los organizadores realmente nos escucharon, tuvieron en cuenta nuestros consejos, fueron muy comprensivos con nuestras necesidades y todo salió bien. Pero no siempre sucede eso. Así que supongo que mi consejo sería que los organizadores tengan realmente en cuenta a las intérpretes y que se aseguren de coordinar con ellas por adelantado, de involucrarlas en el proceso, etc."

   Los y las intérpretes profesionales y otras personas con conocimientos lingüísticos dispuestas a trabajar de forma voluntaria son solo una cara de la moneda en el proceso de crear comunicaciones más igualitarias en los encuentros internacionales. La otra, que en general se pasa por alto, es la tecnología. La interpretación simultánea en varios idiomas es imposible sin este recurso.

   Desde la década de 1950 se vienen desarrollando tecnologías para facilitar la interpretación simultánea a medida que evolucionan organizaciones internacionales como Naciones Unidas y la Unión Europea (UE). Actualmente, la tecnología es muy avanzada, pero extremadamente costosa y, por lo tanto, queda fuera del alcance de la mayoría de los espacios activistas y de los movimientos comunitarios.

   La alternativa viene de la mano de la autogestión, es decir, invertir en equipos y personas para incrementar la autonomía y la sustentabilidad de los movimientos. Los primeros experimentos en tecnologías alternativas para la interpretación, basados en ordenadores y en soluciones analógicas de baja complejidad a través de cables y de ondas de radio FM, se desarrollaron durante el primer Foro Social Mundial y Europeo. Un resultado directo de este proceso fue la creación del Colectivo para la autogestión de tecnologías para la interpretación (COATI).10

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El nacimiento del Colectivo para la Autogestión de Tecnologías para la Interpretación
"COATI se formó en 2009 con la idea de reunir a personas que habían participado en movimientos anticapitalistas y antiglobalización. Habíamos apoyado a los campesinos de LVC en la creación del movimiento para la soberanía alimentaria, habíamos sido intérpretes voluntarios (a veces en condiciones muy precarias) y habíamos visto el valor de la buena tecnología alternativa; habíamos aprendido a organizarnos horizontalmente y por consenso con la cultura de autogestión de los centros anarquistas y anticapitalistas de toda Europa; habíamos desarrollado una comprensión de la tecnología en los hacklabs okupados y en las comunidades de software libre; habíamos aprendido que había sistemas de sonido [alternativos] para festivales y emisoras de radio comunitarias; y fueron esas experiencias y valores las que inspiraron el proyecto".11

Los miembros fundadores de COATI se comprometieron a aumentar la diversidad lingüística en los movimientos comunitarios internacionales y su plan fue adquirir y gestionar el equipo para que no hubiera que resolver el problema de la tecnología desde cero en cada evento. La visión de COATI para los movimientos sociales consiste en alcanzar una soberanía tecnológica real, que no dependa de ‘expertos’. Por ello, COATI promueve los diseños simples, de bajo costo, fáciles de usar y de código abierto, y ha realizado una serie de talleres virtuales para capacitar en la creación de herramientas propias.12
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Una de las cofundadoras de COATI fue intérprete solidaria en Nyéléni 2007, el primer Foro Internacional para la Soberanía Alimentaria en Mali, y recordó que allí la interpretación sí funcionaba, pero no así la tecnología. Con la intención de cambiar la situación para los eventos futuros, esbozaron su inspiración positiva de Nyéléni. Cuando los organizadores, de la organización miembro de LVC de Mali Coordination Nationale des Organisations Paysannes (CNOP), realizaron un presupuesto para el alojamiento, la comida, las salas de conferencia, la interpretación, etc. para 500 o 600 participantes, se dieron cuenta de que con ese dinero podían construir un pueblo completo, y eso fue lo que hicieron. "Fue un muy buen ejemplo de lo que intentamos hacer con el colectivo... porque cada vez que se organiza un gran encuentro se gasta mucho dinero... e intentamos invertirlo en los propios movimientos sociales para crear recursos que luego permanezcan disponibles para ellos", concluyó la cofundadora de COATI.

   El resultado fue un doble compromiso: COATI hace un esfuerzo constante por mejorar la calidad de sus equipos y por diseñar soluciones tecnológicas flexibles para cumplir con los requisitos de dinámicas de encuentros cada vez más inclusivos y participativos, como las discusiones grupales, que suelen demandar un abordaje creativo. Uno de sus logros fundamentales es la tecnología de bajo costo y baja complejidad para grupos pequeños llamada "Spider".14

   Al mismo tiempo, COATI también participa de la actividad política generando conciencia sobre la importancia de la tecnología como parte integral de la lucha política. COATI ha enfatizado repetidas veces que para que la tecnología de interpretación alternativa funcione, es necesario que exista una cultura política y de organización respetuosa y consciente. El idioma es político. Los intérpretes son (y debieran ser siempre) conscientes de su poder, como se observa en esta reflexión de un voluntario: "Somos personas importantes en el movimiento porque encarnamos uno de los valores principales del trabajo de La Vía Campesina, que es conectar a las distintas comunidades y a personas de distintos continentes". Al mismo tiempo, "[los intérpretes] sabemos que estamos en una posición de mucho poder porque la gente que no puede hablar un determinado idioma lo hace a través de nosotros", como explicó un capacitador de COATI.

   En el trabajo político, aquellos que trabajan por la soberanía tecnológica suelen asociarse con intérpretes activistas, y también intentan que los movimientos sociales se den cuenta de que la buena interpretación por sí misma no erradica las dinámicas de poder del idioma y que es responsabilidad de todos crear espacios para más lenguas minoritarias. "Alentamos a las personas a que piensen activamente sobre el idioma que usan, por ejemplo, pidiéndoles que, aunque hablen un idioma mayoritario, intenten no hacerlo en un encuentro", explicó uno de los miembros fundadores de COATI.

   El objetivo es que los participantes que no hablan inglés, francés o español se sientan menos marginados e incultos y se animen más a menudo a intervenir. De la misma manera, aquellos que rara vez necesitan de un intérprete deben experimentar dicha necesidad, como confirmó un intérprete en la encuesta: "recordar a los oradores la importancia de hablar en su idioma nativo, si es que se ofrece en la conferencia [...], asegurarse de que no usen el inglés únicamente porque creen que pueden prescindir de los intérpretes. ¡Es muy frustrante interpretar desde un inglés forzado a la lengua materna del orador!"

Hacia la justicia lingüística en el activismo trasnacional: el caso de LVC

LVC, además de ser uno de los movimientos sociales comunitarios más grandes del mundo, se considera uno de los más inclusivos y participativos debido a que hace grandes esfuerzos por alcanzar la justicia lingüística a través de la interpretación y la traducción. LVC comprende que la interpretación puede ser un trabajo muy complejo y exigente, incluso si se lo suele entender como una tarea menor y, en general, relativamente invisible.

   Un miembro del equipo de LVC hizo hincapié en ello: "Antes o durante las reuniones, recordamos los aspectos básicos de la interpretación activista e intentamos compartir las pautas principales". Por lo que cada vez son más los líderes campesinos que reconocen la importancia del idioma y, del mismo modo, aprecian cada vez más el compromiso de los intérpretes voluntarios.

En respuesta a los diferentes panoramas lingüísticos

En pos de la eficacia, LVC ha descentralizado su estructura en 10 regiones relativamente autónomas.15 Dado que cada región tiene su propio panorama lingüístico, cada una ha desarrollado sus propias tácticas para mejorar la comunicación y abordar el problema de la justicia lingüística. Las regiones tienen ‘puntos de partida’ desiguales debido a sus contextos históricos, sociales y económicos y a su experiencia y participación dentro del movimiento campesino. Esto quedará ilustrado con ejemplos de Europa y el Sur de Asia.

   Podría suponerse que no hay conflictos lingüísticos reales en Europa porque la mayoría de las personas, incluso los campesinos, tienen nociones básicas de alguno de los tres idiomas oficiales de LVC. Pero esto no es cierto para la totalidad del continente.

   El hecho de que los países de Europa oriental siguen teniendo una representatividad menor en LVC puede explicarse en parte por las barreras lingüísticas, a pesar de los grandes esfuerzos por incluir a los miembros europeos que pueden no hablar ninguno de los idiomas oficiales. Como explicó un líder de una organización turca miembro de LVC: "En los encuentros de ECVC siempre hablamos turco, nuestro idioma nativo. De lo contrario no estaríamos en condiciones de participar, porque ninguno de nuestros líderes habla otro idioma que no sea su lengua materna".

   Europa occidental juega un papel central en el plano internacional de LVC tanto a causa de su rol histórico en el movimiento como por la concentración de poder en la zona, manifiesta en su riqueza relativa y en la presencia de muchas organizaciones intergubernamentales y organizaciones no gubernamentales. Esta concentración ha creado un terreno fértil para una verdadera "cultura de la interpretación", y por lo tanto existen muchos cursos públicos y privados de interpretación y traducción.

   Además, décadas de distribución desigual de la riqueza y de agendas imperialistas han obligado (y lo siguen haciendo) a muchas personas provenientes del Sur global a probar suerte en el viejo mundo. Estos dos aspectos están constantemente alimentando una amplia, diversa y valiosa reserva de intérpretes activistas potenciales. Por lo tanto, desde la perspectiva global de LVC, la región europea tiene la responsabilidad de cultivar la solidaridad y la justicia lingüística para con otras regiones. Esto funciona como una carga adicional sobre los hombros de los líderes de ECVC pero también como una oportunidad.

   En comparación, en el Sur de Asia, como en gran parte del Sur global, sigue habiendo escasa capacidad para la interpretación profesional, ya que tampoco existe una verdadera tradición en este campo. En India, por ejemplo, hay muy pocas escuelas de formación. Por eso, la mayoría de los intérpretes del movimiento son activistas multilingües, que pueden, de hecho, hablar hasta siete idiomas, pero rara vez reciben formación como intérpretes.

   Además, la falta de acceso a servicios de interpretación locales a nivel internacional significa que LVC del Sur de Asia envía principalmente ponentes que hablan inglés a los eventos internacionales. Esta situación impide una participación más amplia e igualitaria, obstaculizando la participación en los foros internacionales de aquellos (sobre todo indígenas) que no hablan inglés. Además, obliga a las personas multilingües a viajar mucho y a desempeñar demasiados roles políticos diferentes.

   En los últimos años, el equipo regional ha puesto en marcha varias iniciativas para cambiar esta situación. Una ex miembro de LVC del Sur de Asia recordó sus primeros pasos enfrentando problemas lingüísticos en la región en ocasión de un taller de agroecología internacional, en el que los miembros del Movimento dos Sem Terra de Brasil vinieron a compartir sus experiencias: “La presentación se realizó en hindi y la interpretación se hizo de forma consecutiva a kannada, en el escenario. Luego otra persona la transcribió al inglés y se proyectaron las notas en una pantalla. Después, las notas en inglés se leyeron e interpretaron al bahasa, español/portuñol, bangla y cingalés por medio de spiders. Así que, primero tuvimos que hacer un curso intensivo para explicar a todos los voluntarios (la mayoría eran activistas multilingües) cómo lidiar con la instalación, con los spiders, con el proyector, etcétera, además de las funciones convencionales. El presupuesto era muy limitado. ¡Y los preparativos! Fue tan difícil encontrar intérpretes; recuerdo que usaba Couchsurfing solo para encontrar hispanohablantes en la ciudad. Estábamos desesperados”.

   Después de esta experiencia, se puso en contacto con sus colegas del Este y el Sudeste asiático, escribió una propuesta para promover idiomas asiáticos en LVC y comenzó a tender redes con miembros de ONG, activistas e intérpretes de la zona. Juntos comenzaron a desarrollar sesiones de capacitación en interpretación para activistas multilingües, método que ya existe en el contexto más amplio de la tradición de LVC de talleres internos, basada en los conceptos de la educación popular y horizontal para capacitar y empoderar a sus miembros.

   Desarrollar un programa de formación de interpretación activista en el Sur de Asia es un proceso continuo de ‘aprender haciendo’ y ‘diseñar haciendo’. Tres dinámicas han tenido una importancia fundamental. En primer lugar, la inclusión de líderes campesinos importantes en el proceso, para que los alumnos puedan practicar con contenido ‘real’ y que los líderes comprendan mejor la importancia de la interpretación y, por consiguiente, convertirse en sus defensores a nivel internacional.

   En segundo lugar, el compromiso de formadores europeos y no europeos de compartir sus experiencias y de desarrollar planes de estudio inclusivos y culturalmente sensibles, recibiendo constantemente aportes de los participantes, evaluando y realizando ajustes. Y tercero, el trabajo trasversal entre movimientos de LVC y movimientos del Sur de Asia de otros sectores como comunidades de pescadores o el movimiento LGBTQ. "De hecho es esta red de entusiastas de la justicia lingüística de los distintos movimientos es lo que ha hecho posible el progreso en la región", concluyó un ex miembro de LVC.

   Como se informó en el Blogspot de LVC del Sur de Asia (http://lvcsouthasia.blogspot.ch/), los beneficios de los talleres de interpretación también se aprecian en la promoción de intercambios culturales, en una mayor consciencia y compromiso con la justicia lingüística y en la reflexión sobre la propia identidad, en un contexto en el que los vínculos entre poder e idioma siguen siendo muy visibles y en el que la mayoría de los campesinos agricultores no pueden hacer oír sus voces a nivel internacional.16

Empoderar el movimiento empoderando a los intérpretes

A nuestra pregunta de la encuesta "¿Qué podrían hacer los movimientos o los organizadores para mejorar las condiciones laborales?", un intérprete respondió: "Esta es una cuestión política: si los movimientos sociales están de acuerdo en que HACER POSIBLE QUE LAS PERSONAS DE COMUNIDADES NO FORMADAS HAGAN OÍR SU VOZ (personas que no hablan idiomas coloniales o que no los hablan bien) ES DE IMPORTANCIA VITAL para el funcionamiento de los movimientos sociales, entonces dichos movimientos DEBEN SER COHERENTES CON SUS OPINIONES Y COMPROMETERSE a invertir dinero en eso" (mayúsculas en la respuesta original).

   Los desafíos financieros no deben infravalorarse, pero lo que sí es importante destacar es que, precisamente porque los recursos son muy limitados, las decisiones sobre cómo emplear el dinero son, ante todo, políticas. A menudo en los movimientos sociales, las discusiones sobre el dinero o las cuestiones de organización o problemas estructurales se consideran como asuntos meramente prácticos. Sin embargo, son profundamente políticos, tal como aseveró ‘a gritos’ el intérprete encuestado.

   La estructura y el dinero pueden desempeñar un papel positivo si ampliamos el horizonte a la hora de crear un contrapoder geopolítico. Si estamos de acuerdo en que la interpretación es una piedra angular para el fortalecimiento de los movimientos populares trasnacionales y "que gastar 1.000 euros para el vuelo de un intérprete es crucial, incluso si ese dinero pudiera utilizarse para traer a cientos de campesinos en autobús a un encuentro", como explicó otro intérprete, entonces los pasos a seguir son: 1) ver cómo conseguir ese dinero; 2) promover el reconocimiento externo de este factor importante; y 3) empoderar a quienes poseen las capacidades adecuadas para consolidar la justicia lingüística dentro del movimiento.

   En el caso de LVC, el presupuesto habitual es muy limitado y el volumen de la financiación fluctúa, como también lo hacen sus objetivos en diferentes niveles y regiones. Esto hace que resulte difícil establecer el porcentaje del presupuesto destinado a traducción e interpretación. Sin embargo, hay algunas tendencias claras: si bien anteriormente, de acuerdo al presupuesto, solo se traía un intérprete coreano, tailandés o indonesio para los encuentros internacionales internos de LVC, ahora están intentando tener siempre un mínimo de dos intérpretes, ya que, según un miembro del equipo de finanzas de la Secretaría Internacional de Operaciones, "ahora somos plenamente conscientes de lo que significa ser intérprete para estas personas, que, de hecho, traducen no solo durante las reuniones sino también durante el resto del tiempo, porque generalmente los participantes a los que acompañan no hablan ningún otro idioma".

   Pero incluso si la dirigencia del movimiento está tomando cada vez más consciencia de cómo utilizar el dinero, el presupuesto para la interpretación sigue siendo limitado y frágil. Las barreras principales más resistentes son el miedo a la profesionalización y el pequeño número de donantes que garantizan los costos de funcionamiento.

   Existe, sin embargo, un enorme potencial sin explotar para la financiación, sobre todo en Europa occidental. Los movimientos deben insistir en que las instituciones europeas, la ONU y las ONG más importantes respalden y financien proyectos de empoderamiento multilingüe. También deberían aprovechar mejor la labor de las personas que manejan los idiomas menos hablados. En nuestra encuesta, los tres intérpretes que mencionaron hablar una combinación de idiomas menos común, como ruso-francés, expresaron su deseo de estar más involucrados.

   Un experimentado intérprete activista también estaba convencido de que todavía hay mucho potencial para la colaboración entre movimientos sociales e instituciones educativas: "Personalmente creo que LVC debería trabajar más a fondo en cuanto a comunicación, especialmente con las universidades de idiomas europeas. Muchas de ellas también enseñan traducción e interpretación, y los estudiantes tienen que adquirir experiencia, a veces mediante pasantías. Estas son personas relativamente libres de responsabilidades familiares y probablemente tienden a cuestionar ideologías, características que los hacen perfectamente compatibles con las necesidades del movimiento”.

De un susurro desde abajo a un contrapoder polifónico

Traducir e interpretar más idiomas puede ayudar a restablecer el equilibrio de poder dentro de los movimientos comunitarios trasnacionales. Cuantas más voces se escuchen, más representativo será el movimiento.

Como hemos visto, la interpretación simultánea requiere un alto grado de disciplina por parte de los participantes, lo que "puede generar algo de resistencia dentro de grupos que suelen organizarse de manera más informal", como explica un observador experimentado de COATI. Sin embargo, al mejorar esa disciplina, un grupo también puede reforzar sus prácticas de democracia directa y toma de decisiones consensuadas, ya que "el efecto principal del multilingüismo es hacer que todo vaya más despacio y por consiguiente políticamente más equilibrado.17 El empoderamiento del movimiento también implica reconocer a los intérpretes no solo como medios, sino también como voces en sí. Voces que merecen ser escuchadas, ya que sin ellas hay pocas posibilidades de que los movimientos sociales trasnacionales logren el volumen necesario para alcanzar horizontalidad global. Al mismo tiempo, el intérprete juega un papel pasivo y facilitador para el entendimiento básico de asuntos lingüísticos a través de la autorreflexión del ponente.

   Preguntas como: "¿Cómo hablo?, ¿cómo me escuchan?, ¿cómo me está traduciendo el intérprete?" pueden parecer básicas, pero son fundamentales para la concientización de cada voz con el fin de construir un contrapoder global verdaderamente representativo.

Traducción: Colectivo Guerrilla Translation

Este texto forma parte del informe Estado del Poder 2018, publicado en castellano por Transnational Institute (TNI) y FUHEM Ecosocial. Las ilustraciones de la publicación original en inglés son de Abu Bakr.

NOTAS

1 A pesar de la enorme importancia de la traducción y la interpretación para el activismo transnacional, a penas existe literatura sobre este tema. Una notable excepción es Doerr, N. (2009). ‘Language and Democracy “in Movement”: Multilingualism and the Case of the European Social Forum Process’, Social Movement Studies 8(2): 149-165; Ingeborg Gaarde dedica un subcapítulo al papel de los intérpretes comprometidos en el Comité de la ONU de Seguridad Alimentaria Mundial y en particular su Mecanismo de la Sociedad Civil: Gaarde, I. (2017). Peasants Negotiating a Global Policy Space. La Vía Campesina in the Committee on Food Security. Abingdon & New York: Routledge, pp. 104-105; y Paul Routledge y Andrew Cumbers abordan los problemas de participación de los movimientos de base en el proceso People’s Global Action debido a cuestiones de idioma e insuficientes recursos para interpretación: Routledge, P. y Cumbers, A. (2009) Global Justice Networks. Geographies of Transnational Solidarity. Manchester: Manchester University Press.

2 Batliwala, S. (2002). ‘Grassroots Movements as Transnational Actors: Implications for Global Civil Society’, Voluntas: International Journal of Voluntary and Nonprofit Organizations, 13(4), pp. 393-409, aquí 395.

3 Ibid.; Smith, J. (2013). ‘Transnational Social Movements’. En D. A. Snow et al. (eds.), The Wiley-Blackwell Encyclopedia of Social and Political Movements. Malden, MA: Wiley-Blackwell. [Acceso: 14 de marzo de 2017]; Tarrow, S. (2005) The New Transnational Activism. New York: Cambridge University Press.

4 Batliwala, S. (2002); Edwards, M. (2001). ‘Global Civil Society and Community Exchange: A Different Form of Movement’, Environment & Urbanization 13(2): 145-149.

5 Desmarais, A. (2007). La Vía Campesina. Globalization and the Power of Peasants. London: Pluto Press; Martínez-Torres, M. and Rosset, P. (2010). ‘La Vía Campesina: The Birth and Evolution of a Transnational Social Movement’, Journal of Peasant Studies 37: 149-175.

6 La Via Campesina, ‘The International Peasant’s Voice’, (Acceso: 11 de enero de 2018); La Via Campesina (2016). ‘Organizational Brochure’. (Acceso: 14 de diciembre de 2017) y https://viacampesina.org/en/international-peasants-voice/ (Acceso: 18 de diciembre de 2017).

7 Babels Charta. (Acceso: 10 de noviembre de 2017).

8 https://www.facebook.com/groups/babelistas/

9 COATI, ‘Vademecum about Multilanguage meeting and Interpretation’.  (Acceso: 10 de noviembre de 2017).

10 https://coati.pimienta.org/index.en.html

11 COATI, ‘Simultaneous Interpreting Using Radio Frequencies’, (Acceso: 12 de noviembre de 2017).

12 Algunos ejemplos son: The international collective [bla]; Grai Collective, Rumanía, grai@riseup.net; Klekta Collective, Polonia: klekta@riseup.net; y el colectivo alemán InterpRISE

13 Véase https://nyeleni.org/spip.php?rubrique12

14. Una pequeña caja a la que se enchufa un micrófono, con entrada para auriculares para llevar la interpretación al público a través de cables, por lo que recuerda a un enorme araña desgarbada. Comparado con la radio FM u otras transmisiones sin cables, estas ‘arañas’ son muy baratas y fáciles de utilizar, aunque funcionan mejor en pequeños congresos. La escalabilidad real de la tecnología descansa en el hecho de que cualquier organización puede disponer de varios equipos, dotándoles de autonomía para muchas de sus necesidades de interpretación.

15 Estas regiones son: Europa, África oriental y del Sur, África Central y occidental, el sudeste asiático y Extremo Oriente, sur de Asia, Norteamérica y Caribe y América Latina. La décima ?y nueva? región de LVC es Oriente Medio y Norte de África (MENA por sus siglas en inglés).

16 Blog de Via Campesina South Asia (Acceso: 2 de noviembre de 2017).

17 Doer, N. (2009).

SOBRE LAS AUTORAS.

Alice Froidevaux ha defendido recientemente su tesis doctoral titulada “Grassroots Movements as Transnational Actors: The Case of CLOC-La Via Campesina in Central America” [Movimientos comunitarios como Agentes Transnacionales: El caso de CLOC-La Vía Campesina en Centroamérica] en el Centro Latinoamericano-Suizo de la Universidad de St. Gallen. Actualmente coordina el Centro Latinoamericano de la Universidad de Zurich y trabaja a tiempo parcial para la ONG Guatamalanetz Berna.

Eline Müller es activista medioambiental suiza y periodista free-lance que dedica la mayor parte de su tiempo a cuestiones de soberanía alimentaria y agroecología. Ha trabajado ocasionalmente y actuado como voluntaria para La Vía Campesina y para la organización suiza miembro de LVC Uniterre. Trabaja también para medios de comunicación independientes y varias ONG.


Entrevista a Juliet Schor

Juliet Schor es catedrática de sociología en el Boston College. Su trabajo de investigación se ha centrado en el consumo, los usos del tiempo, las desigualdades económicas y la sostenibilidad ambiental. Desde 2010 estudia la economía colaborativa en el marco de un gran proyecto de investigación financiado por la Fundación MacArthur, donde es miembro de la Connected Learning Research Network. Sus libros más recientes son Sustainable Lifestyles and the Quest for Plenitude: Case Studies of the New Economy (Yale University Press, 2014) coeditado con Craig Thompson, y True Wealth: How and Why Millions of Americans are Creating a Time-Rich, Ecologically Light, Small- Scale, High-Satisfaction Economy (The Penguin Press, 2011).

Entrevista realizada por José Bellver investigador de FUHEM Ecosocial y publicada en el número 141 de la revista Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global.

José Bellver (J.B.): Lo primero que quería preguntarte es acerca de la definición de sharing economy porque, como sabes, en español utilizamos una traducción un poco desafortunada del término, ya que en lugar de una traducción literal de sharing como «compartir», esto se traduce como «colaborativa». El problema es que si uno piensa en el sistema económico, o más específicamente en el sistema capitalista, donde existe un sistema de producción social complejo que requiere colaboración, voluntaria o forzada, entonces hablar de economía colaborativa podría no significar nada, dado que demasiadas cosas pueden encajar en esta comprensión de la economía colaborativa. ¿Qué entra realmente en la categorización de la economía colaborativa, desde tu perspectiva?

Juliet Schor (J.S.): Creo que, en general, el término de economía colaborativa es algo desafortunado. Surgió en los primeros días de estas iniciativas, y en la práctica había una comunidad de personas que incluía gente que participaban en iniciativas sin ánimo de lucro, de pequeña escala, de intercambio social, como pueden ser los bancos de tiempo, los intercambios de alimentos, clubs de reparadores, etc. iniciativas para las cuales todo el mundo estaría de acuerdo en que el concepto de compartir es relevante. Pero luego estaban además las plataformas con ánimo de lucro como Airbnb o Lyft (una versión más pequeña y más amigable de Uber) y plataformas laborales como TaskRabbit y otras similares, donde las personas pueden contratar a otras personas para que presten servicios en estas plataformas, como pasear a tu perro, limpiar tu casa, y cosas por el estilo.

   Al principio estaban todas juntas: a las lucrativas les gustaba el término de sharing economy porque es un término muy positivo (¿quién podría estar en contra de compartir?), y a las organizaciones sin ánimo de lucro les gusta estar con las otras porque tienen muchos recursos y credibilidad, etc.

   Yo utilizo el término normalmente entre comillas porque creo que es difícil hablar de compartir dentro de casi todo lo que ocurre en el ámbito lucrativo. Quiero decir que se trata de arrendamientos, o lo que mi amigo Yohay Benkler llamó «microarrendamientos»: alquilar una habitación o un equipo que tengas, o es lo que también podríamos llamar gig labor, es decir, trabajo hecho por tareas en lugar de ser personas contratadas por un período de tiempo en una situación de trabajo asalariado. Así que tiendo a usar la expresión economía de plataformas para las organizaciones con ánimo de lucro y reservar el término economía colaborativa para las organizaciones sin ánimo de lucro.

J.B.: ¿Y qué hay de la monetarización? Porque, además, la dicotomía con/sin ánimo de lucro, también existen prácticas monetarizadas y otras que no lo están. Podría haber, por ejemplo, un caso de una iniciativa monetarizada, pero sin ánimo de lucro, ¿no?

J.S.: Sí, y al revés también: podría ser con ánimo de lucro y no monetizado, aunque eso no se vea tanto. No creo que la monetarización sea el problema, porque hay plataformas monetarizadas a pequeña escala, como puede ser el pequeño intercambio de bienes de segunda mano, por ejemplo, donde las personas utilizan dinero, al igual que ocurre en los grupos de consumo agroecológico, donde la gente da dinero para el agricultor, etc. Para mí, la monetarización no es el problema y creo que mucha gente de la izquierda se ha centrado erróneamente en eso, de alguna manera, la idea de «si implica dinero es terrible», y creo que es un error.

   La pregunta es cómo está organizada esta economía, cuáles son sus reglas operativas, cuál es la distribución de los activos en la economía, cuáles son los resultados... Ese es el tipo de cosas que he estado estudiando tanto en organizaciones sin ánimo de lucro como en aquellas con ánimo de lucro.

   Escribí un artículo con un colega de los Países Bajos (Koen Frenken) y su argumento es que la economía colaborativa consiste solamente en las partes de este sector en las que realmente se están poniendo activos que no se usan en circulación, así que básicamente Airbnb, de todas las grandes empresas del sector, sería la única que realmente hace economía colaborativa dado que utiliza activos inutilizados. Sin embargo, cada vez más personas adquieren bienes inmobiliarios (apartamentos, etc.) con el propósito de alquilarlos a través de esta plataforma, en cuyo caso ya no se trata de activos no utilizados.

J.B.: Indudablemente, la economía colaborativa ha atraído mucha atención y ha generado muchos debates desde hace algunos años. Por un lado, tienes a quienes dirían que es una nueva forma de empoderar a las personas, mejorar la eficiencia o incluso algo que podría aumentar las posibilidades de avanzar hacia una economía baja en carbono. Otros, por el contrario, denunciarían que se trata mucho más de una economía del interés propio que de una economía del compartir u otra fórmula depredadora que fomenta nuevas relaciones de explotación. ¿Dónde te sitúas tú?

J.S.: Bueno, es una pregunta complicada, y no creo que haya una sola respuesta. Creo que deberíamos poner el foco aquí en las organizaciones con ánimo de lucro, porque nadie argumentará que una comunidad, un maker-space1 o algo así es de carácter explotador... ¿La pregunta que me haces se refiere solo a las grandes plataformas con ánimo de lucro?

J.B.: Bueno claro, una respuesta ya de por sí es que si estamos hablando de la economía de plataforma, esto sería más fácil de responder dado que, como dijiste antes, muchas empresas están usando la etiqueta de «colaborativo» debido a su sentido positivo, pero realmente son grandes compañías de plataformas como Uber o Airbnb, y creo que eso es lo que solemos entender aquí por economía colaborativa…

J.S.: Entonces, refiriéndonos a estas plataformas, no son todas iguales, algunas son más explotadoras que otras, en primer lugar. Y algunas generan mayores impactos ambientales que otras, algunas son más depredadoras.

Y con respecto a las cuestiones de eficiencia y oportunidades, creo que está bastante claro que las plataformas están ofreciendo un nuevo tipo de servicio que brinda valor a los consumidores porque es más barato y ofrece oportunidades de obtener ingresos a las personas en un contexto en el que estas oportunidades escasean. Esto es una parte del por qué estas plataformas que han aumentado tan rápidamente: lo han hecho porque satisfacen las necesidades de ambos lados del mercado. Hay que recordar también que fueron lanzadas en medio de la Gran Recesión, un momento en el que había un desempleo muy elevado. Así que nos encontramos con que muchas de las personas que las usan son, por ejemplo, estudiantes que tienen mucha deuda ligada a su formación educativa, estudiantes que salieron de la universidad y no pudieron encontrar trabajo, y están muy agradecidos de que existan estas oportunidades. También encontramos personas a las que realmente les gustan estas plataformas porque sí que necesitan tener el control sobre sus horarios de trabajo y las plataformas ofrecen flexibilidad de un modo en que el empleo tradicional no lo hace. Así que no hay duda de que satisfacen algunas necesidades, de lo contrario no hubieran crecido tan rápidamente.

Con respecto a las relaciones entre personas, creo que en los primeros días de estas plataformas había más sociabilidad y la dimensión de los vínculos entre personas era más fuerte. Por ejemplo, en los primeros días de Airbnb casi todo el alojamiento tenía lugar dentro de las casas en las que los propios anfitriones estaban presentes. Por supuesto, eso ahora ha cambiado: la forma dominante es la del anfitrión ausente, no presente, aunque todavía hay bastante gente alojada en hogares en los que el anfitrión sí está presente (de esto sí tenemos datos para el caso de EEUU). Y en el caso de las plataformas de transporte de pasajeros (ride-hailing), como Uber y Lyft, la gente solía sentarse delante y el trato era altamente personalizado; ahora es más bien un arreglo mucho más convencional tipo taxi.

Airbnb no es depredador ni explotador para las personas que lo usan. Los anfitriones y los invitados están esencialmente contentos con este sistema. Con Airbnb, el problema son las personas no usuarias; por lo que es un problema de usuarios y no usuarios. Las personas que se ven afectadas por la prevalencia de los huéspedes de Airbnb en los barrios, lo que genera el aumento de precio de los alquileres. Y aquí hay un problema de monetarización porque Airbnb permite esa mercantilización del espacio: lo que puedes ganar con un apartamento o una casa es ahora tres o cuatro veces más que un alquiler ordinario, al menos en EEUU, no sé cuál será el múltiplo en Europa. Por tanto, estos lugares son más valiosos, sus precios suben y las viviendas se retiran del mercado, por lo que se reduce la asequibilidad y la oferta de viviendas, especialmente en las zonas urbanas que ya experimentan una gran presión al alza sobre los precios. Todo ello realmente contribuye a la crisis de vivienda en las ciudades. Esto es terrible para los no usuarios, pero a los que utilizan la plataforma les va bien.

J.B.: ¿Y cuál es perfil de unos y de otros?

J.S.: El acceso a estas plataformas es muy sencillo, o dicho de otro modo las llamadas barreras de entrada son muy bajas. Es muy fácil registrarse en las plataformas; no tienen muchos requisitos. Así que uno puede pensar que eso ofrecerá muchas oportunidades para las personas que quizás tengan más barreras para ingresar al mercado laboral o al emprendimiento convencionales u otras formas de ganar dinero. Y yo diría que esto es cierto en general, sin embargo, está muy estratificado por raza y clase. Por ejemplo, hemos estudiado la dinámica racial en Airbnb y lo que encontramos es que en los barrios que tienen una mayor población de no blancos hay menos peticiones de alojamiento. Entonces, lo que vemos es que la gente está interesada en ganar dinero a través de esta plataforma, sin embargo, si no eres blanco, ganas menos en la plataforma, obtienes menos reservas, tus precios son más bajos y obtienes calificaciones más bajas, por lo que los resultados en la plataforma son desiguales.

O tómese otro ejemplo: las plataformas de entrega a domicilio, principalmente de la entrega de alimentos (Deliveroo, Uber Eats, etc.). Hemos estudiado dos de ellas en Boston. Estas empresas constituyen la parte inferior de lo que llamamos la jerarquía de las plataformas. El tipo de personas que pueden proporcionar sus servicios en ellas difiere; hay una mayor proporción de personas blancas en las plataformas más lucrativas, con mayor nivel de formación y con mejor situación económica como proveedores. La plataforma más lucrativa es Airbnb porque la mayor parte del ingreso proviene de un activo de capital. Por lo tanto, debes tener el activo de una casa que te pertenezca o una propiedad en alquiler, ya que incluso para obtener un alquiler se necesitan muchos recursos económicos, debes tener una buena valoración crediticia, etc. Y también es relevante el tipo de lugar: los vecindarios donde los ingresos más bajos, la población está más marginada, hay más crimen, etc. no valen tanto, por lo que no se puede ganar tanto como con un apartamento en un barrio muy céntrico, que sea deseable de una u otra forma.

Podemos seguir bajando en la jerarquía de las plataformas. Otro ejemplo: Uber versus Deliveroo. En el caso de Uber, tienes que tener un automóvil o al menos acceso a un coche seminuevo, no puede ser demasiado viejo. De hecho, encontramos personas que, cuando sus coches se vuelven demasiado viejos, pasan de ser conductores de Uber a algo así como Deliveroo. Deliveroo tiene la plataforma de servicios de reparto con menor nivel educativo y mayor cantidad de no-blancos entre quienes prestan sus servicios en ella. Por lo tanto, cuanto más lucrativa sea la plataforma, más blancas son las personas proveedoras de servicios, con mayor nivel educativo, etc.

J.B.: Supongo que también hay una jerarquía en las condiciones laborales de esas personas que proveen servicios entre las diferentes plataformas. ¿Cómo se compara todo este trabajo con el empleo convencional?

J.S.: Sí, bueno, el punto sobre plataformas como Deliveroo –u otras empresas como Postmates o Favores en las que encontramos personas que pueden registrarse y ganar algo ahí, y que no pueden obtener otro empleo porque tienen antecedentes penales. Esto es, que la barrera de entrada es más baja. En ese sentido, es algo bueno ya que ofrece empleo a personas que están excluidas de otras oportunidades de empleo. Y las retribuciones empezaron muy bien, incluso en plataformas como Uber o TaskRabbit (otra plataforma que estudiamos, dedicada a recados de todo tipo, personas que vienen a arreglar cosas a tu casa, para ayudarte con papeleos, para pasear a tu perro, hacerte la compra o limpiar la casa), o simplemente vamos a llamarlo plataforma de currillos (gig work). En TaskRabbit los “sueldos” son bastante altos, la gran mayoría de las personas tiene educación universitaria. Quizás estén limpiando tu casa, haciendo trabajo manual, pero obtienen una buena retribución por ello.

En general, gran parte de ese trabajo lo realiza la mano de obra inmigrante en un mercado informal, por lo que esto formaliza una parte de ese mercado. Así que si, por ejemplo, limpias casas en TaskRabbit, tienes mayor protección y unas retribuciones mucho más altas que una persona inmigrante con el mismo trabajo en un mercado informal. Pero en comparación con el mercado formal, el grado de protección es mucho menor dado que no tiene las protecciones de una relación laboral formal porque no está realmente empleado, es un trabajador por cuenta propia. Y empeora a medida que sigues bajando en la jerarquía de las plataformas, donde creo que Uber es la peor de todas.

Pero aquí hay algo que observamos en nuestra investigación, al buscar proveedores en seis plataformas diferentes: si tienes otro trabajo u otras fuentes de ingresos, tu experiencia en la plataforma generalmente es bastante buena. Estás menos sometido a los algoritmos, creas más zonas de autonomía en lo que sea refiere al control laboral y puedes trabajar en los momentos en los que se gana más, además de poder ser más selecto en cuanto a los trabajos que realizas. De esta manera, es menos probable que tengas que aceptar trabajos que estén muy mal pagados o tengan otros problemas asociados. En todas las dimensiones, las personas que tienen otras fuentes de ingresos están mucho más satisfechas, tienen más control y salarios más altos. Si en cambio eres lo que llamamos un trabajador dependiente –dependes de la plataforma para pagar tus gastos básicos–, todo es mucho más difícil: ganarás sueldos míseros, estarás más expuesto a circunstancias peligrosas, tendrás menos control, estarás más preocupado por ser “desactivado” por el algoritmo y estarás más a merced de los clientes.

   Todo el mundo habla de las plataformas como si las políticas de cada una de ellas fuera lo único que importa en términos de resultado. Una parte importante de lo que estamos argumentando es que, por supuesto, las políticas de las plataformas son importantes, pero la situación del trabajador en la plataforma y su situación económica es un gran determinante: la mayoría de la gente en estas plataformas es lo que llamamos asalariados suplementarios (supplemental earners), personas que ganan dinero a través de la plataforma a tiempo parcial. No muchas personas viven de las plataformas “a tiempo completo” en EEUU.

J.B.: Entonces, se podría decir que no es tanto un problema de cómo se regula la actividad de las plataformas como un problema de lo que está sucediendo más a nivel estructural alrededor de todo esto. ¿O son ambas cuestiones?

J.S.: Creo que ambas son importantes. Una pregunta es qué va a pasar con el tiempo. Creo que las plataformas prefieren trabajadores a tiempo completo: es más fácil, son más controlables, etc. En el caso de Airbnb es diferente porque para Airbnb, tener personas para las que solo se trata de un negocio es un problema debido a las regulaciones locales, por lo que no prefieren necesariamente a las personas dedicadas a tiempo completo, los desactivan o quitan de sus listas periódicamente cuando los encuentran. Por supuesto que preferirían mantenerlos, pero cuando las autoridades comienzan a tomar medidas enérgicas contra la plataforma, se quita a las personas que básicamente están llevando a cabo grandes negocios inmobiliarios en la plataforma, lo que es ilegal. Pero para las demás, como Uber, lo normal es que prefieran que sus trabajadores trabajen todo el tiempo. Esta plataforma también quiere más conductores; siempre sufre escasez de ellos porque los trata tan mal que muchos acaban abandonando la plataforma, así que están permanentemente a la búsqueda de nuevos conductores. Y en esto compiten mucho con Lyft en los lugares donde está implantada, como por ejemplo en EEUU.

   Está también la cuestión de la trayectoria. Si cada vez hay menos empleo disponible en otras partes del mercado laboral, habrá cada vez más personas disponibles a tiempo completo para las plataformas, por lo que sí que creo que los reguladores deberían pensar en estas personas porque pueden representar una parte cada vez mayor. El reto será encontrar la manera de proteger a estos full-timers y, al mismo tiempo, mantener las posibilidades para las personas que usan la plataforma a tiempo parcial.

   Hay otro aspecto importante acerca de la dedicación a tiempo parcial relacionada con la cuestión de la oportunidad –y esto no puedo decírtelo sobre la base de un análisis cuantitativo exhaustivo porque las empresas no dan los datos, lo que es un gran problema, aunque sí hemos hecho muchos análisis cualitativos (entrevistas, etc.). Lo que creo que está sucediendo es que las personas más educadas y más privilegiadas están aprovechando oportunidades que en el pasado eran copadas por personas con un nivel de educación más bajo, y en trabajos como conducir, limpiar la casa, hacer entregas, etc. Es lo que uno esperaría en un período recesivo porque eso siempre sucede: todo el mundo baja un peldaño en la escalera social y las personas en la parte inferior son las que más lo sufren.

   A medida que la economía se expanda, esto debería de revertirse en cierta medida, pero una gran pregunta que surge es sí con la inteligencia artificial y la digitalización todos esos cambios técnicos destinadas a ahorrar trabajo... ¿cuántos empleos nuevos tendremos y qué va a pasar con esos trabajos de los que los asalariados suplementarios dependen?

J.B.: La digitalización y otras cuestiones vinculadas a cambios tecnológicos también plantean otras preguntas ligadas a las problemáticas ecológicas. Hemos hablado al principio de que a veces se argumenta que estos avances podrían ayudar a transitar hacia una economía baja en carbono, pero también podríamos hablar –yéndonos por así decirlo al “inicio de la tubería”– de todo lo que se refiere al uso de materiales y energía en relación con toda esta economía de plataforma y economía digital que inevitablemente tiene una dimensión física. ¿Cuál es, en su opinión, el balance en cuanto al impacto en el plano ecológico de la economía colaborativa?

J.S.: Antes que nada he de decir que ha habido muy poca investigación en este aspecto; en realidad es uno de mis próximos proyectos de investigación. La razón por la que ha sido tan difícil es que no tenemos datos de las empresas, por lo que es realmente complejo obtener un análisis serio de los impactos ecológicos. Sin embargo, si me preguntas mi opinión, creo que hay pocas dudas, si pensamos en las dos grandes empresas que son Uber y Airbnb, cuyo impacto desde el punto de vista de las emisiones de carbono es elevado. ¿Por qué? Ambos hacen que estos servicios sean mucho más baratos y, por supuesto, esto es parte de lo que argumentan («estamos expandiendo las oportunidades y creando ingresos para las personas», lo que significa expandir la producción). Y vemos esto en nuestras entrevistas la gente nos cuenta cómo viaja más gracias a Airbnb (huéspedes y anfitriones), creo que supera con creces cualquier impacto positivo que pueda tener al disminuir la construcción de hoteles, que es lo que argumentan.

J.B.: Es como una especie de efecto rebote, ¿no?

J.S.: Sí, es un efecto de precio, básicamente, pero sí, puedes pensar que es un tipo de efecto rebote, aunque no exactamente porque un efecto rebote proviene de crear una eficiencia. Este es un efecto de sustitución: un viaje más barato significa más viajes. También hay un efecto de ingreso: los anfitriones obtienen más ingresos, pueden usarlo para viajar.

J.B.: ¿Y en lo que se refiere a Uber?

J.S.: Por el lado de Uber, el argumento era que la gente iba a comprar menos coches. Puede haber un impacto en ese sentido –hay un estudio de hace ya unos cuantos años que mostraba cierto impacto en este sentido entre un pequeño grupo de personas–, pero para la mayoría de la gente este tipo de iniciativas fomentan más viajes en automóvil y, al menos en EEUU, más personas que dejan de ir en transporte público. Y lo que sabemos es que ha aumentado enormemente la cantidad de coches en las ciudades, la contaminación del aire, etc.

Por lo tanto, creo que no hay duda de que para Airbnb y Uber (o Lyft) los resultados desde el punto de vista de los impactos en carbono son negativos. Ahora bien, hay formas de regular o crear diferentes incentivos en estas plataformas que podrían mitigar parte de eso. Creo que con Airbnb es difícil debido al impacto de cualquier cosa que fomente los viajes, particularmente los viajes de larga distancia. Y por ejemplo en Washington DC, que es una de las ciudades para las que hemos hecho este cálculo, ahora hay más capacidad de alojamiento a través de Airbnb que en los hoteles.

J.B.: Finalmente, y tal vez volviendo a una definición más amplia de economía colaborativa: a veces se habla de economía colaborativa en España y uno puede pensar en otros modelos que son mucho más políticamente emancipadores, como lo que llamamos aquí la economía social y solidaria. ¿Cuáles serían las conexiones o las posibilidades de usar ideas o prácticas útiles de distintas plataformas para hacer construir una economía que sea más emancipadora o con un horizonte postcapitalista?

J.S.: Bueno, creo que la idea más importante que ha salido hasta ahora es aquella en la que los usuarios son los propietarios de las plataformas –cooperativismo de plata- forma–, y el estudio más reciente que hemos hecho es el de una plataforma cooperativa en la que la propiedad es de los proveedores de servicios, no de los clientes. Y aquí hay debates al respecto: algunas personas piensan que todos los usuarios deberían ser propietarios, clientes y proveedores, otras piensan que solo los proveedores, más como sucede en las cooperativas tradicionales. En todo caso creo que todas estas iniciativas son importantes y creo que tenemos que ir en esa dirección; pero una cosa que tiene que estar clara en todo esto es que dado que estas plataformas básicamente están brindando a los individuos formas de ganar dinero diferentes a trabajar en una fábrica en la que se produzca algún producto común, en el momento en el que estás en el mercado pierdes el control sobre la distribución de los ingresos. Hemos estudiado una cooperativa que tiene miles de proveedores, muy bien organizada, con una buena estructura para los proveedores de servicios y demás, todos son propietarios, etc. Pero es un mercado completamente del tipo «el ganador se lo lleva todo»: un número muy pequeño de personas se lleva casi todos los ingresos, lo que probablemente no es lo que las personas que montan cooperativas esperan que suceda. Es un asunto con el que hay que lidiar debido a la naturaleza de las plataformas y porque parte de su virtud es que aumentan rápidamente su escala, por lo que puede tener muchos proveedores, pero ¿cómo hacer para distribuir esos ingresos de manera más equitativa? Quiero decir, que si todavía estás en una economía de mercado eso es difícil de hacer. Probablemente, hay distintas iniciativas realizables, pero ese es otro nivel en el que el debate aún no ha entrado.

1 Un maker-space es un espacio físico en el que un grupo de personas comparten recursos y conocimientos con el fin de trabajar conjuntamente en proyectos creativos y tecnológicos de fabricación de productos de distinto tipo.

Acceso a la entrevista completa en formato pdf: Entrevista a Juliet Schor sobre las plataformas de economía colaborativa

Fotografía de: Filip Wolak

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Entrevista a Miguel Candel, por Salvador López Arnal (2015).

Entrevista a Bill McKibben, por José Bellver (2015).

Entrevista a Yanis Varoufakis, por Nick Buxton (2015).

Entrevista a Mario Espinoza Pino, por Salvador López Arnal (2015).

Entrevista a Richard Heinberg, por Luis González Reyes (2015).

Entrevista a Renzo Llorente, por Salvador López Arnal (2015).

Entrevista a Eduardo Garzón, por Salvador López Arnal (2015).

Entrevista a Fefa Vila y Begoña Pernas, por FUHEM Ecosocial (2015).

Entrevista a Marina Subirats, por Nuria del Viso (2015).

Entrevista a Javier de Lucas, por Nuria del Viso (2014).

Entrevista a Cristina Carrasco, por Olga Abasolo y Lucía Vicent (2014).

Entrevista a Gérard Duménil y Dominique Lévy, por Bruno Tinel (2014).

Conversación con Manfred Max-Neef, por Santiago Álvarez Cantalapiedra (2014).

Entrevista a Michael Löwy, por Rafael Díaz Salazar (2014).

Entrevista a Antonio Elizalde Hevia, por José Luis Fernández Casadevante (2014).

Entrevista a Silvia Federici, por Tesa Echeverria y Andrew Sernatinguer (2014).

Entrevista a Marta Antonelli y Francesca Greco, por Monica Di Donato (2013).

Entrevista a Alberto Magnaghi, por José Luis Fernández Casadevante y Nerea Morán Alonso (2013).

Entrevista a Igor Sádaba, por Olga Abasolo (2013).

Entrevista a Giuseppe De Marzo, por Nuria del Viso (2013).

Entrevista a Rafaela Pimentel, por Lucía Vicent (2013).

Entrevista a Mar Nuñez, por Olga Abasolo (2013).

Entrevista a Daouda Thiam. Con testimonio de Sini Sarry, por Nuria del Viso (2013).

Entrevista a Rafael Poch-de-Feliu, por Salvador López Arnal (2013).

Entrevista a Endika Zulueta, por Equipo FUHEM Ecosocial (2013).

Entrevista a Sabino Ormazabal, por José Luis Fernández Casadevante (2013).

Entrevista a Susan George, por Nuria del Viso (2013).

Entrevista a Jorge Riechmann, por Salvador López Arnal (2012).

Entrevista a Antonio Turiel, por Santiago Álvarez Cantalapiedra (2012).

Entrevista a Raúl Zibechi, por José Luis Fernández Casadevante (2012).

Entrevista a Carlo Petrini, por Monica Di Donato (2012).

Entrevista a Rafael Feito, por Santiago Álvarez Cantalapiedra (2012).

Entrevista a Eduardo Gudynas, por Nuria del Viso (2012).

Entrevista a Mbuyi Kabunda, por Nuria del Viso (2012).

Entrevista a Rafael Poch-de-Feliu, por Salvador López Arnal (2012).

Entrevista a Carlos Martín Beristain, por Nuria del Viso (2012).

Entrevista a Chatherine W. de Wenden, por Antonio Izquierdo (2012).

Entrevista a Eduard Rodríguez Farré, por Salvador López Arnal (2012).

Entrevista a Saturnino "Jun" Borras, por Nuria del Viso (2011).

Entrevista a Harald Welzer, por Nuria del Viso (2011).

Entrevista a Loretta Napoleoni, por Nuria del Viso (2011).

Entrevista a Bonnie Campbell, por Nuria del Viso (2011).

Entrevista a Samuel Ruiz, por Cristina Ávila-Zesatti (2011).

Entrevista a Danielle Nierenberg, por Monica Di Donato (2011).

Entrevista a Antonio Ruiz de Elvira, por Monica Di Donato (2011).

Entrevista a Karen Marón, por Santiago Álvarez Cantalapiedra (2011).

Entrevista a Víctor M. Toledo, por Monica Di Donato (2010).

Entrevista a Narciso Barrera-Bassols, por Monica Di Donato (2010).

Entrevista a Juan Carlos Gimeno, por Monica Di Donato (2010).

Entrevista a Juan Gutiérrez, por Amador Fernández-Savater (2010).

Entrevista a Pepe Beunza, por José Luis Fernández Casadevante y Alfredo Ramos (2010).

Entrevista a Emilio Lledó, por Olga Abasolo (2010).

Entrevista a Juan Andrade, por Salvador López Arnal (2010).

Entrevista a Miguel Manzanera Salavert, por Salvador López Arnal (2010).

Entrevista a Eduard Rodríguez Farré, por Salvador López Arnal (2010).

Entrevista a Silvia L. Gil, por Salvador López Arnal (2010).

Entrevista a Miguel Ángel Rodríguez Arias, por Salvador López Arnal (2010).

Entrevista a Pablo de Greiff, por José Luis F. Casadevante y Alfredo Ramos (2010).

Entrevista a Serge Latouche, por Monica Di Donato (2009).

Entrevista a Alberto Acosta, por Matthieu Le Quang (2009).

Entrevista a Gerardo Pisarello, por Salvador López Arnal (2009).

Entrevista a José Luis Gordillo, por Salvador López Arnal (2009).

Entrevista a Francisco Fernández Buey, por Nuria del Viso (2009).

Entrevista a Paul Nicholson, por Nuria del Viso (2009).

Entrevista a Alfredo Embid, por Salvador López Arnal (2009).

Entrevista a Miquel Porta Serra, por Salvador López Arnal (2009).

Entrevista a Rafael Feito, por Salvador López Arnal (2009).

Entrevista a Ignacio Perrotini Hernández, por Salvador López Arnal (2009).

Entrevista a Joan Martínez Alier, por Monica Di Donato (2009).

Entrevista a Federico Aguilera Klink, por Salvador López Arnal ( 2008).

Entrevista a Sergio Ulgiati, por Monica Di Donato (2008).

Entrevista a Arcadi Oliveres, por Nuria del Viso (2008).

Entrevista a Ramón Fernández Durán, por Nuria del Viso (2008).

Entrevista a Antonio Elizalde, por Nuria del Viso (2008).

Entrevista a Jorge Riechmann, por Nuria del Viso (2008).

Entrevista a Rodolfo Stavenhagen, por Nieves Zúñiga (2008).

Entrevista a Saskia Sassen, por Nieves Zúñiga (2007).


AGENDA Ecosocial de Mayo

El mes de mayo comienza con la participación de miembros de FUHEM Ecosocial en tres actos públicos: la Feria VESOS – Valencia Escena Sostenible en un diálogo sobre Transición energética: ciudad y ciudadanía el próximos sábado 5. Hablamos de alimentación sostenible en el Espacio ECOOO el jueves día 10 y debatimos sobre Contrapoder y resistencia, en torno al informe del Estado del Poder 2108, en la sede de FUHEM el viernes 11.

 

ALIMENTACIÓN SOSTENIBLE: DE LA TEORÍA AL AULA

FUHEM, a partir de varias publicaciones recientemente editadas y de su experiencia de comedores escolares agroecológicos, organiza un debate para plantear qué papel puede jugar la educación para cambiar nuestra dieta, haciéndola más sostenible y justa, dentro y fuera del colegio.

Titulado “Alimentación sostenible: de la teoría al aula”, abordaremos la alimentación como un aspecto crucial de nuestros estilos de vida que conecta cuestiones como el poder corporativo global, la salud, las injusticias sociales, las desigualdades territoriales y el cambio climático.

La alimentación también es un ámbito en el que se están produciendo diversas iniciativas ciudadanas en clave transformadora: agroecología, grupos de consumo, huertos…

Estas dos visiones contrapuestas, sumadas a la visión educativa, son las que proponen los títulos en torno a los que dialogaremos:

- La Alimentación en disputa, Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, núm. 139, de FUHEM Ecosocial.

- Alimentando otros modelos, FUHEM Educación.

- La agroecología el currículum de hostería de formación profesional: un enfoque transversal, FUHEM Educación.

FECHA: 10 de mayo de 2018

HORA: 19.00 h.

LUGAR: Espacio ECOOO
C/ Escuadra 11, 28011 Madrid

PARTICIPAN:

- Monica Di Donato, investigadora de FUHEM Ecosocial.

- Luis González Reyes, coordinador del proyecto educativo ecosocial de FUHEM.

 

CONTRAPODER Y RESISTENCIA

El próximo 11 de mayo Transnational Institute (TNI) y FUHEM Ecosocial presentan en Madrid la nueva edición del informe Estado del poder 2018, que este año examina la cuestión de los Contrapoderes

En la séptima edición del Estado del poder, publicada anualmente por TNI y cuya versión en español realizan conjuntamente TNI y Fuhem Ecosocial, examina los movimientos sociales actuales, su potencial para generar contrapoderes y cómo podemos organizarnos para luchar contra la injusticia, al tiempo que sentar las bases para una transformación a largo plazo.La versión original en inglés está disponible aquí.
 
La visibilización de los nuevos, y no tan nuevos, sujetos sociales de estas luchas en el Norte y en el Sur será el eje del debate, examinando sus planteamientos, formas de organización, demandas, redes, etc.

El acto abordará algunas de las luchas actuales con más relevancia en el Estado español como son el feminismo y la lucha por las pensiones y dará voz a dos de los autores del informe, que repasarán luchas emblemáticas en el Norte y en el Sur global.

FECHA: 11 de mayo de 2018

HORA: 18.30 h.

LUGAR: Espacio Abierto FUHEM
Avda de Portugal, 79 - posterior. 28011 Madrid

PARTICIPAN:

Eje 1

Luchas actuales más activas en el Estado español

• Huelga Feminista 2018: paramos para cambiarlo todo

Inés Gutiérrez Cueli

• El hundimiento del Estado de bienestar. La movilización por el futuro de las pensiones.

Paca Tricio

 Eje 2

Resistencias de largo recorrido en el Norte y en el Sur global

• La agricultura urbana como contestación a la austeridad neoliberal en la ciudad

José Luis Fernández Casadevante, Kois

• Territorio y vida como eje de las luchas por los bienes naturales en el Sur

Raúl Zibechi

Debate con el público

Modera: Nuria del Viso

Entrada libre hasta completar aforo. 

 

 


Primero de Mayo: Lecturas sugeridas en torno al trabajo

El Primero de Mayo, también conocido como el Día Internacional de los Trabajadores tiene su origen en las reivindicaciones sociolaborales del movimiento obrero mundial en favor de las clases trabajadoras.

Desde 1889, tras el acuerdo por parte del Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, se establece esta fecha señalada en conmemoración a los Mártires de Chicago, llamados así a los anarcosindicalistas ejecutados dos años antes en Estados Unidos por su participación en las movilizaciones obreras que exigían, entre otras mejoras, el establecimiento de la jornada laboral de 8 horas.

Más evidente que nunca, se consagra la preservación y el avance de las condiciones de vida para la mayoría social como una cuestión fundamental de confluencia y de articulación, como única vía para frenar el avance del capital, “neoliberalista” y hegemónico, que relega a su antojo de extensión y apropiación, nuestros derechos, nuestras libertades y las precarias posibilidades de subsistencia y reproducción de la que dispone la ciudadanía. Jornada de lucha, de reivindicación y de homenaje frente a las concesiones, las reformas, los recortes de la deriva deshumanizadora de esta economía.

Cuando el sustento, la identidad personal y el reconocimiento ajeno dependen en gran medida de la relación salarial, el deterioro laboral se traduce de forma inmediata en precariedad existencial y social.

La condición asalariada se ha vuelto cada vez más frágil en una economía crecientemente estructurada por las fuerzas de la globalización, la financiarización, donde la precarización se ha convertido en un fenómeno general.

En nuestro país es especialmente grave, debido al modelo productivo, al tipo de inserción subalterna en la economía mundial y a las dos últimas reformas laborales, que han provocado una menor protección en el despido y una reducción en la capacidad de negociación colectiva de los salarios. Como consecuencia, el mundo del trabajo padece en España los flagelos del desempleo, la precarización, la desigualdad y la pobreza.

Desde FUHEM Ecosocial ofrecemos a continuación, una selección de algunos de los materiales que conectan con una reflexión, tan necesaria, como la que hoy nos recuerdan fechas como el Primero de Mayo.

 

Reflexiones en torno al trabajo en las publicaciones de FUHEM Ecosocial

 

 

Universidad precaria, Universidad sin futuro, Juan José Castillo y Paloma Moré
Madrid: FUHEM Ecosocial, 2018, 186 págs.

Texto donde se aborda la situación de transformación constante y precarización en la que se encuentra la enseñanza superior en España, y cómo esto afecta al personal docente e investigador, tanto en su trabajo como en su vida.

 

 

 

Economía Crítica & Ecologismo Social

 

 

El triunfo de las ideas fracasadas. Modelos del capitalismo europeo en la crisis, Steffen Lehndorff (ed.), Madrid: FUHEM Ecosocial y La Catarata, 2015.

Este libro evalúa el impacto de las políticas de austeridad y las reformas estructurales implantadas en Europa a raíz de la crisis económica y financiera a través de un análisis crítico de las diferentes trayectorias económicas y sociales adoptadas por España, Italia, Grecia, Alemania, Francia, Austria, Reino Unido, Suecia y Hungría.

 

 

 

 

La financiarización de las relaciones salariales. Una perspectiva internacional, Luis Enrique Alonso y Carlos J. Fernández Rodríguez (eds.), Madrid: FUHEM Ecosocial, La Catarata, 2012.

Este libro recopila aportaciones de destacados economistas y sociólogos para estudiar las irreversibles consecuencias sociales que la financiarización ha tenido en las relaciones laborales y, de forma más general, en el lugar que el trabajo ocupa en las sociedades salariales contemporáneas.

 

 

 

El trabajo de cuidados: historia, teoría y políticas, Cristina Carrasco, Cristina Borderías y Teresa Torns (editoras), Madrid: FUHEM Ecosocial, La Catarata, 2011.

Este libro plantea los debates en torno al trabajo de cuidados, con la traducción y la recopilación de textos de obligada referencia para abordar el tema, escritos por destacadas especialistas en distintas disciplinas. Las editoras aportan un texto inicial que recoge el estado de la cuestión, con la perspectiva del trabajo teórico de las últimas tres décadas.

 

 

Papeles de relaciones ecosociales y cambio global

 

 

EMPLEO PRECARIO: UN SALTO AL VACÍO, núm. 140 invierno 2017-2018.

- Capitalismo, precarización e inseguridad social, Santiago Álvarez Cantalapiedra.

- Tiempos de precariedad: una mirada multidimensional a la cuestión precaria, Lucía Vicent Valverde.

- La precarización en su contexto: desarrollo y crisis del régimen de empleo en España, Jorge Solá e Inés Campillo.

 

 

 

CUERPOS FRÁGILES Y CAPITALISMO, núm. 137, primavera 2017.

 

- Cuerpos vulnerables: la intensificación del trabajo en las residencias de personas mayores, Paloma Moré.

 

 

 

 

CORRUPCIONES, núm. 135, otoño 2016

- Trabajadoras de hogar, la urgencia del debate sobre la organización social de los cuidados, Isabel Quintana (Liz)

 

 

 

 

 

MIGRACIONES FORZADAS, núm. 132, invierno 2015-2016

- Exiliados económicos: jóvenes españoles en el extranjero, Mario Rísquez

 

 

 

 

 

PROBLEMAS Y DESAFÍOS DEL MUNDO RURAL, núm. 131, otoño 2015

- Asalariados inmigrantes en enclaves de agricultura intensiva: crisis del sur de Europa y sostenibilidad social, Andrés Pedreño, Carlos de Castro y María Elena Gadea

 

 

 

MUNICIPIOS Y PARTICIPACIÓN CIUDADANA, núm. 129, primavera 2015

- Entrevista a Eduardo Garzón Espinosa sobre su propuesta de trabajo garantizado, Salvador López Arnal

 

 

 

 

 

LA GRAN INVOLUCIÓN I, núm. 123, otoño 2013.

- De la crisis del empleo al desmantelamiento del Estado de bienestar, Rafael Muñoz de Bustillo.

 

 

 

 

 

NUEVOS PROBLEMAS, NUEVAS CONSITITUCIONES, núm. 122, verano 2013.

- El trabajo con sentido en proceso constituyente. Un cambio de civilización: qué trabajo, para qué sociedad, para qué planeta, Laura Mora Cabello de Alba.

 

 

 

 

 

EUROPA EN LA ENCRUCIJADA, núm. 120, invierno 2012/2013.

- Crisis en la periferia europea y mercado de trabajo, María Eugenia Ruiz-Gálvez, Lorenzo Vidal-Folch y Lucía Vicent.

 

 

 

ALTERNATIVAS III: ENFOQUES PARA EL CAMBIO SOCIAL, núm. 119, otoño 2012.

- El trabajo de cuidados: un camino para repensar el bienestar, Teresa Torns, Vicent Borrás, Sara Moreno, Carolina Recio.

- Territorios socialmente responsables: el trabajo comunitario como estrategia de desarrollo local, Daniel Jover.

 

 

 

 

ALTERNATIVAS II: CONCRETANDO DEBATES, núm. 118, verano 2012.

- Reparto del trabajo y modelo social, Albert Recio.

 

 

 

 

 

WE ARE THE 99%, núm. 116, invierno 2011/2012.

- La democracia delegada: una reflexión desde el mundo del trabajo, Fermín Paz Lamigueiro.

 

 

 

 

IMPACTOS Y CONSECUENCIAS DE LA CRISIS, núm. 113, primavera 2011.

- Efectos de la crisis sobre las clases trabajadoras, Albert Recio.

 

 

 

 

¡REGULAD, REGULAD, INEPTOS!, núm. 112, invierno 2010/2011.

- La desregulación de la relación salarial y el retorno de la condición obrera en Europa, Rafael Ibáñez y Mario Ortí.

 

 

 

 

 

 

ECONOMÍA SOLIDARIA, núm. 110, verano 2010.

- La economía solidaria no está en paro, Jordi García Jané.

 

 

 

 

 

CRISIS DEL TRABAJO, núm. 108, invierno 2009.

- La soledad del trabajador globalizado, Juan José Castillo.

- El trabajo en la era posfordista: un malestar permanente, Luis Enrique Alonso y Carlos J. Fernández Rodríguez.

- Reforma del mercado de trabajo o el eufemismo sobre la libertad, Antonio Baylos.

- Tiempos y trabajos desde la experiencia femenina, Cristina Carrasco.

- La relación capital-trabajo como relación de poder social, Joaquim Sempere.

- Bases históricas de la invisibilización de la ciudadanía laboral en España. La crisis de la conciencia en la conciencia de crisis, Mario Ortí y Rafael Ibáñez.

- La regulación del tiempo de trabajo en la Unión Europea, Carolina Recio, Teresa Torns, Vicente Borràs y Sara Moreno.

- La evolución del mundo del trabajo en la crisis, Albert Recio.

- DIÁLOGO: Perspectivas sobre el trabajo en la crisis del capitalismo. Diálogo entre José Manuel Naredo y Jorge Riechmann, Olga Abasolo.

 

 Boletín ECOS

 

 

POLÍTICAS DE GÉNERO Y CALIDAD DE VIDA EN LA CIUDAD, núm. 38, marzo-mayo 2017

- Hacia una agenda feminista de los cuidados, Christel Keller Garganté

 

 

 

CALIDAD DE VIDA: UNA NOCIÖN POLIÉDRICA, núm. 37, diciembre 2016-2017

Tiempo y calidad de vida, Maria Ángeles Durán

 

GÉNERO Y SALUD, núm. 34, marzo-mayo 2016

¿Quién cuida a las cuidadoras?, M. Isabel Casado Mora

 

 

LA JUVENTUD, UN ESTADO PRECARIO DE COMPLETA INCERTIDUMBRE, núm. 27, junio-agosto 2014.

- La producción política de la precariedad juvenil, Luis Enrique Alonso.

- El empleo juvenil como vector de transformación de las sociedades salariales de servicios, Jon Bernat Zubiri Rey.

- La Unión Europea frente al problema del desempleo juvenil: las migas de un pastel que se comen otros, Francisco Verdes-Montenegro y Alejandro Martínez.

- Relación entre la juventud y lo precario. Una visión desde la psicología, Yassodára Santos Machado.


 

NUEVOS RETOS DEL DEBATE FEMINISTA ANTE LA GRAN INVOLUCIÓN, núm. 26, marzo-mayo 2014.

- Entrevista a Silvia Federici: «La cuestión de la reproducción es esencial no solo para la organización capitalista del trabajo, sino para cualquier proceso genuino de transformación social», Tesa Echeverria y Andrew Sernatinguer.

- ¿Degradación del empleo o una inserción degradada?, Lucía Vicent.

 

EL DESIGUAL IMPACTO DE LA CRISIS SOBRE LAS MUJERES, núm. 22, marzo-mayo 2013.

- ¿Cómo afecta la crisis y las políticas de austeridad a los derechos de las mujeres y a la igualdad?, Carmen Castro García.

 

 

 

La Situación del Mundo

 

¡Toma el timón y endereza el rumbo! Sindicatos por una transición justa”, Judith Prugh y Michael Renner, en La situación del mundo 2014, FUHEM Ecosocial / Icaria, 2014, pp. 337-349.

 

 

 

 

 

Reducir el horario laboral como vía hacia la sostenibilidad”, John de Graaf, en La situación del mundo 2010, FUHEM / Icaria, 2010, pp. 323-331.

 


Economía ¿colaborativa?

El nuevo número de la Revista PAPELES de Relaciones Ecosociales y Cambio Global titulado Economía ¿colaborativa? pretende ayudar a clarificar relacionadas con el tema, a través de la sección ESPECIAL que incluye seis artículos de diferentes especialistas donde se analiza el concepto de economía colaborativa en el marco del debate abierto sobre lo que son y sobre los efectos que tienen en distintos planos, así como sobre las formas en las que estas actividades deberían de regularse.

Santiago Álvarez Cantalapiedra, director del área Ecosocial de FUHEM y de la revista PAPELES analiza en la INTRODUCCIÓN el éxito que en sus orígenes tuvo la economía colaborativa, pues contaba con la ventaja de la novedad y la apariencia innovadora asociada al empleo de unas tecnologías de la información, que prometían ampliar de manera inusitada las capacidades de interacción entre las personas. Pero, sobre todo, ha contado con la ayuda inestimable de un potente discurso empeñado en convencernos de que nos encontramos ante una economía cargada de valores: la cooperación y la disposición a compartir recursos, tiempos y habilidades constituyen las piezas clave en un funcionamiento alternativo que nos va a permitir compatibilizar la igualdad con el fortalecimiento de la comunidad y el logro de la sostenibilidad.

Sin embargo, ¿es oro todo lo que reluce? ¿o su desarrollo está teniendo fuertes implicaciones sociales, principalmente sobre la desigualdad y la precarización?

El ENSAYO va dedicado a la transición política y los intelectuales en el pensamiento de Francisco Fernández Buey, tras el cual inauguramos aquí una nueva sección titulada RÉPLICAS en la que Ibán Díaz Parra realiza una crítica argumentada a un artículo J.P. Garnier publicado en el número 137 de esta revista titulado: “Gentrificación”: un concepto inadecuado para una temática ambigua.

En la sección ENTREVISTA conversamos con Juliet Schor sobre las plataformas digitales de la denominada economía colaborativa, y tratamos con Augusto Zamora cuestiones relativas a la situación política internacional.

PERISCOPIO recoge en primer lugar un artículo con las principales cifras sobre los niveles de endeudamiento, pobreza y desigualdad en España en los años posteriores a la crisis. Por otro lado el segundo artículo destaca la experiencia de lucha ZAD contra la instalación de un aeropuerto en la ciudad francesa de Nantes.

PANORAMA dedica un espacio a la reflexión sobre las dificultades psicosociales para iniciar una transición ecosocial capaz de fijar colectivamente el necesario cambio rumbo de la sociedad, a pesar de tener ya una información científica adecuada.

La revista se completa con la sección LIBROS.

A continuacón ofrecemos el Sumario del número completo:

SUMARIO

INTRODUCCIÓN. No hay economías sin colaboración y no todas son solidarias, Santiago Álvarez Cantalapiedra.

ENSAYO
La transición política y los intelectuales, en el pensamiento de Francisco Fernández Buey, Salvador López Arnal.

REPLICAS
Comentarios críticos al texto de Jean-Pierre Garnier “Gentrificación: un concepto inadecuado para una temática ambigua”, Ibán Díaz Parra.

ESPECIAL Economía colaborativa

¿Qué son las economías colaborativas?, Javier Gil.

¿Reactualizando la cooperación? Apuntes sobre continuidades e innovaciones entre cooperativismo y economía colaborativa, José Luis Fernández Casadevante (Kois) y Conchi Piñeiro.

Auge y caída de la economía colaborativa, Tom Slee.

Comunes digitales, nuevas lógicas de (auto)organización para la emancipación, Margarita Padilla García.

Propuestas de regulación para el desarrollo de la economía colaborativa, Alba Soriano Arnaz.

Economías políticas y futuro ambiental para la economía colaborativa, Koen Frenken.

PANORAMA

Cuatro décadas por delante y una tormenta en ciernes, Juanjo Álvarez.

PERISCOPIO

Endeudamiento, pobreza y desigualdad en la España post-crisis, Carlos Pereda.

La ZAD, ¿un nuevo modelo de lucha (exitoso) contra el desarrollismo?, Adrián Almazán Gómez y Helios Escalante Moreno.

ENTREVISTA

Entrevista a Juliet Schor sobre las plataformas de economía colaborativa, José Bellver.

Entrevista a Augusto Zamora sobre la situación política internacional, Salvador López Arnal.

LIBROS

Información y compras:

Tel.: +34 914310280

Email: publicaciones@fuhem.es

Puedes adquirir la revista PAPELES en nuestra librería virtual, o bien en tu librería habitual.


El 3 mayo, “Al salir del cole”, debatimos sobre innovación educativa en Montserrat

Organizada por FUHEM Educación, el próximo jueves 3 de mayo, a las 17 horas, tendrá lugar la séptima sesión de ”Al salir del cole”, un ciclo de ‘Diálogos y experiencias educativas’ donde debatimos a partir de la mirada experta y la visión de profesorado y alumnado de FUHEM. En esta ocasión, el tema elegido es: “Innovación educativa. La construcción de una escuela actual”.

De nuevo, salimos de Espacio Abierto FUHEM, y la sesión se celebrará en las instalaciones de uno de nuestros colegios, esta vez en Montserrat, concretamente, en el Salón de Actos del edificio situado en la calle José Martínez de Velasco, n º 1 (Metro Sainz de Baranda), en Madrid. La cita se celebrará a las 17 horas, con el fin de facilitar la presencia de alumnado, familias y profesorado. En esta misma línea, habrá servicio de cuidados para atender a los niños/as, de modo que sus familiares puedan asistir al acto.

Para abordar el tema elegido para esta sesión, contaremos con varias intervenciones iniciales que servirán de marco para el debate con el público. Los ponentes serán:

- Elena Martín, catedrática de Psicología de la Educación en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro del Consejo Asesor del Área Educativa de FUHEM.

- Manuel Agudo y Victoria Ruiz, profesores del Colegio Montserrat, coordinadores del proyecto AULAS ACTIVAS Sin muros.

- Vicente Leal, profesor del Colegio Lourdes, coordinador del proyecto "Nuestros espacios, nuestra vida".

- Sofía Martín, Olivia Medino y Daniela Moreno, alumnas de ESO del Colegio Montserrat.

Síguelo en nuestras redes sociales

Hemos creado un evento en Facebook desde el que puedes invitar a tus amigos y compartir esta actividad. Además, seguiremos el acto en directo a través de Twitter con el hastag #AlSalirDelCole, y lo grabaremos para que, si no puedes venir, puedas ver el debate más adelante, en nuestro canal de YouTube donde ya tenemos recopilados las ediciones anteriores de "Al salir del cole".

No lo olvidéis, anotad en vuestra agenda la sesión de “Al salir del cole” del próximo jueves, 3 de mayo, en el Colegio Montserrat. ¡Os esperamos!


Construyendo contrapoder desde la locura


Construyendo contrapoder desde la locura

Laura Flanders

En 4 de abril de 1967, el Dr. Martin Luther King Jr advirtió desde el púlpito de la Riverside Church en Nueva York que 'Una nación que año a año continua gastando más dinero en presupuesto militar que en programas sociales se acerca a la muerte espiritual'.

Para cambiar las cosas, dijo, “debemos experimentar, como nación, una revolución radical en nuestros valores”.

Es urgente que pasemos de ser una sociedad orientada a las objetos a una sociedad orientada a las personas. Mientras consideremos a las máquinas y los ordenadores, al afán de lucro y los derechos de propiedad más importantes que las personas será imposible la conquistar de los trillizos gigantes que son el racismo, el materialismo, y el militarismo.1

   “De alguna modo, esta locura debe cesar”, afirmó.

Cincuenta años después puede afirmarse que, desde el asesinato de King, EEUU está hoy en día más cerca de una ‘revolución de valores’ que en cualquier momento previo. Por lo menos, la magnitud del problema es ampliamente reconocida. No nos enfrentamos a un fallo en el sistema económico y político de los EEUU, sino con un problema sistémico: una locura.

Y no solo por quién ocupa hoy en día la Casa Blanca.

La enfermedad de los EEUU

No debemos confundirnos. No es la parte del discurso de King sobre los ‘trillizos del mal’ referida a la guerra la que ha cobrado mayor relevancia hoy en día. En 2017 bombas y drones estadounidenses mataron a gente, estando las tropas de los EEUU no solo en uno, sino en varios países: Afganistán, Irak, Somalia, Siria y Yemen. Las fuerzas especiales estadounidenses están presentes en un total de 76 países (lo que implica un gasto que asciende uno 5,6 billones de dólares)2 y el 39% de los países del globo están involucrados en la terrorífica ’guerra contra el terrorismo’ liderada por EEUU. A pesar de esto, si bien el movimiento Black Lives Matter y el Movement for Black Lives consiguieron llamar la atención sobre la militarización de la policía nacional y de las empresas de seguridad privadas, hoy en día el coste y el impacto de la economía de la guerra de los EEUU tiene un papel marginal en la agenda de los políticos estadounidenses, e incluso de los movimientos sociales. (La Convención de Mujeres celebrada en Chicago en 2017, por ejemplo, añadió una sola sesión sobre el militarismo en el último momento). Los primeros presupuestos del Pentágono de la era Trump, aprobados por unanimidad por los dos partidos políticos representados en el Congreso, aumentaron el presupuesto militar en 700.000 millones de dólares.3

   No, no es el militarismo. Lo realmente premonitorio del discurso de King es su referencia a la locura. Desde 1968, el número de ciudadanos estadounidenses que viven en la pobreza ha aumentado en un 60%. Los hombres en la franja de ingresos más alto viven de media 15 años más que los hombres en el tramo más bajo.4 La reforma tributaria republicana de 2017, el principal logro de Donald Trump, empeorará exponencialmente la desigualdad; pero lo cierto es que cuando ocho personas valen más que 3.800 millones de personas en el planeta, tal y como denuncia OXFAM,5 no hay reformas fiscales (ni nuevos presidentes) que puedan solucionarlo.
Por si fuera poco, para completar la idea de muerte espiritual mencionada por King, los grupos ecologistas avisan de una desintegración literal del planeta. Según la Ecological Foodprint Network, los seres humanos consumimos colectivamente 1,7 veces más de lo que es sostenible por el planeta en base a su capacidad regenerativa.6 Junto al conflicto armado (y acelerado por él), las sequías, inundaciones, incendios y el aumento del nivel del mar están provocando ya oleadas masivas de desesperadas personas refugiadas que son desplazadas de sus hogares. Y los ciudadanos estadounidenses sintieron en sus propio territorio el impacto en 2017, cuando tormentas e incendios devastaron comunidades a lo largo del continente y sumieron a Puerto Rico en una prolongada oscuridad.

Cuando las comunidades indígenas se plantaron ante la posibilidad de que un oleoducto propenso a las fugas atravesara territorio sagrado, las palabras de King resonaron en las suyas. Su preocupación, dijeron, no era una nación, o una región, o grupo, sino la supervivencia del mundo.

La unidad sin precedentes de las naciones indígenas en torno a Standing Rock se basó en “nuestro derecho moral y nuestra responsabilidad de proteger a la Madre Tierra en nombre de humanidad”, según declaró la organizadora indígena Judith LeBlanc.
Aunque parece haber sido todo un choque para los expertos televisivos de abultados salarios, la elección de un loco en 2016 no es un síntoma de un fallo en el funcionamiento de la democracia en los EE.UU. Está ampliamente aceptado que la elección de Donald Trump fue la consecuencia lógica del correcto funcionamiento de unos sistemas nacionales que socavan el proceso público de toma de decisiones para perpetuar la influencia de empresas que son consideradas demasiado grandes como para ser controladas.
La naturaleza sistémica del problema (en caso de que seas una persona pobre, y no un banco) no está limitada a determinadas etnias o regiones. La erosión de las condiciones laborales, el aumento repentino de la tasa de encarcelamiento a pesar del descenso de la tasa de criminalidad, así como los salarios precarios, la explosión de la deuda y de los procedimientos de insolvencia, el aumento de los precios de alquiler, la indigencia, el hambre y los problemas de salud... Mucho después de la Ley de Derechos Civiles de 1964, todas estas cuestiones estaban aún muy presentes en las vidas de muchas personas afroamericanas en los años 90, cuando empezaron a notarse los primeros efectos del neoliberalismo de Reagan. Y esta misma crisis alcanzó a la clase media blanca americana en 2008.

Conciencia de una crisis sistémica

Para las personas involucradas en la construcción de contrapoder, el décimo aniversario de la crisis financiera global (o Gran Recesión) tiene seguramente una mayor relevancia actual que las sublevaciones del 68. En los EEUU la década posterior al 2008 no ha sido testigo del surgimiento de los tipos de contrapoder que representan Syriza o Podemos. Los movimientos de resistencia no han mutado, aún, en partidos políticos con poder a nivel nacional. Pero sí vimos cómo millones de ciudadanos estadounidenses votaron a Bernie Sanders, un socialista declarado, y como de su campaña electoral surgía una movilización política llamada Our Revolution, que habla de socialismo.

Esto se debe, por lo menos en parte, a una toma de conciencia masiva en torno al capitalismo a lo largo de la última década, cortesía de la crisis 2008 y respaldada por fenómenos como Occupy Wall Street, Strike Debt y, antes de esto, las protestas contra el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, críticas con el capitalismo global. El debate ya no gira solo en torno a problemas económicos, sino en torno a sistemas económicos, una cuestión que ha sido tabú en los EEUU durante mucho tiempo. La importancia de esto no puede desdeñarse teniendo en cuenta que hace 50 años el país estaba plenamente sumido en la paranoia anticomunista.

En 2016 un 51% de ciudadanos estadounidenses con edades comprendidas entre los 18 y los 29 años afirmaron estar en contra del capitalismo en un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Harvard. Solo el 42% afirmaron apoyarlo. En octubre de 2017, las encuestas reflejaban que el 44% de los millennials estadounidenses preferirían vivir en un país socialista a vivir en uno capitalista.

En noviembre de 2017 las entradas para Capitalism: A Debate se agotaron en un día, y los ponentes de las revistas Jacobin y Reason (socialista y libertaria, respectivamente) se vieron obligados a encontrar un local más grande. Las entradas se volvieron a agotar, esta vez en ocho horas.

El público que llenó el salón de actos de la Cooper Union for the Advancement of Science and Art, con una capacidad para 960 personas, estaba compuesto en su gran mayoría por personas blancas y jóvenes que aún no habían terminado la secundaria cuando tuvo lugar el crash de 2008. Pero habían sido testigos de lo que hizo a sus familias y amigos; cómo trabajadores leales perdían sus pensiones, ahorros e hipotecas, y cómo, mientras los bancos eran rescatados, el Estado se negaba a mitigar las abultadas deudas en las que incurren los estudiantes universitarios para financiar sus estudios. El status quo no seduce con la misma facilidad a esta generación, que llegó a su mayoría de edad viendo cómo se estrellaba estrepitosamente. No están aferrados a la promesa del ’sueño americano’ capitalista que se les ofreció a sus padres, porque esta no parece ser una opción para ellos, ni siquiera disponer de espacio para ellos.

El entorno de Nelini Stamps, de 30 años, tiene poca fe en la economía tradicional o en el gobierno, y apuesta en su lugar por redes descentralizadas de autogestión para organizarse en su día a día, para ganarse la vida o para hacer llegar ayuda a la gente tras el huracán Sandy. "Pensaba que Occupy Wall Street era algo grande, pero la organización de base ha explotado desde entonces”, afirma Stamps, que trabaja hoy en día como coordinadora para el Working Families Party.

Construyendo contrapoder colectivo

Transformar esta nueva conciencia en poder político no es tarea fácil. La coordinadora sindical y autora Jane McAlevey afirma que uno de los efectos del ataque a los sindicatos es que les ha llevado a cambiar su estrategia y pasar "de una organización profunda a una movilización superficial” con muy poca capacidad operativa a nivel local.7

   "Hemos centrado nuestro trabajo en los derechos individuales, en lugar del progreso colectivo", dice. “Ganamos una batalla y nos vamos a casa, sin una mayor comprensión de lo que implica la gobernanza porque a penas la ejercemos”.

Partiendo de esto, incluso el simple hecho de debatir en torno al concepto de contrapoder, como cada vez más gente en los movimientos de izquierda está haciendo, inspirada por el auge de este tipo de movimientos en Europa o influenciada por las experiencias de inmigrante en América latina y Asia, es un avance. Como dice McAlevey,

“Hace demasiado que no hablamos de poder. Cómo funciona, cómo se construye, contra qué poder nos enfrentamos y qué poder ostentamos ya a nivel colectivo”.

En los últimos 50 años, el liberalismo estadounidense ha tendido hacia una definición bastante limitada. Determinadas por la necesidad de producir información e ’historias de éxito’ para los filántropos que las financian, las organizaciones progresistas sin ánimo de lucro han dedicado océanos de sudor y dinero a dar respuesta a necesidades sociales que van constantemente en aumento, a conseguir discretos cambios legislativos, o a defender logros puntuales. La experiencia de todos estos años ha dejado claro que, a pesar de su importancia, no hay campaña mediática, manifestación, ni defensa legal capaz de parar una locura que es sistémica. La población estadounidense es consciente de esto porque tiene pruebas de ello, no solo en la Casa Blanca, sino en sus propias vidas.

Entre los muchos nuevos movimientos sociales que están cobrando impulso en los últimos tiempos encontramos COSECHA, que lucha por una protección humana y permanente de las personas inmigrantes. El año empezó con una cantidad sin precedentes en el país de ciudadanos que salieron a la calle siguiendo los pasos de mujeres del color, queer y transgénero para manifestar su oposición a la investidura de un hombre al que muchas personas llaman el ‘depredador jefe’. A las masivas marchas de mujeres (organizadas también en docenas de otros países) le siguieron casi de inmediato la lucha codo a codo de ciudadanos y personas sin dicho estatus en contra las deportaciones y la prohibiciones de entrada al territorio que supuso la islamofóbica y racista Orden Ejecutiva 13769 del gobierno de Trump. Personas con discapacidad se interpusieron literalmente con sus cuerpos a los legisladores que estaban considerando la derogación de la (no realmente asequible) Affordable Health Care Act [Ley de Sanidad Asequible] del presidente Obama, conocida como ObamaCare. En elecciones locales, estatales y nacionales, demócratas progresistas y socialistas ganaron ante candidatos y cargos electos fanáticos y acomodados en sus cargos.

La información que transpiró justo días antes de las manifestaciones de supremacistas blancos en Charlottesville, Virginia, de que el FBI estaba siguiendo los movimientos de "extremistas de la identidad negra" en lugar de a racistas blancos, fue un escalofriante recordatorio de como el Estado ha tratado siempre de criminalizar y entorpecer el trabajo de los activistas por los derechos civiles, desde las Panteras Negras hasta el movimiento Black Lives Matter.8 Pero esto no ha conseguido parar ni a Black Lives Matter ni a grupos como COSECHA, que lucha por la protección humana y permanente de los inmigrantes.

En 2017 Repairers of the Breach, organización fundada por el reverendo William J. Barber y la doctora Liz Theoharis, lanzó una nueva Campaña de la Gente Pobre, siguiendo el modelo de King, que en 2018 llevará a cabo 40 días de acción directa, incluyendo desobediencia civil, a lo largo de 25 estados. Las expectativas son enormes, aunque no está aún claro si su visión ecuménica, pero estrechamente vinculada a la iglesia sureña será capaz de apelar a un norte dominado por el liberalismo, o si contará con el apoyo de suficientes sectores de la amplia infraestructura progresista que existe a lo largo del país.

Las redes descentralizadas han conseguido sacar a la gente a la calle en masa para manifestarse en contra de Trump, pero ha resultado mucho más difícil consensuar una plataforma común. "Ardo en deseos de un manifiesto", dice la coordinadora de Working Families, Stamp. Tras la campaña de Sanders, el grupo electoral que está ganando más visibilidad parece ser Socialistas Democráticos de América (Democratic Socialists of America, DSA), que cuenta entre sus filas con muchos activistas que son también miembros de Our Revolution. El DSA fue fundado en 1982. Entre noviembre de 2016 y febrero de 2017 el número de afiliados a esta organización, financiada a través de las cuotas que pagan sus miembros, aumentó en 10.000 nuevas afiliaciones, alcanzando los 32.000 miembros, y el promedio de edad se redujo de los 68 (en 2013) a los 33 años. Según una recuento reciente, su afiliados siguen siendo en un 90% blancos y en 75% varones. En cuanto a lo que entienden como socialismo, la organización se describe a sí misma como ’multitendencia’.

Los miembros de DSA obtuvieron buenos resultados en las elecciones del pasado noviembre, pasando de 20 a 35 cargos electos de entre sus filas. El triunfo más llamativo sucedió en Virginia, donde Lee Carter obtuvo un contundente 54% de los votos en una derrota aplastante de uno de los republicanos más poderosos del Estado, el azote republicano (también conocido como GOP, por Grand Old Party) de la cámara baja de la Asamblea General de Virginia.

Carter, un antiguo marine pelirrojo de treinta años, apenas había oído a hablar sobre socialismo cuando se presentó a las elecciones. (Dice que empezó a leer sobre el tema hace un año, inspirado por Bernie Sanders). Pero aprendió mucho sobre el partido demócrata en el proceso. Afirma que información confidencial sobre su campaña fue filtrada, que el partido le hizo el vacío cuando rechazó dinero de empresas privadas, y el periodista político Patrick Wilson tuiteó el día después de que su elección que "gente dentro del partido demócrata hubiera preferido que no escribiese sobre él. El partido, como los republicanos en Virginia, está estrechamente vinculado al monopolio de la energía, y Carter se plantó ante ello".

Los candidatos como Carter, que destacó por su autenticidad al desmarcarse, se beneficiaron de una unas elecciones inusualmente turbulentas, determinadas más por la identidad que por ideologías. Las “identidades progresistas” tendieron a ganar: tres meses después de Charlottesville, los ciudadanos de Virginia eligieron a un afroamericano como vicegobernador. Una mujer transgénero cuya campaña se centró en el tramo local del trazado de carreteras ganó ante un reaccionario que se centró en la regulación del acceso a los baños públicos, y fenómenos similares ocurrieron a lo largo y ancho de la nación.

En Alabama, el populista Randall Woodfin venció al alcalde en cargo de Birmingham y se convirtió a la edad de 36 años en el alcalde más joven de la ciudad desde 1893. Woodfin, que es afroamericano, fue ayudado por centenares de personas voluntarias que hicieron campaña puerta a puerta y por decenas de miles de mensajes para movilizar al electorado por parte de Our Revolution y el Working Families Party. No está claro qué grado de importancia tuvo la ideología en estos enfrentamientos respecto a la indignación y a la determinación de hacer frente al avance aterrador del Trump. Al jurar el cargo, Woodfin afirmó no tener ningún deseo específico con respecto al presupuesto anual, y que solo quiere que no sea ‘malgastado’.9

   Ante toda esta conmoción en torno a Trump, el instante, los nuevos grupos que han entrado en escena, o la nueva tecnología, es importante que no perdamos la perspectiva a largo plazo. En noviembre de 2017 demócratas y progresistas de todo tipo celebraron la derrota del republicano Roy Moore y la elección de un demócrata (Doug Jones) como gobernador de Alabama por primera vez en 35 años. Pero garantizar el derecho al voto de los ciudadanos negros en Alabama ha sido un trabajo de generaciones. Roy Moore fue derrotado en parte gracias al trabajo de 15 años del pastor Kenneth Glasgow, director de The Ordinary People's Society (TOPS), cuyo objetivo es la reintegración de exconvictos y de personas condenadas por delitos menores. Moore, un presunto pedófilo que alababa la esclavitud, perdió por tan solo 22.000 votos. Doug Jones necesito todos y cada uno de los 10.000 exconvictos que TOPS movilizó al voto.

Iniciativas de desarrollo comunitarias: contrapoder de facto

Con una menor cobertura mediática, hay otros tipos de contrapoder que han estado ganando impulso. Con un cariz menos ideológico y a veces explícitamente apolítico, hay comunidades que están respondiendo a la ’locura’ que ejemplifican sus centros urbanos muertos y la ruina democrática experimentando con toda una nueva gama de instituciones. Entre muchas de estas experiencias encontramos nuevos modelos cooperativos de pequeña empresa, huertos urbanos, empresas municipales, cesión en uso de terrenos públicos, la municipalización de la energía y de los sistemas de telecomunicaciones, así como formas híbridas de autogobierno.

Lo que estas comunidades están creando, sin apenas usar la palabra, es un cierto tipo de contrapoder de facto que está deshaciendo las desgastadas costuras de la camisa de fuerza que supone el actual modelo económico vertical, que prioriza el beneficio. Además, en el proceso de experimentar, en lugar de esperar a que los legisladores escuchen o lideren, la gente está experimentando lo que es trabajar, vivir, y ejercer ellos mismos su capacidad de liderazgo, juntos, de forma diferente.

Docenas de ciudades y pueblos, entre los que se encuentran Nueva York, Madison, Oakland y Rochester, se invierte dinero público en incubadoras de cooperativas de trabajo asociado. Las cooperativas son proyectos difíciles de consolidar, pero se sabe que reducen la pobreza y crean raíces locales. Con una baja barrera de entrada, los trabajadores propietarios pueden compartir los riesgos y las recompensas y tomar las decisiones en base al principio de un voto por persona. Las cooperativas también se comprometen a ayudarse mútuamente. En el 2017, la federación de cooperativas de trabajo asociado estadounidense creó un plan de seguro dental para sus miembros. Centros neurálgicos de cooperativas en Baltimore, Los Ángeles y otras ciudades están creando una red de financiación a nivel nacional para ayudar a empresas con problemas a obtener créditos de los grandes bancos.

Los estilos y las aspiraciones de estos experimentos difieren de un sitio a otro, al igual que sus índices del éxito. Lo que todos tienen en común (junto con los socialistas que aspiran a cargos públicos) es su intención de no abordar tan solo cuestiones concretas, sino de enfrentarse a los sistemas que concentran el poder, socavan nuestra democracia, y reducen la calidad de vida de la mayoría de los americanos.

En ocasiones, este tipo de experimentos permiten superar insólitas brechas políticas. Sullivan, un condado de Nueva York donde Trump ganó por mayoría, estaba sumido en un amargo debate sobre si aceptar o no el fracking hasta que sus residentes llegaron a un consenso en torno a la energía solar. Desde hace exactamente un año Heather Brown es la Coordinadora de Sostenibilidad de la recientemente creada Oficina de Sostenibilidad del condado. A mediados de 2018 el Condado de Sullivan obtendrá su energía limpia de una planta fotovoltaica local, y estará en camino de convertirse en su propio generador de energía.

"Los hechos se remontan al año 2008", dice Brown. “El precio de la factura de la luz, sobre la cual la gente no se había parado a pensar demasiado, empezó a descontrolarse, y la gente empezó a plantearse otras opciones". "No es una cuestión de izquierdas o de derechas", dice. “La gente vio una oportunidad para ahorrar algo de dinero, dejar de pagar facturas abultadas a grandes contaminadores, y hacer algo para su medioambiente, que entienden que es la clave del desarrollo futuro de la región”. El plan de sostenibilidad del condado, que incluye una transición total a la energía solar y la reducción radical de las emisiones, recibió el apoyo unánime de los nueve miembros de la junta del condado, con sendas mayorías demócratas y republicanas. Dick Riseling, principal activista en torno al tema, se ríe. "Generar nuestra propia energía es tan revolucionario como la bombilla".

La innovación tecnológica está tomando, a casi todos los niveles, una dirección contraria al monopolio. Riseling no pudo poner una mina de carbón en su jardín, pero sí construyó un molino de viento. Brown no pudo poner surtidores de gas en el aparcamiento del condado, pero puede instalar estaciones de carga de vehículos eléctricos. Y esto es justo lo que está haciendo.

El potencial democratizador de las nuevas tecnologías parece condenado a enfrentarse a la consolidación de las grandes concentraciones de poder. Internet es un buen ejemplo de ello. Tres cuartas partes del tráfico de la red, que en su día prometía la liberalización, diversificación y la descentralización de la comunicación, viaja hoy en día a través de tan solo dos portales: Facebook y Google. En la última década, el número de líneas aéreas estadounidenses se desplomó a la mitad. Cuatro líneas aéreas, cinco gigantes del sector de seguros médicos, tres cadenas farmacéuticas y cuatro compañías cárnicas controlan el mercado. Una sola compañía, Comcast, controla el suministro de más de la mitad de los abonados al cable y a Internet del país.

Contrapoder no es una palabra que Stacy Mitchell use a diario, pero como directora del Institute for Local Self Reliance es testigo de las luchas que genera por todas partes. “Cuando la gente me pregunta dónde está el movimiento antimonopolio de hoy yo les digo que hay uno, y que está a nivel local”, dice. Cada vez más gente quiere su propia energía, por cuestiones de sostenibilidad y por cuestiones relativas al proceso de toma de decisiones. “Se pueden construir alternativas a pequeña escala”, dice Mitchell, "pero tarde o temprano chocan contra un muro: barreras relacionadas con la legislación".

Lilian Salerno es una persona entre los escasos demócratas que concurrirá con una plataforma explícitamente antimonopolio en 2019. Salerno dedicó años a desarrollar una aguja para jeringuillas que no supusiera un riesgo para los profesionales de la enfermería, pero cuando intentó venderla a los hospitales descubrió que estos estaban atados contractualmente a un enorme monopolio nacional. Recientemente anunció su candidatura para el 32º distrito del Congreso de Tejas, ocupado durante los últimos once mandatos por el republicano Pete Sessions. Situado en lo suburbios de Dallas, es uno de los muchos distritos en los que Clinton ganó inesperadamente a Trump, pero que los demócratas no disputaron en las elecciones al Congreso. "No puedes ganar si no lo intentas", defienden candidatos como Salerno.

Trasladar las iniciativas locales a un nivel nacional va a ser una ardua lucha. No parece que al establishment del partido demócrata le apetezca demasiado llevarlas al siguiente nivel. Lidiar con los monopolios y acabar con los mercados verticalmente integrados fueron cuestiones que recibieron más atención por parte del partido en 2016 (principalmente debido a la senadora demócrata Elizabeth Warren) que en 2017. Por lo menos 16 senadores demócratas, incluidos la mayoría de potenciales candidatos del partido a la presidencia en 2020 apoyaron una reforma orientada a la universalización de la cobertura sanitaria propuesta por el senador Bernie Sanders en septiembre de 2017. Pero un mes después, el nuevo presidente del Comité Nacional Demócrata, avalado por Clinton, destituyó a delegados clave de Sanders en los importantes comités ejecutivos y de nuevo reglamento, levantando rumores de purga.

En todo el planeta, los hombres se están rebelando contra los viejos sistemas de explotación y opresión, y de las entrañas de un frágil mundo están naciendo nuevos sistemas de justicia e igualdad", - Martin Luther King, "Más allá de Vietnam", en Riverside Church.

Conectando iniciativas locales con un contrapoder antisistema

Hoy en día los ejemplos más esperanzadores de contrapoder en EEUU están intentando hacer varias cosas a la vez: anclar el poder político en una infraestructura independiente y progresista, usar el mandato público para educar a la gente sobre sus opciones y, simultáneamente, democratizar la economía.

Richmond está situada al otro lado de la bahía de San Francisco, a la sombra de una enorme planta de Chevron, tanto política como ambientalmente. Durante años, el ayuntamiento estuvo en manos de lacayos de la Chevron. Gayle McLaughlin fue miembro fundador de Richmond Progressive Alliance (RPA) en 2003, una plataforma de proveedores de servicio progresistas a nivel local y de grupos de activistas con un interés común en la presentación de candidatos al margen de la interferencia de grandes empresas.

McLaughlin, con un largo historial como activista, pero sin experiencia política previa, dice que le pidieron que se presentara y obtuvo un escaño en el consejo de laciudad el año siguiente. En 2006 fue elegida alcaldesa y posteriormente reelegida una vez más. Cuando terminó su mandato, la ciudad había reducido la tasa de homicidios en un 75%, el sueldo mínimo se había doblado y había forzado a Chevron a pagar impuestos locales más altos y enormes multas debido a un incendio en la planta que había provocado emisiones tóxicas que habían llegado a algunos barrios de la ciudad.

McLaughlin llamó la atención nacional durante la crisis de las hipotecas cuando amenazó públicamente con utilizar el derecho a expropiar del gobierno municipal para comprar (a precio de saldo) las hiperinfladas hipotecas que grandes bancos ostentaban sobre propiedades embargadas de la zona. Era el tipo de amenaza audaz que solo una alcaldesa con una base consolidada puede atreverse a hacer. McLaughlin tenía esa base, en la Alliance.

Como demostración de lo muy seriamente que se tomaron la amenaza, Chevron dilapidó en el 2014, 3 millones de dólares en candidatos que se enfrentaron a la RPA. Perdieron. Mientras la primera empresa personal de la nación (Trump) era elegida presidente, Richmond eligió en noviembre de 2016 a candidatos libres de injerencias empresariales para ocupar cinco de los siete escaños en el Ayuntamiento. Una mayoría absoluta. "En 15 años hemos cambiado por completo el carácter del ayuntamiento", dice McLaughlin.
La clave de su éxito, dice, es la apertura de las reuniones del consejo para desarrollar la agenda a nivel comunitario, los voluntarios, el papel de activistas no remunerados en la campaña, la organización cara a cara, la rendición pública de cuentas y unas políticas de cambio. "Hablamos de democracia en nuestras elecciones, pero también necesitamos democracia en el lugar de trabajo", dice McLaughlin.

En 2018 va a presentarse a las elecciones de vicegobernadora de California, posición en la que imagina que podrá continuar abogando, como siempre ha hecho, por una banca pública, las cooperativas de trabajo, la cesión en uso y un sistema de salud pública. Aunque lo que más le motiva es la oportunidad de hacer campaña y contarle a la gente de todo el Estado sobre el modelo de contrapoder de dentro hacia fuera de Richmond. El sistema electoral independiente de California implica que puede recibir el respaldo de gente de todas las tendencias políticas -demócratas, verdes, Our Revolution, o DSA-. McLaughlin tiene intención de visitar a cada uno de ellos. "Tener esa voz a nivel nacional [la campaña de Bernie Sanders] ayudó a abrir un espacio", dice, “pero lo nacional sin lo local, o lo local sin el movimiento, no es democracia”.

Al otro lado del país, en Jackson, Mississippi, Kali Akuno también habla de la función pública como una plataforma para la organización. Con raíces en el movimiento por la autodeterminación negra (el movimiento de base liderado por Malcolm X), Akuno era el jefe de personal del abogado radical Chokwe Lumumba cuando fue elegido alcalde de Jackson en 2013. Ahora está al servicio del hijo de Lumumba, Chokwe Antar Lumumba, que fue elegido poco después de que su padre muriera tras pocos y duros meses en el cargo. "Nos fijamos mucho en lo que ocurrió en Grecia, en cómo un movimiento social radical fue parado por la Troika. Creo que es parecido a lo que ocurre hoy en Jackson, con los neoconfederados castigándonos por elegir a Chokwe', dice Akuno.

Lumumba, padre e hijo, deben sus elecciones a la People's Assembly, un foro de educación pública y toma de decisiones que se inspira en la tradición activista afroamericana impregnada de una urgencia contemporánea. Las asambleas locales y regionales prosperaron en respuesta a la incapacidad del gobierno para responder al huracán Katrina.

Esta primavera, las asambleas están formando a la ciudadanía de Jackson sobre 'presupuestos con perspectiva de los derechos humanos' en preparación para una elaboración participativa de los presupuestos municipales. El primer alcalde Lumumba ya promovió la contratación pública local, es decir, primando negocios de propiedad negra. Para dar apoyo a más negocios de ese tipo, el Plan Jackson tiene previsto invertir en incubadoras de cooperativas y en la economía solidaria.

Akuno reconoce que el alcalde Lumumba carece del tipo de poder político o económico consolidado del que gozan los herederos del capitalismo de plantación (esclavista), pero lo cierto es que tiene el poder que le otorga el apoyo popular de una población mayoritariamente afroamericana. La pobreza extrema, el desahucio y la falta de atención a sus problemas que sufren los habitantes negros de Jackson (sin mencionar la violencia a los que se les somete) les hace recelar del status quo y estar abiertos a la innovación radical.

Akuno sabe que Lumumba no puede reescribir la Constitución, como hizo el CNA tras el apartheid. “Tenemos que lograr que todas las decisiones clave sean decisiones de masas, con foros públicos en el consejo municipal, asambleas públicas y medios de comunicación públicos”

“No hay nada, excepto un trágico deseo de morir, que nos impida reordenar nuestras prioridades. No hay nada que nos impida moldear con manos magulladas al recalcitrante statu quo hasta que lo hayamos convertido en una hermandad", dijo King en su discurso "Más allá de Vietnam" en la Riverside Church.

Pasar del contrapoder a un poder transformador

Nos encontramos al inicio de un nuevo momento espléndido, y los progresistas podrían distraerse con facilidad. A las manos magulladas de King les quedan aún muchos golpes por recibir. En un momento en el que cada vez más ciudadanos estadounidenses pasan a engrosar las filas de una clase obrera precaria, los sindicatos están perdiendo afiliados y peso, así como la capacidad que tenían en el pasado de movilizar a sus miembros a través de la educación política. A pesar de que cada vez más personas están expresando su interés en el socialismo, la municipalización de la energía o los procesos de toma de decisiones colectivos, el poder monopólico es masivo y se encuentra firmemente instalado en manos de las personas que se benefician de él, enormemente bien armadas (tanto política como literalmente).

Aun así, el simple hecho de que haya tanto en juego, desde la economía hasta la seguridad, pasando por nuestra democracia, hace que sea inevitable un reordenamiento.

Los líderes visionarios como Akuno y McLaughlin no idealizan lo local. Akuno no quiere contraponerse al poder; quiere transformarlo. Por el momento, el alcalde Lumumba está decidido a hacer de Jackson "la ciudad más radical de la nación". Un experimento en el vientre de la bestia, ya que si Jackson consigue aumentar la renta y elevar los espíritus, su ejemplo municipal puede convertirse en una ciudad radical “en lo alto de la colina”. Ronald Reagan utilizó con mucho éxito esta vieja metáfora bíblica para abrir la puerta al neoliberalismo. Los revolucionarios estadounidenses están en todo su derecho de reclamar su turno.

Diez años después de la Gran Recesión de 2008, la cuestión de la visión de futuro sigue abierta. Han surgido muchos manifiestos. Y también muchas contradicciones.

Como alcalde de Burlington, en Vermont, Bernie Sanders puso en marcha muchas de las estructuras innovadoras ahora asociadas a la ’nueva economía’. La contratación pública a nivel local, la conservación de tierras ’comunitarias’ y las inversiones en la conservación del terreno y en negocios locales en manos de trabajadores, mujeres y minorías. Todo esto son medidas de Sanders, que apenas mencionó en su campaña nacional. En su lugar, se centró en la regulación del Gobierno Federal para contener los intereses empresariales.

En la visión socialista del futuro, ¿debemos desmantelar los negocios y bancos ’demasiado grandes para caer’, como defiende Stacey Mitchell, o nacionalizarlos o regularlos al nivel nacional, como preferirían los miembros de Our Revolution o DSA?

¿Qué relación tiene el contrapoder en EEUU con el poder militar estadounidense? Y, ¿cómo concibe el movimiento de resistencia de hoy en día, profundamente centrado en lo local, el papel de los EEUU en un mundo futuro? ¿Qué caminos deben tomarse para conseguirlo?

A principios de 2018 actrices famosas invitaron a activistas como sus acompañantes en la ceremonia de los Globos de Oro, con una gran cobertura mediática. De este modo, la campaña Times Up, con base en Hollywood, mostraba su intención de trabajar con mujeres de todo tipo de clases socioeconómicas para abordar el problema del sexismo y la violencia sexual en el lugar de trabajo. Un auténtico movimiento antipatriarcal, multiracial, interclasista y con una amplia repercusión mediática puede construir un poder capaz de aspirar a provocar un cambio cultural.

Pero como bien recordó una de las activistas que participaron, la portorriqueña Rosa Clemente (antigua candidata a la vicepresidencia de EEUU por el Partido Verde), la mayoría de portorriqueños no tenían como ver el espectáculo, ya que meses después del huracán María la mayoría de la población en territorio estadounidense todavía carecía de suministro eléctrico.

En 1967, King describió su discurso en Riverside como una sencilla llamada a la gente a amarse unos a otros, "... a la fraternidad universal, que eleve nuestros intereses vecinales más allá de la propia tribu, raza, clase o nación".

King no tenía ningún manual claramente definido para acabar con la locura, de ahí a que usara la expresión ’de alguna modo’ como comodín. Tras el mayo del 68, la derecha estadounidense se alió con el patriarcado blanco, evangélico, neoconfederal y neoliberal, promoviendo una imagen de la nación en la que se suponía que los intereses de las empresas y los ricos eran los intereses de todos. Los demócratas apenas ofrecieron alternativas.

Diez años después de la Gran Recesión y tras un año bajo el mandato de Trump, está claro que King tenía razón. Es sencillamente imposible servir a los intereses de los ricos y acomodados sin hacer de la vida de los pobres un infierno. Especialmente, mientras se emprenden costosas guerras contra ideas y otras naciones. Siguen existiendo seductoras ventajas vinculadas a la identidad blanca en la América post-Jim Crow, pero tienen el tiempo contado, dado al cambio demográfico que está teniendo lugar.

La izquierda y los progresistas estadounidense tienen la oportunidad de reivindicar sus valores como una visión de futuro para la nación, y de ir más allá del contrapoder para reapropiarse del poder; y es algo que ya están haciendo. Los elementos definitorios de una nueva concepción del poder están emergiendo ya entre los movimientos sociales críticos con el sistema y las iniciativas de base que buscan con la autogestión y la economía solidaria alcanzar objetivos de prosperidad y seguridad.

Nuevas ciudades están intentando crecer en ‘lo alto de las colinas’. Con cada fragmento de organización en torno a la energía compartida, los “comunes” y la cooperación los izquierdistas seculares se acercan cada vez más no solo a medirse con el gobierno, sino también a las palabras de King sobre (¡puaj!) amor y fraternidad. Una buena aportación de los próximos años sería incluir a personas de todos los géneros en la imagen de fraternidad mundial futura.

 

Traducción: Marta Cazorla

Este artículo forma parte del informe Estado del poder 2018, editado en castellano por Transnational Institute (TNI) y FUHEM Ecosocial

1. Martin Luther King (1967), discurso Beyond Vietnam, https://kinginstitute.stanford.edu/encyclopedia/beyond-vietnam.

2. Engelhardt, Tom (2018), ‘Seeing Our Wars for the First Time’, Tom Dispatch, 4 de enero.

http://www.tomdispatch.com/post/176369/tomgram%3A_engelhardt%2C_seeing_our_wars_for_the_first_time/#more

3. Stolberg, Sheryl Gay (2017) ‘Senate Passes $700 Billion Pentagon Bill, More Money Than Trump Sought’, The New York Times. Disponible en: https://www.nytimes.com/2017/09/18/us/politics/senate-pentagon-spending-bill.html?_r=0

4. IPS/Campaña a favor de los pobres (2017), The Souls of Poor Folk: A Preliminary Report,
https://poorpeoplescampaign.org/wp-content/uploads/2017/12/PPC-Report-Draft-1.pdf

5. Oxfam (2017). Just 8 men own same wealth as half the world. [en línea]. Disponible en:
https://www.oxfam.org/en/pressroom/pressreleases/2017-01-16/just-8-men-own-same-wealth-half-world (Acceso: 13 de febrero de 2018).

6. http://www.footprintnetwork.org/

7. McAlevey, Jane (2016) No Shortcuts. Oxford & New York: Oxford University Press, p. 2.

8. Levin, S. (2018). "FBI terrorism unit says ‘black identity extremists’ pose a violent threat". The Guardian.
https://www.theguardian.com/us-news/2017/oct/06/fbi-black-identity-extremists-racial-profiling

9. Edgemon, E. (2017). ‘This is a new day at city hall’: Randall Woodfin sworn in as Brimingham mayor. AL.COM. [en línea]. Disponible en: https://www.al.com/news/birmingham/index.ssf/2017/11/this_is_a_new_day_at_city_hall.html (Acceso: 13 de febrero de 2018).

SOBRE LA AUTORA

Escritora superventas y presentadora, Laura Flanders entrevista a personas visionarias sobre las cuestiones claves de nuestro tiempo en “The Laura Flanders Show”, donde, en sus palabras, “la gente que afirma que no se puede tomar asiento para escuchar a las personas que lo están haciendo”. Flanders ha publicado seis libros entre los que se encuentran BUSHWOMEN: Tales of a Cynical Species (Verso, 2004) y Blue GRIT: Making Improbable, Impossible, Inspirational Change in America (Penguin Press HC, 2007).


Los pueblos en defensa de la vida y el territorio

 

Los pueblos en defensa de la vida y el territorio: Contrapoder y autodefensa en América Latina
Raúl Zibechi

En muchas regiones de América Latina los Estados nacionales no protegen a sus ciudadanos, en particular a los sectores populares, indios, negros y mestizos, quienes están desprotegidos ante la violencia del narcotráfico, de las bandas criminales, de los guardias privados de las empresas multinacionales y, aunque parezca paradójico, de las propias instituciones armadas del Estado, como la policía y las fuerzas armadas.

   Las múltiples masacres que se suceden en México, como la de 43 estudiantes en Ayotzinapa en setiembre de 2014, no son una excepción, como no lo es la impunidad de más de 30 000 desaparecidos y 200 000 muertos desde que el Estado declarara la “guerra contra el narcotráfico” en 2007.1 Con algunas diferencias, lo que sucede en México se repite en la mayoría de los países de la región. En Brasil mueren de forma violenta 60 000 personas cada año; el 70 % de ellas son afrodescendientes, que en su mayoría son jóvenes pobres.2

   Ante el panorama de violencias que ponen en riesgo la vida de las poblaciones más vulnerables, algunos de los sectores afectados han decidido crear formas de autodefensa y contrapoderes. En un comienzo, son formas defensivas, pero con su desarrollo consiguen establecer verdaderos poderes paralelos al Estado.

   Las autodefensas son decisivas para la formación de poderes diferentes a los hegemónicos, centrados en las instituciones estatales, porque son poderes anclados en las prácticas comunitarias. Sin embargo, debemos ir más al fondo, con mayor detalle, para poder desentrañar de qué se trata esta nueva tendencia de los movimientos sociales en América Latina.

   La lógica estatal y la lógica comunitaria son opuestas, antagónicas. La primera descansa en el monopolio de la fuerza legítima en un determinado territorio y en su administración a través de una burocracia civil y militar permanente, no elegible, que se reproduce, y es controlada por ella misma. La burocracia le otorga estabilidad al Estado, ya que permanece inalterable aún cuando se producen cambios de gobierno. Transformarla desde dentro es muy difícil y supone procesos de larga duración. En América Latina se agrega otro factor que hace aún mas difícil cambiarlas: las burocracias estatales son creaciones coloniales, cuyo personal es reclutado entre las elites blancas, educadas y masculinas en países donde la población es mayoritariamente negra, india y mestiza.

   La lógica comunitaria está basada en la rotación de tareas y funciones entre todos los miembros de la comunidad, cuya máxima autoridad es la asamblea. En este sentido, la asamblea como espacio/tiempo para la toma de decisiones debe considerarse un “bien común”. Sin embargo, no considero la comunidad como una institución, sino como relaciones sociales que se despliegan en un espacio o territorio determinado.

   En una mirada centrada en los vínculos, no podemos reducir lo común a las hectáreas de propiedad colectiva, a los edificios y a las autoridades elegidas en asambleas que pueden ser manejadas por caudillos o burócratas. Podemos considerar que existe una comunidad como institución y otra como vínculo social, y que esta diferencia es muy importante para la cuestión del poder. En el análisis que propongo, el corazón de la comunidad no está en la propiedad común (aunque esa propiedad seguirá siendo importante), sino en los trabajos colectivos o comunitarios que reciben los más variados nombres: minga, tequio, gauchada, guelaguetza, y que no deben reducirse a las formas de cooperación institucionalizadas en las comunidades tradicionales.3

   Los trabajos colectivos son el sustento de lo común y la verdadera base material que produce y reproduce la existencia de comunidades vivas, con relaciones de reciprocidad y ayuda mutua diferentes a las relaciones jerárquicas e individualizadas propias de las instituciones estatales. La comunidad se mantiene viva no por la propiedad común sino por los trabajos colectivos que son un hacer creativo, que re-crean y afirman la comunidad en su vida cotidiana. Esos trabajos colectivos son el modo como los comuneros y comuneras hacen comunidad, como forma de expresar relaciones sociales diferentes a las hegemónicas.

   En su trabajo sociológico, la comunera maya guatemalteca Gladys Tzul asegura que en la sociedad basada en los trabajos comunales no hay separación entre el ámbito de la sociedad doméstica, que organiza la reproducción, y la sociedad política, que organiza la vida pública, sino que ambas se sustentan y alimentan mutuamente. En las comunidades rige la complementariedad entre los dos ámbitos a través del gobierno comunal. “El gobierno comunal indígena es la organización política para garantizar la reproducción de la vida en las comunidades, donde el trabajo comunal es el piso fundamental donde descansa y se produce esos sistemas de gobierno comunal y donde se juega la participación plena de todos y todas”.4

   Los trabajos colectivos los encontramos en todas las acciones de la comunidad; son los que permiten reproducir no solo los bienes materiales, sino la comunidad como tal, desde la asamblea y la fiesta hasta la contención del dolor a través de los duelos y los entierros, y también permiten coordinar alianzas con otras comunidades. Las luchas de resistencia que aseguran la reproducción de la vida comunal están ancladas también en los trabajos colectivos.

   El colocar el acento en la multiplicidad de trabajos colectivos nos permite abordar la cuestión del poder y del contrapoder desde otro lugar. En primer término, ni uno ni otro son instituciones, sino relaciones sociales. En segundo, al ser relaciones sociales, pueden ser producidas por cualquier sujeto colectivo en cualquier espacio, porque se separan de la comunidad, de las relaciones propiedad y de sus autoridades para reaparecer allí donde los sujetos o movimientos realicen ese tipo de prácticas inspiradas en lo comunitario, aunque no sean comunidades.

   En tercer lugar, al poner el foco en las relaciones sociales, podemos acercarnos a los flujos de poder, a los cambios en las relaciones de fuerzas y, en el caso de los movimientos sociales, a los ciclos de nacimiento, madurez y declive que son inherentes a la lógica social colectiva. De ese modo, no caeremos en la tentación de considerar como poderes a instituciones que son en realidad eslabones de la maquinaria estatal, como sucede, por ejemplo, con los consejos comunales en Venezuela.

   En este caso, los consejos comunales dependen del financiamiento estatal y funcionan en clave burocrática, forman parte de la estructura organizativa del Estado y lo afianzan pero no lo trascienden, y con el paso del tiempo registran una creciente homogeneización y pérdida de independencia. Aunque en Venezuela existe una fuerte cultura igualitarista en los barrios populares, donde la horizontalidad y la ausencia de jerarquías son cultura, concluye que las contradicciones entre base y vértice se han resuelto con el predominio de las direcciones que han acotado y controlado los espacios de igualitarismo.5

   Un grave problema para la emancipación es que en todas las culturas existen rasgos más menos potentes de cultura jerárquica, alimentada por las relaciones patriarcales y machistas. También en las comunidades indígenas y en los espacios de afrodescendientes, donde el caudillismo, el personalismo y el paternalismo se reproducen de forma casi “natural”. Por eso creo que es importante hacer hincapié en los vínculos sociales que se expresan en los “trabajos colectivos”, en un sentido amplio, desde la asamblea hasta la fiesta. Es en el trabajo vivo y creativo donde hay alguna posibilidad de modificar culturas y modos de hacer, no en las instituciones establecidas que funcionan en base a inercias que reproducen las opresiones.

   Los contrapoderes son, en los hechos, trabajos colectivos que encaran las comunidades, tanto las rurales como las urbanas, para defenderse de poderes superiores que ponen en riesgo su sobrevivencia. En los ejemplos que describiremos a continuación, aparece un puñado de experiencias donde se despliegan poderes antiestatales que tienen en común el ser controlados por colectivos populares (o comunidades).

   Es importante destacar que en las ciudades (como Cherán y México DF), los contrapoderes están insertos en movimientos sociales territorializados que controlan espacios comunes y, por lo tanto, necesitan defenderlos. En este punto, existen muchas similitudes entre lo que sucede en una comunidad indígena rural y un sector popular de una periferia urbana. La vida colectiva de ambos está siendo cuestionada por dos variantes del modelo extractivista (acumulación por desposesión): represas hidroeléctricas y minería a cielo abierto, en el caso rural, y especulación inmobiliaria o gentrificación, en las ciudades.

La defensa de la vida y la comunidad

Las multicolores movilizaciones del pueblo nasa, en las montañas del Cauca colombiano, se realizan con un cordón de guardias que se colocan delante y a los costados, formados en línea, protegiendo a los comuneros y comuneras, disciplinados y “armados” con bastones de mando, palos de madera con los símbolos ancestrales. La protección y defensa de las comunidades es el objetivo de la Guardia Indígena, que se considera a sí misma como una instancia de educación y formación política.

   Todos los años se realiza un acto de graduación de cientos de guardias en el norte del Cauca (sur de Colombia): hombres, mujeres y jóvenes entre 12 y 50 años, que participaron en la Escuela de Formación Política y Organizativa donde se capacitan en derechos humanos y en la “ley originaria” para ejercer sus tareas. La graduación es un acto de hondo contenido místico que sucede en un centro de armonización, orientado por los ancianos sabios de las comunidades, junto a catedráticos universitarios y defensores de los derechos humanos

   La estructura de la Guardia Indígena es sencilla y muestra de qué se trata esta organización: cada vereda (comunidad) elige en asamblea diez guardias y un coordinador. Luego se elige un coordinador por resguardo (territorio indígena) y otro para toda la región. En la región Norte del Cauca hay 3500 guardias indígenas correspondientes a 18 cabildos (autoridades elegidas en los resguardos).

   “No tenemos nada que ver con una policía, somos formadores de organización, somos protección de la comunidad y defensa de la vida sin involucrarnos en la guerra”, explica uno de los coordinadores de la Guardia Indígena.6 La participación en la guardia es voluntaria y no remunerada, los vecinos de la vereda y las autoridades colaboran en el mantenimiento de la huerta familiar de cada guardia elegido y en ocasiones hacen mingas (trabajo colectivo) para sembrar y cosechar.

   Los guardias son evaluados una vez al año y pueden ser mantenidos en la tarea o sustituidos por otros, porque la organización se asienta en la rotación de todos sus miembros. La justicia comunitaria –que es la tarea central de la Guardia Indígena– busca recuperar la armonía y los equilibrios internos, basada en la cosmovisión y la cultura nasa, y se diferencia de la justicia estatal que separa y encarcela a los que delinquen. La guardia defiende el territorio de los militares, paramilitares y guerrilleros que han asesinado y secuestrado a cientos de comuneros durante la guerra. En los últimos años también protegen el territorio de las multinacionales mineras que contaminan y desplazan poblaciones.

   Además de fomentar la formación y la organización de las comunidades, los guardias alientan la soberanía alimentaria, impulsan huertas comunitarias y asambleas de reflexión sobre el “derecho propio”, como denominan a la justicia comunitaria. Cada seis meses los guardias participan en rituales de armonización, orientados por los médicos tradicionales como forma de “limpieza” individual y colectiva.

   La resistencia pacífica es una de las señas de identidad de la Guardia Indígena. En varias ocasiones se han concentrado cientos de guardias, convocados por los silbatos tradicionales, para rescatar a un prisionero secuestrado por los narco-paramilitares o la guerrilla. Hacen valer el peso de la cantidad de guardias disciplinados y su determinación para conseguir liberar a los secuestrados sin violencia. En ocasiones también han hecho frente a las fuerzas armadas del Estado.7

   En el año 2004, la Guardia Indígena recibió el Premio Nacional de Paz que entrega anualmente un conjunto de instituciones, entre ellas Naciones Unidas y la Fundación Friedrich Ebert. La guardia se ha convertido en un referente para otros pueblos, como los afrodescendientes, y también para campesinos y sectores populares que sufren violencia estatal o privada.

Autodefensa y movimientos sociales

El ejemplo de la Guardia Indígena no es una excepción. Buena parte de los movimientos latinoamericanos se han dotado de formas de autodefensa para la protección de las comunidades y sus territorios. El reciente avance del extractivismo, con sus emprendimientos mineros, de monocultivos y obras de infraestructura, está siendo respondido por los pueblos, que en algunos casos establecen formas de control territorial en base a grupos que son controlados por las comunidades.

   Para explicar qué son las autodefensas y qué relaciones tienen con los contrapoderes, voy a describir brevemente cuatro casos, que se complementan con el ya mencionado de la Guardia Indígena del sur de Colombia: las rondas campesinas de Perú, la Policía Comunitaria de Guerrero, y dos experiencias urbanas, las fogatas de Cherán y las brigadas de la Comunidad Habitacional Acapatzingo en la Ciudad de México.

Rondas campesinas, Perú

En la década de 1970, en las áreas rurales remotas de Perú no había prácticamente Estado y los campesinos estaban desprotegidos ante los ladrones de ganado. Se trataba de comunidades muy pobres y frágiles, ganaderas y de altura, a las que cualquier robo puede desorganizar su economía de subsistencia.

   En asambleas decidieron hacer rondas de noche, para vigilar a los ladrones de ganado y encargarse de la seguridad de las comunidades. Las rondas campesinas se instalaron primero como rondas nocturnas rotativas entre todos los vecinos de las comunidades, pero luego empezaron a realizar obras a favor de la comunidad (caminos y escuelas, entre otras) y más tarde empezaron a impartir justicia, actuando como poderes locales.8

   Las rondas se reactivaron en Cajamarca, norte del Perú, contra el proyecto minero aurífero Conga, para evitar la contaminación de sus fuentes de agua de las que depende la agricultura familiar. Decidieron nombrarse Guardianes de las Lagunas porque acampan a 4000 metros de altura, en zonas inhóspitas, donde vive muy poca gente, para vigilar, para ser testigos y resistir la presencia de las multinacionales


Policía Comunitaria de Guerrero, México

La Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Policía Comunitaria (CRAC-PC) nace en 1995 en contextos indígenas para defenderse de la criminalidad. La conforman inicialmente 28 comunidades, que consiguen reducir los índices delictivos en un 90 al 95 %.

   Al principio, entregaban a los delincuentes al Ministerio Público, pero al ver que eran liberados en horas, una asamblea regional decidió en 1998 crear las Casas de Justicia, donde el acusado puede defenderse en su lengua, sin pagar abogados ni multas, ya que la justicia comunitaria busca la “reeducación” del condenado y en el juicio se busca llegar a acuerdos y conciliar las partes, involucrando a familiares y autoridades de las comunidades.

   La “reeducación” del culpable consiste en trabajar sirviendo a la comunidad, porque esta justicia no tiene carácter punitivo, sino que busca la transformación del individuo bajo supervisión y seguimiento de las comunidades. La máxima autoridad de la CRAC-PC es la asamblea abierta en las localidades pertenecientes a la Policía Comunitaria. Las asambleas “nombran los coordinadores y comandantes, así como pueden destituirlos si son acusados de no cumplir con su deber; además, se toman decisiones relacionadas con la impartición de justicia en casos difíciles y delicados, o con asuntos importantes que atañen a la organización”.9 La CRAC-PC nunca ha generado una estructura de mando vertical y centralizada, mostrando que funcionan como poderes diferentes a los estatales que nombramos como autoridades comunitarias.

   A partir de 2011 la experiencia de la Policía Comunitaria se expandió notablemente en el estado de Guerrero y en el conjunto del país, al profundizarse la violencia estatal y del narcotráfico contra los pueblos y la deslegitimación de los aparatos estatales. En 2013 se produce un enorme salto que hizo que los grupos de autodefensa estuvieran presentes en 46 de los 81 municipios de Guerrero y que involucraran a unos 20 000 ciudadanos armados.

   Deben señalarse las diferencias entre policías comunitarias y autodefensas. Estas últimas son grupos de ciudadanos que se arman para defenderse de la delincuencia, pero a diferencia de las primeras, sus miembros no son nombrados por sus pueblos ni les rinden cuentas de sus acciones, carecen de reglamentos y principios de funcionamiento. Sin embargo, su notable expansión se debe al crecimiento de las autodefensas indígenas impulsadas por el levantamiento zapatista de 1994 y reconocidas por el Manifiesto de Ostula de 2009, aprobado por pueblos y comunidades indígenas de nueve estados en la 25ª asamblea del Congreso Nacional Indígena (CNI), que reivindicó el derecho a la autodefensa.10

Fogatas de Cherán, México

Cherán es una pequeña ciudad de 15 000 habitantes en el estado de Michoacán, cuya población son mayoritariamente indígenas purépechas. El 15 de abril de 2011 la población se levantó contra los talamontes, por la defensa de sus bosques de uso común, la vida y la seguridad comunitaria, frente al crimen organizado protegido por el poder político. A partir de ese momento, la población se autogobierna a través de las 179 fogatas instaladas en los cuatro barrios que forman la ciudad, que son el núcleo del contrapoder indígena

   La población elige por el sistema de “usos y costumbres” un Concejo Mayor, que es la principal autoridad reconocida municipal, incluso por las instituciones estatales. No se realizan más elecciones con partidos, sino que son las asambleas las que eligen a los gobernantes. Las fogatas son extensión de la cocina en las barricadas comunitarias, se convirtieron en un espacio de convivencia entre vecinos, de intercambio y de discusión, en donde “se incluyen activamente lxs niñxs, jóvenes, mujeres, hombres y ancianos”, y donde se toman todas las decisiones.11

   La imagen del poder comunal en Cherán es un conjunto de círculos concéntricos. En la parte exterior figuran los cuatro barrios y, en el centro, la Asamblea Comunal respaldada por el Concejo Mayor del Gobierno Comunal, integrado por doce representantes, tres de cada barrio. Luego aparecen el Concejo Operativo y la Tesorería Comunal, conformando el primer círculo alrededor del centro/asamblea. Alrededor hay seis consejos más, de administración, bienes comunales, programas sociales, económicos y culturales, de justicia, de los asuntos civiles y el consejo coordinador de barrios. Como dicen en Cherán, se trata de una estructura de gobierno circular, horizontal y articulada.12

Comunidad Habitacional Acapatzingo, México

La Comunidad Habitacional Acapatzingo está integrada por 600 familias en la zona sur de la Ciudad de México (de 23 millones de habitantes) y pertenece a la Organización Popular Francisco Villa de la Izquierda Independiente. Es el barrio popular más consolidado del México urbano, con criterios de autonomía y autoorganización. La base de la organización son las brigadas formadas por 25 familias. Cada brigada nombra responsables para las comisiones, que en general son cuatro: prensa, cultura, vigilancia y mantenimiento. Sus integrantes son rotativos y nombran representantes para el consejo general de todo el asentamiento, donde confluyen representantes de todas las brigadas.

   Cuando se presenta un conflicto interviene la brigada, aunque sea un problema intrafamiliar, y dependiendo de la gravedad puede pedirse la intervención de la comisión de vigilancia y hasta del consejo general. Cada brigada se encarga una vez por mes de la seguridad del predio, pero el concepto de vigilancia no es el tradicional (control), ya que gira en torno a la autoprotección de la comunidad y su trabajo principal consiste en la educación de los pobladores.13

   La comisión de vigilancia tiene también el papel de marcar y delimitar el adentro y el afuera, quién puede entrar y quién no debe hacerlo. Este es un aspecto central de la autonomía, quizá el más importante. Cuando se produce una agresión en el hogar, los niños salen a la calle haciendo sonar el silbato, mecanismo que la comunidad utiliza ante cualquier emergencia. El ambiente interior es apacible, a tal punto que es común ver a los niños jugando solos con total tranquilidad en un espacio seguro y protegido por la comunidad, algo impensable en la violenta Ciudad de México.

Del Sur Global al Norte Global

Este ensayo se centra en América Latina, pero las experiencias que se presentan no son exclusivas del Sur Global. Desde la crisis financiera de 2008, se ha vivido una territorialización de algunas resistencias y proyectos colectivos, en particular en Grecia, Italia y el Estado español.

   La Azienda Mondeggi, cerca de la ciudad italiana de Florencia, ha sido recuperada por decenas de jóvenes, que producen vino, aceite de oliva y miel, entre otros productos, viven de forma colectiva y consiguieron recuperar decenas de hectáreas para convertirlas en “bienes comunes”.14 Otra notable experiencia colectiva territorial es la resistencia al tren de alta velocidad en el norte de Italia, el movimiento 'No TAV' en el valle de Susa.15 En Vitoria, en el Estado español, los jóvenes de movimientos populares han recuperado todo un barrio (Errekaleor),16 que defienden de la especulación inmobiliaria.

   En los tres países europeos existen también fábricas recuperadas, cientos de centros sociales y culturales y, en algunas ciudades españolas, como Salamanca o Valencia, se han abierto huertas semiurbanas en donde trabajan los desocupados para asegurarse alimentos e ingresos mínimos. Algunas de estas experiencias son de carácter colectivo, vinculadas a movimientos sociales.17 A medida que las ciudades del Norte están siendo remodeladas por la especulación inmobiliaria, jóvenes y mujeres que solo tienen acceso a puestos de trabajo de baja calidad tienden a abrir espacios de diversos tipos, desde huertas hasta colectivos culturales y de comunicación alternativa, como forma de mantener en pie relaciones sociales de camaradería y solidaridad.

Poder, contrapoder y poderes no estatales

En un sentido muy general, podemos asegurar que los movimientos sociales son contrapoderes que buscan equilibrar o contrapesar a los grandes poderes globales (empresas multinacionales) y también a los Estados nacionales, que suelen trabajar juntos. A menudo, esos contrapoderes actúan de modo simétrico al poder estatal, estableciendo jerarquías muy similares, aunque estén ocupadas por personas de otros sectores sociales, de otras etnias y colores de piel, de otros géneros y generaciones.

   El concepto de contrapoder nos remite a un poder que busca desplazar al poder existente y que se constituye de modo muy similar al poder estatal, tal como lo conocemos y padecemos, por lo menos en las sociedades occidentales. No se trata de entrar en un debate teórico sobre poder, contrapoder o antipoder, tesis que defienden Toni Negri y John Holloway, respectivamente.18

   Creo que el gran problema de estas propuestas es que ignoran la realidad latinoamericana, donde los movimientos sociales no se cuentan por individuos sino por familias (cuando vas a una comunidad indígena, a un campamento de campesinos sin tierra o de desocupados sin techo, siempre te dicen “somos tantas familias”). Esto nos remite siempre a la comunidad, pero no a una comunidad esencialista, comunidad-institución, sino a relaciones fuertes y directas, cara a cara, entre personas que tienen estrechas relaciones en la vida cotidiana.

   En las propuestas de las izquierdas que apuestan por el “contrapoder”, late la tentación de convertirse en nuevo poder, construido a imagen y semejanza del Estado-nación. El ejemplo histórico serían los soviets de Rusia o los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) en Cuba, que con el tiempo se convirtieron en parte del aparato estatal, se subordinaron al Estado y formaron parte de su institucionalidad.

   En la realidad de las comunidades que resisten –de ahí el extenso relato sobre las experiencias concretas–, los poderes construidos (ya sean formas de autodefensa o formas de ejercer el poder) tienen una base completamente diferente a la que predomina en las grandes revoluciones o en los movimientos sociales. En la cultura política hegemónica, la imagen de la pirámide que inspira el Estado y la iglesia católica, se repite constantemente en los partidos y en los sindicatos, con una regularidad asombrosa. El control del poder pasa por ocupar el punto más alto de esa pirámide y toda la acción política pone las energías colectivas en esa dirección.

   Existen, empero, otras tradiciones bien distintas, en las cuales toda la energía de la comunidad está puesta en evitar que los dirigentes tengan poder, o sea, que se aproximen a un poder de tipo estatal, como señala el antropólogo francés Pierre Clastres.19 La comunidad es un poder, incluye relaciones de poder, pero tiene otro carácter al del poder estatal. Los concejos de ancianos, los cargos elegidos y rotativos, son poderes transparentes permanentemente controlados por el colectivo para que no se autonomicen, no se separen y puedan ejercer un poder sobre la comunidad, que es lo que caracteriza al Estado con sus burocracias no elegibles, separadas de la sociedad y colocadas por encima de ella.

   Al nombrar este tipo de poderes debemos diferenciarlos de las otras formas de ejercer el poder y, por eso, propongo denominarlos poderes no estatales. Quizá el caso más conocido sean las Juntas de Buen Gobierno existentes en las cinco regiones zapatistas, que funcionan en los cinco caracoles. Las Juntas están integradas mitad por varones y mitad por mujeres. Son elegidas entre los cientos de miembros de los municipios autónomos. Todo el equipo de gobierno (24 personas en algunos caracoles) cambia una vez cada ocho días.

   Este sistema de rotación, como dicen las propias bases de apoyo zapatistas, permite que, al cabo de cierto tiempo, todos aprendan a gobernar. La rotación se registra en los tres niveles del autogobierno zapatista: en cada comunidad entre las personas que la integran, en cada municipio autónomo por los delegados electos, revocables y rotativos, y en cada región con la Junta de Buen Gobierno. Son más de mil comunidades, 29 municipios autónomos y unas 300 000 personas que se gobiernan de este modo.

   Dos cuestiones son destacables. La primera es que es el único caso en toda América Latina en el cual la autonomía y el autogobierno se expresan en tres niveles con la misma lógica asamblearia y rotativa que en la comunidad. De los 570 municipios con que cuenta el estado de Oaxaca, 417 se rigen por un sistema normativo interno, conocido como “usos y costumbres”, que les permite elegir sus autoridades de forma tradicional, en asamblea y sin partidos políticos. Pero ni siquiera en este caso tan extendido de autogobierno se logró superar el nivel municipal.

   La segunda característica de la autonomía zapatista es que no produce burocracias, porque la rotación las dispersa, evita que se congele un cuerpo especializado y separado. Algo similar sucede en Cherán, entre la Guardia Indígena de Colombia y los Guardianes de las Lagunas en Perú. Sin embargo, en el caso colombiano, existen los cabildos que gobiernan un territorio o resguardo, que serían algo similar a las regiones zapatistas. Sin embargo, la injerencia del Estado a través de planes de educación y salud, y sobre todo a través de la financiación estatal de los cabildos, los ha llevado a burocratizarse, aunque existen contratendencias importantes, como la Guardia Indígena, que es el corazón del poder de la etnia nasa.

   La importancia de los poderes no estatales, entre los que incluyo las diversas formas de autodefensa señaladas, radica en que actualmente los movimientos sociales latinoamericanos tienen una doble y compleja dinámica. Por un lado, interactúan con el Estado y sus instituciones, como han hecho todos los movimientos en la historia. Se trata de un vínculo complejo y cambiante, según países y realidades políticas. Resisten al Estado y a las grandes empresas, les plantean demandas y exigencias, negocian y, en muchas ocasiones, obtienen recursos y demandas formuladas en las plataformas de reivindicaciones. Es la típica acción del movimiento sindical, y de la inmensa mayoría de los movimientos.

   La segunda forma de acción es más reciente y apareció con fuerza en las últimas décadas, sobre todo en América Latina. Junto al vínculo con el Estado, los movimientos crean espacios y territorios propios, ya sea recuperando tierras que les habían sido expropiadas, ocupando tierras ociosas de propietarios privados o de instituciones oficiales, en las más diversas áreas rurales y urbanas. Alrededor del 70 % de la superficie de las ciudades latinoamericanas han sido “tomas” en las que los migrantes rurales construyen sus viviendas, sus barrios y las infraestructuras sociales como escuelas, centros de salud y deportivos.

   Muchos de esos espacios, ocupados ilegalmente, son legalizados por las instituciones que les ofrecen además servicios colectivos. Pero otros muchos son reprimidos o sus integrantes tienen una intencionalidad diferente consistente en crear otras formas de vida, o “mundos otros”, en el lenguaje zapatista. Se convierten en “territorios en resistencia” que, en algunos casos, se mueven hacia “territorios de emancipación”, allí donde las mujeres y los jóvenes juegan un papel destacado en la configuración de lo nuevo.

   Lo que resulta evidente es que el sistema empuja a millones de personas a crear sus propios espacios y territorios para poder sobrevivir, porque no tienen vivienda, están desocupados o sufren alguna forma de marginación. En esos espacios buscan construir la salud y la educación que el sistema les niega, ya sea porque es de mala calidad o porque los servicios están muy lejanos y son de difícil acceso. En los 5000 asentamientos rurales del MST de Brasil, hay 1500 escuelas con maestras nacidas en las comunidades y formadas en el magisterio estatal.

   Todas esas construcciones necesitan ser defendidas. No estamos ante situaciones excepcionales. Estos días 30 000 personas (8000 familias) acampan desde el 2 de septiembre en una zona urbana de la ciudad São Bernardo do Campo, en São Paulo: la ocupación Pueblo Sin Miedo orientada por el MTST.

   Necesitan agua, comida y servicios higiénicos todos los días. Pero también necesitan defender el espacio (varios vecinos dispararon armas de fuego contra los ocupantes), crear una forma para tomar las decisiones y de resolver los problemas diarios. Establecieron un reglamento interno para garantizar la seguridad y el trabajo en equipos.20

   Eso los llevó a crear una coordinación interna, a elegir a sus miembros y a sostenerlos todos los días, durante meses. Es un embrión de contrapoder o de poder no estatal. Los caminos no están prefijados, cada experiencia concreta toma los rumbos que puede o que sus integrantes definen.

NOTAS:

1. El País (2016) 'Año 11 de la guerra contra el narco'. (consultado el 12 de diciembre de 2017).

2. IPEA-Instituto de Pesquisa Económica Aplicada (2017) Atlas de Violencia 2017. (consultado el 2 de diciembre de 2017).

3. Zibechi, R. (2015) 'Los trabajos colectivos como bienes como bienes comunes material/simbólicos', El Apantle 1 (10): 73-98.

4. Tzul Tzul, G. (2015) 'Sistemas de gobierno comunal indígena: la organización de la reproducción de la vida', El Apantle, 1 (10): 125-140.

5. Boni, S. (2017) Il Poder Popular nel Venezuela socialista del ventunesino secolo. Florencia: Editpress.

6. Zibechi, R. (19 abril 2008) 'Autoprotección indígena contera la guerra'. (consultado el 18 de diciembre de 2017).

7. Zibechi, R. (2014) 'Autoprotección colectiva, dignidad y autonomía', Contrapunto 4 (5): 75-82.

8. Hoetmer, R. (2014) 'Las rondas campesinas no son grupos terroristas', en revista Contrapunto, 4 (5): 75-82.

9. Fini, D. (2016) 'La Policía Comunitaria de Guerrero en México: una institución de los pueblos para la seguridad y justicia desde abajo'. (consultado el 18 de diciembre de 2017).

10. Congreso Nacional Indígena (17 de junio de 2009) 'Manifiesto de Ostula'. (consultado el 5 de diciembre de 2017).

11. Agencia SubVersiones (21 abril 2015) 'Cheran K’eri: cuatro años construyendo autonomía'. (consultado el 18 de de diciembre de 2017).

12. Concejo Mayor de Gobierno Comunal de Cherán (2017) Cherán K ´eri. 5 años de autonomía. Cherán.

13. Pineda, C. (2013) 'Acapatazingo: construyendo comunidad urbana', Contrapunto, 3 (10): 49-61.

14. Botazzo, R. (16 de octubre de 2016) 'La fattoria senza padroni'. (consultado el 22 de diciembre de 2017).

15. Revelli, M. y Pepino, L. (2012) Non solo un treno - La democrazia alla prova della Val Susa. Torino: Edizioni Gruppo Abele.

16. Zibechi, R. (2 de mayo de 2016) 'Dos continentes, una misma lucha'. En https://desinformemonos.org/dos-continentes-una-misma-lucha/ (consultado el 22 de diciembre de 2017).

17. Bellón, F. (15 de agosto de 2015) 'Los yayo-okupas de huertos urbanos en Valencia'. En http://agroicultura.com/general/los-yayo-okupas-de-huertos-urbanos-en-valencia/ (consultado el 22 de diciembre de 2017).

18. Negri, T. (2001) 'Contrapoder', en Contrapoder. Una introducción. Buenos Aires: Ediciones de Mano en Mano y Holloway, J. (2001) 'Doce tesis sobre el anti-poder', en Contrapoder. Una introducción. Buenos Aires: Ediciones de Mano en Mano.

19. Zibechi, R. (2010) Dispersing Power. Social Movements as Anti-State Forces. Oakland: AK Press: 66.

20. MTST (2017) 'Um grito por dignidade'. (consultado el 18 de diciembre de 2017).

SOBRE EL AUTOR

Raúl Zibechi es periodista, escritor e investigador, vinculado con los movimientos sociales en América Latina. Como educador popular, dinamiza talleres con diversos grupos sociales, en especial en las periferias urbanas y con campesinos. Ha publicado 18 libros, entre los que cabría destacar No secarán la tierra (Grito Manso, 2017), Cambiar el mundo desde arriba. Los límites del progresismo (Desdeabajo, 2016) y Preservar y compartir. Bienes comunes y movimientos sociales (Mardulce, 2013). Es columnista habitual en La Jornada (México), Gara (Estado español) y otros medios alternativos.

Este artículo forma parte del informe Estado del poder 2018, editado en castellano por Transnational Institute (TNI) y FUHEM Ecosocial.

Original en inglés.


Luchando por la sanidad pública en Suecia

Luchando por la sanidad pública.
La batalla de una comunidad rural en Suecia contra los recortes neoliberales en el servicio de salud

Desirée Enlund

Las comunidades rurales de la provincia de Västernorrland, en el norte de Suecia, no están acostumbradas a ser protagonistas de la actualidad mediática, pero, en 2017, su lucha por acabar con los recortes en la atención de la maternidad y las urgencias médicas ocupó muchos titulares de la prensa nacional. ¿Qué lecciones pueden extraer de esta experiencia quienes luchan por construir contrapoderes en las áreas rurales del Norte Global?

En enero de 2017, dos comadronas de la ciudad de Sollefteå, en la provincia de Västernorrland, en el norte de Suecia, decidieron organizar un curso para enseñar a padres y madres cómo prepararse para dar a luz en un automóvil. La sala de maternidad y el centro de urgencias del hospital público local tenían previsto su cierre para el 1 de febrero y, en estas zonas escasamente pobladas, los recortes supondrían que algunas mujeres deberían viajar hasta 200 km para llegar al hospital más cercano con este tipo de servicios.

Cuando los medios informaron de la noticia, el tema atrajo el interés nacional. Pero ya antes, durante 18 meses, se habían organizado varias manifestaciones en la región, con una participación creciente. La tercera manifestación reunió a 20 000 personas en Härnösand,I una cifra que excede la población total de la ciudad y representa casi el 10 % de la población regional. Dos semanas después de que se celebrara el curso y antes de que se produjera el cierre previsto de los servicios, los ciudadanos y las ciudadanas ocuparon la entrada del Hospital de Sollefteå.

¿Qué distancia supone ‘demasiado lejos’ cuando realmente necesitas atención inmediata? ¿Cuántos impuestos puedes pagar sin obtener un mínimo a cambio? ¿Y cómo era posible que se obligara a las mujeres a dar a luz fuera del hospital en un Estado de bienestar como Suecia? Todas estas preguntas cautivaron la imaginación del público y situaron el foco mediático en este tema, hasta entonces algo marginado. En este ensayo, examino qué impulsó a los habitantes de la zona de Sollefteå a protestar contra el recorte de los servicios de salud pública, cómo lo están haciendo y por qué han tenido éxito.

Que empiecen las protestas

Después de 18 meses de protestas contra los recortes, escribiendo cartas a los periódicos locales, movilizándose en grupos de Facebook y organizando varias manifestaciones después de que la prensa revelara las primeras noticias, la ocupación comenzó la noche del 30 de enero de 2017. Centenares de personas se reunieron en la entrada del Hospital de Sollefteå, en la provincia de Västernorrland, en el norte de Suecia. Muchas pasaron la noche allí y, un año después, el hospital sigue ocupado día y noche. El desencadenante de esta acción fueron los recortes previstos en la atención de las urgencias y el acceso de las mujeres a la atención de la maternidad en la sanidad pública.

Las protestas se convocaron tanto por el carácter desigual de los recortes —que afectarían principalmente a la zona norte de la provincia, donde se cerraría la sala de maternidad y perjudicarían de manera desproporcionada a las mujeres, mientras que la zona sur permanece casi intacta—, así como la legitimidad de estos, ya que el ahorro estimado representaría apenas una pequeña parte del déficit presupuestario. La zona sur de la provincia, de menor superficie, tiene una mayor densidad de población, mientras que la del norte, donde se previeron los recortes, tiene una mayor superficie pero una población más escasa.

La gran mayoría de los nacimientos en Suecia tienen lugar en un hospital, por lo que las mujeres de la zona norte de la provincia tendrían que recorrer una larga distancia para dar a luz. Los políticos de la provincia fueron objeto de críticas cuando prometieron que adquirirían una o dos ambulancias más, pero el curso organizado por las comadronas se presentó como algo muy oportuno, ya que las ambulancias, en teoría, no están pensadas para atender a las mujeres durante el parto y el personal carece de formación especializada en nacimientos. De hecho, por lo general, en Suecia se espera que las mujeres acudan al hospital cuando ya se ha iniciado el trabajo de parto.

Uno de los argumentos que generó más indignación fue planteado por el máximo responsable de la Diputación Provincial, que señaló que, si solo necesitas acceso a la salud de vez en cuando, puedes desplazarte una distancia mayor para obtenerlo, algo que, a los ojos de la ciudadanía ignoraba por completo la realidad de los nacimientos y episodios como los infartos, en los que el tiempo es un factor decisivo.

Los ciudadanos comenzaron a movilizarse de varias formas en toda la provincia, entre otras cosas organizando debates públicos en los medios locales y manifestaciones en las calles, tanto en las ciudades de la costa como en las más pequeñas del interior. A pesar del tamaño de estas manifestaciones y del número de protestas que se estaban celebrando en toda la región, los hechos recibieron poca atención fuera de la provincia y del norte de Suecia.

Después de muchos giros y vuelcos confusos, en noviembre de 2016 la Diputación Provincial tomó la decisión final de que cerraría la sala de maternidad en Sollefteå en un plazo de tres meses. Los recortes ya no incluían a Örnsköldsvik, sino que se centraban únicamente en la atención de la maternidad y las urgencias en Sollefteå. Fue en ese momento cuando los ciudadanos ocuparon la entrada del Hospital de Sollefteå, un día antes del previsto para la clausura de la sala de maternidad, el 1 de febrero de 2017.

Aunque el movimiento okupa ha sido marginal en Suecia, a menudo se ha recurrido a las ocupaciones para alcanzar objetivos políticos.1 En este caso, la acción se inspiró en la ocupación del centro público de salud en Dorotea unos años antes, que también se inició para protestar contra los recortes en la atención de las urgencias y puso de manifiesto que las ocupaciones podían funcionar como instrumento político en un país donde el conflicto político y la acción directa han adoptado, por lo general, otras formas. La ocupación en Dorotea se convirtió en una de las más prolongadas de la historia de Suecia y terminó con la decisión de la provincia de reactivar el servicio, después de que las protestas hubieran impulsado un referendo provincial sobre la cuestión.

La atención mediática, que al principio se había centrado en el curso ofrecido por las dos comadronas, fue mantenida por los y las activistas que ocuparon la entrada del Hospital de Sollefteå. La acción se mantuvo durante toda la primavera y se convirtió en un lugar popular para que los políticos nacionales se posicionaran con respecto a temas de sanidad. Cuando está a punto de celebrarse un año de la ocupación, esta ha logrado transformar lo que antes no se consideraba un problema en una cuestión política urgente que debe abordarse a nivel nacional.

Suecia neoliberal

¿Por qué Suecia, un país conocido por su Estado del bienestar socialdemócrata, está siendo escenario de importantes protestas que reivindican unos servicios básicos de maternidad? El acceso universal a una larga lista de derechos sociales asegura que incluso aquellos a quienes les va mal puedan tener una vida digna. Aunque la imagen del Estado del bienestar sueco sigue imperando en el exterior, la realidad es que hace mucho tiempo que Suecia dio un giro neoliberal, al igual que la mayoría de los demás países europeos. Este cambio ideológico ha sido la fuerza que ha impulsado el declive del Estado del bienestar sueco de los últimos 30 años y se observa en elementos como un mercado inmobiliario cada vez más desregulado y las restricciones impuestas al derecho a la asistencia personal para personas con discapacidades. La mayoría de las empresas públicas operan ahora de acuerdo con los principios del mercado y el sector público del bienestar ha adoptado con fervor las ideas de lo que suele conocerse como ‘nueva gestión pública’.

La sanidad pública en Suecia se organiza en el ámbito provincial, lo cual significa que la implementación de una lógica como la de la nueva gestión pública no ha venido impuesta por el Gobierno nacional, sino por los numerosos organismos regionales elegidos democráticamente. Esto ha dado lugar a varias consecuencias en todo el país, pero, en general, ha supuesto un cambio drástico en el funcionamiento del sector de la sanidad.2

   Un factor importante de este cambio ha sido la priorización de los controles presupuestarios y un traspaso de poder de los profesionales de la salud al personal directivo intermedio, que carece de conocimientos prácticos sobre las realidades cotidianas de la atención sanitaria. El cambio ha afectado a diversos grupos de trabajadores y trabajadoras del sector de la salud, que se han visto atrapados entre las demandas del presupuesto y la dirección, por un lado, y las necesidades de los pacientes, por el otro. Los efectos de esta tensa situación han afectado a los distintos grupos de diferentes maneras, pero el personal de enfermería, que tiene un alto nivel de responsabilidad, se ha visto particularmente afectado por la intensificación de la carga de trabajo.

Esto se está traduciendo en el aumento de las bajas por enfermedad entre enfermeras, además de una escasez general de profesionales que deseen trabajar en condiciones tan precarias, lo cual está obligando a hospitales de todo el país a clausurar pabellones. Así, los cambios afectan en particular a una línea de trabajo que tradicionalmente se ha diferenciado por género, como la enfermería, practicada en su gran mayoría por mujeres.3

Que el cierre de la sala de maternidad de Sollefteå causara tal indignación se explica por el modelo medicalizado de atención de la maternidad en Suecia, donde la norma es un parto hospitalario. En todo el país, solo unas 100 mujeres cada año dan a luz en casa. No existen directrices nacionales para el parto en el domicilio, y solo dos provincias cubren los gastos (en las otras 19 lo tienen que pagar las familias). En las salas de maternidad de los hospitales, las comadronas son las responsables de los embarazos y los partos sin complicaciones, y el obstetra solo entra en escena en caso de emergencia. Tras dar a luz, una madre primeriza puede permanecer en la sala de atención posnatal, atendida por comadronas y auxiliares de enfermería, hasta 48 horas y, el resto, hasta 24 horas. Después, las madres son derivadas a las clínicas de asistencia primaria en las que visitan enfermeras, ya que no existen revisiones posnatales en el domicilio.

Las protestas —y en particular la ocupación del Hospital de Sollefteå— lograron poner de relieve varios de los problemas que está provocando la reducción de la asistencia social en el sector de la sanidad pública, ayudando a introducirlos en la agenda política. Uno de ellos es la aplicación de políticas de austeridad en la salud pública y sus efectos sobre el ambiente de trabajo y la capacidad de contratar a personal cualificado en áreas con escasa población. Otro fue la importancia de la demografía y las distancias en un país con una distribución espacial muy desigual de empleos, servicios y atención médica, de forma que la gente empezó a preguntarse por qué debería pagar impuestos si se beneficia mucho menos que la población urbana. A veces, una preocupación subyacente de todas estas cuestiones era cómo afectarían los recortes a la salud de las mujeres e incrementaría la vulnerabilidad de estas en las áreas poco pobladas.

Toda una provincia movilizada

La primera manifestación, la celebrada en Örnsköldsvik, fue más o menos un acto espontáneo, convocado por un grupo de comadronas y avivado por la indignación de los recortes generalizados en la sanidad en la zona norte de la provincia, que terminó con la clausura de todas las salas de maternidad en el norte de la región. La manifestación fue sorprendentemente multitudinaria, y las calles se llenaron de gente que marchaba al ritmo de un tambor mientras clamaba la consigna ‘Sin sala de maternidad, ¡Ö-vik se detiene!’ en un borrascoso día de septiembre. Cuando tuvo lugar la manifestación, los políticos ya habían modificado el plan de recortes para que solo afectara al Hospital de Sollefteå, pero los grupos organizadores decidieron seguir adelante de todos modos.

Con el paso del tiempo, la movilización fue mejorando en materia organizativa. La segunda manifestación, celebrada en Kramfors unas semanas después, atrajo aún a más gente, y avanzó durante toda una hora frente al hotel donde mantenían una reunión los socialdemócratas de la provincia, que acababan de proponer los recortes. La última manifestación, en abril de 2016, fue la más numerosa, con la participación de unas 20 000 personas, y también arropada por la comunidad empresarial de la zona. Esta se organizó en torno a los grupos Sollefteå Framtidens Akutsjukhus (Sollefteå, el Hospital de Urgencias del Futuro) y Föreningen Ådalen Reser Sig (la Asociación Ådalen Despierta). Aquí, el tema de la supervivencia en el que se había centrado el debate se hizo evidente cuando los representantes empresariales, que intentaban proteger la vida económica de la región, marcharon junto a familias con niños en cochecitos, que intentaban sostener su propia supervivencia.

Mientras se llevaban a cabo estas manifestaciones, un pequeño grupo de personas comenzó a revisar los antecedentes y la base de la decisión de recortar el gasto en ciertas zonas de la provincia y no en otras, así como el funcionamiento de la asamblea elegida que administra la atención médica de la región. Esta ‘auditoría ciudadana’ dio lugar a una gira de conferencias por varias ciudades, donde se explicaron diversos episodios de mala gestión en la Diputación Provincial, ‘la Saga de la Diputación Provincial’. Varios grupos de Facebook informaron y debatieron sobre las políticas de la provincia y funcionaron como cauces para movilizar a las personas y animarlas a sumarse a las manifestaciones y otros actos de protesta. Los periódicos locales fueron otro foro importante para mantener largos debates, a través de numerosas cartas sobre los distintos aspectos de la cuestión.

Unos meses después de la tercera manifestación, comenzaron a verse dos grandes orientaciones en el movimiento. Sollefteå Framtidens Akutsjukhus siguió centrándose en influir en los políticos para que cambiaran de dirección utilizando medios parecidos a los anteriores. En septiembre de 2016 se organizó una manifestación en el marco de la primera manifestación nacional de la red ‘Otra sanidad es posible’, que se movilizó en 26 ciudades en un corto período de tiempo, aunque no llegó a las cifras de las grandes manifestaciones anteriores.

La asociación Föreningen Ådalen Reser Sig empezó a hablar sobre lo que denominaban ‘Manifestación 3.0’. La asociación contaba con un grupo de investigación que, en noviembre de 2016, empezó a presentar los resultados de sus pesquisas y sus ideas al público en una serie de charlas en las ciudades afectadas. El plan era hacerse cargo de parte del servicio sanitario de la provincia: primero en forma de centro de salud en Sollefteå, luego ampliarlo a Kramfors y, finalmente, hacerse cargo de todo el Hospital de Sollefteå para salvaguardar la atención médica en el norte de la región. Para ello, pusieron en marcha una asociación económica, una entidad empresarial que persigue una gestión democrática y el beneficio de sus miembros, llamada Vård och Omsorg i Norrland (Asistencia Sanitaria y Atención en Norrland). Las charlas sirvieron como punto de partida para crear una base de miembros que estarían interesados en participar en el nuevo servicio de atención médica que estaban planificando en la zona.

La ocupación parece disponer de su propia organización, que se solapa con estos dos grupos. Tras crear un grupo de Facebook, desde donde se organizan actividades y se mantienen muchos debates, han conseguido llenar la entrada del hospital con cuatro turnos por día.

El personal sanitario es el que tiene más dificultades para realizar una huelga, en parte porque la ley los obliga a trabajar si el empleador lo exige y, en parte, porque a menudo son personas que están ahí por su dedicación a los demás, pese a todos los contratiempos. La ocupación se convierte así en una huelga invertida: es la ciudadanía la que irrumpe en el lugar de trabajo cuando el personal no puede abandonarlo.4

Las personas que han protagonizado la ocupación han estado publicando fotos en su grupo de Facebook. Esas fotos, junto con el registro de ocupantes, son una muestran de su diversidad. Después de seis meses, más de 1700 personas han participado en algún turno para ocupar la entrada del hospital, de las cuales 1200 eran mujeres (el 68 %). La mayoría son personas que trabajan (48 %), pero muchos también son pensionistas y algunos estudiantes, con una edad promedio de 53 años. Mientras que la mayoría ha ocupado la entrada solo una vez, algunas personas lo han hecho hasta 40 veces.

Cabe también mencionar la diversidad geográfica, ya que el 15 % de las personas que han ocupado el recinto proceden de otras zonas de Suecia, aunque la gran mayoría, en torno a dos tercios, son residentes del municipio de Sollefteå y del resto de la provincia de Västernorrland.5 Aunque, como hemos visto, las protestas y las reivindicaciones han adoptado muchas formas, fue la ocupación lo que realmente captó el interés de los medios nacionales. A juzgar por las fotos, también es evidente que la ocupación sigue atrayendo la imaginación del público incluso un año después. De vez en cuando, aparece alguna celebridad mostrando su apoyo y fotografiándose en el lugar.

La ocupación —junto con otras acciones colectivas en todo el país, como las dos manifestaciones nacionales de septiembre de 2016 y 2017, bajo el lema de ‘Otra sanidad es posible’, y las diversas manifestaciones por una mejora de la atención de la maternidad en agosto de 2017— ha conseguido que la salud de las mujeres pase a ser una cuestión política en el plano nacional.

A día de hoy, se mantienen, en paralelo, la ocupación y el plan del centro de salud privado pero sin fines de lucro, aparentando no ser dos planteamientos contradictorios. La ocupación está llegando a su primer año y el primer centro de salud formado por socios en el país abrió el 20 de diciembre de 2017.

‘Es la misma lucha ahora que antes’

El éxito de las protestas se explica, en parte, porque estas han conseguido vincular las luchas de hoy con la historia de otras luchas, resistencias y victorias que tuvieron lugar en la zona en el pasado. Así, se han entrelazado distintas luchas contra la injusticia separadas por un lapso de 85 años. Durante las movilizaciones, el nombre de ‘Ådalen’ empezó a aparecer cada vez con más frecuencia.

Hay muchas escalas espaciales que dividen la provincia de Västernorrland y que podrían destacarse en este caso. Por un lado, encontramos las dos regiones de Medelpad y Ångermanland (la zona más afectada por los recortes), que componen la provincia de Västernorrland, y las tres ciudades (Örnsköldsvik, Kramfors y Sollefteå) que se vieron afectadas por los recortes, además de la provincia en sí, que es la administración regional que decidió aplicar los recortes en la sanidad pública.

Otra escala se hallaría en la región de la Costa Alta, donde se ubican estas ciudades; la denominación más habitual en los circuitos turísticos y que se ha impulsado para promover la zona como destino turístico, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en 2000. Sin embargo, el nombre tradicional, Ådalen, empezó a hacerse cada vez más común para aludir a la población que se vería afectada por los recortes. El nombre de Ådalen ya no figura en los mapas ni en las señales de tráfico, y hoy día casi no se usa para referirse a la región que abarca la zona norte de la provincia de Västernorrland y las tres ciudades afectadas. Ådalen ha sido arrinconado de forma deliberada y ocultado en las sombras de la historia.6 Así que, ¿por qué no recuperarlo del cajón del olvido y volver a hablar sobre lo que sucedió allí?

Desde 1931, Ådalen ha sido el escenario de acontecimientos con una gran carga política. Para entender la fuerza que supone invocar el nombre de Ådalen, debemos remontarnos a la época de la industrialización en Suecia. En la década de 1920, Suecia figuraba entre los países con un mayor índice de conflictos laborales del mundo.7 Las huelgas siguieron siendo ilegales, pero cada vez más comunes, hasta la década de 1930, cuando varios hechos cambiaron esta situación conflictiva y situaron a Suecia en el camino hacia el acuerdo y el consenso entre los sindicatos y la patronal. Uno de estos hechos fue el Pacto de Saltsjöbaden, que sentó las bases para las siguientes décadas de relaciones laborales pacíficas.

Otro hecho anterior fue el conflicto laboral en Ådalen en 1931, marco de algunos de los complejos industriales de más envergadura durante el período de industrialización de Suecia y en el que la actividad forestal representaba una parte importante. La zona albergaba una gran cantidad de aserraderos y una industria naviera que suministraba los productos al resto de Europa. Justo antes de que empezara la Primera Guerra Mundial, las exportaciones de los aserraderos de Västernorrland representaban más del 25 % de los ingresos del país y la mitad de los ingresos por exportaciones en esta región del norte de Suecia. Durante ese período, también fue escenario de frecuentes y a veces violentas luchas laborales,8 una situación que alcanzó su punto álgido con el episodio, tristemente célebre, de 1931, cuando el ejército mató a tiros a cuatro trabajadores y un transeúnte.9

Este enfrentamiento se produjo entre los estibadores del puerto que prestaban su servicios a la industria forestal. Cuando se declararon en huelga para reivindicar mejores condiciones de trabajo, la administración del puerto llamó a los rompehuelgas, lo cual avivó aún más la ya tensa situación. Los trabajadores organizaron una manifestación y, ante este panorama, se desplegó al ejército para que restaurara el orden público. Este conflicto allanó en parte el triunfo del Partido Socialdemócrata Sueco (SAP) en las elecciones generales del año siguiente. En sus intentos por construir lo que más tarde se convertiría en el famoso Estado del bienestar sueco, la imagen de Ådalen y los conflictos que se habían vivido allí se presentaron como un ideal del espíritu de consenso como medio para crear un país moderno. Esto hizo que los enfrentamientos en Ådalen y otros lugares que condujeron a la creación del Estado del bienestar parecieran un vestigio del pasado que se debía olvidar y al cual nunca deseamos regresar.

Varios elementos permitieron vincular las injusticias del pasado con las actuales. Después de la segunda manifestación, el grupo de Facebook ‘Ådalen Despierta’ empezó a enlazar las similitudes entre las dos épocas y otro grupo de Facebook para la ocupación eligió el nombre de ‘Ådalen 2017’. En la prensa local, las conexiones parecían evidentes:

Nací en Ådalen a finales de los años cuarenta y fui testigo del cierre de muchos aserradores, el aumento del desempleo y muchos otros problemas en los años cincuenta. Mi padre se manifestó en Ådalen en 1931, donde fueron asesinados cinco de sus compañeros. Se manifestaban por sus condiciones de vida. Yo me manifesté en Lunde en 1981 para homenajear a mi padre y a todos los que le acompañaron. El domingo pasado, me manifesté en Härnösand por NUESTRAS condiciones de vida.
Margaretha Bodén, Sollefteå, Tidningen Ångermanland, 28 de abril de 2016, cartas a la redacción.

Cuando los medios nacionales empezaron a interesarse por las protestas, al iniciarse la ocupación —aunque también en algunas noticias anteriores—, los artículos se enmarcaban en torno a la idea de que Ådalen estaba alzándose de nuevo. Uno de los principales periódicos vespertinos nacionales, Expressen, escribió que “Ådalen se ha visto obligado a volver a sublevarse”, añadiendo que “cada zona del país en proceso de despoblación deberá hallar su Ådalen interno”, dado que la clase política parece incapaz de resolver el problema de los servicios sociales fuera de las zonas urbanas.10 El otro gran vespertino nacional, el Aftonbladet, siguió la misma línea, al publicar una tira cómica sobre el conflicto titulada ‘Ådalen despierta de nuevo’, escrita por un famoso autor y editor de la zona.11

   El uso del nombre Ådalen ayudó a establecer una conexión entre las injusticias de hoy y las de otras épocas, y demostró ser una forma eficiente de involucrar a la gente y animarla a participar en las protestas. La elección del nombre parece haber sido una estrategia deliberada de los y las activistas, y la creación de un contrapoder se formuló a través de las referencias constantes en los medios tradicionales y sociales a los recortes dirigidos específicamente contra Ådalen. El uso de la historia de las luchas laborales, que ejercieron una enorme influencia en la transformación de Suecia en un Estado de bienestar, ayudó a definir quién era el ‘nosotros’ que protestaba y que, una vez más, recibía un trato injusto. Después de 1931, la población de Ådalen fue vista como especialmente rebelde y propensa a movilizarse contra las injusticias, aunque fuera a costa de un alto precio. Esta identidad subversiva histórica proyectada sobre las personas que viven en Ådalen es útil hoy día cuando se enfrentan nuevas injusticias, como el menoscabo del bienestar contra el que resisten en estos momentos.

¿Dónde están las feministas?

Dado que la industria tiene un papel tan importante para el norte de Suecia, la desindustrialización que se inició en la década de 1960 dio lugar a varios conflictos laborales y huelgas salvajes en las décadas siguientes. Hubo una gran huelga de mineros en cuatro ciudades mineras en 1969, seguida de la huelga de la limpieza en 1974-75, que se extendió por todo el país y varias de las mismas ciudades mineras. Una de las soluciones a la desindustrialización impulsada por el Gobierno nacional consistió en sustituir los empleos perdidos en la industria por empleos en el sector público, en el que se contrató a muchas más mujeres de lo que se había hecho antes en la gran industria.

Los recortes en los servicios sociales suponen, precisamente, un golpe contra aquella solución. Esto desplaza el conflicto sobre la reducción del bienestar a nuevos entornos fuera de las áreas urbanas y afecta en particular a las mujeres, tanto por la pérdida de los servicios de atención médica como por la pérdida de su principal mercado laboral en el sector público. Esta realidad se reflejó en las movilizaciones, ya que las estadísticas de los primeros seis meses de la ocupación del hospital mostraron que las mujeres constituían la columna vertebral de la labor cotidiana para mantener las protestas. En el fondo de la cuestión, se halla el tema de la atención sanitaria de las mujeres y cómo el acceso desigual a ella puede tener repercusiones especialmente preocupantes en áreas poco pobladas, y cómo la falta de capacidad para la atención de urgencia puede convertirse en una lucha contra el tiempo y la distancia, la vida y la muerte.

La cuestión de la igualdad de acceso a la atención a la salud de la maternidad se convirtió, desde un buen principio, en un asunto de importancia política nacional, pero son las provincias las que deben resolverlo. Y aunque las personas que están ocupando afirman que no abandonarán la entrada del Hospital de Sollefteå hasta que recuperen la sala de maternidad, hay una pregunta que se ha pasado por alto: la de los trabajos de las mujeres en un sector de la sanidad pública cada vez más desprovisto de recursos y con unas condiciones laborales extremadamente precarias. ¿Cómo se puede incorporar la vida de las mujeres como trabajadoras en aquello que vale la pena proteger, sin centrarse únicamente en la función reproductiva de las mujeres? Las mujeres han sido una fuerza impulsora de gran parte de las acciones de protesta en torno al Hospital de Sollefteå, pero parece que aún resulta difícil movilizarse en torno al trabajo de las mujeres de la misma manera que sucede cuando se cierra una fábrica y se despide a los hombres.

Qué podemos aprender

Los procesos de reestructuración económica tienen distintos efectos según el lugar donde se producen. En Suecia, el fenómeno ha sido objeto de debates y estudios desde una perspectiva principalmente urbana. En las zonas poco pobladas del país, han cobrado importancia también otros tipos de reestructuraciones y líneas de conflicto, como la redefinición de los empleos en el Estado del bienestar que, en su día, se usaron para solucionar la reestructuración industrial. En estos momentos, uno de los conflictos más urgentes y que está sirviendo como base para movilización muy diversa de contrapoder se halla en la prestación equitativa de la sanidad pública en todo el país. Hay varias cosas que podemos aprender de las movilizaciones de Ådalen.

Una de ellas es la idea generalizada de que es en la ciudad donde sucede todo, que la mera cantidad de personas, de alguna forma, facilitará de por sí la acción colectiva. Puede que eso sea cierto, pero puede también que cuando las posibilidades para vivir en un determinado lugar se ven amenazadas, cuando se eliminan los servicios básicos que lo hacen viable, la gente movilice contrapoderes para luchar por su derecho a seguir viviendo donde nació o donde eligió instalarse. Este parece ser el panorama en la periferia del Estado del bienestar sueco, donde los servicios son escasos y están distribuidos de forma desigual.

Se podría incluso hablar de desiertos de servicios donde la vida cotidiana se está volviendo cada vez más difícil de manejar. Según una noticia de la televisión pública sueca (SVT), hoy alrededor del 10 % del país carece de servicios como consecuencia de los cierres de los últimos 50 años, pero especialmente de los últimos 10 años.12 Antes de convertirse en un desierto de servicios, la población de Ådalen ha optado por comenzar a luchar, demostrando que el campo también puede ser la base para crear un contrapoder progresista, a diferencia de como se suele retratar la movilización rural.

En este intento por formular un contrapoder, han invocado la historia, en este caso infame. Sin embargo, las historias no deben ser tan espectaculares para vincular las luchas actuales con las del pasado. Las historias de lucha —a poder ser con victoria incluida— pueden ayudar a formar contrapoderes que puedan resistir al incremento de las desigualdades. Estas historias no deben estar necesariamente en perfecta sintonía con el presente, ya que las luchas obreras en la zona marginada de Ådalen en 1931 están muy lejos de la situación actual de desmantelamiento del acceso de las mujeres a la sanidad pública en un Estado del bienestar rico. Sin embargo, podría ayudarnos a volver a conectar con formas de acción colectiva en un momento en que los problemas suelen entenderse como algo particular y que se considera que cada uno es responsable de solucionar sus propios problemas.

En este sentido, la atención de la salud pública pasa de ser un derecho de todos los ciudadanos y ciudadanas a convertirse en un problema individual, donde los buenos clientes se trasladan a donde los servicios son mejores. Esta individualización de los problemas 13 es contraria a la idea de que muchos problemas son compartidos por grupos más numerosos y distancian nuestras soluciones de la acción colectiva. Si no podemos pensar en términos de problemas colectivos, ¿cómo vamos a encontrar soluciones colectivas? El uso de las historias de acciones colectivas puede ayudarnos a reconectar a través de las desigualdades que muchas veces compartimos, y volver a conectarnos con victorias del pasado de las que nos habíamos olvidado.14

   En el caso de las protestas del Hospital de Sollefteå, la historia de las luchas y victorias del pasado, aunque estuvieran relacionadas con desigualdades de otra índole, se utilizaron para protestar contra las desigualdades creadas por la reducción del bienestar en la actualidad. La conexión de estas luchas generó un contrapoder que movilizó a una gran parte de la población en diversas acciones de protesta. Ådalen, como un zona con una gran carga política, con un trauma nacional de trasfondo, se ha convertido en un nombre muy útil para retomar en estos tiempos de lucha. Cada país tiene su propia historia de luchas y victorias, y reconectar con ellas podría ser una forma de participar en las luchas actuales.

NOTAS:

I. Aunque esta cifra se ha puesto en tela de juicio.

1. Polanska, D.V. (2017) "Reclaiming Inclusive Politics: Squatting in Sweden 1968-2016", Trespass: a journal about squatting 1(1):36-72.

2. Hasselbladh, H., E. Bejerot y R.Å. Gustafsson (2008) Bortom new public management. Institutionell transformation i svensk sjukvård. Lund: Academica Adacta.

3. Selberg, R. (2012) Femininity at Work-Gender, Labour, and Changing Relations of Power in a Swedish Hospital.

4. Fredriksson, K. (2017) ‘BB-ockupanterna svar på pinsförbudet: “Gratis pins till vårdanställda!”’, Aktuellt Fokus. 27 de junio.

5. Sundqvist, B., BB Ockupationen i Sollefteå - första halvåret. 2017, Facebook: Ådalen 2017 (Sollefteå BB Ockupationen).

6. af Geijerstam, J.S., Sörlin (2000) Det glömda Ådalen. Stockholm: Dagens Nyheter.

7. Nyzell, S. (2011) ‘Det kollektiva våldets gränser: Möllevångskravallerna i Malmö 1926’, Arbetarhistoria 2-3: 138-139.

8. Björklund, J. (1976) Strejk-förhandling-avtal: facklig aktivitet, arbets-och levnadsvillkor bland sågverksarbetare i Västernorrland 1875-1914. Avd. för ekonomisk historia, Universidad de Umeå.

9. Johansson, R. (2011) Kampen om historien-Ådalen 1931-Sociala konflikter, historiemedvetande och historiebruk 1931-2000. Stockholm: Hjalmarson & Högberg Bokförlag AB, Kammakargatan 11, 111 40.

10. Barr, B. (2015) ‘Snart behövs Ådalen i varenda landsände’, Expressen. 12 de octubre.

11. Jonsson, M. (2015) ‘Ådalen reser sig igen - serie av Mats Jonsson’, Aftonbladet. 15 de octubre.

12. Müller, A. (2017) En tiondel av Sverige saknar lokal service, in Sveriges Television. SVT: svt.se.

13. Brown, W. (2015) Undoing the Demos. Durham, NC: Duke University Press.

14. Tsing, A. (2009) ‘Supply chains and the human condition’, Rethinking Marxism 21(2): 148-176.

SOBRE LA AUTORA

Desirée Enlund es candidata doctoral en Geografía Humana en el Departamento de Geografía e Historia Económica e integrante de la Escuela de Graduados en Estudios de Género en la Universidad de Umeå, Suecia.

Traducción: Beatriz Martínez
Este artículo forma parte del informe Estado del poder 2018, editado en castellano por Transnational Institute (TNI) y FUHEM Ecosocial.


Los colegios de FUHEM contra el acoso escolar

Se acerca otra fecha señalada en el calendario de efemérides compartidas por todos los colegios de FUHEM: el 2 de mayo, Día Mundial Contra el Acoso Escolar. Nos sumamos a esta iniciativa que surgió para concienciar a la población mundial sobre el problema del acoso escolar. Las cifras que ofrece la Unesco alertan de que dos de cada diez alumnos sufren este tipo de acoso, lo que supone unos 246 millones de jóvenes -niños y adolescentes- en todo el planeta.

Cantamos a favor del respeto y la convivencia

Entre las actividades previstas, la novedad de este año es una canción que se ha grabado en el Colegio Lourdes, con la colaboración de alumnado y profesorado. Con el título “Lo bonito es”, ha sido compuesta por Javier Santamaría Muñiz, profesor de música del Lourdes y autor del blog Lourdes Musical. Bajo estas líneas, podéis ver el video-clip de la grabación, donde las sonrisas y la complicidad se entremezclan con fragmentos interpretados en lengua de signos. “Lo bonito es que la gente se quiera, que me cuides, me respetes y juguemos juntos…” estos son algunos de los mensajes de la letra, que os animamos a cantar y compartir.

Material didáctico en Tiempo de Actuar

La última entrada de nuestro blog Tiempo de Actuar ofrece algunas actividades para abordar la problemática del bullying en sus múltiples formas, incluyendo el ciberacoso, la violencia de género y por razones de diversidad sexual y de género (LGTB+), proponiendo actividades concretas que se pueden llevar a cabo en el aula en función de las distintas etapas.

Contra el acoso escolar: una línea de trabajo constante en FUHEM

En FUHEM, a través de iniciativas que incluyen a sus tres colegios, Hipatia, Lourdes y Montserrat, llevamos mucho tiempo trabajando para prevenir las situaciones de acoso escolar con proyectos educativos diversos y materiales de reflexión, y con el trabajo continuado de equipos de mediación compuestos por docentes y alumnado que trabajan a favor de la convivencia. En nuestra web se pueden encontrar algunos de estos ejemplos, y también en los canales de redes sociales. Entre ellos, aprovechamos esta fecha para recordaros:

- FUHEM Click, un proyecto para favorecer el uso positivo de las redes sociales.

- Distintas formas, protagonizadas por el alumnado, que favorecen la convivencia y el trabajo entre iguales en Hipatia, contado en un reciente artículo del Boletín Intercentros.

- “Conversaciones con... José Antonio Luengo”: titulado "Convivencia en los centros educativos. El maltrato entre iguales", este video recoge el diálogo entre Víctor M. Rodríguez, Director del Área Educativa de FUHEM, y José Antonio Luengo, funcionario docente y especialista en Psicología Educativa y Asesor Técnico Docente en la Consejería de Educación, acerca de la convivencia en los centros educativos y cómo prevenir y detectar el maltrato entre iguales.

Contra el acoso escolar: también en redes

Con motivo del Día Mundial Contra el Acoso Escolar, los tres colegios de FUHEM desarrollarán diversas actividades e iniciativas que difundiremos a través de nuestras redes sociales: Facebook y Twitter. Si aún no lo haces, ¡síguenos!


Un movimiento fluido: construyendo un buen gobierno del agua en México

 

Un movimiento fluido: construyendo un buen gobierno del agua en México
Gerardo Alatorre Frenk

Los conflictos sociales, políticos y ambientales ligados a la gestión del agua en el mundo actual son clara muestra de las tensiones características de este momento histórico, en el que el sistema capitalista desata su voracidad por lo que considera “recursos energéticos, hídricos y minerales”. Este modelo neoliberal de acumulación tiene graves consecuencias para el tejido social, el acceso de la gente al agua, las cuencas hidrográficas y los territorios. Muchas regiones del planeta, incluyendo a México, son un campo de batalla, y lo que está en juego es la vida misma de las comunidades y de los ecosistemas.

Vivimos en un mundo transnacional; una élite global corporativa maneja los flujos financieros y comerciales, la geopolítica, los grandes medios de comunicación; y la mayoría de nuestros gobiernos latinoamericanos son engranes de esa máquina. Esto impacta directamente las políticas de gestión hídrica: además de fomentar la privatización de los servicios de abasto y saneamiento de agua, se impulsan reformas estructurales que buscan asegurar la disponibilidad del líquido para la minería a cielo abierto y los emprendimientos energéticos (hidroelectricidad, extracción de hidrocarburos mediante fractura hidráulica y cultivo de agrocombustibles).

Sin embargo, los Estados pueden verse obligados (o están viéndose obligados) a abrir espacio político a otras maneras de concebir e instrumentar la gestión de las cuencas y el agua.

Veremos aquí el caso de Agua para Tod@s Agua para la Vida, un ejemplo de cómo están gestándose futuros distintos al que el sistema hegemónico nos presenta como único posible. Quizá en todo el planeta están emergiendo futuros de carácter comunitario, solidario y sustentable; si en ocasiones resulta difícil percibirlos es, probablemente, porque son tan nuevos que faltan palabras para nombrarlos.

Una coyuntura propicia para la defensa del agua y el territorio.

Al ir estructurándose el proyecto corporativo de control del agua como elemento de la acumulación capitalista, y al hacerse visibles sus efectos sociales y ambientales, también van surgiendo otros proyectos, en los que el agua es concebida como un bien común, un elemento vital para los seres humanos y no humanos, y un sustento para la salud, la alimentación y diversas necesidades sociales básicas. Frente a las pretensiones de centralizar la toma de decisiones al servicio de la acumulación de riqueza y poder, surgen actores políticos que buscan instaurar formas de gobierno democráticas y descentralizadas donde las comunidades, a distintas escalas, asumen el control de la gestión del agua y las cuencas. Así va adquiriendo consistencia un poder alternativo, un poder emergente, un contrapoder, que cristaliza en organizaciones, instituciones, redes, programas, agendas de acción política, etc., desde la escala local hasta la mundial.

El agua se ha convertido en un campo de batalla y es, a la vez, un poderoso aglutinante político. Actores sociales y políticos con intereses muy distintos convergen cuando del agua se trata, llegando, inclusive, a la alta diplomacia. Una chispa aportada por el Gobierno boliviano encendió en 2010 toda una presión internacional que llevó a la firma, por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas, de la Resolución que establece el derecho humano al agua y al saneamiento.

El Gobierno mexicano suscribió dicha Resolución y, dos años después, el derecho humano al agua quedó plasmado en la Constitución mexicana, reconociéndose la necesidad de una nueva legislación del agua, capaz de garantizar el ejercicio de dicho derecho; la nueva ley habrá de llamarse Ley General de Aguas (LGA). El artículo 4 constitucional establece que “toda persona tiene derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible. […] El Estado garantizará este derecho y la ley definirá las bases, apoyos y modalidades para el acceso y uso equitativo y sustentable de los recursos hídricos estableciendo la participación de la Federación, las entidades federativas y los municipios, así como la participación de la ciudadanía para la consecución de dichos fines”.

A raíz de esta reforma constitucional se produce en México un fenómeno muy poco común: la sociedad civil se organiza, sin pasar por los partidos políticos, para elaborar una iniciativa ciudadana de ley. Un grupo de profesionistas políticamente activos en distintos lugares del país convocó a diversas organizaciones de la sociedad civil, comités comunitarios de agua e investigadores que desde años atrás ya veníamos movilizándonos a escala local, regional o de cuenca, para construir contrapoder en cuestiones ligadas a la gestión del agua. Consideramos que se trataba de una coyuntura favorable para avanzar hacia una más consistente coordinación de esfuerzos, con vistas a incidir políticamente a escala nacional, así como a potenciar, fortalecer y proteger las luchas regionales.

En diciembre de 2012 tuvo lugar un primer Congreso Nacional, al que asistimos cerca de 400 personas y así nació la Coordinadora Nacional Agua para Tod@s Agua para la Vida (www.aguaparatodos.org.mx), en la cual ha venido participando quien esto escribe. No solo se planteó la redacción de una Iniciativa Ciudadana de Ley General de Aguas (IC-LGA); en última instancia, lo que nos convocó fue el propósito de construir lo que llamamos un buen gobierno del agua, es decir una gestión democrática, participativa, descentralizada y sustentable del agua y las cuencas. Actualmente participan en Agua para Tod@s algunos sindicatos, centrales campesinas, comunidades eclesiales de base, periodistas y abogados, además de distintos comités comunitarios de agua, organizaciones de la sociedad civil y académicos.

¿Cómo se tejen sinergias entre tan diversos actores? ¿Cómo se articulan distintas escalas temporales y espaciales de construcción de contrapoder? ¿Cómo dialogan y se complementan –o no– los distintos saberes, haceres y poderes que confluyen en Agua para Tod@s? Son cuestiones que aquí abordaremos; pero antes, veamos qué es lo que está en juego.

La gestión hídrica en México.

Nuestro país es sumamente contrastante en lo social, lo cultural y lo climático. Más de la mitad de la población vive en la pobreza, en tanto que algunas familias figuran entre las más acaudaladas del mundo. Hay una importante diversidad étnica, que se refleja, por ejemplo, en los 7,4 millones de hablantes de lenguas originarias, de las que hay más de 70; el náhuatl es la lengua materna de casi dos millones de personas y el maya, de más de 860 000. En cuanto a la diversidad climática e hídrica, todo el norte del país está expuesto a las sequías, mientras en el sur hay zonas que se inundan durante las temporadas de lluvias. Tres millones de habitantes no tienen acceso al agua potable, y 40 millones sufren las consecuencias de la sobreexplotación de los mantos acuíferos.

Son muy diversas las formas de organizar el abasto de agua. En las áreas rurales y semiurbanas de México, las comunidades suelen tener Comités de Agua, encargados de dar mantenimiento a los manantiales o pozos donde las familias se abastecen, y de convocar el trabajo comunitario para dotarse de infraestructura de almacenamiento y distribución del líquido. En el extremo opuesto están las gigantescas obras de infraestructura con que las megalópolis buscan resolver su abasto de agua y el drenaje de las aguas servidas.

La política hídrica mexicana ha tenido un carácter centralizador. El Gobierno federal, a través de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), tiene el poder de concesionarlas o no. Aunque desde 2004 ha habido procesos de descentralización, estos no se han traducido en más participación social, comunitaria, sino del sector privado.

En la escala local, el abasto y saneamiento están a cargo de los gobiernos municipales. En general, sus procedimientos de gestión excluyen la participación de los habitantes y, en lugar de ello, propician el clientelismo y la corrupción. Los fondos se manejan, en muchos casos, de manera discrecional, en beneficio de intereses político-partidarios o privados.

La ineficacia de los organismos operadores municipales ha venido utilizándose como argumento a favor de la privatización de los servicios. Al mismo tiempo, como ya dijimos, el agua se convierte en elemento clave para los emprendimientos mineros y energéticos. Estas políticas vulneran el derecho al agua del 10 % de la población del país1, afectaciones que están agudizándose por los ya mencionados contrastes climáticos, que podrían ir acentuándose como consecuencia del cambio climático global.

Distintos proyectos de país, distintas propuestas de LGA.

En 2015, el Gobierno federal mexicano sometió su proyecto de LGA a la aprobación de la legislatura. No lo logró, en parte por las violaciones al reglamento que conllevó su intento de hacerlo en modalidad fast track, y en parte por la fuerte oposición que suscitó por parte de la ciudadanía y sectores de la clase política. Se trataba de un proyecto de ley favorable a los procesos de privatización y al uso de agua para megaproyectos de distinta índole. Además, se perpetuaban con él los esquemas “lineales” y “tuberos” característicos de la actual legislación; lineales, porque sigue planteándose una gestión del agua basada en la secuencia extracción > conducción > utilización > contaminación > desecho, y no un esquema cíclico. Y “tuberos” porque, para abastecer a las poblaciones, se plantea la construcción de obras de conducción, bombeo y trasvase, trayendo agua de donde sea, y afectando a las cuencas y a las comunidades expropiadas, en ocasiones de manera irreversible.

Por su parte, la Iniciativa Ciudadana de Ley General de Aguas (IC-LGA) va encaminada a construir un gobierno del agua basado en los principios ético-políticos de sustentabilidad, equidad y participación. El primero establece nuestra responsabilidad de asegurar el acceso al agua tanto para las comunidades humanas como para las demás especies y los ecosistemas. El principio de equidad establece la obligatoriedad del Estado de garantizar el acceso de la gente al volumen mínimo necesario para cubrir sus necesidades cotidianas, independientemente de su poder adquisitivo, edad, género y lugar de residencia. El de participación postula que es en lo local, en la gestión de los manantiales, arroyos, pozos y tomas de agua, en cada comunidad o colonia, donde pueden potenciarse los saberes de la gente, sus formas de organización y sus mecanismos para planear, conducir y supervisar la gestión del agua. Existe aquí una apuesta por descentralizar los saberes y el poder.

En la redacción de la IC-LGA participaron personas de muy distintos sectores: profesionistas de diversas organizaciones y redes de la sociedad civil, así como equipos de académicos que trabajamos con comunidades rurales y urbanas en temas de gestión territorial. Durante 2012 y 2013 el trabajo se organizó en comisiones que generaron propuestas de políticas para distintos ámbitos temáticos: sistemas municipales de agua y saneamiento, manejo de cuencas, protección de acuíferos, sistemas de concesiones, justicia hídrica, prevención de la contaminación, soberanía hídrico-alimentaria y otros. Un equipo de abogados tradujo estas propuestas al lenguaje jurídico y así se llegó a un borrador final en 2014.

Durante 2013 y 2014 se organizaron 99 foros públicos en distintas regiones del país, con la participación de organizaciones de base, asociaciones ciudadanas, instituciones académicas y algunos funcionarios de gobierno y legisladores. De esos foros surgieron propuestas que permitieron afianzar la iniciativa de ley. En febrero de 2015, la Iniciativa Ciudadana de LGA fue presentada a diputados y senadores en un acto público de entrega-recepción y ese mismo mes fue publicada en la Gaceta del Senado, respaldada con las firmas de 22 senadores de cuatro partidos políticos.

El proceso de elaboración de la IC-LGA y la conformación de un movimiento nacional por un buen gobierno del agua han conllevado diálogos entre saberes y discursos de muy distinta índole. Un ejemplo ilustrativo concierne a las distintas maneras de concebir y ordenar el territorio: el enfoque de cuenca, que acostumbran emplear los hidrólogos, los geógrafos y los ecólogos, puede ser muy diferente a la territorialidad mítica ancestral, la lógica de gestión productiva y el control agrario en que suele basarse la gestión territorial comunitaria; pero del diálogo entre ellos surgen aprendizajes muy útiles para unos y otros, y las posibles contradicciones se convierten en complementariedades. Asistimos a una ‘polinización cruzada’ entre el saber científico y los saberes arraigados de quienes trabajan en los territorios. En el ámbito de los derechos, se retroalimentan mutuamente las exigencias inmediatas de las comunidades con las reivindicaciones de quienes, en el ámbito nacional e internacional, luchan por mayor transparencia y contra la impunidad de las empresas transnacionales3.

La IC-LGA establece prioridades de uso y destino del agua, colocando en primer lugar a los propios ecosistemas, en segundo al consumo personal doméstico y, en tercero, a la soberanía alimentaria. Las concesiones quedarían supeditadas a la disponibilidad del líquido una vez cubierto lo prioritario. En la planeación del manejo del agua y las cuencas, el instrumento central serán los Planes Rectores, que se elaborarán por consenso desde el nivel local.

Se trata de una propuesta bien fundamentada en términos técnicos, sociales, políticos, financieros y jurídicos. Señal de ello fue su adopción por parte de la Comisión de Recursos Hidráulicos de la Cámara de Diputados, durante un lapso de año y medio (2013-2014).

Para la gestión del agua (planeación, ejecución, vigilancia y sanción), la IC-LGA propone un diseño institucional conformado por instancias ciudadanizadas en distintas escalas, respetando los usos y costumbres de las poblaciones, en particular sus formas organizativas. Se busca asegurar el acceso de la gente al agua mediante una gestión integral de las cuencas, y se aplica el principio precautorio: cualquier actividad o proyecto que pudiera significar un riesgo para las comunidades, su territorio y sus aguas necesitará someterse a su consentimiento libre e informado.

Agua para Tod@s está potenciando y enlazando las corrientes de contrapoder que en la dimensión local, regional o institucional ya venían alimentando quienes en ella confluyen. La IC-LGA ha sido un elemento aglutinador, que se complementa con las estrategias para construir, en el aquí y el ahora, un buen gobierno del agua. (De hecho, sabemos que una ley no es suficiente para el ejercicio del contrapoder; numerosas leyes mexicanas, que podrían propiciar una gestión territorial participativa y sustentable, se quedan en el papel cuando la correlación fáctica de fuerzas les es desfavorable.) Pero veamos cuál ha sido la estrategia legislativa.

Estrategias legislativas de construcción de contrapoder.

Prevén las leyes mexicanas dos figuras para dar cabida a las propuestas de política emanadas de la ciudadanía: la Iniciativa ciudadana (que requiere el respaldo de poco más de 100 000 ciudadanxs) y la Consulta popular (que, suscrita por 1,6 millones de ciudadanxs, haría obligatorio el examen de una propuesta de ley por parte del poder legislativo).

Ya se han colectado suficientes firmas (con los respectivos números de identificación oficial) para presentar la Iniciativa ciudadana, gracias a la activa participación en la campaña de colecta de diversos sistemas comunitarios del agua, pueblos originarios, estudiantes, investigadores, sindicatos y organizaciones campesinas.

Agua para Tod@s ha seguido abriendo espacios de debate, tanto para ir sumando voluntades como para realizar ajustes que requiera la propuesta de ley. En 2015 y 2016, a convocatoria de cinco rectores universitarios, se llevó a cabo el Consenso Nacional por el Agua, proceso de análisis y propuestas con visión nacional e internacional. Se realizaron 23 eventos y foros de trabajo, en los que se generaron propuestas para fortalecer la IC-LGA y se involucró a nuevas organizaciones en su promoción y en la construcción del buen gobierno del agua.

Agua para Tod@s ha reflexionado en torno a las perspectivas de las distintas propuestas de LGA en la actual coyuntura política pre-electoral (en 2018 habrá elecciones federales). Actualmente el Partido Revolucionario Institucional (PRI) controla el poder ejecutivo y el Congreso, pero sus perspectivas para las elecciones son sombrías y en lo relacionado con la LGA el propio grupo en el poder está dividido: el PRI no ha aceptado la propuesta del Ejecutivo federal. La tensión política en torno a la legislación del agua es muy fuerte. Por un lado, a las corporaciones de la energía y de la minería les urge tener en las leyes mexicanas la garantía que eventualmente les permitiría interponer demandas contra el Estado mexicano ante el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (CIADI); por otro lado, hay una fuerte oposición, tanto en las organizaciones sociales y en la opinión pública como en parte del aparato estatal, frente a las pretensiones de privatizar la gestión del agua y autorizar su uso para los megaproyectos.

Se trata de una cuestión política delicada. Las autoridades saben, por experiencia, que es riesgoso intentar una aprobación fast track de su propuesta de ley: los intentos realizados hasta ahora se han convertido en oportunidades para que Agua para Tod@s, aprovechando los reflectores de la prensa y la opinión pública, dé a conocer ampliamente su contrapropuesta. Es poco probable que el poder ejecutivo federal asuma el costo político de un posible rechazo a su Ley General de Aguas, lo cual permite suponer que será en el sexenio 2018-2024 cuando veremos enfrentarse, en las arenas legislativa y sociopolítica, a las distintas iniciativas de ley.

Dos elementos centrales tiene, en este ínterin, la estrategia de Agua para Tod@s: por un lado, se busca redactar e impulsar leyes estatales del agua inspiradas con la IC-LGA; desde 2016 organizaciones de 12 estados del país se han involucrado en este esfuerzo, y han realizado gestiones con diputados locales de diversos partidos para ir generando consensos. Por otro lado, como veremos enseguida, Agua para Tod@s intenta construir –aquí y ahora– un buen gobierno del agua. Para contextualizar, vale la pena hacer un breve recuento histórico.

Estructura agraria y control del agua y el territorio en México.

De la Revolución Mexicana se derivó una constitución agrarista (la de 1917). Durante el reparto agrario del siglo XX pasaron a manos campesinas 100 millones de hectáreas, equivalentes a la mitad del territorio de México y a cerca de las dos terceras partes de la propiedad rural total del país. Se establecieron aproximadamente 30 000 ejidos y comunidades. El artículo 27 constitucional señala que las aguas, incluyendo las subterráneas, son de la nación; solo pueden usarse mediante concesión otorgada por el Ejecutivo federal. Pero a principios de la década de 1990 asumieron el poder los hijos de la escuela de Chicago y se negoció el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá (TLCAN, NAFTA en inglés), para lo cual el Gobierno promovió cambios en la ley minera, la forestal y la Ley de Aguas Nacionales. Se desconocieron los derechos históricos al agua, sustituyéndolos por un sistema único de concesiones que incluye mecanismos para su compra y venta. También se modificó el artículo 27 para establecer un mercado de tierras y desmantelar la propiedad social. Al entrar en vigor el TLCAN, se levantaron en armas las comunidades zapatistas en Chiapas.

Un cuarto de siglo después, sin duda ha avanzado la “regularización” de la propiedad ejidal y su transformación en propiedad privada. Pero también se desarrollan, en todo el país, movilizaciones de los pueblos, buscando resguardar el control de sus tierras y aguas frente a amenazas diversas, incluyendo megaproyectos energéticos y de minería metálica a cielo abierto.

Combinando acciones jurídicas con el control físico del terreno y con otras diversas estrategias, surgen en todo el país movilizaciones para defender el agua y el territorio. Las comunidades campesinas e indígenas se han venido apoyando en herramientas de defensa jurídica como la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que ordena: “1) antes de tomar siquiera la decisión de implementar un proyecto el Estado deberá proporcionar a los pueblos y a las comunidades la información completa, lo cual debe incluir los estudios de impacto social, cultural y ambiental, y 2) antes de expedir cualquier autorización y/o permiso, el Estado deberá realizar la consulta para obtener el consentimiento de la comunidad, la cual deberá celebrarse en su lengua, bajo sus usos y costumbres y durará todo el tiempo que sea necesario”4.

La legitimidad internacional del control comunitario sobre los territorios y el agua descansa en la Observación General 15 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), así como en el Convenio 169 de la OIT, que pone en primer plano a los pueblos originarios, pero que también empieza a respaldar a los pueblos equiparables. Estos, en el caso de México, son los pueblos campesinos o urbanos con raíces culturales mesoamericanas.

En Chiapas, Oaxaca, Michoacán y la Sierra Norte de Puebla hay experiencias importantes de control comunitario del territorio. Un ejemplo notable es el del municipio poblano de Cuetzalan. En 2009, a raíz de afectaciones graves al suministro de agua provocadas por proyectos turísticos, se realizó una serie de talleres de diagnóstico comunitario con amplia participación popular y apoyo de un equipo de universitarios. En 2010 este equipo presentó en las comunidades los resultados del diagnóstico y puso a consulta una propuesta de ordenamiento territorial que definía una zonificación del municipio y establecía lo que puede o no hacerse en cada zona. Después de 14 meses de trabajo, en sesión solemne del Cabildo, se aprobó un Ordenamiento Territorial Ecológico, que de esta manera adquirió un estatus de ley y que, desde entonces, permite a las comunidades protegerse de los proyectos energéticos y mineros impulsados por las instancias de gobierno y por diversas empresas.

Construyendo, desde la sociedad civil, un buen gobierno del agua.

Los esfuerzos de Agua para Tod@s y de las organizaciones regionales y comunidades que ahí confluimos van encaminados a construir una gestión democrática, participativa y sustentable del agua, en la cotidianidad de los espacios micro, abarcando, en la medida de lo posible, dimensiones meso, y manteniendo esfuerzos (como la campaña de firmas) para lograr transformaciones en lo macro.

Seis ejes estratégicos nos parecen fundamentales: el fortalecimiento de los sistemas comunitarios de agua, la creación de instancias de contraloría ciudadana, la resistencia frente a los procesos de privatización, la cogestión de cuencas con participación ciudadana, la construcción de capacidades de presión política a partir de la opinión pública y el tejido de redes amplias a escala nacional e internacional. Abordaremos, ahora, cada uno de estos ejes, esperando proporcionar pistas para otros movimientos en México y otras regiones del continente y del mundo.

Profesionalización de los sistemas comunitarios de agua.

Hicimos ya mención de los Comités de Agua, formas organizativas que perviven, como “usos y costumbres”, en numerosas comunidades de México y que han permitido la protección y el mantenimiento de las fuentes de agua (pozos, manantiales, arroyos). Actualmente, estos sistemas se ven sujetos a tensiones políticas, no solo por los intentos de privatización de los servicios de abasto de agua: la ‘municipalización’, término que en otros contextos implica un regreso al control público de los servicios de provisión de agua (después de procesos privatizadores), en estas comunidades puede significar lo contrario: la pérdida de control comunitario al quedar esos servicios a cargo de autoridades municipales que no rinden cuentas, que suelen corromperse y que gestionan el agua de manera clientelar.

¿Existe hoy margen político para un control territorial directo por parte de las comunidades? Esto depende tanto de las correlaciones de fuerzas (tensiones y negociaciones entre las distintas partes con intereses en la gestión del agua) como del grado de organización de las propias comunidades. Agua para Tod@s enlaza varias experiencias regionales en las cuencas de la región central del país: la Ciudad de México y el Estado de México. Se han fomentado vínculos entre los sistemas comunitarios y algunas universidades que colaboran en la realización de diagnósticos, el monitoreo de la calidad de sus aguas, el diseño de sistemas de potabilización, y el mapeo y protección de sus zonas de recarga y descarga.

Desde 2015 el Sistema de Agua Potable de Tecámac (Estado de México) convocó a integrantes de organismos comunitarios de agua y a investigadores y estudiantes universitarios a debatir en torno a la situación y necesidades de estos órganos. En un evento de ese año varias organizaciones deciden apostar por la profesionalización de los Comités. Les da ánimos un video sobre la lucha de Cochabamba, Bolivia, en 2000, que invita a “recuperar la confianza, la alegría, la transparencia, la reciprocidad y la lucha permanente en el trabajo colectivo de los grupos, así como la capacidad de gestionar y convivir con el agua como un ser vivo y no como un recurso”5.

En 2016 Tecámac pone en marcha la Escuelita del Agua, que incluye cursos y talleres de formación y coaprendizaje para que quienes conforman los Comités de Agua de distintas regiones se doten de habilidades organizativas y técnicas (políticas de tarifas, distribución, sustentabilidad económica, manejo de infraestructura). Han tenido logros en el control democrático por parte de las asambleas de usuarios y la rendición de cuentas por parte de las mesas directivas electas.

Las contralorías ciudadanas.

La ciudadanía está formándose y construyendo capacidades para vigilar el desempeño de las autoridades y denunciar casos de incumplimiento. Entre los casos donde están involucradas las organizaciones de Agua para Tod@s están los de Tabasco, Puebla, Saltillo (Coahuila) y Ciudad de México. En algunas delegaciones de esta ciudad, como Xochimilco e Iztapalapa, la vigilancia va dirigida a evitar la sobreextracción de agua subterránea, que ya ha provocado hundimientos graves.

A escala nacional, la instauración en 2016 de un Sistema Anticorrupción abre el espacio institucional formal que requiere una Contraloría Social del agua.

Alternativas a la privatización de sistemas municipales o metropolitanos.

Ha venido reduciéndose el presupuesto de la CONAGUA para infraestructura de agua potable, alcantarillado y saneamiento. El correspondiente a 2017 tuvo un recorte de 72 % en relación con el de 2016. Suponemos que estas restricciones económicas van encaminadas a ejercer presión sobre los organismos operadores para obligarlos a aceptar la participación privada.

Ya se han dado en México procesos de privatización de organismos operadores de agua en algunas poblaciones de los estados de Aguascalientes, Quintana Roo, Coahuila, Chiapas, Puebla y Veracruz. El incumplimiento de contratos y de las metas establecidas (con excepción de la eficiencia de cobranza, para lo cual se recurre a cortes de agua a los usuarios morosos), la información incongruente presentada por las empresas concesionarias, la falta de transparencia y la nula de respuesta de las autoridades ante las quejas de los usuarios, además de los arreglos subrepticios entre autoridades y socios privados, hacen suponer actos de corrupción.

La movilización de organizaciones de usuarios del agua ya logró la remunicipalización de dos de los organismos privatizados (el de Navojoa, Sonora, y el de Ramos Arizpe, Coahuila). Y donde esto no ha sido posible, están desarrollándose luchas importantes.

Espacios formales de participación ciudadana en la gestión de cuencas.

Estipulan diversas leyes mexicanas mecanismos para la participación ciudadana en política pública. Desgraciadamente, su alcance es limitado, por falta de autonomía financiera y porque no son vinculantes: solo pueden hacer recomendaciones. Tal es el caso de los Consejos de Cuenca. No dan voto pero sí, a veces, voz a los distintos tipos de usuarios del agua (uso público urbano, agrícola, industrial, etc.) así como a otros sectores interesados (entre ellos, el académico).

Varios integrantes de Agua para Tod@s participan o han participado en los Consejos de Cuenca. A través de estos(as) compañeros(as) se ha logrado sensibilizar a algunos de los Consejos de Cuenca. Esto fue palpable en 2016, cuando la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) promovió un proceso de "consulta" sobre la LGA; varios Consejos de Cuenca insistieron en la importancia de integrar las propuestas de la IC-LGA.

En algunas regiones hay organizaciones que impulsan esquemas de cogestión de cuencas, en los que se establecen convenios con comunidades rurales y municipios urbanos. Es el caso de la cuenca del río Pixquiac, en Xalapa, Veracruz. Los usuarios urbanos nos “corresponsabilizamos” del cuidado de la cuenca donde se genera el agua que usamos; se incluye en el pago por el servicio de provisión de agua una cuota con la que se constituye un fideicomiso, que a su vez permite financiar programas comunitarios encaminados a un manejo sustentable de la cuenca, que incluyen, por ejemplo, la creación de viveros forestales para la reforestación y la restauración de zonas degradadas, la diversificación de los sistemas productivos, el ecoturismo comunitario y la construcción de estufas ahorradoras de leña.

Presencia y visibilidad en el espacio público.

La presencia activa en los espacios públicos de debate y la difusión de información, de manera directa y a través de los medios masivos, han permitido formar una opinión pública que está ejerciendo presión política. Por ejemplo, dar a conocer el recorte de 72 % del presupuesto federal destinado a la Comisión Nacional del Agua en 2017 (en comparación con el de 2016) permitió hacer visibles los planes del Gobierno federal de impulsar la ‘privatización inducida’ de los servicios de agua y saneamiento.

Se han dado a conocer los problemas, las luchas y las alternativas viables. Y también se ha recurrido al ciberactivismo, como fue el caso de la movilización vía Change.org en contra de los “Lineamientos” que legalizarían el uso de agua para extraer hidrocarburos mediante fracturación hidráulica.

Ha habido concentraciones masivas en las calles y plazas, y recorridos como la Caravana Nacional en Defensa del Agua, el Territorio, el Trabajo y la Vida (convocada por la Tribu Yaqui en 2015). Esta Caravana, siguiendo tres rutas, recorrió durante 10 días el país para confluir en la Ciudad de México. Participaron más de cien organizaciones, pueblos indígenas y movimientos sociales, recorriendo 85 poblaciones rurales y urbanas, y logrando visibilidad en los medios (más de 5000 notas en la prensa, TV y redes sociales). Estos actos masivos permiten aprender todos de todos y también alimentan las esperanzas, pues nos ayudan a recordar que no estamos solos. Si bien el contrapoder se construye en el espacio público, una de sus bases de sustento está en la dimensión subjetiva, donde se genera y se reproduce la motivación de participación.

Redes nacionales e internacionales.

El posicionamiento político de las propuestas y acciones de Agua para Tod@s se ha afianzado gracias a los vínculos (solidaridad, apoyo mutuo y confluencia en coyunturas clave) con varias organizaciones campesinas de alcance nacional, universidades, sindicatos importantes como el de telefonistas y redes de índole socioambiental (Alianza Mexicana contra el Fracking, Movimiento de Afectados por Presas y en Defensa de los Ríos, etc.). La relación con el Centro Mexicano de Derecho Ambiental también ha sido fructífera.

También se tejen lazos en la dimensión internacional: con la RedVIDA (Vigilancia Interamericana para la Defensa y Derecho al Agua), con la Red para el Agua Pública (Reclaiming Public Water) y con organizaciones europeas como Agua de Todos (Portugal), K136 (Tessaloniki, Grecia) y Acqua Benne Comune (Italia).

Gradualmente, con ayuda de los “agentes bisagra” (personas u organizaciones familiarizadas con distintos códigos culturales, lingüísticos y organizacionales) se van articulando diferentes ámbitos de lucha.

En síntesis.

La experiencia de Agua para Tod@s muestra los límites y alcances de la organización ciudadana para construir contrapoder. Un día podemos tener la satisfacción de ver suspendido (aunque sea de manera provisional) un proyecto minero o hidroeléctrico, y al día siguiente nos enteramos, con frustración y enojo, de la aprobación (sin consulta ni debate) de leyes que atentan, directamente, contra el derecho humano al agua. Cada vez más gente está alerta y se fortalece la capacidad organizativa en lo local y lo regional, pero subsisten las estructuras que permiten a las instituciones gubernamentales ejercer el poder de manera vertical.

¿Qué hemos aprendido, en términos de la construcción de contrapoder? Para comenzar, constatamos la importancia de combinar distintas estrategias; conjuntar las de tipo legislativo y la acción directa sobre los territorios; articular, de manera dialogal y complementaria, a una diversidad de actores, de culturas, de epistemes y de escalas espaciales y temporales. Paralelamente, ir construyendo saber transdisciplinario, a partir del diálogo entre saberes académicos y no académicos. De manera gradual ir articulando, también, distintas escalas: lograr que las luchas locales, arraigadas en territorios concretos, retroalimenten y sean retroalimentadas por los esfuerzos que realizan las organizaciones de la sociedad civil y los universitarios en las escalas regional, nacional e internacional. Tejer sinergias con las luchas por los derechos humanos, por el derecho a la alimentación y a la salud, por el derecho a la información y a la consulta, por el ambiente sano, por el derecho a la diversidad cultural.

En estos tiempos de políticas neoliberales y Estados amafiados, el principal aprendizaje apunta, quizá, a la importancia de mantener las esperanzas de poder construir futuros más sustentables y justos, en los que todos y todas podamos ejercer nuestro derecho al agua y muchos otros derechos fundamentales.

NOTAS:

1. Valadez Rodríguez, A. (2017). "Las industrias extractivas despojan de agua a 10% de mexicanos: académico", La Jornada,  [consultado el 13 de febrero de 2018].

2. Ver La Jornada del Campo, Nº 80, del 17 de mayo de 2014, sobre El buen gobierno del agua.

3. Ver Alatorre, G. (2015) 'El derecho humano al agua y la movilización ciudadana por cambios legislativos y políticos en la gestión del agua'. En: García López y Travieso (coords.) Derecho y Gestión del Agua, pp. 75-100. Ciudad de México: Ubijus Editorial.

4. Ver el artículo de X. Martínez Esponda (2014): 'Los derechos humanos, la defensa de los pueblos y los proyectos de desarrollo en Veracruz. Historia de un desencuentro'. El Jarocho Cuántico, Suplemento de La Jornada Veracruz. Número especial: 'Ríos y territorio, despojo y resistencias'.

5. Ver artículo.

6. Ver Alatorre (2017) 'Apprentissage social et mobilisation citoyenne pour une gestion démocratique, équitable et durable de l’eau au Mexique'. Canadian Journal of Environmental Education, 22:11-26.

SOBRE EL AUTOR

Gerardo Alatorre Frenk es fundador del Grupo de Estudios Ambientales (GEA A.C.), donde trabajó de 1977 a 2000. Tiene una maestría en Desarrollo Rural y un doctorado en Antropología. Desde 2010, es miembro de La Asamblea Veracruzana de Iniciativas y Defensa Ambiental (LAVIDA). Es investigador-activista en el Instituto de Investigaciones en Educación de la Universidad de Veracruz y su trabajo académico se centra en promover los aprendizajes que se generan en torno al manejo y defensa del territorio por parte de los movimientos sociales.

Este artículo forma parte del informe Estado del poder 2018, editado en castellano por Transnational Institute (TNI) y FUHEM Ecosocial.


La construcción del contrapoder feminista: ha llegado para quedarse

 

La construcción del contrapoder feminista: ha llegado para quedarse
Nina Power

Cuanto mayor me hago, más me sorprende cómo es posible que en un mundo lleno de gente compasiva e inteligente, al final siempre terminemos teniendo como dirigentes a las mujeres y los hombres más corruptos, sobornables y desalmados. ¿Será que la mayoría de nosotras y nosotros somos demasiado amables, estamos demasiado bien socializados en lo correcto para levantarnos contra los sádicos y los abusadores?

En particular, ¿por qué no fue posible parar a Donald Trump? Seguro que incluso los republicanos que pensaron que él podría haber defendido sus intereses políticos pueden ver lo terrible que es la idea de tenerle a cargo de cualquier cosa, sea esta Twitter o los códigos de las armas nucleares. ¿Por qué no se organizaron secretamente para hacer imposible que ganara la candidatura y no digamos ya las elecciones?

En este breve ensayo quiero abordar el tema de la ‘socialización’, entre otros asuntos como la manera en la que somos educados, de formas sutiles y no tan sutiles, para aceptar nuestra propia opresión y no ‘armar un escándalo’.

El feminismo es el que mejor nos puede enseñar a analizar este fenómeno, porque históricamente a las mujeres se les ha educado para cumplir este papel: suavizando los desacuerdos, consintiendo y calmando. Hay muchas mujeres que no siguen este guión y, por ello, a menudo se les castiga. ¿Cuál es la mejor manera de reflexionar sobre esta forma de educación tan oculta y tan perniciosa?

La liberación de las mujeres: una revolución inacabada.

Juliet Mitchell, en la cresta de la segunda ola del feminismo en el Reino Unido escribió en el año 1966 el libro Women: The Longest Revolution [Mujeres: la revolución más larga], en la que argumentaba que “únicamente se puede lograr la liberación de las mujeres si se transforman las cuatro estructuras en las que (las mujeres) se integran: producción, reproducción, sexualidad y socialización”.

Mitchell sugiere que, si se analizan al mismo tiempo sus circunstancias económicas, sociales, sexuales y políticas, se logrará su emancipación de la explotación y la opresión. ¿Cómo se solapan y entrelazan la producción, la reproducción, la sexualidad y la socialización? ¿Cómo se viven de forma similar y diferente según sean sus orígenes económicos y étnicos?

Tenemos que ser capaces de examinar detenidamente la incorporación de las mujeres al trabajo, muchas veces cobrando menos y con peores contratos que los hombres y cómo el capitalismo depende tanto de su trabajo peor pagado (en la producción) como de la reproducción social (todo lo que va desde el nacimiento de nuevos seres humanos, hasta el cuidado y la atención de los demás, la alimentación, el vestido, la educación y garantizar que los trabajadores puedan vender su fuerza de trabajo).

Quizá la sexualidad haya supuesto una historia de éxito social por muchas razones desde mediados de la década de 1960, en particular la aceptación generalizada de las relaciones entre personas del mismo sexo, aunque el deseo y los derechos masculinos siguen dominando la vida de las mujeres de maneras extremadamente dañinas. Ninguna de las estructuras analizadas por Mitchell se han transformado completamente: el contrapoder feminista todavía tiene un largo camino por delante. Es, de hecho, la revolución ‘más larga’.

La categoría de los cuidados, en particular, se debe convertir en un elemento central de nuestras políticas. A la vez que debatimos sobre las posibilidades y el futuro de la automatización, no podemos olvidar, como señala la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su 'Convenio sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos', de 2011:

“… el trabajo doméstico sigue siendo infravalorado e invisible y [que] lo realizan principalmente las mujeres y las niñas, muchas de las cuales son migrantes o forman parte de comunidades desfavorecidas, y son particularmente vulnerables a la discriminación con respecto a las condiciones de empleo y de trabajo, así como a otros abusos de los derechos humanos…”

Al hilo de los debates sobre la automatización, debemos reconocer la historia de género y racial del ámbito laboral de los cuidados y revalorizar (tanto económica como socialmente) el trabajo (remunerado y no remunerado) que se destina a mantener la vida humana.

Nueva militancia feminista.

Quiero sugerir que el feminismo, no de manera exclusiva respecto a otras perspectivas que se puedan adoptar, pero de forma importante y específicamente, nos proporciona múltiples vías de comprensión sobre la realidad del mundo. Lo que nos ha enseñado estos últimos años, precisamente porque las cosas están tan mal, tan monopolizadas por hombres abusivos (para los que la dominación sobre las mujeres forma parte inherente de la vida cultural, social y política), es que las mujeres se alzan y luchan cuando sus derechos se ven amenazados.

El movimiento contra el feminicidio #NiUnaMenos, que comenzó en 2015 después de décadas de organización feminista contra la violencia sexual hacia las mujeres, ha estado tomando las calles una y otra vez en ciudades de Argentina, Brasil, Chile, El Salvador, México, Perú, Uruguay y otros países latinoamericanos.

La Marcha Mundial de Mujeres de enero de 2017, con casi 700 protestas en todo el planeta, se inspiró en este movimiento y en el horror que producía la elección del presidente de los Estados Unidos, de un abusador sexual confeso, y del miedo legítimo ante el retroceso de los derechos reproductivos de las mujeres. Con ocasión de la convocatoria de varias huelgas de mujeres, particularmente durante el 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer, se quiso llamar la atención sobre las dimensiones económicas y sociales de la opresión de las mujeres y de su rol como trabajadoras remuneradas y no remuneradas explotadas.

Hay una nueva militancia en las calles, en el planeta y en el aire. El movimiento #MeToo y #YoTambién ha empezado a decir abiertamente lo que siempre se ha sabido y no hay duda de que las cosas cambiarán y seguirán cambiando (aunque deberíamos señalar que empezó originalmente en 2006, cuando la activista estadounidense Tarana Burke usó esa frase para debatir sobre la violencia y los abusos sexuales).

Por supuesto que, históricamente, el feminismo ha tenido que preguntarse sobre sus a priori y sus postulados: ¿qué ocurre con la relación entre clase y sexismo? ¿Se corresponden, o no, las distintas ‘olas’ del feminismo desarrollado en Occidente con las luchas de las mujeres en otras partes del mundo? ¿Cómo se vincula el socialismo con la emancipación de las mujeres? ¿Cómo se produce la opresión sobre las mujeres de color, no solo a través del racismo social sino también por el racismo dentro del movimiento feminista?

Claire Heuchan, en su blog Sister Outrider, apuntaba recientemente a esta relación entre racismo y feminismo:

“Vivir entre hombres de color y mujeres blancas es como estar atrapada entre la espada y la pared. A las mujeres de color se les anima a aceptar la misoginia o el racismo como destino y como política de liberación, dependiendo del grupo al que nos adscriban. Los hombres de color se apresuran a afirmar que cualquier misoginia a la que nos sometan es un asunto de poca monta en comparación con los daños que la supremacía blanca inflige sobre las mujeres de color. Las mujeres blancas corren desesperadas a reclamar que el racismo es un tema menor comparado con la amenaza real del patriarcado.”

La ‘interseccionalidad’ se ha convertido en una forma popular de intentar analizar el solapamiento de varias opresiones, sobre todo en internet. Según afirma la abogada y profesor universitaria estadounidense Kimberlé Williams Crenshaw, al igual que Heuchan, el racismo y el sexismo se deben entender como entrelazados y simultáneos, si es que se quiere comprender este fenómeno:

“Los análisis que realizan las feministas para politizar las experiencias de las mujeres y los que realizan los antirracistas para politizar las experiencias de las personas de color se han desarrollado a menudo como si estas experiencias y los temas que abordan sucedieran en terrenos mutuamente excluyentes. Aunque el racismo y el sexismo confluyen en la vida real de las personas, esto raramente se refleja en las prácticas feministas y antirracistas. Así, cuando estas prácticas explican la identidad de una mujer o la de una persona de color como una propuesta de alternativas (o esto o lo otro), se está relegando la identidad de las mujeres de color a un lugar que sobra decir.”

Se ha demostrado que internet es una herramienta cada vez más interesante en el desarrollo de la conciencia feminista, no solamente por haber popularizado términos como ‘interseccionalidad’, sino también por haber organizado el activismo feminista. También puede ser, como muchas personas han podido experimentar, un espacio de desacuerdo feroz, de hostilidad y de falsedad. El reconocimiento de cualquier agresión hacia nosotras y nosotros es una tarea sin fin, tanto en internet como fuera de ella.

De manera creciente se está desarrollando un pensamiento sobre la relación de la violencia racista, de los tipos identificados por el movimiento Black Lives Matter, con la violencia sexista en toda su complejidad. Sin embargo, nada cambiará si las personas blancas no reconocen su papel en perpetuar el racismo en todos las esferas de la vida: social, económica y política.

La interrelación entre feminismo, socialización y pérdida.

Tomando en consideración la importancia de no separar el feminismo del antirracismo y de otras luchas contra la opresión, me quiero centrar aquí en un aspecto (la socialización) de la estructura de cuatro factores y el plan de Mitchell para un movimiento de liberación de las mujeres que merezca ser llamado así (recordamos: producción, reproducción, sexualidad y socialización). Aunque el artículo de Mitchell se publicó hace más de medio siglo, todavía sigue dando cuenta de los temas y desafíos que afronta con claridad el feminismo en el siglo XXI.

Por tanto, ¿qué entendemos por socialización hoy en día? ¿Cómo se vincula el feminismo y lo que podríamos llamar el ‘contrapoder feminista’ que reconocemos en las marchas mundiales, en las huelgas y en las protestas?

La socialización de las chicas y los chicos es un tema que genera mucha ansiedad en los padres y los educadores, e incluso se convierte en una tarea mucho más difícil si tenemos en cuenta la omnipresencia de los anuncios, los estereotipos de género, las imágenes de la gente ‘guapa’ y de la presión social para someterse a roles y normas basadas en el sexo.

Como alguien criada en los años ochenta y adolescente en los noventa del siglo pasado, me choca ver cómo ha crecido exponencialmente la presión para ajustarse a los roles y estereotipos de género. No recuerdo muchos objetos ‘rosa’ en mi infancia, aunque hubiera, por supuesto, juguetes, muñecas y cocinitas, pero sí recuerdo haberlos rechazado por otros juguetes y libros mucho más interesantes y que eran una opción mucho más real en comparación con las que puede haber ahora.

Podríamos decir cínicamente que el ‘género’ es apenas un síntoma del mercado, que se beneficia de promocionar los estereotipos de género. Ciertamente, esto debe formar parte del mismo. Sin embargo, también pienso que algo se ha perdido, y lo que perdimos o estamos perdiendo, fue en realidad una victoria feminista y uno de los mayores éxitos de la ‘segunda ola’.

Analizando la manera en la que se impuso el género sobre esos cuerpos sexuados como masculinos o femeninos, observamos que lo que la segunda ola del feminismo hizo posible fue romper con la idea de que el sexo determinaba el género. En otras palabras, que, mientras que la biología es un hecho, las expectativas y las imposiciones colocadas sobre los cuerpos denominados ‘masculinos’ y ‘femeninos’ eran completamente sociales y, como tales, se podían cambiar. Que a las chicas y los chicos les podía y les debería gustar lo que fuera, llevar lo que quisieran y jugar de la forma que se les antojara.

Esta idea es claramente muy revolucionaria porque sugiere que las chicas pueden rechazar ser decorativas, sumisas, etcétera, y los chicos pueden negarse a ser agresivos y dominantes. Esto significa, en principio, que los chicos y las chicas pueden crecer para trabajar en cualquier empleo que les guste, tener la afición que deseen, ser quienes quieran ser.

El hecho de que esta idea feminista se haya filtrado y se haya convertido en pensamiento y en práctica comunes, lo convierte en un ejemplo clave del contrapoder feminista y en un auténtico cambio hacia la liberación de los estereotipos de género.

Sin embargo, la socialización es algo difícil de cambiar y, por cada victoria feminista, se produce un contragolpe extremo, como hemos presenciado en años recientes, por ejemplo, donde parece que se nos golpea con los estereotipos de género a cada paso que damos.

Es preocupante darse cuenta de que todavía la forma en la que las chicas y las mujeres son socializadas para que no se hieran los sentimientos de los hombres e intentar suavizar cualquier situación social difícil, contribuye con seguridad al lento proceso de denunciar los abusos masculinos a través del movimiento #YoTambién. El no querer ser percibidas como ‘difíciles’ hace que para las chicas y las mujeres sea más duro plantar cara al acoso.

De igual manera, sigue resultando una dimensión ubicua de la masculinidad que tanto a los chicos como a los hombres se les anime a sentir que tienen derechos sobre el tiempo y los afectos de las mujeres, incluso allí donde claramente no lo desean. A menudo se castiga a los hombres y las mujeres que rompen con esas normas de género con el ostracismo, con amenazas y con violencia. Sin embargo, debemos defender a las mujeres ‘masculinas’ y a los hombres ‘femeninos’ con el objeto de, finalmente, desgenerizar los gustos, las aficiones y el empleo.

Por tanto, ¿cómo nos organizamos colectivamente contra el daño infligido hacia las mujeres? Aunque los hombres son muchas veces violentos entre ellos, el foco del feminismo debe ponerse en primer lugar sobre los derechos y la protección de las niñas y las mujeres. A no ser que creamos que los hombres abusadores heterosexuales no saben a quién están agrediendo, la realidad es que no utilizan los mismos medios contra otros hombres, como muchos señalan. Saben muy bien lo que significa agredir a las mujeres por razón de sexo y utilizan a menudo la intimidación (amenazas) físicas y sociales para coaccionar y manipular a las mujeres para que estas obedezcan.

Creo que es importante observar que el feminismo no ve a las mujeres como víctimas, sino precisamente lo opuesto, a pesar de las críticas aparecidas en algunos ámbitos de que el movimiento #YoTambién es un intento de reducir a las mujeres a seres pasivos y sin deseo. Justo lo contrario, el feminismo es el que persigue el fin de la victimización por razón de sexo de las niñas y las mujeres para que puedan vivir más libres y ser seres sexuales según sus propios términos.

Lo que el movimiento #YoTambién ha conseguido es hacer explícita la ubicuidad global del acoso sexual de los hombres y el abuso hacia las mujeres. Hay un sentimiento de enorme solidaridad en la campaña, una neutralización colectiva de la vergüenza que se enseña a las mujeres a interiorizar cada vez que les pasa algo que no quieren.

En el momento en que muchos hombres se han visto impactados, quizá algunos se hayan dado cuenta de la realidad sobre las actitudes y el trato de muchos de ellos hacia las mujeres. A lo mejor algunos de ellos intervendrán para ponerle fin en sus propias vidas y allí donde vean que pueda estar ocurriendo (aunque, por supuesto, una gran cantidad del acoso sucede deliberadamente donde no hay nadie que pueda verlo). Esto podría cambiar los espacios de trabajo tanto como la legislación contra el acoso sexual nunca pudo conseguir.

La tremenda dimensión que toman el abuso y los intentos de chantajear, enjuiciar y manipular a las mujeres para que estén calladas explica en gran medida el silencio y el consentimiento femenino: si lo revelas, serás aplastada. Pero eso se acabó. El contrapoder femenino y todas las formas que adopta pueden terminar con todo lo que pudiera perjudicar a las mujeres, todo lo que restrinja sus libertades. Puede acabar con el feticidio femenino, con el matrimonio forzoso, con las violaciones, con las agresiones sexuales y con el sexismo cotidiano. Si podemos imaginar el fin de algo, también podemos imaginar cómo podríamos llegar a ese lugar.

Proteger los derechos de las mujeres: una lucha sin fin.

La protección de los derechos es un proyecto sin fin. Sin una lucha permanente no será posible cambiar a los que mandan y pertenecen al orden establecido.

Cuando una casa de acogida para mujeres se va a cerrar, hay grupos como el británico Sisters Uncut que están ahí para luchar por sus derechos. Sin embargo, nunca tenemos de dejar en manos de otras u otros lo que podríamos hacer por nosotras o nosotros mismos.

Creo que se ha considerado al feminismo durante mucho tiempo como algo obsoleto, un proyecto ya finalizado. Creo que se han financiado algunas campañas, sutiles y no tan sutiles, para captar a mujeres jóvenes que se identificaban como no (o anti) feministas.

En cualquier caso, el feminismo está de nuevo en ascenso y las mujeres y las niñas son capaces de ver más allá de aquellas posiciones que tienen al ‘feminismo’ como lema, pero cuyas políticas son belicistas (del tipo de ‘feminismo’ liberal de derechas que afirma desear liberar a las mujeres de otros países), consumistas (aquel ‘feminismo’ que piensa que comprar cosas es emancipador y que la libertad de ‘elección’ del mercado es lo más importante) o corporativas (el ‘feminismo’ que sugiere que las mujeres deben ‘ceder’ si quieren ser tomadas en serio por el capitalismo).

Aprovechar el poder que nos proporciona la unidad ‘negativa’.

El contrapoder feminista puede desarrollar cualitativamente los debates públicos sobre el movimiento #YoTambién. Las niñas y las mujeres tienen diferentes experiencias vitales según su clase y su origen étnico (aunque aquí también encontramos pautas recurrentes), sin embargo, prácticamente todas las mujeres han experimentado el sexismo, o bien por haber sido tratadas como inferiores a los hombres, o bien por haber recibido gritos, por haber sido sexualizadas, por haber sido acosadas, o por algo peor.

Hay algo que une a las mujeres y aunque es una unidad ‘negativa’ (lo que une a las mujeres es un trato degradante y un lugar jerárquico de ‘segundo sexo’ o ‘sexo débil’), puede en cualquier caso convertirse en un recurso para alcanzar una mayor unidad y más poder una vez se ha reconocido. La cantidad de daño recibido por una persona maltratada depende de cuánto se le haya inculcado el sentimiento de vergüenza.

El contrapoder feminista tiene la capacidad de darle la vuelta a esta vergüenza y contribuir a que se afronten las situaciones de maltrato. Cuanto más nos alcemos contra el abuso y contra el acoso en nuestra vida personal, menos lo toleraremos en la vida política.

Después de haber admitido su acoso sexual y después de que tantas mujeres dieran un paso adelante para protestar contra este comportamiento ofensivo, habría sido imposible para Trump haber salido elegido.

Tenemos que impedir que todos los que hacen este tipo de cosas nunca lleguen a tener cargos de responsabilidad en el futuro. Pero no a través de la violencia y la coacción, que son las técnicas que utilizan nuestros enemigos, sino con el acopio de fortaleza y con la sabiduría que provienen de que que nos repriman y nos maltraten. Conocemos a nuestros enemigos mejor que ellos a nosotras y esta es una de nuestras muchas fortalezas.

SOBRE LA AUTORA

Nina Power es crítica cultural, teórica social, filósofa y traductora. Es Catedrática de Filosofía en la Universidad de Roehampton y es autora de La mujer unidimensional (Ed. Vestales, 2016). Obtuvo el doctorado en Filosofía en la Universidad de Middlesex y entre sus temas de interés están la filosofía, el cine, el arte, el feminismo y la política.

Traducción: Javier Ramírez Gallardo

Este artículo forma parte del informe Estado del poder 2018, editado en castellano por Transnational Institute (TNI) y FUHEM Ecosocial.

 


Donde los contrapoderes de barrio echan raíces. Huertos comunitarios de Madrid

Donde los contrapoderes de barrio echan raíces. Huertos comunitarios de Madrid

José Luis Fernández Casadevante Kois, Nerea Morán y Nuria del Viso

Entre la barricada y el nuevo mundo ¿Qué entendemos por contrapoder?

Somos la llave de una puerta que todavía no existe. Subcomandante Marcos

El principal rasgo que tiene el ejercicio del poder es que irremediablemente genera resistencias, como de forma minuciosa estudió Foucault. No hay sociedades armónicas: los conflictos de intereses entre distintos grupos sociales son una constante a lo largo de la historia y probablemente son el principal motor del cambio en nuestras sociedades. El contrapoder aparece como el mecanismo de acción colectiva por el que los agravios padecidos por los grupos sociales subordinados u oprimidos se politizan, ya sea en forma de rebeldías silenciosas que perviven latentes en la vida cotidiana1 o mediante desafíos declarados abiertamente en la esfera pública. Las formas que adopta esta acción colectiva han ido variando a lo largo del tiempo debido a factores como los cambios tecnológicos, las transformaciones culturales o las dinámicas socioinstitucionales. La noción de contrapoder ha sido siempre ambivalente: por un lado, se define de forma negativa, por su capacidad de decir NO y obstaculizar el desarrollo de la agenda de las élites hegemónicas; por otro, transmite una potencia autoafirmativa, una capacidad de decir SÍ y de desplegar nuevas sensibilidades, deseos, formas de organizarse y estilos de vida alternativos. El poder destituyente y el poder constituyente conviven como las dos caras inseparables de una misma moneda.

Nuestros automatismos cognitivos tienden a asociar las luchas sociales a imágenes de revueltas, masivas movilizaciones y épicas insurrecciones. Episodios donde se escenifica el conflicto, que llevado al terreno urbano encontraría en la barricada su arquitectura mitológica. Una efímera construcción que simboliza dos mundos en conflicto, hecha de adoquines mágicos que se levantan para formar fortalezas, como describía Baudelaire. ¿Y si frente a la barricada pensáramos el contrapoder desde un espacio como un huerto comunitario? Hablaríamos de defender la existencia de espacios donde cuidar la vida de las comunidades locales y las plantas, de cultivar alimentos y cosechar relaciones sociales, de ecosistemas barriales y ambientales amenazados por el mercado y las políticas urbanas. Emmanuel Lizcano2 solía afirmar que las metáforas y los imaginarios nos piensan, inconscientemente conforman nuestros patrones de pensamiento, lo que en nuestro caso puede llevarnos a concebir el conflicto social de una forma excesivamente mecánica. El contrapoder queda reducido a un largo proceso de acumulación de fuerzas y hegemonía capaz de enfrentarse exitosamente al poder establecido; hasta que el “empate catastrófico” al que se refería Gramsci se rompe y el contrapoder se convierte en un nuevo poder legítimo.3

   Pensemos en el movimiento obrero con sus sindicatos y partidos, cooperativas de consumo y trabajo, mutualidades, periódicos y revistas, escuelas populares, ateneos y bibliotecas, casas del pueblo, coros, bandas de música, clubs excursionistas, grupos de teatro, asociaciones de mujeres, redes de apoyo mutuo en los barrios… y encontraremos un verdadero mundo que funcionaba según sus principios y reglas. Una constelación de instituciones sociales donde se generaba una sociabilidad, se ensayaban mecanismos de solidaridad, se reproducía una cultura y unos estilos de vida autónomos del poder. ¿No parece un reduccionismo pensar que esta compleja multiplicidad rebosante de vida era un mero ejercicio de acumulación de fuerzas en espera del día de la revolución?

Nos interesa el contrapoder en la medida en que hace referencia a habitar un conflicto sin estar obsesionado por la confrontación, en la medida en que reconoce un gesto de desafío radical en la construcción de nuevas relaciones sociales. Algo que entronca con corrientes históricas del socialismo y el anarquismo que orientaban sus esfuerzos a construir iniciativas y proyectos que anticiparan los rasgos de lo que sería una sociedad no capitalista. Un antiguo laborista como G. D. H. Cole afirmaba sabiamente que la revolución debía ser lo menos parecido posible a una guerra civil y lo más parecido que se pueda a un registro de hechos y una culminación de tendencias ya existentes.

Así que pondremos el énfasis en la dimensión afirmativa y constituyente del contrapoder, rastreando experiencias capaces de transformar nuestras ciudades, la vida de las personas y que simultáneamente promuevan cambios radicales a pequeña escala. Siguiendo la estela de las utopías reales investigadas en medio mundo por Erik Olin Wright,4 donde lo pragmáticamente posible no es independiente de nuestra imaginación, sino que, al contrario, toma forma a partir de nuestras visiones sobre la realidad y nuestras formas de habitarla de forma diferente.

Igual que los esclavos fugados en Brasil fundaban asentamientos escondidos en medio de la selva, conocidos como quilombos, en nuestras junglas de asfalto también existe un amplio abanico de modestos contrapoderes ocultos, infravalorados e invisibilizados. En este trabajo enumeraremos y presentaremos algunos de ellos para centrarnos en una de sus expresiones: los huertos comunitarios, en concreto en la experiencia de la ciudad de Madrid.

Resistir al urbanismo de la austeridad.

Una ciudad más que un lugar en el espacio, es un drama en el tiempo. P. Geddes

El derrumbe financiero iniciado en 2008 supuso el final del espejismo de un modelo de crecimiento económico progresivamente desvinculado de la satisfacción de las necesidades sociales. Las ciudades han concentrado los dramáticos impactos socioeconómicos (endeudamiento familiar, desahucios, elevadas tasas de desempleo, pobreza energética, insolvencia alimentaria, deterioro y privatización de servicios públicos…), que han dado lugar a una fuerte pérdida de cohesión social. Una dinámica agudizada al aplicar un urbanismo de la austeridad5 que abre la puerta al sector privado en la prestación y gestión de servicios, aumentando su protagonismo a la hora de definir las líneas estratégicas de transformación de la ciudad. Una reestructuración de las políticas urbanas que se basa en procesos como la promoción de megaproyectos y megaeventos, los partenariados público-privados, la apertura a la inversión extranjera en las áreas de más interés, el desequilibrio en la prestación de servicios públicos en función de la capacidad adquisitiva de los distintos barrios, la gentrificación, y la mercantilización de sectores como pueden ser los de la gestión medioambiental, las zonas verdes o el mismo espacio público.6

Inversores, promotores inmobiliarios y grandes corporaciones han pilotado la progresiva mercantilización de la ciudad, logrando que los mercados desarraigados de las necesidades sociales y libres de controles políticos condicionen el rumbo de los gobiernos urbanos. Y la ciudadanía ha padecido las dramáticas consecuencias: autoritarismo de mercado y erosión de las democracias locales, auge de la corrupción, aumento de los patrones de insostenibilidad ambiental y crecimiento exponencial de las desigualdades. Un movimiento que cíclicamente, a lo largo de la historia, ha provocado una respuesta mediante la cual se activan mecanismos de autoprotección de la sociedad, lo que Polanyi definió en La gran transformación7 como “doble movimiento”. La amenaza de la utopía del libre mercado provoca anticuerpos capaces de repolitizar la vida cotidiana y desplegar múltiples proyectos alternativos orientados a subordinar lo económico a lo político.

La narrativa oficial de la crisis comienza a ser cuestionada en la esfera pública del Estado español de la mano del 15M en 2011, inaugurando el ciclo de acción colectiva más intenso de nuestra historia reciente. Las acampadas y asambleas configuraron microciudades a escala en el corazón de la gran ciudad, una suerte de anteproyectos de otras ciudades posibles, generando una nueva atmósfera más proclive al cambio social.8 Frente al urbanismo de la austeridad emerge desde la sociedad civil un urbanismo cooperativo; intensivo en capacidad de innovación para solucionar problemas, en protagonismo ciudadano y en formas más democráticas de entender lo público. En nuestro entorno las respuestas a la crisis han tomado diversas formas: luchas contra los desahucios y por la recuperación de viviendas llevadas a cabo por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH);9 mareas ciudadanas en defensa de los servicios públicos como la sanidad y la educación donde convergen usuarios, profesionales y sindicatos; recuperación de edificios para construir centros sociales; puesta en marcha de despensas comunitarias para familias en situación de vulnerabilidad; articulación de redes de acompañamiento y solidaridad vecinal contra la exclusión sanitaria de las personas migrantes; o toma de solares abandonados para cultivar huertos comunitarios.

El principal éxito de esta pluralidad de contrapoderes ha sido quebrar el relato sobre la crisis; paralizar las políticas más agresivas de privatización de la sanidad, la educación o el agua; popularizar acciones de desobediencia civil (paralización de desahucios, ocupaciones, impago de la subida de impuestos en los medicamentos, atención médica a personas sin papeles…) e iniciativas legislativas populares orientadas a modificar el marco jurídico, donde destacaría la propuesta de la PAH por el derecho a la vivienda; así como desarrollar un uso no hegemónico del derecho internacional consiguiendo varias condenas hacia el Estado español por vulneraciones de derechos humanos. No se trata solo de una acción defensiva contra la pérdida de derechos, y la privación de recursos y servicios básicos sino de una recuperación de la reflexión y enunciación colectiva de propuestas.

Un ciclo de movilización que ha consolidado una modesta e imperceptible geografía de la resistencia, que se materializa en unas formas diferenciadas de concebir, imaginar y habitar el territorio. Los contrapoderes mientras resuelven problemas tienden a impulsar intencional o inconscientemente modelos urbanos alternativos donde desarrollar otros estilos de vida, para ello resignifican y politizan nociones como el barrio o el espacio público; y producen lugares desde los que reconstruir nuevas relaciones sociales y prácticas: los centros sociales, los huertos comunitarios, la gestión comunitaria de equipamientos, la reinvención de espacios públicos vacíos o infrautilizados… Vivir de otra manera implica la construcción material de otras territorialidades, donde, aunque sea a pequeña escala y de forma fragmentaria, resulta posible reproducir otros patrones de relación entre las personas y de estas con su entorno.

Sembrando el cambio en las plazas.

Podrán cortar todas las flores pero no podrán detener la primavera. Pablo Neruda.

En las acampadas que a partir de 2010 se replicaron por las grandes ciudades de todo el mundo, desde la plaza Tahrir hasta la Puerta del Sol, desde Occupy Wall Street hasta Gezi Park, se escenificó ese contrapoder ciudadano, que exigía un mayor grado de democracia y se levantaba contra las políticas austericidas.

La convivencia de miles de personas en las acampadas permitió experimentar el espacio público como lugar colectivo y político objeto de una ocupación “potencialmente permanente y autogestionada”,10 convirtiéndose en una metáfora de otra forma de habitar la ciudad, reinventando el espacio público como espacio común, “una representación performativa de justicia e igualdad”, en el que protestar en común, pensar en común, vivir en común y explorar valores alternativos en común.11 Las acampadas se estructuraron como ciudades efímeras, con espacios diferenciados para distintas actividades y necesidades: zonas infantiles, bibliotecas, centros de comunicación e información, comedores, placas solares… en muchas de ellas, entre las lonas y las asambleas, de una forma u otra también encontraron su espacio los huertos comunitarios. Un espacio que en ocasiones era de carácter simbólico o evocador. Espacios en los que la comunidad que conformaba las acampadas se imaginaba y proyectaba hacia el futuro, como en la Huerta del Sol, en Madrid, donde se podía leer un cartel que decía “si aguantamos 40 días comeremos lechugas”. Alrededor de la idea del huerto se llega a invocar a una nueva comunidad, repensando las relaciones y símbolos en espacios de conflicto, de esta forma en Nicosia, Chipre, activistas chipriotas y turcos de Occupy the Buffer Zone, ocuparon la tierra de nadie. Uno de los modos de apropiarse de este espacio, dejar huella en él, y darle un nuevo sentido fue la acción Greening up the Green Line, que consistió en la construcción de un pequeño bancal y talleres de bombas de semillas, acciones que pretendían resignificar el verde de la línea verde (que es como se denomina a la zona desmilitarizada que separa la isla), convirtiéndola en paisaje cultivado. Espacios temporales, ambulantes, pensados para visibilizar reclamaciones políticas y que establecían un vínculo con movimientos y espacios ya existentes. Así, en Occupy Roma, los colectivos de guerrilla gardening y huertos comunitarios de la ciudad realizaron su primera acción conjunta con el diseño y construcción del Orto Errante, a base de bancales móviles;12 en Occupy Wall Street se realizaron talleres y visitas guiadas a los huertos comunitarios del Lower East Side;13 en Barcelona, el movimiento agroecológico estuvo presente en distintas movilizaciones con un Huerto nómada que, finalmente, fue incautado por la policía; y en Occupy San Francisco se plantó un huerto ecológico frente a la sede de Monsanto. En otras ocasiones, las acampadas supusieron el inicio de nuevos proyectos con voluntad de permanencia, como Occupy the Farm,14 una granja urbana en un terreno ocupado en la Universidad de Berkeley, o el People’s Peas Garden, situado en un parque público y gestionado por Occupy Gardens Toronto, que estuvo activo cinco meses hasta su desmantelamiento.15 Tras el desmantelamiento de las acampadas, las ideas sembradas por estos huertos germinaron en otros lugares. Ilustrativamente, la acampada de Sol se desmontó al grito de No nos vamos, nos mudamos a tu conciencia. De esta forma, cuando en el Estado español las asambleas barriales comienzan a trabajar en los entornos locales, muchos de los proyectos que desarrollan son huertos comunitarios. Así ha ocurrido en ciudades como Madrid, Barcelona, Burgos o Málaga, donde el mismo nombre de los huertos remite a ese origen: Horts Indignats en Barcelona, Huerta Dignidad en Málaga (en referencia a las Marchas de la Dignidad de 2014).

Los huertos comunitarios (HC) irrumpieron como una de las muchas forma de contestación ante los malestares provocados por la ciudad global neoliberal y sus dinámicas urbanicidas (exceso de instituciones y déficit de gobierno, dualización y exclusión, políticas del miedo, degradación de servicios públicos, insostenibilidad, etc.).16 La agricultura urbana se ha convertido en una herramienta de denuncia de la especulación y de reivindicación de una nueva cultura del territorio, a la vez que han posibilitado crear alternativas sociales y económicas ligadas a una amplia diversidad de actores y colectivos sociales, desde colectivos ecologistas a asambleas de parados, de asociaciones vecinales a redes de solidaridad popular.

Huertos comunitarios o contrapoderes con los pies en la tierra.

Los huertos eran un símbolo que se oponía a lo que estaba sucediendo. La posibilidad de construir una ciudad mejor, centrada en los intereses de las comunidades locales, una expresión de la gente trabajando en común. Lo contrario de la segregación racial, el individualismo y las estrategias de renovación urbana a favor de los de arriba. C. Khan

Igual que otros movimientos sociales críticos, los HC encuadraron sus reivindicaciones bajo el paraguas del derecho a la ciudad,17 18 entendido no como una demanda legal traducible al lenguaje jurídico, sino como el derecho de la ciudadanía a intervenir en la ciudad, a construirla y a transformarla. Un marco simbólico desde el que vincularse con otras demandas (la segregación y la estigmatización espacial, los desplazamientos forzados, la criminalización de la pobreza o los desahucios) fundamentales para concebir una ciudad socialmente justa, a la que experiencias como los HC incorporan cuestiones como la ecología urbana y la soberanía alimentaria. Y es que el movimiento de agricultura urbana visibiliza y plantea cuestiones que van más allá de los huertos, llamando a participar y corresponsabilizarse en la forma de habitar y gestionar los recursos situados más allá de los límites urbanos y que son imprescindibles para la subsistencia de las ciudades en un contexto de crisis socieocológica, que ejemplifica el colapso climático y la crisis energética.

Junto al derecho a la ciudad, otro de los pilares que sustentan los imaginarios y prácticas del movimiento de agricultura urbana sería la noción de bienes comunes. Y es que los HC desde su origen se definieron como bienes comunes urbanos. Así, para Karl Linn,19 son comunes vecinales, espacios de encuentro autoconstruidos y gestionados por los vecinos en zonas degradadas de barrios desfavorecidos. Los comunes urbanos reactualizan y adaptan al contexto urbano las prácticas tradicionales de gestión comunitaria de bienes naturales y recursos estratégicos necesarios para la reproducción de las comunidades.20

   Una de las potencialidades que dotan de radicalidad y capacidad transformadora a los HC es su vocación de crear comunidad en un sentido amplio, en torno a compartir y gestionar colectivamente un espacio, unos recursos (suelo, semillas, agua, herramientas), unos aprovechamientos (cosechas, reconocimiento social) y un grupo humano que debe dotarse de unas reglas y unas forma de organización. Y esto ha llevado a que los huertos también hayan sido clasificados como comunes urbanos verdes –green urban commons−: “espacios verdes localizados en ámbitos urbanos, con diversas formas de titularidad y con un amplio abanico de derechos, entre los que se encuentra el de crear sus propias instituciones de control y decidir a quienes desean incluir en dicho sistema de gestión”.21

Los HC son experiencias con un carácter autoorganizado, horizontal, y conjugan la crítica del modelo de ciudad dominante con la movilización de prácticas e imaginarios emancipadores. Y es que frente a la ideología del homo economicus, lo comunitario remite a la forma que toman los vínculos entre las personas cuando estos se construyen intencionalmente de forma reflexiva y dialógica, dando lugar a agrupaciones con una vocación inclusiva, abierta, flexible, porosa y arraigada en el barrio. Lo barrial es esa esfera entre lo productivo y lo reproductivo, entre lo privado, conocido y doméstico, y lo público, la composición de la gran ciudad más abstracta e inabarcable en su totalidad. La pertenencia al barrio en los HC es definida de una forma más cultural que geográfica, buscando implicar y apelar a un vecindario flexible, pues se refiere a las personas en tanto realizan una labor colectiva en el barrio y no tanto a su lugar de residencia.

Este rasgo diferencial de lo comunitario en los huertos urbanos lo resalta una hortelana madrileña, arquitecta en paro: “Tiene que ver con que cada uno no tenga su parcela, que cada uno no se encargue, trabaje y coseche un espacio delimitado. Eso es muy chocante para la gente, le parece sorprendente que vengas a currar sin saber qué te vas a llevar”. Al no destinarse lo cultivado a propósitos comerciales, se acaba promoviendo una suerte de economía del don,22 en la que no existe una cuantificación de lo aportado por cada persona y lo que recibe. Un hortelano del mismo huerto lo explica así: “No es mi pala, ni mi planta. Al ser común, tengo más sentido de pertenencia. Me parece más importante, tengo que cuidarlo y defenderlo más que si fuera mío o del otro. Un espacio de todos y que no es de nadie, un bien común que podemos disfrutar todos pero que no pertenece”. Para otro huertano, “comunitario es trabajar más en base a preguntas que a respuestas. Las cosas se deciden consultando, nadie impone”.

Para un hortelano de Adelfas, uno de los huertos más veteranos, el huerto es “un lugar donde volver a lo que era un barrio, charlar con los vecinos, en un espacio no comercial ni mediado por el consumo”. A lo que otro huertano añade: “Un lugar donde hacer cosas colectivamente y conectar con la tierra, estar con gente que tiene algo en común, un punto del barrio que es nuestro de verdad, no es el parque frío e impersonal”.

Agroecología, autogestión y articulación social constituyen los tres rasgos que definen su trabajo a escala local, donde cultivan alimentos y cosechan relaciones sociales. Los HC son experiencias muy visibles y atractivas, al estar en el espacio público, y muy activas a la hora de relacionarse con otras iniciativas (centros sociales, asociaciones vecinales, grupos de consumo, colectivos ciclistas, asociaciones educativas y colegios, por mencionar algunas) lo que les convierte en regeneradores de los tejidos sociales locales. Con el paso del tiempo, la dimensión relacional y de encuentro se convierte en una cuestión central de cohesión del grupo que llega a competir en atractivo con la dimensión hortícola, más relevante al inicio. Como indica una hortelana, “cuando nos conocíamos menos, hablábamos más de plantas. Ahora que nos conocemos, hablamos más de qué nos pasa en la vida”. En términos similares expresa su motivación otra hortelana y tesorera de uno de los huertos más grandes de Madrid, Huerto Batán: “Ahora, ya más que los tomates, es la relación con las personas”.

Además de su actividad inmediata, los HC prefiguran futuros urbanos deseados, proyectando la necesidad de barrios más participativos y convivenciales, así como una mayor implantación del ecourbanismo (movilidad sostenible, proximidad, energías renovables, compostaje y cierre de ciclos).

Apuntes históricos de los HC madrileños.

Los HC nacen de comunidades locales que se organizan para regenerar a pequeña escala espacios urbanos degradados, mediante la ocupación de solares abandonados, espacios interbloques o zonas verdes infrautilizadas. Vacíos que vuelven a habitarse, conjugando una modesta reconstrucción del lugar, que enfatiza el valor de uso del espacio urbano, con una rehabilitación relacional que busca reestablecer la calidad de los espacios mediante la intensificación de las relaciones sociales (desarrollando actividades como fiestas populares, comidas o iniciativas culturales). El carácter reivindicativo de los huertos se plasma desde sus inicios, poniendo de manifiesto la divergencia entre las políticas urbanísticas y los saberes expertos con las necesidades y aspiraciones de parte de sus habitantes. La acción de ocupar apunta a la ausencia de vías para establecer diálogos fructíferos con las instituciones locales, reclamando el derecho de las comunidades y de la ciudadanía a apropiarse del espacio público y a aplicar “prácticas de planificación y gestión colaborativa para recrearlo y pensarlo en su proyección hacia el futuro”.23

El movimiento comienza con algunas iniciativas aisladas, ligadas a asociaciones vecinales y ecologistas, surgidas a principios del siglo XXI, que en 2010 constituyen estructuras de coordinación como la Red de Huertos (RED). A partir del 15M, en 2011 muchas asambleas barriales impulsan huertos en los distintos barrios de Madrid, introduciendo definitivamente esta temática en la esfera pública y en la agenda política. La RED sirve para dotar de una mayor visibilidad al conjunto de las iniciativas, fomentar el intercambio de experiencias (visitas, encuentros), compartir recursos (semillero, intercambio de semillas, compras colectivas de estiércol), así como crear mecanismos de apoyo mutuo, y promover espacios formativos (jornadas, cursos), además de ofrecer un espacio de referencia, desde el que prestar asesoría y acompañar a las personas y grupos interesados en promover nuevas iniciativas.

La inestabilidad por la ocupación de los solares y la precariedad de medios llevaron a la RED a buscar desde sus inicios el diálogo con el Ayuntamiento de Madrid, a fin de lograr la regularización de los huertos y la puesta en marcha de un programa municipal que permitiera que estos formaran parte permanente de la red de infraestructuras verdes de la ciudad. Entre tensiones internas y largas asambleas, desmantelamientos y ocupaciones de parcelas, protestas y exposiciones fotográficas, apoyos universitarios y reconocimientos internacionales (Buena Práctica en Sostenibilidad Urbana por HABITAT de Naciones Unidas), la RED logró ser reconocida como interlocutora en las negociaciones. Tras un largo tira y afloja con una de las instituciones más neoliberales del Estado español, en 2014 se regularizaron los 17 primeros HC. Los huertos se ubican en suelos catalogados como zonas verdes, y su cesión se otorga por concurso público. En el pliego de condiciones se ha logrado un equilibrio entre el respeto a la singularidad y la autonomía de las iniciativas ciudadanas, a la vez que se ofrece seguridad jurídica al Ayuntamiento, con un procedimiento innovador que podría replicarse en otras ciudades.

Una gran victoria obtenida tras explorar las arenas movedizas del diálogo institucional sin morir en el intento, planteando nuevas formas de relación con la institucionalidad desde posiciones de conflicto y no solo de confrontación, que fueron avanzando hacia el diálogo e incluso la cooperación. Un paso de gigante que ha permitido consolidar y ampliar en pocos años el número de las iniciativas de agricultura comunitaria en la capital hasta cerca de 60 proyectos regularizados.

El mapa de los huertos comunitarios en la ciudad es el inverso de un mapa turístico, que solo muestra el centro de la urbe; en contraste, este da protagonismo a los barrios populares, especialmente de las periferias, que concentran el mayor número de iniciativas. Aunque el centro de la ciudad, urbanísticamente más consolidado, tiene una mayor dificultad material para encontrar espacios; la variable determinante es la mayor presencia de tejidos sociales y vecinales densos que los demanden en las periferias.

El proceso de institucionalización es incipiente y se va consolidando, respetando la autonomía y politización no partidista de las iniciativas. Además, desde que en 2015 una candidatura municipalista24 gobierna el Ayuntamiento, se han dado pasos más allá, avanzando en la coproducción de políticas públicas que apuestan por reconocer y maximizar la creatividad y la inteligencia colectiva en nuestras ciudades, implicando a ciudadanía y tejido social en el diseño e implementación de las políticas que les incumben.25 Lo que se ha traducido en más huertos regularizados, incluyendo temporalmente aquellos ubicados en suelos dotacionales, la construcción de la Escuela Municipal de Huerta Urbana, consolidando un itinerario formativo de apoyo a los huertos comunitarios cogestionado por la Red de Huertos, o lanzando un proyecto piloto de agrocompostaje comunitario. Además se han habilitado formatos de actividad más lúdicos para visibilizar estas experiencias en la ciudad y transmitir la idea de pertenencia a un movimiento social de agricultura urbana. Algunos ejemplos serían la creación de un festival de cortos audiovisuales sobre horticultura comunitaria, el Hummus Film Festival,26 o la celebración de Bicicletadas Interhuertas que, mediante paseos en bici, permiten conectar y generar relaciones entre las iniciativas de una zona geográfica de la ciudad.

El municipalismo es una paradoja andante, incómoda para los poderes centrales del Estado y los intereses económicos, pero también para los contrapoderes locales; obligados a salir de la zona de confort, abandonar la lógica resistencialista y asumir un cambio subjetivo que les permita ser protagonistas en un escenario en el que resulta factible conquistar nuevos derechos. Contrapoderes vistos desde arriba, poderes vistos desde abajo. Los “ayuntamientos del cambio” se encuentran en una singular y paradójica postura entre el pragmatismo de lo inmediato y el utópico impulso transformador, dan vida a un espacio en el que es posible generar ecosistemas y entornos más propicios para los experimentos que de forma autónoma prefiguran otra sociedad. Instituciones que facilitan, apoyan y potencian nuevas formas de institucionalidad social.

¿Cómo funcionan estas islas verdes?

Los HC se organizan de forma asamblearia, donde se plantean y adoptan las decisiones de mayor calado y funcionando también con comisiones de trabajo para coordinar tareas específicas. Junto a ellas operan mecanismos informales basados en liderazgos temáticos –quien sabe del tema concreto y quien tiene la iniciativa personal decide cómo hacerlo– y también modos de decisión derivados de la mayor presencia en el espacio. El trabajo se nutre de los conocimientos y experiencia de todos los integrantes, generando un clima de intercambio de saberes y de producción de conocimiento continuado y colectivo ante los problemas que surgen.

Las tareas se suelen organizar según afinidad y conocimientos personales, aunque con mecanismos que aseguran que las labores más ingratas –como barrer o remover la compostera– se realicen de forma regular y rotativa. Un hortelano de uno de los huertos más veteranos de Madrid, Adelfas, comenta cómo “hay un momento en el que, por dinámica, te tienes que encargar de otras cosas más allá de las apetencias. Un día te apetece estar con esta persona que es especialista en algo y empaparte de cómo hace las cosas, pero te responsabilizas y asumes lo que toca hacer”. La cosecha, aunque constituye un elemento de motivación más simbólico que material, se divide entre los presentes y no suele ser fuente de conflictos. Sin embargo, se cuida que el reparto sea equitativo. En una ocasión, uno de los “huertan@s” de cierta edad se fracturó un pie trabajando en el huerto y no pudo acudir durante algún tiempo; sin embargo, se apartaba para él un montoncito en cada reparto y alguien se lo llevaba a casa, en el entendimiento que su trabajo había contribuido a la producción de esas verduras.

Algunas iniciativas se nutren de modestas cuotas que aportan los miembros, aunque con la peculiaridad de que el pago de la tasa no es obstáculo para pertenecer al proyecto para quienes no disponen de recursos. Otras se financian mediante comidas populares o la venta de merchandasing −chapas, bolsos de tela, etc.−, así como con aportaciones individuales y voluntarias.

La práctica de la agricultura ecológica urbana resulta el principal atractivo para las personas en una primera fase. Después, el trabajo conjunto y la convivencialidad hacen que las relaciones adquieran cada vez más importancia frente a las puras labores hortícolas. Progresivamente, se va tejiendo una red de relaciones que fomenta la aparición de dinámicas de solidaridad y apoyo mutuo.

Por descontado que en los huertos, como entornos sociales, también surgen desacuerdos y disputas sobre cómo gestionar el espacio o realizar las tareas, o por malos entendidos en la comunicación. Pero, en general, el conflicto no se entiende como algo de lo que huir, sino como un hecho a enfrentar. Por ello, en algunos huertos madrileños se han desarrollado mecanismos de autorregulación de conflictos, e incluso establecen procesos de mediación a través de la RED.

De las islas verdes al archipiélago.

La diferencia entre un grupo de islas y un archipiélago es la existencia de interconexiones entre estas, así que, una vez que los huertos han arraigado en los barrios, y se han convertido en parte del ecosistema social, se han preocupado junto a la RED por tender puentes, ampliar sus complicidades, vincular luchas y coordinarse con otros actores a diferentes escalas. La incidencia de los huertos comunitarios logra articularse más allá de los barrios e incidir a escala de ciudad, aportando desde su especificidad al cambio de modelo urbano.

Estos proyectos están insertos en múltiples redes de movilización a escala urbana, pero también a escala translocal, vinculadas con la participación ciudadana, la soberanía alimentaria y la agroecología; la RED coordinó en 2015 el I Encuentro Estatal de Huertos Urbanos Comunitarios. El fin último es trascender su propia territorialidad barrial para integrarse en un movimiento amplio, al vincular estas islas a otras, de modo que se logren consolidar archipiélagos en expansión que desborden la institucionalidad establecida y las prácticas dominantes.

¿Y si los frutos son las semillas?

Los huertos madrileños han tomado un importante poder simbólico como metáforas de la creatividad social, de la capacidad ciudadana para devolver el valor de uso a espacios abandonados, del cuidado de la naturaleza en la ciudad, y de la autonomía ciudadana para construir alternativas. Además de movilizar un imaginario alternativo y de convertirse en un recurso de protesta, los huertos comunitarios se han mostrado como una práctica válida para territorializar en barrios y municipios las dinámicas organizativas y los discursos críticos derivados del 15M. Además están permitiendo el encuentro entre diversas dinámicas asociativas o vecinales preexistentes en el territorio, diversificando el perfil de participantes debido a su carácter constructivo e inclusivo.

Los huertos comunitarios articulan localmente una pluralidad de sensibilidades, demandas y reivindicaciones (ambientales, vecinales, políticas, relacionales), a la vez que ponen en marcha procesos de autogestión a nivel barrial, que enfatizan la participación directa, la apropiación espacial, la reconstrucción de identidades y la corresponsabilidad colectiva de las comunidades en distintos asuntos que les afectan. Estos ejercicios de microurbanismo expresan una disconformidad con el modelo dominante de ciudad y los estilos de vida que induce.

Los huertos comunitarios se presentan como expresión de la emergencia de un urbanismo cooperativo, intensivo en protagonismo ciudadano y en formas más democráticas de entender lo público.27 Los huertos urbanos suponen procesos de rehabilitación urbana, tanto en forma de transformaciones materiales a pequeña escala, como, especialmente, en forma de rehabilitación relacional, en cómo se construyen los vínculos entre las personas y de estas con el entorno. Los huertos comunitarios actúan en la producción y transformación de lo urbano incidiendo en lo humano, en los estilos de vida más que en las grandes remodelaciones físicas.

Un contrapoder habitable es el que permite vivir en el presente los mayores rasgos de la vida a la que aspiramos en el futuro, un proceso de transformación inmanente irreductible a cálculos estratégico de las acumulaciones de fuerzas y de las revoluciones irreversibles. El anarquista Paul Goodman solía plantear: “Supongamos que hemos tenido la revolución de la que hablábamos y con la que soñábamos. Supongamos que nuestro bando ha ganado y que tenemos la clase de sociedad que queríamos. ¿Cómo vivirías, tú personalmente, en esta sociedad? Empieza a vivir de esa manera ahora”. Y es que como reza un mural de un huerto madrileño: “Una huerta no cambia el mundo; cambia a las personas que van a cambiar el mundo”. El reto para estos proyectos es mantener sus aristas más políticas sin perder su capacidad transformadora.

NOTAS:

1. Scott, J. C. (2000) Los dominados y el arte de la resistencia. Discursos ocultos. México D.F.: Ediciones Era.

2. Lizcano, E. (2009) “Narraciones de la crisis: viejos fetiches con caras nuevas”, Archipiélago, núm. 83-84, Madrid.

3. Citado en García Linera, Á. (2008) “Empate catastrófico y punto de bifurcación”, Crítica y emancipación: Revista latinoamericana de Ciencias Sociales Año 1, no. 1 (jun. 2008). Buenos Aires: CLACSO.

4. Wright, E. O. (2014) Construyendo utopías reales, Madrid: Akal.

5. Peck, J. (2012) “Austerity urbanism: American cities under extreme economy”, City 16(6):626-655.

6. Sevilla, A. (2015a) “Urbanismo, crisis y austeridad”, Ciudades, 18 (1): 31-48.

7. Polanyi, K. (1989 [1944]) La gran transformación. Madrid: Ediciones La Piqueta.

8. Fernández Casadevante, J.L. y Morán, N. (2015) Raíces en el asfalto. Pasado, presente y futuro de la agricultura urbana. Madrid: Libros en acción.

9. Plataforma de Afectados por la Hipoteca.

10. Sevilla, A. (2015b) “Espacialidades indignadas: la producción del espacio público en la #spanishrevolution”, ACME: An International E-Journal for Critical Geographies, 14(1):90-103.

11. Stavrides, S. “Contested urban rhythms: From the industrial city to the post-industrial urban archipelago”, The Sociologial Review, 2013, 61(1):34-50.

12. Ver: http://www.abitarearoma.net/boom-di-orti-a-roma-per-una-citta-piu-verde-e-solidale/

13. Ver: http;//www.occupywallst.org/article/planting-real-seeds-change-guerrilla-gardening-and/

14. Ver: http://occupythefarm.org/category/c27-statements/

15. Ibidem.

16. Borja, J., Corti, M. y Belil, M. (eds.) (2012) Ciudades, una ecuación imposible. Barcelona: Icaria.

17. Lefebvre, H. (1978 [1969]) El Derecho a la ciudad. Barcelona: Península.

18. Harvey, D. (2008) “The right to the city”, New Left Review 53, septiembre-octubre.

19. Linn, K. (2009) Building Commons and Community. Nueva York: Ed. New Village Press.

20. Ostrom, E. (1990) Governing the Commons: The Evolution of Institutions for Collective Action. Cambridge: Cambridge University Press.

21. Colding, J. y Barthel, S. (2012) “The Potential of 'Urban Green Commons' in the Resilience Building of Cities”. EcologicalEconomics, 86: 156-166.

22. Mauss, M. (2009 [1925]) Ensayo sobre el don. Buenos Aires/Madrid: Katz.

23. Fernández Casadevante y J.L. y Morán, N., Op. cit.

24. Una sociedad intensamente movilizada durante varios años canalizó sus ansias de cambio político en las elecciones municipales de 2015, llevando al gobierno de las principales ciudades españolas a candidaturas híbridas de nuevos partidos políticos como Podemos, partidos de izquierda tradicional y personas procedentes de los movimientos sociales. Complejas fórmulas que no responden a las estructuras de partido convencionales y dan cuerpo a una anomalía en Europa, por la que personas con fuertes anclajes en movimientos ciudadanos locales acceden a gobernar las instituciones.

25. Subirats, J. (2015) “Políticas urbanas e innovación social. Entre la coproducción y la nueva institucionalidad. Criterios de significatividad”, en J. Subirats y A. García (eds.) Innovación social y políticas urbanas en España. Experiencias significativas en las grandes ciudades. Barcelona: Icaria.

26. Hummus Film Festival: https://redhuertosurbanosmadrid.wordpress.com/2017/04/11/los-ganadores-del-humusfilm-festival/

27. Fernández Casadevante, J.L. (2015) “Un mundo nuevo en el corazón de las ciudades. Iniciativas comunitarias que anticipan nuevas formas de habitar lo urbano”, en Papeles de relaciones ecosociales y cambio global, 130:143-152.

SOBRE LOS AUTORES

José Luis Fernández Casadevante Kois es sociólogo y experto internacional en soberanía alimentaria para la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA). Miembro de la cooperativa de trabajo asociado GARUA, es activista de barrio desde hace más de una década y actualmente participa en la promoción de proyectos de agricultura urbana a través de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM). Su blog es Raíces en el asfalto.

Nerea Morán Alonso es doctora arquitecta por la Universidad Politécnica de Madrid. Ha participado en diversos proyectos y redes de investigación sobre sistemas agroalimentarios, rehabilitación integrada de barrios, urbanismo sostenible y resiliencia urbana. Socia fundadora de Surcos Urbanos, asociación centrada en la formación, investigación, sensibilización y apoyo técnico relacionado con el urbanismo participativo y la planificación de sistemas alimentarios locales. Activista de la agricultura urbana y la agroecología, actualmente participa en la plataforma Madrid Agroecológico.

Nuria del Viso es máster en Antropología por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, y cuenta con un diploma de estudios avanzados en Paz y Seguridad de la UNED. Ha trabajado como periodista especializada en economía y ayuda al desarrollo. Desde 2004 trabaja en la Fundación FUHEM (CIP y FUHEM Ecosocial) en cuestiones de paz y seguridad y en conflictos socioecológicos. Es integrante del consejo editorial de la revista Papeles de relaciones ecosociales y cambio global.

Este artículo forma parte del informe Estado del poder 2018, editado en castellano por Transnational Institute (TNI) y FUHEM Ecosocial.

Original en inglés.

 

 


Entrevista a Bertha Zúñiga Cáceres, Medha Patkar y Nonhle Mbuthuma.

Marchando adelante
Mujeres, resistencias y contrapoderes

Entrevista con Bertha Zúñiga Cáceres, Medha Patkar y Nonhle Mbuthuma

Si algo aprendimos al recuperarnos de la conmoción que sufrimos cuando Trump se alzó con la victoria electoral en 2017, fue que el rostro de la resistencia frente a los autócratas de nuestro tiempo sería el de una mujer.

Las mujeres fueron las primeras que tomaron las calles el día después de que Trump tomara posesión del cargo en la que se convirtió en la marcha más multitudinaria de la historia de los Estados Unidos y, desde entonces, han encabezado la resistencia a sus políticas tóxicas, basadas en el racismo, el miedo y el clientelismo empresarial. También las mujeres han dado un giro de noventa grados a todo el discurso sobre el acoso sexual, no solo en los Estados Unidos, sino también en Asia y América Latina, donde ha cobrado gran fuerza la campaña #NiUnaMenos.

Las mujeres de todo el mundo están en la primera línea de resistencia contra los crímenes cometidos por grandes empresas y de defensa de las comunidades, jugándose la vida por la dignidad de todos los pueblos.
Para presentar el informe Estado del poder 2018, centrado en los contrapoderes, entrevistamos a tres activistas que han demostrado una tremenda valentía, determinación y creatividad a la hora de afrontar el poder de las grandes empresas y la violencia estatal.

Bertha Cáceres tenía apenas 25 años cuando su madre, Berta, una reconocida activista ambiental que había dirigido la lucha comunitaria contra la construcción de la represa de Agua Zarca, fue asesinada en 2016. Bertha ha tomado el relevo de su madre, asumiendo el papel de coordinadora general del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) y continuando la lucha contra los proyectos extractivos en territorios indígenas y por el fin de la corrupción, la codicia, la violencia y la impunidad que han caracterizado al régimen hondureño.

Nonhle Mbuthuma también sufrió la pérdida de un amigo, asesinado por liderar la lucha contra un proyecto para instalar una mina de titanio en la hermosa Costa Salvaje del Cabo Oriental, en Sudáfrica. Sin embargo, en lugar de amedrentarla, el episodio añadió leña al fuego de su pasión y su empuje para acabar con la destrucción de la comunidad.

La vida de Medha Patkar atestigua la fuerza de su compromiso inamovible y su firme creencia en el poder de la gente para transformar el curso de la historia, pese a todas las adversidades. Medha visitó la zona donde se iba a construir la represa del Narmada en 1985. Más de 30 años después, en julio de 2017, comenzó una huelga de hambre indefinida, mientras las mujeres de todo el valle protagonizaban una protesta en las aguas del río sagrado —conocida como jal satyagraha, que consiste en mantenerse dentro del río, sumergida hasta el cuello— para exigir que se compense debidamente a todas las personas afectadas por la represa.

Sus palabras hablan por sí mismas, pero las entrevistas son testimonio del papel decisivo que han desempeñado las mujeres en sus respectiva luchas, de las distintas formas en que las comunidades se han negado a ceder ante la política del terror y de la importancia de que los movimientos sociales mantengan su autonomía, sus vínculos con la comunidad y unas estrategias y tácticas inteligentes e integrales.

¿Cómo te involucraste en las luchas por la justicia social y ambiental?

Bertha: Pues mi participación empezó desde niña, porque estaba con mi mamá participando en todas las actividades y las luchas del COPINH. Aprendí de mi mamá la importancia de involucrarse en las comunidades, de hacer frente a quienes ostentan poder político y económico, y de luchar para aprender a luchar. Fue parte de mi formación personal y política. Mi pueblo, el pueblo Lenca, me enseñó desde muy pequeña, que no se puede permanecer indiferente ante la situación injusta de las comunidades y del país.

Medha: Mi padre era un luchador por la libertad y un dirigente sindical, así que siempre iba con él a las reuniones y, poco a poco, me fui empapando de su actividad política. Más adelante, pude estudiar y desarrollé la misma ideología y valores del socialismo democrático. En 1985, me invitaron a visitar el valle del Narmada y las muchas aldeas que se verían afectadas por el proyecto de la represa, que sería la segunda más grande del mundo. El amigo que me había invitado quería emprender acciones legales para impedir el proyecto, pero en seguida fui consciente de que, además de eso, se necesitaría una acción de resistencia en masa, ya que el Gobierno estaba quebrantando todas las leyes. Y fue así como empecé a implicarme en la construcción de una gran campaña popular.

Nonhle: La verdad es que, a veces, no sé cómo me involucré en la lucha, pero sé que, en parte, fue por la influencia de mis ancestros y las personas ancianas de mi comunidad. Mi abuelo participó en la rebelión mpondo, el primer gran alzamiento contra el apartheid, en 1960-1962, y siempre me contaba historias de cómo consiguieron proteger el territorio antes de que se instaurara la democracia. Él y otros mayores me enseñaron la importancia de la tierra, que es lo único que tenemos, que es la única cosa de la que disponemos para compartir con las próximas generaciones y que, si nos quedamos con ella, no habrá ninguna compensación posible. Así que, en cuanto oí hablar del proyecto de la mina, me acordé de las historias de mi abuelo. Fue así como empezó mi implicación. Pero también sé que no se trata de luchar por una cuestión personal, sino que tiene que ver con mi comunidad y con las generaciones que vendrán.

A partir de tu experiencia, ¿cuáles son los ingredientes clave para construir movimientos fuertes que puedan enfrentar el poder de las élites y también construir alternativas justas al capitalismo depredador?

Bertha: Primero, que los movimientos deben anclarse en las organizaciones de base, cediendo el liderazgo a las víctimas de la injusticia y situándolas como protagonistas de la lucha por el control y manejo de nuestros recursos naturales, como la tierra y el agua.

Segundo, siempre hay que pensar en la integralidad de las luchas; que no se puede separar un tema —como la tierra— de otros temas, porque estamos en una lucha antisistémica. Por ejemplo, cuando luchas por tener acceso a una escuela, estás también luchando a favor de la salud y de una alimentación sana.

Tercero, que hay que construir movimientos coherentes con nuestros valores, lo cual debe reflejarse en nuestros procesos internos. Esto significa enfrentar la violencia contra las mujeres en nuestros propios movimientos, porque también se pueden vivir procesos represivos en ellos.

Cuarto, la importancia de ser internacionalista. El COPINH es un producto de un proceso hondureño particular, pero también es producto de diferentes levantamientos en las Américas, como las luchas de muchos pueblos indígenas que se han alzado contra el sistema económico y social que impera en el continente.

Nonhle: Creo que la clave se halla en ser sinceras y transparentes y no dejar de movilizarnos, desde el convencimiento de que estamos luchando no solo por nosotras, sino también por las próximas generaciones. También es fundamental situar a las mujeres en la vanguardia de la lucha. Si te fijas en nuestra lucha, verás que la dirigen, fundamentalmente, las mujeres. No cambiamos de opinión con facilidad; también somos conscientes de que la comunidad no puede depender de nadie más, solo de sí misma. Sabemos que el Gobierno está colaborando estrechamente con las empresas para oprimir a nuestras comunidades, de manera que debemos hacerles el trabajo imposible.

Estamos exigiendo el derecho a decir ‘no’. Lo que necesitamos es un consentimiento libre, previo e informado, y es por eso por lo que luchamos. Este año, en abril de 2018, celebraremos un juicio, el primero de este tipo en Sudáfrica, para reivindicar ese derecho. Si lo ganamos, será una gran ayuda para otras comunidades. Pero aunque lo perdamos, o aunque el Gobierno no se detenga, seguiremos luchando para defender nuestra tierra.

Para nuestra campaña también ha sido importante difundir nuestro mensaje y tejer redes con otros grupos. En una zona rural, la gente lo tiene difícil para saber qué esta pasando, así que necesitamos ayuda para transmitir nuestro mensaje a los medios y generar solidaridades con otras organizaciones. Si nos limitamos a quedarnos aquí hablando y nadie más sabe de nuestra lucha, nunca llegaremos al resto del mundo. Creemos que puedes construir tu hogar gracias a otras personas, por lo que esta interdependencia es vital.

Medha: Ante todo, necesitas un marco ideológico amplio que después puedas desglosar en objetivos concretos, vinculando lo local con lo global. No es necesario que todo el mundo que participa en un movimiento comparta esa visión integral —seguramente, abordaremos los problemas desde distintos ángulos y puntos de vista—, pero los y las activistas clave del movimiento deben compartir un mismo planteamiento. Además de la claridad ideológica, los y las activistas deben comprender perfectamente a las personas y qué necesitan; los ideales y las herramientas que animarán a la gente y propiciarán su implicación emocional.

La meta es ir avanzando hacia lo que yo llamo una organización comunitaria de masas; una organización que tiene muchas raíces, que se dirige desde el ámbito local y cuyos activistas movilizan a la gente para construir una fuerza unida.

De este movimiento surge una determinada articulación, que se debe desplegar en varios frentes: no solo en las comunidades, sino también a escala internacional. En el caso de la represa de Sardar Sarovar, por ejemplo, tuvimos que enfrentarnos al Banco Mundial y a las instituciones financieras internacionales que estaban financiando el proyecto. Y eso exigió conseguir apoyos de instancias internacionales y colaborar con movimientos internacionales.

También debemos trabajar en distintos frentes, desde nuestra comprensión del poder y los derechos humanos. Si bien la defensa de los derechos humanos está vinculada con el Estado, y debemos emplear las instituciones judiciales para desafiar al Estado, en última instancia creemos en el poder del pueblo, que es el primer pilar de la democracia y la base de nuestro trabajo. Debemos demostrar constantemente el poder de las personas y nuestro derecho a tomar decisiones; de lo contrario, no arrastrarás a la gente y dejarás de ser un movimiento. Así que siempre combinamos acciones legales y acciones en masa.

Y no se trata solo de una cuestión de táctica, sino también de valores y creatividad. Por ejemplo, en la India nos gusta la política de la no violencia —conocida como satyagraha— porque es una táctica eficaz y, además, porque pone de relieve nuestros valores y nuestros ideales.

También creemos que es importante formar a las personas y mostrar alternativas a la opresión. Así que en la Alianza Nacional de Movimientos Populares dirigimos formaciones y proyectos en los ámbitos de la salud, la educación y la gestión del agua. La gente no puede pasar todo el tiempo peleando, peleando y peleando; también debemos demostrar que hay alternativas.

¿Cómo sigues movilizada cuando te enfrentas a tanta represión?

Bertha: Esto siempre ha sido parte de la historia del COPINH. Cuando hemos luchado por el territorio, la respuesta siempre ha sido muy represiva, especialmente desde el golpe de Estado en 2010. Pero nuestra lucha surge justamente de la convicción profunda de que no podemos someternos a esta situación, y eso nos lleva a actuar y movilizarnos.Cuando las autoridades destruyen casas, cometen tantos abusos —hasta asesinar a la gente—, que no hay otra opción salvo luchar. La necesidad de justicia nos hace luchar porque no podemos vivir así.

Somos también un pueblo rebelde que ha luchado durante siglos —empezando contra los españoles colonizadores—, hasta hoy, por nuestros derechos frente a otros tipos de colonialismo. Tomamos fuerza de nuestros ancestros, que liberaron el país y defendieron nuestra identidad como pueblos indígenas. Es parte de nuestra cosmovisión: nuestros ancestros siguen caminando con nosotros y nosotras, acompañándonos. Nuestra espiritualidad nos ayuda a manejarnos en estos contextos difíciles.

Mi mamá nunca fue silenciosa frente a la injusticia; siempre estuvo comprometida contra la impunidad y la injusticia, y nos enseñó que tenemos el deber de plantar cara a las élites que socavan nuestro futuro. Ella dijo que tenemos el derecho de vivir en un país que respete nuestros derechos y que esté al servicio de los pueblos y no de la oligarquía corrupta. Su ejemplo nos ayuda a seguir luchando.

También entendemos que no estamos luchando solos, que somos parte de movimientos de muchas comunidades y grupos en Honduras, el continente y el mundo. Esta fue la experiencia de mi mamá. Su fuerza y energía nacían de saberse acompañada, del hecho de que no se trataba de una lucha individualista, sino parte de una historia más larga y amplia.

Nonhle: En nuestro caso, cuando presenciamos el derramamiento de sangre, fue como añadir leña al fuego. En lugar de asustarnos, nos movilizó aún más. Nos indignamos aún más, dándonos cuenta de que, si dábamos marcha atrás, traicionaríamos a quienes habían muerto defendiendo ese mismo territorio. Y decimos que no funcionará, que nos tendrán que matar a todos y todas. No podemos transigir con quienes tienen sangre en sus manos. Cometieron un gran error.

Medha: Es una lucha continua. El Banco Mundial se retiró porque dijo que la represa solo se podría completar por medios inaceptables y con terribles pérdidas sociales y ambientales. Y esto ha resultado ser cierto. Puede que la represa se haya inaugurado, pero sigue habiendo entre 35 000 y 40 000 personas —44 aldeas y un pueblo— en la zona sumergida. Y seguimos luchando. En julio de 2017, hubo 21 lugares en el valle donde las mujeres mantuvieron huelgas de hambre, resistieron en pie dentro del agua, negándose a salir, y se enfrentaron a la policía para exigir las compensaciones que se les habían prometido.

Se trata de una acción y un espíritu colectivos que alimentan la esperanza y permiten que la gente se mantenga movilizada y motivada. Es por ese motivo por el que soy optimista, porque sin el optimismo, además de la valentía y la determinación, no puedes seguir adelante.

¿Cómo podemos asegurarnos de que nuestros movimientos de contrapoder no se vean acaparados por los grupos de poder, o peor aún, que terminen reproduciendo estructuras de poder represivas?

Bertha: Cada caso es diferente. Pero cuando hablamos de ser coherente en nuestros movimientos, estamos hablando de no repetir estas prácticas que corrompen. Hay que construir movimientos sobre bases morales. El COPINH, por ejemplo, ha establecido cortes populares donde se denuncian casos de violencia contra las mujeres compañeras. No tenemos miedo a llamar por su nombre a las empresas que cometen abusos y oprimen. Y mantenemos nuestra autonomía como movimiento, denunciando las prácticas represivas y defendiendo nuestro territorio, sin importar de qué partido proceden.

Medha: Es importante no perder de vista que los movimientos populares siempre deben estar movilizados y organizando a la gente, incluso cuando hay partidos solidarios que están desafiando al Gobierno o en el poder. Los partidos asumen compromisos porque desean subir al poder, por lo que los movimientos deben mantenerse al margen de las estructuras centrales de poder y desempeñar el papel de la oposición real. Los movimientos sociales deben ser una fuerza que no haga concesiones.

Para mantenerse fieles a sus valores, los movimientos populares deben estar anclados en sus bases, y mostrarse firmes y comprometidos con sus objetivos. La transparencia es un elemento clave; saber comunicar y evaluar de forma periódica cómo estás trabajando. La crítica es importante porque es una forma de aclarar y replantear la misión del movimiento. Es algo que toma su tiempo y en lo que muchas veces nos quedamos cortas, pero debemos intentarlo en la medida de lo posible.

Nonhle: Cuando pienso en quienes lucharon por la democracia, se me saltan las lágrimas, porque esa misma gente, en lugar de protegernos, nos están oprimiendo y haciendo nuestra vida muy difícil. Para serte sincera, esperamos que lo que está sucediendo con el Congreso Nacional Africano, el CNA, sea una gran lección. No es por lo que lucharon nuestros ancestros. Espero que, algún día, el CNA entienda que nosotras, desde las zonas rurales, también luchamos por esta democracia.

Y sin embargo, cuando nos mostramos contrarias a este lucro destructivo, nos acusan de ‘antidesarrollo’ y nos tratan como enemigas. Deberían hablar con nosotras. La lección, en este sentido, es que debemos sostener nuestros movimientos y mantenerlos alejados del dinero. Si los movimientos se convierten en algo para hacer dinero, nuestra lucha llegará a su fin; perderemos nuestro sentido y olvidaremos por qué luchamos.

¿Por qué las mujeres han desempeñado un papel clave en tu movimiento? ¿Crees que el auge de los movimientos #YoTambién y #NiUnaMenos podría marcar un punto de inflexión en la lucha contra el patriarcado?

Nonhle: Creo que las mujeres han liderado este movimiento porque serán las más afectadas por el proyecto minero. No trabajarán allí, pero necesitarán alimentar a sus hijos y encontrar agua potable; saben muy bien qué consecuencias tendrá la minería. Las mujeres tampoco temen plantarse; se mantienen fieles a sus creencias y no son fáciles de comprar. En la lucha contra el apartheid, fueron las mujeres las que lideraron las luchas contra la ley de pases y, ahora, encabezan la lucha contra esta mina. No es fácil tener que pensar en los hijos, cocinar, cuidar a la familia y, al mismo tiempo, dedicarse a la lucha. Pero las mujeres son capaces de ello.

Medha: Sabemos, por nuestros movimientos, que las mujeres representan una gran fuerza y, por lo tanto, la transformación social no es posible sin ellas. Las mujeres tienen fe en la vida porque dan vida, porque comparten valores y conocimientos con la próxima generación, están estrechamente conectadas con la naturaleza y son más conscientes de nuestros lazos humanos. Se encargan de la mayor parte del trabajo en este país, ya sea en el campo o en los barrios marginales. También sabemos, por experiencia, que, sin las mujeres, nuestros movimientos no podrían sostener acciones a largo plazo. Siempre que hemos plantado cara al Banco Mundial, al Gobierno y a la policía, y desplegamos acciones militantes no violentas, las mujeres han desempeñado un papel decisivo. En las protestas de 2017 contra la represa, las mujeres demostraron una fuerza impresionante frente a la policía.

Por lo tanto, en el momento de desafiar a los poderes establecidos, las mujeres deben situarse en la vanguardia. También debemos situar en esa vanguardia las perspectivas de las mujeres. Una visión feminista es clave para lograr una visión alternativa del desarrollo. Hace hincapié en el amor y la compasión, la humanidad en lugar de la enajenación. También demuestra una relación distinta con respecto a los recursos, ya que la mayoría de las actividades de cuidado de las mujeres —como alimentar a los niños y sostener la vida— no se basan en el dinero. Puedes ver esos valores expresados en la forma en que nos referimos a los ríos y a la tierra como madres y, por lo tanto, como recursos que se deben proteger. Por el contrario, el desarrollo insostenible y explotador se basa en un sistema de violencia patriarcal.

Bertha: La dominación patriarcal es, tal vez, el sistema de dominación más difícil de romper, por lo que es sumamente importante crear movimientos dedicados a los principios de equidad de género. Yo tengo esperanza en que la claridad con que está saliendo mundialmente esta cuestión pueda reflejarse en nuestros movimientos y sociedades. Sin embargo, en Honduras, tenemos una situación de mucha violencia contra los cuerpos de las mujeres, una violencia cada vez más brutal del Estado contra los movimientos y, muchas veces, contra las lideresas.

Creo que el asesinato de Berta y otras compas refleja una intolerancia frente al liderazgo de las mujeres que se atreven a denunciar a los dueños de represas, bancos, empresas. Es difícil saber si esta situación va a mejorar en Honduras, porque estamos muy lejos de construir un sistema de justicia e igualdad para las mujeres, pero tenemos que mantener la claridad en nuestro camino y la convicción de defender la vida y detener la violencia.

Para terminar, unas palabras de Bertha:

Creo que todos y todas estamos involucrados en luchas que buscan humanizar nuestra sociedad, a nosotros mismos. No hay fórmulas para el contrapoder porque somos muy diversos, pero compartimos la unidad de caminar juntos y juntas, con coherencia e integralidad, a favor de la humanidad. Podemos retroalimentar el aprendizaje mutuo sabiendo que estamos conectados en una lucha por la vida, y que las luchas nos pueden entrelazar y fortalecer.
Estas entrevistas se presentan en formato resumido; para leer la versión completa:

Drawing strength from our ancestors: Interview with Bertha Zúñiga Cáceres. (en inglés).

We need mass-roots, not grass-roots campaigns: Interview with Medha Patkar (en inglés).

Land is the only thing we have: Interview with Nonhle Mbuthuma (en inglés)

Traducción: Beatriz Martínez.

Este artículo forma parte del informe Estado del poder 2018, editado en castellano por Transnational Institute (TNI) y FUHEM Ecosocial.


Los colegios de FUHEM celebran el Día del Libro

Dentro de las efémerides que el Area Educativa de FUHEM ha decidido celebrar de forma conjunta en sus tres colegios, Lourdes, Hipatia y Montserrat, se encuentra el Día Internacional del Libro y los Derechos de Autor que cada año se celebra el 23 de abril.

Esta fecha, se suma a otras, entre la numerosa relación de días Mundiales o Internacionales que nos recuerdan ciertas causas que merecen nuestra atención. Para lo que queda de curso, se acercan también otros días señalados en nuestro particular calendario FUHEM: el 2 de mayo (contra el acoso escolar); y 22 de mayo (Día de la Biodiversidad). Cada colegio ha desarrollado un programa de actividades específico, que resumimos a continuación.

Lecturas y escritura en Montserrat

Las actividades comenzaron el 20 de abril con el objetivo de fomentar la lectura en todas las etapas. En Educación Infantil, las familias serán las encargadas de la lectura de cuentos. También habrá una actuación de teatro para los alumnos con actores profesores que han adaptado el libro “La vaca que puso un huevo”.

En Primaria, se realizarán actividades de animación a la lectura en las clases, mezclando a alumnos de 1º y 3º de Primaria. Cada uno puede elegir el tipo de lectura que quiere escuchar durante las tardes del 23 y 24 de abril. Los alumnos del segundo ciclo, también realizarán animaciones interniveles las tardes del lunes y el martes. Asimismo, los alumnos de 4º acudirán a la biblioteca de Retiro para disfrutar de buenas lecturas y participar en muchas actividades más.

En Secundaria y Bachillerato, periodistas de diversos medios (RTVE, El Diario.es, El Mundo, El País o Interviú), colaborarán con actividades específicas. Además se han programado talleres creativos de escritura, de interpretación, de lectura, de crítica, etc. Para los alumnos de estas etapas, se ha convocado un concurso de escritura en el que pueden participar hasta el 11 de mayo en las modalidades de relato breve o poesía.

Hipatia: frases literarias compartidas y homenaje a “Las sin sombrero”

El alumnado de Infantil, realizará marcapáginas, trabajando de manera conjunta y pintando con los dedos y témpera sobre cartulina. También de forma colectiva se creará un Cuento colaborativo, una Biblioteca, en el vestíbulo de su edificio; y gracias a la colaboración de las familias, habrá varias sesiones de Cuentacuentos.

En Primaria, se llevará a cabo una instalación titulada "Balones literarios". Es los esféricos se expondrán las frases o citas de libros que más gustan al alumnado, y también se organizarán actividades de cuentacuentos y talleres con las familias.

En Secundaria, el “Libro viajero” recorrerá todas las clases de ESO y de primero de Bachillerato. El alumnado deberá traer preparada en una cuarto de folio una cita literaria o un fragmento corto de un escritor o una escritora que les guste especialmente. En Bachillerato, la cita o el fragmento tendrá que ser obligatoriamente de las “Sin sombrero”. Este grupo de escritoras y artistas, contemporáneas de los autores de la generación del 27 pero mucho menos reconocido que sus compañeros varones, serán también el centro de varias presentaciones que el alumnado de 1º de Bachillerato ofrecerá a los grupos de 3ª ESO, así como de murales realizados por alumnos de 4ª ESO. Estas últimas actividades se prolongarán en el tiempo, y llegarán hasta la última semana de mayo. El día 10 de mayo se celebrará la entrega de premios del Certamen Literario de Hipatia.

Lourdes: visita a la Feria del Libro y taller

Los alumnos de 2º de ESO del Colegio Lourdes acuden el 23 de abril a la Feria del Libro de la Latina, donde FUHEM cuenta con un puesto de venta y exposición de publicaciones. Allí participarán en un taller organizado por la editorial Nórdica en el que se familiarizarán con el proceso de creación de un libro: desde la idea inicial a su venta. De hecho, alumnos y alumnas acabarán la mañana ejerciendo de libreros.


Pensar la libertad: conseguir lo imposible de manera colectiva

 

Pensar la libertad: conseguir lo imposible de manera colectiva

Entrevista con Michael Neocosmos

¿Cómo definirías el contrapoder? ¿Qué relación tiene con las políticas emancipatorias?

No creo que debamos tomar el poder como punto de partida cuando hablamos de emancipación del pensamiento, especialmente si hablamos de una noción de poder en términos binarios. Tanto si hablamos de poder como de contrapoder, el punto de partida que se suele plantear se centra en los intereses e identidades particulares de las personas en vez de una idea de emancipación universal. Se termina siempre hablando de los Estados y de cómo nos relacionamos con ellos en vez de definir la universalidad humana con nuestros propios términos. Está claro que siempre hablamos de poder donde hay política. Sin embargo, a mí me preocupa que siempre que utilizamos categorías en base al poder, incluso cuando queremos pensar en otras formas de abordarlo, al final terminamos usando palabras y pensando con categorías que no nos son útiles porque son las categorías con las que piensa el propio Estado. Dando por hecho que un Estado igualitario es un oxímoron, una imposibilidad evidente, si queremos pensar en la igualdad universal debemos intentar hacerlo fuera de las categorías hegemónicas (es decir, el Estado).

Nuestro punto de partida debería situarse en que la gente piensa por sí misma y en que el pensamiento colectivo puede iniciar una propuesta de futuro emancipatorio. Según los trabajos de Alain Badiou, Sylvain Lazarus, Jacques Rancière y otros, si damos por sentado que cualquier persona puede pensar, ¿qué es lo que queremos decir con esto? No podemos limitarnos a concluir, por ejemplo, que el pensamiento de la gente es únicamente un reflejo de sus circunstancias sociales. No podemos dar por hecho, por ejemplo, que los trabajadores están interesados exclusivamente en los salarios o en las condiciones laborales, o que las mujeres solo están interesadas en sus familias, en el hogar o en las relaciones de género. Sin embargo, este es el enfoque mayoritario de las ciencias sociales sobre el pensamiento, tanto desde la derecha como desde la izquierda. Se da por sentado que la gente no piensa fuera, o más allá, de los límites estructurados por su situación o posición social.

Lo que me resulta interesante es comprobar cómo, en condiciones de lucha concretas, la gente piensa a menudo de forma colectiva, por encima de sus propios intereses, más allá de la posición que ocupan. Piensan y actúan desde un cierto grado de igualdad, un cierto grado de universalidad. En esto consiste el pensamiento político emancipatorio, aquí es donde se sitúa, si no la política sería meramente una reacción frente a intereses e identidades particulares. Hoy en día, es fundamental que pensemos más allá de las identidades, de lo contrario terminaremos matándonos los unos a los otros. Actualmente las guerras, especialmente la nuclear, son una posibilidad muy real.

¿Qué aspecto tendría una política emancipatoria?

Creo que este tipo de política siempre se fundamenta en algún tipo de idea de humanidad universal, de igualdad, de justicia, de dignidad: son los requisitos para la emancipación humana. La gente no piensa en estos términos necesariamente, pero tiene la capacidad de hacerlo y si no somos capaces de reconocerlo, no sabremos verlo cuando suceda. No lo veremos porque esperamos que el pensamiento de la gente se adapte a nuestras categorías teóricas preexistentes. Cuando no se adapta a nuestras categorías, asumimos, sencillamente, que la gente está equivocada. Debemos dejar de pensar así.

Abahlali baseMjondolo, el movimiento de personas que viven en barrios marginales de Durban, lo define muy bien cuando dice: “Una persona es una persona independientemente de donde venga”. Sus políticas se basan en esta idea cuando se enfrentan a situaciones de xenofobia en Sudáfrica. El pensamiento emancipatorio amplifica lo que tenemos en común en vez de centrarse en lo que nos diferencia, adopta una idea de justicia universal por la que se debe tratar a cada persona de la misma forma, con dignidad y con igualdad. Esto implica abordar aquellas jerarquías sociales que existen como consecuencia de una división social del trabajo. No hay ninguna razón por la que se me deba pagar, como profesor universitario, mucho más que a una persona que limpia la calle.

Esto difiere del pensamiento de Estado, aunque el Estado liberal occidental se adhiera a una cierta idea de “el Hombre” universal. Todos sabemos que esta idea de lo universal es falsa porque se aplica únicamente a ciertos grupos, mientras que a la mayoría de los hombres, de las mujeres, de la infancia y, en particular, aquellos que tienen la piel más oscura, se les excluye, se les coloniza y se les oprime. El colonialismo, con el racismo, los exterminios y los genocidios resultantes, se fundó sobre ese universalismo erróneo. Esto ya es bien sabido.

¿Cómo se manifiesta esta política emancipatoria?

Debemos entender que la idea de una humanidad universal raramente se sitúa en el centro de la política, sucede en situaciones muy particulares. No es una característica común en las rebeliones populares, aunque es un hecho que siempre encontramos una cierta presión hacia la igualdad cuando las personas deciden rebelarse de forma colectiva contra su exclusión sistemática de un sistema social, que hoy en día sería el capitalismo neoliberal desenfrenado. Si observamos la lucha de los esclavos africanos por su libertad en 1791 en lo que ahora es Haití, o las luchas de liberación nacional de muchos países africanos desde la década de 1950 hasta la actualidad, o si nos fijamos en las luchas más recientes como las de Sudáfrica en la década de 1980, podemos encontrar elementos de universalismo, de ideas de universalidad combinadas en mayor o menor medida con ideas particularistas que defienden intereses concretos.

En Haití, Toussaint Louverture —quizá la figura más conocida asociada con aquella revolución— no luchó para reemplazar el racismo blanco por una dominación negra. La idea que subyacía era la de luchar contra la propiedad de las personas en sí misma porque esa práctica era inhumana. Cuando Frantz Fanon habla del contenido emancipatorio de ‘la conciencia nacional’ durante las luchas de liberación de Argelia en la década de 1950, no está hablando de nacionalismo; se refiere al hecho de que no puede haber libertad para la humanidad si unas personas son colonizadas y subyugadas por otras. Es tan simple como esto. Cuando la gente en Sudáfrica luchaba por ‘el poder de la gente’, en la década de 1980, no se excluía a los extranjeros como es el caso en la actualidad.

La idea de la exclusión política es un elemento de base del capitalismo, como observó claramente Marx. En ocasiones, se señala que la política está relacionada con la identificación de un enemigo y, aunque este sea claramente el caso, la política también implica la creación o la conformación de una comunidad, una unidad de los políticamente excluidos y, en consecuencia, debe suponer necesariamente una cierta idea de trabajo conjunto en condiciones donde todas y todos, sin excepción, tengan derecho a hablar y a pensar. Por lo tanto, tiene que ver con la idea de universalidad. En cualquier caso, sin unidad, nunca se podrá confrontar al enemigo de manera adecuada.

¿Qué podemos aprender de África?

Prefiero hablar de los africanos en vez de África como tal. ‘África’, al igual que ‘Europa’, se identifica implícitamente con sus representantes, con el poder. Es obvio que se debe considerar a los africanos como seres humanos iguales que cualquier otro ser humano con capacidad de pensar y, como argumentaba Amílcar Cabral, con capacidad de hacer Historia. Una de las revoluciones más importantes del siglo XVIII, la revolución haitiana (que se ha borrado de los libros de Historia en favor de la revolución estadounidense y de la francesa), estuvo liderada por africanos (personas nacidas en África) y fue más lejos en su idea de humanidad que la Revolución Francesa porque reconocía la idea universal de que nadie debía poseer a nadie como propiedad. Los revolucionarios franceses vacilaron con este tema y los ‘padres fundadores’ de los Estados Unidos participaron directamente en la esclavitud.

Es fundamental que rompamos con la idea de que los africanos son víctimas en vez de agentes de la Historia. Durante el periodo colonial, se consideraba a los africanos —como por ejemplo a Lumumba—, agentes de la Historia; sin embargo, a finales de la década de 1970 se les veía como sus víctimas. Se retrataba a África como un continente de hambrunas, crisis, pobreza y subdesarrollo donde era necesaria la intervención de organizaciones no gubernamentales (ONG) y del Estado como salvadores. ¿Puede haber una perspectiva más neocolonial que esta?

Vemos su reflejo en la Comisión sobre la Verdad y la Reconciliación sudafricana. Si bien la Comisión fue muy importante para reconciliar a élites opuestas, finalmente terminó convirtiendo a los que habían luchado por la libertad en víctimas y pedigüeños del Estado. Esta visión también se da en la izquierda, desde la que se cree que los problemas del continente africano se pueden justificar por haber sido objeto de colonización. Como consecuencia, se refuerza el relato de que los africanos son incapaces de hacer Historia.

¿Cómo y quién puede impulsar una política emancipatoria?

Si partimos de la idea de que las personas son capaces de pensar por sí mismas, entonces tendremos que ser capaces de escucharlas cuando estas se organizan colectivamente. Tenemos que escucharlas y observar cómo toman decisiones, qué está sucediendo, si se queda alguien excluido, etcétera. Quizá la gente no use el mismo lenguaje que utilizamos nosotros. Por ejemplo, puede que no utilicen los conceptos de clase, pertenencia étnica o incluso neoliberalismo. En Sudáfrica, el concepto de neoliberalismo está muy de moda (igual que el término ‘globalización’ durante la década de 1990), pero, para la mayoría de la gente, el problema principal no es necesariamente la economía, sino más bien la relación que mantienen con el Estado y el poder (la policía, la delincuencia y la política local, los jefes, etc.).

Si el discurso de la gente se centra en que se reconozcan los intereses propios al igual que los intereses de los demás, entonces no habrá un contenido emancipatorio. Sin embargo, si el argumento se fundamenta en la exigencia de que se reconozcan sus intereses porque se debería tratar a todas las personas de la misma forma, porque se debería tratar a todos los seres humanos de la misma manera…aquí lo que se está diciendo es algo muy diferente. Estas expresiones son las semillas de un posible pensamiento emancipatorio alternativo.

En la política popular hay que distinguir entre aquellas ideas que reflejan intereses y situaciones sociales (por ejemplo, queremos que se nos incluya, vivienda, empleo, etc.) de aquellas que hacen referencia a lo universal y a la humanidad. Ambas surgen de manera combinada en contextos concretos de lucha de masas y se dan de manera dialéctica. Se pueden ver estas contradicciones, por ejemplo, en la revolución haitiana. Evidentemente, la realidad de la opresión de los blancos llevó a que los rebeldes mataran a algunos blancos. Sin embargo, también es obvio que Toussaint Louverture no pensaba únicamente como un hombre negro, sino como un representante del pensamiento ilustrado universal, de ahí que no le importara alistar a soldados polacos para luchar contra los esclavistas y los franceses. Asimismo, Fanon destacó la participación de los blancos en la revolución argelina. La lucha por la libertad nunca es un tema de identidades estrechas. Puede que termine como tal, pero si esto ocurre será porque ha perdido el contenido emancipatorio y las políticas identitarias del Estado se han convertido en dominantes.

Los movimientos sociales y la sociedad civil, ¿pueden llevar a cabo políticas emancipatorias?

Es importante recordar en qué momento se popularizó la idea de sociedad civil. Fue en la década de 1980, después de los movimientos democratizadores en Polonia y en Sudáfrica. Basada en una idea neoliberal de la política, se argumenta que la sociedad civil es el dominio de la libertad, donde los diferentes intereses específicos se autoorganizan. Se concibe a la sociedad civil como un terreno de disputa entre intereses particulares. No creo que esto se convierta en una fuente de políticas emancipatorias, ya que los intereses particulares, en sí mismos, no pueden ser emancipatorios. Las políticas emancipatorias deben alejarse de la idea de interés e identidad, como he señalado antes.

En el libro hablo sobre la ‘sociedad civil’ y sobre la ‘sociedad incivil’, así como de la ‘sociedad tradicional’, como dominios de la política de Estado. Los Estados africanos gobiernan sobre la sociedad civil concediendo a la gente el derecho a tener derechos. Dicho de otro modo, en Sudáfrica, por ejemplo, si la policía viene a hacer un registro en tu casa, se supone que deben tener una orden firmada por el juez. En la sociedad civil, tienes el derecho a la intimidad y a la libertad contra la detención arbitraria. Sin embargo, la realidad de mucha gente es que la policía le da una patada a la puerta porque estas personas, los pobres, la mayoría de los negros, los desempleados, no tienen derecho a tener derechos. No se gobiernan como sociedad civil, sino como sociedad incivil. En sus comunidades, la policía y el Estado —de manera más amplia— pueden actuar contra sus derechos con impunidad. En el Sur Global encontramos una distinción, como señala Partha Chatterjee, entre derechos (en inglés, rights) y el derecho a un derecho (en inglés, entitlement). Los derechos se corresponden sobre todo con un fenómeno de clase media. Así, la sociedad civil se termina convirtiendo en un dominio de las clases medias donde el Estado gobierna a través del derecho a tener derechos, mientras que el Estado gobierna en el ámbito de la sociedad incivil para la mayoría social con el uso habitual (aunque no siempre) de la violencia. Y en la sociedad incivil, la gente responde también con violencia, lo cual lleva a la violencia xenófoba, porque se ve a la violencia como la vía legítima para resolver los problemas políticos. La gente gobernada por la violencia neocolonial reacciona de forma violenta.

Por lo tanto, si hablamos de sociedad civil, nos referimos a la visión de los Estados democráticos sobre lo que considera que es la democracia, sobre políticas de Estado para los poderosos, para los profesionales, etc. El Estado solo reconoce a las organizaciones de la sociedad civil (OSC), incluidos a los movimientos sociales, si se ocupan de defender intereses particulares, no si defienden a la humanidad universal, porque el Estado se ve a sí mismo como dueño del monopolio de la idea de universalidad. Los Estados no pueden tolerar a las organizaciones que hablan de universalidad porque cuestionan su monopolio. Los Estados siempre argumentarán que los sindicatos representan a los trabajadores, que las organizaciones de mujeres representan a las mujeres, etcétera, para dividir y distraer a la gente de los sistemas políticos de dominación como el capitalismo liberal.

Normalmente, se entiende que la sociedad civil está compuesta por ONG preocupadas por empoderar a la gente; sin embargo, estas están haciendo justo lo contrario. Están dirigidas por profesionales que se ven a sí mismos como portavoces y como representantes de los más desfavorecidos. Es interesante observar cómo en Sudáfrica, durante la década de 1980, la gente ya estaba empoderada mucho antes de la llegada de las ONG, sin ningún tipo de ayuda. Después de la década de 1990, las ONG ya no actuaban como apoyo de los movimientos populares organizados independientemente, sino que llegaron con sus propias agendas de ‘empoderamiento’. Los programas de empoderamiento, en realidad, son programas de desempoderamiento.

Incluso los movimientos sociales, que están más aceptados de forma más universal por la izquierda, pueden ser problemáticos precisamente porque son sociales. En otras palabras, se les ve como movimientos que se limitan a identidades o intereses particulares. Por ejemplo, en el caso de los movimientos de pueblos indígenas, ¿piensan estas organizaciones más allá de su identidad o su interés social particular? Si es así, ya no son, estrictamente hablando, un movimiento ‘social’, sino que se encontrarían en el proceso de ser un movimiento popular de masas. Si te posicionas en la idea de los movimientos ‘sociales’, esto implica la necesidad de un partido político que unifique este grupo de movimientos sociales, se coloca en un ‘nivel más alto’, pero termina despolitizando a los movimientos a favor de ‘sus representantes’ políticos. Los recientes casos de Bolivia, Grecia y España así nos lo recuerdan, pero tenemos que pensar más allá. Estos hechos representan, por supuesto, algo real, los movimientos sociales están ahí, pero lo realmente importante es hasta qué punto se piensa en términos de universalidad y se es capaz de caminar hacia ideas más amplias que las de la propia identidad, los intereses particulares, los partidos o los Estados.

¿Qué pasa con la clase social?

Las clases populares organizadas, como los sindicatos en el caso de los trabajadores, representan sus propios intereses. Cuando Marx pronosticó la posibilidad de un futuro igualitario se refería a que, a través de la organización del proletariado, se podrían representar los intereses de toda la humanidad, de las personas como un todo. La idea subyacente consistía en que la clase trabajadora era el agente de la Historia y actuaba en interés de toda la humanidad. Hoy en día debemos pensar de manera diferente porque no existe una clase social que impida que la humanidad caiga en la barbarie y en las guerras que son inherentes al capitalismo. Por supuesto que la gente se organiza y se posiciona según clases sociales, pero no siempre actúa en términos de clase. En ciencias sociales utilizamos el viejo argumento de que se necesitan políticas concretas que unifiquen políticamente a los trabajadores para que conformen una clase. La burguesía se cohesiona políticamente alrededor de su control sobre el Estado; sin embargo, los trabajadores no pueden hacer lo mismo por lo que mencionaba anteriormente.

En realidad, la clase trabajadora no ha existido políticamente en ningún lugar del mundo desde que se desmoronaron los partidos comunistas, aquellos que trataban de conformar una clase trabajadora como agente político. Los trabajadores todavía existen, pero están muy divididos y mucha gente ni siquiera tiene trabajo o vive en condiciones precarias, dando lugar al término ‘precariado’. ¿Qué es lo que les unifica? Según Marx, lo que propiciaba su unidad era trabajar juntos en la producción, su disciplina y aprender que su capacidad y su poder de acción conjunta se conseguían gracias a la organización colectiva. Pero si ya no hay lugar para el trabajo conjunto, ¿dónde está el potencial político para que exista una clase trabajadora unida? La política se debe construir con y a través de la práctica. No podemos asumir que solo porque los trabajadores estén ‘machacados’, se van a levantar contra la opresión apelando a una libertad universal.

Escribes en tu libro sobre tus experiencias en los movimientos sudafricanos como guía de tu pensamiento.

Mi procedencia y mi pensamiento están firmemente enraizados en la tradición marxista. Apoyé a la lucha clandestina del Congreso Nacional Africano (CNA) contra el apartheid. En la década de 1980, en Sudáfrica se vivió un movimiento popular de masas que intentó capacitar a la gente para que tuviera el control de sus propias vidas. Durante este periodo, aproximadamente entre 1984 y 1986, se pensaba en la política de una determinada manera. No se trataba de partidos políticos porque los de corte popular estaban prohibidos; estos movimientos eran bastante espontáneos e intentaban hacerse cargo o intentaban transformar muchas de las funciones del Estado en los barrios marginales de las ciudades: el transporte, campañas de limpieza, escolarización, justicia popular, autodefensa, etc. No se deben idealizar estas acciones, ya que vinieron acompañadas también de excesos en el uso de la violencia, aunque al mismo tiempo esto permitió que la gente adquiriera la capacidad de controlar sus vidas de forma colectiva y organizar debates muy vivos fuera del control del Estado. Se promovió la creatividad popular y la delincuencia prácticamente se expulsó de muchas ciudades. Se conoció como el movimiento por ‘el poder de la gente’, un término acuñado originalmente en Filipinas durante las luchas contra el régimen de Marcos.

Sin embargo, a partir de 1987, el Estado encarceló a muchos militantes activistas e impidió que los líderes pudieran organizarse. El resultado es que la política nacionalista devino gradualmente más coercitiva y menos democrática. El CNA no tenía presencia orgánica en el país por así decir, pero su prestigio era enorme y dominaba su marca nacionalista. Solamente existía como organización en el exilio, estaba estructurada como un partido político jerárquico y su pensamiento se fundamentaba en términos militaristas. Estaba implicada en algunas iniciativas diplomáticas y en la organización de una campaña de guerrilla bastante ineficaz. Desde finales de la década de 1980, algunas organizaciones populares empezaron a visitar de manera regular la oficina del CNA en la capital de Zambia, en Lusaka. Estas organizaciones, en vez de autoempoderarse y autoorganizarse con su propia forma de tomar decisiones, empezaron a prestar más atención a las instrucciones que les daba el CNA desde el exilio. En otras palabras, se produjo un cambio evidente hacia la política de arriba a abajo en vez de abajo a arriba, desde las políticas populares hacia las políticas estatales. Este fenómeno sucedió en paralelo a la llegada de las ONG y las organizaciones de ayuda humanitaria, que fomentaron este proceso. La gente empezó a pensar en la política en términos de poder: cómo ocupar puestos, cómo obtener el apoyo de la mayoría, como dominar los comités y, en un momento dado, el gobierno.

En los procesos democráticos de toma de decisiones se ha venido utilizando un sistema de delegados por el cual las personas se nombran como delegadas para representar a una organización y, después, vuelven para informar al resto. Este procedimiento era especialmente común en los sindicatos. Este sistema se fue dejando de lado y se empezó a reemplazar a los delegados por representantes. Esto llevó a un proceso de despolitización, ejemplificada en su momento álgido por Nelson Mandela, que se dirigía a quienes protestaban con discursos del tipo: “Por favor, sed pacientes, dadnos tiempo para que podamos actuar en vuestro nombre”. Este tipo de políticas tuvo el efecto de desmovilizar a la gente de forma sistemática y dejar que los políticos pensaran que les representaban, hablando en su nombre y sustituyendo lo que la gente estaba diciendo por sus propias ideas. Como afirmaba Abahlali baseMjondolo, el movimiento de personas que viven en barrios marginales en Durban: “No habléis por nosotros. Hablad con nosotros”. Esta idea debe permanecer en el centro de todas las relaciones que se establezcan entre los movimientos populares y los que están en el poder.

El proceso por el que ha caminado Sudáfrica hasta la actualidad no se ha explicado de otra manera que desde la traición. Es una descripción simple de lo que sucedió, pero no constituye una explicación. Con mi trabajo, quise entender cómo podíamos construir y mantener una política que fuera democrática, popular y que pudiera apelar a cualquier persona. Los trabajos de teóricos franceses como Alain Badiou y Jacques Rancière, por ejemplo, intentan pensar la política en sus propios términos, no únicamente reduciéndola a la sociedad, a la economía, al desarrollo de la Historia, o cualquier otra cosa. Sus aportaciones teóricas, y mi estudio de los movimientos africanos, me llevaron a elaborar las ideas del libro Thinking freedom in Africa.

Háblanos sobre las luchas emancipatorias que te han inspirado y de las que podamos aprender.

Bueno, una que ya he mencionado es la de Abahlali baseMjondolo. Este movimiento surgió en 2005 como una organización de personas que viven en barrios marginales para defender a las personas empobrecidas contra los desahucios en Durban, luchando contra el gobierno local para permanecer en lo que resultan ser terrenos de uso primario. Tenían de su lado ciertos aspectos jurídicos que impedían que se les expulsara por la fuerza y los utilizaron eficazmente, pero también pasaron de luchar por el acceso a la vivienda a luchar, por ejemplo, contra la xenofobia, organizando acciones de solidaridad con refugiados del Congo. Es posible que, al ser una comunidad multicultural, comprendan mejor los problemas asociados a las políticas étnicas o de identidad, que en Sudáfrica está representada por instituciones como las jefaturas tribales en zonas urbanas y periurbanas. Gracias a sus luchas contra las políticas de división étnica han desarrollado ideas propias sobre la universalidad, fundamentadas en las tradiciones populares africanas.

También son singulares en la forma en que se estructuran: no tienen ramas o secciones en el sentido de que respondan a una organización central. Hasta la fecha, han conseguido resistir a las formas más severas de represión, incluso el asesinato. Cada rama actúa de forma autónoma y se vincula con Abahlali en posicionamientos generales como la independencia política, la lucha para la defensa de las ocupaciones de tierras, el acceso comunal a los recursos, etcétera. La mayoría de las ramas están en el área de Durban, pero se están empezando a crear nuevas ramas en otras partes del país. La organización central, si es que se puede decir que exista, funciona para apoyar las luchas de cada rama y tienen una página de internet muy sofisticada que así lo refleja. Aparte de una pequeña interrupción en 2012, han expresado en todo momento que los partidos políticos no representan los intereses de las personas empobrecidas y que las usan únicamente como votos fáciles. Sostienen su independencia de la academia, de las ONG y de la sociedad civil en general. Han tenido un éxito razonable en el mantenimiento de su independencia y actualmente tienen cerca de 30 000 miembros.

Es interesante porque me sorprende lo cerca que está esta declaración de Abahlali contra la violencia xenófoba en Sudáfrica de las formulaciones históricas africanas sobre la humanidad universal durante periodos de lucha en contextos completamente diferentes. Por ejemplo, ya en el año 1222, el colectivo de Cazadores Mandinka en la parte de África conocida como el Manden (que hoy en día abarca básicamente parte de Guinea, Malí y Senegal) afirmaba que ‘Toda vida humana es una vida’. Esta declaración se produjo inicialmente como respuesta a la institución del esclavismo en el país, yvino seguida de esta otra: “La esencia de la esclavitud está extinguida dentro de (…) las fronteras del Manden”. Dicho de otra manera, durante el periodo en el que los ingleses adoptaron la ‘Carta Magna’ para restringir los poderes del rey Juan, los africanos hacían declaraciones contra la esclavitud enfatizando la universalidad de lo humano.

Asimismo, durante las luchas contra la esclavitud en Saint Domingue —es decir, desde el año 1791 hasta el 1804 y posteriores—, los esclavos que se rebelaron contra los franceses y que vencieron a las armadas británica, española y francesa acuñaron la famosa frase que dice (en criollo) “Tout moun se moun men si pas memn moun”, que significa “cada persona es una persona incluso aunque no sea la misma persona”. Las ideas de que ‘cada persona es una persona’ o de que ‘toda vida es una vida’ expresa de manera sencilla la universalidad de la humanidad y puede servir de inspiración para las luchas emancipatorias.

¿Cómo definirías hoy día lo universal en otras estructuras diferentes al Estado?

La pregunta central de la política es cómo mantener el contenido igualitario en los movimientos de masas más allá de sus limitaciones históricas. Lo que quiero decir aquí es que todas las subjetividades políticas emancipatorias están limitadas en el tiempo, son ‘secuenciales’; surgen, desaparecen y, a menudo, vuelven a las políticas de identidad de Estado. Esto ocurre así porque todas las políticas de emancipación combinan dialécticamente características de la defensa de los intereses y las identidades particulares (pensamiento de Estado) con políticas de humanidad universal (pensamiento emancipatorio). Esta dialéctica siempre es inestable y, por tanto, está limitada en el tiempo: es ‘secuencial’. Para alargar esta secuencia también debe hacerlo la propia dialéctica. Lo cual no es nada fácil.

Normalmente, las políticas emancipatorias alcanzan un punto donde es difícil afrontar los temas políticos que se deben abordar sin sacrificar ideas de universalidad, de forma que lo normal es que desaparezca la dialéctica del pensamiento y estas políticas se conviertan en subjetividades de Estado. Lo que suele suceder es que se convierte en un proceso de representación, la gente ya no habla por sí misma a través de delegados, sino que alienan su voluntad (como señaló Rousseau) en representantes que hablan por ellos. Esto es lo que sucedió en Sudáfrica y también en la plaza Tahrir en El Cairo. Rojava, en la región siria del Kurdistán, donde la gente está luchando por crear un territorio autogobernado basado en los principios del socialismo democrático, la igualdad de género y la sostenibilidad ecológica, quizá pueda mostrarnos una forma distinta de hacer las cosas, pero lo está teniendo que hacer bajo condiciones de asedio militar.

La cuestión es que todo pensamiento está limitado y es limitante porque opera a través de categorías y conceptos específicos. Si seguimos pensando con viejas categorías para abordar nuevas preguntas no seremos capaces de avanzar para superar el capitalismo; ni siquiera para mantener la vida. Es una lección que nos trae la Historia.

Las personas, con sus propias circunstancias, tienen que desarrollar su propio pensamiento sobre este tema, pero de lo que se trata aquí es de ser capaces de escuchar lo que dicen cuando luchan colectivamente, cuando se convierten en agentes de su propia Historia. Sabemos, por ejemplo, que es sumamente importante organizarse políticamente, pero ni tiene por qué tomar la forma de un partido político ni tiene por qué dirigirse a la toma del poder del Estado. Debería estar claro que no podemos conseguir construir un mundo diferente basado en lo que la gente tiene en común (llámalo como quieras; se solía llamar “comunismo”) a través del control del poder del Estado.

Lo que es crucial es que se debe mantener la dialéctica de la gente pensando en política y no puede desaparecer por tener que estar pensando en los temas de la representación. Se tiene que mantener una organización que permanezca fuera del Estado, que rechace formar parte del Estado y pueda jugar su juego de representación y, mientras tanto, seguir siendo capaz de expresarse y coordinar movimientos políticamente. Creo que el Frente Democrático Unido (UDF) sudafricano durante los años 1984 y 1986 fue ese tipo de organización de la que podemos aprender y mi libro habla en detalle de esta experiencia. El UDF supuso un paraguas político de una multitud de movimientos populares que guió, organizó y unió políticamente, de este modo asegurando su operatividad unificada. A la vez, no quiso alcanzar el poder del Estado por sí mismo.

En términos de relaciones con el Estado, uno o una se tiene que preguntar sobre el tipo de Estado que quiere. Tengo que agradecer a Raquel Gutiérrez que me hiciera notar que al Estado boliviano, con el Gobierno de Morales, le resultó difícil, si no imposible, ser un ‘Estado de movimientos sociales’. Un ‘Estado socialista’ tiene que ser un Estado que también sea un no Estado. Esto fue algo que Marx comprendió hace mucho tiempo, dijo que tenía que ‘desaparecer’ (aunque su formulación es muy problemática). Tiene que haber alguna manera de desarrollar el poder desde las iniciativas y la creatividad popular que no monopolice toda la política para sí mismo. La dificultad radica en que mientras no se transformen los Estados, las organizaciones populares tienen que encontrar un camino para funcionar independientemente y no estar controladas por sus intereses. Esto es lo que intento apuntar con mi libro.

¿Cuál sería tu mensaje para aquellas personas que participan en luchas por la justicia social y ambiental? ¿Cómo podemos pensar la libertad?

No existe ninguna fórmula y no tengo la intención de dictar ninguna. Sea cual sea la actitud política que cualquiera desarrolle hacia el Estado, esta depende completamente de las circunstancias concretas coyunturales. Lo que sí es imprescindible es que ni los intelectuales ni los activistas se sustituyan por la gente que lucha. El liderazgo implica (entre otras cosas) guía, no control ni representación. La libertad es ese proceso dialéctico por el que superamos nuestras restricciones y limitaciones y nos damos cuenta, colectivamente, de que somos capaces de conseguir lo que antes pensábamos que sería imposible.

SOBRE EL AUTOR

Michael Neocosmos es profesor emérito en Humanidades de la Universidad de Rhodes y catedrático visitante distinguido en el Instituto de Humanidades de la Universidad de Connecticut. Es autor de numerosos artículos académicos y libros, como el más reciente Thinking Freedom in Africa: Toward a Theory of Emancipatory Politics (Johannesburgo: Wits University Press, 2016), que recibió el Premio Frantz Fanon en 2017.

Traducción: Javier Ramírez Gallardo

Este artículo forma parte del informe Estado del poder 2018, editado en castellano por Transnational Institute (TNI) y FUHEM Ecosocial.


De los movimientos de protesta a la política transformativa

 

De los movimientos de protesta a la política transformativa

Luciana Castellina

Los movimientos son importantes porque se mueven. Los partidos políticos, como las llamadas ‘instituciones intermedias’ (tales como los sindicatos e incluso más las instituciones que, tomadas como un todo, constituyen el contexto político democrático) tienden a esclerotizarse, si no a convertirse en paquidermos completamente inmóviles bajo el enorme peso de su obesidad organizativa. Esa es la razón por la que cualquier avance histórico es calificado de movimiento insurgente, y por lo que los movimientos resultan atractivos a quienes quieren cambiar el mundo y que no siga anclado en el presente.

Los movimientos se mueven porque disponen de una antena para captar el clima social, una herramienta que las organizaciones estructuradas no tienen, precisamente porque estas estructuras tienden a alejarse de la gente. Hace 50 años, un hombre tan dominante y poderoso como Mao Tse Tung, líder del gigantesco Partido Comunista chino, apeló al movimiento para generar una profunda transformación en el propio partido del que era presidente indiscutible: siendo incapaz de detener la creciente burocratización del poder, lanzó el famoso eslogan “bombardead el cuartel general”. No es casualidad que, más allá de China, este llamamiento fuera adoptado por los movimientos de todo el mundo, que en ese momento comenzaban a levantarse en fábricas y universidades. Y eso no era solo porque compartieran las formas y contenidos de la revolución cultural en China, de la cual sabían poco o nada, sino porque interpretaban el eslogan como la necesidad de destruir las paralizadas burocracias de sus propios partidos políticos. Eso era en el 68, y la M de Mao se convirtió en la tercera del trío junto a Marx y Marcuse en las pancartas que portaban los manifestantes en las calles. Y esa fecha entró en la Historia.

En este texto expongo unos cuantos comentarios sobre el ‘movimientismo’ ?la tendencia a ver los movimientos como vacas sagradas y los únicos agentes políticos válidos?, que a menudo se convierten en excusa para la pereza. Porque si el objetivo es verdaderamente cambiar el mundo, no es suficiente entender las necesidades que emergen, reivindicar que sean cubiertas, salir a la calle a protestar contra aquellos que quieren impedir las aspiraciones de la gente. Eso no significa negar su validez, sino reclamar un análisis más realista y menos triunfalista con el objetivo de identificar sus fallas.

Una nueva oleada de movimientos globales

Al inicio del nuevo milenio, una nueva oleada de movimientos globales tuvo el mérito de indicar a todo aquel que deseara revolucionar el mundo que los ‘nuevos palacios de invierno’ que cercar eran las instituciones al mando de la globalización, y en concreto la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el G7 y el G8, hasta entonces invisibles en gran medida para los partidos políticos, los medios de comunicación y los parlamentos y, por tanto, para la opinión pública.

La primera institución que planearon atacar a partir de la década de 1990 era la poco conocida por entonces OCDE, que había propuesto el Acuerdo Multilateral de Inversiones (el infame AMI). Las protestas que se desencadenaron, las primeras de carácter verdaderamente internacional, fueron descritas como ‘la primera guerra de guerrillas online’. De hecho, fue la primera experiencia de articulación a través de internet y que logró, como poco, una victoria provisional, por la cual el AMI terminó naufragando, al menos temporalmente. Y este mismo enfoque fue utilizado en intentos posteriores para alcanzar acuerdos multilaterales, incluida la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP), contra la cual aún estamos luchando.

 

Las movilizaciones de Seattle y Génova tuvieron un efecto político saludable: expusieron al mundo dónde estaban los verdaderos santuarios del poder, revelando los verdaderos nuevos palacios de invierno.

Sin embargo, mientras las grandes movilizaciones antiglobalización ?en Seattle contra la OMC en 1999, en Génova contra el G8 en 2001, y sucesivamente hasta los acontecimientos más recientes en Hamburgo en julio de 2017? aunque no lograron alterar el poder de sus adversarios, estas movilizaciones tuvieron un efecto político saludable: expusieron al mundo dónde se encuentran los auténticos santuarios del poder, revelando los verdaderos nuevos palacios de invierno.

Incluso los movimientos más pequeños, más locales ?y más numerosos?, contra la destrucción ambiental han desempeñado un papel destacado a la hora de aumentar y desarrollar la conciencia de los riesgos ecológicos que enfrentamos actualmente, otro tema que, si no ignorado, es en gran medida marginado por los partidos políticos.

Dicho esto, si bien es importante, simplemente denunciar no es suficiente para cambiar las cosas. Y la falta de asunción de riesgos se convierte, finalmente, en una debilidad en estos mismos movimientos que, desanimados por su impotencia, ven que disminuyen y se fracturan cada vez más. Por eso creo que, para poder abordarlos, es necesario tratar este tema con menos triunfalismo y examinar las causas de su inadecuación.

Aquí van algunas consideraciones:

En primer lugar, todos los partidos de izquierda nacieron, y esta fue su fuerza inicial, del vientre del movimiento obrero. Podría decirse que todo partido ‘real’, legitimado por una historia que atestigua la capacidad de representación social real, nace de un movimiento. Solo las partes ‘falsas’ surgen de las decisiones verticales, las cuales, por lo tanto, carecen de raíces históricas y sociales. Desafortunadamente, en los últimos tiempos han surgido muchas de estas, pero de forma natural no han perdurado.

Sin embargo, también debemos tener en cuenta que la representación social actual es mucho menos lineal que en el pasado y, por lo tanto, en muchos sentidos, más difícil. Ya no hay una ‘vieja y buena’ clase trabajadora; una comunidad geográficamente concentrada, socialmente homogénea y que comparte las mismas condiciones económicas y culturales. Hoy en día, el trabajo (el mercado) ha cambiado profundamente y ahora nos encontramos en un ámbito que todavía es explotado por el capital, pero está aplastado por la fragmentación y la expansión del trabajo engañosamente autónomo, que por lo general oculta la falta de contratos claros. El caso más emblemático es, por supuesto, Uber, que a su vez ha llevado a la ‘uberización’ de una parte importante del mercado laboral ?piense, por ejemplo, en los ‘repartidores’ y otros profesionales de la distribución?. Los trabajadores están fragmentados y exprimidos, lo que hace cada vez más difícil aplicar los mismos convenios colectivos que en su día pudieron negociar los sindicatos.
En segundo lugar, al conflicto entre capital y trabajo se suman nuevas contradicciones transversales que solo han cobrado relevancia general en las últimas décadas. En este punto deseo resaltar las contradicciones de género y las ecológicas, aunque no son en absoluto las únicas: el incremento de la movilidad ha aumentado las contradicciones raciales, étnicas y religiosas con las que la globalización nos ha obligado a convivir. Antes, esas personas eran ‘extranjeras’; ahora nos encontramos cara a cara con ellas en el supermercado.

Todo esto significa que, a diferencia de lo habitual en el pasado, el agente social del cambio es mucho menos homogéneo y cada vez más incapaz de ser el sujeto inmediato de la transformación necesaria que el marxismo y todas sus variantes atribuyen a la clase trabajadora. El desarrollo capitalista no unifica, sino que diferencia y desarma a diferentes sujetos.

Igualmente, podría discrepar de lo que Negri y Hardt afirman en su popular libro Multitud1 sobre el ‘intelecto general’, según el cual la difusión del trabajo con un contenido intelectual muy elevado que, al producir relaciones sociales en lugar de bienes materiales, conduciría casi naturalmente a la emancipación de los trabajadores. La extensión del trabajo intelectual no tiene en sí misma una función progresista, porque simultáneamente produce despolitización: sus contenidos son ‘limpiados’ de sus conexiones con la política, moldeados por la hegemonía dominante y, por lo tanto, condenados a la subordinación.

Entonces, la Aufbehung (sublimación o trascendencia) definida por Marx como el motor social del cambio en el aquí y ahora, se crea cada vez menos espontáneamente. Hoy este cambio solo lo puede lograr un bloque anticapitalista que pueda unir lo que actualmente está dividido. A su vez, esta reconstrucción solo puede tener lugar como un proyecto de gran calado en el que los diversos sujetos alternativos puedan unirse y superar sus condiciones inmediatas.

Construir unidad desde la diversidad

No es coincidencia que, mientras los explotados son el 99 % y los explotadores el 1 %, como nos gusta repetir, esta abrumadora mayoría pueda ganar, pero nunca lo haga: unida en la protesta, se desmorona cuando tiene que pasar a la acción.

Debido a que un movimiento no es suficiente, existe la necesidad de la mediación de una subjetividad organizada, capaz de superar las particularidades, reconstruir el tejido conectivo que une a la sociedad y la política. Una subjetividad alternativa solo puede existir con seres humanos libres, y solo podemos ser libres si somos conscientes y, por lo tanto, somos liberados de los determinantes sociales producidos por el contexto específico que los origina. Esta es, precisamente, la razón por la que hoy más que nunca necesitamos un partido, es decir, un organismo que pueda concentrar teoría, experiencia y disciplina, así como visión estratégica.

Un movimiento no es suficiente. Existe la necesidad de la mediación de una subjetividad organizada, capaz de superar las particularidades, reconstruir el tejido conectivo que une a la sociedad y la política

   Tercero, la riqueza de la diversidad debe, por descontado, salvaguardarse, y sin duda fue correcto cuestionar la arrogante pretensión de la cultura dominante de ser ‘universal’, negando prestigio a todas las demás. Creo, sin embargo, que la imagen de arco iris a la que los movimientos recurren a menudo corre el riesgo de hacernos descarrilar. Por lo tanto, creo que es necesaria una revisión crítica de la interpretación particular de la Convención de la UNESCO sobre la Diversidad Cultura.

   Las culturas no son semillas o fauna que debe conservarse en una diversidad inmutable. Las culturas pierden su propósito antropológico si no cambian y si no interactúan entre sí; si no rechazan los límites de un pequeño jardín en el que cultivar su propia diversidad para su autoconsumo; si no se convierten, como deberían, en elementos activos de un diálogo que aspire a construir un universal común, reemplazando tanto la visión unilateralmente impuesta por Occidente como superando la estrechez de sus respectivos puntos de vista.

   En este sentido, podemos comprender que la inmediatez que caracteriza a los movimientos debe ser reemplazada por un esfuerzo subjetivo para evitar su sometimiento y luchar contra la perpetuación de los guetos culturales. Construir una verdadera universalidad implica un enfoque difícil y a largo plazo basado en el diálogo y el logro de las condiciones que permitirían a todas las culturas participar verdaderamente en el proceso. (A modo de ilustración, el 85 % de la información que consumimos proviene de fuentes occidentales).

   En cuarto lugar, necesitamos entender lo que queremos decir con partido político, no solo porque el empobrecimiento moral y cultural de los partidos que hemos heredado lo hace difícil de discernir; también porque la desconfianza y el rechazo de los partidos existentes es hoy enorme, ya que se los ve como meros instrumentos para alcanzar el poder. Y sin embargo, sin partidos, es decir, sin organismos capaces de estimular la acción individual, de consolidar una voluntad colectiva en torno a un proyecto global, de abrir un canal de comunicación entre la sociedad y las instituciones, la democracia se reduce a muy poco. De modo que podemos entender el creciente desencanto. Votar cada cuatro o cinco años simplemente para decir 'Me gusta' o 'No me gusta' no tiene nada que ver con la democracia; el aspecto ejecutivo del gobierno se enfrenta a una crisis muy peligrosa en la medida en que cada vez está más lejano de su propósito y tejido social.

   La democracia no puede entenderse solo en términos de derechos y garantías individuales, casi como si fuera una especie de compensación. Me refiero aquí al ejemplo de la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE, ahora incorporada en el Tratado de Lisboa de la UE, que debilitó uno de los derechos colectivos más importantes: el poder de contribuir al debate político.

Democracia y movilización de masas

Por partido me refiero a la concepción de Gramsci: no un partido de vanguardia separado de la sociedad y cuya conciencia proviene del exterior, sino un partido como un vector de acción de masas, de personas que son plenamente conscientes (en oposición al populismo, que busca rendirlas de forma pasiva, seduciéndolas para que se entreguen a un líder). Un partido como un ‘colectivo intelectual’ uniría lo más posible la brecha entre sus líderes y sus miembros, y también reduciría la separación entre los diferentes roles del liderazgo y las diversas funciones del cuerpo militante; un partido sería capaz, por lo tanto, de reconstruir el tejido conectivo que une la sociedad y la política.

   Gramsci vio claramente los riesgos de la política autorreferencial, ya sea de partidos, de gobiernos o de cualquier posible gobierno futuro. Esto es aún más evidente cuando observamos la inmensa arbitrariedad en los Estados donde el mercado ha sido eliminado o seriamente debilitado. De ahí que Gramsci tomara la intuición ‘libertaria’ de Lenin de ‘Estado y revolución’, en la cual el líder bolchevique habló de la ‘extinción del Estado’, mediante el cual las funciones de gestión históricamente expropiadas por la burocracia estatal son reapropiadas por la sociedad. Y a este respecto, señaló el papel de los soviets, no los insurrectos de octubre, sino los organismos de democracia directa que se suponía que garantizarían la autogestión social. Una hipótesis completamente abandonada, como sabemos, por el poder soviético después de los duros años de la guerra civil o, más bien, de la agresión imperialista y la dramática involución que indujo.

En sus Cuadernos de la cárcel, Gramsci señala la necesidad de que los soviets ?consejos? sean herramientas capaces de participar en la dialéctica esencial para restringir las acciones arbitrarias del Estado, una red eficiente que permita que formas de democracia directa se entrelacen con las de democracia delegada. Esta hipótesis presupone un cambio de la concepción estatista y su obsesión por ganar el poder central típica de las tradiciones socialdemócrata y comunista; ambas tienden a enfatizar el papel del Estado, ya sea conquistándolo a través de cauces parlamentarios, en el primer caso, o por insurrección, en el segundo. Esta obsesión ha llevado a modelar la estructura misma de estos partidos sobre la centralidad del poder estatal (compromisos casi exclusivamente electorales y promesas de hacer esto o aquello ‘cuando el partido entre en el gobierno’). Por lo tanto, dieron prioridad a las instituciones e ignoraron a la sociedad cuya conquista es decisiva, al menos si la revolución apunta a obtener resultados menos catastróficos de los que la Historia tiene que ofrecer.

Gramsci señala la necesidad de que los soviets ?consejos? sean herramientas capaces de participar en la dialéctica esencial para restringir las acciones arbitrarias del gobierno que permitan que formas de democracia directa se entrelacen con las de democracia delegada.

Por supuesto, ir más allá de una cultura estatista no significa estar de acuerdo con el antiestatismo, lo que lamentablemente supone el fracaso de muchos movimientos. El control del poder político central sigue siendo necesario, en especial en una sociedad capitalista avanzada, porque la transformación necesaria para crear una sociedad alternativa (en la que el trabajo se libere de la alienación y el mercado ya no sea el instrumento que defina nuestras vidas) necesita el poder político. Fue mucho más fácil el surgimiento de la Revolución Francesa porque la burguesía ya había desarrollado relaciones sociales y económicas que no eran feudales, sino de naturaleza capitalista, y que carecían solo del ajuste político. Tales condiciones parecen hoy imposibles.

Tomar el poder: esencial pero no suficiente para una política transformativa

Por todo ello, es importante liberarnos de la ilusión a la que se refería Holloway2 de que es posible 'cambiar el mundo sin tomar el poder'. Cuando digo que los partidos de la izquierda deben corregir su cultura estatista, me refiero a que conseguir el poder debe entenderse como una condición esencial pero no exclusiva para la transición. Es tan solo un momento dentro de un proceso social y, de todos modos, requiere una fuerte hegemonía, la capacidad de construir una relación entre el proletariado, la historia pasada y el legado e interpretar un contexto histórico intrincado, todas ellas condiciones para construir un nuevo sentido o visión común. En resumen, el poder político no se disuelve, como han llegado a creer algunos sectores de los movimientos. Más bien, debe ser expropiado, lo cual es solo posible en la medida en que sean reconstruidas formas organizadas de expresión directa de la voluntad colectiva.

    Conseguir el poder debe entenderse como una condición esencial pero no exclusiva para la transición
Lo que Gramsci buscó escribiendo desde su celda en los años treinta del siglo pasado, y lo que Togliatti, el secretario del Partido Comunista Italiano (PCI), intentó esbozar en la cultura comunista de Italia después de la Segunda Guerra Mundial, no es muy diferente de lo que buscaban el resto de partidos comunistas occidentales, precisamente por lo que llamamos el 'genoma Gramsci'. De hecho, el PCI consiguió gran fortaleza porque estaba dentro de las instituciones y a la vez era, concretamente, un agente decisivo para estimular los conflictos sociales gracias a estar enraizado en la sociedad. Y de hecho, en Italia, todo lo que hemos ganado en términos de derechos lo han logrado las fuerzas de oposición, logros que luego se consolidaron gracias al nuevo equilibrio de poder al nivel institucional.

   Esta herencia política se desintegró en las décadas de 1970 y 1980 hasta la propia disolución del PCI. Llevaría demasiado tiempo explicar cómo llegamos a este punto. Baste decir que lo que llevó al PCI a su triste desaparición fue, precisamente, su creciente identificación con las instituciones y con los poderes locales que controlaba en gran parte del país a pesar de ser, gracias a una regla implícita inquebrantable de la Guerra Fría, excluidos del gobierno nacional. Es esta desvinculación progresiva de la sociedad lo que dejó al PCI sordo frente al movimiento de 1968, que dio a conocer nuevas luchas y reivindicaciones de una sociedad del capitalismo avanzado, un movimiento que no era menos radicalmente anticapitalista, sino que, de hecho, lo era mucho más, y, por tanto, desperdició una oportunidad extraordinaria.

   Este momento en la historia italiana, cuando durante unas décadas prosperó un partido bastante parecido al que Gramsci había teorizado, nos permite entender lo importante que es evitar la deriva de la autosuficiencia. Así, es crucial que la construcción de formas de democracia organizada en la sociedad sea suficientemente robusta y extendida como para influir en sus acciones. No debe ser la mera expresión de una sociedad civil desorganizada (que inevitablemente estaría marcada por los valores del poder dominante), ni solo movimientos intermitentes que, por tanto, no pueden convertirse en estructuras sociales autogestionadas, arrancadas de las competencias de la burocracia estatal. Estas formas ?la reapropiación del poder estatal? son pasos hacia la extinción gradual del Estado al que se refiere Gramsci en su reinterpretación de la obra de Lenin.

Construir el poder democrático desde abajo

Actualmente, todo esto puede parecer una hipótesis utópica extraña, pero no lo es si miramos los eventos que abrieron el camino en esa dirección. En Italia, a principios de los años setenta del siglo pasado, los movimientos estudiantiles y obreros eran particularmente fuertes e inventaron nuevas prácticas políticas similares a los organismos imaginados por Gramsci: los consigli di fabbrica, los consejos de fábrica, no eran solo estructuras sindicales que negociaban los salarios de los trabajadores, sino que eran estructuras completamente políticas y, por lo tanto, dedicadas a renegociar la organización del trabajo y la producción. Estaban formados por delegados, elegidos directamente por todos los trabajadores y eran independientes de los sindicatos, que a menudo estaban burocratizados.

   Gracias a la fuerza que consiguieron en muchas fábricas pudieron extender sus actividades más allá del lugar de trabajo, lo que llevó a la creación de los consigli di zona, los consejos locales, en muchas áreas. Estos consejos buscaron defender los derechos y mejorar la calidad de vida de los trabajadores, no solo determinados por sus condiciones de trabajo, sino también por la calidad de la vivienda, los servicios de salud, la educación, el medio ambiente, etc. Se crearon entonces varios organismos de control colectivo y propuestas innovadoras sobre salud, servicios, vivienda, escuelas e incluso policía. Como resultado de todo ello comenzaron a surgir grupos como 'Policía Democrática', 'Medicina Democrática' y 'Psiquiatría Democrática', por mencionar algunos. Fueron más que movimientos porque dieron un paso más allá: eran movimientos de lucha que luego se convirtieron en instrumentos para ejercer el poder desde abajo; formas intermitentes, pero permanentes, de tomar los espacios de poder.

   No definiría estas formas como 'contrapoderes' porque el término me parece ambiguo; insinúa una resistencia minoritaria y subordinada, mientras que la hipótesis aquí era dar vida a formas alternativas, a la prefiguración de una forma diferente de manejar la sociedad y concebir la democracia. Sin embargo, este experimento también ha terminado, después de haber sido víctima de la contraofensiva neoliberal que comenzó en la década de 1980. Los movimientos de lucha habían creado las condiciones para su creación, pero no respaldaron plenamente el papel de los consejos. Para dar un ejemplo concreto en el contexto italiano, el movimiento contra la privatización del agua fue influyente hace algunos años, hasta el punto de exigir ? y ganar? un referéndum. Pero este movimiento, simplemente, se evaporó y, con pocas excepciones, nunca fue capaz de formar un ‘consejo’, lo bastante arraigado en el ámbito territorial como para abordar todos los problemas y responsabilidades que surgieron de la victoria del referéndum (como la cuestión de quién debía invertir en el mantenimiento de los ductos, los criterios para desarrollar las redes de distribución de agua, etc.), y al final anulando la sustancia misma de esa importante conquista.

Socializar los bienes comunes: cooperativas y mercados

En la actualidad está en marcha, afortunadamente, un debate muy activo en los movimientos sobre cuestiones relacionadas con los bienes comunes, es decir, sobre la idea de una socialización ?más que una nacionalización estatal? de activos públicos. Sin embargo, está claro que esta idea necesita más que la capacidad de protesta y, en su lugar, requiere su estructuración permanente. Pero eso no es todo. Las cooperativas, experiencias con una larga tradición en muchos países europeos, se originaron en condiciones similares: crear empresas que administran servicios o producen activos propiedad de los propios trabajadores empleados en esas empresas. En Italia, la Federación de Cooperativas existe desde hace más de un siglo, lo mismo que en el Reino Unido y otros países.

Como Hilary Wainwright analiza en su último libro, A New Politics from the Left3, Tony Benn relanzó la idea de las cooperativas para salvar las fábricas que, de lo contrario, estarían condenadas al cierre. En Argentina, por ejemplo, es precisamente este modelo de empresa cooperativa el que se adoptó para gestionar las numerosas fábricas en dificultades durante la crisis financiera, a menudo con gran éxito.

Después del espectacular colapso económico de Argentina en 2001, la clase media más próspera de América Latina se encontró en una ciudad fantasma de fábricas abandonadas y desempleo generalizado.

Sin embargo, una no puede dejar de reflexionar sobre cómo se han desarrollado la mayoría de estas experiencias de empresas cooperativas. En Italia, la Federación de Cooperativas es ahora uno de los grupos empresariales más poderosos del país: administra supermercados, seguros, sector inmobiliario, etc., pero sus métodos no son diferentes de cualquier otra empresa privada. Sus empleados no tienen voz en sus sucursales, no tienen dividendos y están expuestos a las mismas, si no peores, condiciones de explotación laboral. Mientras este tipo de negocio tenga que competir en el mercado, inevitablemente terminará aceptando sus imperativos, el más importante de los cuales es la maximización de beneficios.
El modelo de autogestión que caracterizó al socialismo yugoslavo, un buen ejemplo al principio, entró en crisis cuando la fase inicial de acumulación condujo al siguiente paso, en el que una vez que los ingresos se habían distribuido entre los socios, era necesario decidir cómo invertir el beneficio restante. Una vez más, las empresas autogestionadas tuvieron que ajustarse a las leyes del mercado financiero, con todas sus consecuencias. Esto no significa que no podamos o no debemos intentarlo, siempre que tengamos en cuenta que no es tan fácil como podría parecer y que no es suficiente crear una cooperativa para satisfacer lo que Raymond Williams definió en 1961 como ‘la creciente determinación con que las personas desean autogobernarse’.

   Sobre este tema, Hilary Wainwright escribe que es necesario pasar del 'poder gubernamental' al 'poder transformativo', indicando la posibilidad de generar cambios incluso antes de alcanzar el gobierno, movilizando a la sociedad civil. Si bien estoy de acuerdo con esto, creo que también es esencial recordar que aunque es posible darse cuenta de lo que Gramsci denominó 'prefiguraciones alternativas', siempre hay ámbitos de lucha, de 'zonas liberadas' en un territorio que todavía está en manos del enemigo en una guerra que continúa. No deberíamos, por tanto, hacernos ilusiones de que sea posible alguna forma de crecimiento orgánico de experiencias sin dolor que se extiendan y modifiquen la realidad tan fácilmente como un virus.

   La complejidad de los problemas que enfrentamos hoy sirve para recordarnos la urgencia con la que los movimientos necesitan pasar al siguiente nivel. Lograr una sociedad que represente una alternativa a la barbarie a la que nos somete el capitalismo tardío se hace más difícil no solo porque nuestros adversarios se han vuelto más poderosos, sino también porque la revolución necesaria va mucho más allá y necesita ser más completa de lo que se teorizó hace un siglo. Ya no es suficiente pedir una redistribución más justa de las mismas cosas. Más bien existe la necesidad de producir bienes diferentes de una manera diferente y consumir cosas diferentes, es decir, vivir de una manera diferente, de acuerdo a valores y prioridades distintas de las que teníamos en el pasado. Es por eso que necesitamos cambiar los sujetos en sí, los protagonistas del cambio posible.

   Si bien es cierto que las nuevas paradojas de nuestra época ofrecen por primera vez las bases objetivas para imprimir a la crítica del capitalismo un impacto práctico, al derrocamiento cualitativo de la estructura social y los valores que la regulan, a lo que Marx solo había sido capaz de aludir debido al momento histórico, también es cierto que, para equilibrarlos, debemos revisar nuestra práctica política y nuestra estrategia.

Una alternativa convincente al consumo irracional

Si queremos proponer una alternativa convincente, debemos ser capaces de responder a la búsqueda de significado que surge de la inquietud actual. Esto es lo que no hemos podido hacer, excepto con la palabra. No hemos producido, como sería necesario, prácticas sociales que permitan a la sociedad movilizarse en formas que sean más que esporádicas. Y hacer esto a pesar de que las personas sienten cada vez más la irracionalidad de un sistema que depende de las elecciones de un mercado tan miope que no puede ver más allá de sus narices. Un mercado que identifica la rentabilidad individual y a corto plazo, en lugar de uno que pueda apoyar a la comunidad y tener un impacto a largo plazo. Basta pensar en la cuestión ambiental, para lo cual debemos actuar en sentido ascendente y no descendente; por eso es necesario apuntar a la productividad y rentabilidad diferida, ya que solo en el largo plazo pueden ser rentables las inversiones necesarias para la investigación, la innovación y la transformación de infraestructuras. Solo en el largo plazo la inversión que podría haber sido rentable en el futuro inmediato revelará sus fallas: las víctimas ?la comunidad? tendrán que pagar las pérdidas y los costes, no la compañía o la persona que generó el daño.

   Del mismo modo, la mayoría de nosotros nos damos cuenta de la irracionalidad entre la oferta cada vez mayor de bienes de consumo individuales que exceden en gran medida nuestras necesidades básicas, mientras que la demanda de consumo colectivo esencial como escuelas, salud, cuidado de personas mayores y niños, transporte, organización territorial, etc., sigue en gran medida insatisfecha. En el supermercado, una familia puede encontrar todos los aperitivos posibles y superfluos (cuando no insalubres), pero si el abuelo cae enfermo es una tragedia porque no hay nadie que lo cuide.

   Todos nosotros (o casi todos) estamos convencidos de que la revolución ya no consiste en un solo acto de insurrección, sino que la ruptura necesaria solo puede ser el fruto de un largo proceso histórico. Ya no es una cuestión de ocupación, como fue el caso del Palacio de Invierno en San Petersburgo en octubre de 1917, sobre todo porque el poder real ya no existe, ni se le encuentra en los parlamentos nacionales o supranacionales. Hoy, las decisiones que realmente importan se derivan de acuerdos comerciales o financieros privados en los mercados globales, y no de deliberaciones políticas. (De hecho, en las últimas décadas no solo se han privatizado los servicios públicos, sino también el poder legislativo en sí mismo: la reciente compra de Monsanto por parte de Bayer tendrá más consecuencias para nuestras vidas que cualquier decisión tomada por nuestros propios parlamentos). Si este es el caso, debemos prepararnos para un largo viaje y conquistar lo que Gramsci llamó los casematte, los fuertes que protegen el poder de las sociedades capitalistas avanzadas, mucho más que el Estado mismo y sus ejércitos. Por eso es necesario que los movimientos y los partidos que luchan por lograr una sociedad diferente den un salto cualitativo y no se limiten a manifestarse en las cumbres del G7 o a ganar elecciones.

 

Debemos prepararnos para un largo viaje y conquistar lo que Gramsci llamó los casematte, los fuertes que protegen el poder de las sociedades capitalistas avanzadas, mucho más que el Estado mismo y sus ejércitos.

    El último libro de Wolfgang Streeck, ¿Cómo terminará el capitalismo?4, presenta una hipótesis dramática: habrá una fase en la que el sistema capitalista, finalmente, se desintegrará y producirá conflictos sangrientos e irracionales y terribles exclusiones, y sin embargo, ningún otro sistema puede prevalecer. De nuevo, viene a la mente Gramsci: “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos’’. Si Streeck tiene razón, y es posible que así sea, es fundamental asumir cada vez más la responsabilidad de administrar directamente la sociedad y cultivar habilidades de autoorganización. No es un proyecto sencillo, pero no deberíamos contentarnos con decir que no lo intentamos porque era demasiado difícil.

Hablar juntos de política: aprender de nuestras diferencias

Después de escribir estas notas, me di cuenta de lo difícil que es para nosotros hablar juntos sobre política. Eso se debe a que la Historia ha producido experiencias, estructuras y culturas que difieren mucho no solo entre continentes, sino también entre las naciones europeas. Naciones que están totalmente integradas en el sistema capitalista, pero muy distintas en muchos sentidos en sus respectivas superestructuras. Llegué a esta conclusión cuando estaba leyendo el último libro de Hilary Wainwright, a quien conozco desde hace muchos años. Cuando Hilary analiza los partidos, por ejemplo, alude al modelo del Partido Laborista británico, un partido parlamentario por excelencia. Sin embargo, yo me refiero al Partido Comunista Italiano, cuya acción parlamentaria fue solo un aspecto, y no el más importante, dentro de un ámbito de actividad mucho más amplia. Empezamos a hacer una distinción clara entre partidos y movimientos después de 1968. Antes de ese momento histórico, los dos eran prácticamente indistinguibles.

   Los movimientos respectivos del 68, a pesar de compartir un núcleo común fuerte, se desarrollaron de manera muy diferente. Desde esta perspectiva, Italia era una anomalía: al igual que en Francia, el movimiento nació en las universidades, pero se extendió inmediatamente entre las fábricas, donde inicialmente se enfrentó a una fuerte oposición de los sindicatos.

   Sin embargo, finalmente, los sindicatos se abrieron a nuevas formas y contenido de lucha que se difundió, al menos en parte, a través de sus poderosas redes y terminó por extenderse por toda la sociedad. Los mismos problemas de las escuelas y la educación también se convirtieron en los problemas de los trabajadores de las fábricas, una cuestión abordada no solo por los estudiantes, sino también por aquellos que nunca fueron a la escuela porque fueron excluidos. También es por esta razón que en la década de 1970 se obtuvo una de las más importantes, aunque muy parciales, victorias: las 150 horas, es decir, el derecho de los trabajadores a 150 horas de estudio por año, no para estar mejor capacitados para realizar las tareas que exigían sus empleadores, sino para adquirir cultura. La respuesta que un trabajador dio cuando su jefe quería obligarlo a usar sus 150 horas para mejorar sus habilidades profesionales sigue siendo tan famosa como emblemática: "¡No! ¡Yo quiero usar mis 150 horas para aprender a tocar el violín!". El 68 de Italia fue diferente porque, aunque el trasfondo fuera ampliamente compartido por toda la sociedad, era profundamente para y por la clase trabajadora, y no desapareció con una mera explosión estacional; duró diez años.

   La rica acumulación de experiencias que disfrutamos en Italia hasta fines de la década de 1970 y que dio lugar a debates sobre el ‘caso italiano’, que atrajo un gran interés, no nos inmunizó contra una dura derrota. Y hoy nos encontramos quizás en una situación peor que otros países. Deberíamos reflexionar juntos sobre cómo ocurrieron los acontecimientos en Italia y en otros lugares. Pero para ello necesitaremos otro momento y otro artículo.

Traducción: Nuria del Viso

SOBRE LA AUTORA

Luciana Castellina es periodista, escritora y activista. Se afilió al Partido Comunista Italiano en 1947, fundó el periódico Il Manifesto en 1970 y fue elegida para el Parlamento Europeo de 1976 a 1999, donde presidió la Comisión de Cultura y la Comisión de Relaciones Económicas Exteriores. Actualmente preside el partido Sinistra Italiana (Izquierda Italiana) y es presidenta honoraria de ARCI (Associazione ricreativa culturale italiana). Es autora de numerosos libros, entre ellos La scoperta del mondo (2011), finalista del Premio Strega, el principal premio literario de Italia.

Este artículo forma parte del informe Estado del poder 2018, editado en castellano por Transnational Institute (TNI) y FUHEM Ecosocial.

Original en inglés

NOTAS

1. Negri, A. y Hardt, M. (2004) Multitud. Barcelona: Editorial Debate.

2. Holloway, J. (2003) Cambiar el mundo sin tomar el poder. Barcelona: El Viejo Topo.

3. Wainwright, H. (2018) A New Politics from the Left. Cambridge: Polity Press.

4. Streeck, W. (2017) ¿Cómo terminará el capitalismo? Madrid: Traficantes de sueños.


Bajo los adoquines, la playa... ¿O el remolino?

Bajo los adoquines, la playa... ¿O el remolino?
Las enseñanzas de 1968 para la construcción del contrapoder
Hilary Wainwright

1968 fue un año histórico, pero no en el sentido de un momento único en la marcha lineal de la historia. Las experiencias de aquel año —y lo que es más importante, los años anteriores y posteriores— configuraron una generación que elaboró formas de pensar que, en retrospectiva, han resultado ser tanto ambivalentes como complejas.

Las experiencias moldearon tanto a Richard Branson, aventurero capitalista y publicista de sí mismo, como a Tariq Ali, rebelde cultural y político de destacado talento y seguridad en sí mismo. Las rebeliones internacionales de aquellos años crearon las condiciones para el movimiento de liberación de la mujer de los años setenta, politizaron las organizaciones laborales de base e hicieron confluir campañas ‘monotemáticas’ que abordaban los temas candentes del sistema, es decir, el poder militar, el capitalismo, el imperialismo y la naturaleza del Estado. Pero también prepararon el camino para una renovación del capitalismo, al crear un nuevo espíritu del mismo como flexible, innovador, descentralizado y no regulado.

En este ensayo, hago un resumen crítico de estas ambigüedades y sus implicaciones para los distintos rumbos de una discutida transición más allá de la salida acordada de la posguerra, centrando mi atención en las posibles herencias específicas para una dinámica de cambio democrática e igualitaria, lo que ha de basarse en el capitalismo socialdemócrata y superarlo.

Más allá del cambio de las personas hacia un posible cambio de sistema.

El legado político de los cambios generacionales suele tomar la forma de una rotación de las élites, renovando a las personas, donde los jóvenes salen al rescate de las agotadas personas mayores. Pero en ocasiones, cuando son las instituciones las que se agotan o llegan a ser disfuncionales para la mayoría de la población, el cambio generacional puede producir culturas y a veces estrategias que compiten entre sí para la modernización de un sistema institucional, o incluso de todo un sistema político y económico. Estas son las circunstancias en las que las viejas instituciones han perdido credibilidad para toda una generación, que se inspira —de distintas maneras— en las innovaciones culturales del momento con el fin de moldear sus propias alternativas.

A finales de los años sesenta, las instituciones financieras —dominadas por los Estados Unidos pero basadas en el Estado-nación— empezaban a resquebrajarse. En los lugares de trabajo de toda Europa, los empresarios enfrentaban cada vez más presiones incontenibles debido a las políticas de pleno empleo, que impulsaban el poder de la negociación y una fuerza de trabajo unida y segura de sí misma que ya estaba inquieta por el pacto fordista de la obediencia total a cambio de sueldos altos.

Esta situación empezó a afectar a los beneficios, lo que dio lugar a que los empresarios incrementaran la presión política, con el fin de limitar los sueldos y que se legislara para contener el poder de la mano de obra organizada. En el Reino Unido, fue un Gobierno laborista el que intentó implantar estas políticas en 1967, encontrándose con una fuerte resistencia. Al mismo tiempo, la extensión de la educación superior había originado la creciente demanda de mejores servicios, más diversidad y mayor poder para los estudiantes y profesores.

La demanda de sueldos más altos o mayor inversión chocó directamente con los imperativos del Gobierno para contener el gasto público, salvo el destinado a Defensa. Pero estos movimientos no solo cuestionaron los límites impuestos en el gasto público o el nivel de beneficios; profundizaron mucho más.
El movimiento de liberación de la mujer, por ejemplo, que surgió en 1969 y principios de los años setenta, desbarató las relaciones sociales básicas al cuestionar importantes pilares culturales y materiales del orden establecido. Este movimiento perturbó especialmente el marco idealizado de la familia nuclear, dominada por el proveedor varón y atendida por la mujer dependiente que cría a los hijos en el aislamiento del hogar.

El movimiento de las mujeres no surgió de la nada ni de una inherente fuerza femenina moral. La historiadora Sheila Rowbotham es explícita: “Muchas de las ideas y suposiciones subyacentes que se dieron por sentadas en los primeros días del movimiento de la Liberación de la Mujer surgieron de los movimientos y la cultura de la izquierda del momento”. Relata, más específicamente, que “aunque sabíamos que como feministas quizá querríamos distanciarnos de la grandilocuencia r-r-revolucionaria que envolvía 1968, aun así adoptábamos algunos elementos de tan extraordinario año, incluida su utopía embriagadora”.

Fue la sensación de posibilidad y la fuerza de una determinación y confianza compartidas para llevar a cabo estas aspiraciones la fuente de energía característica, palpable, personificada e inextinguible del 68, resumida en el famoso graffiti de las paredes —y más tarde en los carteles— de París: ‘Bajo los adoquines, la playa’ y ‘Seamos realistas, pidamos lo imposible’.

Esta sensación de posibilidad inspiró a muchos movimientos. Sheila Rowbotham describe cómo “nos adaptamos sin dificultad a la importancia de la intervención humana característica de la izquierda libertaria de los años sesenta, transportándola a los grupos de Liberación de la Mujer que empezaban a formarse en 1969”.

En el frente internacional, los movimientos de liberación anticolonial y contra los Gobiernos autoritarios, como en México, se extendieron como la pólvora, sacudiendo la legitimidad de los viejos y no tan viejos órdenes imperialistas y dictatoriales. 1968 inspiró a los aspirantes a ciudadanos de Checoslovaquia y Polonia a rebelarse, definiendo así las revueltas como el inicio de la búsqueda de una verdadera alternativa democrática, tanto a la burocracia soviética como al capitalismo de mercado. Esto abarcaba una alternativa democrática tanto política como económica, no solo ‘la economía planificada más el Parlamento’, como describió en 1968 su visión del socialismo el exministro laborista Jack Straw.

Esta combinación de revuelta desde abajo y crisis en las instituciones de dominación produjo visiones antagónicas y estrategias diferentes para conseguir la modernización. Por una parte, hubo rebeliones por parte de una juventud desenvuelta que rechazó el paternalismo del Estado de bienestar y el socialismo definido por el Estado. Propugnó e inició alternativas claramente participativas, como cursos universitarios, ocupaciones, comunas y cooperativas de vivienda, centros para mujeres maltratadas, atención sanitaria para mujeres dentro del Servicio Nacional de Salud (clínicas para el bienestar femenino), guarderías controladas por la comunidad y toda una serie de medios alternativos.

Estas alternativas fueron más prácticas que teóricas, de ahí su carácter experimental e inacabado. Aun a riesgo de hacerlas parecer más sistemáticas y completas de lo que eran en realidad, diría en retrospectiva que las semillas sembradas tenían el potencial de convertirse en un ‘proceso de cambio impulsado por la democracia’ dentro, contra y más allá de la salida acordada de la posguerra.

Por otra parte, 1968 dio lugar también a una estrategia alternativa liderada por los partidos políticos y los Gobiernos que propugnaban desde mediados de los años setenta una ‘modernización liderada explícitamente por el mercado’. Margaret Thatcher y su séquito de grupos de expertos en libre mercado ya habían empezado, por ejemplo, a acaparar el poder en el Partido Conservador a mediados de los años setenta, tras la derrota de Edward Heath y el creciente poder de la izquierda en el Partido Laborista.

Visiones antagónicas de una transición

La ‘modernización’, desde los primeros años sesenta —es decir, el cambio destinado a superar los límites evidentes del Estado de bienestar de la posguerra y la gestión macroeconómica keynesiana— suele ser motivo de debate, sobre todo por parte de académicos y periodistas cercanos al Nuevo Laborismo y con relación a las instituciones públicas como una necesidad técnica y neutral. En los años ochenta, dominaban la mercantilización y la privatización de las instituciones públicas, entendidas, casi por definición, como inherentemente ‘viejas’ e irreformables desde dentro.

En manos de Margaret Thatcher, la política de vanguardia de la mercantilización, esta implicó también la liberación del ‘espíritu empresarial’, estrechamente asociado a la libertad individual como fuerza esencial del cambio. La idea de que la política liderada por el mercado es la única forma de modernización —incluso su sinónimo— se convirtió en la ortodoxia dominante.

Llegó de la mano de la derrota, marginación y a veces pura represión de un proceso de cambio alternativo, incipiente e impulsado por la democracia. Esta renovación institucional no se proponía a través de incentivos basados en el beneficio, sino mediante la creatividad colaborativa de personas antes subordinadas: trabajadores de primera línea del sector público, usuarios de servicios, obreros manuales y trabajadores precarios aislados, minorías étnicas, familias monoparentales, etcétera.

En los lugares en los que el cambio liderado por el mercado significaba privatización, el cambio impulsado por la democracia implicaba diversas formas de participación popular en la administración pública (la idea principal fue la democracia participativa), un eslogan fundamental en 1968 y propugnado, por ejemplo, en la declaración del movimiento estudiantil Estudiantes para una Sociedad Democrática (SDS) de Port Huron.

La participación de trabajadores de primera línea y usuarios de servicios —es decir, las personas que tenían los conocimientos prácticos para proporcionar servicios eficientes, anteponiendo su valor público al beneficio— sería fundamental en este proceso.

Para comprender por qué surgieron estos rumbos alternativos de cambio sistémico, necesitamos analizar los elementos de 1968, y los años que lo precedieron, que albergaban estas posibilidades ambivalentes.

Los cimientos del legado transformador de 1968

Las rebeliones del 68 y la década siguiente no eran solo protesta y ejercicio de contrapoder ante el orden establecido. Aunque el contrapoder implica el ejercicio de poder dentro de un conjunto dado de relaciones de poder —otra manera de describir el poder militante de la negociación—, los movimientos de finales de los años sesenta y principios de los setenta cuestionaron las mismas bases de las formas dominantes del poder. Buscaron transformar y hasta eliminar por completo las desigualdades que originan el poder.
Mediante su práctica organizada y sus reflexiones en torno a esta, invalidaron las suposiciones fundamentales de las políticas públicas socialdemócratas y liberales. En primer lugar, la forma en que se concibe el conocimiento: como algo primordialmente codificado, leyes científicas que pueden centralizarse y, mediante expertos neutrales, convertirse en la base de una intervención y administración estatales más o menos benévolas, basadas en la suposición de conocer las necesidades de las personas para prestar servicios sociales de manera jerárquica estandarizada.

La primera batalla la libraron los estudiantes que cuestionaban sus experiencias de una educación cada vez más estandarizada. Angelo Quattrochi, un activista periodista italiano testigo de los acontecimientos de París en mayo del 68, describe cómo “sus mentes son controladas por la disciplina, patrulladas por los exámenes, sus corazones congelados por la autoridad, su universidad imita la sociedad y la fábrica, pero ellos no la poseen ni pertenecen a ella”.

A continuación, resume los intentos de derrocar las disciplinas de la universidad (algunos estudiantes se negaron a examinarse, por ejemplo) y de preguntarse qué conocimientos se consideraban válidos. A finales de los años sesenta, la educación superior estimulaba la expectativa de que las oportunidades permitirían una mejor vida para todas las personas.

La realidad resultó contradictoria. Y las mujeres experimentaron sobresaltos de realidad más allá de los límites del mercado de empleo fordista. Como observa Rowbotham: “El impacto de la maternidad en un tedioso aislamiento truncaría muchas esperanzas, mientras la supuesta libertad sexual disfrutada por las mujeres que pertenecían a los estratos intermedios de la clase media culta se tornaría complicada debido a la resaca de la doble moral, el miedo y el desprecio”.

La negativa de las mujeres a aceptar su aislamiento y su subordinación compartida inspiró otro desafío a las mentalidades dominantes del momento, congeladas como estaban en la ideología e instituciones de la Guerra Fría. Me refiero a cómo se entendía mayoritariamente a los individuos como atomizados y separados entre sí y al colectivo como por encima del individuo, sólido y cosificado como si las relaciones sociales entre individuos no tuvieran importancia.

Este enfoque contribuyó a que se pensara en la sociedad como algo moldeado tanto por una reacción contra los colectivismos burocráticos de la mano de obra y la Unión Soviética como la revulsión por el individualismo exagerado del auge consumista. Su visión implícita de la sociedad ‘relacional’ asumía la existencia de unas relaciones entre individuos relativamente duraderas, aunque transformables, en vez de la suma de acciones individuales (el individualismo dogmático del capitalismo de libre mercado) o como conjuntos supraindividuales (el colectivismo burocrático del socialismo existente).

El último cuestionamiento se produjo en torno a las definiciones de los derechos humanos supuestamente universales, basados en el paradigma del varón blanco. En este sentido fueron decisivos movimientos como el de los derechos civiles y Black Power en los Estados Unidos, que contribuyeron a crear un nuevo lenguaje político que desafiaba la subordinación cultural, simbolizado por los puños enguantados elevados de los medallistas de oro y bronce, Tommie Smith y John Carlos, en los Juegos Olímpicos de 1968 cuando estaban en el podio sin mirar la bandera mientras sonaba el himno nacional. En su autobiografía, Silent Gesture, Smith declaró que el gesto no fue “un saludo Black Power”, sino “un saludo de derechos humanos”. Así fue, ciertamente, cómo la interpretaron las personas oprimidas y subordinadas del mundo.

En general, en la ‘nueva’ izquierda influida por los movimientos sociales, estos fundamentos sustentaron la separación de los binarios del mercado y del Estado de la Guerra Fría, en la que el principal objetivo estratégico fue ‘tomar’ el poder estatal o ‘ganar’ el poder gubernamental y tomar las riendas del Estado para encaminarse hacia el cambio de sociedad, hacia la implicación directa en la creación de alternativas ejemplares y factibles para la sociedad y la economía civiles, propiciadas o protegidas por un nuevo tipo de Estado. (O, como explico en Estado del poder 2016, un alejamiento de las estrategias basadas en el ‘poder como dominación’ hacia la construcción del poder como capacidad transformativa en que el poder como dominación puede ser un recurso).

Este pensamiento, que asumió diversas formas según los contextos históricos específicos, creó una práctica rica y variada en los años setenta y ochenta, de resultado diverso, pero importante dentro de sus éxitos y fracasos. A veces implicó una dimensión gubernamental, combinada con una visión parcial de la transformación del Estado; por ejemplo, el Consejo del Gran Londres bajo Ken Livingstone en los años ochenta, brevemente el Chile de Allende a finales de los años setenta y el Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil a lo largo de los años ochenta.

Todo esto tomó a veces la forma de una doble vía para construir el poder popular al mismo tiempo que se hacía campaña por la victoria electoral, pero le faltaba la visión de transformación del Estado sobre la base del poder popular. En este sentido, el PT sería otra vez un buen ejemplo, con su énfasis en la democracia participativa, un tema clave del movimiento estudiantil del 68 que inspiró a los activistas del PT, muchos de ellos exiliados en París a finales de los años sesenta y setenta. Fueron también importantes el entendimiento y la valoración de las capacidades de las personas oprimidas por parte del PT (articulados notoriamente por uno de sus miembros, Paulo Freire).

Hubo también organizaciones de la sociedad civil que crearon alternativas que ilustran maneras participativas de organizar los servicios públicos y reivindicar que los lugares de trabajo de propiedad privada produjeran para el uso social sobre la base de la necesidad social y el control democrático.
En toda Europa, durante los años setenta se llevaron a cabo campañas radicales en torno a la vivienda, la educación, la salud, las necesidades de las mujeres y las personas con discapacidad que fueron mucho más allá de la protesta e incluso del contrapoder para contribuir a la creación de una contrahegemonía, al mostrar que una alternativa es posible e inspirar la confianza necesaria para conseguir el apoyo político. (Véase el ensayo de Luciana Castellina para entender el funcionamiento del Partido Comunista Italiana y la experiencia italiana más amplia.)

Fueron esenciales para estas prácticas las estrechas e innovadoras alianzas con el movimiento de mano de obra organizada y los trabajadores en general. Las inspiraron inicialmente las alianzas francesas entre trabajadores y estudiantes, y algunas fueron más simbólicas y estratégicas. Por ejemplo, en la Universidad de Oxford, mientras los estudiantes de la Sorbona se unían a los trabajadores de la Renault en las afueras de París, nosotros íbamos montados en nuestras bicicletas y motocicletas, con nuestra alegría desenfadada, para repartir octavillas a trabajadores de la fábrica de automóviles cuando entraban a trabajar a las seis de la mañana. Nos solidarizábamos con un grupo político a cuyos miembros se amenazaba con la expulsión de la universidad por repartir octavillas a los mismos trabajadores a quienes se presionaba para aumentar la productividad sin ningún incremento en sus salarios.

En 1968, el trabajo y la comunidad se unieron cuando las esposas de los marineros de los arrastreros de Hull protestaron contra los barcos inseguros que habían causado la muerte de sus maridos. En aquellos momentos, este tipo de asociaciones no era habitual, aunque 1968 abría también nuevas posibilidades y plataformas que permitieron la extensión de las iniciativas de base (las mujeres de Hull contaron su historia ante una asamblea abarrotada del Institute for Workers’ Control, en sí mismo una convergencia de estudiantes y artistas radicales y delegados sindicales militantes).

Como comenta Rowbotham, “esta protesta por parte de mujeres que no habían tenido voz pública anteriormente, fue profundamente inspiradora”. La experiencia adquirida al enfrentarse los trabajadores manuales a sus problemas y la radicalización estudiantil generada llevaron a colaboraciones más sostenidas y materialmente relevantes durante los años setenta. De hecho, un elemento frecuente —aunque no generalizado— del sindicalismo radical de base de aquel periodo fue la implicación de académicos comprometidos para investigar estrategias empresariales que propiciaran el desarrollo de alternativas por parte de los trabajadores.

Asimismo, movimientos específicos, sobre todo el movimiento de mujeres y los elementos más radicales del movimiento ecologista, priorizaron la organización con ciertos grupos de trabajadores. Por ejemplo, los estudiantes de Oxford apoyamos la organización de los trabajadores que limpiaban las dependencias de la Universidad, siguiendo el ejemplo de las feministas que jugaron un papel constante durante los primeros años setenta para organizar el difícil trabajo cotidiano del turno de noche en las oficinas de la City londinense. Ecologistas radicales trabajaron estrechamente con ingenieros, diseñadores y la empresa de componentes militares Lucas Aerospace, en una inspiradora campaña liderada por sindicalistas y concebida para sustituir la producción militar por productos socialmente útiles, incluidos el ahorro energético y el transporte energéticamente sostenible. Estas asociaciones gozaron de una dinámica política autónoma.

Los años de la derrota

Como las asociaciones con las luchas de la clase trabajadora fueron tan importantes para los movimientos de 1968 —en la práctica o potencialmente—, el impacto de la lucha de clases librada por los Gobiernos neoliberales contra los sindicatos y los Gobiernos de izquierdas, tanto nacionales como locales, fue devastador. Sin las alianzas materiales de clase y los cimientos que estos movimientos construyeron en los años setenta, la ruptura cultural surgida de las rebeliones de 1968 propiciaba cada vez más un giro hacia el individualismo del mercado.

En ausencia de estas fuentes materiales de lo que llamo ‘poder transformador’, nuevos entendimientos del conocimiento podían sostener y de hecho sostuvieron un giro a lo que se ha llamado una perspectiva ‘posmoderna’ que tiende a centrar la atención solo en la dimensión cultural de los movimientos sociales, como si, en sus formas más extremas, no existiera una realidad extranarrativa.

A modo de ejemplo, esta circunstancia podría conducir a la suposición de que el trato de las mujeres como objetos sexuales era solo cultural y, por tanto, podría cuestionarse sin oponerse también a la sobreexplotación económica y la organización social de la reproducción a través de la familia nuclear. Un enfoque más materialista exploraría los modos en los que estas formas económicas de opresión sustentaron y posibilitaron el desprecio hacia las mujeres como seres humanos, sin negar la importancia de la representación cultural y sus consecuencias materiales.

Pese a hacerse eco de la preocupación por el lenguaje de los movimientos sociales al crear nuestra vida social y cultural antes que solo reflejar la realidad, y teorizar sobre ella, los posmodernistas, que consideran que lo simbólico o narrativo constituye la realidad, no pueden expresar lo que es central para los movimientos sociales como actores políticos: su decidido esfuerzo colectivo por transformar estructuras que existen independientemente de sus actividades.

El posmodernismo llegó a tener mucha más influencia con el auge del neoliberalismo a finales de los años setenta. Fue atractivo para la generación de 1968, leal a la cultura de estos movimientos pero desilusionada con los esfuerzos frustrados de dar lugar al cambio social. Disfrutó de su mayor impacto en Francia en 1968 y el Reino Unido a principios de los años setenta, cuando los primeros movimientos sociales habían sido más fuertes, al tiempo que sufrieron su mayor derrota.

Durante un periodo corto pero determinante, el posmodernismo debilitó la izquierda de los movimientos sociales ante la arremetida neoliberal. Lo hizo mediante una polarización falaz entre los llamados ‘nuevos movimientos sociales’ y la organización obrera, justo en el momento en que estas colaboraciones necesitaban todo el apoyo disponible para desarrollar cualquier tipo de desafío contrahegemónico frente a la influencia de la política de libre mercado que tenía cada vez más influencia a partir de finales de los años setenta: el derrocamiento de Allende y las victorias de Margaret Thatcher en 1979 y Ronald Reagan en 1981.

Transformación bloqueada, mercado desatado

Un factor decisivo en la apropiación del espíritu del 68 por parte de la derecha y la insuficiencia de la ruptura cultural del este fueron las respuestas categóricas —cuando no directamente hostiles— por parte de los partidos convencionales de la izquierda (y en algunos casos, hasta de los sindicatos) a los movimientos radicales del periodo. Esto ocurrió en toda Europa; en Alemania, y en Francia e Italia fue especialmente notable la repuesta de los partidos comunistas y la socialdemocracia.

En el Reino Unido, esta hostilidad fue ilustrada por los líderes del Partido Laborista hacia la izquierda radical influida por el 68, desde la nueva política de Tony Benn que respondía explícitamente a las nuevas ideas de los últimos años sesenta mientras intentaba disuadir al Partido Laborista de adoptar estas ideas (véase su ensayo publicado por la Sociedad Fabiana en los años setenta, A New Politics; Socialist Renaissance) hasta la hostilidad igualmente fuerte hacia el Consejo del Gran Londres de Ken Livingstone. Se podría describir a estos políticos como los ‘defensores institucionales del 68’ en los primeros años ochenta y durante la huelga de los mineros en los años 1984 y 1985, con una fuerte resonancia entre los movimientos feminista, gay y negro de todo el país, que utilizaban los principios organizativos horizontales y no jerárquicos asociados a los ‘nuevos movimientos sociales’ y reivindicaban soluciones hermanadas entre las comunidades locales, generalmente lideradas por mujeres y los diversos grupos que componían la izquierda urbana.

Esta hostilidad por parte del Partido Laborista fue reforzada por la represión a veces encarnizada de los partidos de la derecha y los ataques feroces procedentes de los medios de comunicación dominantes. En general, esto implicó que estas rupturas culturales se convirtieran pocas veces en realidades institucionales y mucho menos en cambio institucional.

La reaparición de la cultura política en 1968

Dada la marginación de la influencia de 1968, resulta bastante sorprendente que como arroyos montañosos, este pensamiento radical —intenso en su práctica ejemplar y con su poderosa crítica de instituciones esencialmente defectuosas— aflora gracias a los recuerdos cuando dichas instituciones entran periódicamente en crisis.

Me refiero, sobre todo, a la ola de rebeliones conocidas como el ‘movimiento alterglobalización’ que planteó un desafío a las instituciones del orden mundial corporativo y neoliberal de los últimos años noventa. Sus prácticas organizativas, su cultura antiautoritaria y su democracia anticorporativa y participativa se hacían eco de los temas de 1968. Y una vez más, en las revueltas de 2011 de los Indignados en España y la irrupción extraordinaria de apoyo al liderazgo reticente de Jeremy Corbyn en el Partido Laborista de hoy, lo volvemos a ver.

En este caso, se hace eco de algunos de los planteamientos más estratégicos generados en 1968: Bertie Russell, académico-activista involucrado en la política urbana radical, nacido en 1985, señala:
“En términos de un legado directo de 1968, quizá debería tener una sensación de historia, no necesariamente presente. Sin embargo, sigue siendo un punto de referencia increíblemente importante, no solo para mí, sino también para muchas personas con las que me relaciono. El relato que me cuento —o que algunos nos contamos— es que 1968 representó un alejamiento de la política obrerista organizada en torno a un escenario de liberación o lucha, o el lugar de oportunidad para una política progresista, definida, por un lado, por el lugar de trabajo y, por otro, por el Estado.”

Centrándome en Corbyn, por ejemplo, se ha producido una ruptura con la cultura dominante algo cerrada del pasado reciente del Partido Laborista, lo que incluye la naturaleza tradicional, centrada en las contiendas electorales, de los debates del Partido. La apertura hacia una cultura participativa, que evoca la de 1968, es muy evidente en las discusiones de amplio contenido del festival The World Transformed, organizado desde hace dos años en paralelo a la conferencia del Partido Laborista, pero en estrecha interacción con esta, donde los delegados se mueven libremente entre los dos acontecimientos. Apoya el festival Momentum, el movimiento creado para consolidar y extender el apoyo al liderazgo de Corbyn y una transformación del Partido Laborista, aunque independiente de esta.

Bertie Russell señala: “Hay ahora un espacio. ¿Cómo lo llenamos? ¿Cuál es la oportunidad para llenar este espacio? Es en este momento cuando, de repente, 1968 vuelve a ser relevante: ¿Cómo reflexionamos sobre nuevas formas de comunidad donde organicemos la sociedad de otra manera o creemos nuevas maneras de pensar la economía? 1968 nos demostró que es posible no centrarse en el sindicato como el lugar en el que la lucha anticapitalista tenga que suceder, o que sea el Estado el que origine el cambio. El espíritu de 1968 ha perturbado estas dos cosas”.

Esto plantea la pregunta de cómo fue posible la irrupción de una política participativa de acción directa, con una sensación de utopía factible. Igual que la aparición y desaparición de los arroyos montañosos es motivo de estudio científico y geológico, la reaparición de varios elementos de la cultura democrática, colaborativa y organizativa del 68 nos obliga a estudiar cómo se ha mantenido viva y actualizada una cultura de política nueva.

Una infraestructura descentralizada que mantiene la memoria y la continuidad por debajo del radar

No obstante, 1968 no es del todo único. Ha habido momentos en el pasado que, aunque fueron consecuencia de acontecimientos previos, definieron una generación y produjeron cambios tectónicos. El fin de la Guerra Civil española en 1936 sería un ejemplo, y la consolidación en 1945 de los partidos comunistas en casi toda la Europa occidental sería otro; en el Reino Unido, la derrota por parte del pueblo de la Alemania nazi, tanto en el frente de guerra como en el frente interno, produjo una determinación de derrotar también a los enemigos de la paz de la preguerra: el desempleo y la pobreza. Y esto llevó a su vez tanto a la elección del modesto laborista, Clement Attlee, frente al líder heroico de la guerra, Winston Churchill, como a colocar los cimientos del pleno empleo (masculino) y los niveles de educación y sanidad que dieron lugar a la confianza y el optimismo de la generación nacida al final de la guerra.

La radicalización originada por estos momentos anteriores llevó al crecimiento de los partidos políticos que actuaron como memoria colectiva del momento y por lo menos como algunas de sus ideas: en 1936, fueron los partidos comunistas, sobre todo del sur de Europa, y en el Reino Unido, el Partido Laborista en 1945. Después de 1968, salvo la experiencia excepcional de Noruega, no era común la aparición de un partido de los movimientos sociales de izquierda.

En todos los momentos de radicalización, las personas mantienen vivas sus propias creencias, traspasando las instituciones formales: a veces tan solo mediante la fortaleza de sus convicciones, al transmitirlas a su propia familia, a través de sus redes personales y grupos más o menos organizados de amistad. Por ejemplo, un grupo de miembros y exmiembros del Partido Comunista se reunió en 1956 para intentar entender qué ocurría en el mundo, especialmente el mundo comunista, y lo han seguido haciendo cada mes, al menos hasta la consolidación de la revista que cofundé en 1996, bajo el nombre de ‘el Club Anjou’, por el restaurante en el que se reunieron por primera vez, invitando a jóvenes como oradores para mantenerse al día.

Cuando los movimientos de finales de los años sesenta y principios de los setenta se enfrentaron a la dispersión y el declive, las relaciones y redes informales —en ausencia de partidos políticos relevantes capaces de abrirse a la generación política del 68— eran de aún mayor importancia, sobre todo desde el dramático debilitamiento del que fueron víctimas las organizaciones obreras a medida que las ideas neoliberales se convertían en políticas destinadas a destruir toda muestra material de colectivismo, y mucho más de socialismo.

Lo que caracterizó las consecuencias del 68 fue que la cultura de aquel momento de radicalización valoró y propició dicho recurrente proceso informal y personal de construcción de una memoria compartida. El resultado fue la creación consciente de iniciativas para compartir ideas, la fertilización cruzada entre grupos sociales y localidades, la comunicación con un territorio más amplio, el debate y la clarificación de ideas, y la creación de los medios para la alimentación cultural y la solidaridad mutua.

En el Reino Unido, durante los años setenta, la mayoría de las ciudades tenía una librería radical; los grupos de estudio, investigación y lectura brotaban por todas partes, en las universidades y de forma independiente; numerosos grupos radicales de teatro recorrían los bares y clubes del lugar, juntando a activistas de diferentes generaciones; publicaciones críticas se creaban y se cerraban, formando a nuevos comunicadores que lanzaban o apoyaban nuevas iniciativas; a veces jóvenes activistas se implicaban en instituciones más viejas, por ejemplo los consejos sindicales de la ciudad (TUC), animándolas a crear nuevos vínculos con los grupos comunitarios, de mujeres y de inquilinos que pedían sus derechos.

Algunas veces, las instituciones locales se unían para juntar las diversas iniciativas y fortalecerlas sin minar su autonomía. Los centros socialistas de Tyneside [noreste de Inglaterra] e Islington [Londres] fueron dos ejemplos que mantuvieron durante varios años estructuras relativamente estables; pero en muchas localidades, una izquierda dispar convergió periódicamente para debatir y unir sus fuerzas frente a los recortes o los cierres de fábricas que se incrementaban a medida que el gasto keynesiano anticíclico dio paso al monetarismo, a un nivel aceptable de desempleo, al recorte del gasto estatal y al proceso propicio para la desindustrialización.

El carácter diferenciador de la ruptura de los movimientos del 68 con los modelos políticos centralizados del pasado significó de alguna manera que estos movimientos estaban preparados culturalmente para aprovechar los medios plurales descentralizados de conseguir la continuidad política que reprodujera una memoria compartida, aprendiendo e interconectando sus diversos elementos.

El valor que los movimientos concedieron a los conocimientos prácticos, frente a los teóricos, buscaba legitimar la idea de iniciativas autónomas por su propia viabilidad que no dependiesen de una iniciativa central para su existencia.

Por otra parte, la ruptura con la autoridad de los conocimientos ‘expertos’ no fue —a diferencia de la ruptura luterana con la autoridad religiosa— a favor de la conciencia individual, sino más bien de la autonomía colaborativa. De esta manera, el modelo favorecido fue descentralizado pero coordinado, lo que permitió que las ideas se extendieran y reprodujeran sin un partido nacionalmente organizado.
A pesar de la derrota formal de aquel momento, se conservó mucha capacidad e iniciativa por debajo del radar de la política convencional, que reanimó y fracturó dicho radar en cuanto surgió la oportunidad de que un esfuerzo colectivo tuviera repercusión.

El potencial ambivalente de internet y la tecnología digital, y sus raíces en la contracultura del 68.

Esta combinación de la iniciativa descentralizada con la coordinación en red es exactamente lo que caracteriza las relaciones sociales que posibilitan internet y las nuevas tecnologías digitales en general. Se podría argumentar que la contracultura del 68 preparó el camino de la cibercultura del siglo XXI. De hecho, hay una continuidad histórica directa con las rebeliones de los años sesenta. Resulta de interés señalar que el uso de internet y sus tecnologías asociadas como herramientas para cumplir el sueño de una vida armoniosa (entre las personas y con el medio ambiente) tiene curiosamente sus raíces en la contracultura californiana de finales de los años sesenta.

La continuidad no es tanto con la política ideológicamente comprometida de la Nueva Izquierda del momento, sino con el deseo más difuso de cambiar el mundo existente en el movimiento de la comuna ‘de vuelta a la tierra’ conocido como el ‘nuevo comunalismo’. Fue caracterizado por una visión holística de desarrollo personal y social, y el compromiso con una ética de compartir y difundir la información y la innovación, representada y propagada por el Whole Earth Catalog en asociación con el máximo emprendedor contracultural, Steward Brand.

Aunque algunas de las tecnologías específicas surgieron de la colaboración entre los tecnólogos que trabajaban originalmente en Defensa, el desarrollo de internet fue posible gracias a la miniaturización de los ordenadores que permitió el control por parte de los usuarios de sus máquinas. Al mismo tiempo, el Whole Earth Catalog y la lógica cultural del nuevo comunalismo proporcionaron a los informáticos —la mayoría salida del legado intelectual y organizativo de la investigación de la Guerra Fría— los usos y, por lo tanto, los marcos comerciales de las nuevas máquinas personales.

Stewart Brand trabajó duro para unir estos dos grupos, junto con los frikis radicales y los circuitos de la vida alternativa, aunque posteriormente abrazó el ecomodernismo que contradecía en cierta medida su anterior entusiasmo por la creatividad y la colaboración de base.

La ética abierta y participativa que subyace en el uso de estas nuevas herramientas se fortaleció inconmensurablemente cuando Tim Berners-Lee y sus colegas de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (conocida por su acrónimo francés, CERN) crearon internet. Fue bastante explícito sobre su importancia como código abierto para una sociedad en cambio; desde entonces hemos sido testigos del monopolio por parte de los gigantes digitales Facebook y Google.

Un punto de inflexión para la crisis de un mercado no regulado

Diez años después del desplome de Lehman Brothers en los Estados Unidos (que precipitó la Gran Recesión) y en el año del colapso de Carrillion en el Reino Unido —y probablemente de otros grandes contratistas privados (involucrados a menudo en iniciativas de financiación privada, PFI, o las llamadas asociaciones público privadas, PPP)— parece que lo que está en juego no es solo la avaricia corporativa, los préstamos irresponsables, la externalización y las PFI, sino toda la doctrina de que ‘el mercado sabe más’, del Estado recortado, de que la planificación se encomiende a las grandes empresas, de abandonar la frontera entre la Administración del Estado y el sector privado.

Bertie Russell comenta, reflexionando sobre el espíritu del 68, fuese lo que fuese este: “Estamos en un punto de inflexión donde se ha hurtado la libertad individual para incorporarla a la narrativa de la gestión neoliberal; pero la demanda era de libertad colectiva. Es en este punto en el que nos encontramos. Se ha reventado el mito de la libertad individual del neoliberalismo; tenemos que reincorporar este relato de nosotros como colectivos y comunidades. La idea es que establezcamos una libertad colectiva. Hemos tardado mucho en recuperarnos”.

Bertie tiene razón al afirmar que Thatcher arrancó el deseo de libertad individual de su contexto de emancipación social, convirtiéndolo en algo raquítico y atomizado para justificar el mercado no regulado. Pero ahora, 50 años después del Movimiento por la Libertad de Expresión de Berkeley —una de las acciones directas emblemáticas de 1968— he aquí una nueva generación que la recupera y cree en la responsabilidad individual en el contexto de un movimiento social por la libertad, en palabras del desaparecido Mario Savo, uno de los líderes de dicho movimiento:

“Hay un momento en el que el funcionamiento de la máquina llega a ser tan odioso y te hastía hasta tal punto que no puedes tomar parte en el mismo. Y tienes que echar tu cuerpo sobre las marchas, las ruedas y la maquinaria para pararla. Y tienes que señalar a las personas responsables de su funcionamiento de que, sin tu libertad, no se permitirá que funcione la maquinaria.”

Esto, al fin y al cabo, es lo que hizo la juventud cuando viajó a Seattle en 1999 para cerrar la Organización Mundial del Comercio (OMC); cuando, en 2011, ocupó Zucotti Park, Wall Street y los alrededores de la catedral de San Pablo en los límites de la City de Londres; cuando, también en 2011, organizó comunidades de resistencia en las plazas de España y Grecia. Y cuando dejó su casa y trabajo —si lo tenía— para unirse a los nuevos movimientos políticos de Bernie Sanders o Jeremy Corbyn, Momentum en el Reino Unido, y Our Revolution en los Estados Unidos, que ya han perturbado la maquinaria política en ambos países.

Puede ser que no estemos al borde de un nuevo 1968, con todo lo que eso supuestamente significó —¡aunque nunca se sabe!— y que las energías de estos movimientos solo tengan una relación tangencial con su antecesor. Pero es siempre fuente de fortaleza saber que ha habido precedentes de los que se puede aprender. Y ayuda también trabajar con los líderes que participaron en los movimientos anteriores y que, por consiguiente, saben entender el potencial de la nueva generación y responder a sus necesidades y aspiraciones.

SOBRE LA AUTORA

Hilary Wainwright es investigadora asociada del Transnational Institute (TNI), y fundadora y redactora de Red Pepper, una popular revista británica de la nueva izquierda. También es investigadora adjunta del Centro Internacional sobre Estudios de Participación (ICPS) del Departamento de Estudios para la Paz de la Universidad de Bradford, Reino Unido. Su último libro es A New Politics from the Left (abril de 2018, ed. Polity).

Traducción: Christine Lewis Carroll

Este artículo forma parte del informe Estado del poder 2018, editado en castellano por Transnational Institute (TNI) y FUHEM Ecosocial.


Abierto el plazo de matrícula para la Escuela de Verano FUHEM

Un año más, nos encontramos inmersos en la preparación de la Escuela de Verano de FUHEM, que llega a su quinta edición. Como en otras ocasiones, vamos a aprovechar este espacio para establecer alianzas con otras entidades, colectivos y profesionales que compartan con nosotras y nosotros una determinada manera de entender la educación.

Entre las novedades de este año está el cambio de sede: la Escuela de Verano 2018 se celebrará en las instalaciones de la Institución Libre de Enseñanza, (Paseo del General Martínez Campos, nº 14. 28010 Madrid).

Para ofrecerte toda la información sobre esta V Escuela de Verano, hemos creado una página web que iremos actualizando. En ella puedes encontrar el programa, el equipo de ponentes y el formulario de inscripción para formalizar la matrícula.

Antecedentes: el interés por la educación ecosocial

Tras la extraordinaria acogida que tuvieron las I Jornadas celebradas en el mes de octubre en La Casa Encendida y también los distintos avances que hemos ido experimentando a lo largo de los últimos años, hemos decidido que el eje de nuestra escuela sea la Educación Ecosocial, para lo que hemos diseñado un curso específico abierto a todas las personas que puedan estar interesadas.

Con el propósito de que entendáis un poco más nuestra perspectiva y el trabajo que estamos desarrollando os remitimos a dos breves artículos de Yayo Herrero: “Educar y aprender en un marco de crisis civilizatoria” y “Necesitamos una educación centrada en una vida digna” y dos más de Luis González: “Educar para convivir con justicia ecosocial” y “Cómo educar frente a la crisis ecológica y social”, publicados en El Diario de la Educación. También podéis encontrar ideas, materiales y recursos didácticos en nuestro Blog “Tiempo de actuar”.

Os presentamos a continuación los rasgos fundamentales de la Escuela de Verano FUHEM y un avance del programa. El formulario de preinscripción previa que abrimos hace un mes ha sido sustituido por una nueva página de inscripción, en la que ya podéis formalizar la matrícula y se ofrecen las indicaciones  sobre cómo realizar el pago.

V Escuela de Verano FUHEM. Educación Ecosocial: ideas y herramientas para un cambio de modelo

Objetivos:
• Analizar los principales retos a los que se enfrentan las sociedades modernas en términos de sostenibilidad, cohesión y justicia social, y participación democrática.
• Comprender la importancia de la educación crítica y con valores ecosociales para la transformación social y el compromiso ético.
• Conocer herramientas y experiencias para la transformación de la práctica educativa llevadas a cabo con éxito.
• Compartir iniciativas de transformación de la práctica educativa que puedan ser experimentadas o promovidas en otros contextos.
• Crear redes de apoyo mutuo y colaboración.

Fechas y Duración:
18 horas de duración.
Del miércoles 4 de julio a las 16.00 al viernes 6 de Julio a las 14.30 horas.

Precio:
145 euros: que incluye matrícula y desayunos, cafés de la tarde y comida del jueves, con productos ecológicos, justos y saludables.

Estructura y metodología:
Combinará actividades de motivación con conferencias dirigidas al gran grupo, así como Talleres en grupos de 20-25 personas (como máximo), que se desarrollarán de forma simultánea en varias sesiones y actividades en gran grupo de debate y puesta en común.

Colaboraciones:
Para el desarrollo de esta Escuela de Verano FUHEM contará con la colaboración de los colectivos de Pedagogías Invisibles, Equipo INIDE y Ecologistas en Acción y estamos cerrando la participación de la Institución Libre de Enseñanza.

PROGRAMA:

Miércoles 4 de julio de 2018 (16.00-20.30 horas):

• Actividad de acogida y motivación.
• Presentación de la Escuela.
• Presentación/conferencia: Entorno y Currículo. Sentido y ámbitos de la Educación Ecosocial. Luis González Reyes. Responsable de Educación Ecosocial en FUHEM.
• Presentación/conferencia: Educar para la Transformación Ecosocial. Yayo Herrero. Directora General de FUHEM.
• Debate y conclusiones.

Jueves 5 de julio de 2018

Sesión de mañana (10.00-14.30 horas)
• Actividad de motivación.
• Presentación/conferencia: Una escuela para todo el alumnado. Gerardo Echeita. Universidad Autónoma de Madrid. (UAM).
• Talleres simultáneos:
o Taller 1. Propuesta de objetivos y contenidos para la trasformación Ecosocial. Luis González Reyes. FUHEM.
o Taller 2. Propuestas metodológicas para la transformación Ecosocial. Equipo INIDE.
o Taller 3. Cambios en las condiciones para el aprendizaje desde una perspectiva ecosocial. Colectivo Pedagogías Invisibles.

Sesión de tarde (16.00-20.30 horas)
• Actividad de motivación.
• Presentación/conferencia: 99 preguntas y 99 experiencias. Fernando Cembranos y Charo Morán, miembros de Ecologistas en Acción.
• Talleres simultáneos.
• Debate y conclusiones del día.

Viernes 6 de julio de 2018 (10.00-14.30 horas)

• Actividad de motivación.
• Talleres simultáneos.
• Debate y puesta en común de conclusiones. Alianzas.
• Cierre Final y despedida.

Formaliza tu matrícula

En el formulario que encontrarás al final de estas líneas, ya puedes matricularte en la V Escuela de Verano FUHEM. Si tienes dudas o deseas comentar alguna cuestión de carácter personal, puedes escribirnos a este correo.

El precio incluye matrícula, materiales y manutención: desayunos, cafés de la tarde y comida del jueves, con productos ecológicos, justos y saludables.

Para formalizar la matrícula, además de cumplimentar el formulario, es necesario:
1. Realizar el ingreso de 145 euros (35 euros si trabajas en FUHEM), antes del 20 de junio de 2018.
2. Indicar como concepto: Escuela de Verano y el nombre de la persona que se matricula.
3. Beneficiario: FUHEM
4. Número de cuenta: ES88 1491 0001 2020 7962 1922
5. Por último: no olvides enviar el resguardo de ingreso a nuestro correo.